EN TORNO AL REGISTRO DE PERSONAS Y MERCANTIL
Lic. Fabio Alberto Arias C
EN TORNO AL REGISTRO DE
PERSONAS Y MERCANTIL
Lic. Fabio Alberto Arias C.
Profesor Collegium Academicum,
Universidad Autónoma de Centro
América.
Ivstitia. Año 7. Nº 73. Enero. 1993.
I. Antecedentes
Los antecedentes históricos de
los Registros de Personas y Mercantil no
serán otros que los del Registro Público
pues no son más que secciones de éste
como ya sabemos. Además, lo cierto es
que el Registro Público nace como un
Registro de Propiedad, de modo que sus
antecedentes se encuentran en el
llamado: “Oficio de Hipotecas” creado
por el Código General de Carrillo,
inspirado en el Código Civil francés, que
sin embargo no viene a crear un
verdadero Registro de la Propiedad. No
es sino hasta la Ley Hipotecaria del 25 de
setiembre de 1865 que se viene a
completar el inefectivo Registro de
Hipotecas con el anexo indispensable
del Registro de Propiedad. Así las cosas,
el artículo l, dispone que “Se establece
un registro general de hipotecas” que,
agrega su numeral 193, “... se dividirá en
dos secciones, una que se titulara de la
Propiedad, y otra de las Hipotecas” (1).
No obstante, no será hasta el
Código Civil -en adelante CC- del 26 de
abril de 1886 que se crea la Sección
Personas en el Registro Público, según el
artículo 466 aún vigente con algunas
reformas. En cuanto a la Sección
Mercantil, señala BRENES CORDOBA
que se crea en virtud de la Ley Nº 13 del
21 de junio de 1901, siendo a partir de
entonces que se subdivide en Registro
Civil de Personas y Registro Mercantil (2).
Al efecto establece el artículo 1
de la citada ley: “La Sección de Personas
del Registro Público será en adelante la
única oficina de Registro Mercantil para
toda la República. Los libros que han
llevado hasta ahora las Gobernaciones
de provincias y comarcas, serán enviados
al nuevo Registro Mercantil para su
custodia” (3).
Finalmente, el Registro Mercantil
viene a estar previsto y regulado en el
artículo 235 del Código de Comercio
vigente -en adelante CC-, numeral que
sin embargo se limita a establecer los
documentos inscribibles en esa Sección.
Otro tanto sucede con los numerales 466
y 467 del Código Civil en relación con la
Sección Personas.
A propósito de lo anterior
interesa cuestionar las normas generales
aplicables a estos Registros -personas y
mercantil- pues, como ya se ha indicado,
el Código Civil y el Código de Comercio
vigentes se limitan a establecer los
documentos inscribibles. Sin embargo, el
Título VII del Código Civil, Del Registro
Público en el Capítulo 1, es denominado 1
“Disposiciones Generales”, por lo cual
parece se pretendió establecer un
conjunto de normas aplicables a
cualesquiera de las Secciones del
Registro Público, incluyendo el Registro
de Personas que ya aparece regulado en
ese mismo cuerpo de leyes (capítulo III) y
al Registro Mercantil, por remisión del
artículo 2° del Código de Comercio.
No obstante, creemos que tal
afirmación debe ser meditada un poco
más y no pueden esas normas ser
puramente transplantadas a las
secciones de personas y mercantil,
debido a que los mismos antecedentes
de nuestro actual Registro Público
indican que nació como un Registro de
Propiedad -nombre con el cual aún
algunos lo refieren, así como el mismo
Código Civil y al efecto puede verse en
el numeral 1251-, con la finalidad de
asegurar los derechos de propiedad e
hipoteca. Recordemos que sus
antecedentes lo ubican, incluso, en la Ley

Hipotecaria de 1865. Corolario de lo
anterior lo es que las normas de esa
pretendida parte general de nuestro
Código Civil están concebidas y escritas,
en realidad, pensando únicamente en las
Secciones de Propiedad e Hipotecas,
hoy refundidas en el Sistema de Folio
Real, sea un Registro Inmobiliario.
Recordemos que las Secciones de
Personas y Mercantil nacieron más
recientemente y no se han desarrollado
de igual manera, ejemplo de lo anterior
es el sistema de cómputo.
Por supuesto que los principios
regístrales fundamentales se mantienen,
si bien nos interesa analizar algunos
temas tales como el del mismo principio
de “publicidad registral”, al cual
dedicaremos el siguiente acápite.
2. En particular sobre “la publicidad
registral” en Personas y Mercantil
A. Eficacia de los actos frente a
terceros
El Código Civil en el artículo 455
párrafo primero, con suficiente claridad,
dispone: “Los títulos sujetos a inscripción
que no estén inscritos, no perjudican a
tercero sino desde la fecha de su
presentación al Registro...” (el
subrayado es nuestro).
En cuanto al Registro Mercantil, la
Ley N° 13 del 21 de junio de 1901, en el
artículo 4º establecía principio similar:
Los documentos inscribibles en
el Registro Mercantil sólo producirán
efecto legal en perjuicio de tercero,
desde la fecha de su presentación al
Registro, sin que puedan invalidarlos
otros, anteriores o posteriores, no
registrados.
