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Estructura social y estructura lingüística: la hipótesis del nicho lingüístico

Clara del Rey Castaño

Resumen: A través de un trabajo de revisión bibliográfica de carácter sistemático

se explora la propuesta de que las estructuras lingüísticas puedan ser afectadas por las

circunstancias socioculturales en las que su comunidad de habla está enmarcada. Se

analizan tres propuestas teóricas (Trudgill, 2004, Wray y Grace, 2005, Lupyan y Dale,

2010, 2011) que ven en el tamaño de la comunidad de habla y en su grado de contacto

con otros grupos lingüísticamente diversos la razón de ser de la complejidad o simplicidad

formal de las lenguas. En relación con esta explicación, también denominada ‘Hipótesis

del Nicho Lingüístico’, se estudia la clasificación conceptual de los lenguajes en esotéricos

y exotéricos, distinción establecida de acuerdo a la naturaleza de la comunicación que se

establece en dichas lenguas o a las características de su nicho lingüístico. Por último, se

analizan las condiciones de validez de la teoría en su doble vertiente de enfoque

nomotético e idiográfico.

Palabras clave: Linguistic niche hypothesis, esoteric, exoteric, social structure,

complexity, literacy.

Introducción

Según The Ethnologue, en el mundo se hablan actualmente más de 7000 lenguas.

Cada una de ellas es un fenómeno singular e inconmensurable, surgido en un tiempo y

unas circunstancias sociales muy concretas. Es fácilmente observable la gran diferencia

que diversas lenguas guardan entre sí en lo que se refiere a su estructura formal

(morfología y sintaxis), especialmente cuando los lingüistas rebasan las fronteras de la

familia de lenguas indoeuropeas. Para explicar este fenómeno, un número de autores ha

1
apuntado a las desigualdades en la organización social de las comunidades de habla,

especialmente a variables como el tamaño y extensión geográfica de las mismas, como

posible causa o componente de dichas discrepancias morfosintácticas.

Atendiendo a las características del marco físico en el que se inscribe cada idioma,

se ha establecido una clasificación de estos en dos categorías: los lenguajes esotéricos,

que surgen en comunidades cerradas, aisladas o con mínima interacción con otras

comunidades de habla, y lenguajes exotéricos, cuyas comunidades son abiertas,

multiculturales, o en las que se da una gran interacción foráneos que aprenden la lengua

como L2. Los estudios muestran un patrón de resultados que indica que los lenguajes

esotéricos tienden a ser gramatical (y semánticamente) más complejos, mientras que los

exotéricos tienden a simplificarse. Este tópico es de interés científico porque cuestiona la

tesis dominante en el panorama actual de nuestra ciencia: la hipótesis de la escuela

transformacional y generativa que postula una gramática universal, entendida como una

serie de principios comunes, por ser innatos al ser humano, a cualquier lengua natural.

Descripción metodológica

Para elaborar esta revisión bibliográfica se ha establecido, como criterio de

búsqueda, realizar un análisis de artículos escritos en inglés o español, publicados en

revistas académicas impresas o digitales publicados entre los años 2000 y 2015. Las

bases de datos utilizadas incluyen Google Scholar, Project Muse, MLA, y la búsqueda

libre en Research Gate, ScienceDirect y buscador Google.

Revisión bibliográfica

En el año 2010, Lupyan y Dale publican un artículo llamado ‘Language Structure Is

Partly Determined by Social Structure’. En él, apoyándose en el Atlas Mundial de

Estructuras Lingüísticas (WALS en sus siglas inglesas), The Ethnologue y el Global

2
Mapping Institute conducen un análisis estadístico de 2236 lenguajes, con la pretensión

de establecer una correlación entre su grado de complejidad morfológica y un número de

factores socioculturales. Las variables demográficas consideradas fueron: el tamaño de la

comunidad de habla, la extensión geográfica de la misma y el grado de contacto

interlingüístico (medido por el número de vecinos lingüísticos). Efectivamente, el análisis

de datos parece mostrar que una correlación se establece, apuntando a la conclusión de

que el tamaño y la apertura de una comunidad lingüística es directamente proporcional a

la simplicidad de sus estructuras lingüísticas.

