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RAFAEL GUTIÉRREZ
La Gran Comisión por Rafael Gutiérrez
©2013 Todos los derechos reservados por el autor
Esta publicación no puede ser reproducida, ni guardada en un
sistema de recuperación, ni transmitida de ninguna manera,
incluyendo cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopiado,
grabado, ni por ningún otro medio, sin el permiso previo del
editor.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son
tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera. © 1960 por
las Sociedades Bíblicas en América Latina.
ISBN: 978-958-737-104-8
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
ÍNDICE
Agradecimientos ....................................................................9
Prefacio ..................................................................11
Introducción Prólogo del autor...................................... 15
Capítulo 1: ¿Cerca del Reino de Dios, o en el
Reino de Dios?...........................................23
Capítulo 2: ¿Cómo se entra al Reino de Dios?..............29
Capítulo 3: El bautismo en agua, el primer
mandamiento a obedecer...........................37
Capítulo 4: El evangelio es más que creer
y ser bautizado...........................................47
Capítulo 5: ¿La Gran Comisión o la Gran Omisión?....53
Capítulo 6 : Los que no pueden ser discípulos
del Señor Jesús...........................................59
Capítulo 7: Pruebas de amor hacia Jesús.......................63
Capítulo 8: El que no lleva su cruz cada día…
no puede ser discípulo de Jesús...................69
Capítulo 9: El que no renuncia a sus posesiones…
no puede ser discípulo de Jesús..................75
Capítulo 10: El que permanece en la palabra de Jesús para
hacerla…puede ser discípulo de Jesús........ 79
Capítulo 11: El que pone la mano en el arado y mira
atrás… no puede ser discípulo de Jesús......85
Capítulo 12: Los discípulos de Jesús llevan mucho fruto
y así es glorificado el Padre.........................89
Capítulo 13: Cómo se desarrolla un discípulo.................93
Capítulo 14: Hacer discípulos: el objetivo principal
de la Gran Comisión..................................97
Capítulo 15: Los discípulos y el Reino de Dios.............101
Capítulo 16: Los mandamientos del Señor Jesús son
superiores a la Ley de Moisés....................113
SeCCión 1 Cómo amar al prójimo.............................119
Capítulo 17: Primera ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Con tu hermano, ni te enojes...................121
Capítulo 18: Segunda ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Sobre el adulterio.....................................133
Capítulo 19: Tercera ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Sobre el divorcio......................................137
Capítulo 20: Cuarta ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Cumplir con nuestras palabras.................141
Capítulo 21: Quinta ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Amar a los malos......................................145
Capítulo 22: Sexta ley de amor en el Reino de Dios en la
relación con el prójimo:
Amar a nuestros enemigos........................151
Sección 2 Cómo amar a Dios...................................155
Capítulo 23: Primera ley de amor del Reino de los cielos
en nuestra relación con el Padre:
Dar a los pobres.......................................157
Capítulo 24: Segunda ley de amor del Reino de los cielos
en nuestra relación con el Padre:
La oración................................................169
Capítulo 25: Tercera ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
El ayuno..................................................175
Capítulo 26: Cuarta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Tesoros en el cielo ...................................181
Capítulo 27: Quinta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
El ojo misericordioso ...............................195
Capítulo 28: Sexta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Dios y las riquezas....................................199
Capítulo 29: Séptima ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Confianza absoluta...................................205
SeCCión 3: Cómo amarse a uno mismo.....................211
Capítulo 30: Primera ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
No juzgar a los demás..............................213
Capítulo 31: Segunda ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
No desperdiciar nuestros recursos.............219
Capítulo 32: Tercera ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
Orar pidiendo, buscando y llamando.......223
Capítulo 33: Cuarta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
La regla de oro para tratar a los demás......239
Capítulo 34: Quinta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
El camino angosto de santidad.................243
Capítulo 35: Sexta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo: Conociendo a
los falsos profetas por sus frutos................249
Capítulo 36: Resumen..................................................253
Capítulo 37: El engaño más grande que ha existido......257
Capítulo 38: Los dos cimientos....................................265
Capítulo 39: El bautismo en el Espíritu Santo..............271
Capítulo 40: La Mesa del Señor y el discípulo...............281
Epílogo ................................................................331
Apéndice ................................................................337
AGRADECIMIENTOS
Agradezco mucho a nuestro Padre Celestial
por tener paciencia conmigo durante todos estos años, hasta lle-
gar, por su Gracia y misericordia, a entender cómo ser y cómo
hacer discípulos. Agradezco la revelación del Espíritu Santo para
ayudarnos a cumplir la Gran Comisión de nuestro Señor Jesu-
cristo.
Agradezco a mi esposa Miriam, quien siempre me animó a
seguir adelante con este libro, y quien con mucho amor, sopor-
tó mis tiempos a solas para poder escribir.
Agradezco a los líderes y miembros de la congregación
Puerta de Restauración, por toda la paciencia que han tenido
conmigo escuchando el mensaje de este libro en varias ocasio-
nes, mientras recibíamos revelaciones del Señor juntos. Muchos
en la congregación leyeron el manuscrito de este libro y me
animaron a imprimirlo. Muchos de la congregación han sido
parte de este proceso de hacer discípulos.
Agradezco al hermano Carlos Garzón por toda su ayuda
en la elaboración de este libro. Sin su experiencia hubiera sido
muy difícil lograrlo.
Estoy muy agradecido con mi hermano y amigo Steven Sch-
nedler por darme la oportunidad de ir y compartir el mensaje
de este libro a los pastores de su confraternidad en Centroamé-
rica. Su prefacio me anima a seguir adelante.
Gracias también a mi amiga Lynda Lestarjette de Hausfeld,
quien sacó tiempo de su agenda tan ocupada, y me ayudó a
10 LA GRAN COMISIÓN
observar unos puntos muy interesantes en la parte de la Mesa
del Señor. Siempre estaré agradecido por eso.
También estoy sumamente agradecido a la hermana Mar-
tha Villarreal, y al pastor José Enrique Ortega Negrín, quienes
fueron las personas que sembraron la primera semilla monetaria
para que este libro se imprimiese. Gracias mi hermanos por
creer en este proyecto.
Finalmente quiero dar las gracias a todos los que de alguna
manera han sido parte de este proyecto, pero que son muchos
y temo no mencionar alguno. Que el Señor les bendiga y les
multiplique todo lo que han hecho para que este libro sea una
realidad.
PREFACIO
Cuando uno busca seguir la voz de Dios
nunca sabe a dónde esto lo pueda llevar. Hace varios meses asistí
a un seminario en una iglesia grande en San Antonio, Texas.
Después que terminó entablé una conversación con un hombre
que estaba a mi lado. Al darme cuenta que era a la iglesia de este
pastor adonde se había ido uno de mis miembros, en broma le
comenté que había “robado” mi oveja. Al conocerle, me di cuen-
ta de otra cosa: este hombre, Rafael Gutiérrez, era un hombre a
quien yo debería acercarme; y así comenzó nuestra amistad.
Posteriormente, Rafael me invitó a unas reuniones de pastores
y pronto conocí el anhelo de su corazón: La Gran Comisión. Pero
no era la Gran Comisión como frecuentemente la hemos apren-
dido: de traer miles de personas a los pies de Cristo, pensando que
de esa manera la hemos cumplido. No, Rafael tenía un anhelo
y una pasión por lo que es el corazón de la Gran Comisión: el
hacer discípulos. ¿Qué tipo de discípulos? Los que aprenderían a
“guardar todas las cosas” que Jesús había enseñado y que a final de
cuentas lo comprobarían con hacer otros discípulos.
Como alguien que da cobertura a más de 40 pastores en paí-
ses de Centroamérica, yo sabía que este mensaje de discipulado
era algo que no solamente les beneficiaría a los pastores, sino
que más bien algo que les urgía recibir. Poco después Rafael y yo
viajamos a Nicaragua para realizar una conferencia de pastores
donde él compartió esa enseñanza. La aceptación por parte de
los pastores fue algo realmente sorprendente. Ellos le exprimie-
ron toda la información que pudieran durante esos días. Un mes
12 LA GRAN COMISIÓN
después uno de los pastores me expresó que ya contaba con unas
70 personas listas para ser discipuladas.