No obstante, la falta de
inscripción de tales documentos, los
terceros podrán utilizarlos en cuanto les
sean favorables
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En cuanto al Código de
Comercio vigente, sin embargo, no
establece norma alguna sobre esa
materia, debido a lo cual y en aplicación
del artículo 2° del mismo Código, parece
aplicable a ese Registro el artículo 455
citado.
Tiene relación el citado numeral
con otro de los principios regístrales, sea
el de “rogación”, esto es, el registrador
no puede actuar o registrar de oficio, aun
en el eventual supuesto de que conozca
la existencia del acto o hecho que
válidamente haya de dar origen a un
cambio en los asientos del Registro. Por
el contrario, se requiere en todo
supuesto que el interesado solicite la
inscripción del documento, solicitud que
será no otra que presentar el título, pues
no hace falta la solicitud expresa dirigida
al Registrador de inscripción, salvo que
se trate de un inscripción parcial o un
retiro sin inscribir del documento -
dependiendo de la naturaleza del título- ,
en cuyo supuesto si se requiere la
solicitud -que puede ir en el texto del 2
documento-.
Relacionado a lo anterior se
dispone la regla de “libertad de
registración”, según la cual la inscripción
del documento no es forzosa para el
interesado. No obstante, la doctrina
conoce distintos sistemas: de una parte,
la inscripción forzosa, que puede
exigirse coercitivamente, sujeta a plazos
y sanciones; y el otro extremo, la
inscripción facultativa o voluntaria,
quedando el derecho más o menos igual
con o sin registro.
Parece que nuestro sistema es un
término medio en que la inscripción es
facultativa, pues no hay obligatoriedad
de efectuarla en un plazo determinado,
ni puede exigirse o se impone sanción.
Consecuencia de lo anterior es que los
actos no inscritos existen jurídicamente,
son válidos y eficaces para las partes; si
bien, como se indicó, tales actos no
perjudican a terceros sino desde su

fecha de presentación al Registro, a
tenor del artículo 455 del Código Civil y
al efecto el interesado (legítimo), puede
pedir la inscripción en cualquier tiempo.
Por lo anterior expresa BRENES
CORDOBA:
“Aunque, en principio, la
inscripción es facultativa, llega a ser
obligatoria de modo indirecto, al
disponer la ley que los títulos sujetos a
inscripción que no estén inscritos, no
perjudican a tercero sino desde la fecha
de su presentación en el Registro...” (4).
Por supuesto que en tales casos
se afirma que la inscripción tiene efectos
declarativos, esto es declara la
existencia, transmisión o modificación de
un derecho o situación jurídica, ya
operada fuera del Registro por un
negocio o acto jurídico que se contiene
en el título que se presenta.
Como excepción al artículo 455
se señala que la inscripción puede ser
forzosa en algunos supuestos para que
nazca el derecho, en cuyo caso la
“inscripción es constitutiva” (a contrario
con la inscripción normal que
llamaremos declarativa), esto es, sin la
inscripción el acto o derecho no nace
jurídicamente o no se tiene por
transmitido, según el caso. Es decir, no
sólo ocurre, como en el caso de la
inscripción normal, que el acto no
inscrito no produce efectos jurídicos
contra terceros, sino que en el caso de
no practicarse la inscripción cuando es
constitutiva, el acto ni siquiera produce
efectos entre los interesados que lo
otorgan.
Distinto de la inscripción
constitutiva es la inscripción obligatoria,
caso en el cual no es exigida para la
validez o eficacia del acto, sino más bien
la falta de inscripción acarrea la sanción
que la ley establece (sanción que no
sería la nulidad del acto ni privarlo de
ninguno de sus efectos jurídicos).
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II. Inscripción constitutiva: en
particular sobre sociedades y poderes
Interesa la distinción entre
inscripción constitutiva y declarativa a
propósito de los Registros de Mercantil y
Personas, donde la inscripción si bien
sigue siendo facultativa, parece que en
algunos supuestos es, además,
constitutiva, no siendo suficiente con la
presentación del documento a la Sección
de Diario del Registro Público en regla
de principio. Al efecto nos interesan dos
supuestos:
a) E.I.R.L. y sociedades:
El primer supuesto es el caso de
la empresa individual de responsabilidad
limitada (artículos 9 a 16 CCo) y las
sociedades mercantiles (artículos 17 a
233 CCo). A tenor del numeral 235 del
Código de Comercio se deben inscribir
en el Registro Mercantil, en lo que
interesa:
a. las escrituras de constitución,
prórroga, modificación o disolución
de las sociedades comerciales y las 3
empresas individuales de
responsabilidad limitada, así como
los documentos referentes a la fusión
o transformación de sociedades;
b. El traspaso del interés de las
sociedades en nombre colectivo, el
de los comanditados en las
sociedades en comandita, el de las
cuotas de capital en las de
responsabilidad limitada, cuando
fuere del caso, y la protocolización de
acta de creación de acciones no
comunes en las sociedades
anónimas;
c. Las escrituras en que conste el
nombramiento, modificación o
revocación de los poderes conferidos
a los gerentes, administradores y
representantes legales de
sociedades comerciales, nacionales o
extranjeras;
d. El nombramiento del consejo de
administración de las sociedades
anónimas

En esa materia, no obstante, los
artículos 19 y 22 establecen,
respectivamente:
“La constitución de la sociedad,
sus modificaciones, disolución, fusión y
cualesquiera otros actos que en alguna
forma modifiquen su estructura,
deberán ser necesariamente
consignados en escritura pública,
publicados en extracto en el periódico
oficial e inscritos en el Registro
Mercantil
Mientras no se hayan
efectuado la publicación y la
inscripción a que se refiere el artículo
19, las resoluciones, los pactos y los
documentos sociales no producirán
efecto legal en perjuicio de terceros ...”
