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SOCIOLOGIA
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FILOSOFIA
POR

Enülio DURI{HEINI
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SOCIOLOGIA y
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FILOSOFIA
POR

EMILIO DURKI-lEIM

VERSIÓN CAST/:<:UANA DE

José María Bolaúo (hijo) )'


REVISIÓN m:
José Luis Monereo Pérez

EDICrÓN y ESTUDIO PRELIMINAR

«RAZONES PARA ACTUAR: SOUDARIDAD ORcANICA, ANOt\UA y COHESIÓN SOCIAL

EN EL PENSAi\HENTO DE DURlU-fEIl'v!»
a cargo de
José Luis Monereo Pérez
Catedrático de la Universidad de Gmna{la.

GRANADA
EDITORIAL COMARES, S.L.
2006
BIBLIOTECA COMARES DE CIENCIA JURÍDICA

II !.J
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281008
1

ÍNDICE

COLECCIÓN: CRÍTICA DEL DERECHO


SECCIÓN: ARTE DEL DERECHO
Estudio Preliminar, «Razones para actuar: solidaridad orgánica,
Director de la colección: anomia y cohesión social en el pensamiento de Durkheim»
JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ por José Luis Monereo Pérez ................................................................ VII

74 Prólogo... .......... ............................. ......... ........................... ....................... LXVII

CAPÍTULO PRIMERO
Representaciones individuales y representaciones sociales

1. Sociología y psicología ................................................................... . 1


n. La teoría epifenomenista .............................................................. . 2
III. La asociación de ideas por semejanza .......................................... . 10
Título original francés de la obra póstuma de Émile Durkheim: IV. Las representaciones psíquicas .................................................... .. 18
Suciologíe el jJltilosopMe, C. Bouglé (ed.), París, Felix Alean, 1924. V. Las representaciones sociales ................................................... :... .. 23
No obstante, se ha tomado en consideración ediciones posteriores.

CAPÍTULO SEGUNDO
© Emilio Durkheim Determinación del hecho moral

Editorial COMARES
1. 'resÍs ................................................................................................. . 35
POLÍGONO )UNCARH., PARCELA 208
T¡:NO. 958 46 53 82 • 18220 ALBOLOTE (GRANA'DA) n. Caracteres distintivos del hecho moral ....................................... .. 36
Hn'p://W\'I/WI.COMARES.COM lII. Individuo y sociedad frente al hecho moral ............................... .. 37
ISflN- I 3: 978-84-9836- 140-7 IV. La sociedad y la realidad moral ................................................... .. 38
ISBN-lO: 84-9836-140-0 L La realidad moral objetiva ................................................. .. 40
DEPÓSITO LEGAL: GR. 2. r 17-2006 2. Fundamento de las realidad moral .................................... . 50
IMPRESIÓN \' ENCUADERNACiÓN: COMARES, S.L.
3. Juicios sobre la Il1oral .......................................................... . 60
VI

ESTUDIO PRELIMINAR
CAPÍTULO TERCERO
Respuesta a las objeciones «RAZONES PARA AC"TUAR: SOLIDARIDAD ORGÁNICA, ANOMIA y COHESIÓN SOCIAL
EN 1':1. rgNSAMmNTO m: IHJIUmEIM»

1. Estado de la sociedad y estado de la opinión .............................. . 65


n. La razón individual y la rcalidad moral ....................................... . 67 AUTOR

III. El sentimiento de obligación yel carácter sagrado de la moral.. 70 .J OSÉ LUIS MONERf.O PÉREZ
N. La autoridad moral de la colectividad ........................................ .. 75
V. La filosofía y los hechos morales ................................ ,................. . 77
VI. La representación subjetiva de la moral ...................................... . 80

SU11lm70: 1. Perspectiva de cOl~junto. 2. Solidaridad orgánica y reorganización de


CAPÍTULO CUARTO la sociedad. 3. Teoría orgánica del Estado y de la democrada: El ESL.1.do es
Juicios de valor y juicios de realidad no de pensamiento social; es la sociedad. Bibliografía Seleccionada.

l. Conceptos fundamentales ............................................................. . 83


Ir. Valores objetivos .......................................: ..................................... . 85
nI. Valores subjetivos o ideales .......................................................... .. 90
1. Perspectiva de conjunto.
N. Los ideales en los juegos de valor ................................................ .. 94
V. Relación en tre los juicios de valor y los juicios de realidad ...... .. 99 Según Durkheim la solidar~dad que produce la división del trabajo especiali-
zada es muy diferente de la solidaridad mecánica. Mientras que el tipo anterior im-
plica que los individuos se parezcan los unos a los otros, la orgánica presume que
CAPÍTULO QUINTO difieren. El primero es posible sólo en tanto la individualidad personal se ve absor-
Critica general del pragmatismo 103 bida en la personalidad colectiva. El último es posible sólo si cada uno lÍene una
esfera de acción peculiar para él, es decir, si posee una personalidad. Es así que
resulta necesario que la «conciencia colectiva» deje abierta una parte de la conciencia
individual para que esas funciones especiales puedan establecerse allí; funciones
que ella no puede regular. Con todo, cuanto más extensa sea esta región, más fuer-
te es la cohesión que resulta de esta' solidaridad. En los hechos, por un lado, cada
individuo depende más directamente de la sociedad a medida que el trabajo se di-
vide más y. por el otro, la actividad de cada individuo se hace más personalizada en
la medida en que es más especializada. Resulta aquÍ que la individualidad de todos
crece al mismo tiempo que s~s partes: la sociedad se vuelve más capaz de acción
colectiva l. Para él la cuestión social (y su manifestación en la cuestión obrera) es

! DURKHET~{, E.: La división,del trabajo .social, trad. Carlos González Posada, Madrid, Daniel

Jorro, Editor, 1928, espec., cap. III (<<La solidaridad debida a la división dellrabajo u orgáni-
ca»), cap. V («Preponderancia de la solidaridad orgánica y sus consecuencias») y cap. VI ("Pre-
ponderancia de la solidaridad orgánica y sus consecuencias. Continuación»). La solidaridad
orgánÍ<:a es la base esencial del ord(~1I social moderno situado en una larga fase de transición,

111
VIII JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR IX

reflgo de una mala organización de la sociedad, la cual puede ser corregible me- dividual y la intervención estatal, estableciendo planes de reforma social en sentido
diante reformas pertinentes de regulación y «modelación,}. Efectuando un diagnós- amplio y propiciando cauces para alcanzar el consenso necesario entre los indivi-
tico sobre las condiciones de producción de la solidaridad orgánica y sobre los fac- duos y sus grupos de pertenencia. Deben fomentarse, pues, los mecanismos de con-
tores para él determinantes de la cuestión social (y lo que refleja de falta de cohe- senso sobre la base de valores y sentimientos comunes para alcanzar la necesidad
sión social), Durkheim reflexiona sobre los remedios que pueden aportar la sociolo- socialización y la coexistencia pacífica entre individuos y grupos heterogéneos. La
gía científica y el papel que corresponde a las instancias colectivas de la sociedad sociología científica puede señalar esos cauces de integración colectiva. La sociolo-
(Estado, grupos profesionales, familia). Para él la solución tiene que construirse so- gía de Durkhcim se identifica con un proyecto de organización social donde se re·
bre la base de criterios científicos, y sin prejuicios ideológicos y tiene que buscar alzan los valores de la racionalidad y la solidaridad social en el camino hacia la rea-
un equilibrio entre el orden social y el desarrollo de la personalidad individual '2. lización de los seres humanos. De ahí que su posÍción se acercara a los «socialistas
Por ello rechaza las propuestas provenientes delliberalisIIlo económico, el socialis- utópicos o románticos», socialistas de cátedra, al socialismo jurídico 3 y al solidarismo
mo marxista y de las ideologías comunistas. Para él lo social (que se vincula al ser social, que podrían encuadrarse dentro de la posición intervencionista de reforma
social del hombre, a su comportamiento colectivo más allá de la exclusiva agrega- social. Pero en Durkhcim se realza la idea de una reforma orientada hacia la con-
ción de seres humanos individuales) no se resuelve ni como cuestión privada (libe- servación social: el deber del hombre de Estado ya no es empl~jar violentamente a
ralismo individualista) y ni con una plena publificación (socialismo marxista e ideo- la sociedad hacia un ideal que le parece atractivo sino que su papel es como el del
logías comunistas). Su solución intermedia residía en compaginar la autonomía in- médico: prevenir la aparición de enfermos cuidando la higiene y tratar de curarlos
cuando aparecen 4. Es el modelo del intervencionismo (individualizado, entre otros,
por autores como Posada y Pic 3). Esa sintonía con las formas del socialismo demo-
crático es explicitada en su obra "El socialisJlIO", donde reflexiona precisamente desde
en cuyo marco este tipo de solidariedad no está plenamente desarrollada, sino que está el socialismo democrático y critica severamente a la ideología del «socialismo cien-
emergiendo trah,yosamclltc cn detrimento de la condición anómica de la división del trabajo
tífico». No cree en la centralidad histórica de la lucha de clases y entiende que el
(socialmente disfunclonal. y uno de euros síntomas es el conflicto de clases y la excesiva des·
antagonismo entre empresarios)' trabajadores es un exponente de una desintegra-
igualdad). Por cierto, que Durkheim se preocupa de puntualizar que la utilización del térmi-
no «orgánica» es un recurso puramente expresivo)' analógico para realzar, en efecto, que cada ción social derivada de una situación de anomia que debe ser objeto de corrección
órgano tiene su carácter}' autonomía espcciales y, a pesar de ello, la unidad del organismo es a través de intervenciones activas del Estado (<<órgano moral" y «cerebro del orga-
tanto más grande cuanto la individualización de las parles es más marcada. Esta matización es nismo social») y de 10s grupos sociales 6. Durkheim vincula la anomia a la división
importante, porque Durkheim quiere marcas distancias respecto de las direcciones de pensa-
miento organicistas r biologístas en sociología.
2 Observa que el remedio al mal no es buscar que resuciten tradiciones y prácticas que,
no respondiendo ya a las condiciones presentes del estado sodal, no podrían vivir más que
una vida artificial y aparente. Lo que se necesita es hacer que cese esa allol1lia, es encontrar los 3 Incluido su amigo Jean laurés, que defendió también un socialismo democrático de

medios de hacer que concurran armónicamente esos órganos que todavía se dcdican a movi- base moral y defensor de la democracia padamenlaria y de Ia.~ Iibcrlades individuales. Véase
mientos discordantes, introducir en sus relaciones más justicia, atenuando cada vez más esas j.-\uRÉs,j.: L'armée lIolmelle, París, Ed. Bonnefolls, HilO; ID.: Orígenes del socialis/IIo alemán (1892),
desigualdades externas que constituyen la fuente del mal. Nuestro malestar no es, pues, como Estudio preliminar de·L. Goldmaon, Barcelona, Edí>. Cultura Poplllal; 1967; ID.: Estudios sa-
a veces parece creerse, de orden intelectual; tiene causas más profundas. No sufrimos porque cia/islas, Madrid, Zcro-Zyx, 1970. Véase GOLDBERG, H.; jean1aures, París, Fayard, 1970. Véase
no sepamos sobre qué noción teórica apoyar la moral que hasta aquí practicábamos, sino por- DROZ, j.; Historia del socialismo, (Título orignal francés: "Le socialísme democratiquc», Rarce-
que, en algunas de sus partes, esta moral se halla irremediablemente quebrantada, y la que lona, Edima-Edición de Materiales, 1968, cap. III (La democratización del socialismo francés
necesitamos está tan sólo en vías de formación. Nuestra ansiedad no vicne de que la crítica de desde Guesde a Jaurés), págs. 67 >' sigs.; LEFIl-\NC, G.: Le /1/011vemenl socialisle SOllS la Tmsihlle
los sabios hara arruinado la explicación tradicional que nos daban de nuestros deberes, y, por Républiqlle, 1875·1940, París, Payot, 1963.
consiguiente, no es un nuevo sistema filosófico el que podrá jamás disipada, sino de que, de ~ DURl\l-lE!~!. K: Las reglas del1l1élodo sociológico, !\{adrid, Alianza, 1988.
algunos de esos deberes, no cstando ya basados en la realidad de las cosas, resulta un afloja- " POSADA, A.: "Política social y Legislación del trabajo», en POSADA, A., CLEMENTE DE DIEGO,
miento que no podrá terminar sino a medida que una nueva disciplina se establezca y consoli· E, SEL-\., A., BERNARI.lO m: QUIIl.DS, C. }' SANCRO, P.: Derecho 'Usual, J\'fadrid, Ediciones de la Lectu·
de. En una palabra. nuestro primer deber actualmente es hacernos una moral. Semejante obra ra, Ciencia y Educación-Manuales, s/f., págs. 489 y sigs.; Pie, P.: 1i"(ltado elemelltal de legislación
no deberá improvisarsc en el silencio del gabinete; sólo por sí misma puede elevarse, poco a indllslJial, t. 1, trad. deJ. L. de Urquiza, Madrid, Reus, 1941,1942.
poco, bajo la presión de causas internas que la hacen necesaria. Mas, para lo que la reflexión 6 Esa reconducción de los conflictos de clase en términos de anomalía}' des(~uste fun-

puede y debe servir es a señalar el fin que es preciso alcanzar. Tal es lo que hemos intentado cional en un ámbito específico de la soci<~dad confluye en gran medida con el diagnóstico de
nosotros hacer. Cfl: La división del trabajo social, cit., págs. 479-480. A. Comte, con el cual Durkheim guarda <'11 no pocas cm~stiones una gran proximidad de pen-
x JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ
ESTUDIO PRELIMINAR XI

forzada del trabajo (forma anómala de división del trabajo social). La anomia refle-
mal del proceso de especialización 9) exige ante todo una regeneración moral del
ja el debilitamiento de la moralidad común. situación en la que la moral no les cons-
tejido social en un sentido orgánico y solidario, que reconduzca la cuestión social a
triñe lo suficiente a los individuos) careciendo de un concepto nítido de 10 que se-
un orden armónico basado en la justicia social. La regulación de las relaciones so-
ría una conducta adecuada o no apropiada. La división anómtca del trabajo dife-
ciales de producción es necesaria para superar las distorsiones generadas por diver-
renciado es para él la jJatología principal de las sociedades avanzadas. La anomia es gencia de fuerzas operantes. Durkheim establece una cfrne:úón e¡¡l're libertad del indivi-
en todo caso un estado subjetivo producto de causas sociales; y, en consecuencia,
duo y enlnunadn .~ocial, e,n virtud de la cual la libertad indilJüluallan sólo se alcan'Z~ plena-
susceptible de explicación sociológica.
mente por medio de su nexo de deflendencia de la sociedad de la que forma pa'rle aclwa. L~
Esta patología social admite remedios, morales (reorganización social de la so-
anomia deriva de que, en ciertos ámbitos de la sociedad hay falta de fuerzas colecti-
ciedad f especialmente a través del sistema educativo), instituciones (Estado, a tra-
vas, esto es, de grupos sociales constituidos para reglamentar la vida social. Su pro-
vés de reformas de intervenciones débil y de actividad de control social) y asociativos
puesta es la de la armonia social entre trahajadores y empresario.\·, rechazando las solucio-
(asociaciones ocupaciones o profesionales, que generaría una moralidad integradora
nes 'unilaterales, porque el malestar no está localiz.ado en ninguna clase en concreto, ya que es
y activa -apta permanentemente para cambial- el estado de cosas existente-, agru-
general en toda la sociedad irulustrial. Por tanto, afecta tanto a los pat-ronos como a los o~re­
pando a los actores de una misma industria, unidos y organizados en grupo pro-
TOS, a'unque con diversa intensidad JI agravio. El remedio PlinciPal debería ser la Teorgtt:uza-
pio). Su superación a través de una reorganización institucional (con el prota-
áón moral y económica del sistema industrial, a través de la fonnaci6n de grupos profeSIOna-
gonismo activo del Estado y de [as asociaciones ocupacionales) es condición nece-
les funcionales e integradores, a/JOyad()" y supervisados por el Estado. Estos grupos temlda:~
saria para resolver la mayor parte de los casos de anomia vinculados al trabajo pro-
at1ibuidos nuevos poderes de gestión)' conlrol .wbre el mundo industrial. Corresponde, aSI,
ductivo. Es verdad que la solidaridad viene de adentro y no de afuera, pero en un
al Estado (órgano de pensamiento social) ya los grupos sociales (mediadores so-
momento determinado esta solidaridad interior se expresa externamente por me-
ciales) aportar nuevas formas de organización y moralización de la sociedad. Las
dio de una esU-uctura apropiada. El Estado es una de estas estructuras: El Estado es
reformas legislativas (la legislación protectora del trab~o) pueden atenuar y neu-
la forma externa y visible de la sociabilidad. Abstraerse de él es, sin duda, suponer que tralizar parcialmente el problema, porque su verdadera solución un cambio
el hombre no vive en sociedades avanzadas 7. En este sentido Durkheim es partida-
en las mentalidades, una moralización completa de la sociedad 10. En esa
rio de una reforma social integrar que posibilite la introducción de m~ioras cuali- moralización el papel más importante es reservado a las corporaciones profesiona-
tativas en el funcionamiento de la sociedad para restaurar la moralidad colectiva. les como intermediarios con autoridad entre los individuos yel EsLldo, y generadoras
Ello supone una intervención en la esfera económica de la sociedad, porque la ac-
de solidaridad sociat Alaba al socialismo de cátedra por su preocupación de intro-
tividad económica no tiene otro origen que el egoísmo y. en consecuencia, la eco-
ducir reformas sociales, pero respetando la economía de mercado y la esfera de'las
nomía política se halla radicalmente separada de la moralidad, si es que la humani-
libertades individuales. Por ello propone una definición de socialismo adecuada a
dad conserva algún ideal moral una vez que se hayan disuelto todos los lazos socÍa-
su propia convicción (cosmovisión): En efecto, en su propia percepción el socialis-
les 8. La solución del problema social (que en Durkheim es una derivación anOf-
mo (modulación adaptada a las exigencias de su propio pensamiento de crítica so-
cial) es la aspiración a reorganizar el cuerpo social de tal forma que se modifique
la situación que la industria ocupa en la sociedad; esto es, que salga de la sombra"
en que actualmente está, y en la que funciona de forma automática, para ser ilumi-
samiento y de di;gnóstico para las orientaciones de la reforma social positiva y constructiva, nada y controlada por la conciencia 1 J. El socialismo trasciende la cuestión obrera
en cuanto opuesta a toda tentación revolucionaria. En realidad, Durkheim veía la relación
entre el individu9 y la sociedad no como una oposición de intereses sino como una relación
de problemático acoplamiento, siendo la [unción de la sociología objetiVAr e impulsar una 9 A diferencia de Max Weber que \'Íncula todos los problemas de la modernidad al cre-
moral encaminada a transformar la sociedad en el sentido de su evolución. Véase MONEREO ciente proceso de racionalización. Véase WEBER, M.: Sociología del Derecho, edición y eSLprel., a.
PÉRF.Z, J. L.: La "reJo/1l1a social en España: Adolfo Posada, Madrid, MTAS, 2003. Sobre el pensa- cargo de]. L. Monereo Pérez, Granada, Editorial Comares, 2001.
miento de Comte puede consultarse NEGRO PAVÓN, D.: C(m'lf.e: Posifivismo y revolución, Madrid, 10 f:stc enfoque moralizante y socializador del problema social y su carácter insolubl~ a
Editorial CinceJ, 1992, y bibliografía allí citada.
través de una solución meramente económica y de reforma de la legislación sodal es explíCito
7 Véase su ensayo «Les études de sdencc sodalc», en Revue P/¡ilosopltique, vol. 22 (1886),
en DURKHEIIIl, E.: El socialismo, edición de R. Ramos Torre, Maddd, Editora Nacional, 1982,
págs. 78-79.
págs. 107 Ysigs. . > •
8 Véase su rescila a la obra de KOHLER, Zur Urgescllichle deT Ehe, en Année sociologique, vol. 1
11 Entiende, por otra parte, que «el socialismo no es una ciencia. una soclol?gIa en m,l-
'(1896-7), pág. 37.
niatura, sino un grito de dolor y, a veces, de cólera que surge de los hombres que Sienten mas
XII JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XIII

yes típicamente una doctrina social que pretende modificar ]0 que existe propo- sario organizar la vida económica, sino introducir elementos de renovación moral
niendo reformas. De ahí su carácter de doctrina práctica 12. Pero esta aspiración y espiritual que limite los egoísmos individuales. La legitimidad de la autoridad y
no sólo la experimentan las clases inferiores, sino el Estado mismo, porque a medi- de los límites de las propias aspiraciones tiene que basarse en un poder moral al
da que la actividad económica crece en importancia como factor de la vida s~cial, que los individuos reconozcan superioridad que le diga que no se «debe» ir más
el Estado se ve conducido, por la fuer/:a de las cosas, por necesidades vitales de la allá 13. Para -él debe reorganizarse la economía y, en general, la sociedad con arre-
más alta importancia, a controlar esa actividad ya regular sus manifestaciones. Para glo a criterios morales. Adviértase que la idea de autoridad remite, en su opinión, a
él el socialismo obedece a dos corrientes y fuerzas: desde arriba (El Estado; corres- la influencia que se impone sobre nosotros por algún poder moral que reconocc-
pondiente al socialismo de Estado), y desde abajo (socialismo obrero). Depende mos como superior. Por esta influencia actuamos del modo prescrito, no porque la
también de exigencias funcionales del sistema social en un determinado estado de conducta requerida nos resulte atractiva, no porque estemos inclinados a ella por
evolución. Esta visión del socialismo sintonizaba en gran medida con el socialismo alguna predisposición innata o adquirida, sino porque hay cierta influencia forzosa
reformista de Jaurés, por otra parte amigo personal de Durkheim desde su coexis- en la autoridad que la dicta. La obediencia voluntaria consiste en ese consentimiento.
tencia en la Escuela. La cuestión social exige una solución global: no sólo es nece- La autoridad crea esta fuerza imperativa a la que nos sometemos. En cada fuerza
moral que sentirnos supelior hay algo que somete a nuestra voluntad. De modo harto
significativo, la moralidad constituye una categoría de reglas (regla entendida como
un modo de conducta que no podemos alterar a nucstro gusto) en las que la idea
vivamente nuestro malestar colectivo. Su relación con los hechos que lo provocan es análoga de autoridad desempeña un papel absolutamente preponderante 14.
a la de los gemidos del enfermo con la enfermedad que le afecta y las cuitas que le atormen- Esa reorganización moralizadora exige no sólo de la intervención del Estado,
tan". Cfr. DURKHEIM, E.: El socialismo, edición de R. Ramos Torre, Madrid, Editora Nacional, sino, an le todo, de la activación de la misma sociedad a través de la mediación de
1982, pág. 103. El socialismo era para él un pmductode las transformaciones sociales operadas los grupos o corporaciones profesionales. Con esa intermediaóón se puede esta-
desde finales de los siglos XVIII y durante el siglo XIX. En todo caso, la ideología socialista blecer una sociedad orgánicamente constituida basada realmente en la solidaridad
sería contemplada con un hecho social, porque no se olvide que para Durkhcim la ideología
orgánica ("El socialismo» J. Según él las corporaciones son las agrupaciones que for-
no era algo {(externo» a la sociedad sino una dimensión {(interna» a la misma, porque tiene
una explicación causal típicamente social. El socialismo no sería una excepción a este modo
marían todos los agentes de una misma industria reunidos y organizados en un mis-
de pensar. Es evidente, era en todo caso un producto activo, que impulsó decididamente (por mo cuerpo. Son instituciones mixtas (de patronos y de obreros) que crean formas
vía indirecta y directa) los procesos de reforma social de la época critica del sistema individua- de solidaridad orgáhica y se constituyen en fuentes de moralidad que reflejan la
lista. Basta reparar, por ejemplo, en todos los estudios e iniciativas sobre la cuestión y la refor- interdependencia sociaL Esta es la solución complfja e integral a la c-uestión social, por-
ma social realizados por los mismos Marx y Engels, y especialmente: la instrucciones sobre que no es una «clU?slión de estómago", sino ante todo reflejo de ausencia de solidaridad so-
diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional de la Asociación Interna- cial. En este sentido las corporaciones profesionales no sólo reglamentarían y apli-
cional de los Trabajadores (relativas a la limitación de lajornada de trabajo, el trabajo de (os
carían normas, pues serían igualmente capaces para generar vida colectiva. Serían
jóvenes y niños, trab~jos cooperativos, uniones sindicales, impuestos directos e indirectos, et-
cétera), lo análisis contenidos en "El capital" sobre la legislación del trabajo, los análisis de los instancias de regulación de la vida económica, pero también de participación de
conflictos industriales y de! campesinado, sobre la acción política de la clase obrera, la-eues- los individuos, impidiendo los procesos de burocratización que serían rechazables.
tión de la tierra y la vivienda, en distintas conferencias, congresos y circulares, la cuestión so- Así asumirían funciones públicas, pero serían órganos dotados de independencia
cial en Rusia, etcétera. La crítica a la división capitalista del trabajo que se recoge en "El {;api- respecto del Estado elevado a «órgano de pensamiento social» de la sociedad en su
lal" es exponente de esa crítica social realizada desde el socialismo de Marx. Puede consultarse, conjunto más allá del carácter sectorial o local de las corporaciones profesionales
MARX, C. }' ENG~LS, F.: Obras escogidas, t. n, Moscú, Editorial Progreso, 1978; MARX, C.: El caPi-
(<<La división del trabajo»). En dichas corporaciones profesionales estarían represen-
tal. Critica de la economía política (1867), 2 vols., OME 41, trad. de M. Sacristán, Barce.lona,
Grijalbo, 1976.
12 En su opinión la definición más adecuada de socialismo es la que lo configura· como

«toda doctrina que reclame la vinculación de todas las funciones económicas, o de algunas de 13 Entiende que hay que limitar las pasiones. Solamente ellas pueden armonizarse con

ellas que se hallen actualmente difusas, a los centros directivos y conscientes de la sociedad». las aptitudes y satisfacerse. Pero como el individuo no tiene un modo de limitarlas, esto debe
Cfr. DURKHElM, E.: El socialismo, cit., pág. 115. Por consiguiente, «el socialismo no se r~duce a ser necesariamente realizado por alguna fuerza externa a éL Una fuerza reguladora debe des-
una cuestión de salarios o, como se ha dicho, de estómago» (lbid., pág. 121). Durkheim ha- empeilar e! mismo papel para las necesidades mOf".l.lcs que el que desempeña el organismo
bía realzado que la cuestión social desbordaba la cuestión obrera. Cfr. DURKIIElM, E.: "Une para la~ físicas. Esto significa que la fuerza sólo puede ser moral. Véase DURKIIEIM, E.: El suici-
revisión de l'idée socialiste (1899)>>, en DURKHEIM, E.: Tex(cs. 3. FOllcfion.s sociales el institutions, dio, Madrid, Eds. Akal, 1989.
París, Les editions de Minuit, 1975, págs.163 y sigs. H Véase DURKHEIM, E.: La educación moral, Madrid, Troua, 2002.
XIV
JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR xv

tados los trabajadores y los empresarios: ambas categorías estarían presenles en los tamente en el gobierno. Por ello no está. de acuerdo con la afirmación clásica de
órganos directivos (consejos directivos) de la corporación, pero en la base de la que la democracia es el autogobierno de la sociedad. La misma idea de «sociedad
organización corporativa tenderían a organizar por separado la defensa de sus res- política» comporta una distinción entre ,Gobierno y gobernados: En la socieq.ad po-
pectivos intereses; designarían también a los representantes por cada una de las dos lítica moderna es necesario instaurar un gobierno fuerte (Estado fuerte), capaz de
agrupaciones de base en las asambleas comunes de la corporación. Corresponde al ser órbrano relativamente autónomo de articulación del pensamiento social. "Lo que
Estado, como órgano de pensamiento social, oponer -superándolo- al particularis- ha de garantizar el sistema democrático es la existencia de cauces y procedimientos
mo de cada corporación el sentimiento de utilidad general y las necesidades que de intercambio acl:.Ívo y fluido enlre el Estado y el resto del entramado social en el,
reclama el equilibrio orgánico. Esto es, el Estado debe garantizar la interrelación que se inserta de modo diferenciado en el marco de una de las manifestaciones de
entre las corporaciones y la protección de los intereses más generales de los indivi- la división del trab~jo social. En ese proceso de intercambio activo se forjan las nuevas
duos (<<El suicidio»), Ello l'ef1e:jaría un tipo de sociedad orgánica, pero, en la concepción necesidades sociales y las exigencias de cambio dinámica del orden socio-político,
de Durh/¡eim, no autoritaria; las corporaciones, como órganos secundarios intmpuestos entre La comunicación deliberativa permite el domino del cambio social, su control ra-
el Estado y la sociedad, sedan cauces de comunicación y de participación social en la tJida cionaL 1G Piensa que un Estado puede ser democrático y tener sin embargo una
colectiva (<<Lecciones de sociología»). Esta sociedad se correspondería con un nivel su- organización fuerte. Las verdaderas características de la democracia son dos: una
perior de desarrollo de la división del trabajo, de la solidaridad social y autonomía mayor amplitud de la conciencia gubernamental y comunicaciones más cercanas
individual. El Estado y las corporaciones profesionales deberían establecer regula- entre esta conciencia y la masa de individuos 17,
ciones justas 15. De est.e modo, con la realización del ideal social de una sociedad En una sociedad orgánica, integrada y coherente, el grupo profesional se so-
orgánica y vertebradas socialmente, los procesos críticos de disgregación social en- brepone a los procesos de estratificación tendiendo a «diluirlos». En las sociedades
contraría (tales como las crisis sociales e individuales, que también tendrían una verdaderamente orgánicas se forma a hombres socializados. Este tipo de sociedad
explicación social última, puesto que reflejaría un estado de anomia, una falta de no es que no quede expuesta a cuestIOnes , . Ies, a I con fl'leto 18 y a 1a anomIa,
SOCIa .
integración social) una solución preventiva. Estima que la democracia (y Durkheim
fue un demócrata liberal-republicano) reside en la forma política mediante la cual
la sociedad llega a la más pura conciencia de sí misma, midiéndose la democracia
16 Precisamente Durkhcim hizo una defensa sin fisuras del racionalismo en un contexto
por el papel que la deliberación, la reflexión, el espíritu cívico y la educación mo- en el que se estaba produciendo, como el mismo afirmaba, un «asalto contra la razón". Un
ral desempeñan en la gestión de los asuntos públicos (<<Lecciones de soclologi(f,u). Es exponente de es lucha a favor del racionalismo lo constituye su obra Pragmatismo y Sociología,
esencial a la democracia la apertura de canales de comunicación entre una socie- Buenos Aires, Ed. Schapire, s/f., cuya primera lección comienza señalando que asistimos en
dad civil vertebradas en asociaciones ocupacionales entre sí y con el Estado. Para él nuestros días a un "asalto nmtra la razón», a tina verdadera lucha il mano armada, En tal
en una sociedad de masas, la población no está en condiciones de participar dírec- sentido, mejor que cualquiel' otra doctrina el pragniáti's';no es capaz de hacernos sentir la ne-
cesidad de renovar el racionalismo tradicional, puesto que nos muestra sus insuficiencias
(Ibíd.,pág.23), Por otra parte, arguye también que tampoco es materialista, sino propiamente
racionalista. Apunta que su principal objelivo es extender a la conducta humana el raciona-
15 En esa conexión el Estado no puede desconocer que e~ eLórgano de reflexión para
lismo científico. Cfr. DURKHETM, E.: Las l'eglasdf.l método sociológico, Madrid, Alianza, 1988.
toda la sociedad y que en calidad de tal constituye la fuerza que debe garantizar la autonomía 17 Véase DURKHErM, E.: Lecciones de socio[ogí.a, edición y EsL prcL, "Cuestión social y refor-
individual y el libre desenvolvimiento de los grupos sociales, pero también ha de garantizar ma moral: las 'corporaciones profesionales' ,cn Durkheim n , deJ L. l'\'loncreo Pérez, Granada,
que dichos grupos secundarios Jt~imilia, corporaciones, etc.) no opriman a los individuos que Ed. Comares, 2006.
agrupa. Cfr, DURKHEIM, E.: «1.' Etat (1900-1905 ?)", en DURKHr:IM, E.: Tex/~s, J. Fonctions Jociales 11\ Téngase en cuenta que el pensamiento de Durkhcim adolece seguramente de una
el inslítutions, Paris, Les editions de Minuit. 1975, págs.172 y sigs. La vcrlebración sodal no teoría más elaborada del conflicto social. Se ha seilalado que "la sociología de Durkheim ca-
puede llevarla a cabo el Estado como « órgano central", son los gmpos secundarios. El Estado rece de un tratamiento teórico sistemático de los mecanismos sociales que mediatizan la rela-
está dema.~iado lejos de las cosas y de lo,,> individuos para poder resolver útilmente tarcas tan ción entre la infraestructura y la amúendá collective. Las razones que explican esta c<u"encia
inmensas y complejas. Es necesario que gmpos secundarios menos vastos, más cercanos al de- hay que buscarlas en deficiencias del pensamient.o de Durkheim ... , como resultado de la cc-
taHe de los hechos, puedan desempeñar esta función. No vemos a nadie que pueda ser apt.o rrazón teórica que inmovilízó su pens¡miento, Durkheim fue incapaz de tratar satisfactoria-
~ara este r?1 fuera de los gr~pos profesionales" Competentes para administrar cada orden par- mente la cuestión de 105 intereses socialmente generados y. sobre todo, el problema de los con-
tIcular de IIltereses, suscepubles de ramificarse en todos los punt.os del territorio, de tomar flictos que surgen de la oposición de tales intereses)" Cfr, GTDDENS, A,: Política, sociología y teoria
en CUenta las diversidades locales, las circunstancias territoriales, reunirían todas las condicio- social, cit., pág. 150. En todo caso, conviene puntualizar que desde luego Durkhcim no ignora
nes requeridas para convertirse de alguna manera, en el orden económico, en los herederos el hecho social del conflicto, lo que ocurre es que adoptaba ante todo una perspectiva esen-
de la familia. Cfr. Lecciones de sociologia, cito, Lección 18", pág. 236.
cialmente funciona/isla, Durkheim pensaba que el conflicto social presenta una contradicción
XVI JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ xvn
ESTUDIO PRELIMINAR

sino que más bien se establecen unos cauces preventivos y de resolución que impi- la f'/lptuTa ejJistemológica llevada a cabo por nuestro autor y que fue una aportación
de una desintegración social crítica y duradera. Para él la crisis social es apreciada indispensable para plantear la problemática social en términos propiamente cientí-
en términos de desintegración moral en la estructura orgánica del entramado so- ficos 21, Es en las sociedades evolucionadas donde el elemento regenerador viene
cial (cfr. "El socialismo» 19). Recuperar la solidaridad orgánica se hace necesario para constituido por la solidaridad social orgánica y las formas de Derecho restitutorio o
g'<lrantÍzar la cohesión social. He aquí que ]a sociología es capaz de aportar una teoría cooperativo (civil, mercantil, procesal, administrativo y constitucional) por contrapo-
del vínculo social y un conocimiento reflexivo de la crisis y de lo modos de resol- sición a las formas de derecho represivo (predominio del Derecho penal o puniti-
verla, que en Durkheim se reconduce al problema de la constitución de la solidari- vo, que acentúa la prevalencia de la comunidad o sociedad sobre el individuo, pro-
dad orgánica y, en consecuencia, al establecimiento de los dispositivos necesarios tegiéndola contra los comportamientos desviantes de éste) 22. El Derecho coopera-
para asegurar el vínculo social desde una configuración funcional 20 de «lo sodal», tivo o restitutivo tiene por función restablecer el estado de las cosas (restablecimiento
útil para posibles «tratamientos» técnicos y para la normalización del libre juego de las relaciones perturbadas en su forma normal) organizando la cooperación
de las agregaciones de intereses. Este y otros planteamientos permiten vislumbran interindívidual de acuerdo con la justicia: se corresponde con una organización so-
cial fündonalmente diferenciadada donde retrocede la conciencia colectiva y se re-
fuerza la conciencia individual. En esas sociedades evolucionadas el carácter orgá-
superable sin grandes cambios revolucionarios. En el modo de pensar de Dukrheim el con- nico de la. solidaridad se apoya no en las semejanzas sino en la especialización fun-
flicto institucional o de grupos humanos que compiten entre sí en la persecución de fundo- cional vinculada a la división del trab~o. Durkheim pretendía demostrar que la es-
nes esencialmente comunes; no se trata, pues, de un conflicto entre clases con intereses obje- pecialización constituía en las sociedades modernas un deber moral. Calificación
tivos antagónicos resolubles exclusivamente mediante el dominio de uno de los «enemigos» de solidaridad «orgánica,) que tendría su sentido como una referencia metafórica a
(lo que permite comprender entre otros casas que Dtlrkhein~ nunca aceptaría la definición la organización de los Ol'ganismos vivos en la biología (aLa división del trabajo»). Apre-
de 10 político en un sentido Schmittiano; cfr. SCHMfrr, C.: Al concepto de lo político, Madrid, Alianza
cia un sentido evolutivo in.manente al desarroll{1 histórico, seglÍn el cual la solidaridad mecá-
editorial, 1991). Entiende que, en efecto, que la división del trabajo genera rivalidades no
suponen necesariamente una eliminación mutua, sino que pueden coexÍstir uno!> al lado de nica (donde existe un bajo nivel de individualización, por lo que cada individuo es un
otros, mediante la búsqueda de cauces de intensificación de la co¿'pel'adón que garanticen microcosmos del tipo colectivo) será desjJhuada completamente por l.a solidaridad orgánica, jmJ-
una mayor homogeneidad social (noción que no es equivalente al concepto de hegemonía fesional unifican/e de los distintos órganos funcionales existente..., los cuales quedan enlaza-
de una clase sobre las demás). La superación dinámica de los conflictos sociales dependía de dos llor Telaciones de mutua dependencia derivada de la necesidad de satisfacer en sociedad
la creación de marcos normativos (la moral, el Derecho) aceptados por los distintos grupos tanto las necesidades individuales como colectivas (<<vendrá un día en que toda nuestra
sociales sin que unos grupos tengan porqué dominar a los demás. Considera que <<lluestro
organización social y política tendrá una base exclusivamente, o casi exclusivamen-
primer debe es hacernos una moral», y esta tarea no puede improvisarse en un el silencio de
te, profesional»), Para él la progresión de la división del trabajo, como criterio de
gabinete político; sólo puede elevarse por sí misma, poco a poco, bajo la presión de las causas
internas que la vuelven necesaria. Pero la reflexión puede}' debe servir para senalar ef fin desenvolvimiento social, es un resultado de la lucha por la vida, pero con un desen-
que debe alcanzar. Por todo ello entiende que pará que la anomia tenga solución es necesa- lace suavizado, porque los I;vales no están obligados a eliminarse mutuamente, sino
rio que exista o se forme un grupo donde se pueda constituir el sistema de reglas que actual- que pueden coexislir unos alIado de los olros. La estática del «orden" exige la dinámi-
mente, en cada momento, hace falta. Esto significa que para él la superación de la anomía
precisa la (onstilución de una nueva moral social integradora.
19 También su l-eccnsión a TÓNNIES, F.: Gemeinschaft lmd Gesellschajt, Revue Pltilopltique,
XXVII (1889), págs. 178 a 181. 21 Véase' BOURDlEu, P., CHtUIROREnON • .J, eL., y PASSERN, J. C.: El oJicio del sociólogo. Presupues-
20 En este sentido interesa anotar que el concepto de función que Durkheim aplica a la los epistemológicos, Madrid. Siglo XXI de España editores, 1976, «Primera Parte: La ruptura».
sociedad se basa en una cierta analogía entre la vida social y la vida orgánica, en cuyo marco págs. 27 y sigs" y págs. 129 y sigs. 217 y sigs., con inclusión de textos de Dukheim referentes a
buscaba ulla correspondencia entre la función y las necesidades de organismo social y, al pro- la ruptura epistemológica y a la construcción del ohjeto. También, en 'una perspecti\'a más
pio tiempo, un «diagnóstico» sobre lo considerado «normal» por contraposición a lo "patoló- general, BLANCH!Í., R.: La epistemologlo, Barcelona, Oikos-tau ediciones, 1973.
gico». Lo expresa Durkheim en su obra Las regl.as del método sociológico, Buenos Aires, La Pléya- 22 Lukes ha llamado la atención sobre el hecho de qUé aunque desarrollada en un con-
de,l972, 147 Ycap. lIl. Todo ello refleja la utilización de un lIwdelo organicista de conJigu- texto distinto y con fines diferentes, la dicotomía durkheimíana entre tipos de Derecho es, en
raci6n de la sociedad y de la relacicmes sociales: por una parte, la función viene condicionada por algunos aspectos, similar a la distinción de H.L.A. Hart entre reglas primarias y secundarias
su correspondencia con la.~ exigencias de funcionamiento del organismo social como un todo (R<\.RT, H.L.A.: El concepto de derecho, Madrid, Editora Nacional, 1981). Cfr. LUKEs, S.: Émile
(produciéndose un paralelismo con la biología); por otra, lo patológico se identifica (siguien- /Jurllhelm, cit., pág. 154, nota 87. Sobre la distinción entre las formas de Derecho represivo y
do un símil médico) con lo anormal, captado -o entendido- como estado de enfermedad Derecho restitutivo, véase también la exposición de ROBLES, G.: Crimen y castigo (Ensayo sobre
social. Dltrkheim), Madrid, Civitas, 2001. págs. 53 y sigs.
XVIII JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XIX

ca del «progreso!>J lo cual introduce un elemento o dimensión metaftsica en su concepción so- cíón social no dispone de las condiciones para asegurar la armonía en el seno de la
ciológica del desj)liegue de la sociabilidad humana 23, aunque el mismo Durkheim se sitúa - sociedad. En ese proceso de evolución histórica, Durkheim cree ver la preponde-
también explicitamenle- en el actitud de 1'echazD hacia el enfoque melafisit:o (Había señala- rancia progresiva de la solidaridad orgánica 26. Parte de un constatanción: Basta,
do que la sociología no necesita escoger entre las grandes hipótesis que separan a en efecto, con lanzar una ojeada sobre nuestros Códigos para comprobar en ellos
los metafísicos. Todo lo que se le pide es que el principio de causalidad se aplique el reducido lugar que el Derecho represivo ocupa en relación con el derecho co-
a los fenómenos sociales; Las reglas del método sociológico). Su filosofía social 24 quiere operativo. En su opinión lo que existe es una verdadera «ley histórica}} al respecto,
evitar abstraerse de la praxis, porque de lo contrario se convierte en Ulla filosofía la cual determinaría el' proceso de evolución social: Constituye, pues, una ley histó-
vacía de pulso vital. También, a medida que se desarrolla, provee los medios para rica el que la solidaridad mecánica, que en un principio se encuentra sola o casi
mantenerse y sobrevivir a un mayor número de individuos que, en sociedades más sola, pierda progresivamente terreno, y que la solidaridad orgánica se haga poco a
homogéneas, estarían condenados a desaparecer. poco preponderante. Más cuando la manera de ser solidarios los hombres se modi-
fica, la estructura de las sociedades no puede dejar de cambiar. La forma de un
cuerpo se transforma necesariamente cuando las afinidades moleculares no son ya
2. Solidaridad orgánica y reorganización de la sociedad. las mismas. Por consiguiente, si la proposición precedent.e es exacta, debe haber
dos tipos sociales que correspondan a esas dos especies de solidaridad 27.
«Pero no perc~i)imos a este hombre del pasado, porque está inveterado en nosotros; En definitiva: distingue dos clases de solidaridades y dos tipos sociales que a
forma parte inconsciente de nosotros mismos» eUas corresponden. Pone de manifiesto que los diversos tipos de Derecho revelan
EMILE DURKHEIM 25 las distintas formas de solidaridad. Distingue dos tipos de Derecho: el Derecho re-
presivo o penal, que comprende el cOl~junto de normas jurídicas cuya sanción es
de naturaleza represiva; yel Derecho restitutorio, que está integrado por el sistema
La división social del trabajo en un proceso histórico evolucionado determina de normas jurídica cuya sanción es de carácter restitutivo (dentro del cual se pue-
la formación de una forma específica de sociedad singularizada por un marcado de distinguir, a su vez, entre Derecho de solidaridad negativa -los derechos reales-
carácter orgánico: la «sociedad orgánica». Los procesos de integración social que- y Derecho de solidaridad positiva -el Derecho contractual, especialmente-). Am-
dan profundamente condicionados por la división del trabajo, esto es, por la inte- bas formas de Derecho expresan vínculos de solidaridad social. El Derecho represi-
gración sodal vinculada a las funciones realizadas y a la vocación del individuo en' vo o penal, las normas sancionadoras expresan las similitudes sociales más esencia-
una sociedad desarl'Ollada. En este tipo presidido por la división social del trabajo les (la conciencia colectiva o común estaría integrada por la unión de las semejan-
se produce una diferenciación de roles pero también una tensión entre coopera- zas o similitudes sociales). Aquí la solidaridad o cohesión social deriva del hecho
ción (solidaridad) y competición (conflicto). Es entonces cuando se está en la an- de que los individuos se consideran semejantes, al compartir un sistema de creen-
tesala del cambio evolutivo, y es que cuando se produce el desequilibrio, derivado cias y prácticas comunes (cohesión social basada en la semejanza). Es ésta una for-
de la anarquía económica o del debilitamiento de instituciones mediadoras como ma de solidaridad por similitud que Durkheim denominó «solidaridad mecánica,>.
la familia, la Iglesia o,las corporaciones, el sistema de valores tiende a disolverse. Es En esta forma de solidaridad basada en la semejanza (solidaridad por semejanza),'
aSÍ, que la individualización de los fines y de los medios triunfa, ya que la organiza- existe un vínculo directo entre el individuo y la sociedad de pertenencia, compar-
tiendo el sistema de creencias y valores que constituyen la conciencia común del
grupo. La personalidad individual está "diluida», difuminada, en la estructura so-
cial absorbente. Es la semejanza lo que asegura la cohesión social; es una cohesión
23 Aunque la pretensión de Durkheim se opuso a la sociología trascendental de eomle,
«frágih~ porque no se basa en personalidades diferenciadas que a través del consen-
afirmando que la sociología debe ser un estudio especial de los seres sociales más que una
meditación filos.Ófica sobre la sociabilidad humana en generaL Véase DUIlKHEIM, E.: "Cours de so refuercen sus condiciones de coexistencia pacífica en el todo social.
Sciencc Socialc". en La Science Sociale ell' aclion, cit., pág, 89. Por su parte, en el Derecho restitutorio lo que se persigue es la restauración
24 No se olvide que para Durkheim la «filosofía social» había sido uno saberes principa- del orden alterado en el marco de una cooperación social interindividual que tie-
les que habían'contribuido a la formación de la sociología como discipl,ina autónoma. Véase
DURKHETM, E.: Las reglas del método sociológico. trad., introducción y notas de S, Gún1.ález Noriega,
Madrid, Alianza, 1988 (reeditada también en Barcelona, Eds. Altaya, 1997).
25 DURKHEIM, E.: Historia de la I!ducaci~n y de las dDctrinas pedagógicas. La evolución jJedagógi- 2il Véase La división del trahajo :racial, cit.. cap. V, págs. 175 y sigs.
ca en Fmllcia, trad. de M·, L. Delgado y F. Orteg'd., Madrid, La Piqueta, 1982. pág. 37. 27 La dívisión del trabajo social, cit., pág" 207.
xx JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ
ESTUDIO PRELIJl.UNAR XXI

nc lugar en la división funcional del trabajo social. De ahí que esta forma de Dere-
tía una mezcla de los principios de articulación e integración propios de la comu-
cho restitutivo y cooperador sea expresión de un tipo de «solidaridad orgánica» o nidad y de la sociedad o asociación, encontraba una pauta del desarrollo social en
funcional. En esta sociedades modernas se produce, pues, una integración organi- la dirección de que en las sociedades modernas imperativa la sociedad o asociación
zada con base al reconocimiento de diferencias complementarias entre los indivi- sobre el modo de integración correspondiente a la comunidad) 28; conceptos próxi-
duos, esto es dominada por la solidaridad orgánica. El ellas el vínculo entre el indi-
mos -aunqúe no del todo equivalentes- a la distinción durkheimiana entre «solida-
viduo y la sociedad es indirecto, ya que se encuentra unido a la sociedad a través de ridad mecánica" (o /Jor sc!nejanza) Y ((solidaridad orgánz-ca".
su vinculación en su interior con instituciones específicas y con otros individuos
con los que interactúa. Es así que la sociedad aparece ante todo como un sistema
26 Véase su R(~scña a TÓNNIES: Gel1uinshafl und Gesellshaflj en Rev!le philosophique, vol. 27
de funciones características, diferenciadas, especiales y coordinadas entre sí en el
(1889). Discrepa con Tónnies respecto a la teoría de la Gessellfcl/ajt, que para Tónnies se ca-
marco de la división del trabajo. En las sociedades modernas se acentúa la indivi- r..lcteriza por un desarrollo progresivo del individualismo, cuyos efeLtos disgrcg-adorcs sólo pue-
dualidad de la persona y su relativa autonomía respecto al todo social. Su carácter den prevenirse por un tiempo y por medíos artificiales por la acción del Estado. Pero que
orgánico refleja una idea de organismo social compl~jo en el que los individuos esencialmente se le contempla como un agregado mecánico, por lo que lo que queda de ver-
que forman parte de ella asumen de modo coordinado (esto es, en interdependen- dadera vida colectiva resulta, presumiblemente, no de una espontaneidad interna sino de un
cia funcional) funciones específicas y diferenciadas. estímulo del Estado, totalmente externo. En resumen, es la sociedad tal como la concebía
Benthan. Sin embargo, entiende Durkhcim, que la vida de las grandes aglomeraciones socia-
Ahora bien, interesa precisar que en el pensamiento de Durkheim'ambos ti-
les modernas es tan natural como la de los pequeiios agrupamientos comunitarios: no es me-
pos solidaridad (que ren~jan distintos principios de integración social) no son en-
nos orgánica ni menos interna. Más allá de estas acciones puramente individuales hay una
teramente excluyentes entre sÍ. Entre cosas, porque se trata -aunque no lo haya act.ividad colectiva en nuestras sociedades contemporáneas que es tan natural como la de las
formulado explícitamente así, a diferencia de lo que sí hiciera Max V\Teber- de ati- sociedades más pequeñas de las edades pasadas. Ciertamente es distinto, conslituye un lipo
pos ideales" y, en relación a ello, porque en realidad no pueden encontrarse una diferente, pero, tan diferente como pueda ser, no hay diferencia de naturaleza entre estas dos
sociedad en la que ambos tipos no se encuentren presentes de algún modo y con variedades del mismo género. Sin embargo, ¿sería aceptable que la evolución de una misma
una cierta intensidad. Lo que será necesario entonces es preéisar cuál es el tipo de entidad comenzara por ser orgánica sólo para volverse posteriormente purament.e mecánica?
Hay tal abismo entre eSlOs dos modos de existencia que resulta imposible ver cómo pueden
solidaridad predominante, en el sentido particular de que sea el que realmente ga-
fonnar parte del mismo desarrollo. Reconciliar la teoría de Aristóteles con la de Benthan de
rantice la cohesión en una determinada sociedad de que se trate. En las sociedades
este modo es simplemente yuxtaponer opuestos. Debernos elegir: si la sociedad es originaria-
modernas predominará, sin duda, la cohesión basada en la unidad funcional, esto mente un fenómeno natural, sigue siéndolo hasta el final de su vida. Por otra parte, respecto
es, en la integración obtenida por lazos de interdependencia mutua y funcional (uni- a la interrogante de en qué consiste esta vida colectiva de la Geselfschajt, o~jeta que el procedi-
dad social basada en las diferencias coordinadas funcionalmente entre sí), más que miento que sigue T6nnies no nos conduce a obtener una respuesta para esta cuestión porque
en el hecho de comparlir un sistema de creencias y valores (unidad basada en la es completamente ideológico (Ibjd., p:ígs. 421-422). Para Durkheim en las sociedades desa-
semeJanza). Desde el punto de visla estrictamente jurídico esta evolución supondrá rrolladas se gesta una forma de solidaridad orgánica inmanente al avance de la división del
trabajo social. Él esL.'Í convencido, por otra parte, de que caben alternativas al individualismo
un mayor peso (cuantitativo y cualitativo) del Derecho restitutivo (Derecho civil,
utilitarias y egoísta (tipo Spenccr y los economistas liberales de su tiempo). Se trata del indivi-
mercantil, administrativo, etcétera) respecto al Derecho represivo. Pero cabe {:ons- dualismo moral, donde el individuo puede perseguir (en la tradición del individualismo de
tatar que esa tendencia en el desarrollo de las formas jurídicas no se ha mostrado Kant y de Rousseau y de los espiritualista) legítimamente lo que es exigido por nuestra condi-
precisamente como algo lineal, ni tampoco mecánico. Con esta distinción de tipos ción humana, por aquello que sostenemos en común con nuestros semejantes. Este ideal va
sociales Durkheim entronca con la reflexión del pensamient.o sociológico que ha- más aUá del límite de los fines utilitarista~. En el proceso de secularízación se ha colocado al
bía enfatizado, aunque con otra denominación y ciertas diferencias de sentido y individuo en una dimensión en cierta medida sagradas. En realidad, esta «religión del indivi-
duo» (que postulan las mismas Declaraciones de derechos humanos) es una institudón so-
enfoques, las distintas formas de articulación de las unidades sociales y su desarro-
cial. Es la sociedad la que nos proporciona este ideal como el único fin apto en nuestros días
llo históriCo: del «estatus al contrato}> (Henry Summer Maine, que dístinguía_ entre
para ofrecer un foco para los deseos de los hombres. Pero es necesario ir más allá del indivi-
sociedades basadas en el stat1~s y las basadas en el contrato, en su sentido histórico dualismo negativo, el cual debe ser completado con una suerte de individualismo moral posi-
de cambio evolutivo del status al contrato, con la consiguiente individualización y tivo: De ahí que -confirmando su voluntad reformista- postule que debe usarse las libertades
liberación de la personalidad individual); de la «comunidad a la sociedad o asociación» para descubrir qué debe hacerse y para hacerlo efectivamente. Usémoslas -afirma- para sua-
(Ferdinand Tónnies, que describía de todos ideales de sistema social, correspon- vizar el funcionami~nto de la máquina sodal, todavía tan áspera para los individuos, para po-
diendo a cada uno de ellos un tipo específico de posición individual: gemeinschaft o ner a su disposición todos los medios posibles para el libre desarrollo de sus facultades a fin
de lograr finalmente hacer realidad el famoso precepto: a cada uno según sus obra.'l. Cfr.
comunidad y la Ge.ssellsclwft o sociedad, aunque puntualizaba que en toda sociedad exis-
«L'individualisme et les intellectuels», en Revue bleue, vol. 10 (1898), págs. 7 a 13.
ESTUDIO PRELIMINAR XXIII
XXlI JosÉ I.UlS MONEREO PÉREZ