Charles Swindoll relata la historia de una carta escrita por un
joven comunista a su novia, describiendo su pasión por el comu-
nismo. Escribió: “Nosotros los comunistas tenemos una filosofía de
vida que ninguna cantidad de dinero puede comprar, tenemos una
causa por la cual pelear, un propósito definido en la vida. Subor-
dinamos nuestras vidas insignificantes a un gran movimiento de la
humanidad. Ya he estado en la prisión a causa de mis principios y si
es necesario estoy preparado para ir delante de un pelotón de ejecu-
ción. Hay una cosa por la cual hablo muy en serio y ésa es la causa
comunista. Es mi vida, mi negocio, mi religión, mi hobby, mi amor,
mi esposa, mi querida, mi pan, mi carne. Trabajo por esa causa
de día, sueño con ella por la noche. Su control de mí aumenta, no
disminuye mientras avanza el tiempo. De tal manera, que no puedo
seguir con una amistad o un noviazgo, ni siquiera una conversación
sin relacionarla a esta fuerza que tanto empuja y dirige mi vida.”
¡Es lamentable que con pocas excepciones, éste no es el tipo
de compromiso que tenemos los seguidores de Jesucristo con Su
causa! Al mismo tiempo, este nivel de compromiso no se logra
sin un discipulado profundo, o con simplemente asistir a la igle-
sia una vez por semana para calentar una silla. Esta enseñanza
dinámica de Rafael no solamente motivará a líderes cristianos
a desear desarrollar discípulos, sino que les ofrece una manera
efectiva de hacerlo (Fil. 2:13.) Lo que la hace tan especial es
que no se trata de una metodología o currículo, sino que explica
cómo usar las mismas palabras de Jesús como tu libro de texto.
La creación de discípulos es un mandamiento que Jesucristo
les dio a todos sus seguidores, no solamente a los “especialis-
tas” como pastores, evangelistas, etc. “Seguir” a Cristo denota-
ba obedecer sus mandamientos. Por ejemplo, ser “seguidor” de
PREFACIO 13
2 Mateo 28:20
20 LA GRAN COMISIÓN
encuentran en el Nuevo Testamento, pero, ¿cuáles son? Un cóm-
puto realizado por Finis Jennings Dake dice que el Nuevo Testa-
mento contiene 1,050 mandamientos3, en tanto que un antiguo
cómputo judío dice que la Ley tiene 613 preceptos o ‘mitzvos’4,
de los cuales, 365 son prohibiciones, y 248 son obligaciones.
Impulsado por el Señor me dediqué a orar, ayunar, y leer la
Biblia para descubrir qué cosas enseñar a los nuevos discípulos;
y un día mientras oraba, oí la voz del Señor que me dijo: “busca
la respuesta en Mateo 5, 6, y 7”. Esas Escrituras contienen el
discurso de Jesús conocido como “el Sermón del monte”, sobre
las cuales yo había predicado muchas veces, pero obedeciendo al
Señor, las leí nuevamente todas las noches, durante ocho meses.
Fue durante esos meses de leer una y otra vez esas Escrituras,
hasta memorizarlas, que entendí el fundamento del Reino de Dios,
lo cual me ha ayudado de una forma increíble para hacer discípu-
los en mi congregación. Es de esas cosas que el Señor me enseñó en
esos meses de búsqueda ferviente, y de algunas otras cosas pasadas
que yo había entendido, pero que en esos días iluminaron aún más
mi comprensión del Reino de Dios, que trata este libro.
Muchos pastores, pese a leer la Biblia y predicarla, no enten-
demos el Reino de los cielos; dado que la información que la
Biblia nos da es como un rompecabezas de cinco mil piezas que
debemos armar sin tener una imagen de cómo se verá armado.
Sin saber por dónde comenzar, cada uno junta las piezas que
entiende y arma lo que puede, pero esa imagen así obtenida, no
3 Dake Finis Jennings. Dake’s Study Notes. 1,050 New Testament Com-
mands. Disponible en: http://www.cai.org/bible-studies/1050-new-
testament-commands. Recuperado el 4 de septiembre de 2013.
4 A List of the 613 Mitzvot (Commandments). Disponible en: http://
www.jewfaq.org/m/613.htm. Recuperado el 4 de septiembre de 2013.
INTRODUCCIÓN 21
es el retrato final del Reino de los cielos, sino sólo una visión
parcial de éste.
Lo mismo sucede con la construcción de un edificio, y aunque
en ese caso siempre hay una ilustración del edificio, esa imagen
no basta para construirlo, se necesitan planos de todas las fases:
cimiento, estructura, plomería, electricidad, interiores, exteriores,
etc. Y una vez teniendo toda esa información, lo primero que se
debe hacer es poner el cimiento, ya que sin éste no se puede edificar
aunque se tengan los materiales y la mano de obra especializada.
El Señor Jesucristo nos dice en Mateo 5, 6, y 7 lo que es el
fundamento para edificar el Reino de los Cielos. El fundamento
para permanecer en el Reino de Dios es hacer su voluntad, y sin
éste no se puede seguir edificando; muchos tratamos de edificar
sin haber puesto ese cimiento, y por eso el edificio se cae. Ese
fue mi problema por muchos años: tratar de edificar el Reino de
Dios en mi vida, y en la congregación sin el cimiento que Él pide.
El Espíritu Santo quiere edificar el Reino de Dios sobre nuestras
vidas, pero si el cimiento no ha sido puesto, no es posible.
Este libro no busca criticar a nadie, ni crear un programa nue-
vo de discipulado, sino hacer resaltar y traer a la luz el “currículo”
que nos dio el Señor Jesús mismo, y algunas ideas de cómo usar-
lo. Mi deseo es ayudar a aquellos, que como yo, quieren hacer
discípulos pero no saben cómo, a que redescubran las verdades
que siempre han estado en nuestra Biblia, y que nosotros no les
habíamos dado la atención necesaria, sabiendo que el Espíritu
Santo da la revelación y el entendimiento, para que por la obe-
diencia a su Palabra seamos edificados y bendecidos.
Esta obra está dirigida a todo creyente o ministro deseoso de
hacer discípulos, y su única pretensión es ser una guía hacia el
discipulado efectivo, y que el Espíritu Santo dé a cada ministro
22 LA GRAN COMISIÓN
la estrategia que corresponda a su contexto. Por ello no se enfo-
ca en ninguna estrategia, sino en el fundamento; o sea, en los
mandamientos que se deben enseñar a los discípulos, que es
el área donde el cristianismo moderno muestra profundas
debilidades.
La Gran Comisión aunque tiene un fundamento simple, a
muchos no les da fruto por desconocer sus principios básicos.
Ilustraré este punto usando como ejemplo el cincel y el marti-
llo, dos herramientas simples que sirven para trabajar la piedra;
por ser tan básicas, es fácil pensar que cualquiera sabría usarlas
sin previo entrenamiento, pero no es así. El nulo conocimiento
sobre su uso, podría llevar al nuevo usuario a cometer muchos
errores.
Dado su desconocimiento del uso de dichas herramientas,
quizá golpee el cincel por la parte afilada, o quizá golpee el mar-
tillo con el cincel; también podría golpear el cincel con el mango
del martillo, o agarrar el martillo en una mano y el cincel en la
otra y no ponerlos en contacto uno con otro, o hasta quizá trate
de usarlos por separado. Este ejemplo nos muestra como algo
muy sencillo se puede usar de muchas maneras inefectivas.
