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7.

EL MISTERIO DEL LENGUAJE

Un lenguaje es la expresión de un acuerdo entre un grupo de personas y sólo


lo comprenden los que han convenido que a determinados sonidos les
corresponden determinadas ideas. Otros grupos utilizan otros sonidos para
representar las mismas ideas, por lo que el idioma constituye un muro que
separa a un grupo de otro y, simultáneamente, une entre sí a los miembros de
un mismo grupo. El lenguaje es el instrumento para pensar en conjunto y se fue
haciendo más complicado a medida que los pensamientos del hombre se
hicieron más complejos. Los sonidos que se usan en la formación de palabras
son pocos, pero se los puede combinar de muchas maneras diferentes, así
como se pueden agrupar de distintas formas a las palabras para conformar una
oración que servirá para expresar una idea. El hecho de que para lograr algo,
los hombres deben unirse y ponerse de acuerdo, y para ponerse de acuerdo
tienen que usar el lenguaje, la mayor de las abstracciones (una especie de
superinteligencia) constituye un gran misterio.

Ha habido idiomas que se volvieron tan complicados y rígidos en su forma que


murieron, y las lenguas derivadas de ellos tomaron su lugar; pero por difícil que
nos resulte aprender a fondo el latín, ése era el idioma que hablaban los
esclavos de la Roma Imperial y los labradores que trabajaban en el campo,
aunque nadie se los había enseñado. Seguramente, a los niños de tres años
no les costaba nada hablarlo y entenderlo. Hoy se ha despertado una gran
curiosidad en torno a este misterio: los psicólogos estudian el desarrollo del
lenguaje en los niños y destacan que el lenguaje se forma, ¡no se enseña!
Surge como algo natural, una creación espontánea; su desarrollo se amolda
sorprendentemente a leyes bien definidas, y en ciertas épocas alcanza niveles
muy elevados; además, este proceso se lleva a cabo en todos los niños, así
pertenezcan a una nación que habla un idioma simple o complejo. En todos los
niños hay una etapa en la que sólo se pronuncian sílabas, luego se articulan
palabras de más de una sílaba y en una tercera etapa se asimilan la sintaxis y
la gramática completa (género y número, tiempo, modo y aspecto). Un niño que
se crió en un ambiente culto ha aprendido a manejar su idioma correctamente
en el mismo tiempo en que un niño pobre africano ha aprendido a utilizar las
pocas palabras del suyo. Los sonidos que componen las palabras se producen
mediante ciertos mecanismos de algunas partes del cuerpo, como la lengua, la
garganta y la nariz, y ciertos músculos de las mejillas. Este proceso sólo se
construye a la perfección en el caso de la lengua materna; si se trata de un
idioma extranjero, un adulto ni siquiera reconoce todos los sonidos, y mucho
menos se puede pretender que los reproduzca a la perfección. Sólo los niños
menores de tres años son capaces de crear el mecanismo del lenguaje, y
hablar en todos los idiomas que se hablen en el medio en que nacieron. La
obra comienza en las tinieblas del subconsciente y allí el lenguaje se desarrolla
y se afirma para siempre. Ciertos cambios se producen en las profundidades
de la mente que son inaccesibles para el observador adulto, pero hay algunas
manifestaciones externas que se pueden comprobar, las cuales son bastante
significativas y claras, y comunes a toda la humanidad. La primera conclusión
es que los sonidos de cualquier idioma mantienen su pureza año tras año a lo
largo de la vida del individuo; y la segunda es que el subconsciente del niño
asimila las cosas complejas con la misma facilidad con la que asimila las cosas
simples. No hay ningún niño que se canse de aprender a hablar; su mecanismo
le brinda el lenguaje como un todo, así como el mecanismo de una película
fotográfica realiza las mismas operaciones para captar la imagen de una o diez
personas. La película registra la fotografía en una fracción de segundo; sin
embargo, llevaría tiempo y esfuerzo hacer eso mismo a mano; y dibujar diez
personas demoraría diez veces más que dibujar una sola.

Otra analogía interesante es que la fotografía se revela en la oscuridad; la


imagen no puede exponerse a la luz en tanto no esté bien fijada, y entonces es
inalterable. Lo mismo ocurre con el mecanismo humano del lenguaje en los
niños: comienza en los abismos del subconsciente, allí se desarrolla y se fija, y
sólo entonces se lo puede apreciar abiertamente.

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