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Estiramiento; métodos y teorías

Cuando hablamos del entrenamiento de las cualidades físicas todos entendemos que
estamos tratando de la mejora de la fuerza, la resistencia o la velocidad y de las
cualidades derivadas de las mismas: fuerza máxima, fuerza resistencia, fuerza
explosiva, resistencia de velocidad, agilidad, velocidad de reacción, velocidad gestual o
resistencia muscular localizada. Pero si atendemos a algunos teóricos del entrenamiento,
veremos que la movilidad articular no es considerada como una cualidad física. El
motivo que justifica tal exclusión es que el entrenamiento de la movilidad no causa un
efecto de mejora directo en ninguno de los sistemas orgánicos que sí se ven mejorados
con el trabajo de las cualidades físicas antes mencionadas.

Lo cierto es que la movilidad articular, sea o no considerada como una cualidad


física, es una capacidad que debe ser mejorada para posibilitar el pleno
desarrollo del potencial físico de rendimiento. Para poder entender tal
necesidad debemos, en primer lugar, saber en qué consiste tal cualidad, cuáles
son los factores que la limitan, cómo mejorarla y qué influencia ejerce sobre el
resto de cualidades físicas.

Movilidad articular, flexibilidad y


elasticidad
En este primer apartado y para evitar futuras confusiones, vamos a conocer las
diferencias existentes entre los tres términos del encabezado.

• Movilidad articular: capacidad para desplazar un segmento o parte del


cuerpo dentro de un arco de recorrido lo más amplio posible
manteniendo la integridad de las estructuras anatómicas implicadas.

• Flexibilidad: capacidad de un cuerpo para ser deformado sin que por


ello sufra un deterioro o daño estructural. Dicha propiedad se atribuye a
las articulaciones.

• Elasticidad: capacidad de un cuerpo para recuperar su forma o posición


original una vez cesa la fuerza externa que lo deformó. Esta cualidad se
atribuye a los músculos y en mucha menor medida a los tendones.

Así pues, cuando hablamos de los músculos nos referimos a la cualidad elástica
que poseen ya que pueden elongarse y retraerse por sí mismos. Si hablamos de
las articulaciones nos referimos a la posibilidad de flexionarlas en diferentes
posiciones. Por último, a la suma de ambas cualidades la llamamos movilidad
articular. A partir de ahora nos referiremos a la elasticidad muscular como la
capacidad para elongar un músculo hasta alcanzar el límite articular sin que por
ello sufra daños estructurales.

Factores limitantes de la movilidad articular

Para entender mejor la naturaleza de los factores que limitan la movilidad


articular vamos a analizarlos uno a uno y a valorar por separado su relevancia a
la hora de impedir una movilidad óptima o adecuada a cada necesidad.
Empecemos diciendo que el entrenamiento de esta cualidad física y dicho sea de
paso, el de todas, debe efectuarse dentro de los límites que marca la práctica de
cada deporte y no establecer comparaciones, ya que cada deporte exige, de
forma específica, un cierto tipo de desarrollo y pretender llevar su
perfeccionamiento más allá de lo estrictamente óptimo puede suponer, no sólo
una pérdida de tiempo, si no también un serio perjuicio. La excesiva movilidad
articular o hiperflexibilidad es poco útil y se puede traducir en debilidad
articular en determinados ángulos. En líneas generales, el culturista debe
mejorar su elasticidad muscular con el objeto de poder ejecutar los
movimientos con un recorrido amplio pero sin pretender alcanzar los niveles de
un gimnasta o un contorsionista.

El músculo

El músculo es una máquina con capacidad para transformar la energía química


en trabajo mecánico. Existen tres tipos de músculos: el liso o involuntario, el
cardíaco y el estriado que recibe su nombre del aspecto que le confieren las
fibras filiformes que presentan bandas oscuras y claras de forma alterna. La
principal función del músculo estriado es el movimiento y el mantenimiento de
la postura. Pero además del componente contráctil, también encontramos una
serie de elementos elásticos de tejido conjuntivo que sirven para proteger al
músculo de las posibles lesiones ocasionadas por estiramientos bruscos o
forzados.