A medida que avance en la lectura de este libro, observará que
repito algunas cosas; con ello busco desarraigar ideas y conceptos
no respaldados por las Escrituras y compartir lo que el Espíritu
Santo por Su gracia me ha demostrado para que tengamos una
revelación fresca a nuestro corazón y mente. Este mensaje es so-
lamente la punta del témpano, pues la revelación del Espíritu
Santo es ilimitada. No dudo que el Señor tenga muchos miste-
rios por revelarnos, y seguramente mientras lee esto, el Espíritu
Santo le revelará más cosas.
Rafael Gutiérrez
Capítulo 1
¿Cómo se entra
al Reino de Dios?
La proclamación
del Evangelio del Reino
Cuando el Señor Jesucristo estuvo aquí en la tierra, su pre-
dicación siempre tenía que ver con el Reino de los Cielos, o
sea el Reino de Dios. Marcos 1:1 dice: Principio del evangelio
de Jesucristo, Hijo de Dios. La palabra evangelio significa “bue-
nas nuevas o buenas noticias”. Marcos 1:1 se puede leer de la
siguiente manera: “Principio de las buenas noticias de Jesús, el
Hijo de Dios”.
Marcos16: 14-16 LA GRAN COMISIÓN
14
Finalmente se apareció a los once mismos, estando
ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad
y dureza de corazón, porque no habían creído a los que
le habían visto resucitado. 15Y les dijo: Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El
que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado.
Arrepentimiento.
Antes de continuar, es necesario que hablemos del arrepen-
timiento, pues es algo que debemos enfatizar ya que es parte
integral de la predicación del evangelio del Reino.
Lucas 24:46 - 47 dice:
46
Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el
Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
47
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y
el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando
desde Jerusalén.
34 LA GRAN COMISIÓN
Hechos 2: 38 dice:
El nuevo nacimiento
El Señor Jesús le dijo a Nicodemo que éste tenía que nacer de
nuevo para entrar al Reino de Dios:
3
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino
de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez
en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y
del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, [a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu. Juan 3: 3-8
El bautismo en agua
El primer mandamiento a obedecer
1 Pedro 3:21 y 22 :
15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evan-
gelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautiza-
do, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
LA GRAN COMISIÓN
17
Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, 18
tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán
sus manos, y sanarán. Marcos 16:15- 18
45
Entonces les abrió el entendimiento para que com-
prendieran las Escrituras; 46 y les dijo: —Así está escri-
to, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resuci-
tara de los muertos al tercer día; 47 y que se predicara
en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados
54 LA GRAN COMISIÓN
en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48
Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Ciertamente, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero que-
daos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto. Lucas 24: 45-49
21
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como
me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y ha-
biendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo. 23 A quienes remitiereis los pecados, les son re-
mitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Juan 20:21-23
Pruebas de amor
hacia Jesús
1 Juan 2: 3-6.
3
Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guar-
damos sus mandamientos.4 El que dice: Yo le conozco,
y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la
verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en
éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfecciona-
do; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo.
El que no lleva
su cruz cada día…
Lucas 9:23
1 Juan 2: 3-6
En esto sabemos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus
3
Romanos 10:17
Consejos prácticos:
• Hay que sacar tiempo cada día para que la palabra del
Señor nos hable.
• Hay que obedecer lo que el Señor nos dice en su palabra.
• Hay que ayudarles a otros a cumplir la palabra.
Juan 14: 15; 21.
15
El que me ama guarda mis palabras
21
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama; y el que me ama será amado por mi
Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
Juan 15:1-8
1
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y
todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve
más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vo-
sotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco voso-
tros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros
los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis LA GRAN COMISIÓN
hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera
como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en
el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y
os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Cómo se desarrolla
un discípulo
El discipulado no es ni un método, ni
un programa, sino el resultado natural de seguir a Jesús como
Señor y salvador en una relación personal con él. Nosotros,
como seguidores y discípulos de Jesús vamos a enseñar a otros
a seguir a Jesús para que sean también sus discípulos. Lo que
estamos procurando no es “imitar” a Jesús, sino que el Espí-
ritu Santo forme la imagen de Jesús en nosotros ahora que
somos nuevas criaturas y tenemos su vida en nosotros. En el
discipulado no se trata de ejercer control ni poder sobre la
otra persona. No se trata de imponer disciplinas ni formas
sobre las personas.
El discipulado sería como una buena relación entre padres e
LA GRAN COMISIÓN
hijos, en donde los hijos son cuidados, ayudados, guiados, co-
rregidos y disciplinados con amor y ternura, y donde los hijos
entienden el rol de los padres, y se someten voluntariamente a
la labor de amor de éstos, con la intención de que ellos también
puedan llegar a ser padres. El resultado es una “familia” espiritual
en donde el crecimiento es continuo. Esto es difícil de lograr si
no ponemos esto como nuestra meta.
Este tipo de discipulado requiere tiempo, entrega, dedicación,
compromiso etc. de AMBAS PARTES –del que está discipulan-
do, y del que está siendo discipulado. Si esto no ocurre, no va
94 LA GRAN COMISIÓN
haber progreso ni avance en la relación personal ni con el Señor
Jesús. Lo siguiente es la entrega del discípulo6:
1. Confiar y creer en Jesús como Señor y Salvador
2. Deseo de ser un aprendiz de Jesús –su discípulo
3. Obediencia a Jesús, aun cuando no entendamos o nos
guste
4. Esa obediencia nos guía y luego sale de la completa trans-
formación interior del corazón y del alma, formando así el
fruto del Espíritu
5. Hay poder para hacer las obras del Reino
Veamos con un poco más de detalles:
1. Confianza y dependencia en Jesús como “El Hijo de
Dios”, el señalado para salvarnos. Pasajes relevantes de las
escrituras son: Juan 3: 15; Romanos 10:9-10; y 1 Corin-
tios 12: 3. Esta confianza es una realidad, y es en sí misma
la verdadera manifestación de la “vida de arriba”, no de
capacidades humanas normales. Es, como Hebreos 11:1
dice: “la convicción de lo que no se ve”. Cualquiera que
verdaderamente tiene esta confianza puede estar comple-
tamente seguro de que está “incluido”.
2. Pero esta confianza en la persona de Jesús naturalmente
llevará a un deseo de ser su aprendiz en cómo vivir en y
desde el Reino de Dios. Solamente un proceso histórico
que envuelve muchas confusiones y falsas motivaciones
pudo llevarnos a nuestra situación actual, en la cual se
piensa que la fe en Jesús no tiene conexión natural con
Hacer Discípulos
El objetivo principal de la Gran Comisión
Los discípulos y el
Reino de Dios
1 Pedro 4:15, 16
9. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vitupe-
ren y os persigan, y digan toda clase de mal contra vo-
sotros, mintiendo. Hoy día se habla muy mal de algunos
que se llaman hijos de Dios, pero es verdad lo que se
dice y no se está mintiendo cuando se dice mal de ellos.
Ellos no traen gloria al Padre, sino vergüenza a la causa
de Cristo. Estemos seguros que cuando hablen mal de
nosotros, lo hagan mintiendo. Un ejemplo bien claro de
cómo los primeros discípulos practicaron esto se encuen-
tra en Hechos 5: 41 donde dice: Y ellos salieron de la
presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por
dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Hoy
día hay una gran persecución a nivel mundial sobre los
110 LA GRAN COMISIÓN
cristianos. En algunos países hay muchos mártires porque
los discípulos han decidido seguir a Jesús, y han dejado
su religión antigua. Es posible que usted esté atravesan-
do por esta persecución. No se desaliente, sino cobre áni-
mo en las palabras de nuestro Señor Jesús, pues usted es
bienaventurado, usted es dichoso.El Señor Jesús le dice:
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande
en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que
vivieron antes de vosotros.
Mateo 5: 13-16
Esta identidad de los ciudadanos del Reino nos habla de que
como la sal de la tierra que somos, estamos llamados a dar sabor
y a preservar, y como luz del mundo que somos, a dar luz en
medio de la oscuridad. El Señor nos llama a hacer nuestra fun-
ción de lo que somos. No es que llegaremos a ser sal y luz, sino
que ya la somos ahora que estamos en el Reino de Dios. El
propósito de Dios para nuestras vidas es que las demás personas
vean nuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los
Los discípulos y el Reino de Dios 111
Mateo 5: 17-20.