En todos estos tipos sociales la unidad social se produce a través de procesos sobre el Derecho represivo. Parece que la realidad social es más compleja, donde
de regulaciónjuridica. La vida social (que para él surge directamente del ser colec- se aprecia una imbrincación de formas de regulación jurídica más densa, esto es,
tivo que es, en si mismo, una naturaleza sui gerwlis y resulta de un desarrollo espe- con una malla o red de reglas jurídicas de distinta naturaleza en cuyo marco no
J

cial que sufren las mentes individuales en su asociación entre sí, asociación de la conviene otorgar ninguna preferencia «a prioristacamente» formulada. En todo caso,
que se desarrolla una nueva forma de existencia) está sujeta a un conjunto de re- en Durkheim se ccha en falta una mayor reflexión sobre la conexisión efectivamente
glas o de leyes que disciplinan las conductas de los individuos. Toda sociedad pro- existente entre «formas jurídicas» }' «formas políticas», lo cual podría introducir
piamente dicha se basa en un sistema de control sociojurídico, donde las normas nuevos elem~nt~s diferenciadores respecto a la relación entre Derecho represivo y
se refuerzan de la amenaza de una sanción organizada (inherente a toda norma, Derecho restltutIvo. No cabe duda del hecho de que en los regímenes democráti-
pero distinta según el tipo de norma). En ellas coexisten las formas de Derecho c~~ se fomen.tan más las formas de regulación restitutiva o incluso promodal (fun-
represivo (que imponen un castigo o punición; su paradigma es el Derecho penal, Clon promoclal del Derecho), como modo de integración y cohesión social, que las
aunque, por supuesto no se agote en él, pues abarca todo el Derecho sancionador) formas estrictamente represivas 30 (más predominantes en los sistemas políticos au-
y las formas de Derecho restitutivo o restaurador (que tratan de restaurar la situa- toritarios o totalitarios), las cuales deben situarse en el cuadro de los mecanismos
de rígida disciplina y control social.
ción creada por la conducta desviante o de imponer un resarcimiento o indemni-
zación del daño; su paradigma es el Derecho civil, aunque, igualmente, no se agote
en él, pues abarca a otros sectores del ordenamiento jurídico, con independencia Del mismo modo que las primeras se desenvuelven en razón inversa una a otra
de que según el tipo de sociedad predominen unas más que otras. Del mismo modo los dos tipos sociales correspondientes, el uno retrocede con regularidad a m~did~
esa coexistencia es renejo de la doble presencia en las sociedades evolucionadas de qu~ el olro progresa, _y este último es el que se define por la división del trab.yo
las dos formas de soIídaridad típica: la solidaridad mecáriica y la solidaridad orgáni- socIal. Aparte de conftrmar a los que preceden, tal resultado acaba mostrándonos
ca. toda la importancia de la división del trabajo. Así como es ella la que en su mayor
Para él la evolución histórica va en el sentido de hacer predominante en las parte ~ace coherentes a I,as s.aciedades en cuyo seno vivimos, es ella también la que
sociedades modernas el derecho restitutivo sobre el Derecho represivo, lo que se- dete:Jnma. los rasgos constItutivos de su estructura, y todo hace prever que, en lo por
ría reflejo de un mayor grado de civilización vinculada a la interdependencia y co- vemr, su papel, desde este punto de vista~ no hará más que aumentar 31.
operación mutua existente en las sociedades complejas. En este sentido no cabe
duda de que su visión podría calificarse, ciertamente, de optimista, ya que no sería Según Durkheim, la vida social mana de una doble fuente: la semejanza de las
dificil contrarrestar esa secuencia evolutiva con el incremento del papel conferido conciencias y la división del trabqjo social. En el primer caso, el individuo es sociali-
al Derecho represivo (y, dentro de él, sobre todo al Derecho Penal). Sería, al res- zado, porque, no tendiendo individualidad propia, se confunde, así como sus se-
pecto, suficiente reparar en la contundencia y expansión actual del llamado «Dere- ~ejantes, en el seno de un mismo tipo colectivo; en el segundo porque, aun te-
cho penal del enemigo», que enlaza con las nuevas formas de control y de discipli- mendo una fisonomía y una actividad personales que le distinguen de los demás,
na social 29. Lo cual disuadiría de toda idea de establecer una suerte de ley históri- dcpe~den de ellos en la misma medida en que se dislingue. y, por consiguiente, de
ca de evolución social en el sentido de hacer predominante el Derecho restítutivo la sOCleda? ~u~de su unión resulta. Ello daJugar a una distinta configuración de
las reglasJl:ndlcas: «La semejanza de las conciencias da nacimiento a reglasjurídi-
cas que, baJO la amenaza de medidas represivas, imponen a todo el mundo creen-
cias y prácticas uniformes; cuanto más pronunciada es, más completamente se con-
29 Véase j.... KOBS, G. y CANcro MElü. M.: Derecho penal del enemigo, Madrid, Civitas, 2003, }',
más detenidamente, JAKOBS, G.: Derecho Peual. Partf: Clmeral. Fundamentos y leona de la imputa-
ción, 2" edición corregida, Madrid, Marcial Pans, 1997; ID.: Es/.udios de Derecho Penal, Madrid,
UAM-Ed. Civitas, 1997; ID.: Sobre la nonnativizaCÍón de la dogmática jU/idico-t)ellal, Bogota (Co- ~o S~bre ello puede consultLtrse BOImlO, N.: "La fun<:ión promocional del Derecho", en
lombia), Universidad Externado de Colombia, 2004. El «Derecho penal del enemigo» está for- ConJnbuClfm a la teo~ia del Derecho, Valecia, Fernando Torres-Editor, 1980, págs. 367 y sigs. En el
mado por un conjunto de normas jurídico-penales en las que ya no rigen principios de garan- Estado cOlltemporaneo se hace cada vez más frecuente el uso de las técnicas de alentamienlo. '
lías y reglas de imputación que suelen postularse como elementos irrenunciables dellrato de Apc~~ se empieza a advertir el uso de estas técnicas, se está obligado a abandonar la imagen
un Estado de Derecho con los infractores de preceptos penales. Jakobs contrapone el "Dere- tradICIOnal del Derecho como ordenamiento exclusivamente protector-represivo. Junto a ella
cho penal del ciudadano» (donde entre otros ragos la fundón manifiesta de la pena es la con- toma forma una nueva imagen: la del ordenamiento jurídico como ordenamiento con fun-
ción promociona!.
tradicción) al "Derecho penal del enemigo» (en el que esa función consiste en la eliminación
31 La división del trabajo social, cit., págs. 228-229.
de un peligro).
XXIV JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTumo PRELIMINAR xxv

funde la vida social con la vida religiosa y más cercanas se encuentran al comunis- cátedra». En ellos ve una crítica al individualismo insolídarío y participa de la vi-
mo las instituciones económicas». Por su parte, la división del trabajo da origen a sión orgánica de la sociedad, incluida la vÍsión orgánica del Derecho y la moral.
reglas jurídicas que determinan la naturaleza y las relaciones de las funciones divi- Entiende que la ideología del liberalismo económico y jurídico-político presenta
didas, pero cuya violación no supone más que medidas reparadoras sin carácter ex- una peligrosa (para el orden social) tendencia disgregadora del tejido social. Ese
piatorio. En ambos tipos de socialización se puede decir que cada uno de esos cuer- desarrollo orgánico de la realidad social no puede ser contemplado desde un pun-
pos de reglas jurídicas hállase, además, acompañado de un cuerpo de reglas pura- to de vista mecanicista y evolucionista, siendo precisa la «corrección» de las ten-
mente morales. Allí donde el Derecho penal es muy voluminoso, la moral común dencias disolventes de -la sociedad industrial a través de la mediación política del
se encuentra muy extendida, es decir, que existe una multitud de prácticas colecti- Estado 36 (Estado social intervencionista) y de los grupos sociales intermedios. Creía
vas colocadas bajo la salvaguardia de la opinión pública. Allí donde el derecho res-
titutorio se encuentra muy desenvuelto, hay para cada profesíón una moral profe-
sional. Es más, entiende, que la cooperación también tiene su moralidad intr1nseca.
POI' otra parte, en la evolución social, la conciencia colectiva se hace más débil y sigs:. y p(lssim. También recientemente por Ronu~s. G.: La influencia alemana en el pEm.wmienlo
de Emile Dlly/¡/¡eilll, Es significativo que su primer ensayo esté dedicado a Albert Schaef11e:
más vaga, a medida que la divisÍón del trabeyo se desenvuelve. Es precisamente a
«Organisation el vie du corps social selon Schacffk» (1885), recogido en Texles, t. 1, París,
consecuencia de esta indeterminación progresiva es por 10 que, incluso la división l\{lnuit, 1975. En este libro recopilatorio se recogen otTOS ensayos dedicados a autores alema·
del trabajo, llega a ser la fuente principal de la solidaridad 32. Pero también se acre- nes influyentes, pertenecientes a la corriente del socialismo de cátedra.
cienta la complejidad social: las sociedades organizadas no son posibles sin un siste- 3G Existe una particularidad en el pensamiento de Durkheim; el tema vale la pena de ser

ma desarrollado de reglas que predeterminan el funcionamiento de cada órgano. expuesto. Para él lo que define al Estado es ser un grupo de funcionarios sui generis , en el
A medida que el trab<l:io se divide, se constituye una multitud de moralidades y de seno del cual se elaboran representaciones y voliciones que comprometen a la colectividad,
aunque no sean obra de la colectividad. No es exacto decir que el Estado encama la conci.en-
derechos profesionales 33. Ello le conduce, coherentemente, a la afirmación como
da colectiva. ya {lue ésta lo desborda por todos lados. En gran parte es difusa. El Estado sólo
hecho social del pluralismo jurídico de los grupos profesionales. También a la con- es sede de una conciencia especial, restringida. pero más allá, más clara, que tiene de sí mís-
figuración dinámica del funcionamiento de la división del trabajo en la sociedad; lOa un sentimiento más vivo. Por olra parle, el Estado no ejecuta nada, sus órganos dan órde-
ésta no es equiparable exactamente a un organismo inerte, porque en el organis- nes para que se actúe. CfI: Lecciones d.e sociología. FisiCli de las Costumhres y del Derecho, trad de
mo, cada célula tiene su función definida y no puede variar. Por el contrario, en la Estela Canto, y Estudio Preliminar de J. L. !.,,[onereo Pérez, Granada, Editorial eomares, 2006,
sociedad humana, las funciones no han sido jamás repartidas de una manera tan p,íg. 82. El Estado es, I'igurosamente hablando, el órgano mismo de pensamiento social para
inmutable. Incluso allí donde la organización es más rígida, puede el individuo mo- dirigir la conducta colectiva. Cuanto más avaza en la historia más vemos multiplicarse las fun-
ciones del Estado, que se vuelven más importantes, y este desarrollo de las funciones se hace
verse con una cierta lib/ertad dentro del engranaje donde la suerte le ha coloca-
sensible materialmente por d desarrollo paralelo dd órgano. El «cerebro social» (expresión
do 34. De manera que las referencias a la sociedad como organismo vivo tienen más metaforica para aludir al Estado) ha uecido en el curso de la evolución. El Estado persigue
bien una intención metafórica y e:xpresiva que propiamente nominal. también otros fines, tiene otro papel que cumplir ademá1; del de velar por el respeto de los
derechos individuales. El Elitado ha tenido funciones liberadoras del individuo (en particular
Interesa destacar que la formación de su pensamiento social crítico está muy ha liberado al obrero y al patrón de la tiranía corporativa a la "ieja usanza autoritaria). La
influenciado por el pensamiento alemán de su tiempo. Durkheim realizó un viaje can'era que se abre a lá actividad moral del Estado es ilímit'lda. El Estado tiene tarea liberadora
de estudios a Alemania en el curso académico de 1885-1886. De ahí recibió la in- del individuo. Lejos de ser tirano del individuo, es él quien rescata al individuo de la socie-
dad. El Estado no está destinado a desplegar ulla actividad social: no se trata simplemente de
fluencia de pensadores situados en el movimiento de reforma social como Albert
mulliplicar los intercambios, sino de hacer que se efecttícn de acuerdo a reglas más justas; no
Schaeffle, Wagner y Schmoller 35, todos ellos vinculados al llamado «socialismo de se trata de hacer que cada uno tenga a su disposidón una buena alimentación, sino de que
cada uno sea tratado como se merece, quede liberado de toda dependencia injusta o humi-
llante, que se vincule a los otros y al grupo sin perder su personalidad. Yel agente especial-
mente encargado de esta actividad es el Estado. En consecuencia, d Estado no está destinado
32 La división deltrahajo social, cit., págs. 267 y sigs. a convertirse, como lo desean los economistas liberales, en simple espectador de la vida sodal
33 La división del trabajo social, cit., pág. 356. en cuyo juego sólo puede intervenir negativamenw; tampoco puede ser, como lo quieren los
34. La división del trabajo social, cit.} pág. 389 Ysigs. socialistas, un simple cngran~e en la máquina económica. Es, ante todo, el órgano por exce-
$5 Esta influencia es rea17.ada por GIDDENS, A.: El capitalismo y la moderna teoria social, Bar- lencia de la disdplina moral. Desempeña hoy en día ese papel al igual que antes, aunque la
celona, Editorial Labor, 1977, págs. 127 y sigs.; y ampliamente por la excelente biografía Ínte- disciplina haya cambiado. Error de los socialistas. Para Durkheim el Estado es un órgano dis-
lectual de LUKES, S.: t:mile Durkheim. Su vida y SIl obra, Madrid, CIS, 1984, cspec., págs. 86 y tinto al resto de la sociedad. Resultado de una concentración que desprende de la masa co-
XXVI JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XXVII

en la «solidaridad naturab, en la «solidaridad interna» de la vida social (para él la de los individuos singulares). Una representación colectiva de dicha sociedad es el
división del trab~jo era el único proceso que permite hacer compatibles las necesi- Estado, que tiene la [unción de garantizar un orden que permita ellíbre desenvol-
dades de la cohesión social con el principio de individualización, que en sí mismo vimiento de las personas en la sociedad. El Estado es así un estado de la conciencia
comporta un fenómeno moral que es necesario re~onducir a la integración orgáni- colectiva.
ca del todo social 37) pero estimaba también útil la heterorregulación estatal como
J

elemento de cohesión social. No se olvide que para él el objeto de la sociología El problema de l~ cohesión social se manifiesta de modo realmente distinlo
científica es determi~ar las condiciones de conservación de las sociedades. Esta do- en los tipos de sociedad contrapuestos basados en la solidaridad mecánica y en la
ble mediación es el cauce para. alcanzar una cohesión social interna en las socieda- solidaridad orgánica, con el trasfondo del análisis de los fenómenos colectivos. La
des industriales altamente complejas. De lo que se trata es de moralizar la econo- solidaridad mecánica es la propia de un tipo social caracterizado por un sistema de
mía política 38. Esa conexión entre la lógica económica y la lógica moral se produ- segmentos homogéneos y similares entre sí, donde no hay, o es muy escasa, la divi-
ce en Durkheim ya inicialmente a través de la noción de «solidaridad» (y, en parti- sión del trabajo social ((La división del trabajo social,,). ¡':s una sociedad basada en
cular, su adjetivación como «social>.). Esta noción es el núcleo del desarrollo social una fuerte conciencia colectiva y en un Derecho esencialmente represivo para ha-
descrito y estudiado en su tesis doctoral. {(La dilJisión del Ira bajo sociab. 39; obra en la cer frente a las conductas desviantes. Por el contrario) las sociedades orgánicas, se
que realza que la sociedad tiene una dinámica propia y singular (un ser social, caracterizan por una acusada división del trabajo y una diferenciación que se ve
distinto al conjunto de individuos que la integran, con existencia independiente acompañada, sin embargo, de una interdependencia funcional. En ellas -como tipo
social ideal- se refuerza la autonomía individual, y se debilita la homogeneidad y la
conciencia colectiva. Este tipo de sociedades orgánicas diferenciadas producen so-
lidaridad orgánica, y en cuyo marco la cuestión social es reflejo de falta de cohe-
lectiva a un grupo determinado de individuos cuyo pensamiento sOCÍal está sometido a una
elaboración de tipo particular (lbid.• págs. 83 a 112). sión, que sólo puede restituirse a base de solidaridad org,ínica positiva, capaz de
37 Para Durkheim si bien la división del trabajo conduce a aqecentar el proceso de in- garantizar la armonía sociaL Frente a las tendencias disolventes que puede gennar
dividualización. eJlo no supone necesariamente la d(~saparición completa de la «conciencia la individualización y la segmentación social, puede contribuir a la recuperación
colectiva» sino más bien su transformación cualitativa en el modo de desarrollo de nuevos de la necesaria cohesión social, la potenciación de los grupos sociales intermedios
ideales morales, los cuales están presentes en el mismo «culto al individuo» que introduce un que sirven de mediación entre los individuos y el Estado. Esa comunicación permi-
componente moral en la división del trab:yo de las sociedades avanzadas. En su individualis-
tiría superar las ano~nalías o patologías sociales generando la solidaridad como fe-
mo moral (que nace en el proceso de desplazamiento progresivo de la solidaridad mecánica
por la orgánica), como realza en La división del trabajo social, va incorporado el ideal de intro-
nómeno esencialmente moraL De este modo, queda puesto de manifiesto que una
ducir constantemente mayor igualdad en nuestras relaciones sociales para asegurar el libre sociedad orgánica ha de evolucionar (re)creando sus propias bases de solidaridad
despliegue de las fuerzas sociales útiles. Es un modo de afrontar la resolución equitativa de moral en los procesos de cambio social. Para Durkheím el cambio social es «evolu-
los conflictos interpersonales vinculados a la interdependencia económica entre productores. cionismo», sometido a procesos de ajuste, con las correspondientes mediaciones
Adviértase que para nuestro pensador, la solidaridad orgáníca (que se resuelve en la genera- sociales. El orden social se obtiene, así, dinámicamente ·10. Esa Ínteracción social
ción de lazos de cooperación enlre individuos o grupos de individuos ligados por su interde- permitiría superar la ruptura del equilibrio sociaL Es en el seno de la misma socie-'
pendencia ocupacional en la división del trabajo desarrollada. Ese tipo d,e soli~aridad
dad donde se genera un criterio moral, base de una reforma moral. Pero Durkheim
integmdora no es meramente económica, porque presente rasgos morales. Mas precisamen-
te, se trata de una moralidad de cooperación, en la que, en términos jurídicos, prevalece la «ley no deja de estar influido por la preocupación del orden social y la homogeneidad
restitutiva" sobre la «ley represiva». Lo que distingue a la.'! sanciones restitutivas (predominan- orgánica presente en su maestro, Augusto eorote 4] , aunque desprovista de las con-
tes en las sociedades orgánicas) es que no es expiatoria sino que consiste en una simple resti-
tución de estado. La persona que viola o ignora la ley no va a sufrir en relacÍón con su falta;
simplemente es sentenciada (condenada) a obedecer. 4Q Véase GURVITCH, G.: Elementos de socio7ogía jwidica, edición y esto prel., a cargo de J. L.
38 Véase SCHMOLLER, G.: «La science posítive de la morale en Allemagne» (1887), en Texles,
Monereo Pérez, Granada, EditorÍal eomares, 2Ó01. Sobre su posición respecto a las teorías-e
cit., pág. 268. También, SCHMOLLER, G.: Política social y Economia Política (Cuestiones fundamenta- ideologías subyacentes- de Durkheim, véase su ensayo GURVITCH, G.: «Pour le cenlenaire de la
les), 2 Tomos¡ trad. de Lorenzo Benito (Vice-rector y Catedrático de Derecho Mercantil en la naissance de Durkheim", en Calliers illtmwlionaux de Sociol(J[fie, XXVII, 1959, págs. 3 a 10.
Universidad de Barcelona), Barcelona, Imprenta de Henrich y Compañía en G.-Editores, 1905 41 La personalidad yel pensamiento de Augusto eomte está bien definido cuando se
(de próxima publicación en Editorial ('..amares, Granada}. repara que para él la sociología debería sustituír los métodos tradicionales de tratar la acción
39 Nótese que La divÍsifm del trabajo social (1893), fue concebida como un intento de
humana y que la sociología sena fi.sica $oci(ll, configurada de acuerdo con el modelo episfemoló[fico de
tmtar los hechos de la vida moral según el método de las cicnc.ia'l positivas. la mecánica newtoniallfl. Pero hay más, como ha sido advertido: Comte, al igual que otms pen-
XXVIII JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XXIX

notaciones más fuertemente conservadores del pensamiento de éste. De ahí que la división del trabajo produzca una solidaridad positiva e inclusiva de los indivi-
recoja también en gran parte de él, la propuesta de vertebración orgáníco-corpora- duos 42.
tiva (especialmente las organizaciones profesionales) de las sociedades complejas.
En esa sociedad orgánica encuentra unas de las condiciones más sólidas para que

42 No se olvide que según Durkheim (,el efecto más notable de la división del trabajo no
es que aumente el rendimien to de las funciones dividida, sino que las hace más solidarias... Es
posible que la utilidad económica de la división dd trabajo ¡ntluya algo en ese resultado, pero,
sadores, inClluió en la falacia inherente al intento de predecir el curso de la historia dando en todo caso, sobrepasa infinitamente la esfem de intereses puramente económicos, pues Con-
por sentado que no habrá ideas que se posesionen de las mentes de los hombres que no sean siste en el establecimiento de un orden social y moral $Iti generis, Los individuos están ligados
las que ellos ya conocen. Estaba plenamente convencido que él era el hombre a quien los unos a otros, y si no fuera por eso serían independientes; en lugar de desenvolverse separada-
misteriosos poderes que dirigen los asuntos humanos habían elegido para consumar la evolu, mente, conciertan sus esfuerzos, son solidarios, y de una solidaridad que no actlÍa solamente
cíón del cambio histórico. Cfr. MISES, L. VON.: Teona e Historia, Madrid, Unión Editorial. 1974, en los COrlOS instantes en que se cambian los servidos, sino que se extiende más allá ... Su con-
pág. 329, Ypassim. Sobre la comprensión e interpretación del pensamiento de Comte, véase clusión es contundente -coincidiendo en esto con las ideas análogas de enHIle y Schaeffle-:
MARVIN, F. S.: Com(e (1937), México, FCE. 1978; ARON. R: Las elajlas del pensamiento sociológico, la división del trab::tio es la jllente, si no única. al menos principal de la solidaridad social. La
Madrid, Alianza, 2004; NEGRO PAVÓN: eomle: positivismo y revolución, Madrid, Editorial Cincel, división del trd.bajo produce solidaridad, contribuye a la integración general de la sociedad.
1992; GUIlVlTCfI, G.: Auguste Com(e, Korl Marx et Herbert SpetlCln; París, C.U.U., 1957 (Existe t.ra- siendo un factor esencial de la cohesión social; asegura su cohesión y determina en gran me-
ducci6n al castellano); LEROY, M.: Histoire des idées sociales en Fmnce, })arÍs, Gallimard, t. IIl, elida los rasgos esenciales de su constitución. La solidaridad social, las necesidades de orden y
Di\ug'llsle Comte ii p.]. Proudhon, 19M. armonía es un fenómeno completamente moral. El Derecho es organización de la solidari-
Esta visión típicamente del providencialismo (donde Comte reconoce como anteceden- dad. En él se encuentran reflejadas todas las variedades esencÍales de la solidaridad social. El
te suyo a Bossuel, pero dando el paso desde la interpretación de la historia gracias a la Provi- Derecho reproduce las formas principales de la solidaridad social. Por ello encuentra que la
dencia a la interpretación mediante la formulación de leyes generales de su evolución que línea divisoria entre el derecho público}' el derecho privado se desvanece. El Derecho asume
marcan el curso necesario de la historia como desarrollo del orden ínIJumenle) y la consideración una función social y los individuos, aunque a título diverso, son funcionarios de la sociedad.
comlÍana de entender todos los fenómenos como sujetos a leyes naturales invariables (rúiran- Para él hay dos clases de reglas jurídicas: las represivas (derecho penal) y las restitutorias (de-
do muy de cerca a la biología como referente inmediato de la sociología), no era compartida recho civil, derecho mercantil, derecho procesal, derecho admÍnistrativo y constitucional). Estas
por Durkheim en sus propios términos en la elaboración de su propio plan de los trab~os ültimas no implican necesariamente un sufrimiento del agente, sino que consisten tan sólo en
científicos necesarios para reorganizar la sociedad en éf)oca'criliclI. Por utilizar el discurso d!:!.Gdlner, poner las cosas en su sitio, en el restablecimiento de relaciones perturbadas bajo su forma nor-
se puede decir, con todas las salvedades que se quiera, que Durkhcim se situaba en un punto mal, bien volviendo por la fuerza el acto incriminado al tipo de que se había desviado, bien
medio entre el providencialismo (que cree en la armonía preestablecida a través de leyes a las anulándolo, es decir, privándolo de todo valor social. Lo que pretende después es buscar a
que la naturaleza está slycta: y que se permite tranquilizar con la complaciente asunción de qué clase de solidaridad social corresponde cada una de esas especies de reglas jurídicas (<<Pre-
un mundo predominantemente preestablecido o, inclum benigno, que cuidará de nosotros, facio a la primera edición" de La división del trabajo social, trad. Carlos G. Posada, Madrid, Da-
al menos al final, o todo el según otras versiones; vinculan la razón con una tenden- niel Jorro, Editor, 1928. 71 Y sigs.). Todo ello pone d.e relieve la importancia estructural del
cia poderosa dentro de la naturaleza; presumen tener conocimiento «objetivo» de hada dón- Dcrcclw en su sistema de pensamiento. En tal sentido entiende que cllazo de solidaridad social a
de la sociedad debe ir) y sus oponentes que pueden ser llamados racionalistas con mentalidad de que corresponde el derecho represivo es aquel cuya ruptura constituye el crimen (lbid., pág.
eJtado de silío, introducida en In esencial por Max Weber (la mentalidad de estado de sitio asume la 83). En cuanto a la naturaleza misma de la sanción restitutiva se distingue por no ser expiatoria,
visión de un mundo ajeno y hostil, o en el mejor caso neutral y totalmente im- el reducÍrse a un simple volver las cosas a su estado. No se impone a quien ha violado el dere-
predecible, en el que no podemos esperar ningún seguro cósmico ni garantía para nuestro cho o a quien lo ha desconocido, un sufrimiento proporcionado al perjuicio; se le condena,
compromiso con la razón). Para esa dí..¡tinción entre providencialismo y racionalismo con men- simplemente. a someterse. El funcionamiento de ambos tipos de reglas es distinto: mientras
talidad de estado se sitio, véase GElLNER, E.: RllZón y Cultura (1992), Madrid, Editorial Síntesis, el derecho represivo liende a permanecer difuso en la sociedad, en el derecho restitutorio se
2005, pág. 143, Ypassim. crea órganos cada vez más especiales (tribunales especiales, consejos de hombres buenos, tri,
Durkheim, efectivamente, entendía que a diferencia de las comunidades basadas en la bunales administrativos de toda especie".) (lbid., pág. 131 Y sigs.). Por su parte. la relación
solidaridad mecánica o por semejanza, las sociedades evolucionadas, basadas en la solidaridad de la división del trabajo con el derecho contractual no está menos acusada, porque el con-
orgánica (con un elevado desarrollo de la división del trabajo social y, por consig~ientc, del trato es, por excelencia, la expresión jurídica de la cooperación. Después de abundar en esa
proceso de diferenciación social), la característica era la inestabilidad y el cambio vertiginoso, idea de expresividad del Derecho respecto de la división del trabajo, alcanza una conclusión
de manera que la identidad y la integración social es más compleja y difusa, siendo necesario esencial para sus sistema: "las relaciones que regula el derecho cooperativo (en su conjunto)
el COllsenso y la comunicación entre los individuos en general y dentro de las estmcturas gmpales de sanciones rcstitutivas y la solidaridad que exteriorizan, resullan de la división del u'ab~io
y asociativas de pertenencia o adscripción. social» (Ibid., pág. }49).
xxx JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XXXI

En todo caso es manifiesta la vinculación de Durkheim con el movimiento prcnsivo, sería evidentemente el que conciliase á la vez la más grande individualidad de cada
solidarista que se desarrollará en Francia entre finales del siglo XIX y el primer ter- miembro y la más grande solidaridad de todos los miembros. UfW y Jodo, he ahí la fórmula de
cio del siglo veinte. Y ciertamente uno de los principales centros de gravedad de su mundo, uno y tod()s, he ahí la verdadera fónnula de la sociedad» (lbid., pág. 255-256). El mo-
discurso sociológico era la contraposición histórica entre la sociedad mecánica y la vimiento hacia un fin común, no debe suponer que el individuo quede absorbido en el Esta-
do: debe realizarse «el ideal de unidad y de variedad, de centralización y descentralizadón».
solidaridad orgánica. Pero aquí conviene establecer las correspondientes líneas de
También en una perspectiva !;lÍca y republicana (monIl cívica republicana) defenderá las ideas
proximidad y las diferencias específicas. Porque Durkheim no puede ser incluido de «la fraternidad y de la justicia reparadora», a las que dedicará el Libro Quinto de su obra
sin más dentro del movimiento solidarista, como movimiento defensor de un nue- cit., págs. 325 y sigs. Para él la fraternidad, de un modo o de otro comprendida, en el fondo,
vo orden, constituyendo en la práctica la ideología oficial de la República francesa. el principio de la mayoría de las doctrinas sociales contemporáneas. La escuela positivista fran-
Desde luego tampoco sería el fundador de la Escuela solídarista. Ésta Escuela de cesa hace descansar la sociedad sobre la tendencia hacia los demás, que A. Comte llama el
pensamiento -bastante más heterogénea de lo que comúnnlentc se crec- tenía su altruismo. Diferencia la fraternidad laicA (cuya versión secularizada es la solidaridad) de la.
según él criticable, fraternidad cristina (Ibíd., págs_ 327 y sigs.). Por ello quiere diferenciar
mismo entronque con los pensadores de la Revolución Francesa, au.nque encontra-
nítidamente entre "la c..'1ridad cristiana ó budista, que es sobre todo sentimiento, )' la fraterni-
rla una [onnulaCÍón más definida y dirigida a la acción política de reforma social, dad moral ó jurídica, que es principalmente una idea. Esta última especie de fraternidad es la
con León Bourgeois, el cual publicaría una obra que significativamente se denomi- que ha sostenido especialmente la escuela francesa salida de la Revolución, sin separarla de la
naba "Solidmité». En dicha obra se recogía todo un programa de acción social, cu- libertad y de la igualdad» (Ibid., págs. 328 y donde analiza ambos tipos o «especies de
yas pilares fundamentales venían constituidos por la universalización del derecho a fraternidad»). Piensa que «la fraternidad es imposible sin lajusticia y sin la exacta determina-
la educación, el derecho a la existencia digna (con la garantía de un mínimo de ción del derecho, que es el que puede darle Url objeto, un fin, una regla. Esta determinación
subsistencia) y un sistema de seguros sociales organizados por el Estado 43. En vir- no puede hacerse más que mediante el estudio científico de las condiciones del contrato so-
cial y del organismo socia!>'. Entiende que, «concebida de este modo la fraternidad moral, es
tud del proceso de socialización (en verdad, de civilización). todos los individuos
inseparable de! derecho, que, según sabemos, es también un pura idea -la idea de la persona
contraen una deuda con la sociedad (<<deuda social»), al mismo tiempo que el Es- que tiene en sí y por sí su valor... Por consiguiente, la fraternidad es, como el derecho, una
tado asume la «carga social» de atender a las necesidades básicas de los ciudada- idea directriz. Consiste en atribuir al hombre un valor ideal superior á toda estimación mate-
nos 44. Es ésta una de las bases teóricas del Estado social y legitimadoras de su in- riah. Corresponde al Estado el ,¡deber socia!>, de garanti:t.ar lajusticia social (institucionalizando
la fraternidad): Si pasamos del orden econóIÍ1ÍCo al ordenjurídico, encontramos nueva.~ razo-
nes para encargar al Estado de asegurar al individuo la reparación de las it1iusticias sufridas
u Desde las distintas corrientes de los «socialistas de cátedra" }' del «socialismo jurídi- por parte de otro indiv.iduo .. _Hay una especie de injusticia que el individuo no puede reparar
co» se había propuesto un programa similar, incluso antes. Véase MONEREO PÉRE.Z,j. L.: Funda- él mismo, y cuya reparación incumbe á la asociación enterna, ~mto más cuanto que la asocia-
mentos doctánales del derecho social en Espaiia, Madrid, Troua. 1999. La divisa «Libertad, igual- ción misma es quien la ha cometido. Debe repararse el mal por una justicia activa (no «mera
dad, fraternidad" ponía ya en el centro del debate el problema del derecho a la existencia, justicia de abstención)}). Esta reparación activa es un deber del Estado. Por ello apuesta por
como derecho de los no propietarios. En este sentido son ilustrativos los discurso de una reforma social pública: la acción colectiva debe ser ejercida por el Estado a través de la
Robespierrc, y entre ellos, «Discurso sobre las subsistencias», "Sobre Jos disturbios de París» y asistencia y de los servicios públicos (lbid., págs. 342 r sigs.). Su conclusión es contundente
su .,Projet de .dédaration des droiL<; de l'homme el du citoyen» (24 de abril de 1793), H!cogi- respecto a la solución de las «cuestiones sociales»; el Estado, en vez de ser, como tantos eco-
dos en Robespu:l'I'eJ Oueuvres, 10 volúmenes, París, Sociélé des Estudes robespicrrisrcs, 1910-1967. nomistas creen, una institución de justicia puralpente defensiva, tiene también una función
Sobre la filosofia sodal y política de Robespierre, puede consultarse, Lo\BrCA, G.: Iwbespierre. positiva de beneficencia ó de fnlternidad, gradas á la cual se esfuerza por reparar el mal con
Una política de la fil!Jsofia, Barcelona, El Viejo Topo, 2005. el bien. La fraternidad no es, en su esencia pura, más que una justicia más alta, más complct.'1,
H Esa teorización estaba presente en FOUILLÉ, A.: La ciencia social contemporánea (1" edi- más superabundante. Reducirla a una simpatía más ó menos pasiva, como la de los positivistas
a
:ión 1880; 2 edición 1885), traducción, Prólogo y Notas de Adolfo Posada, Madrid, La Espa- y la de los utílitarios, ó a una piedad desdeñosa, como la de Schopenhauer y sus discípulos, ó
n~ Moderna, 1894. El mismo Posada subrayaba la t.endencia armónica y el enlace de su pensa- a una caridad mística en Dios y por Dios ~ó¡o, como la de los teólogos, es desconocer en el
mIento con autores como Scháffle, Manan, Guyau, etcétera, al mismo tiempo que la tenden- fondo lo que es el derecho mismo d¿l hombre, SIl valor y su ideal de dignidad (lbid., págs. 373). He
cia "armónica» de Fouillée y de Schiiffle (Ibid., págs. 6-7 y 11). Destacaría Fouillé, en una aquí el fundamento para una intelVeneÍón positiva del Estado y una funda.menl...:"lción de los
dire~dón reformadora del orden existent{!, "el poder de las inteligencias particulares, para derechos sociales. Busca la conciliación de las dos ideas de organismo social y contrato social,
modIficar la marcha y el «crecimiento del todo,., en el poder de los gobiernos mismos para equilibrando las ideas social e individual; y un armonización entre "los yo particulares" y «un
realizar una más altajustida ó un estado socia11Juj"oy»(Ibid., 220). Pero también extraería yo sodal». En esa visión organicista se~ala que todo cuando puede decirse para demostrar
las «consecuencias prácticas de la conciencia socia],,; «En nuestro concepto, la unión de las tanto el carácter orgánico corno el contractual de las sociedades humanas, cae, pues, necesa-
conciencias en la sociedad, que se nos representa como una realidad es sólo un ideal cuya riamente en la esfera de una sociología eminentemente sintética. aliado de uno Ú otro de los
naturaleza importa concebir bien, una idea directriz cuya dirección debe ser exactamente de- dos términos extremos. Es un movimiento consciente y voluntario para reali1Ar «el ideal de la
finida; porque á todo ideal social corresponde un ideal político ... El ideal social más com- humanidad ó de la sociedad perfecta>' (Ibid., págs. 391)' sigs.). En todo caso, interesa matizar
JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XXXIII
XXXII

tervención directa en la esfera social y económica. La «Escuela solidarista» se basa- ternidad incluida en la triada de derechos formulada ya originariamente desde el
ría en la idea de solidaridad social, tratando de hallar una vía intermedia entre el mismo núcleo de la Revolución (libertad, igualdad y fraternidad) 48. Lo que ocurre
individualismo liberal y la revolución radical, es decir, una solución de compromi- es que el solidarismo es una doctrina de ínlegmción, de orden y colusión social promovida
so entre el orden existente y un nivel satisfactorio de realización de la justicia so- y f)(ltrocinada al tiempo d(!sde el mismo orden t)olítico eslablecido. Pero es lo cierto que los
ciaL Para ello estimaban necesario establecer una «moralización» de la economía, solidaristas (al igual en lo sustancial que los socialistas de cátedra) enconlraban la
reflejo de la realización de la idea de solidaridad como idea moral. Pero en estas solución del problema ~ocial> los conflictos sociales, en la unidad moral, esto es, en
construcciones se enfatiza el deber social del Estado para introducir reformas so- la instauración de una nueva moral solidaria 49. Al tiempo, que el solidarismo jurí-
ciales a través de la legislación y la reforma de los códigos de Derecho privado basa- dico-social se acabaría institucionalizando como la ideología «oficial" de la Segun-
dos en un prisma esencialmente individualista '15. Aunque Durkheim no estaba ads- da República francesa, aportando las propueslas y los métodos de la reforma social
crito a dicha corriente de pensamiento, no cabe duda de que existían muchos pun- necesaria para reconducir al orden establecido (pero oportunamente revisado) las
tos de confluencia, ya que como los solidaristas buscaba una armonía -una conci- «cuestiones sociaJes~), especialmente la cuestión social central del conflicto deriva-
liación- entre las partes en conflicto, y una solución intermedia entre el socialismo do entre el capital y el t.rabajo en cuanto fuerzas productivas. Entonces desplegó
revolucionario y el laissez{aire propio del individualismo liberaL Quería la reforma toda su fuerza reformista y también nezttralizadora de las direcciones socialistas que pro-
social, no la revolución, pero era más escéptico respecto de la eficacia de la legisla- pugnaban 1t1W transformación más incisiva del sistema social establecido.
ción social (encaminadas a la tutela del trabajador a través del reconocimiento de Durkheim no prestó su adhesión al solidarÍsmo como escuela, también rehusó
derechos sociales 46) y más crítico respecto a las bases jurídico-políticas de la cons- pertenecer a las corrientes de las Escuelas Socialistas. Su pretensión residía en for--
titución del orden económico (especialmente en relación al derecho de propiedad jar una Escuela no «doctrinaria o ideológica», sino una Escuela «científica» que rea-
y las formas autoritarias de ejercido de la disciplina y del control social). lizara el programa de conocimiento objetivo de los hechos sociales 50. De las direc-
El remedio lo encontraba más en la regeneración moral y el incremento del ciones del socialismo se hallaba especialmente al('jado del socialismo marxista por
papel de los grupos sociales autónomos, de manera que una si~ple re:o~a legisla- su carácter revolucionario, aunque más próximo al socialismo democrático, una de
tiva {{desde arriba» no sería suficiente para genera la necesana conCienCIa moraL cuyas manifestaciones era el «socialismo jurídico», pero no encontraba inconveniente
El principio de la solidaridad, en la doctrina solidarista tiende a integrarse con. el
principio de igualdad 47, porque en el fondo es una versión secularizada de la fra-
Essai su le déclin des passlon poliliques, París. Fayard, 1984. Obra de interés en la cual se analiza
la es(uela solidarista en su desenvolvimiento hislórico.
48 La tríada «Libertad, Igualdad, Fraternidad". fue propuesta por Robespierrc por pri-

que el organicilimo de Durkhein es relativo y muy matizado, porque él no cOl~sidera a la so- mera vez en la historia universal en su discurso ante la A<;amblea Nadonal, de 5 de diciembre
ciedad como un organismo, viendo en ella un sistema biológico, un gran orgamsmo, tanto en de 1790, a propósito d e la defensa de los derechos del hombre y del ciudadano contra el
su estructura como en sus funciones, el cual refl~jaría el mismo tipo de unidad que el orga- sistema censitano, el cual quería ser aplicado a la Guardia Nacional. Texto recogido (~n Discours
nismo del individuo, siendo las células de la sociedad las personas individuales, y sus órganos ef rappor/s j¡ la Convenlion, París, Uníon Générale d' Editions, 1965. Robespicrrc defendería
y sistemas, las asociaciones e instituciones. Se ha sciíalado que en su f~rma extrel~la la teo~ía . que la República deb~ría asegurar a todos los miembros de la sociedad los {(medios de exis-
organicista identifica las estructuras específicas de la sociedad con los ofganos y sistemas b~o­ tip,. A partir de 1790 la fraternidad republicana -que integraba)' sólo complelncntaba a la
lógicos. Véase MACIYER, R. Iv!. y PACE, CH. H.: Sociol()gia, trad. de José Cazarla Perez, Madrid, libertad y la igualdad- se convierte en una palabra de síntesis programática de las aspiracio-
nes de una amplia población de trah~jadores, en forma de «derecho a la existencia digna».
Temos, 1972, pág. 44.
45 Este nexo entre solidarismo y reforma legislativa del orden social sería puesto de re- Véase MENGF.R, A.: El derecllO alj)foduClo íl/legU) del trabajo. El Estallo democrlÍtico del trabajo, edi-
:l
lieve tanto por el movimiento solidarist.a (véase BOUGLÉ, C.: So/Marismo li:beml~sI1M. Riflex;ons ción y esto prel., "Derechos sociales y Estado democrático social en Antón Menger n , a cargo
de J. L. Monereo Pércz, Granada, Edit.orial Comares, 2004. Sobre Robespierre puede
sur le mouve1llent politíque el l'éducution 11Wrale, París, 1905; autor que, slgmficatIvamente, fue
discípulo de Durkheim; DUPRAT, G. L.: La solidmidad social (1906), Prefacio de G. Richard, tra~. consultarse SAIlOUL. A.: Las clases sociales en la Reuolw:i611 }}ancesa, Madrid, Editorial Fundamen-
de F. Peyró Cardo, Madrid, DanielJorro, Editor, Biblioteca de Sociolo?í~, 1913) y, ~or las dIS- tos, 1971. Véase también, HAMPsoN, N.: Historia social de la Revolución Francesa, Madrid, Alian-
tintas direcciones del socialismo democrático (señaladamente el soclahsmo de catedra y el za, 1970; L.\.BIC-\, G.: RohesPiem:. Una política de la filosofta, Barcelona, El Viejo Topo, 2005.
49 Los propios solidaristas'~eían en gnn medida esas coincidencias de modos de pensar,
socialismo jurídico), Véase, ampliamente, MONEREO P~REZ, J. L.: Fundamentos doctrinales del de-
aunque también discrepancias. Véase nOUGLÉ, C.: Le solidarisme, París, Giant, 1924, pág. 10
reelw social m Espaiíll, Madrid, Trolta, 1999).
46 Véase BOURGEOIS, L.: La poli tique de la prevoyallCE sociale, París, 1914.
(Bóuglé fue uno de los discípulos de Durkheim); GmE, CH.: La. solidarité, París, Presses
47 Un enfoque algo distinto puede encontrarse en Donzelot para el cual el principio de
Universitaires de France, 1932, pág. 37; BOURGEOIS, L.: La solidarilé, París, A. Colín, 1896.
50 Véase Las reglas del método sociológico (1895), Madrid, Alianza, 1998.
solidaridad desplaza al principio socialista d.e igualdad. Cfr. DONZELOT,j.: L' invmtion dI! socíal.
JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR xxxv
XXXIV

sentir, exteriores al individuo y están dotados de un poder de coacción en virtud


alguno para la adscripción a dicha corriente de algunos de ,sus d!scípUlos (~l so~i~­
del cual se le imponen («Las reglas del método sociológico») 53.
lismo jurídico, E. Levi; al socialismo democrático desde la sOClologJa C. Bougle, proXl-
mo también ai solidarismo) St. Significativamente, una de las discrepancias con el
socialismo de orientación revolucionaria era el alcance de la «cuestión social» que
para Durkheim tenfa una mayor amplitud pues no era exclusivame~tc una cu~s­ !i~ Hay (ltlC tener cuenta que en la sociología actual esta visión objeLivista de la realidad
tión obrera yeconóinica, sino una cuestión concerniente a toda la SOCIedad (desm- social (básicamente, entender que el actor percibe el mundo social como una realidad ex.ter·
tegración del orden social) y, ante todo, una «cuestión moral;; (esto es, de recupe- na y o~jctíva con la ({ue tiene que contar para cualquier proyecto) está bastante contestada,
ración de la hase moral integradora de la sociedad; decía, en expresión que ten- El punto de vista común acepta acríticamente y da por supuesto este hecho, porque tal es el
dría un amplio calado en el pensamiento social de la época 52, que la cuestión so- modo espontáneo de percibir «lo social», Se tiende a pensar que este oqjctivismo es infunda-
cial no era una «cuestión de estómago»). He aquí un eslabón importal.lte para en- do (aunque armonizaba perlectamcnte con el naturalismo positivista y se hallaba así de acuerdo
con las ~:ndencias dominantes de la filosofía de la ciencias y de la metodología; sólo la t<Yante
tender el pensamiento social en la frontera de los siglos XIX Y XX. El aborda la
separacIOn entre el observador y lo observado garantizaba el modelo de la cieneia natural. El
cuestión social directamente en su estudio sobre el socialismo. Es allí donde lo ana- objetivismo conduce al «profetismo» y acaba por reconducir el desarrollo histórico él dialécti-
liza como «hecho sociab, en el sentido técnico por él propuesto: el socialismo corno ca interna de]a propia naturaleza (y su orden natural imparable). En nuestros días se tiende
fenómeno social e ideológico no sólo íntimamente vinculado a la cuestión social a pe~sar que el orden sólo existe en la medida en que es creído y, por 10 tanto, creado por los
sino como parte reactiva de dicha cueslión social, como hecho social hist6rico que 1-eflejmia propIOS actores que así 10 perciben. Se tiende a pasar así desde la acrítica aceptación de la
un malesta'" en el mismo seno de la sociedad industria, generando en el seno de la sociedad facticidad social a su total rechazo. La sociología no se basaría ya en el hecho social; skndo su
objeto de investigación el cómo y el porqué los actores construyen diariamente la realidad
una pérdida de identidad, de la misma idea que la sociedad como -un lodo tiene sobre sí mis-
social fáct~ca por los procedimientos y modos que utilizan para dar cuenta, relatar, interpretar
ma. Pero recuérdese que para é110s hechos sociales solÍ captados COlUO hechos mo- y dar sentIdo a la misma realidad sodal. Si la facticidad existe es porque los actores creen en
rales constituyentes de una representación colectiva que ejerce una autoridad mo- clla y la construyen. Se supera el viejo positivismo naturalista. Permite, por lo demás, allanar
ral sobre los individuos: los hechos sociales consisten en formas de obrar, pensar y el camino para cuestionar los mecanismos sociales mediante los cuales la facticidad social es
generada. Véa.<;c, LAMO DE ESPtNOSA, E.: La sociedad reflexiva. Sujeto y objeto del amotimifl1zlo sociolá-
gico, Madrid, CIS, 1990. págs. 38 }' sígs. Interesa anotar, por olra parte, que según Durkheim
"la naturaleza no es para el hombre únicamente el escenario inmediato de su actividad; es
51 En cierto modo Dnrkheim manifesta.ba su simpalía por las formas de socialismo de-
adem,ís inseparable de' él; porque hunde en ella sus raíces. La especie humana es 8610 una
más de la.~ especies animales y resulta imposible enlender nada de la pdmcra si la aislamos
mocrático y reformista, sin adheTÍrse a él. Por otra parte, entre sus muchos colaborAdores en
del conjunto de la evolución zoológica, .. sólo podremos tener una idea, verdadera o falsa, de
L' An'née no eran pocos los miembros dd Partido Socialista francés (~o~lglé; Ma\~ss, Sinü~nd,
Fauconnet; Emmanuel Lévy. etcétera, Véase, al respecto, LUKEs, S.: Ellule DwJc!unm. Su VIda y la nat\uaJeza del hombre si le situamos en relación al resto de la animalidad. Por otro lado,
aunque sea la conciencia lo más eminente que tenemos, ésta no existe si un sustrato orgánico
su obra (l" edición en inglés 1973), Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas-Siglo XXI,
del que de.pende, y los alumnos tienen que poder darse cuenta de esla dependencia, Es preci-
1984, págs. 326 y sigs. Lo que cuadra más fielmente al pensamiento de .Du:kh~im es S~l de~cn­
sa de un corporativismo proJe:>imwl solidarista y reformista, y no tanto un smdICallsmo so1~dansta, so que no Ignoren este organismo, del que la vida moral es tan enteramente solidaria. Pero la
conciencia no está solamente en relación el medio orgánico: unos vínculos más rncdíatos, cier-'
ya que Durkheim crúicó abiertamente el sindicalismo de clase y buscaba un ~lecalllsmo de
tamente, pero todavía más estrechos la unen con el medio cósmico.,. la forma y la estructura
armonización social entre las d<L~es a través de las corporaciones de base profc:nonal. Cuando
~e las soc!edades humanas, su densidad, su amplitud, la actividad del comercio que se
se pretende e¡lfutizar en exceso su posición de defensa del síndicalísmo solidansta se distorsiona
mtercambla entre ellos y, de rechazo, la intensidad de su civilización, dependen de la natura-
aquella elección reformista nuclear en su pensamiento, Es d casO de autores como HAVWARD,
leza y de la configuración del suelto .... ». Cfr. DUilKHI!:IM, E.: llisforill de la educación y de las doctri-
J. E. S.: «Soliqaristsyndacalism: Durkheím and Duguit», en SociologicalRevi~ VIlI (l96?),. nas pedagógicas. La evolución pedagógica en Francüt, trad. de M'. L. Delgado y F. Ortega, Madrid,
13 a 36; y, en cierto modo, la del propio Lukes y BIRNBAUM, P.: «La conceptlOJ1 durkhelmte~ne
La Piqueta, 1982, págs. 4l8-419, Por otra parte, como ha sido advertido, "es necesario subra-
de l'Etat l'apoliticiSllle des fonctionnaires .. , en Reoue Fm(aise de SDciofogie, XVII (1976), pa?,s.
yar que la totalidad de la metodología durkheimiana arranca de la convicción de que el prin-
247 a 258, fm crítica en P¡SIER-COUCHNER, E.: «Perspectives sociologiques el théo:-ie corp~ratl:e
de l'Etat. Remarques a propos d'une article de p, BirbaUln», en Revue Fram;mse de Soaologze, cipio de causalidad es aplicable al mundo social. Los "hechos sociales» no se producen arbí-
t~ariamente y el o~ietivo del sociólogo es, precisamente, superar el caos con que a primera
XVIII (1977), 2, págs, 317 a 330. . Vista se muestran tales hechos y descubrir su inteligibilidad 'subyacente. De esta forma, la posi-
52 Véase DURIlliE[M, E.: 1ext.es.3. Jonclions sodales el institulions, Présentation de VICtor

Karady, Les Éditions de Mínuit, París, 1975. págs,163 y Véase el mismo Adolfo Posada, en bilidad de la sociología descansa para él sobre la I'acionalidad de la historia y de la vida social.
I~s. ciertamente, positivista, pero lo es en el sentido de que afinna que se puede dar razón de
el "Prólogo» a la MENGER, A.: El derecho civil y los pobres, cit. Más ampliamente sobre la con~cp­
los hechos y que es de éstos de donde hay que partir». Cfr. ROnRíGUEZ ZÚÑIGA, L.: Para u1Ia
ción de la cuestión social en Adolfo Posada en el ambiente de su época, véase MONEREO PERE'Z,
lectura critica d~ Dllrkheim, Madrid, Akal editor, 1978, págs,16-17.
J. L.: La reJornUl. soci.lIl en ESpa11o: Adolfo Posada, Madrid, MTAS. 2003.
XXXVI JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XXXVII

