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El tiempo acoge lo que al cuerpo no le es dado perdonar

La poesía feminista en la transición: apertura de


emanaciones de cuerpos periféricos como capital
simbólico (1990-2001).

Javiera Mansilla
Optativo Arte y cultura en tiempos de transición. 1988-2001
Profesor Cesar Albornoz
Universidad Alberto Hurtado, Licenciatura en Historia 2018
Introducción
El cuerpo también esta abatido por la historia, afectando directamente al tiempo en que se
ve inscrito, y por tanto, dispuesto a las condiciones históricas que van resignificando sus
inscripciones simbólicas, sus formas sentibles, sus imbricaciones políticas, su lenguaje y
performatividad dentro de las propias formas de ser y estar en el Cono Sur. Para introducir
este proyecto de investigación me referiré al título, pues aquel no es sólo un síntesis de
parafraseo ocasional, sino que es un vaticinio literario que condensa tanto el entramado a
narrar, como los conceptos más relevantes a la hora de querer capturar la historicidad de la
emergencia que llamo la poesía feminista de la transición. Las poetas escogidas son Malu
Urriola, Carmen Berenguer, Verónica Zondeck y Marina Arrate, advirtiendo primeramente,
que aquellas son generalmente englobadas en el marco cultural de la escena de avanzada
de los años 80’, dentro de un contexto dictatorial que señala tanto su desarrollo político
militante, como también su desarrollo poético. Pero para este trabajo, hemos de tener en
cuenta la diacronía del despliegue artístico de estas poetas, para concebir que aquellas no
avanzan en un mismo tiempo ni mismo sentido desde los años 80’ a la transición, sino que
sus heterogéneas obras simbolizan el tiempo en que se escriben, dando cuenta de los
cambios sufridos desde un cuerpo textual que lucha contra los silencios de la dictadura, a
uno que pugna contra un nuevo modelo económico, social, cultural y político: el
neoliberalismo. Otro aspecto a considerar, es que no todas estas poetas son “feministas” en
su sentido militante explicito, sino que se inscriben en un marco donde el cuerpo de mujer
del Cono sur (cuerpo periférico), toma textura política y se desarrolla simbólico-
literariamente desde lo que Kemy Oyarsun señala como la Erosión del Sistema Sexo-
género, comprendiendo así “que el sexo (cuerpo) de quien escribe importa, que más allá o
más acá de las “performances” simbólicas estamos inscritas(os) en un horizonte
epistemológico y valorico andro y etnocéntrico que obstaculiza en mayor o en menor grado
la emergencia de las autoras como actantes, como sujetos de ciudadanías culturales”1
Usar la metáfora emanación de cuerpos periféricos, esboza las principales intenciones de
este proyecto. En primer lugar, el concepto de emanación propone que algo se desprende de

                                                            
1
 NOMADIAS feministas, Pulsiones estéticas: escritura de mujeres en Chile, Santiago de Chile: Cuarto Porpio, 
2004. Prólogo de Kemy Oyarzún, pág. 8 
otra cosa, para el caso de la poesía, que del lenguaje, el lenguaje en su condición material
como texto, se desprenden cuerpos, en una especie de performatividad transfigurada de
representar los cuerpos en el padecimiento de su historia (tomo así emanación como parte
de la metáforas más significantes sobre al cuerpo y la poesía usadas por la autora Malu
Urriola). Por otro lado, al hablar de cuerpos periféricos, los inscribimos en sus dimensiones
sociales, geopolíticas, de género e históricas, ya que hago uso del concepto periférico desde
la perspectiva decolonial, que permite dar cuenta que estas poetas, al hablar desde la
marginalidad del Sistema sexo-género hegemónico, también se instalaran como voces
propias del Cono-sur, desde un epistemología en constante conflicto con la
institucionalidad oficial heredada de la dictadura, distanciándose de la “matriz” de esta. Así
lo periférico se inscribe en un Sistema Mundo, donde eclosionan los dispositivos y
discursos, los cuerpos y la praxis en una dominación norte-sur que se ha desarrollado,
según los estudiosos más representativos de la red de la perspectiva decolonial2, desde el
colonialismo/modernidad.
Desde el verso de Veronica Zondek: el tiempo acoge lo que al cuerpo no le es dado
perdonar3, desprenderemos la idea de una continuidad y discontinuidad histórica en la
transición, en la perspectiva de la historia a contrapelo de Benjamín. “El pasado es un
campo de citas atravesado tanto por la continuidad (las formas de suponer o imponer una
idea de sucesión) como por las discontinuidades: por los cortes que interrumpen la
4
dependencia de esa sucesión cronológica predeterminada” nos dice Nelly Richard, y en
este caso, es el cuerpo el que contiene, en la obras de las autoras, esa temporalidad caótica
discontinua, que al cuerpo no le es dado perdonar, la misma Zondek dirá: “las huellas de lo
que nos antecedió en todas sus dimensiones y expresiones forman necesariamente parte de
aquello que habitamos. Y por cierto, la poesía es un caminar entre esas aguas -que si estás
viva- te mojan y te construyen, aunque quizás y a veces, no tengas conciencia de aquello”5.
En consecuencia, comprenderemos a la poesía feminista de la transición, como una muestra
de aquellas fracciones de experiencia periférica y soslayada del gran discurso de la