Estos resultados, que ya no son puramente descriptivos como en trabajos

anteriores, sino cuantitativos, hacen que Lupyan y Dale formulen la denominada

‘Hipótesis del Nicho Lingüístico’, esto es, la idea de que los lenguajes tienden a adaptarse

al medio en el que son aprendidos y empleados de la misma manera en que un

organismo cualquiera se adapta a su nicho ecológico o ecosistema. Así, si una lengua es

hablada generalmente en una comunidad pequeña, cerrada, donde gran parte del

conocimiento es común y está sobreentendido, y generalmente se aprende en la infancia,

esta lengua tenderá a complejizarse (y no solo eso, sino que sus construcciones tenderán

a ser redundantes1). Sin embargo, si la comunidad de habla es grande en número e

incluye distintas subculturas, un alto grado de especialización técnica o un sistema

productivo industrializado, y la lengua, además de transmitirse de padres a hijos lo hace a

través de un sistema de escolarización e incluye a hablantes no nativos, adultos que la

estudian en su madurez, tenderá a simplificarse, facilitando su adquisición por un hablante

cualquiera, con independencia de su bagaje cultural.

Para complementar su hipótesis, los autores adoptan la terminología de Thurston

(1989), al denominar a esos dos contextos o nichos del lenguaje ‘esotéricos’ y ‘exotéricos’

1 “The degree and specificity of morphological encoding can reach astounding levels. For example,
Karok -a language of N.W. California- has morphological suffixes for forms of containment pa:Ɵ-
kirih “throw into fire”, pa:Ɵ-kurih “throw into water”, pa:Ɵ-ruprih (…). Clearly, such elaboration does
not arise from communicative necessity” (Lupyan y Dale, 2010, p.2).
3
o, lo que es lo mismo, los que están caracterizados por su interioridad y los que están

volcados hacia fuera. Los lenguajes usados en un nicho exotérico, comparados con

aquellos que se hablan en un contexto esotérico presentan una mayor tendencia a ser

clasificados como lenguajes aislantes, muestran menos flexión de caso y tienden al

sincretismo, marcan un menor número de categorías gramaticales en el verbo, suelen

presentar menor o nula concordancia entre sustantivo y verbo o la limitan a los agentes,

muestran preferencia por las distinciones léxicas sobre las morfológicas, suelen marcar la

negación con estrategias analíticas en lugar de afijos y en ellos la marca de plural

frecuentemente presenta carácter de obligatoriedad, evitan señalar el futuro

morfológicamente o indicar grados de distancia temporal en los pasados, pero

normalmente marcan el carácter perfecto o imperfecto del tiempo verbal, evitan la flexión

posesiva y también las marcas de singular y plural en los imperativos, expresan (si los

tienen) los artículos determinados e indeterminados mediante una palabra separada y no

un afijo, evitan hacer distinciones de distancia en los demostrativos y tienden a expresar

los sujetos pronominales léxicamente y no morfológicamente. [ANEXO 1]

Ante la pregunta de por qué este fenómeno tiene lugar, Lupyan y Dale proponen

que “the level of morphological specification is a product of languages adapting to the

learning constraints and the unique communicative needs of the speaker

population” (2010, p. 7). Como las estructuras morfológicas complejas parecen presentar

dificultades al estudiante adulto, y como un lenguaje que, debido a determinados motivos

históricos, se expande en una zona geográfica extensa tiende a ser aprendido por sujetos

de este tipo, dicho lenguaje tenderá a simplificarse2. Sobre el motivo por el que las

gramáticas de los lenguajes de nichos esotéricos tienden a complejizarse más allá de lo

que dictaría la mera necesidad comunicativa, los autores aventuran “(…) that the surface

complexity of languages arose as an adaptation to the esoteric niche and is the result of a

2 “with increased geographic spread and an increasing speaker population, a language is more
likely to be subjected to learnability biases and limitations of adult learners” (2010, p.7)
4
pressure to facilitate learning of the language by infants (…) morphologically

overspecification correlates with redundancy. What appears to be functionless

overspecification may provide infants with multiple cues allowing language acquisition to

proceed with less reliance on extralinguistic context” (2010, p. 7).

