Está en la página 1de 13

OJALÁ ME OLVIDE DE VOS PARA

SIEMPRE
de
LEONEL GIACOMETTO y PATRICIA SUÁREZ

PRIMER PREMIO CONCURSO DE TEATRO BREVE


GRANADA, ESPAÑA, 2005

Y no respeté como antes mi amor, que por su culpa


cayó como una flor cae al costado del campo y el
arado la aplastó al pasar.
CATULO

Personajes:

Pedro
Bettina, embarazada de 7 meses
Emilio
Emanuel
Don Nino
Doña Nicolina

Balneario de una playa poco transitada.

UN BOTE
En el agua. Un bote, dentro Emilio y Emanuel. Aunque hay dos
pares de remos, sólo rema Emilio.

Emilio: No remo más.


Emanuel: Falta para la islita de los patos.
Emilio: No quiero ir hasta ahí.

1
Emanuel: ¿No querés ver los patos?
Emilio: ¿Nunca viste un pato?
Emanuel: A la naranja nada más.
Emilio: Seguro que sos vos el que le retorcés el cogote en el
restaurant.
Emanuel: Yo no los toco a los patos.
Emilio: Vos de tocar no te privás.
Emanuel: Dios me hizo las manos, ¿no?
Emilio: Y el culo.
Emanuel: Qué ordinario que sos.
Emilio: Yo sé por qué lo digo.
Emanuel: ¿Por qué?
Emilio: Por nada.
Emanuel: Ah, te hacés el misterioso. Ya sé. Estás celoso porque te
hice esperar cuando me quedé charlando con la vieja esa sobre las
recetas de la bagna cauda.
Emilio: Me acuerdo cuando me acariciabas todo.
Emanuel: Mirá que comer cardo los piamonteses.
Emilio: Yo soy un idiota.
Emanuel: Es porque la conocés con el nombre de fondue de queso.
¿Te acordás que comimos una en la casa de Marcelo? Qué mal que
cocinaba.
Emilio: ¿Qué Marcelo?
Emanuel: Tu amante.
Emilio: Ah, sí. Hace como ocho años.
Emanuel: Anoche no me dejó dormir la pareja de al lado. Cómo gime
esa gente...
Emilio: Porque lloraba.
Emanuel: Si todavía no nació el bebé.
Emilio: Él lloraba.
Emanuel: Si todavía no nació...
Emilio: El marido.
Emanuel: Ella tiene cara de yegua.
Emilio: ¿Podés dejar de tirarle migas a los peces?
Emanuel: ¿Qué peces? Es para que vengan los patitos. Vos no estás
remando para el lado de la isla.
Emilio (saca una foto): ¿Quién es?
Emanuel: Mi prima la de Córdoba. Vos no la conocés.
Emilio: ¿Y por qué te dedicó la foto si es tu prima?

2
Emanuel: ¿Y vos por qué me revisás las cosas?
Emilio: Porque la tenías debajo de la almohada.
Emanuel: Es que yo te dije que Chita no limpia bien; ella...
Emilio: Estaba debajo de la almohada del hotel.

Pausa larga.

Emanuel: No puede ser.


