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Campano López, Ángel. Lagunilla (La Rioja), 3.IX.1915 – Paso Alto (Santa Cruz de Tenerife) 21.VII.1995.

Teniente general del Ejército y procurador en Cortes.


La trayectoria profesional de este militar estuvo marcada por tres acontecimientos. El primero, la pertenencia al
grupo de los alféreces provisionales; integrado por civiles que se incorporaron al Ejército durante la contienda civil
y que permanecieron en él finalizado el conflicto. Está considerado el colectivo militar más leal al régimen
franquista. El segundo, la adscripción al sector azul –falangista– del Ejército, lo que le permitió disfrutar de
importantes destinos durante el franquismo, pero también supuso su ostracismo en el periodo de Transición. El
tercero, una brillante hoja de servicios, que facilitaría su ascenso a los empleos más altos del escalafón a edades
relativamente tempranas.
En esta trayectoria, se pueden distinguir cuatro etapas significativas. La primera, la Guerra Civil. El 18 de julio de
1936, Campano era un estudiante de Veterinaria que se incorporó a una unidad de la organización paramilitar del
carlismo, el Tercio de Requetés Abarzuza. En los tres años siguientes, pasaría dos veces por las academias de
transformación –gracias a su formación universitaria y a la carencia de oficiales en el Ejército sublevado–,
convirtiéndose primero en alférez provisional de Infantería y posteriormente en teniente del mismo tipo. Y también
participaría en numerosos combates, obteniendo el 9 de agosto de 1939, la segunda condecoración más importante
del Ejército español, la Medalla Militar Individual (MMI) por su actuación en enero de ese mismo año en el pueblo
de La Llavinera (Barcelona), y un ascenso por méritos de guerra, teniente de Infantería, desde el 31 de marzo de
1939. Terminado el conflicto, Campano sería uno de los 10.709 alféreces provisionales que pasaron a engrosar los
escalafones del Ejército.
La segunda etapa, la campaña alemana de la Unión Soviética, donde participó como voluntario en la División Azul
entre 1941 y 1942. En esta decisión del entonces teniente influyeron tres causas. La primera, su adscripción a la
ideología falangista que, como en otros muchos jóvenes oficiales se produjo durante el conflicto o en los meses
inmediatamente anteriores a este, y que en su caso permanecería durante el resto de su vida. La segunda, el
anticomunismo, convertido en un rasgo común entre todos los oficiales del Ejército vencedor del conflicto civil. Y
la tercera, la perspectiva de mejorar su carrera militar dentro de un ejército macrocefálico. Este último objetivo lo
lograría gracias a sus acciones bélicas, ya que el 14 de abril de 1945 sería premiado con un avance en el escalafón,
ascendiendo a comandante; lo que le permitiría superar a numerosos compañeros de armas, facilitando así su
ascenso al generalato.
La tercera etapa se desarrollaría entre sus ascenso al empleo de general de brigada de Infantería el 17 de diciembre
de 1965, con tan sólo cincuenta años, y la muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975. Esos diez años se
caracterizaron por una importante modernización de las estructuras socioeconómicas que transformaron a España
en un país industrial. Esa transformación fue acompañada de la puesta en marcha de dinámicas de movilización
popular, y de acciones terroristas desencadenadas por Euskadi Ta Askatasuna (ETA), los Grupos de Resistencia
Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) que, a partir
de 1973, coincidieron con un debilitamiento irreversible del régimen como consecuencia del asesinato del
presidente del Gobierno almirante Luis Carrero Blanco el 20 de noviembre de 1973 y la enfermedad del dictador.
En estas delicadas circunstancias, el Gobierno optó por colocar a militares de absoluta confianza en los destinos
más importantes. Uno de ellos era Campano López, que como general de brigada de Infantería fue nombrado
inspector general de la Policía Armada –lo que suponía la jefatura de la misma–, como general de División –a
partir del 2 de julio de 1969– gobernador militar de Madrid, y como teniente general –a partir del 8 de diciembre
de 1972– capitán general de la I Región Militar (Madrid), donde resultó clave en la desarticulación de la Unión
Militar Democrática (UMD). Es más. En abril de 1974, un grupo de militares azules –del que formaban parte los
tenientes generales Carlos Iniesta Cano y Campano– pusieron en marcha un plan con el apoyo de la propia familia
Franco, cuyo objetivo era que Campano sustituyese a Iniesta Cano al frente de la Dirección General de la Guardia
Civil, cuando este se retirase el 12 de mayo de ese año y que Iniesta hiciera lo propio con Manuel Díaz Alegría al
frente del Alto Estado Mayor (AEM). De esta forma, la cúspide de las Fuerzas Armadas (FAS) y la más importante
de las fuerzas del Ejército –la Guardia Civil contaba con 66.000 hombres, disciplinados y bien entrenados, en sus
filas– estarían en sus manos cuando se produjera la ya próxima muerte del dictador; lo que podría ser clave para
determinar el futuro próximo del país. El plan triunfó en parte, ya que Campano se convirtió el 10 de octubre de
1975 en director general de la Guardia Civil, pero Iniesta Cano no obtuvo la jefatura del AEM. Cuarenta días
después moriría el general Franco. Pero, resuelta significativo señalar que estas maniobras políticas de Campano no
eran del agrado de sus compañeros, salvo los azules. Así, en un documento fechado en agosto de 1975, se le definía
como “Politizado; en el mundo de los negocios; ambicioso. Muy afecto a Franco. Se supone irá a la Casa del
Generalísimo en Octubre. También se habla de él como Ministro del Ejército y Jefe del Gobierno. Poco prestigio
en el Ejército por su politización”.
La cuarta etapa se corresponde a la Transición, caracterizada por el ostracismo de Campano. Inicialmente, tanto
Arias Navarro como Suárez, le mantuvieron al frente de la Guardia Civil, a pesar de que por su ideología y su
politización, no podía jugar un papel importante en el proceso de cambio político que se iniciaba. El teniente
general, que también era procurador en Cortes, correspondió a esta confianza votando “sí” a la Ley para la Reforma
Política el 18 de noviembre de 1976. No obstante, poco después, y aprovechando unos brotes de indisciplina en el
seno de la Guardia Civil, fue cesado en su destino; siendo sustituido por Antonio Ibáñez Freire, uno de los
generales de máxima confianza del vicepresidente primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa, capitán
general (honorario) Manuel Gutiérrez freire. Este militar sería clave cuando el 9 de abril de 1977 se produjo la
legalización del Partido Comunista de España (PCE), ya que fue uno de los tenientes generales que evitaron que el
malestar militar se convirtiese en una intervención institucional del Ejército en contra del Gobierno.
Respecto a Campano, y tras permanecer unos meses en situación de disponible, fue nombrado capitán general de la
VII Región Militar (Valladolid). Durante los cinco años que permaneció al frente de la misma –una destino menor
dentro del organigrama militar español–, mantuvo una posición crítica ante el proceso de cambio político, como
manifestó a la periodista de ABC María Mérida; a la vez que se negaba a ejercer ningún tipo de liderazgo en el seno
del Ejército, a pesar de ser el teniente general más antiguo, lo que contrastaba con su ambición anterior. Esta actitud
tuvo su manifestación más explícita en mayo 1979, cuando los tenientes generales que formaban el Consejo
Superior del Ejército (CSE) le pidieron que encabezara la terna sobre la que el Gobierno debía elegir al Jefe del
Estado Mayor del Ejército (JEME) –máxima jerarquía del Ejército–. Campano se negó con el argumento de su
avanzada edad y su precaria salud. Precisamente esa posición política crítica unida a su falta de ambición
profesional, convencieron al teniente general Milans del Bosch y al general de división Alfonso Armada Comyn de
que apoyaría el golpe de Estado del 23-F, a pesar de ser más antiguo que ellos en el escalafón. De hecho, durante
esa jornada, Campano estuvo tentado en hacerlo, como recogen las declaraciones sumariales y el testimonio del
algunos protagonistas como Armada, y si al final no apoyo la operación fue por la actitud opuesta del gobernador
militar de Valladolid, general de división Manuel María Mejías y de otros mandos de la región militar. Tras el
fracaso de la operación golpista, se hicieron públicas las dudas de Campano. El Gobierno aprovecharía la Ley
20/1981, de 6 de Julio, de Creación de la Situación de Reserva activa y Fijación de las Edades de Retiro para el
Personal militar profesional, para cesarle el 8 de agosto de 1981, pasándole a la Reserva. No volvió a recibir ningún
destino más.
Ángel Campano López murió a los 79 años en Santa Cruz de Tenerife, el 21 de julio de 1995.