Si analizamos una fibra muscular al microscopio observaremos que está


compuesta de varias unidades contráctiles que reciben el nombre de sarcómero.
Varios sarcómeros dispuestos en serie forman una miofibrilla, varias
miofibrillas dispuestas en paralelo forman una fibra, recubierta de una
membrana de tejido conjuntivo llamada endomisio y un paquete de éstas da
origen a un fascículo recubierto, a su vez, por una membrana que recibe el
nombre de perimisio. Por último, varios fascículos conforman un músculo que
se halla recubierto por el epimisio o fascia.
La forma en que un músculo se opone al estiramiento viene dada por dos
factores:

1. El grado de tensión acumulada de forma pasiva o tono muscular que


depende del grado de activación del sistema nervioso. Ello significa que
para estirar un músculo debemos, en primer lugar, reducir al máximo la
tensión muscular, lo cual se logrará mediante el calentamiento previo y
el estado de relajación que el sujeto haya sido capaz de alcanzar
previamente. Normalmente, el tiempo que precisaremos para alcanzar
dicho estado variará de un músculo a otro y dependerá de la función del
mismo. Los músculos antigravitatorios y los que desarrollan un trabajo
más intenso de forma regular, tardan más en relajarse (erectores
espinales, lumbares, isquiotibiales, gemelos o trapecios).

2. Por la resistencia que ofrece el tejido conjuntivo y que se cifra en un


41% del total de la resistencia que ofrece el músculo a ser estirado.
Cuando el estiramiento alcanza a la fascia muscular, se torna doloroso
si se llega a ciertos límites. Podríamos decir que es la parte difícil del
estiramiento y la que hace desistir a más de uno. La resistencia al
estiramiento que ofrece el tejido conjuntivo se ve incrementada por la
formación de enlaces cruzados entre las subfibrillas, los filamentos y las
fibras colágenas. Estos enlaces se conocen también como adherencias.
El ejercicio físico y la movilización son un factor preventivo en la
formación de enlaces cruzados. La inactividad o inmovilización
favorecen, por contra, su formación disminuyendo la capacidad de
elongación de un músculo.

Configuración idealizada de la trama de las fibras colágenas. Puede demostrarse que un contacto
colocado en lugares estratégicos (p.ej., puntos d y e) puede restringir seriamente la extensión de esta
trama de colágeno.
A: disposición de fibras colágenas; B: enlaces cruzados de las fibras colágenas;
C: estiramiento normal; D: estiramiento restringido debido al enlace cruzado.

El tendón

Los músculos están unidos a los huesos por medio de unos cordones muy
resistentes llamados tendones, cuya función es transmitir tensión a los huesos.
Es por ello que los tendones son prácticamente inextensibles y su oposición al
estiramiento alcanza el 10%. Si durante un estiramiento forzado notáramos
dolor en los tendones de inserción del músculo estirado lo más prudente sería
abandonar y averiguar las causas.
La cápsula articular y los ligamentos

Una articulación es la unión de dos huesos y puede ser móvil (diartrosis),


escasamente móvil (anfiartosis) o totalmente inmóvil (sinartrosis). Obviamente
las primeras son las que nos interesan como motivo de trabajo. Su estructura
está recubierta por la llamada cápsula articular que mantiene, junto con los
ligamentos intra y extracapsulares, la cohesión de las carillas articulares de los
huesos y al mismo tiempo permite un cierto grado de movimiento. La
resistencia que ofrece al estiramiento se cifra en un 47%. Está claro que nunca
debemos llegar a forzar una estructura articular ya que ello significaría una
progresiva pérdida de cohesión y estabilidad con graves riesgos de lesión.

