Está en la página 1de 352

Después de haber asistido a dos seminarios donde el Pastor

Rafael expone estas enseñanzas, me he quedado más convenci-


do que nunca de la importancia y los beneficios del discipulado
personal. Lo que más me llamó la atención fue que en lugar de
crear un nuevo manual de discipulado, él simplemente enseña
cómo usar el manual ya escrito por el Sumo Autor Jesucristo en
el Sermón del Monte. En mi iglesia, este es el método que esta-
mos comenzando a poner en práctica. Altamente recomendado.
Steven Schnedler, M.B.A., misionero y pastor
Este libro es un tesoro. Abre las Escrituras claramente, y de-
linea la realidad de las enseñanzas del Señor para sus discípulos.
El salmista clama al Señor pidiendo que le dé un corazón ínte-
gro: Ezequiel nos da la promesa del Señor de poner Su espíritu
en nosotros y cambiar nuestros corazones de piedra por corazo-
nes de carne. Si añoras vivir esta realidad, este libro te retará y
será una guía que cambiara tu corazón, tu vida cotidiana, y tu
relación con Dios y con los demás.
Anne Shannon, MA en Consejería Psicológica
Cómo ser un discípulo de Jesucristo,
y cómo hacer discípulos
para Jesucristo

RAFAEL GUTIÉRREZ
La Gran Comisión por Rafael Gutiérrez
©2013 Todos los derechos reservados por el autor
Esta publicación no puede ser reproducida, ni guardada en un
sistema de recuperación, ni transmitida de ninguna manera,
incluyendo cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopiado,
grabado, ni por ningún otro medio, sin el permiso previo del
editor.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son
tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera. © 1960 por
las Sociedades Bíblicas en América Latina.
ISBN: 978-958-737-104-8
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
ÍNDICE
Agradecimientos ....................................................................9
Prefacio ..................................................................11
Introducción Prólogo del autor...................................... 15
Capítulo 1: ¿Cerca del Reino de Dios, o en el
Reino de Dios?...........................................23
Capítulo 2: ¿Cómo se entra al Reino de Dios?..............29
Capítulo 3: El bautismo en agua, el primer
mandamiento a obedecer...........................37
Capítulo 4: El evangelio es más que creer
y ser bautizado...........................................47
Capítulo 5: ¿La Gran Comisión o la Gran Omisión?....53
Capítulo 6 : Los que no pueden ser discípulos
del Señor Jesús...........................................59
Capítulo 7: Pruebas de amor hacia Jesús.......................63
Capítulo 8: El que no lleva su cruz cada día…
no puede ser discípulo de Jesús...................69
Capítulo 9: El que no renuncia a sus posesiones…
no puede ser discípulo de Jesús..................75
Capítulo 10: El que permanece en la palabra de Jesús para
hacerla…puede ser discípulo de Jesús........ 79
Capítulo 11: El que pone la mano en el arado y mira
atrás… no puede ser discípulo de Jesús......85
Capítulo 12: Los discípulos de Jesús llevan mucho fruto
y así es glorificado el Padre.........................89
Capítulo 13: Cómo se desarrolla un discípulo.................93
Capítulo 14: Hacer discípulos: el objetivo principal
de la Gran Comisión..................................97
Capítulo 15: Los discípulos y el Reino de Dios.............101
Capítulo 16: Los mandamientos del Señor Jesús son
superiores a la Ley de Moisés....................113
SeCCión 1 Cómo amar al prójimo.............................119
Capítulo 17: Primera ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Con tu hermano, ni te enojes...................121
Capítulo 18: Segunda ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Sobre el adulterio.....................................133
Capítulo 19: Tercera ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Sobre el divorcio......................................137
Capítulo 20: Cuarta ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Cumplir con nuestras palabras.................141
Capítulo 21: Quinta ley de amor del Reino de Dios
en la relación con el prójimo:
Amar a los malos......................................145
Capítulo 22: Sexta ley de amor en el Reino de Dios en la
relación con el prójimo:
Amar a nuestros enemigos........................151
Sección 2 Cómo amar a Dios...................................155
Capítulo 23: Primera ley de amor del Reino de los cielos
en nuestra relación con el Padre:
Dar a los pobres.......................................157
Capítulo 24: Segunda ley de amor del Reino de los cielos
en nuestra relación con el Padre:
La oración................................................169
Capítulo 25: Tercera ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
El ayuno..................................................175
Capítulo 26: Cuarta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Tesoros en el cielo ...................................181
Capítulo 27: Quinta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
El ojo misericordioso ...............................195
Capítulo 28: Sexta ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Dios y las riquezas....................................199
Capítulo 29: Séptima ley de amor del Reino de los cielos
en la relación con el Padre:
Confianza absoluta...................................205
SeCCión 3: Cómo amarse a uno mismo.....................211
Capítulo 30: Primera ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
No juzgar a los demás..............................213
Capítulo 31: Segunda ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
No desperdiciar nuestros recursos.............219
Capítulo 32: Tercera ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
Orar pidiendo, buscando y llamando.......223
Capítulo 33: Cuarta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
La regla de oro para tratar a los demás......239
Capítulo 34: Quinta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo:
El camino angosto de santidad.................243
Capítulo 35: Sexta ley de amor del Reino de Dios
en la relación consigo mismo: Conociendo a
los falsos profetas por sus frutos................249
Capítulo 36: Resumen..................................................253
Capítulo 37: El engaño más grande que ha existido......257
Capítulo 38: Los dos cimientos....................................265
Capítulo 39: El bautismo en el Espíritu Santo..............271
Capítulo 40: La Mesa del Señor y el discípulo...............281
Epílogo ................................................................331
Apéndice ................................................................337
AGRADECIMIENTOS
Agradezco mucho a nuestro Padre Celestial
por tener paciencia conmigo durante todos estos años, hasta lle-
gar, por su Gracia y misericordia, a entender cómo ser y cómo
hacer discípulos. Agradezco la revelación del Espíritu Santo para
ayudarnos a cumplir la Gran Comisión de nuestro Señor Jesu-
cristo.
Agradezco a mi esposa Miriam, quien siempre me animó a
seguir adelante con este libro, y quien con mucho amor, sopor-
tó mis tiempos a solas para poder escribir.
Agradezco a los líderes y miembros de la congregación
Puerta de Restauración, por toda la paciencia que han tenido
conmigo escuchando el mensaje de este libro en varias ocasio-
nes, mientras recibíamos revelaciones del Señor juntos. Muchos
en la congregación leyeron el manuscrito de este libro y me
animaron a imprimirlo. Muchos de la congregación han sido
parte de este proceso de hacer discípulos.
Agradezco al hermano Carlos Garzón por toda su ayuda
en la elaboración de este libro. Sin su experiencia hubiera sido
muy difícil lograrlo.
Estoy muy agradecido con mi hermano y amigo Steven Sch-
nedler por darme la oportunidad de ir y compartir el mensaje
de este libro a los pastores de su confraternidad en Centroamé-
rica. Su prefacio me anima a seguir adelante.
Gracias también a mi amiga Lynda Lestarjette de Hausfeld,
quien sacó tiempo de su agenda tan ocupada, y me ayudó a
10 LA GRAN COMISIÓN
observar unos puntos muy interesantes en la parte de la Mesa
del Señor. Siempre estaré agradecido por eso.
También estoy sumamente agradecido a la hermana Mar-
tha Villarreal, y al pastor José Enrique Ortega Negrín, quienes
fueron las personas que sembraron la primera semilla monetaria
para que este libro se imprimiese. Gracias mi hermanos por
creer en este proyecto.
Finalmente quiero dar las gracias a todos los que de alguna
manera han sido parte de este proyecto, pero que son muchos
y temo no mencionar alguno. Que el Señor les bendiga y les
multiplique todo lo que han hecho para que este libro sea una
realidad.
PREFACIO
Cuando uno busca seguir la voz de Dios
nunca sabe a dónde esto lo pueda llevar. Hace varios meses asistí
a un seminario en una iglesia grande en San Antonio, Texas.
Después que terminó entablé una conversación con un hombre
que estaba a mi lado. Al darme cuenta que era a la iglesia de este
pastor adonde se había ido uno de mis miembros, en broma le
comenté que había “robado” mi oveja. Al conocerle, me di cuen-
ta de otra cosa: este hombre, Rafael Gutiérrez, era un hombre a
quien yo debería acercarme; y así comenzó nuestra amistad.
Posteriormente, Rafael me invitó a unas reuniones de pastores
y pronto conocí el anhelo de su corazón: La Gran Comisión. Pero
no era la Gran Comisión como frecuentemente la hemos apren-
dido: de traer miles de personas a los pies de Cristo, pensando que
de esa manera la hemos cumplido. No, Rafael tenía un anhelo
y una pasión por lo que es el corazón de la Gran Comisión: el
hacer discípulos. ¿Qué tipo de discípulos? Los que aprenderían a
“guardar todas las cosas” que Jesús había enseñado y que a final de
cuentas lo comprobarían con hacer otros discípulos.
Como alguien que da cobertura a más de 40 pastores en paí-
ses de Centroamérica, yo sabía que este mensaje de discipulado
era algo que no solamente les beneficiaría a los pastores, sino
que más bien algo que les urgía recibir. Poco después Rafael y yo
viajamos a Nicaragua para realizar una conferencia de pastores
donde él compartió esa enseñanza. La aceptación por parte de
los pastores fue algo realmente sorprendente. Ellos le exprimie-
ron toda la información que pudieran durante esos días. Un mes
12 LA GRAN COMISIÓN
después uno de los pastores me expresó que ya contaba con unas
70 personas listas para ser discipuladas.
Charles Swindoll relata la historia de una carta escrita por un
joven comunista a su novia, describiendo su pasión por el comu-
nismo. Escribió: “Nosotros los comunistas tenemos una filosofía de
vida que ninguna cantidad de dinero puede comprar, tenemos una
causa por la cual pelear, un propósito definido en la vida. Subor-
dinamos nuestras vidas insignificantes a un gran movimiento de la
humanidad. Ya he estado en la prisión a causa de mis principios y si
es necesario estoy preparado para ir delante de un pelotón de ejecu-
ción. Hay una cosa por la cual hablo muy en serio y ésa es la causa
comunista. Es mi vida, mi negocio, mi religión, mi hobby, mi amor,
mi esposa, mi querida, mi pan, mi carne. Trabajo por esa causa
de día, sueño con ella por la noche. Su control de mí aumenta, no
disminuye mientras avanza el tiempo. De tal manera, que no puedo
seguir con una amistad o un noviazgo, ni siquiera una conversación
sin relacionarla a esta fuerza que tanto empuja y dirige mi vida.”
¡Es lamentable que con pocas excepciones, éste no es el tipo
de compromiso que tenemos los seguidores de Jesucristo con Su
causa! Al mismo tiempo, este nivel de compromiso no se logra
sin un discipulado profundo, o con simplemente asistir a la igle-
sia una vez por semana para calentar una silla. Esta enseñanza
dinámica de Rafael no solamente motivará a líderes cristianos
a desear desarrollar discípulos, sino que les ofrece una manera
efectiva de hacerlo (Fil. 2:13.) Lo que la hace tan especial es
que no se trata de una metodología o currículo, sino que explica
cómo usar las mismas palabras de Jesús como tu libro de texto.
La creación de discípulos es un mandamiento que Jesucristo
les dio a todos sus seguidores, no solamente a los “especialis-
tas” como pastores, evangelistas, etc. “Seguir” a Cristo denota-
ba obedecer sus mandamientos. Por ejemplo, ser “seguidor” de
PREFACIO 13

Jesucristo en la iglesia primitiva comenzaba con el bautismo, lo


cual ellos sabían que inmediatamente los podría marcar para el
martirio. La obediencia no era una opción para el que realmente
seguía a Cristo. En lugar de estar comprometido con una causa
motivada por el odio y deseo de conquistar —como tantas per-
sonas lo han sido a través de la historia— la motivación de estos
nuevos discípulos era el amor a Jesucristo.
Hoy, este mensaje es más urgente que en cualquier otro tiem-
po. Los jóvenes forman sus opiniones y valores por medio de sus
amigos y medios sociales en línea. No sienten la necesidad de te-
ner mentores en su vida porque para eso tienen el Internet. Con
esto, tienen mucha confianza en sí mismos pero poco carácter y
experiencia. Algunos han dicho que cuando más del 30% de la
población de una nación consiste de jóvenes, esto casi siempre
lleva a la violencia. Hoy hay más gente viva sobre la faz de la tie-
rra que todos los que ya han muerto en la historia y casi la mitad
tiene menos de veinticinco años de edad. ¡Eso representa como
3,000,000,000 (tres mil millones) de personas! Estas estadísticas
hacen resaltar lo imperativo que son la necesidad, importancia y
urgencia del discipulado cristiano.
Creo que al leer este libro tan oportuno, estarás de acuerdo
conmigo: que el cumplir la Gran Comisión, o sea la formación
de verdaderos discípulos de Jesucristo, es la actividad de más ur-
gencia de la Iglesia de Jesucristo. Además, te ayudará a ti, el líder
cristiano, a convertir a los “convertidos” de tu congregación en
participantes que colaboren juntamente contigo en la Gran Co-
misión. Lee este libro con la mente y el corazón abiertos y su
mensaje podrá revolucionar tu vida personal y tu iglesia. ¡Basta
ya de la Gran Omisión; prosigamos a la Gran Comisión!
Steven Schnedler
Pastor, Iglesia Amistad Latina, San Antonio, TX
INTRODUCCIÓN
Prólogo del autor

Muchos pastores en la actualidad asocian


la palabra discipulado con ‘crecimiento de la iglesia’, entre los
cuales me incluía, y por eso se afanan en levantar mega iglesias.
Años atrás yo estaba afanado en que la iglesia que pastoreo en
San Antonio, Texas, creciera; y en ese afán leí todos los libros
sobre discipulado que encontré. Yo buscaba ideas nuevas sobre
el trabajo con células, y por eso iba a cuanto seminario de creci-
miento estuvo a mi alcance.
Una a una aplicamos en la iglesia las ideas aprendidas, y aunque
la iglesia crecía, mi espíritu no estaba satisfecho; con frecuencia
me preguntaba: ¿Qué estamos logrando como iglesia?, ¿estamos
haciendo discípulos de Cristo, o sólo estamos atrayendo multitu-
des? El Señor me hizo entender que, afanados por tener una igle-
sia de multitudes, habíamos dejado de lado la Gran Comisión, y
dejado de hacer discípulos que guardaran sus mandamientos.
Descubrí que lo que habíamos ganado en cantidad lo había-
mos perdido en calidad. Me di cuenta que el discípulo tiene gozo
siempre, pero a la multitud hay que divertirla; que el discípulo
vive en santidad, pero la multitud en carnalidad; que los discípu-
los se nutren solos en su vida devocional, pero a la multitud hay
que entretenerla para que no se vaya. Cuando el Señor me mostró
eso, yo le dije: ¡Señor, yo no sé cómo hacer discípulos! ¡Enséñame!
Habíamos implementado métodos desarrollados en América
del Sur, en Corea del Sur, y en Estados Unidos; y si la iglesia crecía
era por la obra del Espíritu Santo, no por saber lo que hacíamos.
16 LA GRAN COMISIÓN
El discipulado es exitoso cuando el Espíritu Santo hace su parte,
y nosotros la nuestra; y cuando falla, el problema está en nuestra
forma de hacer las cosas. Por tanto, al no hacer la parte que nos
toca, le fallamos al Señor que nos encomendó la Gran Comisión.
Creo firmemente que todo pastor quiere lo mejor para la obra
que Dios le encargó. Aunque cada caso tiene sus particularida-
des, quiero ilustrar la ruta de muchas iglesias con un caso hipoté-
tico: alguien que se siente llamado a pastorear tiene la oportuni-
dad de iniciar un pequeño grupo de hermanos, y motivados por
el sueño de servir al Señor, estos hermanos invitan a sus amigos
y familiares; y así, esa naciente iglesia actúa como un lugar ideal
para hacer sus primeros discípulos.
Pero el diablo sabe que una manera efectiva para estorbar a esa
iglesia que nace, es sembrando cizaña, por lo cual pone manos a
la obra. De esto hablaba el Señor Jesús cuando sentado en una
barca narró a la gente reunida en la playa, la parábola del trigo y
la cizaña1. Siguiendo con nuestro ejemplo: el grupo crece hasta
no caber en la casa donde se reunía, y el novel pastor aún no sabe
que entre los que se añaden, el enemigo le está enviando cizaña.
Con el crecimiento, el grupo necesita un local más amplio, mo-
biliario, equipo de sonido, un lugar apropiado para los niños, y
espacios para estacionamiento; así que se hacen de un local más
grande y celebran el crecimiento. Y en ese crecimiento están inter-
viniendo el Espíritu Santo y el enemigo, el Espíritu sembrando tri-
go, y el enemigo sembrando cizaña. La pregunta ahora es: ¿Quién
sembrará más? ¿De quién depende cuál especie crecerá más?
La obra sigue creciendo y necesita músicos para el ‘ministe-
rio de alabanza’, maestros para el ‘ministerio de enseñanza’ de la
escuela dominical; entonces surgen los ministerios de damas, de
1 Mateo 13:24-30
INTRODUCCIÓN 17

caballeros, y de jóvenes, etc. Ahora la congregación funciona con


ministerios, lo cual no es malo, pero limita a la Gran Comisión,
pues los que no pertenecen a esos ‘ministerios’ no tienen nada
que hacer en la obra, y se vuelven miembros pasivos.
¿Cuántos músicos, maestros, ujieres, etc., puede tener una
iglesia? La verdad, no muchos, y cuando esos puestos se llenan
ya no hay lugar para los nuevos miembros. Pero sigamos con
nuestro ejemplo: la nueva iglesia se llena de personas que no
están siendo discipuladas como el Señor manda, el pastor está
absorbido en labores administrativas, y su labor ministerial se ve
reducida a cuidar el trigo y la cizaña que están creciendo juntos.
Entonces la iglesia se ‘organiza’ y nacen los protocolos, las je-
rarquías, los títulos, los departamentos, etc.; y con esa ‘organiza-
ción’ surgen nuevos problemas que literalmente ‘le llevan la vida’
al pastor que ahora se pasa ‘apagando fuegos’ causados por el
enemigo. Luego los niños espirituales y la cizaña piden entrete-
nimiento, y amenazan con irse a otra iglesia si no se cumplen sus
caprichos. Eso les sucede a muchas iglesias con el crecimiento.
Luego vienen los problemas económicos, pues muchos que
habían hecho promesas financieras, ya sea por la negativa del
pastor a ceder a sus caprichos, o por pleitos con otros miembros,
se van, dejando al pastor con las deudas. Entonces el pastor se da
cuenta de que no ha hecho discípulos fieles a Dios. Y quiere co-
menzar a discipular, pero ahora no puede porque ‘el cuido’ de la
cizaña no le deja tiempo ni recursos. El diablo logró su objetivo.
En apariencia, al menos en lo exterior, esa iglesia tiene solidez;
y quizá hasta tenga períodos de paz y tranquilidad, y a lo mejor
hasta algunos logros materiales y espirituales; pero por mucha
solidez que aparente, o por muchos que sean sus logros, si no está
haciendo discípulos fieles a Dios, no está agradando a Dios, ni
18 LA GRAN COMISIÓN
C
obedeciendo a cabalidad el mandato del Señor en la Gran Comi-
sión, la tarea más importante de la iglesia que espera su retorno.
Esto lo podríamos ilustrar de la siguiente manera: En la figura
05.1, vemos el Reino de Dios representado por el círculo grande,
y el círculo pequeño representa a la iglesia que se llama Puerta
de Restauración en San Antonio, TX. El Señor Jesús en sus pa-
rábolas comparó al Reino de los cielos con una red en la que se
atrapan peces buenos y peces malos, con cinco vírgenes pruden-
tes y cinco insensatas, con una plantación donde crecen trigo y
cizaña; y con dos en el campo, de los cuales uno es tomado, y el
otro dejado, etc. Esas historias parecen indicar que la mitad de
los que dicen ser creyentes, no lo son; de ser así, las iglesias están
pobladas de mitad trigo y mitad cizaña.

Veamos ahora en la figura 05 otra ilustración de cómo esto


se puede desequilibrar a tal punto que es un detrimento para la
Gran Comisión:
INTRODUCCIÓN 19

Muchos dejamos de discipular porque las exigencias de la mul-


titud no dejan tiempo ni para pensar en hacer discípulos. Pero
además, muchos pastores no fuimos discipulados adecuadamente.
¿Cómo podremos hacer discípulos si nosotros no fuimos instrui-
dos en las cosas que el Señor mandó? Y esa práctica se ha estado
perpetuando por generaciones, pero ahora el Señor, por medio del
Espíritu Santo, quiere cambiar esa tendencia o patrón en la iglesia.
Al descubrir que no sabía cómo discipular, le dije al Señor: ¡En-
séñame a hacer discípulos en la ciudad donde vivo y pastoreo, o de lo
contrario dejaré el ministerio, porque es una hipocresía pretender estar
haciendo la Gran Comisión, si ni siquiera sé cómo se hace un discí-
pulo! Y además le dije al Señor que no seguiría aplicando métodos
desarrollados por hombres, ya que por muy buenos que sean, si-
guen siendo métodos de hombres. Estos métodos abundan en estos
tiempos, pero yo quería aprenderlo directamente de Su Palabra.
La Escritura dice: “enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado”2 Yo sabía que esas ‘cosas que os he mandado’ se

2 Mateo 28:20
20 LA GRAN COMISIÓN
encuentran en el Nuevo Testamento, pero, ¿cuáles son? Un cóm-
puto realizado por Finis Jennings Dake dice que el Nuevo Testa-
mento contiene 1,050 mandamientos3, en tanto que un antiguo
cómputo judío dice que la Ley tiene 613 preceptos o ‘mitzvos’4,
de los cuales, 365 son prohibiciones, y 248 son obligaciones.
Impulsado por el Señor me dediqué a orar, ayunar, y leer la
Biblia para descubrir qué cosas enseñar a los nuevos discípulos;
y un día mientras oraba, oí la voz del Señor que me dijo: “busca
la respuesta en Mateo 5, 6, y 7”. Esas Escrituras contienen el
discurso de Jesús conocido como “el Sermón del monte”, sobre
las cuales yo había predicado muchas veces, pero obedeciendo al
Señor, las leí nuevamente todas las noches, durante ocho meses.
Fue durante esos meses de leer una y otra vez esas Escrituras,
hasta memorizarlas, que entendí el fundamento del Reino de Dios,
lo cual me ha ayudado de una forma increíble para hacer discípu-
los en mi congregación. Es de esas cosas que el Señor me enseñó en
esos meses de búsqueda ferviente, y de algunas otras cosas pasadas
que yo había entendido, pero que en esos días iluminaron aún más
mi comprensión del Reino de Dios, que trata este libro.
Muchos pastores, pese a leer la Biblia y predicarla, no enten-
demos el Reino de los cielos; dado que la información que la
Biblia nos da es como un rompecabezas de cinco mil piezas que
debemos armar sin tener una imagen de cómo se verá armado.
Sin saber por dónde comenzar, cada uno junta las piezas que
entiende y arma lo que puede, pero esa imagen así obtenida, no

3 Dake Finis Jennings. Dake’s Study Notes. 1,050 New Testament Com-
mands. Disponible en: http://www.cai.org/bible-studies/1050-new-
testament-commands. Recuperado el 4 de septiembre de 2013.
4 A List of the 613 Mitzvot (Commandments). Disponible en: http://
www.jewfaq.org/m/613.htm. Recuperado el 4 de septiembre de 2013.
INTRODUCCIÓN 21

es el retrato final del Reino de los cielos, sino sólo una visión
parcial de éste.
Lo mismo sucede con la construcción de un edificio, y aunque
en ese caso siempre hay una ilustración del edificio, esa imagen
no basta para construirlo, se necesitan planos de todas las fases:
cimiento, estructura, plomería, electricidad, interiores, exteriores,
etc. Y una vez teniendo toda esa información, lo primero que se
debe hacer es poner el cimiento, ya que sin éste no se puede edificar
aunque se tengan los materiales y la mano de obra especializada.
El Señor Jesucristo nos dice en Mateo 5, 6, y 7 lo que es el
fundamento para edificar el Reino de los Cielos. El fundamento
para permanecer en el Reino de Dios es hacer su voluntad, y sin
éste no se puede seguir edificando; muchos tratamos de edificar
sin haber puesto ese cimiento, y por eso el edificio se cae. Ese
fue mi problema por muchos años: tratar de edificar el Reino de
Dios en mi vida, y en la congregación sin el cimiento que Él pide.
El Espíritu Santo quiere edificar el Reino de Dios sobre nuestras
vidas, pero si el cimiento no ha sido puesto, no es posible.
Este libro no busca criticar a nadie, ni crear un programa nue-
vo de discipulado, sino hacer resaltar y traer a la luz el “currículo”
que nos dio el Señor Jesús mismo, y algunas ideas de cómo usar-
lo. Mi deseo es ayudar a aquellos, que como yo, quieren hacer
discípulos pero no saben cómo, a que redescubran las verdades
que siempre han estado en nuestra Biblia, y que nosotros no les
habíamos dado la atención necesaria, sabiendo que el Espíritu
Santo da la revelación y el entendimiento, para que por la obe-
diencia a su Palabra seamos edificados y bendecidos.
Esta obra está dirigida a todo creyente o ministro deseoso de
hacer discípulos, y su única pretensión es ser una guía hacia el
discipulado efectivo, y que el Espíritu Santo dé a cada ministro
22 LA GRAN COMISIÓN
la estrategia que corresponda a su contexto. Por ello no se enfo-
ca en ninguna estrategia, sino en el fundamento; o sea, en los
mandamientos que se deben enseñar a los discípulos, que es
el área donde el cristianismo moderno muestra profundas
debilidades.
La Gran Comisión aunque tiene un fundamento simple, a
muchos no les da fruto por desconocer sus principios básicos.
Ilustraré este punto usando como ejemplo el cincel y el marti-
llo, dos herramientas simples que sirven para trabajar la piedra;
por ser tan básicas, es fácil pensar que cualquiera sabría usarlas
sin previo entrenamiento, pero no es así. El nulo conocimiento
sobre su uso, podría llevar al nuevo usuario a cometer muchos
errores.
Dado su desconocimiento del uso de dichas herramientas,
quizá golpee el cincel por la parte afilada, o quizá golpee el mar-
tillo con el cincel; también podría golpear el cincel con el mango
del martillo, o agarrar el martillo en una mano y el cincel en la
otra y no ponerlos en contacto uno con otro, o hasta quizá trate
de usarlos por separado. Este ejemplo nos muestra como algo
muy sencillo se puede usar de muchas maneras inefectivas.
A medida que avance en la lectura de este libro, observará que
repito algunas cosas; con ello busco desarraigar ideas y conceptos
no respaldados por las Escrituras y compartir lo que el Espíritu
Santo por Su gracia me ha demostrado para que tengamos una
revelación fresca a nuestro corazón y mente. Este mensaje es so-
lamente la punta del témpano, pues la revelación del Espíritu
Santo es ilimitada. No dudo que el Señor tenga muchos miste-
rios por revelarnos, y seguramente mientras lee esto, el Espíritu
Santo le revelará más cosas.
Rafael Gutiérrez
Capítulo 1

¿Cerca del Reino de Dios


o en el Reino de Dios?

Cuando los fariseos y los escribas le pre-


guntaron al Señor Jesús que cuál era el principal mandamiento,
encontramos la respuesta del Señor Jesús en Mateo 22: 34-40 y
en Marcos 12: 28-34.
28
Acercándose uno de los escribas, que los había oído
disputar, y sabía que les había respondido bien, le
preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29
Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos
es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuer-
zas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo
LA GRAN COMISIÓN
es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que éstos. 32 Entonces
el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que
uno es Dios, y no hay otro fuera de él; 33 y el amarle con
todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el
alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como
a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacri-
ficios. 34 Jesús entonces, viendo que había respondido
sabiamente, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios.
Y ya ninguno osaba preguntarle. Marcos 12: 28-34
24 LA GRAN COMISIÓN
La Ley de Moisés tenía los diez mandamientos principales, pero
tenía un total de seiscientos trece mandamientos. Seiscientos tres
eran necesarios para explicar los diez principales. El Señor Jesu-
cristo condensa o resume toda la ley en dos mandamientos: Amar
a Dios por sobre todo, y amar al prójimo como a uno mismo.
De las necesidades básicas del alma, las más importantes son:
ser amado y amar. En el Reino de Dios se satisfacen completa-
mente estas dos necesidades, ya que Dios es amor, y él está pre-
cisamente interesado en suplir esa necesidad de amor que el ser
humano requiere. El hombre en respuesta, ama a Dios y también
ama a su prójimo como a sí mismo.
El Señor Jesús dijo cuáles son los dos mandamientos prin-
cipales, pero en la respuesta que les dio a los escribas y fariseos,
no dijo cómo es que esto se va a llevar a cabo. Uno entonces se
pregunta: ¿Cómo amo a Dios? ¿Cómo amo al prójimo? ¿Cómo
me amo a mí mismo?
Es posible que cada persona en el planeta nos dé su propia
definición de cómo amar a Dios, cómo amar al prójimo y cómo
amarse a sí mismo. De hecho, eso es lo que cada religión hace:
darnos su propia definición de cómo amar a Dios, al prójimo y
a uno mismo. Gracias a eso, es que tenemos más de cinco mil
religiones oficiales en el mundo. Es por eso que necesitamos la
declaración misma de parte de Dios para que nos diga cómo
lograr esto. Jesucristo, siendo Dios encarnado, es el único
quien puede decirnos cómo lograr esto.
Notemos algo importantísimo en la respuesta que el escriba
le dio al Señor Jesús, y es que el escriba respondió correcta y
exactamente las mismas palabras que Jesús había dicho que eran
los dos mandamientos más importantes, pero eso no es suficien-
te para estar dentro del Reino de Dios, ya que el Señor Jesús le
¿Cerca del Reino de Dios o en el Reino de Dios? 25

respondió al escriba que él no estaba lejos del Reino de Dios. El


Señor Jesús no le dijo que estaba dentro del Reino aunque supie-
ra la respuesta correcta. Muchos que se llaman cristianos piensan
que porque tienen “la doctrina correcta” y saben declararla, ya
por eso están en el Reino de Dios.
El Reino de Dios no se logró a través del Antiguo Pacto, aun-
que los dos mandamientos principales estaban en la Ley de Moi-
sés (Deuteronomio 6:5; Levítico 19:18). Se necesitaban seiscien-
tos once mandamientos para cumplir los dos principales. Estos
seiscientos once mandamientos abarcan todas las áreas de la vida
humana, y el deseo de Dios era que dondequiera que estuviera la
persona que vivía bajo la Ley de Moisés se moviera, encontrara
un mandamiento para regirle.
El Reino de Dios consiste en cumplir precisamente estos dos
mandamientos principales: El amar a Dios, y al prójimo como a
uno mismo. El Señor Jesucristo es quien nos explica cómo amar a
Dios, cómo amar al prójimo y cómo amarnos a nosotros mismos.
El Señor Jesús pone todo esto junto a lo que nosotros conoce-
mos como “El Sermón del monte”. Es aquí donde el Señor nos
da la identidad de los ciudadanos del Reino de Dios, y nos da
las leyes del Reino de Dios para que sepamos cómo lograr estos
dos mandamientos principales. Como veremos más adelante, los
mandamientos del Señor Jesús en el Reino de Dios, exigen más
que la Ley de Moisés. Para que llenemos nuestros corazones de
esperanza, recordemos que el Espíritu Santo será nuestro poder
para cumplir los mandamientos del Señor Jesús, y no nuestro
propio esfuerzo humano, ya que por el esfuerzo humano es im-
posible vivir en el Reino de Dios.
26 LA GRAN COMISIÓN
• En Mateo 5, el Señor nos da la identidad de los ciudada-
nos del Reino, y también nos da seis leyes para relacionar-
nos y amar a los demás.
• En Mateo 6 nos da siete leyes para relacionarnos y amar
al Padre.
• En Mateo 7 nos da seis leyes para uno relacionarse y
amarse a uno mismo.
Si nosotros queremos estar y andar en el Reino de Dios, en-
tonces nuestro deber es prestar mucha atención a lo que el Señor
Jesús está diciendo en Mateo 5, 6, y 7, y poner por obra estas leyes
del Reino que el Señor Jesús nos está dando. Estas son las leyes o
mandamientos que el Señor Jesús nos mandó en la Gran Comi-
sión para que las enseñemos a los discípulos hasta que las guar-
den. Lamentablemente esto no es lo que se está enseñando hoy en
día en muchos círculos cristianos, y es por eso que el Espíritu del
Señor está despertando a muchos que quieren hacer discípulos, a
prestar atención a los mandamientos más importantes que hay,
hacerlos y también enseñárselos a otros hasta que los guarden.
Cuando el Señor Jesús terminó de contestar esta pregunta
del escriba, Marcos 12:34 (RVA) dice : …“Y ya ninguno osaba
preguntarle”. ¿Por qué nadie se atrevía a preguntar nada más?
Porque el Señor ya había contestado la pregunta más importante
de todas. ¿Para qué hacer más preguntas? Hoy día hay muchos
creyentes, inclusive líderes que deberían dejar de hacer preguntas
y comenzar a vivir la respuesta que el Señor Jesús dio sobre la
pregunta más importante de todas.
Hay cuatro elementos principales en un reino terrenal: Un
rey, ciudadanos, una constitución o leyes, y un territorio. De
igual manera, el Reino de los Cielos tiene un Rey, el cual se lla-
ma Jesús, tiene ciudadanos con once características básicas, a los
¿Cerca del Reino de Dios o en el Reino de Dios? 27

cuales llamamos discípulos, y tiene una Constitución o diecinue-


ve leyes básicas de relaciones, las cuales encontramos en Mateo
5, 6 y 7. También tiene un territorio el cual es el mundo entero.
Muchos en el pueblo de Dios, al no entender estos cuatro ele-
mentos del Reino de los cielos, han querido llevar el conocimien-
to del Rey Jesús a todo el mundo, pero se han olvidado de ser
y comportarse como ciudadanos del Reino, y también cumplir
las leyes del Reino. Un reino sin ciudadanos justos y rectos y sin
leyes, es una anarquía. La anarquía es el peor gobierno que puede
existir, pues el caos reina donde no hay leyes ni gobierno para
implementar esas leyes. ¿Será por esto que en muchos círculos,
el cristianismo de hoy se asemeja más a una anarquía que a cual-
quier otro tipo de gobierno?
De acuerdo a la imagen del “rompecabezas” del Reino que
hemos visto, así actuamos. De acuerdo al plano de construcción,
así construimos, pero no podemos olvidar que el cimiento es
lo primero. ¿Qué imagen tiene usted del Reino de los cielos?
¿Que será algo en el futuro? El Reino de Dios está entre nosotros
y continuará en el futuro. Comenzamos a establecer el Reino
de Dios aquí en la tierra predicando este evangelio del Reino a
todas las naciones o sea a toda persona. La Gran Comisión es
exactamente ir por todo el mundo y a los que creen y son bauti-
zados, enseñarlos a guardar estos dos mandamientos principales.
Parece muy sencillo, pero esto nos va a tomar “todo el corazón,
toda el alma, toda la mente, y todas las fuerzas”. El propósito
de este pequeño libro es ayudarnos a vivir en el Reino de Dios,
obedeciendo estos dos mandamientos, para luego enseñárselos a
otros hasta que lo pongan por obra. El Espíritu Santo continuará
edificando el Reino de Dios sobre ese fundamento.
No olvidemos que para ser discípulo, hay que hacer
discípulo(s). Hasta que el que quiera ser discípulo no se
28 LA GRAN COMISIÓN
reproduzca, no llegará a ser un discípulo. Es en el proceso de for-
mar a otros a ser discípulos, que uno mismo llega a ser discípulo.
Es la exigencia de ser un ejemplo a los demás, la que nos hará
vivir dependiendo del Espíritu Santo para así ayudar a los demás
a ser discípulos.
Capítulo 2

¿Cómo se entra
al Reino de Dios?

La proclamación
del Evangelio del Reino
Cuando el Señor Jesucristo estuvo aquí en la tierra, su pre-
dicación siempre tenía que ver con el Reino de los Cielos, o
sea el Reino de Dios. Marcos 1:1 dice: Principio del evangelio
de Jesucristo, Hijo de Dios. La palabra evangelio significa “bue-
nas nuevas o buenas noticias”. Marcos 1:1 se puede leer de la
siguiente manera: “Principio de las buenas noticias de Jesús, el
Hijo de Dios”.
Marcos16: 14-16 LA GRAN COMISIÓN
14
Finalmente se apareció a los once mismos, estando
ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad
y dureza de corazón, porque no habían creído a los que
le habían visto resucitado. 15Y les dijo: Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16  El
que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado.

El Señor aquí envía a los discípulos a predicar el evangelio.


En otras palabras el Señor está diciendo “vayan y prediquen las
buenas noticias”.
30 LA GRAN COMISIÓN
Antes de ver las buenas noticias, necesitamos saber cuál es la
mala noticia, para entender el contexto en el cual vamos a pre-
dicar las buenas noticias. La mala noticia comienza con Adán, el
primer hombre
Génesis 2: 7-9; 15-17
7
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de
la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue
el hombre un ser viviente. 8Y Jehová Dios plantó un
huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que
había formado. 9Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra
todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer;
también el árbol de vida en medio del huerto, y el
árbol de la ciencia del bien y del mal. 15Tomó, pues,
Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén,
para que lo labrara y lo guardase. 16Y mandó Jehová
Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto
podrás comer; 17mas del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás.

Adán fue creado perfecto, pero con la posibilidad de pecar,


pues él fue hecho con una voluntad libre para escoger. Si el hom-
bre no hubiese tenido esta capacidad, entonces hubiera sido
como un autómata, un robot. Para que esta voluntad escogiese,
era necesario una prueba para que el hombre tomara una deci-
sión. Habían dos árboles principales en el huerto de Edén que
servían para esta prueba: Uno era el árbol de la vida, y el otro era
el árbol del conocimiento del bien y del mal. El deseo de Dios
era que el hombre, en su estado inocente y perfecto, alargara su
mano y tomara del árbol de la vida, pero no lo hizo así. Lo más
probable era que el Señor le mostraría y le enseñaría luego sobre
Cómo se entra al Reino de Dios 31

el bien y el mal a Adán, pero en un contexto donde ya él hubiera


decidido con su voluntad comer del árbol de la vida.
El Señor hizo a Eva como ayuda idónea, como compañera
para Adán, pero recordemos que la orden de no comer del árbol
del conocimiento del bien y del mal le fue dada a Adán antes
de que Eva fuese formada, y Adán se la pasó a Eva. Adán debió
haber obedecido a Dios, y Eva debió haber obedecido a Adán.
Todos conocemos el final de la historia, cuando Eva es tentada,
come del fruto del árbol prohibido, se lo da a su esposo, quien
también lo come voluntariamente, dando de esa manera lugar al
pecado, pues con su propia voluntad escogió desobedecer a Dios.
Si Satanás logró conquistar al primer hombre, también conquis-
tó a todos los demás descendientes de Adán, pues la raza humana
estaba sobre él. Veamos cómo el apóstol Pablo explica todo esto;
Romanos 5: 12-21
12
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por
un hombre, y por el pecado la muerte, así la muer-
te pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
13
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo;
pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No
obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés,
aun en los que no pecaron a la manera de la trans-
gresión de Adán, el cual es figura del que había de
venir. 15 Pero el don no fue como la transgresión; porque
si por la transgresión de aquel uno murieron los mu-
chos, abundaron mucho más para los muchos la gracia
y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.
16
Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno
que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de
un solo pecado para condenación, pero el don vino a
32 LA GRAN COMISIÓN
causa de muchas transgresiones para justificación. 17
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don de
la justicia.
18
Así que, como por la transgresión de uno vino la con-
denación a todos los hombres, de la misma manera por
la justicia de uno vino a todos los hombres la justifica-
ción de vida. 19 Porque así como por la desobediencia
de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos. 20 Pero la ley se introdujo para que
el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, so-
breabundó la gracia; 21 para que así como el pecado rei-
nó para muerte, así también la gracia reine por la justi-
cia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

La mala noticia es que todos, como descendientes de Adán


hemos pecado, y por eso estamos condenados eternamente a es-
tar fuera de la presencia de Dios “por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios…” Romanos 3:23
Las buenas noticias son que a pesar del pecado que hay en
nosotros y que nos separa del Dios santo, y que a pesar de que su
santidad exige y requiere el castigo por el pecado, Él también es
Amor y nos ama, y para resolver este problema, El Padre manda
a su Hijo Jesús para que viva en esta tierra como hombre perfec-
to y sin pecado. La paga del pecado del primer hombre –Adán–
es muerte y también esclavitud satánica, pero Jesús, el segundo
hombre, toma nuestro lugar en la cruz y muere por nosotros, lle-
vando así nuestros pecados. Ahí no termina la historia, sino que
continúa diciendo que Jesús resucitó al tercer día para darnos a en-
tender que su sacrifico fue aceptado por el Padre, y que solamente
Cómo se entra al Reino de Dios 33

Él, puede salvarnos de nuestros pecados. Cualquiera que crea y


acepte este sacrificio de Jesús por la fe, y que se arrepienta de sus
pecados, creyendo en su corazón que Dios resucitó a Jesucristo de
entre los muertos, y confesando a Jesús como su Señor, sale de la
condenación de los descendientes de Adán, y sale de debajo del se-
ñorío satánico; entonces es bautizado y entra en el Reino de Dios.
Romanos 10:8-13 nos declara:
8
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y
en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muer-
tos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para jus-
ticia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues
la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para
con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.

Arrepentimiento.
Antes de continuar, es necesario que hablemos del arrepen-
timiento, pues es algo que debemos enfatizar ya que es parte
integral de la predicación del evangelio del Reino.
Lucas 24:46 - 47 dice:
46
Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el
Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
47
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y
el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando
desde Jerusalén.
34 LA GRAN COMISIÓN
Hechos 2: 38 dice:

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de


38

vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los


pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

El Señor Jesús dijo que se predique el arrepentimiento en su


nombre por todas las naciones. El arrepentimiento es la acción
de aborrecer el camino de pecado, y ahora querer el camino del
Señor Jesús. Es el cambio de mente y dirección.
Veamos esta ilustración: Hoy día muchas personas de todas
partes del mundo quieren entrar a los Estados Unidos. Muchos
son atraídos por los beneficios, tales como la economía, la paz,
la libertad, los adelantos tecnológicos, el nivel de vida, la educa-
ción, etc. Muchos de los extranjeros que van a Estados Unidos
no son asimilados en la Nación, porque ellos nunca renuncian a
la ciudadanía de sus países de origen. Si los Estados Unidos pa-
sara una ley que dijera que toda persona que entre a sus fronteras
debe arrepentirse y renunciar voluntariamente a su país de ori-
gen, a su cultura, su idioma, etc. y aceptar la ciudadanía, la cul-
tura, el idioma de Estados Unidos como suyo ahora que entró,
¿cuántas personas cree usted que entrarán a los Estados Unidos?
Asimismo, son muchos los que quieren entrar en el Reino de
los Cielos para recibir los beneficios: Vida eterna, bendiciones
materiales, emocionales y espirituales, etc. pero estas personas
nunca se han arrepentido de su pecado ni de su maldad. Es por
eso que el Señor Jesús cuando comenzó a predicar, lo primero
que dijo fue que hay que arrepentirse y creer al evangelio. Son
muchos los que están hoy día en las iglesias y no se han arrepen-
tido, aunque sí dicen creer en el evangelio. El Señor Jesús dijo
que esa es la cizaña que crece con el trigo, personas que tienen
apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ésta.
Cómo se entra al Reino de Dios 35

Muchos confunden el arrepentimiento con el remordimien-


to. El arrepentimiento conlleva un dolor por causa del pecado,
mientras que el remordimiento es dolor por haber sido atrapado
en el pecado. El remordimiento tiene un efecto superficial, pero
el arrepentimiento tiene un efecto profundo que afecta todo el
ser del creyente. De aquí la necesidad del arrepentimiento para
poder entrar al Reino de los Cielos. Aunque el remordimiento
puede acompañar al arrepentimiento, el remordimiento solo no
es arrepentimiento. ¿No ha visto usted criminales que tienen re-
mordimiento porque los atraparon, pero no están arrepentidos
del mal que hicieron?
Muchas veces las personas toman una “decisión” por Jesu-
cristo, basados no en el arrepentimiento, sino porque han sido
presionados, “motivados”, o convencidos de que la “religión cris-
tiana” es mejor que la religión que ellos tienen. Otras veces lo
hacen por complacernos, o para que los dejemos tranquilos, etc.
¿No será por eso que luego hay que hacer las mismas cosas para
que sirvan al Señor (presionarlos, “motivarlos”, etc.)? De aquí
en adelante, estemos seguros de que la persona que viene a Jesu-
cristo, lo hace porque está arrepentida de la vida que lleva y del
camino por donde va.
1 Reyes 18: 21 dice:
21
“Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta
cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si
Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el
pueblo no respondió palabra”.

¿Por qué no respondió palabra el pueblo? Porque no había


arrepentimiento. Hoy día se encuentran “cristianos” de la misma
manera. Andan claudicando entre dos pensamientos: Si seguir en
el mundo de pecado, o si seguir a Jesucristo. El arrepentimiento
36 LA GRAN COMISIÓN
es básico para seguir al Señor Jesucristo. Es por eso que el Señor
Jesucristo comenzó su ministerio predicando el arrepentimiento.

El nuevo nacimiento
El Señor Jesús le dijo a Nicodemo que éste tenía que nacer de
nuevo para entrar al Reino de Dios:
3
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino
de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez
en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y
del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, [a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu. Juan 3: 3-8

El acto de reconocer que uno es pecador, y que por lo mis-


mo está condenado a la eternidad alejado de Dios en el infier-
no, y saber que uno mismo no puede salvarse por ningún otro
medio, pues tiene que ser Dios mismo el autor de la salvación,
produce el arrepentimiento que dice que no quiere la vida de
pecado que lleva, y el creer en su corazón que Jesucristo es
la única solución para su pecado, el confesar a Jesús como el
Señor de su vida, y el obedecerlo en el bautismo, es lo que se
llama nuevo nacimiento.
Capítulo 3

El bautismo en agua
El primer mandamiento a obedecer

El Señor Jesús dijo que: “el que creyere y fuere


bautizado, éste será salvo” Marcos 16: 16
Es muy seguro que este libro será leído por personas, que
aunque son cristianas, lo son de muchos trasfondos diferentes.
¿Sabía usted que no todos los cristianos creen lo mismo sobre
el bautismo en agua? ¿Por qué existe esa diferencia? Si logramos
entender tres cosas simples, entenderemos el por qué de este pro-
blema. Estas tres cosas son: Doctrina, Dogma y Tradición. Con
relación a la Doctrina, todos los cristianos tenemos la misma
doctrina, pues aunque hay diversas traducciones, básicamente LA GRAN COMISIÓN
todos tenemos la misma Biblia. Es en el asunto del Dogma don-
de comienzan las dificultades, pues el dogma es la creencia de la
interpretación que cada grupo o persona le da a cierta doctrina
en específico. La tradición es el rito o la manera en que ese grupo
o persona hace o implementa ese dogma. Lo ideal sería que la
doctrina, el dogma y la tradición combinen al máximo posible.
Cuando hablemos ahora sobre el bautismo, tenga esto en mente.
Después de que la persona se ha arrepentido y creído en el
mensaje del Evangelio, el siguiente paso en las instrucciones del
Señor sobre la Gran Comisión, es que el creyente sea bautiza-
do. Se ha observado en la experiencia, que el creyente que no
38 LA GRAN COMISIÓN
es bautizado, no continúa creciendo. ¿Por qué es esto? Porque
el bautismo solo no salva, pero el bautismo es parte del paquete
completo de salvación. El bautismo del cual el Señor Jesús habló,
no es un simple simbolismo, sino que es una realidad espiritual.
¿Qué es la realidad espiritual? Es ALGO QUE EXISTE Y ES
REAL EN DIOS.
Veamos un ejemplo de la realidad espiritual en las Escrituras:
compare 1 Pedro 1:18-20 con Apocalipsis 13:8 y Efesios 1:4
1 Pedro 1:18-20 dice:
“...18  sabiendo que fuisteis rescatados de nuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres,
no con cosas corruptibles como oro o plata, 19sino con
la Sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde an-
tes de la fundación del mundo, pero manifestado en los
postreros tiempos por amor de vosotros”.

El versículo 20 hace una declaración que parece increíble


para la mente natural, pero que nos revela lo que es la reali-
dad espiritual (algo que es o existe en Dios). Aquí se nos dice
que el Cordero fue destinado DESDE ANTES DE LA FUN-
DACION DEL MUNDO. Surge la pregunta ¿Cómo pudo el
Cordero ser destinado desde antes de la fundación del mundo si
ni siquiera había mundo en el cual hubiera un animal llamado
cordero para usarlo como figura o representación, si ni siquiera
había mundo en el cual habría el hombre para que pecara, para
que pudiera salvarlo?
Esto nos indica que el Cordero existía en Dios, aunque no
había mundo todavía. ¿Cómo puede ser esto? Porque Dios vive
en un ETERNO PRESENTE. Es por eso que cuando Moisés le
El bautismo en agua 39

preguntó al Señor que cuál era su nombre, Él le contestó: “YO SOY


EL QUE SOY” -Éxodo 3: 13, 14- queriendo decir con esto que: en
el pasado Yo Soy, en el presente Yo Soy y en el futuro Yo Soy.
Nosotros los humanos, vivimos en relación con los tres esta-
dos gramaticales del tiempo: pasado, presente y futuro. Cuando
tenemos cualquier experiencia, la miramos dentro del contexto
de que si es algo que ocurrió (pasado), si es algo que está ocu-
rriendo (presente), o si ocurrirá (futuro). Por eso para nosotros,
cuando oímos acerca del Cordero destinado desde antes de la
fundación del mundo, nos suena como algo que existía en el pa-
sado, sin que ni siquiera existiera en el presente. Para nosotros las
cosas deben existir primero en el presente y luego cuando ya no
existen, entran al pasado. Dios ve las cosas desde la perspectiva
del PRESENTE ETERNO (aunque tiene que limitarse durante
el trato con el hombre, y es por eso que Dios tiene que hacer uso
del pasado, presente y futuro, pero no es porque Él está limitado,
sino para que nosotros entendamos).
Veamos una ilustración de la salvación con respecto a la rea-
lidad espiritual:
40 LA GRAN COMISIÓN
En el cuadro 01, está el Señor (representado por un círculo
que no tiene principio ni fin), morando en un ETERNO PRE-
SENTE, todo lo que está aquí, es REAL en Dios (Realidad Es-
piritual). En el cuadro de abajo se muestra la realidad física (es
aquí donde nosotros vivimos), que está sujeta a los tres estados
gramaticales del tiempo (pasado, presente y futuro).
El propósito del creyente es unir estas dos realidades por me-
dio de la FE. Hebreos 11: 1 nos dice que la fe es la convicción
que tenemos, aun de cosas que no vemos.
Veamos, pues, un ejemplo de la realidad espiritual de la muer-
te de nuestro Señor Jesucristo:

En el cuadro 02, cuando nosotros vemos la muerte, la se-


pultura y la resurrección del Señor, la ubicamos en el PASADO
(hace dos mil años que Cristo murió).
El bautismo en agua 41

Miremos el cuadro 02, la realidad espiritual, donde mora


Dios. Nos hacemos la pregunta: Si Dios vive en un ETERNO
PRESENTE (queriendo esto decir que para Él no hay pasado ni
futuro) ¿cuándo está muriendo Jesucristo?
La respuesta es que Jesucristo, en la realidad espiritual, ¡ESTA
MURIENDO EN ESTE PRECISO MOMENTO!
Es por eso que el sacrificio de Jesucristo puede salvarnos
HOY, porque cuando lo aceptamos en FE y por FE, nos unimos
a la realidad espiritual. Es por eso que su Sangre es efectiva hoy,
porque está fluyendo EN ESTE MISMO MOMENTO y puede
perdonarnos y lavar nuestros pecados.
Colosenses 2: 13-15 nos dice: 

”Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la in-


circuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente
con Él, perdonándoos todos los pecados, 14anulando el
acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola
en la cruz, 15y despojando a los principados y a las
potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz”.

Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Sal-


vador, nos identificamos con la cruz del Calvario y con la
cruz de la realidad espiritual. ¿Cómo ocurre esto?
Romanos 10: 9-10 nos dice
9
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en
tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos,
serás salvo, 10porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación.
42 LA GRAN COMISIÓN
Ahora bien, Jesucristo no solamente murió en la cruz, sino
que también fue sepultado y resucitó con poder al tercer día.
Para obtener la salvación, debemos recibir e identificarnos con
todo el sacrificio de Jesucristo; no sólo con su muerte, sino tam-
bién con su sepultura y con su resurrección.
¿Cuándo y cómo, pues, nos identificamos con la SEPULTU-
RA y RESURRECCION de Jesucristo?
Nos identificamos con la sepultura y resurrección por medio
del bautismo en agua. El Señor Jesucristo dijo:
Marcos 16: 15-16:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda


criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
más el que no creyere, será condenado”.

