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LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”

1941, NAZIS-COMUNISTAS

1941, NAZIS-COMUNISTAS
LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”
1941, frente oriental de combate

1941, frente oriental de combate


LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”
1941, diciembre

 
“Isoroku Yamamoto fue el Almirante japonés que dirigió el ataque a Pearl
Harbor durante la II Guerra Mundial. Muchos afirman que fue el marino
más brillante de cuantos participaron en la Gran Guerra, a pesar de
que el resultado de aquella incursión fue eclipsado en parte al no haber sido
destruidos los portaaviones, principal objetivo de la misión. Japón dio un golpe
militar de enorme gravedad para los intereses estadounidenses, pero al mismo
tiempo, desencadenó la entrada de los Estados Unidos en la Guerra, lo
que acabó terminando 4 años después en la peor derrota sufrida por el país del
sol naciente en toda su historia y la devastación nuclear sobre Hiroshima y
Nagasaki. Algo debió intuir Yamamoto porque cuentan las crónicas que, al
finalizar la batalla, dijo a su Estado Mayor, «Me temo que hemos
despertado a un gigante dormido»”

Extraído de: https://elcorreoweb.es/


LA “SEGUNDA GUERRA
1941, diciembre MUNDIAL”

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LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”
1944, junio

1944, junio
LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”
“El 6 de junio de 1944, más conocido como el Día D, durante el
transcurso de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas lanzaron la
mayor invasión anfibia y aerotransportada de la historia de la guerra en la
operación nombrada en clave como Overlord.
Los desembarcos aliados en las playas de Normandía marcaron el
comienzo de una larga y costosa campaña para liberar al noroeste
de Europa de la ocupación nazi. En la mañana del día D, tropas de tierra
desembarcaron en cinco playas de asalto: Utah, Omaha, Gold, Juno y
Sword en lo que fue la operación de carácter naval complementaria
desarrollada en el marco global de la operación Overlord, nombrada en
clave como operación Neptuno. Al final del día, los Aliados se habían 6
establecido en tierra y podían comenzar el avance hacia Francia. Cada
playa fue un desafío diferente”

Extraído de: https://historia.nationalgeographic.com.es/


LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”

BOMBAS ATÓMICAS: https://www.youtube.com/watch?v=sWKIlneiYYQ

1945, Bombas Atómicas


LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”

“Murió en un manicomio. El comandante Claude R. Eatherly nunca


pudo con su conciencia: él fue quien comunicó el go
ahead (“adelante”) al Enola Gay para que lanzara la primera bomba
atómica. Sólo su correspondencia con el filósofo Günther Anders le
alivió sus últimos días. Por Carlos Manuel Sánchez

• El camino a la bomba de Hiroshima


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Victoria puede ser, a su vez, sinónimo de derrota. Estamos en la primavera de


1959. Claude Robert Eatherly, ex piloto de combate, no ha levantado cabeza
desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. Abandonado por su mujer,
despreciado por sus compañeros de armas y desahuciado por la psiquiatría,
las autoridades militares lo consideran un caso embarazoso y lo mantienen
encerrado en el manicomio de Waco (Texas).

El piloto de Hiroshima es un héroe de guerra, pero se siente un


miserable. Esto imaginaba cuando se enroló voluntario

Allí recibe una carta. El remitente es el filósofo alemán Günther Anders, que ha
leído un reportaje sobre Eatherly en una revista y decide escribirle,
impresionado por el drama íntimo de este hombre atormentado y, en opinión de
Anders, perfectamente cuerdo. «Que usted no haya podido superar lo sucedido
es consolador. Y lo es porque demuestra que sigue intentando hacer frente al
efecto de su acción; porque este intento, aunque fracase, indica que ha logrado
mantener viva su conciencia, a pesar de haber sido una simple pieza del
aparato técnico y de haber cumplido su función.»

¿Qué es lo que el presunto loco no ha podido superar? Madrugada del 6


de agosto de 1945. Siete bombarderos B-29 despegan de su base en las Islas
Marianas. Claude Eatherly, de 26 años, es el comandante del Straight Flush.
Su misión: seleccionar el objetivo. Comprueba la temperatura, la visibilidad y la
velocidad del viento. Informa por radio al comandante Paul Tibbets, que
pilota el Enola Gay. Le da las coordenadas de un puente, en la vertical de un
claro de nubes, y se aleja de la zona. Eatherly piensa que es un bombardeo
más. También piensa en Concetta, su mujer, a la que no ha visto dos días
seguidos desde que se casaron, en plena guerra. Piensa en la partida de
póquer que jugará esa noche con los muchachos. Piensa en cualquier cosa
con tal de no pensar durante las cinco horas de vuelo que quedan de regreso a
la base.
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A las 8.15 de la mañana, el Apocalipsis. El Enola Gay lanza la primera
bomba atómica de la historia sobre la población civil en Hiroshima. La
bomba estalla a 500 metros del suelo. No lo hace sobre el puente, pues
Eatherly erró en sus cálculos. Volatiliza un hospital. Los japoneses la llamarán
pika-don. Pika: un fogonazo deslumbrante. ¡Don! Una explosión equivalente a
13.000 toneladas de trinitrotolueno. Una bola de fuego de un millón de grados
centígrados. El copiloto de la aeronave exclama al contemplar el hongo: «¡Dios
mío! ¿Qué hemos hecho?».