Beneficios de la mejora de la elasticidad muscular

En primer lugar, debemos entender que la movilidad articular es una cualidad


involutiva, lo cual significa que nacemos con el máximo grado y a medida que
transcurren los años vamos perdiendo capacidad en mayor o menor medida
según una serie de condicionantes: sexo, actividad deportiva, actividad
cotidiana, accidentes, lesiones, etc. La determinación del grado de movilidad
para cada articulación no puede generalizarse y debe partir de un cuidadoso
estudio individualizado llevado a cabo por un profesional con el debido criterio.
Insistimos en el hecho de que una movilidad articular excesiva va en detrimento
de la estabilidad y sostén deseables y puede predisponer a lesiones articulares.

La ausencia de una movilidad óptima y un acortamiento muscular indeseable


en ciertos músculos acarrea serios perjuicios, entre los que cabe destacar por
más frecuentes: la desviación de la postura, la escasa adaptabilidad de los
músculos ante movimientos explosivos, la mala coordinación, un gasto calórico
añadido consecuencia del esfuerzo que deben realizar los músculos agonistas
para vencer la resistencia pasiva de los antagonistas acortados o roturas
fibrilares cuando el músculo es exigido en un estiramiento brusco o forzado.Por
contra, un músculo elástico permite una mayor fluidez en los movimientos lo
cual es esencial en aquellos deportes que exigen un alto grado de coordinación,
así mismo, permite asumir, con menor impacto, los cambios rápidos de tensión,
especialmente en el tránsito de la fase negativa a la positiva durante una
contracción isotónica. Una mayor capacidad elástica del músculo permite un
preestiramiento más eficaz durante los movimientos explosivos y además,
previene de cierto tipo de lesiones. Conviene saber que la fibra muscular se
adapta al estiramiento aumentando el número de sarcómeros a nivel de los
extremos de la fibra. Experimentos llevados a cabo con gatos a los que se les
inmovilizó con un vendaje de yeso el músculo sóleo demostraron que éste se
adaptó incrementando el número de sarcómeros en un 20%. Una vez liberado el
músculo, éste se reajustó rápidamente a la longitud original. Cuando el
miembro fue inmovilizado con el músculo en su posición de encogimiento, se
descubrió que las fibras musculares habían perdido el 40% de los sarcómeros
en serie. Estos estudios parecen demostrar que el ajuste de la cantidad de
sarcómeros a la longitud funcional de los músculos no parece estar
directamente bajo control neuronal. Más bien, parece ser una respuesta a la
cantidad de tensión pasiva a la cual está sometido el músculo. El deportista que
goza de un buen rango de recorrido articular puede enfrentarse con mayor
eficacia a situaciones en las cuales sus articulaciones son exigidas hasta límites
de alto riesgo, como sería el caso de la gimnasia artística o los lanzadores en
atletismo. También en los deportes de contacto donde se producen situaciones
de choque y caídas, una articulación flexible absorbe mejor el impacto evitando
posibles lesiones o aminorando sus efectos si ésta llega a producirse. A pesar de
todo ello, no debemos inclinarnos a pensar que entrenando la elasticidad ya
estamos a salvo de sufrir lesiones. Muchos practicantes de deporte creen que un
buen nivel de elasticidad es un garante para poder asumir ciertos riesgos
durante la práctica atlética y se arriesgan hasta límites imprudentes. Yo siempre
digo que la elasticidad es como una armadura que puede salvarte frente a una
flecha o un cuchillo, pero nada puede hacer frente a un arma de fuego.

<blockquote> Bien, hasta aquí la primera parte de este artículo sobre los estiramientos que
espero haya servido para sentar las bases de lo que debe ser una práctica correcta y que tendrá
su continuidad en un próximo artículo que tratará sobre aspectos metodológicos y prácticos del
entrenamiento de la elasticidad muscular. </blockquote>

METODOLOGIA DEL ESTIRAMIENTO


En esta segunda parte del entrenamiento de la movilidad articular vamos a
tratar de aspectos metodológicos y prácticos de los estiramientos. Analizaremos
los métodos existentes, sus ventajas e inconvenientes y ofreceremos una guía
práctica para crear y desarrollar un programa de estiramientos eficaz y seguro.

