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A los cincuenta años del Grupo Escolar “Coronel Antonio Rangel”

Adelante, adelante marchemos,


los alumnos del Grupo Escolar
Y veremos colmar nuestro anhelo
bajo un signo de amor y de paz.
Himno del G. E. “Coronel Antonio Rangel”

El 19 de abril de 1953, fue para la ciudad de Tovar un día muy especial. Tovar era la capital del distrito
del mismo nombre y contaba para ese entonces con varios municipios entre ellos Zea, El Vigía, Mesa
Bolívar y Santa Cruz de Mora, enclavado en el corazón del Valle del Mocotíes y con un futuro prodigioso.
“Tovar está lleno de edad futura prolífica y fecunda. Su pasado no es sino un alba. De la vida no ha
recibido sino el primer beso de amor. Mas para la profecía que para la meditación; menos para el
pensamiento que para el ensueño; sus alas son sus alas de la esperanza, formidable como poder de la
voluntad. No son las alas rotas de la Victoria. Escribió Juan Francisco Franco Quijano.

Siendo niños, nos sorprendió muy temprano el ajetreo de la casa, en donde desde la madrugada, ya se
trabajaba en la elaboración de las arepas y el café, lo que significaba, cocinar y moler de seguidas el
maíz, preparar la masa, a la cual se le añadían algunas condimentos particulares que solo nuestras
madres conocen, una vez es su punto al gran budare, en donde reposaban al menos ocho arepas; en
casa siempre había un amigo o invitado, además de los hermanos, sobre todo en ese día memorable y
de allí nadie salía sin desayunar.

La ciudad amaneció despejada, alegre y con una cierta conciencia del día histórico que comenzaba; los
mandatarios serían recibidos en la Plaza Bolívar, nuestra familia vivía al frete de la propia plaza, a mitad
de cuadra. Conocimos de la construcción del edificio del grupo escolar, por ser el “El Arado”
prácticamente nuestro patio trasero, conocimos “El Chorreron” y disfrutamos las aguas límpidas del
Rio Mocotíes, allí pasamos con los amigos del “Añil” y del “Corozo” los tiempos más placenteros de
nuestra infancia.

El pueblo comenzó a moverse y los primeros habitantes se dejaron ver por las calles y plazas, vimos
entre ellos al Dr. Reyes German Calderón, al Sr. Eloy Barboza Gafaro, presidente y vicepresidente
respectivamente del Concejo Municipal del Distrito Tovar, quienes desde muy temprano hicieron acto
presencia.

El desfile se preparó, con la participación de la Banda Municipal “Don Emilio Muñoz” y todos los
alumnos de las escuelas públicas de la ciudad, comenzando el recorrido desde la Escuela MacGregor,
luego recorriendo La calle Bolívar hasta llegar a la Plaza Bolívar, en donde nos esperaban las autoridades
estatales, sobresaliendo entre ellos el Dr. José Rafael Febres Cordero, hijo de ese ilustre merideño que
fue Don Tulio Febres Cordero, quien ocupaba la Secretaria de Educación del Estado Mérida para la
época. Los discursos no se hicieron esperar y cada uno expuso de una forma vehemente sus puntos de
vista, que de alguna manera legitimaban el régimen que comenzaba. Llamo mucho la atención que la
lista del personal fundador estaba compuesta en su totalidad por mujeres, la mayoría del mismo Tovar
o de alguno de los pueblos cercanos.

Al cortar la cinta tricolor que dejaba inaugurado el Grupo Escolar “Coronel Antonio Rangel”, la señorita
Ananías Avendaño, quien estaba entre la concurrencia, estaba recibiendo el mejor homenaje que un
pueblo puede darle a una de sus maestras ejemplares, que nos instruyó en la constancia en el trabajo
para aprender, con sus cincuenta y seis años de labor educativa, de su amor por la enseñanza y del
cariño inmenso por su terruño. Tal vez este fue el último acto público donde participo, pues dos meses
más tarde falleció en la paz del Señor.