Emilio: Vos no tenés parientes.
Emanuel: Es mi prima Melina, es hija de la tía Gladys que la tuvo de
soltera en Calafate. Después, se mudaron a Córdoba. Ella se distanció
de la familia porque no la perdonaron. Y hace dos semanas, Melina se
decidió a escribirme...
Emilio: ¿Qué familia? ¿De qué estás hablando?
Emanuel: ...De mi prima...
Emilio: ¿Qué prima? Si vos no tenés familia. Te criaste en un
orfanato.
Emanuel (rompe a llorar melodramáticamente): Por eso estoy tan
conmovido. No podés comprender. Vos porque no querés a nadie en
tu familia.
Emilio: ¿Qué hacés tirando una varilla de pan al agua? Vas a atraer
un tiburón.
Emanuel: Calláte, dejáme llorar por lo menos.
Emilio: Decíme quién es.
Emanuel: ¡Melina!
Emilio: Volviste a las andadas. Ella es la maître nueva. Infeliz: ¿no te
das cuenta que se encama con vos por el puesto que le conseguiste?
(Enseñándole la foto.) Mirá la pinta de cabaretera que tiene. ¿Te
creíste que es amor verdadero, esto?
Emanuel: ¡Es mi prima de Calamuchita!
Emilio: Seguís mintiendo. No te reformaron bien.
Emanuel: Cómo podés recordarme aquella época.
Emilio: Cómo podés cagarme con una mujer.
Emanuel: Te juro que es mi prima. (Enfático.) Te lo juro por mi
madre.
Emilio: ¡Si no la conociste!
Emanuel: Lo juro por vos.
Emilio: Hijo de puta. (Pausa.) Vi el resumen de tu tarjeta de crédito.

3
Emanuel (Ofendido): ¿Vamos a hablar de plata ahora? Te voy a
devolver los quinientos pesos.
Emilio: ¿Fuiste con tu prima a comer a La Costa Azul?
Emanuel: ¿Qué? ¡Era un reemplazo que hice! Necesitaban un chef y...
Emilio: ¿Y te lo cobraron?
Emanuel (amargo): Bueno, ya que me revisás todo, te lo voy a tener
que decir. Iba a ser una sorpresa. Fui con Daniel y Leonardo a
planear tu fiesta de cumpleaños. Ahí tenés.
Emilio: Faltan siete meses para mi cumpleaños.
Emanuel: Sabés que soy perfeccionista. (Un tiempo.) Y no es
cualquier fecha: cumplís 50.

Emilio le pega una cachetada.

Emilio: ¿Quién es Melina?


Emanuel: Vos estás loco. Mirá, perdí el lente de contacto, ¡no veo
nada! ¡no veo nada!
Emilio: Eran de color nada más.
Emanuel: ¡No! ¡Tenían aumento!

Emilio rompe la fotografía y la tira al agua.

Emanuel: ¿Qué hacés?


Emilio: Alimento a los patos.
Emanuel: ¿Cómo te atrevés?
Emilio: Cómo te atrevés.

Emanuel se tira al agua a rescatar los fragmentos de fotografía.

Emilio: ¡Subí! (Pausa.) ¡Subí, Emanuel! (Pausa) Si no sabés nadar;


¡subí!

BAJO LA SOMBRILLA

Bettina: Sabés qué me gustaría comer: un helado de cereza. Pero de


esos de palito. ¿No podés ir hasta el parador a preguntar si tienen?
Pedro: Tocáte el culo.

4
Bettina: ¿Qué?
Pedro: Por el antojo; para que no se te manche el bebé.
Bettina: No importa; si total las manchas no se le van a ver.

Larga pausa.

Pedro: ¿Y qué necesidad tenías de estar en Australia?


Bettina: No sé. Pensé que iba a estar mejor que acá.
Pedro: Pasáme el bronceador en la espalda.
Bettina: ¿Ahora? Te pongo bronceador, pero me vas a buscar un
helado.
Pedro: ¿No te parece que estás comiendo mucho?
Bettina: Como por dos.
Pedro (se pasa él a sí mismo el bronceador por la espalda como
puede): ¿Le mandaste la postal a mi mamá?
Bettina: ¿Qué postal?
Pedro: La de los lobos marinos.
Bettina: Ah, ¿era para tu mamá? No te entendí; se la mandé a
Johnny.
Pedro: ¿No era que no tenías la dirección?
Bettina: Se la mandé al Club.
Pedro: ¿No era que lo había comprado un club de Holanda?
Bettina: ¿De dónde sacaste eso?
Pedro: Vos me lo dijiste.
Bettina: Dejá que te paso yo el bronceador. Te enchastraste todo.
Acercáte que no puedo mover.
Pedro: Ni que el bebé fuera un ternero.
Bettina (aprieta fuerte el pomo de bronceador, a él le pega en la cara):
Ay, Pedro, justo te moviste.
Pedro: Animal. Sos un animal.
Bettina: Pero bien que te gusto.
Pedro: Eso fue al principio.
Bettina: ¿Cuándo no se me notaba?
Pedro: Y sí. No parecías tan bruta.
Bettina: ¿Yo, bruta? Vos tendrías que inclinarte todas las tardes a La
Meca, y agradecer a Alá que yo haya llegado a tu vida.
Pedro: Si yo no soy musulmán.
Bettina: Pero mi hijo sí.
Pedro: Calláte, Bettina.