Cuándo estirar

El entrenamiento de la movilidad articular puede estructurarse como un


contenido más dentro de la sesión de entrenamiento. Concretamente, me quiero
referir aquí a la sesión de musculación. Los estiramientos se pueden llevar a
cabo dentro del apartado de calentamiento, durante el entrenamiento y al
finalizar el mismo. En cada caso, el objetivo será distinto y en consecuencia, la
intensidad deberá adaptarse a fin de optimizar los efectos positivos del
estiramiento. Por otro lado, también pueden destinarse sesiones específicas al
entrenamiento de la elasticidad con el objeto de incrementar la movilidad
articular.

Estiramientos durante el calentamiento

El objetivo será dotar al músculo de la elasticidad necesaria para permitir un


arco de recorrido adecuado a las exigencias del ejercicio que se vaya a ejecutar
durante el entrenamiento. Sabido es que cuando un músculo está frío su
elasticidad está disminuida y ello perjudica seriamente la capacidad de alcanzar
recorridos óptimos durante la ejecución de un movimiento. No se trata de
incrementar la elasticidad del músculo, sino de recuperar la que en condiciones
ideales ya se posee por haberla trabajado anteriormente. La intensidad del
estiramiento no debe ser elevada, sino aquella que permita conseguir la
extensibilidad ya ganada con anterioridad.

Estiramientos durante el entrenamiento

En este caso, el objetivo es frenar, en lo posible, la pérdida de elasticidad que se


produce como consecuencia del entrenamiento con peso y que obedece
fundamentalmente a un progresivo aumento del tono muscular por la
activación de un número creciente de fibras musculares que son requeridas
para hacer frente al esfuerzo de alta intensidad. La intensidad será menor que
en el caso anterior por cuanto un estiramiento forzado podría provocar daños
estructurales en las miofibrillas y una pérdida de eficacia contráctil. Se trataría,
más bien, de favorecer la relajación de los músculos entrenados y mejorar el
riego sanguíneo, facilitando así su recuperación.

Estiramientos después del entrenamiento


El objetivo sería, en este caso, favorecer la disminución del tono muscular y
facilitar el riego sanguíneo. Como ya hemos mencionado, ello repercutirá
positivamente en la posterior recuperación muscular. La intensidad será media
y en ningún caso deberemos llegar hasta el punto de sentir dolor.

Estiramientos en sesiones específicas

El desarrollo de la elasticidad muscular es un proceso lento ya que merced a la


estimulación del reflejo miotático, el músculo se resiste activamente al
estiramiento. La magnitud de la contracción que se opone al estiramiento es
proporcional a la magnitud del mismo. Conviene saber que un estiramiento
rápido e intenso favorece la deformación elástica, recuperable, del tejido. Ello
puede convenir a un saltador o a un lanzador para obtener un impulso más
potente durante la ejecución del gesto técnico, pero no es recomendable para
mejorar la elasticidad. Para ello es mejor aplicar una fuerza débil y de larga
duración que intensificará la deformación plástica. Por otro lado, la aplicación
de una fuerza elevada tiene un grado mayor de riesgo de provocar una posible
ruptura del tejido. La temperatura tiene una influencia importante sobre el
comportamiento mecánico del tejido conjuntivo bajo una carga ténsil. Mientras
se eleva la temperatura del tejido, decrece la rigidez y se incrementa la
extensibilidad. Ello está relacionado con el aumento progresivo de las
propiedades de fluidez viscosa del colágeno cuando es calentado, lo cual
aumenta su tolerancia al estiramiento y reduce la posibilidad de sufrir lesiones
estructurales. Debemos añadir, al respecto, que a la luz de las informaciones
que poseemos, constituye un error plantear calentamientos sobre la base de los
estiramientos, ya que éstos por sí solos no elevan la temperatura corporal lo
suficiente para hacer frente a demandas físicas elevadas. Así mismo, como ya se
ha dicho, estirar un músculo frío puede dañarlo seriamente. Otro dato
interesante es el hecho de que un músculo que ha sido estirado, previo
calentamiento, y que se deja enfriar mientras se mantiene la fuerza tensora de
estiramiento, mantiene un grado significativo de deformación plástica en
comparación con la retirada de la fuerza tensora mientras su temperatura es
elevada. Evidentemente, el enfriamiento del tejido antes de la liberación de la
tensión permite a la microestructura colágena reestabilizarse más en relación
con su nueva longitud estirada.