En un estudio posterior (2011) los dos autores testan esta última hipótesis con la

construcción de un modelo computacional que mediante la aplicación de dinámicas de

población, mecánica estadística, análisis y dinámicas de redes, teoría de juegos y un

simulador de agentes, simula las dinámicas que la hipótesis del nicho lingüístico predice.

La simulación conecta a agentes hipotéticos que comunican mensajes con mayor o menor

codificación morfológica (gradada en una escala de 0 a 10, siendo 10 el nivel de mayor

complejidad), aplicando a sus interacciones diversas restricciones comunicativas y de

aprendizaje. El simulador muestra que, cuando dos supuestos agentes (señalados en el

sistema como adultos, es decir, con poca tolerancia a la complejidad morfológica) emiten

enunciados con una codificación morfológica idéntica o muy similar (esto es, son

miembros del mismo grupo lingüístico) no modifican ni adaptan sus mensajes. Sin

embargo, si hay diferencias de complejidad morfológica entre ambos enunciados, el

agente que emite el mensaje con mayor grado de codificación morfológica tiende a

ajustarlo, simplificándolo para adaptarse a las necesidades de su oyente. Sin embargo, si

en esta simulación se reemplazan agentes adultos por niños (que, de acuerdo con esta

hipótesis, no solamente tienen una mayor tolerancia a la irregularidad morfológica, sino

que la necesitan para comprender y descodificar apropiadamente un mensaje), se revierte

la tendencia, modificando al alza la cantidad de codificaciones morfológicas en los

enunciados. El efecto que producen los agentes-niños solo se anula si se aumenta la

población de agentes (dotando, por lo tanto, a nuestro lenguaje de un nicho exotérico).

[ANEXO 2]

5
Lupyan y Dale no son los primeros autores en señalar el efecto que una mayor o

menor contacto lingüístico ejerce sobre la forma de una lengua. Trudgill ha hecho de esta

cuestión la línea argumental de sus investigaciones, y de una gran mayoría de sus

publicaciones. En 2011b, por ejemplo, analiza los procesos de simplificación y crecimiento

de la complejidad en el antiguo inglés que tuvieron como consecuencia los contactos

lingüísticos entre celtas, anglos, saxos, jutos y frisios, afirmando que “Simplification in

language contact results from post-critical threshold (Lenneberg 1965) adult non-native

language learning. Speech communities which have frequent contacts with other societies

involving adult language acquisition are relatively more likely to produce languages which

demonstrate simplification, the most extreme though least usual cases typologically being

pidgins and creoles. Changes such as a move from synthetic to analytic structure,

reduction in morphological categories, reduction in grammatical agreement and other

repetitions, increase in regularity, and increase in transparency, all make for greater ease

of adult learnability” (2011b, p. 285). Si bien es cierto que Trudgill señala como

consecuencia de ese contacto un aumento de la complejidad de una parte del sistema

formal (la adopción de una doble cópula), también hace énfasis en la simplificación sufrida

por el mismo en otros muchos aspectos (cambios fonéticos y en el sistema de casos).

En 2004, Trudgill se adentra en una búsqueda de respuestas acerca de porqué las

lenguas eligen desarrollar unas estructuras sobre otras, y de qué factores

sociolingüísticos determinan esas predilecciones. De esta manera, establece la

prevalencia de dos factores sociolingüísticos en este proceso: contacto lingüístico versus

aislamiento y tamaño de la comunidad y la estructura social. En primer lugar, afirma, en la

línea de la Hipótesis del Nicho Lingüístico, que las sociedades pequeñas y aisladas tienen

una tendencia a preservar normas lingüísticas complejas y transmitirlas de una

generación a otra: “Though changes are less likely to occur in such communities, these

changes may also tend to be of a more marked type, because of the ability of tightly-

6
networked societies to, as it were, force such changes through; and the languages of such

communities may therefore be more likely to have more marked forms and

structures” (2004, p. 306). Por otra parte, las comunidades amplias en las que se produce

un gran contacto lingüístico, donde la instrucción no solamente ocurre en niños, sino

también en adolescentes y adultos, “are likely to demonstrate linguistic pidginisation,

including simplification, as a result of imperfect language learning. Thus, the languages of

such communities are likely to show greater degrees of regularisation. The most extreme

forms of such languages are of course creoles.” (2004, p. 307)

La tercera perspectiva que analizaremos en esta exposición teórica sobre la

relación entre estructura de la comunidad de habla y estructura lingüística es la de Wray y

Grace (2005). En dicho artículo, se analiza qué queda de natural o ‘genético’ en la forma

de las lenguas si se toman en consideración la influencia del contexto sociocultural, la

evidencia psicolingüística sobre la asistematicidad del comportamiento verbal de los

sujetos sin formación metalingüística, y la evolución de las lenguas individuales, en las

que podrían encontrarse tendencias evolutivas generales.