(lo subrayado es nuestro).
Se concluye de lo anterior con
suficiente claridad que en tales materias
no es aplicable, entonces, el numeral 455
del Código Civil. En tal sentido, señaló la
Sala de Casación que la sociedad
adquiere autonomía plena, como
persona jurídica cuando se inscribe la
escritura en el Registro Mercantil, de
manera que no rige lo dispuesto en el
Código Civil respecto a que los títulos
sujetos a inscripción sólo perjudican a
tercero después de su presentación al
Registro (5). Más recientemente, la Sala
Primera de la Corte, en resolución
redactada por el magistrado Cervantes
Villalta, establece expresamente que la
regla del artículo 455 del Código Civil
tiene sus excepciones como sucede con
las sociedades y sus representantes (6).
BROSETA PONT señala que tales
formalidades son por dos motivos, tanto
por las relaciones entre los socios, que
como contrato de duración que es, va a
crear una complicada red de relaciones
jurídicas, intereses, derechos y simple relación asociativa, por lo cual
obligaciones que es mejor conste por
escrito; como debido a que la sociedad
se ha convertido en unidad de
imputación jurídica dotada de
patrimonio propio, por lo que los
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terceros deben conocer las reglas
constitutivas de la sociedad (7).
Al efecto ha señalado también la
Sala Primera de la Corte: “...mientras no
se haya realizado la inscripción
correspondiente, el contrato de
sociedad y cualquier otro documento
social, no producen ningún efecto legal
en perjuicio de terceros, según lo
dispone el artículo 22 del Código de
Comercio, ello significa que dicho
contrato social es plenamente válido y
eficaz desde el momento mismo de su
celebración con respecto a socios y
terceros en todo lo que les beneficie ...”
(8).
Consecuencia de lo anterior, el
contrato de sociedad que no aparezca
debidamente inscrito en el Registro
Público y que perjudique a terceros no
existe y los socios responderán
solidariamente frente a terceros. A tal
propósito se establece que se tratara de
sociedades no personificadas, las cuales
se distinguen entre sociedad de hecho o 4
sociedad irregular, “...entendiéndose por
sociedad irregular propiamente aquella
en que se han cumplido algunos
requisitos que exige la ley, pero que aún
le faltan otros por cumplir, siendo por
tanto más fácil de probar que la de
hecho, dado que en ella existe un
documento básico de convenio social, al
cual no le faltan sino algunas
formalidades ...” (9). En tal supuesto, a
tenor del artículo 22 citado, los socios
fundadores responderán solidariamente
ante terceros de las obligaciones que en
tales circunstancias se contrajeren por
cuenta de la compañía. A contrario, la
sociedad de hecho sería la que ni
siquiera está escriturada en los términos
de los artículos 19 y 22, sino es una
todos los participantes serán
responsables solidariamente de las
obligaciones contraídas, según
integración por analogía del artículo 664
del mismo Código de Comercio (10).

Debemos insistir que sucede
igual en cuanto a los personeros de la
sociedad, como ya señaló el Tribunal
Superior Contencioso Administrativo: en
este caso por tratarse de poderes
generalísimos, por excepción de la regla
general de que los documentos
presentados al Registro Público
perjudican a tercero desde su
presentación, no basta la presentación
de poder al registro, sino que se
requiere su inscripción (11).
Un comentario aparte merece el
artículo 89 del CCo, a propósito de la
sociedad de responsabilidad limitada,
según el cual “La designación (del
gerente o gerentes) podrá hacerse en el
mismo contrato social o en escritura
posterior, la cual sólo tendrá efectos y
validez después de su publicación e
inscripción”
Como es bien conocido, la
validez o invalidez de un acto o negocio
jurídico se trata de una valoración nega-
tiva de parte del ordenamiento jurídico
ante la falta de presupuestos o
elementos necesarios para la existencia
de este; en este caso, de la asamblea de
cuotistas. Corolario de lo anterior lo es
que se refiere a otros aspectos distintos a
la inscripción, la que normalmente tiene
relación con la eficacia del negocio, sea
ante las partes o únicamente ante
terceros, que es precisamente la llamada
ineficacia relativa o inoponibilidad del
acto o contrato. Debemos concluir,
entonces, que la redacción del numeral
89 citado no es correcta y la inscripción
no es requisito de validez del acuerdo de
designación de los gerentes.