17
No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cum-
plir.18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el
cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido.19 De manera que
cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el Reino de los cielos; mas cualquiera
que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en
el Reino de los cielos.20Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos,
LA GRAN COMISIÓN
no entraréis en el Reino de los cielos.
CÓMO AMAR AL
PRÓJIMO
Seis leyes de amor del
Reino de Dios en cuanto a la
relación con el prójimo.
Esta debe ser la manera como los discípulos resuelven sus di-
ferencias. El Señor comienza con una declaración muy interesan-
te: “Si tu hermano peca contra ti. . .”. ¿Por qué comienza el Señor
con esta declaración? Porque el Señor sabe que yo me creo que
soy el bueno, y que es la OTRA PERSONA la que siempre tiene
la culpa, y es la que me ofende.
El Señor continúa diciéndonos que debemos ir al ofensor y,
reprenderlo estando SOLOS. Pero, ¿qué es lo que hacemos la
mayoría de las veces?
Lo Primero, no le hablamos al que nos ofendió, porque según
nuestra lógica, él fue el que hizo mal, y si él quiere arreglar las
cosas, él debería ser el que nos busque. ¿Fue así como nos instru-
yó el Señor? No, él dijo que el ofendido debe ir y hablar con el
ofensor (la razón es porque el ofensor es el débil en este caso, y el
ofendido es el fuerte).
La segunda cosa que hacemos mal, es que le contamos a todo
el mundo el problema, y nos hacemos la víctima. Pensamos que
si se lo contamos a alguien más, vamos a resolver el problema, y
no sabemos que lo que estamos haciendo es complicándolo más
cada vez, pues estamos haciendo un chisme del asunto (Prover-
bios 25: 9-11). También pasa, que la persona a la que le conta-
mos el problema, no puede hacer nada, debido a que ahora no
puede hablar con el “ofensor”, ya que si lo hace nos traicionaría,
pues fue en secreto que le confidenciamos, y la persona ofensora
no está supuesta a saberlo.
130 LA GRAN COMISIÓN
¿Cuál es la razón por la que el Señor nos pide que tratemos el
problema estando SOLOS? Precisamente para que el asunto no
afecte a otros del cuerpo de Cristo y, si el problema es resuelto
entre nosotros solos, ahí muere el asunto, ganamos al hermano,
y nadie más es contaminado por la situación.
¿Qué pasa si la persona que nos ofendió no nos oye? El Señor
continúa diciendo que entonces tomemos a uno o dos, para que
sirvan de testigos. El propósito es para que la persona ofensora
todavía tenga oportunidad de arrepentirse, y el problema quede
resuelto entre un grupo pequeño de personas.
¿Qué hacemos si no oye a los testigos que llevamos? Entonces
lo decimos a la Iglesia. Quizás la persona ofensora se arrepienta
al saber que todos conocen su conducta y su falta de amor y
reconciliación.
¿Qué pasa entonces si no oye a la Iglesia? La iglesia (congre-
gación local), es la única que puede determinar que la conducta
de la persona ofensora, no es la de uno que se llama seguidor de
Jesucristo. Por lo tanto, la congregación, y solamente la congre-
gación, es la única que puede juzgar y expulsar al individuo y
declararlo como un impío (persona no santa). ¿Por qué debe la
iglesia juzgar y expulsar a tal persona? Porque no quiso arrepen-
tirse ni reconciliarse con el ofendido. Porque esa persona es un
estorbo, un impedimento cuando la iglesia ora. Si en la iglesia lo-
cal hay una persona así, esa persona no puede ponerse de acuer-
do con la persona ofendida para orar. Es por eso que el diablo
siempre anda tratando de causar pleitos y mal entendidos entre
los cristianos. ¿Para qué? Para que las oraciones de estos cristia-
nos sean inefectivas. Hay muchos creyentes, que en vez de se-
guir este proceso para resolver los problemas, prefieren irse de la
congregación. Estos creyentes no saben que cuando hacen esto,
se van “con un muerto encima”. Es por eso que cuando llegan a
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 131
sobre el adulterio
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5: 27-30.
27
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.28 Pero
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.29 Por
tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y
échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infier-
no.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala,
LA GRAN COMISIÓN
y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de
tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al
infierno.
Sobre el divorcio.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5:31-32
31
También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mu-
jer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que
32
Las leyes del Reino van más allá que la Ley de Moisés, y para
poder cumplir estas leyes, no lo podemos hacer con la fuerza
humana, sino que tiene que ser con el poder del Espíritu Santo
en nosotros.
Si un creyente no puede vivir la primera ley del Reino en
cuanto a la relación con el prójimo –el no enojarse con su her-
mano, ¿cree usted que pueda vivir esta quinta ley del Reino en
cuanto a la relación con el prójimo? Hay muchos cristianos que
son pleitistas o peleoneros, y para ellos es imposible vivir esta ley.
146 LA GRAN COMISIÓN
Ellos vienen de un mundo en donde les enseñaron “ojo por ojo
y diente por diente” (el propósito original de la Ley era que uno
pensara bien lo que iba a hacer, pues lo mismo que uno hacía,
eso mismo le iban a hacer a uno, y eso servía para detenernos de
hacer mal.)
El Señor Jesús dijo:
Mateo 5:39
¿Significa esto que nos tenemos que dejar pisotear por el malo?
El deseo natural en cualquier ser humano normal es el de defen-
derse, y hasta de vengarse si alguien nos agrede verbal o física-
mente. No podemos olvidar que somos ciudadanos del Reino de
los Cielos, y no solamente eso, sino que somos los embajadores,
comisionados por el Rey Jesús para llevar su mensaje de paz y de
reconciliación con el Padre. Pablo lo dice de la siguiente manera en
2 Corintios 5: 20: (La nueva Biblia de los Hispanos)
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por
medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense
con Dios!.
Los ciudadanos y embajadores del Reino de Dios son mansos,
misericordiosos, pacificadores, resisten la persecución y lo vitu-
perios por causa de Cristo Jesús. Sin estas características no se
puede vivir esta ley del Reino de los Cielos.
¿Esto significa que no nos defendamos a nosotros mismos o
a los nuestros si los atacan? Esta pregunta es un tanto difícil de
contestar, pues es posible que para algunos creyentes, esto sea
Quinta ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 147
Levitico23:22:
22
Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de
tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo
Jehová vuestro Dios.
Proverbios 17: 5
5
El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor; Y el
que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
Proverbios 18: 23
23
El pobre habla con ruegos, Mas el rico responde du-
rezas.
Proverbios 19: 4, 17
4
Las riquezas traen muchos amigos; Mas el pobre es
apartado de su amigo.
17
A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha
hecho, se lo volverá a pagar.
Proverbios 21: 13
Proverbios 28: 8, 27
8
El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,
Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.
27
El que da al pobre no tendrá pobreza; Más el que
aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.
Proverbios 29: 7, 14
7
Conoce el justo la causa de los pobres; Mas el impío no
entiende sabiduría.
14
Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono
será firme para siempre.
Proverbios 31: 9, 20
9
Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa
del pobre y del menesteroso.
20
Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al
menesteroso.
166 LA GRAN COMISIÓN
El propósito de anunciar el evangelio del Reino de Dios a los
pobres, es con el fin de sacarlos de la pobreza.
La oración
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 5-15
5
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque
ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esqui-
nas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto
os digo que ya tienen su recompensa .6 Mas tú, cuando
ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público. 7 Y orando, no uséis vanas
LA GRAN COMISIÓN
repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes
a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues,
oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santi-
ficado sea tu nombre. 10 Venga tu Reino. Hágase tu vo-
luntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal; porque tuyo es el Reino, y el poder, y
170 LA GRAN COMISIÓN
la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdo-
náis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; 15 más si no perdonáis a
los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os per-
donará vuestras ofensas”.