Su propuesta es que algunas habilidades sintácticas como la incrustación o

subordinación no forman parte de las estrategias de procesamiento naturales, aunque la

gramática generativa transformacional las toma por universales, sino que permanecen

ocultas hasta que determinadas condiciones sociales las activan: “we shall propose that

the capability that needs to be accounted for in the context of research into the evolution of

language in our species is restricted to only a subpart of the capability that is customarily

assumed to be universal. The rest of what we observe in the majority of languages today

is a result of secondary influences such as interaction with strangers, language contact,

and the stratification of society” (Wray y Grace, 2005, p. 545).

En el artículo se emprende una crítica al modelo chomskiano por definir este al

lenguaje como mera unión de palabras y reglas computacionales, obviando su principal

7
función como medio de comunicación. Al mismo tiempo, se cuestiona la universalidad de

los postulados de esta teoría, dado que sus análisis están basados, fundamentalmente,

en lenguas de la familia indoeuropea.

La idea de Wray y Grace es que los lenguajes varían según el grado en que se

representan, implícita o explícitamente, en la mente de sus hablantes en términos de

leyes combinatorias y morfemas o palabras siendo el motor de dicha variabilidad de tipo

sociocultural y psicolingüístico.

Adoptando también la terminología de Thurston (1987, 1989, 1994) subdividen la

comunicación en dos tipos, la esotérica y la exotérica (Lupyan y Dale hablan de nichos

esotéricos y exotéricos, no de comunicaciones). En sus definiciones, coinciden con las

posturas ya explicadas. La primera es privada, opera en el ámbito familiar o en

sociedades reducidas donde gran parte del conocimiento es compartido y por tanto,

implícito, las estrategias que la definen se adquieren durante la infancia y están

caracterizadas por su tendencia a la irregularidad, el uso de sistemas morfosintácticos y

morfofonológicos complejos, combinaciones de sonidos inusuales y un léxico específico,

plagado de supletismos y modismos. Los adultos encuentran difícil aprender sus

dinámicas [ANEXO 3].

La hipótesis de Wray y Grace es que la causa de que la comunicación esotérica

tenga estos rasgos es que el proceso de adquisición infantil del lenguaje es parcialmente

asistemático3. Su falta de composicionalidad y su predilección por las grandes unidades

sobre las pequeñas, tienen como objetivo minimizar el esfuerzo procesal de los niños. La

3 “The homogeneity of the community, along with its cultural assumptions, will be likely to create a
formidable barrier to communication with outsiders who do not share the group’s knowledge
(Thurston, 1987; Everett, 2005). This barrier will tend to perpetuate the integrity of the group, and
repel prolongued engagement with outsiders. There will, therefore, be relatively few individuals in
the group who were not born into it, and who did not acquire the language in infancy. The
language, consequently, will be defined by features that are acquirable by babies, with rather few
influences from adult learners” (Wray y Grace, 2005, p. 550)
8
evidencia en este campo podría sugerir que, psicolingüísticamente, la completa

sistematicidad no es necesaria ni deseable.

En lo que respecta a la comunicación exotérica también siguen la misma línea que

Trudgill y Lupyan y Dale, caracterizándola por la codificación sistemática y explícita del

mensaje en sus enunciados, en los que se siguen, ahora sí, principios de

composicionalidad. Esta comunicación es lógica, transparente, simple fonológicamente y

su adquisición por adultos o extranjeros, sencilla. Tiene gran capacidad para construir

nuevos enunciados y constituirse en lingua franca [ANEXO 4]. Este modo de

comunicación, afirma, prevalece en sociedades modernas, industrializadas y

multiculturales, dado que el lenguaje en estos contextos debe ser más autónomo, capaz

de interpretarse sin recurrir a un conocimiento implícito contextual o cotextual4.