Finalmente, también es necesario
referirse al supuesto de la sociedad civil,
pues a tenor del inciso 5) del artículo 466
CC, en la Sección Personas se inscriben
los documentos en los que se
constituyan sociedades civiles o se les dé
representación. Nos interesan los efectos
de tal inscripción, pues se ha dicho que
con la inscripción se adquiere la
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personalidad jurídica -similar a la
sociedad mercantil-. Lo anterior, sin
embargo, no tiene sustento normativo
alguno pues las normas de esta forma
social, para la regularidad de la misma,
sólo exigen el convenio legal, pero no la
inscripción. En tal sentido tenemos la
sociedad de hecho civil, a tenor del
artículo 1.198 de ese Código, cuando
estamos ante “una sociedad sin convenio
que le dé existencia legal”.
No existe norma alguna que
disponga que la sociedad civil es
persona jurídica, tan sólo es una
autonomía patrimonial como sucede en
otros sistemas con la sociedad en
nombre colectiva y sociedad en
comandita. Resulta lo anterior con
suficiente claridad de los arts. 1.233 a
1.235 del CC, último según el cual
“Siendo obligada la sociedad respecto
de terceros, responderán los socios por
partes iguales, aunque su interés en
aquella sea desigual…”, siendo las
normas anteriores las que establecen
cuando se obliga la sociedad. 5
b) Poderes generales y generalísimos:
En materia de poderes generales
y generalísimos, tanto en la Sección de
Personas como en la Mercantil si se trata
de comerciantes, también la inscripción
es constitutiva del poder, pues el artículo
1251 del Código Civil dispone:
“Los poderes generales y
generalísimos deben otorgarse en
escritura pública e inscribirse en la
sección correspondiente del Registro de
la Propiedad y no producen efectos
respecto de tercero sino desde la
fecha de su inscripción” (El subrayado
es nuestro) (12).
La misma conclusión sería
aplicable en materia de mandato
mercantil (doctrina del art. 2º del Código
de Comercio), como sería los supuestos
de poderes otorgados por sociedades
mercantiles (art. 187), factores (art. 314),
otros auxiliares mercantiles (p.e.
comisionistas, art. 273) o simplemente el

poder general o generalísimo otorgado
por un comerciante, así como la
renovación, sustitución, modificación o
prórroga de este (art. 235 inciso c).
C. Supuestos de inscripción
“meramente declarativa”
En cuanto a otros supuestos de
documentos inscribibles en la Sección de
Personas y Mercantil, debemos agregar
que los efectos de las inscripción son
“meramente declarativos o informativos”,
con lo cual nos atrevemos a afirmar que
el acto surte efectos ante las partes y
terceros desde antes de la inscripción,
pues se trata en tales casos de una
resolución judicial la que surtirá efectos
desde el momento en que alcance
firmeza, independientemente de su
inscripción, la que únicamente tiene
como fin informar a terceros. Al efecto
tenemos los siguientes incisos del
numeral 466 del Código Civil:
“1. Las ejecutorias y documentos
auténticos en virtud de los cuales resulte
modificada la capacidad civil de las
personas”. Debemos entender que el
inciso se refiere a la “capacidad de
actuar”, conforme con los artículos 36 y
siguientes del Código Civil, para
distinguirla de la capacidad jurídica. En
particular nos interesa los supuestos de
los artículos 41 y 42, esto es incapacidad
mental declarada judicialmente y el
sordomudo que no sabe leer ni escribir,
pues al decir modificaciones supone
“mayores de edad”, que son los sujetos
de derecho plenamente capaces y no los
menores. Se refiere entonces a la
sentencia de “interdicción” en relación
con el numeral 219 en el período oficial y
se inscribe en el Registro Público. (13).
No obstante, los numerales 41 y
42 citados establecen que los actos y
contratos celebrados por el incapaz
mental declarado judicialmente y el
sordomudo que no sabe leer ni escribir
“son absolutamente nulos”, y para tal
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efecto sólo lo sujeta a la declaratoria
judicial, sin posteriores trámites.
“2. La sentencia que declare la
ausencia o la presunción de muerte, y
quiénes son los herederos puestos en
posesión provisional o definitiva de los
bienes”. Al efecto se regula en los
artículos 71 a 79 del Código Civil,
declaración que se efectúa a través de
diligencias de actividad judicial no
contenciosa conforme los artículos 796
inciso 6), y 848 al 853 de la ley procesal
civil. Agrega el artículo 853 inciso 2) que
la presunción de muerte se comunicará
al Registro Civil, por lo cual debemos
agregar que también al Registro Público.
Entendemos que tampoco será
de aplicación el numeral 455 tantas
veces citado, pues si se refiere a la
puesta en posesión provisional y
definitiva de los bienes la misma surtirá
efectos cuando la resolución que declara
la ausencia o presunción de muerte
alcance firmeza, sin requerir para su
eficacia la inscripción. 6
“3º La (resolución) que declare
la insolvencia o quiebra, y la aceptación
del nombramiento de curadores”. Debe
entenderse que se refiere el Código Civil
a la insolvencia o concurso civil de
acreedores y aceptación del curador en
esas diligencias. Lo anterior debido a
que la declaratoria de quiebra de un
comerciante o una sociedad y el
nombramiento del curador en la misma
se inscribirá en la Sección Mercantil a
tenor del artículo 235 inciso j) y k) del
código de la materia.