El ayuno
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 16-18
16
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hi-
pócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los
hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su
recompensa .17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza
y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que
ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará en público.
LA GRAN COMISIÓN
Hay muchas ataduras, malos hábitos, malas actitudes, etc.
que nos impiden tener una relación personal con el Padre Celes-
tial. Es aquí donde podemos usar el ayuno para deshacernos de
todas estas cosas que son un estorbo. Este ayuno es un tiempo
especial y apartado para dedicarlo exclusivamente a deshacernos
de estas cosas. Lo que estamos haciendo es porque queremos
una relación tan profunda con el Padre, que la comida no nos
va a importar, sino que aún usaremos el hambre y los gruñidos
estomacales como recordatorios de que estamos deshaciéndonos
de todo esto que nos impide vivir libremente en la presencia de
Dios. En otras palabras, tenemos tal hambre por nuestro Padre,
176 LA GRAN COMISIÓN
que dejamos de comer para desear serles agradables. Mientras
esté ayunando, cada vez que su sistema digestivo gruña, dígale
al Señor: “Padre, tengo hambre y sed de ti, y te doy gracias por
saciarme”.
¿Cuándo debemos ayunar? El Señor comienza su mandado
sobre el ayuno diciendo: “Y cuando ayunéis…”. En otras pala-
bras, debe ser algo que practicamos a menudo. El Espíritu Santo
es quien nos guía en nuestro tiempo de ayuno, pero como discí-
pulos debemos estar entrenados y disciplinados en el ayuno. Por
lo tanto, una buena sugerencia sería ayunar un día por semana,
para así establecer un patrón de disciplina, y cuando el Espí-
ritu Santo nos mueva, podemos ayunar por más tiempo si es
necesario. El ayuno no es simplemente dejar de comer. Es dejar
de comer intencionalmente como obediencia a nuestro Señor
Jesús. Esto es tan simple que podemos perder de vista lo que el
Señor quiere. Muchas veces estamos más enfocados en el resul-
tado del ayuno que en la obediencia al Señor Jesús, el Rey del
Reino. ¿Qué si el propósito del ayuno está en simplemente una
prueba de obediencia que el Señor nos pone, más que en lograr
y adquirir cosas a través del ayuno? Ayunamos a nuestro Padre
que está en lo secreto, y nuestro Padre que ve en lo secreto, nos
recompensará en público. Note cómo estas tres primeras leyes
del Reino de los Cielos se hacen en lo secreto. Hay una relación
secreta con el Padre celestial que cada hijo del Reino de los Cielos
debe mantener.
Algunos piensan que porque ayunan, Dios está obligado a
contestarles sus peticiones y oraciones. El ayuno no “le tuerce el
brazo” a Dios para que haga algo por nosotros. Recordemos que
lo que el Señor está buscando es obediencia. Si él dice que hay
que ayunar, entonces ayunamos. Así de simple. Encontraremos
Tercera ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 177
Tesoros en el cielo
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 19-21
19
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el
moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; 20
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el
moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan,
21
porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.
LA GRAN COMISIÓN
En la primera ley del Reino en la Relación con el Padre, diji-
mos que el Señor quiere sacarnos de la pobreza para hacernos ri-
cos. Esta es parte de la razón por la que predicamos el Evangelio
a los pobres con tanta intensidad. Ahora bien, muchos cuando
empiezan a adquirir bienes materiales, no entienden por qué ni
para qué el Señor les está bendiciendo, y empiezan a hacer teso-
ros aquí en la tierra, y no en el cielo. Este es un mal muy común
aquí en los países desarrollados, en donde hay una gran abun-
dancia de riquezas. Tal vez ahora empecemos a entender por qué
el Señor Jesús dijo que el que no renuncia todas sus posesiones a
Él, no puede ser su discípulo –Lucas 14:33.
182 LA GRAN COMISIÓN
El Señor nos da la capacidad para hacer riquezas con el pro-
pósito de ayudar a extender su Reino. El Señor está muy intere-
sado en darnos riquezas y bienes precisamente para que hagamos
tesoros en el cielo, pues Él mismo nos dice que donde está nues-
tro tesoro allí también va a estar nuestro corazón. El Señor quie-
re que nosotros hagamos tesoros en el cielo, para que nuestros
corazones estén unidos al cielo, pensando en el cielo, deseando
el cielo, meditando en el cielo, atentos al cielo, queriendo que lo
que pasa en el cielo, también pase en la tierra.
¿Por qué muchos creyentes no tienen su corazón conectado
al cielo? Porque no dan para la causa de Cristo. No podemos
perder el mensaje principal del Padre en esta cuarta ley del Rei-
no, y es que Él quiere darnos para que tengamos cómo dar en
abundancia para que nuestros corazones estén conectados al cie-
lo. El corazón es el iniciador de los movimientos de las tres áreas
principales del alma: La mente, las emociones, y la voluntad. Si
mi corazón está conectado al cielo a través de los tesoros que he
mandado para el cielo, éste motivará a la mente con todas sus
funciones a pensar en el cielo. Si mi corazón está conectado al
cielo a través de los tesoros que he mandado al cielo, éste motiva-
rá a mis emociones a estar conectadas con el cielo. Si mi corazón
está conectado al cielo a través de los tesoros que he mandado al
cielo, éste motivará a mi voluntad a querer hacer más cosas para
el Reino de los cielos. Recordemos que el tesoro que hagamos en
el cielo ES NUESTRO TESORO. Es por eso que cuando damos
a la obra de Dios o al necesitado etc., no lo estamos dando a una
institución o iglesia, o persona, sino al Señor, y él lo atesora en el
cielo a nuestro favor.
¿Cómo hacemos tesoros en el cielo para que nuestro corazón
esté unido al cielo?
Hablemos un poco sobre el diezmo:
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 183
1
En cuanto a la ofrenda para los santos, haced voso-
tros también de la manera que ordené en las iglesias
de Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno
de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado,
guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan
entonces ofrendas.
Aceite $__________
Impuestos $__________
Seguros $__________
Reparaciones $__________
Mantenimiento $__________
Pagos $__________
Trans. Público $__________
Otros gastos $__________
Casa
Alquiler $__________
Hipoteca $__________
Impuestos $__________
Seguros $__________
Luz $__________
Gas $__________
Teléfono $__________
Agua $__________
Comida $__________
Cable $__________
Proyectos $__________
Mantenimiento $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Cuenta de ahorro $__________
Deudas
Tarjetas $__________
190 LA GRAN COMISIÓN
Préstamos $__________
Fiado $__________
Gastos de banco $__________
Recreación $__________
Ropa $__________
Salud
Médico $__________
Dentista $__________
Medicina $__________
Seguro $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Seguros
De vida $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Gastos varios
Diarios $__________
Revistas $__________
Subscripciones $__________
Cosméticos $__________
Peluquería $__________
Lavandería $__________
Tintorería $__________
Almuerzos $__________
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 191
La escalera de la generosidad
1. Reconocer que todo lo que tenemos es porque Dios nos
lo ha dado y nosotros solamente somos mayordomos o
administradores de esos bienes –Lucas 14: 33; Deutero-
nomio 8:18
2. Empezar a dar con intención y consistencia.
194 LA GRAN COMISIÓN
3. Trazarse como meta el dar al Señor el diez por ciento de
todo lo que el Señor le bendiga.
4. Continuar dando con mano abierta y generosamente se-
gún el Señor le guíe y le muestre necesidades más allá del
diezmo.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta cuarta ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción con el Padre –hacer tesoros en el cielo? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 27
El ojo misericordioso, la
lámpara del cuerpo
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 22-23
22
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es
bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu
ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así
que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no
serán las mismas tinieblas? LA GRAN COMISIÓN
Estos versículos nos hablan del ojo bueno que mira con mise-
ricordia y deseo de ayudar a los necesitados. Recordemos que los
ciudadanos del Reino se caracterizan porque son misericordiosos.