Centra sobre todo su atención en el socialismo romántico o utópico, y elude las funciones reguladoras desempeñadas por el Derecho, la Moral, la Religión 51 y
(y simplemente no prosiguió en esa dirección de estudio) acometer un estudio en la Economía. De ahí la utilidad instrumental especifica. de sus construcciones al servi-
profundidad del socialismo marxista, de cuyo sistema de pensamiento, por otra par- cio de estrategias de reforma social 58, especialmente notalÍas respecto a la corrien-
te, se encontraba muy lt;jos. En cierto modo, lo que interesa destacar también es, a
este propósito, que Durkheim formula su proPia concepción del socialismo, que él ve
desde el prisma de un movimiento de reforma democrática del orden político y
57 Sobre la concepción y la sociología Durkheimiana de la religión, véase en RMIOS To-
social, capaz de aportar nuevos elementos de integración y cohesión social. No obs-
RRE, R.: l.a Jl1ciología de Émile Durkheim. Patología .mcia~ tiempo, religión, Madrid, CIS, 1999, págs.
tante, para Durkheim lo que tendría que buscarse es el establecimiento de una pro-
169 y sigs.
puesta de orden moral de la economía extraída desde las aportaciones de la ciencia ((ciencia r,~ En España esta orientación de la sociología científica fue aplicada pOI' Adolfo Posada,
de la moral" J. Esto es cOlnerido, en gran medida, de la sociología científica, la cual, el cual ya conoda, por otra parte, mur de (crea ct pensamiento dc Dukrheim, y había realiza-
sin embargo, debe analizar los hechos sociales relevantes en estrecha colaboración do recensiones de sus obras y comentarios a las mismas en sus obras sociológicas. Un lugar
con otras disciplinas (geografía, antropología, etnología, economía, Ello aparte ocupa su tralado Prh¡ciPios de Sociología, Madrid, DanielJorro Editor, 1908 (1" ed., 1
enlaza con el carácter funcional y práctico de la sociología científica 55, una ciencia vo},) y 1929 (2' ed., revisada y aumentada, 2 I/ols.). En el epígrafe 4 del capítulo XVIII (tII,
págs. 266 y sigs) , intitulado «La Sociología}' la acción social.-El Arte social», se aborda direc-
que para él está llamada a contribuir decisivamente a la reconstitución del orden
tamente la conexión entre la sociología científica y el problema y la reforma social, y se vincu-
social. La sociología no puede detenerse en el estudio de los hechos sociales con , la con el siguiente epígrafe (5°) sobre "La Política de acción social» (Ibid., págs. 289 y sigs.).
una pretensión meramente especulativa, tiene que orientarse a mejorar el orden Entiende que la sociología tiene un aspecto práctico que se interpreta racionalmente; la socio-
social existente, contribuyendo a oqjetivar la realidad social y a aportar elementos logía, como ciencia, no puede prescindir del punto de vista de la acción. Nuestra experiencia
para su reforma desde una investigación rigurosa su. La sociología no es la política, y nuestra observación nos señala, como cosas rcales, u-ansformadones sociales, obra de cam-
pero puede aportar elementos de reflexión para la elaboración de política bios y de moditicaeÍones causados en la Historia, y que, a veces, traducen intervenciones efi-
reguladora de la sociedad, tanto en lo que se refiere a las políticas estatales, como a caces de una acción humana reflexiva, calculada, hábil, que se define como reforma -reforma
social se dice en cierta esfera hoy-, labor en ocasiones de verdaderos «sociólogos de acción».
En este semido equipara al «sociólogo de acción «con el «reformador sociah>. En esa línea
opina que el sociólogo de acción puede ser -debería scr- el reformador social, o, mejor, el refor-
5~ Véase sus dos introducciones a la Revist¡l El AfiO Sociológico: "Prefacio» al volumen pri- mador, en sentido amplio, que impide confundir el reformador social con el "político», debe-
mero de El Aiío Sociológir,o (1896-1897), y "PrefacÍo» al volumen segundo de El Afio Sociológico ria ser «sociólogo de acción»; un reformador sodal, no siempre es un político, pero puede ser
(1897-1898), incluidos en la publicación de la obra de DURJ<Hl!JM, E.: Las regltls del método socio- un político social». Por lo demás, el político de la acción social -el reformador social- que pi-
lógico, Barcelona, Alianza Editorial, 1997, págs. 215 y sigs., y 234 Ysigs., respectivamente. den las complejas circunstancias dd vivir colectivo actual, el que podrían imaginan,e como
:;, La defensa del carácter práctico de la sociología científica no le condujo, evidente- órgano reflexivo del org-anismo social. y, por ende. de las necesidades y aspiraciones de Sil
mente, al pragmatismo. De esta dirección de pensamiento rehusaba admitir que la verdad pueda tiempo, en su medio, dibújase aún con rasgos no bien definidos en el mundo de la política,
ser definida sólo por su eficacia práctíca y que no tenga correspondencia con la realidad. Re- cada día más trabajada y más dominada por las preocupaciones sociales, La acción social. en
procha la doctrina pragmatista que no es tanto una doctrina de la acción como más propia- último, como un «hacer», se manifiesta en cuanto se traduce en Ia.~ llamadas reformas socia-
mente una tentativa dirigida contra la especulación pura y el pensamiento teórico. ManlÍen~, les. En la concepción de Posada ello supone atribuir al Estado tina misión positiva, de conte-
contra Dewey, que la verdad sea cual fuere, tiene siempre una función especulativa. El pensa- nido y acción eficaz en la vida colectiva. La política de contenido social (política social) es la
miento y la verdad son homogéneos a lo real. No obstante, Durkheim también destacaría las política de justicia y bíenesta, supone una acción encaminada a aliviar y mejorar la situación
aportaciones del pragmatismo y su visión realistas. Véase DURJ<HE.IM, E.: Pragmtltismo y sociolo- económica, jurídica y social de los pobres y de los débiles, y la acción de tuela y asistencia de
gia, trdd. NoeJitrik, Buenos Aires, Editorial Schapire, s/f. (l970?). Para una defensa del rea- los humildes, de los desvalidos, de los inutilizados; significa en esta concepción estricta. y Ihni·
lismo en la construcción de la rcalidad social, véase el libro de SEARLE,j. R.: La construcción de tada, pero de intenso valOl~ una política de alcances sociales la constante rectificación, por
la realidad social, traducción y prólogo de Antoní Domenech, Barcelona, 1997. En él s~ rcaliza reacción jurídica y política, obra el Jluid.(J ético que provoca y mantiene los impulsos jurídicos, de
un defensa del realismo, esto es, la idea de que hay un mundo real independiente de nuestro las consecuencias injustas o fatales, del régimen de las llamadas leyes económicas naturales, r
pensamiento y de nuestro discurso. Define el realismo como el punto de vista según -el cual el de modo espeical, en la economía liberal, y del puro criterio de la libre concurrencia. Para él
mundo existe independientemente de nuestras representaciones del mismo. En definitiva. rea- la política social no es exclusivamente acción del Estado, es más ampliamente acción de la
lismo es la concepción según la cual las cosas tienen una manera de ser que es lógicamente sociedad, para reobrar contra las desigualdades sociales evitables; de modo general, la obra
independiente de todas las representaciones humanas. El realismo no dice cómo son las co- que en manos del Estado se define como Política social, compete a la sociedad misma y a sus
sas, sino ~Ól0 que tienen una manera de ser (véase Ibid., Cap. 7, págs. 158 y sigs.). instituciones todas: la Iglesia, la Universidad, la Escuela. los ricos, el Sindicato. En suma, a
56 Esto es lo que dice expresamente en el «Prólogo» a su libro La divisi6n del tmbaj() toda concentración o síntesis de energías humanas, en cuanto en ella se dé la aptitud para
social, cit., en el cual rechaza los análisis de orientación simplemente especulativa. sentir el deber social de acudir a rectificar las fatalidades de la vida (Ibid., págs. 281 a 296).
ESTUDIO PRELIMINAR XXXIX
XXXVIII JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ

te del solidarismo jurídico y social. Es significativo que muchos autores influenciados ridad no es caridad. La solidaridad es la versÍón laica de la fraternidad republicana.
por él se dedicaran a realizar una labor de compromiso y ~e reforma so~ia1. En I~s Los solidaristas, influidos por Durkheirn, defendían la instauración de un principio
filas del solidarismo jurídico-social se situó un discípulo directo: Celestm Bougle, moral laico que sirviera de criterio de gobierno encaminado a alcanzar la cohesión
llegándola a convertir con su carácter transaccional y formulador de una solución social en el seno de una sociedad muy fragmentada de la época 60. Para él el idea-
intermedia en la ideología social oficial de la Tercera República francesa. No es río de una sociedad orgáníca -reflejado en su orden jurídico y que fomenta la ad-
menos significativo que uno de sus discípulos G. L. Duprat (que reconociera ~x­ hesión voluntaria de los individuos a ese ordcn- es el ideario republicano estableci-
presamente su magisterio en Durkheim) escribi:ra una i~mpor~nte ~bra «La soltd~­ do en la Declaración francesa de 1789, esto es, libertad, igualdad y fraternidad, como
ridad social»; obra de síntesis y de gran influenCia en su epoca (mclutda en nuestlO expresión de los valores de una sociedad basada en una solidaria social orgánica 61.
país donde fue objeto de «oportuna» traducción a efectos de la orie~tació~ de las Se parle de la existencia, con Durkheirn, de una ley común a la solidaridad orgáni-
políticas de Derecho Social 59. Dentro del solidarismo, de modo coetaneo o IOduso ca ya la solidaridad social: La densidad creciente del agregado ocasiona, al propio
anterior a la formulación de Durkheim, se sitl~aron autores corno Pedro Leroux, tiempo que su diferenciación progresiva, una coordinación más eficaz de las diver-
Renouviet; Sécréan; L. Bourgeois, Charles Cide, Albert Fouillé, Marion. León Duguit sas actividades, una mayor concentración de la energía colectiva en un poder cen-
(el cual llegaría a reconocerle su magisterio intelectual), y, en menor medida, tral que man tiene la interdependencia de las partes especializadas, ya indispensa-
Maurice Hauriou y Duprat. Todos ellos ejercerían una influencia mutua en rela- bles unas a otras 62. La cooperación produce resultados de que todos se benefician.
ción a la bli~queda de posibles soluciones intermedias entre el individualismo abso- La solidaridad social auténtica no es la simple «simpatía~~. La verdadera solidaridad
luto (liberalismo individualista) y el socialismo revolucionario. El movimiento social no es la solidaridad mecánica que nace de las semejanzas, sino la solidaridad
solidarista trató de identificar sus señas de identidad. Para ello marcó las distancias orgánica merced a la cual es esta sociedad un sistema de funciones diferentes y es-
entre las dos ideologías en lucha y la individualización de la «solidaridad» resp~cto peciales que relaciones definidas unen. La voluntad de vivir en mutua dependen-
de la «caridad,~ cristiana como fórmula de ayuda individual o institucional. Sohda- cia lleva a su más alto grado la cohesión social. La solidaridad social depende, p'ues,
del desarrollo intelectual y moral de la Humanidad 63. La división del trabajo evo-
luciona hacia la solidaridad orgánica, favorece la formación de una solidaridad mo-
ral entre los individuos, lo que es preciso es impulsar esas formas solidarias (corpo-
raciones profesionales, formas de economía social, etcétera) 64. Al igual que se ha
Aquí los puntos de eontacto, conexión discursiva, con el pcnsamien~~ de ~urkheim, son par-
ticularmente próximos, dejando a salvo las diferencias de concepclOn eXIstente entre dios. visto mantenía Durkheim, la solución no se halla en el Estado: «En vano los que
Para un estudio históricamente situado del pensamiento sOcÍolÓbrlCO yjurídico-político de Adol- tienen al Estado por una especie de genio providencial apelarían a este nuevo Dios
fo Posada, me permito a remitÍr a mi monografía, MONEREO PÉRE~, J. ~.: ~a ref(J)~na soc~al.en para la acabada cre'ación u organización de la solidaridad social,,65. La solidaridad
España: l1d()lJo Posada, Madrid, Ministerio de Trabajo y A~tmtos SOCIales, 200~, passtm, y bl~llO­
grafía allí citada. Para una perspectiva general y de conjunto de la sociologla y.la men~~hdad
positivas en España, puede consultarse la obra de NÚÑ¡':z Rurz, D.: La mentalulad PoslttVa en
ro Las bases ideológicas y programáticas fueron puestas de manifiesto por DONn:1.0T.j.:
España: desarrollo J crisis, Tucar ediciones, Madrid, 1 9 7 5 . , ' .
59 DUPRAT, G. L.: La solidaridad social. Sus causas, su evolución, sus consecuenCiaS, Prcfano
L 'invention du social. Essai su le dédin des passions J)Olitiques, París, Fayard, 1984, espec., págs.
ó\ Véa<¡e DURKHEIM, E.: «Les principes de 1789 et la sociologíe}}, en Rezme In/emaciona/e de
de G.Richard, traducción de F. Peyró Carrío, Daniel Jorro, Editor, 1913. Significativamente,
esta obra había sido premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas francesa Pre- [' Enseignemcnt, núm. XIX (l890), págs, 41)0 a 456, recogidos en La sciellcie socio le el l' action,
mio Saíntour, 1906. G. L, Duprat fue Doctor en Letras y Profesor de Filosofía en el Liceo de París, Presses Universitaires de Franee. 1970, págs. 215 a 225. Significativamente, Duprat ope-
Rochefort. Duprat había trab'ljo en las sendas abiertas por Durkheim. Un ejemplo significati- ra con la interrelación existente entre solidaridad social y solidaddad orgánica partiendo del
vo fue su interés sobre la acoacción social» (sobre la cual Durkheim había Ínsistido tanto en vagaje conceptual y las distinciones realiz~dadas por su maestro Durkheim. Cfr. DUP~\T, G. L.:
su obra Las reglas del mélor!<i .wáológico). Al respecto Durprat realizó una Encuesta .sobre las dis- La solidaridad social. Sus causas, su evolución, SI/S consecuencias, Prefacio de G. Richard, traduc-
tintas formas de coacción social (entre 1926 y 1930), siendo sus resultados pubhcados por la ción de F. I'(:yró Carfio, DanieJJorro, Editor, 191.3, Cap. 11.
62 DUPRAT, G. L.: La solidaridad soda l. Sus causas, su evolución, sus consecuencias, Prefacio
R.evueintemal de sociologie, 1927-1930. Entre nosotros se trab~o también la obra de DUPRAT, G.
L.; La moral. Fundamentos psico-socwlt5gicl)s de la actividad racional, Madrid, DanielJorro E~itor, de G. Richard, traducción de F. Peyró Carrio, DanielJorro. Editor, 1913, pág. 27.
63 DW'RAT. G. L.: La solidaridad social, cit., págs. 74-75.
1905. El Magisterio es reconocido por Duprat a Durkhein en Ibid., pág. XIII. En el mIsmo
&t Véase en este sentido también, BOUItGE01S, L.: La sblidarité, París. A. Colin, 1896, pág.54.
número de enero de 1928, Duprat publicó un intcre!>anle Resumen de lodas la.. formas de
0:; DUPRAT, G. L.: La solidaridad social, cit., pág. 75. Hace notar que El Estado no puede
coacción. Gastón Richard, el prologista, publicó un ensayo sobre «Las leyes de la solidal'idad
moral», en la Revue philflsl)phique, t. LX (1905), Y •• La pathologie sodale d' Emile Durkheim», provocar ni impedir la aparición de nuevas formas de la solidaridad social. No es él, con res-
en Revue lnternationale de Sociologie, núm. 38 {l930}, págs. 113 a 126. pecto a esta, más que un producto y un medio de realización más completa. La solidaridad
XI. JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PREUMINAR XLI

sodal tiende a la extensión por todo el cuerpo social, el hecho corporativo y aso- Entiende el solidarismo que la solidaridad social supone la constitución de una
ciativo profesional es reflejo de ese fenómeno creciente de coordinación social 66. sociedad. La simple yuxtaposición de individuos no basta 71. Para los solidaristas la
Es preciso ir más allá de la idea de carga- social a la idea social realizadora del deber cohesión social se obtiene a base de intensificar los vínculos sociales y el sentido
de solidaridad: un vínculo que uniría a hombre libres en una sociedad donde la inclusivo de pertenencia a una colectiva social (la solidaridad). A través de la soli-
colectividad entera se beneficiase del esfuerzo de cada uno, sin que hubiese en esta daridad espontánea e institucionalizada puede impedirse la desintegración social.
sociedad beneficiarios injustamente privilegiado En esa línea de pensamiento se El individuo contrae una «deuda social» con la sociedad de pertenencia y al mismo
pretende reinterpretar el sentido del liberalismo moderno, cuando se afirma que tiempo la sociedad organizada en el Es(ado y a través de las distintas formas de agru-
el liberalismo no el clásico dejar hacer que permite a los hijos de una misma na- pación social, contrae una «carga» o «deber social» respecto de los individuos agru-
ción aplastarse uno a otros, sino un esfuerzo para organizar en ella al fin hasta la pados para atender a sus necesidades a través de cauces institucionales (leyes socia-
vida económica, de tal modo que ninguna persona pueda ser tratada como cosa les y aparato administrativo-institucional de ayuda social). Durkheim -que en reali-
(Bouglé). Es más: adueñarse del poder para suprimir la solidaridad por coacción y dad fue siempre refractario a la adscripción a cualquier corriente o dirección de
sustituir a la solidaridad restringida una interdependencia a la vez más extensa, más pensamiento- había contribuido decisamenle a forjar un conceplo «útil» de la soli-
consciente y más libremente aceptada, es hacer obra moral 68. Es afirmar también daridad social a través de sus obras «La división (le/trabajo social» (que proponía «ex
el intervencionismo contra el indiferentismo moral. El Estado puede ser un medio novo» la distinción entre solidaridad mecánica y solidaridad orgánica) y «El suici-
de liberación para el individuo. El Estado debe organizar ({la asistencia socia);;, de dio» (que operando sobre ella identificaba en ella el problema crucial de la «anomia»
tal modo que no haya infelices abandonados a sí mismos cuando son importantes como falta de integración en la sociedad, extrayendo una aportación útil de una
para procurarse medios de vivir honradamente, de una manera dig'na de la socie- formulación ya intuida en «La división del trabajo social,,), Esa tecnificación de los
dad en que se encuentran. El intervencionismo puede ser una doctrina social con- planteamientos solidaristas precedentes (corno el verdadero fundador de esta co-
ciliadora: se concilian el individualismo y el socialismo, se concilian la propiedad rriente o tendencia de pensamiento, León BOllrgeois, futuro (premio Nobel de la
privada (que no se cuestiona en su esenda) yel interés general 69. También es sig- paz»), prestaría buenos servicios (junto con el socialismo de cátedra y el socialismo
nificativo el tratamiento de la «función económica de la solidaridad» y la jurídico) para la creación de los fundamentos del Estado social contemporáneo y
potenciación de las distintas formas de economía social (cooperativas, mutualida- la identificación del conjunlO de los nuevos derechos de la segunda generación:
des ... ), pues la solidaridad, si ha de ser moral, debe hacer de todos los seres racio- los derechos económicos, sociales y culturales, desde el presupuesto de un com-
nales cooperadores libres en todas las esferas de la actividad humana 70. promiso directo de los poderes públicos en su reconocimiento y garantía de efecti-
vidad 72. De este modo, no fue difícil la coexistencia entre el solidarismo jurídico y
el socialismo democrático (incluida la corriente del socialismojurídico) respecto a
la construcción del Estado social con el reconocimiento de los derechos sociales,
supone, más solamente como resultado de la interdependencia y de la cohesión, un poder partiendo de la centralidad de los derechos a la existencia digna y al trab~jo. Sus
ejercido por la colectiva, o en su nombre, sobre los individuos espontáneamente agrupado's programas podían converger, al menos en el "programa mínimo}) de la reforma
(Ibid., pág. 77). OUl'llAr, G. L.: Augusle Conde el Emilc Durkheim, en Griinder de}' Soziologie, Jena, del orden social y en la lucha de ideas consiguiente 7:'1 entre los partidarios de la
G. Fischer Verlag, 1932, págs. 109 a 140.
66 DUPRAT, G, L.: La solidaridad social, cit., Segunda Parte, Cap.H, espec., págs. 107 y sigs.,

y Parte III, Cap. IV., págs. 317 y sígs. En realidad, a medida que los grupos humanos ganan en
importancia y en complejidad, la coordinación, la «solidaridad orgánica» en aumento, origi-
na la realización de los que Simmel (1858-1918) llama la «forma social», hecha abstracción rís, Alón, 1904; ID.: Écollomie socia/e, París, 1905; BOURGEOTS, L.: Filosofía de la solidaridad, París,
de los intereses y o~jctos parücular¡:s que se logran en j' por la asociación (Ibid., pág. 196). Colín, 3'" cd., 1902,
La solidaridad es, en definitiva, la condición de la existencia y del conocimiento científico de 71 DUI'RAT, G. L.: La solidaridad social, dt., pág. 5.
los fenómenos sociales (Ibid., pág. 199), 7'1 Véase, para el solidarism~ desde un perspectiva crítica la obra antes citada de Donzelot,
67 DUPRAT, G. L.: La solidaridad social, cit., págs. 252-253. y la de BOUGLÉ, C.: Le solídarisme, París, V. Girard y E. Birere, 1907; CEDRoNro, M,: La socie/a
t\S DUPRAT, G. L.: La solidaridad social, cit., págs. 286-287. Véase MAruON, E.: De la solidari- organica. Polílica e sociología di Emite Dwltheim, Torino, Bollati Boringhicd editore, 1989, págs.134
dad moral, París, 611 ed., Alean, 1899; RiCNOUVIER, C.: El JJersollalisnUJ, París, Alean, 1903. y sigs., y para el socialismo jurídico, MONERf.O P~:REZ,]. L.: Fundamentos doclnlwles del derecM
69 DUl'RAT, G. L.: La solidaridad social, cit., págs. 303 y sigs., y 335 Y social en Espaiia, Madrid, TrOlla, 1999.
70 DUPRA1', G. L.: La solidaridad socinl, cit., Cap. V (<<La cooperación y la mutualidad»), 7:1 Sobre las controversias gem!radas, véase LEPENIES, 'vV.: Las tres. culturas, La sociologia

págs. 341 y sígs. Véase, en esa dirección, GmE, C.: Las aplicaciones sociales (le la solidaridad, Pa- entre ¡aliteratul'll y la ciencia, México. FCE, 1994, págs. 39 Ysigs.
XLII JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ
ESTUDIO PRELIMINAR XLIII

reforma social y sus detractores (liberales individualistas y conservadores). La con-


poseídos por todos sus miembros; ciertos estados físicos y mentales que el grupo
vergencia venía facilitada por la proximidad de la Escuela sociológica de Durkheim
social particular (casta, clase, familia, profesión) considera que deben ser poseídos
con ambas tendencias de pensamiento. Nótese, en tal sentido, que Marcel Mauss y
por todos los que lo componen. En consecuencia, tanto la sociedad como un todo
algunos de los {<iusocialistas» 74 estaban especialmente influenciados por el llamado
como cada agrupamiento social particular, determinan el ideal que la educación
«solidarismo jurídico»; incluso se ha reflexionado sobre el {{solidarismo jurídico de
debe concretar. La sociedad puede sobrevivir solamente si en sus miembros existe
Giusseppe Salvioli» ?5,
un autor que se adscribe al movimiento del socialismo jurídi-
un grado suficiente de. homogeneidad. La educación perpetúa y refuerza esta Jwmoge-
co 76, pero que conecta directamente con el ,pensamiento del solidarismo, y lo que
n~jdad, fdando en la mente dcljoven desde los inicios las semejanzas esenciales que
es más significativo está manifiestamente influido por la obra de Durkheim (que
exige la vida social. Pero, por otra parte, sin alguna diversidad toda cooperación
no es solidarista, pero estuvo siempre muy próximo a algunos de sus postulados
sería imposible. Es así que la educación asegura la persistencia de esta necesaria
fundamentales). Salvioli explicita que la base científica de su socialismo-solidario
diversidad diversificándose y especializándose ella misma 79. Este planteamiento de
jurídico reside en la obra de Durkheim, La división del trabajo social (1899) 77, aun-
reforma social, que se inserta en una previa concepción antropológica del hombre,
que también se aprecia en toda su obra la influencia de Antón Menger.
se refleja en su filosofía social y,' desde ella, en su crítica al pragmatismo. Entiende
que el pensamiento tiene ante todo una dimensión activa y creadora de su propio
Bajo el prisma del principio de la solidaridad, la democracia constiLuye la re-
objeto: si el objetivo del pensamiento fuera simplemente «reproducir» la realidad,
flexión colectiva que proyectada en la corriente social peimite a los individuos pe-
- sería esclavo de las cosas dadas, estaría encadenaqo a la realidad sin poder transfor-
dir cuentas y plantear condiciones 78. Pero el presupuesto de la participación de-
marla. No tendría otro papel que «copiar .. de un modo servilla realidad que tiene
mocrática es para los solidaristas la educación laica. Ésta era también la profunda
delante de él. Si el pensamiento va a ser libre, debe volverse el creador de su pro-
convicción de Durkheim. Para él cada sociedad produce un cierto ideal de hombre,
pio objeto, y el único modo de alcanzar este objetivo es darle una realidad que tie-
de lo que debería ser, tanto desde el punto de vista intelectual como del físico y
ne que hacer o construir por sí mismo. Por consiguiente, el pensamiento tiene como
moral. Es este ideal, que es a la vez integral y diverso, el que es el foco de la educa-
su finalidad no la reproducción de una realidad dada sino la construcción de una
ción. Su función, en consecuencia, es desarrollar en el niño-cierto número de esta-
realidad futura. Se desprende de esto que el valor de las ideas ya no puede evaluar-
dos físicos y mentales que la sociedad a la que pertenece considera que deben ser
se por referencia a los objetos sino que debe determinarse por su grado de utili-
dad, su carácter más. o menos «ventajoso}}. El hombre es, ciertamente, un producto
74 Véase MONEREO PÉlU::z,j. L.: Fundamentos doctrina/~ del derecho social en EstJaña, Madrid,
de la historia y, en consecuencia, de una transformación. En él no hay nada que
Trotta, 1999. esté dado o definido de antemano. Todo hombre ha sido creado por la humanidad
75 Véase su famosa obra, SALVIOU, G.: Los defectos sociales de las leys vigentes ell relación al en el curso del tiempo. La sociología aplica la misma concepción a la razón; todo
proletariado y al Derecho 1TInderno, trAducción de la 2" edición italiana por Ricardo Ayuelas (Abo- lo que constituye la razón, sus principios y categorías, ha sido creado en el curso de
gado del Ilustre Colegio de Madrid y Director de la Biblioteca Scaevola, Madrid, Biblioteca una historia no clausurada, abierta a la misma accÍón del hombre 80.
Scaevola.-Serie de Monografía.., 1907. El cual parte precisamente de una crítica al individua-
lismo (págs. 9 y sigs.). Existe una reedicíón contemporánea, SALVIOLT, G.: El derecho civil y el
proletariado, Estudio preliminar y edición de Barlolomé Clavero, Sevilla, Secretaría de Publica-
ciones de la Universidad de Sevilla, 1979. Sobre el pensamiento del traductOl; adscrito a la
'19 Edl/CllÚón y sociol(Jgía, trad. j. Muls de Liarás, Barcelona, Ed.Península, 1989 (Existe
tendencia del socialismo jurídico, véase MONEREO PÉREZ, J. L. Y CALvo GONZJ\.LEZ, J.: "Ricardo
otra edición de Editorial Schapire, Buenos Aires). Llega a la conclusión de que la educación
Oyuelos l'érez: del reformismo democrático y social a la utopía social CorporatiVA», en Revista
es la influencia ~iercida por las generaciones adultas sobre aquellos que todavía no están lis-
española de Derecho del Trabajo, n\Ím. 121 (2004), págs. 5 y sigs.
tos para la vida sociaL Su ol~eto es estimular y desarrollar en el niño cierto número de esta-
76 Véase COSTA, P.: «11 'solidarismo gíuridico' de Giuseppe Salvioli», en QUfId.erni Fiorentini
dos físicos, intelectuales}' morales exigidos de él tanto por la sociedad política como un todo
per la Siona del pensiero giuridico moderno, núms .. 3-4 (1974-75), monográfico sobre {,II 'Socialis-
COI~o p.o: el medio particular para el que está específicamente destinado. Su objetivo es hacer
mo giuridico'. Ipotesi e letturc>I, t. 1, Milán, giufIre editore, 1975, págs. 457 y sigs.
del mdlVlduo una personalidad autónoma a través de una educación moral enteramente ra-
n SALVlOLl, G.: FiÚJsofw del diriun. Appunli sul1e lezioni .... Anno scolastico 1904-1905, Napoli,
cionalista. Esa educación moral laica debe preparar a los niños transmitiéndoles los conoci-
1905, pág. CXVlII.
mientos anteriores, pero excitando en ellos el deseo de agregar algunas líneas de su propia
78 Véase BOUGLÉ, C.: Le solidanslIle, París, V. Girard y E. Birerc, 1907, págs. 69-70. Bouglé
cosecha y ponerlo en condiciones de satisfacer esta ambición legítima. Véase DURKHEIM, E.: La
nadó en 1870 y murió en 1939. Sobre su pensamiento, puede consultarse, LoGUE, W.:
educación moral, Madrid, Trolta, 2002.
,,$ociologie et politique: le liberalismo <;le -Celcstin Bouglé», en Revue Fm/ll;aise de Sociolngie,
8() Véase DURKHElM, E.: Pragmatismo y Socio logia) Buenos Aires, Ed. Schapire, s/f. Hace no-
núm. 20 (1979), págs. 141 a 162.
tar que todo es producto de algunas causas. Los fenómenos no deben representarse en series
XLIV JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XLV

Adviértase que Durkheim no formó parte en sentido estricto de la tendencia mo de favorecer la «anomÍa»; la cual remite a la falta de un sistema compartido de
solidarista, pero sí contribuyó con sus análisis a conferirle una base científica a la reglas (no necesariamente un vado de formadónjurídica), una des-in-
idea de solidaridad 81. Ello fue así desde su obra «La división del trabajo soGÍaz,). Per- tegración del tejido social; esto es, una cierta pérdida del sujeto respecto a su senti-
cibe a la sociedad como una realidad diferenciada respecto del conjunto de los in- do de pertenencia en la sociedad y grupos secundarios de vertebracÍón social. La
dividuos que la componen, y donde tiene lugar una cooperación entre los indivi- creciente' especializacíón de la división del trabajo social puede favorecer
duos, regida por una ley de la solidaridad que puede plasmarse de distintos modos dísfunci?na!mente la d:sintegración social, pero encuentra posible neutralizar esa
y con distinta intensidad. Todas las sociedades que puedan merecer ese nombre se tendenCIa dIsolvente a través de la solidaridad interna entre los individuos y grupos
construyen con base a la solidaridad que une a los individuos y permite apreciar la priot(!SH)nale:s de pertenencia. Lo que se expresará en una solidaridad «externa»,
intensidad}' el nÍvel de integración en el conjunto de la sociedad. Diferencia ente en una formá de Derecho restitutorio que ordena la vida social y las formas evolu-
dos formas de solidaridad: la solidaridad mecánica (propia de las sociedades pIimi- cionada." (orgánicas) de división del trabajo social. Como situación de anomia es
lÍvas o antiguas) y la solidaridad orgánica (propia de las sociedades modernas). Las [r~tada la cuestión social obrera, esto es la contraposición entre el capital y el tra-
primeras tienen una división del trabajo social rudimentaria o poco desarrollada, b~lo, donde la formalización a través del contrato de trabajo tiene el efecto de so-
una conciencia colectiva asentada en las creencias religiosas y un Derecho represi- meter al trabajador al poder unilateral y casi ilimitado de] empleador. En la divi-
vo. Por el contrario, en las sociedades la división del trabajo social se sión del trabajo no se favorece la generación de solidaridad orgánica,
encuentra muy desarrollada y es más se debilitan la conciencia colectiva preCJlsam(~nl~e falla el consenso moral en la producción, el cual si conduciría a una
por un proceso doble de individualización y secularización de la sociedad, yen fin, percepción cooperativa de la actividad desplegada, con el efeclo de una satisfac-
el Derecho es reslitutivo y reparador 82. En ellas la posición del individuo está de- ción en el trabajo. En este sentido la neutralización de esta situación de anomia
termina por su lugal' en el proceso de división del trabajo social, no tanlo por su exigirla una mayor autonomía del trab~ador y una intervención en el proceso glo-
origen social. El desarrollo social recuerda, así, en cierto modo, la transición del bal de producción. Pero Durkheim no fue partidario de suprimir el del
«status» al «contrato» que analizara lúcidamente Hemy Surrmer Maine 83. asala~iado, sin~ su reforma «civilízatoria», quizás desde un cierta antropología del
La división del trabajo social en las sociedades orgánicas es contemplada des- trabajO subordinado. La anomÍa se manifiesta también más allá del trabajo, de la
de una óptica ambivalente: por un lado la especialización (aparte de sus ventajas esfera de la producción, y puede obedecer a una falta de identificación (y consi-
económicos) favorece la autonomía individual; por otro, el mismo prpceso de indi- gllie~te falta de integración) del individuo con el sistema de creencias que rigen
vidualización puede ser disfuncional, cuando la individualización llega a tal extre- un CIerto momento en la sociedad. En esta dirección insistirá en su obra clásica «El
suicidio" (1897) en que la mayoría de las causas del suicidio son las de carácter 80-
dalias que explican el comportamiento autodestructor del individuo 84. Para él el
suicídio es exponente típico de falta de integración social por encima del factor
psicológico individual. Es una situación patológica que refleja la deficiente integra-
cerradas. Las cosas, entonces, tienen un carácter «circular» y el análisis podría prolongarse
infinitamente. Es por eso que no puede aceptar la afirmación idealista de que en el principio ción del individuo en la sociedad. Por ello puede hablar de división patológica'del
está el pensamiento, ni tampoco la de los pnl.gmatistas de que en el principio está la acción. trabajo y de suicidio anómico.
En el origen y evolución de las cosas se produce, pues, una interferencia permanente y diná-
mica entre pensamiento y acción. Según Durkheim existe una nítida relación entre la anomia y la cuestión social} uno
SI Pero varios miembros de su Escuela sí pertenecieron al Partido Socialista francés,
de cuyos componentes es la división del Lrabajo social bajo condiciones capitalistas
como Marcd Gauss, Franc;ois Símiand, Luden Levy-Bruhl. Mientras que otros estaban cierta-
de producción, al que se ha hecho referencia antes; y el otro es el surgimiento,
mente muy próximos.
~2 Dentro del Derecho restit.utívo Durkheim en su obra La división del trabajo social dis-
t:atado po: é~ como hecho social, de ideologías como el socialismo, que según el
tingue entre solidaridad negativa (los derechos reales, que proporcionan una solídaridad im- tIpo de soclalIsmo encuentra formas disolventes (socialismo revolucionario) o pro~
perfecta) y solidmidad positiva (especialmente, el derecho contractual). Sobre ello puede ductivas (socialismo democrático o reformista). Sus estudios sobre el socialismo pro-
consultarse la exposición de MARRA, R.~ Ti dirillo in Durkheim. Sensibifitii e 'ijlesrione nella prvduzione longan, dando un paso, su análisis reflexivo y sociológico-crítico de la cuestión so-
normativa, Napoli, Edizioni Sdentifiche ltalíane, 1986, espec., Cap. 2<>, págs.?I y sigs. cial de su tiempo. Para él, como se ha dicho, el socialismo es expresivo de un ma-
~ El Derecho Antiguo considerado en sus relaciones con la lzisiono. de la sociedad primitiva y con
la.~ instituciones modernas, 2 tornos «(Parte General>, y «Parte Especial" ), traducción de A.Guerra,
Madrid, Tipográfica de Alfredo Alonso, 1893, edición facsimilar de Editorial Civitas, Madrid, 34 ~n análisis sobre esta obra de Durkheim puede hallarse en RAMOS TORRE, R.: La socit;-

1993. logía de Emile Durltlleim. Patologfa social, tiempo, religión, Madrid, CIS, 1999, págs. 219 y sigs.
XLVI JOSÉ LUIS MONEREO rÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XLVII

lestar social vinculado a la situación de injusticia social y lo que esta refl~jaba, una Ahora bien, existe un punto nuclear de la construcción de Durkheim que afecta
crisis moral. Por ello mismo criticará la concepción de la cuestión social como sim- sensiblemente a su percepción de la cuestión social en el campo típico de las rela-
ple cuestión económica, porque en su opinión la cuestión social es más compleja: ciones entre capital y trabajo en cuanto fuerzas productivas de la sociedad. Durkheim
es una cuestión moral, educativa, religiosa, económica, etc. La cuestión social no es excluye al trabajo del fundamento de la. proPiedad, con ello se opone a toda una amplia-
identificable con la cuestión obrera. Es reflejo, más comp1t:jamente, de una anomalía mente corriente de pensamiento de crítica económico-social, relativa a fas modos
social, de una falta de integración de los individuos en sociedad 85. La cuestión so- de adquisición de la propiedad y sobre el trab<!jo como fundamento de dicha insti-
cial es, ante todo, un problema de integración y de cohesión social; una sociedad tución. Para una ampliá corriente de pensamiento (tanto liberal como socialista) la
democrática debe ser una sociedad integradora de los individuos y grupos que for- actividad humana constituye fundamento de la apropiación legítima de la riqueza
man el cuerpo social. En este sentido, Durkheim y los solidaristas tenían en común (<<principio propiedad-trabajo») 89. Esta cuestión jurídica de la apropiación legíti-
el concebir la sociología como una ciencia socÍal capaz de efectuar un análisis y un
diagnóstico riguroso y objetivo de la sociedad. Pero más todavía esta ciencia sería
capaz de aportar una utilidad práctica al estar en condiciones de proponer las solu-
89 Véase MUL,j. S.: PúnciPios de economía JJOlílica, México, l<CE, 1996, Libro 11, capítulos
ciones a los problemas sociales. Con base a ella, el solidarismo y el socialismo jurí-
1 ("De la Propiedad .. ), págs.l91 }' sigs., y 11 ("Continuación del mismo Asmlto»), págs. 206 y
dico defendieron la implantación de los derechos sociales de la ciudadanía por un
sigs., y Libro IV, capítulo VII «Del futuro probable de las clases trabLtiadoras .. , págs. 644 y sigs.
Estado social con apoyo en los análisis y diagnósticos de ia sociología científica. De Afirma, por ejemplo, que "La institución de !a propiedad, cuando se limita a sus elementos
este modo, la cuestión social se convertía en cuestión de Estado; y este tenía que esenciales, consiste en la reconocimiento, a cada persona, del derecho a disponer exclusiva-
proceder a un proceso de adaptación de sus estructuras administrativo-institucionales mente de loq ue ha producido con sus propio esfuerzo, o ha recibido de aqueHos que lo pro-
(Admínistración socio-laboral) y de su ordenamiento jurídico (legislación social). dlueron, ya sea como un presente, ya mediante un convenio justo, sin fuerza ni fraude. Tod{)
El planteamiento es enteramente contrario al pensamiento del liberalismo basado ellfJ se funda en el derecho de los productores a disponer de lo que ellos mismos Izan producido» (lbid.,
pág. 206). Pero también puntualiza otros títulos ele apreciación, seúaladamente mediante con-
en el individualismo posesivo e insolidario 86.
trato: «El derecho de propiedad incluye, pues, la libertad de adquirir mediante contrato. ~:¡
La apuesta por la reforma social (solución pacífica de la cuestión social) es derecho de cada uno a lo que ha producid? cntraúa un derecho a lo producido pOI' otros, si
simétrica a la propuesta pacifista y contraria a la solución de las controversias polí- se obtiene con su libre consentimiento; )"<1 que los productores tienen que, o bien haberlo
ticas mediante la guerra 87. En ambos casos se trataba de una defensa de los valores dado por su propia voluntad, o haberlo cambiado por lo que ellos estimaban un equivalen le;
de la democracia. Él defendía la armonía yel consenso social para resolver los pro- e impedirles que lo hicieran sería violar SIl derecho a la proPiedad deljJroducto de su proPia activi-
blemas planteados en las sociedades civilizadas. Sociedades típicamente orgánicas dad" (Ibid., pág. 208). Con ello, Mill trata de rc.~olver el problema de cómo puede enajenarse
en las que el orden social se construye a través de una racionalidad discursiva y de modo anticipado la titularidad de los frutos del trabajo. Esto es, permite explicar el régi-
men del trabc~o asalario, como relación social de producción, de intercambio contractual, en-
comunicativa 88.
tre trab~jo y capital en cuanto fuerzas productivas de la sociedad moderna. Abunda en ello:
"Puesto que el principio esencial de la propiedad es a~cgurar a todas las personas la posesión
de aquello que han producido por su trabajo y acumulalado por su abstientencia, este princi-
85 Véase, DURKIlElM, E.: "Une revision de r idéc socialiste » (1899), en Te:des, L 3, cie; pio no puede apliarse a 10 que no es producto del trabajo, esto es, los productos brutos de la
«Note sur la definition de socíalísme», en Revue philosophique, XXXV1, 1893, recogido también tierra .. ; y que la tierra no es producto de la actividad humana (Ibid., págs. 216-217). Por otra
en DURKHEIM, E.: La science socia le el l' aclioll, cit., págs. ·226 y sigs. parLe, ya matiza Mili, que «cuando se habla del «carácter sagrado» de la propiedad, debería
B6 Sobre los postulados del individualismo posesivo, véase la obra de MACPIIERSON: La recordarse siempre, que no puede atribuirse ese carácter en el mismo grado a la propiedad
teoría jJolítica del individualismo posesivo, trad. de Juan Ramón Capella, Barcelona, Editorial de la tierra» (lbid., pág. 219). Parte además, de la idea de entender "pOI' capital los medios y
Fontanella, 1970. En particular, la crisis de su tiempo y su solución estaban presentes en la accesorios que son el resultado acumulado de un trabajo anterior» (Ibid., pág. 233). En una
construcción de la sociología científica yen el ideario reformista de Durkheim. Véase, en una perspectiva de futuro, señalaba que "no reconozco como justo ni saludable un estado de la
perspectiva de conjunto, CAVA!.!.!, L.: Jl mutamellto socia/e, Bologna, Il Mulino, 1970 y SIRIA!'!l, sociedad en la que exista una "clase» qlie no sea trab~jadora, ni seres humanos exceptuados
s
CJ.: justice and lhe división of labollr: a "econsiderativn vf Durkhei7ll divisiñll vf labour in soáely, en de soportar su parte en los trabajos inherentes a la vida humana, excepto aquellos que no
Tite Socivlagical Review, XXXII (1984), 3, págs. 449 a. 470. pueden t.abajar o que por sus trabajos anteriores han ganado justamente el derecho al des-
87 Véase el folleto crítico de DUIlRHElM, E.: Alemania por encima de fodo. La mentalidad ale- canso. No obstante, mientras exista el gran mal de una clase no trabajadora, los trab~jadores
mana y la guerra, París, Armand Colin, 1915 (publicado originariamente en varios idiomas, también constituyen una clase, y puede hablarse de ellos, si bien sólo provisionalmente, en
entre ellos el español). ese sentido" (Ibid., pág. 644). También DURKHElM, E.: "Recensión a la obra de FOUII..H:E, A.: La
B8 No debe pasar desapercibida la lectura en «clave comunicativa» realizada por HABEulIiAS, jJrojm'été sociale ella démocratie (parís, Hacehtte, 1884), en Revue Philosophique», XIX (1885), págs.
J: Teoria de la acción wmuniCllliva, 2 vals., Madrid, Taurus, 1987. 446 a 453.
XLVIII JOSÉ LUIS MONEREQ PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR XLIX

ma de los bienes fue uno de los centros de atención de su obra póstuma, Lecciones en la naturaleza de la humanidad y Jos vínculos que ésta mantiene con el globo 92.
de sociología. Él rechaza el principio según el cual la propiedad proviene del traba- Esta teoría justiticativa le parece superior a la teoría del trabajo como título de apro-
jo. La propiedad puede ser respetable aunque no esté basada en el trabajo 90. En- piación 93. Afirmando su carácter sagrado, concluye que «el derecho de propiedad
tiende que si ello no fuera así hahría que decir que la propiedad, tal como exisle de los hombres no es más que un sucedáneo del derecho de propiedad de los dio-
actualmente y tal como ha existido desde que existen sociedades es en buena parte ses. Por ser las cosas naturalmente sagradas, es decir, propiedad de los dioses, han
injustificable. Pero realmente discutible es suposición consiste en afirmar de modo podido ser apropiadas por los profanos. Y el carácter que hace la propiedad respe-
contundente que «en ningún caso el trabajo por sí mismo puede convertirse en la table, inviolable y. poi consiguiente, hace la propiedad, no es comunicada por los
causa generadora de la propiedad» 91. Para él el derecho de propiedad está funda- hombres al suelo, no es una propiedad que sea inherente a los hombres y que de
do en la naturaleza de las cosa,;, por lo tanto: 10 en la naturaleza de la voluntad; 2", ellos haya descendido hasta las cosas. Es en las cosas (objeto de análisis empírico)
donde ha residido originariamente, y de las cosas que ha subido basta los hombres.
Las cosas eran inviolables por sí mismas en virtud de ideas religiosas, y es secunda-
riamente que esta inviolabilidad, convenientemente atenuada, moderada, canaliza-
da, pasó a manos de los hombres. El respeto a la propiedad no es pues, como, se
También MARX, c.: El capital. Crítica de la economía política (1867),2 vols., OME 41, trad. dice con frecuencia, una extensión hacia las cosas impuesta por la personalidad hu-
de Manuel Sacristán, Barcelona, GrUalbo, 1976; MENGER, A.: El derecho al pmdw:.lo integro del tra- mana, ya sea individual o colectiva. Hay otrd. fuente. exterior a la persona. Para sa-
bajo. El Estado democrático del trabajo, Edición y Est.preL, por J.L. Monereo Pérez, Granada, 2004. ber de dónde viene hay que averiguar cómo los hombres o las cosas adquieren ca-
Véase MONEREO PÉREZ,1- L: «La crítica de! contrato de trabajo en los orígenes del Derecho rácter sagrado., 94. Ese carácter sagrado de la propiedad no le viene del hombre. El
del Trab~o", en Civitas.Revista R~t)aiiola de Derecho del Trabajo, [lúm. 96 (1999), págs. 489 y sigs. derecho de propiedad es de origen religioso; la propiedad humana no es más que
00 Es significativo que en este punto si se produzca una coincidencia mayor con la posi-
la propiedad religiosa, divina, puesta al alcance de los hombres gracias a cierto nú-
ción de los «conservadores» moderadamente reformistas como es e! caso de Barón 1- FRI1IHERRN
mero de prácticas rituales. Piensa que aquí las religiones traducen, en forma sim-
VaN HERl'LlNG: Política social, vel'sión española de Luis Hcintz. ryiadrid, Saturnino Calleja
Fernández, s/f., cap. IU ("El trabajo no es la razón exclusiva de la propiedad»), págs. 57 y bólica, las necesidades sociales) los intereses colectivos. Podemos pensar entonces,
s.igs. Parte el autor de la crítica al principio del producto íntegro del trabajo, que en su opi- afirma, que las creencia" religiosas que hemos encontrado en la base del derecho
nión fue enunciado por vez primera por e! filósofo inglés John Locke; 10 admitió luego Adam de propiedad cubren realidades sociales que expresan metafóricamente 95. La pro-
Smith, el cual en su época tuvo numerosos partidarios. Y fuera d(~ los círculos socialistas, se piedad actual se vincula a las creencias místicas que hemos encontrado en la base
intenta formular con la idea de que «el capital es trabajo acumulado~>. Objeta que si sólo el
trabajo es el origen de la propiedad, no se ve salida alguna para escapar a las exigencias socia-
listas. Entonces salta a la vista que aquello que el trab~io no puede producir, nunca podrá ser
propiedad individual. «Sólo el trabajo engendra la propiedad». Si este principio es cierto, na- 92 Leccitmes de socioogía, cie, pág. 156.
die tiene derecho a bienes que la naturaleza ofrece a todos; cada uno ticne d(!recho al valor !IJ Lo argumenta de este modo: «En primer lugar nos da el sentimiento de la dificultad
total de su trab:Yo. Pero el princidpio no es cierto; el derecho natural de la propiedad no se del problema, afirma netamente la dualidad de los dos términos y precisa por otra parte dón-
deja fundamentar en el trabajo. Nació este error del anhelo de la orgullosa humanidad en de se encuentra el tercer término que sirve de vínculo de unión, a saber de qué voluntad co-
buscar en el hombre mismo el origen del derecho. Sin embargo, el derecho al producto Ínte- lectiva dependen las voluntades particulares. Pero lo que constituye la debilidad de la teoría
gro del trabajo no puede, en manera alguna, ser la base de una nueva organización que ase- es plantear que la anterioridad de la ocupación basta para fundar jurídicamente y moralmen-
gure a cada uno el fruto de su honrado trabajo. Nadie puede pretender este producto ítue- te esta última, y que las voluntades no se nieguen mutuamente, no se pisoteen las unas a las
gro, pues los que no trabajan, ancianos, inválidos y niños, tienen también derecho a la exis- otras porque no se encuentran materialmente sobre el mismo Es contrario al princi-
tencia (Ibid., págs. 59 a 62). Por otra parte, afirma la existencia de un fundamento del dere- pio del sistema contentarse con este acuerdo exterior y físico. Las voluntades son todo lo que
cho natural de la propiedad (cap. IX, págs. 63 y sigs.). Sin embargo, su posición no es la de pueden ser, independientes de las manifestaciones especiales. Sí por lo tanto me apropio de
un reaccionario contrario a la reforma social, toda vez que de!iende el derecho a la existen- un ol~cto (¡He todavía no está apropiado de hecho, pero que ya es deseado por Olros y esta
cia, a la legislación protectora del trab~o, a la asistencia pública, el seguro obligatorio, el de- voluntad se ha expresado, yo la niego moralmente, como si hubiera un atropello material (Ibid.,
recho al trab~o (matizadamente), la regularización del salario por el Estado (capítulos X a pág. 156). En su opinión «tenemos derecho a suponer que es en la naturaleza de ciertas creen-
XIII). Pero también significativamente, y desde un ideario cristiano propio del catolicismo cias religiosas que debe encontrarse en el origen de la propiedad) (origen «sagrado~» (Ibid.,
social, se muestra partidario de <,la organización corporativa de los obreros», defendiendo su pág. 166, dentro de la lección 12' y se abunda en ello, en la Lección 13\ págs. 172 y sigs.).
a
importante misión. (cap. XIV, págs. 105 Ysigs.), 9-1 Lecciones de sociología, cit., pág. 180, dentro de la Lección 13 • La propiedad sólo es

'JI Lecciones de sociología, 11 a Lección «<La regla prohibitiva de los atentados contra la propiedad cuando es respetada, es decir, sagrada (Lección 14a , pág. 181).
propiedad»). cit., especialmente, pág. 151. 95 Lecciones de sociología, cit., Lección Ha, págs. 181 y sigs.
L JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIM[NAR LI

de la institución. Examina la regulación de la propiedad en el Código civil 96, yapre- Con todo, toda la problemática del trabajo y sus principios constitutivos que-
cia que ninguna de las maneras de adquisición enumeradas implica la idea del tra- da remitida a la teoría del derecho de obligaciones y, en particular, del derecho
bajo: ,(Si la venta me transmite la propiedad de una cosa, no es porque esta cosas contractual. Es en este plano donde entra en juego también la idea de justicia con-
haya sido producida por el trabajo de quien, me la cede. ni tampoco porque lo que t'ractual, según la cual «un contrato justo no es simplemente todo contrato que ha
yo doy en cambio sea resultado de mi trabajo, sino porque una y otra cosas son sido consentido libremente, es decir, sin coacción formal: es un contrato donde las
regularmente poseídas por aquellos que las intercambian, es decir, que la posesión cosas y Jos servicios son intercambios por su valor verdadero y normal, es decir, por
se basa en un título regular. En el derecho romano el principio está aún más mani- sujusto valor;} 99. Lo cllal encuentra su proyección en la contratación laboral: Pero
fiestamente ausente. Podemos decir que, en el derecho, el elemento esencial de -afirma-, fuera del contrato de usura, todas la reglas que tÍenden a introducirse en
todas las formas de adquisición de la propiedad es la aprehensión material, la deten- el derecho indutrial y que tienen por objeto impedir que el patrón abuse de su
ción, el contacto. No es que el hecho físico baste para constituir la propiedad: pero situación para obtener el trabajo del obrero en condiciones demasiado desventajo-
siempre es necesario, por lo menos en su origen. Por otra parte, lo que muestra a sas para este último, es decir, demasiado inferiores a su valor verdadero, testimo-
Priori que esta idea no ha podido afectar, o por lo menos afectar profundamente, el nian la misma necesidad. De ahí esas proposiciones, fundadas o no, de fijar para
derecho de propiedad, es que es de origen muy reciente. Es solamente con Locke los salarios un mínimo que no puede ser sobrepasado. Atestiguan que todo contra-
que aparece la teoría según la cual la propiedad no es legítima si no está basada en to consentido, incluso cuando no ha habido violencia efectiva, no es para nosotros
el trab~jo. A comienzos de siglo Grotins parece ignorarlo aún)~. Su contundencia es un contrato valedero y justo. A falta de prescripciones relativas al mínimo de los
sorprendente: el trabajo en sí solo no basta para justificar la apropiación; implica salarios, hay ahora en los códigos de muchos pueblos europeos, disposiciones que
una materia, un objeto al que se aplica y es necesario que ese o~ieto esté apropia- obligan al patrón a garantizar al obrero contra la enfermedad. los efectos de la ve-
do ya que se trabaja para modificarlo. El trabajo suprime por tanto las apropiacio- jez, los posibles accidentes. Es notablemente bajo la inspiración de esos sentimien-
nes que no descansan en el trab~jo. De ahí conflictos entre las exigencias nuevas tos que se ha votado nuestra reciente ley sobre accidentes industriales. Ha sido uno
de la conciencia moral que tiende a surgir y el concepto antiguo de la organización de los 11ZiI17ledi~s empleados por los legisladores para volver menos injusto el contralo de tra-
del derecho de propiedad. Pero estas exigencias tienen origen en las idea') que tien- bajo. Sin ftiar el salario, se obliga al patrón a asegurar para quienes emplea, ciertas
den a surgir en la justicia contractual, es en el principio de contr.Ho donde convie- ven~jas determinadas. Durkheim dEfiende esa dimensión estatutaria, «equilibran/en y re-
ne estudiarlas 97. Dada estas premisas argumentales, estima que «las dos vías esen- lativamente destnercantilízadora del trabajo a.salariado: Arguye a este propósito que se
ciales a través de las cuales nos convertimos en propietarios son, entonces, el inter- protesta y se dice que se confiere así al obrero verdaderos privilegios. Nada más
cambio contractual y la herencia. A través de la segunda, adquirimos las propieda- verdad en cierto sentido; pero estos privilegios están destinados a equilibra1' en par-
des completamente acabadas; a través de la primera, creamos nuevos objetos de pro~ . te los privilegios contrarios de que disfruta el patrón, y que lo pondrían en situa-
piedad. Pero, se dirá, ¿no se está atribuyendo al contrato lo que no puede ser sino ción de despreciar a su voluntad los servicios del trabajador. No examina, por otra
producto del trabajo? El trabajo es la única actividad de creación. Pero, en sí mis- parte, la cuestión de saber si esos procedimientos tienen la eficacia que se les atri-
mo, el trabajo consiste exclusivamente en un cierto g'asto de energía muscular; no buye; es posible que no sean los mejores, o incluso que vayan contra la meta que se
puede crear.cosas. Las cosas no pueden ser más que la recompensa del trab~jo; el proponen alcanzar. No importa. Bastan para comprobar las aspiraciones morales
trabajo no puede crearlas de la nada; son el precio del trabajo, al mismo tiempo que los han sugerido y cuya realidad prueban 100. Encuentra, pues, que esto es una
que sus condiciones. Eltmbajo na puede engendrar la proPiedad más que por vía del inter- manifestación positiva de la moralización de las relaciones sociales por efecto del
cambio y todo intercambio es un contrato explícito o implícito» 98. triunfo de la solidaridad orgánica: «Todo demuestra que no estamos al fin de esta
evolución: que nuestras exigencias en este sentido se volverán cada vez mayores.
En efecto, el sentimiento de simpatía humana que es la causa determinante tomará
96 Esa problemática exclusión se ha de enmarcar dentro de la racionalidad jurídica del

orden nuevo instaurado por la burguesía en el poder. Puede consultarse al respecto, ARNAUD,
A. J.: Essai d' analyse structurale du code civil frant;ais. La fegle du jeu dan~ la f)aix boufgeoise París,
J

Pichon-Durand-Auzias, 1974, espec., págs. 92 y sigs. porranda. Todo nos lleva a prever que es en el análisis del derecho contractual donde encon-
a
97 Lecciones de sociología, cit., Lección 14 , pág. 190; Ysu desarrollo en la IS' Lección ("El
tramos el principio sobre el que está llamada a fundarse la institución de la propiedad en el
/-'derecho contractual»). págs. 191 y sigs. futuro (Ibid., pág. 194). Lo cual aborda en 195 y sigl)o
98 Lecciones de sociowgia, cit., Isa Lección (~~EI derecho contractual»), pág. 193. En esa 9!1 Lecciotles de sociología, cit., Lección 18'. pág. 229.
línea argumentativa entiende que la herencia está destinada a perder crecientemente su im- 100 Lecciones de sociología, ciL, Lección 18", págs. 230-231.