Pasamos cinco años en esas aulas, allí sufrimos la angustia de la vida, con un cierto ritmo lento, entre
las clases, los recreos y las escapadas a los pozos del Rio Mocotíes, allí también se nos presentó la
eterna disyuntiva de la enseñanza de la época, de si la letra con sangre entra, esta forma de enseñanza
formó parte de nuestro sistema de aprendizaje. Algunos pensadores en ese momento, trataban de
reconciliar la fuerza de la autoridad con la dulzura que atrae y subyuga al niño. Sin embargo, allí también
pasamos momentos hermosos que con el correr de los tiempos se han sedimentado, con los recuerdos
de personas y de sitios que no volverán.

Al terminar los estudios de sexto grado, tuvimos una doble satisfacción, la primera, la alegría de poder
continuar con nuestros estudios de bachillerato en el Liceo “Feliz Román Duque”, la segunda, con el
hecho histórico de la caída de la dictadura, que se había suscitado meses atrás y el cese de las
persecuciones, que tan de cerca nos tocaron con familiares y amigos muy queridos. La fuerza del
tiempo fue cambiando nuestras vidas y sufrimos la ausencia de los hermanos mayores que fueron
dejando la casa en busca de mejores oportunidades de estudio, y el silencio de los amigos que a edad
muy temprana murieron y nos enseñaron que con la muerte ,también se aprende.
De las maestras, entre las cuales recordamos, Sra. María Teresa Altuve, Sra. Yolanda Medrano, Doña
Edicta de Olarte y en sexto grado el Prof. Hermes Pérez, a todas las recordamos con infinito cariño y
les damos las gracias por esa paciencia inmensa para enseñarnos, a esos veinte o veinticinco niños
,entre los cuales recordamos en este momento a: Jorge Ali Márquez, Ercilia Rosa Rosario, Pedro
Moreno Dávila, Elkader Valecillos, y otros muchos que en este momento se me escapan de la memoria,
que estuvimos juntos durante cuatro años; a todos el homenaje sincero de un hijo de Tovar que
siempre ha querido entrañablemente a su tierra natal.

Tal vez el discurso del Dr. José Ramón Febres Cordero, ese día de la inauguración del Grupo Escolar,
verso sobre la personalidad del Coronel Antonio Rangel, este discurso no lo hemos podido encontrar,
ni en la Sala Febres Cordero, ni en el Archivo Histórico del Estado Mérida, sin embargo, sin ser
historiador, guiado solo por mis propias investigaciones, voy a tratar el tema de la amistad entre dos
personajes de la historia patria, que por haber nacido el mismo día y con un año de diferencia,
participaron en la magna gesta emancipadora de Venezuela, me refiero a los próceres, José Antonio
Páez y el otro, la persona que en vida actuó y respondió al nombre de Josefh Antonio Rangel Becerra,
estudiante aventajado del Seminario de Mérida, Maestro de Filosofía y Comandante de Caballería del
ejercito Libertador de la naciente República de Venezuela.

¡Salud, Tovar, salud! Yo te saludo;


y ya que del trabajo haces tú escudo,
de un bello porvenir no desconfíes.

Y te canta, ciudad, este homenaje,


como surcando errante en el paisaje
te canta, enamorado, el Mocotíes!

A la simpática ciudad de Tovar.


Pedro María Patrizi (1928)
Dos Antonios.

“La gloria es la única recompensa de los héroes.”.


Heraclio Martin de La Guardia (1883)

Tiene el 13 de junio singular importancia para los venezolanos en general, y para los merideños en
particular. Significación muy especial pues ese día celebramos el nacimiento de dos hombres que
con el correr de sus vidas se encontrarían varias veces, para luchar por la independencia y la libertad
de nuestra patria.