Proverbios 22:9
9
El ojo misericordioso será bendito, Porque dio de su
pan al indigente.
tiene que venir a nuestro auxilio y a través del corazón puro que
tienen los ciudadanos del Reino, mostrarnos que esas cosas van a
contaminarnos si seguimos viéndolas, y arruinarán nuestra rela-
ción con el Padre. El Señor quiere que nuestros ojos estén tiernos
y sensibles a las cosas que él quiere que veamos para el Reino.
Hay que enseñarles a los discípulos a mirar con estos ojos,
para que sean sensibles al dolor humano, y también puedan vivir
en santidad.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta quinta ley del Reino de Dios en cuanto a la re-
lación con el Padre –ver con ojo de misericordia y santidad? El
Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamien-
tos. El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Se-
ñor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos.
¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 28
El Señor Jesús dijo que solamente hay dos señores que luchan
por nuestra alianza: Uno es Dios, el Señor del universo, y el otro
es las riquezas. LA GRAN COMISIÓN
Es por eso que el Señor Jesús cuando dijo que si alguien quie-
re ser su discípulo, debe considerar bien el costo, pues quien no
le da al Señor Jesús todas sus posesiones para que Él sea el dueño
y el discípulo llegue a ser el mayordomo o administrador, no
puede ser discípulo del Señor Jesús –Lucas 14: 28-33. Aquí el
Señor vuelve a reiterar esto, pues si no le damos al Señor nues-
tras riquezas desde el principio, siempre estaremos en una lucha
constante entre Dios y las riquezas.
Alguien se puede preguntar: ¿por qué esta lucha entre Dios
y las riquezas? Porque las riquezas dan poder, dominio, control,
autoridad, seguridad, felicidad, bienestar, abren puertas, dan
200 LA GRAN COMISIÓN
satisfacción temporal, compran toda clase de cosas, etc. Esto se
puede convertir en un substituto de Dios, ya que al tener las
riquezas, ¿para qué necesitamos a Dios?
2 Corintios 4:4 dice:
4
en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
1 Timoteo 6: 17-19
17
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos,
ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
202 LA GRAN COMISIÓN
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas
en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que hagan
bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, genero-
sos; 19 atesorando para sí buen fundamento para lo por
venir, que echen mano de la vida eterna.
Confianza absoluta
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6:25-34
25
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué
habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las
aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No va-
léis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros
LA GRAN COMISIÓN
podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad
los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29
pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se
vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo
que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste
así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca
fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o
qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles
buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe
que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad
206 LA GRAN COMISIÓN
primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas es-
tas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por
el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta a cada día su propio mal.
Como amarse
a uno mismo
Seis leyes de amor en cuanto
a la relación con uno mismo
5
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de
la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu.
de tu corazón”.
Debemos enseñarles a los discípulos a deleitarse en el Señor,
y a pedir para que el Reino de Dios avance, hasta que lo hagan.
El Espíritu Santo nos ayuda a orar en nuestra debilidad. Ha-
blaremos un poco más sobre esto cuando tratemos el punto del
bautismo en el Espíritu Santo.
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 237
Resumen
Mateo 7: 21-23
21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel
día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en
tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Mateo 7:24-29
24
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edifi-
có su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinie-
ron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella
casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace,
le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella
casa; y cayó, y fue grande su ruina. 28 Y cuando terminó LA GRAN COMISIÓN
Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctri-
na; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad,
y no como los escribas.
memoria. No lea otra cosa en su Biblia que no sea esto, hasta que
se lo aprenda de memoria. El espíritu de religiosidad va a venir a
tocar su puerta para decirle que hay muchas otras escrituras que
leer. Que cómo es que va usted a hacer tanto esfuerzo, cuando
hay otras cosas que usted debe memorizar. Recuerde que estas
palabras son el fundamento de su vida, esta es la voluntad del
Padre. El Espíritu Santo no podrá seguir edificando si no hay
un fundamento sólido. Esto es lo que tenemos que obedecer
como discípulos para poder enseñarles a otros a ser discípulos.
Una cosa usted va a notar, y es que por una parte usted senti-
rá el poder del Espíritu Santo para llevar a cabo la voluntad del
Padre, y por otra va a tener una gran oposición del enemigo, ya
que él sabe que a usted no lo puede engañar, pues usted no se va
a dejar. Esa oposición vendrá por medio del desánimo, pues esa
es una de las armas principales del enemigo de nuestras almas.
Usted va a encontrar que otros creyentes todavía se quieren que-
dar sentados sobre sus manos en sus sillas cada domingo en la
iglesia. Usted va a notar que muchos pastores están interesados
en atraer multitudes, y no en hacer discípulos. Usted va a notar
muchas cosas que algunos consideran muy importantes dentro
del mundo cristiano, pero que son un detrimento y un estorbo
para que usted sea discípulo y para que usted haga discípulos.
Usted notará que el enemigo querrá que se desconcentre, y tra-
tará de hacer que usted ponga los ojos y la atención en cosas
triviales, pero no haga caso. Nuestro deber es obedecer al Señor
Jesús, el Rey del Reino.
No se desanime, no se desaliente, usted está siendo llamado
a ser grande en el Reino de los cielos. Al enemigo de nuestras
almas le encanta luchar con los enanos espirituales, pues él sabe
que ellos son fáciles de vencer. Usted y yo hemos recibido toda
autoridad en el cielo y en la tierra para ir y hacer discípulos.
270 LA GRAN COMISIÓN
De la misma manera que el Padre comisionó al Señor Jesús, así
también nos ha comisionado a nosotros. Es tiempo que nos le-
vantemos, y entendamos para qué es que hemos sido llenos del
poder del Espíritu Santo. Fue para ir y ser testigos, y hacer discí-
pulos que se nos dio ese poder. Es tiempo de usarlo para la gloria
del Padre, y para la extensión de su Reino.
Capítulo 39
El bautismo en el Espíritu
Santo para recibir poder para
ser y hacer discípulos
Juan 1:33:
33
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo.
Lucas 24:45-49:
45
Entonces les abrió el entendimiento, para que com-
prendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito,
y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase
de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y
vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré
la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis in-
vestidos de poder desde lo alto.
8
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre voso-
tros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra.
Aquí Juan nos dice que él vio a todos los lavados por la San-
gre de Cristo, listos para las bodas del Cordero y adorando a
Dios. Esto quiere decir que Juan le vio a USTED y a todos los
La Mesa del Señor y el discípulo 293
creyentes por las edades adorando a Dios hace ya dos mil años.
¿Cómo es esto posible? Recuerde que el pasado, el presente y el
futuro están siempre presentes delante de Dios. Es por eso que
cuando adoramos a Dios, lo que hacemos es unir la realidad fí-
sica (nuestra adoración ya sea solos o en la congregación), con la
realidad espiritual (como lo ve Dios) por medio de la fe.
Toda esta explicación fue necesaria para entender la realidad
espiritual de la Cena del Señor. En este momento le pedimos al
Señor que nos dé espíritu de revelación para entender las pala-
bras de Mateo 26: 26-28 que dicen:
10
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padeci-
miento. Cuando haya puesto su vida en expiación por
el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la vo-
luntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el
fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho;
por su conocimiento justificará mi siervo justo a mu-
chos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo
le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte,
y fue contado con los pecadores, habiendo Él llevado el
pecado de muchos, y orado por los transgresores”.
“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y be-
biereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que Él venga”.