                                                            
2
 Autores como Enrique Dussel, Walter Mignolo, Ramón Grosfoguel, Anibal Quijano, María Lugones, y Ochy 
Curiel son pertenecientes a esta 
3
  Verónica Zondek, El libro de los valles, (Santiago de Chile: LOM, 2003). Extraído del poema tiempo.  
4
 Nelly Richard, la insubordinación de los signos, Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2000 pág. 14 
5
 Pedro Tapia (2017, 03 de octubre), Entrevista a Verónica Zondek “Un testimonio más”. Publicado en 
http://escenariocultural.com, URL: (http://letras.mysite.com/vzon201017.html) 
transición, proponiendo una ruptura lingüística y conceptual de la visión de prosperidad
futura de la campaña del “No” de 1989, dando cuenta del desencanto, de la indefinición
total, de la carencia, de la orfandad, de cuerpos lacerados con heridas aún punzantes de la
dictadura.
El tiempo por abordar será desde 1990, donde podemos identificar, desde la tesis de
Constanza Symmes, que la poesía de mujeres de la escena de la avanzada se convierte en
una capital simbólico6 en correspondencia a sus flujos y producción en editoriales
independientes, y llegaremos hasta el 2001, fecha en que se inscribe el fin de la transición
Respecto de la espacialidad, daremos cuenta de dos aspectos elementales propios de la
transición, que desarrollare más adelante: la ida de una producción literaria entorno a una
Glocalidad, en dos dimensiones: en primer lugar, concibiendo al cuerpo desde su
particularidad, y dotándolo de historicidad. En este sentido, el cuerpo será inscrito como
una localidad afectada por la modernización7 urbana, dotando a sus significantes de un
lugar geopolítico especifico (cuerpos periféricos del Cono Sur), de una historia, de un sexo,
y un género, escapando a los logocentrismos de “humanidad”, “Hombre” o “nación”. Otra
dimensión, tiene que ver ya con una localidad especifico en su sentido geográfico: voces
que hablan desde Valparaido, Santiago o Concepción, como espectadoras y padecientes de
una modernización y sus transmutaciones en el contexto del neoliberalismo de la
democracia pactada, que se convierte en el escenario elemental de las autoras, donde el
cuerpo transeúnte e inmigrante del desarraigo nacional, encontrará sus tenciones y
contradicciones. Con todo lo anterior, la hipótesis a desarrollar es que esta comunidad

                                                            
6
“El capital simbólico (el honor, la honorabilidad, el prestigio, la reputación) es aquello en lo que se convierte 
cualquier especie de capital cuando es desconocido como tal; es decir, en tanto que fuerza, poder (actual o 
potencial) y, por consiguiente, reconocido como legítimo o marcado con cierta legitimidad. Para Bourdieu, el 
capital  simbólico,  “fruto  de  la  transfiguración  de  una  relación  de  fuerza  en  relación  de  sentido”,  es  la 
posesión  de  una  forma  de  conocimiento  y  reconocimiento  de  los  otros,  pero  también  la  detentación  del 
“poder de reconocer, de consagrar, de hablar con éxito, de lo que merece ser conocido y reconocido, y, más 
generalmente, decir lo que es, o mejor aún, en qué consiste lo que es, qué hay que pensar, mediante una 
manera  performativa  de  decir  (o  de  predecir)”  Mauricio  Bustamante  Fajardo  y  Constanza  Symmes  Coll, 
2013.  Los  editores  independientes  y  la  constitución  de  un  capital  simbólico  transnacional:  condiciones 
sociales del ingreso de la diversidad cultural en Chile, Revista del museo de Antropología 6 (marzo), pág. 95 
7
  Entenderé  el  concepto  de  modernización  según  la  conceptualización  de  Marchall  Berman:  “los  procesos 
sociales que dan origen a esta vorágine, manteniéndola en un estado de perpetuo devenir, han recibido el 
nombre  de  modernización.”  Estos  procesos  materiales  se  relacionan  al  desarrollo  industrial  y  tecnológico  
geográfico  y  urbano,  estatal  y  del  mercado  capitalista  mundial,  que  conllevaban  tanto  un  horizonte  de 
progreso, como las propias consecuencias de las miserias que este expande. En M. Berman, Todo lo solido se 
desvanece en el aire, (México: Siglo XXI, 2011)  
interpretativa diversa, desde sus significaciones simbólicos-literarios del cuerpo,
representarán simbólicamente su tiempo en un relación dicotómica: en tanto apertura-
crítica-reflexiva como un nuevo capital simbólico desde 1990 (apertura cultural a distintas
diversidades dentro de los márgenes del cuerpo hegemónico); y en tanto a sensación de
carencia absoluta, desnudez, orfandad, como muestra de las discontinuidades dentro de la
transición pactada, que señalan formas de patrones de dominación más complejos que sólo
la clase, comprendiendo una interseccionalidad 8de las categorías de raza, género y clase,
donde tanto el modelo neoliberal como la democracia pactada, serán los representantes de
las carencias, desarraigo y laceramiento de estos cuerpos periféricos, que traban las
representaciones culturales oficiales, dando cuenta de “registros subalternos de l domestico
y de lo popular, de la urbano, de lo femenino y de lo biográfico erótico…para rebatir las
jerarquías de raza, clase y sexo” 9

El desarrollo de este proyecto de investigación, se dividirá en dos partes. La primera parte


hablará sobre la conformación del capital simbólico de la poesía feminista de la llamada
escena de la avanzada de la promoción de los 80’ en transición, dando cuenta tanto de las
políticas efectuadas por el gobierno de Patricio Alwyn en materia de cultura, como de las
propias acciones de las autoras, dentro de la dimensión política-cultural de la poesía en
Chile, teniendo en cuenta como afirma B. Subercaseaux, que “la creación artística no es
producto que responda solo a factores externos o que pueda ser planificado…Un
diagnostico de las prácticas artísticas y culturales indica que estas le afectan algunos
problemas de larga data y también otros más recientes y coyunturales”10. La segunda parte,
y la más compleja por dilucidar, es esta emanación de cuerpos periféricos-anteriormente
conceptualizada, desde los cuerpos textuales de la poesía feminista, donde estableceremos
la dicotomía de las continuidades y discontinuidades de la historia, y como aquel entramado
histórico puede ser comprendido, desde las representaciones simbólico-lietararias del

                                                            
8
 La interseccionalidad es un concepto generalmente usado desde el feminismo decolonial, en autoras como 
Sirin  Adlbi  Sibai,  María  Lugones,  Rita  Segato  u  Ochy  Curiel,  haciendo  referencia  a  la  intersección  de  las 
categorías de género/sexo, raza y clase, como categorías inseparables que dan cuenta no sólo de políticas de 
identidad, sino también, de estructuras y relaciones en el marco de los patrones y dispositivos de poder. 
9
 Nelly Richard, Op. Cit., pág. 26 
10
  Bernando  Subercaseaux,  Historia  de  las  ideas  y  de  la  cultura  en  Chile,  Santiago  de  Chile:  Universitaria, 
2011, pág. 287 
cuerpo periférico, como un embrión de las percepciones de patrones de dominación
imbricados en un interseccionalidad de patrones de poder.