Al efecto debemos insistir en que
tal declaratoria, como el nombramiento y
aceptación del curador, surte efectos a
partir de que lo establece el auto
respectivo, independientemente de las
comunicaciones e inscripción en el
Registro Público. Con claridad meridiana
dispone el artículo 900 del Código Civil
que los actos de disposición y actos de
dominio del insolvente, “después de

publicada en el periódico oficial la
declaratoria de insolvencia, son
absolutamente nulos”.
Incluso podemos considerar que
no resulta aplicable el numeral 455 pues,
aun cuando se hubiera presentado un
documento antes de la comunicación al
Registro, se impedirá la inscripción si el
mismo se encuentra dentro del llamado
período de sospecha o insolvencia legal,
que se presume treinta días antes de la
fecha en que se solicitó la declaratoria,
siendo posible retrotraerla hasta tres
meses, de tal modo que la resolución
que declare la apertura del concurso
debe señalar la fecha en que hubiera
comenzado el estado de insolvencia
(doctrina de los artículos 888 del Código
Civil, en relación al 740 inciso b) del
Código Procesal Civil). Agrega el artículo
740 inciso e) citado, que esa resolución
dispondrá “La comunicación al Registro
Público de la declaratoria y su fecha,
para que se abstenga de inscribir títulos
emanados del insolvente, con
posterioridad a ella”.
En cuanto a la personería del
curador, según el artículo 753 de ese
código, la personalidad del curador
debe inscribirse en el registro respectivo,
para el efecto de que el curador
compruebe extrajudicialmente, su perso-
nería, o dentro del proceso cuando se la
nieguen; pero la falta de inscripción no
dará lugar por sí sola a nulidad alguna.
Por lo demás no es aplicable el artículo
455 pues según el mismo se considera
tercero quien no es parte en el acto o
contrato, y en el presente caso se trata
de una cuestión distinta, sea de
personería, como ya se ha resuelto en
materia de albaceas.
“4º La certificación en que conste
la aceptación del albacea nombrado por
el testador, por el juez o por los
herederos”. Creemos que tal
certificación será de una resolución
judicial si se trata del procedimiento
sucesorio judicial dispuesto por los
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numerales 892 y siguientes del Código
Procesal Civil; pero también es posible
que fuese notarial si estamos ante el
procedimiento sucesorio extrajudicial
que aparece en los artículos 922 y
siguientes de ese código.
En todo caso ya ha establecido el
Tribunal Superior Segundo Civil que
para otorgar la condición de albacea “no
es necesaria tal inscripción y por ello no
resulta aplicable dicha norma -referido al
455 citado-, pues como bien se indica en
su párrafo segundo, se considerará
“tercero” al que no ha sido parte en el
acto o contrato, y en el presente caso no
se trata ni de un acto o contrato, sino de
una simple personería”. (14).
3. Inscripciones provisionales y
cancelación de inscripción
Frente a las inscripciones
definitivas, también conocemos las
preventivas, preacotaciones o
“provisionales”, que tienden a asegurar 7
frente a posibles terceros derechos que
aún no pueden hacerse efectivos. Nos
interesa también su posibilidad en
cuanto a los registros de Personas y
Mercantil, pues se considera que pueden
anotarse provisionalmente las demandas
que versen sobre la rectificación o
cancelación de asientos en los registros.
Si se declara con lugar la demanda la
anotación se convierte, en definitiva,
presentada que sea al registro la
correspondiente ejecutoria, como
parece debe deducirse de los artículos
468 inciso 2) y 469 del Código Civil.
Un supuesto interesante, incluso,
lo sería la demanda de impugnación de
acuerdos de asambleas de socios, los
cuales aparecen inscritos en el registro
respectivo. Al presentarse la demanda,
como medida provisional se solicita se
comunique al Registro la interposición
de esta, en la intención de que afecte a
terceros.

No obstante, CAPPELLA ha
considerado que tal comunicación no es
legal, pues es su opinión que las
anotaciones de demanda se refieren
exclusivamente a las que tienen que ver
con derechos reales sobre inmuebles,
basado en el tenor literal del artículo 282
del Código Procesal Civil que señala, en
su segundo párrafo, que “El
mandamiento contendrá el nombre y los
apellidos del actor y del demandado, y
las citas de inscripción de la finca y del
derecho real de que se trate” (15)
Creemos que se vuelve,
entonces, a confundir el Registro Público
con un Registro de Propiedad, lo cual ya
hemos cuestionado anteriormente.
