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16.

Superman enseña a Spiderman


CORRIENTES ELÉCTRICAS

Miremos de cerca esas descargas eléctricas que emanan de las manos de Electro. Una carga positiva
lo bastante grande puede atraer electrones desde muy lejos, incluso a través de kilómetros de cable
de cobre. Un término elegante para designar la fuerza ejercida sobre los electrones que se mueven a
través del cable es voltaje. Los electrones están cargados negativamente, de modo que un voltaje
positivo los empuja en un sentido mientras un voltaje negativo repele los electrones en el sentido
opuesto. La corriente es otra forma de expresar el número de electrones que pasan por un punto
determinado del cable por segundo.
Imagine una manguera de jardín conectada a un grifo externo. En este caso el voltaje representa el
papel de la presión que empuja el agua a través de la manguera. La cantidad de agua que sale por el
extremo en un período determinado es la corriente. La resistencia de la manguera proviene tanto de
pequeñas obstrucciones como de pequeños boquetes a lo largo de su longitud, por los cuales puede
escapar algo de agua antes de llegar al final. Cuantos más defectos haya en la manguera, mayor será
la presión de agua necesaria para mantener el mismo flujo (corriente) en el extremo de la misma. Sin
embargo, del mismo modo que al abrir un grifo en un fregadero, con el agua fluyendo sin una
manguera que conecte el grifo con el tubo de desagüe, un voltaje lo bastante fuerte puede producir
una corriente eléctrica incluso en ausencia de un cable. Esto es lo que sucede cuando salta una chispa
desde la punta del dedo hasta el pomo de la puerta o desde una nube hasta el suelo en el caso de un
rayo. Cuanto mayor es la distancia mayor es la fuerza necesaria para impulsar las cargas. Esto es una
consecuencia de la expresión de la fuerza electrostática de Coulomb, que se hace menor según el
cuadrado de la separación entre las cargas. Una manguera de jardín larga, con varias imperfecciones
y agujeros, tendrá más resistencia al flujo del agua a su través que un segmento parecido de
manguera. Ésta es la razón por la que usted no recibe una sacudida estática hasta que sus dedos están
muy cerca y a punto de tocar el pomo de la puerta: el aire es un aislante eléctrico bastante bueno, y
hace falta un campo eléctrico de más de 12.000 v/cm antes de que la acción sobre las cargas
eléctricas sea suficiente como para hacer que salten la brecha. Es por esto por lo que, cuando sucede,
sentimos una picadura. Y por lo que usted definitivamente no desea que lo desintegren las descargas
masivas de Electro.
Cuando usted abre el grifo del fregadero de la cocina, el agua fluye desde la espita al desagüe.
En condiciones ordinarias no va desde el grifo hasta el techo[57]. ¿Por qué no? En la analogía del
agua, la razón es obvia. Hay un empuje hacia abajo de la gravedad sobre el agua que dirige su flujo.
Para una carga eléctrica, la dirección en que fluye la corriente está determinada por la localización
del «desagüe». La carga eléctrica no puede fluir si no hay sitio para que lo haga. En realidad, esto es
cierto también en el caso de nuestra analogía del agua. ¿Quiere saber cómo puede dar la vuelta a un
vaso de agua lleno hasta el borde y conseguir que no caiga ni una gota? ¡Hágalo cuando el vaso está
bajo el agua en una piscina! Si el agua no tiene sitio para escapar del vaso, seguirá en su interior
(siempre que ignoremos las colisiones al azar entre las moléculas de agua de la piscina y las del
borde del vaso que hacen que dichas moléculas intercambien sus posiciones).
Lo mismo es cierto para el caso de la electricidad. Con independencia de la magnitud de la carga
eléctrica neta que posea un objeto, no se descargará si los demás objetos de alrededor tienen
exactamente la misma carga. Técnicamente, el voltaje que repele o atrae las cargas eléctricas
presentes es una medida de la «diferencia de potencial», definida como la diferencia de energía
potencial de una carga al moverse desde un punto hasta otro. Esto es lo que hace que Electro sea tan
peligroso (además de su osado sentido de la moda). Es capaz de controlar su diferencia de potencial
respecto de su entorno a voluntad, de modo que puede decidir cuándo y dónde descargar el exceso de
carga eléctrica que ha acumulado.
