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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA Epistemología de la Psicología

Estudio del conocimiento en la Edad Moderna y Contemporánea1

Las filosofías tradicionales tenían una similitud básica por el hecho de que estaban
preocupadas primariamente con la metafísica, es decir, el tema de la realidad. Las filosofías
modernas propiciaron un cambio definitivo en la importancia jerárquica de las tres categorías
filosóficas básicas. Este cambio fue estimulado por los descubrimientos de la ciencia
moderna. Durante siglos, el conocimiento y la perspectiva filosófica de la humanidad habían
permanecido prácticamente estables. El conocimiento recién descubierto no era,
generalmente, tan abundante ni de tal calidad como para que las sociedades tuvieran
dificultades para encuadrarlo dentro de su cosmovisión y de su práctica diaria.

Esta estabilidad comenzó a cambiar, sin embargo, en los siglos XVII y XVIII. Primero llegaron
las nuevas teorías y los nuevos descubrimientos científicos. Estos fueron seguidos muy
pronto por los avances tecnológicos que hicieron posible la revolución industrial pero también
perturbaron la continuidad de los patrones sociales y filosóficos tradicionales del mundo
occidental. Durante los siglos XIX y XX; los avances en el conocimiento científico; con sus
efectos correspondientes en la sociedad; continuaron acelerándose; y; como resultado,
muchas personas llegaron a rechazar una realidad absoluta que fuera estática e incluso que
pudiera ser conocida. Desde el punto de vista humano; a mucha gente le pareció que la
verdad; lo mismo como el conocimiento humano de la verdad; son relativos y que no hay
certezas universales.

Tal conclusión llevó a las filosofías modernas a evitar el tema de la realidad última y a
centrarse en enfoques relativistas de la verdad y el valor; desde la perspectiva de los
grupos sociales (Pragmatismo); y desde el punto de vista del individuo (Existencialismo).

1. Positivismo

1.1. Datos históricos

El positivismo es una escuela filosófica de enorme gravitación en la segunda parte del


siglo XIX y gran parte del siglo XX, que afirma que el único conocimiento auténtico es el
conocimiento científico, y que el mismo solamente puede surgir a través del método
científico. Es en 1844 que apareció el libro titulado “Discurso sobre el espíritu positivo” de
Augusto Comte (1798-1857), quien es considerado fundador del Positivismo. Fue célebre
la teoría de los tres estados de Comte, fundamento de la filosofía positiva, que
desarrollamos más adelante.

Esta postura filosófica es la expresión misma del avance científico. En su nivel más
profundo, la historia intelectual de las tres últimas décadas del siglo XX puede resumirse
en la difusión de una actitud positivista acrítica y el surgimiento de una reacción contra la
misma, que sin negar las posibilidades de la razón y la ciencia, subrayaba sus límites.
Tanto el positivismo como su revisión crítica afectaron a los más diversos campos del
pensamiento: ciencia, teoría política, filosofía, psicología, literatura e historiografía.

1.2. Posición filosófica del positivismo

La realidad: solo hechos de la experiencia humana

El historiador Urdánoz define el positivismo en estos términos:


“El positivismo, es el sistema que profesa, como doctrina fundamental, que únicamente

1
Adaptado de: Knigth, G (2002). Filosofía y educación: una introducción a la perspectiva cristiana. Bogotá: APIA.
Pereyra, M. (2011). Psicología: un abordaje adventista para profesionales, docentes y estudiantes.
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los hechos de la experiencia constituyen el objeto de nuestro conocimiento, es decir, que


nada podemos conocer fuera de los objetos de experiencia. Así, pues, excluye del ámbito
de nuestro saber las esencias de las cosas, y todas las categorías metafísicas con que
se trata de explicar los principios de los seres o sus causas, inmediatas o últimas” (1975,
V, 179).
Se exige, pues, objetividad absoluta, atenerse estrictamente a los hechos y a las causas
reales de los acontecimientos. Se rechaza por igual los abstraccionismos metafísicos
como el sobrenaturalismo religioso, por considerarlos etapas superadas de la evolución
humana.