Vemos en estos versículos, que el creer y el ser bautizado es


parte del mismo paquete de la salvación. En otras palabras, el
bautismo no es opcional, sino parte integral de la salvación. Rei-
teramos, que el bautismo solo, no nos salva, pero el bautismo
que sigue al creer, sí es parte de la salvación.
Vemos también el orden en el que el Señor Jesucristo dijo
que deben suceder estos eventos: Primero creer y luego ser bau-
tizados. El Señor no dijo que debíamos ser bautizados primero y
después creer. Algunos han dicho: “Hay que ser bautizado cuan-
do uno es bebé, para quitarle el pecado original”. Veamos lo que
dice la palabra del Señor con respecto a esto:
13
“Y le presentaban unos niños para que los tocase; y los
discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Vién-
dolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a
mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de
El bautismo en agua 43

Dios. 15De cierto os digo, que el que no recibe el Reino de


Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en
los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía”
Marcos 10: 13-165

Vemos aquí, que el Señor Jesús nos dice que EL Reino DE


DIOS ES DE LOS NIÑOS, y que si nosotros los adultos que-
remos entrar al Reino de Dios, debemos recibirlo como lo hacen
los niños. Esto elimina la noción de que hay que quitar el pe-
cado original de los niños. Surge la pregunta: ¿Qué es un niño?
Un niño es alguien que vive en la inocencia. En otras palabras,
alguien que no tiene conciencia de pecado, pues todavía no peca
voluntariamente, ni con el entendimiento de que lo que está ha-
ciendo es pecaminoso. Esta edad de inocencia ha ido disminu-
yendo a medida que los niños son expuestos a tanto pecado y
maldad a través de la televisión y otros medios de comunicación.
Tan pronto como un niño empieza a pecar voluntariamente y
con el entendimiento de saber que lo que está haciendo es malo,
ya no es niño (en el sentido de inocencia), sino que necesita arre-
pentirse y entregarle su vida a Jesucristo.
El creer en Jesucristo como Señor y Salvador nos identifica
con su muerte; el ser bautizado nos identifica con su sepultura
y resurrección. No se puede sepultar a alguien que no haya
muerto. Los niños (inocentes) no han muerto espiritualmente
hablando (¿se acuerda que el Señor dijo que de los tales es el
Reino de Dios?), y por eso no hay necesidad de bautizarlos. Por
otra parte, los adultos (cuando se deja de ser inocente ), deben
reconocer que son pecadores, arrepentirse, aceptar el sacrificio
y el perdón de Jesucristo en la cruz del Calvario por sus peca-
dos, y recibirle como el Señor de sus vidas. Después de haber

5 Vea también Mateo 19: 13-15 y Lucas 18: 15-17


44 LA GRAN COMISIÓN
creído en Jesucristo y aceptado su obra (identificarse con la
muerte de Jesucristo), ENTONCES son bautizados (sepulta-
dos y resucitados al identificarse con la sepultura y resurrección
de Jesucristo).
El cristiano, el discípulo, es un seguidor de Jesucristo, y si
vamos a seguir a Jesucristo, debemos obedecer sus palabras. El
Señor Jesucristo fue quien estableció el orden de creer y luego
ser bautizados.
Pablo nos dice en Romanos 6: 3-7:

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados


en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?,
Porque somos sepultados juntamente con Él para muer-
te por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de
los muertos por la gloria del Padre, así nosotros ande-
mos en vida nueva. Porque si fuimos plantados junta-
mente con Él en la semejanza de su muerte, así tam-
bién lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto,
que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente
con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a
fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha
muerto, ha sido justificado del pecado”.

Pablo nos habla otra vez diciendo:


Colosenses 2:12

“12  . . . sepultados con Él en el bautismo, en el cual


fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el
poder de Dios que le levantó de los muertos”.
El bautismo en agua 45

1 Pedro 3:21 y 22 :

“El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva


(no quitando las inmundicias de la carne, sino como
la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por
la resurrección de Jesucristo, quien habiendo subido al
cielo está a la diestra de Dios; y a Él están sujetos ánge-
les, autoridades y potestades.”

Cuando somos bautizados (la palabra bautismo significa “su-


mergir”), en la realidad física donde vivimos nosotros, nos meten
en el agua, pero en la realidad espiritual somos metidos en la
muerte y en la sepultura de Cristo. Cuando salimos del agua en
la realidad física, entramos a la resurrección de Cristo en la reali-
dad espiritual. La ilustración sería de la siguiente manera:

Algo importante que debemos recordar, es que el bautismo


que el Señor Jesús les ordenó a sus seguidores, no es el mismo
46 LA GRAN COMISIÓN
bautismo con que Juan el bautista bautizaba, ya que éste era un
bautismo de arrepentimiento solamente –Hechos19: 1-5. El
bautismo que enseñó el Señor Jesús, es una identificación con
su muerte, sepultados y resucitados juntamente con Él, y de ahí
es su importancia. Ahora podemos entender un poco mejor las
palabras del Señor Jesús cuando dijo:

“…el que creyere y fuere bautizado, será salvo”.


Marcos 16:16

Después que la persona es bautizada, está lista para seguir


el camino de obediencia que el Señor Jesús trazó, pues ahora
esa persona está lista para obedecer. Ahora se le puede enseñar
a guardar los mandamientos que el Señor Jesús mandó. Vea una
vez más este orden en Mateo 28: 19 -20.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,


bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

A una persona que no ha sido bautizada se le puede enseñar la


teoría, pero no se le puede enseñar a guardar las cosas que el Señor
Jesús mandó. Si una persona no puede obedecer el primer manda-
miento que el Señor le da, el cual es parte de su salvación, ¿cómo
podrá obedecer los siguientes mandamientos? ¿Cómo podremos
hacer un discípulo de alguien que no obedece al Señor Jesús?
Capítulo 4
El evangelio es más que
creer y ser bautizado

¿Es el creer y ser bautizado


todo el evangelio o las buenas
noticias de Jesús el Hijo de Dios?
Claro que no Veamos otro versículo acerca de la predicación
del evangelio para que recibamos más luz en
Mateo 24:14

“14Y será predicado el evangelio del Reino a todas las


naciones, y entonces vendrá el fin.”
LA GRAN COMISIÓN
La Gran Comisión consiste en hacer discípulos con el evan-
gelio del Reino. Aquí encontramos un elemento más, y es “el
evangelio del Reino”. Surge la pregunta: ¿de cuál Reino se está
hablando aquí? Aquí se está hablando del Reino de Dios. El Rei-
no de Dios es igual al Reino de los Cielos, pues Dios habita en
el cielo, y allí su voluntad se hace todo el tiempo. Comparemos
Marcos 1: 14, 15
14
Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Gali-
lea predicando el evangelio del Reino de Dios, 15 dicien-
do: El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
48 LA GRAN COMISIÓN
Mateo 4:17

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:


17

Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado.

Note con mucha atención que el Señor Jesús predicó el evange-


lio del Reino cuando todavía no había muerto en la cruz, ni había
resucitado. Después de su muerte, sepultura y resurrección, ahora
debemos ir y predicar el arrepentimiento en su nombre, para que
los que crean y sean bautizados, puedan entrar en el Reino de
Dios. A esos, les enseñamos el evangelio del Reino, el mismo que
el Señor Jesús enseñó, y que los demás apóstoles predicaron.
Concluimos entonces, que cuando el Señor se refiere en su
palabra al evangelio, tiene que entenderse “el evangelio del Reino
de Dios o de los cielos”, pues si no lo hacemos así, podemos se-
guir perpetuando el error de no predicar el evangelio completo,
sino solamente la parte de creer y que ya vamos para el cielo,
olvidando la parte de bautizar y enseñar a guardar todo lo que el
Señor Jesús mandó.
Hay un solo evangelio del Reino de los cielos, y nosotros te-
nemos que seguirlo predicando. Debemos predicar el mismo
evangelio del Reino de Dios que predicaba Jesús (que es el mis-
mo que Pablo predicaba -Gálatas 1:6-12).
El Señor apareció por cuarenta días después de haber resucita-
do, enseñando a sus discípulos acerca del Reino -Hechos1:1-3.
Debemos hablar del Rey Jesús, llevar el evangelio del Reino de
Dios a todas las naciones, y nosotros los ciudadanos del Reino
(discípulos) debemos obedecer las leyes del Reino y enseñárselas
a otros hasta que las guarden. Esto es lo básico del Evangelio
del Reino de Dios.
El evangelio es más que creer y ser bautizado 49

La gran mayoría de creyentes conocen del Rey Jesús, y tienen


el deseo de llevar el evangelio a todo el mundo, pero donde mu-
chos fallan es en saber cuáles son los requisitos para ser un discí-
pulo, cuáles son las características de los ciudadanos del Reino, y
las diecinueve leyes básicas de las cuales seis rigen las relaciones
humanas, siete rigen la relación con el Padre Celestial, y seis ri-
gen la relación con uno mismo. Es necesario conocer todas estas
cosas, pero más importante aún es vivirlas para también enseñár-
selas a otros hasta que las cumplan, obedeciendo así al Rey Jesús
en el mandato de ir y hacer discípulos a todas las naciones.
Muchos piensan que el Reino de Dios —el Reino de los Cie-
los, es algo que ocurrirá en el futuro. Si bien es cierto que el
Reino continuará en el futuro, lo que muchos entre el pueblo
de Dios ignoran es que el Reino de Dios comienza a vivirse y a
establecerse aquí en la tierra por medio de los discípulos de Jesu-
cristo. “Venga tu Reino y sea hecha tu voluntad en la tierra así como
en el cielo” es el deseo del Rey Jesús y solamente los discípulos
pueden lograr esto.
El Señor Jesucristo nos dio la Gran Comisión de ir por todo
el mundo y hacer discípulos. Para aquéllos que creen y son bau-
tizados, hay que enseñarles a guardar las cosas que el Señor
Jesús mandó.
La dificultad que tenemos hoy en día en el mundo cristiano
Evangélico en cuanto a hacer discípulos es la de enseñar a guar-
dar las cosas que el Señor Jesús mandó.. Normalmente no tene-
mos una medida clara en cuanto a cuándo un discípulo llega a
ser un discípulo. Aquí no estamos hablando en cuanto a tiempo,
sino en cuanto a madurez.
Un error muy grande en el cual se ha caído, es en pensar
que si le enseñamos a alguien acerca de las leyes del Reino, ya
50 LA GRAN COMISIÓN
con eso hemos cumplido con lo que el Señor Jesús pidió en la
Gran Comisión. El Señor Jesús nunca dijo que enseñáramos so-
lamente, sino que a los que crean y sean bautizados les enseñe-
mos a guardar todas las cosas que él mandó. Es en esta parte
de enseñar a guardar donde tenemos que tomar tiempo con el
discípulo, y hasta que él o ella no aprendan a guardar lo que
el Señor Jesús mandó, no hemos logrado nuestro propósito de
hacer discípulos. Un discípulo necesita cuidado durante mucho
tiempo, no tan sólo unas cuantas semanas o meses que duran la
mayoría de “cursos de discipulado” en las iglesias de hoy. Hasta
que no veamos que el discípulo se ha multiplicado, haciendo
otro(s) discípulo(s), no hemos completado la Gran Comisión en
esa persona. La meta de cada discípulo debe ser hacer un discípu-
lo conforme al modelo del Señor Jesús, y que este discípulo haga
otro discípulo, y así sucesivamente. Llegar a ser un discípulo de
Jesús es un proceso que dura bastante tiempo. ¿Cuánto tiempo?
Hasta que guarde las cosas que el Señor Jesús mandó.
Surge la pregunta, ¿qué es ser un discípulo del Señor Jesucristo?
1. Un discípulo de Jesucristo es uno que ama al Señor Jesu-
cristo por sobre todas las cosas y personas –Lucas 14: 26;
Mateo 10:37.
2. Un discípulo de Jesucristo es uno que toma su cruz cada
día y sigue al Señor Jesucristo en santidad y en una entre-
ga completa –Lucas 14: 27; Mateo 10: 38, 39.
3. Un discípulo de Jesucristo es uno que le ha dado todas
sus posesiones al Señor Jesucristo para convertirse en un
administrador de esas cosas en vez de dueño, pues el Se-
ñor ahora es el dueño de todas las posesiones del discípulo
–Lucas 14: 28-33.
El evangelio es más que creer y ser bautizado 51

4. Un discípulo de Jesucristo es uno que obedece y perma-


nece en la palabra del Señor Jesucristo –Juan 8: 31.
5. Un discípulo de Jesucristo es uno que no vuelve atrás –
Lucas 9: 62, compare con Juan 6: 60-68.
Como muchos entre nosotros no hemos sido discipulados
en la manera en que el Señor Jesucristo mandó, es por eso que
tenemos temor en discipular a otros, pues no sabemos qué es lo que
se espera de un discípulo. Veamos un breve bosquejo de Mateo 5,
6, 7, en donde el Señor Jesús nos deja bien claro cuál es la medida
para un discípulo que quiere ser ciudadano del Reino de Dios.
• El Sermón del Monte está dirigido a los discípulos, aun-
que la multitud escuchaba a lo lejos –Mateo 5: 1, 2.
• Allí el Señor Jesús nos habla de la identidad o nueve ca-
racterísticas que deben tener los ciudadanos del Reino,
sin las cuales no se pueden vivir ni cumplir las leyes del
Reino de los Cielos. Recordemos que para vivir en el Rei-
no hay que estar sometidos al Rey a través del Espíritu
Santo, quien nos da el poder para vivir en el Reino de los
Cielos –Mateo 5: 3-12.
• El Señor también nos dice que somos la sal y la luz de
la tierra, y que nuestro propósito como tales, es hacer
buenas obras de tal modo que los hombres las vean y
glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos –Mateo
5: 13-16- Estas completan las once características de la
identidad de los ciudadanos del Reino.
• El Señor nos dice que él vino a cumplir la ley de Moi-
sés, pero que las leyes de su Reino van más allá de la ley
de Moisés, pues van directamente al corazón. Los que
cumplan estos mandamientos pequeños y los enseñen a
los hombres, serán llamados grandes en el Reino de los
Cielos. Los que no los cumplan, y con su mal ejemplo
52 LA GRAN COMISIÓN
enseñen a los demás a desobedecer, serán llamados pe-
queños en el Reino de los Cielos. Nuestra justicia debe
sobrepasar a la de los escribas y fariseos, y esto solamente
se logra al estar sometidos al Espíritu Santo –Mateo 5:
17-20.
• Las seis primeras leyes básicas del Reino de los Cielos tie-
nen que ver con nuestra relación con los demás –Mateo
5: 21-48. Las siete siguientes leyes básicas tienen que ver
con nuestra relación con el Padre –Mateo 6: 1-34. Las
seis siguientes leyes básicas tienen que ver con la relación
consigo mismo, o sea con el desarrollo personal –Mateo
7: 1-20.
• El Señor termina las instrucciones dándonos dos adver-
tencias muy fuertes, para que nosotros prestemos aten-
ción y le demos la importancia que sus palabras requieren.
Estas advertencias deben motivarnos a concentrarnos en
cumplir sus palabras llevándolas a cabo como prioridades.
–Mateo 7: 21-29.
Recordemos que el Reino de Dios no es comida ni bebida,
sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo –Romanos 14: 17.
Por lo tanto, el Padre quiere que las relaciones humanas y con Él,
estén llenas de justicia, paz y gozo. Eso es lo que el Señor quiere
enseñarnos a vivir. Cuando estas relaciones estén sanas, el Señor
podrá edificar cualquier ministerio sobre nosotros, pues sabre-
mos cómo obrar.
Cuando llenemos la medida de Mateo 5, 6, y 7, seremos ver-
daderos discípulos del Señor Jesucristo, y cuando ahora salgamos
a cumplir la Gran Comisión, ya sabremos de qué se trata.
Capítulo 5

¿La Gran Comisión o la


Gran Omisión?
17
Y cuando le vieron, le adora-
ron; pero algunos dudaban. 18Y Jesús se acercó y les ha-
bló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en
la tierra.  19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo es-
toy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén. Mateo 28:17-20

15
 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evan-
gelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautiza-
do, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
LA GRAN COMISIÓN
17
Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, 18
tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán
sus manos, y sanarán. Marcos 16:15- 18

45
Entonces les abrió el entendimiento para que com-
prendieran las Escrituras; 46 y les dijo: —Así está escri-
to, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resuci-
tara de los muertos al tercer día; 47 y que se predicara
en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados
54 LA GRAN COMISIÓN
en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48
Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Ciertamente, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero que-
daos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto. Lucas 24: 45-49

21
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como
me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y ha-
biendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo. 23 A quienes remitiereis los pecados, les son re-
mitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Juan 20:21-23

Estas son las escrituras que encontramos en los evangelios so-


bre la Gran Comisión. En el versículo 17 de Mateo 28 hay algo
muy importante para notar, y es que frente al mismo Señor Jesús
hubo dos reacciones totalmente opuestas de parte de los discípu-
los: Unos de ellos le adoraron, pero otros dudaron. Si eso pudo
acontecer delante del mismo Señor Jesús, entonces esto también
acontece hoy día. Algunos creyentes adoran al Señor Jesús y de-
ciden obedecerle en la Gran Comisión. Otros dudan al pensar si
la Gran Comisión es para ellos o no, pues casi siempre han visto
que ese énfasis es para los misioneros, para los pastores y para los
evangelistas. El deseo del Señor Jesús es que todos entendamos
que la Gran Comisión es para todo hijo del Señor, y no para
algunos solamente.
El Señor nos dio la Gran Comisión de ir por todas las nacio-
nes, basados en su autoridad y poder, y predicar el Evangelio a
toda persona. A los que creyeren y fueren bautizados, a esos hay
que enseñarles a guardar (hacer) las cosas que Él mandó. En
el Sermón del Monte (Mateo 5, 6, 7), el Señor Jesús nos da las
¿La Gran Comisión o la Gran Omisión? 55

instrucciones básicas para amar a Dios, amar al prójimo y uno


mismo. Todo discípulo debe tener este fundamento.
El Señor dijo que hiciéramos discípulos conforme a su mo-
delo, pero no nos dijo exactamente cómo, o sea, no nos dejó
ninguna estrategia en particular. Él dejó el cómo a nuestro crite-
rio a medida que escuchamos la voz del Espíritu Santo, porque
nuestras circunstancias serían diferentes, nuestras épocas serían
diferentes, la cultura, etc. sería diferente.
Una ilustración sencilla de esto sería pensar que el Señor nos
pide que le hagamos una comida para que él coma, pero no nos
dice qué clase de comida es: si es comida china, italiana, mexi-
cana, europea etc. El Señor deja a nuestro criterio qué clase de
comida es la que le vamos a hacer, pero debemos hacerle una
comida. El Señor quiere discípulos; el cómo vamos a lograr los
discípulos, es nuestra porción.
Para ayudarnos en esta labor es que necesitamos la direc-
ción del Espíritu Santo, para que nos dé la estrategia para hacer
discípulos en nuestro contexto y época actual. Es posible que
una estrategia funcione en varios lugares, pero muchos creyentes
han fallado en llevar la Gran Comisión a cabo simplemente por
querer usar estrategias equivocadas en lugares equivocados, en
tiempos equivocados.
Muchos creyentes han pensado que los únicos que deben lle-
var a cabo la Gran Comisión son los misioneros, los evangelistas
y los pastores. No hay nada más irreal, pues la Gran Comisión les
fue dada a los discípulos, o sea a todos los seguidores de Cristo
Jesús. Al diablo le gustaría perpetuar esa idea de que solamente los
misioneros, los evangelistas y pastores pueden hacer discípulos.
56 LA GRAN COMISIÓN
Este libro se trata sobre las cosas que les vamos a enseñar a
los discípulos que levantaremos para el Señor. Esperamos que
con la ayuda del Espíritu Santo, este manual le pueda ayudar a
usted a formarse primero como discípulo y también a formar a
otros como discípulos. Estos son solamente principios básicos
que todo discípulo del Señor Jesús debe saber y hacer, pues el
Señor le dará a usted su propia estrategia para lograr esta Gran
Comisión, por ejemplo, dónde reunirse, por cuánto tiempo reu-
nirse, etc. En todo esto el Espíritu del Señor lo guiará.
El Señor nos da unos puntos importantes a considerar en las
escrituras que acabamos de ver:
1. Es en la Autoridad y poder de Jesús que vamos a hacer
discípulos.
2. Es por todo el mundo que debemos ir. No hay lugar que
deba quedar sin la oportunidad de oír que hay salvación
para ellos en Cristo Jesús. Si no podemos ir nosotros a
otras naciones, debemos ayudar a enviar a alguien más,
pero siempre haciendo discípulos en donde el Señor nos
ha puesto.
3. Algunos no van a creer, pero otros sí. El paso siguiente
para los que creen, es es el ser bautizados en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
4. A los que creyeron y fueron bautizados hay que enseñar-
los a guardar lo que el Señor Jesús mandó. Más adelante
veremos en qué consiste esto.
Alguien tiene que responder al llamado de esta Gran Comi-
sión para que funcione y no se convierta en la Gran Omisión.
¿Seré yo? ¿Será usted?
¿La Gran Comisión o la Gran Omisión? 57

Alguien puede decir: Es que yo no he sido discipulado, ¿cómo


podré discipular a otros? El propósito de este libro es animarlo y
ayudarlo a usted a formarse como discípulo del Señor Jesús para
entonces poder ir y cumplir la Gran Comisión, pues éste es el
deseo del Padre y de Jesús el Hijo Amado, y el Espíritu Santo está
más que dispuesto para ayudarnos en esta tarea tan importante.
En este momento hagamos un alto para hacer una oración para
involucrarnos intencionalmente a hacer discípulos.
Ore en voz alta:
Padre nuestro, gracias por salvarme de la conde-
nación eterna a través del sacrificio de Jesucristo,
y permitirme ahora ser parte de tu Reino.
En este momento abro mi corazón para que tu
Espíritu Santo me llene de poder para ser un(a)
testigo(a) tuyo(a), y llevar a cabo esta Gran Co-
misión que tu Hijo Jesús nos dejó. Necesito tu
estrategia para llevar a cabo esta Gran Comisión
en el lugar y circunstancias en que me encuentro.
Recibo tu sabiduría y tu inteligencia para lograr
esta Gran Comisión. Estoy dispuesto(a) y dispo-
nible para hacer esta tu obra y me rindo a ti para
que me uses con tu poder y con tu gracia. Declaro
esto en el nombre de Jesús. Amén
Si usted lo analiza con más profundidad, el discipulado es
un proceso que requiere y exige tiempo, y también una relación
cercana entre el que enseña y el discípulo. En nuestro contexto
actual (la vida en la ciudad), muchas personas están limitadas de
tiempo. Podemos y debemos usar todos los recursos disponibles
para aprovechar el tiempo: el teléfono, el internet, etc., pero no
podemos olvidar que las relaciones humanas se desarrollan en
58 LA GRAN COMISIÓN
la cercanía. El Señor Jesús pasó tiempo con sus discípulos. Tal
vez no tengamos la oportunidad que tuvo Jesús (aquí es donde
entra nuestro contexto), pero debemos procurar pasar tiempo
con las personas que vamos a discipular. El tiempo es un factor
importantísimo en el discipulado. No solamente tiempo para
enseñar, pero también para compartir las experiencias, y los mo-
mentos agradables y los no tan agradables de la vida del dis-
cípulo. En otras palabras debemos llegar a conocer a nuestros
discípulos, y que ellos nos conozcan a nosotros.
Capítulo 6

Los que no pueden ser


discípulos del Señor Jesús
Todos los creyentes son llamados a ser
discípulos, pero no todos quieren o tienen las características para
ser discípulos. El Señor Jesús explicó que hay ciertos requisitos
que los creyentes en Jesucristo tienen que llenar para ser sus dis-
cípulos. Si no se satisfacen no se puede ser un discípulo del Señor
Jesús. Muchas veces se pierde el tiempo y los recursos tratando de
hacer discípulos de personas que no tienen estas características.
El Señor Jesús no perdió el tiempo con estas personas, sino que
les dijo claramente que para ser sus discípulos había que subir a
otro nivel de compromiso.
Algo importante que no podemos olvidar es que lo que el Se-
ñor nos pide en las siguientes Escrituras, es la aspiración, la me-
dida a la que debemos llegar como discípulos. El Señor Jesús no
LA GRAN COMISIÓN
nos está diciendo estas cosas para eliminarnos, sino al contrario,
para guiarnos a ser verdaderos discípulos. Estas características
son las que se espera que tenga cada discípulo. Menos que eso,
el Señor Jesús dice que no se puede ser su discípulo. Esta debe
ser la meta de cada creyente: tener estas características en todo
momento. Recuerde que es un error muy grave el tratar de ha-
cer discípulos de las personas que no tienen estas características,
pues se va a perder el tiempo y los recursos.
Hay cinco cosas que el Señor Jesús dijo que si no las tenemos
no podemos ser sus discípulos, ni participar en el Reino de Dios:
60 LA GRAN COMISIÓN
1. Amar a Jesús por sobre todas las cosas. Lucas 14: 25, 26
2. Tomar su propia cruz cada día y seguirle. Lucas 14: 27
3. Renunciar a todas sus posesiones. Lucas 14: 28-33
4. Obedecer su Palabra, permaneciendo así en Él. Juan 8:31, 32
5. El que pone la mano en el arado y mira atrás, no es apto
para el Reino de Dios. Lucas 9: 62
¿Por qué está tan interesado el Señor en que seamos discípulos
de él y no simplemente cristianos? Porque hoy día hay muchos
que se llaman cristianos, pero que ni siquiera viven para Cristo
Jesús, mientras que el discípulo es el que está llamado a ser un
ciudadano del Reino de los cielos, y es quien debe andar diaria-
mente en la Constitución y leyes del Reino de Dios, y es el agen-
te de parte de Dios para establecer su voluntad aquí en la tierra.
Vamos a ver estas cinco cosas con más detalles, pues son la
base para seguir edificando el edificio espiritual de nuestras vidas.

Los que no aman a Jesús por sobre todos los amores,


no pueden ser sus discípulos

Lucas 14: 25-33


25
Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les
dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y
madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun
también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y
el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede
ser mi discípulo. 28 Porque ¿quién de vosotros, querien-
do edificar una torre, no se sienta primero y calcula
los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 
29
No sea que después que haya puesto el cimiento, y
Los que no pueden ser discípulos del Señor Jesús 61

no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a


hacer burla de él,  30 diciendo: Este hombre comenzó a
edificar, y no pudo acabar. 31 ¿O qué rey, al marchar a
la guerra contra otro rey, no se sienta primero y conside-
ra si puede hacer frente con diez mil al que viene contra
él con veinte mil? 32 Y si no puede, cuando el otro está
todavía lejos, le envía una embajada y le pide condicio-
nes de paz.  33Así, pues, cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Mateo 10: 37- 38


37
El que ama a padre o madre más que a mí, no es
digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no
es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en
pos de mí, no es digno de mí.

El versículo 25 es muy importante para darnos cuenta de lo


que el Señor Jesús estaba haciendo: Reduciendo la multitud a
discípulos. Hoy día parece que las cosas andan al revés: Quere-
mos multitudes, pero nos encontramos con que hay muy pocos
discípulos. ¿Por qué ocurre esto?
Habrá muchos factores, pero el factor básico con que nos en-
contramos, es que no hay una idea clara de lo que es ser un dis-
cípulo y de hacer un discípulo. Los programas de 13 semanas, en
los cuales se enseñan algunas disciplinas básicas, los seminarios,
los institutos bíblicos, etc. todo eso es bueno y tendrá su lugar
en el Reino, pero eso no produce discípulos a la manera que el
Señor Jesús pide y exige, pues a lo que nos mandó el Señor en la
Gran Comisión, fue a enseñarles a los discípulos a amar a Dios,
y amar al prójimo como a sí mismos hasta que lo hagan. Como
62 LA GRAN COMISIÓN
observaremos, esto tiene que ver con el diario vivir. Estas son
necesidades universales.
El Señor Jesús no estaba rechazando a la multitud –ni no-
sotros tampoco, sino que él quiere que la multitud se convierta
en discípulos, y es por eso que continúa diciendo las siguientes
palabras acerca de los que no pueden ser discípulos.
Versículo 26 (compare con Mateo 10:37, 38). El que viene
a Jesús y no aborrece a la familia, o a sí mismo por causa de él no
puede ser discípulo del Señor Jesús.
Si el Señor Jesús fue quien dijo que amáramos a nuestro pró-
jimo como a nosotros mismos, ¿cómo nos manda a aborrecer, o
a odiar a nuestra familia o aun a nosotros mismos?
Lo que el Señor está diciendo aquí, es que va haber una com-
petencia entre el amor hacia mi familia y el amor hacia Jesús. El
amor mío hacia Jesús debe ser tan grande, que cuando se com-
para con el amor que le tengo a la familia, parece que les odia-
ra. ¿Ha visto esa clase de amor últimamente? ¿Es esa la clase de
amor que usted tiene hacia Jesús? Esto se podría comparar con
que nuestro amor hacia nuestra familia fuera cien dólares, y diez
millones de dólares serían nuestro amor al Señor Jesús. Los cien
dólares (nuestro amor hacia la familia) son buenos, pero cuando
se comparan con diez millones (nuestro amor hacia Jesús), ya no
parecen gran cosa. Esto nos da una idea de lo que el Señor Jesús
está hablando.
No estamos hablando de un amor estilo romántico, sino del
verdadero amor que se entrega y se compromete a obedecer por-
que ya ha sido amado por Dios mismo y ahora quiere amar al
Señor por sobre todas las cosas.
Capítulo 7

Pruebas de amor
hacia Jesús
1 Juan 2: 3-6.
3
Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guar-
damos sus mandamientos.4 El que dice: Yo le conozco,
y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la
verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en
éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfecciona-
do; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo.

Veamos también Juan 14: 15, 21, 23, 24


15
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
21
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es
LA GRAN COMISIÓN
el que me ama; y el que me ama, será amado por mi
Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
23
Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra
guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y ha-
remos morada con él. 24 El que no me ama, no guarda
mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía,
sino del Padre que me envió.

Veamos también Juan 21:15-17


15
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pe-
dro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le
64 LA GRAN COMISIÓN
respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo:
Apacienta mis corderos.16 Volvió a decirle la segunda
vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respon-
dió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea
mis ovejas.17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera
vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo;
tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

En el día de hoy encontramos que muchos que se llaman se-


guidores de Jesús no guardan sus mandamientos, ni están cui-
dando, o pastoreando (discipulando) a otros. El amor hacia Jesús
se demuestra en guardar sus mandamientos, pues de eso se trata
el discipulado, de enseñar a otros a guardar lo que Jesús mandó.
El amor hacia Jesús se demuestra amando y cuidando a otros.
Como dijimos al principio, esto no es solamente para los pasto-
res y evangelistas y misioneros. El que no ama a Jesús, no puede
ser su discípulo. ¿Por qué? Porque el amor a Jesús es lo que nos
ayudará a guardar sus mandamientos, y a amar a los demás como
a nosotros mismos. El que no ama a Jesús no ama a los demás
con amor divino. Los puede amar con amor humano, pero no
con el amor divino. Se requerirá del amor divino para amar a los
discípulos y a los demás.
Esta demostración de amor al Señor Jesús al apacentar y pas-
torear a los corderos y a las ovejas es lo que va a mantener el
discipulado vivo y activo en el mundo. La reacción en cadena del
que ama al Señor Jesús es de esta manera: El que ama al Señor
obedeciendo su palabra de ir y hacer discípulos por todo el mun-
do, sigue demostrando que ama al Señor Jesús por sobre todas las
cosas al cuidar a los bebés en Cristo, y también a los ya maduros
en Cristo, para que estos también aprendan a amar al Señor Jesús
y seguir amándolo al seguir haciendo discípulos.
Pruebas de amor hacia Jesús 65

El Señor Jesús sabe que si nosotros no hacemos que nuestro


amor hacia él sea lo primero y lo más importante, fácilmente
otras personas o cosas pueden tomar ése lugar. Esta es la razón
por la que él demanda que nuestro amor hacia él debe ser lo pri-
mero, y que sin esta característica no se puede ser su discípulo.
Este es el mandamiento principal, esto es amar al Dios encar-
nado. Si no cumplimos este mandamiento, ¿de qué sirven los
otros mandamientos? La iglesia de Éfeso en Apocalipsis 2 dejó el
primer amor. No es que haya primer amor, segundo amor, tercer
amor,…décimo amor, etc. sino que el amor al Señor debe ser el
amor primero o sea, antes que todas las demás personas y cosas.
¿Es el amor suyo hacia Jesús el primer amor, o hay otras cosas y
personas que están ocupando ese lugar?

La mujer que Jesús inmortalizó por su ejemplo de amor


Veamos ahora un ejemplo de amor hacia el Señor Jesús en
Mateo 26: 6-13–compare con Marcos 14: 3-9; Juan 11: 1, 2 y
12: 1-8; Lucas 7: 36-50.
6
Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el lepro-
so, 7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de
perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de
él, estando sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos
se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9 Por-
que esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse
dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por
qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una
buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vo-
sotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al
derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a
fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo
que dondequiera que se predique este evangelio, en todo
66 LA GRAN COMISIÓN
el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho,
para memoria de ella.
En la narración del evangelio de Juan sobre esta historia, dice
que el nombre de la que derramó el perfume era María, y que su
hermana Marta estaba sirviendo en la cena. Veamos ahora Lucas
10: 38-42, para ver el contraste entre Marta y María:
38
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea;
y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39
Esta tenía una hermana que se llamaba María, la
cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y
acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi her-
mana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y
turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es
necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual
no le será quitada.
Estas dos hermanas representan muy bien la manera como de-
bería ser nuestra relación con el Señor. DEVOCIÓN por una
parte, y SERVICIO por otra, y en ese orden. ¿Por qué es este
orden importante? La devoción siempre anda buscando oportu-
nidades para pasar tiempo a los pies del Señor. Si se sirve sin devo-
ción al Señor primero, el servicio se hará en el poder de la carne.
¿Cuál es el error en tener mucha devoción y poco o ningún
servicio? Por ejemplo, los que se van a las iglesias y retiros espi-
rituales, pero que hacen poco o nada por servir al Señor a través
del servicio a los demás.
¿Cuál es el error en tener mucho servicio y poca o ninguna
devoción? Piense en aquéllos que hacen muchas cosas para Dios,
pero que pasan poco o ningún tiempo a solas con él.
Pruebas de amor hacia Jesús 67

¿Con cuál de las dos se identifica usted más?


Por lo que vemos en estas escrituras, María tenía una gran
devoción por el Señor Jesús. Fue esa gran devoción la que mo-
tivó a María a derramar el perfume tan costoso sobre el Señor
Jesucristo. María tenía un perfume de nardo puro que costaba
como trescientos denarios. Un denario era el pago por un día
de trabajo a un jornalero en esa época. Piense en cuánto tiem-
po y esfuerzo le habrá costado a María conseguir el dinero para
comprar este perfume. Este perfume costaba el equivalente de
un año de salario. ¿Cuánto sería eso hoy día para usted? Si usted
tuviera un perfume tan costoso, ¿se lo derramaría al Señor como
hizo María? Si usted tuviera el salario de un año ahorrado, ¿se lo
daría al Señor si él se lo pidiera para extender su Reino? ¿Cree
usted que se puede amar sin dar? ¿Cree usted que se puede dar
sin amar?
¿Cuál fue la reacción de los discípulos frente a este acto de
devoción de María?
Ellos lo consideraron un desperdicio, y pensaron que era una
excelente idea haber vendido el perfume y darles el dinero a los
pobres. Posiblemente ellos ya habían caminado bastante con el
Señor Jesús, y tenían una conciencia desarrollada de que los po-
bres eran importantes y que había que ayudarles (ya veremos este
punto en específico más adelante). En su opinión, ellos pensaban
que estaban correctos, pero ¿qué dijo el Señor Jesús acerca de este
acto de devoción de María? Él lo consideró tan importante que
dijo que dondequiera que se predique el evangelio, se iba a ha-
blar de lo que ella hizo. ¿Considera usted que el deseo del Señor
es que todos aquellos que se llaman discípulos tengan un corazón
tan devoto como el de María? ¿Qué cambios habría entre noso-
tros si tuviéramos un corazón así?
68 LA GRAN COMISIÓN
En la historia de Lucas, el Señor Jesús le explicó a Simón que
la razón por la cual él tenía tan poca devoción era porque él se
sentía que no le habían perdonado mucho, pero también le ex-
plicó que la razón por la cual María pudo tener un corazón con
tal actitud era porque a ella se le había perdonado mucho. Tal
vez algunos de nosotros crecimos en el evangelio, y nos compe-
netramos más con Simón que con María. Tal vez algunos entre
nosotros fuimos rescatados de una vida totalmente perdida, y
nos compenetramos más con María. Usted que simpatiza más
con Simón, ¿cree que es posible que USTED pueda tener un
corazón como el de María? ¿Cómo se consigue un corazón así?
Piense y dé ejemplos y pasos a seguir para obtenerlo, pues este es
el ideal del evangelio del Señor Jesús, tener hombres y mujeres
que cuando otros los miren digan: “¿cómo es que él o ella pue-
de desperdiciar su vida así para Cristo”? ¿No sería glorioso que
nosotros tuviéramos tal devoción al Señor Jesús que dijeran esto
mismo de nosotros?
El obedecer las leyes o mandamientos del Reino no es opcio-
nal. El cuidar y apacentar (discipular) a otros no es opcional. Es
una obligación, pero está basada en el amor al Señor, y porque el
Espíritu Santo nos da el poder para lograrlo, lo haremos. ¿Ya está
comprendiendo por qué es que el Señor Jesús dice que el que no
le ama a él por sobre todas las cosas, no puede ser su discípulo?
Tocaremos más sobre este punto del amor hacia Jesús cuando
más adelante hablemos sobre el tiempo del corazón en la Mesa
del Señor y la relación de permanencia –Juan 15- para poder
tener fuerzas para ser los ciudadanos del Reino y vivir las leyes
del mismo.
Capítulo 8

El que no lleva
su cruz cada día…

no puede ser discípulo de Jesús


Lucas 14:27

Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede


ser mi discípulo.

Lucas 9:23

Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí,


niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

Marcos 8:34-38. LA GRAN COMISIÓN


34
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame.35 Porque todo
el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el
que pierda su vida por causa de mí y del evange-
lio, la salvará.36 Porque ¿qué aprovechará al hom-
bre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?  37
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, el
70 LA GRAN COMISIÓN
Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuan-
do venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Comparemos esto con Gálatas 2:20:

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo


yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí.

El Señor Jesús dijo que el que no lleva su cruz cada día, no


puede ser su discípulo (note que esta cruz de la que se habla aquí
no es la cruz de Jesús, sino la cruz del discípulo, ya que la cruz
de Jesús fue única, y nadie más la puede llevar). La cruz era un
instrumento de muerte. El que llevaba una cruz, se sabía que no
volvería, pues iba camino a la muerte. ¿Qué es lo que se ve hoy
día entre los seguidores de Jesús? Personas que hacen su propia
voluntad todo el tiempo. También encontramos algunos que son
seguidores de Jesús el domingo, o cierto día del año, pero no
todos los días. Estos creyentes no han muerto al yo, a la carne, al
mundo, ni al pecado. El discípulo está dispuesto a permitir que
el Espíritu Santo le ayude en crucificar al yo, a la carne, al mun-
do y al pecado cada día, y no solamente cuando hay un evento
especial, o un servicio de avivamiento. Esto es un compromiso
diario, no ocasional. Esta es la clase de discípulos que el Señor
Jesús está buscando.
Llevar su cruz cada día significa no solamente morir al yo,
sino también a la carne (los deseos pecaminosos del cuerpo y
del alma), al mundo, y al pecado. Llevar la cruz cada día quiere
decir vivir en santidad. El discípulo no necesita un policía es-
piritual que lo esté vigilando todo el tiempo, pues él somete su
voluntad al Espíritu Santo todos los días para que lo santifique.
El que no lleva su cruz cada día… no puede ser discípulo de Jesús 71

Hay creyentes que frente al pastor o a la autoridad espiritual o


a otros creyentes son santitos, pero cuando están solos o con los
mundanos, ellos no viven en santidad. Es por eso que el Señor
Jesús dijo que el que no toma su cruz cada día, no puede ser su
discípulo. El Señor Jesús está buscando personas que amen la
santidad interior, para que se manifieste una santidad exterior.
Más adelante hablaremos de esto cuando toquemos el tema del
carácter o identidad de los ciudadanos del Reino.
También la cruz de cada uno es la vida que el Señor nos ha
permitido vivir particularmente. El Espíritu Santo usará la Palabra
de Dios, y las disciplinas espirituales (la lectura y estudio de la Pa-
labra, la oración, la Mesa del Señor, la comunión unos con otros,
etc.), junto con las circunstancias de su vida para formar la imagen
de Jesús en usted –Romanos 8:29. Muchos no aceptan la cruz de
su propia vida, y los encontramos renegando de la vida y de las
circunstancias que le rodean. El Señor Jesús dijo que los que no to-
man su cruz cada día y le siguen a él, no pueden ser sus discípulos.
La cruz también nos habla de sufrimiento. Es posible que el
sufrimiento nunca llegue a nuestras vidas, pero debemos tener la
disposición espiritual, mental y física de sufrir si es necesario por
el Señor Jesucristo. Hablaremos más sobre esto cuando veamos
las bienaventuranzas o las características de la identidad de los
ciudadanos del Reino.
En Mateo 13: 20-21, el Señor Jesús dijo:
20
Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye
la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no
tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al
venir la aflicción o la persecución por causa de la pala-
bra, luego tropieza.
72 LA GRAN COMISIÓN
Es posible que tengamos que sufrir persecución por causa del
Señor Jesús. Pablo dijo en Romanos 8 que nada nos puede sepa-
rar del amor de Jesucristo si estamos dispuestos a resistir:
Romanos 8:35-39
35
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribu-
lación, o angustia, o persecución, o hambre, o des-
nudez, o peligro, o espada?  36 Como está escrito: 
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos
contados como ovejas de matadero.37 Antes, en todas es-
tas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó.  38 Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni po-
testades, ni lo presente, ni lo por venir,  39 ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.

Pablo también nos cuenta su experiencia al sufrir por Cristo en:


2 Corintios 11:23-31
23
¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco ha-
blo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin
número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas
veces.  24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta
azotes menos uno.25 Tres veces he sido azotado con varas;
una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una
noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 
26
en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peli-
gros de ladrones, peligros de los de mi nación, peli-
gros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en
el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos
El que no lleva su cruz cada día… no puede ser discípulo de Jesús 73

hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en


hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 
28
y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa
cada día, la preocupación por todas las iglesias.  29
¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace
tropezar, y yo no me indigno? 30 Si es necesario gloriarse,
me gloriaré en lo que es de mi debilidad.  31 El Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por
los siglos, sabe que no miento.

Tomar su cruz y vivir en santidad, aceptar la voluntad de Dios


en su vida, y estar dispuesto a sufrir si es necesario por causa de
Jesucristo, es algo que el discípulo tiene que hacer cada día. ¿Está
usted dispuesto a tomar su cruz y seguir al Señor Jesús cada día?
Recuerde que el deseo del Señor Jesús no es eliminarnos, sino de
mostrarnos que Él tiene un nivel más alto de entrega para aquél
que quiere ser su discípulo.
El Señor Jesús dijo que el que no toma su cruz y le sigue a Él
cada día, no puede ser su discípulo.
Capítulo 9

El que no renuncia a sus


posesiones…
no puede ser discípulo de Jesús
Lucas 14: 28-33
28
Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una
torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si
tiene lo que necesita para acabarla?  29 No sea que des-
pués que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla,
todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, 30
diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo
acabar.  31 ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra
otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer
frente con diez mil al que viene contra él con veinte LA GRAN COMISIÓN
mil? 32 Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos,
le envía una embajada y le pide condiciones de paz. 33
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a
todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Muchos no han contado lo que cuesta seguir a Jesús, y luego


cuando el Señor Jesús les pide de lo que tienen, encuentran que
es muy difícil darle al Señor de sus bienes y también de sus recur-
sos (tiempo, talentos, habilidades).
Lo que el Señor Jesús nos está pidiendo es que le demos nues-
tras posesiones a Él, y luego Él nos las deja para que ya no seamos
76 LA GRAN COMISIÓN
más dueños sino mayordomos o administradores. Eso hace toda
la diferencia, pues de aquí en adelante Él dirige nuestras finanzas.
El Señor Jesús quería evitar el problema que tenemos hoy:
Iglesias llenas de personas que no aman a Jesús, que no mueren
cada día al yo, a la carne, al mundo, y al pecado, y que tampoco
ponen sus posesiones al servicio del Señor. ¿Cómo avanzará el
evangelio con creyentes así? ¿Por qué quiere el Señor que renun-
ciemos a todas nuestras posesiones y le hagamos a él el dueño y
señor de todo? Porque así es la única manera en que usted puede
llegar a ser un administrador, y no dueño, de las cosas que ahora
el Señor le va a confiar para el Reino de Dios.
Mientras usted sea el dueño de sus posesiones, cuando usted
diezme o dé alguna ofrenda, es como si usted le diera una limos-
na al Señor, y usted se va a sentir que hizo una gran cosa. Su acti-
tud carnal se elevará porque usted está en control. Por otra parte,
cuando usted haga al Señor el dueño de sus posesiones, si él le
pide que dé el diezmo o alguna ofrenda, usted lo hace con gusto,
y no en la carne, sino ahora como un verdadero administrador de
las cosas de Dios. También usted estará dependiendo del Espíritu
Santo para que le enseñe a usar las posesiones restantes después
de haber dado sus diezmos y ofrendas.
Hoy día hay que “rogarle” a muchos creyentes para que den,
o tal vez haya que motivarles a hacer “negocios” con el Señor:
“si das tanto, el Señor te dará tanto”. O tal vez hay que estar-
les diciendo que el Señor los va a bendecir si dan. Recordemos
que el Señor ya nos bendijo para que podamos darle nuestras
posesiones a él. A los discípulos no hay que pedirles, pues ellos
siempre están buscando oportunidades para invertir en el Reino
de los cielos. Los discípulos están listos para dar, pues tienen sus
finanzas en orden como buenos administradores de las posesio-
nes que el Señor les ha confiado. Recordemos que los que no
El que no renuncia a sus posesiones... no puede ser discípulo de Jesús 77

renuncian a sus posesiones, no pueden ser discípulos del Señor


Jesús. Cuando veamos las siete leyes del Reino en la relación con
el Padre, notaremos que cinco de ellas tienen que ver directa-
mente con el dinero.
Capítulo 10

El que permanece en la Palabra


de Jesús para hacerla…

puede ser discípulo de Jesús


En Juan 8: 31, 32

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en


31

él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis ver-


daderamente mis discípulos;  32 y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres.

1 Juan 2: 3-6
En esto sabemos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus

mandamientos. 4El que dice: «Yo lo conozco», pero no guarda sus


mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. 5Pero el
LA GRAN COMISIÓN
que guarda su palabra, en ése verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo.
La Gran Comisión consiste no solamente en llevar el evange-
lio, sino también en enseñar a los que creen y son bautizados a
guardar las cosas que el Señor Jesús mandó. Muchos han creído y
han sido bautizados, pero no han sido enseñados a guardar las co-
sas que Jesús mandó. Nosotros, los que vamos a hacer discípulos,
debemos tener esto bien claro, pues ésta es la parte en donde las
personas recibirán liberación. Jesucristo es la verdad, y su palabra
es verdad. Conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres.
80 LA GRAN COMISIÓN
El discípulo hace un compromiso con guardar la palabra del Se-
ñor para así poder ser libre. ¿Será por esto que el enemigo pone
tantos obstáculos para que no guardemos la palabra del Señor
Jesús? El que no guarda su palabra, no puede ser su discípulo.
Debemos comenzar, a leer o a oír su palabra. Hoy día no hay
excusas para no oír o leer la Biblia: Hay librerías por doquier;
está la Biblia en CD, en MP3, en el teléfono celular, en el inter-
net, en cualquier lugar.

La fe viene por el oír, y el oír la palabra de Dios


17

Romanos 10:17

Consejos prácticos:
• Hay que sacar tiempo cada día para que la palabra del
Señor nos hable.
• Hay que obedecer lo que el Señor nos dice en su palabra.
• Hay que ayudarles a otros a cumplir la palabra.
Juan 14: 15; 21.
15
El que me ama guarda mis palabras
21
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama; y el que me ama será amado por mi
Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.

Más adelante, estaremos viendo diecinueve mandamientos


básicos que el Señor Jesús nos enseña para tener una excelente re-
lación con los demás, con nuestro Padre Celestial, y con nosotros
mismos. El Señor Jesús llama a estos mandamientos “muy pe-
queños”. Cuando empecemos a ver estos mandamientos, vamos
a notar que la gran mayoría de creyentes no están obedeciendo
estos mandamientos, pues los encuentran demasiado grandes o
El que permanece en la Palabra de Jesús para hacerla… puede ser discípulo de Jesús 81

difíciles para vivirlos. El verdadero discípulo ama a Jesús y guar-


da sus palabras.
El Señor Jesús dijo en Mateo 7: 24-27 que sus palabras son las
que van a hacer que nuestras vidas permanezcan aun en medio
de las dificultades de la vida.
Mateo 7: 24-27
24
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó
su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron
ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella
casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace,
le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella
casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Será de gran bendición para usted y para los demás, si usted


se aprende de memoria los capítulos 5, 6, 7 de Mateo. La verdad
es que no es tan difícil. Veamos un plan para lograrlo en menos
de un mes, y con un esfuerzo mínimo –si usted requiere más
tiempo, úselo, pero haga todo lo posible por aprendérselos:
1. Día 1. Mateo 5: 1-5 Introducción y tres bienaventuranzas
2. Día 2. Mateo 5: 6-8 Tres bienaventuranzas
3. Día 3. Mateo 5: 9-12 tres bienaventuranzas
4. Día 4. Mateo 5: 13 La sal de la tierra
5. Día 5. Mateo 5:14-16 La luz del mundo
6. Día 6. Mateo 5: 17-20 Jesús y la Ley
7. Día 7. Mateo 5: 21-26 Jesús y la ira
82 LA GRAN COMISIÓN
8. Día 8. Mateo 5: 27- 30 Jesús y el adulterio
9. Día 9. Mateo 5: 31-32 Jesús y el divorcio
10. Día 10. Mateo 5: 33-37 Jesús y los juramentos
11. Día 11. Mateo 5: 38-42 Cómo amar a los malos
12. Día 12. Mateo 5: 43-48 Cómo amar a los enemigos
13. Día 13. Mateo 6: 1-4 El dar a los pobres
14. Día 14. Mateo 6: 5-13 Cómo orar
15. Día 15. Mateo 6: 13-15 Cómo orar –perdonar
16. Día 16. Mateo 6: 16-18 Cómo ayunar
17. Día 17. Mateo 6: 19-21 Tesoros en el cielo
18. Día 18. Mateo 6: 22-23 El ojo, la lámpara del cuerpo
19. Día 19. Mateo 6: 24 Dios y las riquezas
20. Día 20. Mateo 6: 25-34 El afán y la ansiedad
21. Día 21. Mateo 7­: 1-5 El juzgar a los demás
22. Día 22. Mateo 7­: 6 Cómo administrar –en sentido general
23. Día 23. Mateo 7­: 7-11Pidiendo, buscando y llamando
para el Reino
24. Día 24. Mateo 7­: 12 La regla de oro
25. Día 25. Mateo 7­: 13-14 La puerta estrecha
26. Día 26. Mateo 7­: 15-20 Por sus frutos los conoceréis
27. Día 27. Mateo 7­: 21-23 Nunca os conocí
28. Día 28. Mateo 7­: 24-29 Los dos cimientos
Si usted nota con atención, verá que por no escuchar y poner en
práctica estas leyes del Reino, las personas comienzan desde tem-
prano a edificar sus vidas en el fundamento equivocado. Cuando
más adelante llegan los problemas de la vida, éstos destruyen lo
que habían edificado. Casi todo ministerio hoy en día está tra-
tando de recoger los pedazos de las vidas destruidas. Es cierto que
El que permanece en la Palabra de Jesús para hacerla… puede ser discípulo de Jesús 83

esto es parte de lo que hacemos como hijos de Dios, pero debemos


recordar que el Señor Jesús quiere que nuestras casas estén funda-
das sobre la roca, o sea, sus palabras, para que cuando vengan los
problemas de la vida, nuestras vidas no sean destruidas.
Los que guardan la palabra del Señor serán verdaderos
discípulos.
Capítulo 11

El que pone la mano en el


arado y mira atrás…
no puede ser discípulo de Jesús
Lucas 9: 57-62
57
Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré
adondequiera que vayas. 58 Y le dijo Jesús: Las zorras
tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.59
Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que
primero vaya y entierre a mi padre.  60 Jesús le dijo:
Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y
anuncia el Reino de Dios.     61 Entonces también dijo
otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida LA GRAN COMISIÓN
primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo su mano en el arado mira ha-
cia atrás, es apto para el Reino de Dios.

Cuando el Señor Jesús habló acerca de un arado, toda per-


sona que le escuchaba sabía de lo que él estaba hablando. Hoy
día muchos de los que viven en las ciudades desconocen lo que
es un arado. Un arado es un instrumento para romper la tierra
y hacer surcos para luego sembrar esa tierra. El arado es tirado
por animales, caballos, mulos, bueyes, etc. y la persona que ara
debe estar siempre mirando hacia el frente, pues si no lo hace,
empieza a arar torcido y daña todo el campo. Muchas veces para
86 LA GRAN COMISIÓN
mantener la mirada fija hacia el frente, se mira a un árbol, o a
una piedra que está al otro lado del campo para así mantener la
mirada derecha. Otra razón por la que hay que mirar hacia ade-
lante es para ir viendo cómo está cortando la cuchilla del arado
–qué profundidad lleva; si muy poca o demasiada profundidad
y si le está haciendo daño a los animales, pues los está cansando.
Es lamentable ver cómo muchos comienzan a seguir a Jesús,
y lo siguen por un tiempo, pero luego abandonan el camino. El
Señor Jesús dijo: “El que persevere hasta el fin, éste será salvo” –Ma-
teo 10:22; Mateo 24: 13; Marcos 13:13. Si alguien mira atrás,
no es apto para el Reino de Dios. Hablando espiritualmente, el
Señor nos sacó de este mundo y nos ha puesto en el Reino de
Dios. ¿Qué cosa valiosa quedó atrás? Todo lo valioso está ahora
hacia el frente. El discípulo tiene un propósito nuevo, y un nue-
vo porvenir. El pasado debe quedar atrás, y debemos empezar a
ver lo nuevo que tenemos en el Reino de Dios. Los que miran
hacia atrás empiezan a arar torcido, y no se puede plantar en un
campo mal arado. Ahora bien, muchos vuelven atrás porque no
han tenido a alguien que les tome de la mano y les enseñe a ser
discípulos de Jesucristo. Muchos vuelven atrás porque están ca-
minando solos y no tienen compañeros que los ayuden cuando
ellos caen en el camino, y también en el proceso como discípu-
los. El que hace discípulos nunca está solo, ni el que está siendo
discipulado está solo.
Tal vez usted está leyendo este libro sobre discipulado y usted
nunca ha sido discipulado a la manera en que el Señor Jesucristo
mandó. En otras palabras, a usted nadie le tomó desde que acep-
tó al Señor Jesús y le agarró de la mano y le dijo: “Yo te voy a en-
señar las leyes del Reino de Dios hasta que tú las estés viviendo,
y después tú se las enseñarás a otro de igual manera”. Si este es el
caso suyo, no se desanime, sino al contrario, pues ahora usted va
El que pone la mano en el arado y mira atrás… No puede ser discípulo de Jesús 87

a romper ese ciclo en su vida, y usted comenzará a hacer discípu-


los de la manera que el Señor Jesús mandó en la Gran Comisión.
Muchos vuelven atrás en el momento de las pruebas de la
vida, o del ataque del maligno por medio de las tentaciones, etc.
pero el discípulo decide seguir a Jesucristo y ya no mira atrás. Us-
ted no volverá atrás, sino que ayudará a muchos a no volver atrás.
En este momento declare con su boca que usted ha puesto las
manos en el arado y que no mira hacia atrás, sino hacia Jesús, el
autor y el consumador de nuestra fe.
Capítulo 12

Los discípulos de Jesús llevan mucho


fruto y así es glorificado el Padre

Juan 15:1-8
1
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  2
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y
todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve
más fruto.  3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado.  4 Permaneced en mí, y yo en vo-
sotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco voso-
tros, si no permanecéis en mí.  5 Yo soy la vid, vosotros
los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis LA GRAN COMISIÓN
hacer.  6 El que en mí no permanece, será echado fuera
como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en
el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y
os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

¿Cuál es el fruto que el Señor está esperando de sus discípu-


los con el cual el Padre será glorificado? El Señor espera que se
produzca el fruto del Espíritu Santo en los discípulos tal como
lo encontramos en
90 LA GRAN COMISIÓN
Gálatas 5:22, 23

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, pacien-


22

cia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templan-


za; contra tales cosas no hay ley.

