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5/11/2015 ¿Qué hay de las discotecas para jóvenes?

— BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower

Los jóvenes preguntan...


¿Qué hay de las discotecas para jóvenes?
“Tenía muy claro mi objetivo: iba a pasarla bien.”—Shawn.

“Para ser sincero, fue muy divertido... fenomenalmente divertido. Bailé y bailé
sin parar toda la noche.”—Ernest.

EN LOS últimos años se han puesto muy de moda las discotecas para jóvenes,
frecuentadas precisamente por gente joven que anda en busca de diversión.

Claro está, a todos nos gusta divertirnos, y la Biblia dice que hay “un tiempo para reír” y
hasta “un tiempo para bailar” (Eclesiastés 3:4, Levoratti-Trusso). Pero ¿brinda
entretenimiento sano un local de baile para jóvenes, o hay algo que debas tomar en
cuenta antes de ir?

“Fiestas [donde se] hacen locuras”


Aunque es cierto que las Escrituras no condenan las reuniones sociales moderadas, sí
nos alertan contra las “diversiones estrepitosas”, o “fiestas [donde se] hacen locuras”
(Gálatas 5:19-21, Traducción en lenguaje actual). En tiempos bíblicos, las diversiones
estrepitosas terminaban casi siempre en un completo desorden, por lo que el profeta
Isaías expresó: “¡Ay de los que se levantan muy de mañana para buscar solo licor
embriagante, que se quedan hasta tarde en la oscuridad nocturna, de modo que el vino
mismo los inflama! Y tiene que resultar que haya arpa e instrumento de cuerdas,
pandereta y flauta, y vino en sus banquetes; pero la actividad de Jehová no miran” (Isaías
5:11, 12).

En aquellas fiestas predominaban el “licor embriagante” y la música desenfrenada.


Además, la diversión empezaba temprano y duraba hasta bien entrada la noche. Fíjate
también en la actitud de los juerguistas: ¡se portaban como si Dios no existiera! No nos
sorprende que Jehová condenara tales fiestas. Ahora bien, ¿cuál será su opinión de lo que
ocurre hoy día en muchas discotecas para jóvenes?

Analiza los hechos. Por una parte, hay sitios en donde todavía se acostumbran el crowd
surfing y el frenético moshing. Según cierta fuente, el moshing “apareció a mediados de
los años ochenta en clubes post-punk estadounidenses. Nació [...] del slam, un baile en el
que los participantes se daban empujones unos a otros”. En el moshing es habitual dar
saltos, sacudir violentamente la cabeza y simular embestidas, además de chocar contra
otros participantes. Las fracturas y cortaduras son muy comunes; también ha habido
lesiones de columna vertebral y de cráneo, e incluso muertes. En el crowd surfing se
levanta a alguien sobre las cabezas de la multitud para que se deslice sobre los brazos
de los participantes, como si surfeara. Muchos se han caído y se han lastimado. Y no es
raro que a las muchachas las toquen indebidamente.
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No hace falta preguntar si a Dios le disgusta tal conducta. Después de todo, su Palabra
dice que los cristianos deben “repudiar la impiedad y los deseos mundanos y [...] vivir con
buen juicio” (Tito 2:12).

Música y drogas
Piensa, además, en la clase de música que se toca en la mayoría de los locales de baile.
Algunos de ellos se especializan en heavy metal y otros tipos de rock duro, con su ritmo
pulsátil y letras obscenas, aunque en muchos lugares lo que predomina es el rap, o hip-
hop, igualmente impregnado de sexo, violencia y rebelión. ¿Te perjudicaría exponerte a
ese tipo de música en un ambiente malsano? David Hollingworth, asesor de clubes
nocturnos, dice: “La música tiene un fuerte impacto psicológico en la gente. Si reunimos
una multitud de personas, [la música] engendrará agresividad”. Con razón ha habido una
oleada de violencia en discotecas de varias ciudades estadounidenses, violencia que, para
muchos, es el resultado directo de una cultura musical que glorifica las obscenidades y la
conducta salvaje.*

En los últimos años, el uso de drogas también se ha convertido en elemento común de


los locales de baile. Cierta investigadora afirma que “la disponibilidad, la variedad y el
consumo de drogas ilícitas [...] han dado popularidad a las discotecas”. De hecho, hay
drogas que se conocen como “de baile”. A veces, los clientes de esos sitios incluso
consumen una mezcla de fármacos. Uno de los ingredientes más comunes en tales
mezclas es la ketamina, que produce disociación, delirio, dificultades respiratorias y daño
neurológico. La metanfetamina provoca pérdida de la memoria, agresividad y violencia,
además de que conlleva la posibilidad de daño cardíaco y neurológico. Una droga que
predomina es el éxtasis, un derivado anfetamínico capaz de producir confusión, ansiedad,
aumento de la frecuencia del pulso, hipertensión arterial, hipertermia y, en algunos casos,
incluso la muerte.