Consecuentemente no compartimos tal
criterio, en tanto el artículo 468 del
Código Civil es norma genérica y en el
inciso 2) se refiere únicamente a las
demandas de cancelación o rectificación
de asientos del Registro, sin especificar
la sección o secciones del mismo a que
se refiere. Si el acuerdo de una asamblea
aparece inscrito en el Registro y luego el
mismo es impugnado en la vía judicial,
parte de la pretensión de la demanda
será precisamente la cancelación del
respectivo asiento, por lo cual procede
su anotación con carácter provisional
para obtener la publicidad ante terceros.
Así sucede en derecho comparado y no
vemos razón alguna en contra, como lo
confirma la “praxis judicial”.
En cuanto a la cancelación de
inscripciones, la misma aparece regulada
en los artículos 471 y siguientes del
Código Civil, sin embargo, no todos los
supuestos allí enunciados interesan en
cuanto a las secciones de personas y
mercantil. La cancelación de asientos en
estas secciones se puede presentar por
nulidad o falsedad del título en virtud del
cual se ha hecho la inscripción (artículos
472 inciso y 477 inciso 1º) o cuando se
haya verificado por error o fraude (477
inciso 2°); si bien como agrega el
numeral 477 in fine, “...en estos casos la
nulidad sólo perjudica a terceros
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posteriores cuando se haya inscrito
provisionalmente la demanda
establecida para que se declare en
juicio”. Razón de más para insistir en la
posibilidad de anotar provisionalmente
una demanda para la cancelación de una
inscripción en las secciones de personas
y mercantil.
Por lo demás, como norma
especial para la Sección de Personas -
aplicable al Registro Mercantil en virtud
del artículo 2° CCo-, el numeral 476 CC
dispone que “En el Registro de Personas,
las inscripciones se cancelarán total o
parcialmente en virtud de documento
público o auténtico, en que conste
legalmente que ha cesado la
incapacidad o han cesado o se han
modificado las facultades administrativas
objeto de la inscripción”.
Se refiere, entre otras, a la
circunstancia de haberse levantado la
interdicción (art. 226 Código de Familia);
reaparición del ausente o presunto
muerto (artículo 77 CCO; la terminación 8
del concurso y levantamiento de la
interdicción del insolvente (art. 962 CC) o
la rehabilitación del quebrado (art. 950
CCo); la revocatoria o modificación del
poder (art. 1.278 y 1.282 CC), la
modificación de las capitulaciones
matrimoniales (art. 39 Código de
Familia), etc.
Sobre el último punto a que se
refiere el numeral 476 citado, esto es,
que han cesado o modificado las
facultades de los administradores, podría
sostenerse que es uno de los asuntos
que mayor problema ha presentado en
materia societaria: la renuncia de un
director o consejero. El Código de
Comercio no establece norma alguna al
respecto, por lo cual hay criterios
encontrados entre algunos Tribunales y
el Registro Público.
En cuanto a la posibilidad de la
renuncia, la misma debe ser admisible
según lo permite el artículo 1.278 inciso

4 CC, aplicable a lo mercantil, que
considera que el mandato termina con la
renuncia del mandatario. La cuestión es
con relación al órgano competente para
conocer de esa renuncia, pues el
Registro Público considera que la
renuncia debe ser presentada ante quien
hizo el nombramiento, que debería
nombrar el sustituto. Lo anterior presenta
problemas tales como que dicho órgano
no quiera aceptar o, incluso, no se reúna
para conocer de la misma. En cuanto a lo
primero, la Sala Segunda Civil consideró:
“El Código de Comercio no
contiene ninguna regla que prohíba
dimitir de sus cargos a los miembros del
consejo de administración de una
sociedad anónima, por lo que en
ausencia de un precepto que establezca
tal prohibición, tiene que admitirse el
derecho a renunciar a los integrantes del
consejo, sin quedar sujeta la dimisión a
que la apruebe la asamblea, porque ésta
carece de facultades para no aceptarla.
De manera que la renuncia produce sus
efectos de inmediato y desde este
momento el dimitente pierde su
condición de miembro del consejo”. (16).
En cuanto al segundo problema,
sea que no quieran reunirse, es de más
compleja solución. Podría pensarse que,
como representante, puede convocar al
órgano o pedir al juez que convoque. No
obstante, el Tribunal Superior primero
Civil consideró que no procedía
convocar a ello pues el administrador
puede renunciar en escritura pública e
inscribir ese documento en el Registro
(17).
El Registro, no obstante, no ha
aceptado el anterior enunciado tal vez
siguiendo el criterio de las competencias
orgánicas, esto es, que la asamblea de
accionistas es la competente para el
nombramiento y consecuentemente para
la cesación en el cargo, pero eso ha
dado lugar a problemas eminentemente
prácticos, y todo en relación con la
cuestión, de igual importancia, de que la
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sociedad no puede quedar sin
representante. No obstante, este
problema si tiene solución en el Código
Procesal Civil que establece el
procedimiento para el nombramiento de
representante de personas jurídicas, a
tenor del numeral 266.
Creemos nosotros que debería
aceptarse la posibilidad de renuncia en
escritura pública que se presente al
Registro para su inscripción, sin importar
que la misma sea o no aceptada por el
órgano deliberativo. Lo anterior pues la
ley procesal tiene el trámite previsto para
las sociedades que carecen de
representante, que sería aplicable en
este supuesto.