Este fruto es la imagen de Jesús formada en nosotros por el


Espíritu Santo. Por eso es que esto trae gloria al Padre. El propó-
sito de formar un discípulo, es ayudarlo a que él se someta al Es-
píritu Santo a través de la palabra, para que en las circunstancias
de la vida, él pueda ser transformado a la imagen de Jesús
Romanos 8:29

29 “Porque a los que antes conoció, también los predes-


tinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.” 

¿Cómo se conoce que somos discípulos de Jesús?


Juan 13:35

35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si


tuviereis amor los unos con los otros.

El amor conquista todo. El amor es lo que va a permanecer por


siempre. El ser discípulos nos brinda la oportunidad de aprender
a amar a nuestros semejantes con el amor de Dios. Recordemos
que el Reino de Dios es un Reino de relaciones: relaciones
humanas, relación con Dios nuestro Padre, relación con uno
mismo. El propósito del enemigo de nuestras almas es el de
romper y acabar con esas relaciones aún desde nuestra niñez.
El deseo de Dios es que tengamos paz en las relaciones humanas,
Los discípulos de Jesús llevan mucho fruto y así es glorificado el Padre 91

paz con el Padre, y paz con nosotros mismos. La gran mayoría


de nosotros ha experimentado el rompimiento de las relaciones
humanas –entre esposos, entre padres e hijos, entre familiares,
entre amigos, entre vecinos, entre compañeros de trabajo o de
escuela, etc. Todos hemos experimentado el rompimiento de la
relación con Dios Padre. También muchas veces nos hemos de-
fraudado a nosotros mismos. El propósito del Reino de Dios es
restablecer esas relaciones rotas, y ayudarnos a mantener las que
tenemos, y a formar nuevas relaciones de una manera sana.
El hombre está diseñado para ser amado y para amar. Dios ya
mostró su amor hacia nosotros a través del sacrificio de Jesús en
la cruz, quien habiendo resucitado al tercer día, nos ha abierto
la entrada al Reino de Dios, para que ahora nosotros podamos
amar a nuestros semejantes con el amor de Dios. El amor per-
manece para siempre.
El Apóstol Pablo nos muestra en 1 Corintios 13 lo que es el
amor y lo que no es el amor:
1 Corintios 13: 1-.:13
1
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena, o címba-
lo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese to-
dos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe,
de tal manera que trasladase los montes, y no tengo
amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para
dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para
ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4El
amor es sufrido, es benigno;5 el amor no tiene envidia,
el amor no es jactancioso, no se envanece; 6no hace
nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guar-
da rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
92 LA GRAN COMISIÓN
verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta. 8El amor nunca deja de ser; pero las profecías
se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
9
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
10
mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en
parte se acabará. 11Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas
cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12Ahora
vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos
cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces co-
noceré como fui conocido. 13Y ahora permanecen la fe,
la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos
es el amor.

Más adelante, cuando veamos las diecinueve leyes del Rei-


no de los Cielos, notaremos cómo es que el amor es la motiva-
ción principal para mantener las relaciones humanas, la relación
con el Padre, y la relación con uno mismo. El Señor dijo que
el mandamiento principal es amar a Dios sobre todas las cosas
y el segundo es amar al prójimo como a uno mismo –Marcos
12:28-33. En estos versículos encontramos resumido el Sermón
del Monte de Mateo 5, 6, 7, pues ahí se nos habla precisamente
de amar a Dios, de amar al prójimo y de amarse a uno mismo. Si
uno no ama a Dios no puede amar al prójimo. Si uno no se ama
a sí mismo no puede amar al prójimo, pues la medida para amar
al prójimo es uno mismo. Mientras más recibamos del amor de
Dios, más nos vamos a amar a nosotros mismos, y vamos a amar
más a nuestro prójimo.
Capítulo 13

Cómo se desarrolla
un discípulo

El discipulado no es ni un método, ni
un programa, sino el resultado natural de seguir a Jesús como
Señor y salvador en una relación personal con él. Nosotros,
como seguidores y discípulos de Jesús vamos a enseñar a otros
a seguir a Jesús para que sean también sus discípulos. Lo que
estamos procurando no es “imitar” a Jesús, sino que el Espí-
ritu Santo forme la imagen de Jesús en nosotros ahora que
somos nuevas criaturas y tenemos su vida en nosotros. En el
discipulado no se trata de ejercer control ni poder sobre la
otra persona. No se trata de imponer disciplinas ni formas
sobre las personas.
El discipulado sería como una buena relación entre padres e
LA GRAN COMISIÓN
hijos, en donde los hijos son cuidados, ayudados, guiados, co-
rregidos y disciplinados con amor y ternura, y donde los hijos
entienden el rol de los padres, y se someten voluntariamente a
la labor de amor de éstos, con la intención de que ellos también
puedan llegar a ser padres. El resultado es una “familia” espiritual
en donde el crecimiento es continuo. Esto es difícil de lograr si
no ponemos esto como nuestra meta.
Este tipo de discipulado requiere tiempo, entrega, dedicación,
compromiso etc. de AMBAS PARTES –del que está discipulan-
do, y del que está siendo discipulado. Si esto no ocurre, no va
94 LA GRAN COMISIÓN
haber progreso ni avance en la relación personal ni con el Señor
Jesús. Lo siguiente es la entrega del discípulo6:
1. Confiar y creer en Jesús como Señor y Salvador
2. Deseo de ser un aprendiz de Jesús –su discípulo
3. Obediencia a Jesús, aun cuando no entendamos o nos
guste
4. Esa obediencia nos guía y luego sale de la completa trans-
formación interior del corazón y del alma, formando así el
fruto del Espíritu
5. Hay poder para hacer las obras del Reino
Veamos con un poco más de detalles:
1. Confianza y dependencia en Jesús como “El Hijo de
Dios”, el señalado para salvarnos. Pasajes relevantes de las
escrituras son: Juan 3: 15; Romanos 10:9-10; y 1 Corin-
tios 12: 3. Esta confianza es una realidad, y es en sí misma
la verdadera manifestación de la “vida de arriba”, no de
capacidades humanas normales. Es, como Hebreos 11:1
dice: “la convicción de lo que no se ve”. Cualquiera que
verdaderamente tiene esta confianza puede estar comple-
tamente seguro de que está “incluido”.
2. Pero esta confianza en la persona de Jesús naturalmente
llevará a un deseo de ser su aprendiz en cómo vivir en y
desde el Reino de Dios. Solamente un proceso histórico
que envuelve muchas confusiones y falsas motivaciones
pudo llevarnos a nuestra situación actual, en la cual se
piensa que la fe en Jesús no tiene conexión natural con

6 Cinco dimensiones o etapas en La Vida Eterna: Tomado del libro: La cons-


piración divina “The Divine Conspiracy”, by Dallas Willard, página. 367
Cómo se desarrolla un discípulo 95

un discipulado hacia él. Nuestro aprendizaje hacia él sig-


nifica que vivimos dentro de su palabra, esto es, en poner
sus enseñanzas en práctica (Juan 8: 31). Y esto, progresi-
vamente integra nuestra existencia completa dentro del
glorioso mundo de la vida eterna. Llegamos a ser “verda-
deramente libres” (Juan 8:32).
3. La abundancia de vida entendida a través de aprender de
Jesús, “continuando en su palabra”, naturalmente lleva a
la obediencia. Las enseñanzas que hemos recibido y nues-
tra propia experiencia al vivir esas enseñanzas, nos llevan
a amar a Jesús y al Padre con todo nuestro ser: corazón,
alma, mente, y fuerza corporal. Así que amamos el obede-
cerle, aun cuando todavía no entendamos, o nos “guste”
lo que se nos requiere. “Si me amas,” dijo Jesús, “guarda
mis mandamientos” (Juan 14: 15). Y “el que tiene mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama: y el
que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él” (vers. 21). El amor de Jesús nos sustenta
a través del curso de disciplina y entrenamiento que hace
que la obediencia sea posible. Sin ese amor, no nos que-
daremos para aprender.
4. La obediencia, con la vida de disciplina que requiere, nos
guía, y luego sale de la completa transformación interior
del corazón y del alma. La condición residente en el discí-
pulo viene a ser una de “amor, gozo, paz, paciencia, be-
nignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templan-
za” (Gálatas 5:22; compare con 2 Pedro 1: 2-11). Y el
amor es genuino desde lo más profundo de nuestro ser.
Estos son llamados “el fruto del Espíritu” porque no son
efectos directos de nuestro esfuerzo, sino que son pro-
ducidos en nosotros mientras admiramos y emulamos
96 LA GRAN COMISIÓN
a Jesús y hacemos lo que sea necesario para aprender a
cómo obedecerle.
5. Finalmente, hay poder para hacer las obras del Reino. Una
de las declaraciones más impresionantes que Jesús hizo, y
fue durante su “discurso inicial” –el sermón del monte,
es que “aquellos que creen en mí harán las obras que yo
hago; y aún mayores harán” (Juan 14:12). Tal vez nos sen-
timos perplejos e incompetentes frente a esta declaración.
Pero recordemos que el mundo en que vivimos necesita
desesperadamente que esa clase de obras sean hechas. Esas
obras no serán hechas como una exhibición o para impre-
sionarnos a nosotros mismos o a otros. Pero, francamen-
te, aun una “obra” de tamaño moderado es más de lo que
la mayoría de la vida de una persona podría resistir. Una
buena respuesta pública a nuestra oración podría ser lo
suficiente como para encerrarnos en semanas de superio-
ridad espiritual. Una cantidad grande de poder requiere
un gran carácter si va a ser una bendición y no una mal-
dición, y ese carácter es algo en lo que tenemos que seguir
trabajando. Aun así, es la intención de Dios de que en su
Reino tengamos tanto poder como el que podamos llevar
para bien. En verdad, su objetivo en el desarrollo del ca-
rácter humano es empoderarnos para que hagamos lo que
quisiéramos. Y cuando estemos desarrollados completa-
mente a la semejanza de Jesús, y que tengamos “la mente
de Cristo,” eso es lo que acontecerá –para el gran gozo y
alivio de Dios, sin duda.
Capítulo 14

Hacer Discípulos
El objetivo principal de la Gran Comisión

Si queremos lograr algo en cualquier as-


pecto de la vida, tenemos que determinar 3 cosas:
1. El objetivo o meta
2. El plan o estrategia para llevarlo a cabo
3. Los medios o recursos para lograrlo
El deseo de Dios es salvar a la humanidad y ya mandó a Jesu-
cristo como mediador para que esto se logre
1 Timoteo 2:3-6
3
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios LA GRAN COMISIÓN
nuestro Salvador,  4 el cual quiere que todos los hom-
bres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.  
5
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre,   6 el cual se dio a
sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimo-
nio a su debido tiempo.

Cuando el Señor Jesús completó la obra de redención para la


humanidad
1. Nos da la Gran Comisión de ir y hacer discípulos ensenán-
doles a guardar los dos mandamientos principales como ob-
jetivo o meta.
98 LA GRAN COMISIÓN
2. El plan o estrategia para llevar la Gran Comisión nos va
a ser dado por el Espíritu Santo de acuerdo a nuestras
circunstancias o momento en que vivimos –por ejemplo,
no se usa la misma estrategia para hacer discípulos en un
lugar donde hay libertad, que en uno donde hay perse-
cución.
3. Nos da los medios o recursos para lograrlo, los cuales van
a venir de Dios a través de los dones del Espíritu –Efesios
4: 11, 12; 1 Corintios 12, Romanos 12:6-8, y por medio
de los discípulos que:
1. Le han dado el primer lugar al amor hacia el Señor
Jesús.
2. Toman su cruz cada día y siguen a Jesús.
3. Le han dado a Jesús todas sus posesiones.
4. Aman su palabra y la obedecen. –Lucas 14: 26- 33;
Juan 8: 31, 32.
5. Han puesto la mano en el arado y no miran hacia
atrás. Lucas 9: 62.
Cuando tenemos la Gran Comisión de hacer discípulos como
objetivo claro, TODO lo que hacemos tiene que concentrarse
en lograr esto. El problema es que la Gran Comisión no ha sido
un objetivo claro, y empezamos a tener otros objetivos o metas
como enfoque. Al enemigo de nuestras almas le encanta esto
y de hecho nos engaña de una manera muy sutil al hacer que
perdamos el objetivo de la Gran Comisión y pongamos nuestra
energía y recursos en cosas que parecen espirituales y buenas.
¿Cuántos programas no existen hoy día en las iglesias que lo que
están haciendo es quitar nuestra energía, nuestros recursos, nues-
tro tiempo, etcétera, y no nos dejan tiempo ni recursos para lo
principal que es hacer discípulos?
Hacer Discípulos El objetivo principal de la Gran Comisión 99

Los apóstoles -misioneros, profetas, pastores, evangelistas y


maestros de hoy en día deben tener bien claro el objetivo de la
Gran Comisión, y con la ayuda del Espíritu Santo desarrollar
las estrategias necesarias para que dentro de las congregaciones
locales se logre la Gran Comisión.

Dificultades para lograr la Gran Comisión:


No hay una visión clara de la Gran comisión. Muchos cre-
yentes hoy día están contentos con simplemente ser salvos y con-
fiar que irán al cielo. Hágase la pregunta: ¿Es mi prioridad el ser
un discípulo de Jesucristo y de hacer discípulos a otros, enseñán-
doles a guardar lo que el Señor Jesús mandó?
Muchos cristianos lo son solamente de nombre, y por eso no
hay entrega al discipulado.
Los creyentes nuevos no saben qué hacer, pues casi nadie
quiere ocuparse de los creyentes nuevos. Los creyentes más an-
tiguos no saben qué hacer, pues a casi ninguno se les enseñó a
ser discípulos de acuerdo al modelo del Señor Jesús. Se sigue
perpetuando este ciclo.
Nosotros queremos romper este ciclo y cumplir el deseo
de Dios.
Capítulo 15

Los discípulos y el
Reino de Dios

El mandato del Señor para que hiciéramos


discípulos –enseñándoles que guarden todas las cosas que
el Señor Jesús mandó—es con el propósito de que los dis-
cípulos lleguen a actuar como ciudadanos del Reino de Dios
y que aprendan a practicar las leyes del Reino de Dios. Los
discípulos son los únicos que pueden aprender a vivir en el
Reino de Dios.
Marcos 1:15 nos dice que el Reino de Dios se ha acercado
y para poder entrar hay que arrepentirse y creer al evangelio.
Romanos 10: 8-13 nos habla del creer con el corazón que Dios
resucitó a Jesús de entre los muertos y confesar con la boca que
LA GRAN COMISIÓN
Jesús es el Señor de su vida. Si usted no se ha arrepentido y no
ha creído al evangelio, usted puede ser un amigo del evangelio
o hasta creerse “cristiano”, pero sin arrepentimiento y sin creer
y confesar con su boca que Jesús es su Señor, no puede nacer de
nuevo y entrar en el Reino de los cielos–Juan 3:1-8.
Si hay un Reino, debe haber un Rey, y ese Rey se llama Jesús. Si
hay un Reino debe tener un territorio, el cual es todo el mundo.
Si hay un Reino, debe haber ciudadanos, y si hay un Reino debe
haber leyes en ese Reino. Mateo capítulos 5, 6, y 7 nos muestra
la Constitución o leyes del Reino de Dios o el Reino de los cielos.
102 LA GRAN COMISIÓN
En Mateo 5: 1-2 se nos dice:
1
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vi-
nieron a él sus discípulos 2 Y abriendo su boca les ense-
ñaba, diciendo:

Casi todos hemos visto las películas cristianas, en donde el Se-


ñor Jesús le está enseñando el “sermón del monte” a la multitud,
estando él en la cima del monte, y la multitud escuchando en la
falda del monte. Note con atención lo que dicen los versículos l
y 2 una vez más. Dicen que el Señor viendo a la multitud subió
al monte y sentándose, llamó a los discípulos con él y empezó a
enseñarles. Él no le estaba hablando a la multitud, pues los de la
multitud no pueden participar del Reino. Él les estaba hablando
a los discípulos, y si la multitud escuchó lo que él estaba dicien-
do, fue como un efecto secundario y no el principal. El subir
al monte nos habla de un estado espiritual más alto, o sea una
relación más íntima con el Señor y un compromiso mayor. El
Señor está interesado en las multitudes, pero muchísimo más en
los discípulos, pues éstos son los que van a vivir en el Reino de
Dios y alcanzarán las multitudes más adelante.
En Lucas 14: 25-34, dice que “grandes multitudes iban con
él”, pero volviéndose les dijo tres cosas por las cuales no se puede
ser discípulo del Señor. Ya vimos esto anteriormente con un poco
más de detalles. El Señor Jesús estaba reduciendo la multitud a
discípulos. Es lamentable que hoy día haya muchos líderes espi-
rituales que están más interesados en las multitudes que en hacer
discípulos, y es por eso que en el cristianismo de hoy tenemos un
testimonio tan débil frente al mundo físico y al mundo espiritual.
Aquí el Señor nos va a decir a los discípulos cómo es que
son los ciudadanos del Reino. Ellos tienen once características
que van a producir gloria al Padre. Estas características son
Los discípulos y el Reino de Dios 103

LA IDENTIDAD DE LOS HIJOS DEL REINO. El Señor


Jesús nos da esta identidad, para que sepamos quiénes somos,
y actuemos conforme a lo que somos. A estas características se
les llama Bienaventuranzas o felicidad en extremo. Todos andan
buscando la felicidad, pero ésta solamente viene como resultado
de ser un ciudadano del Reino de los Cielos quien trae gloria a
Dios con su vida. Esta es la “Tarjeta de Identificación” de los ciu-
dadanos del Reino de Dios. Los ciudadanos del Reino no andan
buscando la felicidad; ellos son felices porque las características
que tienen les hacen llevar la felicidad a cada lugar en donde
llegan. En otras palabras, ellos son felices en todas las circunstan-
cias. Además, los ciudadanos del Reino de los Cielos no andan
reaccionando a las acciones buenas o malas de las demás per-
sonas, sino que ellos son los que actúan, y las demás personas
deben reaccionar a sus acciones buenas. Debemos recordar que
para tener estas características debemos mantener una relación
muy íntima con el Espíritu Santo, y una dependencia total en Él,
pues de otra manera es imposible vivir en el Reino de los Cielos.
Veamos estas once características o identidad de los ciudada-
nos del Reino de Dios en Mateo 5: 3-16:
1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos
es el Reino de los cielos. Esta identidad nos habla de hu-
mildad y del reconocimiento de que no somos nada sin
Dios. El reconocer que somos pobres en espíritu también
nos va a ayudar a darnos cuenta de que somos iguales a
todos los demás seres humanos, y que no somos mejores
ni peores que ellos. Esto nos va a ayudar mucho en las
relaciones humanas, en nuestra relación con el Padre, y en
nuestra relación con nosotros mismos. El discípulo que
reconoce que es pobre en espíritu depende totalmente del
Espíritu Santo para vivir en el Reino de Dios. La raíz de
104 LA GRAN COMISIÓN
todo pecado es el orgullo. El orgullo fue el pecado de Sa-
tanás, cuando dijo:
13
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios,
levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sen-
taré, a los lados del norte; 14 sobre las alturas de las nubes
subiré, y seré semejante al Altísimo Isaías 14:13,14.

El orgullo es lo mismo que Satanás pone en el corazón de


los hombres para que se independicen y se alejen de Dios
diciendo que no lo necesitan. El orgullo es lo que hace
que un hombre se sienta superior a otro hombre, cuando
en realidad todos somos iguales ante los ojos del Padre.
¿Cómo se reconoce el orgullo? Note que el orgulloso siem-
pre habla de él mismo y de sus logros. Alguien dijo que en
la gramática natural del idioma Español, los pronombres
personales son: YO, TÚ, Él, pero que en el Reino de Dios
es: Él (Dios Padre), tú (mi prójimo), yo.
Cuando el Señor Jesús entró en Jerusalén, en lo que se co-
noce como la entrada triunfal, él no hizo lo que era la cos-
tumbre de la época –Mateo 21:1-12. Era costumbre en la
antigüedad de que los reyes entraran en un gran caballo
blanco cuando conquistaban alguna ciudad o territorio,
pero el Señor vino humilde montado sobre un pollino.
¿Por qué vino así? Porque vino a establecer el Reino de
Dios en los corazones, y no como un Reino terrenal. En el
Reino de Dios, esta primera identidad de los ciudadanos
del Reino de los Cielos acaba con el orgullo. El orgulloso
no cabe en el Reino de Dios.
Un día no muy lejano el Señor Jesús vendrá como el Rey
de reyes y Señor de señores sobre un caballo blanco, y
Los discípulos y el Reino de Dios 105

establecerá su Reino de paz por mil años -Apocalipsis


19:11-16. Entre tanto que él venga, nosotros somos ahora
sus representantes. Si el Rey es humilde, ¿cómo deben ser
los embajadores que lo representan a él?
2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán
consolación. Esta identidad del ciudadano del Reino de
Dios nos habla de sufrimiento con propósito. Llegará un
momento en la vida del discípulo cuando él o ella verá las
cosas como Dios las ve, y entonces llorará por los perdidos
y por los necesitados; llorará por las injusticias, y la falta
de amor y perdón que hay a su alrededor, pero no será un
lloro en vano, sino que un día recibiremos la consolación
del Padre.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos…
Apocalipsis 21:4
3. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la
tierra por heredad. Esta identidad de los ciudadanos del
Reino de Dios nos habla de personas que son dóciles, obe-
dientes, sumisos, domésticos, manejables, dúctiles, disci-
plinados, dependientes. Estos no son mensos sino man-
sos. El manso no anda buscando ni promoviendo pleitos y
rencillas, sino al contrario, las evita. En la restauración de
todas las cosas, la promesa de esta bienaventuranza es que
ellos recibirán la tierra por heredad, pues ellos sí son ca-
paces de gobernar con mansedumbre. El discípulo manso
aprende a gobernar su vida y su casa, y un día gobernará
la tierra al lado del Rey Jesús.
4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de jus-
ticia, porque ellos serán saciados. Esta identidad de los
ciudadanos del Reino de Dios nos habla de personas que
106 LA GRAN COMISIÓN
quieren ver la justicia de Dios en acción en sus vidas para
llegar a ser justos, y lo van a lograr. En el capítulo 6 de
Mateo, cuando hablemos de las leyes del Reino que go-
biernan nuestra relación con el Padre, veremos con más
detalles cómo se logra llevar a cabo la justicia social.
5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos al-
canzarán misericordia. Esta identidad de los ciudadanos
del Reino de Dios nos habla de personas que tratan a los
demás con compasión, piedad y ternura. Misericordia es
no pagarle a la otra persona que ha hecho mal conforme a
lo que se merece, sino con el amor de Dios. La misericor-
dia triunfa sobre el juicio. La misericordia es la que aplaca
a la venganza. La misericordia es la que mira con ojos
buenos, y busca cómo ayudar a los necesitados.
6. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos
verán a Dios. Esta identidad de los ciudadanos de Reino
de Dios nos presenta la solución a todo problema interno
del ser humano, pues del corazón humano salen todos los
pecados.
Marcos 7: 20-23; (Mateo 15:18-20)7

“Pero decía que lo que sale del hombre, eso contamina


al hombre, porque de dentro, del corazón de los hom-
bres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias,
las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la ca-
lumnia, el orgullo y la insensatez. Todas estas maldades
salen de dentro y contaminan al hombre.

7 Ver Mateo 15:18-20


Los discípulos y el Reino de Dios 107

Es de ahí la importancia de tener un corazón limpio, pues


los de limpio corazón verán a Dios obrando con poder
en sus vidas y también cara a cara en la eternidad. Del
corazón limpio emana la verdadera santidad interior, que
fluye hacia el exterior. Las leyes del Reino de Dios no son
simples leyes exteriores, sino que como veremos cuando
tratemos esas leyes en detalles, son leyes que están en el
interior, en el corazón. Es por eso que el que no tiene un
corazón limpio no puede cumplir las leyes del Reino de
Dios. Esa limpieza solamente la encontramos en la San-
gre de Jesucristo, siendo aplicada constantemente por el
Espíritu Santo a los ciudadanos del Reino. Recordemos
que una de las características principales del Nuevo Pacto,
es que el Señor pondrá sus leyes en nuestras mentes y las
escribirá en el corazón –Hebreos 8:10. Cuando tratemos
el tema de la Mesa del Señor, tocaremos este tema del
corazón con un poco más de profundidad.
7. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Esta identidad de los ciudadanos
del Reino de Dios, tiene que ver con algo tan importan-
te, que los que la tienen serán llamados hijos de Dios. El
mensaje de Navidad es: Gloria a Dios en las alturas, y en a
tierra paz y buena voluntad para con los hombres. –Lucas
2: 14. Cuando el Señor Jesús envío a sus discípulos a pre-
dicar el Reino de Dios, les dijo que lo primero que tenían
que decir cuando llegaban a una casa era un saludo de paz
–Mateo 10:11-13. ¿Por qué? Porque en la mayoría de los
hogares no hay paz, sino pleitos, contiendas, disensiones,
etc. Los pacificadores son los promotores de paz, tratando
de eliminar los pleitos y las disensiones que el diablo ha
estado sembrando desde hace mucho tiempo para des-
truir las relaciones personales. La vida se torna muy dura
108 LA GRAN COMISIÓN
y amargada cuando no hay paz en las relaciones humanas.
Es el Dios de paz quien va a aplastar en breve a Satanás
bajo nuestros pies –Romanos 16:20. El fruto del Espíritu
es paz –Gálatas 5:22. La paz mental es fundamental para
los ciudadanos del Reino, pues muchos de los pleitos se
batallan o se pelean en la mente. La palabra del Señor nos
dice que:

Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vues-


tras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego,
con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepa-
sa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que
es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno
de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis, re-
cibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de
paz estará con vosotros . –Filipenses 4:6-9.

En Isaías 26:3 el Señor nos dice que:

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamien-


to en ti persevera, porque en ti ha confiado.

Veremos este asunto de la paz con más detalles cuando


hablemos de la mente en la sección de La Mesa del Señor.
8. Bienaventurados los que padecen persecución por parte
de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Esta identidad de los ciudadanos del Reino de Dios nos
habla de la resistencia, el aguante, que poseen los hijos del
Reino. Aunque usted sea justo, no todos van a aceptar ese
Los discípulos y el Reino de Dios 109

tipo de vida, sino que habrá persecución por esta causa.


¿Y esto trae felicidad? Solamente los que tienen la mente
del Reino de los cielos entienden esto. Cuando sufrimos
por Cristo, no debemos preguntarnos “por qué”, sino
“para qué”. El ciudadano del Reino no es alguien quien
sufre por gusto o placer. De hecho, a ninguna persona
normal le gusta sufrir. Lo que debemos tener es una acti-
tud o mentalidad de que si es necesario, vamos a sufrir por
causa de Jesucristo, y lo vamos a hacer no con quejas, sino
sabiendo que eso trae una felicidad eterna que comienza
aquí en la tierra. El apóstol Pedro hace eco de esto en su
primera epístola:
15
Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida,
o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;
16
pero si alguno padece como cristiano, no se avergüen-
ce, sino glorifique a Dios por ello.

1 Pedro 4:15, 16
9. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vitupe-
ren y os persigan, y digan toda clase de mal contra vo-
sotros, mintiendo. Hoy día se habla muy mal de algunos
que se llaman hijos de Dios, pero es verdad lo que se
dice y no se está mintiendo cuando se dice mal de ellos.
Ellos no traen gloria al Padre, sino vergüenza a la causa
de Cristo. Estemos seguros que cuando hablen mal de
nosotros, lo hagan mintiendo. Un ejemplo bien claro de
cómo los primeros discípulos practicaron esto se encuen-
tra en Hechos 5: 41 donde dice: Y ellos salieron de la
presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por
dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Hoy
día hay una gran persecución a nivel mundial sobre los
110 LA GRAN COMISIÓN
cristianos. En algunos países hay muchos mártires porque
los discípulos han decidido seguir a Jesús, y han dejado
su religión antigua. Es posible que usted esté atravesan-
do por esta persecución. No se desaliente, sino cobre áni-
mo en las palabras de nuestro Señor Jesús, pues usted es
bienaventurado, usted es dichoso.El Señor Jesús le dice:
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande
en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que
vivieron antes de vosotros.

Sal y luz de la tierra.


13
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desva-
neciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada,
sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada
sobre un monte no se puede esconder.15 Ni se enciende
una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que están en casa.16
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos.

Mateo 5: 13-16
Esta identidad de los ciudadanos del Reino nos habla de que
como la sal de la tierra que somos, estamos llamados a dar sabor
y a preservar, y como luz del mundo que somos, a dar luz en
medio de la oscuridad. El Señor nos llama a hacer nuestra fun-
ción de lo que somos. No es que llegaremos a ser sal y luz, sino
que ya la somos ahora que estamos en el Reino de Dios. El
propósito de Dios para nuestras vidas es que las demás personas
vean nuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los
Los discípulos y el Reino de Dios 111

cielos. Seremos un reflejo del Padre, y otros verán cómo es el


Padre al ver nuestras buenas acciones.
El enemigo de nuestras almas está muy contento cuando los
cristianos se quedan en las cuatro paredes de los templos y no
dan testimonio con sus obras afuera delante de los hombres. El
discípulo está llamado a ser sal y luz del mundo en todo mo-
mento y en todo lugar. Muchas personas tal vez nunca visiten un
templo cristiano, pero sí tienen contacto con los discípulos para
que vean las buenas obras del Padre y así glorifiquen a Dios.
El Señor Jesús habló de que cuando la sal pierde su sabor, ya
no sirve más para nada, sino para ser pisada por los hombres.
Hoy día algunos creyentes han perdido su sabor por causa de su
mal testimonio, y están siendo pisados por los hombres.
En vez de detener la corrupción, ellos ya no hacen su trabajo
de preservación. En vez de ser luz en medio de la oscuridad, han
puesto su luz debajo de una caja y ya no alumbran.
El Señor Jesús dijo que la luz debe ponerse sobre el cande-
lero y alumbrar a todos los que están en casa. El primer cam-
po de acción de nosotros los que somos la luz, es alumbrar en
nuestras propias casas, para que ellos puedan ver nuestras buenas
obras y glorifiquen al Padre. Como esposos, nuestra luz tiene que
alumbrar nuestro matrimonio. Como padres, nuestra luz tiene
que alumbrar nuestras relaciones con nuestros hijos, y viceversa.
Como hermanos, nuestra luz tiene que alumbrar las relaciones
familiares. La solución para los pleitos y los problemas en el ho-
gar, es el discípulo, quien es la luz, y alumbra a todos los que
están en casa.
El Señor Jesús es sal y luz, y nosotros también somos sal y luz,
y él nos pide que actuemos como tales.
112 LA GRAN COMISIÓN
La luz no hace esfuerzo para brillar. Todos sabemos que las
tinieblas no existen, sino que la falta de luz produce tinieblas.
Muchos creyentes están orando en contra de las tinieblas. Esto
es tan ilógico como entrar a un cuarto oscuro con una aspiradora
para sacar tinieblas. Lo que hay que hacer es simplemente pren-
der la luz, y la luz se encarga de las tinieblas.
El Señor Jesús dijo que la lámpara del cuerpo es el ojo, y que
si nuestro ojo es bueno todo nuestro ser estará lleno de luz –Ma-
teo 6: 22, 23, Es por eso que debemos ser muy cuidadosos en lo
que vemos, pues queremos estar llenos de luz en nuestro interior,
para que esa luz se manifieste en lo exterior.
Estas características o identidades de los ciudadanos del Rei-
no no son el resultado del poder y la habilidad humana, sino
que vienen como resultado de andar en el Espíritu Santo. Estas
características internas son las que nos van a ayudar a vivir las
leyes del Reino de los Cielos.
La razón por las que muchos cuando leen Mateo 5, 6, 7 no
entienden cómo es posible vivir estas leyes es porque piensan que
hay que lograrlo por uno mismo, en su propio poder natural. La
verdad es que es imposible vivir lo que el Señor Jesús pide si no
es por el poder del Espíritu Santo en nosotros ahora que hemos
nacido de nuevo y somos ciudadanos del Reino. El Espíritu San-
to nos ha llenado precisamente para vivir las leyes del Reino.
Capítulo 16
Los mandamientos del
Señor Jesús son superiores
a la ley de Moisés

Mateo 5: 17-20.
17
No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cum-
plir.18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el
cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido.19 De manera que
cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el Reino de los cielos; mas cualquiera
que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en
el Reino de los cielos.20Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos,
LA GRAN COMISIÓN
no entraréis en el Reino de los cielos.

1 de Juan 2: 1-6 nos dice:

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis;


y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo. 3 Y en esto sabemos que
nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.
4
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus manda-
mientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;
114 LA GRAN COMISIÓN
5
pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente
el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que
estamos en él. 6 El que dice que permanece en él, debe
andar como él anduvo.

El Espíritu Santo a través del apóstol Juan nos revela que el


que dice que conoce al Señor Jesús y no guarda sus mandamien-
tos es un mentiroso. En Apocalipsis 21:15, a Juan le fue revelado
que los mentirosos tienen su parte en el lago de fuego y azufre
que ha sido preparado para los que pasarán la eternidad alejados
de Dios. Es necesario que a esta advertencia del Señor, que es
muy importante, le prestemos mucha atención, pues el punto
aquí es para animarnos a cumplir sus mandamientos, y no sola-
mente a ser simples cristianos.
Cuando no se vive en las leyes del Reino de Dios, lo que
parece más alto es la Ley Moisés. De hecho, la meta de muchos
creyentes es cumplir la Ley de Moisés. El Señor empieza a com-
parar lo que dice la ley de Moisés, y lo que dice la ley del Reino,
y cómo es que nuestra justicia tiene que ir más allá que la de
los fariseos que guardaban toda la Ley de Moisés, pero estaban
fuera del Reino de Dios. Las leyes del Reino de Dios van mucho
más allá que la Ley de Moisés, pues comienzan en el interior,
en el corazón, y salen al exterior. Las leyes del Reino de Dios
son IMPOSIBLES de vivir sin el Espíritu Santo morando en
nosotros para hacer la obra de Jesús real en nuestras vidas. Usted
puede notar en el versículo 19 que el Señor llama a estos manda-
mientos “muy pequeños”. ¿Por qué los llama “muy pequeños”?
Porque el Reino de los Cielos es el Reino del amor y el que ama
ha cumplido la ley. Estos mandamientos son “muy pequeños”
porque nos están llevando a lo máximo, lo cual es el amor. Si
no podemos cumplir estos “mandamientos muy pequeños” no
conoceremos el amor.
Los mandamientos del Señor Jesús son superiores a la ley de Moisés 115

Note que el Señor Jesús dice que cualquiera que quebrante


estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres,
muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos. Hoy día
encontramos muchos creyentes que no están cumpliendo los
mandamientos del Reino, y con sus malos ejemplos les están
enseñando a otros a no cumplirlos. Estos creyentes serán llama-
dos muy pequeños en el Reino de los Cielos. Lo más probable
es que estos creyentes no estén cumpliendo las leyes del Reino
de los Cielos porque nadie les ha enseñado a ellos a cumplir-
las. Queremos que ese ciclo se rompa, y es por eso que estamos
aprendiendo acerca de estas leyes, para hacerlas –vivirlas, y para
enseñárselas a otros hasta que las hagan.
El Señor continúa diciendo que cualquiera que HAGA y EN-
SEÑE estos mandamientos, éste será llamado grande en el Reino
de los Cielos. Hoy día nuestro concepto de alguien “grande” en
el evangelio, es alguien que tiene un doctorado en teología, o
algún título, o es líder de una mega iglesia, o tiene un ministerio
internacional, etc. Todo eso es bueno y tal vez útil, pero no es la
medida que el Señor Jesús da de quién es grande en el Reino de
los Cielos. El Señor Jesús anhela que todos seamos grandes en
el Reino de los Cielos, y es por eso que él apela al deseo de ser
grande que todo ser humano normal tiene. Cuando el Señor nos
hizo, puso en nosotros la urgencia de dominio o poder. El hom-
bre fue diseñado para cosas grandes, y es por eso que el Señor nos
llama a ser grandes en el Reino de los Cielos. Al nosotros enten-
der lo que es ser grande en el Reino de los Cielos, nos mantendrá
enfocados en las cosas importantes, para que así no perdamos
el tiempo y los recursos en cosas que son buenas, pero que no
son parte de la grandeza que el Señor Jesús tiene para nosotros.
Hechos 1: 1 dice que Lucas quiere escribir de las obras que Jesús
hizo y enseñó (note el orden). Hacer y enseñar es el orden del
Reino, pues aquí está la Gran Comisión resumida: Hacemos lo
116 LA GRAN COMISIÓN
que el Señor nos pide, y les enseñamos a otros a guardar lo que
el Señor Jesús mandó. Al final del discurso, en Mateo 7, el Se-
ñor comparó a aquél que escucha sus palabras y las HACE a un
hombre prudente que edificó su casa sobre la roca, y cuando
vinieron las tormentas de la vida, su casa permaneció. También
el Señor Jesús comparó a aquél que oye sus palabras pero no las
hace a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena, y
cuando vinieron las tormentas de la vida, su casa cayó.
El Señor Jesús nos da una advertencia de que pongamos
por obra sus mandamientos ANTES de darnos estas le-
yes, o mandamientos del Reino en Mateo 5:19-20 y DES-
PUES en Mateo 7:24-27. Esto lo hace para recordarnos
que lo importante es hacer, y no solamente oír, como dice
Santiago 1:22.
Recordemos que el Reino de Dios no es comida ni bebida,
sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El Reino de los
Cielos trata de relaciones justas, que como resultado traen paz y
gozo (en ese orden). Los mandamientos del Señor Jesús no son
“doctrina” para memorizar y sentirnos orgullosos. Los manda-
mientos del Señor Jesús son vida, y es por eso que ellos tienen
que ver con cosas prácticas de la vida diaria y cotidiana que afec-
tan a toda la humanidad. Por ejemplo: La gente en la China se
enoja con su hermano, al igual que en la India, en Bolivia, en
Dinamarca y en todos los países del mundo. Hoy día tenemos
grupos e individuos que cuando van a predicar el Evangelio a
otros lugares, llevan su “doctrina” o lo que cree su denominación
o grupo en particular. El mandato del Señor Jesús en la Gran
Comisión fue de enseñar a los discípulos las cosas que él mandó,
hasta que las guarden. Veamos ahora el bosquejo de los manda-
mientos del Señor Jesús, para que tengamos una idea de lo que
estamos hablando.
Los mandamientos del Señor Jesús son superiores a la ley de Moisés 117

Bosquejo de las diecinueve leyes del Reino de los Cielos


Recordemos que estas diecinueve leyes son la ampliación de
los dos mandamientos principales
Veremos en mateo 5, seis leyes que rigen nuestras relacio-
nes con los demás seres humanos:
1. El enojarse con los demás
2. Cómo relacionarnos con el sexo opuesto
3. Sobre el divorcio
4. Hombres y mujeres de palabra: Que nuestro sí sea sí, y
nuestro no sea no
5. Cómo tratar a los malos
6. Cómo tratar a los enemigos.
En Mateo 6, veremos siete leyes que rigen nuestra relación
con el Padre celestial:
1. El dar a los pobres
2. La oración
3. El ayuno
4. Hacer tesoros en el Cielo
5. El ojo dadivoso
6. Los dos señores: Dios y las riquezas
7. Confiando en Dios para todas nuestras necesidades
En Mateo 7, veremos seis leyes que rigen la relación con
uno mismo:
1. Cómo tratar con nuestras propias faltas
2. Cómo manejar nuestros recursos
3. Cómo orar e interceder
118 LA GRAN COMISIÓN
C
4. Cómo actuar con los demás: La regla de oro
5. Cómo andar en el camino de santidad
6. Cómo detectar a los falsos maestros y falsos profetas
Cuando veamos el cuadro completo de hacer un discípulo,
nos empezamos a dar cuenta de lo mucho que conlleva esta la-
bor. Es por eso que el Señor Jesús nos pidió una sola cosa, y fue
el hacer discípulos. El tiempo es muy corto, los obreros pocos, y
la cosecha es muy grande. Ruegue en este momento que el Señor
de la cosecha envíe obreros a la cosecha. Ore que el Señor lo en-
víe a usted. -Mateo 9: 35-37
La Palabra del Señor dice que el niño Jesús crecía en sabiduría
y en estatura (relación consigo mismo), y en gracia para con Dios
(relación con el Padre) y para con los hombres (relación con los
demás).
Lucas 2:52

Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para


con Dios y los hombres.

En los siguientes capítulos veremos cómo nosotros podemos


crecer en estas mismas áreas.
SECCIÓN 1

CÓMO AMAR AL
PRÓJIMO
Seis leyes de amor del
Reino de Dios en cuanto a la
relación con el prójimo.

El Señor Jesús dijo que el mandamiento más


importante era amar a Dios por sobre todas las cosas, y el segun-
do semejante a éste y es amar al prójimo como a uno mismo.
¿Por qué cuando el Señor Jesús explica esto más ampliamente,
cómo es que ahora comienza con el amor al prójimo en vez del
amor a Dios primero? Una explicación sería lo que nos dice 1
Juan 4: 11, 12, 20, 21
11
Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también
nosotros amarnos unos a otros. 12 Nadie ha visto jamás
a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece
en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.
120 LA GRAN COMISIÓN
20
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su her-
mano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano
a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no
ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él:
El que ama a Dios, ame también a su hermano.

La demanda de amor que nos hace el prójimo, es lo que nos


hará acercarnos al amor de Dios por medio de su Espíritu Santo
(el fruto de Espíritu es amor), para que nos llene de amor, pues
nosotros, en lo natural, no tenemos el amor que el prójimo exige
de nuestras vidas.
Muchos se han ido a retirar a las montañas, monasterios y
templos para amar a Dios, y se han olvidado que deben amar al
prójimo. A otros que están hoy día en el cristianismo y dicen que
aman a Dios, pero tienen enemistades con el hermano, el apóstol
Juan dice que éstos son mentirosos.
Seis es el número de hombre, porque fue creado el sexto día.
Estas seis leyes tienen que ver con el trato con los demás.
Capítulo 17

Primera ley de amor del Reino de


Dios en la relación con el prójimo:

Con tu hermano, ni te enojes


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
La primera ley del Reino de Dios con relación al prójimo tie-
ne que ver cómo los ciudadanos del Reino tratan a los hermanos.
El término “hermano”, va más allá de su connotación natural,
refiriéndose también al primo, al sobrino, al tío, al esposo, al co-
nocido, al compañero de trabajo, al vecino, al amigo, al hermano
en la fe, etc. La palabra prójimo y la palabra próximo, están in-
terrelacionadas. El ciudadano del Reino, el discípulo, que tiene
las características de manso, de misericordioso, y de pacificador
como su identidad, es quien puede amar a su prójimo como el
LA GRAN COMISIÓN
Señor Jesús pide en esta primera ley del Reino en cuanto a la
relación con el prójimo. Veamos esto con más detalles:
Mateo 5: 21-26
21
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y
cualquiera que matare será culpable de juicio.22 Pero yo
os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano,
será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a
su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquie-
ra que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego.23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te
122 LA GRAN COMISIÓN
acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,24 deja allí
tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate prime-
ro con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
25
Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tan-
to que estás con él en el camino, no sea que el adversario
te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado
en la cárcel.26 De cierto te digo que no saldrás de allí,
hasta que pagues el último cuadrante.

Observe cómo el Señor Jesús cita lo que la Ley de Moisés


pedía, y luego cita lo que la ley del Reino de Dios pide. Usted
notará que lo que el Señor Jesús pide va muchísimo más allá que
lo que la Ley exigía. De hecho, no hay comparación entre una y
otra, ya que uno puede cumplir perfectamente la Ley de Moisés
y fallar totalmente en cumplir la ley del Reino.
En las relaciones humanas, pueden ocurrir dos cosas que son
diametralmente opuestas. Una es que a medida que nos estamos
acercando a la otra persona, vemos las cosas buenas, y nos acerca-
mos más. Pero también resulta que a medida que nos acercamos
también vemos las faltas, y esas nos alejan más, pues surgen los
malentendidos, los desengaños, etc. Es algo muy normal, pero si
no estamos al acecho, esta última parte puede entrar de manera
abierta, o muy sutilmente y hacer estragos en nuestras relaciones
personales con los demás.
El Señor comienza a decirnos lo que la Ley de Moisés dice,
y es que no matarás, y cualquiera que matare será culpable de
juicio. Pero luego el Señor Jesús da Su mandamiento, el cual va
más allá de lo exterior, y va directamente al corazón y dice: “Pero
cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de jui-
cio”. El Señor está diciendo que enojarse contra el hermano es el
equivalente en la Ley de Moisés a matar. Piense en esto por un
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 123

momento, ¿cuántas personas, aun llamándose cristianas, están


matando a sus hermanos y semejantes cuando se enojan contra
ellos? Si nos enojamos contra el hermano y lo matamos ante los
ojos de Dios, ¿cómo nos ve Dios ahora que matamos a un hijo
suyo? ¿Cómo se sentiría un padre terrenal si él tuviera dos hijos,
y uno se enoja contra el otro hermano y lo mata? ¿Se sentiría
contento? ¿Le dejaría pasar por alto esa falta al hijo que mató a
su propio hermano? ¿Cómo se siente el Padre Celestial cuando
matamos a uno de sus hijos por enojarnos con el hermano?
El Señor Jesús continúa diciéndonos que si en nuestro enojo
empezamos a llamarle necio –menso, mentecato, estúpido-, en-
tonces somos dignos de ser llevados ante la Corte Suprema de
Justicia para que nos enjuicien y nos apliquen todos los cargos
que hay en la ley del país.
El Señor sigue declarando que si seguimos en nuestro enojo y
le llamamos fatuo –idiota, tonto-, entonces quedaremos expues-
tos al infierno de fuego. Alguien podría decir: Es que no puede ser
posible que porque se le llame tonto a alguien, el Señor lo mande a
uno al infierno. Quien piensa así, no entiende el asunto princi-
pal, y es que el enojo inicial es el que ya mató a la persona, y el
Señor quiere que eso pare. ¿Cuántas personas en su enojo inicial
continuaron hablando malas palabras, palabras hirientes, y hasta
abuso físico que terminaron rompiendo la relación por mucho
tiempo o aún por el resto de la vida? ¿Cuántas relaciones matri-
moniales no se han roto así? ¿Cuántas relaciones entre padres e
hijos no se han roto así? ¿Cuántas relaciones entre hermanos no
se han roto así? ¿Cuántas relaciones entre amigos no se han roto
así? ¿Cuántas personas viven por años alejadas de las demás, y
todo por un enojo inicial?
¿Ya está entendiendo dónde está el mal? No es el simple he-
cho de llamarle nombres a alguien a lo que el Señor Jesús se está
124 LA GRAN COMISIÓN
refiriendo, sino al meollo de los pleitos, al corazón que se enoja
contra su hermano. La Ley de Moisés solamente hacía culpable
de juicio al que mataba a una persona físicamente. El Señor Je-
sús trata con el corazón. Es por eso que este mandamiento o ley
del Reino de Dios solamente puede ser llevada a cabo por los
ciudadanos del Reino, los cuales son mansos, misericordiosos y
pacificadores. ¿Ya está entendiendo por qué el Señor Jesús habló
de la identidad de los ciudadanos del Reino antes de dar las Leyes
del Reino? El manso, el misericordioso, el pacificador, es quien
puede controlar el enojo.
¿Qué es el enojo? El diccionario define el enojo como: sen-
timiento de ira o enfado. El enojo es una de las emociones más
fuertes en el ser humano. El problema con el enojo es que, la
mayoría de las veces, no sabemos cómo manejarlo, y terminamos
haciendo más daño que bien. El enojo ha sido puesto en noso-
tros por Dios para que nos enojemos contra el pecado, contra
el diablo, contra la injusticia, contra las obras malas y perversas,
etc. ¿Pero cómo es que el enojo es usado normalmente? Con-
tra el prójimo, contra Dios, y contra nosotros mismos. El enojo
cuando es usado bien es un arma poderosísima. El Señor Jesús
quiere enseñarnos a usar el enojo bien, y lo primero que nos dice
en nuestro trato de amor con el prójimo, es que no nos enojemos
contra el hermano.
Algunos son naturalmente agresivos, pues así se han criado
toda su vida, pero en el Reino de Dios hay leyes que van a ayudar
a los agresivos a controlar esa agresividad. Para los agresivos, el
actuar de esta manera muchas veces es una ventaja, pues intimi-
dan a los demás con su agresividad, o conquistan muchas cosas
por ser así. Una dificultad que el agresivo siempre tiene presente,
es que muchas veces aleja a las personas de sí mismo y también
logra muchos enemigos.
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 125

Más adelante estaremos tratando la quinta y sexta ley del Rei-


no en cuanto a la relación con el prójimo. Estas leyes tienen que
ver con el trato con los malos, y el trato con los enemigos. Si el
agresivo se enoja con su hermano, ¿cómo actuará con el que es
malo o con su enemigo?
Algunos son naturalmente pasivos. Los pasivos aparentemen-
te no muestran su agresividad abiertamente, sino que muchas
veces lo que hacen es que no prestan atención a las demás perso-
nas y les dan el “tratamiento del silencio”, o abandonan el cua-
dro, o simplemente están maquinando otras maneras sutiles de
vengarse.
En el Reino de Dios ni los agresivos ni los pasivos resuelven
los problemas como el Señor Jesús desea, pues los agresivos y los
pasivos no son mansos, ni pacificadores, ni misericordiosos, ni
limpios de corazón, ni resisten que los vituperen y persigan por
causa de Jesús.
La manera como se resuelven las cosas en el Reino de Dios
es asertivamente. Esta palabra quiere decir que el interés está en
resolver el problema, sin necesidad de ser agresivo ni tampoco
pasivo. El asertivo está buscando ser lleno del Espíritu Santo para
resolver los problemas. La agresividad complica las cosas más.
La pasividad no resuelve el asunto, pero el asertivo depende del
Espíritu Santo para que le guíe.
¿Qué clase de cristiano es usted: Agresivo, pasivo o asertivo?
Recuerde que para ser asertivo hay que someterse al Espíritu San-
to de Dios. El Señor está queriendo formar discípulos asertivos
para que resuelvan los problemas en las relaciones humanas.
1 Juan 2: 9-11
126 LA GRAN COMISIÓN
9
El que dice que está en la luz, y aborrece a su herma-
no, está todavía en tinieblas.10 El que ama a su herma-
no, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 11 Pero
el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda
en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas
le han segado los ojos.

Cuando dos personas se enojan entre sí, a veces es difícil en-


contrar quién tiene la razón, pues ambos dicen que el otro tuvo
la culpa. Para resolver este dilema, el Señor Jesús nos da la solu-
ción y es muy simple:

“23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuer-


das de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”.

La persona que continúa en la relación con el Señor (quien


“trae su ofrenda al altar”), cuando se acuerde de lo que pasó (y se
va a acordar, pues los pleitos entre los hermanos son cosas duras
–Proverbios 18:19), es la que debe dejar la ofrenda en el altar (sin
presentarla), e ir y reconciliarse primero con el hermano, y luego
continuar con la ofrenda.
El Señor Jesús dice que reconciliarse con el hermano debe ser
la prioridad. En otras palabras, esto hay que resolverlo lo más
pronto posible.
Mateo5:25-26

“25Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, en-


tre tanto que estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 127

seas echado en la cárcel. 26De cierto te digo que no


saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante”.

Note que el hermano ahora ya es un “adversario”. El Señor


Jesús utiliza la palabra “pronto” para darle un sentido de premura
o apuro a este asunto, pues todavía están en el mismo camino.
Cuando dos personas se enojan entre sí, y las cosas no se solucio-
nan correctamente, cada cual se aparta por su “propio camino”,
y luego es más difícil “encontrarse”. Fíjese que ahora, quien tiene
el poder de entregarle al juez es el adversario y no usted, pues el
Señor ya le dijo lo que usted tenía que hacer y usted no lo hizo.
El Señor dice que ahora el juez le entregará al alguacil y usted será
echado en la cárcel, y estará ahí hasta que pague el último centavo.
¿Nota usted por qué hay tantas personas atadas y presas en su
interior? ¿Está entendiendo que este es un problema universal
que afecta a toda persona en la humanidad? ¿Ya ve usted por qué
en el Reino de Dios, el Señor Jesús trata con este asunto inme-
diatamente?
El salmo 133 nos habla de lo bueno y delicioso que es habi-
tar los hermanos juntos y en armonía, porque allí envía el Señor
bendición y vida eterna. Cuando los creyentes se juntan así y en el
nombre del Señor Jesús, se forma la iglesia. El Señor Jesucristo dijo
que si dos creyentes se pusieran de acuerdo sobre cualquier cosa que
pidieren, les será hecho por el Padre celestial (Mateo 18: 19, 20).
El enemigo de nuestras almas sabe que si él logra traer divi-
sión o desunión entre los creyentes, éstos no podrán ponerse de
acuerdo y pedir que la voluntad de Dios se haga realidad en la
tierra. ¿Cuál es entonces la táctica número uno que usa el diablo
para quitarle el poder a la Iglesia? HACER QUE LOS HERMA-
NOS SE ENOJEN UNOS CONTRA OTROS.
128 LA GRAN COMISIÓN
El Señor Jesucristo sabía que la iglesia iba a estar formada por
individuos con grandes diferencias en todas las áreas. Por ejem-
plo: Diferencia cultural, social, económica, intelectual, emocio-
nal, espiritual, personal, de carácter, de género, etc. Cuando se
juntan personas con diferencias tan variadas, se tienen los ingre-
dientes necesarios para que las fricciones se conviertan en algo
explosivo. El Señor, sabiendo que esto iba a suceder, nos dejó ins-
trucciones para que si las diferencias llegaran a causar ofensas, su-
piéramos cómo resolver la situación. Muchos creyentes han sido
engañados por el enemigo, precisamente porque no han puesto
en acción las instrucciones que el Señor nos dejó en su Palabra.
Haríamos muy bien en recordar las palabras del Señor, para que
la próxima ocasión en que nos ofendan, sepamos cómo actuar.
Alguien podría preguntar: ¿qué pasa si yo voy a tratar el asun-
to con mi hermano, y él no me escucha?
Veamos ahora las palabras del Señor con relación a esto en
Mateo 18: 15-22:
15
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y reprén-
dele estando tú y él solo; si te oyere, has ganado a tu
hermano. 16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno
o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no
oye a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De cierto
os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en
el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado
en el cielo. 19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se
pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera
cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está
en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados
en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 21Entonces
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 129

se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdo-


naré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22
Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta
setenta veces siete”.