8 Para un estudio más a fondo del espíritu, alma y cuerpo, vea el libro
“Guerra contra los santos” por Jessie Penn- Lewis
306 LA GRAN COMISIÓN
El Espíritu
Después de haber comido y bebido de la verdadera comida
y de la verdadera bebida, nuestro espíritu (el espíritu humano
consta de tres partes o áreas principales: conciencia, comunión
e intuición), está listo para recibir del Espíritu Santo, ya que
nuestra conciencia (área del espíritu humano, que nos acusa o
nos defiende delante de Dios, dependiendo si hemos hecho lo
correcto o incorrecto, de acuerdo a la luz del Espíritu Santo que
tenemos en nosotros), está limpia de obras muertas porque la
sangre de Cristo la limpió. La comunión (área del espíritu hu-
mano dónde está la habitación y la unión con el Espíritu San-
to) es aún más íntima, y hay un acercamiento mayor hacia el
Señor. Como resultado, la intuición (área del espíritu humano
por donde se recibe enseñanza o revelación directa de parte del
Espíritu Santo de Dios), está más aguda, y por lo tanto, puede
recibir “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de Dios” como dice Efesios 1:17.
El corazón
Entre el espíritu y el alma, se encuentra el corazón. El cora-
zón es el que inicia los movimientos de la voluntad, la mente
y las emociones, que son las tres partes que componen nuestra
alma. El Señor nos dice en su Palabra:
cuenta de que el Señor prefirió morir por nosotros que vivir sin
nosotros? Dice la Palabra del Señor que cuando los ángeles caye-
ron, Él no hizo ningún plan para salvarlos, pero que sí hizo un
plan para socorrer a la descendencia (física y a la espiritual) de
Abraham -Hebreos 2:16.
En Proverbios 8: 31 la sabiduría (Cristo) dice:
La voluntad
La voluntad es la facultad que tenemos para escoger o de-
cidir lo que hacemos.
La Biblia nos dice en Génesis 2:16, 17 que el hombre fue
creado con una voluntad libre para escoger lo que él quiera (libre
albedrío). Dios le dijo al hombre cuál era su deseo, y le explicó
lo que pasaría si desobedeciera. También le dijo al hombre que
podía escoger si se sometería al deseo de Dios o a su propio de-
seo. Todos sabemos que el hombre escogió desobedecer a Dios y
(aunque fuera por engaño), obedeció la voz de Satanás. De allí
en adelante, la voluntad del hombre ha sido sometida a la volun-
tad del diablo, porque el pecado es la cadena con la cual el diablo
le tiene atado. Pero gloria a Dios, que envió a Jesucristo para
acabar con el pecado. Jesucristo rompió la cadena del pecado, y
ahora nos ha hecho libres para que podamos servirle a Él.
La palabra del Señor nos dice en Efesios 2: 1-6
1
“Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos
en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los
cuales todos nosotros vivimos en otro tiempo en los de-
314 LA GRAN COMISIÓN
seos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos
de ira lo mismo que los demás. 4 Pero Dios que es rico
en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y 6 jun-
tamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.
La mente
Pasemos ahora por unos momentos a considerar otra parte de
nuestra alma: LA MENTE.
Con nuestra mente somos capaces de pensar y razonar. En
nuestra mente también está la memoria, la sabiduría (humana),
la inteligencia, y la lógica.
Hay una gran batalla que se está librando constantemente
en nuestro interior, y es la batalla de la mente. Nadie más que
uno mismo sabe lo intensa que es esa lucha interna que traemos.
316 LA GRAN COMISIÓN
Es una batalla por la que todo cristiano atraviesa, y debe apren-
der cómo pelear y cómo ganar esa pelea.
Hay tres fuentes principales de pensamientos que nos convie-
ne considerar brevemente:
1- Dios. Romanos 8: 5.
Los pensamientos que vienen de parte de Dios son puros y
santos. Muchas veces, nuestras mentes están tan ocupadas con
nuestros propios pensamientos o en los pensamientos del diablo,
que no podemos recibir los pensamientos que vienen de parte
del Señor. Es por eso que el Señor quiere que aprendamos a usar
nuestras mentes para que podamos estar atentos a la voz de su
Palabra.
2- Satanás.
Las emociones
Llamamos emociones a la capacidad del alma para percibir
o sentir sensaciones de gozo, placer, pena, tristeza, alegría, ira,
enojo, etc.
Las emociones nos han sido dadas por Dios, pues somos seres
diseñados con capacidad de sentir y expresar esas emociones. El
Señor está muy interesado en que usemos nuestras emociones.
El problema no está en las emociones, sino en que muchas veces,
nosotros no sabemos cómo usarlas. Las emociones pueden ser
un gran motivador para llevarnos a la acción. Lamentablemente,
debido a que no sabemos cómo usar nuestras emociones, éstas
nos pueden llevar a cometer malas acciones. Tomemos por ejem-
plo el enojo (la mayoría de personas se enojan, ¿se enoja usted?).
A veces nos enojamos por cosas insignificantes, que no ameritan
nuestro enojo. Piense en este momento si usted alguna vez se ha
enojado por algo que verdaderamente no valía la pena enojar-
se y sin embargo lo hizo. Otras veces pasa al revés, que no nos
enojamos cuando sí debimos habernos enojado. A veces vemos
una injusticia cometerse frente a nosotros y no nos enojamos por
ello; no nos enojamos por el pecado que muchas veces vemos
320 LA GRAN COMISIÓN
frente a nosotros por medio de la televisión u otro medio de
comunicación; no nos enojamos cuando vemos cómo la obra del
diablo prospera, etc.
¿Se da cuenta de que muchas veces usamos mal las emocio-
nes (o mejor dicho, dejamos que las emociones nos usen para
hacer lo malo)? Otras veces permitimos que las emociones sean
las que lleven las riendas de nuestra voluntad. En otras palabras,
obedecemos si “sentimos”. Nuestra obediencia siempre debe es-
tar guiada por la fe en la palabra del Señor y no por cómo nos
sintamos en determinada ocasión. Hebreos 10: 38 nos dice que
el justo vivirá por fe, y no por emociones.
Veamos un ejemplo: El Señor nos pide que amemos a nues-
tros enemigos y a las personas que nos han hecho daño -Mateo
5: 44. Esto es algo que es muy difícil de “sentir”, ya que nuestras
emociones están contrarias a lo que nos pide el Señor. ¿Obedece-
remos porque “sentimos” o porque el Señor así lo pide?
Recordemos el caso ejemplar de Abraham, el padre de la fe.
Para probar su fe, Dios le pidió a Abraham que sacrificara a Isaac,
su único hijo (Génesis 22:2). Póngase usted en el lugar de Abra-
ham y actúe como él lo haría. Cuando Dios le pidió que sacri-
ficara al hijo de la promesa ¿lo “entendió” Abraham? ¿ Abraham
“sintió” (como si fuera una buena emoción) sacrificarlo?
¿Con qué parte de su alma obedeció? Usó su voluntad para
seguir en fe lo que Dios le había pedido. Abraham es el padre de
la fe, y nosotros somos los hijos de la fe. Debemos actuar como
actuó nuestro padre.
Veamos por un momento al Señor Jesús, quien es el ejemplo
máximo para nosotros. Mateo 26: 36-45 nos dice que el Señor
se sentía tan triste y tan angustiado, que parecía que en su alma
La Mesa del Señor y el discípulo 321
El cuerpo
El cuerpo humano es una verdadera maravilla biológica. Ob-
viamente, nuestro cuerpo siempre está frente a nosotros. Conti-
nuamente estamos conscientes de nuestro cuerpo físico. Quizás
sea por eso que a veces actuamos como si fuéramos un cuerpo
que tiene un espíritu, ¡en vez de un espíritu que tiene un cuerpo
físico! Tal vez sea por eso que le dedicamos más tiempo al cuida-
do del cuerpo que al cuidado del alma y del espíritu, olvidando
que debemos tener un equilibrio entre los tres.
Cuando el Señor sopló aliento de vida (espíritu) sobre el cuer-
po de Adán, éste vino a ser un alma viviente (Génesis 2: 7). El
cuerpo físico está diseñado para vivir en esta tierra y para expre-
sar muy bien al alma. Por ejemplo cuando usted se ríe o llora o se
enoja o cualquier otra emoción, su rostro lo refleja muy bien. El
cuerpo es parte de nuestro ser (1 Tesalonicenses 5: 23), y es muy
importante que el cuerpo este apto, ya que el alma redimida, se
va a expresar a través del cuerpo.