Lo que es propio de la teoría de Wray y Grace es su interés por la lingüística

evolutiva, ya que uno de sus objetivos es determinar cómo sería la forma inicial u

originaria en los primero lenguajes. Su supuesto es que en un primer momento evolutivo

los hablantes tolerarían muchas más irregularidades de las necesarias para la

comunicación cotidiana, esto es, la comunicación originaria sería de tipo esotérico, ya que

las tendencias psicolingüísticas empujan a mantener una composicionalidad parcial o

mínima. De hecho, el lenguaje se explicita solo cuando las condiciones socioculturales lo

requieren, pero tiende a volver a su estado natural si esas presiones cesan [ANEXO 5]. La

lengua, por tanto, no es en sí esotérica o exotérica sino un continuo dinámico, reflejo de la

acción de tensiones, y así, estos autores especulan que “the preassures exerted on a

language by exoteric communication are held in tension by psycholinguistic constraints on

processing. Unless writing or other technology is available to support working memory,

4 “Thus, languages that are customarily used exoterically will tend to develop and maintain features
that are logical, transparent, phonologically simple and, significantly, learnable by adults (Trudgill,
1989, 2002; Thurston, 1989). The meanings of expressions can be determined from their
composition, because the system approximates a one-to-one relationship between forms and
meanings, and because it eschews allomorphy, particularly morphologically-conditioned
allomorphy.” (Wray y grace, 2005, p. 551)
9
humans will naturally maintain a conservative approach to processing that eschews

unnecessary explicitness (…) The psycholinguistic preassures are essentially constant,

being determined by working memory capacity and general cognitive limitations. These

maintain the default of partial compositionality” (Wray y Grace, 2005, p. 553).

Estudios cualitativos

En los cinco artículos que hemos revisado se citan datos de varios trabajos de

campo que ofrecen resultados que avalan la tesis del nicho lingüístico. Junto a ellos,

también se han desarrollado en los últimos años diversas simulaciones en la línea de

Lupyan y Dale (2011), que pretenden establecer correlaciones entre rasgos lingüísticos y

sociales. En lo que sigue, se revisan algunos de estos resultados de tipo cualitativo.

Entre los estudios más mencionados está el de Everett (2005). Este lingüista

antropólogo expone el caso de la lengua Pirahã, cuyas características formales podrían

suponer un desafío para la teoría de la recursividad de la gramática de Chomsky (2002) y

la tesis estructuralista de Hockett (1958). Al menos tres de las cuatro características

propias y universales del lenguaje humano que este señala (desplazamiento,

productividad e intercambiabilidad) están ausentes en este idioma o muestran indicios de

estar sujetas a restricciones culturales. El Pirahã carece de números, cuantificadores y un

concepto de contar, no tiene términos para expresar colores ni practica la incrustación,

tiene el inventario de pronombres más reducido que se conoce y una ausencia total de

tiempos perfectos. Pese a su aparente simplicidad formal, a la que Everett alude en

diversas secciones del artículo, “No one should draw the conclusion from this paper that

the Pirahã language is in any way “primitive.” It has the most complex verbal morphology I

am aware of and a strikingly complex prosodic system” (2005, p. 621). Al margen de su

complejidad morfosintáctica, esta lengua también ofrece indicios de servir de instrumento

de una subyacente comunicación de tipo esotérico, según la definición de Wray y Grace

10
(2005). Como se puede observar en multitud de los ejemplos que registra el estudio, el

Pirahã es una lengua profundamente ambigua, pudiendo tener un mismo enunciado

multitud de interpretaciones5. Presumiblemente, con el uso de este tipo de enunciados

solo puede producirse un comunicación exitosa si en la comunidad de habla la mayor

parte del conocimiento es compartido.

