Lamentablemente, muchas personas, son como las pulgas
entrenadas que saltan arriba y abajo dentro de un frasco. El
observador notará que el frasco no tiene tapa para que salgan las pulgas. ¿Pero por qué esas pulgas no saltan fuera del frasco y ganan su libertad? La respuesta es simple. El entrenador de las pulgas, cuando las colocó por primera vez dentro del frasco, le puso una tapa. Las pulgas saltaban alto y golpeaban continuamente su pequeño cerebro contra la tapa. Después de unos cuantos dolores de cabeza, las pulgas dejaron de saltar muy alto y comenzaron a disfrutar su nueva comodidad. Entonces, la tapa podía ser removida y las pulgas seguían cautivas, no por una tapa real sino por una manera de pensar que les decía: «Tan alto, nunca más». Es imposible triunfar sin sufrir. Si tiene éxito y no ha sufrido, es que alguien ha sufrido por usted; y si está sufriendo sin tener éxito, tal vez alguien tendrá éxito por usted. Pero no hay éxito sin sufrimiento. Cuando simplemente nos preocupamos de sobrevivir y conservar el status quo, defendemos una reputación que reprime el progreso y llega a ser autolimitante.
Corra el riesgo. Trepe y súbase a la rama donde está el
fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida. Los Elías de la vida se forman en los montes carmelos, no en las cuevas. La fe nos hace ministrar. El temor nos trae solamente miseria. Solamente cuando alguien está lastimado recibe alivio. Sólo cuando una persona se hace preguntas, recibe respuestas.