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LU JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ
ESTUDIO PRELIMINAR LIII

siemprc más fuerza al mismo tiempo que adquirirá un carácter más igualitario. Bajo
cio que sea, la otra que puede prescindir de esos servicios gracias a los recursos de
la influencia de todo tipo de prejuicios, legados del pasado~ estamos todavía indi-
que dispone, y aunque esos recursos no correspondan a los selVidos prestados por
nados a no considerar con el mismo ojo los hombres de clases diferentes; somos
aquellos que los disfrutan. Mientms una oposición tan cortante exista en la sociedad, los
más sensibles a los dolores, las privaciones inmerecidas que pucdea sufrir el hom-
paliativos más o menos dichos podrán atenuar la injusticia de los contratos; pero, en plinci-
bre de clase superior y de nobles funciones~ que las que puedan sufrir aquellos des-
pio el1ifiimen funcionará en condiciones que no le permitirán ser justo. No sólo sobre lales o
J

tinados a fundones y trab~jos de orden inferior. Y todo hace prever que esta des-
l:ua1es puntos particular§s que jJUeden hacerse contratos leoninos; el conlt'llto es el régimen
igualdad en la manera con la que simpatizamos con los unos y los otros, irá borrán-
leonino para lodo aquello que concie17le al conlaci(J entre las dos clases. Es la forma general
dose más y más; que los dolores de ésos cesarán de parecer más o menos odiosos
en que son evaluados los servicios de los desheredados de la fortuna que aparece
que los dolores de aquéllos; que los juzgaremos equivalentes por el hecho mismo
como injusta, porque estos servicios son evaluados en condiciones que no permi-
de que tanto unos como otros son dolores humanos. En consecuencia tenderemos más
ten estimarlos en su verdadero valor social. La fortuna hereditaria colocada en un
firmemente la mano para que el régimen contractual ponga a los unos y a los OITOS en una
platillo de la balanza falsea el equilibrio, Es contra esta forma injusta de evaluación
balaza igual. Exigiremos más justicia en los contratos. No quiero decir que llegará un
y contra el estado social que la vuelve posible, que protesta más y más la conciencia
día en que esta justicia sea perfecta, en que la equivalencia será completa entre los
moral Sin duda, durante siglos, pudo ser aceptado sin protesta, porque la necesi-
scrvidos cambiados ... Pcm con certeza la que existe hoy en día es insuficiente res-
dad de igualdad era menor. Pero hoy en día es demasiado evidente en contra del
peclo de nuestras ideas actuales de justicia y, cuanto más avancemos, más intenta-
sentimiento que está ahora en la base de nuestra moral.
remos acercarnos a una proporcionalidad más exacta, Nada puede ~jar un término
Ahí aprecia una evolución social integradora y realizadora de la justicia social: Se co-
a ese desarrollo» 101.
mienza a percibir qué acontecimiento fue en la historia la aparición de eso que
No sin cierta simplificación de la cuestión subyacente, parece encontrar la lla-
hemos llamado el contratojusto, y qué repercusiones externas debía tener este con-
ve de la solución del problema de lajusticia en el cuestionamiento de la institución
cepto. Toda institución de la propiedad ha quedado transformada, porque, una de
de la herencia. Observa, en tal sentido, que es evidente que la herencia, al crear
sus fuentes de adquisición y una de las principales, es decir, la herencia, se encuen-
entre los hombres d~sigualdades natas, que no corresponden en nada a sus méri-
tra por esto mismo condenada. Pero no es sólo de esta manera indirecta y negativa
tos y a sus servicios está viciando, en la base misma, todo el régimen contractuaL
que el desarrollo del derecho contractual tiende a efectuar el derecho de propie-
En efecto: ¿cuál es la condición fundamental para que la reciprocidad de los servi-
dad: éste se encuentra directamente tocado. Acabamos de decir que la justicia exi-
cios contratados quede asegurada? Es que, para mantener esta especie de lucha de
gía que los servicios dados y cambiados no fueran remunerados por debajo de su
la que resulta el contrato y en el curso de la cual se f~an las condiciones de cambio,
valor. Pero este principio implica otro, que es el corolario: todo valor recibido debe
los contratantes estén provistos de las mismas armas por igual. Entonces, y solamente
corresponder a un servicio social prestado», Introduce una crítica al modelo de re-
entonces no habrá ni vencedor ni vencido, es decir que las cosas se cambiarán de
gulación de la propiedad: En el estado social, la distribución fundamental de la pro-
manera cquilib¡'ada, equivalente. Lo que uno recibirá equivaldrá a lo que dará, y
piedad se hace desde el nacimiento (institución de la herencia); después la propie-
así recíprocamente. En el caso contrario, el contratante privilegiado podrá servirse
dad así distribuida originariamente se cambia por vía de contratos, pero de contra-
de la superioridad por la que está favorecido para imponer su voluntadal ot~o y
tos que son en parte iIyustos como consecuencia de la desigualdad constitucional
obligarlo a cederle las cosas o el servicio cambiado por debajo de su valor. Si, por
en que están los contratantes en virtud de la institución de la herencia. Esta injusti-
ejemplo, uno contrata para obtener de qué vivir, yel otro solamente para obtener
cia básica del derecho de proPiedad na puede desajJa1-ecer más que en la medida en que las
cómo vivir mejor, es claro que la fuerza de resistencia del segundo será superior a
ún.icas desigualdades de sus senAdos. He aquí cómo el desm-rollo del derecho contractual aca-
la del primero, por el hecho mismo de que puede renunciar a contratar si las COIl-
rrea toda una revisión de la moral de la proPiedad \02.
diciones que quiere no le son otorgadas. El otro no lo puede hacer. Está por lo
Pero esta crítica Jociojurídica de la herencia la considera totalmente independiente de
tanto obligado a ceder ya seguir la ley que se ha hecho. La institución de,la /ummcía
toda idea de «propiedad-trabajo»; No diremos -matiza- que la propiedad resulta del
implica que hay ricos y pobres de nacimiento; es decir que hay en la sociedad dos
trabajo, como sr hubiera una especie de necesidad lógica de que la cosa fuera atri-
grandes clases, reunidas por otro lado por todo tipo de intermediarios; la una que
buida a aquel' que ha trabajado para hacerla, como si trab~o y propiedad fueran
está obligada para poder vivir a hacer aceptar a la otra sus selVicios a cualquier pre-
sinónimos. El vínculo que une la cosa a la persona no tiene nada de analítico; no

101 Leccio1l1JS de sociologia, ciL, Lección Isa, pág.23I.


W2 LeccioneJ de sociol<>gia, cit., Lección 18.., pág. 231 a 233.
ESTUDIO PRELIMINAR LV
LIV JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ

La democracia se debe asentar en una moral cívica y laica (coherente. ésta,


hay nada en el trabajo que implique necesariamente que la cosa a la cual ese traba- con el proceso de secularización institucional 106). De ahí su atención preferente al
jo se ha aplicado vuelva al trabajador. Nuevamente, para él el trabaJ.o no es en el problema de la educación moral. Una de las funciones principales de la sociología
modo de adquisición de la propiedad. De mismo modo, en las relaCIones de cam- científica era aportar una base objetiva de la moral capaz de impulsar ~ipl"Ogramas»
bio, no es la cantidad de trabajo puesta en una cosa la que hace su valor, es la ma- de reforma social y política. Esa moralidad «objetiva» estaría llamada -a 'constituir
nera en la que esta cosa es estimada por la sociedad, y esta evaluación depende, no una fuente de solídaridad orgánica. Durkheim constató que en su tiempo la cultu-
tanto de la cantidad de energía dispensada, como de sus efectos útiles, por lo me- ra moral y política estaba sumida en un eJtado de confusión, sin valores firmes que
nos tal como la cosa es sentida por la colectividad; porque hay ahí un factor subjeti- garantizasen la cohesión social. La ceguera del individualismo liberal radical con-
vo que no se puede eliminar. Él confía en la existencia de una evolución social donde tribuía a ese estado crítico 107. En esa situación los valores se hacen «débiles» co-
la intensidad de los sentimientos de fraternidad humana siguen desarrollándose, y rrespondientes a una edad moral oscura y difusa (crítica) y, por consiguiente, sin
que los mejores de entre nosotros no son incapaces de trabajar sin esperar una exacta fuerza de convicción y oponibilidad. Durkheim deseaba encontrar una moral obje-
remuneración de sus trabajos y de sus servicios. De ahí viene que busquemos ablan- tiva; y esto era en gran medida una misión de la sociología como ciencia moral. Su
dar más y más, atenuar los efectos de unajusúcia distributiva y retributiva demasia- idea era restablecer una situación en la que los juicios morales recuperasen una
do exacta, es decir, en realidad siempre incompleta 103. objetividad trascendente y generalizable, donde ese carácter tendenCÍalmente
universalizante actúa como requisito de su éxito. Esa moral objetiva reflejaría, fren-
, te al individualismo asocial e insolidario; que los valores e identidades de todo indi-
3. Teoría orgánica del Estado y de la democracia: El Estado es órgano de pensa- viduo no pueden existir independientemente de la sociedad y de las comunidades
miento social; es la sociedad. o agrupaciones más amplias a las que pertenecen. Los valores e identidades son
intrínsecamente sociales.
Piensa Durkheim que la democracia tiene una dimensión ética y procedimental. En el proceso de secularización del mundo occidental la moral laica sustituirá
Se diría que comunicativa 104 (democracia comunicativa), toda vez que para él1~ a la moral basada en la fe religiosa, en el marco de un «desencantamiento» del mun-
democracia es deliberación entre los individuos entre sí y con el Estado en su cah- do 108. Es ahora la misma sociedad la fuente de la moral civil y laica; es en ella don-
dad de órgano de reflexión y de pensamiento social en el marco de una sociedad de tiene lugar la formación de las representaciones colectivas y una moral coopera-
basada en la solidaridad orgánica. De los sansimonianos aceptará la idea de una tiva. Para él es moral.todo lo que constituye fuente de solidaridad, todo lo que fuerza al
sociedad armónica y de los socialistas de cátedra alemanes se inspirará en gran me~_ hombre a contar con otro. Entiende que el hombre no es un ser moral sino por
dida para construir su teoría de las corporaciones en cuanto instrumento para la vivir en sociedad, puesto que la moralidad consiste en ser solidario a un grupo y
gestión de la vida económica y para la solución de la cuestión social de su tiem- varía como esta solidaridad ((La división del trabajo social»). Es así que el ser social
po 105. Realza la relación comunicativa entre gobernantes y gobern~dos, enJtre. el
Estado y la sociedad civil. Durkheim defenderá formas de democraCia economlca
dentm de su visión orgánica de la organización social. En tal sentido propondría la
instauración de estructuras representativas palitarias en los consejos de organiza- 106 Sobre ese proceso en la modernidad, véase, por todos, MARRAMAO, G.: Poder J seclllari-

ción y decisión de las actividades económicas, y también la p.-esencia de las organi- zadón, traducción de Juan Ramón CapcHa y Prólogo de Salvador Gincr, Barcelona, Ediciones
Península, 1989.
zaciones profesionales en los órganos estatales, confiriéndoles una status semi-públí-
107 Llama poderosamente la atención el hecho de que más allá de las diferencias
co, en en sentido de atribución de funciones polítícojurídicas y de ordenación eco- ficas autores comunitarias como MacIntyre partan de ese estado de confusión moral como
nómica de relevancia para los intereses generales. rasgos característico de la sociedad contemporánea. Véase la ya obra clásica, MACINTI'RE, A.:
Tms lIL virtud (1981), Barcelona, Crítica, ·1987. MacIntyré puede afirmar que una filosofía mo-
ral "presupone característicamente una'sociología. Cada filosofía moral ofrece, explícita o al
103 Leccion~ dI<
sociología. cit., Lección Isa. pág. 233 a 238. menos implícitamente, un análisis conceptual pardal de la relación de un agente con sus ra-
104 Véase HNlERMAS,j.: Teoría de la acción comunicativa, 2 vols., Madrid, Taurus. 1987; y, zones, motivos, intenciones y actos, y al. hacerlo, presupone por lo general que esos conceptos
aunque desde una orientación un tanto voluntarista por lo que tiene de encontrar en Durkhd~ , están encarnados, o al menos que pueden estarlo, en el mundo social rea!>' (Ibid., pág. 40).
a un defensor acérrimo de la democracia representativa, véase GENEYRO, j. C.: La. democraeza 108 Véase WEBER, M.: Ética protestan/e y espbitu, del capitahww, Barcelona, Eds. Península,
inquieta: E. Durk/¡eim yJ Dewey, Barcelona, Anthropos. Ediciones del Hombre, 1991. . 1973; sobre esta problemática es indispensable la consulta de la obra monumental de
105 Véase CEDRONIO, M.: La societa organica.. Política e ,<;ociologia di Emite Dnrk}uim, Tonno. BLUMEIIIBERG, H.: Trahajo sobre el Milo, Barcelona, Paídos, 2003.
Bollati Boringhieri editare, 1989, pág. 168.
LVI JOSÉ LUfS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR LVII

determina materialmente la conciencia y la solidaridad necesaria para la existencia co en la evolución social. Destaca en los socialistas de cátedra su enfoque
de la sociedad y la adaptación a las transformaciones en curso. Una sociedad basa- in terdisciplinar y no aislacionista: cuando un especialista llega a percibir los hechos
da en una división del trabajo no coactiva, sino cooperativa y consensuada es gene- de que trata son Índisociables de las restantes manifeSlaciones colectivas, a fin de
radora de solidaridad orgánica. El Estado, conforma la sociedad se hace más com- determinar en qué consÍste esa interrelación se ve obligado a rehacer desde su punto
pleja, acentúa su intervención en la sociedad civil. Tiene el deber de promover el de vista y a integrar en su investigación a todas las ciencias especializadas c;uyo con-
bienestar de los individuos, debe garantizar un marco para el desenvolvimiento de curso le es necesario. Es lo que ha hecho Schmoller (1838-1917) en su GTund1iss der
la personalidad de manera que los individuos puedan llevar a cabo sus propias elec- allgemei12en VolhswirtsclUlflslehre. Es toda una sociología vista desde el punto de vista
ciones sin interferencias externas «absorbentes), pero al mismo tiempo que garan- económico. Es precisa una cooperación espontánea de todas las ciencias sociales
tiza el principio de autonomía, al Estado es exigido que suministre a los individuos particulares, siendo lo único que puede dar a cada una de ellas una noción un poco
pertenecientes a la comunidad políLica las condiciones (incluidos los bienes mate- exacta de las relaciones que mantiene con las otras 112.
riales esenciales) requeridas para el ejercicio de su autonomía efectiva. En una so-
ciedad orgáníca el Estado se configura como un Estado educador y provisor del Según Durkkeim el Estado es un órgano de pensamiento social. de manera
bienestar. Aunque Durkheim no destaca suficientemente que la democracia descansa que la democracia se basa en una relación comunicativa entre el Estado, como ór-
en el pueblo, sí dejó constancia de la apuesta por una democracia deliberativa, ba- gano específico, y la sociedad en [a complejidad de los elementos que la compo-
sada en la deliberación yen el consenso político 109. nente. Es un grupo de funcionarios ({.mi genmis", en el seno del cual se elaboran
Opina Durkheim que los hechos sociales son hechos morales. En ello se refle- .representaciones y voliciones que comprometen a la colectividad. No encarna la
ja la influencia del socialismo de cátedra, que afirmaba el carácter moral de las re- más amplia conciencia colectiva, sino que es tan sólo la sede más que de una con-
laciones económicas (Albert Schaefle -1831/1903-, socifllísta de cátedra «mi gellens»; ciencia especial, restringida, pero más alta, más clara, que tiene de sí misma un sen-
Adolf""\JVagner -1835/1917- y Gustav Schmoller -1838/1917-) 110. Para él la moral timiento muy vivo (<<Lecciones di! sociologia»). En el Estado se elaboran representacio-
tiene el mismo objeto que el Derecho, es decir, también tiene por función asegurar nes colectivas que afectan a la totalidad de la sociedad. Para él, la democracia con-
el orden social, pues acepta la concepción de Ihering, conforme a la cual el Dere- siste en la forma política mediante la cual la sociedad llega a la más pura concien-
cho remite al co~junto de las condiciones de existencia de la sociedad 111. También cia de sí misma. Nótese que para él 1a sociedad tiene por sustrato el co.qjunto de
encuentra una intensa conexión entre el Derecho y la religión: "el derecho es inin- los individuos asociados. El sistema que forman uniéndose, y que varía según sus
teligible si se le separa de la religión, de la que ha recibido sus principales caracte- distribución territorial, la naturale'l,a y el número de las vías de comunicación, cons-
res distintivos y de la que en parte no es sino una derivación». Aunque Durkheím tituye la base sobre la que se eleva la vida sociaL Las representaciones, que son la
rechaza, en su visión holista, cualquier determinismo de análisis específico sobre [a trama de aquélla, surgen de las relaciones que se establecen entre los individuos
totalidad social, no deja de otorgar un peso especialmente relevante al factor reli- así asodados o entre los grupos sociales que se interponen entre el individuo y la
gioso, que encuentra más influyente y determinante que el propio factor económi- sociedad global 11:1. De manera que un pueblo es tanto más democrático cuanto
mayor sea el papel que la deliberación, la retlexÍón y el espíritu crílico desempe-
ñan en la gestión de los asnnlos públicos «<Lecciones de sociologio»). Es así que para
109 Una defensa de esta forma de democrada deliberativa en NINO, S.C.: La constitución
Durkhcim la teoría del Estado es de/Jendienle de su ieoria orgánica de la sociedad, don-
de la democracia deliberativa, Barcelona. Gedisa editorial, 1997.
de existe una estrecha comunicación con la sociedad civil. Precisamente la demo-
110 DUlU{HEIM, E,: «La 5cicnce positive de la morale en allemagne", en Reuue PhiloPhique

xxrv (1887) ) recogido en 1extes, vol. 1, Élelllenls d' une théorie sociales, París, Minuit, 1975. Pue-
de verse al respecto LUKF}J, S.: Émile Durkheim. Su vida y su bbrtt. Estudio histórico·crítico, Madrid,
CSIC-Siglo veintiuno, 1984. m Sociología y ciencias sociales (l903}», en DURKHEIM, E.: Las reglas del método sociológico,
111 Véase esa concepción en IHERING, R.V.: El fin del Derecho, Edición y Estudio preliminar trad. Santiago González Noriega, Madrid, Ediciones Allaya, 1997, págs. 286-287. Insiste igual-
de J. L. Monereo Pérez, Granada, Ed. eomares, 1999. Para Steven Lukes las influencias son mente en esa necesaria colaboración interdisdplinar en "La historia y las ciencias sociales»
muy heterogéneas, porque el pensamiento de Durkheim se hallaba profundamente enraizado (1903) }' en «Debates sobre la explicación en historia yen sociología,} (1908), págs. 288 y sigs.,
en el pensamiento del siglo XIX, e incluso en ciertas concepciones impenmtes en el del XVIII. y 292 Ysigs., respectivamente. Para él la historia tiene la función de poner a las sociedades en
Cfr. LUKEs, S.: Émile DurJ¡heim. Su vida y S1t obra (1" edición en inglés de 1973), Madrid, Centro de condiciones de recordar por sí misas su pasado; es la forma más característica de memoria
Investigaciones Sociológicas-Siglo XXI, 1984, pág.139, que apunta a una constelación de au- colectiva. Véase la Reseña de trab~jos de Salveminí, Croe e y Sorel sobre la naturaleza de la
tores como Saint-Simon, IherÍng. los socialistas de cátedra, Wundt, Comte, Sp<:ncer, Tónnies, historia, en Amure socioligiqlle, vol. 6 (1901-2), págs. 124-125.
etcétera. ll3 Véase Sociologie el },hilosopllie, cd. por C. Bouglé, París, 1973, pág. 31.
LVIII JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ
ESTUDIO PRELIMINAR LIX

cracia es la forma política por la cual la sociedad llega a la conciencia más pura de
poder social y en calidad de tal una función directiva sobre los individuos y
sí misma (((úcciones de sociología»). A su realización más efectiva contribuye la for-
los grupos particulares. Estos grupos secundalÍos deben ejercer una función me-
mación de grupos intermedios (grupos profesionales y grupos territoriales), al ser-
diadora, pero respetando la autonomía y los derechos de los individuos que for-
vir de cauce de comunicación entre el Estado y los individuos socializados. Para él
, man parte de los mismos. Es así que el Estado es un órgano social vinculado a la
son los grupos o corporaciones profesionales ]os que están llamados a ejercer ~sa
sociedad, siendo su poder político una expresión de [a relación de fuerzas que exis-
función de intermcdiación social, atendiendo a su creciente importancia en la VIda
ten en la misma socieda~1. Al propio tempo la democracia es la forma de organiza-
económica y a su capacidad para favorecer mecanismos de moralidad positiva en el
ción política que mejor se corresponde con una sociedad basada en una solidari-
cuadro de una solidaridad orgánica. Para él las corporaciones constituyen organi-
dad orgánica. Su progresión constituye una necesidad del medio social y de la evo-
zaciones profesionales que agrupan a empresarios y trab~adores; aunque no se opo-
lución de las ideas morales esenciales «<Lecciones de sociología»). En su concepción
ne a las agrupaciones de clase (sindicatos de trabajadores y asociaciones empresa-
evolucionista la instauración de una sociedad orgánica y de la democracia es el re-
riales) entiende preferibles y más favorecedoras de la cohesión social a estas corpo-
sultado de un proceso evolutivo, de expansión de la división del trab~o social y del
raciones o agrupaciones mixtas. En este sentido su concepción es más
desarrollo de la moral social y de la conciencia colectiva de pertenencia e interde-
«corporativista» que «sindicalista ••.
pendencia social.
Como ha sido advertido, existe una nítida diferenciadón entre Durkheim y su
La democracia es pensada atendiendo a esa concepción orgánica del Estado y
contemporáneó Max Weber respecto al rasgo distint~vo de la sociedad mod~r~a, de
la Sociedad. Ha de existir una estrecha comunicación entre el Estado y los indivi-
la modernidad: «Si para Max Weber, su contemporaneo, el rasgo caractenstlco de
duos en relaciones intensas de comunicación, donde tiene un papel fundamental
la sociedad moderna es el proceso de racionalización, lo que Durkheim retiene como
las corporaciones o grupos profesionales. Encuentra en el Estado en sociedades or-
básico es él proceso de diferenciación social. Es la creación de nuevos órganos y
gánicas una garantía de los derechos y no tanto un órgano caractetizado por la coer-
nuevas fundones sociales, el paralelo desarrollo de la autonomía personal y el esta-
ción social (con lo que se opone tanto a los enfoques de Spencer-lB20j1903- como
blecimiento de una solidaridad social basada en la interdependencia de individuos,
a los de Max Weber). En una sociedad orgánicamente constituida «lo político» y
órganos y funciones diferenciadas lo que, en efecto, coloca Du.r~l~~im en prin:cr
«lo social» son ámbitos estrechamente encadenados. No se olvide que ]a Durkheim
término» 114. El Estado es un órgano resultado del proceso de dlvlslon del trabaJO;
la democracia conforma una forma de Estado propio de las sociedades orgánicas.
un proceso de diferenciación social que genera una instat:cia política integrada ~n
En tal sentido la democracia es aquella forma política mediante la cual la sociedad
la sociedad global. En esa «sociedad política» (entendida por él como una SOCIe-
llega a la más pura conciencia de sí propia, siendo un pueblo tanlo más democráti-
dad formada por la reunión de un número más o menos considerable de grupos
co cuanto mayor sea el papel que la deliberación, la reflexión y el espíritu crítico
sociales secundarios, sometidos a una misma autoridad, que no depende de ningu-
desempeñan en la gestión de los asuntos públicos. En tal sentido se enlaza la de-
na autoridad superior regularmente constituida) se produce una diferenciación fun-
mocracia y sociedad orgánica (aLecciones de Sociología»). De ahí que la reforma so-
cional entre gobernantes y gobernados y se compone de una pluralidad de familias
cial no sea pensada en un sentido unidireccional sino bilateral, esto es, obedece a
y de grupos pmf~sionales. Entiende Durkheim que la.sociedad polític~ en su co~­
necesidades sentidas en la sociedad y a la respuesta reflexiva del poder establecido
junto está integrada por el pueblo gobernado y sus gobernante~ (((u,cC/ones. de soc~o-
en ella. La cuestión social sería afrontada desde el prisma reordenación y
logía"). Para él, como se ha dicho, el Estado es un grupo de funclonarIos ItSUl genen.s»
moralización impulsada desde el ESLado como órgano de pensamiento social y por
en cuyo seno se elaboran representaciones y aspiraciones que comprometen ~ la
los, propios actores sociales a través de los grupos o corporaciones profesionales.
colectividad, aun cuando no son obra de la colectividad. No encama a la conCIen-
No reclama la lucha por el poder y las relaciones de dominación, sino la integra-
cia colectiva como un todo, sino tan sólo a una «conciencia especial», restringida,
ción y cohesión social. El problema que afronta la reforma social es el problema la
pero más alta y más nítida, que tiene de sí misma una representación más precisa.
disgregación o ruptura de la cohesión social. Para el la «solución corporativa» no
En este sentido es un «órgano de pensamiento social» (Lecciones de sociología). En
autoritaria y pacifista es la solución ideal preferible: El Estado se inserta en un mo-
su visión esencialmente funcionalista el Estado representa de modo diferenciado al
delo de sociedad basada en la cooperación e interdependencia con la mediación
de los grupos profesionales. Estos grupos o corporaciones están llamados a ser el
centro de gravedad de una sociedad donde desaparecen las clases sociales y la au-
lH RODRÍGUI::Z ZÚNIGA. L.: Para /tila lectura C11tica de Durkheim, Madrid. Akal Editor, 1978, toridad que se ejerce es de carácter moral, esto es, no basada en la dominación ni
pág. 101. en el ejercicio de la fuerza. La solución a la cuestión social y a la crisis de la moder-
LX JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PRELIMINAR LXI

nidad liberal es, pues, la solu~ión corporativa no autoritaria, la cual reflejaría una Sin embargo, subraya Habermas, su análisis ponen de relieve el círculo viciDso
evo1ución moralizadora; una fuerza moralizadora de la sociedad que es la resultan- en que se ve atmpado. Por una parte, se atiene a la tesis de que las reglas morales que
te de una conciencia de sí misma. Era el sueño de la opción corporativa y pacifista hacen posible la solidaridad orgánica, en el estado normal, dimanan por sí solas de
que la dura realidad de la primera milad del siglo veinte se encargaría de desmen- la división del trab~o. Pero, por otra, explica el carácter disfuncional de determi-
tir en los hechos. nas formas de división del trab,yo por la ausencia de tales regulaciones normativas:
lo que echa en falta es I~ sujeción de los ámbitos de acción funcionalmente especi-
El problema de la integración tiene una tal centralidad en el pensamiento ficados a normas moralmente vinculantes: En todos estos casos -afirma Durkheim-,
Durkhcim, que autores como Habermas han construido su propio discurso sobre si la división del trabajo no produce la solidaridad es que las relaciones entre los
integl-ación social e integración sistemática partiendo, precisamente, de la teoría de órganos no están regladas, es que se encuentran en un estado de anomia. Durkheim
la división del trabajo de Durkheim 115. A través de la su teoría, hemos comproba- no pudo resolver esta paradoja. Opta por huir hacia delante y, como demuestra el
do, que él estudia la división del trabajo en el sentido de una diferenciación estruc- prólogo a la segunda edición y las posteriores lecciones sobre ética profesional, plan-
tural de tos sistemas sociales. En las sociedades funcionalmente diferenciadas se pro- tea la exigencia de que la estructuración del moderno sistema de ocupaciones por
duce una solidaridad orgánica. Ello es coherente con su idea de que la división del profesionales deberia constituirse en punto de partida de unas regulaciones norma-
trabajo es un fenómeno vinculado a la biología general, suponiendo la solidaridad tivas justificadas en términos universalistas 116. El recurso argumentativo de
orgánica un cambio en las bases de integración de la sociedad. gn las sociedades ,Durkhcim se centra en la distinción entre división «normah¡ del trabajo social y dí-
evolucionadas la integración social se realiza mediante la conexión sistémica y visión «patológica» del trabajo. Pero cuando {(lo patológico;; se generaliza como fue
comunicativa de ámbitos de acción funcionalmente especificados. El proceso de di- el caso harto significativo y relevante de la «cuestión social obrera» no puede
ferenciación social puede tener efectos disgregadores en la integración y cohesión reconducirse simplemente al «campo de lo excepcional y de lo irregular o anor-
social, produciéndose, en lal caso, un estado de anomia (uno de cuyos exponentes mal» un hecho social disfuncional que se convirtió, sin duda, en estructural y
sería el conflicto entre trabajo y capital en el mundo industrial). caracterizador de la división capitalista del trab~o social en una determina fase de
su desarrollo. Es aquí como se aprecian los límites intrínsecos de una visión natura-
lista de la división del trabajo, la cual exige formas institucionales de organización
!15 Véase HABERMAS, J.: Temía de la acción comunicativa. Il Critica de la razón JurlCio n alista y corrección del proceso de modernización. Esto es, un «capitalismo organizado)>
(1981), trad. de ManuelJiméncz Redondo, Madrid, Taurus, 1987, págs. 161 r sigs. Durkheim mediante inlemcnciones aparentemente «extemos» a su dinámica funcionamiento, lo que
fue uno de los teóricos de la acción sodal que influyó en su concepción de la racionalidad está en la base de la formación de la forma política del «Estado social» y de la de-
práctica y la re definición de ésta corno racionalidad comunicativa, donde la forma primaria mocracia de masas. Todo ello sin perjuicio de la utilidad de las dimensiones
de interaccÍón social consiste en la acción coordinada entre los individuos orientada a enten-
pluralistas de la teoría de Durkheim, el cual estaba conforme con la domesticación
derse ,l través del lenguaje. En el proceso comunicativo las partes intervinientes pueden al-
canzar un entendimÍento o acuerdo. El orden social comunicativo exige la apertura de espa- dd sistema económico a través de las políticas públicas y del Derecho del Estado
cios reales de autonomía personal y colectiva. En esta perspectíva de la teoría discursiva, Social, pero no veía la solución en las regulaciones desde arriba de carácter
Habermas defiende la instauración de formas de democracia deliberativa, donde tendrían lu- paternarlista (Durkheim no expreso simpatía alguna con cualquiera de las fórmu-
gar procedimientos de deliberación y torna de decisiones participativas. Esto es, una política las de <~parternalismo»). Unido a esa desconfianza defendería como vimos antes las
que refleja una concepción procedimental de la democracia, en la que la legitimación de las formas de Derecho social profesional, que en no poco se aproximarían a ciertas
decisiones públicas y de las reglas jurídicas que las formalizan son adoptadas con la participa- propuestas del Derecho social 117, e incluso del Derecho reflexivo legal, como f01'-
ción activa de todos los potencialmente afectados por eUas. Esta forma de democracia
participativa permitiría una solución racional de los conflictos sociales y políticos _a través de
prácticas discursivas en distintos espacios públicos. El concepto discursivo de la democracia
responde a la imagen d~ una sociedad descentrada que, sin embargo, con la diferenciación que
en ella se produce de un espacio para la opinión pública política, diferencia de si un espacio
para la percepción, identificación y tratamiento de problemas concernientes a la sociedad glo-
bal. Todo ello en consideración el surgimiento de una sociedad policéntrica de grandes orga- 116 Véase HABERMAS,].: Mona de la acción wmunicativa. l/., cit., págs. 166-167.
nizaciones, en la que la influencia y el poder político pasan a actores colectivos y cada vez 117 Véase GURVlTCH, G.: La idea del derecho social, traducción y Estudio preliminar dejo L.
pueden ser menos adquiridos y ejercidos por los individuos. Véase HABERMAS, J: Facticidad y Monereo Pérez yA. Márquez Prieto, Granada, Editorial Comares, 2005; ID.: Elementos de socio-
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j

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JosÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PREUMINAR LXIII
LXII

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LXIV JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ ESTUDIO PREUMINAR LXV

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Normes jU1'idiques el régulatíon sociale, París, LGQJ, 199t LOEFFEL, L.: La queslion du de Occidente, 1977; ID.: Filosofía del dinero, traducción y Est prel., de R.García
lr
LXVI JOSÉ LUIS MONEREO PÉREZ

Cotarelo, 2001; STEINER, PH.: Sociologfa de Durkheim, Buenos Aires, Ediciones Nueva
Visión, 2003; TURNER, S.: Émile DUTkheim-Sociologist and Moralisl, London-New York,
Routlcdge, 1993; WALFORD, G. y PrCKERfNG, W.(eds.).: Durkheim and modern education,
London, Routledge, 1998; WATIS MILLER, W.:,Durkheim, Morals and Modernity,
Montreal, McGill-Queen's University Press, 1996.

PRÓLOGO

En el presente volumen reunimos y damos a la publicidad por separado algu-


nos estudios de EMILIO DURKHEIM aparecidos no hace mucho en la Revue de
MétaPhysique el de Morale y en el Bulletin de la Société Frant;ai.se de Philosophíe. Estos es-
tudios tienen como carácter que les es común el de aclarar aquello que pensaba
Durkhcim, no sólo acerca de talo cual problema sociológico particular sino más
ampliamente sobre los problemas generales que preocupan de ordinario a los filó-
sofos: relaciones entre la materia y el espíritu, entre la conciencia y la naturaleza,
entre la razón y la sensibilidad; y muestran, por lo tanto, en qué senlido y en qué
medida la sociología renueva la filosofía.
Puesto que existe hoy el propósito de dar a la sociología un lugar más amplio,
no solamente en nuestros liceos y colegíos sino también en nuestras escuelas nor-
males, nos ha parecido que esta recopilación podría proporcionar particulares ven-
tajas: ofrecer oportunamente para la enseñanza de esta disciplina orientaciones y
temas de discusión.
Durkheim, como continuador de la obra de AUGUSTO em.ITE, experimenta la
necesidad de especializarse, de limitar desde el comienzo el campo de sus estudios.
La sociología no podrá progresar mientras no se multipliquen, según las normas
que sigue toda ciencia, tanto las investigaciones objetivas como las investigaciones
específicas.
El precursor, arrastrado por una ambición grandiosa, ha hablado con entu-
siasmo de la Humanidad en general. Sin preguntarse si no debía distinguir los di-
versos tipos de sociedad y las distintas formas de evolución, ha abarcado en su au-
daz síntesis todas las categorías de hechos sociales. A sus continuadores correspon-
de ser más modestos: cada uno de ellos debe circunscribirse, para hacer avanzar la
ciencia, a una serie particular de problemas.
LXVIII c. BOUGLÉ PRÓLOGO LXIX

Sometiéndose a esta ley, Durkheim ha concentrado su atención sobre los pro- los que se consagran los sociólogos, mediante una teoría explicativa del espíritu hu-
blemas morales. Desde la División deltmbajo social hasta Formas elementales de la vida mano.
religiosa, pasando por su obra El suicidio, su preocupación cardinal se ha concentra-
do en el propósito de hacer comprender la esencia de la moralidad, el papel que La publicación de los artículos que hemos reunido en el presente volumen
desempeña en las sociedades, la manera cómo ella se forma y se desenvuelve allí al terminará de disipar, posiblemente, un cierto número de equívocos a que han dado
expresar sus aspiraciones. lugar las tendencias de ·este sociologismo.
Todos los estudios de Durkheim se relacionan, más o menos directamente, con De un modo particular, se podrá ver hasta qué punto el sociologismo se en-
la sociología moral. Debe advertirse claramente, no obstante, que estos estudios, cuentra alejado del materialismo, y aun del organicismo y del utilitarismo social,
según su manera de pensar, no deben permanecer como concepciones teóricas. Su con los cuales se ha intentado algunas veces confundirlo.
suprema ambición ha sido alcanzar conclusiones prácticas, es decir, dar orientacio- En este punto, se ha permitido abusar de ciertas fórmulas tajantes desglosadas
nes a la acción social. Para lograr este propósito no tenía ante sus ojos otro camino de las Regla.s del mitodo sociológico. Cuando Durkheim nos invita a tratar los hechos
que el de la ciencia positiva. sociales «como cosas», procura ayudarnos a desprendernos de toda «prenoción»,
Tanto en la discusión sobre la Delemlínación del hecho moral como en la intro- con el fin de advertirnos que no es posible que nos inclinemos a nuestro propio
ducción de la División del trabajo, puede verse la constante preocupación que . favor o que consultemos nuestros sentimientos al tratar de establecer la esencia, los
Durkheim tiene de evitar el misticismo, como un abismo en el cual amenaza zozo- orígenes y las funciones de las diversas instituciones humanas; es decir, que no in-
brar la razón humana; de refutar, por los resultados mismos de sus investigaciones, tenta retrotraer las leyes del desarrollo de dichas instituciones humanas a las leyes
a aquellos que repiten que en materia de moral la ciencia está en bancarrota; y de de la materia, ni explicar en todo y por todo el interior por el exterior, lo superior
presentar, en fin, la conciencia como un basamento de hechos establecidos por la por lo inferior.
observación positiva. En este sentido, podría sostenerse que la voluntad de Durkheim . Bien por el contrario, Durkheim es uno de los que más se esfuerzan en insistir
es la de hablar, aun en materia moral, con un lenguaje de estudioso especializado, sobre el hecho de que la sociedad es {(ante todo un conjunto de ideas». Él mismo
no con un lenguaje de filósofo. dirá, en efecto, que la sociología debe centrar su atención no sólo sobre las formas
Por lo tanto, Durkheim debía ir directamente a considerar desde su particulal- materiales sino también sobre los estados psíquicos, y que dicha disciplina es, en
punto de vista los grandes problemas generales que no pueden eludirse, puesto que definitiva, un estudio de la opinión. Los hombres se hallan ligados por sus respecti-
la sociología debía justificar su derecho a la existencia, no sólo en cuanto a las in- vas conciencias, y las creencias colectivas constituyen el nudo vital de toda socie-
vestigaciones positivas sino también respecto a la discusión de los principios. Sería dad.
raro, en efecto, que una ciencia en estado naciente no fuera obligada a filosofar Es en sus primeros trabajos donde Durkheim gusta de insistir precisamente
para fundamentar su posición, para afirmar su categoría, desde que invita a los es- acerca de la estrecha relación que existe entre las creencias colectivas y la forma
píritus a pensar acerca de las relaciones de todas las ciencias entre sÍ, de"las dife- misma del medio social. Según que los grupos sean más o menos numerosos, se-
rencias de métodos, de la jerarquía de las formas del ser, asuntos todos que exigen gún que la densidad y la movilidad de los individuos resulten más o menos gran-
una filosofía. des, así varían las relaciones entre las conciencias individuales y la conciencia co-
Por otra parte, a medida que se desarrollaban sus investigaciones, Durkheim lectiva, y así también se hacen menos pesadas las creencias que esta última consa-
presentía que las mismas le conducirían no sólo a hacer comprender mejor el pa- gra y concluyen por proporcionar un lugar al culto de la persona humana.
pel yel valor de tal regla o de tal disciplina moral, sino también a concepir de un La «morfología social>, tiene, pues, su palabra que decir para explicar esta evo-
modo nuevo las relaciones de la conciencia y de la misma razón con la naturaleza, lución. Para las representaciones colectivas, una vez constituidas, queda el combi-
Una explicación del dualismo que es el carácter propio del ser humano, tomaba narse, el atraerse o repelerse según las leyes psicológicas que les son propias.
[arma en su pensamiento. Durkheim dejó entrever las condiciones generales a la.. Durkheim se ha preocupado mucho de recordar que las creencias relibriosas de los
que tendía, y así ha nacido lo que hoy se llama frecuentemente «sociologismo», es- hombres y, con mucha más razón, sus mismas ideas científicas, están bien lejos de
fuerzo filosófico para coronar los estudios especiales, objetivos y comparativos, a consistir en puros y simples reflejos de formas sociales. Tan es así, que se aparta
c. PRÓLOGO LXXI
LXX nOUGLÉ

cuanto le es posible de pretender imponerle a la sociología las explicaciones de próxima -no obstante todo lo que por otros conceptos los separa- de la que profe-
tipo y de tendencia materialista". saba EMILIO BOUTROUX, que fuera maestro de Durkheim en la Escuela Normal. Las
El ya antiguo artículo que reproducimos aquí, Representaciones individuaws y re- dos enseñanzas convergían para hacer comprender a Durkheim aquello que él mis-
presentaciones colectivas, pone muy en evidencia esta tendencia antimaterialista, lo cual mo llama la «contingencia de las formas superiores de lo real» y colocarlo en posi-
habría debido ahorrar a ciertos críticos errores harto groseros. No conocemos una ción de reclamar para la vida colectiva esa autonomía relativa que es necesaria y
refutación más vigorosa del atomismo en psicología que la que Durkheim efectúa: suficiente para salvaguardar los derechos del espíritu.
demuestra, en efecto, de manera terminante, lo vano de toda tentativa para atri-
buir idea a la célula. Si en el orden de la filosofía teórica, Durkheim se rehusa a suprimir la origi-
Por otra parte, la existencia misma de la memoria es suficiente, a ese respecto, nalidad de la vida espiritual, con mucha mayor razón se halla dispuesto a sostener-
para establecer, en opinión de Durkheim, que la vida representativa no es inheren- la en el orden de la filosofía práctica.
te a la materia nerviosa, desde que tiene sus peculiares maneras de ser, en virtud de Es esta convicción la causa profunda de la oposición que ha manifestado siem-
las que subsiste, es decir, por sus propios medios. Sufre, así, la influencia y revela la pre en materia moral contra las tendencias puramente utililatias, como asimismo
existencia, no de tal o cual elemento cerebral en particular, sino del cOIuunto de es el motivo de las limitaciones que ha introducido a la tesis organicista.
elementos cerebrales, de las reacciones que unos ejercen sobre otros, o sea, de su Cuando se le oye repetir a Durkh~im: «la moral comienza donde comienza la
vida en común. De ahí, entonces, que en todas partes donde haya vida en común, incorporación a un grupo>" cuando se le ve subordinar los deberes personales a los
los efectos excedan y desborden las propiedades de los elementos particulares: la deberes sociales y demostrar, finalmente, que la consigna primordial para el hom-
síntesis es creadora. He aquí la razón de por qué, lo mismo que el conocimiento de bre es hoy la de cumplir correctamente su tarea profesional, numerosos espíritus
10 que pasa en las células cerebrales no nos dará la clave de las representaciones concluyen pensando que su doctrina tiende a reducir Jos individuos a la mera fun-
individuales, tampoco el c·onocimiento de aquello que pasa en las conciencias indi- ción de órganos, y que las reglas morales perseguirían, por sobre todas las cosas,
viduales nos dará la clave de las representaciones colectivas: aquí, como allá, es ne- según su opinión, el propósito de mantener la cohesión, la supervivencia, la vida,
cesario contar con que el todo ajusla las partes. en una palabra, de esos grandes organismos que son los seres sociales.
A nuestro juicio, tocamos con esto un punto central de la filosofía de Durkheim. El pensamiento de Durkheim es singularmente más complejo y más elevado.
Del mismo modo que para un TARDE la idea maestra, la idea modelo, es aquella del Se lo comprendió claramente cuando comunicó al Congreso de Eolouia sus pene-
contagio biológico -creencias}' deseos que pasan de alma en alma, como los mi- trantes obseIvaciones acerca del origen y la función de los 1tticios de valm: La autori-
crobios pasan de organismo en organismo-, así también para un Durkhcim la idea dad de que están revestidos, su tendencia a imponerse, su mismo esfuerzo hacía la
maestra, la idea modelo, es aquella de la síntesis química, que produce fenómenos universalidad, son todas circunstancias que evidencian que, a su criterio, tales jui-
de una naturaleza tal que las propiedades de los elemcn.tos aislados no ptieden ha- cios expresan algo más que las meras propiedades reales-de los objetos o que las
cer prever. preferencias personales de los sujetos. Los imperativos que de tal modo prestan je-
Al discutir los reproches de materialismo que se le habían dirigido de manera l'arquía a las cosas como a las personas, tanto en el orden estético como en el or-
tan ligera, Durkheim hace observar cómo había retenido la lección de RENOUVU:R, den económico, en el orden religi~so como en el propiamente moral, todos ellos
según la cual el todo es más que las partes. Habría podido agregar, sin duda, que el son expresiones de la voluntad colectiva.
propio Augusto eomte, cuyos pasos y programa sigue una vez más, no ha intentado ¿Quiere decir, entonces, que esas manifestaciones de la voluntad colectiva no
nunca, por su parte explicar lo superior por lo inferior. tienen otro objeto que asegurar la cohesión del grupo para así conservar mejor su
A despecho de interpretaciones más arraigadas todavía, el positivismo no tie- vida? La vida que dicha voluntad colectiva conserva no es una vida cualquiera, sino
ne nada de monismo. A cada estado del ser aparecen formas nuevas que, por su que es una vida espiritual que permite a los miembros de la sociedad hacer predo-
originalidad, merecen ser estudiadas por métodos especiales. Del mismo modo que minar en ellos, como lo ha sostenido el propio Augusto Comte, la humanidad so-
la química no proporcionará la clave de la biología, la biología no dará tampoco la bre la animalidad.
clave de la sociología. Sobre este punto, la filosofía de Augusto eomte se halla muy He aquí cómo lo afirma Durkheirn, con insuperable claridad: "La sociedad no
es un sistema de órganos y de funciones ... Ella es el hogar de una vida moral». Más
LXXII C.DOUGLÉ

aún, observa que la sociedad como tal disminuye cuando no se ve en ella más que CAPÍTULO PRIMERO
un cuerpo organizado con vistas a ciertas funciones vitales. «Su verdadera función REPRESENTACIONES INDIVIDUALES Y REPRESENTACIONES
-añade- es la de crear el idea},>. De tal modo, pues, la sociedad constituye el medio
SOCIALES
original en el cual la naturaleza no aparece sino para superarse en cierto modo a sí
misma.
Desde este punto de vista, la sociedad no debe considerarse como una mera
fuerza de presión, sino que es ante todo para el individuo un medio de elevación.
En las disciplinas que le imponen las exigencias de la vida en común, el alma del
hombre halla también su vent.ya, ya que podría decirse -retornando y trasladando
la imagen de Kant- que sin ese clima, sin ese medio, sin esa atmósfera, no hubiera
logrado jamás desplegar sus alas. no habría sido capaz de volar. Su propia depen-
1
dencia es, pues, liberadora. SOCIOLOGíA Y PSICOLOGÍA
En los primeros capítulos de su obra División del trabajo social, Durkheim se re-
husaba no hace mucho a aceptar que el vator de una regla moral, como la regla del Si bien la analogía no es un método de demostración propiamente di-
deber profesional, tenga por fin dominante el de promover la civilización. Pero es cho, es, sin embargo, un procedimiento auxiliar ilustrativo y de verificación
evidente, por los ~jemplos que elíge, que entendía todavía por civilización la multi- que puede brindar provechosa utilidad. En tal sentido, resulta desde todo
plicación de los bienes materiales y que se rehusaba, podo tanto, a medir la mora- punto interesante investigar si una ley, establecida para un determinado
lidad por estas ventajas utilitarias, aun cuando fuesen colectivas. orden de hechos, se verifica también, mutatis mutandis, para otros órdenes.
Las cosas cambian si se entiende por civilización el conjllnto de bienes espiri- Esta verificación puede servir asimismo para confirmar la ley y. al propio
tuales, es decir, de los instrumentos de perfeccionamienlo personal al propio tiem- tiempo, para hacer comprender mejor sus alcances.
po que de comunión social. Durkheim aceptaría, entonces, que la sociedad tiene La afirmación anterior equivale a decir, en otras palabras, que la ana-
por función sostener la civilización y que su papel esencial es hacer posible el adve- logía es una forma legítima de comparación, y que la comparación es el
nimiento de la humanidad, al preparar las condiciones necesarias para el desarro- único medio práctico de que disponemos para hacer inteligibles las cosas.
llo de la vida espiritual. El error de los sociólogos biologistas no consiste en haber usado la ana-
Estas breves notas son suficientes para que se aprecie a qué distancia se en- logía, sino en haberla empleado mal. Ellos han querido, en efecto, no sola-
cuentra la filosofía de Durkheim de la de los filósofos materialistas y organicistas, mente controlar las leyes de la sociología por las de las biología. sino indu-
no obstante las tentativas hechas para aproximarla. cir las primeras de las segundas. 1?ero dichas inducciones resultan carentes
Entendido de este modo, el sociologislUo durkeimiano es más bien un esfuer- de valor, porq~le si bien las leyes de la vida vuelven a encontrarse en la so-
zo para fundar yjustifical; de un modo nuevo, las tendencias espiritualistas. ciedad, tal ocurre bajo formas nuevas y con caracteres específicos que la
analogía no permite conjeturar, y rrtenos aún alcanzar, sino por la observa-
C. Bouglé ción directa.
Pero si se ha comenzado por determinar, con la ayuda de procedimien-
tos sociológicos, ciertas condiciones de la organización social, debe admi-
tirse entonces como perfectamente legítimo examinar consecuentemente
si presentan o no similitudes particulares con las condiciones de la organi-
zación animal, que el biologista ha fuado ya por su parte.
Dentro de este orden de ideas, se puede prever más aún, es decir, que
todas las organizaciones tengan entre sí caracteres comunes. cuyo descu-
brimiento sería de una evidente utilidad.
2 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGíA Y FILOSOFíA 3

De estas relaciones ha de resultar, sin duda, más natural investigar las bora la esencia del hecho psíquico, constituye una novedad nada despre-
analogías que pueden existir entre las leyes sociológicas y las leyes psicoló- ciable, puesta de relieve por manifestaciones bien perceptibles.
gicas, porque las materias que respectivamente tratan se hallan más inme- Cuanto más se desarrolla en nosotros esa facultad de conocer, tanto
diatamente próximas una de otra. La vida_ colectiva. como la vida mental más pierden los movimientos del sujeto ese automatismo que es la caracte-
del individuo, está hecha, en efecto, de representaciones, yes presumible rística de la vida ñsica. Un agente dotado de conciencia no se conduce, en
por ello que representaciones individuales y representaciones sociales sean, efecto, como un ser cuya actividad queda reducida a un sistema de reflejos:
en cierto modo, comparables.
vacila, tantea, reflexiona, y es precisamente por esta particularidad que se
Vamos a ensayar la demostración de que tanto unas como otras man- le reconoce.
tienen la misma relación con su respectivo substrato. Pero esta aproxima- Por otra parte, la excitación exterior, en lugar de transformarse inme-
ción, lejos de justificar la concepción que reduce la sociología a no ser sino diatamente en movimiento, es detenida y sometida a una elaboración sui
un corolario de la psicología individual, pondrá de relieve por el contrario
generi.s, transcurriendo un tiempo más o menos largo antes de que aparez-
la independencia relativa de esos dos mundos y de esas dos ciencias.
ca la reacción motriz. Esta indeterminación relativa no existe allí donde no
existe conciencia: y, además, aumenta cuando crece la conciencia. Es decir,
pues, que la conciencia no tiene de ningún modo la inercia que se ha in-
tentado atribuirle.
II ¿Cómo podría ser, por lo demás, de otra manera? Todo lo que es, exis-
LA TEORíA EPIFENOMENISTA te de una manera determinada y tiene propiedades características. Pero toda
propiedad se traduce por manifestaciones que no se producirían si aquélla
La concepción psicológica de HUXLEY y de MAUDSLEY, que reduce la no luego, es por esas manifestaciones que tal propiedad se defi-
conciencia á no ser sino un epifenómeno de la vida física, apenas si cuenta ne.
ya con defensores. La rechazan formalmente aun lo'S representantes más Por lo tanto, dése el nombre que se quiera a la conciencia, el hecho es
autorizados de la escuela psicofisiológica, y se esfuerzan por mostrar que que posee caracteres sin los cuales no sería representable en el espíritu y,
no está incluida en modo alguno en sus principios. en consecuencia, desde el momento que la conciencia existe, las cosas no
La noción cardinal de ese sistema es, en puramente verbal. podrían pasar como sino existiese.
Existen, en verdad, fenómenos de una influencia muy reducida, es de- La misma objeción puede también presentarse b~o la forma siguien-
cir, que no afectan sino débilmente los otros fenómenos circundantes. Pero te: Es un lugar común de la ciencia y de la filosofía que toda cosa se halla
la idea de_un f~nómeno concurrente sin ningún que no produzca sujeta al deveni1~' pero cambiar es producir efectos. El móvil más pasivo no
absolutamellte nada, carece de todo sentido positivo. deja de participar activamente en el movimiento que recibe, aunque no sea
Las mismas metáforas que los teóricos de dichas escuelas emplean tan más que por la resistencia que opone; su velocidad y su dirección depen-
frecuentemente para exponer sus pensamientos) se vuelven contra ellos. den en parte de su peso, de su constitución molecular, etc. Si todo cambio
Dicen, así: que la conciencia es un simple reflejo de procesos cerebrales supone pues, en lo que cambia, una cierta eficacia causal, y si, en conse-
subyacentes, un mero destello que no forma parte intrínseca de esos pro- cuencia, la conciencia, una vez producida, es incapaz de producir nada,
cesos. Pero un destello no es la nada. Por el contrario, es una realidad que quiere decir que a partir del momento que existe queda fuera del devenir,
atestigua su presencia mediante efectos especiales. esto es, de toda transformación futura; o lo que es lo mismo, permanecería
Los .objetos no son los mismos ni tienen la misma acción, según se en- como es, tal cual·es, deteniendo toda la serie de transformaciones de la cual
cuentren en la ~uz o en la sombra; sus propios caracteres pueden encon- la conciencia forma parte. Más aún, no habría más nada, sería en cierto
trarse alterados por la luz que ellos reciben. Del mismo modo, el hecho de sentido el término extremo de la realidad, finis ultimus nalurae.
conocer, aunque sea imperfect.amente, el proceso orgánico en el que se ela- No hay necesidad de hacer resaltar que una tal noción no puede ni
siquiera concebirse: contradice los principios de toda ciencia. La manera
4 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y rn.osorÍA 5

cómo se extinguen las representaciones resulta igualmente ininteligible localizado por sí misma en la materia. Aquello que sí es lo mismo en las dos
desde este punto de vista, ya que un compuesto que se disuelve es siempre, experiencias es el estado nervioso, condición tanto de la segunda repre-
en cierto modo, factor de su propia disolución. sentación como de la primera.
Sería superfluo discutir más largamente un sistema que, considerado Es~ tesis no es solamente la que sostiene la escuela psicofisiológica,

al pie de la letra, es contradictorio en sus términos. Desde que la observa- sino que está admitida explícitamente por numerosos psicólogos que creen
ción descubre la existencia de un orden de fenómenos llamados «repre- en la realidad de la conciencia y que llegan aun a ver en la vida consciente
sentaciones», que se distinguen de los otros fenómenos de la naturaleza en una forma eminente de la realidad. «Cuando nosotros -dice al respecto
virtud de caracteres particulares, resulta contrario a todo método el tratar- LEÓN DUMONT- no pensamos más acerca de una idea, esta idea no existe
los como si no existieran. sino al estado potencial; en este estado, una sola de sus condiciones se man-
Sin duda, tales fenómenos tienen causas que los producen; pero, a su tiene permanente y sirve para explicar cómo, con la concurrencia de otras
vez, ellos son causas de otros fenómenos. Así, la vida no es sino una combi- condiciones, la misma idea puede renovarse>}, Un recuerdo resulta así «de
nación de partículas minerales; pero nadie pretende por eso considerar la la combinación de dos elementos: a) una manera de ser del organismo; b)
vida como un epifenómcno de la materia bruta. una fuerza complementaria proveniente de afuera}) l. RAEIER escribe casi
Mas es evidente que una vez que el principio ha sido establecido, es , en los mismos términos: «La condición del recuerdo es una excitación nueva
necesario aceptar todas sus consecuencias lógicas. Al respecto, hay una, y que, añadiéndose a las condiciones que constituyen el hábito, tiene por efec-
fundamental, que parece haber escapado a numerosos psicólogos y que to restablecer un estado de los centros nerviosos (impresión) semejantes,
nosotros vamos a procurar poner en claro. - aunque ordinariamente más débil que aquella que ha provocado el estado
Ha venido a ser casi clásico el reducir la memoria a no ser otra cosa de conciencia primitivo» 2. WILLIAM JAMES es todavía más formal: «El fenó-
que un hecho orgánico. Se sostiene que la representación no se conserva meno del recuerdo -dice- no es en forma alguna un hecho de orden men-
por sí misma, es decir, que cuando una sensación, una imagen, una idea, tal (it is not fact oJ the mental order al all). Es un fenómeno psíquico puro, un
ha cesado de estar presente en nosotros, cesa instantáneamente de existir, estado morfológico que consiste en la presencia de ciertas vías de conduc-
sin dejar de ella ningún rastro. En tal caso, tan sólo la impresión orgánica ción dentro de la intimidad de los t.::jidos cerebrales» 3.
que ha precedido a dicha representación no desaparecería por completo, La representación, en consecuencia, responde a la re excitación de la
esto es, subsistiría una cierta modificación del elemento nervioso, que lo región afectada del mismo modo como ha respondido a la primera excita-
dejaría predispuesto para vibrar nuevamente, tal como ha vibrado una pri- ción; pero en el intervalo, la representación ha dejado completamente de
mera vez. Que una causa cualquiera llegue entonces a excitarlo y la misma existir. Nadie insiste más vivamente que James sobre la dualidad de los dos
vibración se reproducirá, reapareciendo también por reacción en la con- estados sobre su heterogeneidad. Nada hay de común entre ambos estados,
ciencia el estado psíquico que ya se había producido, en las misnias condi- salvo los rastros d.::jados en el cerebro por la experiencia anterior, para ha-
ciones, cuando la primera experiencia. cer más fácil y rápida la siguiente ,1. Las consecuencias, por otra parte, sur-
He ahí, pues, de dónde provendría y en qué consistiría el recuerdo. gen lógicamente del principio mismo que 10 explica.
Sería, de tal modo, una verdadera ilusión, cuya renovación nos parecería Pero, ¿cómo no advertir que se retorna de este modo a la teoría de
una revivificación anterior. Maudsley, teoría que ya se había rechazado no sin desdén? 5.
En realidad, si la teoría es exacta, el hecho debe constituir un fenóme-
no completamente nuevo. No es, en efecto, la misma sensación que se des-
pierta después de haber permanecido como aletargada durante un tiem-
I LEÓN DUMONT: De l'/wbitude, en Revue PhiÚJsophique, 1, pp. 350-1.
po, sino que es, por el contrario, una sensación enteramente original, puesto 2 RABIER: Le~ons de phiÚJsophie, l. p. 164.
que no queda nada de aquella que había tenido lugar primitivamente. Y 3 WU.l.IAM JAMES: Principies ofPsychology, l. p. 655.

nosotros creeríamos realmente que no la habíamos experimentado jamás 4 Ihid., p. 656.


si, en virtud de un mecanismo bien conocido, la sensación no se hubiera 5 [bid., pp. 188-145.
6 EMruo DURKHEIM SOCIOLOGíA Y FILOSOFÍA 7

