Este libro es una propuesta de nuevas competencias, que contribuyen en la lucha
contra el fracaso escolar, promueven el ejercicio de la ciudadanía, dan realce a la práctica reflexiva, pero principalmente, propone una renovación en la formación de todo el profesorado, específicamente en educación básica. Cabe señalar, que el autor, considera elementos muy importantes dentro del contexto educativo, tales como: trabajo en esquipo, por proyectos, autonomía, responsabilidad ampliada, tratamiento de la diversidad, énfasis en las situaciones de aprendizaje, sensibilidad con el conocimiento, etc., los cuales conforman un escenario para desarrollar un nuevo oficio, acorde a las necesidades de la población (estudiantes). Dentro del texto, Perrenoud afirma que el individualismo de los docentes comienza con la impresión de que cada uno tiene una respuesta personal a preguntas como: ¿Qué es enseñar?, ¿Qué es aprender? . Sin embargo, la profesión docente se va transformando a través de la aparición de nuevas competencias, por ejemplo, con la evolución de las didácticas pedagógicas; es por ello, que cualquier referencial tiende a pasar de moda, debido a que las prácticas educativas están en constante cambio. Perrenoud, considera importantes 10 grandes familias de competencias, no siendo definitivas, sino sujetas a enriquecimiento, las cuales resultan de una construcción teórica conectada a la problemática del cambio. 1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje. En esta primera competencia, plantea que, en el sistema educativo, la mayoría de los profesores no controlan realmente las situaciones de aprendizaje en las que sitúan a cada uno de sus alumnos, que generalmente utilizan medios disciplinarios clásicos, la cuestión la centra en la pregunta de Saint-Onge (1996): “Yo enseño, pero ellos, ¿aprenden?”. Simultáneamente, considero que se origina una cultura de la “simulación”, donde el docente hace como que enseña y el alumno hace como que aprende, cuando la realidad es otra. Por esta razón, el autor nos plantea una escuela más eficaz, donde se puedan organizar y animar situaciones de aprendizaje, a través del diseño de situaciones didácticas optimas. También hace énfasis en que el maestro debe de poseer como requisito el dominio de los contenidos que quiere enseñar, que, a su vez, deberá vincular con las situaciones de aprendizaje, orientados siempre hacia los objetivos de aprendizaje. Así mismo, tiene que trabajar a partir de las representaciones de los alumnos, tomando como punto de partida, sus conocimientos previos. A partir de los errores y de los obstáculos de aprendizaje, es decir, ubicar sus áreas de oportunidad y trabajar en ellas, para reestructurar su sistema de comprensión del mundo. Finalmente, nos plantea que el profesor deberá construir y planificar dispositivos, secuencias didácticas e implicar a los alumnos en actividades de investigación y en proyectos de conocimiento, con la finalidad de promover en el alumno un aprendizaje centrado en sus necesidades.
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes.
En segunda instancia, respecto a esta familia de competencias, el autor nos dice que la escuela está organizada para favorecer la progresión de los aprendizajes d ellos alumnos, hacia objetivos previstos, al final de cada ciclo de estudios, por ende, se podría decir que, al encargarse el sistema, la progresión no exige una competencia de los profesores. Sin embargo, a través de un ejemplo contrastando una cadena de montaje industrial con la escuela, llega a la conclusión de que son muy diferentes, ya que la enseñanza, debe de ser estratégica, debido a la diversidad de estudiantes y su autonomía de temas. Por tanto, el proceso de enseñanza implica una competencia correspondiente a los docentes, que sobrepasa la planificación didáctica del día a día, la cual, a su vez, moviliza a varias más específicas, como, por ejemplo: Concebir y controlar las situaciones problema, adquirir una visión longitudinal de los objetivos de la enseñanza, establecer vínculos entre las teorías subyacentes y las actividades de aprendizaje, observar y evaluar a los alumnos en situaciones de aprendizaje, según un enfoque formativo y establecer controles periódicos de competencias y tomar decisiones de progresión.