A orillas del río Curpa, muy cerca de Acarigua de la provincia de Barinas, nace José Antonio Páez en
el año de 1790. Ese mismo año, en la “Ciudad de los Caballeros” de Mérida, celebraba la familia
Rangel el primer año de vida de su hijo Josef Antonio Rangel Becerra; los dos estudiarían en los
primeros años de su vida en la escuela primaria da la ciudad de Mérida el segundo, y en la escuela
de la señora Gregoria Díaz en Guanare, el otro. Páez abandonó la escuela muy temprano por cuanto
debió ganarse la vida aprendiendo a detallar víveres en la mañana y a sembrar cacao por las tardes.
Rangel por vivir en una ciudad como Mérida en donde recientemente se había fundado un
Seminario, desarrolló sus estudios de una manera continua y permanente.

A los diez y siete años, recibe una comisión de parte de su madre, llevar desde el pueblo de Guama
hasta cerca de Cabudare, expedientes familiares y una regular suma de dinero a un abogado que
residía en Patio Grande. De regreso, por mostrar en el pueblo de Yaritagua los dineros que llevaba
y gastaba sin miramientos, fue atacado por varios sujetos a la vez, matando a uno de ellos, el jefe
del grupo y con la espada desnuda persiguió a los restantes, los cuales huyeron ante tan feroz
arremetida, este suceso le obliga a huir de la justicia ante el temor de ser castigado. Luego de varios
días por el llano llega al Hato La Calzada, propiedad de Don Manuel Pulido, en donde prestó sus
servicios como peón, ganando tres pesos por mes

Rangel en la ciudad de Mérida, inicia sus estudios de latinidad en 1800; el 1 de junio de 1805 se
matriculó para cursar Filosofía, obteniendo su grado de bachiller el 24 de octubre de 1804; el año
de 1807 se consigue estudiando la licenciatura de Filosofía y letras en el Seminario San
Buenaventura de Mérida.

Ambos se alistaron en el comienzo de la revolución a las órdenes de los primeros patriotas qué
dieron la voz de rebelión en Caracas el 19 de abril de 1810. Rangel en Mérida integrándose a la
comisión que viajó a Caracas a llevar la solidaridad de un pueblo que años antes había decretado su
separación del Gobierno, más no del Rey, en los días luminosas de los comuneros de los Andes; en
estos sucesos había participado el Señor Juan José Rangel Cuellar, padre de Rangel; fracasado este
movimiento y por la intervención del Pbro. Antonio Uzcátegui , las autoridades fueron leves en sus
castigos, Don Juan José Rangel, fue enviado a Pueblo Llano, en las Serranías de Santo Domingo al
Noreste de Mérida, en donde caso con doña María Nicolasa Becerra Morillo, madre de Antonio
Rangel.
Páez se alistó las filas de Don Manuel Pulido, su patrón, pidiendo licencia más tarde, después de
obtener el grado de sargento primero, en 1813. Ese mismo año en la ciudad de Barinas, Tiscar le
propone nombrarlo capitán de caballería del ejercito real, momento de profunda reflexión para el
Centauro, quien después de recibir la comunicación tenía tres días para presentarse en el Cuartel
General en Barinas, y decide no integrarse; emprende la fuga por los lados da Santa Barbera de
Barinas, en donde encontró las fuerzas que desde Mérida comandaba el patriota Manuel Pulido.

En este destacamento de caballería que se encontraba el joven Rangel, quien se había integrado en
Mérida al ejército, que entrando triunfante en la ciudad, había llegado en el mes más hermoso,
llamado comúnmente el mes de las flores en la cordillera, y comandado por el joven brigadier Simón
Bolívar. Este destacamento marchó hacia Barinas, en donde entró sin resistencia, por cuanto las
tropas españolas se refugiaron en Nutrias y San Fernando de Apure dejando sin refuerzos la ciudad.
En Barinas se estableció de inmediato un gobierno que tuvo por objetivo la organización de tropas
para obrar sobre los españoles, porque Bolívar había seguido hacia Caracas en triunfal marcha,
conocida en la historia como La “Campaña Admirable”.