5
Bettina: Te lo estoy diciendo en serio. Pienso ponerle Esteban Abdul.
Pedro: Dame un pañuelo.
Bettina: No tengo.
Pedro: Se me pega la arena.
Bettina: Andá y metéte al agua.
Pedro: Volvamos al hotel.
Bettina (pícara): Ay. Vos querés que volvamos otra vez a...
Pedro: Ni loco. Me duelen hasta los riñones de cuando te me tirás.
Bettina: ¿Me estás diciendo gorda? Todo el día me estás diciendo
gorda. Después que nazca Esteban Abdul me pongo a régimen.
Pedro: Dejá de decirle Abdul, hacéme el favor.
Bettina: Te dije que le pienso poner Abdul, por el Islam.
Pedro: ¿Qué Islam?
Bettina: Mirá esos viejos. Qué lindo llegar así.
Pedro: ¿Qué Islam?
Bettina: Nosotros no vamos a tener esa suerte. Mirá ella cómo se ríe.
Pedro: Está gritando.
Bettina: Qué tarado que sos. No podés soportar que la gente se
quiera.
Pedro: Ese viejo está tratando de ahogarla.
Bettina: Le estará enseñando a nadar.
Pedro: Sí, hundiéndole la cabeza.
Bettina: Qué vista que tenés. Yo de acá no veo ni las palmeras.
Pedro: ¿En Australia vos no usabas anteojos, tampoco?
Bettina: No.
Pedro: ¿Y qué mirabas en los partidos de basquet?
Bettina: ...A Johnny.
Pedro: Gran falta te hacían los anteojos, entonces.
Bettina: De cerca veo muy bien.
Pedro: Sos una cerda.
Bettina: ¿Viste aquellos remeros?
Pedro: ¿Adónde? Cómo te gusta el deporte a vos.
Bettina: Qué energía. Deben estar entrenando.
Pedro: Uno solo está remando.
Bettina: ¿Sí?
Pedro: ¿No ves?
Bettina: El otro debe estar dando órdenes de mando.
Pedro: ¿Qué ordenes? Tampoco es un yate.
Bettina: A lo mejor recita poesías.

