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Años más tarde, se realiza la segunda reforma del Código en 1921 y se establecen los casos en los que no se
debe penar la interrupción del embarazo: cuando se practica con el fin de evitar un peligro para la vida o la
salud de la mujer, cuando se interrumpe un embarazo fruto de una violación o de un atentado contra el pudor
cometido sobre una mujer idiota o demente.
A pesar de esto, en el año 1976 nuevamente en bajo un gobierno de facto autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional se sanciona el Decreto Ley Nº 21.338 que vuelve a incorporar las modificaciones
realizadas en el Decreto Ley Nº 17.567 sancionado en 1968.
Recién en 1984, el gobierno democrático sanciona la Ley Nº 23.077, que retrotrae el marco legal al Código
Penal de 1921 donde se restablecen los casos de no punibilidad vigentes actualmente. En 2012, la Corte
Suprema se pronuncia con el fallo “F.A.L” sobre el aborto por violación y resuelve que las mujeres violadas,
sean “normales o insanas” (de acuerdo al fallo), pueden interrumpir un embarazo sin autorización judicial
previa ni temor a sufrir una posterior sanción penal, eximiendo de castigo al médico que practique la
intervención. Según el fallo, sólo es necesario una declaración jurada que deje constancia del delito del que
fue víctima la persona que quiera interrumpir el embarazo.
Finalmente el Protocolo para la Atención Integral de las Personas con Derecho a la Interrupción Legal del
Embarazo (Protocolo ILE) desarrollado por el Ministerio de Salud de la Nación en 2015, retoma los
lineamientos del fallo “F.A.L” y agrega consideraciones en cuanto al concepto de salud, incorporando los
aspecto físicos, psíquicos y sociales y aclara que el peligro de la salud puede ser potencial.