Páez parte a cumplir órdenes de atacar el escuadrón de caballería que comandaba Miguel
Marcelino, el cual encontró en las Sabanas Suripá, en el sitio denominado “Las Matas Guerrereñas”,
atacándolo al amanecer lo derrotó y lo puso en huida, persiguiéndolo hasta la ribera izquierda del
río Apure. De regreso hacia Barinas, fue informado por carta que portaba un soldado de su
escuadrón, de la mala noticia, la ocupación de la ciudad por Yañez, y de la retirada de los patriotas
a Guanare, en estas condiciones propuso una retirada hacia la provincia de Casanare, que pocos
siguieron y por el contrario abandonaron la lucha, algunos se entregaron a los españoles y fueron
pasados por las armas, luego de varios días de vagar por los llanos los restos de este ejército, se
presentaron al Gobernador de la provincia de Barinas, en donde Páez, fue encarcelado dos veces
consecutivas en menos de quince días, habiéndole remachado un par de grillos y confinándolo a los
cuartos para los condenados a muerte. Páez logra escapar, liberando a los demás prisioneros que
en número de ciento cincuenta se encontraban en esas cárceles.

Rangel había regresado a Mérida el 19 de enero de 1814, después de la derrota del gobierno de la
Provincia de Barinas, capitaneando un escuadrón de caballería y junto al también, Maestro en
Filosofía Juan Maldonado, mantuvieron la disciplina y la disposición para el combate de la pequeña
tropa. Cuenta el Maestro Maldonado “En el año de 1813 comenzamos nuestra carrera: Rangel entró
a militar en los Llanos de Barinas; de allí regresó a esta ciudad, y en el año de 1814 formó y comando
un escuadrón de caballería, y a mí me colocó de comandante de la 1 Compañía. A este tiempo
apareció emigrado de la ciudad de Barinas, el Comandante José Antonio Páez, con su esposa y su
suegro, un señor Ortiz (aquí en Mérida, nació el Dr. Manuel Antonio Páez). El Comandante Páez, por
suplica de Rangel, disciplinaba el escuadrón con algunas evoluciones, porque nosotros no
conocíamos la táctica militar.”

Páez participa en los encuentros Estanques y Bailadores, al lado de las fuerzas del gobernador de la
Provincia de Mérida, el Coronel Juan Antonio Paredes. Al respecto, apunta el Maestro Maldonado:
“a esta acción, que principio en Estanques, concurrió el Comandante Rangel con su escuadrón de
caballería con valor y esfuerzo, acompañándole a la vez el Comandante José A. Páez, quien alanceé
tres realistas”. Allí se inició el gran aprecio y amistad que cultivaron estos dos héroes.

Al paso del Gral. Urdaneta por Mérida, en retirada hacia la Nueva Granada, se disuelven los
escuadrones de caballería y se integran a la marcha que emprenden cientos de patriotas que venían
huyendo desde Valencia. En los apuntalamientos diarios de Antonio Ignacio Rodríguez Picón se
puede leer algunos fragmentos a la emigración de Mérida de 1814; “El día 17 de septiembre de
1814 es el más desgraciado, el más lamentable y tenebroso para Mérida, pues en este penoso día
fue cuando las tiranas armas españolas derrotaron parte de nuestro ejército que se hallaba en el
patriótico pueblo de Mucuchíes; por cuyos motivos y la falta de pertrechos resolvió el Gral. Urdaneta
replegarse a Cúcuta, dejando a la constante Mérida que por tanto tiempo hacia se había mantenido
fuerte, en poder de los enemigos”.