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación
En tercer lugar, menciona que para que los alumnos avancen hacia los objetivos previstos, se tiene que generar una situación de aprendizaje optima para ellos, requiriendo su zona de desarrollo próximo. Nos plantea una problemática (saturación en un grupo y el aburrimiento), lo cual, considero, es una realidad en México, ya que en el texto se mencionan grupos de entre 20 y 30 alumnos, cuando en nuestro país los grupos son de hasta 60 integrantes. Sin embargo, el autor nos señala que la enseñanza diferenciada no se centra en una enseñanza individualizada, donde hace falta encargarse personalmente de cada estudiante, uno detrás del otro. Sino, más bien, en organizar el trabajo en clase de distinta forma, facilitando la comunicación, creando nuevos espacios y tiempos de formación, además de promover una enseñanza mutua. En este sentido, es importante partir de la idea, donde cada uno de los alumnos es diferente, porque no tienen el mismo nivel de desarrollo, los mimos conocimientos previos, la misma relación con el conocimiento, los mismos intereses, medios y formas de aprender. Lo dicho hasta aquí supone que, para desarrollar esta competencia, el maestro debe de poseer un compromiso profesional, teniendo siempre presente que su tarea consiste en: Organizar las interacciones y las actividades de manera que cada alumno constantemente o por lo menos muy a menudo se enfrente a las situaciones didácticas más productivas para él. (Perrenoud,1996b, p. 29).
4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y en su trabajo
Por otra parte, en este apartado, se hace énfasis en que los programas escolares curriculares están programados para alumnos que en teoría son estables y están motivados a apropiarse de los conocimientos, sin embargo, la realidad es muy distinta, ya que muchos de ellos, no tienen la motivación ni el interés por estar ahí. Como resultado, este problema recae en los hombros del profesorado, donde muchos trabajan bajo el concepto de: “No puedo hacer nada por él, si no quiere aprender”, generando una enseñanza elitista; pese a ello, algunos maestros tienen la iniciativa de tratar de resolver esta situación, a través de una enseñanza que le de sentido a los conocimientos y aprendizajes, es decir, promover una motivación extrínseca basada en los intereses y necesidades del alumnado. De igual modo, bajo este concepto, se menciona que el docente debe desarrollar la capacidad de autoevaluación en el alumno, con la finalidad de que este se consciente de los avances de su propio aprendizaje, así como de sus áreas de oportunidad .También tiene que instituir y hacer funcionar un consejo de alumnos para negociar y generar acuerdos de clase, además de darles pauta para que elijan actividades adicionales a la “carta” que es todo lo ya establecido en el currículo y por último favorecer la definición de un proyecto personal del alumno, para que este tenga una razón significativa para seguir formándose en la escuela. 5. Trabajar en equipo En este quinto apartado, se percibe a la escuela como una institución que esta en continúo cambio, es decir, va evolucionando con la enseñanza, lo cual convierte el trabajo en equipo en una necesidad, ya que, es una forma de responder a las demandas y trae consigo una serie de razones para incluir la cooperación en las rutinas del oficio del profesor. Por ejemplo: la división del trabajo pedagógico aumenta con la aparición repentina de papeles específicos y el desarrollo de trabajo en pareja, o simplemente cuando los padres se organizan y piden un dialogo de grupo a grupo, lo cual empuja a los maestros a crear un frente común. Así mismo, nos menciona dos tipos de equipos, el primero: “lato sensu” donde se limita a discutir ideas y prácticas respectivas sin decidir nada. Y el segundo: “stricto sensu” que, a diferencia del anterior, funciona como un colectivo, en beneficio del cual cada uno cede, voluntariamente, una parte de su libertad profesional, existiendo una corresponsabilidad y grandes competencias de comunicación. En conclusión, el autor nos menciona que el colectivo docente debe de trabajar en colaboración, de manera profesional, dejando a cada uno de sus miembros una autonomía de concepción cada vez que no sea indispensable estar cogidos de la mano, todo ello, en favor del proceso educativo, teniendo siempre como prioridad atender las problemáticas profesionales y del alumnado. Por último, considero que las competencias seleccionadas por el autor y consideradas prioritarias son coherentes con el nuevo papel de los docentes, la evolución de la formación continua, las reformas de la formación inicial y las ambiciones de las políticas de la educación. Así mismo, concuerdo con el autor, cuando plantea una visión pedagógica que va acorde a los avances y demandas educativas, proponiendo una forma integral de desarrollar a cabo dichas competencias, con la finalidad de que el profesorado este actualizado y posea lo que se requiere para educar a las presentes y futuras generaciones. Y en este mismo tenor, pienso que el éxito de llevar a cabo esta serie de competencias depende en gran medida de que todos los actores educativos estén involucrados (directivos, maestros, padres de familia, alumnos), así como del contexto en el que se desarrollen.
REFERENCIA BIBLIOGRÀFICA Perrenoud, Ph. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. Grao: México.