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Unidad 8
LA CONDUCTA MORAL
Una ética que pretenda estar al servicio del hombre libre y responsable deberá
adoptar una nueva postura. El acto humano es la expresión de un ser personal com
plejo que enfrenta una situación o realidad determinada. Lo importante, entonces,
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moralmente, no es el acto concreto, sino el modo de enfrentarse de esa persona. De ahj
el orden que proponemos para la reflexión sobre este tema, buscando un enfoq^
personalizante y dinámico: opción fundamental, actitudes, compromisos, actos, sitúa,
ciones y estructura biopsíquica.
actos
\ | /
\ l /
situaciones \ /
\ /
estructura biopsíquica
V
Decíamos al hablar del afrontamiento que la verdadera firmeza del ser personal
se manifiesta a través de sus opciones maduras. Cada uno de nosotros realizamos
gran cantidad de actos y tomamos muchísimas decisiones a lo largo de la vida. Mu
chos de estos actos y decisiones parecen no tener nada que ver entre sí. Cuando pre
tendemos alcanzar un objetivo preciso, nuestros actos se revelan concatenados entre
sí y justificados por dicho objetivo. Cuando carecemos de objetivo y tomamos deci
siones al azar, nuestra actuación resulta caprichosa y carente de lógica. Así, por ejem
plo, el padre consciente de la educación que debe dar a su hijo complacerá sus gustos
en algunas ocasiones y en otras lo castigará, jugará con él unas veces y otras lo dejará
solo, lo consolará y lo corregirá; pero todas estas acciones obedecerán al mismo inte
rés: educarlo. El padre inconsciente de su deber como educador podrá hacer las mis
mas cosas, pero éstas obedecerán a su estado de humor o de fatiga, y resultarán
incomprensibles para el hijo.
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Ahora bien, detrás de todos los objetivos que pretendemos a lo largo de la ^ .
se encuentran determinadas opciones de valor que constituyen su justificación. Y
tre todas las opciones debe existir una que es la fundamental. Se trata de una opcí^L
que brota de lo más profundo de nuestra personalidad y marca el ideal supremo e\
nuestras vidas. Cuando un hombre vive obsesionado por la comodidad, el placer i y
dinero, es porque su máximo ideal, su mayor felicidad consiste en disfrutar la vid^
tener todo lo que se le antoja. Esa es su opción fundamental, explícita o implicó,e
Cuando otro hombre ha consagrado su vida al servicio de los pobres, sin im porté a
para nada las privaciones que su forma de vida le depara, ha realizado también i / 1
opción fundamental.
Por ser esta opcion una decisión de toda la persona, solo puede darse cuando
ha alcanzado una madurez suficiente, es decir, después de la adolescencia. Sin emb^
go, se va gestando desde los primeros años de la infancia. El desarrollo de la perso^ f
lidad en el niño condiciona paulatinamente su opción. Es en fundón de ella, es de^ig
ai fundón de que el niño y el adolescente descubran su fin último, como se 60
orientar la compleja labor educativa de índole moral.
La opción última puede ser de índole religiosa: la opdón por Dios como p le^ 0
tud de ser y fin último de todas las cosas. Pero puede consistir también en el p r o y e ^
último o ideal de la propia realizadón en el orden natural: la feliddad natural, 0
establedmiento de una sociedad más humana, la sabiduría, etc. En cualquier ca^ ’
esta opdón marca la dirección de todas nuestras obras.
Una vida humana responsable se asienta sobre una opción fundamental explíci
ta. Todos mis actos como persona y todas mis actitudes cobran sentido pleno cuando
están orientados por un fin definido. Los mismos errores e incluso las debilidades de
cada día quedan absorbidos en esa buena intención fundamental que motiva todo mi
existir.
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temperamentales innatos. En este caso constituyen un complemento de la naturaleza.