Si la vida psíquica, a cada instante, consiste exclusivamente en los esta- orgánicas. Luego, si una representación determinada no puede ser evoca-
dos actuales que se ofrecen a la conciencia lúcida, ello equivale tanto como da sino por intermedio del estado psíquico antecedente, como este último
decir que queda reducida a nada. En efecto, se sabe que el campo de ob- no puede ser restaurado más que por una causa física, las ideas se han de
servación de la conciencia, como dice WUNDT, tiene muy poca extensión: ligar en tanto se liguen entre sí y en forma material los punto~ <;orrespon-
se pueden contar sus elementos. Si dichos elementos están constituido dientes de la masa cerebral. Esto es, por otra parte, lo que declaran expre-
consiguientemente tan sólo por los factores psíquicos de nuestra conduc- samente los partidarios de esta teoría. Procediendo a su análisis de este
ta, necesario es admitir que ésta queda por entero colocada bajo la exclusi- modo, es decir, deduciendo este corolario de su propio principio, estamos
va dependencia de causas psíquicas. seguros de no hacer violencia a su pensamiento, puesto que no llegamos a
De este modo, aquello que nos gobierna no son las pocas ideas que afirmar nada que ellos no profesen explícitamente, como la ló!,rica obliga.
ocupan en el instante presente nuestra atención, sino, por el contrario, son La ley psicológica de asociación, como dice James, «no es sino la reac~
los residuos dejados por nuestra vida anterior. Son éstos las costumbres ad- ción en el espíritu del hecho, completamente psíquico, que consiste en que
quiridas, los diversos prejuicios, las distintas tendencias que nos mueven, las corrientes nerviosas se propaguen más cómodamente a través de las vías
todos ellos actuando sin que nosotros mismos nos demos cuenta, es decir, de comunicación que ya han sido recorridas» 6. y, por su parte, Rabier ma-
en una palabra, todo cuanto constituye nuestro carácter moral. Si' todo esto , nifiesta al respecto: «Cuando se promueve una asociación, el estado suges-
no es mental, si el pasado no sobrevive en nosotros sino bajo forma mate- tivo (a) nace en una impresión ne-rviosa (A); el estado sugerido (b) se al-
rial, concluyamos que es ciertamente el cuerpo el que gobierna al espíritu. canza, por su parte, en virtud de otra impresión nerviosa (B). Esto admiti-
Porque, en verdad, aquello que la conciencia puede alcanzar de ese do, para explicar cómo estas dos impresiones y, por consiguiente, estos dos
pasado en un determinado instante es nada comparado con cuanto resta estados de conciencia se suceden, no hay sino un solo paso que dar, bien
sin captar, y, por 10 demás, las impresiones completamente nuevas son una fácil en verdad, que es el de admitir que la conmoción nerviosa se ha propaga-
ínfima excepción. Por otra parte, la sensación pura, en la medida en que do de A a E porque habiendo el movimiento dejado ya trazado una prime-
J

ella exista. eS de todos los fenómenos intelectuales, aquel en que la pala-


j
ra vez su trayecto, le resulta más fácil en lo sucesivo repetirlo por el mismo
bra epifenómeno podría ser aplicada más impropiamente, pues es eviden- camino» 7.
te que depende por entero de la disposición de los órganos, a menos que Ahora bien, si la ligadura mental no es más que un eco de la ligadura
no intervenga y la modifique otro fenómeno mental; pero en este caso no física, y no hace otra cosa sino repetirla, ¿cuál debe ser la conclusión a que
sería sensación pura. se llega con este concepto?
Pero vayamos más lejos y veamos qué es lo que pasa en la conciencia ¿Por qué, entonces, el movimiento nervioso no habría de determinar
actual. ¿Podría afirmarse a~ menos, que los pocos estados particulares en inmediatamente el movimiento muscular, sin que este fantasma de la con-
que se ofrece tienen una naturaleza específica, hallándose sometidos a le- ciencia venga a intercalarse entre ellos?
yes especiales, y que si su influencia es débil a causa de su inferioridad nu- ¿Se repetirán las expresiones que nosotros mismos empleamos a todas
mérica, no dejan por ello de ser originales? horas y se dirá, también, que eSte eco tiene su realidad, que una vibración
Según esta concepción, aquello que vendría a superponerse a la acción molecular acompañada de conciencia no es idéntica a la misma vibración
de las fuerzas vitales sería, sin duda, poca cosa. Pero, no obstante, sería algo. sin conciencia y que, por consiguiente, alguna cosa de nuevo ha surgido?
Ahora bien, ¿cómo sería ello posible? Pero Jos defensores de la concepción epifenomenista no conocen otro
La vida propia de estos estados no puede consistir sino en la manera lenguaje. Saben también perfectamente que la cerebradón inconsclente
sui generis en que se agrupan. Para ello sería indispensable que pudieran difiere de lo que ellos llaman una cerebración consciente. Se trata aquí de
llamarse y asociarse según las afinidades que derivan de sus caracteres in-
trínsecos, y no según las propiedades y disposiciones del sistema nervioso.
Ahora bien, si la memoria no es sino una cosa orgánica, esas asociacio- 6 op. cit., 1, p. 563.
7 op. cit., 1, p. 195.
nes no pueden ser más que un simple reflejo de conexiones igualmente
8 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 9

saber solamente si esta diferencia se debe a la naturaleza de la cerebración, Cuando se dice, acerca de imágenes percibidas desde un determinado
a la intensidad mayor de la excitación nerviosa, por ejemplo, o bien si es punto de mira, que ellas se atraen, se rechazan, se suceden, etc., se sabe
debida principalmente a la presencia de la conciencia. Mas para que esta bien que esas expresiones son metafóricas, o sea, que no son verdades al
presencia no constituya una simple agregación, una especie de lujo incom- pie de la letra sino para los cuerpos que producen dichos movimientos. En
prensible, sería preciso que la conciencia así añadida tuviera una manera realidad, se atribuye tan poco valor a estas manifestaciones, que no se ex-
de manifestarse que no perteneciera sino a ella misma, que fuera suscepti- perimenta la necesidad de preguntar qué cambia en ellas ni cómo pere-
ble de producir efectos propios, efectos que sin ella no pudieran tener lu- cen. Se encuentra, en cambio, completamente natural que una idea que
gar. en un momento dado ocupaba nuestra conciencia pueda convertirse en
Pero si, como se supone, las leyes a las cuales está sometida la concien- nada un instante después, y es evidente, por lo mismo que puede anularse
cia no son sino una transposición de aquellas que rigen la materia nervio- tan fácilmente, que no pudo tener nunca sino una existencia aparente.
sa, entonces tales leyes tienen una doble aplicación. Ahora bien. si la memoria es exclusivamente una propiedad de los teji-
No se puede tampoco suponer que esa combinación, no haciendo otra dos, entonces la vida mental es nada, precisamente porque ella es nada fuera
cosa que repetir ciertos procesos cerebrales, dé no obstante nacimiento a de la memoria.
un estado nuevo, dotado de una relativa autonomía, cuando no debía, ser No se trata de afirmar que nuestra actividad intelectual consista tan
más que un puro sucedáneo de un cierto fenómeno orgánico. Ahora bien, sólo en reproducir sin cambios los estados de conciencia anteriormente ex-
de acuerdo con la hipótesis, un determinado estado no puede durar más perimentados. Pero. en verdad, para que tales estados de conciencia pue-
que lo esencial, es decir, mientras esté retenido por completo dentro de dan ser sometidos a una elaboración verdaderamente intelectual, diferen-
una cierta polarización de las células cerebrales. Pero. ¿qué es un estado te por lo tanto de aquella que implican únicamente las leyes de la materia
de conciencia sin duración? viva, se requiere que tengan una existencia relativamente independiente
De un modo general, podría afirmarse que la representación no existe de su substrato natural. De lo contrario, se agruparían como si naciesen y
sino mientras el elemento nervioso que la sustenta se encuentra en condi- renaciesen luego de afinidades puramente físicas.
ciones de intensidad y de cualidad determinadas, es decir, que si esas con- Algunas·veces.) es verdad, se cree eludir este nihilismo intelectual ima-
diciones desaparecieran, se modificaran o no tuvieran el mismo grado. la ginando una substancia o una cierta forma superior de determinaciones
representación no sería ya la misma; o, en otras palabras, no puede tener fenoménicas, y se habla así vagamente de un pensamiento ~iferente de to-
otra realidad que aquella que le proporciona su substrato. Es, como dice dos los materiales que el cerebro provee, pensamiento que se elaboraría
Maudsley, una sombra transportada, de la cual no resta nada cuando el ob- por procedimientos sui generis. llero, ¿qué significa un pensamiento que no
jeto cuyos contornos reproduce vagamente no existe más. De donde debe- es ni un sistema ni una sucesión de pensamientos particulares, sino tan sólo
ría concluirse que la representación no tiene una vida que sea verdadera- una abstracción realizada?
mente física, ni tampoco, por consiguiente, materia propia de la psicolo- La ciencia no tiene nada que conocer de substancias o de formas pu-
gía. ras, que existan o no. Para el psicólogo, la vida representativa no es sino un
En estas condiciones, desde luego, si se quieren comprender los fenó- conjunto de representaciones. Si, por 10 tanto, las representaciones de todo
menos mentales, es decir, la manera cómo se producen, se reproducen y se orden mueren tan pronto como nacen, ¿de qué puede estar hecho el espí-
modifican, no son los fenómenos mentales mismos los que habría que con- ritu?
"'siderar y analizar, sino 10,s fenómenos anatómicos, de los que aquéllos no Es necesario. pues, elegir: o bien el epifenomenismo es la verdad o bien
constituirían sino una imagen más o menos fieL No se puede decir tampo- hay una memoria verdaderamente mental. Ahora bien, hemos visto ya todo
co que los unos han de resistir a los otros ni que puedan modificarse mu- cuanto tiene de insostenible la primera solución, Por consiguiente, la se-
tuamente, porque sus relaciones no son sino una mise en Scfme por comple- gunda se impone a quien desee estar de acuerdo consigo mismo.
to aparente.
EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 11
10

III se esto idénticamente en las dos experiencias, se comprueba que tiene en


LA ASOCIACIÓN DE IDEAS POR SEMEJANZA
los dos casos el mismo elemento nervioso por soporte. Este elemento se
encuentra, pues, en relación con los dos grupos diferentes de células a las
Pero esta concepción que sostenemos-se impone también por otras ra- que corresponden las distintas partes de estas dos representaciones, ya que
dicho elemento ha contribuido tanto con unas como con otras. llor consi-
zones.
Acabamos de ver que si la memoria es exclusivamente una propiedad guiente, sirve de ligadura entre ambas.
de la substancia nerviosa, las ideas no pueden evocarse mutuamente y el He ahí cómo las ideas mismas se vinculan entre sÍ. Por ~jemplo, yo veo
orden según el cual reaparecen en el espíritu no puede reproducir sino una hoja de papel blanco. La idea que yo formo ha abarcado una cierta
aquel en que son re excitados sus antecedentes físicos, reexcitación misma imagen de la blancura. Que una causa cualquiera venga a excitar particu-
que no puede ser debida más que a causas puramente físicas. Esta proposi- larmente la célula que al vibrar prod~jo esa sensación de color, y una co-
ción está tan perfectamente incluida dentro de las premisas del sistema, rriente nerviosa habrá nacido y se irradiará por todas partes, pero siguien-
que se halla formalmente admitida por todos aquellos que lo profesan. Lue- do preferentemente los caminos que encuentra completamente prepara-
go) tiende no solamente -como lo hemos demostrado a su tiempo- a hacer dos. Es decir, que se trasladará a los otros puntos que han estado ya antes
de la vida psíquica una apariencia sin realidad, sino que está contradicha en comunicación con el primero. Pero aquellos que satisfacen esta condi-
ción son también los qtle han producido representaciones semejantes, en
por los hechos.
Hay casos -y son los más importantes- en los ~uales la manera según cierto modo, a la primera. Es de esta manera cómo la blancura del papel
me hará pensar en la blancura de la nieve. Dos ideas que se asem~jan se
cual las ídeas se evocan no parece poder explicarse de este modo: Sin duda,
se puede imaginar perfectamente que dos ideas no puedan producirse si- encontrarán así asociadas, aunque la asociación sea el producto; no de la
multáneam~nte en la conciencia, o seguirse inmediataínente, sin que los
reunión propiamente dicha, sino de una contigüidad puramente material.
Pero esta demostración reposa sobre la base de una serie de postula-
puntos del encéfalo que les sirven de substrato hayan sido puestos en co-
municación materiaL Por consiguiente, no hayal respecto nada de imposi- dos arbitrarios. Por lo pronto, no es correcto observar de este modo las re-
presentaciones, es' decir, constituidas por elementos definidos, especies de
ble a priori para que toda nueva excitación de un punto, siguiendo la línea
de menor resistencia, se extienda a otro y determine de tal modo la reap~­ átomos que podrían entrar, aunque permaneciendo idénticos a ellos mis-
mos, en la contextura de las más diversas representaciones.
rición de su consecuencia psíquica.
Ahora bien, no hay conexiones orgánicas que puedan explicar cómo Nuestros estados mentales no están ciertamente constituido por pie-
dos ideas semejantes puedan llamarse una a otra por el solo hecho de su zas y por trozos que podrían componerse entre sí según las circunstancias.
semejanza. Nada de cuanto sabemos acerca del mecanismo cerebral nos La blancura de este papel y la blancura de la nieve no son una misma y
permite concebir cómo una vibración que se produce en A podría tener única cosa, sino que corresponden a representaciones diferentes. ¿Se po-
una tendencia a propagarse a B por la sola circunstancia que entre las re- drá decir que ellas se confunden en el hecho de que la blancura en gene-
presentaciones a y b existe alguna similitud. Es ésta la razpn por la cual una ral se encuentra en los dos? Podría entonces admitirse que la idea de blan-
psicología. que vea en la memoria un hecho puramente biológico, no pue- cura en general constituye una especie de entidad distintiva que, agrupán-
de explicar las asociaciones por semejanza, sino retrotrayéndolas a las aso- dose con entidades diferentes, daría nacimiento a tales sensaciones deter-
mínadas de blancura.
ciaciones' por contigüidad, es decir, negándoles toda realidad.
Esta reducción ha sido intentada ya 8. Se sostiene qüe si dos esta4.os se Luego, no es un solo hecho el que puede justificar una tal hipótesis.
parecen. es porque ellos poseen al menos una parte en común. Repitiéndo- Todo prueba, por el contrario -y es curioso que sea precisamente James
quien haya contribuido más que nadie a demostrar esta proposición-, que
la vida psíquica es una sucesión continua de representaciones, sin que pue-
da decirse jamás dónde comienza una y termina otra. Ellas se penetran
s VerJAMF.s.OP. cit., L p. 690. mutuamente. Sin duda, el espíritu alcanza poco a distinguir sus partes. Pero
12 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFíA 13

estas distinciones son nuestra obra; somos nosotros los que las introduci- general se asentaría aquí, los atributos distintivos de tal tonalidad residi-
mos en el continuum psíquico bien distantes por cierto de encontrarlas. Es
J rían allá, en otra parte los caracteres especiales que adquiere tal tonalidad
la abstracción la que nos permite analizar de tal modo aquello que_se nos en el caso presente y particular que yo tengo bo:jo mi vista, etcétera. ¿Cómo
presenta en un estado de complejidad indivisa. no v~r,. fuera de toda otra consideración, que si la vida mental está fraccio-
Con arreglo a la hipótesis que estamos discutiendo, es el cerebro por J nada de este modo, si se halla constituida por una tal pulverización de ele-
el contrario, el que debería efectuar por sí mismo todos estos análisis, ya mentos orgánicos, la' unidad y la continuidad que ella representa resulta
que estas divisiones tendrían una base exclusivamente anatómica. Se sabe, to tal men te incomprensible?
por otra parte, con qué esfuerzo alcanzamos a dar a los productos de la Podría preguntarse asimismo cómo, si la semejanza de dos representa-
abstracción una especie de ~jeza y de individualidad, siempre muy preca- ciones es debida a la presencia de un solo y mismo elemento en la una y en
ria, gracias al artificio de la palabra. ¡Tan lejos está. esta división de hallarse la otra, este elemento únÍco podría aparecer doble.
conforme a la naturaleza original de las cosas! En efecto, si nosotros tenemos una imagen ABel) y otra AEFG) evoca-
Pero la concepción fisiológica, que se encuentra en la base de la teo- da por la primera; si, en consecuencia, el proceso total puede estar repre-
ría, es todavía más insostenible. Concedamos que las ideas sean sentado por el esquema (BCD) A (EJ?G), ¿cómo podríamos nosotros descu-
descomponibles de este modo. Habrá que admitir entonces que a cada una brir dos A? Se contestará que esta distinción se hace gracias a los elemen-
de las partes de que se componen corresponde un elemento nerviosó de- tos diferenciales que están dados al mismo tiempo, en estos términos: como
terminado. Habría, por lo tanto, una parte de la ma~a cerebral que sería el A está a la vez empeñado en el sistema BCD yen el sistema EFG, y como los
asiento de las sensaciones de color rojo; otra, de las sensaciones de color dos sistemas son distintos el uno del otros la lógica -se dice- nos obliga a
verde, etcétera. Lo cual no es ciertamente- poco decir. Sería necesario un admitir que A es doble.
substrato especial para cada tonalidad de verde, de rojo) porque Ahora bien, si se puede explicar satisfactoriamente de este modo por
según la hipótesis, dos colores de la misma tonalidad no pueden evocarse qué debemos postula-r esta dualidad, no se nos hace comprender con ello,
mutuamente sino cuando los puntos por donde ellos se asem~jan corres- en cambio, cómo nosotros en realidad la percibimos. De cuanto puede ser
ponden a un solo y mismo estado orgánico, ya que toda similitud psíquica razonable conjeturar respecto a que una misma imagen corresponda a dos
implica una coincidencia eSlpe1C13Ll. cOI~juntos de circunstancias diferentes, no se sigue que nosotros la veamos
Ahora bien, una tal cerebral tiene más visos de fantasía que desdoblada. Así, en este instante, yo me represento simultáneamente esta hoja
de ciencia. Nosotros sabemos, sin duda) que ciertas funciones intelectuales de papel, por una parte, y la nieve derretida por el sol, por otra; de mane-
está.n más fuertemente ligadas a unas regiones que a otras; pero de ello no ra, pues, que el hecho es que hay en mi espíritu dos representaciones de
resulta que tales localizaciones tengan nada de preciso ni de riguroso comol blancura y no una sola.
lo prueba el hecho de las substituciones. Ir más lejos de esto, suponer que Ocurre, en efecto, que las cosas se simplifican artificialmente desde el
cada localización reside en una célula determinada, es, de antemano, un momento en que la simililud se reduce a ser una identidad parcial. Dos
postulado gratuito, acerca del cual quedará demostrada su propia-imposi- ideas semejantes son diferentes aun para los puntos en los cuales coinci-
bilidad en la parte siguiente de este estudio. den. Los elementos que se consideran comunes a una y a otra, lo son sepa-
¿Qué dech; entonces, de la hipótesis según la cual los elementos últi- radamente en una y en otra; no los debemos confundir al compararlos. Es
mos de la representación (en el supuesto que lo hubiera sido y l;¡¡ palabra la relación sui generís que se establece entre ellos, la combinación especial
expresara, por lo tanto, una realidad) estarían ellos mismos no menos ca- que forman en virtud de esa semejanza, lo que nos proporciona la impre-
balmente localizados? sión de similitud. Pero combinación supone pluralidad.
De este modo, la representación de la hoja sobre la que escribo se ha- No se puede, por lo tanto, reducir la semejanza a la contigüidad sin
llaría literalmente disgregada y esparcida por todos los rincones del cere- desconocer la naturaleza de la semejanza y sin formular hipótesis, a la vez
bro. No sólo habría por un lado la impresión del color, por otra parte aquella fisiológicas y psicológicas, que nada justifican. De donde resulta que la me-
de la forma, por otra más la de la resistencia, sino que la idea del color en
EMILIO DURKHElM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 15
14

Ahora bien, ¿por qué esta semejanza no descubre ni llega a producir


moria no es un hecho puramente ñsÍco que sea susceptible de ser conser-
efectos que sirvieran justamente para caracterizarla y para ponerla de ma-
vado por las representaciones como tales.
nifiesto?
En efecto, si las representaciones se desvanecieran totalmente a partir
Las imágenes, como las ideas, influyen unas sobre otras, y_estas accio-
del instante mismo en que han surgido de la conciencia actual, sí no sobre-
nes y reacciones deben variar necesariamente con la naturaleza de las re-
viviesen más que bajo la forma de un rastro orgánico, las similitudes que
presentaciones; deben cambiar especialmente según que las representacio-
pudiese tener una idea actual no serían por sí mismas capaces de sacarlas
nes puestas de tal modo en relaeÍón se asem~jen, se diferencien o se opon-
de la nada, pues no puede haber relación alguna de similitud, directa o
gan.
indirecta, entre este rastro cuya supervivencia se admite y el estado psíqui-
No hay ninguna razón para que la semejanza no desarrolle una pro-
co presente.
piedad sui generis en virtud de la cual dos estados, separados por un cierto
j
Si en el momento en que yo veo esta hoja, en ese preciso instante, ya
intervalo de tiempo, no se encuentren determinados para aproximarse.
no queda nada en mi espíritu acerca de la nieve que he visto precedente-
Para reconocer la realidad, por otra parte, no es necesario de ningún
mente, la primera imagen no puede influir sobre la segunda, ni ésta sobre
modo imaginar que las representaciones sean cosas en sí; es suficiente acep-
aquélla, ni la una puede evocar a la otra por el solo hecho de su semejan-
tar que no son bagatelas, sino que son fenómenos reales, dotados de pro-
za.
piedades específicas y que se comportan de maneras diferentes unos res-
Pero el fenómeno no tiene nada de ininteligible desde el momento
pecto de otros} según tengan o no propiedades comunes. Las ciencias de la
que existe una memoria mental, es decir, desde q':le las representaciones
naturaleza ofrecen una cantidad considerable de hechos en los cuales la
pasadas persisten en calidad de representaciones y desde que el recuerdo
semejanza actúa de este modo. Así, por ejemplo, cuando se mezclan cuer-
consiste, en pocas palabras, no en una creación nueva y original, sino sim-
pos de densidad diferente, los que tienen una densidad sem~jante tienden
plemente en un nuevo resurgimiento a la lucidez de la conciencia.
a agruparse juntos y a separarse- de los otros. En los cuerpos vivos, los ele-
Si nuestra vida psíquica no se aniquila a medida que se desenvuelve,
mentos sem<:jantes tienen entre sí una afinidad tal que terminan por per-
ello quiere decir, además, que no hay solución de continuidad entre nues-
derse unos dentro· de otros, resultando finalmente indistintos.
tros estados anteriores)' nuestros estados actuales; y, por lo tanto, no hay
Sin duda, es permitido creer que estos fenómenos de atracción y de
nada de imposible en admitir entonces que unos influyen sobre otros y que
coalescencia se explican por razones mecánicas y no por una atracción mis-
también el resultado de esta acción recíproca pueda, dentro de ciertas con-
teriosa que la semejanza tendría por la semejanza. Pero ¿por qué, enton-
diciones, elevar bastante la intensidad de los primeros hasta el punto que
ces, el agrupamiento de representaciones similares en el espíritu no habría
se vuelvan de nuevo conscientes.
de explicarse de una manera análoga? ¿Por qué no habría de poseer un
Se argumenta, es verdad, que la similitud no puede explicar cómo las
mecanismo mental-aunque no exclusivamente psíquico- que rindiera cuen-
ideas se asocian, porque La similitud misma no p~ede aparecer sino cuan-
ta de tales asociaciones sin hacer intervenir virtud oculta ni entidad esco-
do las ideas están ya asociadas. Si la semejanza es ya conocida -se afirma-,
lástica alguna?
tal cosa significa que la aproximación está hecha, yen estas condiciones no
Es posible también descubrir desde ahora, al menos grosso modo, en qué
puede ser ella la causa.
sentido puede ser buscada esta explicación. Una representación no se pro-
Pero el argumento precedente confunde erróneamente la semejanza
duce sin influir sobre el cuerpo y sobre el espíritu. Desde ya que la repre-
con la percepción de la semejanza. Dos representaciones pueden ser seme-
sentación, para nacer, supone algunos movimientos. Así, para ver una casa
jantes, como las cosas que ellas expresan, sin que nosotros lo sepamos. Los
que está actualmente bajo mis qjos, necesito contraer de una cierta mane-
principales descubrimientos de la ciencia consisten precisamente en haber
ra los músculos del ojo, dar a la cabeza una determinada inclinación de
hallado las analogías ignoradas entre las ideas conocidas por todo el mun-
acuerdo con la altura o las dimensiones del edificio; por otra parte, tan pron-
do.
to la sensación se produce, determina a su vez movimientos. Además, si la
sensación ha tenido lugar ya anteriormente, es decir, si esa misma casa, en
16 EMlLlO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 17

el ejemplo que analizamos, ha sido vista una primera vez, entonces los mis- ciona no sólo sobre los órganos sino también sobre el propio espíritu, es
mos movimientos han sido ya ejecutados en dicha ocasión. Son, así, los mis- decir, sobre las representaciones presentes y pasadas que lo constituyen, si
mos músculos los que se han movido y lo han hecho de manera análoga, al se admite por lo menos que las representaciones pasadas subsisten en no-
menos en parte, esto es, en la medida en que las condiciones objetivas y sotros.
subjetivas de la experiencia se repitan idénticamente. Así, por ejemplo, el cuadro que yo veo en este momento influye de
De todo cuanto queda dicho se deduce que existe, pues~ una conexión una manera determinada sobre aquel que forman mis maneras de ver, mis
que se puede observar desde ahora entre la imagen del objeto, de la casa, aspiraciones, mis deseos. La percepción que yo poseo resulta ser, pues, so-
tal como la conserva mi memoria, y ciertos movimientos; y puesto que es- lidaria con estos diversos elementos mentales. Que ella se me presente de
tos movimientos son los mismos que acompañan la sensación actual del mis- nuevo ahora, y tendré su influencia de la misma manera y sobre los mis-
mo objeto, queda establecida por ellos una ligadura entre mi percepción mos elementos, elementos que permanecen siempre, bien que con las na-
presente y mi percepción pasada. Incitados por la primera, promueven de turales modificaciones propias del tiempo. La nueva percepción los excita-
nuevo la segunda, la despiertan, pues es un hecho conocido que imprimien- rá por lo tanto, como la primera vez y, por su correspondiente canal, esta
do a los cuerpos una actitud determinada, se provocan las ideas o emocio- excitación se comunicará con la representación anterior, ya que entre am-
nes correspondientes. bas se encuentran en relación ahora y siempre, provocando así el efecto de
Sin embargo, este primer factor no puede considerarse el más impor- revivificarla.
tante. Si bien la relación entre las ideas y los movimientos es completamen- De aquí, pues, se deduce que, a menos que se les niegue toda eficacia,
te real, no tiene, en cambio, nada de exacto. En efécto, un mismo sistema no es comprensible por qué los estados psíquicos no han de tener también
de movimientos puede servir para realizar ideas totalmente diferentes, sin la propiedad de transmitir la vida que está en ellos a los otros estados con
que ello implique que deban sufrir modificaciones en la. misma proporción los cuales se encuentran en relaciones, del mismo modo que una célula
con respecto a tales diferencias. Por otra parte, las impresiones que ponen puede transmitir sus movimientos a las otras células vecinas.
en evidencia son siempre muy generales. Así, por ejemplo, dando a las ex- Por otra parte, estos fenómenos de transferencia son Ínás fáciles de con-
tremidades una posición adecuada, puede sugerirse la idea de la oración, cebir todavía en esta materia que concierne a la vida representativa, que
bien que de una determinada oración. por su naturaleza no está formada por átomos separados los unos de los
Por otra parte, si es verdad que todo estado de conciencia se halla en- otros, sino que, por el contrario, es un todo continuo en el cual las diversas
vuelto, digamos así, por los movimientos, es necesario advertir que cuanto partes se compenetran entre sÍ.
más la representación se aleja de la sensación pura, tanto más el elemento Sometemos al lector este bosqut'jo de explicación, a título ilustrativo
motor pierde importancia y significación positiva. solamente. Nuestro propósito es sobre todo mostrar que no hay ninguna
Las funciones intelectuales superiores suponen, sobre todo, inhibicio- imposibilidad .para que la semejanza sea por sí misma una causa que pro-
nes de sus movimientos, como lo justifica el papel importantísimo que des- duzca asociaciones. Ahora bien, como se ha argüido frecuentemente sobre
empeña la atención y su misma naturaleza, que consiste esencialmente en esta pretendida imposibilidad, con el fin de reducir la similitud a la conti-
una suspensión tan completa como es posible de la actividad física. güidad y la memoria mental a la memoria física, importa ciertamente que
Pero una simple negación de la facultad de moverse no sería bastante pueda entreverse que tal dificultad no tiene nada de insoluble.
para caracterizar la infinita diversidad de los fenómenos de ideación. El es-
fuerzo que nosotros hacemos para contenernos de influir, no está más liga-
do a un concepto que al otro, puesto que el segundo nos ha demandado el
mismo esfuerzo de atención que el primero.
Ahora bien, la ligadura entre el presente y eLpasado puede también
establecerse con la ayuda de intermediarios puramente intelectuales. En
efecto, toda representación, en el momento mismo en que se produce, ac-
18 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 19

IV niencia de admitir también las ondas del pensamiento, acerca de cuya no-
LAS REPRESENTACIONES PSÍQUICAS ción, como la anterior, puede contradecir del mismo modo todos nuestros
conocimientos actuales.
De este modo, el medio de escapat-a la psicología epifenomenista es Antes que la existencia de rayos luminosos oscuros que penetran en
no sólo el de admitir que las representaciones son susceptibles de persistir cuerpos opacos haya sido demostrada, ha sido fácilmente probado que un
en calidad de representaciones, sino también que la existencia de las aso- tal concepto era inconciliable con la naturaleza misma de la luz.
ciaciones de ideas por semejanza demuestra en forma directa dicha persis- Los ejemplos podrían multiplicarse. Por lo tanto, cuando un fenóme-
tencia. no no se representa con claridad en el espíritu, no se tiene por ello, sin
llero se arguye que estas dificultades no pueden evitarse sino al precio embargo, el derecho de negarlo, en tanto dicho fenómeno se manifieste
de otra que no le va en zaga a las anteriores. En efecto, se dice que las re- mediante efectos definidos que sean por sí representables y que sirvan de
presentaciones no pueden conservarse como tales sino fuera de la concien- adecuadas exteriorizaciones. No se piensa entonces en sí mismo, sino en
cia, pues nosotros no tenemos ningún sentimiento de todas las ideas, de función de los efectos que caracterizan el fenómeno. Más aún: no hay cien-
todas las sensaciones, etcétera, que podamos haber experimentado en nues- cia que no se encuentre en cierto modo obligada a seguir este rodeo para
tra vida pasada y que fuéramos capaces de recordar en el futuro. Es decir, ·alcanzar los o~jetos de su materia, en cuyo estudio se marcha de afuera ha-
se establece comoprincipio que la representación no puede definirse más cia adentro, es decir, de las manifestaciones exteriores e inmediatamente
que por la conciencia, de donde se concluye qu~ una representación in- sensibles a los caracteres internos que 'estas manifestaciones revelan.
consciente es inaceptable, o 10 que es [o mismo, que su propia noción es Corroborando este aserto, no basta sino recordar que una corriente
en sí contradictoria. nerviosa o un rayo luminoso es al principio para el estudioso algo desco-
Pero, ¿con qué derecho se limita de tal modo la vida psíquica? nocido, en el cual se descubre tan sólo la presencia de algunos de sus efec-
Sino se trata más que de una definición de palabra, resulta sin duda tos, y esta tarea de determinar progresivamente el contenido de esa noción
legítima por el hecho de ser arbitraria, pero por ello mismo no puede inicial es justamente la labor de la ciencia.
inferirse absolutamente nada de su afirmación. Así, porque se acepte de- Por consiguiente, si nos es dado comprobar que ciertos fenómenos no
nominar psicológicos tan sólo a los estados de conciencia, no se sigue que pueden ser causados sino por representaciones, es decir) si tales fenóme-
no habría más que fenómenos orgánicos o fisicoquímicos ahí donde no apa- nos constituyen signos exteriores de la vida representativa; y si, por otra par-
rezcan manifestaciones conscientes. Es éste, en verdad, un asunto de he- te) ignoramos las causas que originan las representaciones que de tal modo
cho que solamente la observación puede decidir. se ponen en evidencia, diremos, de acuerdo con lo establecido, que pue-
¿Pretendería afirmarse que si se aparta la conciencia de la representa- den existir estados psíquicos sin conciencia, por más esfuerzo que haga la
ción, lo que resta no es representable en forma alguna en la imaginación? imaginación para figurárselos. .
Pero, con ese expediente, habría miles de hechos auténticos que podrían Ahora bien, los hechos de este género son innumerables, al menos
ser negados igualmente. En efecto, nosotros no sabemos, por ejemplo, qué mientras se entienda por conciencia la aprehensión de un estado propor-
es un l~edio material imponderable, ni podemos forjarnos acerca de esto cionado por un sujeto determinado.
idea alguna; y de aquí resulta, en consecuencia, que la hipótesis es absolu- En efecto, en cada uno de nosotros se produce una multitud de fenó-
tamenie indispensable para hacer posible la explicación de la transmisión menos que son psíquicos sin ser aprehensibles. Decimos que son psíquicos
de las ondas luminosas. porque se manifiestan exteriormente por medio de los atributos caracterís-
En tanto los hechos, correctamente probados, vengan a demostrar que ticos de la actividad mental, es decir, por las excitaciones, por los titubeos,
el pensamiento puede comunicarse a distancia, la dificultad que podemos la adecuación de los movimientos a un fin preconcebido.
tener para representarnos un fenómeno tan desconcertante no podría ser De este modo, si no somos capaces de asegurar, cuando un acto se pro-
una razón suficiente para negar la realidad, lo cual nos indicaría la conve- duce con vistas a un fin determinado, que tal acto es inteligente, cabe pre~
guntarse entonces en qué puede distinguirse la inteligencia de aquello que
20 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 21

no lo es. Así, las conocidas experiencias de PIERRE JANET han probado per- Nosotros creemos, por ejemplo, odiar a alguno, cuando en realidad le
fectamente que los actos presentan todos esos signos sin que por ello de- amamos, y la realidad de este amor se manif1esta por actos cuya significa-
ban ser necesariamente conscientes. Por ejemplo: un s~eto que acaba de ción no es puesta en duda por terceros, en el instante mismo en que noso-
desobedecer una orden, se conforma dócilmente si se tiene el cuidado de tros nos creemos b~o la influencia del sentimiento precisamente opuesto 11.
desviar su atención en el momento en que son pronunciadas las palabras Por otra parte, si todo lo que es psíquico fuera consciente y si todo lo
imperativas. Es evidentemente un conjunto de representaciones lo que·de- que es inconsciente fuera psicológico, la psicología volvería a caer en el viejo
termina su actitud, puesto que la orden no puede producir ese efecto si el método introspectivo. Porque si la realidad de los estados mentales se con-
sujeto no la ha entendido y comprendido debidamente. Por 10 tanto, el pa- funde con la conciencia que nosotros tenemos de ella, la conciencia sería
ciente no duda acerca de lo que ha pasado, ni sabe aún que ha obedecido, suficiente para conocer esa realidad por completo, desde que formarían
y, así, si en el momento en que se encuentra en vías de ejecutar la orden se un todo y no habría necesidad de recurrir a los procedimientos complica-
le hace notar, le motivará la más desconcertante de las sorpresas 9. dos e indirectos que están en boga actualmente.
Ocurre otro tanto cuando se prescribe a un hipnotizado no ver tal per- En efecto, nosotros estamos más inclinados a mirar las leyes de los fe-
sona o tal objeto que se encuentra bajo su vista, pues la defensa no puede nómenos como superiores a los fenómenos mismos y a determinadas des-
actuar sino en tanto la representación se halle en el espíritu. Sin embargo, de fuera, es decir, a considerar dichas leyes respecto de los fenómenos como
la conciencia no está de ningún modo advertida. sus maneras de ser particulares y a atribuirles un carácter inmanente. Si
Se citan igualmente casos de numeración inconsciente, cálculos bas- por consiguiellte, los hechos psíquicos no son para nosotros más que lo que
tante complejos hechos por un individuo que no tiene de ello la menor de ellos nos es conocido y del modo en que lo conocemos (que es todo
idea 10. Estas experiencias. que se han hecho variar en toda forma, han sido uno) , sus leyes quedan determinadas al mismo tiempo. Para conocerlas,
efectuadas, es cierto, sobre estados anormales; pero con todo, no hacen sino no habría más que la observación.
reproducir, de un modo amplificado, aquello que pasa normalmente en En cuanto a los factores de la vida mental que, siendo inconscientes,
nosotros. Nuestros juicios son truncados, desnaturalizados, a cada instante, no pudieran ser investigados por este camino, sería preciso estudiados re-
en virtud de los juicios inconscientes; no vernos sino aquello que nuestros curriendo no a la psicología sino a la fisiología.
prejuicios nos permiten ver, en tanto ignoramos por completo nuestros pro- No tenemos necesidad de explicar las razones en virtud de las cuales
pios prejuicios. esta psicología fácil resulta desde todo punto insostenible. Es verdad que
Por otra parte, nos encontramos siempre en un cierto estado de dis- el mundo interior está todavía en gran parte inexplorado, que se hacen des-
tracción, porque la atención desVÍa el espíritu, concentrado en un peque-
úo número de objetos, dirigiéndolo a un número mucho mayor de otros,
por lo cual toda distracción tiene por efecto mantener fuera de la f:oneÍen-
cia estados psíquicos que no dejan por ello de ser reales, toda vez que tie-
nen su influencia. . II Según JAMES, no habría prueba alguna de una verdadera inconsciencia. Cuando yo

¡Cuántas veces existe un verdadero contraste entre el estado que real- soy víctima del odio o de la indiferencia en el amor, en estados que me arldstran, no haré
sino designar impropiamente un estado dentro del cual soy plenamente consciente. Reconoz-
mente se experimenta y la manera cómo el mismo estado aparece ante la camos que no lo comprendemos. Si designo impropiamente el estado, esto significa que la
conciencia! condencia que tengo está en en'or ella misma, significa que no expresa debidamente todos
los caracteres de ese estado. Los caracteres que, de tal modo no son conscientes influyen no
obstante. Lo hacen, como es natural, de un modo inconsciente. Mí atracción por las hermo-
sas facciones constituye el amor porque determina en consecuencia mi conducta, aunque yo
no lo perciba, aun cuando mi pasión me indina en un determinado sentido, y la conciencia
que yo tengo de mi pasión, me indina en otro. Ninguno de los dos fenómenos predomina.
? PtERREJANET: L'auimnatisme psycJlOlogíque, p. 237 Yss. Sin embargo, parece bien difícil ver en una inclinación como el amor otra cosa que un fenó-
\O lbid., p. 225. meno psíquico. (Ver JAMES, op. cít., I, p.174).
22 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 23

cubrimientos todos los días, que falta no obstante mucho por hacer y que, Luego, todo lo que nos proponemos hacer ver aquí es que esta memo-
por lo tanto, no basta un poco de atención para conocerlo. ría existe, sin que por ello tengamos que decidirnos por una forma parti-
Se pretende vanamente que esas representaciones que se tienen por cular de concebirla, de entre todas las maneras posibles de hacerla.
inconscientes son solamente percibidas de un modo incompleto y confuso.
Porque esta confusión no puede reconocer más que una causa, es que no
nos percatamos de todo cuanto estas representaciones encierran; y es que
allí nos encontramos con elementos reales y actuantes que, por lo tanto, no V
son hechos , puramente físicos y que, por consiguiente, no alcanzan a ser LAS REPRESENTACIONES SOCIALES
conocidos en su naturaleza íntima.
La conciencia oscura de que se habla no es más que una conciencia Llegamos ya al término de nuestra exposición.
parcial, lo cual viene a demostrar que Jos límites de la conciencia no son Si las representaciones, desde el momento en que existen, continúan
en modo alguno aquellos que corresponden a la actividad psíquica. existiendo por sí mismas, sin que su existencia dependa perpetuamente del'
Para evitar este término «inconsciencia}} y las subsiguientes dificulta- estado de los centros nerviosos; si las representaciones son susceptibles de
des que experimenta el espíritu para concebir el objeto que esa palabra influir directamente unas sobre otras, de combinarse, en fin, según las le-
quiere significar, se preferirá posiblemente vincular los fenómenos incons- yes que les son propias, todo ello significa que tales representaciones son
cientes a los centros secundarios de condencia, dispersos en el organismo realidades. Estas representaciones se encuentran sustentadas por un
e ignorados por el centro principal, bien que subordinados normalmente substrato formado por Íntimas relaciones y son, por ello, independientes
a él; o se admitirá asimismo que puede haber una conciencia separada del en cierta medida.
yo, es decir, sin la aprehensión del estado psíquico por 'un sujeto determi- La autonomía de las representaciones, a que acabamos de referirnos,
nado. no puede ser, ciertamente, sino r~lativa, pues no hay reino en la naturaleza
Por el momento, no tenemos el propósito de discutir estas hipótesis. que no dependa de otros reinos. Nada más absurdo, pues, que pretender
por otra parte muy plausibles 12, pero que dejan intacta la proposición que erigir la vida psíquica en una especie de absoluto, concepción que no pro-
deseamos establecer. En efecto, todo cuanto sostenemos es que dichos fe- porcionaría ningún resultado y que, por otra parte, no tendría relación al-
nómenos suceden en nosotros, que son de orden psíquico y que, sin ern- guna con el resto del universo.
bargo, no son conocidos del yo como nosotros pretendemos. En cuanto a Es bien evidente que el estado del cerebro afecta todos los fenómenos
llegar a saber que tales fenómenos son percibidos por yo desconocidos o intelectuales y que es, además, factor inmediato de algunos de ellos (sensa-
que puedan quedar fuera de toda aprehensión. ~s asunto que no nos in- ciones puras). Pero, por otro lado, de lo que precede resulta que la vida
cumbe. Que se nos conceda solamente que la vida representativa se extien- representativa no es inherente a la naturaleza intrínseca de la materia ner-
de más allá de nuestra conciencia actual, y la concepción de una memoria viosa, porque subsiste en parte por sus propias fuerzas y tiene, además, ma-
psicológica se torna entonces perfectamente inteligible. neras de ser que le son particulares.
La representación no es U~l simple aspecto del estado en que se en-
cuentra el elemento nervioso en el momento en que dicha representación
tiene lugar, porque se mantien:e aun cuando este estado haya desaparecido
y porque las relaciones entre las representaciones son de una naturaleza
12 En el fondo, la noción de, una representación inconsciente y la de una condencia sin

yo que aprehenda, son cqujvalt~~tes. Porque cuando nos dicen que un hecho psíquico es in- diferente que aquella de los cJementos nerviosos subyacentes.
consciente, entendemos tan sólo que este hecho no ha sido aprehendido. Todo el problema La representación es algo nuevo, que determinados caracteres de la
rddíca en, saber cual expresión es más convenienle emplear. Desde el punto de vista de la ima- célula contribuyen ciertamente a producir, pero que no son suficientes para
ginación, tanto una como otra son igualmente inconvenientes. No nos es máo; fácil imaginar
una representación sin sujeto que se represente, que una representación inconsciente.
24 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 25

constituida, desde el momento que sobrevive a ellos, manifestando además de la moral, los innumerables preceptos del derecho; en una palabra, para
propiedades diferentes. todas aquellas manifestaciones más características de la vida sociaL Todas
Pero decir que el estado psíquico no deriva directamente de la célula son expresamente oblígatorías. Luego, por lo tanto, la obligación es la prue-
es tanto como decir que no está contenido en ella, que se forma en parte ba de que estas maneras de actuar y de pensar no son la obra del indivi-
fuera de ella, y que le es, por lo tanto, exterior en esa misma medida. Si duo, sino que emanan de un poder moral que lo sobrepasa, poder que o
existiera por la célula, habría de estar necesariamente dentro de ella, por- bien se imagina místicamente bajo la forma de un Dios o bien se encarna
que su realidad no podría venirle de otra parte. con una concepción más temporal y científica 13. La misma ley se encuen-
Así, pues, cuando nosotros hemos dicho en otro lugar que los hechos tra en los dos reinos.
sociales son, en cierto sentido, independientes de los individuos y exterio- Por otra parte, el asunto se explica de la misma manera en los dos ca-
res a las condencias individuales, no hemos hecho otra cosa que afirmar, sos. Si se puede decir, en cierto modo, que las representaciones colectivas
para el reino de lo social, aquello que afirmamos para el reino de lo psíqui- son exteriores a las conciencias individuales, es porque ellas no provienen
co. La sociedad tiene por substrato el conjunto de individuos asociados. El de los individuos tomados aisladamente} sino en su conjunto, lo que es en
sistema que ellos forman unificándose, varía según su propia disposición verdad bien distinto. En la elaboración del resultado común, cada uno apor-
sobre la superficie del terrÍtorio, la naturaleza y el número de vías de co- .ta, sin duda, su parte alícuota; pero esto no quiere decir, por ejemplo, que
municación, todo 10 cual constituye la base sobre la que se eleva la vida los sentimientos privados de los individuos adquieran categoría sodal, mien-
social. Las representaciones que son su trama se desembarazan de las rela- tras no combinen su acción con las fuerzas sui generis que la asociación de-
ciones que se establecen, bien entre los individuos de tal modo combina- sarrolla.
dos, bien entre los grupos secundarios que se interpolan entre el individuo Por efecto de estas combinaciones y de las modificaciones mutuas que
y la sociedad totaL se producen entre sus elementos, tales combinaciones se convierten en otra
Ahora bien, si no se ve nada de extraordinario respecto a que las re- cosa diferente con respecto a cada uno de sus elementos, así como una sínte-
presenta.dones individuales, producidas por las acciones y las reacciones sis química produce una concentración, unificando los elementos sinteti-
cambiadas entre los elementos nerviosos} no sean inherentes a estos ele- zados y transformándolos precisamente por ello mismo. Desde que esta sín-
mentos} ¿qué puede haber de sorprendente en que las representaciones tesis es la obra del todo en su conjunto, tiene al todo por escenario.
colectivas} producidas por las acciones y reacciones cambiadas entre las con- La resultante que se logra, por lo tanto, supera cada uno de los espíri-
dencias elementales que constituyen la sociedad, no deriven directamente tus individuales, del mismo modo exactamente como el todo supera cada
de estas últimas y. por consiguiente} las superen? una de las partes. Dicha resultante está en la conjunción, toda vez que por
La relación que vincula} dentro de esta concepción, el substrato social cOl'Úunción se logra. He ahí, pues, en qué sentido se dice que es exterior
con la vida social es, desde todo punto, análogo al que se debe admitir en- respecto a sus_ elementos particulares. Cada uno de estos elementos, como
tre el substrato psicológico y la vida psíquica de los individuos, si no se quiere
negar toda psicología propiamente dicha.
Las mismas consecuencias deben entonces producirse en una y en otra
13 Y si el carácter de obligación y de violencia es tan esencial a todos estos hechos, tan
parte. La independencia, la exterioridad relativa de los hechos sociales con típicamente sociales, ¡cuánto más verosímil es que, previo a todo examen, ese mismo carácter
relación a los individuos es, asimismo, más Ínrncdiatamente aparente que se encuentre igualmente, aunque menos vÍsible, en los otros fenómenos sociológicos! Porque
la que ofrecen los hechos mentales con respecto a las células cerebrales; no es posible que los fenómenos de una misma naturaleza difieran a tal punto que los unos
porque los primeros, o, por lo menos, los más importantes de entre ellos, penetren el individuo desde fuera y que los otros resulten de un processuJopuesto.
A este respecto, rectificamos una interpretación inexacta que ha sido dada a nuestro
llevan de una manera visible la marca que denota su origen. pensamiento. Cuando hemos dicho, acerca de la obligación o de la violencia, que era la ca-
En efecto, si es posible responder que todos los fenómenos sociales, racterística de los hechos sociales, no hemos pretendido dar de este modo una explicación
sin excepción} se imponen al individuo desde fuera, la duda no parece po- simplista de eSloS {¡ltimos. Hemos querido solamente indicar un signo cómodo mediante el
sible en cuanto respecta a las creencias y a las prácticas religiosas, las reglas cual el sociólogo pueda reconocer los hechos que pertenecen a esta ciencia.
26 EMILIO DURKHElM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFíA 27

es natural, aporta alguna cosa, pero el todo no está completo sino con su Pero, al mismo tiempo, la sensación es otra cosa, porque resulta de una
integración general. . síntesis nueva y sui generis, en la cual las modificaciones intervienen como
Para concretar qué es verdaderamente esa resultante, dIremos que es elementos, quedando, empero, transformados a su vez por el hecho mis-
el agregado en su totalidad 10 que debe. tomarse en cons!'deraclOn'~14
; pues mo de su fusión.
es ese conjunto el que piensa, el que siente, el que quiere, aunque no pue- Es indudable que ignoramos cómo los movimientos pueden, combinán-
da querer, sentir o influir sino por intermedio de conciencias particulares. dose, dar nacimientO" a una representación; pero tampoco sabemos cómo
He ahí también llor qué el fenómeno social no depende de la natura- un movimiento intermediario puede, cuando es detenido, transformarse en
leza personal de los individuos. La verdad es que en la fusión de la que calor, o viceversa. Sin embargo, la realidad de esta transformación no pue-
resulta esa totalidad, todos los caracteres individuales tan divergentes por de ponerse en duda. ¿Qué es, entonces, lo que tiene la primera de imposi-
definición, se neutralizan y se destruyen recíprocamente. Sólo sobrenadan, ble?
digamos así, por sobre ellos, las propiedades más generales de la naturale- Dentro de un concepto más general, podría aflrmarse todavía que si la
za humal~a; y es precisamente a causa de su extremada generalidad que pue- objeción que se hace fuera válida, se llegaría a negar todo cambio, porque
den asumir esas formas especialísimas y por demás complejas que caracte- entre un efecto y sus causas} entre una resultante y sus elementos, hay siem-
rizan los hechos colectivos. . pre una interrupción. Es materia de la metafísica el hallar una concepción
Lo qu~ antecede no debe interpretarse en el sentido que los caracte- que haga representable esta heterogeneidad; para nosotros es suficiente que
res individuales no sean nada con respecto al resultado total, sino que tales su existencia no se ponga en duda,
caracteres no son sino condiciones mediatas y leja.'nas con relación al he- Pero entonces, si cada idea, o, al menos, cada sensación, es debida a la
cho general, que no se produciría en verdad sin ellos, como es natural, pero síntesis de un cierto número de estados celulares, combinados según leyes
que no son ellos particularmente quienes lo determinan. por fuerzas todavía desconocidas, es evidente que de ningún modo puede
Luego, por 10 tanto, la exterioridad de los hechos psíquicos en su rela- quedar prisionera de célula determinada alguna, La idea escapa a cada cé-
ción con las células cerebrales, no reconoce otras causas y no liene otra lula, porque ninguna en particular es capaz por sí sola de promoverla.
naturaleza. En efecto, nada autoriza a suponer que una representación, tan La vida repres'entativa no puede, en efecto, repartirse de una manera
elemental como se quiera, pueda ser producida directamente por una vi- definida entre los distintos elementos nerviosos, ya que no puede conside-
bración celular, de una intensidad y de una tonalidad determinadas. Pero rarse representación aquella en que no intervenga una pluralidad de di-
no hay sensación alguna a la que no concurran un cierto número de célu- chos elementos. No puede existir vida 'representativa shw en el todo formado por
las. La manera como se hacen las localizaciones cerebrales no permite acep- la reunión de elementos nerviosos, del mis?1i,o modo que la vida colectiva no existe
tar otra hipótesis~ luego, las imágenes no mantienen jamás relaciones defi- sino en el todo formado por la reunión de individuos. Ni una ni otra están c;:om-
nidas sino con zonas más o mcnos extensas. Es posible, aún, que el mismo puestas por determinadas partes, tales que puedan a su vez ser asignadas a
cerebro) en su totalidad, participe en su elaboración, y esto es precisamen- otras partes determinadas de sus respectivos substratos.
te lo que parece demostrar el hecho de las substituciones. Cada estado psíquico se encuentra de este modo frente a la constitu-
En fin, la verdad es que este camino es el único que se presenta para ción propia de las células nerviosas, en las mismas condiciones de indepen-
comprénder cómo la sensación depende de todo el cerebro, constituyen- dencia relativa en que se hallan los fenómenos sociales frente a las natura-
do un .fenómeno nuevo, dependencia que se explica por la circunstancia lezas individuales.
de estar formada La sensación por modificaciones moleculares, ya que, de Desde que un estado psíquico no se reduce a ser una simple modifica-
10 contrario, cabría preguntarse de qué sería hecha y de dónde habría de ción molecular, tampoco se encuentra a merced de modificaciones de tal
proceder. naturaleza que puedan producirse aisladamente en los diferentes puntos
del encéfalo. Tan sólo puede resultar afectado por aquellas fuerzas físicas
que actúan dentro del grupo total de células que le sirven de soporte. Pero
H Ver nuestro libro Le suicide, pp_ 345-363.
para que este efecto pueda durar, no tiene necesidad alguna de ser sosteni-
28 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 29

do indefinidamente y como revivificado sin interrupción por un aporte con- encontrarse igualmente en todos, desde que los elementos son de diferen-
tinuo de energía nerviosa. tes especies: el oxígeno no puede desempeñar el mismo papel que el car-
Para compenetrarse acerca del espíritu 9.e que está animada esta auto- bono, ni estar dotado de las mismas propiedades.
~~sulta más apropiado en este orden, por lo tanto, admitir que cada
nomía limitada -autonomía que es} en el fondo, todo cuanto contÍene de
positivo y esencial nuestra noción de espiritualidad-, no es necesario imagi- aspecto de la vida se encarna en un grupo diferente de átomos. La vida no
nar un alma, separada de su cuerpo, llevando en quién sabe qué medio se divide de este modo, desde que es una, y, por consiguiente, no puede
ideal una existencia soñadora y solitaria. tener más asiento que la substancia viva en su totalidad: está en el todo, no
El alma que se halla en el mundo, confunde su vida con la de todas las en las partes.
cosas; y puede decirse, si se quiere, acerca de nuestros pensamientos, que Si, pues, para fundamentarla correctamente es necesario no dispersar-
ellos están en el cerebro. Sólo es necesario agregar que en el interior del la entre fuerzas elementales, toda vez que ella es resultante, ¿por qué ha-
cerebro, tales pensamientos no son rigurosamente localizables ni están tam- bría de ocurrir de modos diferentes respecto al pensamiento individual en
poco ubicados en puntos determinados, desde que se hallan en mayor re- su relación con las células cerebrales y respecto a los hechos sociales en su
lación con unas regiones que con otras. Esta difusión es bastante por sí mis- relación con los individuos?
ma para probar que tienen algo de específico y que para que s,ean de tal En definitiva, la sociología individualista no hace sino aplicar a la vida
modo difusos es desde todo punto indispensable que su forma de compo- social el principio de la vieja metafísica materialista, es decir, pretende ex-
nerse no sea la misma que nos ofrece la masa cerebral; es decir, tienen; en plicar lo complejo por lo simple, lo superior por lo inferior, el todo por la
consecuencia, una manera de ser que les es inherente. parte, lo cual es evidentemente contradictorio en su propio planteamien-
Aquellos que nos acusan, pues, de dejar la vida social corno en el aire to. El principio contrario no nos parece, por cierto, menos insostenible:
porque nos rehusamos a disolverla dentro de la co"ncicncia individual, no no se conocería más, de acuerdo con la metafísica idealista y teológica, ha-
han advertido, sin duda, todas las consecuencias que derivan· de su obje- ciendo derivar la parte del todo, pues el todo es nada sin las partes que lo
ción. componen, y no puede ser sacado de la nada allí donde haya necesidad de
Si la objeción es fundada, se aplicaría perfectamente a las relaciones que exista.
entre el espíritu y el cerebro. Por lo tanto, podría de tal modo -para ser Queda, pues, finalmente la explicación del conjunto de fenómenos que
lógica- circunscribir el pensamiento a la célula y quitarle a la vida mental se producen en el todo .mediante las propiedades características del todo,
toda especificidad. Pero, entonces, se cae en las inextricables dificultades el complejo por el complejo, los hechos sociales por la sociedad, los he-
que ya hemos señalado. Hay más aún: partiendo de ese mismo principio, chos vitales y mentales por las combinaciones sui generis de los cuales ellos
se podría igualmente sostener que la vida reside en las partículas de oxíge- provienen. Es éste el único camino que puede seguir la ciencia, No es ne-
no, de hidrógeno, de carbono y de ázoe que componen el pro-toplasma vivo, cesario agregar que entre los diferentes estados de la realidad hay solucio-
pues éste no contiene nada fuera de estas partículas minerales, del mismo nes de continuidad.
modo que la sociedad no contiene nada fuera de los individuos 15. Cabe l-ecordar al respecto que el todo no se forma sino por el agrupa-
Luego, la concepción que nosotros combatimos, puede tener aquí me- miento de las partes, y este agrupamiento no se hace en un instante, por
nos posibilidad aún que en los casos precedentes. Desde luego, ¿cómo los un milagro súbito, sino que hay toda una sucesión infinita de intermedia-
movimientos vitales podrían tener por asiento elementos que no sean vi- rios entre el estado de aislamiento puro yel estado de asociación caracteri-
vientes? Pues de lo contrario, ¿cómo habrían de repartirse, entonces, las zada. Pero a medida que la asociación se constituye, da lugar al nacimiento
propiedades características de la vida entre tales elementos? No podrían de fenómenos que no provienen directamente de la naturaleza de los ele-
mentos asociados; y esta independencia parcial no es tanto más acentuada
cuanto sus elementos son más numerosos y más fuertemente sintéticos.
15 Los individuos son, al menos, los elementos activos de la sociedad. Para expresarse
Es de ahí de donde proviene, sin duda, la ductilidad, la flexibilidad, la
con exactitud, debe agregarse que la sociedad comprende también cosas. contingencia que las formas superiores de la realidad manifiestan con res-
30 EMILIO DURKHELM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 31

pecto a las inferiores, en el seno de las cuales penetran, no obstante, sus Es en la evolución religiosa donde se hallan posiblemente los más sor-
raíces. prendentes ejemplos de este fenómeno. Es imposible comprender, sin duda,
En efecto, cuando una manera de ser, o de hacer, depende de un todo, cómo se ha formado el panteón griego o el romano si no se conoce la cons-
sin depender inmediatamente de ninguna de las partes que lo componen, titución de la ciudad, el modo cómo los clanes primitivos se han confundi-
goza -debido a dicha .difusión- de una ubicuidad que la libera hasta un do poco a poco los unos con los otros, cómo la familia patriarcal se ha or-
cierto punto. Dado que una tal manera de ser o de hacer se encuentra fya- ganizado, etc. Pero, por otro lado, la vegetación lujuriosa de mitos y leyen-
da a un determinado punto del espacio, no se encuentra sujeta a condicio- das, los sistemas teogónicos, cosmológicos, etc., que constituyen el pensa-
nes de existencia limitadas en forma demasiado estrecha. Si alguna causa miento religioso, no se vinculan directamente con determinadas particula-
favorece sus variaciones, éstas hallarán menos resistencia y se producirán ridades de morfología social.
por lo tanto más fácilmente, porque disfrutan en cierto modo de mayor A tal circunstancia debe atribuirse el hecho de que a menudo se des-
amplitud para moverse. Si unas partes se rechazan, otras pueden prestar el conozca el carácter social de la religión: se ha creído que se formaba; en
punto de apoyo necesario para un nuevo arreglo, sin estar obligadas por una gran medida, bajo la influencia de causas extrasociológicas, porque no
eso a acomodarse ellas mismas. se veía el enlace inmediato entre la mayor parte de las creencias religiosas
He ahí cómo se concibe que un mismo órgano pueda someterse a fun- . y la organización de las sociedad~s. Pero, con este mismo criterio, podría
ciones diferentes, que las distintas regiones del cerebro puedan substituirse dejarse fuera de la psicología todo aquello que exceda los límites de la pura
unas a otras, como asimismo que una misma institución social pueda suce- sensación; porque si bien las sensaciones -ese fondo básico de la concien-
sivamente cumplir los más variados fines. cia individual- no pueden explicarse más que por el estado del cerebro y
Además, residiendo todo en el substrato social, por medio del cual se de los órganos (de lo contrario, ¿de dónde provendrían?L una vez que exis-
vincula al resto del mundo,' la vida colectiva no reside, sin embargo, en él ten se combinan, sin embargo, entre sí según leyes que ni la morfología ni
de un modo tal que pueda confundirse. la fisiología cerebral son capaces de explicar.
En efecto, la vida colectiva es en dicho sentido, dependiente y diferen- De ahí es de donde resultan luego las imágenes, agrupándose a su de-
ciada a la vez, del mismo modo que la función lo es del órgano, ya que rredor, sobrevienen los conceptos y, a medida que nuevos estadios se agre-
fatalmente -como no podría ser de otro modo- las formas que adquiere gan de este modo a los anteriores, resultan menos inmediatamente depen-
en el momento en que se libera y que son, evidentemente, fundamentales, dientes, desde que quedan separados por un mayor número de interme-
llevan la marca de su origen. diarios con respecto a la base orgánica en que reposa toda la vida mental.
Es ésa la razón por la que la primera materia de toda ciencia social se Sin embargo, no dejan por ello de ser psíquicos, y es esto precisamente lo
encuentra en estrecha relación con el número de los elementos sociales, que permite observar mejor en ellos los atributos característicos de la men-
con el modo cómo éstos se encuentran agrúpados y distribuidos, etc., es talidad 16.
decir, con la naturaleza del substrato. Pero una vez que un primer caudal
de representaciones ha sido constituido de tal modo, dichas representacio-
nes, en virtud de las razones que hemos expuesto, se transforman en reali-
16 Se puede ver en esto el inconveniente que existe en definir así los hechos sociales: los
dades parcialmente autónomas que gozan de una vida propia y que tienen
fenómenos que se producen en la sociedad pera f)(1)" la sociedad. La expresión no es exacta,
el poder de atraerse, de rechazarse, de formar entre sí síntesis de diversa porque ha)' hechos sociológicos -y ,jo son los menos- que son productos, no de la sociedad,
clase, combinaciones todas ellas determinadas por sus afinidades naturales sino de productos sociales ya formados. Es como si se definieran los hechos psíquicos como
y no por el estado del medio en el cual se desarrollan. aquellos producidos por la acción combinada de todas las células cerebrales o de un cierto
número de ellas. En el mejor de los casos, una tal definición no puede servir para determinar
Por 10 tanto, las representaciones nuevas, productos de esta síntesis,
y circunscribir el objeto propio de la sociología. Porque esas relaciones derivadas no pueden
son de una misma naturaleza: tienen por causas inmediatas otras represen- ser establecidas sino a medida que la ciencia avanza. Cuando la investigación se inicia, no se
taciones colectivas y no tal o cual carácter de la estructura social.' sabe cuáles son (as causas de los fenómenos que se ha propuesto estudiar, y aun no se alcanza
su conocimiento sino en parte. Sería muy conveniente, pues, limitar según otro criterio el
,f
¡
32 EMILIO DURKHEIM I\ SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA .33
I

Estas vinculaciones servirán posiblemente para hacer comprender me- Es de este modo que la espiritualidad por la que se han caracterizado
jor por qué nosotros nos aferramos con tanta insistencia al empeño de dis- los hechos intelectuales) y que parecía hasta hace poco que los colocaba,
tinguir la sociología de la psicología individuaL ya por encima, ya por debajo de la ciencia, ha venido a ser precisamente el
Se intenta simplemente introducir y aclimatar en sociología una con- objeto de una .ciencia positiva: es el naturalismo psicológico, fundado en-
cepción paralela a aquella que tiende de más en más a prevalecer en psico- tre la ideología de los introspeccionistas y el naturalismo biológico; cuya
logía. Desde hace una decena de años, en efecto, una gran novedad se ha legitimidad esperarnos que contribuya a demostrar el presente trabajo.
producido en esta última ciencia: interesantes esfuerzos se han llevado a Una transformación semejante debe llevarse a cabo en la sociología, y
cabo para llegar a constituir una psicología que sea propiamente psicológi- es a este tln al que tienden precisamente nuestros esfuerzos.
ca, es decir, sin otro aditamento. Si bien es cierto que no hay ya casi pensadores que osen colocar abier~
El antiguo introspeccionismo se contentaba con describir los fenóme- tamente los hechos sociales fuera de la naturaleza, muchos creen todavía
nos mentales sin explicarlos. La psicofisiología los explicaba, pero dejando que es suficiente para fundarlos el darles como estrato la conciencia del
de lado, como despreciables, sus rasgos distintivos. Una tercera escuela está individuo, y algunos quieren aún reducirlos a las propiedades generales de
en vías de formarse para tomar a su cargo el explicarlos, pero abandonan- la materia organizada.
do lo relativo a su especificidad, Para los primeros, la vida psíquica tiene Tanto para unos como para otros, por consiguiente, la sociedad es nada
una naturaleza propia, pero separada por completo del mundo y substraída por sí misma. No se la ve sino como un epifenómeno de la vida individual,
de los procesos ordinarios de la ciencia; para los segundos, por el contra- poco importa si orgánica o mental, de la misma manera como para Maudsley
rio, la vida psíquica no es nada por sí misma y el·papel del estudioso que- y sus discípulos la representación individual no es sino un epifenómeno de
daría reducido a eliminar esa capa superficial para alcanzar inmediatamente la vida psíquica. La sociedad no t.endrÍa así otra realidad que la que le co-
las realidades que ella encubre. Pero ambas concepciones se entienden para munica el individuo; del mismo modo que la representación individual no
no ver sino una sutil cortina de fenómenos, transparente a la atención de alcanzaría otra existencia que la que le proporciona la célula nerviosa, por
la conciencia, según los unos; desprovista de toda consistencia) según los donde la sociología no vendría a ser otra cosa sino una psicología aplica-
otros. da 17 .