“El día 18 salió toda la ciudadanía o la mayor parte de sus familiares en emigración precipitada,
dejando unos sus familiares, otros sus intereses y todo su patrio suelo con abundancia de lágrimas,
como que perdían una joya inestimable que habían conservado a fuerza de sacrificios. Entre ellos
fui yo uno de los desgraciados que salieron aquel día lamentable del 18 de septiembre con la mayor
parte de mi familia, compuesta de 39 personas entre ellas la viuda de Campo Elías, con sus cinco
hijos tiernos. Aquella noche hicimos mansión en el pueblo de San Juan en el caney que habitaron
las monjas, cuando se retiraron allí a causa del terremoto de 24 de marzo del año de 1812, pasando
alguna incomodidad por las innumerables personas que se reunieron en aquel paraje… “

En Casanare, se vuelven a encontrar en el año de 1815, una vez incorporados estos oficiales al
regimiento de caballería comandado por Francisco Olmedillo, que dependía del Gobernador de la
Provincia de Casanare, teniente coronel Fernando Serrano. Este regimiento entró en combate el 29
de enero de 1815 en Guasdualito, en el cual fue derrotado el coronel Miguel Briceño, más tarde el
31 de octubre, en lo que se denominé Batalla de Chire, se destacaron estos dos grandes lanceros;
Páez y Rangel.

Queriendo la oficialidad formar un gobierno de unidad y que los alejara de la anarquía, el 16 de julio
de 1816, en el pueblo de Arauca se constituye la junta de oficiales y se nombra un gobierno Presidido
por el teniente coronel Fernando Serrano, Comandante General del Ejército y el coronel Francisco
de Paula Santander. Este gobierno fue de muy efímera existencia, por cuanto una nueva Junta de
oficiales venezolanos, entre los que se encontraban los coroneles es Juan Antonio Paredes y
Fernando Figueredo, los tenientes coroneles José María Carreño, Miguel Antonio Vásquez Conde y
Domingo Meza y por el sargento mayor Francisco Conde constituyen un nuevo gobierno; Antonio
Rangel cumplió papel preponderante en estos acontecimientos, por cuanto fue el oficial encargado
de comunicarle y parlamentar con Santander. La oficialidad decide por unanimidad darle el mando
de las tropas al Comandante Páez, con lo que da nacimiento al gloriosos “Ejército de Apure”, en el
que los venezolanos se destacaron y recibieron ascensos y honores en los múltiples combates
escenificados. Rafael María Baralt en su Historia de Venezuela nos dice: “La verdad del caso es que
Santander tenia contra sí fuertes antipatías, que no era hombre para tanto, y por fin que aunque
dotado de una capacidad distinguida, no poseía instrucción en su ramo, ni disposición natural para
la guerra; el entraba en el número de oficiales que los llaneros llamaban de pluma ,por mal nombre”

El General Rafael Urdaneta en sus memorias nos narre las dificultades de este ejército de llaneros
“carecía el ,de caballos y desde la Trinidad misma empezó a amansar potros, que era lo que podía
conseguirse, haciéndose por escuadrones a la vez, encerrando las grandes madrinas de potros y a
la voz de “a coger caballos por escuadrones”, cada soldado tiraba su lazo, cogía el suyo, y con las
precauciones acostumbradas lo ensillaba hasta montarlo: a una voz de manda le quitaban los tapa—
ojos, siendo curioso ver muchas veces 500 a 600 hombres jineteando a un tiempo. A los flancos de
este espectáculo se colocaban algunos oficiales montados en caballos mansos, no con el objeto de
socorrer al jinete que caía, sino con el de correr tras el caballo que lo había tumbado para que no se
fuese con silla, que no era otra cosa que un fuste de palo aderezado con unas correas de cuero
crudo. El ejército estaba tan desnudo que las soldadas tenían que hacer uso diariamente de los
cueros de las reses que se mataban para cubrirse de las fuertes lluvias de la estación, agujereándolos
y pasándoselos por la cabeza; y una gran parte de la gente estaba sin sombrero”.