Pero pueden también surgir en contra de una tendencia natural. Yo puedo desarrollar
en mi el hábito de la constancia a pesar de que mi temperamento me incline, por
ejemplo, a la variabilidad.
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mientos de clase, las exigencias laborales o profesionales. Y, por último, hay factores
de carácter personal, como son los valores que cada uno se ha foijado, sus gustos y
sus aspiraciones más intimas.
También los componentes que integran una actitud son diferentes. Mezclados
con el componente cognoscitivo (conocimientos), encontramos el componente senti
mental (sentimientos, emociones, afectos) y el instintivo (instintos y reacciones espon
táneas). La actitud común de rechazo del dolor, por ejemplo, es instintiva y en nada
enturbia el que movidos por ideales superiores de índole religiosa (componente
cognoscitivo), confiramos al sufrimiento un alto valor moral.
La moralidad de las actitudes nace de su relación con los valores. Los valores,
habíamos dicho, están por encima de cada uno de nosotros; son valores independien
temente de que yo los acepte o no. La aceptación de un valor puede ser meramente
conceptual y puede ser conductual o práctica. Tenemos el primer caso cuando acepta
mos con la razón la existencia de determinado valor, pero no orientamos conforme a él
nuestra conducta. Defendemos, por ejemplo, a nivel teórico la justicia; pero en la
práctica pagamos salarios de hambre, nos apropiamos de lo que pertenece a toda la
sociedad, somos parciales en nuestros juicios, nos dejamos sobornar, etc. La acepta
ción es práctica, en el segundo caso, cuando orientamos todos nuestros actos de acuerdo
al valor aceptado.
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Lo contrario son los vicios; actitudes negativas frente a la encamación conductal
de los valores o actitudes de apropiación de los contravalores. El vicio también es
fuerza; tiene la fuerza del hábito. Lo que distingue la virtud del vicio es la positividad
0 negatividad del valor encamado en una determinada actitud.
El tema del compromiso tiene una importancia capital para nuestra ética, que
pretende formar una persona libre. Una persona puede poseer actitudes totalmente
espontáneas, unas buenas, otras malas. Alguien, por ejemplo, es perezoso sin habérselo
propuesto, simplemente porque su temperamento apático se ha desarrollado sin nin
gún control; del mismo modo que otro piiede ser trabajador como simple resultado
.espontáneo de su temperamento nervioso. Unicamente se puede hablar de responsabi
lidad moral de estas conductas cuando ha habido una aceptación, explícita o implíci
ta, del sujeto hacia el valor apropiado en ellas.
El tema de los actos humanos ha sido tratado amplia y profundamente por los
moralistas a lo largo de la historia. Se puede decir que constituye uno de los temas
centrales de la ética, debido a que ésta siempre ha considerado los actos humanos
como su objeto material. La ética siempre se ha propuesto estudiar los actos huma
nos.
Al decir "puede ser", estamos indicando que puede también no ser, es decir, que
hay diferentes clases de actos. No posee el mismo carácter moral el acto de juzgara”
un acusado que el acto de hablar durante el sueño. Siempre se ha insistido en la _
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diferencia entre actos humanos y actos del hombre. Se llaman actos humanos los
actos propios y específicos del hombre, es decir, aquellos actos deliberados por los
que el hombre se distingue de los animales. Y se denominan actos del hombre aquellos
actos realizados por el hombre que son comunes a 'os arumriés: por ejemplo, los actos
biológicos o fisiológicos.
Para que un acto sea perfectamente humano debe darse en él pleno conoci
miento y decisión libre de la voluntad. El conocimiento pleno implica advertencia y
deliberación previas. La voluntariedad de un acto puede ser inmediata (voluntario
elícito), cuando se trata de un acto de la voluntad misma, como los actos de querer,
consentir, elegir, etc. .Y puede ser mediata (voluntario imperado), cuando el acto es
ejecutado por otras facultades bajo el mandato y control de la voluntad, por ejemplo,
correr, comer, pensar, etc.