La verdad: conocimiento positivo

Según la “ley general sobre la marcha progresiva del espíritu humano” o la “Ley de los
tres estados” de Augusto Comte (1798-1857), cada una de nuestras concepciones
principales, cada rama de nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados
teóricos diferentes: el estado teológico o ficticio; el estado metafísico o abstracto; el
estado científico o positivo.
a) En el estado teológico, el espíritu se dirige a conocimientos absolutos, a ‘indagar las
causas primeras y finales de los efectos’, esto es, la naturaleza íntima de los seres, y ‘se
representa los fenómenos como producidos por la acción directa y continua de agentes
sobrenaturales, más o menos numerosos, cuya intervención arbitraria explica las
anomalías aparentes del universo’.
b) En el estado metafísico, que es en el fondo una modificación del primero, ‘los agentes
sobrenaturales son reemplazados por fuerzas abstractas, verdaderas entidades
(abstracciones personificadas) propias a los diversos seres del mundo’, y la
explicación consiste en asignar a cada uno de los fenómenos la entidad correspondiente.
c) En el estado positivo, el espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de obtener
nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y destino del universo y a conocer las
causas íntimas de los fenómenos, para descubrir, a través del razonamiento y la
observación, sus leyes efectivas, es decir, relaciones invariables de sucesión y
semejanza. Es decir, todos los conocimientos verdaderos deben provenir de los hechos
reales verificados por la experiencia.

Comté buscó descubrir, por el uso de la observación y el razonamiento, las relaciones


invariables de sucesión y semejanza (leyes) que rigen los fenómenos. Apeló a un
realismo a ultranza, afirmando exclusivamente la existencia de los datos de la
experiencia sensible y negando toda realidad meta-empírica. Esta filosofía se encuentra
emparentada con el fenomenismo empirista de Hume, el naturalismo evolucionista de
Heriberto Spencer (1820-1903) y una concepción materialista de la vida, que hace de la
ciencia un postulado de fe absoluta.

El hombre, consider en esa época haber encontrado en la ciencia la garantía infalible de


su propio destino (Abbagnano, 1964). De este modo, la diosa razón del siglo XVIII deja
su solio a la diosa ciencia. “Con el positivismo, la ciencia se exalta, se considera como
única manifestación legítima de lo infinito y, por ello, se llena de significación religiosa,
pretendiendo suplantar a las religiones tradicionales”.

2. Pragmatismo

2.1. Datos históricos

El pragmatismo es la contribución de filósofos norteamericanos a la historia del


pensamiento filosófico. Alcanzó su clímax durante los últimos ciento veinte años y está
asociado con nombres como: Charles S. Peirce (1839-1914), William James (1842-1910)
y John Dewey (1859-1952). Las filosofías tradicionales eran estáticas y tendían a dar
razón de las cosas tal como estaban. La última mitad del siglo XIX; sin embargo; vio un
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cambio sin precedentes cuando la revolución industrial llegó a su apogeo. El


industrialismo; la urbanización y las migraciones masivas de poblaciones fueron los
factores centrales de la escena americana. El cambio parecía ser un hecho central de la
existencia humana. El mundo intelectual vio el desarrollo y la amplia aceptación de las
teorías biológica y social del darwinismo a medida que la gente procuraba manejar y
racionalizar el concepto del cambio. El pragmatismo (también llamado
“experimentalismo” o “instrumentalismo”), fue la reacción filosófica ante un mundo
cambiante.

William James definió el pragmatismo como “la actitud de apartarse de las primeras
cosas; principios; categorías; necesidades supuestas; y mirar hacia las cosas últimas; los
frutos; las consecuencias; los hechos”. El pragmatismo fue un crítico agudo de los
antiguos sistemas de filosofía, que, según afirman los pragmáticos, cometieron el error de
buscar las esencias últimas, absolutas y eternas. Los pragmáticos enfatizaron la ciencia
empírica,
el mundo cambiante y sus problemas, y la naturaleza como la realidad total, más allá de
lo que su fe en la ciencia no les permitía ir.

El pragmatismo tiene antecedentes intelectuales en los pensadores griegos, como


Heráclito (siglo V a.C.), quien postuló la inevitabilidad del cambio, y en los empiristas
británicos (los siglos XVII y XVIII), quienes aseguraban que la gente sólo puede conocer
lo que experimentan sus sentidos.

2.2. La posición filosófica del pragmatismo

La realidad: una experiencia.


Algunos pragmáticos plantean que su posición filosófica no tiene siquiera una metafísica.
Esto se debe, indudablemente, al hecho de que la metafísica tradicional ha estado
interesada en el ámbito de la realidad "última" y "absoluta", más allá del alcance de la
experiencia empírica del hombre. El pragmático, por otro lado, afirma que, si hay tal orden
de realidad, los seres humanos no tienen forma de conocerlo.