Esta debe ser la manera como los discípulos resuelven sus di-
ferencias. El Señor comienza con una declaración muy interesan-
te: “Si tu hermano peca contra ti. . .”. ¿Por qué comienza el Señor
con esta declaración? Porque el Señor sabe que yo me creo que
soy el bueno, y que es la OTRA PERSONA la que siempre tiene
la culpa, y es la que me ofende.
El Señor continúa diciéndonos que debemos ir al ofensor y,
reprenderlo estando SOLOS. Pero, ¿qué es lo que hacemos la
mayoría de las veces?
Lo Primero, no le hablamos al que nos ofendió, porque según
nuestra lógica, él fue el que hizo mal, y si él quiere arreglar las
cosas, él debería ser el que nos busque. ¿Fue así como nos instru-
yó el Señor? No, él dijo que el ofendido debe ir y hablar con el
ofensor (la razón es porque el ofensor es el débil en este caso, y el
ofendido es el fuerte).
La segunda cosa que hacemos mal, es que le contamos a todo
el mundo el problema, y nos hacemos la víctima. Pensamos que
si se lo contamos a alguien más, vamos a resolver el problema, y
no sabemos que lo que estamos haciendo es complicándolo más
cada vez, pues estamos haciendo un chisme del asunto (Prover-
bios 25: 9-11). También pasa, que la persona a la que le conta-
mos el problema, no puede hacer nada, debido a que ahora no
puede hablar con el “ofensor”, ya que si lo hace nos traicionaría,
pues fue en secreto que le confidenciamos, y la persona ofensora
no está supuesta a saberlo.
130 LA GRAN COMISIÓN
¿Cuál es la razón por la que el Señor nos pide que tratemos el
problema estando SOLOS? Precisamente para que el asunto no
afecte a otros del cuerpo de Cristo y, si el problema es resuelto
entre nosotros solos, ahí muere el asunto, ganamos al hermano,
y nadie más es contaminado por la situación.
¿Qué pasa si la persona que nos ofendió no nos oye? El Señor
continúa diciendo que entonces tomemos a uno o dos, para que
sirvan de testigos. El propósito es para que la persona ofensora
todavía tenga oportunidad de arrepentirse, y el problema quede
resuelto entre un grupo pequeño de personas.
¿Qué hacemos si no oye a los testigos que llevamos? Entonces
lo decimos a la Iglesia. Quizás la persona ofensora se arrepienta
al saber que todos conocen su conducta y su falta de amor y
reconciliación.
¿Qué pasa entonces si no oye a la Iglesia? La iglesia (congre-
gación local), es la única que puede determinar que la conducta
de la persona ofensora, no es la de uno que se llama seguidor de
Jesucristo. Por lo tanto, la congregación, y solamente la congre-
gación, es la única que puede juzgar y expulsar al individuo y
declararlo como un impío (persona no santa). ¿Por qué debe la
iglesia juzgar y expulsar a tal persona? Porque no quiso arrepen-
tirse ni reconciliarse con el ofendido. Porque esa persona es un
estorbo, un impedimento cuando la iglesia ora. Si en la iglesia lo-
cal hay una persona así, esa persona no puede ponerse de acuer-
do con la persona ofendida para orar. Es por eso que el diablo
siempre anda tratando de causar pleitos y mal entendidos entre
los cristianos. ¿Para qué? Para que las oraciones de estos cristia-
nos sean inefectivas. Hay muchos creyentes, que en vez de se-
guir este proceso para resolver los problemas, prefieren irse de la
congregación. Estos creyentes no saben que cuando hacen esto,
se van “con un muerto encima”. Es por eso que cuando llegan a
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 131

otra congregación “huelen a muerto”, en vez de un olor grato (2


Corintios 2: 14-17), pues no han resuelto el problema. El Señor
lo sabe, el diablo lo sabe, y el creyente ofendido también lo sabe.
Sería glorioso si el pueblo de Dios, comenzando por sus líderes,
usara este proceso para resolver sus diferencias. Recordemos que fue
el Señor Jesucristo mismo quien nos enseñó esto. ¡Cuánto poder y
bendición hay cuando se resuelven las diferencias de esta manera!
Una vez más, establecemos que necesitamos al Espíritu Santo
para que nos dé poder para ser ciudadanos del Reino de los Cielos.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta primera ley del Reino de Dios en cuanto a la re-
lación con el prójimo –con tu hermano ni te enojes? El Señor
Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El
apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús
y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto
tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la
guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta
energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los
recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 18

Segunda ley de amor del Reino


de Dios en la relación con el prójimo:

sobre el adulterio
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5: 27-30.
27
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.28 Pero
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.29 Por
tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y
échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infier-
no.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala,
LA GRAN COMISIÓN
y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de
tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al
infierno.

La segunda ley del Reino de Dios en la relación con el prójimo


tiene que ver con el adulterio. La ley prohibía el adulterio, pero el
Señor Jesús va más allá del acto físico, y llega al corazón. El Señor
Jesús dice que el adulterio se realiza cuando uno mira a una mujer
y la desea en su corazón –o una mujer mira a un hombre y lo
desea en su corazón. Cuando el apóstol Pablo menciona las obras
pecaminosas de la carne, comienza con cuatro pecados sexuales
–adulterio, fornicación, inmundicia y lascivia –Gálatas 5: 19.
134 LA GRAN COMISIÓN
En la época del Señor Jesús, y aun algunas culturas de hoy
día, las mujeres vestían de forma que cubrían todo su cuerpo,
pero eso no era impedimento para que los hombres miraran más
allá de la ropa. En nuestra cultura de occidente, las mujeres no
se visten tan modestamente, y eso complica las cosas aún más
para los hombres. También hoy tenemos algo que no existía en
la época en que se escribió esto, y es la pornografía y el fácil ac-
ceso que tenemos a ella por medio del cine, la televisión, revistas,
internet, etc. La persona casada que participa de la pornografía
está adulterando, dando lugar al divorcio (hablaremos de esto
en la tercera ley del Reino). Los ciudadanos del Reino tienen un
corazón puro, y no ven pornografía ni a otra persona del sexo
opuesto para adulterar en su corazón.
El libro de Proverbios es uno de los libros de sabiduría y tiene
mucho que decir sobre el adulterio. Los primeros 4 capítulos de
Proverbios exaltan a la Sabiduría y nos motivan a buscarla en
nuestras vidas. En el capítulo 5 de Proverbios se comienza ha-
blando del adulterio. Parece que el adulterio es la mayor amena-
za que hay para adquirir sabiduría. Veamos algunas referencias:
Proverbios 5: 1-23; 6:23-35; 7:1-27
Para los que no están casados, la lucha por mantenerse puros
es muy difícil, pues existen muchas tentaciones a diestra y sinies-
tra. Para el soltero que se envuelve en relaciones sexuales, no sabe
en lo que se está enredando. 1 Corintios 6:16 nos dice que el que
se une con una ramera –o cualquier mujer en este caso- se hace
una sola carne con ella. Esto es lo mismo que se dice del matri-
monio. Es por eso que los que tienen relaciones sexuales sin estar
casados hacen una unión en el alma, y cuando luego se casan, se
encuentran enredados emocionalmente con la otra persona con
quien tuvieron relaciones sexuales. Esto es una atadura del alma,
y hay que romperla, o de lo contrario no se podrá disfrutar la
Segunda ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 135

unidad a la que el Señor quiere que se llegue en su matrimonio.


El casado, y el que no está casado, como ciudadano del Reino
debe tener un corazón puro y limpio para poder luchar con las
tentaciones sexuales.
Los hombres (y también las mujeres) tienen una lucha cons-
tante con el sexo. En el diseño de Dios para el hombre, lo hizo
de tal modo que el hombre es estimulado sexualmente por lo que
ve. Esta visión lo hace estar pensando muy a menudo en el sexo.
Note que el Señor Jesús le está hablando a hombres (los 12 discí-
pulos eran hombres), y les está hablando en una cultura donde la
ropa cubría todo el cuerpo de las mujeres, y aun así, los hombres
andaban mirando a las mujeres con el deseo de tenerlas sexual-
mente. ¿Se puede imaginar la lucha que traen los hombres hoy
día en donde muchas mujeres tratan de enseñar su cuerpo en vez
de cubrirlo? Los anuncios, la televisión, los medios de comunica-
ción, todos están llenos de mujeres provocativas, y el ciudadano
del Reino se encuentra confrontando todo esto diariamente.
El Señor dice que si tu ojo o tu mano te es ocasión de pecar, en-
tonces debes tomar una medida drástica y sacarlo de ti o cortarte la
mano. La gran mayoría de hombres (por no decir todos) que vie-
nen al Reino de Dios, están luchando con esta situación. ¿Quién
les va a enseñar a vivir esta segunda ley del Reino de los cielos si no
es alguien que ya ha vencido y así les puede ayudar? ¿Ya está enten-
diendo por qué el Señor dijo que hagamos discípulos enseñándo-
les a guardar estos mandamientos? Para usted enseñarlo, tiene que
vivirlo primero, y ése es precisamente el deseo del Señor, que usted
aprenda –sea discípulo, para entonces hacer discípulos. Muchos de
nuestros discípulos van a tener problemas con esta área, y tenemos
que ayudarles con el poder del Espíritu Santo.
Alguien puede preguntar: ¿está mal ver a una mujer bonita
y atractiva? El Señor Jesús no está hablando aquí de no admirar
136 LA GRAN COMISIÓN
la belleza de una mujer, sino de la mirada con la intención de
tenerla sexualmente. Normalmente la primera mirada no es la
mala, sino la segunda, con la cual se escudriña a la mujer y se co-
dicia en el corazón. Alguno dirá: “pues de aquí en adelante no le
quitaré la mirada de encima cuando vea una mujer bonita, y así
no tendré que mirarla la segunda vez”. Eso suena chistoso, pero
el ciudadano del Reino quiere agradar al Rey Jesús, y porque ama
a Jesús, quiere obedecerlo en todo.
Si podemos unir la primera ley del Reino, que nos dice que
con nuestros hermanos ni siquiera nos enojemos, vamos a en-
contrar que muchos matrimonios no aplican esta primera ley en
sus vidas, y les es más fácil empezar a mirar a otras personas del
sexo opuesto, ya que lo que tienen en su casa son pleitos conti-
nuos. Así quebrantan la segunda ley del Reino, lo cual les lleva a
quebrar la tercera ley del Reino, la cual habla del divorcio.
Una vez más, establecemos que necesitamos al Espíritu Santo
para que nos dé poder para ser ciudadanos del Reino de los Cielos.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta segunda ley del Reino de Dios en cuanto a la
relación con el prójimo –cómo tratar al sexo opuesto? El Señor
Jesús dijo que si le amamos, guardaremos sus mandamientos. El
apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús
y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto
tiempo le tomará enseñársela a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 19

Tercera ley de amor del Reino de


Dios en la relación con el prójimo

Sobre el divorcio.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5:31-32
31
También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mu-
jer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que
32

repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación,


hace que ella adultere; y el que se casa con la repudia-
da, comete adulterio.

En Deuteronomio 24: 1-3, se establece en la ley el asunto del LA GRAN COMISIÓN


divorcio.
En Malaquías 2: 13-16 se nos muestra el cuadro grande, la
vista panorámica de lo que el Señor quiere para el matrimonio.
El Señor odia el repudio o sea el divorcio. Mateo 19: 3-10 nos
dice que el divorcio no es el deseo de Dios.
El Señor dice que la única razón que él da para el divorcio es
por causa de fornicación. La palabra fornicación incluye toda
clase de perversión sexual, por ejemplo: homosexualismo, bestia-
lismo, prostitución, adulterio, sexo premarital, pornografía, etc.
138 LA GRAN COMISIÓN
Hoy día tenemos estadísticas que dicen que la tasa de divorcio
entre los cristianos conservadores fue significativamente más alta
que para otros grupos de fe, y mucho más de lo que ateos y ag-
nósticos experimentan. Uno se pregunta: ¿cómo es esto posible,
si los cristianos debemos ser el buen ejemplo para el resto de la
humanidad?
Hay algunos creyentes que son víctimas del divorcio, no por-
que ellos quieran ni porque lo hayan provocado, sino porque su
pareja que no es creyente, quiere divorciarse. Esto se explica de
la siguiente manera: muchas personas vienen al Señor y su pareja
no. Esto trae unos conflictos que no fueron explicados por el
Señor Jesús ya que él les habló a judíos, quienes conocían la ley
de Moisés. Pablo habla de este problema en
1 Corintios 7: 10-16
10
Pero a los que están unidos en matrimonio, mando,
no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del mari-
do; 11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con
su marido; y que el marido no abandone a su mujer.12
Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano
tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir
con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido
que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no
lo abandone.  14 Porque el marido incrédulo es santifi-
cado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido;
pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos,
mientras que ahora son santos. 15 Pero si el incrédulo se
separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana
sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz
nos llamó Dios.  16 Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si
quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh
marido, si quizá harás salva a tu mujer?
Tercera ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 139

Muchos maridos no toleran ahora a una mujer cristiana. Mu-


chas esposas no creyentes no están a gusto ahora que tienen un
esposo cristiano. Lamentablemente algunos se van, dejando al
cónyuge cristiano sin opción. Este es un problema muy serio.
Hay mujeres que están sufriendo grandemente porque sus ma-
ridos se quieren divorciar y ellas se encontrarán abandonadas y
con la carga de tal vez criar hijos ellas solas. También hay hom-
bres que se han quedado solos porque las esposas, ahora que ellos
son cristianos, no quieren estar más con alguien que ya no hace
lo que hacía antes.
Aplicación de las tres primeras leyes del Reino para los ciuda-
danos del Reino de Dios que están casados:
1. El ciudadano del Reino no anda en pleitos con su cónyu-
ge, porque es manso, misericordioso y pacificador.
2. El ciudadano del Reino no anda en adulterio, ni mental
ni físico, porque él es de limpio corazón.
3. El ciudadano del Reino no busca divorciarse, pues entien-
de el propósito del matrimonio para su vida y quiere la
voluntad de Dios, quien ha dicho que él odia el divorcio.
Si el cónyuge quiere divorciarse, no debe ser porque el
ciudadano del Reino de los cielos lo ha provocado.
¿Ya está notando cuántos problemas se resolverían hoy en día
con solamente cumplir estas tres leyes del Reino de los Cielos?
¿Ya está viendo por qué el Señor Jesús nos mandó a hacer discí-
pulos enseñándoles a guardar estas cosas? Tal vez usted esté pen-
sando que si alguien le hubiera enseñado a usted estas leyes, otra
sería su vida, y se habría librado de muchos dolores.
Una vez más, establecemos que necesitamos al Espíritu Santo
para que nos dé poder para ser ciudadanos del Reino de los Cielos.
140 LA GRAN COMISIÓN
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta tercera ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción con el prójimo –sobre el divorcio? El Señor Jesús dijo que si
le amamos, guardaremos sus mandamientos. El apóstol Juan dice
que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guardamos
sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo le tomará
vivir esta tercera ley del Reino y enseñársela a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Es posible que usted ya se haya dado cuenta de que el párrafo
anterior es la manera en que se termina cada capítulo sobre una
ley del Reino, y que se hacen las mismas preguntas. Tal vez esté
pasando por su mente la tentación de saltarse este párrafo en las
siguientes leyes. Por favor no lo haga, no se salte este párrafo,
sino que al contrario, deténgase a pensar y a meditar, pidiéndole
al Espíritu Santo que le ayude a cumplir esta ley, y a obedecer
el mandato de la Gran Comisión y así enseñarle esta ley a otros.
Capítulo 20

Cuarta ley de amor del Reino de


Dios en la relación con el prójimo

Cumplir con nuestras palabras


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5: 33 - 37
33
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No
perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.34
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por
el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra,
porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque
es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás,
porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
LA GRAN COMISIÓN
37
Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que
es más de esto, de mal procede

Lo que decimos debe cumplirse para que las personas puedan


confiar en nosotros. Algunos dicen: “Lo único que tengo es mi
palabra”. Esa es una gran verdad, y es por eso que nuestra palabra
tiene que ser digna de que otros confíen en ella.
Siempre ha habido personas que no cumplen su palabra, y para
uno estar seguro, le dice: “júramelo”, y de ahí en adelante empiezan
los juramentos, hasta el punto de jurar por el cielo o por la tierra.
142 LA GRAN COMISIÓN
Hoy día como muchas personas no tienen palabra, es nece-
sario hacer contratos legales para obligar a la persona a cumplir
lo que dijo.
Los ciudadanos del Reino de los Cielos cumplen su palabra:
si es sí es sí, y si es no es no.
Hoy día muchas personas no tienen crédito porque verdade-
ramente no tienen palabra. Han dicho que sí van a pagar, y luego
no pagan. Así como la persona que paga a tiempo trae gloria a
Dios, la mala paga trae deshonra al Padre.
Algunas personas llegan tarde a los lugares porque no se pue-
de confiar en su palabra. Dijeron que iban a estar a cierta hora, y
no cumplen, porque no tienen palabra.
Algunas personas se divorcian porque no se puede confiar en
su palabra. Cuando dijeron: Sí en el altar, ahora no vale.
Algunas personas pierden su trabajo porque no se puede con-
fiar en su palabra. Dijeron que iban a ser fieles y trabajadoras,
pero no cumplen su palabra
Algunos padres no pueden corregir a sus hijos porque no se
puede confiar en su palabra. Les dicen a sus hijos que los van a co-
rregir y luego no lo hacen. El niño observa esto y dice: mis padres
no cumplen su palabra, y así ellos comienzan a perder el respeto
hacia los padres, aparte de que están aprendiendo ellos mismos a
no cumplir sus palabras por el mal ejemplo de los padres.
Algunos hacen promesas y no cumplen porque no se puede
confiar en su palabra.
Algunos padres les hacen promesas a sus hijos y no las cum-
plen y rompen así la confianza que sus hijos puedan tener en ellos.
Cuarta ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 143

Algunos matrimonios andan mal porque no se puede confiar


en la palabra de uno o ambos de los cónyuges.
Algo muy importante que debemos recordar es que Dios
cumple su palabra, y nosotros los ciudadanos del Reino estamos
mostrando que traemos la imagen de Dios en nosotros al cum-
plir nuestra palabra. Este es un ejemplo poderoso para nuestros
hijos, para que ellos aprendan a confiar en la palabra de Dios.
Si los que se llaman cristianos fueran verdaderos ciudadanos
del Reino y cumplieran su palabra, aunque esto vaya en perjuicio
de ellos mismos, el Reino de Dios avanzaría con poder.
Una vez más, establecemos que necesitamos al Espíritu San-
to para que nos dé poder para ser ciudadanos del Reino de los
cielos.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta cuarta ley del Reino de Dios en cuanto a la re-
lación con el prójimo –a ser hombres y mujeres de palabra? El
Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamien-
tos. El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Se-
ñor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos.
¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 21

Quinta ley de amor del Reino de


Dios en la relación con el prójimo

Amar a los malos


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5:38-42
38
Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
39
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a
cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele
también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y
40

quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cual-


41

quiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve


con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar
42
LA GRAN COMISIÓN
de ti prestado, no se lo rehúses.

Las leyes del Reino van más allá que la Ley de Moisés, y para
poder cumplir estas leyes, no lo podemos hacer con la fuerza
humana, sino que tiene que ser con el poder del Espíritu Santo
en nosotros.
Si un creyente no puede vivir la primera ley del Reino en
cuanto a la relación con el prójimo –el no enojarse con su her-
mano, ¿cree usted que pueda vivir esta quinta ley del Reino en
cuanto a la relación con el prójimo? Hay muchos cristianos que
son pleitistas o peleoneros, y para ellos es imposible vivir esta ley.
146 LA GRAN COMISIÓN
Ellos vienen de un mundo en donde les enseñaron “ojo por ojo
y diente por diente” (el propósito original de la Ley era que uno
pensara bien lo que iba a hacer, pues lo mismo que uno hacía,
eso mismo le iban a hacer a uno, y eso servía para detenernos de
hacer mal.)
El Señor Jesús dijo:
Mateo 5:39

39 “No resistas al que es malo; antes, a cualquiera que te


hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. ¿

¿Significa esto que nos tenemos que dejar pisotear por el malo?
El deseo natural en cualquier ser humano normal es el de defen-
derse, y hasta de vengarse si alguien nos agrede verbal o física-
mente. No podemos olvidar que somos ciudadanos del Reino de
los Cielos, y no solamente eso, sino que somos los embajadores,
comisionados por el Rey Jesús para llevar su mensaje de paz y de
reconciliación con el Padre. Pablo lo dice de la siguiente manera en
2 Corintios 5: 20: (La nueva Biblia de los Hispanos)
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por
medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense
con Dios!.
Los ciudadanos y embajadores del Reino de Dios son mansos,
misericordiosos, pacificadores, resisten la persecución y lo vitu-
perios por causa de Cristo Jesús. Sin estas características no se
puede vivir esta ley del Reino de los Cielos.
¿Esto significa que no nos defendamos a nosotros mismos o
a los nuestros si los atacan? Esta pregunta es un tanto difícil de
contestar, pues es posible que para algunos creyentes, esto sea
Quinta ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 147

un cuadro hipotético, ya que ellos nunca se rodean de personas


malas. Para otros, el rodearse con los malos es algo que ocurre
muy a menudo en su diario vivir. El primer grupo debe aprender
la teoría, y estar dispuesto a actuar como el Señor Jesús pide el
día que ellos llegaran a encontrarse con una persona mala. Para
el segundo grupo, esto va a ser una práctica constante para ellos
vencer al mal con el bien.
El Espíritu Santo va a guiarle a qué hacer cuando usted se en-
cuentre con una persona mala, pues usted como ciudadano/em-
bajador comprende cuál es el plan del Señor en permitirle tratar
con un malo. El plan y deseo del Señor es salvar al malo también,
pues él pagó el precio de su salvación en la cruz. ¿Cómo lo hará
si nadie más le muestra el amor de Dios? Recuerde que el mun-
do no puede ayudar al malo a entrar al Reino de Dios. Es cierto
que el malo tiene que querer entrar al Reino de Dios para poder
cambiar. Lo que se está presentando aquí por el Señor Jesús es
nuestra parte como ciudadanos/embajadores para representar al
Rey Jesús, para cuando ellos decidan aceptarlo, es porque ya han
visto un testimonio poderoso de parte de los hijos del Reino de
Dios. Recuerde lo que ya hablamos acerca de ser asertivos en el
poder del Espíritu Santo.
El Señor continúa en su explicación de cómo amar al prójimo
malo, diciendo: "Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la
túnica, déjale también la capa". Uno se pregunta ¿no se apro-
vecharán de mí si hago esto? Es posible que esto ocurra, pero a
veces padeceremos cosas injustas por causa del nombre de Jesús,
y estaremos dispuestos hasta sufrir algún tipo de pérdida si es
necesario, con el propósito de ser luz para el malo. El Señor Jesús
tiene que usar varios ejemplos donde todo lo que está ocurriendo
es “pérdida” para el discípulo cuando se trata con el malo. No
podemos olvidar el plan del Señor para con el malo, y es el de
148 LA GRAN COMISIÓN
salvarlo y nos tocó a nosotros en ése momento ser testimonio
para el malo. ¿Qué clase de testimonio seremos? Algunos están
haciendo una práctica mental, por si algún día se encuentran con
el malo, y otros están aprendiendo a aplicar en su diario vivir
cómo tratar al malo a la manera del Reino de Dios.
El Señor Jesús continúa diciendo: "Y a cualquiera que te obli-
gue a llevar carga por una milla, ve con él dos".
¿Cuál cree usted que es el propósito de “ir la segunda milla”?
En la antigüedad, un soldado romano podía pedirle a cualquier
persona que le ayudara a llevar todo su equipaje por una milla.
Cuando la persona que era obligada a llevar la carga veía la marca
de la milla, enseguida soltaba todo lo que llevaba encima, y se
iba, pues ya había cumplido su obligación. Imagínese el impacto
que hacía en el soldado romano que uno continuara llevando la
carga por otra milla. Ese soldado estaba ahora listo para escuchar
lo que usted le tuviera que decir acerca del Rey. Uno se hace
la pregunta: ¿ir la segunda milla con el malo? Es posible que
podamos ir la segunda milla con alguien que nos agrada y nos
cae bien, ¿pero hacer esto con el que nos quiere hacer mal? Es
posible que ya estemos entendiendo qué es lo que quiere el Rey
Jesús con el malo.
¿Cuál de las bienaventuranzas o características de los ciudada-
nos del Reino de Dios es necesaria para poder cumplir esta ley?
Los mansos, los misericordiosos, y los pacificadores, también los
que padecen persecución por causa de la justicia, y los que sufren
por causa del nombre de Cristo Jesús son los que tienen la capa-
cidad para vivir esta ley del Reino.
El Señor Jesús dijo: "Al que te pida, dale; y al que quiera to-
mar de ti prestado, no se lo rehúses" ¿Cuál ha sido su experiencia
al dar dinero, específicamente a alguien que es malo? Es posible
Quinta ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 149

que alguien diga: “Mire, yo no le doy mi dinero a los buenos,


ahora mucho menos a los malos”.
¿Cuál ha sido su experiencia en prestarle dinero a los malos?
Para algunos es posible que sea buena, pero la mayoría dirá que su
experiencia ha sido mala. Algunos hasta dirán que muy mala. Al-
guien puede decir: “Yo le he prestado dinero a gente buena, y no
me lo ha devuelto, y ¿usted cree que le voy a prestar a un malo?”.
La verdad es que nuestros recursos son limitados, y no tene-
mos para darle a todo el que nos pida, ni prestarle a todo el que
quiera. ¿Por qué nos dice el Señor que hagamos esto entonces?
Veamos un poco sobre la segunda ley del Reino que tiene que ver
con la relación con uno mismo, y que probablemente nos dará
luz para entender lo que el Señor Jesús está diciendo:
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de
los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. –
Mateo 7:6
El vivir en el Reino de Dios es una experiencia de constante
dependencia del Rey Jesús a través del Espíritu Santo. Es el Espí-
ritu del Señor quien nos va a dirigir a cómo actuar con los malos
en cada caso en particular. Algunas veces usted será dirigido por
el Espíritu Santo a dar y prestar a los malos, y otras veces no
podrá “dar lo santo a los perros, ni echar las perlas a los cerdos”.
Una vez más, establecemos que necesitamos al Espíritu Santo
para que nos dé poder para ser ciudadanos del Reino de los Cielos.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta quinta ley del Reino de Dios en cuanto a la re-
lación con el prójimo –el amar a los malos? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
150 LA GRAN COMISIÓN
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 22

Sexta ley de amor del Reino de


Dios en la relación con el prójimo

Amar a nuestros enemigos


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 5: 43-48.
43
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborre-
cerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien
a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan
y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre
que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos
y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46
LA GRAN COMISIÓN
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa
tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
47
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué ha-
céis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en
los cielos es perfecto.

Parece que el Señor nos va dando un entrenamiento un poco


más difícil cada vez. A veces es difícil amar a los hermanos o al
cónyuge; a veces es difícil cumplir la palabra. El amar a los malos
es difícil, y amar a los enemigos es muy difícil.
152 LA GRAN COMISIÓN
Algunos entre nosotros tal vez hemos hecho algún enemigo,
pero la mayoría de las veces las otras personas son las que deciden
ser nuestros enemigos, y no tenemos control de eso.
Romanos 12: 18-20 nos dice:
17
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno
delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto
dependa de vosotros, estad en paz con todos los hom-
bres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que,
si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere
sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego
amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo
malo, sino vence con el bien el mal.

Si un creyente no puede ni siquiera amar a su hermano/a, o a


su cónyuge ¿cree usted que va amar a los malos o aun a sus ene-
migos? Por otra parte, el creyente que por el poder del Espíritu
Santo puede amar aún a sus enemigos, puede amar a cualquier
otra persona.
Note cómo el Señor Jesús nos dice que para poder tratar con
los enemigos, debemos usar un espíritu o actitud contraria:

“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os mal-


dicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los
que os ultrajan y os persiguen” Mateo 5:44

¿Qué quiere hacer el Señor con estas leyes, especialmente con


la primera, la quinta y la sexta? El Señor quiere eliminar al
agresivo y al pasivo en nosotros, pues normalmente tomamos
el camino de la agresión o el camino de la pasividad para resolver
Sexta ley de amor del Reino de Dios en la relación con el prójimo 153

las disputas o problemas que tenemos en las relaciones persona-


les, y quiere que actuemos ahora como hijos del Padre celestial,
que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover
sobre justos e injustos.
Es muy probable que algunos de los que están leyendo estas
líneas nunca tengan enemigos, y para ellos esto es una simple
teoría. Hay otros que tal vez tengan muchos enemigos, ya sea
porque los hicieron antes de conocer cómo es que el Reino de
Dios opera, o porque los demás decidieron hacerse enemigos de
ellos. De todas maneras, el Señor Jesús deja bien claro cómo es
que los ciudadanos del Reino ahora actúan con los enemigos. No
olvidemos que el propósito del Señor es alcanzar a nuestros ene-
migos con su amor. ¿Quién les mostrará a los enemigos el amor
del Padre celestial, si no son sus hijos? ¿Se imagina la sorpre-
sa que se llevarán los enemigos cuando actuemos con ellos con
amor? Tengamos presente que nosotros somos los embajadores
de Dios para reconciliar al mundo con él.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta sexta ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción con el prójimo –el amar a los enemigos? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
SECCIÓN 2

Cómo amar a Dios


Siete leyes de amor del
Reino de Dios en cuanto a
nuestra relación con el Padre

Las instrucciones de la Gran Comisión


son de ir a todas las naciones y hacer discípulos, enseñándoles
que GUARDEN TODAS las cosas que el Señor Jesús nos ha
mandado. En Mateo 5, 6, 7 se nos muestra la identidad de los
ciudadanos del Reino de Dios y también las leyes del Reino en
cuanto a las relaciones humanas, la relación con el Padre Celes-
tial, y la relación consigo mismo.
Recuento de lo visto hasta aquí: En Mateo capítulo 5 ya vi-
mos las once características de los ciudadanos del Reino de Dios:
los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio cora-
zón, los pacificadores y los que padecen persecución por causa de
la justicia, y los que son vituperados por causa de Jesús sin razón,
156 LA GRAN COMISIÓN
los que son sal y luz de la tierra. Vimos que sin estas característi-
cas no se puede vivir en el Reino de Dios. El Espíritu Santo es el
único que puede formar esto en nosotros.
También vimos las seis leyes de amor del Reino de Dios en
cuanto al trato en las relaciones con los demás que son: el trato
con los hermanos, el trato con el sexo opuesto, el divorcio, que
nuestro sí sea sí y nuestro no, no, cómo tratar a los malos, y
cómo tratar a los enemigos.
En esta lección empezaremos a tratar con siete leyes de amor
en nuestra relación con el Padre. Siete es el número que repre-
senta a Dios, pues él está completo, y nuestra relación con él
debe ser completa. En la versión Reina Valera 1960 de la Biblia
en español, en el capítulo 6 se menciona al Padre doce veces. Los
discípulos eran doce, y el Señor Jesús quiere que los discípulos
sepan que el Padre quiere tener una relación personal con cada
uno. El Padre quiere que tengamos paz en nuestra relación con
los demás y también es nuestra relación con él. Vamos a ver que
de estas siete leyes, cinco tienen que ver con dinero. Solamente el
orar y el ayunar no tienen que ver con dinero o cosas materiales.
Estas siete leyes de amor son:
El dar a los pobres; La oración; El ayuno; Tesoros en el cielo;
El ojo misericordioso; Dios y las riquezas; Confianza absoluta en
el Padre Celestial
Capítulo 23

Primera ley de amor del Reino de


los cielos en nuestra relación con el Padre

Dar a los pobres


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6:1-4
1
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los
hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no ten-
dréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta
delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas
y en las calles, para ser alabados por los hombres; de
cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuan-
LA GRAN COMISIÓN
do tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu
derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre
que ve en lo secreto te recompensará en público.

Cuando le preguntaron al Señor Jesús que cuál era el princi-


pal mandamiento, él dijo:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con


toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento. Mateo 22:37
158 LA GRAN COMISIÓN
Ahora que estamos en el Reino de Dios, para que sepamos
cómo amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con
toda nuestra mente, el Señor Jesús nos revela siete leyes en el Rei-
no de los cielos que tienen que ver con nuestra relación de amor
para con el Padre. De estas siete leyes, cinco tienen que ver con
dinero, pues el dinero es el dios que compite con nuestro amor
para con Dios, y hasta que no sepamos cómo manejar el dinero,
éste nos manejará a nosotros y nos mantendrá alejados del amor
más importante del universo.
La primera ley en cuanto a la relación con el Padre tiene que
ver con el dar limosnas: “Y cuando des limosnas”… El Señor
espera que demos limosnas. Los misericordiosos dan limosnas,
o sea, ayudan a los pobres y necesitados. La gran mayoría de los
habitantes del mundo son pobres. Todas las justicias sociales del
discípulo parten de este punto.
Cuando el Señor Jesús comenzó su ministerio aquí en la tie-
rra, después de haber sido tentado en el desierto, fue a la sina-
goga en Nazaret y cuando se le dio el libro del profeta Isaías, él
tomó esa Escritura como la declaración de su Misión aquí en la
tierra. Veamos esto en Lucas 4: 16-19:
16
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de
reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y
se levantó a leer.
17
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo
abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
18
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
Primera ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 159

A pregonar libertad a los cautivos,


Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
19
A predicar el año agradable del Señor.

Como podemos notar, el Espíritu Santo estaba sobre el Señor


Jesús, y lo primero que hizo fue ungirlo para dar buenas nuevas
a los pobres. Los pobres siempre están primeros en el corazón
del Padre, pero como veremos más adelante, casi nadie está in-
teresado en los pobres. Hoy en día necesitamos que esa misma
unción que estuvo sobre el Señor Jesús, esté sobre nosotros, pues
así como el Padre envió al Señor Jesús, ahora el Señor Jesús nos
envía a nosotros –Juan 20:21.
El dar limosnas tiene que ver con nuestro dinero. Recorde-
mos que una de las características de los discípulos es que ya
han sometido sus posesiones al servicio del Rey. Si usted tiene
problemas con darle al Señor, tal vez es porque no ha sometido
sus posesiones al Rey.
Lucas 14: 33
33
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a
todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

No olvidemos que renunciamos a nuestras posesiones, no


para despojarnos o deshacernos de ellas, sino para llegar a ser
administradores de las mismas, ya que ahora el Rey Jesús es el
dueño de nuestras posesiones, porque se las hemos entregado
voluntariamente, y él nos indicará cómo usarlas.
Aquí no se está hablando del diezmo ni de las ofrendas al tem-
plo. Aquí se habla de ayudar al indigente y necesitado, sin tener
que publicarlo a los demás, pues es algo que el Rey ha puesto en
160 LA GRAN COMISIÓN
el corazón hacer y el Espíritu Santo le va a guiar hacia la persona
indicada. También recordemos que las limosnas no son “unas
moneditas que nos sobran en el bolsillo”, sino que es una canti-
dad, que como veremos, es sustancial.
Muchos han malentendido la parte de este versículo que dice:
“no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”, creyendo que se
refiere a diezmos y ofrendas y ni siquiera escriben en sus sobres
de diezmos y ofrendas en la iglesia cuánto dan. En muchos países
se tiene la ventaja de que lo que se da a la iglesia se puede deducir
de los impuestos. Eso es una ventaja que se puede aprovechar
para poder avanzar aún más el Reino de Dios.
Muchas veces en nuestras finanzas no nos queda para dar li-
mosnas porque no hemos hecho lugar para que eso exista. No
damos limosnas para ser salvos, pero por alguna razón Dios ve
con mucha atención a los que dan limosnas, aun cuando no son
salvos.
Hechos 10: 1-4
1
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, cen-
turión de la compañía llamada la Italiana, 2piadoso y
temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas
limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. 3Este vio
claramente en una visión, como a la hora novena del
día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le
decía: Cornelio. 4El, mirándole fijamente, y atemoriza-
do, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus
limosnas han subido para memoria delante de Dios.

Notemos cómo Cornelio hacía muchas limosnas y oraba,


pero no era salvo. Fueron sus oraciones y sus limosnas las que
subieron delante de Dios, y el Señor movió de una manera
Primera ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 161

milagrosa a Pedro para que fuera y le predicara el evangelio a él y


a su casa para que les llegara la salvación.
Proverbios 19:17

A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha


17

hecho, se lo volverá a pagar.

Cuando Pablo se encontró con los líderes en Jerusalén, éstos


reconocieron el ministerio de Pablo a los gentiles, y solamente
le pidieron a Pablo que se acordase de los pobres. Pablo procuró
hacer esto con diligencia, pues él sabía que era un mandato del
Señor Jesús, pues el evangelio que Pablo predicaba es el mismo
que Jesús instituyó.
Gálatas 2: 10;

Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los


10

pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.

Lo primero que hay que tener, es un corazón dispuesto a obe-


decer al Señor en esta área, pues las personas pobres están en
todo lugar, y el Señor quiere que les ayudemos. En este momen-
to nuestro interés está en prepararnos a nosotros mismos para
cuando el Señor nos guíe hacia una persona pobre. Por ejemplo,
si tenemos nuestra economía saturada de deudas, no habrá lugar
para dar a los pobres. Recordemos que cuando damos a los po-
bres, estamos ganando su respeto para poder hablarles del Reino
y sacarlos de la pobreza
Mateo 11: 5
5
…y a los pobres es anunciado el evangelio.
162 LA GRAN COMISIÓN
El plan para ayudar a los pobres lo tomaremos de la ley so-
cial de la Ley de Moisés, pues aquí se nos da un ejemplo muy
interesante para guiarnos a nosotros que queremos ayudar a los
pobres, y que ahora que estamos en el Reino de Dios queremos
obedecer al Señor Jesús en el deseo de dar a los pobres. No es-
tamos abogando por la ley de Moisés, pues no vivimos bajo la
Ley, sino que estamos usando estas escrituras únicamente como
un ejemplo. Recordemos que ahora vivimos en el Reino de los
cielos, y que aquí operan otras leyes superiores. Veamos esto en:
Levítico 19: 9 y: 23:22:
9
Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta
el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada.

Levitico23:22:
22
Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de
tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo
Jehová vuestro Dios.

Deuteronomio 24: 19-21


Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla
19

en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para


el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en
toda obra de tus manos.20Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las
ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el
huérfano y para la viuda. 21Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás
tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.
Aquí encontramos lo que llamaremos el rincón del campo, lo
cual es el equivalente al 5 .4% del área de una parcela de tierra
cuadrada. ¿Cómo llegamos a esa conclusión? Si usted traza un
círculo dentro de un cuadrado, tocando el círculo todas las líneas
Primera ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 163

del cuadrado, los cuatro rincones que quedan ocupan un área de


21.5% del cuadrado. Si dividimos 21.5% entre cuatro nos dará
5.4% (esto lo podríamos redondear a 5 % para manejarlo más
fácilmente). Hoy día la mayoría de nosotros no sembramos par-
celas de tierra, sino que producimos por medio de nuestros ne-
gocios y empleos. Si queremos tener una idea de cuánto dar a los
pobres, esto del rincón del campo nos puede ayudar bastante para
tener un punto de referencia. Recordemos que podemos hacer la
esquina más pequeña, pero eso simplemente demostrará qué tan
generoso es el corazón. Así que sacaremos 5% de nuestras entra-
das para darlo a los pobres según el Espíritu nos guíe. Claro está
que el Señor le puede guiar a dar más, pues no debemos olvidar
que él es el dueño de las finanzas del discípulo, y el discípulo es
solamente un administrador. Aquí no hay lugar para el legalismo.
Alguien puede decir: "Hermano, yo mismo necesito ayuda,
¿cómo puedo ayudar a otro?" Con toda seguridad, una de las ra-
zones para dar a los pobres, es para que nos demos cuenta que no
estamos ni somos tan pobres, y que seamos agradecidos. Recor-
demos que siempre habrá alguien más pobre que nosotros, y si
el Señor nos pide que demos, es porque él nos dio primero. Sería
injusto de parte del Señor pedirnos sin que nosotros tengamos, así
que dentro de esta ley del Reino, está sobreentendido que ya el Se-
ñor nos suplió para que podamos cumplir el deseo de su corazón.
El Señor nos está enseñando que en nuestras prioridades fi-
nancieras debe estar una porción destinada para ayudar a los
pobres. ¿Por qué a los pobres? En el libro de Proverbios, se nos
responde a muchas preguntas sobre los pobres. Veamos algunas:
Proverbios 10:15

Las riquezas del rico son su ciudad fortificada;


Y el desmayo de los pobres es su pobreza.
164 LA GRAN COMISIÓN
Proverbios 13:23

En el barbecho de los pobres hay mucho pan; Mas se


pierde por falta de juicio.

Proverbios 14: 20- 21, 31


20
El pobre es odioso aun a su amigo; Pero muchos son
los que aman al rico 21 Peca el que menosprecia a su
prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es
bienaventurado
31
El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Más el
que tiene misericordia del pobre, lo honra.

Proverbios 17: 5
5
El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor; Y el
que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
Proverbios 18: 23
23
El pobre habla con ruegos, Mas el rico responde du-
rezas.

Proverbios 19: 4, 17
4
Las riquezas traen muchos amigos; Mas el pobre es
apartado de su amigo.
17
A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha
hecho, se lo volverá a pagar.

Proverbios 21: 13

El que cierra su oído al clamor del pobre, También él


clamará, y no será oído.
Primera ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 165

Proverbios 22: 2, 9, 16, 22-23


2
El rico y el pobre se encuentran; A ambos los hizo
Jehová.
9
El ojo misericordioso será bendito, Porque dio de su
pan al indigente.
16
El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias,
O que da al rico, ciertamente se empobrecerá.
22
No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes
en la puerta al afligido; 23 Porque Jehová juzgará la
causa de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los
despojaren.

Proverbios 28: 8, 27
8
El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,
Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.
27
El que da al pobre no tendrá pobreza; Más el que
aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

Proverbios 29: 7, 14
7
Conoce el justo la causa de los pobres; Mas el impío no
entiende sabiduría.
14
Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono
será firme para siempre.

Proverbios 31: 9, 20
9
Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa
del pobre y del menesteroso.
20
Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al
menesteroso.
166 LA GRAN COMISIÓN
El propósito de anunciar el evangelio del Reino de Dios a los
pobres, es con el fin de sacarlos de la pobreza.

Mateo 11: 1-5


1
Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce
discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciu-
dades de ellos. 2 Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de
Cristo, le envió dos de sus discípulos, 3 para preguntarle:
¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
4
Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan
las cosas que oís y veis. 5 Los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;

Cuando Juan el bautista envió a dos de sus discípulos a pre-


guntar si Jesús era el Mesías, o si debían esperar a otro, el Señor
Jesús comenzó a hacer milagros, y luego que terminó, dijo que los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el
evangelio. Note que cada necesidad fue satisfecha con la respuesta
correcta. ¿Qué va a pasar cuando el evangelio sea anunciado a los
pobres? Saldrán de la pobreza espiritual, emocional y física.
Normalmente, nadie quiere a los pobres –el pobre es odioso a
su propio amigo –Proverbios 14: 20. Cuando nosotros nos acer-
camos a los pobres, estamos buscando a un grupo de personas
que están a la espera de que Dios haga algo por ellos. Cuando
nosotros vamos con ayuda, nosotros somos la respuesta de Dios
para ellos. Cuando les hablemos del Rey Jesús, y del plan que él
tiene para ellos, lo más seguro es que aceptarán a Jesús como su
Señor y Salvador, y comenzará el cambio en sus vidas, pues ahora
nosotros mismos los vamos a discipular. ¡Esto es glorioso!
Primera ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 167

Es por eso que lo primero que el Padre nos pide en la relación


con él, es que ayudemos a los pobres, pues nadie está buscándo-
les. ¿Está usted entendiendo el plan de Dios Padre? Él mandó a
Jesús a morir por toda la humanidad, y la mayoría de la humani-
dad es pobre, y a los pobres, normalmente nadie los quiere.
Si cada creyente en Jesucristo hiciera su parte como discípulo,
y obedeciera esta ley del Reino, personalmente recibiría una gran
bendición, y otra sería la historia para los pobres.

Preparación para ayudar a los pobres


Ya que conocemos el mandato del Señor sobre esto, y enten-
demos un poco el problema de los pobres, y nuestra participa-
ción en el Reino con relación a los pobres, ahora lo que debe-
mos hacer es estar preparados con nuestra porción que hemos
llamado el rincón o la esquina del campo, o sea nuestro cinco
porciento voluntario para este propósito. Usted debe tener este
dinero a mano, esperando la oportunidad y la dirección del Es-
píritu Santo para accionar.
Ahora, tal vez su economía no resista el poder dar cinco por-
ciento para los pobres, ya que posiblemente usted está endeuda-
do. El Señor mira el corazón que está dispuesto a obedecer y es
por eso que él nos dijo que les enseñáramos estos mandamientos
a los discípulos hasta que los guarden. Esto es un proceso, y si
usted no puede dar en este momento el cinco porciento, empiece
dando el uno y vaya incrementándolo a medida que se deshace
de deudas, o que tal vez le den un aumento de sueldo, etc. El
punto es comenzar a obedecer la voluntad del Padre.
Es posible que su cinco porciento sea muy poco como para
hacer un impacto en alguna persona pobre que está en gran ne-
cesidad, pero tal vez usted pueda juntar su cinco porciento con
168 LA GRAN COMISIÓN
el de otros discípulos, y así podrían hacer algo más impactante.
Comience a vivir esta aventura y verá lo que acontece, y cómo su
vida será transformada.
Hechos 20: 35 nos dice:

35En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe


ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del
Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que
recibir.

Si los pobres son tan importantes en la relación con el Padre,


que lo primero que el Señor Jesús nos dice es que los ayudemos,
aún antes de hablarnos de la oración y el ayuno, ¿no considera
usted que debemos prestar mucha atención a este tema?
Usted será usado por el Señor para establecer ministerios que
ayudarán socialmente a los pobres a salir de la pobreza por medio
del Evangelio de Jesucristo.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta primera ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción con el Padre –el dar limosnas? El Señor Jesús dijo que si le
amamos, guardaremos sus mandamientos.
El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Se-
ñor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos.
¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 24

Segunda ley de amor del Reino de


los cielos en nuestra relación con el Padre

La oración
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 5-15
5
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque
ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esqui-
nas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto
os digo que ya tienen su recompensa .6 Mas tú, cuando
ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público. 7 Y orando, no uséis vanas
LA GRAN COMISIÓN
repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos.  8 No os hagáis, pues, semejantes
a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues,
oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santi-
ficado sea tu nombre. 10 Venga tu Reino. Hágase tu vo-
luntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal; porque tuyo es el Reino, y el poder, y
170 LA GRAN COMISIÓN
la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdo-
náis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; 15 más si no perdonáis a
los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os per-
donará vuestras ofensas”.

La oración es parte de la vida en el Reino de Dios. El Señor


Jesús nos advierte de no hacer “vanas repeticiones”. Note que el
énfasis está en “vanas repeticiones”. Los paganos y los religio-
sos hacen vanas repeticiones; los discípulos hacen oraciones que
traen la voluntad de Dios a la tierra.
El Señor Jesús es quien nos pide que oremos de esta manera.
Esta oración no es una vana repetición. Esta oración de setenta
y una palabras en la versión Reina Valera 1960, se puede volver
vana en la boca de los cristianos religiosos, pero no en la boca de
los discípulos ciudadanos del Reino de Dios, pues es un arma
poderosísima en nuestra relación con Dios. Esta oración es una
declaración del poder de Dios y de su Reino para que éste avance
y sea establecido en la tierra. Muchas veces nosotros queremos
hacer las cosas con la condición de ver resultados: si vemos que
algo pasa cuando oramos, entonces seguimos orando, si no ve-
mos respuesta a la oración, dejamos de orar. ¿Qué si el Señor
Jesús responde, no a la oración que se haga, sino a la obediencia
del discípulo en hacer esta oración simplemente porque el Señor
Jesús ordenó que la hiciéramos? ¿Qué si todo en la vida espiri-
tual dependiera más de nuestra obediencia que de cualquier otra
cosa? ¿Habrá algún secreto en esta oración, o el secreto está en
hacerla en obediencia? El Señor Jesús es el Rey del Reino, y sim-
plemente hay que hacer lo que el Rey dice. El discípulo obedece
al Rey todo el tiempo, pues él es un imitador del Rey, y el Rey
fue obediente al Padre todo el tiempo que estuvo aquí en la tie-
rra. El Señor Jesús vino a revelar cómo es que debemos amar al
Segunda ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 171

Padre, y es el Padre que se complace en que oremos esta oración.


Esta oración es la oración de unidad, pues todos los ciudadanos
del Reino debemos hacerla. Pensemos en esto por un momento:
Esta es la única oración que se nos pide que todos la hagamos.
Todos hemos oído acerca de los guardias del palacio de Buc-
kingham en Londres, Inglaterra. Estos guardias parecen estatuas,
pues no se mueven, y eso les ha dado una fama mundial. La
reina de Inglaterra está orgullosa de ellos, pues ellos aunque apa-
rentemente no hacen nada, están cuidando del palacio. ¿Qué si
la oración del padrenuestro fuera algo que simplemente el Pa-
dre quisiera que sus hijos la hicieran? ¿No estaría él orgulloso de
nuestra simple obediencia?
Recuerde que ahora somos los embajadores del Reino de Dios.
Esta oración debemos memorizarla y repetirla como una declara-
ción, al comenzar el día, durante el día, y al terminar el día.
Al terminar la oración de declaración, el Señor Jesús hace
énfasis en el perdón, diciendo que si perdonamos a los hombres
sus ofensas, también el Padre nos perdonará, mas si no perdona-
mos a los hombres sus ofensas, tampoco el Padre nos perdonará.
El Señor declara esto de manera positiva y también negativa,
para que no quede en nosotros ninguna duda de que debemos
perdonar, y que el perdón del Padre está sujeto a cómo nosotros
perdonamos. Si le pedimos perdón al Señor, pero no perdo-
namos al ofensor, ¿nos perdonará el Padre? Si el Padre no nos
perdona, ¿estamos viviendo en el Reino de los Cielos? Si el Pa-
dre no nos perdona ¿entraremos al cielo? El perdonar no es una
opción, sino un requisito para estar en el Reino de los Cielos. Ya
hablamos con mayor detalle acerca del perdón cuando tratamos
con la primera ley del Reino en la relación con el prójimo en el
capítulo 17.
172 LA GRAN COMISIÓN
Podríamos comparar las ofensas o heridas emocionales que
nos hacen los demás, con una herida física. Las heridas pueden
ocurrir con o sin intención. Es posible que fuera un accidente,
pero de todas maneras terminamos heridos. ¿Qué es lo primero
que debemos hacer cuando tenemos una herida física? Limpiar-
la de todo contaminante –tierra, grasa, microbios, etc. Después
le ponemos un antiséptico, luego le ponemos un ungüento, y
la tapamos para protegerla. Cuando tenemos una herida emo-
cional, lo primero que tenemos que hacer es limpiarla de todo
contaminante –resentimiento, odio, rencor, venganza, etc. y eso
lo hacemos con el antiséptico llamado perdón. El perdón es lo
que “mata” todo contaminante. Luego tapamos la herida emo-
cional con el amor de Dios, y dejamos que sane. Sin el perdón,
la herida emocional se infecta, y al igual que en una herida física,
nunca se sanará mientras haya una infección. Una herida física
infectada supura pus, huele mal, y siempre duele. La persona con
una herida emocional a la cual no se le aplicó perdón, siempre
está supurando odio, rencor, deseos de venganza, etc. y siempre
duele. Es por eso que pueden pasar años y todavía la persona vive
como si eso ocurrió ayer mismo. Esto es porque no ha sanado.
El perdón es lo que comienza el proceso de sanidad. Esta es la
razón por la cual el Señor Jesús nos dice que los ciudadanos del
Reino siempre debemos perdonar. El Padre ya nos perdonó, así
que ahora tenemos para perdonar.
¿Qué significa perdonar? La palabra perdonar en Español está
compuesta de dos palabras: El prefijo per, que significa por, y
donar, que significa conceder, dar, dispersar, legar, propinar. En-
tonces perdonar quiere decir por donar, o sea que es una dona-
ción la que uno hace cuando perdona, pues cuando usted dona
algo, es porque lo hace de la magnanimidad de su corazón, y no
necesariamente porque la otra persona lo merece, o lo trabajó.
Segunda ley de amor del Reino de los cielos en nuestra relación con el Padre 173

Cuando perdonamos, la otra persona no tiene que merecerlo,


no tiene que trabajar o llenar ciertos requisitos para que le per-
donemos, sino que simplemente le donamos la deuda que tenía
contra nosotros. Imaginemos que alguien le debe a usted cien
dólares, y no los puede pagar. Esa persona le dice a usted: “No te
puedo pagar, por favor perdóname”. Si usted decide perdonarle
la deuda, lo que usted está haciendo es que usted mismo se la está
pagando. Ahora, si usted está bien quebrado, y no tiene dinero,
le va a ser muy difícil “donar” esa deuda, pero si usted tiene bas-
tante dinero, usted simplemente se paga a sí mismo.
En lo espiritual, nosotros siempre podemos perdonar, pues
tenemos con qué pagar las deudas de los que nos ofenden, pues
el Padre ya nos perdonó a nosotros todas nuestras deudas. En
otras palabras el Padre ya nos “donó”, para que nosotros tenga-
mos para “donar” a los demás. El apóstol Pablo hace eco de estas
palabras en
Colosenses 3:13, cuando dice:
13
“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera
que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.