Son los actos humanos los que interesan a la moral; aunque sin olvidar que los
actos del hombre pueden ser afectados con mayor o menor intensidad por la voluntad.
Las técnicas orientales de autocontrol mental y fisiológico tienen mucho que enseñar
nos al respecto. El límite entre lo voluntario y lo involuntario no es idéntico para todos
ni inamovible. El hombre puede alcanzar grandes niveles de autocontrol. Depende del
ejercicio que realice en tal sentido. Los hábitos, los instintos, las pasiones, los meca
nismos orgánicos pueden ser en gran parte controlados si nos lo proponemos. Pero
pueden también llegar a dominamos si nos abandonamos a ellos.
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1
No nos interesa aquí hacer una sistematización de las diferentes situaciones que
condicionan la vida humana. Unicamente pretendemos recordar que la conducta, nuestra
conducta, se halla condicionada por las situaciones en que nos encontramos. Mis
opciones, actitudes y compromisos dependen en gran parte de mi situación: histórica,
cultural, familiar, afectiva, económica, etc. En mi comportamiento ético influye defi
nitivamente el vivir en la riqueza o en la miseria, el ser hijo único o tener muchos
hermanos, el poseer un alto nivel cultural o ser analfabeta, el haber recibido o no una
educación religiosa, el ser profesional u obrero, el estar dominado por el odio o por la
alegría, etc.
El papel que juega la situación en la vida moral es tan importante que dio lugar
a la aparición, con la filosofía existendalista, de una ética de situación. Se trata de
toda una concepción y sistematizadón de la vida moral teniendo como referencia
básica las situaciones para juzgar la moralidad de los actos: los principios, los valo
res, las leyes deben ser interpretadas desde las situadones concretas; lo que en una
situadón es moralmente positivo, puede resultar negativo en otra.
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Sin aceptar una ética situacionista radical, que nos llevaría al completo
relativismo moral, debemos reconocer que la situación es un factor clave dentro de la
moralidad, tanto a nivel colectivo como individual. La incidencia de las situaciones en
el juicio moral depende de la clase y la fuerza de aquéllas. Hay situaciones más uni
versales, como la situación social de un país, y situaciones más particulares, como la
situación económica de una familia. Hay situaciones duraderas, como una enferme
dad hereditaria, y otras pasajeras, como la inconsciencia producida por una borrache-
fa. Algunas situaciones inciden directamente en lo moral, como es la religiosidad,
mientras que otras, como la alimentación, sólo poseen una incidencia indirecta.
Con el concepto de medio interno nos referimos a todas las condiciones quími
co-térmicas y excitadoras del interior del cuerpo que dotan al organismo de un am
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biente propicio: conjunto de sustancias-alimentos, productos de la secreción glandu
lar y metabolitos procedentes de las funciones corporales que circulan en la sangre y
en la linfa. Pensemos en la importancia que tienen para el comportamiento el metabo
lismo (la dieta alimenticia), la homeostasis (constancia del medio para permitir el
normal funcionamiento celular), las hormonas, las drogas psicoactivas.
El sistema relacionado con los mecanismos de respuesta tiene una base fisioló
gica muy compleja. En síntesis, podemos mencionar el mecanismo receptor, concreta
do en los órganos de los sentidos, el sistema nervioso central y los mecanismos de
reacción, concretados en los músculos y las glándulas. De todos, el sistema endocrino
y el sistema nervioso son los más importantes para el análisis del comportamiento.
Estados de ánimo
Fondo endotímico Vivencias emocionales
Comportamiento Instintos y tendencias
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Finalmente, tenemos el elemento volitivo. En todo comportamiento responsa
ble tiene que intervenir, mediata o inmediatamente, la actividad volitiva de la persona.
La voluntad es la que aúna y confiere "sentido" de comportamiento a todos los demás
elementos. Podríamos decir que ella produce la "formalizadón" del comportamiento
humano en cuanto responsable.
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