Poesía feminista en la transición: capital simbólico

“Afuera está lo carcomido


Y adentro atónito e irremediable
la vergüenza de una hormiga
que come excremento y cadáveres”11
(Carmen Berenguer, A media asta, 1991)

Entre los días 17 y 21 de agosto de 1987 en la comuna de Ñuñoa, dentro del espacio de la
Casa de Ejercicios San Francisco, en las salas La Comedia (portador del teatro disidente) y
Goethe-Institut, sin financiamiento institucional, se realiza el primer Congreso
Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana en Chile12, organizado por las
escritoras Carmen Berenguer, Diamela Eltit, Eugenia Brito (que fue una de las
compiladoras del texto Escribir en los Bordes de 1990), donde se realizaron mesas trabajos,
encuentros de escritoras y recitales de poesía. Este Congreso se daba en una instancia
inquisidora para la reflexión crítica, como nos dice Berenguer, era la instancia subversiva
de “pensar desde un Chile en dictadura, en el que estábamos obligadas a escuchar la voz de
un patriarca durante 17 años”13, donde se tensaban los signos hegemónicos patriarcales de
la literatura chilena y la política, y además, se posicionaba como parte de las estrategias de
visibilidad de la literatura de mujeres, pero “puestas más en prácticas políticas que
literarias, como salir del encierro, como escenificar el espacio público…racionalizar
discursos inquietantes como la crisis entre logoscentrismo y periferia frente al poder de los
centros del saber académicos. Es decir la formulación y pregunta por los binarismos: centro
y periferia, femenino-masculino, heterosexualidad-homosexualidad precisamente14”. Así se

                                                            
11
  Carmen Berenguer, Chiiit, son las ventajas de la escritura, Santiago de Chile: LOM, 2009. Pág. 85 Poema 
de “A media asta” 1991 
12
 Muñoz, J. (2016) Nota sobre el Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana, Revista 
Chilena de Literatura, nº 30, pp. 207‐208 
13
 Carmen Berenguer (2017,  31 de octubre). Discurso de inauguración Congreso de Literatura Femenina en 
instituto  Cervantes  de  NY.  El  siglo.  Sacado  de  (http://www.elsiglo.cl/2017/10/31/discurso‐inauguracion‐
homenaje‐al‐congreso‐de‐literatura‐femenina‐en‐instituto‐cervantes‐de‐n‐y/)  
14
 Ídem. 
venía a transformar radicalmente una noción: “nos dimos el espacio para dialogar acerca de
la mujer como sujeto de habla y producto de esa reflexión, no solo como sujeto de habla
sino como cuerpo de texto”15. Mujer como cuerpo de texto, las reflexiones dadas en este
contexto como mujeres disidentes dentro de un espacio dictatorial, se proponía formar un
cuerpo textual subversivo a la academia, a los saberes del norte, donde sus “énfasis señalan
al mestizaje; al lenguaje y la escritura; a los mecanismos del poder y su dominación; a lo
otro, es decir: a la diferencia que apunta a la mujer y su escritura como, también, a la
pertenencia latinoamericana y la "doble desidentidad", aludida por N. Richard: "la
femenina y.la latinoamericana" (p.19); a la relación imitativa de la periferia hacia el
centro”16.
En 1990, Patrio Alwyn llega a la presidencia después de 17 años de dictadura, lo que para
muchos, desde la monona campaña del “No”, se anunciaba como la vuelta a la democracia,
a una más amplia y resuelta de los años de represión, señal del momento del desarrollo
progresivo económico de Chile, era para estas poetas como un iceberg, metáfora ocupada
T. Moulian que “representaba el estreno en sociedad del Chile Nuevo, limpiado, sanitizado,
purificado por la larga travesía del mar. En el iceberg no había huella alguna de sangre, de
desaparecidos. No estaba ni la sombra de Pinochet. Era como si Chile acabara de nacer”17.
Frente a esta constatación, este paisaje de blanquiamiento, las autoras perciben la
imposición de un voraz modelo económico neoliberal, dentro de un marco global que da
continuidad a las marcas de la dictadura de Pinochet, tensando las nociones de las nuevas
políticas culturales de la Concertación, cuyos principios, como afirma Bernando
Subercaseaux, eran de libertad, diversidad y participación. Ocultando una democracia
pactada y tutelada, a una democracia ampliada e incluyente.

“Con el gobierno de Patricio Aylwin quedó instalado el modelo de la democratización


política chilena tanto en el plano político como en la dimensión socioeconómica, dirigido a
corregir “en la medida de lo posible” las herencias de la dictadura en ambos planos y no a

                                                            
15
 Ídem. 
16
  Bianchi,  S.  (1998).  Hace  una  década:  Congreso  Internacional  de  Literatura  Femenina  Latinoamericana, 
1987.Nomadías, nº3, pp. 168‐171.  
17
 Tomas Moulian, Chile actual: Anatomía de un mito, Santiago de Chile: LOM, 2002. Pág.35  
buscar su transformación radical”18, modelo que las autoras, desde la posición de su
producción poética en los márgenes de la institución, no sólo ven con desencanto y
sospecha. Escribe así Carmen Berenguer en 1991:

“la patria querida es una boquiabierta muralla donde se puede pintar en las
periféricas zonas no soñadas por labio alguno no mencionada por voz alguna
pulsada por cuerdas que nadie mueve al interior una sangre fresca capaz de seguir
hasta que encuentre salida por un cauce que nadie sabe gota sobre gota rayando los
labios boquita dulce de patria fundada por quizás quienes”19

Este desarraigo de la nación, esta condena a los bordes hegemónicos donde en las
periféricas zonas, las no soñadas, se vuelven lugar de enunciación que va adquiriendo
legitimidad, nos permite concebir un capital simbólico entorno a los principios de
diversidad cultural20, teniendo en cuenta que, como afirma Subercaseaux, no sea casual que
“el documento “bases programáticas de la concertación de partidos por la democracia”
(elaborado para la candidatura de Patricio Aylwin) se inicie en lo referente a cultura y
comunicaciones con una sección en que se establecen los “principios orientadores de una
cultura democrática”: principios que sintetizan en la libertad, el pluralismo, el dialogo y la
apertura”21. En este sentido, nos encontramos con una contradicción sentible en las autoras:
por un lado tenemos un proyecto de apertura cultural que levanta las oportunidades
mercantiles y simbólicas de propuestas contra-hegemonicas, por el otro, las reformas
tributarias del gobierno de Aylwin respecto del IVA, el rol facilitador y subsidiario del
Estado, y los grandes conglomerados trasnacionales, dan cuenta de una modernización que
sigue manteniendo en el margen a estas llamadas diversidades culturales. Pero la apertura
                                                            