Ni Eatherly ni sus compañeros de misión son plenamente conscientes de su


obra. Se han limitado a cumplir órdenes. Pero nadie los había preparado para 9
asumir las consecuencias: 70.000 muertos y 130.000 heridos de una tacada.
Los testigos dicen que toda la ciudad hiede a fritura de calamar, pero no es un
banquete, sino una inmensa barbacoa humana. Las mujeres que llevaban
vestidos estampados tienen ahora un arabesco tatuado en la piel. Los hombres
que llevaban reloj lo tienen soldado al hueso de la muñeca. Miles de
supervivientes deambulan por las calles en estado de choque. Los llaman
los “caimanes”. Tienen quemaduras en el 95 por ciento del cuerpo. Algunos se
arrastran sobre muñones. Muchos no tienen ojos. Y el hueco donde estaban
sus bocas es incapaz de articular sonidos. No gritan. Emiten un murmullo como
de cigarras. La septicemia acabará con ellos en cuestión de días. La
radiactividad, de la que todavía se sabe poco, lo hará en cuestión de semanas,
meses, años.

Supervivientes del bombardeo

La historia se repite en Nagasaki el 9 de agosto. Esta vez, Eatherly no


participa, pero se despierta en su litera en el mismo instante en que la segunda
bomba atómica detona a 2.500 kilómetros de distancia. Grita con
desesperación. Cree que los sesos se le fríen dentro del cráneo. Le dan una
aspirina. No habla con nadie durante días. Le diagnostican fatiga ocasionada
por el combate. Japón se rinde. Taciturno, Eatherly espera la desmovilización y
la vuelta a casa. Es un héroe de guerra, pero se siente un miserable. Esto no
era lo que se imaginaba cuando dejó los estudios en su Texas natal y se enroló
voluntario.

«Debo decirle que su intento [de superar la tragedia] fracasará. ¿Por qué?
Porque hacer daño a un hombre, pese a ser algo concebible, no es fácil de
superar. Usted tiene la desgracia de haber dejado detrás de sí 200.000
víctimas. ¿Cómo iba a ser posible sentir dolor por 200.000 personas? Por más
que lo intentemos, el dolor y el arrepentimiento son impotentes», le advierte el
filósofo en esa primera carta al manicomio. Eatherly le responde el 12 de junio.
Es una epístola serena y profunda, impropia de un demente. «Desde que tengo
uso de razón, siempre me he interesado vivamente por la cuestión de cómo se
debe obrar y actuar. No soy ningún fanático en temas religiosos ni políticos,
pero estoy convencido de que la crisis en la que todos estamos inmersos exige
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que reexaminemos profundamente todo nuestro sistema de valores y
lealtades.» Filósofo y ex combatiente intercambiarán 71 epístolas.

Parte de la tripulación del Enola Gay posa, sonriente, ante la cámara

¿Qué pasa cuando acaba una guerra? Que la vida sigue. Eatherly es
condecorado con la medalla de la Fuerza Aérea, pero no asiste a los
homenajes que quieren tributarlo. Se licencia en 1947. Intenta olvidar, ganar
dinero. Consigue un empleo en una multinacional petrolera de Houston; va 10
cada día a la oficina, por la noche estudia Derecho. Asciende a director de
ventas. Compra una casa con jardín. Debería ser feliz. Tiene una mujer, un
hogar, hijos. Pero no puede dormir. Cada vez que cierra los ojos cree ver los
rostros desfigurados de los que se abrasaron en Hiroshima.

Comienza a beber, toma somníferos. Por esa época mete cheques en sobres y
los manda a Japón, junto con cartas en las que se declara culpable y pide
disculpas. Sus misivas son interceptadas y devueltas a EE.UU. En 1950 intenta
quitarse la vida ingiriendo barbitúricos. Le hacen un lavado de estómago y un
par de días después ingresa en el hospital militar de Waco, especializado en la
atención de los veteranos de guerra con trastornos mentales. Allí permanece
seis semanas. Le dan el alta, aunque no hay mejoría alguna. Por muchas
vueltas que le dé a la cabeza, Eatherly no sabe qué hacer. Sólo tiene
ocurrencias peregrinas. Falsifica un cheque por un importe insignificante. La
Policía lo detiene cuando intenta cobrarlo. La falsificación es tan burda que
parece que quisiera que lo cazasen. ¿Por qué? El escritor Robert Jungk
sugiere que el ex piloto pretende explicar su caso y tiene la necesidad de ser
castigado. «Él quería alegar que había mandado esa suma como un gesto
simbólico a una fundación que ayuda a los huérfanos de Hiroshima.» Pero el
juez no le deja hablar y lo condena a un año de cárcel.