Luego de recientes experiencias, nosotros hemos probado que sería Pero el ejemplo mismo de la psicología demuestra que esta concep-
más conveniente concebir la vida psíquica como un vasto sistema de"reaH- ción de la ciencia debe ser superada. Más allá de la ideología de los
dades sui generis, constituido por un gran número de capas mentales super- psicosociólogos, como ígualmente más allá del naturalismo materialista de
puestas unas sobre otras, tan profundas y ligadas como para que la simple la socioantropología, hay lugar para un naturalismo sociológico que vea en
reflexión pueda llegar a penetrar sus misterios) y tan especial al mismo tiem- los fenómenos sociales hechos específicos y que tome a su cargo su estu-
po para que las consideraciones puramente fisiológicas alcancen resulta- dio, respetando religiosamente su especificidad.
do. Nada hay, en verdad, de más extraño que el error que alguna vez se
nos ha reprochado de sostener una especie de materialismo. Bien por el
contrario, desde el punto de vista en que nos colocamos, si se llama esPiri-
campo de la investigación, si no se le quiere dejar indeterminado, es decir, si se quiere llegar
a saber de qué se trata.
En cuanto al proceso en virtud del cual se forman los productos sociales de segundo
grado, si bien no tiene analogía con el que se observa en la condencia individual, no deja por 17 Cuando decimos psicología a secas, entendemos decir psicología individual, y con-

ello de tener una fisonomía propia. Las combinaciones de las que resultan los mitos, las vendría, para la claridad de las discusiones, restituir ese sentido a la palabra. La psicología
teogonías, las cosmogonías populares, no son idéntiCas a las que tienen por efecto las asocia- colectiva es la sociología por completo; y. entonces, ¿por qué no servirse de esta última expre-
ciones de ideas que se forman en los individuos, aunque tanto unas como otras puedan acla- sión? Inversamente, la palabra psicología ha designado siempre la cíen da de la mentalidad
rarse mutuamente. Hay toda una parte de la sociología que debiera volver a buscar las leyes en el individuo; y también aquí, ¿por qué no conservarle este significado? Se evitarían, de
de la ideación colectiva, }' que está aún completamente por hacerse. este modo, no pocos equívocos.
EMILIO DURKHEIM
34

tualidad la propiedad distintiva de la vida representativa en el individuo, se CAPÍTULO SEGUNDO


deberá decir entonces de la vida social que ella se define por una DETERMINACIÓN DEL HECHO MORAL
hiperespi1itualidad. De ahí que nosotros entendamos que los atributos cons~
titutivos de la vida psíquica vuelven a encontrarse en el seno de la socie-
dad, pero elevados a una muy alta potencia, de modo tal que llegan a cons-
tituir una cosa' enteramente nueva. No obstante su aspecto metafísico, pues,
la palabra no designa nada más que un conjunto de hechos naturales, que
deben explicarse por causas naturales.
Esta misma circunstancia nos advierte, por otra parte, que el mundo
nuevo que queda de tal modo abierto a la ciencia sobrepasa a todos los
otros en complejidad; y que no es simplemente una forma agrandada de 1
los reinos inferiores, sino que actúan allí fuerzas todavía insospechadas, cu- TESIS
yas leyes no pueden ser descubiertas por los meros procedimientos del aná-
lisis interior 18.
j. La realidad moral, como toda especie de realidad, puede ser estudia-
da desde dos puntos de vista diferentes: se puede procurar conocerla y com-
prenderla, o bien, juzgarla. El primero de estos problemas, que es entera-
mente teórico, debe preceder necesariamente al segundo. Es, por otra par-
te, el único que será considerado aquí, y del cual se hará ver solamente, en
conclusión, cómo el método seguido y las soluciones adoptadas dejan por
completo el derecho de emprender inmediatamente el estudio del proble-
ma práctico.
Por 10 demás, para poder examinar teóricamcnte la realidad moral es
indispensable el determinar previamente en qué consiste el hecho moral,
pues para poder observarlo es necesario conocer aquello que lo caracteri-
za, es decir, mediante qué signos puede ser reconocido.
Es este último asunto el que será tratado en primer lugar. Se verá lue-
go si es posible encontrar también una explicación satisfactoria de dichas
caractcrÍsticas.

lS El presente capítulo fue publicado en la Revue de Méta¡Jh)'síque el de Morale, nlÍmero

correspondiente al mes de mayo de 1898, t. VI.


36 EMIUO DURKHElM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 37

II Para hacer entrever cómo la noción de hecho moral puede presentar


CARACTERES DISTINTIVOS DEL HECHO MORAL estos 'dos aspectos, en parte contradictorios, se recurrirá a la noción de lo
sagrado, que ofrece la misma dualidad.
J~l ser sagrado, en un dado sentido, es el ser prohibido) al que no se
¿Cuáles son los caracteres distintivos del hecho moral?
osa violar; es, en tal sentido, el ser bueno, amado, ansiado.
Toda moral se nos presenta como un sistema de normas de conducta.
Pero todas las técnicas, dentro de tales sistemas, son igualmente rígidas) re- La conciliación de esas dos nociones estará justificada: 10 Históricamen-
cUlTiendo invariablemente al empleo de máximas que prescriben cómo debe te, por las relaciones de parentesco y de filiación que entre ellas existen; 2°
conducirse el sujeto en determÍnadas circunstancias. ¿Qué es, entonces, lo Por los ejemplos brindados por nuestra moral contemporánea.
que diferencia unas reglas morales de las otras? Así, ·la personalidad humana es cosa sagrada, que no se intenta violar y
lOSe mostrará que las normas morales están investidas de una autori- se la mantiene escrupulosamente dentro del ámbito de la persona, al pro-
dad especial en virtud de la cual son obedecidas, porque ellas ordenan. Se pio tiempo que se considera la comunión con otros como el bien por exce-
lencia.
encontrará asimismo, bien que por un análisis puramente empírico} la no-
ción de deber que proporcionará una definición muy próxima a aquella que
ha dado KANT. La obligación constituye, pues, uno de los primeros caracte-
res de la norma moral.
2° Pero la noción de deber -contrariamente a lo que ha afirmado Kant- III
no agota la noción de lo moral. Es imposible que nosotros cumplamos un INDIVIDUO Y SOCIEDAD FRENTE AL HECHO MORAL
acto únicamente porque nos sea ordenado, con abstracción de su conteni-
do. Para que podamos desempeñarnos como sujeto, es necesario que el acto Sería conveniente explicar ahora esas características determinadas del
interese en alguna medida nuestra sensibilidad, es decir, que se "nos apa- hecho moral, es decir, encontrar un medio de hacer comprender de dón-
rezca en cierto modo como deseable. La obligación o el deber no expresan de proviene la exis~encia de preceptos a los cuales debemos obedecer por-
sino uno de estos aspectos, el aspecto abstracto de la moral. Una cierta que ellos nos ordenan y que, al mismo tiempo, reclaman de nosotros la rea-
deseabilidad es otro de sus caracteres, no menos esencial que el primero. lización de actos deseables, empleando esta palabra en el sentido particular
Tan sólo una parte de la naturaleza del deber se encuentra en esta con que ha sido difundida anteriormente.
deseabilidad del aspecto moral. Si es verdad que el contenido del acto nos A decir verdad, una respuesta metódica a este asunto supone un estu-
atrae, tal ocurre, sin embargo, por el hecho de que su misma naturaleza no dio tan a fondo como fuera posible de las reglas particulares, reglas que en
nos permite cumplirlo sin esfuerzo, sin una cierta violencia. El esfuerzo, conjunto constituyen nuestra moral. Pero a falta de este método, inaplica-
aun entusiasta, mediante el cual nosotros podemos influir moralmenté, por ble en esta circunstancia, es posible llegar, por medio de procedimientos
ejemplo, es un esfuerzo de una condición tal que nos lleva fuera de noso- más breves, a resultados que no están por cierto desprovistos de valor.
tros mismos, que nos eleva por encima de nuestra propia naturaleza, es de- Interrogando la conciencia moral contemporánea -cuyas respuestas
cir, de todo lo que no puede lograrse sin pena, sin contención. Este desea- pueden, por otra parte, ser confirmadas por todo cuanto sabemos sobre
ble sui generis es lo que se llama corrientemente el bien. ' las diferencias morales de todos los pueblos conocidos- es posible ponerse
El bien y el deber son las dos características sobre las que sé considera de acuerdo sobre los siguientes puntos:
provechoso insistir particularmente, sin que se pretenda negar que pueda 1 La calificación de moral no ha sido aplicada jamás, en verdad, a un
Q

haber otras. Debe también esforzarse en demostrar que todo acto moral acto que haya tenido por objeto el interés del individuo, o su perfección
presenta estos dos caracteres, aunque puedan estar combinados según pro- en tanto que esta perfección fuera entendida de una manera puramente
porciones variables. egoísta.
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 39
38 EMILIO DURKHEIM

rece ante ella misma, sino la sociedad tal cual es o como tiende realmente
2 Si el individuo que yo soy no constituye un
0
fin~
aun cuando posea
a ser.
por sí mismo un carácter moral, debe ocurrir necesariamente otro tanto con
Luego, la candencia que la sociedad adquiera de sí misma, en la opi-
los individuos que son mis semejantes y que no se diferencian de mí sino
nión y por la opinión, puede ser inadecuada a la realidad subyacente. Pue-
en grados, ya en más, ya en menos.
de ocurrir que la opinión, plena de supervivencias, retrace· ei estado real
3° De donde debe concluirse que si hay una moral, dicha moral no puede
de la sociedad; como. puede ocurrir que, bajo la influencia de circunstan-
tener por objeto sino el grupo formado por una pluralidad de individuos
cias pasajeras, dertos principios, aún esenciales, de la moral existente sean
asociados, es decir, la sociedad, con la condición, no obstante, que la sociedad
arrqjados en el inconsciente, al menos temporariamente, y permanezcan
pueda ser considerada como una personalidad cualitativamente diferente de las per-
desde entonces como si no existiesen. La ciencia de la moral permite recti-
sonalidades individuales que la componen. La moral comienza, por consiguiente,
ficar estos errores, de los cuales se darán ejemplos.
allí donde comienza la unión para formar un grupo, cualquiera que sea
Pero permanecerá en pie que nunca puede ser querida otra moral que
dicho grupo.
aquella que es reclamada por el estado social de su tiempo. Aspirar a otra
Esto sentado, resultan explicables las características del hecho moral
moral diferente de la que está implicada en la naturaleza de la sociedad es
en la siguiente forma:
. tanto como negar a ésta y, por consiguiente, como negarse a sí mismo.
a) Se demostrará cómo la sociedad es una cosa buena, deseable por el
Quedaría por examinar entonces) finalmente, si el hombre debe ne-
individuo, el cual no puede existir fuera de ella ni negarla sin ne-
garse. La cuestión es legítima pero no será examinada.. Se postulará que
garse a sí mismo y que, al propio tiempo, ~1O puede quererla o de-
nosotros todos tenemos razón de querer vivir.
searla de un modo particular sin hacer alguna violencia a su propia
naturaleza, desde que la sociedad supera al individuo.
b) Se hará ver en seguida cómo la sociedad, al mismo tiempo que una DISCUSIÓN*
cQsa buena, es una autoridad moral que, al comunicarse por medio
de ciertos preceptos de conducta que particularmente se aceptan, PROF. DURKHE.IM, Debo, ante todo, exponer las dificultades en que me
confiere a las normas morales un carácter obligatorio. encuentro.
Por otra parte, se procurará también establecer cómo ciertos fines -la Al aceptar ocuparme ex a.brupto de un asunto tan general como el que
abnegación interindividual, la abnegación del sabio por la cienda-, que no se ha anunciado en la segunda parte del programa distribuído, debo hacer
son fines morales por sí mismos~ participan, sin embargo, de tal carácter, un poco de violencia a mi método habitual y a mi manera ordinaria de pro-
bien que de una manera indirecta y derivada. ceder.
En fin, un análisis de los sentimientos col~ctivos explicará el carácter En el curso que expongo desde hace cuatro años en la Sorbona acerca
sagrado que se atribuye a las cosas morales, análisis que no será, por 10 de- de la ciencia de las costumbres, teórica y aplicada, n¿' temo, por cierto, te-
más, sino una confirmación del precedente. ner que encarar este tema; sólo que mientra.s en los libros clásicos es éste
un asunto que se trata en primer término, yo no lo veo sino al final de mi
desarrollo; es decir, no intento explicar los caracteres generales del hecho
moral sino después de haber· pasado revista cuidadosamente y en detalle a
las reglas morales (moral doméstica, moral profesional, moral cívica, mo-
IV
ral contractual), después de haber mostrado las causas que les han dado
LA SOCIEDAD Y LA REALIDAD MORAL
nacimiento y las funciones que ellas cumplen, claro está que en la medida
que los adelantos de la ciencia lo permiten actualmente.
Contra esta concepción se objeta que ella esclaviza el espíritu,
sqmetiéndolo a la opinión moral reinante. Esto carece de importancia, pues
la sociedad que la moral nos ordena querer no es la sociedad tal cual apa- * V. nota p. 184.
40 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 41

De este modo, a medida que desarrollo mi curso, recopilo un número modo, que no existe conciencia moral que no sea inmoral en algunos as-
de nociones que se desprenden directamente del estudio de los hechos pectos.
morales; y así, cuando llego a plantear el problema general, su solución se Cada conciencia individual, pues, bajo la influencia del medio, de la
encuentra preparada, desde que se apoya en realidades concretas, al pro- educación, de la herencia, ve las reglas morales a través de un prisma parti-
pio tiempo que el espíritu está ya ejercitado para ver las cosas desde el án- cular; así, por ejemplo, unos individuos se hallarán más inclinados a sentir
gulo conveniente. vivamente las norma.s de la moral cívica, mientras que será más débil en
Por lo tanto, al exponer aquí mis ideas sin precederlas de ese conjun- ellos la influencia de la moral doméstica, y recíprocamente. Otros, del mis-
to de pruebas, estoy obligado a presentarlas un poco desarticuladamente, y mo modo, experimentarán un sentimiento de profundo respeto por los con-
me veré obligado con frecuencia a reemplazar la demostración científica, tratos, por la justicia, en tanto que su representación de los deberes de la
que no es posible, por una argumentación puramente dialéctica. caridad será pálida e ineficaz. Aun los aspectos más esenciales de la moral
Pero pienso que la dialéctica, entre personas de buena fe, no es nunca son percibidos, así, de modo muy distinto por las diferentes conciencias.
cosa vana, sobre todo en este dominio moral, en el cual las hipótesis tienen No me ocuparé aquí de esas dos clases de realidad moral, sino sola-
siempre reservado un gran lugar, no obstante todas las dificultades que sue- mente de la primera, es decir, de la realidad objetiva, que sirve de punto
len presentarse. de referencia común e impersonal para juzgar las acciones.
Por lo demás, lo que me ha decidido es el aspecto pedagógico del asun- La propia diversidad de las conciencias morales individuales está de-
to. Respecto a este punto de vista, creo que las ideas que vaya exponer pue- mostrando que es imposible estudiar el problema por este lado, mientras
den encontrar ubicación en la enseñanza de la moral, enseñanza que está se desee arribar a una conclusión acerca de qué es la moral. Sería sin duda
actualmente lejos de tener la vida y la acción que serían de desear. un objeto de estudios psicológicos interesantes el buscar las condiciones
determinantes de esas variaciones individuales de la moral, pero este cami-
no no habría de servir para nosotros respecto al fin que nos proponemos
1. La realidad moral objetiva alcanzar aquí.
Por la misma razón que me desentiendo en cuanto al modo en que tal
La realidad moral se presenta ante nosotros bajo dos aspectos diferen- o cual individuo se representa a sí mismo la moral, dejo también de lado la
tes, que es necesario distinguir con absoluta claridad: el aspecto objetiva y el opinión de los filósofos y moralistas. No tomaré en cuenta sus ensayos siste-
aspecto subjetivo. máticos, producidos para explicar q ,(;onstruir la realidad moral, con la sal- I
Para cada pueblo, en un momento dado de su historia, existe una mo- vedad que lo haré así en la medid~'~n que no fuera menester ver en tales
ensayos una fundada expresión, más o menos adecuada, de la moral de sus ~
ral, y es en nombre de esta moral imperante que los tribunales condenan y
que la opinión juzga. Pero, dentro de este cuadro general, hay una cierta épocas. Y el~o por cuanto un moralista tiene ante todo una conciencia más I
moral, bien definida, para grupos particulares y determinados. amplia que las conciencias medías, es decir, una conciencia en la cual con- 1
Apoyándome, pues, en los hechos, postulo que hay una moral común vergen las grandes corrientes morales y que abraza, por lo tanto un campo
j !
l

y general para todos los hombres pertenecientes a una colectividad. más considerable de la realidad moral de su tiempo; pero me rehuso a acep- I
j
Ahora bien, fuera de esa moral común y general, existe una multitud tar sus doctrinas en cuanto explicaciones, como expresiones científicas de
de otras diversas, una multitud verdaderamente indefinida. Cada individuo, la realidad moral, ya sea pasada o presente.
cada conciencia moral particular, expresa a su manera, en efecto,' dicha He aquí, pues, el objeto de la presente investigación, he aquí definida I!
moral común: cada individuo la comprende y la ve desde un ángulo distin- la especie de realidad moral que nos proponemos estudiar.
Pero esta misma realidad moral puede ser encarada, a su vez, desde
!
f
to.
También puede ocurrir que alguna conciencia particular no se ajuste dos puntos de vista distintos:
¡
estrictamente a la moral de su tiempo, y al respecto se podría decir, en cierto lOSe puede tratar de conocerla y comprenderla; y

I
~
EMILIO DURKHEIM
42 SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 43

20 Se puede intentar juzgarla, apreciando en un momento dado el va- normas morales, podemos poner la rúbrica usual y deCÍr que son éstas las
lor de una moral determinada. características propias de la realidad moral.
No vaya ocuparme hoy de este segundo problema, ya que es necesa- Para alcanzar un resultado cualquiera en esta investigadón, no hay más
rio comenzar por el primero. que una forma de proceder: descubrir las diferencias intrínsecas que sepa-
Conocido el desarrollo actual de las ideas morales, es indispensable ran las normas morales de otras normas, según sus manifestaciones exte-
proceder con método, partiendo de los hechos acerca de l~s cuales se pue- riores, porque al comienzo deh investigación sólo las exterioridad es nos
de alcanzar la debida comprensión, para ver cómo se mamfiestan en ellos son accesibles.
las divergencias. Para poder juzgar, es decir, para apreciar el valor de la moral Con ese objeto, es menester encontrar un reactivo que de algún modo
común, tanto como para poder estimar el valor de la vida o el de la natur.a- obligue a poner de relieve exteriormente el carácter específico de las nor-
leza (pues los juicios de valor se aplican a cualquier realidad), es l1ecesano mas morales. El reactivo que vamos a emplear es el siguiente: observare-
comenzar, en efecto, por conocer la realidad moral. mos qué se produce cuando esas diversas normas son violadas, y veremos si
De este modo, pues, el primer requisito para estar en condiciones de no se produce nada que diferencie a este respecto las normas morales de
estudiar teóricamente la realidad moral es el de saber qué es, poder reco- las reglas técnicas.
nocerla y distinguida de otras realidades. En otras palabras: es necesario Cuando una regla es violada, se originan generalmente consecuencias
definida. molestas para el sujeto, de entre cuyas consecuencias se pueden distinguir
No es el caso, sin embargo, de dar una definición filosófica con la cual dos clases, a saber:
quede de un golpe realizada la investigación. Todo'lo que es posible y ~til a) Las que tienen lugar mecánicamente, en el acto mismo de la viola-
hacer al respecto es dar una definición inicial, provisoria, que nos permIta ción. A~Í, si yo violo la regla de higiene que me ordena preservar-
entendernos acerca de la realidad de que nos ocupamos 1 definición de todo me de los contactos sospechosos, las consecuencias de este acto se
punto indispensable de establecer bajo pena de no saber de ~ué: hablamos. producen automáticamente; es decir, la violación acarrea la enfer-
El primer asunto que se plantea, como ocurre al cOImenzo. de toda medad; por lo cual, ya que el acto ejecutado origina por sí mismo
investigación científica y racional, es, pues, el siguiente: ¿bajo qué caracte- las consecúencias de él derivadas, es posible saber por adelantado,
rística pueden distinguirse y reconocerse los hechos morales? analizando el acto, la consecuencia que se halla analíticamente im-
La moral se presenta ante nosotros como un conjunto de máximas, de plícita.
normas de conducta. Pero hay otras reglas, además de las normas morales, b) Pero cuando violo la norma que me ordena no matar, por más que
que nos seiialan la manera de actuar. Así, todas las téc~icas utilitarias están analice mi acto no justificaré jamás la condena o el castigo. Es de-
gobernadas por sistemas de reglas análogas. Es necesano, por lo tanto, bus- cir, hay entre el acto y su consecuencia una completa heterogenei-
car la diferenda característica propia de las normas morales. dad, resultando imposible deducir analíticamente de la noción de
A ese efecto, consideremos el conjunto de reglas que rigen la conduc- muerte o de homicidio la menor noción de condena, de deshonra.
ta huma~a en todas sus formas y preguntémonos si no hay otras que ofrez- El vínculo que une el acto con su consecuencia es aquÍ un vínculo
can caracteres particulares especiales. Si comprobamos que las reglas que :iÍntético.
presentan las características determinadas de este modo responden concre- Llamo sanción las consecuencias de tal modo enlazadas al acto mediante
tamente a la concepción que todo el mundo se hace vulgarmente 1 de las un vínculo sintético. Ignoro aún de dónde proviene este vínculo sintético,

1 -La noción científica de est<~ modo construida, de ninguna mant~ra es c.apaz de repro-
ducir exactamente la noción vulgar, que puede ser errónea. El vulgo puede rechazar la califi- pues de 10 contrario habría inconvenientes para conservar la expresión usual. Es de este modo.
cación de morales para normas que ofrecen todos los caracteres propios de los preceptos mo- por ejemplo, que el zoólogo habla de peces, aun cuando su concepto de pez no sea idéntico
rales. Todo cuanto es necesario hacer es que la depuración no sea .demasiado considerable, al del vulgo,
44 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 45

cuál es su origen o su razón de ser; tan sólo compruebo su existencia sin ir que el mecanismo del fenómeno sea el mismo. La sanción en este caso,
más lejos por ahora. como en el precedente, no proviene del acto mismo, sino del hecho de ha-
Pero podemos, sin embargo, profundizar esta noción. Ya que las san- llarse conforme con una norma que lo ha prescripto.
ciones no resultan analíticamente del acto al cual están ligadas, es admisi- En verdad, esta especie de obligación que estamos estudiando es de
ble, pues, que yo no me encuentre castigado o condenado porque haya co- un- matiz sin duda distinto a la anterior, pero en el fondo no son ambas
metido talo cual acto. Es decir, no es la naturaleza intrínseca de mi acto la sino variedades de un mismo grupo; es decir, que no se trata de dos clases
que tiene p~T consecuencia la sanción, sino que ésta proviene de que el diferentes de normas morales, unas para prohibir y otras para ordenar, sino
acto de que se trata no está de acuerdo con la norma que lo prescribe. que son únicamente dos especies de un mismo género.
En efecto, un mismo acto, constituído por los mismos movimientos, La obligación moral está definida, pues, y esta det!nición no es caren-
alcanzando los mismos resultados materiales, se hará posible o no de con- te de interés, ya que ella hace ver hasta qué punto las morales utilitarias
dena según que exista o no una norma que lo prohiba. Es por lo tanto la más recientes y perfeccionadas han desconocido el problema moraL
exislencia de esta norma y la relación que con ella tiene el acto lo que de- En la moral de Spencer, por ejemplo, hay una ignorancia completa acer-
termina la sanción. ca de lo que constituye la obligación. A su juicio, el castigo no es otra cosa
Dc este modo, el homicidio constituye un acto infamante en tiempos que la consecuencia mecánica del acto, como puede verse especialmente
normales y no 10 es así en tiempos de guerra, porque no hay en este-último en su obra sobre pedagogía, en cuanto respecta a los castigos escolares. Es
caso un precepto que lo prohiba. Es decir, que un acto, intrínsecamente el tanto como desconocer radicalmente los caracteres de la obligación moraL
mismo, puede ser condenado hoy por un pueblo en Europa y no serlo en Esta idea absolutamente inexacta es más extensa aún. En una reciente
Grecia, simplemente porque no viole en Greda ninguna norma encuesta acerca de la moral sin Dios, se podía leer en el trabajo de un sa-
preestablecida. bío que gusta ocuparse de filosofía que el solo castigo del que puede ha-
Hemos arribado, pues, a una noción más profunda de la sanción: la blar el moralista laico es aquel que consiste en las funestas consecuencias
sanción es una consecuencia del acto, que no resulta de su propio conteni- de los actos inmorales (la intemperancia destruye la santidad, etc.).
do, sino del hecho que el acto no se halla conforme con una norma Se comprende que en estas condiciones sólo se roza el problema mo-
preestablecida. O en otras palabras: es por existir una norma dictada con ral, que consiste precisamente en hacer ver qué es el deber -concepto so-
anterioridad y porque el acto es un acto de rebelión contra esta norma, bre el que tal problema se asienta-, como asimismo en qué grado tal deber
que el mismo importa una sanción. no es una alucinación sino, por el contrario, una realidad.
Así, encontramos normas que ofrecen esta característica particular: es- Hasta aquí hemos seguido bastante de cerca a Kant. Pero si su análisis
tamos obligados a no ejecutar los actos que ellas nos prohiben, pura y sim- del acto moral se admite como particularmente exacto, necesario es conve-
plemente porque nos los prohiben. Es esto lo que se llama el carácter obli- nir que resulta, sin embargo, insuficiente e incompleto, pues nos muestra
gatorio de la norma moral. tan sólo uno de los aspectos de la realidad moral.
He aquí, pues, encontrada nuevamente, por un análisis rigurosamente En efecto, no podernos realizar un acto que no nos diga nada, simple-
empírico~ las nociones de debery de obligación, poco más o menos como eran mente porque nos sea ordenado. Perseguir un fin que nos deje fríos, que
entendidas por Kant. no nos parezca bueno, que no toque nuestra sensibilidad, es cosa psicológi-
Es verdad que hasta este momento no hemos considerado ,más que las camente imposible. Es necesario, por el contrario, que paralelamente a su
sanciones negativas (condena, pena), porque es en éstas donde se mani- carácter obligatorio, el fin moral sea deseado y deseable: esta deseabilidad es
fiesta más claramente el carácter obligatorio de la sanción. Pero hay san- una segunda característica del acto moral.
ciones de otra clase. Solamente la deseabilidad propia de la vida moral participa del carác-
Los actos ejecutados de conformidad con la norma moral son alaba- ter precedente, es decir, del carácter de obligación, y no se asemeja. por
dos; los que los realizan son premiados. La conciencia moral pública obra otra parte, a la deseabilidad de los objetos a los que nuestros deseos ordi-
entonces de otro modo: la consecuencia del acto es favorable al sujeto, aun- narios se apegan. Nosotros deseamos de una manera especial el acto orde-
46 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 47

nado por la norma. Nuestro impulso, nuestra aspiración hacia aquello que no se encuentren; no faltan. sino que se hallan combinadas, según los ca-
queremos, no se cumple nunca sin una cierta pena, sin un determinado sos, en proporciones muy diversas.
esfuerzo. Aun cuando llevemos a cabo el acto moral con un ardor entusias- Hay actos que son ejecutados casi exclusivamente por entusiasmo, ac-
ta, sentimos algo así ,como si nos saliéramos de nosotros mismos, como si tos de heroísmo moral, en los cuales el papel de la obligación está muy de-
nos encontráramos dominados, como si nos eleváramos por encima de nues- bilitado y puede ser reducido al mínimun, en tanto predomina la noción
tro ser natural, lo que no ocurre sin una cierta tensión, una cierta violencia del bien. Hay otros en los cuales la idea de deber encuentra en·la sensibili-
sobre sí, teniendo conciencia, además, que estamos constriñendo toda una dad un mÍnimun de apoyo. La relación de estos dos elementos varía ade-
parte de nuestra naturaleza. más según las épocas: así, la n<}ción del deber ha sido muy débil en la anti-
De esta suerte, es necesario hacer un cierto lugar al eudemonismo para güedad, en cuyos sistemas, y aun posiblemente en la moral -en realidad,
mostrar cómo, hasta en la obligación, penetran el placer y la deseabilidad: desconocida por los pueblos-, es la idea del Soberano Bien la que predo-
hallamos un cierto encanto en cumplir un acto moral que nos es ordenado mina. Me siento inclinado a pensar que, de un modo general, ocurre lo
por la norma, deleite que proviene tan sóLo del hecho de sernas ordenado. mismo en todas las partes en que la moral es esencialmente religiosa.
Experimentamos, así, un placel' sui generis en cumplir con nuestro deber, Por último, la relación de los dos elementos varía también profunda-
porque es nuestro deber. La noción del bien penetra en la noción de de- mente dentro de una misma época, según los individuos. Uno u otro de
ber tanto como la noción de deber y obligación penetran en la del bien. El dichos elementos, de acuerdo a las conciencias, se encuentra más vivamen-
eudemonismo está en todas partes, dentro de la vida moral, tanto te solicitado, siendo muy raro que los dos tengan la misma intensidad: cada
El deber, el imperativo kantiano no es, pues, si~o un aspecto abstracto uno de nosotros, tiene su daltonismo moral especiaL Hay conciencias para
de la realidad moral. las cuales el acto moral parece sobre todo bueno, deseable; hay otras, en
En efecto, la realidad moral presenta siempre simultáneamente estos cambio, que tienen el sentido de la norma, que buscan la consigna, la dis-
dos aspectos que no pueden separarse. No ha habido nunca un acto que ciplina, que sienten horror por todo lo que es indeterminado, que desean
haya sido cumplido únicamente por deber, sino que siempre ha convenido que su vida se desarrolle siguiendo un plan riguroso y que su conducta sea
que apareciera corno bueno en cierto modo. A la inversa, no es verosímil constantemente sometida por un conjunto de normas sólidas y firmes.
admitir que haya actos puramente deseables, por la sencilla razón que exi- y hay ahí una razón de más para ponernos en guardia contra las suges-
gen siempre un esfuerzo. tiones de nuestras conciencias personales. Se conciben los riesgos de un
De la misma manera como la noción de obligación -característica pri- método individual, subjetivo; que reduzca la moral al sentimiento que tie-
mera de la vida moral- permitía criticar el utilitarismo, así también la no- ne cada uno de nosotros, ya que ha habido casi siempre aspectos esenda~
ción de bien -segunda caracterÍstica- permite poner de relieve la insufi- les de la realidad moral que, o bien no los experimentamos en absoluto, o
ciencia de la explicación que Kant ha dado acerca de la obligación moral. bien los, sentimos muy débilmente.
La hipótesis kantiana, según la cual el sentimiento de obligación sería Pero admitiendo que esas dos características de la vida moral se en-
debido a la heterogeneidad radical de la Razón y de la Sensibilidad, es difí- cuentren en todas partes donde existe hecho moral, ¿se podría aceptar, en
cilmente conciliable con este hecho de que los fines morales son, por uno tanto, que tales características están b.yo un mismo plan? ¿No, habría una
de sus aspectos, objetos de deseo. Si, en una cierta medida, la sensibilidad de ellas a la que sería converíiente darle la primacía, resultando la otra de-
tiene el mismo fin que la razón, ella no se humilla por cierto sometiéndose rivada? ¿No habría lugar, por ejemplo, para buscar si la idea de deber, de
a esta última. obligación, no ha surgido de la idea de bien, de un fin que se desea lograr?
Tales son las dos características de la realidad moraL ¿Son tan sólo ésas? He recibido una carta que me plantea el asunto que antecede y que
Absolutamente, y al respecto podría indicar otras. Pero las que acabo de me somete dicha hipótesis, 'pero me rechaza radicalmente el admitirla. Dejo
señalar me parecen las más importantes, las más constantes, las más univer- de lado todas las razones que obran en su contra; y ya que en todos los
sales. No conozco norma ni moral alguna en las que dichas características tiempos, tan antiguos como pueda uno remontarse, nos encontramos siem-
48 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 49

pre con los dos caracteres coexistentes, no hay razón objetiva alguna para lega. Se halla, de tal modo, como rodeada de una aureola de santidad que
admitir un orden lógiCo de prioridad entre ellos. la aisla ... Pero, .al propio tiempo, es el objeto predilecto de nuestra simpa-
Pero aun desde el punto de vista teórico y dialéctico, ¿no se percibe tía, hallándose todos nuestros esfuerzos encaminados a procurar su desen-
que si no tenemos más deberes que los deseables, la noción misma de de- volvimiento. Es éste, precisamente, el ideal que nos esforzamos por nevar a
ber desaparecería? Nunca podrá resultar la obligación deducida de lo de- cabo tan completamente como nos es posible.
seable, porque el carácter específico de la obligación es hacer violencia, en Y si comparo, como lo hago, la noción de lo sagrado con la de moral,
cierta medida, al deseo. no es tan sólo por hacer un paralelo más o menos interesante, sino porque
Es tan imposible hacer derivar el deber del bien, o inversamente, como es harto difícil comprender la vida moral si no se la correlaciona con la
deducir el altruÍsmo del egoísmo. vida religiosa.
Se objeta que es incomprensible que nosotros podamos estar obliga- Durante siglos, la vida moral y la vida religiosa han estado íntimamen-
dos a ejecutar un acto de otro modo que no sea en virtud de su contenido te ligadas y aun absolutamente confundidas. Hoy mismo se está totalmente
intrínsec€?o Pero, desde luego, no se está autorizado en el estudio de los obligado a reconocer que esta Íntima unión subsiste en.la mayor parte de
fenómenos morales más que en el de los fenómenos psíquicos u otros a las conciencias. De aquí resulta evídente, por lo tanto, que la vída moral
negar un hecho constante tan sólo por no poder dar en el momento una ,no ha podido y no podrá jamás despojarse de todos los caracteres que tie-
explicación satisfactoria. ne en común con la vida religiosa. Cuando dos órdenes de hechos han es-
Luego, para que el carácter obligatorio de las normas sea fundado es tado tan profundamente unidos por largo tiempo, cuando ha habido entre
suficiente que la noción de autoridad moral esté fundada ella también, por- ellos, también por tiempo inmemorial, un parentesco tan estrecho, es im-
que a una autoridad moral, legítima a los ojos de la razón, le debemos obe- posible que se disocien absolutamente a tal punto que resulten extraños
diencia simplemente en virtud de que ella es autoridad moral, es decir, por uno respecto del otro. Para que tal ocurriese, sería necesario que se trans-
respeto a la disciplina. O, de lo contrario, nos sentiríamos inclinados a ne- formasen de arriba abajo, por entero, es decir, que dejasen de ser ellos mis-
gar toda autoridad moraL Que la noción haya sido mal estudiada no es un mos.
motivo para desconocer su existencia ni su necesidad. Más adelante se verá, De lo dicho se desprende, pues, que debe existir lo moral en lo reli-
además, a qué realidad observable corresponde esta noción. gioso, }' lo religioso en lo moral. Y de hecho, la vida moral de nuestros días
Cuidémonos de simplificar artificialmente, pues, la realidad moraL Al se halla plena de religiosidad. Pero por esta circunstancia, es decir, por el
contrario, conservemos con cuidado esos dos aspectos que hemos hecho de que este fondo de religiosidad no se transforme, no debe dejarse
individualizado, sin preocuparnos de aquello que parecieran tener de con- de reconocer que, en verdad, la religiosidad moral tiende a sobrevivir en
tradictorio. Ya se explicará a su tiempo esta con tradicción. una forma por completo diferente de la religiosidad teológica.
Existe otra noción, además, que presenta la misma dualidad: es la no- El carácter sagrado de la moral no es tal que deba substraerse a la crí-
ción de lo sagrado. tica, como se halla substraída a la religión. Pero, ciertamente, no hay en
El objeto sagrado nos inspira, si no el temor, al menos un rcspelo que todo esto sino una diferencia de grado, y aun ésta es bien débil aClualmen-
nos aparta de él, que nos coloca a distancia; y al mismo tiempo, es motivo te, porque para la mayor parte de los espíritus lo sagrado de la moral no se
de amor y de deseo, es decir, provoca en nosotros una tendencia a aproxi- distingue casi de lo sagrado de la religión. Lo prueba la repugnancia que
marnos, a acercarnos. He ahí, pues, un doble sentimiento que parece con- se experimenta todavía hoy de aplicar a la moral el método científico ordi-
tradictorio, pero que existe así en la realidad. nario: parece que se profana la moral, osando pensar y estudiar con los pro-
La persona humana especialmente se presenta ante nuestros ojos bajo cedimientos de las ciencias profanas. que se atenta contra su dignidad.
ese doble aspecto que acabamos de distinguir. Por una parte, nos inspira Nuestros contemporáneos no admiten todavía sin resistencia que la rea-
con respecto a otros un sentimiento religioso que nos mantiene a distan- lidad moral, como todas las otras realidades, sea entregada a la discusión
cia, y aSÍ, dentro de ese concepto, toda usurpación del dominio en que se de los hombres.
mueve legítimamente la persona de nuestros semejantes, nos parece sacrí-
50 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 51

2. Fundamentos de la realidad moral mo, en cuyo caso mi conducta es, en cuanto a la opinión general, despro~
vista de todo valor moral.
Llego a la segunda parte de mi exposición, y es precisamente aquí cuan- Los actos que tienden, no tanto a conservar como a desenvolver mi
do experimento verdaderos escrúpulos. Después de haber determinado las ser, ¿harán má~ que esto? Ciertamente, siempre que yo busque mi desen-
características de la realidad moral, intentaría ahora explicarlas. volvimiento, no con un interés personal, ni aun por un interés estético, sino
Ahora bien, el único camino científico para llegar sería el_de clasificar en tanto tal desarrollo tenga por objeto efectos útiles para otros seres dife-
las normas morales, unas a continuación de otras, examinarlas, inventariar- rentes de mí. Pero si yo busco solamente desenvolver mi inteligencia y mis
las, intentar explicarlas, al menos las principales, determinando las causas facultades para brillar, para tríunfar, para hacer de mí una bella obra de
que les han dado nacimiento, las funciones útiles que han llenado y lle- arte, entonces mi acto jamás será considerado como moral.
nan. Es de esta manera como se podría llegar progresivamente a entrever De esta manera, el individuo que yo soy, en tanto que (:.;1.1. ha de saber
las causas generales de las cuales dependen las características esenciales que ser el fin de mi conducta moral. Los otros individuos, mis semejantes, ¿se-
les son comunes. Así procedo en mi enseñanza. Pero no pudiendo seguir rían más capaces que yo de desempeñar este papel?
aquí este sendero, me veré precisado a adoptar un procedimiento dialécti- Pero si yo no hago nada en el orden moral para conservar o des arro-
co y a adoptar un cierto número de postulados. sin demostrarlos de una .llar mi ser individual como tat ¿por qué la individualidad de otro hombre
manera tan rigurosa como sería de desear. habría de tener un derecho de prioridad sobre la mía?
Mí punto de partida, que es mi primer postulado, es el siguiente: Si el sujeto, por sí mismo, no tiene nada que pueda otorgar a sus actos
Nosotros no tenemos deberes sino frente a las conciencias; todos nues- un carácter moral, ¿por qué otro individuo, su igual, gozará de un privile-
tros deberes se dirigen a las personas morales, a los seres pensantes. gio de que el primero carece? Entre ellos no puede haber sino diferencias
¿Cuáles son estos sujetos conscientes? He ahí el problema: un acto no de grado -unos en más, otros en menos-, diferencias que permitirían ex-
puede teher sino dos clases de fines 2: plicar la distinta naturaleza que ofrece una conducta moral con respecto a
1.° El individuo que yo soy; una conducta amoral.
2.° Los otros seres diferentes de mí. En tanto la moral concediera a uno lo que niega a otro, toda su con-
Ante todo, veamos si los actos que tienen en vista únicamente el ser cepción resultaría apoyada en una contradicción fundamental; lo que es
que yo soy ofrecen un carácter moral. inadmisible para la razón, no solamente lógica sino también práctica. Por-
Para responder al asunto planteado interroguemos la conciencia mo- que es asaz difícil concebir cómo, en la realidad, esos sentimientos contra-
ral común. Es ésta, sin duda, una manera de proceder muy incierta y dictorios no habrían de adquirir conciencia de su contradicción. Una tal
alcator~a, porque corremos el riesgo de hacer hablar la conciencia común moral sería, en todo caso, singularmente incierta con respecto a aquella en
como nos piazca; sin embargo, llevado a cabo este método con buena fe, que los sentimientos pudieran adquirir conciencia, sin poner al descubier-
puede lograr sus resultados. to su inconsistencia.
Probablemente, se comenzará por contestar que nunca la conciencia Por otra parte, si uno de mis semejantes, en tanto sirviera de o~jeto a
moral ha considerado como moral un acto que mire exclusivame'nte la con- mi conducta, no supiera alcanzar un carácter moral, mi conducta no llega-
servacifm del individuo. Pero un tal acto de conservación individual puede ría a ser moral porque tomara por fin, no uno sino muchos individuos como
negar; sin duda, a ser moral en ciertas y determinadas circunstancias, como, tales. Porque si cada individuo, tomado separadamente, es incapaz de co-
por ejemplo, si yo me conservo para mi familia, para mi patria, y no en municar un va10r moral a su conducta, es decir, si no tiene por sívalor mo-
sentido contrario, es decir, si yo me conservo nada más que para mí mis~ ral, una suma numérica de individuos no podría hacer más.
Por otra parte. en cuanto respecta a los actos que dirigen a otros, tan-
to como aquellos que análogamente me dirigen a mí, no es mi propósito
sostener que la opinión, en reaJidad, les niegue siempre todo valor moral;
2 El esquema de esta argumentación está expuesto en la Ética de WUNDT. especialmente para los últimos, esto sería a todas luces contrario a la evi-
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SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 53

dencia. Digo solamente que cuando tales actos tienen un valor moral es Es preciso, pues, elegir entre Dios y la sociedad. No me propongo exa-
porque ellos miran un fin superior al individuo que yo soya a los indivi- minar aquí las razones que puedan aportarse en favor de una u otra solu-
duos que son los otros hombres. Entiendo que la moralidad q:ue les está ción, soluciones ambas que son coherentes entre sí; me limito a dejar esta-
reconocida a tales actos debe surgir necesariamente de una fuente más ele- bkddo que, desde mi punto de vista, esta elección me deja bastante indife-
vada. Esto es evidente para los actos en los cuales yo soy sujeto y objeto; y si rente, porque yo no veo en la divinidad sino a la sociedad transfigurada y
somos consecuentes con nosotros mismos; admitiremos la misma evidencia pensada simbólicamente.
como válida para los actos en los cuales yo soy sujeto y otro es el objeto. La moral comienza, pues, allí donde comienza la vida del grupo, por-
Pero si no podemos estar vinculados por el deber sino a sujetos cons- que es ahí solamente donde la abnegación y el desinterés adquieren senti-
cientes, después que hemos eliminado todo sujeto individual, no queda otro do. Uso la expresión «la vida del grupo» de una manera general. Hay sin
fin posible a la actividad moral que el sujeto sui generis formado por una duda grupos diferentes: familia, corporación, ciudad, patria, agrupaciones
pluralidad de sujetos individuales asociados de manera de formar un gru- internacionales; y aun podría establecerse, en verdad, una cierta jerarquía
po, es decir, no resta sino el s~eto colectivo. entre esos diversos grupos} dentro de la cual habría grados, correspondien-
Es conveniente advertir de nuevo aquí que la personalidad colectiva tes a las diferentes formas de actividad moral, según que esta actividad mo-
debe ser otra cosa que el total, de los individuos de que está compuesta, Tal por objeto una sociedad más pequeña o -más vasta) más elemen-
porque si no fuera más que una suma no podría alcanzar más valor moral talo más compleja, más particular o más comprensiva.
que los elementos de que está formada, que no lo. poseen por sí mismos. Pero es inútil entrar aquí en estas cuestiones. Es suficiente señalar el
Arribamos, pues, a esta conclusión: si existe una moral, un sistema de de- punto en el cual parece comenzar el dominio de la vida moral, sin que pue-
beres y obligaciones, es menester que la sociedad sea una persona da haber interés por el momento en establecer diferenciaciones, punto que
cualitativamente distinta de las personas individuales que comprende y de comienza tan pronto como hay anexión a un grupo, es decir, que se am-
cuya síntesis es el resultado. plía con sus crecimientos y que sufre sus limitaciones.
Podrá advertirse la analogía que se ofrece entre este razonamiento y Los actos que hemos aportado en el curso de nuestra exposición, ad-
aquel por el cual Kant demuestra la existencia de Dios. Kant postula la exis- quieren ahora, mediata e indirectamente, un carácter moraL
tencia de Días porque sin esta hipótesis la moral resulta ininteligible. No- Hemos afirmado que el interés ~jeno podría ser más moral, intrínseca-
sotros postulamos. en cambio, una sociedad específicamente distinta de los mente, que el propio interés. Pero en tanto que el prójimo participa de la
individuos, porque de otro modo la moral carece de objeto y el deber que- vida del grupo, en tanto que es miembro de la colectividad a la que esta-
da sin punto de apoyo. mos agregados, toma ante nuestros ojos algo de dignidad a punto tal que
Agregaremos que este postulado es fácil de verificar por la experien- nos sentimos indinados a amarlo y a quererlo.
cia. Aunque haya ya tratado frecuentemente este asunto en mis libros, me Tener apego a la sociedad es, como 10 demostraremos perfectamente
resultaría fácil agregar nuevas razones a las anteriormente dadas parajusti- más adelante, tener apego al ideal social, pues hay un poco de este ideal
ficar esta concepción. en cada uno de nosotros. Resulta natural, por lo tanto, que cada individuo
En definitiva, toda esta argumentación puede reducirse a algunos tér- participe en cierta medida del respeto religioso que ese ideal inspira.
minos por demás simples: reafirma que, con respecto a la opinión común, La anexión al grupo implica, pues, de una manera indirecta pero ne-
la moral comienza tan sólo cuando comienza el desinterés, la abnegación. cesaria, la anexión a los individuos: y es así cuando el ideal de la sociedad
Pero el desinterés no tiene sentido sino cuando el sujeto al cual nos subor- es una forma particular del ideal humano, cuando el tipo de ciudadano se
dinamos tiene un valor más elevado que los individuos en general. confunde en gran medida con el tipo genérico de hombre, al que nos sen-
Ahora bien, dentro del mundo de la experiencia, no conozco más que timos vinculados.
un sujeto que posea una realidad moral más rica, más compleja que la nues- He ahí cómo se explica el carácter moral que se atribuye a los senti-
tra, y este s~jeto es la colectividad. Me equivoco; hay otro que podría des- mientos de simpatía interindividuales y a los actos que tales sentimientos
empeñar el mismo papel: es la divinidad. inspiran. No se trata de afirmar que constituyan por sí mismos elementos
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SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 55
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la sociedad quien la hace, quien la cuida y quien la trasmite a los indivi-


intrínsecos del temperamento moral, sino que están tan estrechamente uni-
duos. Es de la sociedad de quien nosotros la recibimos. Por lo tanto, la civi-
dos -aunque indirectamente- con las disposiciones morales más esencia-
lización debe ser considerada como el conjunto de todos los bienes a los
les, que su ausencia puede ser considerada no sin razón como indicio muy
cuales atribuimos el más alto precio, la reunión de los más elevados valores
probable de una disminución de la moralidad.
humanos.
Cuando se ama a su patria, cuando se ama a la humanidad, no se pue-
Porque la sociedad es a la vez fuente y guardiana de la civilización, por-
de ver el sufrimiento de sus compañeros sin sufrir uno mismo y sin experi-
que es el conducto por el cual la civilización llega hasta nosotros; por todo
mentar la necesidad de llevarles un remedio. Pero aquello que nos liga al
ello es que se nos aparece como una realidad infinitamente más rica y más
prójimo no es nada de lo que constituye su individualidad empírica, sino
alta que la nuestra, es decü~ una realidad de la que procede todo cuanto
que es el fin superior del cual es servidor y órgano 3.
vemos y que, por ello mismo, nos supera por todas partes, alcanzando a
Estamos ahora en situación de comprender cómo existen normas, lla-
cada uno de nosotros tan sólo una pequeña porción de las riquezas inte-
madas normas morales, a las cuales es preciso obedecer porque ellas orde-
lectuales y morales de las que es depositaria.
nan, y que nos atan a fmes que nos contrarían al mismo tiempo que los
Cuanto más avanzamos en la historia, tanto más la civilización huma-
deseamos.
na se transforma en algo enorm\ Ycomplejo, en cuya medida va paulatina-
Acabamos de ver, en efecto, que la sociedad es el fin eminente de toda
mente cubriendo las conciencias individuales y haciendo sentir cada vez más
actividad moral. De donde resulta: a) al mismo tiempo que excede las con-
al individuo cómo trasciende de él. Así, por ejemplo, no basta sino recor-
ciencias individuales, les es inmanente; b) tiene todos los caracteres de una
dar que cada uno de los miembros de una tribu australiana lleva en sí la
individualidad moral que impone respeto.
totalidad de su civilización tribal, en tanto que cada uno de nosotros, con
respecto a nuestra civilización, sólo alcanza a integrar una parte realmente
a) La sociedad es un fin trascendente para las conciencias i1ldividuales.
insignifican te.
En efecto, la sociedad supera al individuo en todo sentido. Lo supera
Integramos en nosotros, pues, cierta parte de la sociedad y, por consi-
materialmente, puesto que resulta de la coligación de todas las fuerzas in-
guiente, al mismo tiempo que nos es trascendente, nos es también inma-
dividuales. Pero esta dimensión material, por sí sola, sería insuficiente. Así,
nente, y así la sentimos. O en otras palabras: la sociedad nos supera, nos
también, el universo excede al individuo, lo anonada con su inmensidad, y,
cubre, nos excede, tanto exterior como interiormente, ya que vive en noso-
sin embargo, no se dice por ello que el universo sea moral.
tros y por nosotros ..Más aún: la sociedad es, en cierto sentido, algo así como
De ahí entonces que la sociedad sea, específicamente, otra cosa que
nosotros mismos, la mejor parte de nosotros, toda vez que el hombre no es
una mera potencia material: es una gran potencia moral. Nos supera no
hombre sino en la medida en que es civilizado.
sólo física, sino también moralmente. .
Aquello que hace de nosotros seres verdaderamente humanos es pre-
La civilización es debida a la cooperación de los hombres asociados
cisamente 10 que alcanzamos ~ asimilar de ese conjunto de ideas, sentimien-
durante sucesivas generaciones; es, pues, una obra esencialmente social. Es
tos, creencias y preceptos de conducta que se llama civilización.
Hace mucho tiempo que ROUSSEAU ha demostrado que si se quita al
hombre todo cuanto le viene· por conduela de la sociedad, queda reducido
3 Es de esta misma manera cómo el sacrificio de un sabio por la ciencia puede adquirir a un ser expuesto a la mera sensación, apenas indiferenciado con respecto
indirectamente un carácter moral. La búsqueda de la verdad no es moral por sí misma, sino al animal. . .
que tal carácter depende del fin por el cual se persigue la verdad, y puede así afirmarse que
no es verdadera y plenamente moral sino cuando la ciencia es amada a causa de los efectos
Si el lenguaje, elemento social de primer orden, las ideas generales o
bienhechores que debe tener para la sociedad, para la humanidad. Pero, por otra parte, la abstractas son prácticamente imposibles, ya ello se debe, por lo tanto, el
abnegación del sabio apa~ionado por su ciencia parece excesiva, en virtud del proceso mental desenvolvimiento de todas las funciones mentales superiores.
que implica, si se la compara con la abnegación propiamente moral, ya que no participa, en Abandonado a sí mismo, el individuo caería bajo la dependencia de
una cierta medida, de los sentimientos que esta última despierta.. Tiene tan sólo, pues, un
aspecto de moralidad.
las fuerzas físicas. Si ha podido escapar a ellas, si ha podido liberarse, for-
S6 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGíA Y FILOSOFÍA 57