Aprenda la oración modelo del Padrenuestro de memoria,


y empiece a declararla.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta segunda ley del Reino de Dios en cuanto a la
relación con el Padre –orar el padrenuestro? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
174 LA GRAN COMISIÓN
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 25

Tercera ley de amor del Reino de


los cielos en la relación con el Padre

El ayuno
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 16-18
16
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hi-
pócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los
hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su
recompensa .17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza
y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que
ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará en público.
LA GRAN COMISIÓN
Hay muchas ataduras, malos hábitos, malas actitudes, etc.
que nos impiden tener una relación personal con el Padre Celes-
tial. Es aquí donde podemos usar el ayuno para deshacernos de
todas estas cosas que son un estorbo. Este ayuno es un tiempo
especial y apartado para dedicarlo exclusivamente a deshacernos
de estas cosas. Lo que estamos haciendo es porque queremos
una relación tan profunda con el Padre, que la comida no nos
va a importar, sino que aún usaremos el hambre y los gruñidos
estomacales como recordatorios de que estamos deshaciéndonos
de todo esto que nos impide vivir libremente en la presencia de
Dios. En otras palabras, tenemos tal hambre por nuestro Padre,
176 LA GRAN COMISIÓN
que dejamos de comer para desear serles agradables. Mientras
esté ayunando, cada vez que su sistema digestivo gruña, dígale
al Señor: “Padre, tengo hambre y sed de ti, y te doy gracias por
saciarme”.
¿Cuándo debemos ayunar? El Señor comienza su mandado
sobre el ayuno diciendo: “Y cuando ayunéis…”. En otras pala-
bras, debe ser algo que practicamos a menudo. El Espíritu Santo
es quien nos guía en nuestro tiempo de ayuno, pero como discí-
pulos debemos estar entrenados y disciplinados en el ayuno. Por
lo tanto, una buena sugerencia sería ayunar un día por semana,
para así establecer un patrón de disciplina, y cuando el Espí-
ritu Santo nos mueva, podemos ayunar por más tiempo si es
necesario. El ayuno no es simplemente dejar de comer. Es dejar
de comer intencionalmente como obediencia a nuestro Señor
Jesús. Esto es tan simple que podemos perder de vista lo que el
Señor quiere. Muchas veces estamos más enfocados en el resul-
tado del ayuno que en la obediencia al Señor Jesús, el Rey del
Reino. ¿Qué si el propósito del ayuno está en simplemente una
prueba de obediencia que el Señor nos pone, más que en lograr
y adquirir cosas a través del ayuno? Ayunamos a nuestro Padre
que está en lo secreto, y nuestro Padre que ve en lo secreto, nos
recompensará en público. Note cómo estas tres primeras leyes
del Reino de los Cielos se hacen en lo secreto. Hay una relación
secreta con el Padre celestial que cada hijo del Reino de los Cielos
debe mantener.
Algunos piensan que porque ayunan, Dios está obligado a
contestarles sus peticiones y oraciones. El ayuno no “le tuerce el
brazo” a Dios para que haga algo por nosotros. Recordemos que
lo que el Señor está buscando es obediencia. Si él dice que hay
que ayunar, entonces ayunamos. Así de simple. Encontraremos
Tercera ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 177

que a través de la simple obediencia, el Señor Jesús revelará más


profundamente el propósito del ayuno en el Reino de Dios.
En Isaías encontramos una escritura que nos habla de ese
verdadero ayuno que estamos haciendo con la intención de que
el Padre nos libere de toda obra mala y perversa que traemos
arrastrando de nuestro pasado. Léalo mientras hace este ayuno,
para ver los puntos importantes con los que el Señor quiere
tratar en usted.
Isaías 58: 1-12
1
¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz
como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión
y a la casa de Jacob su pecado! 2 Ellos me buscan cada
día y quieren saber mis caminos, como gente que hu-
biera hecho justicia y que no hubiera dejado el derecho
de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse
a Dios. 3 Dicen: “¿Por qué ayunamos y no hiciste caso,
humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?”
He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro
propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores.
4
He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y
para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como
lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
5
¿Es éste el ayuno que yo escogí: que de día aflija el
hombre su alma, que incline su cabeza como un jun-
co y haga cama de telas ásperas y de ceniza? ¿Llama-
réis a esto ayuno y día agradable a Jehová? 6 El ayuno
que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres
a los quebrantados y romper todo yugo? 7 ¿No es que
compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres
178 LA GRAN COMISIÓN
errantes albergues en casa, que cuando veas al des-
nudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?
8
Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad
se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti
y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces
invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: “¡Heme
aquí! Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo
amenazador y el hablar vanidad, 10 si das tu pan al
hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas
nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía.”
11
Jehová te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu
alma y dará vigor a tus huesos. Serás como un huerto de
riego, como un manantial de aguas, cuyas aguas nunca
se agotan.12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás, y
serás llamado “reparador de portillos”, “restaurador de
viviendas en ruinas.”

Algo importante que el ayuno también hará en nosotros, es


crear una identificación con aquellos que están padeciendo ham-
bre física en la tierra, por carencia y falta de alimentos y recursos.
El hambre duele, y usted se compadecerá de aquellos que pasan
hambre, y empezará a preguntarle al Padre: “¿Padre, qué pode-
mos hacer para ayudar a esos que padecen hambre?” Es posible
que ahora usted esté comprendiendo un poco mejor la primera
ley del Reino en cuanto a la relación con el Padre, y es dar li-
mosnas a los pobres. El dolor del hambre que usted pasa cuando
ayuna, le impactará para saber lo que está pasando el pobre que
no tiene qué comer, y lo motivará a hacer algo.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a us-
ted para vivir esta tercera ley del Reino de Dios en cuanto a
Tercera ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 179

la relación con el Padre –el ayunar? El Señor Jesús dijo que si


le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan dice
que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guardamos
sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo le tomará
enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde? ¿Ya está
viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía espiritual,
emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos necesarios
para lograrlo?
Capítulo 26

Cuarta ley de amor del Reino de


los cielos en la relación con el Padre

Tesoros en el cielo
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 19-21
19
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el
moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; 20
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el
moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan,
21
porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.
LA GRAN COMISIÓN
En la primera ley del Reino en la Relación con el Padre, diji-
mos que el Señor quiere sacarnos de la pobreza para hacernos ri-
cos. Esta es parte de la razón por la que predicamos el Evangelio
a los pobres con tanta intensidad. Ahora bien, muchos cuando
empiezan a adquirir bienes materiales, no entienden por qué ni
para qué el Señor les está bendiciendo, y empiezan a hacer teso-
ros aquí en la tierra, y no en el cielo. Este es un mal muy común
aquí en los países desarrollados, en donde hay una gran abun-
dancia de riquezas. Tal vez ahora empecemos a entender por qué
el Señor Jesús dijo que el que no renuncia todas sus posesiones a
Él, no puede ser su discípulo –Lucas 14:33.
182 LA GRAN COMISIÓN
El Señor nos da la capacidad para hacer riquezas con el pro-
pósito de ayudar a extender su Reino. El Señor está muy intere-
sado en darnos riquezas y bienes precisamente para que hagamos
tesoros en el cielo, pues Él mismo nos dice que donde está nues-
tro tesoro allí también va a estar nuestro corazón. El Señor quie-
re que nosotros hagamos tesoros en el cielo, para que nuestros
corazones estén unidos al cielo, pensando en el cielo, deseando
el cielo, meditando en el cielo, atentos al cielo, queriendo que lo
que pasa en el cielo, también pase en la tierra.
¿Por qué muchos creyentes no tienen su corazón conectado
al cielo? Porque no dan para la causa de Cristo. No podemos
perder el mensaje principal del Padre en esta cuarta ley del Rei-
no, y es que Él quiere darnos para que tengamos cómo dar en
abundancia para que nuestros corazones estén conectados al cie-
lo. El corazón es el iniciador de los movimientos de las tres áreas
principales del alma: La mente, las emociones, y la voluntad. Si
mi corazón está conectado al cielo a través de los tesoros que he
mandado para el cielo, éste motivará a la mente con todas sus
funciones a pensar en el cielo. Si mi corazón está conectado al
cielo a través de los tesoros que he mandado al cielo, éste motiva-
rá a mis emociones a estar conectadas con el cielo. Si mi corazón
está conectado al cielo a través de los tesoros que he mandado al
cielo, éste motivará a mi voluntad a querer hacer más cosas para
el Reino de los cielos. Recordemos que el tesoro que hagamos en
el cielo ES NUESTRO TESORO. Es por eso que cuando damos
a la obra de Dios o al necesitado etc., no lo estamos dando a una
institución o iglesia, o persona, sino al Señor, y él lo atesora en el
cielo a nuestro favor.
¿Cómo hacemos tesoros en el cielo para que nuestro corazón
esté unido al cielo?
Hablemos un poco sobre el diezmo:
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 183

Siempre que se habla de dinero, el diablo se ha encargado de


darle una interpretación negativa. Esto es porque él quiere seguir
robándonos.
Algunos dicen que el diezmo fue un asunto de la ley y que no
es para hoy. Vamos a ver que el diezmo existía antes de la ley, y
era voluntario:
Génesis 14: 17- 20
17
Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de
los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a
recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del
Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo:
Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los
cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo,
que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram
los diezmos de todo.

Génesis 28: 20- 22


20
E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo,
y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan
para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a
casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra
que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo
que me dieres, el diezmo apartaré para ti.

Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, diezmaron voluntaria-


mente, y así enseñaron a sus hijos después de ellos.
Cuando Dios liberó al pueblo de Israel de Egipto, les dio leyes
y mandamientos. Eso es lo que llamamos la Ley de Moisés. En
la LEY de Moisés, se hizo obligatorio dar el diezmo a los levitas.
184 LA GRAN COMISIÓN
Números 18: 20-21.
20
Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás
heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y
tu heredad en medio de los hijos de Israel. 21Y he aquí
yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel
por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven
en el ministerio del tabernáculo de reunión.

¿Para qué servía el diezmo? Para mantener a los Levitas, para


que mantuvieran el servicio del Tabernáculo (Templo), y así pu-
dieran enseñar al pueblo acerca del Señor y su Ley.
El pueblo de Israel se “olvidó” de diezmar y ofrendar, y los
levitas comenzaron a sufrir hambre y escasez, y es por eso que
el Señor tiene que llamarles la atención por medio del profeta
Malaquías.
Malaquías 3: 6-12.
6
Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob,
no habéis sido consumidos. 7 Desde los días de vuestros
padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardas-
teis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho
Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de
volvernos? 8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me
habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En
vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldi-
ción, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
10
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y de-
rramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabun-
de. 11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 185

no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el


campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12 Y todas
las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tie-
rra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

Aquí se nos da una revelación más amplia de por qué diezmar


y ofrendar. Veamos tres razones poderosas por las que el diablo
no quiere que los creyentes diezmen:
1. Se detiene la obra del Señor. Versículo 10ª. El diseño
del Señor es que a través de los diezmos, su obra se sos-
tenga y avance.
La bendición de Dios se detiene en su vida. Versículo
10b, y 12. El deseo del Señor es darnos más, para que así
tengamos más para dar a su Reino, y éste siga creciendo.
No solamente el Reino del Señor seguirá creciendo, sino
que nosotros recibiremos parte de esa bendición. El agua
que va por el canal de riego, siempre moja al canal. En
otras palabras, el Señor siempre nos dará a nosotros pri-
mero para que podamos seguir dando.
En la época del profeta Malaquías era costumbre que las
personas ricas, de vez en cuando, abrían las ventanas de
sus casas y tiraban monedas para que los pobres y necesi-
tados recibieran algo. El Señor usa esta misma ilustración
y dice que él va a abrir las ventanas de los cielos y va a
dar hasta que sobreabunde. La palabra sobreabunde está
compuesta de dos palabras poderosas: sobre y abunde. El
Señor nos dará hasta que sobre y hasta que abunde. En
el versículo 12 el Señor continúa diciendo que todas las
naciones nos dirán bienaventurados, porque somos tierra
deseable. ¿Está notando por qué el diablo no quiere que
el pueblo de Dios diezme?
186 LA GRAN COMISIÓN
2. El diablo tiene derecho legal a sus posesiones. Versícu-
lo 11. Si usted no diezma al Señor, el enemigo se va a
encargar de sacarle el diezmo a usted.
Algo muy importante que también ocurre cuando diez-
mamos, es que se empieza a quitar de nosotros esa men-
talidad de pobreza, de que no tenemos, y el corazón y
el bolsillo comienzan a ejercitarse en la generosidad. El
apóstol Pablo dijo en
Hechos 20: 35.
35
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe
ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del
Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que
recibir.
Ya no vivimos bajo la ley. Vivimos en el Reino de los Cie-
los, y todas nuestras posesiones son del Señor y no sola-
mente el diezmo. Un error en el cual muchos creyentes
bien intencionados han caído, es en pensar que lo único
de nuestras finanzas que es del Señor es el diezmo. No-
sotros somos los administradores del cien por ciento y en
esa administración sacamos el diez por ciento para co-
menzar a hacer tesoros en el cielo (ver el capítulo 9 sobre
Lucas 14:33, y la siguiente ley del Reino para que recal-
que este punto). Ahora que estamos en la gracia, y somos
los mayordomos de los bienes del Señor, damos al diezmo
como un acto voluntario como lo hizo Abraham nuestro
padre de la fe. Recordemos que Abraham fue justificado
por la fe, y con base en esa fe obró.
¿Es la gracia menos exigente que la ley? 1 Corintios
16: 1- 2 nos dice:
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 187

1
En cuanto a la ofrenda para los santos, haced voso-
tros también de la manera que ordené en las iglesias
de Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno
de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado,
guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan
entonces ofrendas.

Notemos en el versículo de arriba, la exhortación a apartar algo


según se haya prosperado. Eso habla de un porcentaje. La pregunta
natural es: ¿con qué porcentaje comenzaremos? La respuesta sería
que ese porcentaje no puede ser menos de lo que dio Abraham, o
de lo que la Ley de Moisés pedía, ya que la gracia y el camino de fe
no es menos exigente (recordemos que el Señor Jesús no nos pide
diez por ciento solamente, sino que nos lo pide todo, y luego nos
deja ser los administradores de esos bienes). La siguiente pregunta
sería: ¿Cómo lograremos que el discípulo aprenda a hacer tesoros
en el cielo usando el diezmo como modelo?
Habrá algunos discípulos cuya economía está estable, y ellos
podrán empezar a hacer tesoros en el cielo inmediatamente a
través del modelo del diezmo. Pero también habrá muchos dis-
cípulos cuya economía está saturada. En otras palabras, lo que
entra, ya está destinado para pagos. Va a ser muy difícil para una
persona que tiene su economía saturada de deudas y pagos, sacar
el diez por ciento de sus entradas y destinarlas a la obra del Señor.
Para aquellos discípulos que tienen sus finanzas saturadas,
presentamos un plan de diez meses para aprender a diezmar y ha-
cer tesoros en el cielo con nuestras finanzas si nuestra economía
está saturada de deudas. El primer mes diezmaremos el uno por
ciento, el segundo mes lo aumentaremos a dos por ciento, el ter-
cer mes daremos tres por ciento, y así sucesivamente hasta lograr
dar el diez por ciento completo. No olvidemos que cuando deci-
188 LA GRAN COMISIÓN
dimos ser discípulos, una de las primeras cosas que tuvimos que
hacer fue la de darle todas nuestras finanzas al Rey Jesús, para
que él ahora sea el dueño, y nosotros los administradores –Lucas
14:28-33. Muchos le hemos entregado unas finanzas negativas,
con más deudas que entradas al Señor Jesús, y eso está bien,
pues él es quien quiere bendecir todo lo que tenemos para que
podamos tener libertad económica. Hay una herramienta muy
simple para ayudarnos a descubrir cuál es el estado de nuestras
finanzas. Se llama un presupuesto mensual. No anual, sino men-
sual. Usted va a tomar un pedazo de papel y va a escribir cuáles
son los gastos que tiene para ese mes corriente. No olvide que va
comenzar a dar el uno por ciento. Al final sume todos los gastos
para ese mes, y compare el gasto total con su entrada de dinero
neta. Ahí usted notará si le sobró o le faltó dinero para completar
el mes (lo más probable es que no le sobre, sino que le falte). Re-
cuerde que no se puede gastar más de lo que entra, pues entonces
entraremos en una acumulación de deudas. Si le sobró dinero,
recuerde que el mes que viene es posible que tenga gastos que
no tuvo este mes, así que lo mejor será ahorrar eso que le sobró.
También recuerde que el siguiente mes va a dar un porcentaje
más. Si le faltó dinero, debe entonces buscar en su presupuesto
qué cosas recortar ese mes (salidas a comer, etc.). A continuación
viene una hoja de presupuesto, la cual puede copiar y usar cada
mes. Recordemos que el presupuesto nos va a ayudar a gastar el
dinero en papel. Usted tiene que estar orando siempre para que
el Señor le ayude a tener paz financiera.
PRESUPUESTO
Gastos para el mes de ___________
Diezmos $__________
Automóviles/Transporte
Gasolina $__________
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 189

Aceite $__________
Impuestos $__________
Seguros $__________
Reparaciones $__________
Mantenimiento $__________
Pagos $__________
Trans. Público $__________
Otros gastos $__________
Casa
Alquiler $__________
Hipoteca $__________
Impuestos $__________
Seguros $__________
Luz $__________
Gas $__________
Teléfono $__________
Agua $__________
Comida $__________
Cable $__________
Proyectos $__________
Mantenimiento $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Cuenta de ahorro $__________
Deudas
Tarjetas $__________
190 LA GRAN COMISIÓN
Préstamos $__________
Fiado $__________
Gastos de banco $__________
Recreación $__________
Ropa $__________
Salud
Médico $__________
Dentista $__________
Medicina $__________
Seguro $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Seguros
De vida $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
Gastos varios
Diarios $__________
Revistas $__________
Subscripciones $__________
Cosméticos $__________
Peluquería $__________
Lavandería $__________
Tintorería $__________
Almuerzos $__________
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 191

Cuotas clubes $__________


Hobbies $__________
Cumpleaños $__________
Aniversarios $__________
Navidad $__________
Ayuda padres $__________
Ayuda familia $__________
Envíos exterior $__________
Otros $__________
$__________
$__________
$__________
$__________
Educación $__________
Cuidado de niños $__________
Gran Total $__________
Esto es lo que usted va a necesitar para este mes.
Como usted puede ver, esta herramienta es muy buena para
decirnos qué hacer con el dinero. Úsela hasta que esté fami-
liarizado con ella, y sus finanzas se estabilicen. Una vez que
sus finanzas estén estabilizadas, empiece un plan para salir de
todas las deudas superfluas (cosas que son más vanidad que
necesidad).
Hay una historia muy hermosa en el Antiguo Testamento,
en donde los hijos de Dios hicieron lo que tenían que hacer con
relación al diezmo, y hubo una bendición increíble sobre toda la
nación, incluyendo a los sacerdotes y levitas que estaban encargados
de enseñar al pueblo sobre la Ley del Señor. Veamos esta historia en
192 LA GRAN COMISIÓN
2 Crónicas 31: 3-12
4
Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén,
que diese la porción correspondiente a los sacerdotes y
levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová. 5
Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel
dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel,
y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en
abundancia los diezmos de todas las cosas. 6 También
los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciu-
dades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de
las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo
santificado, de las cosas que habían prometido a Je-
hová su Dios, y los depositaron en montones. 7 En el
mes tercero comenzaron a formar aquellos montones, y
terminaron en el mes séptimo. 8 Cuando Ezequías y los
príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a
Jehová, y a su pueblo Israel. 9 Y preguntó Ezequías a los
sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones. 10 Y el
sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó:
Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de
Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha so-
brado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo;
y ha quedado esta abundancia de provisiones. 11 En-
tonces mandó Ezequías que preparasen cámaras en la
casa de Jehová; y las prepararon. 12 Y en ellas deposita-
ron las primicias y los diezmos y las cosas consagradas,
fielmente; y dieron cargo de ello al levita Conanías, el
principal, y Simei su hermano fue el segundo.

¿No sería glorioso que esto aconteciera en las congregaciones


de hoy día? Sí, y se puede lograr a través de discípulos que han
dado y consagrado sus finanzas al Rey Jesús.
Cuarta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 193

Hay un plan muy sencillo para manejar nuestras finanzas y es


el siguiente:
• 10% para el Señor y su obra.
• 10% para ahorrar y crear riquezas.
• 20% para pagar deudas anormales (estas no son deudas
normales como agua, luz, transporte, etc. sino como por
ejemplo dinero que usted tomó prestado a un amigo o
familiar, cosas superfluas que se puso a comprar sin con-
sultarle al Señor, etc.)
• 60% para vivir.
Cuando se libere el 20% de las deudas anormales, entonces
se usará para ampliar el modo de vida, o dar más -el 5% a los
pobres y necesitados, etc.
Si sus finanzas ya están estables, manténgase haciendo tesoros
en el cielo, aprovechando toda oportunidad que se nos presen-
te para hacer tesoros en el cielo. Recordemos que mientras más
grande sea nuestro tesoro, más unida estará nuestra alma al cielo.
Debemos enseñar a los discípulos a hacer tesoros en el cielo hasta
que lo hagan. Necesitamos la fuerza y el poder del Espíritu Santo
para lograrlo.

La escalera de la generosidad
1. Reconocer que todo lo que tenemos es porque Dios nos
lo ha dado y nosotros solamente somos mayordomos o
administradores de esos bienes –Lucas 14: 33; Deutero-
nomio 8:18
2. Empezar a dar con intención y consistencia.
194 LA GRAN COMISIÓN
3. Trazarse como meta el dar al Señor el diez por ciento de
todo lo que el Señor le bendiga.
4. Continuar dando con mano abierta y generosamente se-
gún el Señor le guíe y le muestre necesidades más allá del
diezmo.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta cuarta ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción con el Padre –hacer tesoros en el cielo? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 27

Quinta ley de amor del Reino de


los cielos en la relación con el Padre

El ojo misericordioso, la
lámpara del cuerpo
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6: 22-23
22
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es
bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;   23 pero si tu
ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así
que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no
serán las mismas tinieblas? LA GRAN COMISIÓN
Estos versículos nos hablan del ojo bueno que mira con mise-
ricordia y deseo de ayudar a los necesitados. Recordemos que los
ciudadanos del Reino se caracterizan porque son misericordiosos.
Proverbios 22:9
9
El ojo misericordioso será bendito, Porque dio de su
pan al indigente.

El ojo malo es el ojo mezquino que solamente está miran-


do egoístamente sin tener en cuenta que hay muchas necesida-
des en el mundo. Note que el ojo maligno –el que no mira con
196 LA GRAN COMISIÓN
misericordia al necesitado, es lo que produce las tinieblas en
nosotros. ¿Podemos darnos cuenta por qué el Señor pone tanto
énfasis en que ayudemos a los necesitados, especialmente dándo-
les de nuestro dinero? El ojo misericordioso vio la necesidad del
indigente, y fue y le dio pan.
Cuando usted mira a una persona necesitada ¿con qué ojos le
mira? ¿Con ojos de misericordia y ayuda, o con ojos de desprecio?
Algunos ni siquiera miran a los necesitados, pues ellos viven en
lugares muy alejados de los pobres e indigentes. Dejemos que el
Espíritu Santo de Dios nos ayude a mirar con ojos buenos. Re-
cordemos por un momento la primera ley del Reino en cuanto a
la relación con el Padre. Lo primero que el Señor nos pidió es que
demos limosnas a los pobres. Es muy posible que a medida que
progresemos en nuestras finanzas, nos alejemos más de los pobres
(nos vamos a un barrio más rico, ya no nos juntamos con los de
menos condición social, etc.). Es por eso que donde quiera que
vamos tenemos que tener ojos buenos, y continuar dando limos-
nas. Nos hemos alejado tanto del plan original del Señor, que es
muy difícil lograr esto hoy día. También es posible que usted viva
en un barrio pobre hoy día, así que continúe mirando con ojo
misericordioso, y compartiendo su pan con el necesitado.
El ojo está diseñado para ver todas las cosas. Entre todas las
cosas que el ojo ve, también hay cosas malas en cuanto a la mal-
dad se refiere. Es por eso que el Señor nos advierte que las cosas
de maldad que vemos van a interferir en la relación con el Padre.
Hoy día vivimos en un mundo en donde abundan las imáge-
nes: por la televisión, revistas, libros, periódicos, computadoras,
internet, grabaciones, cine, etc. Hay cosas llenas de maldad en
cada uno de esos medios de comunicación que hemos hablado,
y es ahí en donde el discípulo debe aprender a usar sus ojos. Hay
cosas que no debemos ver, y es aquí en donde el Espíritu Santo
Quinta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 197

tiene que venir a nuestro auxilio y a través del corazón puro que
tienen los ciudadanos del Reino, mostrarnos que esas cosas van a
contaminarnos si seguimos viéndolas, y arruinarán nuestra rela-
ción con el Padre. El Señor quiere que nuestros ojos estén tiernos
y sensibles a las cosas que él quiere que veamos para el Reino.
Hay que enseñarles a los discípulos a mirar con estos ojos,
para que sean sensibles al dolor humano, y también puedan vivir
en santidad.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta quinta ley del Reino de Dios en cuanto a la re-
lación con el Padre –ver con ojo de misericordia y santidad? El
Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamien-
tos. El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Se-
ñor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos.
¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 28

Sexta ley de amor del Reino de


los cielos en la relación con el Padre

Dios y las riquezas


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6:24
24
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborre-
cerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menos-
preciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

El Señor Jesús dijo que solamente hay dos señores que luchan
por nuestra alianza: Uno es Dios, el Señor del universo, y el otro
es las riquezas. LA GRAN COMISIÓN
Es por eso que el Señor Jesús cuando dijo que si alguien quie-
re ser su discípulo, debe considerar bien el costo, pues quien no
le da al Señor Jesús todas sus posesiones para que Él sea el dueño
y el discípulo llegue a ser el mayordomo o administrador, no
puede ser discípulo del Señor Jesús –Lucas 14: 28-33. Aquí el
Señor vuelve a reiterar esto, pues si no le damos al Señor nues-
tras riquezas desde el principio, siempre estaremos en una lucha
constante entre Dios y las riquezas.
Alguien se puede preguntar: ¿por qué esta lucha entre Dios
y las riquezas? Porque las riquezas dan poder, dominio, control,
autoridad, seguridad, felicidad, bienestar, abren puertas, dan
200 LA GRAN COMISIÓN
satisfacción temporal, compran toda clase de cosas, etc. Esto se
puede convertir en un substituto de Dios, ya que al tener las
riquezas, ¿para qué necesitamos a Dios?
2 Corintios 4:4 dice:
4
en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

Es interesante notar que en este versículo no se da el nombre


de Satanás como el dios de este siglo. El nombre del antiguo dios
de las riquezas es Mamón. Claro está que Satanás usa a Mamón
para enceguecer a los incrédulos, y es por eso que ponen su con-
fianza en el dinero y las riquezas, en vez del Dios verdadero quien
nos ama y nos cuida.
Es importante que definamos lo que es riqueza para que así
todos entendamos lo mismo, ya que si nos comparamos con
alguien que tiene más que nosotros, diríamos que él es rico, y si
nos comparamos con alguien que tiene menos que nosotros, di-
ríamos que nosotros somos los ricos. Una buena definición, que
se pueda aplicar a toda situación y circunstancia, sería: “Tener
lo suficiente y necesario para vivir (abrigo y sustento), y un poco
más”. Ese “poco más” es lo que es bien amplio, y no tiene límite.
Ese “poco más” es el que nos puede hacer caer en lo superfluo
o excesivo.
Cuando venimos al evangelio del Reino y caminamos en él,
hay una alta probabilidad de que prosperemos y lleguemos a una
posición de riqueza, ya que esto es parte del plan del Señor para
que podamos ayudar a otros.
Sexta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 201

Proverbios 22:19 dice:

¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los


reyes estará; No estará delante de los de baja condición.

La versión del lenguaje actual de este versículo dice:


19
Dime quién se esfuerza en el trabajo y te diré quién
comerá como rey.

Al aumentar nuestras riquezas, es aquí en donde nuestro co-


razón se puede apartar del Señor, y empieza a servir a las riquezas
y no a Dios. Es por eso que tenemos que vigilar siempre que las
bendiciones que el Señor nos dé, no nos aparten de él. El ciuda-
dano del Reino debe saber cómo usar las riquezas para extender
el Reino.
1 Timoteo 6: 6-10

6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de con-


tentamiento; 7  porque nada hemos traído a este mun-
do, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo
sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque
los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y
en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición; 10  porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de
muchos dolores.

1 Timoteo 6: 17-19
17
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos,
ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
202 LA GRAN COMISIÓN
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas
en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que hagan
bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, genero-
sos; 19 atesorando para sí buen fundamento para lo por
venir, que echen mano de la vida eterna.

Uno de los problemas que muchos hijos de Dios tienen es


que no saben cómo administrar las riquezas que ahora están ad-
quiriendo. Esta administración comienza con el hecho de que
todo lo que poseemos es del Señor, y no nuestro. Jesús llega a ser
el dueño y nosotros los administradores. Ahora bien, se requiere
que los administradores sean fieles, pues daremos cuenta de lo
que el Señor Jesús nos ha encomendado. El Señor Jesús se refirió
a esto precisamente en la parábola de los talentos de Mateo.
Mateo 25: 14-30
14
Porque el Reino de los cielos es como un hombre que
yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15
A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno,
a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue
lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y ne-
goció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo
el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18
Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra,
y escondió el dinero de su señor. 19 Después de mucho
tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuen-
tas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco
talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cin-
co talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros
cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien,
buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mu-
cho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegando
Sexta ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 203

también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor,


dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros
dos talentos sobre ellos. 23 Su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor. 24 Pero llegando
también el que había recibido un talento, dijo: Señor,
te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no
sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual
tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí
tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo:
Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no
sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, de-
bías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir
yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28
Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez
talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá
más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera;
allí será el lloro y el crujir de dientes.

Notemos cómo el Señor Jesús le dio a cada uno de acuerdo


a su capacidad, pero esperaba el mismo resultado de todos, y es
que ganaran con lo que él les dio. Es por eso que él es tan severo
con el siervo que escondió el talento, pues él se lo dio para que
ganara. No todos tenemos la misma capacidad económica, pero
el Señor sí nos va a pedir cuentas de lo que nos encomendó, sea
mucho o sea poco. La cantidad no es lo que importa, sino el que
avancemos el Reino con lo que él nos da para que administre-
mos. Claro está que esto incluye más que posesiones económi-
cas, pues esto involucra también nuestras habilidades, nuestro
tiempo y las oportunidades.
204 LA GRAN COMISIÓN
Es lamentable que hoy en día haya muchos creyentes que no
han entendido cómo opera el Reino de Dios, y porque desco-
nocen esto, caen en el error de no usar las riquezas que el Señor
les ha dado para avanzar el Reino de Dios. Por ejemplo, son
muchos los creyentes que tienen riquezas, que le están sirviendo
a las riquezas, y no al Señor. Su tiempo, talentos, habilidades y
oportunidades está solamente al servicio de las riquezas –cui-
dándolas, manteniéndolas, multiplicándolas, etc. Algunos que
tienen riquezas y ahora quieren ser discípulos, van a encontrar
una gran lucha para soltar a quien ha sido “su otro dios” por
tanto tiempo. Es por eso que el que está discipulando tiene una
gran tarea, para enseñarle a este discípulo a que el Padre sea su
Dios en la práctica, y no tan sólo en la teoría. ¿Cuánto tiempo
le tomará a alguien dejar de servirle a las riquezas para servirle a
Dios? Es posible que ya se esté dando cuenta de por qué es tan
importante hacer discípulos y lo mucho que exige esta tarea.
Ahora que vivimos en el Reino, debemos aprender a usar las
riquezas que el Señor nos da para su gloria y el avance de su Reino.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta sexta ley del Reino de Dios en cuanto a la relación
con el Padre –amar a Dios, y no a las riquezas? El Señor Jesús
dijo que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol
Juan dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no
guardamos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiem-
po le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 29

Séptima ley de amor del Reino de


los cielos en la relación con el Padre

Confianza absoluta
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 6:25-34
25
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué
habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las
aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No va-
léis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros
LA GRAN COMISIÓN
podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad
los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29
pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se
vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo
que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste
así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca
fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o
qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles
buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe
que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad
206 LA GRAN COMISIÓN
primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas es-
tas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por
el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta a cada día su propio mal.

La Séptima ley del Reino en cuanto a la relación con el Padre


nos habla de una confianza absoluta, de dejar el afán, y confiar en
nuestro Padre como el suplidor de las cosas necesarias de esta vida
El Señor Jesús sabía que algunos de sus discípulos iban a estar
en una posición donde manejarían riquezas y abundancia, y es
por eso que dio leyes para regir esa área en particular, pero sabía
también que algunos discípulos estarían en condiciones donde
apenas tendrían lo necesario para sobrevivir, y también nos da
una ley para ayudarnos en esta área.
También es posible que algunos de sus discípulos tengan lu-
cha para dejar sus comodidades e irse a llevar el evangelio a otros
lugares, porque no saben qué van a comer y vestir. El Señor Jesús
quiere asegurarnos que si el Padre cuida de las aves y las flores,
¿cómo no va a cuidar de nosotros, que somos la primicia de sus
criaturas? El Señor Jesús quiere asegurarnos de que el Padre no
nos dejará sin lo esencial.
Hoy en día hay dos extremos que el diablo usa para mantener
a las personas alejadas del Reino de Dios: Uno es la riqueza, y el
otro es la pobreza.
Como ya hemos visto en la última ley del Reino que obser-
vamos, las riquezas producen una lucha con Dios, y si no segui-
mos las leyes del Reino relacionadas a las riquezas, fácilmente
terminamos sirviendo a las riquezas y no a Dios. Esta es la lucha
básica en los países desarrollados y que tienen abundancia. Las
Séptima ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 207

personas están muy involucradas en servir a las riquezas, y no


tienen tiempo para Dios.
Por otra parte tenemos lugares del mundo donde la pobreza es
extrema, y las personas no tienen lo necesario aun para sus nece-
sidades básicas. Estas personas se pasan todo el tiempo luchando
para apenas subsistir y sobrevivir, y no tienen tiempo para Dios.
Como usted puede notar, aunque son situaciones diametral-
mente opuestas, el resultado es el mismo: La gente no tiene tiem-
po para Dios.
El Señor Jesús, sabiendo esto, es que nos da esta ley del Reino
para que sepamos que nuestro Padre celestial nunca nos dejará ni
nos desamparará. El salmista dijo en
Salmos 37:25

Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desam-


25

parado, Ni su descendencia que mendigue pan.

El Señor Jesús resumió las necesidades básicas del cuerpo en


dos: la comida y la bebida como nuestro sustento, y el vestido,
representando nuestra protección, amparo o abrigo. La gente
del mundo se afana por tener qué comer, qué beber y qué ves-
tir, y eso es natural, pero ya sea en riqueza o en pobreza, gastan
todo su esfuerzo y energía en lograrlo. El Señor nos reitera que
el Padre sabe que tenemos necesidad de estas cosas, y que él se
encargará de nosotros así como lo hace de sus criaturas inferiores
(aves y hierba).
A lo que el Señor Jesús nos anima es a buscar primeramente el
Reino de Dios y su justicia, y que todas esas cosas que la gente del
mundo se afana por buscar, él las va a añadir a nuestras vidas. Esto
trabaja de la siguiente manera: Mientras buscamos al Rey Jesús,
208 LA GRAN COMISIÓN
mientras vivimos como ciudadanos del Reino, mientras cumpli-
mos las leyes del Reino, mientras extendemos el territorio del Rei-
no, el Padre se va a encargar de suplir todas nuestras necesidades.
¿Por qué es tan difícil de lograr esto, que el Señor tiene que decir-
nos que busquemos primeramente su Reino y su justicia? Porque
esas necesidades son tan apremiantes que nos pueden sacar del
enfoque del Reino de Dios. Es lamentable ver cómo muchos que
se llaman hijos de Dios no confían en su Padre amoroso. Es por
eso que el Señor nos dice que a los discípulos hay que enseñarles
a confiar en el amor del Padre, y esto hay que hacerlo hasta que
ellos lo estén practicando. El asunto es que por mucho tiempo se
han dejado a los creyentes sentados en las sillas y las bancas de la
iglesia para escuchar sermón tras sermón, pero nadie se toma el
tiempo de tomarlos de la mano y decirles: “ven, te voy a enseñar
a confiar en el Padre”. ¿Y sabe por qué esto no se está haciendo?
Porque la mayoría de los creyentes están muy ocupados buscando
sus propios reinos, y no el Reino de Dios. Esto es lo que ha creado
un círculo vicioso, del cual es muy difícil salir. Esperamos que us-
ted sea uno de los que rompen este círculo, y comience a confiar
en el Padre celestial, para que así usted pueda también ayudar a
otros a ser discípulos. Recordemos que el Padre está sumamente
interesado en nosotros, pues nosotros somos los ciudadanos que
vamos a traer gloria a Su nombre sobre la tierra.
El orden es: el Reino primero y luego las cosas se añaden. Pero
muchas veces lo que hacemos es que buscamos las añadiduras
primero, y descuidamos nuestra búsqueda del Reino. Luego nos
preguntamos por qué andamos igual que la gente del mundo.
Nos cuestionamos por qué no tenemos poder en nuestras vidas.
También nos maravillamos que el Reino de las tinieblas perma-
nece intacto y que nuestra luz no está alumbrando.
Séptima ley de amor del Reino de los cielos en la relación con el Padre 209

El discípulo busca el Reino de Dios y su justicia primero,


porque el tiempo en esta tierra es corto. Muchos creyentes han
desperdiciado sus mejores años de su vida entregados a buscar
las añadiduras, para luego querer buscar el Reino de Dios, y se
dan cuenta del error tan fatal que han cometido, pero ya es muy
tarde. Si usted que está leyendo estas palabras es joven, escuche
bien lo que el Espíritu Santo le está diciendo. Es una sola vida
la que tenemos, y no podemos desperdiciarla en las añadiduras
cuando ya el Padre nos dice que no nos preocupemos por esto.
Pensémoslo de esta manera: Imaginemos que usted es el padre
de varios hijos, y que usted es sumamente rico, y que usted le
dice a sus hijos: Hijos, no se preocupen por nada, sino por sim-
plemente en hacer lo que yo les digo. ¿Cómo se sentiría usted, si
sus hijos se empezaran a preocupar y se van a buscar las mismas
cosas que usted les dijo de las que no se debían preocupar porque
usted se las iba a suplir, y que luego no tienen tiempo para hacer
lo que usted les pidió? Así se siente el Padre celestial cuando sus
hijos andan afanándose buscando cosas que ya él dijo que nos
iba a suplir, precisamente para que tengamos tiempo para hacer
lo que él nos pide.
Muchos discípulos entre nosotros, nos animaremos a ir a
otros lugares a llevar el evangelio del Reino cuando empecemos a
confiar en el Padre amoroso que nos va a cuidar en donde quiera
que estemos, y que nada nos faltará.
El Señor termina diciéndonos que no nos preocupemos por el
día de mañana, pues cada día tiene su propio afán. ¿Se acuerda
de la oración que llamamos “padrenuestro”, en donde le pedimos
al Padre que nos dé el pan nuestro de cada día? Muchas veces la
incertidumbre del futuro nos llena de tanta preocupación, que no
tenemos tiempo de disfrutar el hoy. El ayer ya pasó, y no podemos
210 LA GRAN COMISIÓN
C
volver atrás. Del mañana no sabremos lo que será. Hoy es el presen-
te que el Padre nos dio, y como todo presente, hay que disfrutarlo.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a us-
ted para vivir esta séptima ley del Reino de Dios en cuanto a
la relación con el Padre –dejar el afán y la ansiedad, y confiar
plenamente en el Padre? El Señor Jesús dijo que si le amamos,
guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan dice que si deci-
mos que conocemos al Señor Jesús y no guardamos sus manda-
mientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle
esta ley a su discípulo hasta que la guarde? ¿Ya está viendo por
qué el hacer discípulos toma tanta energía espiritual, emocional
y física, aparte del tiempo, y los recursos necesarios para lograrlo?
Sección 3

Como amarse
a uno mismo
Seis leyes de amor en cuanto
a la relación con uno mismo

Recuento: En Mateo capítulo cinco ya vi-


mos las once características de los ciudadanos del Reino de Dios:
los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio cora-
zón, los pacificadores, y los que padecen persecución por causa
de la justicia, y los que son vituperados por causa de Jesús sin
razón, los que son sal y luz de la tierra. Sin estas características no
se puede vivir en el Reino de Dios. El Espíritu Santo es el único
que puede formar esto en nosotros.
También vimos las seis leyes del Reino de Dios en cuanto al
trato en las relaciones con los demás que son: el trato con los
hermanos, el trato con el sexo opuesto, el divorcio, que nuestro
212 LA GRAN COMISIÓN
sí sea sí y nuestro no, no; cómo tratar a los malos, y cómo tratar
a los enemigos.
En la sección pasada tratamos con siete leyes de nuestra rela-
ción con el Padre. Siete es el número que representa a Dios, pues
él está completo, y nuestra relación con él debe ser completa. En
la versión Reina Valera 1960 de la Biblia en español, en el capítu-
lo seis se menciona al Padre doce veces. Los discípulos eran doce,
y el Señor Jesús quiere que los discípulos sepan que el Padre
quiere tener una relación personal con cada uno. El Padre quiere
que tengamos paz en nuestra relación con los demás y también
en nuestra relación con él. Estas fueron las leyes que vimos: Dar
limosnas a los pobres y necesitados, el padrenuestro –la oración
que el Señor quiere que todo discípulo ore, el ayuno, hacer teso-
ros en el cielo, ver con ojos misericordiosos, la diferencia entre
servir a Dios y a las riquezas, y por qué no afanarnos y así poder
confiar en nuestro Padre Celestial.
Ahora entraremos en nuestra tercera sección, donde veremos
seis leyes que tienen que ver con uno mismo. Esta es la parte de
amarnos a nosotros mismos, para que tengamos una medida con
la cual podamos amar al prójimo. Estas leyes son: No juzgar,
cuidar las cosas que el Padre nos ha dado, cómo pedir, buscar y
llamar, la regla de oro, el camino angosto de santidad, y cómo no
dejarnos engañar de los falsos profetas.
Capítulo 30

Primera ley de amor del Reino de


Dios en la relación consigo mismo:

No juzgar a los demás.


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 7: 1-5
1
No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con
el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medi-
da con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la
paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver
la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu
hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la
viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de
LA GRAN COMISIÓN
tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja
del ojo de tu hermano.

Todos tenemos faltas, ¡pero es tan difícil admitirlo! Parece que


es más fácil encontrar faltas en los demás, y eso ocurre más a me-
dida que nos acercamos los unos a los otros. Toda persona está
buscando ser amado y amar, y eso involucra la aceptación, pues
uno de los temores más grandes que enfrentamos los seres hu-
manos es el rechazo. ¿Cuántas personas no hacen cosas extrañas
por el simple hecho de ser aceptadas? ¿Cuántas mentiras no se
viven diariamente para que la otra persona no descubra quiénes
somos en realidad, y así no nos rechacen? El mundo está lleno
214 LA GRAN COMISIÓN
de personas así: Siempre buscando ser aceptadas, y el día que le
descubren sus faltas, la persona piensa que la van a rechazar, y lo
más probable es que abandone la relación.
Al juzgar las faltas de otros, muchas veces no se hace con el fin
de ayudarles a crecer en esa área, sino simplemente se hace como
una crítica, y no se miden las consecuencias que esa crítica pueda
ocasionar a la otra persona.
Hablando de las faltas, el Señor Jesús nos dice algo muy im-
portante: Que las faltas mías son tan grandes, que debo preocu-
parme más por la VIGA que está en mi ojo, que por la PAJA del
ojo ajeno
¿Cuántos hemos hablado de la falta de alguien con otra per-
sona, pero no se lo decimos directamente a la persona afectada?
La sutileza del engaño aquí, es que al decírselo a otra persona,
creemos que lo estamos solucionando, cuando realmente lo que
hacemos es complicarlo, pues le ponemos una carga en el cora-
zón de la otra persona, y aún si después hablamos con la persona
afectada directamente, es muy probable que a la otra persona
que se lo dijimos primero, todavía eso le quede pendiente en su
corazón. Piense por ejemplo en la pareja que se pelea entre sí, y
una de las partes va y le cuenta a otra persona cómo es que su
cónyuge tiene la culpa, etc. Esa persona que escucha ahora tiene
una carga en su corazón y resulta que es posible que luego que se
arregle la situación entre los esposos, todavía hay un peso en el
corazón de la persona que escuchó.
Recordemos que el Señor Jesús nos está dando estas leyes para
que crezcamos como individuos. Mientras nos concentremos en
las faltas de los demás, no prestaremos atención a las nuestras, y
lo más probable es que los demás nos midan a nosotros con la
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación consigo mismo: 215

misma medida y terminen juzgándonos a nosotros, pues se nos


olvida que nuestra falta es mayor que la de los demás.
Le tenemos que enseñar al discípulo a no juzgar, y a que se
concentre en trabajar en sus propias faltas con el poder del Es-
píritu Santo. Usted le va a ayudar a su discípulo a sacarle la paja
de su ojo, pero no olvidemos que hay cosas que nos impiden que
nos acerquemos a los demás para sacarles su paja:
• El qué va a pensar la otra persona si me acerco a llamarle
la atención sobre su falta.
• Se va a enojar.
• Se va a sentir
• Se va a ir de la iglesia
• No es mi posición llamarle la atención a nadie (si esto es
cierto, entonces debe buscar a alguien que está en autoridad,
y vayan ambos).
• Si le digo su falta, me va a sacar en cara mis defectos
(mi viga).
• Es que yo soy ojo, y sólo veo (si ya lo habló con alguien
más, entonces usted también es boca, y puede ir y hablar-
lo directamente con la persona afectada).
• Es que no hay confianza, pues nunca ha habido una rela-
ción personal lo suficiente íntima como para acercarnos a
exponerle sus faltas.
• Me van a malinterpretar.
• Me van rechazar después.
• ¿En qué otra excusa puede usted pensar?
____________________________
216 LA GRAN COMISIÓN
Recuerde que en Proverbios 27: 5- 6 dice:

“5Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. 6Fie-


les son las heridas del que ama; pero importunos los
besos del que aborrece”

¿Cómo debemos acercarnos a los demás para hacerles


ver sus faltas?

Debemos tener en cuenta las palabras del Señor, de que con


la misma vara con que medimos seremos medidos, y con el mis-
mo juicio con que juzgamos, seremos juzgados. También recor-
demos Gálatas 6: 1

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,


vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado.

• No hable con nadie más, pues de otra manera, solamente


va a poner una carga emocional y espiritual en la persona
a quien se lo cuente, pues ella no entiende todo el cuadro.
Vaya al Señor en oración e intercesión amorosa por la
persona que está en falta. Luego, cuando se presente la
oportunidad (y a veces hay que buscarla), vaya y hable
directamente con la persona afectada o en falta.
• No vaya con orgullo, pues todos tenemos faltas.
• No vaya con la actitud de “Yo soy más santo que tú”
• No vaya con aspereza o dureza.
1 Timoteo 5: 1- 2 dice:
1
No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre;
a los más jóvenes, como a hermanos; 2 a las ancianas,
Primera ley de amor del Reino de Dios en la relación consigo mismo: 217

como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con


toda pureza.
• No vaya con deseos de venganza.
• No vaya con deseo de “poner en su puesto” a la otra per-
sona.
• No deje que otra persona venga a hablarle de alguien más,
si no está dispuesto a ir y hablar con la persona afectada,
pues eso se llama chisme.
• Debemos acercarnos con humildad a la otra persona así
como se acercó la mujer adúltera a Jesús, sabiendo que
somos pecadores y también tenemos faltas.
• Debemos vestirnos de misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia. Colosenses 3:
12-14.
• Debemos acercarnos a la otra persona con interés genui-
no de edificar a la otra persona en el camino y el carácter
del Señor.
• Debemos acercarnos con el deseo de formar un equipo
unido.
• ¿Qué otra manera puede usted pensar que debemos usar
para acercarnos a los demás a corregir sus faltas?
Recordemos las palabras de Hebreos 12: 5-11, para que el
día que alguien nos llame la atención sobre alguna falta, no nos
enojemos, sino que entendamos que es para nuestro bien.
5
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos
se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la dis-
ciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido
por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota
a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina,
218 LA GRAN COMISIÓN
Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a
quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin dis-
ciplina, de la cual todos han sido participantes, enton-
ces sois bastardos, y no hijos. 9 Por otra parte, tuvimos
a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y
los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho me-
jor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquéllos,
ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a
ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso,
para que participemos de su santidad. 11 Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo,
sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justi-
cia a los que en ella han sido ejercitados.

Cuando el discípulo comienza a vivir esta ley, empezará a cre-


cer, pues él prestará atención a todo lo que en él no agrada al
Señor y es un estorbo para los demás.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta primera ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción consigo mismo –el juzgar a los demás? El Señor Jesús dijo
que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan
dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guar-
damos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo
le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde?
¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía
espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los recursos
necesarios para lograrlo?
Capítulo 31

Segunda ley de amor del Reino de


Dios en cuanto a amarse a uno mismo:

No desperdiciar nuestros recursos


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 7: 6

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas de-


lante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan
y os despedacen.

Nuestra vida en esta tierra es muy limitada: Nuestros recursos


–finanzas, influencias, oportunidades, cosas materiales, educa-
ción, etc. son limitados; nuestro tiempo es limitado; nuestras LA GRAN COMISIÓN
habilidades –talentos, carisma, dones, etc. son limitadas.
Es posible que el Señor Jesús nos esté diciendo algo como
esto: “Cuida muy bien lo que tienes, no le des a los perros lo que
es santo –lo que es consagrado y apartado para el uso de Dios,
pues los perros no saben qué hacer con tales cosas. No le eches
las perlas a los puercos –las cosas que son valiosas, pues cuando
traten de comerlas –asimilarlas, se van a dar cuenta que son muy
duras, y las pisotearán –las despreciarán, y se van a enojar conti-
go hasta despedazarte”
¿Qué es algo santo? Es algo que ha sido apartado o consagra-
do para el uso de Dios. Nuestras vidas son santas precisamente
220 LA GRAN COMISIÓN
porque Jesucristo nos compró con su Sangre, y ahora somos de
él, y él nos apartó para sí mismo. ¿Quiénes son los “perros” y los
“cerdos”? Los “perros” y los “cerdos” muy bien pueden represen-
tar situaciones, condiciones, y, con mucha cautela y precaución,
podríamos decir que también representan a personas.
Como discípulos del Señor Jesús, quienes ya hemos sometido
al Señor toda nuestra vida y posesiones, a la hora de la práctica,
vamos a encontrar que hay muchas voces que están pidiendo y
exigiendo nuestros recursos, de nuestro tiempo y de nuestras ha-
bilidades. ¿Cómo sabemos a quién darle qué? Es aquí en donde
entra nuestra total dependencia al Espíritu Santo para que nos
dirija y nos ayude a saber discernir. El Espíritu Santo, por medio
de su Palabra, por medio de las experiencias de discípulos que ya
han caminado por este sendero, y por medio de nuestras propias
circunstancias, nos va a enseñar cómo usar nuestros recursos,
tiempo y habilidades para extender su Reino.
Esta Ley del Reino nos ayuda a poder aplicar con certeza
las otras Leyes de Reino que nos piden que hagamos cosas para
otros. Por ejemplo:
• No tengo tiempo para enojarme y andar enojado con mi
hermano
• Mis ojos son para mirar con benevolencia, y no para mi-
rar a personas del sexo opuesto con un corazón adúltero.
• Sabré cómo darle a mi cónyuge y a mi familia la prioridad
del tiempo, recursos y habilidades, lo cual hará que mi
matrimonio sea más fuerte, y la familia no se disuelva.
• Sabré decir Sí a ciertas cosas y No a otras, pues no poseo
todo el tiempo, las habilidades y los recursos que me están
pidiendo.
Segunda ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo 221

• Sabré cómo tratar con el malo y al que me pida.