Rangel participa bajo las órdenes de Páez en los combates que se desarrollan a lo largo de varios
años en los llanos Apureños, acciones como el asedio de San Fernando, los combates de Yagual, el
asalto del pueblo de La Cruz, el cerco a Calabozo, los combates de Nutrias, Palital, Palmarito y en
muchos otros que llenaron de gloria las armas de la libertad. Una vez reunidos con Simón Bolívar en
el año 1818, se comienzan los preparativos para lo que luego se conocería como “El paso de los
Andes”; Rangel participó en la reunión de Oficiales que se efectuó en el caserío de Setenta a las
orillas del Apure, en donde Bolívar explicó con detalle la estrategia para invadir la Nueva Granada,
pasando la cordillera y cayendo donde menos lo esperaban los españoles. Rangel fue junto con Juan
José Flores encargada por Bolívar para llevar correspondencia y parlamentar con Páez sobre la
conveniencia del plan establecido. Las circunstancias del destino determinaron que ni Páez ni Rangel
participaran en esta campaña que llenó de gloria al ejército libertador por obtener de nuevo la
liberación de la Nueva Granada, lo que trajo como consecuencia la creación, en diciembre de ese
año de 1819, de la Gran Colombia. La causa por las que no pudo participar Rangel nos la deja conocer
Soublette en informe enviado a El Libertador, el 31 de mayo de 1819, desde el hato Guerrereño. “El
día 29 el señor coronel Rangel dio una terrible caída con su caballo, que lo ha imposibilitado de
continuar la marcha: el quedó en el hato Henriquero... Con el referido coronel ha quedado el
escuadrón Valientes y sólo siguen 105 Carabineros”.

Comenzada la campaña final para la liberación de Venezuela, El Libertador nombra a Rangel


segundo jefe de la columna que, bajo las órdenes del General Urdaneta, se aprestaba a hacer su
recorrido hacia los campos de Carabobo, pero las múltiples molestias, viejas dolencias y
agravamiento de Urdaneta, no permitieron que se mantuviera al frente de las tropas, quedando
encargado Rangel de la columna, el 8 de junio de 1821, en la ciudad de Carora

El 24 de junio de 1821, en la batalla gloriosa de Carabobo, derrotado el poder español


representado por el Mariscal de Campo Don Miguel de la Torre y Pando, tomando parte en la
misma y de manera muy distinguida Páez, quien fue ascendido en el propio campo de batalla a
General en Jefe, y el coronel Rangel quien habiendo peleado aguerridamente, persiguió al
enemigo en su retirada hacia Valencia. De él dijo El Libertador en su parte de guerra “el coronel
Rangel hizo como siempre prodigios…” Salió Rangel a dirigir las topas que mantenían la línea
contra Puerto Cabello y fue le última vez que se vieron estos dos grandes hombres. Rangel, fue
nombrado en carta del 13 de julio de 1821 por Bolívar, Gobernador político y comandante
general del departamento de occidente de Venezuela.

Valencia, 13 de julio de 1821.


Al Señor Coronel Antonio Rangel.
Por las presentes tengo a bien conferir a V.S. el Gobierno Político y Comandancia General
[e Intendencia] del Departamento del Occidente de Venezuela en relevo del Señor Coronel
Justo Briceño que los obtenía [estos destinos] y que con esta fecha he destinado [con los
mismos] a tomar el mando de la Provincia de Coro. El Batallón de Rifles que V.S. conduce lo
pondrá a las órdenes del Señor Coronel Briceño, para que siga la marcha a Coro con él, o
por su espalda, conforme se le ha prevenido. V.S. recibirá del Señor Coronel Briceño las
instrucciones y órdenes que deben reglar su conducta en el mando que se le confiere, y por
ellas, verá V.S. el territorio que comprende el Departamento del Occidente, y las medidas,
prevenciones y encargos que allí se detallan y que repito ahora a V.S. de nuevo. Dios guarde,
&., &. BOLÍVAR.
Cumpliendo las órdenes del Libertador salió para Maracaibo donde murió en la flor de la vida, a los
32 años, cuando la revolución latinoamericana estaba comenzando y con un futuro promisorio por
conocimientos adquiridos en tantos años de estudios y luchas por la liberación de la patria.

Ezio Mora Contreras

Tovar, 12 de junio de 1993

204 años del nacimiento de Rangel

203 años del nacimiento de Páez

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