4. Documentos inscribibles
En cuanto a los documentos
inscribibles, sólo pueden inscribirse los
títulos que consten en escritura pública,
de ejecutoria o de otro documento
auténtico, expresamente autorizado por
la ley, según el artículo 450 CC y el 9
artículo 22 del Decreto Ejecutivo 9885-J
del 16 de abril de 1979 y sus reformas,
Reglamento del Registro Público.
Lo que nos interesa ahora, sin
embargo, es si la enumeración de las
normas al respecto sea el numeral 466
CC para la sección personas y el artículo
235 CCo para la sección mercantil, debe
entenderse como taxativa, es decir que
no permite ampliación analógica, no se
puede ampliar la lista aunque
encontremos otros supuestos que por
naturaleza se asemejan, o por el
contrario podemos considerar que es
una mera lista que se puede ampliar por
analogía. Por supuesto que deben
admitirse los otros casos señalados en
leyes especiales, como sucede con las
fundaciones (Ley de Fundaciones, N°
5338 del 28 de agosto de 1973, artículo)
y las sociedades de actividades
profesionales (Ley de Sociedades de
Actividades Profesionales, N0 2860 del 21
de noviembre de 1961, artículo 4º), las

que se inscribirán en el partido o sección
de personas del Registro Público.
Lo que interesa es si los
documentos inscribibles son únicamente
los indicados en esos numerales u otras
leyes especiales o por el contrario es
posible la inscripción de otros supuestos
distintos a los allí indicados. Esto es, silos
documentos inscribibles son materia
reservada a la ley, o pueden las partes
crear derechos que se inscriban en el
Registro Público.
Lo anterior nos lleva a la
discusión en torno a si el derecho
registral es derecho público o privado.
Sea por el interés regulado o el ente o
personalidad a que se refiere, son
muchos los criterios que ha barajado la
doctrina sobre tal discusión, pero en lo
que interesa lo cierto es que el derecho
público es regido por el principio de
legalidad, es ius cogens. Dice MARIN
PEREZ que el derecho formal registral -el
que reglamenta la organización del
Registro- es marcadamente un Derecho
Público; así las cosas, las operaciones
realizadas en él son, en cierto modo, de
dominio público, no pudiendo ser
alteradas por la voluntad de los
interesados (18).
Parece, entonces, que
únicamente puede ser objeto de
Registro aquello expresamente previsto
por el legislador, salvo que la misma ley
permita la creación de derechos o actos
no tipificados expresamente, como se ha
defendido para los derechos reales en
inmuebles a tenor del artículo 459 inciso
2 del Código Civil, que al disponer los
derechos que son materia de inscripción
en el Registro de Propiedad agrega, “... y
cualesquiera otros reales diversos del de
hipoteca” (19).
En cuanto a los Registros que nos
referimos, interesa a propósito de otras
sociedades mercantiles no tipificadas
expresamente en el Código de
Comercio; en particular se ha discutido
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sobre la sociedad en comandita por
acciones, pues el artículo 17 se refiere a
la sociedad en comandita simple, pero
los artículos 57 y siguientes lo hacen a la
sociedad en comandita, sin aludir a si es
la simple o por acciones, que son las dos
formas que conoce el derecho
comparado. La sociedad en comandita
por acciones se caracteriza frente a la
simple porque la participación de los
socios comanditarios se incorpora en
títulos accionarios negociables cuya
transmisión determina la condición de
socio comanditario; así como la
existencia de una junta o asamblea
general de los accionistas-comanditarios
que, a diferencia de la sociedad
anónima, no es el órgano soberano de la
compañía: es únicamente el órgano de
expresión de la voluntad de estos
accionistas.
Particular interés tiene esta forma
societaria ante la letra del artículo 543
del Código Procesal Civil que, para
efectos del procedimiento de liquidación
judicial, regula dicha sociedad, por lo 10
cual debe hacerse la pregunta de si la
sociedad en comandita por acciones está
reconocida en nuestro sistema jurídico,
esto es, si podría inscribirse. Si bien es
cierto que el derecho sustantivo no la
regula, el mismo Código de Comercio
en el artículo 74 remite a las
disposiciones de la sociedad anónima,
en lo que le fuere aplicable a la sociedad
en comandita, remisión que creemos
podría incluir al capítulo de las acciones
como forma de acreditar y transmitir la
condición de socio comanditario, según
admite la doctrina y el Código Procesal
Civil -le y posterior al Código de
Comercio-.
____________
(1) Colección de Leyes del año 1865,
Imprenta Nacional, p. 195 y Ss.
(2) BRENES CORDOBA, Alberto, Tratado de
los Bienes, Librería e Imprenta Lehmann,
1940, p. 232.

(3) Código de Comercio y otras leyes
mercantiles. San José, Librería e Imprenta
Lehmann (Sauter & Co.), 1931, pp. 167 - 169.
(4) BRENES CORDOBA, Op. cit. p. 225.