• Sabré cómo tratar al enemigo, y qué tiempo y recursos y
habilidades dedicarle.
• Sabré cómo dar limosnas, pues el Espíritu me guiará a
usar bien los recursos, el tiempo y las habilidades.
¿Cuántas veces hemos echado lo santo a los perros, por ejem-
plo, viendo programas de televisión o en la computadora que
no edifican ni avanzan el Reino? ¿Cuántas veces hemos hablado
conversaciones vanas con “perros y cerdos”, y solamente termi-
namos en enemistades y pleitos? ¿Cuántas veces hemos usado
mal nuestro dinero, comprando cosas vanas y superfluas, y luego
no tenemos dinero para usar en el Reino? ¿Cuántas veces hemos
usado nuestras habilidades para dárselas al mundo, y no las usa-
mos para el Reino?
No malinterpretemos el punto principal del Señor Jesús aquí,
pues estas palabras son imposibles de vivir para el creyente que
no está sometido al Espíritu Santo. El Señor no está diciendo
que vivamos como si la vida fuera un monasterio, sino todo lo
contrario, que usemos todo lo que él nos da para traer gloria a su
nombre, y para darlo a conocer a otras personas.
Me amo a mí mismo, y es por eso que uso bien los recursos
que el Señor Jesús me ha confiado, y es por eso que no quiero
desperdiciarlos.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a us-
ted para vivir esta segunda ley del Reino de Dios en cuanto a
la relación consigo mismo –no desperdiciar nuestros recursos?
El Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus manda-
mientos. El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al
222 LA GRAN COMISIÓN
Señor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentiro-
sos. ¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo
hasta que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos
toma tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiem-
po, y los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 32

Tercera ley de amor del Reino de


Dios en cuanto a amarse a uno mismo:

Orar pidiendo, buscando y


llamando por uno mismo
y por otros
Mateo 7: 7-11
7
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre
hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpien-
te? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que
LA GRAN COMISIÓN
está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

¿Recuerda la oración del “padrenuestro”, la cual es una declara-


ción que el Padre quiere que todos sus hijos proclamen? Pues aho-
ra el Rey del Reino dice: “Pídeme, busca, llama, pues tengo muchas
cosas que darte, ahora que tú sabes cómo manejarlas en mi Reino.”
Para estas alturas, usted ya estará comprendiendo un poco
mejor el cuadro en qué consiste el Reino de Dios. Usted y yo
somos parte de los dispensadores de la voluntad de Dios en la
tierra. Necesitamos muchos recursos, y el Señor Jesús quiere
darnos esos recursos para avanzar el Reino de Dios. Nuestros
224 LA GRAN COMISIÓN
pedidos los hacemos a través de la oración. La oración requiere
fe, y también esfuerzo. Hebreos 11: 6, nos dice que el Señor es
galardonador de los que le buscan. Veamos un poco más sobre la
oración, ahora que estamos entendiéndola en el contexto de las
leyes del Reino de Dios:
¿Cuál sería una buena definición de oración? Una definición
simple, sería: hablar con Dios. Mas esto involucra mucho, pues
hay muchos temas para tratar con Dios. Pero la realidad es que no
hablamos mucho con Dios. En otras palabras no oramos como
sabemos que debemos. Esto no es un problema nuevo, pues nues-
tro Señor Jesucristo una vez se tuvo que referir a una enseñanza
sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, Lucas 18: 1-8.
¿Por qué es que muchas veces no oramos? Veamos algunas
razones:
• A veces nos preguntamos: ¿Para qué orar si ya Dios sabe
la respuesta?
• Otras veces decimos: Si de todas maneras Dios va a hacer
lo que él quiere hacer, ¿va a cambiar de opinión porque
yo ore?
• Porque en algunas ocasiones hemos orado y no ha pasa-
do nada, nos desanimamos a seguir orando. Parece que
la oración es una pérdida de tiempo. Parece que Dios le
contesta a otros, pero a mí nunca o casi nunca.
• ¿Qué significa orar en el espíritu? Vea el capítulo 40
• ¿Qué significa orar sin cesar?
• No nos hemos hecho el hábito de orar. Oramos muy es-
porádicamente, si es que oramos.
• La oración es aburrida. Siempre un monólogo repitiendo
las mismas cosas.
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 225

• Soy muy pecador, por eso Dios no me escucha, por lo


tanto no oro ni para pedir perdón.
Trataremos de responder a estas preguntas, pues a veces son
un impedimento para que oremos eficazmente.
Comencemos pues, con la primera pregunta:

¿Para qué orar si ya Dios sabe la respuesta?


El Señor mismo es quien nos manda a orar, diciéndonos que
no desmayemos (no dejemos de perseverar) en la oración, Lucas
18: 1-8. También nos dice el Señor: “Clama a mí, y yo te respon-
deré, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Jeremías 33:3. En Isaías 65: 24, el Señor nos dice: “Y antes que
clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”.
La razón es que Dios ya sabe la respuesta, pero NOSOTROS
no la sabemos, y es por medio de la oración que encontramos
la respuesta a nuestra petición. En el proceso de la búsqueda de
una respuesta, nos encontramos con Él mismo. Ése es el deseo
de Dios, que nos encontremos con él. Más que una respuesta, él
quiere ser la respuesta misma, pues buscando una respuesta, lo
encontramos a Él, quien es la respuesta a todas nuestras necesi-
dades. Cuando aprendamos esto, lo buscaremos a Él y Él será la
respuesta a lo que necesitemos. Por eso debemos perseverar, para
encontrarnos con Él.
Vamos ahora con la pregunta que dice:

“Si de todas maneras Dios va a hacer lo que él quiere hacer",


¿va a cambiar de opinión porque yo ore?
Debemos recordar que la oración no se trata de “torcerle el
brazo a Dios hasta que nos conteste lo que queremos”. La ora-
ción verdadera, va unida con la Palabra de Dios. Es por eso tan
226 LA GRAN COMISIÓN
importante que conozcamos lo que Dios nos dice que él quiere
hacer. Su voluntad ya está revelada en la Biblia. Al conocer lo que
él ya nos ha manifestado que quiere hacer, es más fácil ponernos
de acuerdo con él al pedir.
Muchos de los problemas que vienen a nuestras vidas son
causados precisamente por desobedecer los principios que Dios
ya ha establecido en su Palabra. A veces recibimos las consecuen-
cias de las desobediencias de otros, por ejemplo, si nos roban,
otro ha desobedecido, pero nosotros recibimos las consecuencias
negativas de su acción. Aun así Dios es misericordioso y a veces
nos libra de las consecuencias, pero otras veces no. ¿Por qué hace
Dios esto? Porque la sabiduría de Dios es multiforme, y él usa
lo mismo las cosas buenas, como también las cosas malas para
nuestro bien. Eso es lo que dice
Romanos 8: 28
28“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados”.

Si amamos a Dios, nuestras vidas se van a caracterizar porque


queremos agradarle, y si algo malo nos llegara a acontecer, de-
bemos tener la certeza de fe, de que Dios de alguna manera lo
volverá en bien, ya sea ahora o dentro de un tiempo.
En 2 de Reyes 20: 1-11 se nos narra la historia del rey Eze-
quías, quien había hecho lo bueno ante los ojos de Dios, pero
había recibido palabra de parte de Dios de que iba a morir. Este
rey oró a Jehová y Dios oyó su petición, y cambió el plan que
tenía para él.
Debemos recordar siempre que la oración es una comunica-
ción con Dios para conocer su voluntad. ¿Cómo la conoceremos
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 227

si no oramos? Ezequías oyó claramente cuál era la voluntad de


Dios, pero él también conocía que Dios es clemente y miseri-
cordioso, y que es galardonador de los que le buscan, y es por
eso que él pudo orar para que Dios cambiara el plan. Porque
Ezequías era un hombre íntegro, Dios cambió el plan.
Dios tiene planes fijos, los cuales él no va a cambiar, y tiene
planes que están sujetos a cambios por la petición de sus hijos
que son íntegros en Su camino. El asunto es que muchas veces
no sabemos cuáles son cuáles. Es por medio de la oración que
nos daremos cuenta. ¿Qué habría pasado si Ezequías no hubiera
orado? Lo mismo pasa si nosotros no oramos.
¿Ya tiene un tiempo fijo en el cual ora todos los días? Si todavía
no lo tiene, empiece a hacerse el hábito, comenzando a orar de
cinco a diez minutos cada día a la misma hora. El Espíritu Santo
le va a ir guiando en su tiempo de oración y él le dirá cómo au-
mentar su tiempo. No deje de hacer lo poco porque no puede ha-
cer mucho. En lo poco somos fieles, en lo mucho Él nos pondrá.
Veamos esta próxima declaración:

“Por que en algunas ocasiones hemos orado y no ha


pasado nada, nos desanimamos a seguir orando. Parece que
la oración es una pérdida de tiempo. Parece que Dios le
contesta a otros, pero a mí nunca o casi nunca.”

Lucas 18: 1-8 dice:


1
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesi-
dad de orar siempre, y no desmayar, 2 diciendo: Había
en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respeta-
ba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una
viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de
mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero
228 LA GRAN COMISIÓN
después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a
Dios, ni tengo respeto a hombre, 5 sin embargo, porque
esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que
viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo
el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso
Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él
día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que
pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Debemos recordar que Dios siempre responde a la oración;
algunas veces dice que SÍ, otras veces dice NO, y otras veces dice
ESPERA. Dios es el Padre bueno, amoroso y misericordioso que
nos trata como lo que somos: Sus hijos. Así mismo como en el
trato natural los padres tienen estas tres respuestas para sus hijos,
dependiendo de su edad, capacidad, madurez, responsabilidad,
etc., en lo espiritual, también nuestro Padre celestial tiene estas
tres respuestas dependiendo de nuestra edad, capacidad, madu-
rez, responsabilidad, etc.
El problema puede surgir porque yo quiero que la respuesta
SIEMPRE sea positiva. NO también es una respuesta, aunque
no nos guste.
En la respuesta que Dios nos da que dice ESPERA, es porque
no todas las cosas están en su puesto todavía. La impaciencia es
la que nos hace actuar con desesperación y también apresurada-
mente. Muchas veces el Señor nos dice que esperemos porque en
el proceso él también nos está enseñando paciencia. Salmo 40:
1-3; Gálatas 5: 22. A veces esta respuesta es muy dura de aceptar,
porque como tenemos la mentalidad del microondas, todo lo
queremos inmediatamente. La fe dice: “Yo creo que Dios me
oye, por eso oro”. La paciencia dice: “Yo espero que lo que he
pedido vendrá en el tiempo de Dios”. Hebreos 6: 11, 12
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 229

Otra cosa que impide que el Señor conteste la oración, es si


estamos en pecado (desobediencia). Dice el Salmo 66:18: “Si en
mi corazón hubiera yo mirado a la iniquidad, el Señor no me
habría escuchado.”
El pecado trae una separación entre nosotros y Dios, y aun-
que Dios quiera responder, por causa de nuestro pecado, no po-
demos recibir su respuesta. Cuando estamos en pecado, lo que el
Señor hace es que nos disciplina. Hebreos 12: 4-11.
¿Puede mencionar un ejemplo de su experiencia en la oración
cuando Dios le contestó con un SÍ a lo que usted pidió? ¿Con un
NO? ¿Con un ESPERA?
¿Alguna vez ha recibido la disciplina del Señor en su vida por
andar en pecado (desobediencia)?
El Señor nos oye SIEMPRE, por eso no desmaye en la ora-
ción. Descubra por la oración cuál es la respuesta de Dios, y
camine en fe de acuerdo a eso.
Tratemos ahora el tema de:

¿Qué significa orar en el espíritu?


Vea el capítulo 39.
Veamos ahora el tema de:

“Orad sin cesar”


1 Tesalonicenses 5: 17
¿Qué significa orar sin cesar? ¿Cree usted que es posible orar
sin cesar? Veamos lo que dice Hebreos 8: 10
10
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de
Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré
230 LA GRAN COMISIÓN
mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las
escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí
por pueblo Veamos ahora Romanos 8: 5:

5
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de
la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu.

¿Qué conexión existe entre orar sin cesar y mantener nuestra


mente pensando en las cosas del Espíritu? Orar sin cesar es impe-
rativo para que nos apropiemos del propósito del Nuevo Pacto.
El Señor quiere establecer sus leyes en nuestra mente, para que
conozcamos su voluntad, y en nuestro corazón para que desee-
mos hacer esa voluntad. El Espíritu Santo nos da el poder para
llevar a cabo su voluntad.
Ya que la Palabra del Señor nos anima a orar sin cesar, ¿qué
pasos prácticos podemos dar para lograrlo? Podemos comenzar
sacando un tiempo a primera hora en la mañana para dedicarlo
a la oración, y así “juntar la leña para mantener el fuego de la
oración ardiendo durante todo el día”.
Orar sin cesar no significa que nos pasemos todo el día repi-
tiendo las mismas oraciones, u oraciones vanas. Significa que la
línea de comunicación entre el Señor y nosotros nunca se cierra.
Cuando oramos sin cesar, mantenemos la mente como un YO-
YO, algunas veces arriba, ocupada en las cosas espirituales, otras
veces abajo, ocupada en los quehaceres diarios.
Cuando oramos sin cesar, es más rápido pedir perdón si es
que caemos en pecado, ya que no queremos que el pecado es-
torbe esa continua comunión con Dios. Esto nos mantiene en
limpieza espiritual. También nos da perseverancia. Isaías 26: 3
dice: “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 231

ti persevera; porque en ti ha confiado.” Podríamos decir que la


oración sin cesar es el pensamiento perseverando en Dios. Hay
que hacer un esfuerzo consciente, hasta que el orar sin cesar se
haga parte natural de nuestra vida. El resultado de perseverar
pensando en las cosas del Señor es completa paz.
A medida que perseveremos en la oración sin cesar, nos dare-
mos cuenta que el Espíritu Santo va a traer a nuestra mente si-
tuaciones y personas por las cuales orar. Por ejemplo, de repente
usted se va a acordar de un amigo o conocido de su infancia o
de tiempo atrás, y en vez de ponerse a simplemente recordar el
pasado, usted va a notar que lo que el Espíritu del Señor quiere,
es que usted ore e interceda por esa persona, pues usted no sabe
por la situación que está atravesando, pero el Espíritu del Señor
sí lo sabe, y lo quiere usar a usted para que se “meta en la brecha”
a favor de esta persona. Si no estamos intercediendo por alguien,
podemos aprovechar el tiempo para alabar al Señor en nuestro
corazón o en voz alta si la situación lo permite. La oración sin
cesar no tiene límites.
Hemos visto hasta aquí que orar es muy importante, que
aunque Dios ya sabe la respuesta, él quiere que conozcamos su
voluntad a través de la oración. También vimos que aunque Dios
tiene un plan fijo, también hay cosas que son variables. Como
no sabemos cuál es cuál, es por eso que debemos perseverar en
la oración para así poder determinar cuál es el plan de Dios en
nuestro caso específico. Vimos también que Dios siempre con-
testa: Algunas veces dice sí, otras no, y otras veces dice: Espera.
Vimos también que la Palabra nos anima a orar sin cesar, que-
riendo decir que en todo momento y por todas las cosas pode-
mos y debemos orar.
Vamos ahora a contestar a la declaración que dice:
232 LA GRAN COMISIÓN
“No me he hecho el hábito de orar. Oro muy esporádicamente,
si es que oro”.

¿Le ha sido difícil establecer el hábito de oración en su vida?


¿Por qué es tan difícil hacerse el hábito de orar?
Los que ya se han formado el hábito de la oración, pueden
declarar que esto es muy importante. El hábito es como un reci-
piente. Si usted tiene sed, y le pide agua a alguien, ¿qué pasaría si
a quien usted le pide agua se la echara directamente en sus manos?
Lo más seguro es que la gran mayoría del agua se derramaría y se
desperdiciaría. Pero si usted tuviera un vaso o un recipiente en su
mano, usted tendrá más agua para beber, y también para guardar
y usar en el futuro. Hasta tendría para compartir con otros si es
necesario. Vemos pues que el recipiente es muy importante. Po-
dríamos decir que el hábito de orar es como el recipiente, y es por
eso mismo que el hábito de la oración es muy importante.
¿Cuándo es el mejor tiempo para orar y establecerse un hábito
en la oración?
La palabra del Señor nos dice en varias ocasiones que el mejor
tiempo para orar es la madrugada o en la mañana. Claro está
que esto no quiere decir que no oremos en otro tiempo. Veamos
algunos ejemplos en los salmos:
Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré
delante de ti, y esperaré. Salmo 5: 3
Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de
mañana. Salmo 57: 8
Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene
sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay
aguas, Salmo 63:1
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 233

Más yo a ti he clamado, oh Jehová, Y de mañana mi oración se


presentará delante de ti. Salmo 88: 13
De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos ale-
graremos todos nuestros días. Salmo 90: 14
1
Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh
Altísimo; 2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad
cada noche, Salmo 92: 1- 2
Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he con-
fiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he eleva-
do mi alma. Salmo 143:8
El Señor Jesús acostumbraba a orar en la madrugada:
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se
fue a un lugar desierto, y allí oraba. Marcos 1:35
La madrugada o mañana significa el primer tiempo después
de levantarnos. En otras palabras, si usted trabaja de noche, y
duerme de día, la “madrugada” para usted es el tiempo cuando
se levanta. ¿Por qué la mañana o madrugada es el mejor tiem-
po? Porque estamos reconociendo que Dios merece el primer
lugar en nuestro día. También porque así le encomendamos a
Dios todo el día que está por delante. ¿No le ha pasado que
si deja la oración para otro tiempo, es posible que ese tiempo
nunca llegue, ya que otras cosas están siempre llamando nuestra
atención? En nuestra lista de prioridades, la oración debe estar
primero, pues ese es el tiempo para hablar con Dios y ponernos
en sus manos.
¿A qué horas tendría que acostarse para poder levantarse “de
madrugada” a orar?
234 LA GRAN COMISIÓN
Continuaremos contestando a la declaración que dice:

“La oración es aburrida. Siempre un monólogo repitiendo las


mismas cosas”.

El Señor Jesucristo dijo que cuando oremos no usemos vanas


repeticiones, como los gentiles (los paganos), que piensan que
por su palabrería serán oídos, Mateo 6: 7, 8.
Note que el Señor dijo que no usáramos “vanas” repeticiones.
Podemos hacer repeticiones que no sean “vanas”. ¿No ha orado
usted la misma oración un montón de veces, hasta que recibe la
respuesta?
A veces el orar se siente aburrido, porque como es una acti-
vidad espiritual que requiere trabajo y esfuerzo, y como no “ve-
mos” a Dios mientras le hablamos en oración, creemos que él
no nos está oyendo. Es aquí donde tenemos que recordar que la
oración es un acto de fe, veamos
Hebreos 11: 6
6
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan.

Continuemos ahora con la declaración que dice:

“Soy muy pecador, por eso Dios no me escucha, por lo tanto


no oro ni para pedir perdón”.

Veamos Juan 9: 31:

Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si al-


guno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 235

Hay dos clases de pecadores: Los que han recibido el perdón


a través de Jesucristo, y los que todavía no se arrepienten y viven
en sus pecados. Los que hemos recibido el perdón a través de
Jesucristo, tenemos la oportunidad de ser vencedores a través
del poder del Espíritu Santo en nuestras vidas. Estamos en la
lucha contra el pecado y vamos a vencer en el nombre del Señor
Jesús. Ahora somos temerosos de Dios, hacemos su voluntad, y
él nos oye.
¿Qué significa que somos “temerosos de Dios”? Veamos Pro-
verbios 16: 6: 6 Con misericordia y verdad se corrige el pecado,
Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.
Así tratamos con lo negativo (pecado) en nuestras vidas.
¿Qué significa que “hacemos su voluntad”? Veamos Filipen-
ses 2: 12- 13:
12
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obede-
cido, no como en mi presencia solamente, sino mucho
más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salva-
ción con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su bue-
na voluntad.

Así tratamos con lo positivo que Dios tiene para nosotros.


Todos nosotros tenemos nuestra propia voluntad, en otras pa-
labras nuestro propio deseo. Eso es lo que nos hace individuos
diferentes el uno del otro. La voluntad o deseo dice: “quiero tal
cosa”, y la mente enseguida empieza a pensar en cómo adquirir
esa cosa (algunas veces el deseo es tan fuerte, que ni siquiera
pensamos, solamente actuamos para adquirir lo que deseamos).
También las emociones se involucran, y llegan a ser como raíces
236 LA GRAN COMISIÓN
que alimentan y fijan más el deseo en nosotros de tal cosa. ¿No
le ha pasado esto?
Cuando nuestra voluntad está influenciada por el peca-
do, hacemos obras malas y pecaminosas. Es por eso que Dios
quiere que tratemos firme y continuamente con el pecado en
nuestras vidas.
Algunos piensan que Dios no quiere que uno desee o quiera
cosas. Eso no es cierto. Lo que Dios quiere es lo mejor para no-
sotros, es por eso que él quiere que deseemos lo que él tiene para
nosotros.
Nuestra voluntad desea muchas cosas, y luego empezamos a
orar pidiendo por esas cosas. Es bueno que oremos para deter-
minar si lo que deseamos es la voluntad de Dios o un simple ca-
pricho nuestro, o hasta algo que nos vaya a sacar del camino del
Señor (¿no ha visto personas que quieren algo con mucho deseo,
y luego que lo tienen se dan cuenta que el precio que han tenido
que pagar por eso que deseaban es muy alto? Muchas veces ese
precio incluye la familia, bienes, paz y tranquilidad, tiempo, re-
cursos, y hasta su relación con el Señor sufre).
¿Qué debemos hacer para recibir las peticiones (deseos, anhe-
los, aspiraciones) del corazón? Salmos 37: 4 dice:
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones
4

de tu corazón”.
Debemos enseñarles a los discípulos a deleitarse en el Señor,
y a pedir para que el Reino de Dios avance, hasta que lo hagan.
El Espíritu Santo nos ayuda a orar en nuestra debilidad. Ha-
blaremos un poco más sobre esto cuando tratemos el punto del
bautismo en el Espíritu Santo.
Tercera ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 237

Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los


discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a us-
ted para vivir esta tercera ley del Reino de Dios en cuanto a la
relación consigo mismo –pedir, buscar, llamar por medio de la
oración? El Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus
mandamientos. El apóstol Juan dice que si decimos que cono-
cemos al Señor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos
mentirosos. ¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su
discípulo hasta que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer
discípulos toma tanta energía espiritual, emocional y física, apar-
te del tiempo, y los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 33

Cuarta ley de amor del Reino de


Dios en cuanto a amarse a uno mismo:

La regla de oro para tratar a


los demás
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 7:12
12
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres
hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Algunas veces hemos oído a personas que citan la regla de oro


en forma negativa, ellos dicen: “No le hagas a otros lo que no
LA GRAN COMISIÓN
quieres que te hagan a ti”. Eso es verdad, pero eso puede detener-
nos de poner el énfasis en lo positivo, o sea, hacer con los demás
como nos gusta que nos hagan a nosotros, pues son más las cosas
positivas que podemos hacer que las negativas, y haciendo lo
positivo, automáticamente no haremos lo negativo.
Para lograr esta ley del Reino, la cual es tan poderosa que el
Señor Jesús la resume como “la ley y los profetas”, necesitamos
hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo me gustaría que me tra-
taran a mí? Una persona que es normal, dentro de los paráme-
tros de la sociedad, se cuida y se ocupa de sí misma. El apóstol
Pablo lo dijo de una manera muy sencilla en Efesios 5: 29 (a):
240 LA GRAN COMISIÓN
29
"Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida,…”

También recordemos que el ser humano es egoísta porque el


pecado ha tomado raíz en su corazón. Dios hizo al hombre con
lo que llamamos urgencias (en el mundo secular le llaman instin-
tos): Hambre y sed, supervivencia, reproducción, poder o domi-
nio. Estas urgencias son las que nos ayudan a mantenernos vivos
y activos, pero nos podemos pasar la vida pensando y viviendo
solamente para suplir esas urgencias, y caemos en el egoísmo.
Es importante pensar en uno mismo para cuidarse y protegerse,
pero fácilmente se puede caer en el narcisismo, o sea en un amor
excesivo por uno mismo. Cuando aprendemos por medio del
Espíritu Santo, y por la ayuda del que nos está discipulando,
empezaremos a entender que ese amor a nosotros mismos es la
medida que usaremos para amar al prójimo. Así como nos ama-
mos y cuidamos, así haremos con el prójimo.
El discípulo está aprendiendo sobre su identidad, o sea quién
es él en el Reino de Dios –ya hablamos sobre esto en el capítulo
15. Al saber que Dios nos ama tanto, y que somos muy valiosos
para él, podemos tener una medida para saber cómo amar al
prójimo como a nosotros mismos. Porque el Padre nos valora,
valoraremos a los demás.
Ahora el Señor Jesús nos da la regla de oro, para sepamos
cómo es que debemos amar al prójimo: Todo lo que me gusta
que me hagan, eso haré con los demás.
No podemos olvidar que esta ley es para los ciudadanos del
Reino de Dios, ya que esto no se les puede aplicar a personas
con un entendimiento torcido de las relaciones humanas, por
ejemplo, a un masoquista (persona que disfruta los golpes y el
sufrimiento).
Cuarta ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 241

El pecado viene a corromper todo aquello que Dios creó como


bueno. Es por eso que Dios tuvo que dar muchos mandamientos
en la ley, precisamente para regular a esas urgencias corrompidas
por el pecado, y mantenerlas controladas.
Ahora el Señor Jesús dice: “No te tienes que aprender un
montón de leyes, te voy a dar una sola, en la cual están en-
vueltas todas las demás: Todo lo que quieras que hagan con-
tigo, hazlo con los demás”.
Claro está que todo esto está sujeto a nuestras posibilidades
y recursos, y es por eso que el Señor une estos versículos a la
oración. Al surgir un deseo en nosotros de actuar con los de-
más como nos gustaría que actuaran con nosotros, nos dare-
mos cuenta de que nuestros recursos y habilidades son escasos o
pocos, lo cual producirá que le pidamos al Padre a favor de los
demás, y provisión para poder ayudar a muchos. Aquí es donde
la oración del discípulo es para interceder a favor de otros. Lo
que hablamos en la ley anterior sobre el pedir, buscar y llamar,
ahora tiene una aplicación muy especial. El discípulo ahora es
un intercesor porque él ahora está orando como le gustaría que
oraran por él.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta cuarta ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción consigo mismo –la regla de oro? El Señor Jesús dijo que si
le amamos, guardamos sus mandamientos. El apóstol Juan dice
que si decimos que conocemos al Señor Jesús y no guardamos
sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto tiempo le tomará
enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la guarde? ¿Ya está
viendo por qué el hacer discípulos toma tanta energía espiritual,
emocional y física, aparte del tiempo y los recursos necesarios
para lograrlo?
Capítulo 34

Quinta ley de amor del Reino de


Dios en cuanto a amarse a uno mismo:

El camino angosto de santidad


Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 7: 13, 14
13
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición,
y muchos son los que entran por ella; 14porque estrecha
es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan.

Hablaremos ahora sobre la santidad o sea la vida de consagra- LA GRAN COMISIÓN


ción al Señor. Hoy día encontramos dos extremos en lo que se
llama cristianismo: Una tiene que ver con el libertinaje o licencia
para pecar, diciendo que vivimos en la gracia de Dios. Los que
abogan por este extremo, muchas veces lo que hacen es que abu-
san la gracia del Señor. Esto es más bien una vergüenza para el
nombre del Señor Jesucristo, pues esta vida de libertinaje no trae
gloria a Dios. La gracia del Señor no es una licencia para pecar,
sino la oportunidad para vivir en el Espíritu y así vencer al pecado.
El otro extremo que encontramos es el legalismo. Los que
abogan por este extremo, tienen una serie de reglamentos, una
lista de las cosas que se pueden y no se pueden hacer, y viven en
244 LA GRAN COMISIÓN
la constante acusación, si están agradando a Dios o no, basados
en sus actuaciones.
Ambos extremos son malos, pues eso no es el Reino de Dios.
17
Porque el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Romanos
14:17.

Por medio del Espíritu Santo de Dios se cumple la justicia de


Dios en nosotros, y eso produce paz y gozo.
Uno se pregunta: ¿qué significa la puerta estrecha y el camino
angosto? Una de las cosas que significa es el camino de santidad
y consagración personal. ¿Cuál es la verdadera santidad? La ver-
dadera santidad se produce por el Espíritu Santo operando en
nosotros. Veamos esto en Romanos 8: 1-17:
1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible
para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado
y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;4
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme
al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan
en las cosas de la carne; pero los que son del Espíri-
tu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y
paz.7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
Quinta ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 245

tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no


pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no vivís según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros,
el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,
mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús
mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo
Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros. 12 Así que, hermanos,
deudores somos, no a la carne, para que vivamos con-
forme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras
de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar
otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que pa-
decemos juntamente con él, para que juntamente con
él seamos glorificados.

El versículo 5 nos da una revelación bien poderosa, y es que


para vivir en el Espíritu se hace lo mismo que para vivir en la
carne. Permítame explicar: El versículo dice que los que son de
la carne PIENSAN en las cosas de la carne, pero los que son del
Espíritu PIENSAN en las cosas del Espíritu. En lo que pensamos
determinará si andamos en la carne o si andamos en el Espíritu.
Dígame en lo que usted piensa, y le diré cuál será el resultado.
246 LA GRAN COMISIÓN
Hablaremos de este tema con más detalle cuando toquemos el
tema de la mente en la Mesa del Señor.
En Gálatas 5: 16-21 se nos dice:
16
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es con-
tra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que qui-
siereis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis
bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne,
que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
20
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homi-
cidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
Reino de Dios.

Claramente vemos la lucha que hay entre la carne y el Espíritu,


y que las obras de la carne son: Adulterio, fornicación, inmun-
dicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas. Diariamente, a través de los
medios de comunicación –internet, televisión, radio, teléfono,
periódicos, revistas, libros, el cine, etc. recibimos una gran dosis
de acciones de las obras de la carne que nos invitan a pensar y
actuar conforme a la carne. No estamos diciendo que los medios
de comunicación son malos, sino que el enemigo de nuestras al-
mas usa estos medios eficazmente para mantener nuestras mentes
ocupadas constantemente en las cosas de la carne. Con asedio
recibimos diariamente un bombardeo desde afuera para hacernos
pensar en las cosas de la carne. Es por eso que la puerta estrecha y
Quinta ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo: 247

el camino angosto significan que no le daremos a nuestra mente


la anchura para pensar en las cosas de la carne, sino que se man-
tendrá en el camino angosto pensando en las cosas del Espíritu
Santo.
Pensemos ahora por un momento en el tiempo que dedica-
mos normalmente para las cosas del Espíritu. El creyente prome-
dio, no pasa tiempo adecuado en la Palabra del Señor, no tiene
tiempo para en el compañerismo cristiano, ora muy poco, y casi
no participa en la Mesa del Señor. En Hechos 2: 42 leemos que
los primeros creyentes hacían un esfuerzo perseverante para lo-
grar estas cuatro cosas básicas:
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”
Siempre ha habido una lucha para mantenernos en el Espí-
ritu, es por eso que el Señor nos provee de medios o disciplinas
para mantenernos ahí. Estas cuatro cosas son parte importantísi-
ma para seguir andando en el Espíritu. Los primeros discípulos
lo necesitaron, y nosotros también.
El fruto del Espíritu es el resultado de andar –pensar- en el
Espíritu. Este fruto tiene nueve partes: Amor, gozo, paz, pacien-
cia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio
propio –Gálatas 5:22, 23. Note cómo estas nueve características
combinan con las características de los ciudadanos del Reino de
los Cielos que ya tratamos previamente, pues ya hemos decla-
rado que sin el poder del Espíritu Santo no se puede vivir en el
Reino de Dios.
Romanos capítulo 8, y en especial el versículo 29 nos dice que
el propósito de Dios en nosotros es formar la imagen del Hijo
Jesús en nosotros por medio de su Espíritu Santo, para que él
248 LA GRAN COMISIÓN
sea el primogénito entre muchos hermanos. Nosotros traemos
la imagen caída de Adán, pero ahora la concentración del Padre
es formar la imagen gloriosa del Hijo en nosotros por medio del
Espíritu Santo. Esto es lo que es la verdadera santidad; esto es
el camino angosto; esto es la puerta estrecha, pues el Padre está
buscando muchos hijos que se parezcan a su Hijo Jesús.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta quinta ley del Reino de Dios en cuanto a la rela-
ción consigo mismo –vivir en el camino angosto de santidad? El
Señor Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamien-
tos. El apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Se-
ñor Jesús y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos.
¿Cuánto tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta
que la guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma
tanta energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y
los recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 35

Sexta ley de amor del Reino de


Dios en cuanto a amarse a uno mismo

Conociendo a los falsos


profetas por sus frutos
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la guarden.
Mateo 7:15-20
15
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos ra-
paces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo
buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da fru-
tos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos,
LA GRAN COMISIÓN
ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que
no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así
que, por sus frutos los conoceréis.

Después del engaño de Satanás en el huerto de Edén, los hu-


manos hemos quedado muy propensos y vulnerables a cualquier
tipo de engaño. El enemigo se aprovecha de esta debilidad, y es
por eso que el Señor Jesús nos advierte para que en nuestro amor
a nosotros mismos y crecimiento personal, no nos dejemos en-
gañar. Es posible que la persona que ha sido engañada una vez,
desconfíe de todos de ahí en adelante y le va a ser difícil
250 LA GRAN COMISIÓN
restablecer la confianza. Satanás se viste como ángel de luz, y sus
ministros también hacen lo mismo.
2 Corintios 11: 13-15 nos dice:
13
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos,
que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 14 Y no es
maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como
ángel de luz. 15 Así que, no es extraño si también sus
ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo
fin será conforme a sus obras.

El apóstol Pedro también se une a esta voz de alarma, y nos


dice en 2 Pedro 2:1-3:
1
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo,
como habrá entre vosotros falsos maestros, que intro-
ducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun
negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí
mismos destrucción repentina.2 Y muchos seguirán sus
disoluciones, por causa de los cuales el camino de la ver-
dad será blasfemado, 3 y por avaricia harán mercadería
de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de
largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición
no se duerme.

Judas nos advierte lo mismo, pues su carta entera trata de


esto, pero en el versículo 4 nos dice:
4
Porque algunos hombres han entrado encubiertamen-
te, los que desde antes habían sido destinados para
esta condenación, hombres impíos, que convierten en
libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el
único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
Sexta ley de amor del Reino de Dios en cuanto a amarse a uno mismo 251

El discípulo quiere creer, y es por eso que está propenso al en-


gaño. El discípulo nuevo está tierno, y los falsos profetas, siendo
lobos rapaces, se disfrazan como ovejas para engañarlo. El Señor
Jesús nos da la manera exacta para descubrir a los falsos profetas:
no es por sus palabras, pues éstas suenan muy bien; no es por su
apariencia, pues parecen ovejas; es por sus frutos que los vamos a
conocer. Ahora bien, para conocer los frutos de alguien, hay que
estar cerca de esa persona para poder ver su comportamiento. Es
por eso que muchos de estos falsos profetas no se queden mucho
tiempo en un lugar, pues pronto serán descubiertos, especial-
mente por aquellos que no les hacen caso a lo que dicen sino a
cómo actúan. Para recalcar este punto aún más, el Señor Jesús
dice que no se puede recoger uvas de los espinos, ni cosechar hi-
gos de los abrojos. El árbol malo da malos frutos, y el buen árbol
da frutos buenos. Así que por sus frutos conoceremos a los falsos
profetas. Dos veces el Señor Jesús repite esto, precisamente para
que no se nos olvide.
Pensar que alguien es genuino del Reino porque habla bonito
o dice una profecía correcta o manifiesta algún don espiritual,
muestra la falta de entendimiento de esta ley del Reino. Recor-
demos que Satanás se viste como ángel de luz, y lo mismo van a
hacer sus ministros.
En la antigüedad, los falsos profetas eran descubiertos cuando
sus profecías no se cumplían. Deuteronomio 18: 21- 22 dice:
21
Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la pa-
labra que Jehová no ha hablado?; 22 si el profeta hablare
en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni
aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con
presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.
252 LA GRAN COMISIÓN
El Señor Jesús no siguió ese patrón del antiguo testamento
para enseñarnos a nosotros a distinguir a los falsos profetas, sen-
cillamente porque Satanás es capaz de hacer cumplir sus propias
profecías con tal de engañar a los discípulos. El Señor Jesús nos
dice: “Es por sus frutos que los vas a conocer, no por sus palabras”.
Es posible que el Señor hablara de los falsos profetas como su
última ley en el trato con nosotros mismos, para que ahora mi-
remos a todas las leyes del Reino que hemos aprendido, y com-
paremos el comportamiento de los falsos profetas con estas leyes.
Los falsos profetas no van a tener estas leyes del Reino operando
en sus vidas, precisamente porque no son del Reino, y por consi-
guiente no las pueden vivir. Solamente los que tienen al Espíritu
Santo y se someten a él pueden vivir en el Reino llevando a cabo
estas leyes. El Reino de Dios no consiste en palabras, sino en
poder, poder que lleva a la acción, poder que manifiesta frutos.
No olvidemos que a los falsos profetas se les reconoce por sus
frutos, y no por sus palabras o dones.
Recordemos que debemos vivir esta ley, y enseñársela a los
discípulos hasta que la hagan. ¿Cuánto tiempo le tomó a usted
para vivir esta sexta ley del Reino de Dios en cuanto a la relación
consigo mismo –cómo reconocer a los falsos profetas? El Señor
Jesús dijo que si le amamos, guardamos sus mandamientos. El
apóstol Juan dice que si decimos que conocemos al Señor Jesús
y no guardamos sus mandamientos somos mentirosos. ¿Cuánto
tiempo le tomará enseñarle esta ley a su discípulo hasta que la
guarde? ¿Ya está viendo por qué el hacer discípulos toma tanta
energía espiritual, emocional y física, aparte del tiempo, y los
recursos necesarios para lograrlo?
Capítulo 36

Resumen

Hasta aquí hemos visto que el Reino de


Dios es algo totalmente diferente a lo que tenemos como cristia-
nismo o iglesia como institución hoy día –es claro que no todos
los que se llaman cristianos actúan de esta manera, pero en gene-
ral, esto es lo que se ve en muchos círculos llamados cristianos.
Por ejemplo:

Los ciudadanos La iglesia como institución


del Reino de Dios
Dan gloria al Trae vergüenza al Padre por su com-
Padre portamiento
Aman a Dios Ama al mundo y las cosas que hay
LA GRAN COMISIÓN
en él
Se reúnen para Quiere ser entretenida
adorar a Dios
El Rey guía por su Hace leyes, protocolos, formas, etc.
palabra
Entran por arre- Entra sin arrepentimiento
pentimiento

Son pobres en Busca las cosas materiales


espíritu
254 LA GRAN COMISIÓN
Lloran No le interesa el dolor ajeno
Son mansos Es gente con rencor y fácil para
pleitear
Tienen hambre y Tiene apatía, indiferencia, aburri-
sed de justicia miento, etc.
Son misericordio- No se envuelve en la miseria huma-
sos na
Son limpios de Tiene mucha carnalidad
corazón
Son pacificadores Tiene gente que no vive en paz con
los demás
Están dispuesto a Se molesta y se ofende por cualquier
sufrir cosa
Aguantan la infa- No se goza en la persecución
mia
Son la sal de la Ha perdido su sabor; son hollados
tierra por los hombres
Son luz Esconde la luz
Son grandes No son hacedores ni enseñan
haciendo y ense-
ñando
Resuelven sus dife- Se pelea y no resuelve los conflictos
rencias en amor
Evitan el adulterio El adulterio es común
a todo costo
No se provocan el Se divorcian, y a veces sin razón
divorcio
Resumen 255

Su Sí es Si, su No No guarda la palabra


es No
Aprenden a tratar No entiende este concepto
bien a los malos
Tratan bien a los Este concepto se entiende menos
enemigos
Dan limosnas a los Deja que el gobierno haga esta labor
pobres
Oran en obedien- Toma sus propias oraciones
cia al Padre
Ayunan No ayuna
Hacen tesoros en el Sus tesoros están aquí en la tierra
Cielo
Miran con miseri- No mira con misericordia
cordia
Sirven a Dios Le sirve a las riquezas
Confían en Dios Se afana y viven ansiosos
como provee-
dor
No juzgan y tratan Juzga y se entremeten en lo ajeno
con sus propias
faltas
Saben cómo admi- No sabe cómo administrar los bienes
nistrar sus bienes
Saben orar pidien- Ora para sus propios deleites
do para el Reino
256 LA GRAN COMISIÓN
Tratan con la regla Piensan en ellos solamente
de oro
Andan en el cami- Anda en el camino ancho de perdi-
no angosto ción
Saben cómo de- Acepta a los falsos profetas
tectar a los falsos
profetas
Capítulo 37

El engaño más grande


que ha existido

Mateo 7: 21-23
21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel
día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en
tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

El Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor,


entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de LA GRAN COMISIÓN
mi Padre que está en los cielos”. ¿Cuál es la voluntad del Padre?
Muchas creyentes andan perplejos queriendo descubrir cuál es la
voluntad de Dios. La voluntad del Padre es que le amemos a él
por sobre todas las cosas, y que amemos al prójimo como a noso-
tros mismos. ¿Está entendiendo un poco mejor por qué el Señor
quiere que oremos el “padrenuestro”, pidiendo que sea hecha la
voluntad del Padre en la tierra como se hace en el cielo? Hacer
la voluntad de Dios es lo más importante, es lo principal, es lo
primero. Para hacer esa voluntad, él nos dio su Espíritu Santo.
258 LA GRAN COMISIÓN
El Señor Jesús está hablando de la voluntad del Padre que
él acaba de explicar en Mateo 5, 6, y 7. Esto debe quedar bien
claro, así que veámoslo de nuevo:
LA VOLUNTAD DEL PADRE ES QUE...
• Seamos pobres en espíritu.
• Lloremos con el corazón de Padre.
• Seamos mansos.
• Tengamos hambre y sed de justicia.
• Seamos misericordiosos.
• Seamos de limpio corazón.
• Seamos pacificadores.
• Estemos dispuestos a sufrir por causa de la justicia.
• Estemos dispuestos a sufrir por causa de su nombre.
• Seamos sal de esta tierra.
• Seamos la luz de este mundo.
• Seamos grandes en el Reino de los cielos, al cumplir sus
mandamientos y enseñárselos a otros.
• No nos enojemos con los hermanos.
• No miremos al sexo opuesto para desearlo en nuestro co-
razón.
• No seamos los iniciadores del divorcio.
• Seamos personas que nuestro sí, sea sí, y el no, no.
• Amemos a los malos.
• Amemos a nuestros enemigos.
• Demos limosnas a los pobres.
• Oremos el padrenuestro.
• Ayunemos.
• Hagamos tesoros en el cielo.
El engaño más grande que ha existido 259

• Tengamos ojos misericordiosos y buenos.


• Sirvamos a Dios y no a las riquezas.
• Confiemos en él como el suplidor de toda necesidad.
• No juzguemos a los demás, sino tratemos con nosotros
mismos.
• Es que sepamos cómo usar nuestros recursos.
• Pidamos, busquemos y llamemos para avanzar el Reino.
• Actuemos con los demás como nos gusta que actúen con
nosotros.
• Andemos en el camino angosto de santidad.
• No nos dejemos engañar por los falsos profetas
• Edifiquemos nuestras vidas sobre las palabras del Señor
Jesús, y ayudemos a otros a ser discípulos.
En la última ley del Reino en cuanto a amarnos a noso-
tros mismos, el Señor Jesús dijo que la manera de recono-
cer a los falsos profetas era por sus frutos. El Señor Jesús,
a través del Espíritu Santo nos da dones (administración,
apóstol, artesanía, discernimiento, exhortación, evangelista, fe,
dar, sanidad, ayuda, hospitalidad, interpretación de lenguas, co-
nocimiento, liderazgo, misericordia, milagros, misiones, música,
pastorear, oración, profetizar, servicio, enseñanza, lenguas, sabi-
duría, martirio). Los dones son dados como el Espíritu Santo
quiere, pero los frutos son producidos por medio del Espíritu
Santo a través de la obediencia o sometimiento a la Palabra del
Rey Jesús, la disciplina personal, las experiencias, etc. En otras pa-
labras, un creyente puede tener dones –porque les han sido dados,
pero puede no tener frutos porque no los ha producido. Este es
el error que el Señor Jesús quiere evitar, pues si continuamos en
ese camino, podemos llegar al engaño más sutil y más grande que
jamás haya existido, y es por eso que él nos hace esta advertencia.
260 LA GRAN COMISIÓN
Cuando dejamos de hacer la voluntad del Padre que está en
los cielos, entonces es posible caminar un poco de tiempo en los
dones del Espíritu Santo, y luego empieza a entrar en acción el
engaño satánico, ocurriendo un intercambio de los dones espiri-
tuales auténticos por dones espirituales falsos, dados por poderes
demoníacos para engañar al creyente y a otros creyentes también.
¿Cómo es esto posible? Muy sencillo. Ya vimos que Satanás se
disfraza como ángel de luz, y sus ministros –sus demonios, hacen
lo mismo. Estos demonios son los que mantienen a los creyentes
que no hacen la voluntad del Padre en engaño, y cuando llegue
el día final, el momento en que esos creyentes estén delante del
Señor Jesús, dirán:
Mateo 7:22

22…..Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y


en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros?

Note con mucha atención qué es lo que estos creyentes están


poniendo como ejemplo de espiritualidad: El profetizar, el echar
fuera demonios, y el hacer milagros.
Observe cómo el Señor Jesús quien es la sabiduría encarnada,
usa estos tres ejemplos de espiritualidad, pues hoy día, casi 2000
años después que él dijo estas palabras de advertencia, ¿qué es lo
que los cristianos de los círculos más espirituales están buscando
como prueba de espiritualidad? ¿No es precisamente el profe-
tizar, echar fuera demonios y hacer milagros, la prueba de que
alguien es una gran figura espiritual?
En la advertencia del Señor Jesús, estos creyentes no sola-
mente hicieron milagros, sino muchos milagros. ¿No serían estas
personas la envidia de muchos creyentes hoy en día? ¿Ya está
El engaño más grande que ha existido 261

notando lo fácil que es ser engañado? ¿Ya está comprendiendo


por qué para descubrir a un falso profeta hay que buscar los fru-
tos y no sus palabras o “espiritualidad”?
Entendamos que no estamos hablando aquí en contra de los
dones del Espíritu Santo. El punto del Señor Jesús es el orden en
que operan las cosas. Fue el Señor Jesús quien dijo que el pro-
fetizar, el echar fuera demonios, y el hacer milagros serían parte
de nuestro diario vivir mientras hacíamos discípulos. Veamos
Marcos 16: 15-18
15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evange-
lio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado,
será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nom-
bre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán
sus manos, y sanarán.

En los versículos 15 y 16 está la Gran Comisión –recordemos


que la Gran Comisión es ir por todo el mundo y predicar el
evangelio, bautizar a los que creen, en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, y a éstos enseñarles a cumplir los dos
mandamientos principales, los cuales hemos visto explicados en
Mateo 5, 6, y 7- hasta que los hagan, hasta que los cumplan,
hasta que los guarden. Mientras se está llevando a cabo la Gran
Comisión, va a ser necesario profetizar, echar fuera demonios, y
hacer milagros, según se presente la necesidad. Los otros dones
del Espíritu también entran en operación aquí. Pero, ¿qué es lo
está pasando en muchos círculos cristianos hoy en día? No se
está llevando a cabo la Gran Comisión a la manera que el Señor
Jesús la comisionó, sino que se han quedado mesmerizados y
262 LA GRAN COMISIÓN
pasmados, observando a ciertos individuos profetizando, echan-
do fuera demonios, y haciendo milagros. Note que las señales
seguirán a los que creen, pero hoy día se siguen a las señales para
que la gente crea. De esto se aprovecha el engañador de nuestras
almas, y si nos descuidamos, podemos terminar como aquellos
que se concentran más en las señales que en hacer la voluntad
del Padre. Estos individuos aparentemente son lo más alto que
se está logrando hoy en día, pues ellos son los “espirituales”, sin
que a nadie se les ocurra preguntar por sus frutos de acuerdo a
Mateo 5, 6, y 7, pues como hemos visto, es ahí donde está la
voluntad de Dios, y sin que nadie les pregunte si están haciendo
discípulos a la manera que el Señor Jesús enseñó. Estos son los
que un día estarán delante del Señor, y fíjese que lo único que
ellos tienen para justificarse delante del Rey del Universo, es:
“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, no echamos fuera
demonios en tu nombre, no hicimos muchos milagros en tu nom-
bre”? La respuesta del Señor Jesús será: “Nunca os conocí. Apar-
taos de mí hacedores de maldad”.
¿Hacedores de maldad? Pero, ¿no estaban ellos profetizando
en nombre de Jesús, no estaban echando fuera demonios en el
nombre de Jesús, no estaban haciendo muchos milagros en el
nombre de Jesús? ¿Cómo puede esto ser maldad? El hacer el bien
es lo que elimina la maldad. Estos creyentes nunca fueron cono-
cidos por el Señor, precisamente porque no se acercaron al Señor
para que él les conociera. Los estudiosos de las Escrituras que
saben griego, dicen que este término conocer se refiere al conoci-
miento de la intimidad sexual de una pareja. En otras palabras, es
un conocimiento muy profundo, pero sólo se logra cuando am-
bos se acercan. Es muy posible que estos creyentes no tuvieron
tiempo para intimar con el Señor Jesús, pues ellos estaban muy
ocupados en cumplir lo que ellos pensaban que era “su ministe-
rio”, pero todo era un engaño, pues nunca hicieron la voluntad
El engaño más grande que ha existido 263

del Padre. También es posible que el ego de estos creyentes se


sentía inflado cada vez que profetizaban, o echaban fuera un de-
monio, o hacían algún milagro, pero nunca se les ocurrió pensar
que esas cosas fueron dadas para ayudarles a ellos a llevar el amor
del Padre a otros que no le conocían. Ellos nunca pensaron que
lo principal es amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, y
que hay que mantener lo principal siendo lo principal.
Póngase usted en los zapatos de estas personas por un mo-
mento para que comprenda la profundidad de este engaño. Pien-
se dónde va a pasar la eternidad, usted que pensaba que estaba
haciendo tanto bien en el nombre de Jesús. Piense en las palabras
del Señor Jesús: “Apártate de mí, hacedor de maldad”. Piense que
éste no es el momento de arrepentirse, pues eso ya pasó, ya que
ese es el día del juicio. Piense que ahora usted pasará la eternidad
en el infierno, usted quien creía que estaba agradando a Dios.
¿No es este el engaño más grande que ha existido? De esto es de
lo que el Señor Jesús nos quiere librar, y es por eso que él da esta
advertencia tan fuerte.
Capítulo 38

Los dos cimientos


Mateo 7:24-29
24
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edifi-
có su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinie-
ron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella
casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace,
le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella
casa; y cayó, y fue grande su ruina. 28 Y cuando terminó LA GRAN COMISIÓN
Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctri-
na; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad,
y no como los escribas.

