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ESCOLAPIAS
PINTURA. EL SIGLO DE ORO GANDIA
A) El naturalismo tenebrista
B) VELÁZQUEZ (1599-1660 Sevilla, origen portugués)
- junto con el Greco y Goya compone la trilogía de los grandes (y Picasso)
- superior a sus contemporáneos en técnica, composición y s.t. innovación
- formación en taller de Fco. Pacheco, veedor de la Inquisición y pintor de de segunda,
Velázquez se casará con su hija
- pintor real de Felipe IV(exquisito gusto artístico, varios idiomas) estudia las
colecciones reales y viaja a Roma para comprar obras
- pintó poco (100 cuadros) de factura magistral, sin taller
Temas: historia, retratos, mitología, paisajes, religiosos, etc.
Técnica: - óleo con evolución
- desde pincelada fina (grandes volúmenes, hiperrealista)
- pincelada deshecha (grandes manchas, inacabada)
- impresionista (vaporosa, captar la atmósfera)
- “alla prima” (sin dibujo previo) = pentimentti
Estilo - gran influencia posterior (Goya, Realismo, Manet, Impresionismo)
- evolutivo y cambiante
- inicios tenebristas a aclaración paleta con perspectiva aérea
Composiciones:
- la mayoría sin movimiento
- dinamismo = “golpes de vista” (contraponer personajes y situaciones)
ETAPAS
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El realismo de los personajes es digno de mención; la suciedad del paño con el que se
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cubre la cabeza la anciana o el corte del pelo del muchacho nos trasladan al mundo
popular que contemplaba a menudo Velázquez. Incluso se piensa que la anciana
podría ser el retrato de su suegra, María del Páramo, mientras que el muchacho sería
un ayudante de su taller, posiblemente Diego Melgar.
Los tonos empleados indican el conocimiento de obras de Caravaggio, bien a través
de copias bien de grabados; así destaca el uso de los tonos ocres y pardos que
contrasta con el blanco, reafirmando ese contraste la utilización de tonalidades
negras. La minuciosidad de la pincelada, a base de pequeños toques que apenas son
apreciables, contrasta con la factura suelta de sus últimas obras como Las Meninas.
Más intrascendente es el debate provocado entre los especialistas por la manera que
la anciana prepara los huevos, afirmando unos que los está friendo, otros que los está
escalfando y otros que los cuece.
Hay varios elementos que dan naturalismo a la obra como son la botella y el jarro
que aparecen en el suelo junto a los pies del dios, o el realismo que presenta el
cuerpo de este. Jugando con los brillos consigue dar relieve y texturas a la botella y
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al jarro creando un parecido con el bodegón. Estas jarras son muy similares a las
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que aparecen en cuadros pintados por Velázquez durante su etapa sevillana.
En el cuadro se percibe la influencia de Rubens, así como la de de Caravaggio, con
cuyas escenas de retratos de Baco existe conexión, y la de Ribera, en cuyos
retratos de sabios extremadamente populares, que en muchos casos parecen
mendigos, se inspira.
3ª ETAPA. 1ER VIAJE A ITALIA 1629-1631, contacta con los grandes maestros
- Pintura más fluida, más suelta
- Abandono del tenebrismo
- Colores verdes y malvas fríos
- Estudio de la perspectiva y el desnudo
La fragua de Vulcano
El cuadro describe el momento en que el dios Apolo, coronado de laurel visita el
lugar donde Vulcano se encuentra fabricando armas para la guerra. La corona de
laurel sobre la cabeza permite identificar al personaje como Apolo. El dios Apolo
comunica a Vulcano el adulterio de su esposa Venus con Marte, dios de la guerra,
por esa razón todos los personajes miran con cara sorprendida al dios que acaba de
presentarse en el estudio, incluso alguno de ellos abre la boca y los ojos para
indicar este gesto de sorpresa.
Destaca el interés por el desnudo, como influencia de la estatuaria grecorromana y
de la corriente clasicista italiana de ese momento
Esta obra la realizó en Roma sin mediación de encargo, a instancias del pintor
Pedro Pablo Rubens que había visitado España aquel mismo año de 1629.
Velázquez realiza dos grandes lienzos en la casa del embajador español. Son dos
lienzos que constituyen pareja y que se trae con su equipaje de regreso a España:
La túnica de José y La fragua de Vulcano.
El asunto elegido para este lienzo es una escena sacada de la mitología romana, en
concreto de La metamorfosis de Ovidio. Velázquez la interpreta en una versión
estrictamente humana, con personajes contemporáneos. Apolo se ve envuelto en
un manto que deja al descubierto su torso desnudo. Vulcano, en este caso, es
simplemente un herrero, al igual que los cíclopes que le ayudan, que son hombres
del pueblo que conocen el oficio. Vulcano le contempla con ojos atónitos después
de haber escuchado la mala noticia sobre el adulterio de su esposa con el dios
Marte a quien le estaba forjando en esos momentos una armadura. La caverna
donde el dios herrero forja las armas de los demás dioses es en el cuadro una
herrería de tantas como Velázquez pudo ver en España o en Roma.
De su viaje italiano no sólo recoge su interés por el desnudo sino también la
influencia de la pintura veneciana, que podemos apreciar en la utilización del color
para pintar, como se ve en la llamativa túnica naranja del dios Apolo. De su paso
por Roma recoge la influencia de Miguel Ángel a la hora de hacer figuras muy
fuertes y muy masivas. La musculatura de Vulcano y de otros personajes que le
rodean no es
desdeñable, son figuras atléticas que muestran sin pudor su fortaleza, incluso
fuerzan su posición para que se noten más los músculos.
Por otro lado, Velázquez siempre estuvo obsesionado por conseguir profundidad en
sus obras. En este caso comienza a utilizar lo que se denomina «emparedados de
espacio», es decir, enfrenta unas figuras a otras para que en nuestra mente exista
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esa sensación de profundidad. Logra la profundidad del espacio de esa manera, y
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no tanto por el paisaje de la ventana situada al fondo de la estancia.
Por último es destacable, como en muchas de sus obras, la calidad fotográfica de
los objetos que aparecen en el cuadro, en este caso principalmente metálicos,
armaduras, el yunque, los martillos o el mismo hierro candente muestran un gran
realismo llevado al extremo. Al fondo, en la parte superior de la derecha, se ven
diversos objetos sobre una repisa que forman un bodegón por sí mismos, lo que es
característico de las primeras obras de Velázquez.
Como buen pintor español sus personajes son populares, no están idealizados como
en las pinturas italianas. Vulcano incluso llega a ser bastante feo y el dios Apolo,
aunque tiene un aura que lo diferencia de los demás, no nos permite juzgar la
idealización de su rostro.