6
Pedro: Bueno. (Se para.) Te voy a buscar el helado.
Bettina: No, dejá. No te molestés.
Pedro: Si hace media hora que me decís que querés un helado.
Bettina: De cereza, sí.
Pedro: ¿De cereza, entonces?
Bettina: No, ya no lo quiero. Era un antojo.
Pedro: Se te va manchar el bebé si no satisfacés tus antojos.
Bettina: La otra vez te pedí por favor que me trajeras tomates.
Pedro: Eran las cuatro de la mañana.
Bettina: Y bueno, ahora son las tres de la tarde y ya se me fueron las
ganas.
Pedro: Tu hijo va a ser un monstruo.
Bettina: Alá lo protegerá.
Pedro (se sienta): ¿Y de dónde vas a sacar un rabino para que haga
musulmán al bebé?
Bettina: No se llaman rabinos.
Pedro: Ah, bueno. Mirá cómo corre la vieja. Qué piernas.
Bettina: Es lo último que envejece en las mujeres.
Pedro: ¿Eso te lo dijo Johnny?
Bettina: Yo tengo 30 años nada más.
Pedro: Para mí que el viejo se muere en el agua. Nunca vi a nadie
hacer la plancha así.
Bettina: ¿Qué viejo? ¿Ese?
Pedro: ¿Qué decís? Ese es el bañero. Aquel.
Bettina: Ah, son muy viejos. A mí me hubiera gustado llegar a vieja al
lado de Johnny.
Pedro: ¿Qué decís?
Bettina: Ahora no. Ahora estoy enamorada de vos: Pero hace seis
meses...
Pedro: ¿Vos hubieras sido capaz de vivir en el medio del Africa...?
Bettina: El amor...
Pedro: Yo no sé qué va a hacer mi vieja cuando vea que el bebé es
negro.
Bettina: Trigueño.
Pedro: Negro.
Bettina: Vos le tendrías que haber dicho la verdad.
Pedro: ¿Los bantusi son muy negros? Porque viste que hay negros
que son más chocolate y otros como café con leche...
Bettina: Los negros no se comen.

7
Pedro: Pero vos te lo comiste.
Bettina: Me dieron ganas del helado otra vez. (Larga pausa) Ah,
¿entonces no me lo vas a buscar?

Pedro se levanta.

Bettina: ¿Te vas a traer la revista de paso? (Pedro no contesta.) Ya


que estás, ¿no me traerías la radio, y el espejo y la pincita de depilar?
¿Sabés dónde están? En la cajita que era de los tampones, en la que
guardo las moneditas australianas... Ojo no me vayás a perder las
moneditas cuando abrás la caja. Fijáte si dejé los chicles sin azúcar
ahí, que me quitan la ansiedad... (Una pausa; dudando.) Traéme dos
helados. Pero de cereza no, los dos. El otro de... naranja. No, no.
Durazno. Sí. Si no tienen durazno que sea de naranja, sino nada. No
me lo traigás todo derretido. ¿Qué pasa? ¿Tenés plata? Si son muy
caros no los compres; porque acá se abusan. Compramos en otro lado
y los comemos esta noche en el hotel. Traéme el manual de parto sin
dolor, así practico un poco... El sol está fuerte; mirá que sos:
¡olvidarte la gorra! (Pedro sale; ella sacude las ojotas con la mano.)
¡Amor, amor! ¡Las ojotas! (Una pausa.) Ojalá se queme.

LA CASETA

Caseta individual de la playa. Dentro está cambiándose doña


Nicolina. Fuera don Nino acercándole la ropa a medida que ella se
la va pidiendo.

Nicolina: La enagua.
Nino: ¿Para qué usa enagua?
Nicolina: Cállese. Las medias.
Nino: ¿Con este calor?
Nicolina: Cállese. Má. ¡Me corrió una media, Nino! Tenga con ojo con
las uñas.
Nino: ¿Qué uñas, qué uñas?
Nicolina: El viso.
Nino: ¿Qué es el viso?
Nicolina: Páseme el viso.
Nino: ¿Cuál es el...? ¿Cómo se llama?