El Señor Jesús nos da una última advertencia, y en ella hace la


comparación entre un hombre prudente, y otro insensato o sea
un necio.
El que oye las palabras del Señor Jesús y las hace ése es el hom-
bre prudente que edificó su casa sobre la roca. En la narración de
Lucas, dice que el hombre cavó y ahondó, y edificó sobre la roca
–Lucas 6:46-49. Note que después de edificar, fue que vinieron
266 LA GRAN COMISIÓN
la lluvia, los ríos, y los vientos a golpear contra la casa, la cual se
mantuvo firme porque estaba edificada sobre la roca.
El que oye las palabras del Señor Jesús y no las hace, ése es el
hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Vinieron la
lluvia, los ríos, y los vientos a golpear contra aquella casa hasta
que se cayó, y fue grande su ruina.
La casa representa nuestras vidas. Los prudentes y los necios
edificamos nuestras vidas. Preste atención al hecho que a los dos
les acontecen los mismos problemas en la vida: desciende la llu-
via, vienen los ríos, soplan los vientos. Las mismas dificultades
les vendrán a los prudentes como a los necios. Porque seamos
prudentes, no quiere decir que estamos exentos de los problemas.
La diferencia estuvo al final, en cómo quedó la casa. La casa
del necio fue destruida totalmente, y sólo quedaron los pedazos.
¿Cómo comienzan los necios a edificar su casa? Muy común-
mente encontramos que los necios comienzan a edificar su casa
sobre el fundamento de la arena desde una edad muy temprana,
especialmente los varones. Desde que comienzan en la puber-
tad, desde los doce años en adelante, comienzan a experimen-
tar con el sexo, abriendo las puertas a la inmoralidad sexual, a
enfermedades venéreas, al embarazo, y como no tienen la sufi-
ciente madurez, al abandono de esa criatura, perpetuando así
dolor y posible abuso sobre esa criatura. Comienzan a experi-
mentar con los vicios que luego les traerán tantos problemas en
la vida, pues no solamente afectarán su economía, sino su salud
y bienestar. Vicios como el de las bebidas alcohólicas, tabaco,
drogas, etc. se empiezan a recoger en esta temprana edad. La
rebeldía de esa edad los hace violentos y abusivos, enredándose
en problemas con la ley desde pequeños. Para cuando llegan
a los cuarenta años de su vida –si no desde antes, empiezan a
cosechar lo que han sembrado en los últimos veinte y tantos
Los dos cimientos 267

años: Matrimonios rotos, poca o ninguna relación con los hijos


habidos antes de casarse, problemas económicos de todo tipo,
enfermedades crónicas desarrolladas o en desarrollo. La lista de
males sigue y continúa.
Hoy día hay muchos ministerios cristianos dedicados a re-
coger los pedazos de las casas –vidas- que los necios edificaron
sobre la arena, o sea que no hicieron caso a las palabras del Se-
ñor. No hay ningún problema en esto, pero muchas veces eso
también es un engaño del enemigo, pues el Señor nos llamó a
hacer discípulos, precisamente para evitar esas cosas. Hay mu-
chos ministerios que hoy día no hacen discípulos, pues no tienen
tiempo para hacerlo, porque se pasan todo el tiempo y energía
recogiendo los pedazos de personas necias que no hicieron caso
a las palabras del Señor Jesús. Si estos necios no cambian, ¿qué
es lo que van a edificar ahora con los pedacitos de sus vidas, si lo
que hacen es edificar otra vez sobre la arena?
¿Cuántos pastores no se pasan el tiempo, la energía y los recur-
sos y las habilidades recogiendo pedazos de personas necias que
escuchan la palabra del Señor Jesús todas las semanas, pero no
las ponen en práctica? ¿Cuándo se irá a romper este ciclo, para
que ellos edifiquen sobre la roca, y luego ellos puedan ayudar a
otros a edificar sobre la roca, cumpliendo así la Gran Comisión?
Todo pastor o líder que está leyendo estas líneas ya se ha dado
cuenta de que si los creyentes cumplieran con Mateo 5, 6, y 7,
otra sería la historia de sus vidas como pastores y líderes. ¿Cómo
lo van a cumplir si no hay nadie que les enseñe a cumplirlas? Hoy
día son muchos los pastores y líderes que están muy ocupados
apagando fuegos y recogiendo pedazos, y no tienen tiempo para
formar discípulos de la manera que el Señor Jesús dijo que los
formásemos.
268 LA GRAN COMISIÓN
Usted, pastor y líder, y también el creyente que ha estado des-
esperado, sabiendo que hay más en el Reino de Dios que asistir
a la iglesia el domingo, tiene la solución para los problemas del
mundo. El Señor Jesús ya nos comisionó para que fuésemos y
enseñásemos a otros a cumplir sus mandamientos. Como usted
ya puede notar, esto del discipulado no es una clasecita de trece
semanas, ni un curso de tres o seis meses. Esto es hasta que lo
hagan. ¿Cuánto tiempo toma hasta que lo hagan? Solo el Espí-
ritu Santo lo sabe. ¿Cuántos recursos tomará? Todo el que sea
necesario, y es para eso que le pedimos esos recursos al Padre.
¿Cuánto esfuerzo tomará? Todo el corazón, toda la mente, todas
las fuerzas, toda el alma.
Ya nota por qué es más fácil quedarse en el exhibicionismo
con los dones, alimentando el ego, y no usar los dones para cum-
plir la Gran Comisión.
Ya el Señor Jesús dio la Gran Comisión, ya nos dio su Espíritu
Santo para darnos poder, ya nos dio su Palabra para que sepamos
cómo amar al Padre, y cómo amar al prójimo, y cómo amarnos
a nosotros mismos.
Usted haría bien en aprender de memoria Mateo 5, 6, y 7,
pues son las palabras fundamentales para edificar sobre la Roca,
quien es el Señor Jesús mismo. Después de aprenderlas, empiece
a obedecerlas con una entrega y una pasión como nunca antes
ha tenido, pues esta es la voluntad del Padre para usted. Ya usted
no tiene que inventarse su propia manera de amar al Padre, al
prójimo o a usted mismo. Ya el Señor Jesús lo ha revelado por su
Espíritu Santo.
En el capítulo 10 está la sugerencia para memorizar Mateo
5, 6, 7 en menos de un mes. Si usted no lo puede lograr en me-
nos de un mes, tome el tiempo necesario, pero apréndaselos de
Los dos cimientos 269

memoria. No lea otra cosa en su Biblia que no sea esto, hasta que
se lo aprenda de memoria. El espíritu de religiosidad va a venir a
tocar su puerta para decirle que hay muchas otras escrituras que
leer. Que cómo es que va usted a hacer tanto esfuerzo, cuando
hay otras cosas que usted debe memorizar. Recuerde que estas
palabras son el fundamento de su vida, esta es la voluntad del
Padre. El Espíritu Santo no podrá seguir edificando si no hay
un fundamento sólido. Esto es lo que tenemos que obedecer
como discípulos para poder enseñarles a otros a ser discípulos.
Una cosa usted va a notar, y es que por una parte usted senti-
rá el poder del Espíritu Santo para llevar a cabo la voluntad del
Padre, y por otra va a tener una gran oposición del enemigo, ya
que él sabe que a usted no lo puede engañar, pues usted no se va
a dejar. Esa oposición vendrá por medio del desánimo, pues esa
es una de las armas principales del enemigo de nuestras almas.
Usted va a encontrar que otros creyentes todavía se quieren que-
dar sentados sobre sus manos en sus sillas cada domingo en la
iglesia. Usted va a notar que muchos pastores están interesados
en atraer multitudes, y no en hacer discípulos. Usted va a notar
muchas cosas que algunos consideran muy importantes dentro
del mundo cristiano, pero que son un detrimento y un estorbo
para que usted sea discípulo y para que usted haga discípulos.
Usted notará que el enemigo querrá que se desconcentre, y tra-
tará de hacer que usted ponga los ojos y la atención en cosas
triviales, pero no haga caso. Nuestro deber es obedecer al Señor
Jesús, el Rey del Reino.
No se desanime, no se desaliente, usted está siendo llamado
a ser grande en el Reino de los cielos. Al enemigo de nuestras
almas le encanta luchar con los enanos espirituales, pues él sabe
que ellos son fáciles de vencer. Usted y yo hemos recibido toda
autoridad en el cielo y en la tierra para ir y hacer discípulos.
270 LA GRAN COMISIÓN
De la misma manera que el Padre comisionó al Señor Jesús, así
también nos ha comisionado a nosotros. Es tiempo que nos le-
vantemos, y entendamos para qué es que hemos sido llenos del
poder del Espíritu Santo. Fue para ir y ser testigos, y hacer discí-
pulos que se nos dio ese poder. Es tiempo de usarlo para la gloria
del Padre, y para la extensión de su Reino.
Capítulo 39
El bautismo en el Espíritu
Santo para recibir poder para
ser y hacer discípulos

Hablemos ahora sobre un tema im-


portantísimo, pero que como todo tema importante, se puede
prestar para controversias. Para evitar esa controversia innece-
saria, veamos algo que nos ayudará mucho en nuestro entendi-
miento del cristianismo actual, y esto será saber la diferencia en-
tre tres cosas muy importantes, las cuales son: Doctrina, Dogma
y Tradición.
Doctrina: Si observamos detenidamente, nos daremos cuen-
ta de que todos los creyentes en Cristo Jesús tenemos la misma
doctrina, pues todos usamos la Biblia como nuestra fuente de
lo que Dios ha dicho. Hay muchas versiones de la Biblia, pero LA GRAN COMISIÓN
básicamente todas las biblias cristianas dicen lo mismo. Podemos
entonces decir con certeza, que todos los creyentes tenemos la
misma doctrina.
Dogma: Aquí es donde el cristianismo comienza a tomar mu-
chos matices diferentes, pues el dogma es la interpretación que
una persona o grupo de personas le dan a cierta doctrina en par-
ticular. Cuando oímos a alguien decir que tiene “sana doctrina”
o “falsa doctrina”, a lo que se está refiriendo es a “sana interpre-
tación” o “falsa interpretación”, pues ya determinamos que to-
dos los cristianos tenemos la misma doctrina, o sea la Biblia. La
razón por la que hay tantos grupos diferentes en el cristianismo
272 LA GRAN COMISIÓN
de hoy, es precisamente porque cada uno tiene su dogma o sea su
propia interpretación. Verdaderamente lo que uno muchas veces
cree no es la doctrina, sino la interpretación de esa doctrina. Es
por eso que es posible haber creído en algo en el pasado, pero ya
no lo creemos de esa manera. Por ejemplo, ¿Cuántas personas
conoce usted que antes creían que la salvación era por obras,
pero ahora entienden que es por la fe en la gracia y la obra del
Señor Jesucristo solamente? ¿Cambió la doctrina? No, la doctri-
na siempre ha estado escrita en la Biblia. La doctrina no cambió,
lo que cambió fue su interpretación o sea su dogma.
Tradición: La tradición es básicamente cómo se practica el
dogma o interpretación. En otras palabras, cómo es que se hacen
las cosas entre los diferentes grupos dentro del cristianismo. De
ahí viene la tradición Luterana, la Ortodoxa Griega, la Católica,
la Evangélica, la Pentecostal, etc. Hay grupos cristianos, donde
la tradición es aún más fuerte que la doctrina o el dogma. Es de
aquí donde tenemos muchos cristianos tradicionales que ponen
más énfasis en cómo se hacen las cosas, que en el corazón mismo
de las cosas
Lo ideal sería que la Doctrina, el Dogma y la Tradición se
combinaran lo máximo posible.
La razón por la que tenemos que hacer esta explicación es
simplemente porque cada persona tiene su dogma o interpreta-
ción, y lo que continúa es también una interpretación. Se tratará
de explicar cómo este dogma concuerda con la doctrina y con la
tradición o experiencia.
Cuando hablamos del bautismo en el Espíritu Santo, simple-
mente seguimos las instrucciones del Señor Jesús para los discí-
pulos. Veamos esto en la Palabra o sea en la “Doctrina”, la cual es
la misma que tenemos todos:
El bautismo en el Espíritu Santo para recibir poder para ser y hacer discípulos 273

Juan 1:33:
33
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo.

Lucas 24:45-49:
45
Entonces les abrió el entendimiento, para que com-
prendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito,
y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase
de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y
vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré
la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis in-
vestidos de poder desde lo alto.

Lucas continúa la historia, contándole a Teófilo en el libro de


los Hechos, lo que acontecería ahora que el Señor Jesús se fue al
cielo:
Hechos 1:1-5, 8:
1
En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de to-
das las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
2
hasta el día en que fue recibido arriba, después de
haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a
los apóstoles que había escogido; 3 a quienes también,
después de haber padecido, se presentó vivo con mu-
chas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante
cuarenta días y hablándoles acerca del Reino de Dios.
274 LA GRAN COMISIÓN
4
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Je-
rusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la
cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días

8
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre voso-
tros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra.

La orden y promesa del Señor Jesús para los primeros discípu-


los fue que se quedaran en Jerusalén hasta que fueran investidos
del poder de lo alto. A esto el Señor Jesús le llama ser bautizados
en el Espíritu Santo para recibir poder para ser testigos en Jeru-
salén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Vemos entonces que el bautismo en el Espíritu Santo está total-
mente ligado y unido a la Gran Comisión de ir y hacer discípulos
a todas las naciones enseñándoles a guardar todas las cosas que
el Señor Jesús mandó. Si alguien ha recibido el bautismo en el
Espíritu Santo y no está haciendo discípulos, entonces algo no
está funcionando como debiera en ese creyente.
Continuemos con la doctrina para ver lo que pasó cuando
descendió el Espíritu Santo y bautizó a los discípulos:
Hechos 2: 1-4:
1
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos uná-
nimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo
como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda
la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu
El bautismo en el Espíritu Santo para recibir poder para ser y hacer discípulos 275

Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según


el Espíritu les daba que hablasen.

Juan dijo que el Señor Jesús bautizaría con el Espíritu San-


to (Juan 1: 33). Esta era la promesa del Padre (Lucas 24: 49;
Hechos 1: 4, 5) la cual se cumplió en Hechos 2: 1-5. Vemos
aquí, que cuando el Espíritu Santo descendió por primera vez,
ocurrieron tres cosas notables: Un viento recio, lenguas como de
fuego asentadas sobre cada uno de ellos, y hablaron en otras len-
guas. El Espíritu Santo vino para quedarse, y vemos que de esta
escritura en adelante, cada vez que los cristianos son bautizados
en el Espíritu Santo, la evidencia inicial es que hablan en otras
lenguas, según el Espíritu les da que hablen.
Hechos 8: 14-19:

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron


14

que Samaria había recibido la palabra de Dios, en-


viaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo
venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu
Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ningu-
no de ellos, sino que solamente habían sido bautizados
en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las ma-
nos, y recibían el Espíritu Santo. 18 Cuando vio Simón
que por la imposición de las manos de los apóstoles se
daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo:
Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a
quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.

Aunque aquí no dice específicamente que hablaron en len-


guas, está inferido, por el hecho de que Simón les ofreció dinero
para que cuando él orara, también las personas recibieran el bau-
tismo en el Espíritu Santo.
276 LA GRAN COMISIÓN
Hechos 10: 44- 48:
44
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espí-
ritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y
los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro
se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles
se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los
oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a
Dios. 47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno
impedir el agua, para que no sean bautizados estos que
han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
48
Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.
Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

¿Cómo sabía Pedro y los hermanos que habían ido con él a


casa de Cornelio que los que estaban ahí habían recibido el bau-
tismo en el Espíritu Santo? El versículo 46 nos da la respuesta:
“Porque les oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a
Dios”.
Hechos 19: 1-7:
1
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Co-
rinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores,
vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le
dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. 3
Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos
dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Dijo Pablo: Juan
bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al
pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él,
esto es, en Jesús el Cristo. 5 Cuando oyeron esto, fueron
bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles
El bautismo en el Espíritu Santo para recibir poder para ser y hacer discípulos 277

impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu


Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Eran
por todos unos doce hombres.

Note que aunque todo creyente en Jesucristo tiene al Espíritu


Santo habitando en su ser –Romanos 8: 9, aquí se está hablan-
do de una experiencia diferente. Es por eso que llegamos a la
conclusión de que en el libro de los Hechos, cuando se habla
del bautismo en el Espíritu Santo, siempre hay la evidencia INI-
CIAL de hablar en otras lenguas.
Surge una pregunta importante: ¿Por qué lenguas como evi-
dencia inicial de que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo?
En Santiago 3: 1-12, se nos dice que la lengua es tan poderosa,
que si la podemos controlar, también podremos controlar todo
nuestro ser. Pero note también que ningún hombre es capaz de
controlar su propia lengua (versículo 8). Lo que el Señor quiere
dejarnos saber, es que cuando recibimos el bautismo en el Espíri-
tu Santo, él controla lo incontrolable, para que entendamos que
si se lo permitimos, él también puede dominar todo nuestro ser.
Todo creyente que ha recibido el bautismo en el Espíritu Santo
debe recordar muy bien estas palabras, para que sepa que si el
Espíritu Santo es capaz de gobernar la lengua, también puede
gobernar cualquier otra área de nuestras vidas. Este es el poder
del dominio propio a través del Espíritu Santo.
¿Para quién es el bautismo en el Espíritu Santo? El bautismo
en el Espíritu Santo es para todo creyente que quiera recibirlo,
y para recibirlo, simplemente hay que creerlo y aceptarlo por fe.
A través de la oración, le pedimos al Señor que nos bautice en
el Espíritu Santo. Necesitamos ese poder en nuestras vidas para
poder vivir como discípulos, y para hacer discípulos.
278 LA GRAN COMISIÓN
¿Qué hay que hacer para recibir el bautismo en el Espíritu
Santo? Hay que desearlo, hay que quererlo. Dios no obliga ni
impone. Es un acto de nuestra voluntad consciente que dice:
“Señor, yo quiero lo que tú tienes para mí”. Ríndase al Señor, y
confiésele todo pecado o actitud negativa en su vida.
Si oró una vez y nada pasó, no se desanime, sino siga persis-
tiendo. Recuerde que el Padre quiere que seamos bautizados en
el Espíritu Santo pues él lo dice en
Lucas 11:13

13“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dá-


divas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celes-
tial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Usted va a sentir que de su interior quiere fluir como si fuera


un río de agua viva (Juan 7: 37-39) (no busque manifestaciones
o sensaciones externas). Cuando esto ocurra, simplemente deje
que lo que viene a su lengua se hable. Recuerde que aunque es
usted quien habla produciendo el sonido, es el Espíritu Santo
quien pone las palabras desde su propio espíritu, y no su propio
cerebro. Si las palabras no le suenan “coherentes” no se preocu-
pe, pues no es usted quien las está produciendo sino el Espíritu
Santo dentro de usted. Usted no va a perder el control de su
voluntad o sus facultades.
El bautismo en el Espíritu Santo abre las puertas a muchas
bendiciones espirituales. Veamos ocho de ellas:
• Las lenguas son una evidencia inicial. Hechos 2:4; 8: 17-
20 (inferido); 10:45-48; 19:1-6. Santiago 3:8 donde ve-
mos que el Espíritu Santo doma lo indomable, para que
El bautismo en el Espíritu Santo para recibir poder para ser y hacer discípulos 279

me sirva de ejemplo de que Él puede dominar toda área


de mi vida que yo le someta).
• Es para recibir poder para ser testigos. Hechos 1:4-8
• Nos hace sensibles al fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22,
23).
• Nos hace sensibles a los dones del Espíritu Santo. I Corin-
tios 12; Romanos 12: 4-9; Efesios 4:11.
• Es un lenguaje de gratitud y adoración. 1 Corintios
14:16, 17
• Es un lenguaje de petición (por las necesidades propias).
Romanos 8:26
• Es un lenguaje de intercesión (orar por otros). Romanos
8: 27; Efesios 6:18;
• Es un lenguaje de edificación personal. 1 Corintios14:4;
Judas 20
El Señor Jesús no nos dio el bautismo en el Espíritu Santo
como una opción, sino como algo que necesitamos para ser y
hacer discípulos. Anímese a buscar este bautismo para ser lleno
de poder para ser testigos, para hacer discípulos por todas las
naciones.
Capítulo 40

La Mesa del Señor y el


discípulo
Apocalipsis 3:20
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo .

Los discípulos estamos laborando arduamente para establecer


el Reino de los cielos aquí en la tierra. Esto lo hacemos porque
amamos al Señor Jesús y queremos guardar sus mandamientos,
y también enseñárselos a otros (guardar sus mandamientos y en-
señárselos a otros son las dos medidas para saber si amamos al
Señor Jesús). Mientras establecemos su Reino, no podemos per-
der de vista al Rey Jesús, y es por eso que él dejó su Mesa para
LA GRAN COMISIÓN
que le recordemos como el siervo sufriente, el que nos amó y se
entregó por nosotros, etc. Para que recordemos dónde comenzó
todo, para que mantengamos el primer amor. ¿Por qué dejaría el
Señor Jesús el mandamiento que le recordáramos? ¿Será porque
es posible olvidarnos del Señor Jesús? Sí, es posible olvidarnos
del Señor Jesús. La iglesia de Laodicea hizo precisamente esto. Se
olvidó tanto del Señor Jesús, que ¡le dejaron fuera! Encontramos
al Señor tocando la puerta para que le dejen entrar a su propia
iglesia.
La mayoría de creyentes hoy día usa ese versículo para evange-
lizar, diciéndole a la persona que no conoce al Señor Jesús, que él
282 LA GRAN COMISIÓN
está a la puerta de su corazón y quiere entrar. No hay nada malo
en usar este versículo así, pero la realidad es que estas palabras
son de parte del Señor Jesús para su Iglesia, pues parte de la Igle-
sia se ha involucrado tanto en otras cosas que se han olvidado de
Él y lo han dejado fuera de su propia Iglesia. Todos conocemos
congregaciones en donde a Jesucristo ni se le exalta, ni se le ve-
nera, ni se le glorifica, pero tienen el nombre de cristianos. ¿Qué
es lo que el Señor Jesús dice que hará con aquellos individuos de
su Iglesia que le abran la puerta? Él dice que cenará con ellos,
y ellos con él. ¿De qué cena estará hablando aquí el Señor? Él
está hablando de esa cena memorial que él instituyó para que
precisamente su Iglesia no se olvidara de él. Es en este memorial
donde el discípulo mantendrá el contacto con el Rey Jesús en
una dimensión totalmente diferente a la lectura o estudio de la
Biblia, diferente a la oración, y aun diferente al compañerismo
con los hermanos en la fe.
Recordemos una vez más lo referente a la doctrina, dogma y
tradición, pues aunque ya lo vimos anteriormente, esto es suma-
mente importante.
Doctrina: Si observamos detenidamente, nos daremos cuen-
ta de que todos los creyentes en Cristo Jesús tenemos la misma
doctrina, pues todos usamos la Biblia como nuestra fuente de
lo que Dios ha dicho. Hay muchas versiones de la Biblia, pero
básicamente todas las biblias cristianas dicen lo mismo. Podemos
entonces decir con certeza, que todos los creyentes tenemos la
misma doctrina.
Dogma: Aquí es donde el cristianismo comienza a tomar
muchos matices diferentes, pues el dogma es la interpretación
que una persona o grupo de personas le dan a cierta doctrina en
particular. Cuando oímos a alguien decir que tiene “sana doc-
trina” o “falsa doctrina”, a lo que se está refiriendo es a “sana
La Mesa del Señor y el discípulo 283

interpretación” o “falsa interpretación”, pues ya determinamos


que todos los cristianos tenemos la misma doctrina, o sea la Bi-
blia. La razón por la que hay tantos grupos diferentes en el cris-
tianismo de hoy, es precisamente porque cada uno tiene su dog-
ma o sea su propia interpretación. Verdaderamente lo que uno
muchas veces cree no es la doctrina, sino la interpretación de esa
doctrina. Es por eso que es posible haber creído en algo en el pa-
sado, pero ya no lo creemos de esa manera. Por ejemplo, ¿cuántas
personas no conoce usted que antes no creían en el bautismo en
el Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en otras len-
guas, y hoy día lo creen? ¿Cambió la doctrina? No, la doctrina
siempre ha estado escrita en la Biblia. La doctrina no cambió, lo
que cambió fue su interpretación o sea su dogma.
Tradición: La tradición es básicamente cómo se practica el
dogma o interpretación. En otras palabras, cómo es que se hacen
las cosas entre los diferentes grupos dentro del cristianismo. De
ahí viene la tradición Luterana, la Ortodoxa Griega, la Católica,
la Evangélica, la Pentecostal, etc. Hay grupos cristianos, donde
la tradición es aún más fuerte que la doctrina o el dogma. Es de
aquí donde tenemos muchos cristianos tradicionales que ponen
más énfasis en cómo se hacen las cosas, que en el corazón mismo
de las cosas
Lo ideal sería que la Doctrina, el Dogma y la Tradición com-
binaran lo máximo posible.
Tomemos ahora por ejemplo la Mesa del Señor, la Santa
Cena, la Eucaristía, la Santa Comunión, etc. Todos leemos las
mismas Escrituras en donde el Señor Jesús dejó este memorial
como un mandamiento para sus seguidores o sea, para sus discí-
pulos. Todos tenemos la misma doctrina.
284 LA GRAN COMISIÓN
Cuando venimos al dogma o interpretación de esas Escritu-
ras, ahí es donde empieza la diferencia entre el pueblo de Dios.
Unos dicen que la Mesa del Señor es simbolismo, otros dicen que
es transubstanciación, otros dicen que es una realidad espiritual.
Veamos ahora la tradición sobre La Mesa del Señor. Cuando
miramos al cristianismo de hoy día, vemos una gran amalgama
de doctrina, dogma y tradición. Cuando a alguien no le gusta
cierta mezcla, simplemente trae su propia interpretación junto
con su tradición. Esta es la triste realidad, y todo esto está ocu-
rriendo precisamente porque no se están haciendo discípulos a
la manera que el Señor Jesucristo ordenó. Cuando los primeros
discípulos se reunían para partir el pan, no se reunían para deter-
minar si la Mesa del Señor era un simbolismo, o si era transubs-
tanciación, o si era realidad espiritual. Los primeros discípulos
se reunían a recordar al Amado, porque eso fue lo que el Señor
Jesús ordenó, y eso es lo que el discípulo necesita para mantener-
se unido al Señor.
¿Cómo serían los “servicios” de los primeros discípulos?
Cuando el Señor Jesús se fue al cielo, ellos empezaron a recor-
dar que lo único que el Señor les había dejado para cuando se
reuniesen era el memorial, del cual el Señor simplemente dijo:
“Hagan esto en memoria de mi”. Imaginemos por un momento
esta escena: Los discípulos se reúnen para celebrar el Memorial.
Hay una mesita con los elementos que el Señor Jesús había usa-
do para representar su Cuerpo y su Sangre: Pan y vino. Estaban
los discípulos sentados alrededor de la Mesa. ¿Qué hacían ellos?
Es posible que alguno trajera una Escritura del Antiguo Testa-
mento concerniente al Mesías, y cómo esto se aplicaba ahora al
Señor Jesús. Tal vez alguien se inspiraba y le cantaba un himno
de amor y gratitud al Señor Resucitado. Tal vez alguien traía una
palabra de ánimo a seguir perseverando en el Camino del Señor,
La Mesa del Señor y el discípulo 285

inspirado por el Espíritu Santo. Es posible que esto se desarro-


llara a otros aspectos como la poesía, una palabra de sabiduría o
profecía, lenguas e interpretación de las mismas, etc., pero todo
giraba en torno a la Mesa del Señor, pues a participar del memo-
rial era a lo que se reunían los discípulos.
Es lamentable que la Mesa del Señor hoy en día no tenga esta
relevancia que nuestro Señor le dio. El Espíritu Santo quiere que
ese énfasis se mantenga, pero somos nosotros los que tenemos
que obedecer. Algunos dentro del cristianismo dicen que hay
que hacer el Memorial de la Mesa del Señor cada semana, otros
cada mes, otros cada tres meses, otros cada año, para algunos
otros es una sorpresa, pues no se sabe cuándo lo van a hacer, etc.
Pensemos por un momento si tomamos dos líneas paralelas
–la definición de líneas paralelas es que son dos líneas, una al
lado de la otra, que por más que se extienden no se juntan ni se
alejan-, y las movemos un pequeño ángulo cuando se inician. Es
posible que por una distancia corta no se vea cómo se van abrien-
do, pero cuando estén varios kilómetros hacia adelante, se verá
cómo se alejan. Algo semejante ha pasado con la Mesa del Señor.
Esto era para lo que los primeros discípulos se reunían, pero hoy
día ha tomado un giro totalmente diferente. En algunos círculos
cristianos se le trata como un rito. En otros se le trata como algo
tan liviano, que casi no se le presta atención. En otros se ha olvi-
dado casi por completo. Nos preguntamos ¿qué ha sustituido a
la Mesa del Señor? ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Cómo podemos
volver al corazón del Señor en este Memorial tan importante que
fue lo único que el Señor dijo que nos reuniéramos a hacer? De
eso trata la siguiente sesión de este libro.
La palabra del Señor nos dice en Hechos 2:42 que los prime-
ros discípulos perseveraban en el partimiento del pan, o sea en la
Mesa del Señor.
286 LA GRAN COMISIÓN
El partimiento del pan
Se cuenta una historia muy interesante: Se trataba de una jo-
ven recién casada, que estaba cocinando una pieza de jamón por
primera vez ahora en su vida de casada. El joven esposo estaba
ayudando en la cocina, y notó con cierta sorpresa cómo la esposa
le cortaba un pedazo a las dos puntas del jamón. Intrigado, el es-
poso le preguntó que por qué le cortaba las dos puntas al jamón.
La joven respondió diciendo: Fíjate que es algo que aprendí de
mi mamá. Ella siempre le cortaba las colitas al jamón. Pero la
verdad es que no sé por qué ella lo hacía. Estamos invitados a
comer con mi mamá la semana que viene, y cuando estemos allí
le preguntaremos.
La semana siguiente, fueron a comer con la mamá como se
había planeado, y mientras preparaban la comida, el joven espo-
so le preguntó a su suegra que por qué ella le cortaba las colitas al
jamón. La suegra contestó: Fíjate que es algo que aprendí de mi
mamá. Ella siempre le cortaba las colitas al jamón. Pero la verdad
es que no sé por qué ella lo hacía, pero si quieres le preguntamos
a ella, ya que vamos a comer juntos con ella en el día de Acción
de Gracias.
Ahora sí que estaba intrigado el joven. Casi no se podía
aguantar para descubrir este gran secreto que ni su esposa, ni su
suegra sabían, aunque habían estado practicando el cortarle las
colitas al jamón por años.
Llegó el día tan esperado por este joven, e inmediatamente
después que dieron gracias por la comida, le preguntó a la abuela
de su esposa: A ver abuela, les he preguntado a su nieta y a su
hija que por qué ellas le cortaban las colitas al jamón antes de
cocinarlo, pero ninguna supo darme respuesta, sólo que la vieron
a usted hacerlo. ¿Por qué le cortaba usted las colitas al jamón?
La Mesa del Señor y el discípulo 287

La abuela con una gran sonrisa, respondió: ¡Es que el recipiente


que yo usaba para cocinar era muy chico, y había que cortarle las
colitas al jamón para que cupiera!
Cuando se trata de la Cena del Señor muchos cristianos han
estado practicando este acto por mucho tiempo, y lamentable-
mente, al igual que la joven y la mamá de la joven de nuestra
historia, la verdad es que no saben por qué hacen lo que hacen.
Simplemente lo hacen porque otros antes que ellos lo han estado
haciendo.
Debe quedar bien claro aquí, el hecho de que la vida de fe
del cristiano, no se vive por lo que uno entienda o por lo que
uno sienta. La vida de fe se vive por obediencia a la Palabra
de Dios, entendamos o no entendamos, sintamos o no sinta-
mos. En otras palabras, si usted ha estado participando de la
Cena del Señor en obediencia a la Palabra del Señor, eso es lo
que importa.
Por otra parte, el saber por qué se hacen las cosas, nos ayuda a
darle el énfasis y la prioridad correcta. Por ejemplo, si dos perso-
nas comen zanahoria, pero sólo una de ellas sabe lo nutritiva que
es la zanahoria, aunque ambas personas reciben los beneficios
nutritivos de este vegetal, lo más seguro es que la persona que
sabe lo nutritiva que es la zanahoria, va a hacer un esfuerzo por
comer más zanahoria, y si tiene la opción entre comer zanaho-
ria o cualquier otra comida que sea menos nutritiva, escogerá la
zanahoria debido al conocimiento que posee. El propósito de
esta lección es que aprendamos por qué debemos participar de la
Cena del Señor o Comunión (el término comunión para referir-
se a la Cena del Señor, viene de 1 Corintios 10: 16). Esperamos
que una vez que usted sepa el por qué y cómo participar en la
Cena del Señor, usted anhele y desee participar más y más en este
acto tan sublime.
288 LA GRAN COMISIÓN
¿Qué es el partimiento del pan? Hagamos un breve recuento
histórico de los acontecimientos que preceden al versículo que
estamos considerando -Hechos 2: 42. El versículo 41 nos dice
que aquel día, después de la predicación de Pedro, se añadieron
a la Iglesia como tres mil personas. Ese preciso día es el día de
Pentecostés (cuando el Espíritu Santo descendió sobre los que
estaban en el aposento alto.) Pentecostés es la fiesta o celebración
judía que ocurre cincuenta días después de la fiesta de las primi-
cias -Levítico 23: 15, 16. El Señor resucitó el domingo cuando se
celebraba la fiesta de los primeros frutos. Cincuenta días después
ocurrió Pentecostés.
Vemos, pues, cómo el contexto histórico del versículo 42 nos
indica que estos tres mil (que perseveraban en estas cuatro cosas),
eran parte de la iglesia que acababa de nacer en Pentecostés, y
que por lo tanto, el partimiento del pan al que se refiere aquí no
es un evento social o fiestas “ágapes” (como más adelante sucedió
en la iglesia de Corinto -1 Corintios 11: 20-22.)
El partimiento del pan tampoco significa que compartían su
pan con el necesitado. Recuerde que esto se está diciendo en los
días de Pentecostés. En otras palabras todavía no había surgido
la necesidad de compartir el pan físico; esto ocurrió después -He-
chos 6: 1-3.
¿Qué es entonces el “partimiento del pan?”
Esta expresión tiene su origen en la acción que tomó el Señor
Jesús cuando instituyó el Memorial de la Cena del Señor –Mateo
26: 26; Marcos 14: 22; Lucas 22: 19.
Hoy día, como lo fue para los primeros creyentes, el partimien-
to del pan es la celebración en la cual los creyentes en Jesucristo,
recuerdan el Sublime Sacrificio en la Cruz del Calvario, donde Su
La Mesa del Señor y el discípulo 289

Cuerpo fue, como dice el profeta Isaías, “herido y molido” (parti-


do) por nosotros, y donde Su Sangre fue derramada para la remi-
sión de nuestros pecados y para establecer el Nuevo Pacto. Cada
vez que los creyentes hacen este memorial, anuncian la muerte del
Señor hasta que Él venga otra vez -1 Corintios 11: 23-26.
Recordemos ahora, que cuando el Señor estableció esto como
un memorial, como el Nuevo Pacto, Él estaba celebrando la Pas-
cua, que era la celebración del Antiguo Pacto (la salida de Egipto
de los hijos de Israel –Éxodo 11- ). Para entender el memorial del
Nuevo Pacto, veamos cómo se celebraba la Pascua hebrea:
La celebración comenzaba con una oración, para bendecir la
primera copa (había un total de cuatro copas de vino que se ha-
cían circular durante la ceremonia).
Luego cada persona tomaba hierbas y las mojaba en agua sala-
da (simbolizando a Israel que pasó por el mar y salió vivo).
El jefe de familia tomaba una de las tres tortas de pan sin
levadura, la rompía y la ponía aparte (la ocultaba). Entonces, en
respuesta a una pregunta del miembro menor de la familia, se
contaba la historia de la Primera Pascua y se cantaban los Salmos
113 y 114. La segunda copa (Lucas 22: 17), se llenaba y se hacía
circular antes de la cena misma. Todos se lavaban las manos (pro-
bablemente el punto en el cual Jesús lavó los pies de los discípu-
los -Juan 13: 4-12); daban acción de gracias y partía el pan. Se
distribuían yerbas amargas mojadas en salsa (en este momento
fue cuando Jesús le dio pan mojado a Judas -Juan 13: 26).
El clímax del ritual es la comida festiva del cordero asado.
Después de esto fue que Jesús instituyó la “Cena del Señor”,
partiendo el pan que antes había puesto a un lado (es interesante
notar que El Señor tomó la torta de pan que había sido puesta
290 LA GRAN COMISIÓN
a un lado (ocultada de la vista), puesto que este pan lo represen-
ta a Él perfectamente, ya que Él estuvo tres días “oculto” en la
tumba. Eran tres tortas: una representando al Padre, otra al Hijo
y otra al Espíritu Santo (los judíos no entendían esto y ni siquie-
ra los discípulos, aunque lo entendieron después). Luego pasó la
tercera copa de vino “la copa de bendición”. El Señor no tomó
la cuarta copa, porque esta copa es la copa de Elías, el profeta
que había de venir. Ya el Señor estaba allí, y Él era el profeta que
había de venir.
El ritual termina con el canto de los Salmos del “Hallel” o
Aleluya (115-118), y el “gran Hallel”, el Salmo 136. Estos sal-
mos son posiblemente el “himno” que menciona Mateo 26: 30.
El hecho de poner la Cena del Señor en el corazón de la Pas-
cua, explica su sentido. Jesús está pensando de Sí mismo como
el cordero pascual, ofrecido por la liberación de su pueblo (Esto
concuerda con las palabras de Juan el bautista cuando dijo: “He
aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” -Juan
1: 29.) El vino habla de su muerte y el Nuevo Pacto que ratifica,
para reconciliar a Dios y al hombre. Hasta que Él vuelva, debe-
mos recordar el significado de lo que Él ha hecho por nosotros.
El Señor Jesucristo dijo con relación al pan: “Tomad, comed,
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido”. De la copa dijo:
“Esto es mi sangre del Nuevo Pacto (Mateo 26: 26-28).
En estas declaraciones encontramos cuatro cosas:
(1) Su Cuerpo
(2) pan
(3) Su Sangre
(4) vino
La Mesa del Señor y el discípulo 291

El Señor Jesús dijo (Juan 6: 53-56), que para permanecer en


Él, teníamos que comer Su Carne y beber Su Sangre. Nos ha-
cemos la misma pregunta que los judíos: “¿Cómo puede este
(Jesús) darnos a comer su carne y beber su sangre?” (Vers. 52).
Recuerde que la ley prohibía comer sangre -Levítico 3:17.
Algunos, para explicar estos cuatro elementos implicados en
la Cena del Señor, han dicho que cuando comemos el pan y
bebemos la copa, estos se convierten en la carne y la sangre del
Señor literalmente.
Esto es llamado “transubstanciación”, que quiere decir que el
pan y el vino cambian la estructura de su substancia, convirtién-
dose en la carne y la sangre física del Señor. En realidad, nadie ha
podido comprobar esto físicamente hablando, es más un dogma
de fe de cierto segmento del cristianismo que realidad.
Otros dicen que el pan y el vino son solamente “símbolos”
que representan el Cuerpo y la Sangre del Señor. Este “simbolis-
mo” queda corto en explicar las palabras del Señor cuando dijo:
“Esto ES mi cuerpo” y les dio un pedazo de pan a los discípulos,
luego tomó vino y dijo: “Este fruto de la vid ES mi sangre”.
Si la Cena del Señor no es transubstanciación ni tampoco es
sólo un símbolo, ¿Qué es entonces? Es REALIDAD ESPIRI-
TUAL.
¿Qué es realidad espiritual? Es ALGO QUE EXISTE Y ES
REAL EN DIOS.
Ya hablamos sobre la realidad espiritual de la salvación, y so-
bre la realidad espiritual del bautismo en agua anteriormente .
Sería bueno que usted leyera eso una vez más para refrescar la
memoria.
292 LA GRAN COMISIÓN
Veamos ahora otro ejemplo de realidad espiritual: La ado-
ración. Mucho se ha escrito acerca de la adoración, y hay muy
buen material hoy en día acerca de la adoración. El interés en
este punto es solamente entender qué pasa en la realidad espi-
ritual cuando adoramos aquí en la realidad física. Veamos unos
versículos que nos hablan de esto en
Apocalipsis 19: 1-8:
1
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en
el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria
y poder son del Señor Dios nuestro; 2 porque sus juicios
son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera
que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha
vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. 3 Otra
vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos
de los siglos. 4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que
estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! 5 Y
salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como
grandes. 6 Y oí como la voz de una gran multitud, como
el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes
truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios
Todopoderoso reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y démosle
gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado. 8 Y a ella se le ha concedido que se
vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino
fino es las acciones justas de los santos.

Aquí Juan nos dice que él vio a todos los lavados por la San-
gre de Cristo, listos para las bodas del Cordero y adorando a
Dios. Esto quiere decir que Juan le vio a USTED y a todos los
La Mesa del Señor y el discípulo 293

creyentes por las edades adorando a Dios hace ya dos mil años.
¿Cómo es esto posible? Recuerde que el pasado, el presente y el
futuro están siempre presentes delante de Dios. Es por eso que
cuando adoramos a Dios, lo que hacemos es unir la realidad fí-
sica (nuestra adoración ya sea solos o en la congregación), con la
realidad espiritual (como lo ve Dios) por medio de la fe.
Toda esta explicación fue necesaria para entender la realidad
espiritual de la Cena del Señor. En este momento le pedimos al
Señor que nos dé espíritu de revelación para entender las pala-
bras de Mateo 26: 26-28 que dicen:

”Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo


26

partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto


es mi cuerpo. 27  Y tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque
esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados”.

Jesús tomó PAN (realidad física) y lo dio a sus discípulos y les


dijo: “Esto ES MI CUERPO” (realidad espiritual).
Tomó luego la COPA (realidad física) y dijo: “Esto ES MI
SANGRE” (realidad espiritual).
294 LA GRAN COMISIÓN
Veamos la siguiente ilustración:

Recordemos siempre, que la FE es lo que une ambas realida-


des. La Palabra del Señor nos dice que sin fe es imposible agradar
a Dios (Hebreos 11:6).

LA CENA DEL SEÑOR: UN MEMORIAL


La Cena del Señor es un MEMORIAL. El Señor Jesucristo
dijo: “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22: 19). Para tener
memoria de algo, debe haber una EXPERIENCIA. Por ejem-
plo, si usted no conoce a alguien personalmente ni sabe nada de
esa persona, ¿cómo puede esa persona pedirle a usted que haga
memoria de algo que le pasó a ella en su niñez? Sería absurdo
pedirle que haga tal memoria, porque usted no estuvo allí. Si
La Mesa del Señor y el discípulo 295

usted hubiera estado en su niñez con esa persona, entonces ten-


dría memoria. Así pasa con muchos que se llaman cristianos: No
han tenido una experiencia personal con Jesucristo a través de
su sacrificio en la Cruz y es por eso que no encuentran ningún
significado en la Cena del Señor. Es por eso que ellos no pueden
hacer esto en MEMORIA del Señor. No se puede recordar lo
que no está en la mente. La razón por la que muchos “cristianos”
consideran este MEMORIAL un rito, es precisamente porque
ellos no tienen memoria de lo que el Señor Jesucristo hizo por
ellos en la Cruz. No hay memoria de un encuentro con Jesucris-
to, porque nunca lo han aceptado como el Señor y el Salvador
de sus almas. Cuando estas personas tienen los elementos de la
Cena del Señor en sus manos (pan y vino), aunque estén tocan-
do la realidad física, ellos no pueden tocar la realidad espiritual
(aunque digan que el pan y el vino se vuelven el cuerpo y la san-
gre literalmente por medio de la transubstanciación). Por esto,
en muchos círculos llamados cristianos, la Cena del Señor, es un
acto vacío y sin sentido para el que lo practica.
Los cristianos evangélicos, para no caer en el error de la tran-
substanciación, hemos caído en el error de llamar SÍMBOLOS
al pan y al vino, que son los elementos de la Cena del Señor o
Comunión. Si algo es un símbolo, entonces no es la cosa misma.
Esto ha hecho que el MEMORIAL que el Señor Jesucristo esta-
bleció, no tenga mucho sentido para algunos cristianos, ya que es
solamente un simbolismo, y como es tan sólo un simbolismo, no
tiene mucho significado y fácilmente se vuelve un rito o un acto
vacío. Algunos en el círculo evangélico han llevado el simbolis-
mo a tal extremo, que han dicho que el pan en la Comunión es
la iglesia –el cuerpo de Cristo. Esto es un error, porque cuando
el Señor partió el pan y se lo dio a sus discípulos, y dijo: “Esto es
mi cuerpo que por vosotros es partido”, no se estaba refiriendo
a la iglesia, ya que la iglesia nunca ha sido “partida” como lo fue
296 LA GRAN COMISIÓN
su cuerpo físico en la cruz del Calvario. Pablo luego nos enseña
que la iglesia es el cuerpo espiritual del Señor, pero no su cuerpo
físico. Pablo también nos enseña que por participar del pan, que
es el cuerpo de Cristo, nos hacemos parte de un mismo cuerpo,
que es la iglesia -1 Corintios 10:16-17.
Este glorioso memorial nos debe traer las palabras de Isaías
53 que dicen:
1
”¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién
se ha manifestado el brazo de Jehová? 2 Subirá cual re-
nuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay
parecer en Él ni hermosura; le veremos, mas sin atrac-
tivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado
entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó
Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido.   5 Mas Él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
6
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada
cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el
pecado de todos nosotros. 7 Angustiado Él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y
como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y
no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado;
y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado
de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi
pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepul-
tura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca
hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso,
La Mesa del Señor y el discípulo 297

10
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padeci-
miento. Cuando haya puesto su vida en expiación por
el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la vo-
luntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el
fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho;
por su conocimiento justificará mi siervo justo a mu-
chos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo
le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte,
y fue contado con los pecadores, habiendo Él llevado el
pecado de muchos, y orado por los transgresores”.

Pablo nos dice en 1 Corintios 11:26:


26
“Así que todas las veces que coman este pan, y beban
esta copa, la muerte del Señor anuncian hasta que Él
venga”.

Este memorial incluye los tres estados del tiempo: Pasado,


presente y futuro.
Veamos el versículo otra vez: Así que todas las veces que co-
man este pan, y beban esta copa, LA MUERTE DEL SEÑOR
(pasado) ANUNCIAN (presente) HASTA QUE EL VENGA
(futuro). Veamos esto con más detalles:

Durante el memorial, recordamos lo que el Señor hizo


(pasado) por nosotros en la cruz del Calvario.
Es durante este tiempo que debemos examinarnos a nosotros
mismos y permitir que el Espíritu Santo de Dios, nos muestre
la condición de nuestra alma, y si hay pecados que confesar,
arrepentirnos y confesar los pecados al Señor y apartarnos de
los mismos.
298 LA GRAN COMISIÓN
1 Corintios 11:27-32 nos dice:

27  “De manera que cualquiera que comiere este pan o


bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado
del cuerpo y de la sangre del Señor. 28  Por tanto, prué-
bese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de
la copa. 29  Porque el que come y bebe indignamente,
sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe
para sí. 30  Por lo cual hay muchos enfermos y debili-
tados entre vosotros, y muchos duermen. 31  Si, pues,
nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juz-
gados; 32  mas siendo juzgados, somos castigados por el
Señor, para que no seamos condenados con el mundo”.

¿Qué significa comer la cena del Señor INDIGNAMENTE?


Primeramente, ninguno de nosotros somos “dignos” en nuestros
propios méritos. Somos dignos porque el Señor nos perdonó y
nos lavó con su Sangre y nos limpió de todas nuestras inmundi-
cias y de todos nuestros pecados.
El versículo 29 nos dice que comer indignamente es comer
el pan y tomar la copa sin discernir el cuerpo del Señor. Esto es
igual a comer y beber juicio para uno mismo.
Hay creyentes que se acercan a la Mesa del Señor muy livia-
namente; vienen con pecado y malas actitudes en sus vidas, y en
vez de reconocer que están mal y arrepentirse y pedir perdón al
Señor, quien es el único que los puede perdonar, TOMAN EL
PAN Y LA COPA ESTANDO EN PECADO. Ellos están co-
miendo y bebiendo juicio para ellos mismos. Han despreciado
el valor del Sacrificio del Señor, que es lo único que los puede
limpiar. Es por eso, dice Pablo, que hay muchos enfermos y de-
bilitados entre los creyentes y muchos duermen.
La Mesa del Señor y el discípulo 299

Hay cristianos, que cuando saben que si están en pecado y


toman la comunión les vendrá esto a sus vidas, ellos optan por
evitar la comunión. Esto es un error muy grave, ya que el Se-
ñor no nos quiere ver en pecado, pues precisamente para eso Él
murió, para que ya no andemos en pecado. El Señor ANHELA
TENER COMUNIÓN CON NOSOTROS. La palabra comu-
nión significa UNION COMÚN. ¿Cuál es la unión común en-
tre nosotros y el Señor Jesucristo? Su Carne y Su Sangre (pan y
vino). El Señor nos dice en Juan 6: 56

”El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí perma-


nece, y yo en Él".

¿Ya se está dando cuenta de por qué el enemigo de nuestras


almas no quiere que participemos de la Comunión, y es por eso
que quiere mantenernos en pecado y que no nos acerquemos a
la Mesa del Señor? Pero, ¡Gloria a Dios que en Jesucristo hay
una fuente que nunca cesa para limpiarnos de todos nuestros
pecados! El Señor nos invita a Su Mesa y nos está esperando con
los brazos abiertos.

Durante el memorial recordamos lo que el Señor está


haciendo (presente) por nosotros.

Habiendo salido de la Fuente de purificación y limpieza, que


es Su Sangre y Su Sacrificio, ahora nos concentramos en recor-
dar lo que el Señor está haciendo HOY por nosotros. Este es
el tiempo de agradecerle al Señor por Su presencia en nuestras
vidas a través del glorioso Espíritu Santo que habita en nosotros.
El Señor dijo cuando se iba al cielo: “. . . y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Porque
su presencia está en nosotros, sabemos que a los que amamos
a Dios, todas las cosas les (-nos-) ayudan a bien, esto es, a los
300 LA GRAN COMISIÓN
que conforme a su propósito son (-somos-) llamados -Romanos
8:28. Sabemos que

24“este es el día que el Señor ha hecho, nos gozaremos y


nos alegraremos en Él” -Salmo 118:24.

Nuestro Señor dijo que Su Carne es verdadera comida y Su


Sangre es verdadera bebida -Juan 6: 55. HOY necesitamos fuer-
zas para vencer al pecado, al yo, al diablo, a la carne y al mundo.
Muchos del pueblo de Dios hoy día andan buscando “carame-
los” espirituales en vez de la verdadera comida y la verdadera
bebida que nos ofrece nuestro Señor a través de Su Mesa.
En el libro de Números 11: 4-6 se nos narra una historia que
se asemeja mucho a la condición de la iglesia nominal de nuestro
tiempo:

“4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo


un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron
a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!
5
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto
de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las
cebollas y los ajos; 6 y ahora nuestra alma se seca; pues
nada sino este maná ven nuestros ojos”.

Cuando el pueblo de Israel iba en su peregrinación por el


desierto, se dejó influenciar por la gente extranjera que se mezcló
con ellos (gente que no era israelita, sino que aprovecharon para
salir de Egipto durante la confusión) y, despreciaron el maná,
que era el pan que el Señor les mandaba del cielo. Entonces co-
menzaron a desear otras comidas para satisfacer su hambre.
Lo mismo acontece hoy en la iglesia: Gente que es “extranje-
ra” (gente que no pertenece al pueblo de Dios redimido por la
La Mesa del Señor y el discípulo 301

sangre de Cristo, pero que tiene la apariencia de piedad aunque


con sus hechos la niegan (2 Timoteo 3: 1-5), se ha mezclado con
el verdadero pueblo de Dios y lo han influenciado para que no
coman el verdadero Pan del cielo, sino que coman “otras comi-
das espirituales”. Ellos encuentran el Pan del cielo insípido (sin
sabor) y liviano. Estos son los que siempre están buscando una
actividad religiosa que los divierta y entretenga. Son los que, por
ejemplo, están dispuestos a sacrificarse para ir al último concier-
to “cristiano”, pero que nunca se les encuentra en la reunión de
oración. Son los que quieren “carne” pero desprecian el verda-
dero Pan del cielo. El Señor Jesucristo les llamó cizaña a estas
personas.
El Señor Jesucristo dijo:
48
”Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el
maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que
desciende del cielo, para que el que de Él come, no mue-
ra. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si al-
guno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan
que yo le daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mundo”. 52 Entonces los judíos contendían entre sí,
diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53
Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no co-
méis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y
mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne
y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
Juan 6:48-56.
302 LA GRAN COMISIÓN
Note que cuando los judíos preguntaron que cómo era que
Jesús les iba a dar de comer su cuerpo y beber su sangre, el Señor
nunca les respondió a esa pregunta. El Señor siguió diciéndoles
que si no comían su carne y bebían su sangre no tenían vida
eterna. Fueron aquellos discípulos los que continuaron con Él,
a quienes luego Él les reveló cómo era que tenían que comer su
carne y beber su sangre. Esto lo hizo en la última Pascua que
celebró con ellos –Mateo 26: 26-29. Fue allí que les dijo: “Este
pan, es mi cuerpo, y este vino es mi sangre”.
Si usted sigue leyendo hasta el final de Juan 6: 68, se va a
dar cuenta de que estas palabras que acabamos de leer fueron las
que causaron tal división entre sus seguidores, que muchos le
abandonaron en aquella hora. Jesús hasta le preguntó a los doce
si ellos se querían ir también, a lo cual Pedro respondió diciendo:
68”Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y
nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente”.
En este tiempo de desnutrición espiritual que muchos están
viviendo, sería bueno hacer nuestras las palabras de Pedro, y acer-
carnos y comer del Señor y beber su sangre como Él nos mandó
que hiciéramos, para que tengamos fuerzas para este tiempo.
Si la Cena del Señor o Comunión es tan importante para
nuestra vida espiritual, como lo acabamos de leer de nuestro
Señor Jesucristo, surge una pregunta muy importante: ¿Cada
cuánto tiempo debemos tomar la cena del Señor?
Esta pregunta es muy importante dado el hecho de que al-
gunos dicen que debemos tomarla cada año. Pienso que están
comparando el memorial del Nuevo Pacto con el memorial del
La Mesa del Señor y el discípulo 303

Antiguo Pacto, el cual, instruyó el Señor a Moisés para que se


celebrara cada año. Éxodo 12.
• Hay algunas congregaciones en que la Cena del Señor es
una sorpresa, pues no se sabe cuándo la van a celebrar.
• Otros dicen que cada tres o cuatro meses.
• Otros dicen que cada primer (o segundo, o tercero, o
cuarto) domingo del mes.
• Otros dicen que cada primer día de la semana (cada do-
mingo).
• Otros dicen que diariamente. Esto más bien como una
devoción personal, ya que colectivamente para un grupo
de discípulos va a ser muy difícil.
¿Quién está en lo cierto? El Señor Jesucristo no especificó cuán-
do, Él solamente dijo cómo lo hiciéramos: En memoria de Él.
Pablo nos dice en 1 Corintios 11: 26:

“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y be-
biereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que Él venga”.

Pablo dice aquí “TODAS las veces. . .” (énfasis del autor).


Eso no nos dice cuándo específicamente, sino qué es lo que
acontece cada vez que tomamos la cena del Señor.
¿Cuándo celebraban los primeros discípulos la cena del Señor?
Hechos 20: 7 nos dice:

“El primer día de la semana, reunidos los discípulos


para partir el pan. . .”
304 LA GRAN COMISIÓN
Aquí se nos dice específicamente que el día en que los discí-
pulos se reunían para partir el pan (ya explicamos lo que signi-
fica “partir el pan”), era el primer día de la semana, o sea cada
domingo.
En I Corintios 11: 17 Pablo, regañándoles, le dice a la con-
gregación de los corintios, que cuando ellos se reunían como
iglesia, no era para comer la cena del Señor, queriendo decir que
él esperaba, que precisamente, para celebrar la cena del Señor es
que debía reunirse la iglesia. En los siguientes versículos, él se
toma el tiempo para establecer el orden y la manera como debe
celebrarse este glorioso acto.
¿Por qué debemos participar de la Mesa del Señor el primer
día de la semana?
1. Porque ése fue el día que el Señor resucitó -Juan 20: 1;
Lucas 24: 1; Marcos 16: 2; Mateo 28: 1.
2. Cuando el Señor hizo los cielos y la tierra, le tomó seis
días de “trabajo” y uno para “descansar” (el Señor no se
cansa, y también Dios pudo haber hecho toda la creación
en un instante, pero Él quería establecer el CICLO de la
semana con seis días de actividad y Él quería establecer el
día del reposo para el hombre). El ciclo de la semana tiene
siete días. Dios estableció este ciclo con un propósito. El
número siete significa que está “completo”, que llena la
medida. El primer día de la semana significa un nuevo
comienzo (el ciclo comienza otra vez). El Señor resucitó
el primer día de la semana para inaugurar, para dar inicio
al Nuevo Pacto.
3. En lo espiritual, estamos “trabajando” durante seis días
para que se establezca el Reino de Dios en nuestras vidas
La Mesa del Señor y el discípulo 305

y en nuestro alrededor. El primer día de la semana, es


para que comamos y bebamos de la verdadera comida y
la verdadera bebida, quien es el Señor Jesucristo, y para
que descansando en Él, tengamos nuevas fuerzas para el
nuevo ciclo que comienza. (Se entiende que durante la
semana, usted está leyendo su Biblia, orando, asistiendo
a su reunión con otros discípulos y testificando de Cristo
a los perdidos, pero el primer día de la semana, usted se
reúne como hacían los primeros discípulos, para comer
Su Carne y beber Su Sangre).
Alguien podría decir: “¿No se convertirá este acto en un
rito si lo hacemos cada semana?” Esa pregunta está basa-
da en ignorar el hecho de que cualquier cosa que se haga
en la vida cristiana está sujeta a llegar a ser un rito, y sin
embargo, no por eso dejamos de hacerlo. Por ejemplo, no
decimos eso de la oración, y sin embargo se puede hacer
un rito de la oración. No oímos a nadie decir: “No oremos
mucho, no sea que se convierta en un rito.” No decimos
eso de los cánticos, y sin embargo podemos hacer un rito
de los cánticos (o de la lectura de la Biblia, o de la comu-
nión de unos con otros, etc.) Las cosas se convierten en
un rito cuando no tocamos la realidad espiritual que
hay detrás del acto físico. Recuerde que la vida de fe es
unir ambas realidades, la física con la espiritual.
Para los primeros creyentes, así como para el creyente de hoy
que quiere entrar en esta revelación de la importancia de la Cena
del Señor, todo gira alrededor de la Mesa del Señor. Veamos bre-
vemente cómo todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo -1 Tesa-
lonicenses 5: 23), recibe del Señor durante la Cena8.

8 Para un estudio más a fondo del espíritu, alma y cuerpo, vea el libro
“Guerra contra los santos” por Jessie Penn- Lewis
306 LA GRAN COMISIÓN
El Espíritu
Después de haber comido y bebido de la verdadera comida
y de la verdadera bebida, nuestro espíritu (el espíritu humano
consta de tres partes o áreas principales: conciencia, comunión
e intuición), está listo para recibir del Espíritu Santo, ya que
nuestra conciencia (área del espíritu humano, que nos acusa o
nos defiende delante de Dios, dependiendo si hemos hecho lo
correcto o incorrecto, de acuerdo a la luz del Espíritu Santo que
tenemos en nosotros), está limpia de obras muertas porque la
sangre de Cristo la limpió. La comunión (área del espíritu hu-
mano dónde está la habitación y la unión con el Espíritu San-
to) es aún más íntima, y hay un acercamiento mayor hacia el
Señor. Como resultado, la intuición (área del espíritu humano
por donde se recibe enseñanza o revelación directa de parte del
Espíritu Santo de Dios), está más aguda, y por lo tanto, puede
recibir “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de Dios” como dice Efesios 1:17.