Por todo ello, para entrenar la elasticidad muscular deben descartarse los
métodos que se basan en estiramientos bruscos realizados mediante
movimientos balísticos o rebotes y máxime si el músculo está frío.

Cómo estirar

A continuación, vamos a efectuar un repaso de los métodos más utilizados para


mejorar la elasticidad muscular y concluiremos recomendando aquellos que
han demostrado la mejor relación eficacia-riesgo.

Método pasivo estático

El estiramiento se realiza mediante la asistencia de un compañero que moviliza


el segmento interesado hasta alcanzar el tope articular. El sujeto pasivo no
ejerce ningún tipo de fuerza, lo que permite una casi total relajación, condición
indispensable para conseguir un buen estiramiento. Una vez alcanzado el
máximo estiramiento, se mantiene la posición durante unos segundos y a
continuación se regresa a la posición de partida. La única dificultad en la
aplicación de este método surge de la necesidad de contar con un compañero
experto que conozca los músculos y la técnica correcta del estiramiento. A partir
de aquí, la comunicación entre sujeto pasivo y sujeto activo debe ser constante a
fin y efecto de sacar el máximo partido de la técnica y no causar ningún daño
muscular o tendinoso durante su desarrollo.

Método pasivo dinámico

El estiramiento es efectuado por un compañero pero, en este caso, el segmento


no permanece inmóvil sino que alcanza la posición final mediante sucesivos
movimientos de corto recorrido (rebotes) o movimientos de carácter balístico.
Como ya se ha dicho este método no debe aplicarse.

Método activo estático

En este caso es la acción muscular del ejecutante la que efectúa el estiramiento


pudiéndose valer, si es necesario, de algún medio material de asistencia (picas,
bancos, espalderas, etc.). Como en el primer método, se mantiene la posición de
máximo estiramiento durante unos segundos y a continuación se procede a
retirar la tensión. Es el más utilizado por cuanto no precisa de la asistencia de
ningún compañero y goza, prácticamente, de las mismas ventajas que cualquier
método estático.

Método activo dinámico

El estiramiento se produce mediante sucesivos movimientos de carácter


balístico o mediante rebotes merced a la acción del ejecutante. Son bastante
comunes en la práctica deportiva, sobre todo en aquellos deportes con una
componente de velocidad y que además, requieren gran movilidad articular
(artes marciales, gimnasia artística, etc.). Llegados a este punto conviene saber
que una buena movilidad articular puede no manifestarse plenamente en un
movimiento por debilidad de los músculos agonistas responsables del gesto.
Dicho con un ejemplo, un sujeto puede ser capaz de elevar una pierna hasta
tocar el pecho apoyándola en una pared (forma pasiva), pero ser incapaz de
elevarla con la acción de los músculos flexores de la cadera (forma activa). En
este caso, la práctica de ejercicios de fuerza y potencia que busquen acercarse al
máximo a los topes articulares, estará justificada con el objeto de alcanzar el
perfeccionamiento en determinadas técnicas.

Ahora bien, debe quedar claro que la práctica de dichos ejercicios no tiene por
objeto mejorar la elasticidad muscular, sino expresar todo el potencial elástico
alcanzado previamente con métodos estáticos.