322 LA GRAN COMISIÓN
Ocurre que a veces, ya sea por negligencia o ignorancia, y
también porque las enfermedades atacan, nos enfermamos. Na-
die quiere estar enfermo, y el Señor tampoco quiere que su pue-
blo esté enfermo (3 Juan 1:2). Hay un caso en la Palabra del
Señor (Marcos 5: 21-34), acerca de una mujer que había estado
enferma por mucho tiempo y oyó que Jesús venía a su pueblo.
Ella dijo: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. La historia
dice que ella tocó el manto del Señor y desde ese momento fue
sana. Cuando el Señor supo que ella le tocó, le dijo:
Hoy día, hay muchos enfermos dentro del pueblo del Señor,
que dicen: “Qué bueno sería si el Señor Jesús viniera a mi ciu-
dad; yo iría y lo tocaría para que me sanara”.
Recordemos, que si usted se encuentra en esas condiciones, y
quiere tocar al Señor, usted lo puede tocar. ¿Cómo? dirá usted.
En la Comunión usted le puede tocar. El Señor Jesucristo dijo
que el que come el pan y toma la copa, come su Cuerpo y bebe
su Sangre. Cuando usted come el pan y toma la copa, usted está
tocando al Señor Jesucristo. Al igual que aquella mujer, debe-
mos acercarnos con certidumbre de fe, sabiendo que si tocamos
al Señor, seremos sanos. El Señor Jesucristo nos respondería las
mismas palabras: “Tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda libre
de tu azote”.
Recordemos las palabras del profeta Isaías 53:
Mateo 26:29.
324 LA GRAN COMISIÓN
En estas palabras está la promesa de que un día, en el Reino
de su Padre, nosotros vamos a tomar esta Copa del Señor en una
manera que trasciende todo lo que conocemos hasta ahora.
El Señor Jesucristo dijo en Juan 14:1-3:
1
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed
también en mí.2 En la casa de mi Padre muchas mo-
radas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mis-
mo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Hebreos 10:26-29
¿Qué es tomar la Cena del Señor indignamente? Es rechazar
el Sacrificio del Señor Jesucristo, que es lo único que nos puede
hacer dignos. Pablo nos dice lo que pasa cuando los creyentes
toman el Cuerpo y la Sangre del Señor indignamente:
Isaías 53:5
5
“Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él,
y por su llaga fuimos nosotros curados”.
20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
Apocalipsis 22:17, 20
EPÍLOGO
30Y esto te será por señal: Comeréis este año lo que nace
de suyo, y el año segundo lo que nace de suyo; y el año
tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y come-
réis su fruto.
Aquí se nos menciona sobre tres años, y sobre cosas que acon-
tecen en estos tres años. En el primer año, se comerá de lo que
la tierra produce por sí misma. El segundo año vuelve a ocurrir
lo mismo, pero en el tercer año ahora hay que sembrar y segar,
plantar y comer del fruto.
Espiritualmente hablando, podríamos decir que en el pri-
mer año de la vida de un creyente, él está siendo alimentado por
332 LA GRAN COMISIÓN
otros, y el segundo año también. Él se la pasa comiendo, y en
donde quiera que va encuentra alimento. Es durante estas dos
etapas que el creyente es ministrado por todas las cosas: La pala-
bra, los cánticos, los mensajes bíblicos que escucha, las palabras
de los demás, etc. El problema es que en el tercer año o tercer
ciclo o etapa de su vida espiritual, él ahora debe estar sembrando
para poder segar, plantando para poder comer, pero por alguna
razón no lo hizo, y ahora él quiere seguir viviendo en las dos eta-
pas anteriores. Ahora él ya no “recibe” como antes. Ahora parece
que el pastor y las demás personas que antes le ministraban tan-
to, como que no tienen “unción”, y él ahora se la pasa de iglesia
en iglesia buscando que le “alimenten”. ¿Conoce usted creyentes
como éstos? La solución para estos creyentes está en cumplir la
Gran Comisión, pues si la estuvieran cumpliendo, estarían sem-
brando y plantando en la vida de alguien más, y eso es lo que les
“alimentaría” a ellos, pues dando es como se recibe en el Reino
de los Cielos.
El apóstol Pablo nos presenta un caso muy similar con la
iglesia de Corinto. En Hechos 18: 1-11se nos narra cómo fue
establecida esta iglesia, y que Pablo se detuvo en la ciudad de
Corinto por un año y seis meses. De allí se fue a Éfeso, en donde
estuvo tres años (Hechos 19:1, 10; 20: 31), y desde allí escribió
la carta de 1 Corintios, en la cual les dice a los corintios que él
esperaba hablarles a ellos como a personas maduras en Cristo, y
no como a bebés espirituales -1 Corintios 3:1-4. No sabemos si
fue a los seis meses de estar en Éfeso, o al año y medio, etc. Lo
que sí entendemos es que en la mente del apóstol Pablo hay un
tiempo en que el creyente debe ser maduro. Es posible que fuera
a los 6 meses de estar en Éfeso que él escribió la carta, ya que los
problemas en la iglesia de Corintio abundaban. Si esto fuera así,
tenemos que Pablo esperaba que estos creyentes fueran maduros
después de dos años (año y medio en Corinto, más seis meses es
EPÍLOGO 333
por qué no hay tiempo para otra cosa. Si usted se fija, va a notar
que cumplir la Gran Comisión es precisamente cumplir los dos
mandamientos más grandes que existen. Ahora usted entiende
por qué el enemigo de nuestras almas nos “deja” hacer toda obra
religiosa y aun “cristiana” con el propósito de que la Gran Comi-
sión se convierta en la Gran Omisión. El enemigo es el creador
de muchos “ministerios” que lo que verdaderamente son es “mis-
terios”, pues no ayudan en nada para lograr la Gran Comisión,
pero sí mantienen a la persona ocupada en desperdiciar su tiem-
po, sus posesiones, sus recursos y sus habilidades.
Vimos cómo el bautismo en el Espíritu Santo es una nece-
sidad para darnos poder para hacer discípulos. El que tiene el
bautismo en el Espíritu Santo y no está haciendo discípulos, no
entiende para qué fue que le ha sido dado este poder.
También ahora tenemos un cuadro más claro de la Mesa del
Señor, y cómo usted podrá participar de esta Mesa con más pro-
fundidad e intimidad. Es posible que un día usted estará par-
ticipando de esta Mesa con los discípulos que el Señor Jesús le
ha encomendado, y el Espíritu Santo se manifestará con poder,
revelando al Hijo, y dispensando el amor del Padre entre ustedes.
Es posible que un día usted y sus discípulos se reunirán no
solamente para aprender sobre el fundamento del Reino de los
Cielos, pero lo harán también para planear estrategias con el
fin de avanzar el Reino de Dios. Ustedes planearán proyectos
para ayudar a los pobres de esta tierra a que conozcan el amor
del Rey Jesús, lo cual les sacará de la pobreza espiritual y físi-
ca. Ustedes harán proezas y maravillas en el nombre de Jesús.
El Padre tiene un almacén del cual solamente hay que pedir,
como él nos enseñó, para que tengamos en abundancia para
dar y ayudar.
336 LA GRAN COMISIÓN
C
Dos cosas deben ocupar nuestro ser:
1. Hacer discípulos
2. Ayudar a los que están haciendo discípulos.
Mt. 28:18-20
18
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad
me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.
El Señor Jesús está con usted, por lo tanto vaya y haga dis-
cípulos, pues ya usted sabe cómo hacerlos. Cumplamos la Gran
Comisión de nuestro Señor Jesucristo, para que así no caigamos
en la Gran Omisión.
APÉNDICE
Algunas veces_____
Cuando uno quiera_____
Por fornicación____
¿Cumplo mi palabra? –Mateo 5:33-37
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
APÉNDICE 341