A pesar de estas supuestas compatibilidades con la hipótesis del nicho lingüístico,

el propio Everett niega que Pirahã muestre las características formales de un lenguaje

esotérico, tal y como lo define Trudgill (2004)6. En su opinión, las particularidades del

lenguaje Pirahã deben atribuirse a “a single cultural constraint (…) namely, the restrict

communication to the immediate experience of the interlocutors” (Everett, 2005, p. 622)

El estudio de Weighall (2008) analiza en el modo en que los niños desarrollan el

lenguaje y se comunican. Mientras que ante una situación de ambigüedad lingüística los

adultos combinan una variedad de informaciones (de tipo semántico, sintáctico,

contextual, etc.) a fin de esclarecer el significado del enunciado, los niños naturalmente no

usan el contexto referencial del mismo modo, sino que deben aprender a hacerlo. Los

resultados arrojados por este experimento indican que los niños de cinco años podrían

tener dificultades a la hora de identificar frases preposicionales como modificadores, y así

servirse de ellas para determinar el significado de oraciones ambiguas7. Con la edad, sin

5 Tómese, por ejemplo, la primera muestra que ofrece Everett, “hiaitíihí hi kaoáíbogi bai -
aagá” (Pirahã people he evil spirit fear -be), debido a la ausencia de una marca o indicador de
número, o de un sistema de determinantes, este enunciado puede traducirse, según este autor,
como “The Pirahã are afraid of evil spirits”, “A Pirahã is afraid of an evil spirit”, “The Pirahã are
afraid of an evil spirit” o “A Pirahã is afraid of evil spirits” (2005, p. 623).
6 “I can report that Trudgill’s thesis and McWhorter’s where it is relevant are falsified by the Pirahã
data. Trudgill claims that simplification (e.g., the Pirahã phonemic system) is more likely in
‘communities involved in large amount of language contact’. This would mean, for example, that
Pirahã’s unusual features could be due to disintegration through contact. However, since Pirahã
fits Trudgill’s (2004: 306) description of a ‘small, isolated, low-contact community with tight social
network structures’, it should have more rather than less complexity. What this means is that
Trudgill is wrong” (Everett, 2005, p. 644).
7 Por ejemplo, “Pon la rana en el pañuelo en la caja” (“Put the frog on the napkin in the box”). Tras
escuchar estas instrucciones, los niños de 5 años, al contrario que los de 8 y 10, tendían a situar
la rana en el pañuelo, y no la rana (situada en el pañuelo) en la caja.
11
embargo, su competencia lingüística se desarrolla: “The results suggest that an adult-like

pattern emerges by around the age of eight years, with most children at this age and

above demonstrating the ability to resolve these ambiguous sentences successfully. Older

children's performance in this study can be taken as evidence that they make use of the

referential principle to resolve syntactic ambiguity” (Weighall, 2008, p.). El marco teórico

de la Hipótesis del Nicho Lingüístico explica este fenómeno por la acción que tiene en las

personas el proceso de escolarización en las sociedades industrializadas. Los niños que

participan de un sistema educativo desarrollan habilidades metalingüísticas, al ejercitarles

sus profesores en la lecto-escritura y el análisis textual y discursivo.

Prácticamente al mismo tiempo Dittmar et al. (2008) publican otro trabajo en el que

se analiza la comprensión del orden sintáctico y la flexión de caso en niños alemanes a

través de tres experimentos. Estos experimentos se centran en el análisis de oraciones

causativas, pidiendo a los niños identificar el agente y el paciente de las mismas. Los

resultados parecen mostrar que los niños alemanes de dos años eran capaces solamente

de comprender oraciones prototípicas, donde las dos marcas se apoyan mutuamente,

mientras que los niños de cinco años ya eran muestran el uso de un orden sintáctico

estandarizado, pero no de la marca de caso. A partir de los siete años, el comportamiento

lingüístico se puede igualar al de los adultos.

En opinión de los autores, el modo en que los niños aprenden a utilizar el lenguaje

consiste en repetir una estructura nueva asociándola a otra que tenga la misma función

(es decir, utilizando enunciados redundantes): “What this means is that all children

learning all languages take time to learn the significance of individual cues when they

experience those cues most often in combination with other redundant cues” (Dittmar et al.

2008, p. 1165). Si esta conclusión se probase cierta, podría explicarse el fenómeno de

que en la comunicación o el nicho esotéricos exista una predilección por las estructuras

morfológicamente redundantes. Al no haber sido los miembros que componen la

12
comunidad de habla sometidos a un proceso de escolarización, tenderían a preservar

estructuras lingüísticas típicamente infantiles.