El corazón
Entre el espíritu y el alma, se encuentra el corazón. El cora-
zón es el que inicia los movimientos de la voluntad, la mente
y las emociones, que son las tres partes que componen nuestra
alma. El Señor nos dice en su Palabra:

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque


de él mana la vida” -Proverbios 4: 23.
Y:
“Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis
caminos” -Proverbios 23:26.

Cuando Adán pecó, lo primero que murió fue su espíritu


(muerte en la Biblia significa separación y no aniquilación como
La Mesa del Señor y el discípulo 307

a veces pensamos). Su espíritu se separó de la comunión con Dios


y se amalgamó (mezcló) con su propia alma de tal manera que
no se puede dividir (de ahí la confusión de muchos que no hacen
diferencia entre el espíritu y el alma), a menos que ocurra el mi-
lagro de la salvación. El corazón de Adán se corrompió y lo pasó
a sus descendientes como herencia. Tal fue la corrupción de los
hombres, que esa fue la razón del diluvio. En Génesis 6: 5 y 6
nos dice:

“ 5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mu-


cha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos
del corazón del hombre era de continuo solamente el
mal. 6Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre
en la tierra, y le dolió en su corazón”.

Una de las características principales del Nuevo Pacto, es que


cuando aceptamos a Jesucristo como el Señor y el Salvador de
nuestras vidas, Él nos da un corazón nuevo (compare Ezequiel
36: 25-27 con Jeremías 31: 27-34 y Hebreos 8: 8-12), porque el
corazón viejo es completamente engañoso y perverso –Jeremías
17: 9. Cuando somos salvos, el Señor nos da un espíritu nuevo
y pone Su Santo Espíritu en nosotros y nos da un nuevo cora-
zón para que ahora el Señor pueda socorrernos en el rescate de
nuestra alma.

El nuevo corazón se puede contaminar.


Debido a que el corazón es el iniciador de los movimientos
de las tres facultades o áreas del alma, el Señor está extrema-
damente interesado en el corazón. El creyente debe saber que
a través del Nuevo Pacto, él tiene un nuevo corazón, y que no
tiene que estar pidiéndole al Señor que le dé un nuevo corazón,
sino agradecerle que ya lo tiene, y empezar a someterlo al uso del
308 LA GRAN COMISIÓN
Señor. El problema que existe (y aquí es donde está la confusión
de muchos hijos del Señor), es que el corazón nuevo SE PUEDE
CONTAMINAR.
Hay dos maneras principales para que nuestro nuevo corazón
se contamine: Desde el hombre exterior, o sea su cuerpo y su
alma (en la Biblia se usa la palabra carne para describir al cuer-
po y al alma), y la segunda es desde el hombre interior o sea su
espíritu.
Recuerde que el corazón está ubicado entre el alma y el espí-
ritu. Es por eso que la Palabra del Señor nos dice en
2 Corintios 7: 1:

“ 1 Así que amados, puesto que tenemos tales promesas,


limpiémonos de toda contaminación de carne y de espí-
ritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

Veamos ahora un ejemplo de la primera manera de contaminar


nuestro corazón. Recuerde que cuando recibimos al Señor como
nuestro Salvador, Él pagó el precio y nos perdonó por medio de
Su Sangre, pero en nuestra mente quedan las MEMORIAS de
los pecados del pasado, de las emociones malas que tuvimos, de
nuestra rebeldía y de todas las maldades que cometimos, etc.
Quizás todavía nuestros cuerpos están sujetos a vicios y hábitos
pecaminosos que nos controlan. ¿No se ha dado cuenta de que
nuestra lucha comienza con un PENSAMIENTO de algún pe-
cado que hemos cometido en el pasado, y ese pensamiento trae
las emociones que rodearon ese pecado? Algunas veces comienza
con el pensamiento de algún pecado que fue cometido contra
nosotros, ya sea un abuso verbal, emocional o físico, y eso trae las
memorias y emociones asociadas con esa situación y de repente,
nos encontramos desanimados, deprimidos, acusados, heridos
La Mesa del Señor y el discípulo 309

y quién sabe cuántas cosas más. Todo esto contamina nuestro


nuevo corazón y no le permite operar los impulsos del Espíritu
Santo en nuestro espíritu, para dirigir al alma y al cuerpo.
Veamos ahora un ejemplo de la segunda manera de contami-
nar nuestro corazón (desde el hombre interior, o sea su espíritu).
Si nuestro nuevo espíritu está contaminado, contaminará nues-
tro nuevo corazón. ¿Cómo se contamina nuestro espíritu?
La Palabra nos enseña en Gálatas 5: 20 acerca del pecado de
idolatría y de hechicería.
1 Samuel 15: 23 nos dice:

23”Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y


como ídolos e idolatría la obstinación”.

¿Qué es la idolatría? Es tener y adorar a otros dioses. Podemos


hacer un dios de cualquier cosa. Por ejemplo, podemos hacer a
una persona un dios; podemos hacer del dinero nuestro dios;
podemos hacer de la fama un dios, etc. Para el cristiano, adorar a
otro que no sea al Dios verdadero, sería como cometer adulterio
espiritual. Con nuestro espíritu adoramos a Dios (Juan 4: 23,
24), y no debemos adorar a otros dioses o imágenes, porque eso
contamina nuestro espíritu.
¿Qué es la hechicería? Magia negra, adivinación (lectura de las
cartas, horóscopo, lectura de la palma, lectura de la taza, consulta
a síquicos, etc.), encantamientos, consulta a los muertos, etc.
El cristiano no tiene por qué poner su confianza en la hechi-
cería. El creyente sabe que su confianza debe estar en el Señor,
porque su futuro está controlado y determinado por el Dios to-
dopoderoso.
310 LA GRAN COMISIÓN
¿Qué es la rebelión? Básicamente es hacer lo que a uno le plaz-
ca. En otras palabras, hacer lo que a uno se le dé la gana, cuando
se le dé la gana, con quien se le dé la gana. El creyente no debe ser
un rebelde, sino alguien que está sujeto al Señorío de Jesucristo,
y su deseo es hacer la voluntad de Dios.
Todas estas cosas contaminan nuestro espíritu. Si nuestro es-
píritu está contaminado, contaminará nuestro corazón, y los im-
pulsos que éste le dé al alma, estarán contaminados. Las acciones
de nuestra alma y nuestro cuerpo, estarán también contaminadas.
¿Por qué hemos dicho todo esto? Porque el Señor nos llama a
una vida de santidad y pureza, sin mancha y sin contaminación.
¿Dónde encontraremos limpieza? En la Sangre del Señor.
Pablo nos dice en 1 Corintios 10: 16 que:

16“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la co-


munión de la sangre de Cristo? El pan que partimos,
¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”

En los versículos 19-22, Pablo continúa con el argumento de


que si nosotros participamos de la mesa de los demonios (cosas
sacrificadas a los ídolos), entonces participamos de los demonios
que están detrás de esos ídolos. De la misma manera, dice él, que
si participamos de la Mesa del Señor, estamos participando del
Señor mismo. En otras palabras, si a través de cosas físicas (co-
midas sacrificadas a los demonios) se puede tener comunión con
demonios, entonces a través de cosas físicas unidas a la fe (Pan
y Vino), se puede tener comunión con el Señor. Pablo nos dice
en el versículo 21 y 22, que no debemos participar de la Mesa
del Señor y de la mesa de los demonios, porque provocaremos a
celos al Señor. ¿Por qué nos cela el Señor? Porque Él anhela una
comunión íntima con su pueblo. ¿Cuándo será que nos daremos
La Mesa del Señor y el discípulo 311

cuenta de que el Señor prefirió morir por nosotros que vivir sin
nosotros? Dice la Palabra del Señor que cuando los ángeles caye-
ron, Él no hizo ningún plan para salvarlos, pero que sí hizo un
plan para socorrer a la descendencia (física y a la espiritual) de
Abraham -Hebreos 2:16.
En Proverbios 8: 31 la sabiduría (Cristo) dice:

31 “Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis


delicias son con los hijos de los hombres”.

Santiago 4: 5 hace eco de estas palabras cuando dice:

5“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu


que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosa-
mente?”

El Señor anhela tener comunión íntima con su pueblo, ¿la


desea usted? ¿Se da cuenta de que a través de la Cena del Señor,
su comunión con el Señor aumenta? Es por eso que el Señor
quiere tratar con nosotros en el ciclo de la semana, porque es
un ciclo corto. Cada primer día de la semana, podemos venir
al Señor y decirle: “Señor aquí estoy, participando de tu Carne
y tu Sangre, para poder limpiarme de toda esta contaminación
que ha alcanzado a mi nuevo corazón. Recibo las fuerzas de tu
Carne, verdadera comida, y de tu Sangre, verdadera bebida, para
que en este ciclo, yo pueda ser un vencedor”. ¿No sería glorioso
que todo el pueblo de Dios pudiera decir estas palabras?
Cuando el creyente participa del Cuerpo y la Sangre del Se-
ñor, en fe y por fe, puede someter más fácilmente su corazón
al Señor, debido a que está recibiendo las fuerzas y la limpieza
que necesita.
312 LA GRAN COMISIÓN
El alma
Ya vimos la importancia vital de mantener el nuevo corazón
limpio y sin contaminación, puesto que el corazón es el iniciador
de los movimientos del alma.
El alma tiene tres partes o áreas, o facultades principales: Vo-
luntad, mente y emociones.
Si nuestro corazón está contaminado o sucio, contaminará y
ensuciará estas tres áreas. Por esa razón, siempre esté muy atento
al primer impulso que usted recibe para hacer algo, o cuando
siente algo o cuando piensa en algo. Ese primer impulso es el co-
razón. Si ese primer impulso es bueno, lo que sigue, generalmen-
te será bueno. Si por el contrario, ese primer impulso es malo,
lo que sigue, generalmente será malo. Note que hemos usado
la palabra “generalmente”, porque aunque nuestro corazón esté
limpio, es posible que todavía no sepamos cómo usar nuestra
voluntad, nuestras emociones o nuestra mente. Recuerde que la
salvación es un proceso que consta de tres tiempos:
1- Pasado. Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Se-
ñor y Salvador, nuestro espíritu fue rescatado y hecho nuevo.
2- Presente. El Señor está rescatando nuestra alma de los pe-
cados, vicios, malos hábitos y malas actitudes que poseíamos. El
Señor por medio de su Santo Espíritu está formando la imagen
del Hijo en nosotros. Esta imagen, es el fruto del Espíritu que
nos habla Gálatas 5: 22 y 23. Esto es lo que el Señor está hacien-
do con nosotros HOY. Es hoy cuando necesitamos las fuerzas del
Cordero de Dios. Es por eso la importancia de comer Su Carne
y de beber Su Sangre cada primer día de la semana; necesitamos
del Cordero durante todo el ciclo de la semana.
La Mesa del Señor y el discípulo 313

3- Futuro. Para nuestros cuerpos físicos hay la promesa de


que tendremos un cuerpo nuevo y glorificado cuando Él venga
por su Iglesia, o ya sea que pasemos por el valle de sombra y de
muerte.
Vamos ahora a considerar brevemente cada una de las tres
facultades del alma. Veamos primero la voluntad.

La voluntad
La voluntad es la facultad que tenemos para escoger o de-
cidir lo que hacemos.
La Biblia nos dice en Génesis 2:16, 17 que el hombre fue
creado con una voluntad libre para escoger lo que él quiera (libre
albedrío). Dios le dijo al hombre cuál era su deseo, y le explicó
lo que pasaría si desobedeciera. También le dijo al hombre que
podía escoger si se sometería al deseo de Dios o a su propio de-
seo. Todos sabemos que el hombre escogió desobedecer a Dios y
(aunque fuera por engaño), obedeció la voz de Satanás. De allí
en adelante, la voluntad del hombre ha sido sometida a la volun-
tad del diablo, porque el pecado es la cadena con la cual el diablo
le tiene atado. Pero gloria a Dios, que envió a Jesucristo para
acabar con el pecado. Jesucristo rompió la cadena del pecado, y
ahora nos ha hecho libres para que podamos servirle a Él.
La palabra del Señor nos dice en Efesios 2: 1-6
1
“Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos
en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los
cuales todos nosotros vivimos en otro tiempo en los de-
314 LA GRAN COMISIÓN
seos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos
de ira lo mismo que los demás. 4 Pero Dios que es rico
en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y 6 jun-
tamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

¡Qué bueno es saber que Dios nos perdonó y nos libertó a


través del sacrificio de Jesucristo en la Cruz! Ahora somos verda-
deramente libres, porque el Hijo nos ha libertado -Juan 8:36. Ya
no tenemos que ser esclavos del pecado, ya no tenemos que ser
esclavos del diablo, ya no tenemos que ser esclavos de los vicios,
de malos hábitos o malas actitudes; AHORA SOMOS LIBRES,
y porque somos libres, podemos someter nuestra voluntad al Se-
ñor y agradarle a Él.
Es con nuestra voluntad que obedecemos. Abraham es
considerado el padre de la fe, precisamente porque obedeció.
Cuando Abraham fue probado para que ofreciera a su hijo Isaac,
¿entendía Abraham lo que Dios le estaba pidiendo? ¿Sentía Abra-
ham sacrificar a su hijo de la promesa? Ni entendía (mente), ni
sentía (emociones), pero obedeció sometiendo su voluntad a la
Voluntad de Dios. El Señor Jesucristo, quien es nuestro ejemplo
máximo, pudo obedecer solamente cuando sometió su propia
voluntad a la Voluntad del Padre -Matero 26: 36-45. La persona
que dice que tiene fe, es porque cree, el que cree debe obedecer
lo que dice que cree, o su fe se volverá en una fe muerta, porque
no tiene obras. Podríamos decirlo de la siguiente manera:
FE = CREER = OBEDECER.
La Mesa del Señor y el discípulo 315

Para obedecer necesitamos una voluntad dispuesta. ¿Cómo


obtenemos una voluntad dispuesta? En la Mesa del Señor.
Cuando venimos a la Mesa del Señor, y vemos el pan, re-
cordamos que en la cruz, el Señor ya pagó el precio de nuestra
libertad. Allí recordamos que ahora le pertenecemos al Señor. 1
Corintios 6:20 nos dice:
20”Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues a
Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
Cuando vemos la copa, recordamos su Sangre y pensamos en
las palabras de Hebreos 9:14 que dicen:

14”. . . ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual median-


te el Espíritu eterno se ofreció a Dios, limpiará vuestras
conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios
vivo?

Por lo que Jesucristo ha hecho por nosotros en la Cruz, PO-


DEMOS SOMETER NUESTRA VOLUNTAD AL SEÑOR.

La mente
Pasemos ahora por unos momentos a considerar otra parte de
nuestra alma: LA MENTE.
Con nuestra mente somos capaces de pensar y razonar. En
nuestra mente también está la memoria, la sabiduría (humana),
la inteligencia, y la lógica.
Hay una gran batalla que se está librando constantemente
en nuestro interior, y es la batalla de la mente. Nadie más que
uno mismo sabe lo intensa que es esa lucha interna que traemos.
316 LA GRAN COMISIÓN
Es una batalla por la que todo cristiano atraviesa, y debe apren-
der cómo pelear y cómo ganar esa pelea.
Hay tres fuentes principales de pensamientos que nos convie-
ne considerar brevemente:
1- Dios. Romanos 8: 5.
Los pensamientos que vienen de parte de Dios son puros y
santos. Muchas veces, nuestras mentes están tan ocupadas con
nuestros propios pensamientos o en los pensamientos del diablo,
que no podemos recibir los pensamientos que vienen de parte
del Señor. Es por eso que el Señor quiere que aprendamos a usar
nuestras mentes para que podamos estar atentos a la voz de su
Palabra.
2- Satanás.

“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu co-


razón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses
del precio de la heredad?” Hechos 5:3

El diablo no puede “leer” nuestras mentes, por lo tanto él no


sabe lo que pensamos. El único que es capaz de saber nuestros
pensamientos es Dios. Pero Satanás (a través de sus demonios)
sí puede poner en nuestras mentes sus pensamientos inicuos.
¿Cómo lo hace el diablo? Muy fácil. De la misma manera que
nosotros como humanos, podemos llegar a la mente de otra per-
sona (ya sea por medio de la escritura o por lo visual o por medio
de cualquier otro sentido físico), Satanás desde el mundo espiri-
tual, puede llegar a nuestra mente por medio de nuestro espíritu,
e inyectar un pensamiento desde afuera.
La Mesa del Señor y el discípulo 317

3- Nosotros mismos. (No se necesita la Biblia para probar


esto, pues nosotros mismos sabemos lo que pensamos, pero vea
Mateo 9: 4.)
Parte del problema del creyente comienza con un pensamien-
to que activa nuestra memoria del pasado, que tiene que ver con
algún problema que tenemos o algún pecado, ya sea cometido
por nosotros o en contra de nosotros (también hay memorias
buenas, pero no estamos hablando de esas en este momento).
Ese pensamiento nos lleva a recordar las palabras que se dijeron
en esa ocasión, las emociones de la ocasión, y las circunstan-
cias que rodearon la ocasión. De pronto, encontramos que esos
pensamientos llenan nuestra mente, y parece que no pueden sa-
lir, sino que simplemente dan vueltas dentro de nuestra cabeza.
Tan pronto como tenemos un poco de tiempo libre para pensar,
solamente pensamos en ese asunto. Otras veces parece que no
nos podemos concentrar en ningún otro pensamiento, pues esos
pensamientos nos acosan continuamente.
Así como los pulmones están diseñados para respirar cons-
tantemente, nuestra mente está diseñada para pensar constante-
mente. El propósito del creyente no es dejar la mente en blanco
y parar el proceso de pensamiento, para así evitar los malos pen-
samientos, pues nunca debemos poner o dejar nuestra mente en
blanco. La palabra del Señor nos manda a pensar, pero todo lo
que pensemos, debemos pasarlo primeramente por un filtro. Ese
filtro está descrito en
Filipenses 4:8 que dice:
8
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo ama-
ble, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud algu-
na, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
318 LA GRAN COMISIÓN
Si como creyentes, pasáramos todos los pensamientos que
vienen a nuestra mente a través de este filtro, nos libraríamos
de muchos dolores, problemas, y preocupaciones innecesarias. Si
los pensamientos que vienen a nosotros por medio de estas tres
fuentes que acabamos de ver, llenan los requisitos de estas ocho
cosas, entonces podemos pensar en ellos.
Alguien dijo que el 98% de las cosas por las que nos preocu-
pamos nunca suceden, y que el otro 2% son cosas que podemos
hacer algo para resolverlas. El Señor nos dice en Isaías 26: 3

3”Tú guardarás en completa paz a aquél cuyo pensa-


miento en tí persevera; porque en tí ha confiado”.

Y en Filipenses 4: 6, 7 nos dice

6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vues-


tras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego,
con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepa-
sa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

1 Pedro 5:7 dice que debemos estar siempre

“echando toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él tie-


ne cuidado de nosotros”.

Acerca de la crucifixión de Jesús, Mateo 27: 33 nos dice:

33”. . . y llegando a un lugar llamado Gólgota, que


significa lugar de la Calavera.”

Es muy significativo que el lugar donde Jesús fuera crucifi-


cado se llamaba Gólgota, que quiere decir lugar de la Calave-
ra, pues la calavera son los huesos de la cabeza. ¿Qué está en la
La Mesa del Señor y el discípulo 319

cabeza? El cerebro, que es el órgano físico de la mente. Es por


eso, que cuando celebramos la Cena del Señor, recordamos que
en la cruz, Jesucristo ganó la batalla de la mente. Ahora podemos,
como dice 2 Corintios 10:5, llevar cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo. De esta manera llenamos el requisito para
vivir en el Espíritu, según nos dice Romanos 8: 5:

5“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de


la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu”.

Las emociones
Llamamos emociones a la capacidad del alma para percibir
o sentir sensaciones de gozo, placer, pena, tristeza, alegría, ira,
enojo, etc.
Las emociones nos han sido dadas por Dios, pues somos seres
diseñados con capacidad de sentir y expresar esas emociones. El
Señor está muy interesado en que usemos nuestras emociones.
El problema no está en las emociones, sino en que muchas veces,
nosotros no sabemos cómo usarlas. Las emociones pueden ser
un gran motivador para llevarnos a la acción. Lamentablemente,
debido a que no sabemos cómo usar nuestras emociones, éstas
nos pueden llevar a cometer malas acciones. Tomemos por ejem-
plo el enojo (la mayoría de personas se enojan, ¿se enoja usted?).
A veces nos enojamos por cosas insignificantes, que no ameritan
nuestro enojo. Piense en este momento si usted alguna vez se ha
enojado por algo que verdaderamente no valía la pena enojar-
se y sin embargo lo hizo. Otras veces pasa al revés, que no nos
enojamos cuando sí debimos habernos enojado. A veces vemos
una injusticia cometerse frente a nosotros y no nos enojamos por
ello; no nos enojamos por el pecado que muchas veces vemos
320 LA GRAN COMISIÓN
frente a nosotros por medio de la televisión u otro medio de
comunicación; no nos enojamos cuando vemos cómo la obra del
diablo prospera, etc.
¿Se da cuenta de que muchas veces usamos mal las emocio-
nes (o mejor dicho, dejamos que las emociones nos usen para
hacer lo malo)? Otras veces permitimos que las emociones sean
las que lleven las riendas de nuestra voluntad. En otras palabras,
obedecemos si “sentimos”. Nuestra obediencia siempre debe es-
tar guiada por la fe en la palabra del Señor y no por cómo nos
sintamos en determinada ocasión. Hebreos 10: 38 nos dice que
el justo vivirá por fe, y no por emociones.
Veamos un ejemplo: El Señor nos pide que amemos a nues-
tros enemigos y a las personas que nos han hecho daño -Mateo
5: 44. Esto es algo que es muy difícil de “sentir”, ya que nuestras
emociones están contrarias a lo que nos pide el Señor. ¿Obedece-
remos porque “sentimos” o porque el Señor así lo pide?
Recordemos el caso ejemplar de Abraham, el padre de la fe.
Para probar su fe, Dios le pidió a Abraham que sacrificara a Isaac,
su único hijo (Génesis 22:2). Póngase usted en el lugar de Abra-
ham y actúe como él lo haría. Cuando Dios le pidió que sacri-
ficara al hijo de la promesa ¿lo “entendió” Abraham? ¿ Abraham
“sintió” (como si fuera una buena emoción) sacrificarlo?
¿Con qué parte de su alma obedeció? Usó su voluntad para
seguir en fe lo que Dios le había pedido. Abraham es el padre de
la fe, y nosotros somos los hijos de la fe. Debemos actuar como
actuó nuestro padre.
Veamos por un momento al Señor Jesús, quien es el ejemplo
máximo para nosotros. Mateo 26: 36-45 nos dice que el Señor
se sentía tan triste y tan angustiado, que parecía que en su alma
La Mesa del Señor y el discípulo 321

estaba a punto de morir. ¿Por qué razón se sentía así? Porque Él


no “sentía” ir a la cruz. Él sabía que ésa era la voluntad del Padre,
pero eso no quita cómo se sentía. Tres veces oró las mismas pa-
labras: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que
yo la beba, hágase tu voluntad”. Cuando el Señor tuvo la segu-
ridad en su alma, de que esa era la voluntad del Padre, entonces
sometió su voluntad sin importar cómo se sentía.
Cuando venimos a la mesa del Señor, y tomamos la copa,
podemos recordar que el Señor sometió su voluntad a la del Pa-
dre sin importar las emociones. Nosotros ahora podemos tomar
fuerzas de Su Copa, para someter nuestra voluntad a la suya, sin
importar lo que dicten las emociones.

El cuerpo
El cuerpo humano es una verdadera maravilla biológica. Ob-
viamente, nuestro cuerpo siempre está frente a nosotros. Conti-
nuamente estamos conscientes de nuestro cuerpo físico. Quizás
sea por eso que a veces actuamos como si fuéramos un cuerpo
que tiene un espíritu, ¡en vez de un espíritu que tiene un cuerpo
físico! Tal vez sea por eso que le dedicamos más tiempo al cuida-
do del cuerpo que al cuidado del alma y del espíritu, olvidando
que debemos tener un equilibrio entre los tres.
Cuando el Señor sopló aliento de vida (espíritu) sobre el cuer-
po de Adán, éste vino a ser un alma viviente (Génesis 2: 7). El
cuerpo físico está diseñado para vivir en esta tierra y para expre-
sar muy bien al alma. Por ejemplo cuando usted se ríe o llora o se
enoja o cualquier otra emoción, su rostro lo refleja muy bien. El
cuerpo es parte de nuestro ser (1 Tesalonicenses 5: 23), y es muy
importante que el cuerpo este apto, ya que el alma redimida, se
va a expresar a través del cuerpo.
322 LA GRAN COMISIÓN
Ocurre que a veces, ya sea por negligencia o ignorancia, y
también porque las enfermedades atacan, nos enfermamos. Na-
die quiere estar enfermo, y el Señor tampoco quiere que su pue-
blo esté enfermo (3 Juan 1:2). Hay un caso en la Palabra del
Señor (Marcos 5: 21-34), acerca de una mujer que había estado
enferma por mucho tiempo y oyó que Jesús venía a su pueblo.
Ella dijo: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. La historia
dice que ella tocó el manto del Señor y desde ese momento fue
sana. Cuando el Señor supo que ella le tocó, le dijo:

34 “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda


sana de tu azote”. Marcos 5 :34

Hoy día, hay muchos enfermos dentro del pueblo del Señor,
que dicen: “Qué bueno sería si el Señor Jesús viniera a mi ciu-
dad; yo iría y lo tocaría para que me sanara”.
Recordemos, que si usted se encuentra en esas condiciones, y
quiere tocar al Señor, usted lo puede tocar. ¿Cómo? dirá usted.
En la Comunión usted le puede tocar. El Señor Jesucristo dijo
que el que come el pan y toma la copa, come su Cuerpo y bebe
su Sangre. Cuando usted come el pan y toma la copa, usted está
tocando al Señor Jesucristo. Al igual que aquella mujer, debe-
mos acercarnos con certidumbre de fe, sabiendo que si tocamos
al Señor, seremos sanos. El Señor Jesucristo nos respondería las
mismas palabras: “Tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda libre
de tu azote”.
Recordemos las palabras del profeta Isaías 53:

“Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió


nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nues-
tras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo
La Mesa del Señor y el discípulo 323

de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos noso-


tros curados” -Isaías 53: 4, 5;

Mateo 8:17; 1 Pedro 2: 24.


Hay un punto muy importante y que no debemos olvidar.
Pablo nos dice en 1Corintios 11: 29 y 30, que si tomamos la
cena del Señor indignamente, esto trae como resultado que haya
“muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”.
Si tomáramos la Cena del Señor dignamente, ¿no traería esto
como resultado que haya muchos sanos y fuertes entre nosotros
y muchos despiertos?
Cuando usted participe de la Cena del Señor, si usted está
enfermo, pídale sanidad divina al Señor. Si está sano, pídale que
lo mantenga en la salud divina. Pídale que le dé vigor (Isaías 58:
11), energía, vitalidad, fortaleza (Isaías 40: 28-31), para que así su
cuerpo físico esté listo para hacer la obra de Dios aquí en la tierra.

La venida del Señor


Hemos visto brevemente, lo que el Señor hizo en la Cruz (pa-
sado) y, lo que hace hoy por nosotros (presente). Veamos ahora
la gloriosa y bienaventurada promesa que tenemos los que he-
mos creído en su Nombre (futuro). Cuando el Señor estableció
el Nuevo Pacto en aquella primera y memorable Cena, dijo las
siguientes palabras:

“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto


de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con
vosotros en el Reino de mi Padre”

Mateo 26:29.
324 LA GRAN COMISIÓN
En estas palabras está la promesa de que un día, en el Reino
de su Padre, nosotros vamos a tomar esta Copa del Señor en una
manera que trasciende todo lo que conocemos hasta ahora.
El Señor Jesucristo dijo en Juan 14:1-3:
1
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed
también en mí.2 En la casa de mi Padre muchas mo-
radas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mis-
mo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

El Señor se está refiriendo en estas palabras a la costumbre


hebrea de esa época para casarse. Cuando el Señor dijo estas pa-
labras tan llenas de promesas, los discípulos entendían perfecta-
mente a lo que Él se estaba refiriendo. De hecho, muchos de sus
discípulos ya estaban casados, y habían experimentado en la rea-
lidad lo que el Señor estaba usando como una figura o ejemplo
para declararles esa gran verdad. La costumbre hebrea de esa épo-
ca para casarse, era más o menos de la siguiente manera: Cuando
un joven con edad para casarse miraba a otra joven con edad para
casarse, el joven iba y hablaba con el padre de la joven y concer-
taban la dote (especie de “pago o precio” que él tendría que pagar
por la joven). Una vez acordada la dote, el joven se acercaba a la
mesa donde había una jarra de vino y una copa. Llenaba la copa
de vino y se la ofrecía a la joven. Si la joven aceptaba la copa,
quería decir que ella lo aceptaba a él (si rechazaba la copa, por la
razón que fuera, estaba rechazando al joven). En ese momento
el joven se levantaba de la mesa, y decía las siguientes palabras:
“Voy a la casa de mi padre a prepararte un lugar, y cuando esté
listo vendré por ti”. Si la joven preguntaba que cuando sería eso,
él contestaba: “No lo sé, sólo mi padre lo sabe”. La razón por la
La Mesa del Señor y el discípulo 325

que él decía esto, era porque el padre era el que supervisaba la


morada que él iba a construir, para que fuera edificada correcta-
mente (si fuera por el joven, ¡el pararía cuatro palos, los forraría
con paja, y diría que ya todo estaba listo para traer a la esposa!).
De ese momento en adelante, la joven se acostaba ataviada y pre-
parada todas las noches, porque ella no sabía cuándo el esposo
iba a venir por ella (vea Mateo 25:1-13).
Veamos a Juan 14:1-3 bajo la luz de estas palabras: El Señor
es como ese joven y quiere casarse. Nosotros (la Iglesia) somos la
joven. El Señor Jesús ya pagó el precio en la Cruz del Calvario
por nosotros. Él nos ofrece la copa (Su Copa). ¿Aceptaremos o
rechazaremos la Copa? El Señor se fue a prepararnos un lugar en
la casa de su Padre, donde hay muchas moradas. Él va a volver y
nos tomará para estar con Él. ¿Cuándo volverá? Sólo su Padre lo
sabe. Nosotros (la Iglesia), debemos estar ataviados y preparados,
como dice Efesios 5: 27

27“.. . una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni


arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha”.

Observemos ahora estas palabras a la luz de la Cena del Señor:


El Señor dijo que un día, cuando estemos con Él en el Reino
de su Padre, íbamos a tomar la Copa en una dimensión mucho
más amplia que lo que conocemos ahora. Hay ocasiones en que
el creyente se da cuenta de que ha pecado, o que no se siente
apto en el momento, espiritualmente hablando, para tomar la
Comunión. Se siente indigno de acercarse a la Mesa del Señor,
y decide no tomar la Cena del Señor. ¡Este es uno de los erro-
res más graves que el creyente puede cometer! Si no está apto
para tomar la Copa aquí en la tierra, ¿qué le hace pensar que
está apto para tomarla en el cielo, si el Señor viniera por él? Si
326 LA GRAN COMISIÓN
rechazamos la Copa, lo estamos rechazando a Él. Si rechazamos
la Copa, estamos rechazando lo único que nos puede limpiar de
nuestros pecados. Si rechazamos la Copa, ¿a dónde iremos para
encontrar limpieza y purificación o fuerzas para nuestras almas?
Si rechazamos la Copa, estamos diciendo que su Sacrificio no es
eficaz para limpiar nuestras inmundicias. Si rechazamos la Copa,
estamos diciendo que no lo queremos a Él como esposo. El cre-
yente NUNCA debe rechazar la Copa del Señor.
Alguien podría preguntar: ¿Debe el creyente, entonces, tomar
la Copa si está en pecado?
Veamos la respuesta en 1 Corintios 11:27-28:

“De manera que cualquiera que comiere este pan o


27

bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpa-


do del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por lo tanto,
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y
beba de la copa”.

Aquí claramente se nos dice que si tomamos la copa del Señor


indignamente, seremos culpados del cuerpo y de la sangre del
Señor. ¿Qué significa indignamente? Una buena pregunta para
hacernos sería la siguiente: ¿Cuándo es un creyente digno en sus
propios méritos, para tomar la Cena del Señor? La respuesta es
que en nuestros propios méritos, NUNCA somos dignos de par-
ticipar de tan sagrado acto. Es Su Sacrificio el que nos hace dig-
nos para acercarnos a Su Mesa.
Si un creyente está en pecado y toma la Cena del Señor, se
está poniendo en el lado de los que condenaron al Señor, y no
del lado de los que reciben su perdón, limpieza y gracia. El hacer
esto es una burla abierta y desafiante hacia Aquél que pagó el pre-
cio, precisamente, para hacernos dignos de estar en su presencia.
La Mesa del Señor y el discípulo 327

El creyente que toma la Cena sabiendo que está en pecado, es


uno que le dice al Señor lo siguiente: “Señor, yo sé que en la cruz
Tú pagaste el precio por mis pecados, pero aquí estoy yo, lleno
de pecado, despreciando y burlándome de tu Sublime Sacrificio.
Sé que el pecado me separa de ti, pero yo quiero permanecer en
mi pecado”.
El creyente que toma la Cena del Señor estando en pecado, se
olvida de la amonestación en la Palabra del Señor que dice:
26
“Porque si pecáremos voluntariamente después de ha-
ber recibido el conocimiento de la verdad, ya no que-
da más sacrificio por los pecados, 27 sino una horren-
da expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha
de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de
Moisés, por el testimonio de dos o tres testigos muere
irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que
merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por
inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado,
e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”

Hebreos 10:26-29
¿Qué es tomar la Cena del Señor indignamente? Es rechazar
el Sacrificio del Señor Jesucristo, que es lo único que nos puede
hacer dignos. Pablo nos dice lo que pasa cuando los creyentes
toman el Cuerpo y la Sangre del Señor indignamente:

“Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre


vosotros, y muchos duermen” -1 Corintios 11:30.

Conociendo los terribles resultados de tomar la Cena del Se-


ñor indignamente, ¿No sería mejor, entonces, que el creyente
328 LA GRAN COMISIÓN
en pecado deje de tomar la Cena del Señor? ¡NO, MIL VECES
NO! Volvamos a 1 Corintios 11:28, 29:

“Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así


del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe
indignamente sin discernir el cuerpo del Señor, juicio
come y bebe para sí”.

Aquí en ningún momento se nos dice que debemos dejar de


comer la Cena. Al contrario, fíjese bien que Pablo dice que “coma
así del pan, y beba de la copa”. Aquí se nos dice claramente qué es
lo que tenemos que hacer si estamos en pecado:
1.-PROBARNOS (examinarnos) A NOSOTROS MIS-
MOS. Usted es el único que sabe lo que hay dentro de usted.
Nadie puede hacer el examen de su conciencia, sino usted solo.
Sólo usted, bajo la luz del Espíritu Santo puede saber lo que hay
dentro de usted. Pablo dice

“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no se-


ríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados
por el Señor, para que no seamos condenados con el
mundo” -1 Corintios 11:31,32.

Si al examinarnos encontramos que hay pecado en nosotros,


debemos ARREPENTIRNOS inmediatamente y pedirle per-
dón al Señor.
2.-COMEMOS EL PAN Y TOMAMOS LA COPA HA-
BIENDO DISCERNIDO EL CUERPO DEL SEÑOR. ¿Qué
significa discernir el cuerpo del Señor? La palabra “discernir”
significa: “separar colando” (dis=separar, cernir=colar). Cuando
“separamos colando” el cuerpo del Señor, nos quedamos con la
sustancia de
La Mesa del Señor y el discípulo 329

Isaías 53:5
5
“Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él,
y por su llaga fuimos nosotros curados”.

En el Cuerpo (en el cuerpo también está la sangre) del Señor


encontramos todo lo que necesitamos para derrotar al pecado
que nos contamina. El Señor no quiere que nos mantengamos en
pecado. Es por eso que debemos tomar la Comunión a menudo
(¿se acuerda del ciclo de la semana?), para mantenernos en su
limpieza. Lo que el Señor quiere es que lidiemos con el pecado,
porque Él quiere tener comunión con su Iglesia (su desposada).
¿Ya ve usted por qué no debemos dejar de tomar la Cena del
Señor? La idea de no tomarla no es bíblica.
¡Cristo viene pronto! Ya todas las señales que iban a haber an-
tes de su regreso se han cumplido. Solamente falta que el Señor
venga por su Iglesia. ¿Está usted preparado para ese día glorioso
cuando Cristo volverá y arrebatará a su desposada? ¿Está usted
preparado para tomar la copa en esa nueva dimensión de la cual
nos habló el Señor? Mateo 26: 29
El participar en este memorial, en la Mesa del Señor, requiere
tiempo. ¿No se ha fijado usted cómo en algunas iglesias este me-
morial se hace a la carrera? Parece que tenemos prisa en terminar
con el evento que nos trae las mejores memorias de nuestras vi-
das. ¿No será esto un engaño del enemigo de nuestras almas? De
hecho, lo que ha pasado es que al no entender la importancia
de la Comunión, lo natural es que no apreciemos este acto tan
significativo. En las reuniones de los primeros creyentes, todo
giraba en torno a la Mesa del Señor. Allí Jesucristo era exalta-
do, y como consecuencia natural, el Espíritu de Dios obraba
330 LA GRAN COMISIÓN
C
poderosamente en las reuniones. A veces queremos que el Espíri-
tu Santo obre en nuestras reuniones, sin nosotros haber exaltado
al Hijo primeramente. Se nos olvida que precisamente, la obra
del Espíritu Santo es hacer al Hijo y al Padre muy reales en no-
sotros.
A través de la comunión, la muerte del Señor anunciamos
hasta que Él venga.
17
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye,
diga: Ven.

20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
Apocalipsis 22:17, 20
EPÍLOGO

El deseo del Padre celestial es que todos sus hijos


crezcan. De hecho, la obra principal del Espíritu Santo es formar
la imagen del Hijo Jesús en nosotros, y así traer gloria al Padre
–Romanos 8: 29. Para eso es que precisamente el Señor Jesús
nos dio la Gran Comisión, para que colaboremos junto con el
Espíritu Santo para que esa imagen se forme en nosotros, y una
vez formada en nosotros (y aún mientras se forma en nosotros),
ayudar a que sea formada en otros para que el Reino de Dios
avance más rápidamente.
Conociendo ése deseo del Padre, y viendo que ese deseo no
se está manifestando en muchos creyentes, nos hacemos la pre-
gunta: ¿Por qué no crecen los creyentes? Veamos algo que nos
ayudará a entender este cuadro un poco mejor, y es acerca de los
tres ciclos o etapas del creyente, que encontramos en Isaías 37:
30, y dice:

30Y esto te será por señal: Comeréis este año lo que nace
de suyo, y el año segundo lo que nace de suyo; y el año
tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y come-
réis su fruto.

Aquí se nos menciona sobre tres años, y sobre cosas que acon-
tecen en estos tres años. En el primer año, se comerá de lo que
la tierra produce por sí misma. El segundo año vuelve a ocurrir
lo mismo, pero en el tercer año ahora hay que sembrar y segar,
plantar y comer del fruto.
Espiritualmente hablando, podríamos decir que en el pri-
mer año de la vida de un creyente, él está siendo alimentado por
332 LA GRAN COMISIÓN
otros, y el segundo año también. Él se la pasa comiendo, y en
donde quiera que va encuentra alimento. Es durante estas dos
etapas que el creyente es ministrado por todas las cosas: La pala-
bra, los cánticos, los mensajes bíblicos que escucha, las palabras
de los demás, etc. El problema es que en el tercer año o tercer
ciclo o etapa de su vida espiritual, él ahora debe estar sembrando
para poder segar, plantando para poder comer, pero por alguna
razón no lo hizo, y ahora él quiere seguir viviendo en las dos eta-
pas anteriores. Ahora él ya no “recibe” como antes. Ahora parece
que el pastor y las demás personas que antes le ministraban tan-
to, como que no tienen “unción”, y él ahora se la pasa de iglesia
en iglesia buscando que le “alimenten”. ¿Conoce usted creyentes
como éstos? La solución para estos creyentes está en cumplir la
Gran Comisión, pues si la estuvieran cumpliendo, estarían sem-
brando y plantando en la vida de alguien más, y eso es lo que les
“alimentaría” a ellos, pues dando es como se recibe en el Reino
de los Cielos.
El apóstol Pablo nos presenta un caso muy similar con la
iglesia de Corinto. En Hechos 18: 1-11se nos narra cómo fue
establecida esta iglesia, y que Pablo se detuvo en la ciudad de
Corinto por un año y seis meses. De allí se fue a Éfeso, en donde
estuvo tres años (Hechos 19:1, 10; 20: 31), y desde allí escribió
la carta de 1 Corintios, en la cual les dice a los corintios que él
esperaba hablarles a ellos como a personas maduras en Cristo, y
no como a bebés espirituales -1 Corintios 3:1-4. No sabemos si
fue a los seis meses de estar en Éfeso, o al año y medio, etc. Lo
que sí entendemos es que en la mente del apóstol Pablo hay un
tiempo en que el creyente debe ser maduro. Es posible que fuera
a los 6 meses de estar en Éfeso que él escribió la carta, ya que los
problemas en la iglesia de Corintio abundaban. Si esto fuera así,
tenemos que Pablo esperaba que estos creyentes fueran maduros
después de dos años (año y medio en Corinto, más seis meses es
EPÍLOGO 333

igual a dos años). Supongamos que dos años es tiempo suficiente


para que un discípulo, con la ayuda del que lo está discipulando,
construya el fundamento de su vida sobre la Roca que es Cristo
Jesús. La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué no se cumple
esto? Sencillamente, porque al igual que los corintios, quienes
tenían al apóstol Pablo como maestro, nosotros estiramos el pro-
ceso, y es por eso que usted ve creyentes con muchos años en la
fe que todavía no están maduros.
Concluimos entonces, que el proceso de discipulado no se
puede acelerar, pero sí se puede extender. Eso es lo que el Señor
Jesús no quiere que acontezca. Es por eso que nos dio la Gran
Comisión, precisamente para que eso no ocurra

¿Por qué es tan importante hacer discípulos enseñándoles a


guardar lo que el Señor mandó?

1. Porque es lo que el Señor Jesús quiere. Esta es su Voluntad.

2. Es lo que va hacer personas aptas para el Reino de Dios.

3. Es lo que va a mantener a cada creyente ocupado en algo


que, primero el Señor está agradado, y segundo, no hay
que ser profesional para hacer discípulos.

4. Enseñándoles a otros es lo que nos mantendrá afilados e


involucrados en el Reino.

5. Creará una generación nueva, capaz de seguir obedecien-


do al Señor Jesús.

6. Evitará los problemas relacionales que tenemos hoy en día


en las iglesias y en el mundo.
334 LA GRAN COMISIÓN
7. En vez de estar pasando el tiempo recogiendo los pedazos
de las casas derribadas, pasaremos más tiempo constru-
yendo casas sobre el fundamento de las palabras del Señor
Jesús, y avanzaremos más.
8. Esta es la medicina preventiva y también la curativa.
Es muy probable que para este tiempo, usted tenga una me-
jor idea de lo que es el Reino de Dios, del Rey Jesús, de la iden-
tidad de los ciudadanos del Reino, de las diecinueve leyes del
Reino de Dios, y de que hay un territorio –el mundo, el cual
ahora que sabemos cómo hacer discípulos, lo conquistaremos
para el Rey Jesús. Ahora ya sabemos cómo confiar en el Padre
para que nos supla, ahora sabemos qué hacer con los bienes que
el Señor nos ha dado. Verdaderamente que nuestra visión se
ha aumentado. ¿Qué haremos con este conocimiento tan im-
portante? Lo pondremos por obra. Le animo a que empiece a
buscar esos discípulos que ya el Padre tiene preparados para us-
ted desde antes de la fundación del mundo –Efesios 2:10 (¿se
acuerda de la realidad espiritual?)
Es posible que usted nunca tuvo a alguien que le guiara como
discípulo. Tal vez usted es un huérfano espiritualmente hablan-
do, y usted no sabía cómo ser padre espiritual –cómo hacer dis-
cípulos, pero ahora usted tiene la oportunidad de ser discípu-
lo para que haga discípulos. El Señor Jesús nunca dijo: “Id por
todo el mundo y buscad un mentor”, no, él dijo: Id por todo el
mundo y haced discípulos”. El llamado no es a buscar a que nos
discipulen, el llamado es a hacer discípulos, pues haciendo discí-
pulos es que nos hacemos discípulos.
Con seguridad que después de ver todo lo que conlleva ser,
y hacer un discípulo, usted entiende por qué es que el Señor
Jesús nos dio la Gran Comisión como el enfoque primario, y
EPÍLOGO 335

por qué no hay tiempo para otra cosa. Si usted se fija, va a notar
que cumplir la Gran Comisión es precisamente cumplir los dos
mandamientos más grandes que existen. Ahora usted entiende
por qué el enemigo de nuestras almas nos “deja” hacer toda obra
religiosa y aun “cristiana” con el propósito de que la Gran Comi-
sión se convierta en la Gran Omisión. El enemigo es el creador
de muchos “ministerios” que lo que verdaderamente son es “mis-
terios”, pues no ayudan en nada para lograr la Gran Comisión,
pero sí mantienen a la persona ocupada en desperdiciar su tiem-
po, sus posesiones, sus recursos y sus habilidades.
Vimos cómo el bautismo en el Espíritu Santo es una nece-
sidad para darnos poder para hacer discípulos. El que tiene el
bautismo en el Espíritu Santo y no está haciendo discípulos, no
entiende para qué fue que le ha sido dado este poder.
También ahora tenemos un cuadro más claro de la Mesa del
Señor, y cómo usted podrá participar de esta Mesa con más pro-
fundidad e intimidad. Es posible que un día usted estará par-
ticipando de esta Mesa con los discípulos que el Señor Jesús le
ha encomendado, y el Espíritu Santo se manifestará con poder,
revelando al Hijo, y dispensando el amor del Padre entre ustedes.
Es posible que un día usted y sus discípulos se reunirán no
solamente para aprender sobre el fundamento del Reino de los
Cielos, pero lo harán también para planear estrategias con el
fin de avanzar el Reino de Dios. Ustedes planearán proyectos
para ayudar a los pobres de esta tierra a que conozcan el amor
del Rey Jesús, lo cual les sacará de la pobreza espiritual y físi-
ca. Ustedes harán proezas y maravillas en el nombre de Jesús.
El Padre tiene un almacén del cual solamente hay que pedir,
como él nos enseñó, para que tengamos en abundancia para
dar y ayudar.
336 LA GRAN COMISIÓN
C
Dos cosas deben ocupar nuestro ser:
1. Hacer discípulos
2. Ayudar a los que están haciendo discípulos.
Mt. 28:18-20
18
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad
me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.

El Señor Jesús está con usted, por lo tanto vaya y haga dis-
cípulos, pues ya usted sabe cómo hacerlos. Cumplamos la Gran
Comisión de nuestro Señor Jesucristo, para que así no caigamos
en la Gran Omisión.
APÉNDICE

A continuación sigue una lista de todas


las cosas que hemos hablado sobre la identidad de los discípulos,
y sobre las leyes del Reino. Usted puede usar esta lista para su
propia evaluación, o para la de sus discípulos.

Evaluación para el discípulo


¿Es Jesucristo el centro de mi amor? Lucas 14:26.
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Tomo mi cruz cada día para seguir al Señor Jesús en santi-
dad, dedicación y entrega? Lucas 14: 27
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Ya le entregué mis posesiones al Señor Jesús para que él sea
el dueño, y yo sea un administrador de los bienes que él me
da? Lucas 14: 28-33
Estoy trabajando en eso____
Ya lo hice____
¿Soy pobre en espíritu? Mateo 5: 3
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
338 LA GRAN COMISIÓN
¿Soy yo de los que lloran sabiendo que recibiré consolación?
Mateo 5:4
Sí____ No____
¿Soy una persona mansa? Mateo 5:5
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Me caracterizo porque tengo hambre y sed de justicia? Mateo 5:6
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Soy misericordioso? Mateo 5:7
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Soy limpio de corazón y me mantengo limpio? Mateo 5:8
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Soy un pacificador? Mateo 5:9
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
APÉNDICE 339

¿Estoy listo para padecer por causa de la justicia? Mateo 5: 10


A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Estoy listo para padecer por causa del Señor Jesucristo?
Mateo 5:11
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Estoy consciente de que soy la sal de la tierra y que debo
actuar como tal? Mateo 5:13
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
¿Estoy consciente de que soy la luz del mundo y que debo
actuar como tal? Mateo 5:14
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
El Señor Jesús quiere que yo sea grande en el Reino de los
Cielos cumpliendo sus mandamientos y enseñárselos a otros.
¿Estoy dispuesto a cumplir estos dos requisitos para ser gran-
de? Mateo 5:19, 20
Sí____ No_____
340 LA GRAN COMISIÓN
Leyes en cuanto a las relaciones con los demás
¿Soy de los que se enojan con los demás? Mateo 5:21-26
Sí____ No___
¿Procuro resolver los problemas que tengo con los demás?
Inmediatamente____
Dejo pasar el tiempo para ver si se resuelve solo____
Espero que la otra persona venga conmigo para resolverlo___
Nunca resuelvo el problema___
¿Miro a las personas del sexo opuesto y las codicio en mi co-
razón? Mateo 5:27-30
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
Según el Señor Jesús, ¿cuándo es el divorcio una opción? Ma-
teo 5:31, 32

Algunas veces_____
Cuando uno quiera_____
Por fornicación____
¿Cumplo mi palabra? –Mateo 5:33-37
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
APÉNDICE 341

¿Amo a las personas malas y difíciles de tratar? Mateo 5:38-42


A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
Si tuviera enemigos, ¿los amaría? Mateo 5: 43-48
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___

Leyes en cuanto a la relación con el Padre celestial


¿Estoy sacando una porción de mi dinero para darla exclusi-
vamente a los pobres y necesitados? Mateo 6: 1-4
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Oro el Padrenuestro todos los días? Mateo 6:5-14
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todos los días_____
Nunca___
¿Ayuno delante de Dios? Mateo 6:16-18
Semanalmente _____
Mensualmente ____
342 LA GRAN COMISIÓN
A veces ____
Nunca___
¿Estoy diezmando y ofrendando de todas mis entradas para
así hacer tesoro en el cielo? Mateo 6:19-21
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
Cuando miro a una persona en necesidad, ¿la miro con ojos
de benevolencia (dadivosos)? Mateo 6:22, 23
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
Tengo lucha entre servir a Dios y a las riquezas –Mateo 6:24
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Se caracteriza mi vida por mi confianza en Dios?
Mateo 6: 25-34
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
APÉNDICE 343

LEYES EN CUANTO A LA RELACIÓN CONMIGO MISMO


¿Juzgo a los demás? –Mateo 7:1-5
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Aprovecho bien el tiempo, las habilidades y los recursos que
el Padre me ha dado? Mateo 7: 6
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Oro pidiendo, buscando y llamando, para que el Reino de
Dios avance? Mateo 7: 7-11
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Trato a los demás como me gustaría que me trataran?
Mateo 7: 12
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
344 LA GRAN COMISIÓN
¿Se caracteriza mi vida porque ando en el “camino angosto”
de santidad y entrega? Mateo 7: 13
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
En mi andar en este camino de fe, ¿descubro a los falsos pro-
fetas por sus frutos (en vez de confiar en sus dones solamen-
te)? Mateo 7: 15-20
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___

Un llamado a la atención y a poner cuidado


Porque una persona llame a Jesús “Señor, Señor”, pero no
hace la voluntad del Padre, ¿le da eso acceso a entrar en el
Reino de los Cielos? Mateo 7:21-23
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
¿Soy yo una persona prudente que está edificando su vida
sobre la Roca (Jesús)? Mateo 7: 24-27
A veces ____
La mayoría de las veces____
Todo el tiempo_____
Nunca___
APÉNDICE 345

¿Ya aprendió de memoria Mateo 5, 6, y 7?


• Día 1. Mateo 5: 1-5 Introducción y 3
bienaventuranzas
• Día 2. Mateo 5: 6-8 3 bienaventuranzas
• Día 3. Mateo 5: 9-12 3 bienaventuranzas
• Día 4. Mateo 5: 13 La sal de la tierra
• Día 5. Mateo 5:14-16 La luz del mundo
• Día 6. Mateo 5: 17-20 Jesús y la Ley
• Día 7. Mateo 5: 21-26 Jesús y la ira
• Día 8. Mateo 5: 27- 30 Jesús y el adulterio
• Día 9. Mateo 5: 31-32 Jesús y el divorcio
• Día 10. Mateo 5: 33-37 Jesús y los juramentos
• Día 11. Mateo 5: 38-42 Cómo amar a los malos
• Día 12. Mateo 5: 43-48 Cómo amar a los enemigos
• Día 13. Mateo 6: 1-4 El dar a los pobres
• Día 14. Mateo 6: 5-13 Cómo orar
• Día 15. Mateo 6: 13-15 Cómo orar –perdonar
• Día 16. Mateo 6: 16-18 Cómo ayunar
• Día 17. Mateo 6: 19-21 Tesoros en el cielo
• Día 18. Mateo 6: 22-23 El ojo, la lámpara del cuerpo
• Día 19. Mateo 6: 24 Dios y las riquezas
• Día 20. Mateo 6: 25-34 El afán y la ansiedad
• Día 21. Mateo 7­: 1-5 El juzgar a los demás
• Día 22. Mateo 7­: 6 Cómo administrar –en sentido
general
• Día 23. Mateo 7­: 7-11 Pidiendo, buscando y llamando
para el Reino
• Día 24. Mateo 7­: 12 La regla de oro
346 LA GRAN COMISIÓN
• Día 25. Mateo 7­: 13-14 La puerta estrecha
• Día 26. Mateo 7­: 15-20 Por sus frutos los conoceréis
• Día 27. Mateo 7­: 21-23 Nunca os conocí
• Día 29. Mateo 7­: 24-29 Los dos cimientos
Para más información visite:
www.lagranomision.com

para contactar al autor:


Rafael@lagranomision.com

También podría gustarte