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Emma Belpuig, sentada en un banco, afuera del Metropolitan Museum of Art.

Fifth Avenue
at 82nd Street, New York, NY 10028 .

He visto cosas maravillosas en mis viajes, he caminado por ciudades de todo tipo; en
orden, con desorden. Gente que va a pie, en bici, yendo en automóvil, en motonetas que se
alquilan como taxis y te llevan a cualquier lugar, trenes que avanzan a gran velocidad,
como arterias principales de un organismo vivo, en movimiento. Ahora me encuentro en
las cercanías de Central Park, esperando la entrada al museo de Arte, para ver aquella
pintura que Sean Elpo me describió hace tiempo, un retrato en oleo de los hijos menores de
Rembrandt Peale. Michael Angelo y Emma. Se dice que este pintor conoció al primer
presidente de este país, un tal George Washington que aparece retratado en billetes de más
baja denominación: US$ 1 dólar. La pintura refleja mucha luz, un joven de 12 años tiene la
cabeza inclinada hacia la derecha y está de pie, vestido de manera severa y con un cuello
blanco. Mi homónima, es una niña de 10 años, que viste un vestido de color coral y
sentada en un asiento de madera, sostiene con su mano izquierda una gasa que podría ser
de terciopelo rojo. Su piel es blanca y sus cabellos castaños; decía Sean que era una
gemela mía, que vivió en otro tiempo y en otro lugar. Le encuentro un parecido con
Pejpen, quien espera junto a mí, adormilada sobre mi regazo. Mientras espero que abran
las puertas, releo Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño, un libro que ha recorrido
continentes y me ha acompañado por algunos meses. Es la primera vez que lo leo, la
portada de la editorial enmarca un oleo de Jack Vettriano que lleva por nombre The Billy
Boys, a mi me parecen unos pachuchos que flotan como fantasmas en el desierto. Aun
cuando llevo un grueso abrigo siento el frio congelante. Hay otra pintura del mismo artista
que podría retratar este momento. Just another day, otra muchacha con un abrigo negro
viste un sombrero rojo carmín con un bolso del mismo color. De fondo esta un enrejado y
en el horizonte pueden verse tres chimeneas de lo que supongo será alguna fabrica. A mi
me recuerda el álbum de Pink Floyd. Animals. Es el tipo de música que me vuela. Supongo
que a Pejpen le gustara ver esta pintura, el viento sopla y algunas personas se dirigen a sus
respectivos trabajos, a estudiar o tal vez son fanáticos del arte que les gusta madrugar.
Hacia el sur se perfila Brooklyn Bridge, es el tipo de postal que le gustaría a Sean, supongo
que porque le gustan los relatos. Alguna vez vimos una película sobre New York, aunque
he perdido casi todo recuerdo, se me quedo grabada la música. Era una flauta de pan que
va de la alegría a la infinita tristeza, a veces Sean silbaba estas melodías y con un harpa de
boca hacia música para la pequeña Pejpen. A veces él le cuenta sobre Mohr y sus valientes
hijas, la pequeña Tussy, Laura y Jennychen. No sé si ella recordara estos momentos.
Viajando por el mundo, conociendo otros niños como ella, escuchando canciones de
muchos ritmos. Es la primera vez que la llevo a un museo y le he prometido una sorpresa
al final de la visita. Todo lo que comienza como cuento termina como novela tragicómica.

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