Aplicando un voltaje a través de un conductor, puedo elevar la energía potencial de los
electrones en el mismo, como elevo la energía potencial de un ladrillo cuando lo levanto sobre mi
cabeza. El ladrillo conserva esta energía potencial extra hasta que lo suelto, en cuyo momento la
energía potencial se convierte en energía cinética y el ladrillo se acelera mientras cae. Pero esta
conversión no puede tener lugar hasta que dejo de retener el ladrillo. De forma parecida, los
electrones de un cable se aceleran y aumentan su energía cinética en forma de una corriente eléctrica,
como respuesta al voltaje aplicado a lo largo del cable, pero solamente en el caso de que los
electrones tengan algún lugar al que ir. Así como el ladrillo elevado conservará indefinidamente su
energía potencial hasta que lo deje caer, los electrones no se acelerarán como respuesta a un voltaje
aplicado si el cable no está conectado eléctricamente a algo. Piense otra vez en una manguera de
jardín conectada a un grifo. Con independencia de las vueltas que yo de para abrir el grifo, no
circulará nada de agua por la manguera si está completamente sellada en el otro extremo. Tengo que
destapar el extremo de la manguera para que el agua pueda salir antes de que fluya a través de la
manguera (una corriente), en respuesta a la presión de agua (voltaje) en el grifo. La forma técnica de
expresar esta idea, es decir que para que una corriente eléctrica pase por un cable, éste debe estar
conectado a tierra[58]. La Tierra, o «suelo» es obviamente un objeto muy grande, con muchísimas
cargas eléctricas, y por lo tanto puede captar electrones de más o ceder electrones a un cable sin
dificultad. Esta noción de que para que una corriente fluya debe tener algún sitio adonde ir, es
bastante razonable, pero no todo superhéroe parece haberla comprendido.
Fig. 23. Una escena del n.º 1 de Superman, en la que el defensor de la verdad, la justicia y el estilo de vida americano trata de obtener
información de un intrigante de Washington a base de darle demostraciones prácticas de los principios de una toma de tierra.
© 1938 National Periodical Publications Inc. (DC)

En el capítulo 1 mencioné las primeras hazañas del Hombre de acero, descritas en el número 1
de Superman, antes de que todo el mundo supiera de su existencia. En esta historia Superman intenta
descubrir la identidad de la persona que financia al intrigante de Washington que sobornaba a un
senador con la finalidad de implicar a Estados Unidos en la guerra europea (recordemos que esta
historia tiene lugar en 1939). El empresario secreto de Alex Creer, «el astuto intrigante de
Washington», resulta ser Emil Norville, el magnate de armas (la guerra es buena para los negocios,
según el punto de vista de Norville). Por alguna razón, Creer rehúsa inicialmente divulgar el nombre
de su patrón a este extraño que usa un conjunto de ropa interior azul y rojo con el sobresaliente
accesorio de una capa roja. En el capítulo 1 mencionamos que Superman se deja caer
intencionadamente desde lo alto de un elevado edificio sujetando a Creer, fingiendo que la caída los
matará a ambos. Antes de esta escena, para soltar la lengua de Creer, Superman lo agarra como un
saco de patatas y salta con él por encima de unas líneas de alta tensión, como se ilustra en la figura
23. Greer se queja de que se electrocutarán, pero Superman aprovecha para darle una lección de
física. Aunque su lectura debe considerarse una parte adicional de los esfuerzos de Superman para
torturar psicológicamente al intrigante y sacarle información, dejo que decida el lector: «No, no
ocurrirá», explica el Hombre de acero, puesto que al fin y al cabo «los pájaros se posan en los
cables de teléfono y no por eso se electrocutan, a menos que toquen un poste de teléfono y queden
conectados a tierra».
Superman tiene toda la razón. Usted sólo habrá de preocuparse cuando toque un cable de alto
voltaje y sujete simultáneamente el poste telefónico (u otro cable a distinto voltaje), y proporcione de
este modo un camino para que las corrientes del cable fluyan hacia el voltaje menor. En esta
situación desafortunada, el flujo de electrones (la corriente) pasa a través del conductor, digamos, su
cuerpo, conectando los dos puntos.
