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FACTORES COSMOTELURICOS
1) La Presión Atmosférica
2) La humedad
3) Las lluvias
cir capaz de deprimir a una persona con las consecuencias que son de
preveer.
Si bien no podemos afirmar definitivamente que las lluvias ten-
gan efectos psicológicos en todos los seres humanos, sí nos cabe desta-
car la posibilidad de que en algunas personas puedan provocar efectos
de diversas índoles. Ello no se presenta en razón de la persona misma,
es decir de quien se trate, pues unos reciben ese fenómeno sin mayor
gravitación, mientras otros aún cuando fuesen pocos, lo sienten de acuer-
do a las circunstancias personales en que sobreviene el fenómeno, ya
que puede hasta privarlos de poder realizar actividades de importancia,
lo cual es posible de colocarlo en situación neurológica especial.
De ahí, la relativa importancia que puede tener este fenómeno
de la naturaleza sobre la condición himiana, sobre la "conducta" del
hombre.
igual la vida en una zona rural que en una Ciudad, máxime si se trata
de una gran ciudad con muchos habitantes.
De por sí, como ya lo sabemos, el ambiente geográfico natural
ejerce ciertas influencias sobre el hombre, a punto tal que llega a de-
terminar preferencias o rechazos respecto de lugares en que se vive o
en que se desearía vivir, pero ocurre que ello no se produce sólo por
decisión del interesado, sino especialmente por circunstancias natu-
rales del medio ambiental que ofrecen al hombre tal o cual posibilidad
de beneficios y entonces crea su real interés. Aquí tendríamos que
preguntamos: ¿cu¿d es entonces la incidencia o la influencia geográfi-
ca pura en la criminalidad?.
No es de fácü respuesta la pregunta formulada, ya que hoy no
podemos ver a nuestros semejantes en lo que a conducta se refiere,
como meros habitantes de determinado sector del planeta, sino como
un sujeto socializado totalmente, medianamente o no socializado, ya
que de ello dependerá en gran parte su conducta, por cierto en rela-
ción con la propia personalidad.
Muchos fueron los autores que pretendieron establecer la rela-
ción del hombre con la naturaleza, entre quienes es de mención
Nicéforo, que tratara in extenso el tema citando a Guraplowicz, de quien
a través de su "Ley histórica de los estados" concluyera en la "depen-
dencia de la vida social con la del suelo"(444). Clai'o que la cuestión no
es tan simple si no se reflexiona de algún modo por tal camino, puesto
que como el mismo Nicéforo lo expusiera lafloray la fauna de acuerdo
con el suelo, el subsuelo y el cielo, son los que determinan el género de
trabajo de los hombres. De tal manera el hombre está estrechamente
vinculado con la naturaleza física externa, pero como ser inteligente
no cesó en la búsqueda de los mejores aprovechamientos de tal natu-
raleza a punto tal que en los tiempos que vivimos actualmente todo es
aprovechable, es decir no sólo lo que la tierra produce como sustento
humano, alimentos etc., sino aún la atmósfera que posibilita hoy los
transportes aéreos, comunicaciones y otros medios de utilidad común.
Es notable que el hombre cuando tomara conciencia de sus
posibilidades, tratara, si bien no de vencer la naturaleza al menos de
utilizarla en cuanto le favoreciera, que fue precisamente, lo que deter-
minara el asiento de grupos sociales hasta llegar a constituir las enor-
mes concentraciones humanas que forman las grandes ciudades, en
las cuales al mismo tiempo se suelen establecer concentraciones de-
lictivas. No podemos dejar de transcribir un párrafo del aludido Nicé-
foro, que de alguna manera se relaciona con lo que estamos tratando,
dice así: "Cuanto más pasamos de las sociedades primitivas, sencillas
y homogéneas, a las sociedades modernas, diferenciadas y heterogé-
neas en las que el poder del hombre, con sus invenciones benéficas o
maléficas, tiende cada vez más a sustraer la vida social del poder de la
naturaleza"(445).
Decimos que leis grandes ciudades resultan a la vez concentra-
ciones delictivas, en razón de que en ellas se centralizan o se reúnen
prácticamente todas las actividades no rurales, es decir que en tanto
el hombre no se héüla ligado a actividades puramente campestres, ge-
neralmente prefiere la Ciudad por encontrarse en ella con una diversi-
dad de actividades que los atrae al mismo tiempo que le posibilita
ciertos menesteres que no pueden hallarse en otro medio.
Ello no significa que en zona rural o campestre no se cometie-
sen delitos, pues éstos son posibles en un sentido estrictamente gené-
rico en cualquier lugar en que se encuentre el hombre, es decir en
cualquier parte del planeta; claro está, que como los delitos son he-
chos cometidos por una persona contra otra aún siendo ésta jurídica,
la concentración poblacional posibilita la comisión delictiva personad,
en grupo o a través de asociaciones ilícitas.
Así es cómo en especial las ciudades populosas por sus propias
particularidades, tales como la agrupación de los grandes sociedades