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Como vimos en la lección anterior, los lugares deben cumplir necesariamente con la
condición de ser relevantes para la comunidad, por la manera en que ordenan el espacio
de una manera simbólica, ligando el pasado y el presente, conformando una manera de
escribir la historia y de construir la memoria colectiva. 2
Sin embargo, al mismo tiempo que recuerdan, los monumentos también olvidan. Primero,
porque los monumentos no tienen por objeto recordar todo lo que ocurrió en referencia a
un prócer o a un acontecimiento histórico, sólo recuerdan las cosas que permiten hacer de
ese personaje un héroe admirable. Pero, por otra parte, el inevitable paso del tiempo hace
que aquello que se quiso recordar también se vuelva nebuloso, confuso, y que nuestro
camino para acercarnos a esas historias sea difícil. Hoy no somos capaces de interpretar los
signos que pretendían ser claras señales y por lo mismo las estatuas quedan ahí, frías y
distantes de lo que ocurre debajo de sus pedestales, aisladas en una situación donde el
tiempo parece no transcurrir.
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Pero no a todo el mundo le parece tranquilizador que los monumentos sigan rindiendo un
homenaje eterno a personas o historias sobre las cuales parece que no podemos emitir
opinión. Como al parecer no sabemos lo que los monumentos están diciendo, porque ya
se nos ha olvidado cómo leerlos, nada podemos decir y nada podemos opinar acerca de
ellos. Y esa idea, la de opinar, es central para constituir un espacio verdaderamente
público, y hacer de la ciudad un territorio conformado por la suma de opiniones que los
ciudadanos (aquellos que tienen derecho a hablar) pueden poner a disposición de otros en
ese espacio que les es común.
"Sin Larios"
Vale la pena saber que el monumento al Marqués de Larios es una estatua realizada en
honor de dicho personaje, ubicada en pleno centro de la ciudad, y su familia es dueña,
hasta hoy, de grandes extensiones de terrenos, fábricas y empresas en la provincia de
Málaga. El monumento está fundido en bronce y se posa sobre un pedestal de mármol, y 3
tiene tres personajes: el Marqués de Larios, de pie, elevado, acompañado por las figuras de
un hombre que tiene en sus manos una picota y un azadón, y que representa al trabajo, y
por la figura de una mujer semidesnuda que entrega en ofrenda un niño al Marqués,
representando la gratitud de la ciudad al latifundista.
Esto no quedó más que en un proyecto, ya que como podrán imaginarse, el alcalde se
opuso a su realización que, aunque fuese temporal, proponía una fricción impensable
respecto de un hito simbólico de la ciudad. Sin embargo todo el material visual y de
investigación constituyó la obra que podemos apreciar hoy.
“Perspectiva Caballera”
Este proyecto no plantea una intervención de la estatua, más bien propone la obra como
un permanente work in progress, que ha tenido y tendrá como resultados finales una serie
de exposiciones y charlas, en los diferentes lugares implicados, de España: Madrid (donde
la instalación contó con las matrices originales del monumento, guardados hasta hoy en la
fundición Capa), Hervás (Cáceres), Coca (Segovia), Arganda del Rey (Madrid), y también en 4
Chile: Santiago y Valparaíso; y que en futuro propone la publicación de un fanzine, un
documental y un libro.
Tan orgulloso se sentía el escultor de su caballo que, para que se pudiera apreciar de
mejor forma, decidió no ponerle riendas ni aditamentos de ninguna especie. De ahí
que todas las interpretaciones que puedan hacerse de ese hecho están erradas,
principalmente aquellas que pretenden creer que el artista reconocía, a través de este
hecho, la indomable naturaleza del pueblo chileno.
El autor ubica en la más céntrica avenida de Madrid los restos de una estatua destruida. Lo
que hace Sánchez Castillo es ficcionar, imaginar, la imagen del rey Felipe IV una vez que la
revolución ha triunfado y ha destruido su estatua. Para realizar esa escultura se reunieron
dos genios del siglo XVII, Pietro Tacca (el mejor fundidor del mundo), y Galileo Galilei,
brillante ingeniero y matemático, los que permitieron realizar una proeza técnica: que el
caballo que montaba el rey se parara en sus patas traseras. Todo este esfuerzo sirvió para
simbolizar que sólo el poder de un rey y una monarquía fuerte, podía domar un caballo
encabritado –el pueblo- que sin su conducción sólo promete desastres.
El trabajo de Sánchez Castillo reflexiona la manera en que pensamos las estatuas: para
volver a pensar en el símbolo más importante de la monarquía española debe aparecer
destrozado a los pies de los transeúntes, porque ya nadie piensa en el valor del signo, es
un objeto olvidado. Así, los monumentos vuelven a hablar sólo cuando pierden su lugar,
cuando son destruidos.
"Joyería"
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Para finalizar, se presenta un trabajo del profesor Luis Montes, realizado sobre la estatua
de Portales en el año 2012. Este trabajo permitió descubrir que el bronce recibió entre 5 o
6 balazos de grueso calibre, y que atravesaron el metal que representa al ministro. Si bien
se puede ver desde abajo el balazo que recibió en la mejilla, y que coincide con la forma
en que murió el Portales real, llama la atención el ensañamiento del tirador contra la
estatua: este hecho sólo pudo producirse durante el golpe militar de 1973, y seguramente
por un tirador cercano al gobierno de Allende, consciente del papel de Portales en la
historia.
Reflexión Final
De los lugares y monumentos que quedan cerca de donde vives, ¿podrías contarnos su
historia?
Montes Rojas, Luis Andrés (2016) “El arte contemporáneo Obra acogida a licencia de
Creative Commons Atribución-
como desestabilización”. Material del curso "Arte y Espacio
No Comercial- CompartirIgual
Público", impartido en UAbierta, Universidad de Chile.
4.0 Internacional.