marse una personalidad, en fin, es porque ha logrado ponerse a cubierto Restaría examinar ahora, ciertamente, si en el heclto corresponde a este
de tales amenazas b~o la protección de una fuerza sui generis; esta fuerza origen el que las normas morales posean la autoridad que las hace apare-
intensa, inteligente y moral, resultado de la coalición de todas las fuerzas cer como obligatorias ante nuestras conciencias. Tal como ya lo he dicho
individuales, es así, en consecuencia, la que es capaz de neutralizar las ener- desde el comienzo, es éste un examen que me es imposible considerar aquí.
gías ciegas (inintelligentes el amorales) de la naturaleza: esta fuerza es la fuer- Todo cuanto puedo afirmar es que hasta el presente no he encontrado to-
za colectiva. davía, en el curso de luís investigaciones, una sola norma moral que no sea
Las teorías demuestran que el hombre tiene derecho a la libertad. Pero el producto de determinados factores sociales. Yo espel-o que se me señale
tales demostraciones adquieren valor, ciertamente, tan sólo en cuanto esa alguna que pareciera exigir una explicación diferente.
libertad deviene una realidad dentro de la sociedad y en virtud de ella. Por lo demás, el hecho -establecido hoy de una manera incontrasta-
De este modo, pues, querer a la sociedad es, por una parte, querer algo ble- que todos Los sistemas morales practicados efectivamente por los pue-
que nos cubre y nos supera; pero es al mismo tiempo querernos a nosotros blos son una función de la organización social de esos pueblos, gozan de
mismos y así, no podríamos pretender salimos de la sociedad sin querer las condiciones de su estructura y varían con ella, ¿no es por sí mismo sufi-
dejar de ser hombres. cientemente demostrativo?
No se trata de dilucidar aquí si la civilización nos ha aportado más bien- Es verdad que Liempo hubo en que se atribuía esta diversidad de for-
estar, pero lo que resulta indudable es que desde el momento en que so- mas de moral a la ignorancia o a la ceguera de los hombres; pero la histo-
mos civilizados no podemos ya renunciar a la civilización sin renunciar a ria ha establecido que, salvo casos anormales, cada sociedad tiene en líneas
nosotros mismos. generales la moral que ha menester, y que otra diferente no sólo no sería
El asunto fundamental que se plantea al hombre no es de saber si pue- posiblc sino que incluso llegaría a ser fatal para la socicdad que la practica-
de o no vivir fuera de una sociedad, sino en qué sociedad quiere vivir; y en ra.
este sentido yo reconocería gustosísimo a todo individuo el derecho de adop- La moral individual, como algunas veces se ha dicho, no escapa a esa
tar la sociedad de su elección. supuesto que no se hallare detenido en su ley, pues está ciertamente colocada en el más elevado nivel social. En cfec-
sociedad natal por deberes previamente contraídos. to, aquello que la moral individual nos ordena realizar es precisamente el
De aquí, pues, que se explique sin esfuerzo cómo la sociedad, al mis- tipo ideal del hombre tal como lo concibe la sociedad que consideramos,
mo tiempo que constituye un fin que nos supera y domina, puede lo que equivale a decir que todo ideal social es concebido a su imagen por
aparecérsenos como buena y deseable, desde que llega a todas las fibras de cada sociedad particular. Así, el ideal del romano o el ideal del ateniense
nuestro ser y goza, por consiguiente, de todos los caracteres esenciales que estaban estrictamente en relación con la organización propia de cada una
hemos reconocido como propios de los fines morales. de sus respectivas ciudades.
Ese tíP9 ideal que cada sociedad exige realizar a sus miembros, ¿no es
b) La sociedad es al propio tiempo una autoridad moral. precisamente la piedra angular de todo el sistema social y aquello que hace
Este enunciado es, en verdad, una consecuencia de todo cuan lO que- su unidad?
da dicho. Porque, ¿qué es una autoridad moral sino el carácter que Al propio tiempo que de estc modo resultan) pues, inteligibles los dos
atribuÍmos a un ser, no importa si real o ideal, que concebirnos como cons- caracteres del hecho moral, al propio tiempo que se interpretan tales ca-
tituyendo una potencia moral superior a la que nosotros poseemos? Lue- racteres en cuanto ellos expresan, queda de relieve aquello que hace su
go, el atributo característico de toda autoridad moral es imponer respeto~ unidad; tales caracteres no son sino dos aspectos de una sola y misma reali-
yes en virtud de este respeto precisamente que nuestra voluntad a<;:epta las dad, que es la realidad colectiva.
órdenes que ella dispone. La sociedad nos ordena porque es exterior y superior a nosotros. En-
La sociedad tiene en sepues, todo cuanto es necesario para propor- tre la sociedad y nosotros existe, así, una distancia moral que hace de la
cionar a ciertas normas de conducta el mismo carácter imperativo, distinti- sociedad una autoridad ante la cual se inclina nuestra voluntad. Pero por
vo de la obligación moral. otro lado, amamos y deseamos la sociedad, la amamos y la deseamos por-
58 EMILIO DURKHElM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 59

que nos es interior, porque está en nosotros, porque es, en fin: un p~co de gan el mismo carácter, que sean también distinguidos entre todos los otros
nosotros mismos, bien que tal sentimiento exprese un deseo SUl generts, toda deseos humanos, que gocen de un prestigio, que posean una energía que
vez que, no obstante cuanto hagamos, la sociedad no alcanza a ser nunca los destaque de entre todos los movimienlos de nuestra sensibilidad.
nuestra sino en mínima parte, pues el .dominio que ejerce sobre nosotros Ahora bien, los sentimientos colectivos satisfacen la presente condición,
es infinito. precisamente porque tales sentimientos constituyen el eco, en nosotros, de
Se puede comprender, finalmente¡ desde este mismo punto de vista, la grande voz de la colectividad, es decir, hablan al interior de nuestras con-
ese carácter sagrado que las cosas morales han tenido siempre y todavía po- ciencias con un tono por completo diferente que el de los sentimientos pu-
seen, carácter que constituye una verdadera religiosidad sin la que no sería ramente individuales. Los sentimientos colectivos nos hablan más alto y tie-
posible la existencia de la ética. ~ . nen, por la misma razón de su origen, una fuerza y un ascendiente
Yo parto de esta observación: los objetos no tienen valor por SI mIS- particularísimos. Se concibe, pues, que las cosas a las cuales se vinculan es-
mos. tos sentimientos, participen de su mismo prestigio, que sean apartadas y
Esta verdad se aplica también a las cosas económicas. La antigua teo- elevadas por sobre las otras, con la misma gran distancia que separa entre
ría económica, según la cual existirían valores oqjetivos inherentes a las co- sí estas dos clases de estados de conciencia.
sas, indep_endientemente de nuestras representaciones, casi no tiene adep- De ahí es de donde procede ese carácter sagrado del que actualmente
tos actualmente. se halla investida la persona humana, carácter que no le es inherente por
Los valores son productos de la opinión y, en consecuencia, las cosas naturaleza.
adquieren valor sólo respecto a determinados estados de conciencia. En las En efecto, analícese el hombre tal cual se ofrece al análisis empírico y
épocas en que el trabajo manual ha estado estigmatizado por un descrédi- no se hallará nada que implique esa sanüdad, ya que todo en él es tempo-
to moral, su valor reconocido y medido según la retribución de que era ral. Pero lo cierto es que, por efecto de causas que no es nuestro propósito
o~jeto} resultaba inferior al que le atribuimos hoy. A este respecto, podrían buscar en este Ínstante, la persona humana se ha convertido en el objeto al
multiplicarse los ejemplos. cual la conciencia de los pueblos europeos se ha adherido más que a otro
Este concepto es aplicable tanto a cosas morales como a objetos eco- alguno, habiendo -adquirido así, de pronto, un valor incomparable. Es la
nómicos. Cuando afirmamos que ciertas cosas son sagradas, entendemos sociedad la que la ha consagrado.
que eUas tienen un valor inconmensurable con respecto a los otros valores Esa de aureola que rodea y protege al hombre contra los des-
humanos. Es por esto que todo lo sagrado se aparta, adquiriendo una valo- bordes sacrílegos, no la posee naturalmente, sino que es la forma cómo la
ración que no admite una medida común con aquello que es profano. sociedad lo imagina, la alta estima que le brinda, proyectadas fuera y
Las cosas morales, por su parte, gozan ciertamente de este mismo ca- o~jetívadas.
rácter; pues nunca admitimos, más aún, jamás -según mis conocimientos- De esta manera, nos encontramos con que, muy lejos de ese antago-
los hombres han admitido que un valor moral pueda ser expresado en fun- nismo que frecuentemente se ha aceptado entre individuo y sociedad, el
ción de un valor de orden económico o -como 10 diría gustosamente- de individualismo, el culto del individuo humano, es en realidad obra de la
orden temporaL misma sociedad. Es la sociedad la que lo ha instituído, la que ha hecho del
P-odemos en ciertos casos, en nombre de la debilidad humana, excu- hombre un dios del cual ha venido a ser su servidora.
sar al hombre que ha sacrificado su deber para conservar su vida, pero nunca Es posible que de este modo pueda representarse mejor aquello que
llega'ríamos a proclamar como legítimo este sacrificio y menos aún con mé- es esta sociedad, en la ,cual yo creo encontrar la fuente y el objeto de la
ritos para ser apJ;obado. De donde resulta que la vida es, entre todos los moral.
bienes profanos, amorales, aquel que naturalmente apreciamos más, por- Se me ha imputado algunas veces el dar así a la vida moral una finali-
que es la condición de todos los otros bienes. dad bien pobre, al mismo tiempo que brindarle una escena demasiado es-
Pero entonces, para que las cosas morales puedan ser deb~damentc dis- trecha.
tinguidas es preciso que los sentimientos que determinan sus valores ten-
60 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 61

Sin duda que si no se ve en la sociedad más que el grupo de individuos Pero aquí, como antes, la ciencia de lo real nos coloca en situación de
que la componen, el habitat que ocupan, el reproche se justifica sin esfuer- modificar lo real y de dirigirlo. La ciencia de la opinión moral nos provee
zo. Pero la sociedad es otra cosa: es, ante todo) un conjunto de. ideas, de de medios para juzgar la opinión moral y, según la necesidad, también para
creencias, de sentimientos de las más diversas clases, amalgama que se lle- rectificarla. Deseo proporcionar al respecto algunos ejemplos de rectifica-
va a cabo por los individuos. cióñes posibles, cuya lista no queda de ningún modo agotada.
En el primer plano, dentro de todas estas ideas, se encuentra el ideal Por lo pronto, puede ocurrir que por efecto de una tormenta pasaje-
moral, en el cual vemos la principal razón de ser de la sociedad. Querer la ra, algunos de los principios fundamentales de la moral se eclipsen momen-
sociedad es, pues, querer este ideal a punto tal que preferiríamos a veces táneamente en la conciencia pública, de tal modo que llegue en un deter-
verla desaparecer como entidad material antes que renegar del ideal que minado instante a no experimentar su influencia y que, más aún. los nie-
ella encarna. gue, ya sea teórica o prácticamente, es decir, en forma explícita yen la rea-
Una sociedad es un hogar de intensa actividad intelectual y moral, cuyo lidad de las cosas. La ciencia de las costumbres puede incitar a esta con-
resplandor se percibe de lejos. ciencia moral, temporariamente obscurecida, para que retorne a lo que
De las acciones y reacciones que intercambian los indivíduos se des- anteriormente era en forma permanente; y desde luego, oponiendo durante
prende una vida mental enteramente nueva, vida mental que transporta ,un cierto tiempo a la alteración transitoria la forma permanente, afirman-
nuestras conciencias a un mundo del cual no tendríamos idea alguna en do el principio de tal modo negado, es decir, superando el carácter agudo
tanto hubiéramos vívido aislados. y transitorio de la crisis que lo ha ensombrecido, se puede, en nombre de
De todo esto nos percatamos perfectamente, sobre todo en épocas de la ciencia, despertar las dudas racionales acerca de la legitimidad de dicha
crisis, cuando algn gran mo-vimiento colectivo nos embarga por comple- negación,
to, nos solevanta por encima de nosotros mismos, nos ttansfigura. Lo cual Siguiendo siempre el mismo método, puede hacerse más aún y mos-
no significa que si experimentamos esta acción más débilmente en el curso trar cómo este principio está en relación con tales o cuales condiciones esen-
ordinario de la vida, porque es ella menos víolenta y aguda, no por eso deja ciales constantemente actuales de nuestra organización social, de nuestra
de ser menos real. mentalidad colectiva; y, por lo tanto, poner en evidencia cómo no es posi-
ble desconocer ese principio sin negar también las condiciones de la exis-
tencia colectiva y, en consecuencia, de la existencia individuaL
3. Juicios sobre la moral Si, por ejemplo, en un momento dado, la sociedad tiende, en su con-
JUIltO) a perder de vista los derechos sagrados del individuo, ¿no se podría,
Procuraré ser muy breve en esta tercera parte de mi exposición. La he acaso, corregirla con autoridad, recordándole cómo el respeto a tales dere-
íncluído tan sólo para facilitar la discusión acerca de una objeción que me chos está estrechamente ligado a la estructura de las grandes sociedades
ha sido hecha con frecuencia y que se apoya, a mi juicio, en una mala in- europeas, a todo el conjunto de nuestra mentalidad, a tal punto que negar-
terpretación. lo bajo el pretexto de intereses sociales es negar los propios y más esencia-
Se dice que concebir la moral en la forma que dejo expuesta excluye les intereses sodales?
la posibilidad de juzgarla. Puede lograrse igualmente -fuera de la moral constituída, que se man-
Parecería que por ser la moral un producto de la colectividad, se ha tiene por la fuerza de la tradición- que las tendencias nuevas nazcan con
de imponer necesariamente al indivíduo en forma tal que éste 'quede redu- más o menos conciencia de sí mismas. La ciencia de las costumbres puede
cido a aceptarla pasivamente, incluso sin tener nunca el derecho de rebe- entonces permitirnos tomar partido entre estas formas divergentes de la
larse contra la moral, cualquiera que ella sea. De este modo, es evidente moral: puede enseñarnos, por ejemplo, que la primera corresponde a un
que estaríamos condenados a seguir siempre la opinión, sin poder levan- estado de cosas que ha desaparecido o que está en VÍas de desaparecer; que
tarnos nunca, con recta razón, en su contra. las ideas nuevas que se encuentran en trance de surgir se hallan, por el
contrario, en relación con los cambios sobrevenidos dentro de las condi-
62 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 63

ciones de la existencia colectiva, exigida precisamente por tales cambios, ver, por el contrario -aun sin proponerse ser sistemáticamente ecléctico-,
Es decir, que la ciencia de as costumbres puede, ayudarnos a precisar y de- que tal concepción d<:ja lugar a todos los puntos de vista y, en particular, a
terminar todas estas y muchas otras ideas. tos que son de ordinario los más opuestos.
No estamos obligados en absoluto, pues) a inclinarnos dócilmente ante Me he dedicado especialmente a mostrar, pues, cómo .es.ta concepción
la opinión moral. Más aún: podemos considerar legítimo el rebelarnos con- permite tratar empíricamente los hechos morales, dejándoles su carácter
tra ella. En por uno de los motivos que se han enumerado, puede sui generis, es decir, esa religiosidad que les es inherente y que los separa
ocurrir que juzguemos de nuestro deber el luchar contra ideas morales que del conjunto de fenómenos humanos. De este modo se salva el empirismo
sabemos anticuadas, meras supervivencias, contra las cuales nos parezca ser utilitario que quiere explicar racionalmente la moral, pero que intenta ha-
el medio más eficaz el de negar su validez, no sólo en el campo teórico cerlo negando sus caracteres racionalmente específicos y rebajando sus no-
sino también en el terreno práctico de los hechos. En asuntos de este or- ciones esenciales al mismo nivel que las nociones fundamentales de las téc-
den se presentan indudablemente casos de conciencia siempre delicados, nicas económicas; como, asimismo, se sortea el apriorismo kantiano que
casos que no pretendo resolver aquí en forma simplista. con cuya aclara- brinda un análisis relativamente fiel de la conciencia moral, pero que es
ción queda a salvo que mi deseo es tan sólo indicar el método mediante el más descriptivo que explicativo; y se delermina la noción del deber mediante
cual es posible plantearlos. razones de orden experimental y sin excluir aquello que justificadamente
Ahora bien, cualquiera sea el estado de este asunto, no podemos aporta el eudemonismo.
rar a otra moral que aquella que reclama nuestro estado social. Hay allí un Es que todas estas maneras de ver que se oponen en el dominio de los
punto de referencia objetivo al cual deben estar siempre referidas nuestras moralistas, no se excluyen, en verdad, sino en el terreno de lo abstracto:
apreciaciones. La razón que juzga en estas materias no es, pues, la razón no hacen, en efecto, sino expresar diferentes de una realidad com-
individual, movida quién sabe por qué inspiraciones interiores, por qué pleja, lo cual queda en evidencia por la misma circunstancia de hallarlas a
preferendás personales, sino que es la razón apoyada en el conocimiento todas ellas, cada una en su lugar, tan pronto como se lleva la observación
tan metódicamente elaborado como sea posible- de una dada realidad: la sobre esa realidad y se procura conocerla dentro de su misma compleji-
realidad sociaL dad *
Es de la sociedad y no de mí de quien depende la moral. y, sin duda,
es muy frecuente que nos encontremos obligados a tomar un partido res-
pecto a estos asuntos sin esperar a que la ciencia se encuentre lo bastante
adelantada para guiarnos; o en otras palabras: las exigencias de la acción
nos crean frecuentemente la necesidad de adelantamos a la ciencia. En tal
caso, hacemos naturalmente como podemos, reemplazando la ciencia me-
tódica -que es imposible- por una ciencia sumaria prematura, completa-
J

da mediante inspiraciones de la sensibilidad. Pues no se trata de pretender


que una ciencia, nacida ayer, se halle en condiciones de gobernar
soberanamente la conducta. Mi deseo ha sido tan sólo mostrar que esta cien-
cia no nos impide apreciar lo real, sino que, por el contrario, nos propor-
dona los medios de apreciación razonada.
Tal es -tanto como es posible exponerlo en el curso de una diserta-
ción- la concepción general de los hechos morales a que me han conduci- * Extracto del Bulletin de la Sociité Franfoise de PhilosoPhie, El profesor Durkheim había
do las investigaciones que he hecho sobre este problema desde hace algo hecho conocer a los miembros de la Sociedad las tesis que reproducimos aquí. Las hacemos
más de veinte años. Se la ha mirado algunas veces como esu'echa. Yo espe- seguir de una parte de la discusión que tuvo lugar en la sesión del 1 1 de febrero de 1906. (Nota
ro que, mejor comprendida, ha de dejar de ser considerada así. Se podrá del profesor Bouglé).
CAPÍTULO TERCERO
RESPUESTA A LAS OBJECIONES

1
ESTADO DE LA SOCIEDAD Y ESTADO DE LA OPINIÓN 1

He sostenido que el punto de referencia con respecto al cual deben


ser establecidas nuestras predicciones en cuanto al porvenir de la moral es}
no el estado de la opinión, sino el estado de la sociedad, tal cual se da real-
mente o tal como parece llamada a ser en virtud de causas necesarias que
dominan la evolución,
En tal sentido, lo que importa saber es el concepto de sociedad, es de-
cir, qué es la sociedad y no el modo según el cual la sociedad se concibe a
sí misma, que puede ser erróneo. Así, por ejemplo, el problema consiste
actualmente en buscar aquello que la moral debe ser dentro de una socie-
dad como la nuestra, caracterizada por una concentración y una unifica-
ción crecientes, por una multitud siempre mayor de vías de comunicación
que ponen en relación sus distintas partes, por una absorción de la vida
local por la vida general, por el consiguiente vuelo de la gran industria,
por el desenvolvimiento, en fin, del espíritu individualista que acompaña
- esta centralización de todas 1as fuerzas sociales.
En cuanto se refiere a las confusas aspiraciones que nacen por todas
partes, ellas deben ser vistas como la forma con que la sociedad, o para de-
cir mejor, las diferentes partes de la sociedad, se representan este estado
de cosas y los medios de encararlo, fuera de lo cual dichas aspiraciones no
alcanzan a tener otro valor.
Ciertamente, esas aspiraciones constituyen preciosos elementos de in-
formación) pues traducen algo de la realidad social subyacente. Pero cada

J En respuesta a una observación de D. PAlWD!.


66 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 67

una de tales aspiraciones no expresa sino un aspecto, y aun no lo expresa SÓCRATES expresaba más fielmente que sus jueces la moral que conve-
siempre con fidelidad. nía a la sociedad de su época. Al respecto, sería fácil mostrar que una nue-
, Así, las pasiones y los prejuicios que se colocan siempre de su parte, va fe religiosa y moral se había hecho necesaria a Atenas, como consecuen-
no permiten que esa expresión alcance su debida exactitud. Es a la ciencia cia de las transformaciones por las que había pasado la vieja organización
a quien corresponde lograr la verdadera realidad social y expresarla debi- gentilicia y como resultado de la subsiguiente conmoción en las creencias
damente, y es sobre una tal realidad, de este modo conocida, que el sabio religiosas que tal hecho había provocado. Y sería fácil asimismo hacer ver
debe hacer descansar sus juicios anticipados. que esa aspiración hacia fórmulas nuevas no fue sentida tan sólo por
Sócrates, que tuvo a su favor un poderoso antecedente en todo cuanto los
En verdad, para poder tratar el problema moral práctico, tal cual se sofistas habían ya expresado. He ahí en qué sentido Sócrates se anticipó a
plantea actualmente, es necesario conocer las tendencias antagónicas en su época al enunciarlo.
que se divide la sociedad como, por ejemplo, la corriente socialista, en sus
diferentes formas, y su contraria, la corriente mística, etcétera. Pero el sa-
bio puede estar seguro de antemano que ninguna de tales aspiraciones le
podría satísfacer b<!io la forma que hubieren tomado espontáneamente, 1,
II
aunque puedan presentar, sin embargo, más verdad práctica unas que otras
y merecer, por este motivo, una cierta preferencia. LA RAZÓN INDIVIDUAL Y LA REALIDAD MORAL 2
El papel de la ciencia no se limita, pues, a introducir a priori un poco
más de claridad dentro de las tendencias de la opinión. Es el estado de la El individuo puede substraerse parcialmente a las normas existentes,
sociedad y no el estado de la opinión el que es necesario alcanzar a cono- en tanto acepte la sociedad tal cual es y no tal como se le ofrece, es decir,
cer. en tanto quiera una moral adaptada al estado actual de la sociedad y no a
Empero, es difícilmente admisible que la opinión no exprese nad<:l de un estado social históricamente pasado u otro cualquiera.
real, es decir, que las aspiraciones de la conciencia colectiva sean puras alu~ El propio prin,cipio de la rebelión es, pues, el mismo principio que rige
dnaciones. Bien que algunas de ellas no tengan ninguna relación con la el conformismo: es a la naturaleza verdadera de la sociedad a la que el indi-
investigación científica, debe admitirse sin embargo que los resultados de viduo se adapta cuando obedece a la moral tradicional y es también a la
la investigación -si ha sido metódíca- verificarán algunas de estas aspira- naturaleza verdadera de la sociedad a la que sigue cuando se rebela contra
ciones, teniendo al propio tiempo oportunidad para aclararlas, precisarlas esa misma moral.
y completarlas entre sí. En el reino moral, como en todos los otros reinos de la naturaleza} la
Por otra parte, el sabio o el filósofo que pretendiera preconizar una razón del individuo no tiene privilegios en tanto que razón del individuo.
moral en la cual la opinión no tenga la menor participación, haría un vano La sola razón por la cual es posible legítimamente reivindicar en cualquier
intento, ya que una tal moral sería letra muerta, y semejante discordancia parte el derecho a intervenir y a elevarse por encima de la realidad moral
bastaría para que un espíritu prudente y metódico entrara en desconfianza histórica. con miras a reformarla, no es mi razón ni la vuestra, sino la razón
frente a las conclusiones alcanzadas por ellos, deducidas conforme a su cri- humana, impersonal, razón que no se verifica verdaderamente sino en el
terio. ' campo de la ciencia.
He ahí cómo en la práctica el papel de la reflexión ha consistido siem- Del mismo modo como las ciencias de las cosas físicas nos permiten
pre, más o menos, en una ayuda a los contemporáneos para que llegaran a corregir éstas, la ciencia de los hechos morales nos pone en condiciones
adquirir conciencia de sí mismos, de sus necesidades, de sus sentimientos. de rectificar, modificar y dirigir el curso de la vida moral.
La ciencia de la moral, tal cual yo la entiendo, no es sino un empleo
más metódico de la reflexión puesta al servicio de este mismo fin.
2 En respuesta a una observación dejuLlÁN DARLu.
68 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 69

Pero la intervención de la ciencia, en ese sentido, tiene por objeto subs- este modo es lisa y llanamente la ciencia, en particular la ciencia de los he-
tituir el ideal colectivo de hoy por otro ideal, de ningún mono individual o chos morales.
que exprese a una determinada personalidad particular, sino por un ideal Todos mis esfuerzos procuran, precisamente, sacar la moral del
también colectivo, es decir, que refleje a una colectividad mejor compren- s1!_~jetivismo sentimental en que se halla sumida, subjetivismo que es en de-
dida. finitiva una forma o bien del empirismo o bien del misticismo, dos modos
La ciencia de los hechos morales, tal como yo la entiendo, es precisa- de pensar estrechamente emparentados.
mente la razón humana aplicada al orden moral, tanto con el fin de cono~ Por otra parte, me parece superfluo agregar, dentro del mismo terre-
cería y comprenderlo desde sus mismos orígenes cuanto con el objeto de no, que no podemos reformar la moral sino cuando la ciencia se halla lo
dirigir sus subsiguientes transformaciones. bastante avanzada para indicarnos las reformas útiles que podemos llevar a
No hay en todo esto sentido j)roPio. Al contrario., este empleo metódico cabo.
de la razón tiene por principal finalidad substraernos, tanto como sea posi- De todo ello resulta claro que es necesarÍo vivir y que debemos hacer
ble, a las sugestiOl~es del sentido propio para dejar hablar las cosas por sí progresar constantemente la ciencia. En tal caso, es natural que proceda-
mismas. Las cosas -tal como aquí se emplea esta palabra- significan el esta- mos como podamos, sÍlviéndonos de los rudimentos de conocimientos cien-
do presente de la opinión moral en sus relaciones con la realidad social, ,tít1cos de que disponemos, completándolos por medio de nuestras impre-
que tal opinión debe expresar. siones, de nuestras sensaciones, etcétera.
Pienso que hay ahí entre nosotros una divergencia, acerca de la cual No podemos negar, es verdad, que por tal camino corremos más ries-
conviene tomar debido conocimiento antes que intentar disimularla. Se gos. llero a veces es necesario arriesgarse.
concibe la rebelión contra la tradición moral como una revuelta del indivi- Todo cuanto yo deseo probar es que la actitud que creo poder adoptar
duo contra la colectividad, es decir, de nuestros sentimientos personales dentro del estudio de los hechos morales no me condena a una especie de
contra los sentimientos colectivos. En cambio, lo que yo opongo a la colec- optimismo resignado ...
tividad -dentro de este concepto de rebelión- es la propia colectividad, pero jULIÁN DARLU presenta como una evidencia que existan infinitamente
una colectividad más y mejor dotada en cuanto a la conciencia de sí mis- más cosas en la coriciencia de un «individuo que dentro de la sociedad más
ma. compl~ja y perfecta». Yo confieso que, en cuanto a mí, es lo contrario pre-
¿Podría decirse que esa conciencia más elevada de sí misma no la ad- cisamente lo que me parece evidente.
quiere verdaderamente la sociedad sino dentro de y por un espíritu indivi- El conjunto de bienes intelectuales y morales que constituye la civiliza-
dual? Absolutamente, pues esa conciencia más elevada no la logra cierta- ción en cada momento de la historia tiene por asiento la conciencia de la
mente la sociedad sino por la y la ciencia no es algo particular del colectividad y no la del individuo. Cada uno de nosotros no alcanza a asi-
individuo, es un o~jeto social el impersonal de primer orden. mílar sino fragmentos de ciencias y, asimismo, disfruta tan sólo de algunas
En verdad, los derechos que de este modo yo reconozco a la razón son impresiones estéticas.
considerables. Pero es menester explicarse acerca de esta palabra razón. Es dentro de la sociedad y por la sociedad que la ciencia y el arte vi-
Si se entiende por ahí que la razón posee por sí misma, en un estado ven, en cambio, en toda su plenitud.
inmanente, un ideal moral, en cuyas condiciones la razón podría y debiera ¡Se habla de la riqueza moral del individuol Pero de las múltiples co-
oponerse al otro ideal perseguido por la sociedad en cada momento de su rrientes morales que trab,yan nuestra época, cada uno de nosotros percibe
historia, entonces afirmo que este aP1iorismo es una aseveración arbitraria apenas una, aquella que atraviesa el propio medio individual, y aun así no
contradicha por todos los hechos conocidos. alcanza a tener de ella sino una sensación fragmentaria y superficial.
La razón a la que yo recurro es la razón aplicada metódicamente a una ¡Cuánto más rica y compleja es la vida moral de la sociedad, con sus
dada materia, en este caso la realidad moral del presente y del pasado, para aspiraciones de toda clase que se complementan o se entrechocanl Pero
alcanzar a saber qué es ella, procurando deducir consecuentemente del es- nosotros no sabemos casi nada todavía de esa intensa actividad que fermenta
tudio teórico sus respectivos resultados prácticos. La razón entendida de en derredor nuestro ...
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 71
70 EMIUO DURKHEIM

lugar. Los antiguos deberes han perdido su imperio, sin que veamos toda-
De todas las normas morales, las que se refieren al ideal del individuo
vía con claridad y ojo seguro cuáles son nuestros nuevos deberes.
son las que permiten más fácilmente establecer el origen social.
Ideas divergentes dividen los espíritus. Atravesamos un período de cri-
El hombre que nosotros procuramos llegar a ser es el hombre de nues-
sís. No es asombroso, pues} que no experimentemos el ímp'~rio de las nor-
tra época y de nuestro medio. Es evidente que cada uno de nosotros colo--
mas morales actuales tanto como en el pasado. No es posible, por consi-
rea a su manera este ideal común, lo sella con su individualidad, del mis-
guiente, que tales no~mas se nos aparezcan tan desde que son en
mo modo que cada uno practica a su manera la caridad, la justicia, el pa-
inexistentes.
triotismo, etc.
Resulta de ahí que la moral se presenta ante nuestros ojos menos como
Pero se trata tan poco a este respecto de una construcción individual,
un código de deberes, como una disciplina definida que nos obliga, que
que en ese ideal, así concebido, es en el que comulgan todos los hombres
como un ideal entrevisto -aunque fuera completamente impreciso todavÍa-
de un mismo grupo y que hace especialmente su unidad moraL
que nos atrajera.
Así, el romano tenía su ideal de la perfección individual en relación
El fermento de la vida moral es, así, menos un senlimiento de defe-
con la constitución de la ciudad romana, del mismo modo que nosotros
rencia hacia un imperativo indiscutido que una de aspiración ha-
tenemos el nuestro en relación con la estructura de nuestras sociedades con-
. da un objetivo elevado aunque incierto.
temporáneas. Es, por lo tanto, una ilusión asaz grosera el creer que noso-
Por aquí se ve de nuevo como es preciso entrar en desconfianza acer-
tros hemos engendrado libremente este ideal en nuestro fuero interno.
ca de las conclusiones que podemos estar tentados de deducir de una ex-
periencia demasiado compendiada y breve.
Bien. Hechas estas salvedades, entro al fondo de] asunto que me ha
planteado el prof. jAcon.
III Es verdad, sí, que procuro conservar el carácter sagrado de la moral, y
EL SENTIMIENTO DE OBLIGACIÓN Y EL CARÁCTER SAGRADO procuro conservarlo, no porque intente responder a talo cual aspiración
DE LA MORAL 3 de que participe oque me atraiga, sino porque ello es lo que me dicen los
hechos.
El sentimiento de obligación varía sin cesar en forma tal que si se pier- Desde el momento que, en todas partes, la moral aparece dentro de la
de de vista este sentido de la variabilidad, puede hasta llegar a creerse por historia como impregnada de religiosidad, resulta imposible que se despo-
momentos que desaparece, tan sólo porque cambia. Es esto lo que se pro- je totalmente de este carácter; de lo contrario, dejaría de ser ella misma.
duce actualmente en nuestra sociedad francesa. Un hecho no puede perder, en efecto, uno de sus atributos. esenciales
Yo me encuentro muy inclinado a ver que otro es el aspecto de esta sin cambiar de naturaleza. De tal modo, la moral no sería más moral si no
cuestión hoy en día, el aspecto deseable de la moral que predomina en tuviera nada de religiosa. Así, por ejemplo~ el horror que inspira el crimen
muchas conciencias contemporáneas. Haya este respecto razones que no es desde todo punto comparable al que el sacrilegio inspira a los creyentes;
es posible dejar de atender. y el respeto que nos provoca la persona humana es, asimismo, bien difícil
En efecto, para que el sentimiento de obligación adquiera todo su re- de distinguir de otro modo que no sea por los matices del respeto que el
lieve es menester que posea una moral perfectamente constituida de morlo devoto de todas las religio l1es tiene por las cosas que él considera sagradas.
tal que se imponga a todos sin objeción. Ahora bien, la moral tradicional Pienso, eso sÍ) que este concepto de sagrado puede alcanzarse única-
está sacudida hoy, sin que ninguna otra se haya formado para ocupar su mente en términos laicos~ y en tal sentido me esfuerzo por hacerla com-
prender.
He ahí, en pocas palabras, el rasgo distintivo de mi actitud: en lugar
de desconocer y de negar -como lo hacen los uti1itarios- todo cuanto hay
3 En respuesta a una observación de B.JACOS. de religioso en la moral; en lugar de convertir esta religiosidad en la
72 EMILIO DURKHElM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 73

hipóstasis de un ser trascendente de acuerdo con la teología espiritualista, apartadas, sino que es una prueba de la solución de continuidad que existe
yo me propongo traducirla a un lenguaje racional, sin hacerle perder por entre 10 sagrado y lo profano, es decir, que no hay entre ambos órdenes
ello ninguno de sus caracteres específicos. Podéis descubrir que -desde este una medida común, sino que son radicalmente heterogéneos, inéonmen-
punto de vista- eludo la objeción que me hacéis, porque ante este carácter su rabies, o en otras palabras, que el valor de lo sagrado no es comparable
sagrado) cuya existencia afirmo, mi pensamiento laico conserva toda su in- con aquel que corresponde a lo profano.
dependencia. Esto sentado, ¿Ror qué no habrían de existir valores laicos inconmen-
Pero ¿es posible esta empresa? ¿No sería más bien, como parecería des- surables? Si los hay, tales valores son sagrados, y de ahí por qué la moral
prenderse, contradictoria en sus términos? puede tener algo de religioso.
Para responder a este asunto es necesario determinar un poco más nÍ- Ahora bien, que las cosas morales responden a esta definición, que son
tidamente esta noción de lo sagrado. No es que me proponga dar de este inconmensurables con respecto a otras cosas de la naturaleza, es cuestión
modo, en forma accidental, una definición rigurosa, sino que creo posible que me parece incontestable. Es un hecho.
por lo menos f~ar ciertos caracleres que me permitirán explicarme. Por lo demás, la conciencia pública no admite, no ha admitido nunca,
Por lo pronto, he de hacer notar que parecería haberse identificado la que se pueda faltar legítimamente a un deber por motivos puramente
noción de lo sagrado con la idea de obligación con el imperativo categóri-
J utilitarios; o bien, si llega a descender hasta esta tolerancia, es a condición
co. Habría mucho que decir acerca de esta identificación. de ocultarse a sí misma, por medio de alguna casuística, la contradicción ~
Al respecto, es preciso advertir que se considera como necesario que que comete. (
la noción de imperativo sea la verdadera característica de aquello que la He ahí, pues, cómo existe lo sagrado en moral. Pero frente a este ca-
moral tiene de religioso. Todo 10 contrario, ya que podría demostrarse que rácter sagrado, la razón no tiene absolutamente por qué abdicar de sus de-
I
cuanto más una moral es esencialmente religiosa tanto más la idea de obli-
gación queda borrada.
rechos. Es así legítimo investigar cómo ocurre que nosotros incorporemos
ese carácter a determinados o~jetos o a ciertos actos, es decir, de dónde
I
"1
Por otra parte, muy frecuentemente la sanción que acompaña a la vio- proviene que exista un mundo separado, un mundo de representaciones
lación de los preceptos rituales es completamente análoga <:L aquella que sui generis, ya qué.corresponden en la realidad dichas representaciones. Es
sigue a la violación de las reglas de higiene. Así, por ejemplo, se observa en precisamente a este asunto al que intentaré responder.
este último orden que el imprudente que se ha expuesto a un contacto sos-
pechoso resulte afectado de una enfermedad que proviene analíticamente
de dicho contacto. De la misma manera, en el orden religioso, el profano
Se puede ir más lejos aún y preguntarse si tales cosas, tales maneras de
influir que presentan hoy ~se carácter, no poseen esa cualidad indebida-
mente, por supervivencia o por efecto de circunstancias anormales; si otras,

~

que ha tocado indebidamente una cosa sagrada ha desatado sobre sí una por el contrario, que al presente se hallan privadas de dicho carácter, no i
fuerza temible que determina en su cuerpo la enfermedad y la muerte. son susc~ptibles de adquirirlo en virtud de determinadas analogías; y así i
,!
Hay, pues, como se ve, una profilaxis religiosa que coincide en más de sucesivamente.
un punto con la profilaxis patológica. De donde puede inferirse que no es Dc este modo, la razón cuida toda su 1ibertad, la conserva, sin dejar de
por su aspecto meramente obligatorio que la moral se aproxima a la reli- ver en la realidad moral algo de sagrado que est.a.blece una solución de con- I
gión. tinuidad entre la moral y las técnicas económicas, industriales, etcétera, con ¡
Por otra parte, tal como lo he manifestado en mi comunicación, lo sa- las cuales el utilitarismo corriente tiende a confundirse ...
grado es esencialmente aquello que está colocado apaTte, que está sepamdo. La ciencia de que yo hablo no es precisamente la sociología de una
Es este carácter el que identifica lo sagrado, carácter que impide que sea manera general, como tampoco quiero decir que las investigaciones sobre
confundido con lo profano sin que deje inmediatamente de ser lo que es. la estruc-tura de las sociedades, su organización económica, política, etc., I!
Toda confusión y aun todo contacto tiene por resultado profanar lo sagra- puedan deducirse de las aplicaciones morales. La sola ciencia que puede ¡
do, es decir, arrebatarle todos sus atributos constitutivos. Pero esta separa-
ción no coloca en un mismo plano los dos órdenes de cosas de tal modo
proporcionar los medios de obtener estos juicios acerca de las cosas mora-
les es la ciencia especial de los \lechos morales. I
1

1
I
74 EMILIO DURKHElM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA
75

Para apreciar la moral es necesario que partamos de datos proporcio-


nados por la realidad moral tanto del presente como del pasado.
J
IV
Esta 'ciencia de los hechos morales es seguramente -estoy convencido LA AUTORIDAD MORAL DE LA COLECTIVIDAD 4
de ello- una ciencia sociológica. es decir, una rama muy particular de la
sociología. Yo no he afirmado que la autoridad moral de la sociedad provenga de
El carácter sui generis que he reconocido a la moral no me permite, sin su papel como legisladora moral; esto sería absurdo. Hc dicho todo lo con-
embargo, admitir que pueda ser derivado de aquello que no reconoce tal trarío, a s~ber: que la' sociedad se halla capacitada para desempeñar ese pa-
naturaleza. Los hechos morales están evidentemente en relación con los pel de legIsladora porque se encuentra investida, ante nuestros ojos, de una
otros hechos sociales y no sería el caso de separarlos; pero forman, sÍ den- t
autoridad moral perfectamente fundada.
tro de la vida social, una esfera distinta, y las especulaciones prácticas que La designación de «autoridad moral)} se opone a aquella de (autori-
se refieren a esta esfera no pueden ser deducidas sino de especulaciones dad material») de supremacía física. Una autoridad moral es una realidad
teóricas que se relacionen igualmente con ese mismo orden de hechos. psíquica, una conciencia más elevada y más rica que la nuestra, respecto
Habiendo propuesto León Brunschvicg que el progreso de la civilización fue- de la cual experimentamos nuestra indiscutible dependencia.
m difinido cpmo consistente en aquello que per1nite «a las libertades individuales el . He demostrado ya cómo la sociedad actual ofl'ece el carácter que sClla-
ejercer cada vez; más extensamente su derecho de «repetición» (reprise) sobre la. es- lo, porque es a un tiempo la fuente y el asiento de todos los bienes intelec-
tructum, material de las sociedades»J el profesor DURKIlEIM 11?spondió: tuales que constituyen la civilización. Es de la sociedad de donde nos viene
Esta expresión de reprise me parece muy inexacta,'ya que no se trata de todo cuanto de más esencial tiene nuestra vida mental.
una repetidón sino de una conquista lograda gracias a la sociedad. Nuestra razón individual es y vale cuanto vale esa razón colectiva e im-
Los derechos y libertades del individuo no son cosas inherentes a la personal que es la ciencia, manifestación social de primer orden, tanto por
naturaleza del individuo como taL Analizad la constitución empírica del la forma en que se realiza como por el modo en que se conserva. A~í, nues-
hombre y no encontraréis nada de ese carácter sagrado del cual se halla tras facultades estéticas y la delicadeza de nuestro gusto dependen de esa
investido actualmente y que le confiere esos derechos. Este carácter le ha concepción que es_ el arte, manifestación social de idéntica categoría.
sido superpuesto por la sociedad, que es la que ha consagrado al indivi- Es a la sociedad a la que debemos nuestro imperio sobre las cosas que
duo, la que ha hecho del hombre algo respetable por excelencia. forman parte de nuestro dominio. Es la sociedad la que nos libera de la
La emancipación progresiva del individuo no implica, pues, un debili- naturaleza. ¿No resulta lógico, por lo tanto, que nos la representemos como
tamiento sino una transformación del vínculo social. El individuo no se un ser psíquico superior a nosotros y del cual procedemos?
substrae a la sociedad, antes bien, se enlaza a ella de otra manera diferen- En consecuencia, se explica que cuando la saciedad nos reclama esos
te, porque li sociedad lo concibe y lo quiere de otro modo distinto al que sacrificios, pequeños o grandes, que constituyen la trama de la vida moral,
lo conc~bÍa antes. nos inclinemos respetuosos ante ella.
El individuo se somete a la sociedad y es este sometimiento el que con- El creyente se inclina ante Dios, porque cs de Dios de donde cree le
diciona su propia liberación. Libertarse es, así, para el hombre superar las viene su ser, especialmente su ser mental, su alma. Nosotros tenemos las
fuerzas Tísicas que lo dominan, fuerzas ciegas e irracionales; pero no puede mIsmas razones para experimentar este sentimiento con respecto a la co-
alcanzar tal1iberaCÍón sino oponiendo a esas fuerzas una gran potencia in- lectividad.
telectúal y quedando luego a su amparo. Esta obra es de la sociedad. Yo no sé qué es una perfección ideal y absoluta y, por lo tanto, no pue~
Colocándose el hombre, pues, al abrigo de la sociedad, se pone en cierta do pedir que se conciba la sociedad como idealmente perfecta. No le atri-
medida bajo su dependencia, pero esta dependencia es liberad ora. No hay
en ello contradicción alguna.

4 En respuesta a una observación de M, E. MALAPERT.


76 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 77

buyo tampoco una perfección relativa mayor que la que nosotros mismos El método que yo empleo no me coloca de ningún modo, acerca de
poseemos. Todo esto está fuera de la cuestión. este asunto, en inferioridad de condiciones, a menos que se considere como
La sociedad tiene sus pequeñeces, pero también tiene sus grandezas. una ventaja el cerrar los ojos frente a las dificultades del problema.
Para amarla y respetarla no es menester que nos la representemos de otro Creo, además, que sólo por el método puede ser posible su resolución
modo que como es. Si no podemos amar y respetar sÍno aquello que es ideal- progresiva.
mente perfecto -suponiendo que esta locución tenga un sentido definido-,
Dios mismo no podría ser objeto de un tal sentimiento, pues es de Dios de
donde procede el mundo, que está lleno de imperfección y de fealdad.
Es verdad que se acostumbra bastante a hablar desdeñosamente de la V
sociedad. No se suele ver en ella más que a la policía burguesa con su gen- LA FILOSOFÍA Y LOS HECHOS MORALES 5
darme que la protege. Esto es tanto como pasar junto a la realidad moral
más rica y compleja que nos sea dado observar empíricamente, sin siquiera En definitiva, se me plantea una doble cuestión que me pide:
darnos cuenta de su presencia. l. o Por qué elimino las teorías de los filósofos;
Es también cierto, a la vista de nuestra conciencia moral actual, que la 2. {} Dónde voy a buscar los hechos morales que estudio.
moralidad plena, entera, tan completa como nos sea dado concebirla, su- Respondo en seguida al prim€r punto.
pone que en el momento en que aceptamos una norIIl:a moral, no sólo que- La comparación que se hace entre el filósofo moralista, por una parte,
remos ajustarnos a ella, sino que, más aún, queremos la norma misma, lo y el físico y el aslrónomo) por olra -comparación sobre la que se asienta
cual no sería posible si no comprendiéramos la razón que justifica la nor- toda la argumentación que se me plantea-, me parece por completo erró-
ma y no la consideráramos aceptable. nea.
Al respecto, es conveniente reconocer que lo que antecede constituye Indudablemente, si quisiera informarme acerca de los asuntos de la as-
un límite ideal, del cual ciertamente nos hallamos infinitamente lejos, es tronomía, es a un astrónomo y no a un vulgar ignorante al que me dirigi-
decir, una mera concepción que nos formulamos acerca de la moraL ría. Porque la astr~nomía es una ciencia, una ciencia cuya misión y toda su
Nosotros ignoramos -y este reconocimiento de ignorancia vendría mu- razón de ser es explicar adecuadamente, objetivamente, la realidad
cho mejor en nuestras clases que las explicaciones simplistas y frecuente- astronómica.
mente pueriles con que muy a menudo se ha falseado la curiosidad de los Bien distÍnto es el propósito que ha perseguido, a través de todos los
niños-, nosotros ignoramos por completo, no digo tan sólo las causas his- tiempos, la especulación moral de los filósofos. Nunca esta especulación
tóricas, sino también las razones teleológicas que justifican actualmente la ha tenido por objeto traducir fielmente) sin agregarle ni quitarle nada, una
mayor parte de nuestras instituciones morales. realidad moral determinada.
Cuando se plantean discusiones abstractas con las que se retrasan har- La ambición de los filósofos ha sido, bien por el contrario, construir
to frecuentemente las teorías de la moral, ¿cómo no sentir que es imposi- una moral nueva, diferente -a menudo sobre puntos esenciales- de aque-
ble el porqué de la familia, del matrimonio, del derecho de propiedad, et- llo que acataban sus contemporáneos o que habían acatado sus predeceso-
cétera, sea bajo las formas actuales, sea bajo las formas nuevas que estas res. Han sido más bien revolucionarios e iconoclastas.
instituciones están llamadas a tomar, sin comprender este ambiente social Pero el problema que yo me planteo es el saber en qué consiste o ha
cuyo estudio está apenas comenzado? consistido la moral, no como la concibe o la ha concebido una determína-
Todas las escuelas se hallan colocadas, pues, a este respecto, en la mis- da personalidad filosófica, sino tal cual ha sido vivida por las colectividades
ma situación. Hay ahí un desiderátum de la conciencia moral que estoy lejos
de desestimar, pero que nos encontramos todos, tantos cuantos somos, im-
posibilitados de satisfacer actualmente, al menos de una manera adecuada.
:; Respondiendo a una observación de E. E. WEBER.
78 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 79
. ..
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t), '~I, 281008


humanas. Desde este punto de vista, las doctrinas de los filósofos pierden nos pidiese una racional y sólida justificación de las normas morales que
gran parte de su valor. practicamos.
Si la física de las costumbres y del derecho -tal como ensayamos hacerla- Queda por saber, además, cómo y en virtud de qué procedimientos es
estuviera lo suficientemente adelantada, podría desempeñar con respecto posible alcanzar esa realidad moraL Es un asunto verdaderamente delica-
a los hechos morales el mismo papel que la astronomía con respecto a los do, pero que no tiene nada de insoluble.
asuntos astronómicos, y sería a ella a la que convendría dirigirse para saber Hay, desde luego,. un número considerable de ideas y de máximas mo-
qué es la vida moral. Pero esta ciencia de la moral está todavía en vías de rales que son fácilmente asequibles. Estas ideas y máximas morales son aque-
nacer, y las teorías de los filósofos tienen a este respecto tan poco lugar, llas que han tomado una forma escrita, que se han condensado en fórmu-
están tan lejos de proponerse el mismo objeto, que más bien se oponen las jurídicas.
con una especie de unanimidad a esta manera de entender y de tratar los En el derecho, en la mayor parte de la moral doméstica, en la moral
hechos morales. No pueden prestar, pues, el mismo servicio. contractual, en la moral de las obligaciones, las ideas relativas a los grandes
Por otra parte, sería no conocerme si se pensara que yo excluyo siste- deberes fundamentales se hallan insertas o reflejadas en todas y cada una
máticamente las teorías filosóficas. Ocurre tan sólo que les niego esa espe- de tales fórmulas escritas.
cie de prerrogativa y primacía que se les ha concedido muy a menudo. . Hay allí, por lo pronto, u~ amplio campo para las observaciones, que
Dichas teorías, por otra parte, tienen brillantes trabajos en su haber, ha satisfecho plenamente y Gurante mucho tiempo nuestras aspiraciones
son instructivas y nos enseñan cuidadosamente, además, aquello que ocu~ científicas. Cuando hayamos trabajado algo este terreno -todavía poco ex-
rre dentro de la conciencia moral de la época. Cómo se ve, pues, hay plorado- pasaremos a otro.
sobrados motivos para tenerlas en cuenta. No contesto por ahora, en consecuencia, si hay también ahí deberes,
Pero lo que por mi parte me resisto a aceptar es que tales teorías ex- ideas morales que no se encuentren incorporadas a la ley; pero podemos
presen en una forma particularmente eminente la verdad moral, del mis- lograrlo por otros medios.
mo modo corno la física o la química explican la verdad para los hechos de Los proverbios, las máximas populares, los usos no codificados, son otras
orden físicoquímico. tantas fuentes de información. Las obras literarias, las concepciones de los
La oposición que se ha establecido entre el hecho moral y el hecho filósofos, de los moralistas (ya veis que no los excluyo), nos dan notidas
religioso me parece inaceptable. acerca de las aspiraciones que están por lograrse, permitiéndonos descen-
No existe casi rito alguno, tan material como se quiera, que no vaya der más aún en el análisis de la conciencia común, hasta ese fondo en el
acompañado de algún sistema más o menos organizado de representacio- que se elaboran las obscuras corrientes todavía imperfectamente conscien-
nes destinado a explicarlo, a justificarlo, pues el hombre tiene necesidad tes de sí mismas.
de comprender lo que hace, bien que a veces se satisfaga con poca cosa. Es Puede pensarse, indudáblemente, que estos procedimientos son un tan-
ésta, frecuentemente, la razón de los mitos. to groseros, es decir, que no permiten alcanzar todas las sutilezas y matices
Si se admite, pues, que el hecho religioso puede ser considerado fuera de la realidad moral. Pero preciso es recordar a este respecto que toda cien-
de las teorías que intentan explicarlo, ¿pOI' qué, entonces, habría de ser cia se encuentra en las mismas condiciones en sus comienzos.
tratado de otro modo el hecho moral? Es necesario abrir, parlo tanto, a golpes de hacha, algunas anchas pi-
Por lo demás, yo no creo que pueda ni pensarse en negar que existe y cadas que permitan la entrada de un poco de luz en esta selva virgen de los".
que ha de existir siempre una realidad moral fuera de las conciencias de hechos ~orales y -para decirlo con una mayor generalización-q~ lQ,s¡ 8e~~,.
los filósofos que tratan de explicarla. chos sOClales.
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Nosotros todos practicamos esa moral sin cuidarnos en lo mínimo acer- g./. Ml:XlCOrP:~if

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ca de las razones que dan los filósofos para justificarla. La prueba está en la 0,_ i
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situación ciertamente embarazosa que se nos crearía bien a menudo si se
COtEGIO DE CífJ...lCtí'·.3
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80 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 81

VI viduos que sienten que sus deberes son de origen social, resulta evidente
LA REPRESENTACIÓN SUBJETIVA DE LA MORAL 6 que la mayor parte se ha hecho una representación totalmente distinta. Es
por allí, precisamente, por donde ha hallado resistencia la idea que yo he
He dicho desde el comienzo que es preciso distinguir dos aspectos igual- expuesto.
mente verdaderos de la moralidad, a saber: Resta saber ahora si esa representación no es una ilusión. El prof. Rauh
LO Por una parte, la moral objetiva, consistente en un conjunto de nor- ha emprendido la tarea de demostrar que una aplicación sociológica de es-
mas que constituyen la moral del grupo; y tos deberes es imposible.
2.° La manera. por completo subjetiva, cómo cada conciencia indivi- No me propongo discutir en detalle tal demostración, porque me pa-
dual se representa esta moraL rece que va contra ese principio bien conocido que expresa que no hay
En efecto, aunque haya una moral del grupo, común a todos los hom- experiencia negativa. Concibo que se puede probar que una explicación
bres que ]0 componen, cada hombre tiene una moral para sÍ. Aun allí don- propuesta es errónea. Pero difícilmente puedo concebir que pueda opo-
de el conformismo sea completo enteramente, aun aHí cada individuo se nerse así a un propósito: el de rechazar a priori una explicación que no ha
forma en parte su moral. sido dada, es decir, declarar que dicha explicación es imposible en una de-
,terminada forma 7.
Hay, de tal modo, en cada uno de nosotros una vida moral interior, y
no existe conciencia individual alguna que traduzca exactamente la con-
i
ciencia moral común, es decir, que ésta no le sea parcialmente inadecua-
da. Con relación a este punto de vista, según ya lo he dicho antes) cada I
uno de nosotros es inmoral en ciertos aspectos.
Estoy lejos, pues, de negar la existencia de esa vida moral interior. ni

discuto que pueda estudiársela con éxito. Pero lo cierto es que este campo ,f
de estudio está fuera de nuestras investigaciones. Lo dejo voluntariamente
de lado, al menos por el momento.
Este aspecto, sin embargo, es al que FEDERlCO RAUH acaba de referirse, I
y de la observación de algunas conciencias morales individuales llega a una
conclusión que me parece muy discutible.
Parte para esa afirmación del hecho siguiente: observando la manera
cómo actúan ciertos individuos -los sabios los artistas- comprueba que con-
j

ceptúan válidos los deberes a los cuales ellos obedecen en forma absoluta-
mente extrasociaL
De tal hecho, el prof. Rauh concluye que existen, en verdad) deberes
independientes de la vida colectiva, que nacen directamente de las relacio-
nes del hombre con el mundo.
Por lo pronto, no veo por qué M. Rauh extrae sus ejemplos del medio
especial de los sabios y artistas. En realidad, esta manera de ver que expon~
7 En el presente capitulo hemos Ilecho seguir la comunicación elevada por el profesor
go es la más general, pues si no hay más que un pequeño número de indi- Durkheim a la Sociité Fral1faise de Pltilosoplric, el n de febrero, por algunos fragmentos propor-
cionados por la subsiguiente discusión del 27 de marzo. No hemos tomado de dicha discu-
sión sino los pas~es más desarrollados que por su naturaleza nos han parecido adamtorios
de las teorías del profesor Durkheim acerca de la ciencia de la moral. Los títulos son nues-
(; Respondiendo a una observación de F¡.;m:luco RAUH. tros. (No/a del profesor Bouglé).
CAPÍTULO CUARTO
JUICIOS DE VALOR Y JUICIOS DE REALIDAD

CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Al someter al Congreso este tema de discusión, me propongo un do-


ble fin: primero, demostrar por medio de un ejemplo particular la forma
cómo la sociología puede ayudar a resolver un problema filosófico; y lue-
go, disipar ciertos prejuicios respecto a la sociología llamada positiva.
Cuando decimos que los cuerpos son pes,:\dos o que el volumen de los
gases varía en razón inversa de la presión que soportan, formulamos jui-
cios que se limitan a explicar determinados hechos. Tales juicios enuncian
aquello que es, y por este motivo se les denomina juicíos de existencia o de
realidad.
Otros juicios, en cambio, tienen por o~jeto expresar, no aquello que
las cosas son, sino lo que ellas valen en relación a un sujeto consciente, es
decir, el precio a que este último se .yusta. A estos juicios se les da el nom-
bre de juicios de valm:
A veces se aplica también esta última denominación a todo juicio que
enuncie una estimación, cualquiera que ella sea. Pero esta extensión pue-
de dar lugar a confusiones que es convenÍente evitar.
Cuando yo digo: «amo la caza», «prefiero la cerveza al vino», ~(la vida
activa al reposo», etcétera, emito juicios que pueden parecer"como que ex-
presan estimaciones, pero en el fondo no son sino simples juicios de reali-
dad. En efecto, esos juicios dicen únicamente de qué manera nos compor-
tamos frente a ciertos objetos, es decir, que amamos éstos o que preferimos
aquéllos. Tales preferencias no son otra cosa que hechos, tanto como lo
pueden ser la pesadez de los cuerpos o la elasticidad de los gases.
Semejantes juicios no tienen por objeto, pues, atribuir a las cosas un
valor que les pertenezca, sino que cumplen la función de afirmar solamen-
te determinados estados del sujeto.
84 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 85