18
  Manuel  Garretón,  Neoliberalismo  corregido  y  progresismo  limitado,  Santiago  de  Chile:  ARCIS‐CLACSO‐
PROSPAL, 2012. Pág. 103 
19
 Carmen Berenguer, Op. Cit., Pág. 88 “A media asta” 1991 
20
 Defino acá el concepto de diversidad cultural desde la tesis de Constanza Symmes: “La eficacia simbólica 
del principio de diversidad cultural –y de las diferentes formas de argumentación o retórica– se articula en la 
relación compleja de las propiedades del discurso, de los individuos que lo enuncian y de la institución que 
autoriza  a  pronunciarlo  (Bourdieu  1999:  71).  De  ahí  que  el  proceso  de  elaboración  y  legitimación  del 
principio de diversidad cultural va a  ser el resultado de la movilización de grupos heterogéneos (políticos, 
artistas, científicos, profesionales de la cultura, etc.) que supieron poner en funcionamiento distintos tipos 
de recursos discursivos, asociados a los variados capitales simbólicos acumulados en sus campos de origen 
respectivos (cultural, político, asociativo, etc)” (concepción extraída conforme a su estudio de los debates de 
la UNESCO desde 1970) Mauricio Bustamante Fajardo y Constanza Symmes Coll, Op. Cit., pág. 102 
21
 Subercaseaux, Op. Cit. Pág. 281 
cultural en la transición es innegable si lo sacamos de las lógicas de este iceberg. Nelly
Richard identificara dos grupos de proyectos culturales: el primero como proyecto a
administrar y distribuir, siguiendo las líneas más propias de la transición, y otro proyecto
que concibe la cultura como producción estética y reflexión crítica que “trabaja con las
proliferaciones y los desbordes del sentido, con sus ambigüedades y sus
contradicciones…con todo lo que reprime el manejo burocrático-institucional o bien
mercantil de la cultura” donde “la potencialidad crítica de las operaciones del arte y de la
cultura que deriva del carácter “oblicuo, simulado, y diferido de los juegos de
representación, con los que interpretan lo social”. Desde la tesis de Constanza Symmes y
Mauricio Bustamente, entenderemos que esta producción critica, se insertara en una especie
de militancia cultural, teniendo antecedente como el Congreso de 1987, que da cuenta de la
necesidad de visibilizar el cuerpo textual de mujeres.

Situar aquel capital simbólico en 1990 tiene varias razones, en primer lugar el tema de las
editoriales independientes es significativo, pues editoriales independientes como LOM,
Cuarto Propio y SURADA, comienzan un despliegue importante tratando de diferenciarse
de los grandes grupos editoriales, convirtiéndose en producciones restringidas en las cuales
imperan razones intelectuales, estéticas y/o identitarias22. De hecho, es importante
considerar que tanto Malu Urriola como Marina Arrate, fueron y son parte de las editoriales
independientes (SURADA y Editorial Libros de la elipse). Más aún, nos dirá Malu Urruila:
“no existe una poesía que esté dentro del mercado neoliberal, toda la poesía se ha
mantenido siempre al margen, y eso la hace de por sí política. Siempre ha habido recitales,
encuentros literarios, lanzamientos, y toda la vida los poetas se han leído entre ellos, pero
también siempre éstos han sido autogestionados23”.

Otro factor importante a considerar respecto de las políticas del gobierno, y sobre la
apertura cultural, es la creación del FONDART en 1992: “se trata de una propuesta
extensionista que busca facilitar el acceso de las mayorías a los bienes culturales. Bienes

                                                            
22
 Mauricio Bustamante Fajardo y Constanza Symmes Coll, Op Cit. pág. 99 
23
  Felipe  Ruiz  Valencia,    Acosos  a  Malu  Urriola,  (2005,  Julio),en  Rocinante  nº81,  extraído  de  URL: 
http://www.letras.mysite.com/mu190805.htm 
que abarcan de preferencia las expresiones artísticas legitimadas por la tradición”24, pero
que no ha dejado excluyente el principio de la diversidad cultural. Tenemos así que Marina
Arrate recibe en 1995, 2001 y 2005 la Beca de Creación del Fondo Nacional de Desarrollo
Cultural y las Artes, Verónica Zondeck el 2007, Carmen Berenguer premio FONDART y
de forma muy ilustrativa el 2002 Malu Urriola y Nadia Prado realizan a través del
FONDART el proyecto de POESÍA ES + por los cielos de Chile, una intervención que
como explica Nadia Prado tenía una pretensión política explicita: “el lenguaje de la poesía
trabaja en su precariedad, sabe de su difícil intromisión en un mundo neoliberal, donde se
intenta poner a Latinoamérica nuevamente de rodillas frente al imperio, como se ha hecho
con Argentina… ay provocación, pero prefiero decir resistencia, no como incitación
irreflexiva, sino como resistencia en el sentido de resguardar un lenguaje poético que se
está perdiendo, resistencia como oposición a la hegemonía violenta del dinero.
Una resistencia que se opone a la máquina imperante de la hegemonía económica mundial
del Primer Mundo”25. La audiovisualización del arma poética también es relevante en este
sentido, pues no sólo demuestra parte de las características más elementales de la cultura en
la transición, sino que además da cuenta de cómo el cuerpo y el lenguaje se vuelven
necesarios para visibilizar públicamente las nuevas formas simbólico-literarias que ofrecen
estas poetas. Podemos mencionar también como Marina Arrate, Carmen Berenguer o
Veronica Zondek, hacen uso del lenguaje y procesos propios de la fotografía o el teatro
para sus cuerpos textuales.