Método resistivo

Conocido como F.N.P. (Facilitación neuromuscular propioceptiva) es una


variante del método pasivo estático y consiste en alcanzar el punto de máximo
estiramiento mediante la asistencia de un compañero que mantiene la posición
durante unos 10 segundos al término de los cuales el sujeto pasivo ejerce una
tensión muscular de tipo isométrico por espacio de tres o cinco segundos.
Inmediatamente se procede a relajar el músculo y se aprovecha la caída de
tensión para forzar un poco más el estiramiento hasta un nuevo punto de
resistencia por espacio de otros 10 segundos. Esta operación se repite dos o tres
veces. Otra variante del método consiste en contraer los músculos opuestos
(agonistas) a los que se están estirando (antagonistas). Esta acción facilita la
relajación a través del reflejo de inhibición recíproca. Así, cuando las
motoneuronas del músculo agonista reciben impulsos excitadores, las
motoneuronas que activan los antagonistas son inhibidas (por ejemplo, si se
contraen los cuádriceps, deben relajarse los isquiotibiales).
A pesar de las aparentes ventajas detalladas anteriormente, conviene saber que
generar tensión en un músculo que está siendo forzado en estiramiento entraña
mayores riesgos de sufrir lesiones en el tejido blando y es más doloroso, lo cual
puede disminuir la predisposición del sujeto a ser estirado. También se sabe
que un músculo que es contraído previamente a un estiramiento tan sólo se
relaja momentáneamente y a continuación genera una contracción sostenida
que dificulta la elongación. Por todo ello, debemos decir que este método no
ofrece plenas garantías y como mínimo debe ser revisado.

Principios del entrenamiento estático

Bien, una vez detallados todos los métodos parece evidente que el más seguro y
eficaz para mejorar la elasticidad muscular es el estático, en especial si se realiza
de forma pasiva. Por ello vamos a detallar una serie de principios destinados a
optimizar el entrenamiento de la elasticidad basándonos en el mencionado
método.

1. Antes de proceder al estiramiento de los músculos hay que someter a


éstos a un calentamiento de tipo general mediante alguna actividad
cardiovascular y a un calentamiento específico mediante ejercicios
analíticos de intensidad moderada. No es conveniente estirar un
músculo hasta límites extremos cuando ha sido sometido a esfuerzos de
carácter intenso ya que su capacidad de elongación estará seriamente
reducida.

2. Dedicar unos minutos a relajarse física y mentalmente pero sin llegar al


enfriamiento. No olvidemos que el músculo se halla más dispuesto para
ser elongado cuando tiene la temperatura sobreelevada y está relajado.

3. Comenzar con un estiramiento suave o "fácil", sostenido por espacio de


unos 20 a 30 segundos y relajar por un espacio de tiempo que puede
oscilar entre 10 y 15 segundos.

4. Después de efectuar uno o dos estiramientos suaves, pasar al


estiramiento forzado pero sin llegar al punto de dolor, ya que esta
sensación puede desencadenar el reflejo de contracción involuntaria e
impedir la necesaria relajación. Mantener la posición de 20 a 30
segundos y proceder a relajar por un espacio de tiempo de 15 a 20
segundos.

5. El número de estiramientos por músculo puede oscilar entre cuatro y


cinco pero será el propio ejecutante quien decida el número adecuado a
sus necesidades.

6. En el caso de que se integren como medio, en el proceso de


calentamiento, los estiramientos se limitarán a los músculos
directamente implicados en el posterior entrenamiento (motores
primarios y secundarios, éstos en menor medida) y se realizarán,
siempre, con posterioridad al calentamiento general y una vez hayamos
efectuado algunas series del ejercicio base que utilicemos en el
calentamiento específico (ver ejemplos prácticos de calentamiento).