Sale a los nueve meses por buena conducta. Próximo intento en Dallas. Atraco
con una pistola de juguete. El ladrón no se lleva nada y el juicio se suspende
cuando el abogado explica que su cliente padece enajenación mental. Otros
cuatro meses en Waco. Un tribunal médico reconoce que Eatherly sufre
trastornos psicológicos ocasionados por la guerra y éste deja el hospital con
una pensión mensual de 132 dólares. «Contrariamente a lo que Eatherly
anhela, no se lo considera un criminal», explica Jungk.

Eatherly morirá en el manicomio a los 70 años de edad. Nunca obtuvo


el consuelo de que lo considerasen culpable de manera oficial

La vida de Eatherly transcurre entre tribunales y hospitales. Asalta cajeros sin


llevarse el dinero, fuerza oficinas de correos sin echar mano a la caja.
Consigue, por fin, que la opinión pública preste atención a su caso. Los
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periódicos lo bautizan como “el piloto loco”. Sus ex compañeros de misión se
avergüenzan de él. Paul Tibbets, comandante del Enola Gay, nunca pidió
perdón al pueblo japonés: «Duermo muy tranquilo todas las noches». Joe
Siborik, responsable del radar, se justificó con desparpajo: «Sólo era una
bomba, aunque un poco más grande». El presidente Harry Truman, que ordenó
el bombardeo, dijo que en su vida sólo se arrepentía de haberse casado a los
30 años.

Eatherly morirá en el manicomio en 1978, con 70 años. Nunca obtuvo el


consuelo de que lo considerasen oficialmente culpable. Pero en 1959
recibió otra carta que alivió su carga. Estaba firmada por 30 jóvenes japonesas. 11
Dice así. «Estimado señor: Todas nosotras somos chicas que, aunque tuvimos
la suerte de escapar a la muerte, fuimos heridas en nuestros rostros y en
nuestro cuerpo por las bombas atómicas. Nuestros rostros muestran cicatrices
y heridas, y es nuestro deseo que esa cosa horrible a la que se llama “guerra”
no se repita jamás. Hemos sabido que los sentimientos de culpabilidad lo
atormentan y que ha sido internado en un psiquiátrico. Le escribimos para
expresarle nuestra más profunda conmiseración y asegurarle que no sentimos
odio hacia usted […]. Lo consideramos una víctima más.»”

Extraído de: https://www.xlsemanal.com/


LA “SEGUNDA GUERRA MUNDIAL”
TEXTOS HISTÓRICOS

La resistencia de Leningrado.

"La ciudad, con una parte de la población evacuada, quedó totalmente rodeada
a partir del 8 de septiembre, a excepción de un pasillo por el lago Ladoga.
Empezó entonces un asedio de novecientos días, que ninguno de los
adversarios había previsto [...] Para aumentar el hambre de la guarnición,
Hitler prohibió la salida de la población. El abastecimiento solamente llegaba
por el agua, luego por el hielo del lago Ladoga y gracias a un camino de 200
km construido a toda prisa a través del bosque. En ninguna otra parte, la 12
determinación y los sufrimientos de los soviéticos fueron sometidos a una
prueba más penosa. [...] los sitiados comen pan amasado con 10% de celulosa,
10% de orujo, 2% de polvo de papel, 2% de polvo de harina, 3% de harina de
maíz, 73 % de harina de centeno, y lo acompañan de salchichas a base de un
40% de harina de soja. En diciembre de 1941 hubo que enterrar más de 50.000
cadáveres. Los sitiados quemaban muebles y libros para fundir el hielo y
obtener agua."

Henri Michel. La Segunda Guerra Mundial, l, Akal.

"Ayer, 7 de diciembre de 1941, una fecha que pervivirá en la infamia, Estados


Unidos de América fue (...) atacado por fuerzas navales y aéreas del Japón.
Estados Unidos (…) estaba aún en conversaciones con su Gobierno y su
emperador, buscando el mantenimiento de la paz: en el Pacifico (…). Durante
la ocurrencia del ataque, el Gobierno japonés deliberadamente tuvo la
posibilidad de engañar a Estados Unidos con falsos planteamientos (…) para
la continuación de la paz (…).
Le pido al Congreso declarar que (...) existe un estado de guerra entre Estados
Unidos y el Imperio de Japón."

F. D. Roosevelt. Discurso de declaración de guerra ante al Congreso el 8


de diciembre de 1941.
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-ALGUNAS DE LAS CONFERENCIAS MÁS IMPORTANTES…

La primera de estas conferencias La segunda de las conferencias


fue la de Yalta (1945) y esta fue la de Postdam (1945). En esta
dispuso que: última se decidió que:

-Elecciones democráticas en los -Devolución de todos los


territorios liberados. territorios conquistados por
Hitler. 13
-Organización de la ONU.
-Desarme y democratización de
-Desarme y partición de Alemania.
Alemania.
-Persecución de los nazis
-Establecimiento del tribunal de
Nuremberg

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