Tenemos así que el capital simbólico identificado desde 1990 se comprende en torno a la
apertura cultural dada en transición, fuera de represión inquisidora de la dictadura en los
espacios del despliegue corpóreo, que se manifiesta no de una forma mercantil de flujo de
la producción poética a gran escala, sino que siguiendo la misma necesidad política de su
militancia cultural, recorriendo restringidamente los espacios marginales y las pocas
oportunidades dadas por un Estado facilitador pero no impulsor, en un modelo económico
que vuelve superflua la palabra (como afirma Urriola y Prado) y que solapa las voces

                                                            
24
  Bernando  Subercaseaux, Políticas  culturales,  institucionalidad  y  democracia.  En  Cultura  y  desarrollo  en 
Chile, dimensiones y perspectivas en el cambio de siglo, Coord. Manuel Garretón , pp. 229‐247 (Santiago de 
Chile: Editorial Andres Bello, 2001) 
25
  Benjamin  Chavez,  2003,    POESÍA  ES  +,  entrevista  a  Malu  Urriola  y  Nadia  Prado,  en  URL: 
(http://www.letras.mysite.com/poesiaesmas1.htm) 
resistentes. La producción poética de estas autoras que da a su cuerpo textual autonomía
identitaria, se gesta como símbolo que da cuenta de las contradicciones de la transición,
mostrando las heridas, la amnistía y borradura de memoria social, el aplastante desencanto
del neoliberalismo que soslaya la independencia del cuerpo periférico respecto del Primer
Mundo, del centro de las producciones del mercado, herencia de la dictadura, y por ende,
como presencia de la vergüenza de una hormiga que come excremento y cadáveres.

Emanaciones de cuerpos periféricos

. “La mujer es alta, dorada y fuerte


Sus largas manos elevan
Lentos cantos abisales.
Para los círculos
Del Mundo y por su imperio”26 (Marina Arrate, Mascaras negras, 1990)

“Por ser una zona limítrofe-divida entre la biología y la sociedad, la pulsión y el discurso,
lo sexual y sus categorizaciones de género, la biografía y la historia, etc.-, el cuerpo
humano obedece fronteras de sentidos que la discursividad social prescribe como
normalidad o bien se estrella contra ellas”27 teniendo esta definición en cuenta, es que
entenderemos la representación simbólico-literaria del cuerpo, no desde sus condiciones
estética dentro del cuerpo textual de las autoras, sino desde sus inscripciones históricas, en
tanto padecientes de una historia sin horizontes donde anidarse, comprendiendo así como el
cuerpo transitará sobrellevando una “enfermedad”, una herida, sin un diagnostico para
subsanarse, para arraigarse. Desde 1990 se vive en chile un ambiente de pactos silenciosos,
de ausencias de verdades, de amnistía, de preponderancia del libre mercado frente a las
deudas de lo corrompido, de los cuerpos torturados, desaparecidos y eliminados. Es una
atmosfera doble: la de la percepción de un Chile Actual cuyo devenir histórico es el
desarrollo continuo y la ampliación democrática, y por otro lado, la percepción de un Chile
silenciado, sometido, subyugado a la racionalidad última del gobierno del dictador
Pinochet, que impuso la vorágines modernizadora y que la Concertación decidió continuar.
                                                            
26
 NOMADIAS feministas, Op. Cit, pág. 27. Marina Arrate, mascaras negras, 1990, fragmento extraído del 
poema La Dorada Muñeca del Imperio 
27
 Nelly Richard, Márgenes e instituciones : arte en Chile desde 1973,  (Santiago de Chile: Metales Pesados, 
2007) 
“Deformé sus vértices, fragmenté sus límites, recurrí a otras fuerzas: el
desenfreno, la pasión, la soledad de abrazar el horror. Maniobro mi más
cruenta lucha, sola y abatida por el delirio, el anhelo desbordante, la lujuria
de arrancarme el sabor negro, el hedor de las palabras, angustia intravenosa,
negra del país Sub, antes beber, para luego injuriar ese rostro de femme
fatale postmo, negar, despersonalizar, mantener la postura de perdida,
derribarme en mi propio cuerpo, un par de segundos, mientras bajas la vista,
lo que le dura a un muchacho meterse una aguja en el brazo
Me arrastro en la furia del desencanto”28 (Malu Urriola, Dame tu sucio
amor, 1994)
En 1994, último año del gobierno de Patricio Aylwin, Malú Urriola escribía sus poemas
Dame tu sucio amor, evocando la marca atónita de un gobierno que desde el consenso y la
reconciliación, intento solapar en una urdimbre de mascaras al modelo neoliberal, las
marcas corporales de la amnistía y la modernización voraz del sistema económico que,
como podemos apreciar en el poema, ignoraba las pericias periféricas el hedor de las
palabras, angustia intravenosa, negra del país Sub. Precisamente, la postura de pérdida, el
derribarse en el propio cuerpo, resignifica ese cuerpo blanquiado de Chile, volviéndolo el
lugar desde donde hablar de lo fragmentario, desde donde enunciar las tensiones de un país
que olvido en pos del libre mercado. Constatamos acá un cambio relevante respecto de la
producción poética anterior en dictadura, si bien marcada por la resistencia a la represión y
al silencio, con una visión violenta de urbe, como explica Macarena Urzúa “en los noventa
este deslizamiento continúa; sin embargo, se tiñe de un reclamo, de una inconformidad por
el pasado y por el lugar de la enunciación”29. Junto con ello, tomamos su metáfora de lo
femme fatale postmo, para dar cuenta como este cuerpo desencantado, concibe una postura
de producción epistemológica desde una autodeterminación identitaria, políticamente desde
el cuerpo de mujer, signadose como un cuerpo periférico, biográfico, que disputa el espacio
de la ciudad, y el canon literario masculinizado de la poesía.