8
Nicolina: El viso.
Nino: ¿¿¿Cuál es el viso???
Nicolina: Yo no salgo de acá.
Nino (Le pasa una blusa): Tome.
Nicolina: El viso.
Nino (frenético, le tira toda la ropa): Má, sí. Tome.
Nicolina: Esto no va más, Nino.
Nino: ¿Por qué no la trajo a la Adelina para que la ayude?
Nicolina: Porque è morta.
Nino: Usted no perdona.
Nicolina: È morta. Año 1956.
Nino: Si no se apura, no llegamos a la tómbola.
Nicolina: No voy.
Nino: Me tiene estufado, Nicolina. Primero quiere las vacaciones;
ahora que tiene las vacaciones no quiere salir de la pieza. Al agua
quiere ir conmigo; cuando entra conmigo se marcha. ¿Quién la
entiende?
Nicolina: Esto no va más.
Nino: Pagamos por 15 días y estamos en el día 5. Falta: la visita a la
bodega, el museo del mare y la excursión a la Isla de los Patitos.
Nicolina: ¿Va a remar usted?
Nino: Salga, Nicolina. No escorche la paciencia. No arruine la boda
de oro.
Nicolina: Usted me arruinó la vida.
Nino: ¿Qué dice?
Nicolina: Usted me arruinó la vida.
Nino: ¿Porque no bailamos anoche en la fiestita? Ya no estamos para
tarantela.
Nicolina: Yo antes bailaba hasta fox trot.
Nino: ¿Cuándo?
Nicolina (saliendo de la caseta): Con Ettore.
Nino: ¿Con quién?
Nicolino: Ettore. Ettore.
Nino: ¿Qué Ettore?
Nicolina: El genovese.
Nino: ¿Qué genoveses?
Nicolina: Mi amado.
Nino: A usted le hace mal el agua de mar.
Nicolina: Me quiero separar de usted.

9
Nino: ¡Pero si falta la visita a la bodega, el museo del mare y la
excursión a la Isla de los Patitos!
Nicolina: Anoche lo vi en un sueño.
Nino: ¿Ahora me lo dice? Lo hubiéramos jugado a la quiniela. ¿Y qué
hacía yo?
Nicolina: Con Ettore soñé. Estábamos en el giardino, bajo el
magnolio, como antes. Yo llevaba el camisón con los canutillos
bordado, ¿lo recuerda? Y viene Ettore, vestido de soldado, y me dice:
Venga conmigo, y me besa qui. E qui e qui e qui. Entonces, yo me
desaparezco con los besos.
Nino: 17: la desgracia.
Nicolina: Usted e un bruto.
Nino: Cuenta el sueño, Nicolina. A ver si nos hacemos ricos.
Nicolina: Ettore se había transformado en una luciérnaga pequeña y
con su luz disipaba toda la sombra del giardino. Yo le gritaba toda
desesperada: “¡Ettore, no te vayas!” y él me decía: “Mira en el espejo,
Nicolina”. Y yo me veía cuando jovencita, una bambina casi...
Nino: 15: la niña bonita.
Nicolina: Má: yo tenía que perder, y he perdido contigo, Nino.
Nino: Vamos de una vez.
Nicolina: Yo no voy. Yo me meto en la primera iglesia que
encuentre...
Nino: Qué castigo.
Nicolina: ...y le pongo una vela a Ettore.
Nino: ¿Quién es Ettore?
Nicolina: Mi amado.
Nino: ¿El que se le murió en la guerra?
Nicolina: El único.
Nino: ¿De qué único me habla en la Boda de Oro, Nicolina? Seis figli
tenemos.
Nicolina: Pero yo los hice con Ettore.
Nino: Má, si e morto. En la prima guerra.
Nicolina: No.
Nino: ¿No? ¿Y dónde vive?
Nicolina: Qui.
Nino: Yo tenía un pálpito para hoy en la tómbola y me lo pierdo por
sua culpa.
Nicolina: No sirven los pálpitos en el bingo.