ROBERTO MUÑOZ BOLAÑOS

FUENTES Y BIBL.: Escalillas del Arma de Infantería (Instituto de Historia y Cultura Militar); Hoja de Servicios del teniente
general Ángel Campano López (Archivo General Militar de Ávila); R. MARTÍN VILLA, Al servicio del estado, Barcelona,
Planeta, 1985; M. MÉRIDA, Mis conversaciones con los generales, Barcelona, Plaza & Janes, 1979; R. Muñoz Bolaños, 23-F:
los golpes de Estado, Madrid, Ultima Línea, 2015; R. MUÑOZ BOLAÑOS, “El gran bastión del Franquismo: el Ejército español
en 1975”, en Pasado y Memoria: revista de Historia Contemporánea, 15 (2016), pp. 255-279; R. MUÑOZ BOLAÑOS, “La VII
Región Militar durante el golpe de Estado del 23-F”, en Revista Historia Autónoma, 9 (2016), pp. 171-188; R. MUÑOZ
BOLAÑOS, “Un incidente militar en la Transición: la elección del general Gabeiras como jefe del Estado Mayor del Ejército
(1979)”, en Historia Contemporánea, 50 (2015), pp, 257-283; F. PUELL DE LA VILLA, Gutiérrez Mellado. Un militar del siglo
XX (1912-1995), Madrid, Biblioteca Nueva, 1997.

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