Pero ¡oh, desgracia!, justamente una comprensión tan elemental del circuito eléctrico falta en el
número 9 de Amazing Spider-Man, en el cual Spidey se enreda con Electro por primera vez. En una
escena durante su batalla final, Spiderman se las arregla para desviar una descarga eléctrica que
Electro ha arrojado contra él, lanzando una silla metálica a la cabeza de Electro. «Cualquiera con un
cierto conocimiento de la ciencia sabe que cualquier metal actúa como un pararrayos —dice
Spiderman enseñando a Electro—, como hace esta silla.» Realmente, el fallo de comprensión de
Spiderman de cómo funcionan los pararrayos sugiere que este pretendido conocimiento avanzado de
la ciencia no es tan eficaz como debiera. La descarga eléctrica se muestra formando un arco que se
aleja de Spiderman y persigue a la silla que asciende a pesar de que no está conectada eléctricamente
con nada. ¿Por qué la descarga eléctrica de Electro ha de dirigirse a la silla, metálica o no, si una vez
que la alcanza la corriente no tiene adónde ir?
La situación se degrada más (desde un punto de vista físico) en el número 1 de Amazing Spider-
Man Annual (febrero de 1964) en donde Spidey se enfrenta de nuevo a Electro y esta vez, como una
precaución extra, conecta deliberadamente un cable a su tobillo para asegurar que sigue puesto a
tierra todas las veces. Cuando se lucha con un supervillano capaz de arrojar rayos letales a usted, una
buena conexión sólida a tierra es justamente lo que usted no desea.
Todo el intríngulis de un pararrayos no consiste en que esté hecho de metal, sino que el rayo
tocará el elemento más alto del edificio (el pararrayos), y la corriente eléctrica es transportada
seguidamente desde la varilla del pararrayos por conducto de un cable y de un modo seguro a tierra,
evitando de este modo que se produzca fuego en el tejado del edificio. La descarga eléctrica entre la
punta de sus dedos y el pomo metálico tiene lugar solamente cuando su dedo está muy cerca de la
puerta, dado que cuanto menor es la distancia menor es la resistencia que tiene que superar el arco.
De forma semejante, el rayo trata de minimizar la distancia y, por consiguiente, la resistencia de su
camino al suelo electrificado. Por esto usted no querrá permanecer bajo un árbol durante una
tormenta eléctrica, pues ello aumentaría la probabilidad de que el rayo que cae en el árbol alto lleve
a cabo un desvío a través de su cuerpo. Cuando se está solo en un campo vacío durante una tormenta,
se debería estar tumbado en el suelo para disminuir la probabilidad de ser alcanzado por el rayo. Si
el pararrayos de un edificio no está conectado al suelo, la corriente eléctrica que entra en la varilla
hallará un camino de resistencia elevada para pasar a tierra, a través del tejado y del edificio, con
los perjuicios concomitantes para la estructura.
Un daño de este tipo sería con seguridad el destino de Spiderman cuando se conectó
intencionadamente a tierra, garantizando por lo tanto que toda la energía eléctrica de Electro tenga
que pasar a través de su cuerpo en su camino hacia un estado de menor potencial. La «fuerza
arácnida» de Spiderman le permitirá soportar parte de las lesiones de la descarga eléctrica, pero al
conectarse a tierra se coloca en una situación mucho peor que la necesaria.
No está claro por qué los creadores de Spiderman, el guionista Stan Lee o el dibujante Steve
Ditko, deberían cargar con la culpa de estas meteduras de pata. Esta ambigüedad proviene del
«método Marvel» de producción de cómics en los años sesenta. En la competencia diabólica de
Marvel (como llamaba Lee de forma jocosa a DC Comics), un escritor de cómics producía un guión
detallando no solamente los títulos y los diálogos y globos de los pensamientos de cada viñeta, sino
también cómo debería dibujarse cada una de ellas. A continuación un editor revisaba el guión,
haciendo los cambios necesarios, y lo pasaba luego al artista, que dibujaría el cómic tal como
figuraba descrito en el guión. El esbozo se repasaba luego con tinta, se le añadía el texto y se
coloreaba, utilizando los diálogos y los títulos del guión, y el escritor no veía usualmente la historieta
hasta que estaba disponible para su venta en los quioscos. Este sistema funcionaba bien en la medida
en que se disponía de suficientes escritores y editores como para cubrir el número de cómics
producidos por mes, pero en Marvel a comienzos de los años sesenta el número de escritores era
reducido, en particular uno: Stan Lee, quien era a la vez el editor y el escritor de (en 1965, por elegir
un año en particular) Los Cuatro Fantásticos, Spiderman, La Patrulla X, Los Vengadores , las
historias del Capitán América y Iron Man (ambos en Tales of Suspense ), el Doctor Extraño, las
historias de la solitaria Antorcha Humana y Nick Furia, agente de S. H. I. E. L. D. [59] (en Strange
Tales); Giant-Man, Namor y El Increíble Hulk (en Tales to Astonish); Daredevil; y Sgt Fury and His
Howling Commandos (un cómic sobre la Segunda Guerra Mundial). Si las historias del Universo
Marvel tenían un sentido y una estructura coherente, se debía sin duda al hecho de que había una
única voz creativa que guiaba los diversos cómics.