Agrega ALBALADEJO que, referido a la
inscripción facultativa, (No obstante, la ley
procura impulsar a inscribir en el Registro,
negando determinados efectos a los actos
que, siendo inscribibles, no se hayan inscrito
‘. ALBALADEJO, Manuel, Derecho Civil, Tomo
III, Derecho de Bienes, Volumen Segundo,
Barcelona, Librería Bosch, 1977, reimpresión,
p. 395. Al efecto es interesante el artículo 478
de nuestro Código Civil, en el capítulo VII
denominado Disposiciones transitorias
que señala lo siguiente: “No se admitirá en
los tribunales ni en las oficinas del Gobierno a
no ser invocado en juicio contra alguna de las
partes, sus herederos o representantes,
ningún documento sujeto a inscripción, que
no haya sido inscrito; pero respecto de los
poderes y demás documentos y otorgados
que por la legislación anterior no estaban
sujetos a inscripción, sólo será aplicable este
artículo noventa días después de hallarse en
vigor este Código
(5) Sala de Casación, N° 82 de las 15:00 hrs.
del 2 de noviembre de 1977. Ordinario de
I.A.M. y otro contra R.M.A.
(6) Sala Primera de la Corte, N° 66 de las
14;40 hrs. del 25 de noviembre de 1988,
Revista Judicial, año XVIII, marzo, 1992,
página 218, sumario 93.
(7) BROSETA PONT, Manuel, Manual de
Derecho Mercantil Madrid, Editorial Tecnos,
S.A., tercera edición, 1977, p. 164 - 166.
(8) Sala Primera de la Corte, N° 50 de las
15;30 hrs. del 9 de setiembre de 1993,
Revista Judicial, San José, año X, marzo,
1986, página 226, sumario 1650.
(9) Sala de Casación, N0 68 de las 15:30 hrs.
del 24 de julio de 1980. Véase Pereira, José
Ma. y Trejos, Gerardo, Código de Comercio
(anotado y concordado), San José, Editorial
Juricentro, 1a. edición, 1989, p. 65.
(10) En tal sentido, véase Tribunal Superior
Primero Civil, N0 602 de las 9:00 hrs. del 23
de abril de 1985. Revista Judicial, San José
año XII, junio, 1988, p. 1193, sumarios 906 -
907. Sobre el desarrollo de la jurisprudencia
en esa materia, sin embargo, puede verse:
CERTAD MAROTO, Gastón, Las más
complejas formas de colaboración orgánica;
las relaciones asociativas (Criterios de
distinción a la luz de la jurisprudencia italiana
y nacional). San Pedro de Montes de Oca,
EN TORNO AL REGISTRO DE PERSONAS Y MERCANTIL
Lic. Fabio Alberto Arias C
Editorial Alma Mater, Sa. edición, 1988, pp.
39- 63.
(11) Tribunal Superior Contencioso
Administrativo, N° 4401 de las 10:15 hrs. del
16 de diciembre de 1980. Revista Judicial,
San José, año VII, junio, 1983, p. 180, sumario
3239
(12) Véanse: resoluciones del Tribunal
Superior Contencioso Administrativo, N°
4.944 de las 15:50 hrs. del 30 de julio de
1980; y de la Sala Primera de la Corte, N° 66
de las 14;40 hrs. del 25 de noviembre de
1988, Revista judicial, año XVIII, marzo, 1992,
página 218, sumario 93.
(13) No obstante debe aclararse que el
Código Procesal Civil vigente distingue entre
la insania y la interdicción, que son dos vías
procesales diferentes: la primera, actividad
judicial no contenciosa (artículo 796 inciso 4),
en relación con el 824); la segunda,
abreviada (420 inciso 7), que exige luego el
nombramiento del curador en la actividad
judicial no contenciosa, a tenor de los
artículos 796 inciso 50 y 844 al 847 del
mismo Código.
(14) Tribunal Superior Segundo Civil, Sección
Primera, N° 866 de las 10;35 hrs. del 15 de
noviembre de 1988. Revista Judicial, San
José, Año XVII, marzo, 1992, p. 240, sumario
179. 11
(15) CAPPELLA MOLINA, Gino. Aspectos
procesales de interés en el proceso de
anulación de los acuerdos asamblearios de
las sociedades anónimas, en Ivstitia, año 6,
enero, 1992, N° 61, p. 5.
(16) Sala Segunda Civil. N° 36 de 15;50 hrs.
del 4 de marzo de 1975. Incidente que
plantea el lic. J.M.C.F. Consideró la Sala que
el incidentista dejó de pertenecer al consejo
de administración desde el momento formal
de su renuncia.
(17) Tribunal Superior Primero Civil, N° 34 de
las 8:40 hrs. del 9 de enero de 1981.
Diligencias de aceptación de renuncia de
presidente y apoderado de la sociedad A.S.A.
(18) MARIN PEREZ, Pascual. Introducción al
Derecho Registral. Madrid, Editorial Revista
del Derecho Privado, pp. 193-197.
(19) Véase al respecto SANCHEZ BOZA, Ligia
Roxana, La Propiedad y los derechos reales
nuevos, la Propiedad: Ensayos. San José
Editorial Juricentro, 1983. pp. 149 - 152