Desde el punto de vista pragmático, la mente y la materia no son dos sustancias


separadas e independientes. La gente sólo puede conocer la materia cuando la
experimenta y reflexiona sobre esa experiencia con su mente. La realidad, por lo tanto,
nunca está divorciada del conocedor humano.

Desde la perspectiva de los pragmáticos, el hombre vive en lo que Platón describió como
la caverna de la percepción sensorial. Ésta, afirman, puede no ser la suma total de la
r e a l i d a d , pero, en todo caso, la caverna es todo lo que tenemos. Vivimos en un mundo
de experiencia y no tenemos formas de saber si lo que algunas personas dicen que está
más allá de la experiencia humana posee alguna verdad o realidad.

Con el paso del tiempo, la experiencia humana cambia y, por lo tanto, el concepto
pragmático de la realidad también cambia. Su esquema metafísico no admite absolutos,
tampoco principios a priori, o leyes naturales inmutables. La realidad no es una “cosa”
abstracta. Más bien es una experiencia transaccional que está cambiando
constantemente. Tanto James como Dewey se apartaron de las antiguas nociones de un
mundo cerrado con límites fijos y posibilidades restringidas.

El pragmático señala que la realidad cosmológica ha estado cambiando a través del


tiempo. Por ejemplo, la realidad cósmica por muchos siglos se centró en la teoría
geocéntrica, que colocaba una tierra estacionaria en el centro del universo; y entonces la
experiencia más amplia de Copérnico permitió el desarrollo de una “realidad” heliocéntrica;
y subsecuentes extensiones de la experiencia en el siglo XX, llegaron a un nuevo punto de
vista de la “realidad” centrada en la relatividad universal. Por lo tanto, afirman los
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pragmáticos, la realidad no está fija sino en un estado constante de flujo, mientras se


amplía la experiencia del hombre. Lo que es “real” hoy, puede no serlo mañana; porque la
realidad no puede estar divorciada de la experiencia en la misma forma como la materia no
puede estar separada de la mente. Vivimos en un universo dinámico que está sometido a
un estado constante de cambio; y cosas como las leyes científicas, que se basan en la
experiencia limitada del hombre, deben declararse en términos de probabilidades más bien
que en términos absolutos…

La verdad como aquello que funciona.


El pragmatismo es, básicamente, un quehacer epistemológico. El conocimiento, de
acuerdo con el pragmático, está fundamentado en la experiencia. El hombre tiene una
mente activa y exploradora, no pasiva y receptiva. Como resultado, el hombre no
simplemente recibe el conocimiento; lo experimenta mientras interactúa con el ambiente.
La búsqueda del conocimiento es, por lo tanto, una transacción. El ser humano actúa
sobre el ambiente y entonces obtiene ciertas consecuencias. Aprende de esta experiencia
transaccional con el mundo que lo rodea.

La exposición más clara y extensa del método epistemológico del pragmatismo para
transformar la experiencia en conocimiento la presentó Dewey en “How we Think” [Cómo
pensamos] (1910). De acuerdo con Dewey, el proceso del pensamiento reflexivo puede
expresarse en cinco pasos:
 Primero, mientras el hombre se mueve activamente en la vida, se enfrenta con un
problema o con situaciones perturbadoras que inhiben temporalmente su progreso.
Esta situación produce un momento de duda o vacilación, durante el cual se inicia el
proceso de pensamiento mientras la mente comienza a centrarse en el problema que
tiene a mano.
 El segundo paso es una intelectualización de lo que fue al principio una respuesta
emocional a una actividad bloqueada. Durante esta fase, el individuo toma algunas
medidas para diagnosticar la situación y captar la naturaleza precisa del problema.
 El tercer paso entraña un inventario de posibles soluciones. El individuo deja que su
mente sugiera libremente soluciones potenciales al problema. Esas posibles soluciones
toman la forma de “ideas guías” o hipótesis.
 El cuarto paso es un ejercicio de razonamiento, puesto que las soluciones posibles de
la tercera etapa se vislumbran en razón de sus probables consecuencias si se ponen
en acción. La mente opera en una línea de pensamiento que va de causa a efecto en
un intento de reducir las posibilidades a la hipótesis capaz de resolver exitosamente la
dificultad corriente.
 La quinta etapa se encarga de probar mediante la práctica la hipótesis más razonable,
para ver si las consecuencias previstas en realidad se producen. Si la hipótesis o la
respuesta propuesta funciona cuando se aplica al mundo de la experiencia, entonces
es verdadera: la verdad es lo que funciona. Si una hipótesis no funciona o no
capacita a la persona para resolver el problema, entonces la hipótesis no es verificada
y no entra bajo la definición pragmática de la verdad. Si una hipótesis revisada resulta
ser falsa, entonces la persona debe volver al menos al paso número cuatro y buscar la
verdad en una hipótesis alterna.

