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Introducción

Todorov identifica dos niveles en la obra literaria narrativa: la historia y el discurso, que
propone analizar separadamente. La historia o argumento es, en realidad, una abstracción, no
existe por sí misma, siempre es percibida y contada por alguien. Lo que en realidad presenta
el texto es el relato o discurso de esa historia, a partir de ese discurso el lector realizará un
ejercicio de abstracción que lo llevará hacia la historia misma.

“Es el carácter funcional de ciertos segmentos de la historia que hace de ellos unidades: de
allí el nombre de funciones que se le ha dado a estas primeras unidades. A partir de los
formalistas rusos. se constituye como unidad todo segmento de la historia que se presente
como el término de una correlación”

Esta historia es una convención y, como bien señala Todorov, se corresponde más bien con
una exposición pragmática de lo que sucedió, no existe en el nivel de los acontecimientos
mismos. Tampoco alcanza con pensar la historia como los acontecimientos temporalmente
ordenados que narra el relato, puesto que ese orden cronológico ideal manifiesta dificultades
intrínsecas cuando
se lo pretende representar en la linealidad de la escritura.
La categoría de la historia comprende el nivel de las acciones, llamadas funciones por
Barthes -que se organizan en núcleos y catálisis-, y el de los personajes -que, además de ser
sujetos de las acciones, están conformados por el nivel indicial. La categoría de discurso
comprende la representación del tiempo, el punto de vista que se selecciona para narrar los
hechos y el modo o las formas que se eligen para dar a conocer la historia.
Podemos decir que el discurso es el nivel específico del narrador; dentro del relato, el
narrador organiza el mundo que narra, a pesar de que este narrador puede ser también un
personaje de la historia.
¿Cuáles son las funciones? ¿Son sólo acciones?

La categorización de las acciones del relato y la de un personaje por su significación en el


desarrollo de la trama como función, es tomada por Barthes de Vladimir Proppy puesta en
tensión su ¨ "Introducción al análisis estructural de los relatos".

Dado que todo sistema es la combinación de unidades cuyas clases son conocidas, hay que
dividir primero el relato y determinar los segmentos del discurso narrativo que se puedan
distribuir en un pequeño número de clases, en una palabra, hay que definir las unidades
narrativas mínimas.

Las funciones son unidades de contenido que fecundan el relato con un elemento que
madurará más tarde al mismo nivel, o, en otra parte, en otro nivel.

La función es una unidad de contenido; es "Lo que quiere decir un enunciado", lo que lo
constituye en una unidad formal y no la forma en que está dicho. Por lo tanto, las unidades
narrativas serán sustancialmente independientes de las unidades lingüísticas: las funciones
serán representadas ya por unidades superiores a la frase (grupos de frases de diversas
magnitudes hasta la obra en su totalidad). ya inferiores (el sintagma, la palabra e, incluso en
la palabra, solamente ciertos elementos literarios).
¿Qué tipo de funciones existen? Desarrollar cada uno.

Barthes considera que existen distintas clases de funciones, para distinguirlas adopta como
criterio los niveles de sentido: a las que tienen como correlato otras del mismo nivel las
denomina 'distribucionales' o 'correlativas'; a las que adquieren sentido integradas con
funciones de otra jerarquía las denomina 'integrativas'. Reserva el nombre de 'funciones' para
el primer grupo, mientras que a las segundas las denomina genéricamente 'indicios'.

Las unidades distribucionales son clasificadas teniendo en cuenta su importancia en relación


con el avance de la acción en el relato. Las más fuertes son los núcleos (o funciones
cardinales) que corresponden a las acciones principales, aquellas que tienen que ver con la
cadena estructural de la historia, con los verdaderos nudos del relato. Las funciones
cardinales (núcleos) tienen una ligazón a la vez cronológica (porque las acciones se suceden
en el tiempo, una después de otra) y lógica (porque se vinculan entre sí a partir de relaciones
de causalidad, por ejemplo, una a causa de la otra). Son los momentos de riesgo del relato.
Las catálisis, en cambio, son acciones secundarias, constituyen los descansos del relato en el
sentido de que abren una alternativa en la continuación de la historia.

Para que una función sea cardinal. basta que la acción a la que se refiere abra (o mantenga o
cierre) una alternativa consecuente para la continuación de la historia. en una palabra. que
inaugure o concluya una incertidumbre. Si en un fragmento de relato, suena el teléfono. Es
igualmente posible que se conteste o no, lo que no dejará de encauzar la historia por dos vías
diferentes.

Las catálisis, en cambio, son acciones secundarias, que se aglomeran alrededor de un núcleo
u otro, sin modificar su naturaleza alternativa. Las catálisis siguen' siendo funcionales, en la
medida en que entran en correlación con un núcleo, pero su funcionalidad es atenuada; se
trata de una funcionalidad puramente cronológica: se describe lo que separa dos momentos de
la historia, mientras que en el lazo que une dos funciones. cardinales opera una funcionalidad
doble, a la vez cronológica y lógica: las catálisis son unidades consecuentes, las funciones
cardinales o núcleos son a la vez consecutivas y consecuentes.
¿Qué es un actante? ¿Es sólo un personaje?

Diferentes personajes pueden realizar acciones pasibles de ser agrupadas en un conjunto; los
actantes son los agentes que realizan esos grupos o redes de acciones que se denominan
'actancias'. Las actancias pueden definirse, entonces, como generalizaciones que engloban
acciones realizadas por personajes a partir de los objetivos que éstos persiguen, como el
fraude, el deseo. la seducción y otras.
Barthes señala que el nivel de los personajes plantea un dilema al análisis estructural que se
resiste a definir al personaje en términos de esencia psicológica y prefiere definirlo como un
"participante", "actuante" o "actante" antes que como un "ser".

Hay dos clases de unidades: unas son distribucionales y otras integradoras.


La distribucionales corresponden a las funciones de Propp: la compra de un revolver tiene
correlato el momento en que se lo utilizará (y si no se lo utiliza, la notación se invierte en
signo de veleidad, etcétera), levantar el auricular tiene como correlato el momento en que se
lo colgará, la intrusión de un loro en la casa de Felicité tiene como correlato el episodio del
embalsamamiento, etcétera.
Las unidades integradoras comprenden los indicios (en el sentido más general de la palabra),
indicios caracterológicos que conciernen a los personajes, informaciones relativas a su
identidad, notaciones de “atmósferas”. La relación de la unidad con su correlato es
integradora ya que para comprender “para qué sirve” una notación indicional, hay que pasar a
un nivel superior (acciones de los personajes o narración) pues sólo allí se devela el indicio.
Los indicios son unidades semánticas pues remiten a un signicado, a diferencia de las
funciones que remiten a una operación.
Es posible distinguir indicios propiamente dichos, que remiten a un carácter, a un
sentimiento, a una atmósfera (por ejemplo de sospecha), a una filosofía, e informaciones , que
sirven para identificar, para situar en el tiempo y el espacio.
Decir que James Bond está de guardia en una oficina cuya ventana abierta deja ver la luna
entre espesas nubes que se deslizan, es dar el indicio de una noche de verano tormentosa y
esta deducción misma constituye un indicio atmosférico que remite a un clima pesado,
angustioso de una acción que aún no se conoce.

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