“La transición pactada implicó la aceptación de la Ley de Amnistía, que ha sido el principal
obstáculo para hacer justicia en materia de derechos humanos, dejando impunes los peores
crímenes cometido en los primeros años de la dictadura”30, en un Chile donde la presencia
                                                            
28
 Malu Urriola, Las estrellas de Chile para ti, (Santiago de Chile: Editorual Cuarto Propio, 2015), Pág. 63  
29
  URZÚA  OPAZO,  Macarena,  Poesía  chilena  del  paisaje  y  la  ciudad:  cartografía  de  una  tradición  poética. 
Hacia  una  estética  de  la  poesía  postdictatorial,  452ºF.  Revista  electrónica  de  teoría  de  la  literatura  y 
literatura comparada, nº 8, 108‐126, 
30
  Sebastián  Sánchez  González.  ¿Verdad  y  Reconciliación  o  Justicia  transicional?  Las  encrucijadas  de  la 
transición  pactada  en  Chile  (1990‐2000).  XIV  Encuentro  de  Latinoamericanistas  Españoles  :  congreso 
del Estado represivo y el sistema coercitivo administrativo, y en el cual Pinochet seguía
siendo el Comandante en jefe del Ejercito, el cuerpo periférico aparece como una respuesta
a los patrones dominantes-hegemonizantes del patriarca, Verónica Zondek en 1995
escribía:

“Piensa vergüenza el peligro en su disfraz.


Unas gotas deformes pegan su esfuerzo en la mugre.

Queda en exposición de museo


tendido de lecho en lecho
mientras el espasmo herido
desmorona certezas pinceladas en plástico azar.

Ahora
aprisiona el aire
y es imposible la luz.” (Verónica Zondek Membranza, 1995)

El poema advierte varías cosas. En primer lugar, y teniendo en cuenta el contexto del
segundo gobierno de la Concertación, con Frei Montalva a la cabeza, Arrate dimensiona un
tiempo estancado, que desmorona certezas pinceladas en plástico azar, es decir, que
señala oblicuamente que aquellas certezas de justicia y verdad, que ya desde el inicio se
inscribían en un plástico azar, en un cuerpo artificial, engañoso, dispuesto a olvidar, son
percibidas por el cuerpo como el espasmo herido, es la ruina que va dejándose en una
exposición de museo, muerto, desmembrado, donde las gotas deformes pegan su esfuerzo
en la mugre, políticas que sólo esmaltan las continuidades estructurales de la dictadura.
Estas poetas, perciben en la escena del 90’ una diferencia fundamental respecto de los 80’:
el desencanto de un mundo que hace imposible la luz. La apertura cultural, se contradecía
con un lenguaje que se amordaza, que transita en un umbral, señalando que la sospecha de
esa supuesta “apertura”. Se afirma así “un contexto que difumina las "marcas" y las
"heridas" de ese "cuerpo". En sentido inmediato, no pertenecen ya a la situación generada
tras el golpe de estado de 1973, sino a un contexto aparentemente "transitivo" donde los
actores de la oficialidad intentan destensar esas "marcas", aflojarlas hasta que

                                                                                                                                                                                     
internacional, Sep 2010, Santiago de Compostela, España. Universidade de Santiago de Compostela, Centro 
Interdisciplinario  de  Estudios  Americanistas  Gumersindo  Busto  ;  Consejo  Español  de  Estudios 
Iberoamericanos, pp.1765‐1783, 2010 
desaparezcan”31. Las continuas políticas de modernización del gobierno de Aylwin,
acentuada en el gobierno de Frei Montalva (por ejemplo, en los acuerdos de cooperación
económica como el TLC, o en Programa de Mejoramiento a la Gestión), se trataron de “una
modernización de la gestión pública, y no del Estado…en la cual primaron orientaciones de
orden instrumental y técnico o económico-administrativo, bases fundamentales para
sostener y dar continuidad a una lógica estatal funcional al modelo económico”32 y en este
sentido, primo el libre mercado antes que la democracia.

La impunidad, la democracia pactada y el modelo neoliberal son los principales focos de


las carencias y orfandad del cuerpo. Pero estas autoras no sólo se ven permeadas por la
angustia de un modelo que arrasa con sus esperanzas, sino también por un ambiente
intelectual donde postestructuralismo, el psicoanálisis, el giro lingüístico, y el feminismo
más crítico33, permite afianzar las nociones embrionaria de la fuerza material del lenguaje y
el cuerpo y del cuerpo en el lenguaje, Carmen lo dilucida así: “la lengua no está ajena,
porque lleva en su interior nuestro desastre histórico. Entonces qué escribir en estos
espacios desasosegados, impenitentes. Qué se dice en ese ahogo primario, liarse con las
complicidades en perpetua rebeldía literaria. No logro entender esta poesía burguesa y
chocha, que ha penetrado emocionalmente al yo, chileno...Mis apegos son más en los otros
otras que en la universalidad occidental del logocentrismo”34. En este sentido, la relación de
la modernización del modelo neoliberal a costa de la democracia, de la justicia y la verdad,
en su vinculo con la emanación del cuerpo periférico, se vuelve una forma de resistencia y
encarnación textual de las discontinuidades de la historia: “semiocultos en la trama que
urde la historia más residual de estos quiebres, se esconden los hilos aún clandestinos de
muchas otras memorias artísticas y culturales que se rebelaron contra el determinismo
ideológico de las racionalidades unificadas por verdades finales y totales”35. Nos
referiremos entonces, a como estas críticas y reflexiones nos acercan un patrón de
dominación que concibe tanto los problemas de género, de raza y de clase, desde una
                                                            
31
  Javier  Bello,  Los  naufragos,  Santiago  de  Chile,  octubre  de  1998.  En  URL: 
http://www.uchile.cl/cultura/poetasjovenes/naufragos1.htm 
32
 Manuel Garretón, Op. Cit. Pág. 117 
33
 Carmen Berenguer, ídem.  
34
  Sergio  Rodríguez  Saavedra,  Un  café  con  Carmen  Berenguer,  La  noche,  nº  108,  extraído  de  URL: 
http://letras.mysite.com/cber121217.html 
35
 Nelly Richard, Op. Cit., pág. 14  
propuesta interseccional sobre el cuerpo, haciendo del cuerpo un lugar de distintos
encuentro que son afectados por la historia. Teniendo en cuenta estos conceptos, veremos
que el paisaje de modernización de Santiago y de las promesas de democracia, remontan a
las autoras a concebir una historia de dominación epistemológica, racial, de clases, de
género, y de centro-periferia (Norte-Sur), en una crisis de referentes (progreso, desarrollo,
democracia, humanidad, etc.) que “se profundiza en la constitución de identidades,
recodificaciones estéticas de sexo y género, de etnia y clase”36 que dan cuenta de una
cuerpo textual marginal, periférico contrario a los engranes de la dominación hegemónica
del Chile Actual, donde el sistema neoliberal globalizado simboliza una nueva forma de
dominación del Tercer Mundo.