Las predilecciones que se expresan de tal modo son, además, Dos soluciones opuestas han sido dadas a este problema.
incomunicables. Aquellos que las sienten pueden decir justamente que las
experimentan o, al menos, que creen experimentadas; pero no pueden
transmitidas a otros. Dichas predilecciones se realizan en las respectivas per-
sonas y no pueden separarse de ellas. rr
Es bien distinto lo que ocurre cuando digo: «este hombre tiene un alto
VALORES OBJETIVOS
valor morah>, «este cuadro tiene un gran valor artístico», «esta alhaj~ vale
tanto». En todos estos casos atribuyo a los seres o a las cosas de que se trata
Para numerosos pensadores -que se reclutan, por otra parte, en me-
un carácter objetivo, por completo independiente de la manera según la
dios harto heterogéneos- la diferencia entre esas dos especies de juicios es
cual yo 10 siento en el momento en que me pronuncio. Personalmente, pue-
puramente aparente.
do no atribuir, por ejemplo, ningún precio a la alhaja, pero no por ello
El valor -se dice- se inclina esencialmente hacia alguno de los caracte-
disminuye su valor del que le corresponde en el momento en que se consi-
res constitutivos de la cosa a la cual se atribuye dicho valor y, en tal sentido,
dera.
el juicio de valor no haría sino expresar la manera cómo tal carácter influ-
Del mismo, modo, yo puedo no tener como hombre más que una me-
ye sobre el Sttieto que juzga.
diocre moralidad, pero esto no me impide reconocer el valor moral allí don-
Si esta acción es favorable, el valor es positivo; negativo, en el caso con-
de se ,encuentre. Puedo ser, igualmente, por temperamento, poco afecto a
trario.
las reuniones de arte, lo cual no es tampoco una razóil para que niegue la
Si la vida tiene valor para el hombre es porque el hombre es un ser
existencia de valores estéticos.
vivo y porque está dentro de la naturaleza de lo viviente el vivir. Sí el trigo
Todos estos valores existen, pues, en un dado sentido: existen fuera de mí.
tiene valor es porque sirve para la alimentación y sostenimiento de la vida.
Por ello, cuando estamos en desacuerdo con otro acerca de la manera
Si la justicia es una virtur es porque respeta las necesidades vitales, así como
de concebir}' estimar dichos valores y nos esforzamos por comunicarle l1ues~
el homicidio es un crimen por la razón contraria.
tfas convicciones, no nos contentamos con afirmados, sino que procuramos
En pocas palabras: el valor de una cosa sería tan sólo la comprobación
demostrarlos, dando en apoyo de nuestras afirmaciones razones de orden
de los efectos que dicha cosa produce en virtud de sus propiedades intrfn-
impersonaL
secas.
Admitimos implícitamente con ello que tales juicios corresponden a
Pero ¿cuál es el sujeto en relación con el cual es y debe ser estimado el
cierta realidad objetiva que puede y debe ser comprendida. Son estas reali-
valor de las cosas? ¿Será el individuo?
dades objetivas sui generis las que constituyen los valores, y los juicios de va-
¿Cómo explicar) entonces, gue pueda haber un sistema de valores ob-
lor son aquellos que se refieren a dichas realidades.
jetivos reconocido por todos los hombres o, al menos, por todos [os hom-
Procuraremos ahora descubrir en qué forma es posible esta clase de
bres de una misma civilización?
juicios.
Aquello que hace el valor, considerado desde este punto de vista, es el
Se ha visto ya por lo que precede cómo se plantea el asunto. Por una
efecto que la cosa produce sobre la sensibilidad; pero se sabe ya cuán gran-
parte, todo valor supone la apreciación de un sujeto, en relación definida
de es la diversidad de sensibilidades individuales. Lo que agrada a unos, en
con una determinada sensibilidad. Todo lo que tiene valor es bueno por
es
, algún motivo. Aquello que es bueno es deseable; y todo deseo un estado
efecto, repugna a otros. Aun la misma vida no es apreciada por todos, ya
que hay hombres que se abandonan, sea por disgusto, sea por deber, y, so-
interior. De aquí que, en consecuencia, los valores de tal modo elaborados
bre todo, ¡qué desacuerdo en la manera de comprenderlal Aquí se la quie-
adquieran la misma objetividad que las cosas.
re intensa, allá se busca reducir y simplificar su satisfacción.
¿Cómo pueden conciliarse esos dos caracteres que parecen contradic-
La anterior objeción ha sido planteada muy a menudo con respecto a
torios a primera vista? ¿Cómo un estado del sentimiento puede ser inde-
los hechos morales utilitarios, porque había en verdad un especial motivo
pendiente del sujeto que lo experimenta?
SOCIOLOGÍA Y PILOSOFÍA 87
86 EMILIO DURKHEIM

De acuerdo con la tesis precedente, se sostiene que el valor posee esen-


para formularla. Pero nuestro propósito es tan sólo señalar aquí que tal ob-
cialmente algún elemento integrante de la cosa, en cuya concepción sería
jeción se aplica por igual a toda teoría que intente explicar, por medio de
la manera según la cual la -cosa afectaría al sujeto colectivo, y no precisa-
causas puramente psicológicas, los valores económicos, estéticos o especu-
mente al sujeto individual, la causa que daría lugar al valor.. O en otras pa-
lativos.
labras: la estimación ha de ser objetiva precisamente por el hecho que debe
¿Podría argumentarse, con respecto a la anterior objeción, que existe
ser colectiva.
un tipo medio que se encuentra en la mayor parte de los individuos y que,
Esta explicación tiene sobre la anterior indiscutibles ventajas.
por lo tanto, la estimación objetiva de las cosas expresa la manera cómo
En efecto, el juicio social es objetivo con relación a los juicios indivi-
ellas influyen sobre el individuo medio?
duales, con lo cual la escala de los valores se encuentra substraída a las apre-
Pero la diferencia es enorme entre la manera según la cual los valores
ciaciones subjetivas y variables de los individuos; es decir, que éstos encuen-
son en realidad estimados por el individuo ordinario y esta escala objetiva
tran fuera de ellos una clasificación establecida, clasificación que no es su
de valores humanos sobre la que deben reglarse, en principio, nuestrosjuí-
obra, que expresa otra cosa diferente que. sus sentimientos personales y a
cios.
la que deben ~ustarse.
La conciencia moral media es mediocre. No siente sino muy débilmente
De este modo es cómo la _opinión pública tiene, desde sus propios orí-
los deberes más elementales y. por consiguiente, sus respectivos valores
genes, una autoridad moral en virtud de la cual se impone a los particula-'
morales. Más todavía: padece de una especie de ceguera aun para esos mis-
res. Con tal autoridad, resiste los esfuerzos que se hacen para violentarla y
mos deberes elementales. No es, por lo tanto, tal co~cíencia moral media
reacciona contra los disidentes, del mismo modo que el mundo exterior
la que nos puede proporcionar el cartabón de la moralidad.
reacciona dolorosamente contra aquellos que intentan rebelarse contra él.
Con mucha más razón ha de ocurrir esto con respecto a los valores
Así es también cómo la opinión pública censura a quienes juzgan las cosas
estéticos, que son letra muerta para la mayoría.
morales según principios diferentes de los que ella prescribe, y ridiculiza a
En lo que concierne a los valores económicos, la distancia es posible-
los que se inspiran en otra estética distinta de la suya.
mente, en dertos casos, menos considerable.
Por otra parte.,- ensaye cualquiera de obtener una cosa a un precio in-
Sin embargo, no resulta todavía evidente la forma en que las propie-
ferior al que corresponde a su valor, y chocará con resistencias sólo compa-
dades físicas del diamante o de la perla influyen sobre la generalidad de
rables a las que nos oponen los cuerpos cuando violentamos su naturaleza.
nuestros contemporáneos, de modo tal que nos permita determinar el va-
Puede explicarse de este modo esa especie de necesidad que experi-
lor actual.
mentamos, y de la cual tenemos conciencia, cuando emitimos juicios de
Por lo demás, hay otra razón que no deja confundir la estimación ob-
valor: sentimos perfectamente que no somos dueños de nuestras aprecia-
jetiva y la estimación media. Esta razón es que,las reacciones del individuo
ciones, sino que estamos, por el contrario, atados y obligados. Es la con-
medio permanecen como reacciones individuales. Porque el hecho que un
ciencia pública la que nos ata.
estado se encuentre en gran número de sujetos no quiere decir que sea,
Es cierto, por lo demás, que ese aspecto de los juicios de valor no es de
tan sólo por ello, objetivo. De la circunstancia de que seamos muchos para
ningún modo el único. Hay otro aspecto que casi está en oposición con el
apreciar de la misma manera una cosa, no se sigue que esta apreciación
anterior.
nos venga impuesta por alguna realidad exterior.
Los mismos valores que por una parte nos hacen el efecto de realida-
La coincidencia puede ser debida a causas por completo objetivas y,
des que se imponen a nosotros, se nos aparecen simultáneamente como
especialmente, a una adecuada homogeneidad de los temperamentos indi-
cosas deseables que amamos y queremos e~ forma espontánea.
viduales, de tal modo que entre estas dos proposiciones: «Yo quiero esto» y
Ocurre, aSÍ, que al propio tiempo que la sociedad es la legisladora a la
«Nosotros, en un cierto número, queremos esto», no haya diferencia esen-
que debemos respeto, es también la cread01>a y depositaria de todos los bie-
ciaL
nes de la civilización a los cuales estamos apegados con todas nuestras fuer-
Se ha creído poder eludir estas dificultades sustituyendo el individuo
zas. La sociedad es, de tal modo, buena y segura al mismo tiempo que im-
por la sociedad.
88 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 89

perativa. Todo cuanto acreciente la vitalidad social, aumenta la del indivi- En efecto, las virtudes más altas 110 consisten en el cumplimiento regu-
duo. No es sorprendente, pues, que los individuos, como tales, tiendan ha- lar y estricto de los actos más inmediatamente necesarios para el buen or-
cia lo que tiende la sociedad. den social, sino que están formadas por movimientos libres y espontáneos,
Pero, de esta manera comprendida, una teoría sociológica de los valo- sacrificios que nadie exige y que, en ocasiones, son aun contrarios a los pre-
res provoca a su turno graves dificultades que, por otra parte, no son priva- ceptos de una prudente economía. Así, hay virtudes que son locuras, yes
tivas de tal teoría, porque pueden ser aplicadas igualmente a la teoría psi- precisamente esa locura lo que hace su grandeza. Spencer ha podido de-
cológica dentro de la cual se ha planteado precedentemente el problema. mostrar que la filantropía es a menudo contraria al interés bien entendido
Existen tipos diferentes de valores. Una cosa es el valor económico y de la sociedad; pero su demostración no impedirá a los hombres seguir co-
otra los valores morales, religiosos, estéticos, especulativos. Las tentativas locando bien alto en su estimación la virtud que él condena.
frecuentemente hechas con el objeto de reducir unas a otras las ideas de La misma vida económica no se ciñe estrictamente a la regla de la eco-
bien, de belleza, de verdad y de útil, han sido siempre vanas. nomía. Si bien las cosas de lujo son aquellas que cuestan más caras, no ocu-
Luego, si lo que constituye el valor es tan sólo el modo según el cual rre así tan sólo porque, como sucede en general, sean las más raras, ni im-
las cosas afectan el funcionamiento de la vida social, habría que concluir pide que cosas comunes sean las más estimadas.
que la diversidad de valores resulta en tal caso difícilmente explicable. Puesto Es que la vida, tal como la han concebido los homhres de todos los
que si, efectivamente, la misma causa es la que influye en todas partes, ¿de tiempos. no consiste simplemente en establecer el presupuesto del orga-
dónde proviene, entonces, que sus efectos sean específicamente distintos? nismo individual o social, con el o~jeto de responder con el menor gasto
Por otra parte, si el valor de las cosas se midiera verdaderamente se- posible a las excitaciones llegadas de afuera, o sea, proporcionar adecuada-
gún el grado de su utilidad social (o individual), el sistema de los valores mente los recursos para las reparaciones necesarias. Vivir es ante todo in-
humanos debería ser revisado y cambiada de arriba abajo., pues el lugar que fluir. influir sin límites, por el placer de influir. Y si ciertamente la vida no
en él tienen los valores de lujo sería, desde ese punto de vista, incompren- ha de ir, en ciertos casos, más allá de la economía, es entonces menester
sible e injustificable. acumular para poder gastar y, en tales casos, son los gastos el fin de todo,
Por definición, en efecto, todo aquello que es superfluo o es inútíl, o es decir, que la administración es la acción.
es, al menos, menos útil que cuanto es necesario. Lo supernumerario pue- Pero vayamos más lejos, remontándonos hasta el principio fundamen-
de faltar sin afectar gravemente el desenvolvimiento de las funciones vita- tal sobre el que se apoyan las teorías.
les. En una palabra: los valores de lujo son dispendiosos por naturaleza, es Todas las teorías suponen igualmente que el valor está en las cosas y
decir, cuestan más que los beneficios que aportan. expresa su naturaleza. Pero este postulado es contrario a los hechos. í
Se explica, pues, que se encuentren doctrinarios que miren tales valo- En efecto, hay numerosos casos en los cuales no existe, por decir así, !1
res de lujo con mirada desafiante y que se esfuercen por reducirlos a una ninguna r.e1ación entre las propiedades del objeto y el valor que se le atri-
porción congrua.
Pero no se trata, en verdad, que tales valores tengan un precio más
elevado a la vista de los hombres. Así, el arte todo es cosa de lujo; la activi-
buye. Un ídolo es una cosa bien santa, y la santidad es el valor más alto que
los hombres hayan jamás reconocido. Pero un ídolo no es a menudo sino
una masa de piedras o un trozo de madera, desprovistos por sí mismos de
I
¡

dad estética no se subordina a ningún fin utilitario, sino que se manifiesta todo valor.
por el solo placer de la expresión misma, del mismo modo que la especula- No existe, por lo demás, objeto vulgar alguno -tan insignificante como I
ción pura, es decir, el pensamiento libre de todo propósito mercenario, des- fuere- que en un momento dado de la historia no haya inspirado senti-
1
envolviéndose por el placer de desarrollarse. ¿Quién puede discutir, no obs- mientos de respeto religioso. Así. han sido adorados los animales más in~
tante, que la humanidad ha colocado en todos los tiempos los valores artís- útiles o los más inofensivos, es decir, los más desprovistos de virtudes de 1
ticos y especulativos por encima de los valores económicos? cualquier clase.
!
Tal como la vida intelectual, la vida moral tiene también su estética, La concepción corriente según la cual las cosas objeto de culto han

que le es propia. sido aquellas que herían más vivamente la imaginación de los hombres, está ,
í
¡
I
90 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 91

contradicha por la historia. Como ya se ha visto, el valor incomparable que Se concibe esa facultad representativa bajo una forma, ora más
se ha atribuído a tales cosas no ha estado en relación con sus caracteres intelectualista, ora más sentimental, pero siempre como perfectamente dis-
intrínsecos. tinta de aquella que la ciencia elabora.
Por otra parte, no existe fe un poco intensa, aun laica, que no tenga Habria así una manera de pensar lo real y otra, por completo diferen-
sus fetiches en la misma asombrosa desproporción. Una bandera~ por ejem- te, de pensar lo ideal. El valor de las cosas sería estimado, en consecuencia,
plo, no es sino un trozo de género; pero, sin embargo, el soldado se hace en relación con los ideales de tal modo colocados.
matar por salvar su bandera. Se dice -continuando con el análisis de esta tesis- que las cosas tienen
La vida moral no es por cierto menos rica en contrastes de este géne- valor cuando expresan o reflejan, con un motivo cualquiera, un aspecto del
ro. Entre el hombre y el animal no hay, desde el punto de vista anatómico, ideal que encarnan y aquello que encierran.
fisiológico o psicológico, sino diferencias de grado; y, sin embargo, mien- Ahora bien, mientras que en las teorías precedentes los juicios de va-
tras el hombre posee una eminente dignidad, el animal no tiene ninguna. lor nos fueron presentados corno formas distintas de los juicios de reali-
Acerca de la relación de los valores hay, por lo tanto, diferencias tan dad, aquí se nos ofrece, en cambio, una radical heterogeneidad lanto de
grandes como un abismo. Los hombres 5011 tanto en fuerza físi- unos como de otros. O en otras palabras: los objetos sobre los cuales se apli-
ca como en inteligencia; y, a pesar de ello, tendemos a reconocerles todos . can dichos juicios son tan diferentes como las facultades que ellos supo-
un idéntico valor moraL La igualdad moral es indudablemente un límite nen.
ideal que no será jamás alcanzado, pero nosotros nos ~sforzamos continua- Las objeciones que hemos formulado a la primera explicación no po-
mente por aproximamos a éL Un sello postal no es sino un pequeño cua- drían tener aplicación para ésta.
drado de papel, desprovisto las más de las veces de toda cualidad artística, En efecto, se comprende fácilmente que el valor sea, en una cierta me-
pero puede valer, sin embargo, una fortuna. Del mismo modo, en fin, que dida, independiente de la naturaleza de las cosas, en tanto dependa de cau-
no es evidentemente la naturaleza de la perla o del diamante, de los abri- sas exteriores. Resulta fácil de justificar también el lugar privilegiado que
gos de pieles o de los encajes lo que hace que el valor de estos distintos siempre se ha reservado a los valores de lujo.
objetos de elegancia varíe con los caprichos de la moda. Todo ello puede admitirse, porque el ideal no está al servicio de 10 real,
sino que existe por sí mismo. y, por lo tanto, nada tienen ya que ver los
intereses de la realidad que podrían servirle de medida, salvo que el valor
que de este modo se atribuye al ideal, si bien explica lo demás, no se expli-
lIT ca a sí mismo. Se lo postula, pero no se lo demuestra, ni puede tampoco
demostrárselo.
VALORES SUBJETIVOS O IDEALES
¿Cómo sería posible, en efecto, tal combinación? Si el ideal no depen-
de de lo real, no podría hallar en lo real las causas y condiciones que lo
Pero si el valor no se halla en las cosas, si no posee esencialmente al-
hicieron intefigible. Pero, fuera de lo real, ¿dónde encontrar la materia ne-
guno de los caracteres de la realidad empírica, ¿no sc deduce de ello que
cesaria para una explicación cualquiera? Hay, en el fondo, algo de profun-
el valor tiene su origen fuera del quc se ha expresado y fuera también de la
damente empirista en un idealismo así concebido.
experiencia?
Sin duda, es un hecho que los hombres amen una belleza, una bon-
Tal es, en efecto, la tesis que ha sostenido, más o menos explícitamen-
dad, una verdad, que no se encuentran nunca realizadas de una manera
te, toda una generación de pensadores, doctrina que se remonta mucho
adecuada en la realidad. Pero esto mismo no es sino un hecho al que se
más -allá de RITsCHL, hasta el moralismo kantiano.
instituye sin razón en una de absoluto, colocado mucho más allá
Dicha doctrina concede al hombre una facultad sui generis de sobrepa-
de aquello que es imposible alcanzar.
sar la es decir, de poderse representar otra cosa que aquello
Todavía convendría hacer ver de donde proviene que tengamos noso-
que es. En una palabra: de poseer ideales.
tros, a la vez, necesidad y medios de sobrepasar lo real, de superponerle al
92 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 93

mundo sensible otro mundo diferente, en el cual los mejores de entre no- ¿Por qué, pues, habría de ser imposible analizarla, resolverla en sus ele-
sotros tendrían su verdadera patria. mentos, buscar las causas, en fin, que han determinado la síntesis, de la
A este respecto, la hipótesis teológica aporta una apariencia de respues- cual dicha fuerza es resultante?
tao Es esto análogo a lo que ocurre en los casos en que es posible medirla.
Dentro de tal hipótesis, se supone que el mundo de los ideales es real, Cada grupo humano, en cada momento de su historia, tiene un sentimien-
que existe objetivamente, pero con una existencia supraexperimental, y que to de respeto por la dignidad humana, sentimiento que alcanza una deter-
la realidad empírica de la que formamos parte proviene y depende de di- minada intensidad. Variable según los pueblos y las épocas, es este senti-
cha existencia así concebida. miento el que se encuentra en la raíz del ideal moral de las sociedades con-
En este orden de cosas, estaríamos todos nosotros unidos, pues, a un temporáneas. Luego, según que dicho sentimiento sea más o menos inten-
ideal como al origen mismo de nuestro ser. so, será menor o mayor el número de atentados contra las personas. Del
Pero -aparte de las conocidas dificultades que provoca esta concepción- mismo modo como el número de adulterios, de divorcios, de separaciones
cuando se transforma de esta manera el ideal en una hipóstasis, se lo de cuerpos, expresan la fuerza relativa con la cual el ideal conyugal se im-
inmoviliza y, al mismo tiempo, se le quita todo medio de explicar su infini- pone a las conciencias parLiculares.
ta variabilidad. Indudablemente, las anteriores medidas son un tanto groseras; pero
Sabemos, al respecto actualmente que el ideal no solamente ,iarÍa se- ¿existen, acaso, fuerzas físicas que puedan ser medidas de otro modo que
gún los grupos humanos, sino que debe necesariamente variar. Así, el ideal de una manera groseramente aproximativa?
I
de los romanos no es ni debía ser nuestro ideal, en tanto que la escala de
los valores cambia paralelamente.
En cuanto a esta relación, no puede haber entre unas y otras sino dife-
rencias de grado.
I !
Estas variaciones no son productos de la ceguera humana, sino una con-
secuencia de la naturaleza de las cosas. ¿Cómo explicadas si el ideal expre-
Pero hay, sobre todo, un orden de valores que no podría ser apartado
de la experiencia sin perder su completa significación: son los valores eco-
I
sa una realidad, una e inconcusa?
De este modo, podría admitirse también que Dios mismo varía, tanto
nómicos.
Todos saben perfectamente que tales valores económicos no expresan
I
en el espacio como en el tiempo, y que de ello habría de provenir esta sor- nada del otro mundo y que no implican ninguna facultad supraexperimen- I
prendente diversidad. tal. 1
El futuro divino no podría ser inteligible sino en tanto Dios mismo tu-
viera por misión la de realizar un ideal que lo superara, y entonces el pro-
Es verdad que por esta razón Kant se rehusa a ver en ellos verdaderos
valores, pues tiende a reservar esta calificación a las cosas morales 1, mas
!
blema habría sido tan solo trasladado. esta exclusión es injustificada. r
Ciertamente, hay tipos diferentes de valores, pero no son sino especies
¿Con qué derecho, por lo tanto, se coloca el ideal fuera de la naturaleza y
de la ciencia?
de un mismo género. Corresponden todos ellos a una estimación de las co-
sas, aunque la estimación sea hecha desde puntos de vista diferentes, se-

Es dentro de la naturaleza que el ideal se manifiesta y, en consecuen- gún los casos. i
cia, es evidente que depende de cosas naturales. El progreso que ha experimentado recientemente la teoría de los valo-
í¡
Para que el ideal sea algo más que una simple posibilidad concebida res es pr~cisamente el haber establecido perfectamente el concepto sobre
por los espíritus, es menester que sea querido y, consecuentemente, que
ii
generalidad y unidad. Pero, entonces, resulta que si todas las clases de va-
tenga una fuerza capaz de mover las voluntades. Son las voluntades las que
solamente pueden construir una realidad viviente.
I
¡
Pero desde que una fuerza tal se traduce finalmente en movimientos ¡
musculares, ella no podría esencialmente diferir de las restantes fuerzas del 1 Dice KANT que la.., cosa.~ económicas tienen un precio (einen Preis, Binen Marktpreis), no
!
un valor interno (einen inneren Werth). V. edición Hartenstein, t. VII, pp. 270-271 Y614.
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universo.
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!
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f
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 95
EMlLlO DURKHErM
94

ño y que, sin embargo, lo gobiernan de tal modo que todo el medio en el


lores son parientes y algunos de entre ellos tienen un vínculo tan estrecho
que se encuentra sumergido le parece surcado por fuerzas de la misma na-
con nuestra vida empírica, lo~ restantes no podrían ser independientes. turaleza. La vida no es allí tan sólo intensa, sino que es cualitativamente
distinta.
Absorbido por la colectividad, el individuo se desinteresa, se olvida de
sí mismo, entregándose por entero a los fines comunes. El polo de su con-
IV ducta se desplaza, trasladándose fuera de él.
LOS IDEALES EN LOS JUICIOS DE VALOR Al propio tiempo, las fuerzas que de este modo son levantadas no se
dejan fácilmente canalizar, regulatizar o ajustar a fines estrictamente deter-
En resumen, si es verdad que el valor de las cosas no puede ser y no ha minados, precisamente porque son teóricas; sino que experimentan la ne-
sido jamás estimado sino en relación con ciertos conceptos ideales, requie- cesidad de expandirse por el hecho de expandirse, es decir, por gusto, sin
ren éstos una explicación. finalidad, ora bajo la forma de violencias estupidamente destructivas, ora
Para comprender cómo son posibles los juicios de valor, no es suficien- de locuras heroicas. Esta actividad es, en cierto modo, una actividad de lujo,
te postular un cierto número de ideales. Es menester, p~r el contrarío,. ex- desde que posee un riquísimo caudal que se opone -por todas las razones
plicarlos, hacer ver de dónde ellos provienen, cómo se lIgan a la expenen- expuestas- a la vida que nosotros sobrellevamos cotidianamente, del mis-
cia, sobrepasándola, y en qué consiste su objetividad. mo modo que lo superior se opone a lo inferior, el ideal a la realidad,
Es así, justamente. como se han constituído en todas las épocas -en
. Desde que los juicios de valor varían según los grupos humanos, del momentos de efervescencia de esta naturaleza- los grandes ideales sobre
mismo modo que los sistemas de valores correspondientes, ¿no se podría los que se han asentado las diversas civilizaciones.
inferir de ello que tanto unos como otros deben tener un ongen . co1'-;>
ectlvo. Los períodos de creación o de innovación son precisamente aquellos
Es cierto que hemos expuesto precedentemente una teoría sociológi- en los cuales -bajo la influencia de circunstancias diversas- los hombres es-
ca de los valores, habiendo mostrado su insuficiencia en tanto dicha teoría tán inducidos a aproximarse más íntimamente, es decir, tiempos en los que
descansaba sobre una concepción de la vida social que desconocía la ver- las reuniones y las asambleas son más frecuentes, las relaciones más conti-
dadera naturaleza. nuas, los cambios de ideas más actiY9s: --"
La sociedad estaba allí presentada como un sistema de órganos y de Tal ha sido, por ejemplo, la gran crisis cristiana, como lo fue el gran
funciones que se esfuerzan por afirmarse contra las causas de destrucción mmjmiento de entusiasmo colectivo que hacia París en los siglos XII
que los acometen desde fuera, como un cuerpo vivo en el.cu~l toda la ,:,ida y XIII la población estudiosa de Europa y dio nacimiento a la escolástica; y
consiste en responder de una manera apropiada a las excitacIOnes vemdas la Reforma y el Renadm¡ento~ y la época de la Revolución y las grandes
del medio exterior. Es decir, que constituye en realidad el crisol de una vida agitaciones socialistas del siglo XIX.
moral interna, cuyo poder y originalidad no siempre se ha reconocido. En aquellos momentos, esa elevada vida de los ideales se vive, es ver-
Cuando las conciencias individuales entran en estrechas relaciones en dad, con una intensidad y una exclusividad tales que se apodera casi por
lugar de permanecer separadas entre sÍ, influyen activamente unas sobre completo de las conciencias y excluye más o menos totalmente las preocu-
otras, resultando de su síntesis una vida psíquica de un nuevo género, que paciones egoístas y vulgares. El ideal tiende a ser lodo uno con lo real, y es
se distingue en seguida de la que lleva el individuo solitario por su particu- por esto que los hombres tienen la impresión que los tiempos se hallan com-
lar in tensidad. pletamente cercanos al instante en que el ideal se éonvertirá en la realidad
Los sentimientos que nacen y se desarrollan en el seno de los grupos misma yen que el reino de Dios se realizará sobre la tierra.
tienen una energía a la cual no alcanzan los sentimientos puramente indi- Pero la ilusión no es nunca durable, puesto que es esa propia exalta-
viduales. El hombre que los experimenta tiene la impresión de hallarse do- ción la que no puede durar: es demasiado agotadora.
minado por fuerzas que no reconoce como suyas, de las que no es el due-
96 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 97

Tan pronto el momento crítico ha pasado, la trama social se afloja, el res} desde que tras ellos hay fuerzas reales y actuantes: son éstas las fuerzas
comercio intelectuar y sentimental decae, los individuos retornan a su ni- colectivas, fuerzas naturales en consecuencia) aunque morales, comparables
vel ordinado. Entonces, todo c,uanto se ha dicho, hecho, pensado, sentido, a las fuerzas que actúan en el resto del universo.
durante el período de tormenta fecunda, no sobrevive sino en forma de El ideal mismo es una fuerza de ese género. Su ciencia puede, pues,
recuerdo, de un recuerdo tan prestigioso sin duda como la realidad que ser construída.
('vaca, con la cual ha dejado ya de confundirse. Todo ese pasado no es en- He ahí cómo puede lograrse que el ideal se incorpore a la realidad:
tonces más que una idea, un conjunto de ideas, y toda oposición queda comenzando por sobrepasarla por completo.
destruída: por un lado, se conserva aquello que ha sido proporcionado por Los elementos que constituyen el ideal se hallan, pues, tomados de la
las sensaciones y las percepciones; y por otro, cuanto ha sido pensado bajo realidad, pero se encuentran combinados de una nueva manera. Y es pre-
la forma de ideales. cisamente la novedad de esa combinación lo que produce la novedad del
En verdad, esos ideales se marchitan rápidamente si no se encuentran resultado.
revivificados periódicamente. Es para tal propósito que sirven las ceremo- Abandonado a sí mislno,jamás habría podido el individuo solo extraer
nias públicas, ya sean religiosas o laicas, las predicaciones de toda clase lle- los materiales necesarios para una tal construcción. Librado, en efecto, a
vadas a cabo por la Iglesia o por la escuela, las representaciones dramáti- sus solas fuerzas, ¿cómo habría podido el hombre tener tanto la idea como
cas, las manifestaciones artísticas; en una palabra, todo aquello que puede el poder de superarse a sí mismo?
aproximar a los individuos y hacerlos comulgar en una misma vida Íntelec- La experiencia personal del individuo puede permitirle perfectamen-
lual y moral. Son algo así como débiles renacimientos'parciales de la efer- te distinguir los fines futuros y deseables de los otros que ya han sido alcan-
":'scencia de las épocas creadoras. zados. Pero el ideal no es así una cosa que falte simplemente y que se de-
Pero todos estos medios que acaban de mencionarse no tienen por sí see, no es tan sólo un mero destino hacia el cual se aspira, sino que es algo
Itüsmos más que una acción fugaz. Por un tiempo, el ideal recobra la fres~ que tiene su propia manera de sel; que tiene su realidad. Se le concibe en-
cura y vida propia de la actualidad, se aproxima otra vez a 10 real, mas tar- cumbrado, impersonal, por sobre las voluntades particulares que impulsa.
da bien poco ya en volver a diferenciarse de nuevo. Si el ideal fuera meramente un producto de la razón individual, ¿de
Desde el momento, pues, en que el hombre concibe ideales, más aún, dónde podría venirle, entonces, esa su impersonalidad? ¿Podría invocarse
desde el momento en que no puede pasar sin concebirlos y sin aferrarse a para ello la impersonalidad de la razón humana?
ellos, el hombre es un ser sociaL Es la sociedad la que lo impele y lo obliga Pero todo esto no hace sino atrasarnos en nuestra investigación, nada
a elevarse de tal modo sobre sí mismo y la que le provee, además, de los de ello resuelve el problema, desde que esa impersonalidad no es en sí mis~
medios para lograrlo. Es tan sólo la sociedad la que hace que el hombre ma sino tan sólo un hecho, apenas diferente del primero, y que, por lo tan-
adquiera conciencia de se la que lo eleva y lo lleva a un nivel de vida supe- to, es n~enester explicarlo. Si las razones concuerdan en este punto, ¿no
rior. Pero la sociedad no puede llegar a constituirse sin la creenda en un significaría ello que provienen de un mismo origen, que tienen una razón
ideaL común?
Dichos ideales no son otra cosa que las ideas en las cuales se refleja y De esta suerte, para explicar los juicios de valor no es necesario redu-
resume la vida social, tal cual es en los momentos culminantes de su desa- cidos a juicios de realidad haciendo desaparecer la noción de valor, ni
n'ollo. retrotraerlos a quién sabe qué facultad por la cual el hombre entraría en
Se disminuye la sociedad cuando no se ve en ella más que un cuerpo relación con un mundo trascendente.
organizado que tiene por objeto dertas funciones vitales. Lo cierto es que El valor proviene de la relación de las cosas con los diferentes aspectos
en ese cuerpo vive un alma: es el conjunto de los ideales colectivos. del ideal. Pero este ideal no es un fugitivo hacia un misterioso más allá,
Pero estos ideales no son ideales abstractos, frías representaciones in- sino que es de la naturaleza y se encuentra dentro de ella. El pensamiento
telectuales desprovistas de toda eficacia, sino que son esencialmente moto- ilustrado se apoya en él tanto como en el resto del universo físico o moral.
98 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 99

No es admisible que el valor pueda agotar el ideal como que tampoco


agota ninguna otra realidad; pero puede aplícársele con la esperanza de V
hacerla progresar. sin que pueda ponerse algún límite a sus progresos in- RELACIÓN ENTRE LOS JUICIOS DE VALOR Y LOS JUICIOS
definidos en cada uno de sus avances. DE REALIDAD
Desde este punto de vista, se está en mejores condiciones de compren-
der cómo el valor de las cosas puede ser independiente de su naturaleza. ¿Cómo es preciso concebir, pues, la relación de los juicios de valor con
Los ideales colectivos no pueden constituirse y tomar conciencia de sí los juicios de realidad?
mismos sino a condición de fijarse sobre las cosas que pueden ser vistas por De cuanto antecede, resulta que no existe entre ambos diferencias de
todos, comprendidas por todos, representadas a todos los espíritus: dibu- naturaleza. Unjuicio de valor expl'esa la relación de una cosa con un ideal;
jos figurados, emblemas de toda clase. fórmulas escritas o habladas, seres luego, un ideal es como la cosa misma, aunque de otro modo, es decir, que
animados o inanimados. Indudablemente, se llega a que estos objetos, en el ideal es también una realidad a su manera.
virtud de alguna de sus propiedades gozan de una especie de afinidad para La relación expresada une, por lo tanto, dos términos dados, exacta-
con el ideal y lo atraen nalUralmente. mente como en un juicio de existencia.
Es por esta última razón que los caracteres intrínsecos de la cosa pue- ¿Podría afirmarse que los juicios de valor ponen enjuego los ideales?
den aparecer entonces -injustamente, por otra parte- como la causa gene- La verdad es que no ocurre de otro modo con los juicios de realidad,
radora del valor. puesto que como conceptos, en efecto, los juicios de realidad son igualmente
Pero el ideal puede incorporarse también a una cosa cualquiera: se co- construcciones del espíritu, es decir, de los ideales, ya que no pueden cons-
loca donde conviene; la más diversa variedad de circunstancias contingen- truirse sino por y con el lenguaje, que es una cosa colectiva en el más alto
tes determina la manera cómo se ftia. Y entonces, esa cosa t;an vulgar como sentido.
se quiera, sobre la que se ha fyado el ideal, queda desde ese instante sin Los elementos del juicio son, pues, los mismos de una parte que de la
parangón. He ahí, pues, cómo un trozo de tela se aureola de santidad, cómo otra, lo que no equivale a afirmar, sin embargo, que el primero de estos
un pequeño pedazo de papel se convierte en un objeto apreciadísimo. juicios se reduzca al segundo, o recíprocamente.
Dos seres pueden ser completamente distintos en sí mismos y en cuan- Si, por lo demás. ambos juicios se parecen, es porque no son sino la
to a sus productos, pero sí encarnan un mismo ideal aparecen como equi- obra de una sola y misma facultad, ya que no hay una manera de pensar y
valentes, porque el ideal que simbolizan aparece entonces como aquello de juzgar las existencias y otra diferente para estimar los valores.
que hay en ellos de más esencial, colocando en segundo plano todos los Todo juicio tiene necesariamente una base en el dato en el cual se apo-
otros aspectos en virtud de los cuales se diferencian entre sÍ. ya. Aun aquellos juicios que se refieren al porvenir, toman sus materiales
Es de tal modo como se explica que el pensamiento colectivo dé lugar ya del presente, ya del pasado. -
a la metamorfosis de todo cuanto toca: mezcla los reinos, confunde los con- Por otra parte, todo juicio pone en ejecución los ideales. No hay, pues,
trarios, 'invierte aquello que puede considerarse como la jerarquía natural y no debe haber más que una sola facultad de juzgar, no obstante lo cual la
de los seres, nivela las diferencias, diferencia los semejantes, en una pala- diferencia que hemos señalado antes no deja de subsistir.
bra, sustituye el mundo que los sentidos nos presentan por un mundo com- Todo juicio pone efectivamente en ~ecución los ideales, que pertene-
pletamente distinto, mundo que no es otra cosa que la proyección de la cen a especies diferentes. Los hay cuyo papel es únicamente el expresar las
sombra de los ideales construídos por el pensamiento colectivo. realidades a las cuales se aplican, de expresadas tales como son: constitu-
yen los conceptos propiamente dichos. Hay otros, por el contrario, cuya fun-
ción es transfigurar las realidades a las que están referidos: estos son los
ideales de valot:
En el primer caso, es el ideal el que sirve de símbolo a la cosa, en for-
ma de hacerla asimilable al pensamiento. En el segundo, es la cosa la que
100 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFíA 101

sirve de símbolo al ideal y permite hacerla representable a 108 diferentes sus atributos distintivos; y si la empresa no le parece ímposible es porque la
espíritus: sociedad llena todas las condiciones necesarias para explicar sus caracteres
Naturalmente, los juicios difieren según los ideales que empIcan. Así, opuestos.
los primeros se reducen a analizar la realidad y a traducirla tan fielmente . La sociedad proviene también de la naturaleza, bien que dominándo-
como es posible, en tanto que los segundos, por el contrario, expresan el la, puesto que no solamente todas las fuerzas de la naturaleza convergen
aspecto nuevo mediante el cual se enriquece la realidad b~o la acción del en ella sino que, más-aún, esas fuerzas son allí sintetizadas en tal forma que
ideaL y. sin duda, este aspecto es también real, pero lo es por otro motivo y dan nacimiento a un producto que sobrepasa en riqueza, en complejidad y
de otro modo que lo son las propiedades inherentes al objeto. en potencia de acción a todo cuanto ha contribuído a formarlo.
La prueba de la anterior afirmación la ofrece el hecho que una misma En una palabra, la sociedad es la naturaleza, pero llevada al más alto
cosa puede, o bien perder el valor que tiene, o bien adquirir otro distinto, nivel de su desarrollo, concentrando todas sus energías para superarse a sí
sin cambiar de naturaleza: para ello es suficiente tan sólo que cambie de misma, en cierta manera 2.
ideaL
El juicio de valor agrega, pues, algo nuevo, en cierto sentido, al ante-
cedente dado, aunque aquello que le añada sea tomado a olro que se ofre-
ce de modo diferente.
De esta manera, la facultad de juzgar funciona div~rsamente, según las
circunstancias, pero sin que tales diferencias lleguen a alterar la unidad fun-
damental de la función.
Se ha reprochado algunas veces a la sociología positivista de adolecer
de una especie de fetichismo empirista por el «hecho» y de mantener, en
cambio> una indiferencia sistemática por el ideaL Puede verse cómo el re-
proche es injustificado.
Los principales fenómenos sociales: religión, moral, derecho, econo-
mía, estética, no son otra c~sa que sistemas de valoi'es y. por lo tanto, de
ideales. La sociología se coloca, pues, de un golpe dentro del ideal. No lie-
ga lentamente al ideal como término de sus investigaciones: nace en él. El
ideal es su dominio propio.
Ocurre únicamente -y es por esto que podría calificársela de positiva,
si no fuera que este adjetivo, agregado al nombre de una ciencia, constitu-
ye un pleonasmo- que la sociología no se ocupa del ideal más que para
construir la ciencia.
No quiere esto decir que la sociología emprenda la tarea de formar el
ideaL Todo lo contrario, lo toma como un dato, como un objeto de estu-
dio, tratando de analizarlo y de explicarlo.
En la facultad de concebir el ideal. la sociología ve una facultad natu-
ral y procura buscar sus causas y condiciones con miras, si es posible, de
ayudar a los hombres a alcanzar su perfeccionamiento. 2 Este capitulo está constituido por la comunicación al COllgre.50 11ltemaciollal de Filosofia

En definitiva, la tarea del sociólogo debe ser la de hacer entrar el ideal, de Bolania, presentada en la sesión general del 6 de abril y publicada en número especial por
la Revue de Métaphysique et di Morale el 3 de julio de 1911.
bajo todas sus formas, en la naturaleza, pero a condición de dejarle todos
CAPÍTULO QUINTO
CRfTICA GENERAL DEL PRAGMATISMO *

¿Cuáles son las razones que me han llevado a elegir el tema de este
curso? ¿Por qué lo he titulado Pragmatis'ma y Sociologia? En primer lugar, es
por la actualidad del Pragmatismo, que es, aproximadamente, la única teo-
ría de la verdad existente en la actualidad. Y luego porque hay en el
Pragmatismo un sentido de-la vü¡a y de la acción que comparte con la So-
ciología: ambas tendencias son hijas de una misma época.
y. sin embargo) no tengo más que alejamiento frente a las conclusio-
nes del Pragmatismo, Interesa, pues, marcar las posiciones respectivas de
las dos doctrinas, El problema que presenta el Pragmatismo es, en efecto,
muy grave. Asistimos en nuestros días a un asalto contra la razón, a una ver-
dadera lucha a mano armada. De manera que el interés del problema es
triple.
LO En primer'lugar el interés es general. Mejor que cualquier otra doc-
trina, el Pragmatismo es capaz de hacernos sentir la necesidad de renovar
el racionalismo tradicional. puesto que nos muestra sus insuficiencias,
2.° En segundo lugar el interés es nacional. Toda nuestra cultura fran-
cesa tiene una base esencialmente racionalista, Aquí el siglo XVIII prolon-
ga el cartesianismo. Una nega,dón total del racionalismo constituiría, pues,
un peligro: sería un trastorno de toda nuestra cultura nacional. Es todo el
espíritu francés quien debería ser transformado si esta forma del
¡rracionalismo que representa el Pragmatismo debiera ser admitida.
3. ó Finalmente, hay ,un interés propiamente filosófico. No es solamen-
te nuestra cultura, es todo el conjunto de la tradición f11osófica, y ello des-
de los primeros tiempq's de la especulación de los filósofos que -salvo una

(*) Forma parte de la obra póstuma de DURKHgIM, E.: Pragmalisme el socíologíe, A. Cuvillier
(ed.), París, Vrin. 1955.
104 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 105

excepción, de la cual trataremos en seguida- es de tendencia racionalista. lo he señalado ya 1, los pragmatistas se toman frecuentemente demasiadas
Habría que proceder a un vuelco de toda esta tradición si el Pragmatismo libertades con las doctrinas históricas; las interpretan según su fantasía ya
fuer.::!. válido. veces de manera poco exacta.
Ciertamente, en la tradición filosófica se distingue por lo general dos Pero lo que hay que destacar sobre todo es el carácter abslraslo de su
corrientes: la corriente racionalista y la corriente empirista. Pero es fácil argumentación, que va de acuerdo con la orientación general,
ver que Empirismo y Racionalismo no son en el fondo más que dos mane- pretendidamente empírica, de la doctrina. Sus pruebas tienen muy frecuen-
ras diferentes de afirmar la razón. De una parte y de la otra, en efecto, se temente un carácter dialéctico; todo se reduce a una pura construcción lógica.
mantiene un culto que el Pragmatismo tiende a destruir: el culto a la ver- De donde una primera contradicción.
dad; se admite que existen juicios necesarios. La diferencia está en la explica- Su pensamiento presenta por otra parte otras contradicciones flagrantes.
ción que se da de esta necesidad: el Empirismo la funda en la naturaleza He aquí un ejemplo. Se nos dice, por un lado, que la conciencia no existe
de las cosas, el Racionalismo en la razón misma, en la naturaleza del pensa- como tal, que no es nada original, que no es ni un factor sui generis ni una
miento. Pero, de ambos lados, se reconoce el carácter necesario, obligato- verdadera realidad sino un simple eco, un «ruido vano» que ha dejado de-
rio de ciertas verdades, y las diferencias son secundarias alIado de este punto trás de ella «el alma» desaparecida del cielo de la filosofía 2. Ese es, es no-
fundamentaL Ahora bien, es precisamente esta fuerza obligatoria de los jui- torio, el tema del célebre artículo ¿Existe la conciencia? q ue James ha retor-
cios lógicos, esta necesidad de los juicios de verdad lo que niega el nado bajo forma de una comunicación en francés al Congreso de 1905. Pero,
Pragmatismo. Afirma que el espíritu permanece libre frente a la verdad. por otro lado, se sostiene que la realidad es una construcción del pensamien-
Por ese camino, el Pragmatismo se acerca a la excepción única a la que to; que lo real es la percepción misma. Se atribuye así al pensamiento las
se ha hecho alusión, a saber la Sofística, que negaba también toda verdad. mismas cualidades y el mismo poder que las doctrinas idealistas.
Este acercamiento no es arbitrario: está confesado por los pragmatistas mis- Ep~fenomenismo por un lado, idealismo por el otro: hay incompatibilidad en-
mos. Así es como F. C. S. Schiller se proclama «protagórico» y recuerda al tre las dos tesis.
axioma: «El hombre es la medida de todas las cosas». El Pragmatismo falta así a los caracteres fundamentales que hay dere-
No olvidemos, sin embargo, que la Sofistica hajugado un papel útil en cho a exigir a una·doctrina filosófica.
la historia de las doctrinas filosóficas: es ella, en suma, quien ha suscitado a Pero tenemos que plantearnos aquí una pregunta: ¿cómo ocurre que
Sócrates. Del mismo modo, el Pragmatismo puede servir hoy para extraer con semejante defectos el Pragmatismo se haya impuesto tan rápidamente
el pensamiento filosófico de este nuevo «sueño dogmático» en el que tien- a numerosos espíritus? Es preciso que se apoye sobre algo en la conciencia
de a adormecerse desde el sacudimiento que le había impreso la crítica de humana, que haya en él una fuerza que tenemos que descubrir.
Kant. Su ventaja es, como se ha dicho, que ilumina las debilidades del viejo
Racionalismo. Éste debe renovarse para satisfacer las exigencias del pensa-
miento moderno y dar cuenta de ciertos puntos de vista nuevos introduci- EL MÓVIL FUNDAMENTAL DE LA ACTITUD PRAGMATISTA
dos por la ciencia contemporánea. El problema consiste en encontrar una
fórmula que mantenga lo esencial del Racionalismo mientras se da satisfac- Preguntémonos pues cual es el sentimiento que anima a la doctrina,
ción a las críticas fundadas que le dirige el Pragmatismo. cuál es el móvil que es su factor esencial. No es, ya 10 he dicho, la necesi-
dad práctica, la necesidad de extender el campo de la acción humana. Hay
[ ... ]

1 James mismo parece reconocerlo cuando escribe por ejemplo en el prefacio a La vo-
Podemos pasar ahora a la discusión general de las doctrinas luntad de crear (trad. fr., p. 19): «Mi ensayo sobre algunos puntos de la filosofía hegeliana
pragmatistas. En primer lugar se les puede reprochar ciertas laguna.s. Como trata superficialmente una cuestión seda y apela a la indulgencia del lector».
2 Some problem.s 01 Philosophy, l. p. 2.
106 EMILIO DURKHEIM SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 107

enJames especialmente un gusto por el riesgo, una necesidad de aventura: desfiguraría y la corrompería sino porque es naturalmente una parte de la
James prefiere un mundo incierto, «maleable», a un mundo ftiado, inmó- realidad y de la vida 3, Hela aquí situada entonces en la serie de hechos, en
vil, porque es un mundo donde hay algo que hacer, y ese es bien el ideal el seno mismo" de lo que comporta antecedentes y consecuentes. Plantea
del hombre fuerte que quiere ampliar el campo de su actividad. ¿Pero cómo problemas: estamos autorizados a preguntarnos de dónde viene, para qué
entonces el mismo filósofo puede presentarnos al asceta que renuncia al sirve, etc. Se convierte ella misma en objeto de ciencia. Es eso lo que con-
mundo, que se aparta de él, como un ideal? fiere interés a la empresa pragmatista: se puede ver en ella un esfuerzo por
A decir verdad, el Pragmatismo no se ha preocupado por dibujarnos comprender la verdad y la razón mismas, para restituirles su interés humano,
un ideal determinado. Lo que domina es la necesidad de ablandaT la ver- para hacer con ellas cosas humanas vinculadas a causas temporales y en-
dad, de «aflojarla», como dice James, es decir, en suma, de liberarla de la gendrando consecuencias temporales. «Aflojar}) la verdad es hacer de ella
disciplina del pensamiento lógico. Eso es lo que aparece muy nítidamente algo analizable y explicable.
en el libro de James La voluntad de creel: Planteado esto, todo se explica. Si
el pensamiento tuviera por objeto «reproducir» simplemente lo real, seria Es en este momento que podemos establecer un paralelo entre el
esclavo de las cosas, estaría encadenado a la realidad; no tendría más que Pmgmatismo y la Sociología. La Sociología es llevada, en efecto, a plantearse
«copiar» servilmente un modelo que tendría delante de él. Para que el pen- el mismo problema por la aplicación del punto de vista hístó,'Íco al orden
samiento sea liberado, es preciso por consiguiente que se torne creador de de las cosas humanas. El hombre es un producto de la historia, por consi-
su propio objeto, yel único medio para alcanzar ese objetivo es darle una guiente de un devenir; no hay nada en él dado ni definido de antemano.
realidad a hacer, a construir. Así, el pensamiento tiene 1)01' "objeto no IJroduár un La historia no empieza en ninguna parte; no termina en ninguna parte.
dato sino constTuiT una realidad futura. A partir de eso, el valor de las ideas Todo lo que está en el hombre ha sido hecho por la humanidad en el cur-
no puede ser más apreciado en relación con el objeto sino según su grado so de los tiempos. Por consiguiente, si la verdad es humana, también ella
de utilidad, según su carácter más o menos «ventajoso». es un producto humano. La Sociología aplica la misma concepción a la ra-
Se percibe de este modo el alcance de las tesis pragmatistas. Si, en el Ra- zón. Todo lo que constituye la razón, sus principios, sus categorías, todo
cionalismo clásico, el pensamiento presenta ese carácter de «rigidez» que eso se ha hecho en el curso de la historia.
él reprocha el Pragmatismo, es porque la verdad ha sido concebida como Todo es un producto de ciertas causas. No es preciso representarse los
una cosa simple, cuasi-divina, que extraería de ella sola todo su valor. Esta fenómenos en series cerradas: las cosas tienen un carácter «circular» y el
verdad, concebida como bastándose a sí misma, está por lo tanto situada análisis puede prolongarse hasta el infinito. Por esa razón yo no puedo ad-
por encima de la vida humana. No puede plegarse a las exigencias de las mitir que se diga, como lo hacen los idealistas: en el origen está el pensamiento
circunstancias y de los diversos temperamentos. Vale por si misma: es bue- ni, como 10 hacen los pragmatistas, en el origen está la acción.
na una "bondad absoluta. No está ahí para nosotros sino para sí misma. Su Pero, si la Sociología plantea el problema en el mismo sentido que el
papel cQnsiste en dejarse contemplar. Está como divinizada, se torna el ob- Pragmatismo, se encuentra mejor situada para resolverlo. En efecto, el
jeto de un verdadero culto. Es todavía la concepción de Platón. Esta con- Pragmatismo pretende explicar la verdad psicológicamente, subjetivamente.
cepción de la verdad se extiende a la facultad por la cual alcanzamos 10 Ahora bien, la naturaleza del individuo está bien limitada para ser capaz
verdadero, a saber la razón. La razón nos sirve para explicar las cosas, pero, de explicar por sí sola todas las cosas humanas. No encarar más que los
en esta concepción, ella misma no se explica, está fuera del análisis cientí- elementos individuales exclusivamente conduce a atenuar indebidamente
fico. la amplitud de los efectos de los que se trata de dar cuenta. ¿Cómo la ra-
~(Aflojar» la verdad es retirarle el carácter absoluto y como sacrosanto.
Es arrancarla a este estado de inmovilidad que la sustrae a todo cambio, a
toda transformación y, por consiguiente, a toda explicación. Imaginad que 3 Cf. Fomws elementales de In vida religiosa, Madrid. Alianza Editorial, 2003: "Atribuir al
en lugar de estal- así confinada en un mundo aparte, la verdad forme parte su
pensamiento lógico orígenes sociales no es rebajarlo, disminuir valor... es. por el contrario
de lo real y de la vida, no por una especie de caída, de degradación que la relacionarlo con una causa que lo implica naturalmente».
108 EMILIO DURKHEIM
SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA 109

zón, especialmente, habría podido construirse en el curso de las experien-


verdad empieza a ser. Hay en la historia de las creaciones novedades im-
cias realizadas por un único individuo? La Sociología nos permite explica-
previsibles. ¿Cómo a partir de esto podría concebirse la verdad como algo
ciones más amplias. Para ella la verdad, la razón, la moralidad son los re- detenido y definitivo?
sultados de un devenir que engloba todo el desenvolvimiento de la historia
Pero las razones que alega el Pragmatismo con el apoyo de esta idea caen
humana.
bajo el golpe de muchas objeciones. Por otra parte, si las cosas cambian
Se ve a partir de ahora qué ventaja presenta el punto de vista socioló-
eso no significa necesariamente que la verdad cambie al mismo tiempo. La
gico en relación con el punto de vista pragmatista. Para los fIlósofos
verdad, podría decirse> se enriquece, pero no cambia propiamente hablan-
pragmatistas, la experiencia, como lo hemos dicho en numerosas oportu-
do; tiene ciertamente agregados, crecimientos en el curso del desar:rollo
nidades, no puede comportar más que un solo plano. La razón se encuentra
histólico, pero una cosa muy diferente es decir que la verdad crece o que
así situada en el mismo plano que la sensibilidad; la verdad) en el mismo varía en su naturaleza misma.
plano que la sensación y los instintos. Pero, siempre se ha reconocido en la
verdad algo que, en ciertos aspectos, se nos impone independientemente
de los hechos de la sensibilidad y de los impulsos individuales. Una con-
cepción tan universal debe corresponder a algo reaL Otra cosa es anular
en la duda la correspondencia de los símbolos y de la realidad, otra cosa
rechazar, con el símbolo, la cosa simbolizada 4. Ahora bien, esta presión
reconocida de la verdad sobre los espíritus es un símbólo que hay que Ín-
lerpretar, aun si uno se niega a hacer de la verdad algo absoluto y
extrahumano.
El Pragmatismo, que nivela todo, se despoja del medio de hacerlo al
desconocer la dualidad que existe entre la mentalidad resultante de las ex-
periencias individuales y la mentalidad resultante de las experiencias co~
lectivas. La Sociología nos recuerda al contrario que lo que es social posee
siempre una dignidad más alta que lo que es individua1. Se puede presu-
mir que la verdad, como la razón) como la moralidad, guardará siempre
- ese carácter de valor más elevado, lo que no impide de ningún modo tratar
de explicarlo. El punto de vista sociológico presenta esta ventaja que per-
mite aplicar el análisis aun a esta cosa augusta que es la verdad.
Hasta aquí. sin embargo, no hay tanta urgencia ~en elegir entre el pun-
to de vista de la Sociología y el del Pragmatismo. Este ha visto muy bien
que no hay., como al contrario lo admite el Racionalismo, de un lado error,
del otro verdad sino que en realidad errores y verdades se mezclan, siendo
los errores frecuentemente en el curso de la historia, momentos en que la

4 Cf. Formas elemenÚlles de la vidnreligiosa, cit.: "Una representación colectiva ... puede

expresar (su objeto) sin duda, con la ayuda de símbolo imperfectos; pero los símbolos cientí-
ficos mismos no son nunca más que aproximados»; ct. también ibid, donde las nodones de
origen sodal son Hamados «símbolos bien fundados».
COLECCiÓN CRíTICA DEL DERECHO

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Derecho privado positivo Sociología del derecho


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Las convenciones colectivas de Teoría general del negocio Jurídico


condiciones de trabajo en la doctrina EMILIO BETTI
y en las legislaciones extranjera y Introducción al pensamiento jurídico
española
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La gramática de la política. EI"Estado
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del derecho CARLScHMln LEÓN DUGUIT FRANCISCO JAVIER CONDE
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Justicia Política. Empleo del proce- y en la ciencia jurídica actuales liberalismo y el socialismo J. DABIM
dimiento legal para fines políticos KARl ENGISCH JUAN DONOSO CORTÉS
Teoría y sistemas de las formas po-
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Tratado de derecho político mía colectiva ANDREAS V. TUHR FRANCISCO JAVIER CONDE
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Las servidumbres Contribución a la crítica de la econo- ción universal STAMMlER
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La libertad fundamental en el esta- La constitución del trabajo en el es-
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