7. En caso de que se realicen con posterioridad al entrenamiento,


tendremos presente que el músculo está fatigado y poco dispuesto a ser
elongado. El estiramiento se efectuará de forma suave con la intención
de reducir la rigidez muscular y favorecer el riego sanguíneo,
favoreciendo así, la recuperación posterior al esfuerzo.
Mantener un ritmo respiratorio suave y constante, evitando en todo momento, contener la
respiración (bloqueo respiratorio) ya que ello desencadena la posibilidad del fenómeno Valsalva
que eleva la presión sanguínea sistólica y tiene implicaciones negativas obvias para las personas
hipertensas. El fenómeno Valsalva es definido como un esfuerzo espiratorio contra una glotis
cerrada y puede ocurrir durante la ejecución de un esfuerzo de resistencia pesada o isométrico,
caso del estiramiento realizado mediante la técnica de F.N.P. Este proceso comienza con una
inspiración profunda seguida por el cierre de la glotis y la contracción de los músculos
abdominales. Consiguientemente, existe un aumento de las presiones intratorácica e
intraabdominal que provoca la disminución del flujo de sangre venosa hacia el corazón. Esto se
traduce en una disminución del retorno venoso que origina una reducción del rendimiento
cardíaco seguida de un descenso momentáneo de la presión sanguínea y un aumento del ritmo
cardíaco. Entonces, cuando se produce la espiración, tiene lugar un aumento de la presión
sanguínea y un flujo rápido de sangre venosa hacia el corazón con la subsiguiente contracción
cardíaca enérgica. Las personas con antecedentes de enfermedad arterial coronaria corren el
riesgo de sufrir un derrame cerebral y las que sufren presión sanguínea alta corren el riesgo de
isquemia aguda.
</blockquote>

GENERALES
ESTIRAMIENTOS BASICOS ANTES DE SALIR A CORRER.

Este breve repaso a los estiramientos generales de los miembros inferiores intenta servir de de
guía para la ejecución de ejercicios de estiramiento.

Deben realizarse a diario, antes y después de cada sesión de entrenamiento y/o de cada evento
competitivo.

El estiramiento debe realizarse en tres fases:

1. Puesta en tensión, suave, sin "tirones" ni "rebotes", notando la puesta de tensión del grupo
muscular concreto a estirar.

2. Estiramiento, durante 20 ó 30 segundos para permitir la adaptación de los sistemas


implicados en la elongación muscular (aparato de Golgi, huso neuromuscular).

3. Relajación, sin brusquedad, volviendo a la posición de reposo de la articulación o las


articulaciones implicadas en el estiramiento.

Cada estiramiento debería realizarse AL MENOS cinco veces, dependiendo de las cualidades de
cada deportista en particular, ya que cada uno deberá hacer hincapié en aquellos ejercicios en
los que exista un mayor déficit de flexibilidad, o en aquellos que merezcan especial atención
para prevenir o tratar lesiones.

(Imágenes del libro "Estirándose" de Bob Anderson. Integral Ediciones. 1992.)

ESTIRAMIENTOS BASICOS DE MIEMBROS


INFERIORES.

Musculatura adductora. Empujar suavemente con los codos las rodillas hacia el suelo.
Musculatura extensora en el lado derecho (cuádriceps, extensores del tobillo), musculatura
flexora (isquiotibiales) en el izquierdo. Inclinar suavemente el tronco hacia delante para elongar
progresivamente la musculatura.

Musculatura lumbar, flexores de cadera y rodilla. Inclinar lentamente el tronco hacia delante
para progresar en el estiramiento.

Musculatura glútea y banda iliotibial del lado izquierdo. Empujar con el codo del lado opuesto la
rodilla homolateral al tiempo que se gira el tronco hacia el lado del estiramiento.

Musculatura adductora y flexores de la rodilla (lado izquierdo) y musculatura lumbar (lado


derecho). Inclinar el tronco y girarlo alternativamente hacia un lado y otro.

Musculatura isquiotibial y de la región lumbar. Inclinar el tronco hacia delante de forma gradual
para progresar en el estiramiento.
Musculatura extensora de la rodilla (cuádriceps) y del tobillo. Llevar el talón al glúteo con ayuda
de la mano contralateral.

Musculatura adductora del lado izquierdo y del tronco del lado derecho. Inclinar el tronco suave
y progresivamente hacia el lado del estiramiento.

Musculatura adductora y dorsolumbar del lado izquierdo. Llevar las manos hacia la pierna de
apoyo.

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