El consumo de drogas ilegales es contrario al mandato bíblico de “[limpiarnos] de toda


contaminación de la carne y del espíritu” (2 Corintios 7:1). ¿Consideras sensato meterte
en un ambiente donde reine el consumo de drogas?

Malas compañías
Recuerda asimismo la consabida advertencia: “Las malas compañías echan a perder los
hábitos útiles” (1 Corintios 15:33). Tal como los juerguistas de tiempos bíblicos, casi
ningún joven de los que frecuentan las salas de baile parece preocupado por complacer al
Creador. De hecho, podría decirse que la mayoría son “amadores de placeres más bien
que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:4). ¿De veras quieres andar entre gente de esa
clase?

Habrá quien piense que se pueden reducir los riesgos yendo a esos lugares con otros
jóvenes cristianos. El problema es que el joven que sea un verdadero “ejemplo para los
fieles [...] en conducta” no va a estar dispuesto a acompañarte (1 Timoteo 4:12). Pero aun
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suponiendo que un grupo de jóvenes cristianos fueran a uno de esos sitios y lograran
mantenerse juntos, la música y el ambiente malsanos seguirían estando allí. Podrían verse
en una situación tensa o incómoda si otros los invitaran a bailar; algunos jóvenes incluso
se han metido en peleas. La Biblia tiene mucha razón al decir: “El que está andando con
personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá
mal” (Proverbios 13:20).

Baile provocativo
Y entonces tenemos el baile propiamente dicho. Hay un baile sumamente extraño que se
ha puesto muy de moda, sobre todo entre los adolescentes de Estados Unidos: al ritmo
de música hip-hop —cuya letra ya es erótica—, los participantes bailan con movimientos
que simulan el acto sexual, lo que ha hecho que algunos digan que es como tener
relaciones sexuales con la ropa puesta.

¿Querría un joven cristiano participar en ese tipo de baile? No si lo que desea es agradar
a Dios, quien ordena: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Tal vez alguien diga: “Si
la mayoría lo hace, no puede ser tan malo”. Pero toma en cuenta que la mayoría puede
estar equivocada (Éxodo 23:2). ¡Ten el valor de resistir la presión de tus amigos y
mantener una buena conciencia ante Dios! (1 Pedro 4:3, 4.)

Toma tu decisión
Lo anterior no significa que todo tipo de baile sea malo. En la Biblia se relata que, tras
volver con el arca sagrada del pacto a Jerusalén, al rey David lo embargó tal alegría que
“iba danzando en derredor [...] con todo su poder” (2 Samuel 6:14). Y en la parábola de
Jesús del hijo pródigo se dice que al celebrar su regreso hubo “un concierto de música y
danzas” (Lucas 15:25).

De igual modo, habrá algunas formas de baile que sean aceptables entre los cristianos
del lugar donde vives. Pero aun entonces es importante tener equilibrio y buen juicio.
Escuchar música y bailar en fiestas de hermanos cristianos en las que se cuente con el
control y la supervisión adecuados es mejor que hacerlo en discotecas para jóvenes.
Cuando hay buena supervisión, la juventud no hace su grupo aparte, sino que disfruta de
la compañía sana de cristianos de todas las edades.

Es posible que donde vivas haya restaurantes con música y baile aceptables. Pero antes
de aceptar una invitación a uno de esos establecimientos, sería sensato que te
preguntaras: “¿Qué reputación tiene el lugar? ¿Atienden solo a jóvenes? Si es así,
¿cuánta probabilidad hay de que exista un ambiente sano? ¿Qué tipo de música se toca?
¿Qué tipo de baile hay? ¿Qué opinan mis padres de que yo vaya?”. Hacerte preguntas
como estas puede librarte de peligros.

Shawn, citado al inicio, frecuentaba las discotecas antes de ser cristiano, y resume bien el
asunto: “En los clubes nocturnos existe mucha conducta relajada. Por regla general, la
música es degradante, el baile es sumamente inmoral y la mayoría de los que acuden
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tienen un solo motivo: encontrar alguien con quien tener relaciones sexuales al salir del
club”. Shawn dejó de ir a las discotecas tras estudiar la Biblia con los testigos de Jehová.
Y su opinión, basada en la dolorosa experiencia, es: “Esos sitios no son para un
cristiano”.

[Nota]

Consulta el artículo “¿Por qué influye en nosotros la música?”, de la revista ¡Despertad!


del 8 de octubre de 1999.

[Ilustración de la página 26]

Algunos jóvenes se han visto en situaciones incómodas en las discotecas

http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102004290 4/4

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