Identidades en disputa, la poesía feminista encarna un cuerpo periférico que bifurca y


tensiona las racionalidades última y universales del sistema. Hemos de considerar que en el
transcurso de la transición, tanto Aylwin como E. Frei Ruiz-Tagle, hicieron del mercado
libre el planteamiento primero para el equilibrio y reconciliación del país, ignorando las
potencias de identidades antes reprimidas, que dentro de las aperturas culturales, quisieron
ocupar un lugar en el escenario público.

“Cuando este cuerpo está renunciando sobreviene una leve, insostenible mejoría,
una mejoría que será arrasada por una nueva enfermedad, este cuerpo me abandona,
constantemente me está abandonando, se duerme, cuando necesito pensar se
duerme, no resiste más suelo que la calle, sólo cuando lo saco de noche revive,
cuando lo llevo a gozar banalmente, mi cuerpo es el síntoma de esta ciudad, me
traiciona, no me traiciona ningún destino sino este cuerpo…”
(Malú Urriola, Hija de perra, 1998)

En este extracto del poema de Malú Urriola, nos encontramos con un cuerpo sufriente,
históricamente sufriente, cuerpo que ser versa entre un des-conocerse y un re-conocerse, ya
que como lo hace constantemente Urriola, el cuerpo contiene dos personas, dos tensiones,
la Malú espectadora y la Malú padeciente, se estrella con el cuerpo contra la ciudad, y la
ciudad a lo largo del texto adquiere el fundamento local de sus muertes, pues es la ciudad la
contiene el blanquiamiento, es la ciudad el escenario de las contradicciones más latentes de
la transición. El cuerpo periférico, el de una mujer que vagabundea por la ciudad, tiene las
características de ser el síntoma del patrón mundial del capitalista, en el orden del poder
                                                            
36
 Nomadias, Op. Cit. Pág. 11 
colonial, que además pugna con la idea del Estado-nación; es un cuerpo desarraigado, que
abandona, que no resiste más suelo que la calle, lugar del deambulo de quienes deciden
marginarse de la sociedad. Que el texto sea en 1998 no es casual, pues es el año del arresto
de Pinochet en Londres, fallido arresto, protegido por la Concertación. Esta desconsolación
de la justicia, donde la protección de la imagen del patriarca del Chile Actual era parte de
los pactos de la democracia, se traduce en una voz suicida, donde declara Malú Urriola que
su obra “fue un duelo de la memoria chilena. De una memoria posdictadura que arrasó
bastante con todo. Lo escribí en un momento que estaba un poco harta de que cambiaran
algunas cosas para que nada cambiara finalmente. Es un libro que tiene que ver con la idea
que yo tenía en ese momento del futuro: yo pensé que la gente iba a olvidar, y olvidó. Y ese
olvido me provocaba un malestar muy fuerte”37 y junto a ello, y no menos importante,
respecto del género y el discurso dominante, era una confrontación contra la idea de que “el
rollo de las mujeres siempre es el mandato del patriarcado de renunciar en pos del amor,
de la familia”38, y de esta forma, se imbrica en una crítica política después de casi una
década de los gobierno de la Concertación.
En estos años, y tomando a tesis de Subercaseaux, también comienzan las contradicciones
respecto de los pueblos originarios, como parte de las contradicciones de las aperturas y la
democracia en la transición. Como afirma el autor, durante la transición se dieron tímidos
pasos respecto del reconocimiento la lucha mapuche: en 1992 se incluyo los datos étnicos
en el CENSO, en 1993 con la Ley de Pueblo Indígenas o ya en el 2001, con la creación de
la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato de pueblos originarios39. Sin pretender
extenderme en la condición de la lucha mapuche, estas políticas entraban en
contradicciones para las poetas, puesto que seguían observando un país racialmente
discriminatorio, con un Estado también racialmente jerarquizado:

“Entre medio de todo, hoy 12 de octubre es el día de la raza. 300 mapuches subieron
al cerro Huelén.
Denunciaron la explotación que realizan los empresarios nacionales en sus
territorios originarios.
“solicitamos”, dijeron: “Qué se respete la existencia pacifica de los cuatro colores
humanos” (Carmen Berenguer, Naciste pintada, 1999)
                                                            
37
 P.J., Entrevista a Malú Urriola Hija de la pasión, Página 12. Viernes, 29 de abril de 2011. Extraído de URL: 
http://letras.mysite.com/mu210511.html 
38
 Ídem.  
39
 B. Subercaseaux, Op. Cit., 284‐287 
Carmen Berenguer, con este poema, situado bajo el titulo de Casa cotidiana y ruina,
establece un paisaje urbano, donde pugnan las contradicciones, y se erecta las figuras
europeas por sobre la demanda mapuche. Hablará seguidamente de la Fuente del parque los
reyes traída desde España a Chile, de la torre Entel instalada al lado del parque
Bustamante, de la instauración de la línea 5 del metro, tres concepciones de
modernizaciones en función del progreso, que cortan el horizonte corporal periférico. No
dice sobre la torre Entel que: “Quiere ser alegórica en su construcción y mítica en su
necesidad de ritual. Noble pretensión de ser ciudad inventada/ Y más allá aún, donde el
inventario no alcanza a contarse: se parece a los barrios bajos de Los Angeles/ se parece a
los rostros de las mujeres viejas que gritan AYMARA amarradas a la bandera de Bolivia en
La Paz”. Vemos así, Un Carmen Berenguer que ya no sólo señala las fracciones y
resistencias a la dictadura, sino que ahora esboza sus ruinas dentro del paisaje de ese NO de
añañuca amarilla, vislumbrando al cuerpo racializado y de una clase que lo constituye, una
clase proletaria, fuera del chocha burguesa, como un más allá de los centros de
construcciones alegóricas, situado en la periferia de su enmascarado progreso.

