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LAS REVOLUCIONES LIBERALES

JOSÉ MARÍA COIDURAS NAVAL GRUPO 36, GRUPO INTERNO Nº4

En los siglos XVIII y XIX en Europa, tuvieron lugar diversas revoluciones liberales que posibilitaron la
posterior instauración de un nuevo orden político y jurídico conocido como Estado Liberal y
establecieron el camino para poner fin a las estructuras del Antiguo Régimen.

Durante el Antiguo Régimen la soberanía pertenecía al monarca, quien poseía el poder absoluto
para crear leyes y no estaba obligado a responder ante ellas, además, la sociedad estaba dividida en
estamentos los cuales gozaban de privilegios o no dependiendo a cuál pertenecieses. Por ello, ante
este modelo opresivo, surgen diversas revoluciones como la revolución francesa, la cual sentó las
bases para la construcción de un Estado de Derecho en el cual la ley estaba por encima de todo y
tanto los ciudadanos como los que pertenecían a las estructuras del estado estaban sometidos a ella,
además, para constituir un Estado de Derecho como tal, las leyes a las que están sujetos todos los
miembros del estado, deben emanar de la voluntad del pueblo.

Cabe destacar algunas de las premisas ideológicas que constituyen las revoluciones, principalmente
la libertad, la seguridad, la igualdad y la separación de poderes. Según Stuart Mill, uno de los
máximos exponentes de este liberalismo originario junto a Rousseau y Montesquieu, la libertad del
individuo tiene su límite donde comienza la libertad de la otra persona, un límite fijado por la ley.
Además, conforme el concepto de propiedad, muy vinculado al término de libertad, Rousseau
abogaba por la defensa de la propiedad privada pues la concebía como un derecho ilimitado y
sagrado que el estado tiene que garantizar. Por seguridad se entiende el realizar sin ningún
obstáculo el ejercicio de tus derechos fundamentales, y referido al ámbito de la justicia, implicaba
que los procedimientos judiciales no fueran arbitrarios. Otra de los ejes ideológicos fue la igualdad,
la cual nace ante la demanda de la burguesía de poner fin a los privilegios de determinadas clases
sociales del Antiguo Régimen. Además, como premisa fundamental cabe resaltar la separación de los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial, puesto que como afirmaba Montesquieu, si a un sujeto se le
atribuían competencias para crear y aplicar leyes, iba a derivar en la tiranía frente al ciudadano, por
lo que se crea un poder legislativo independiente fruto de la elección de los ciudadanos. Por último,
aparecen principios referidos a la supremacía de la ley como el principio de legalidad, pues todos los
seres humanos se deben regir por las leyes, del principio de racionalidad, puesto que las leyes se
obtienen de leyes naturales y el principio de nacionalidad ya que dichas leyes tienen que adaptarse
al contexto de cada nación.

Como consecuencias, cabe destacar que se preveía un modelo en el que el eje del mismo fuese el
pueblo, pero resultaron ser los que tenían las capacidades y el poder suficiente en la nación, puesto
que cuando la burguesía alcanzó el objetivo de la supresión de privilegios estamentales, no
continuaron con la lucha por los intereses generales del pueblo, y a pesar de que el sistema parecía
ser idílico, se mantuvieron algunas de las limitaciones en materia de derechos heredadas de los
modelos tradicionales.

A modo de conclusión, reflejar que estas revoluciones liberales no se contentaron con derrocar la
figura del rey, sino que construyeron un poder legítimo que plasmaron mediante normas escritas en
las constituciones, reflejando el voluntarismo del poder en detrimento del orden divino y natural
que otorgaba la soberanía al monarca.

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