Con tantas historias creadas cada mes, no había simplemente manera de que Lee tuviera tiempo
para elaborar los guiones completos de todos esos cómics. En el ínterin los artistas que trabajaban
para Marvel eran freelancers, e intervenían en el trabajo en cada ejemplar, se les pagaba y luego
recogían las instrucciones para el guión de la siguiente historia (si no trabajaban, no cobraban).
Debería mencionar, de paso, que los artistas que trabajaban para Marvel en esa época eran algunos
de los mejores en la profesión, e incluían a titanes como Jack Kirby, Steve Ditko, Don Heck, John
Romita y Gene Colan. Esos artistas tenían tanto talento que fueron capaces de seguir ganándose la
vida durante las Edades Oscuras del cómic de mediados de los cincuenta, cuando toda la industria
estuvo a punto de extinguirse debido en parte a la confusión creada por La seducción del inocente.
Por consiguiente, eran expertos en cómo contar una historia en términos gráficos, y no necesitaban un
escritor de cómics que les sujetara las manos con instrucciones viñeta a viñeta acerca de lo que
deberían dibujar en cada página.
Por tanto, Stan Lee halló una sabia solución al problema del poco tiempo y mucho talento
disponible: dejar que los artistas cuenten la historia. Lee escribía una breve sinopsis, variable en
extensión desde unas pocas páginas a algunos párrafos[60], describiendo el guión del último ejemplar.
En esencia, daba a los artistas un boceto de la trama de la historia (cómo debería ser el villano,
cuáles serían sus poderes y cómo los obtenía, cómo debería perder el héroe las primeras
escaramuzas contra el villano y, finalmente, la estratagema inteligente que otorgaría la victoria al
héroe al término del ejemplar). El artista volvía entonces a su estudio y construía una historia gráfica
que seguía la sinopsis de Lee. Cuando el trabajo artístico era devuelto, Lee escribía las leyendas y
los diálogos de cada viñeta, y el cómic quedaba listo para enviarlo a la imprenta. En consecuencia
tanto Lee como los artistas podían llamarse legítimamente los coescritores o co-guionistas de cada
número creado al estilo Marvel. Así tanto los hombros de Lee como los de Ditko soportan la culpa
de la ignorancia de Spidey sobre el concepto de la conexión eléctrica a tierra, pero ellos sabían que
electricidad más agua da como resultado un cortocircuito. El clímax de la batalla de Spiderman con
Electro en el número 9 llegó cuando Spidey sujeta una manguera de incendios cercana, como las que
solían ser corrientes en muchos edificios de oficinas antes de la llegada de los sistemas de rociado
en el techo, y remojó a Electro con una buena ducha de agua. Cuando Spiderman sujetó la manguera y
abrió la válvula principal de presión, pensó: «Eh, ¿qué clase de experto científico soy? ¿Por qué no
pensé en esto inmediatamente?». Mientras dejaba que Electro sufriera un chasquido completo,
continuó: «¡El agua y la electricidad no hacen buenas migas!».
Bien, como dije antes, empezamos a tener dudas acerca de qué clase de científico experto es
Peter Parker, pero es cierto que el agua y la electricidad no se combinan. Esto es debido a que el
agua de la ciudad, aunque técnicamente neutra desde el punto de vista eléctrico, contiene una gran
concentración de iones de impurezas. El agua corriente del grifo es por lo tanto bastante buena
conductora de la corriente eléctrica. Electro está a una gran diferencia de potencial, razón por la cual
resulta ser una amenaza letal para los superhéroes. Al empaparlo con agua, Spiderman conecta en
último término un cable entre Electro y la tierra, permitiendo que el gran exceso de carga que Dillon
ha almacenado fluya de su cuerpo. Ésta es una lección de física que parece estar bien aprendida en el
universo Marvel. Cuando Electro es vencido por Daredevil en el segundo ejemplar del cómic de
dicho héroe, la policía lo mantiene empapado con una manguera de agua (a Electro, no a Daredevil)
con el fin de transportarlo con seguridad al cuartel en un vagón acorazado.

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