La cirugía y el uso de antimicrobianos son los pilares fundamentales del tratamiento. Se
han surgido como alternativas varias estrategias mínimamente invasoras tales como el drenaje percutáneo, el uso de pigtails o la nefrostomía, que han obviado la necesidad de procedimientos quirúrgicos. En el tratamiento de un absceso renal se han establecido 4 posibilidades: antibióticos de amplio espectro, drenaje percutáneo de la lesión, drenaje quirúrgico o nefrectomía. En adultos, la decisión depende del tamaño del absceso: en aquellos de tamaño menor a 3-5 cm se utiliza terapia antibiótica como primera línea terapéutica, mientras que los de mayor diámetro o con afectación múltiple son drenados de forma percutánea o con cirugía abierta. En niños, sin embargo, no existe un tratamiento para los abscesos renales que sea aceptado de forma generalizada El tratamiento clásico de los abscesos renales ha sido el drenaje quirúrgico mediante lumbotomía, siendo necesario, en algunas ocasiones, realizar una nefrectomía parcial o total. PREVENCION Ya que el absceso renal es considerado un ITU (infección del tracto urinario) es importante conocer estas pautas para su prevención: Beber mucha agua Orinar tan pronto como sienta la necesidad de hacerlo Orinar después de tener relaciones sexuales Limpiarse de adelante hacia atrás después de ir al baño, si usted es una mujer. Esto ayuda a evitar que las bacterias de la vagina o del ano entren en la uretra. Evitar el uso de aerosoles desodorantes o duchas vaginales en su área genital. Buenos hábitos de baño y de limpieza (frecuencia de lavado: diario frente a menos de una vez al día; lavado tras la micción; lavado tras la defecación; dirección al limpiarse; uso de jabón al lavarse) Buenos hábitos miccionales (frecuencia de la micción: menos de 5 veces al día frente a más de 5 veces al día; retención de orina durante el día; permiso para ir a orinar en la escuela)