10
Nino: ¿Por qué no te fuiste con los muchachos aquellos que te
ofrecieron pasear en el bote?
Nicolina: No son dos muchachos.
Nino: Es lo mismo, Nicolina.
Nicolina: Mira, Nino. De acá yo me voy a la iglesia y prendo la vela.
Después me marcho a la estación de ómnibus y me vuelvo a la casa.
Nino: ¿E io?
Nicolina: Non sò. Má lo nuestro e finito.
Nino: Usted quiere que yo me muera.
Nicolina: Ojála.
Nino: Usted se quiere quedar con el mercadito.
Nicolina: Al mercadito, véndelo. No me importa. Yo que con usted no
vivo más. Yo me consagro al recuerdo de Ettore. Io sono del Ettore.
Nino: ¿Pero...?
Nicolina: Usted no sabe nada de la vida; del amor. Es como un
pajarraco a la deriva rapiñando pescado podrido. ¿Qué sabe usted lo
que es estar enamorada? ¿Qué sabe usted lo que es sufrir por un
cariño? ¿Cuándo pasó usted la noche en vela por una mujer? Ni por
la Ana, que le anduvo atrás no sé cuánto tiempo y ella que ni se
mosqueaba... Usted me besaba, pero a mí besaba el Ettore. Usted me
tocaba, pero eran las manos del Ettore. Usted se acostaba conmigo
pero era el Ettore...
Nino: Cállese.
Nicolina: Ojala que le vaya bien, Nino. Ojalá conozca personas más
buenas.
Nino: Es mala, Nicolina, usted.
Nicolina: Soy justa.
Nino: ¿Y va a volver así a la casa? ¿En chancletas? ¿Qué van a decir
los hijos cuando la vean?
Nicolina: Nada.
Nino: Su falta me va a matar.
Nicolina: Mentira.

Nicolina se va en chancletas atravesando la arena.


Apagón.

MONÓLOGO DE PEDRO

11
Solo, bajo la sombrilla, lame un helado.

Pedro: Yo la llamaba cuando ella estaba allá. Ella me decía que quería
poner el teléfono junto a su corazón para que yo escuchara como
latía. Nos hablábamos seguido; yo ya estaba enamorado de ella. Por
eso cuando me dijo que había tenido aquello con un tipo de allá, a mí
no me pareció grave. Qué sé yo, uno está solo y la distancia... esas
cosas se complotan. Después me escribió una carta porque no se
animaba a decírmelo por teléfono. Pero para ese entonces yo ya me
imaginaba que íbamos a tener una vida en común, que algún día
formaríamos una familia. Con mis propios hijos quiero decir. Todavía
lo creo. A éste también lo voy a querer como hijo mío, porque yo no
imagino mi vida con otra mujer que no sea ella. ¿Pero había
necesidad de ocultarme de que el tipo era negro? Un basquetbolista
negro. No lo digo por racismo, porque para mí somos todos iguales,
no importa el color de piel. ¿Pero qué hago yo con un hijo negro? Eh,
¿qué hago?

ISLA DE LOS PATITOS

Emilio tirado al lado de Emanuel.

Emilio: No hay patos.


Emanuel: Destruiste la foto de la única parienta que tengo en el
mundo.
Emilio: Voy camino a la locura.
Emanuel: Nació en Calafate, pero después se mudaron.
Emilio: Si me ha llegado el momento de perder, yo sé perder.
Necesito que me lo digas.
Emanuel: ¿Se fueron a Mendoza o a Córdoba?
Emilio: Vamos a dejarnos para siempre.
Emanuel: ¿Escribió sierras o montañas?
Emilio: Necesito una respuesta.
Emanuel: ¿Qué?
Emilio: Ojalá me olvide de vos para siempre.
Emanuel: ¿No estás exagerando?
Emilio: No.
Emanuel: Yo soy así. Impulsivo e intenso y...

12
Emilio ríe a carcajadas.

Emilio: Impulsivo, impulsivo.


Emanuel: Estás ciego de celos.
Emilio: Estaba ciego. Un abismo te haría pensar en un puente.
Emanuel. ¿Cómo?
Emilio: ¿Y el bote? ¿En qué te hace pensar?
Emanuel: En los patos. Vinimos acá para ver patos.

Emilio sube al bote y se marcha.

Emanuel: ¿Qué hacés? ¿Me castigás?


Emilio: Pasa una lancha cada cuarenta minutos.
Emanuel: ¡Era mi prima! ¡Era mi prima, te dije!

Apagón.

13

También podría gustarte