El espacio de la ciudad es redundante y relevante en cada autora, y además, tanto Carmen


Barenguer, como Malú Urriola Y Verónica Zondek, se dimensionan desde una localidad
particular. Hemos de comprender, el desarraigo del logoscentrismo occidental del Estado-
nación, una que no permite a los cuerpos periféricos situarse de forma originaria en él. De
esta forma, tendremos poemas emanados desde las localidades de Valparaiso (Naciste pinta
1999), cuerpos vagabundeando por las calles de recoleta y el centro de Santiago (Dame tu
sucio amor (1994), Hija de perra (1998)), o transitando por el Valle de las gaviotas, en la
imagen de un Santiago triste que perece en el olvido, en la conde la Ley de amnistía (El
libro de los valles (2003). Este sentido de lo local, tendrá también que ver con la políticas
de la dictadura seguidas por la Concertación, de una centralización en Chile,
“centralización que en el bicentenario se manifiesta en una capital que alberga a más del
40% de la población, una urbe que se ha convertido en una megalópolis, creciendo como
una mancha de aceite, una urbe que literalmente se ha tragado el suelo agrícola, bajo la
égida del mercado inmobiliario y sin considerar (según los especialistas) una planificación
urbana”40. De esta forma, el cuerpo periférico también toma sentido en su relación con un
centro maquillado de modernización, decorando la precariedad y las heridas de la historia
de Chile.

Lo local se vuelve una necesidad política, comprendiendo que desde ese lugar de
enunciación, desde ese tránsito y deambule del cuerpo periférico, es que se elimina las
ideas totales o universales, que las autoras se encargan de erosionar. Carmen Berenguer
dirá respecto de su obra Naciste pintada que “esperaría que fuese leída más como algo local
que como algo universal o total. En mi poesía miro la transformación de Santiago como
referente de su propio modelo de modernidad a la chilena donde, con el tiempo, ha ido
desapareciendo esa ciudad de comunas y barrios por una más descontrolada. Creo que esa
violencia de una ciudad que cambia a la fuerza es la que ha fijado mi interés al momento de
escribir”41. Situarse en un locus de enunciación¸ entendiendo aquel, de forma reduccionista,
como la inscripción lingüística y discursiva dentro de una geopolítica particular, donde el
sujeto que enuncia esta permeado por su historia, es dar cuenta de un cambio
epistemológico y ontológico relevante de las autoras: en la periferia de un Sistema Mundo,
donde el cuerpo de la mujer, del mapuche, del pobre, se mueve en los márgenes del
progreso de la transición, ocultos entre las modernizaciones que parecen estar desarrollando
el país, aparecen los fragmento que los dominantes han querido ocultar.

Conclusión

“La heterogeneidad social y cultural del escenario Latinoamericano y las descentradas


formas que tiene la modernidad periférica de manifestarse en él, nos darían motivos
suplementarios para criticar el universalismo de categorías como “progreso” o “desarrollo”
que son tributarias de una matriz europeadominante”42. Esta cita de Nelly Richard,
podemos extrapolarla al cuerpo textual de la poesía feminista de la transición,

                                                            
40
 B. Subercaseaux, Op. Cit., pág. 310 
41
 María Jesús Blanche, Carmen Berenguer, poeta: «Estamos en presencia de la masculinidad literaria como 
poder», (8 de agosto, 2017), en fundación la fuente, URL: http://www.fundacionlafuente.cl/carmen‐
berenguer‐poeta‐estamos‐en‐presencia‐de‐la‐masculinidad‐literaria‐como‐poder/ 
42
  Nelly  Richard,  Arte,  literatura  y  desarrollo:  linealidades  programadas,  rupturas  críticas.  En  Cultura  y 
desarrollo  en  Chile,  dimensiones  y  perspectivas  en  el  cambio  de  siglo,  Coord.  Manuel  Garretón  ,  pp.  99‐
113(Santiago de Chile: Editorial Andres Bello, 2001) 
 
comprendiendo así, como las resignificaciones simbólico-literarias, tratan de emanarse
desde una localidad definida, que lucha contra las matrices epistemológicas propias, de lo
que las autoras identifican, de un discurso hegemónico patriarcal, sustentados en
logoscentrismo occidentales, que podemos identificar, como parte de las racionalidades
básicas que la dictadura configuro, para inscribir en la historia su imposición del sistema
neoliberal como un devenir inherente de la modernización de una nación. Aquello, ya lo
contemplábamos desde la hipótesis general, pues establecer conceptos como cuerpos
periféricos, discontinudad histórica, interseccionalidad, nos direcciona a ver con un lente
distinto la poesía, comprendiendo que no se configura en un entramado impersonal o
transpersonal, sino que se enuncia desde un lugar geopolíticamente e históricamente
definido.

Junto con la anterior, es relevante mencionar que la aspectos como la glocalidad, las
contradicciones, la apertura cultural y las tensiones respecto de un sistema democrático
que se ve subyugado a libre mercado, a modelo neoliberal, no son ajenos a la gran de la
producción cultural de distintas áreas. En este sentido, es interesante como desde la poesía
estos mismo factores propios de la transición pueden ser identificados, lo que también nos
vislumbra porqué es útil y necesario hacer historia, no sólo desde la poesía, sino que desde
una poesía concretamente feminista, Más allá de ser una deuda o no, creo que desde una
perspectiva benjaminiana, esta poesía choca, se estrella, pugna contra la historia de los
vencidos, deja la despolitizada categoría de víctimas, produciendo un capital simbólico,
cuya matriz es la crítica política y cultural al Chile Actual, su caos y desparrame histórico.
Es en esta medida, que podemos afirmar, siguiendo a Nelly Richard, que estas “obras
ilustraban la idea benjaminiana que “la continuidad de la historia es la de los opresores”
mientras “la historia de los oprimidos es una discontinuidad”: una sucesión inconclusa de
fragmentos sueltos desamarrados por los cortes de sentido que erran sin la garantía de una
conexión segura ni de un final certero”43 encontrándonos con una lucha desde el cuerpo
periférico, comprendiendo el cuerpo de la mujer, el cuerpo del llamado indígena, el cuerpo
del pobre, depositarios de la ruinas que conlleva la historia de la transición, y a la vez
como un campo de resistencia contra quienes no han cesado de vencer.

                                                            
43
 Nelly Richard, Op. Cit., pág. 27 
Bibliografía:

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