Al llegar a este punto es importante reconocer que el conocimiento, desde la perspectiva


pragmática, debe distinguirse cuidadosamente de lo que es una creencia. La autenticidad
de lo que las personas afirman creer es un asunto que pertenece a la esfera privada,
pero lo que afirman conocer deben poderlo demostrar ante cualquier observador
imparcial y calificado. En otras palabras, las creencias son privadas, mientras que el
conocimiento se considera en cualquier circunstancia como algo público. El pragmático
hace notar que, aunque algunas creencias pueden estar fundadas en el conocimiento,
ciertamente muchas de ellas no lo están. Desde el punto de vista del pragmático, una
declaración que pretende ser verdadera puede parafrasearse con la fórmula "si...
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entonces", que puede ser probada por la experiencia empírica pública.

La posición epistemológica pragmática no da lugar a cosas como conceptos a priori y


Verdades Absolutas. El hombre vive en un mundo experiencial que se expande y cambia
constantemente, y lo que hoy es aceptable puede ser una explicación insuficiente mañana.
Por lo tanto, la verdad es relativa, y lo que es verdad hoy puede no serlo en el futuro o en
un contexto situacional diferente.

2.3. Neopragmatismo

El pragmatismo clásico fue una fuerza influyente en los círculos filosóficos (especialmente
norteamericanos) durante la primera mitad del siglo XX, pero en la década del 50 fue
marginado por la Filosofía Analítica. La Filosofía Analítica se mantuvo vigente por cerca
de veinticinco o treinta años, pero las dos últimas décadas del siglo vieron la declinación
del dominio analítico y el resurgimiento de las tendencias pragmáticas.

Una de las figuras centrales del resurgimiento fue Richard Rorty, quien en 1979 sacudió a
sus colegas al dirigirse a la Sociedad Filosófica Americana y anunciar “el fin de la
filosofía”. Para Rorty, la filosofía, tanto en su forma tradicional como analítica, estaba
muerta. Según él, los filósofos no tenían un conocimiento específico, ni acceso especial al
conocimiento, ni métodos especiales para comprobar el conocimiento. El conocimiento,
como él lo veía, no tenía base en ideas que correspondieran fielmente a la realidad.
Tal correspondencia era pura ilusión.

En el espíritu de William James, la posición filosófica neopragmática estaría basada en


creencias sociales satisfactorias, más que en “verdades una vez consideradas eternas,
necesarias e incondicionales”. Rorty propuso una filosofía que fuera una "conversación"
continua acerca de asuntos significativos, más que una indagación referente a la
certidumbre metafísica o epistemológica. Otros importantes neopragmáticos incluyen a
Hilary Putnam en Estados Unidos y Jürgen Habermas en Alemania.

Si bien los filósofos neopragmáticos tienen sus diferencias, tienen también ciertas cosas
en común que están en armonía con el pragmatismo clásico. Ese común denominador
incluye (1) una actitud crítica hacia todo empleo de absolutos, (2) una insistencia sobre
“una robusta pluralidad” de experiencias, creencias y actividades de investigación, (3) un
énfasis continuo en la responsabilidad ética, política y social, (4) un fuerte sentido de la
condición precaria de la existencia humana, (5) un compromiso con la actividad
democrática, (6) una fuerte necesidad de comunicar en un lenguaje que todas las clases
sociales puedan entender y en el cual todos puedan participar, y (7) una mirada positiva a
las posibilidades de la conducta humana basada en el "reconstruccionismo" filosófico.

3. Conclusión

Las filosofías modernas del pragmatismo y el existencialismo, a pesar de sus diferencias,


tienen varios puntos en común:
- En contraste con las filosofías tradicionales, las dos rechazan las consideraciones
epistemológicas a priori y no dan importancia a los asuntos metafísicos últimos y a las
esencias que están más allá del alcance de la humanidad.
- Ambas son relativistas en términos de valores y verdad
- Ambas son humanísticas o centradas en el hombre.

Una diferencia importante entre el pragmatismo y el existencialismo, es que el primero basa su


relativismo y humanismo en la autoridad de la sociedad, mientras que el último enfatiza el
papel del individuo.

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