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El clima de la inmediatez

Uno de los motivos que distancia a los estudiantes de la lectura es el clima de inmediatez que
impera en la sociedad. Vivimos bajo la influencia de las tecnologías de la información y la
comunicación, en una época en la que importa lo instantáneo y fácil y se relega nociones de
desarrollo, proceso y continuidad en aras de obtener resultados rápidos. Así lo comenta
Francesc Miralles (2010) en un artículo: “La cultura de la impaciencia se empezó a gestar con la
revolución industrial y ha llegado a su cénit esta última década. Con la implantación masiva de
Internet y de la telefonía móvil, nos hemos acostumbrado a los resultados inmediatos”

Ocurre que los estudiantes, que en su mayoría desconocen el valor real del conocimiento,
copian y reproducen información, en vez de inferirla y producirla, y en última instancia
conciben el material académico como un medio para salir de algo y no como fin último.

En un reportaje de Luciana Carrasco del Listín Diario, un maestro con más de 35 años de
experiencia expresó también que los estudiantes utilizan la tecnología para escatimar
esfuerzos y reproducir informaciones sin leerlas. Comentó que hubo un tiempo en el que los
estudiantes se motivaban a investigar y aprender. Pero ahora, pese a disponer de dispositivos
inteligentes y tener acceso ilimitado a material académico, literario y científico, la mayoría de
los estudiantes prefiere consumir otro tipo de contenido.

La cultura de la música urbana

Objeto de mercado que la industria musical ha explotado y difundido por Latinoamérica y el


mundo. El discurso que vuelve tendencia instantánea a sus exponentes, que incita al
consumidor a idolatrar la personalidad y el placer, a tener la ilusión de que retumba por donde
va y que le infla con la sensación de que puede resolver y brillar en sociedad

Por supuesto, no se pretende con esto condenar al género. Más bien, se procura sacar a relucir
algunos hechos que me parecen relevantes en lo que buscamos. Evidentemente, la música
urbana tiene gran impacto en los estudiantes, sobre todo en los jóvenes que pertenecen a las
clases más pobres.

Argumentos que sustentan la tesis:

En este sentido, Jiménez (2016) cita al sociólogo dominicano Dagoberto Tejeda Ortiz, quien
apela al fin primario de la concepción de la música urbana y subraya que dicho género busca
expresar el descontento de los jóvenes frente a una sociedad plagada de desigualdades y
“falsos puritanismos”. En el contexto de la educación, no resulta extraño que los consumidores
de esta cultura tiendan a chocar con padres, docentes o directores. Pero, sobre todo, tampoco
es de extrañar que estos mismos consumidores promuevan una indiferencia total por
contribuir, participar y sumar en el desarrollo de una sociedad más justa y enriquecedora.

A este respecto, rescato un pasaje hermoso y contundente de la Ley 66- 97 (Ley General de
Educación de la República Dominicana), sobre el verdadero fin de la educación:

“Formar personas, hombres y mujeres, libres, críticos y creativos, capaces de participar y


constituir una sociedad libre, democrática y participativa, justa y solidaria; aptos para
cuestionarla en forma permanente; que combinen el trabajo productivo, el servicio
comunitario y la formación humanística, científica y tecnológica con el disfrute del acervo
cultural de la humanidad, para contribuir al desarrollo nacional y a su propio desarrollo”. (Ley
66-97; capítulo II; art. 5: a)
La cultura de la música urbana hace un énfasis enfermizo en la imagen del individuo y su
proyección social. Por eso, importa el qué conseguir y el cómo verse. Importa lo que digan los
denominados “influencers”, lo que ellos juzguen de valor y trascendencia. Importa importar.
Los consumidores no se preocupan en identificar y cultivar sus aptitudes en pos de servirse a sí
mismos o a sus sociedades, sino en aprovechar las oportunidades que prometan sacar mejor
partido de las circunstancias.

El sistema educativo dominicano:

docentes sin vocación vs. padres desentendidos

El estadista alemán Andreas Schleicher, responsable de la prueba PISA (2018), expresa que la
calidad del docente es fundamental para obtener mejores resultados académicos.

Es obvio, pero en RD no parece tomarse muy en serio. Según Educa, el desempeño docente
alcanza el 3 % de excelencia académica (2018). Es una cifra alarmante, pero justificada. La
denominada “Revolución Educativa”, con la extensión de la jornada escolar y los respectivos
aumentos salariales, hizo de la carrera docente una suerte de oportunismo

Es así como el renovado “interés” por la educación ha traído consecuencias importantes.


Ahora contamos con miles de maestros incompetentes que condenan generaciones enteras de
estudiantes, mientras el Gobierno de turno solo se enfoca en construir escuelas y gestionar
almuerzos escolares. Muchas edificaciones, programas, consorcios y estrategias sin resultados
netos reales.

Por otro lado, en el reportaje de Carrasco (2020), una maestra con más de diez años de
experiencia refiere que el método utilizado actualmente en el proceso de
enseñanzaaprendizaje es el del constructivismo. Una teoría fomentada por el catedrático
español César Coll y otros autores, que resalta el papel activo del estudiante sobre el
conocimiento. Con esta propuesta se busca que el estudiante construya su propio
conocimiento, en vez de instarlo a memorizar y reproducir contenido. El docente funge como
facilitador de estrategias y herramientas necesarias para motivar y orientar al estudiante en la
búsqueda de conocimiento.

El estudiante debe ser autónomo, pero debidamente guiado por el docente y respaldado por
los padres. Pero en RD, estos últimos no parecen muy comprometidos con la educación de sus
hijos. Carrasco (2020) rescata el parecer de una profesora experimentada: “Los maestros ya no
tenemos autoridad y eso viene por la dejadez de los padres; no todos, hay padres responsables
que están pendientes de sus hijos, pero los demás se lo dejan a la escuela y esto crea un caos”.

Padres desentendidos

El estudiante debe ser autónomo, pero debidamente guiado por el docente y respaldado por
los padres. Pero en RD, estos últimos no parecen muy comprometidos con la educación de sus
hijos.

Carrasco (2020) rescata el parecer de una profesora experimentada: “Los maestros ya no


tenemos autoridad y eso viene por la dejadez de los padres; no todos, hay padres responsables
que están pendientes de sus hijos, pero los demás se lo dejan a la escuela y esto crea un caos”.
Quizás, si los padres se comprometieran a darle un seguimiento cercano a la educación de sus
hijos, el proceso de construcción de conocimiento se efectuara con más eficiencia y resultados
favorables. Por lo que hemos visto, el método del constructivismo no es aplicable en RD. Para
ello, el estudiante debe estar motivado y contar con conocimientos previos que puedan
articular los nuevos aprendizajes. Hemos dicho que el estudiante no está interesado en
formarse intelectualmente.

Sobre todas las cosas, el estudiante debe entender la importancia fundamental de su


formación. Si el estudiante asume con total convicción la urgencia de educarse, emprenderá
sus propias iniciativas hacia el desarrollo de sus potencialidades

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