Bergen (2001) estudia el uso del la lengua que hacen hablantes nativos del

esperanto de entre 6 y 14 años. Aunque las condiciones en las que se realiza este estudio

son peculiares (la muestra de hablantes es, quizá, demasiado limitada, y, como cualquier

hablante nativo de esperanto todos ellos son sujetos bilingües), los resultados

encontrados podrían indicar una tendencia a modificar o perder la marca de acusativo,

reducir el inventario fonológico, simplificar el sistema de tiempos verbales o el de aspecto

verbal, y utilizar pronombres clíticos. Siendo el esperanto un lenguaje artificial que

destaca por su regularidad y facilidad de asimilación (la perfecta lingua franca), estos

datos podrían corroborar la tesis de que los niños tienden a producir estructuras

redundantes y complejizar de la forma lingüística, independientemente de las

características formales de la misma.

Por contra, las llamadas lenguas criollas se sitúan en el extremo opuesto, ya que

son representativas de la comunicación o el nicho exotérico. MacWhorter (2001) propone

un criterio de medida de la complejidad de una lengua dada, con la intención de evaluar

dificultar morfosintáctica de las lenguas criollas. Para ello, en primer lugar, determina que

un inventario fonético es más complejo en tanto que tiene más miembros marcados. Esto

es así porque un lenguaje con sonidos marcados ya presupone un conjunto de sonidos no

marcados, así que los inventarios fonéticos de este tipo de lenguajes siempre serán más

extensos que los de lenguas que no marcan fonéticamente. En segundo lugar, estipula

que una sintaxis es más compleja que otra si su procesamiento requiere más reglas. Un

tercer postulado es el de que una gramática es más compleja que otra en tanto que

genera expresiones gramaticales para distinciones de tipo pragmático o semántico. Y por

último, establece que la presencia de una morfología flexiva es signo de complejidad

gramatical. En su opinión, los lenguajes criollos muestran en general una mayor

13
simplicidad formal que las gramáticas de lenguas más antiguas8. MacWhorter explica este

hecho por factores evolutivos, achacando la complejidad de las lenguas históricas a su

mayor antigüedad. Sin embargo, como ya se ha señalado anteriormente, Lupyan y Dale

(2010, 2011), piensan que esto se debe, más bien, a la particular posición social y

geográfica de las criollas, situadas en un nicho exotérico por excelencia por su carácter de

lenguaje vehicular.

Sobre la validez de algunos de estos estudios (entre los que se incluyen los de

Lupyan y Dale) que basan sus resultados en la comparación de datos inter-lingüísticos a

gran escala, estableciendo correlaciones de tipo estadístico entre ellos, es interesante

mencionar el artículo de Roberts y Winters (2012). En él, se denomina a esta metodología

el enfoque ‘nomotético’ usando una terminología kantiana, ya que su objetivo es derivar o

extraer leyes generales que expliquen el comportamiento de una serie de fenómenos

objetivos. A este se opone enfoque ‘idiográfico', que por contra trata de explicar las

particularidades de esos fenómenos entendiéndolos en su subjetividad y exclusividad.

Según Robert y Winters el enfoque nomotético, si bien útil en tanto que herramienta para

generar y proponer hipótesis, no es en sí suficiente para testar las mismas, sino que

requiere el apoyo de estudios de otro tipo. Esto es así por varias razones, por una parte,

“Nomothetic approaches use large-scale, cross-cultural datasets. Since the inference in

nomothetic approaches derives directly from the data, these studies are sensitive to the

8 “Consider the following group of natural languages: Sranan, Saramaccan, Ndjuka, Tok Pisin,
Bislama, Solomon Islands Pijin, Torres Strait “Broken”, Aboriginal Pidgin English, São Tomense
Creole Portuguese, Principense Creole Portuguese, Annobonese Creole Portuguese, Angolar
Creole Portuguese, Negerhollands Creole Dutch, Baba Malay, Haitian Creole, Mauritian Creole,
Seychellois Creole, Martiniquan Creole, French Guianese Creole. Among these nineteen
languages, according to the grammatical descriptions known to me and consultation with experts
on many of them, there is neither ergativity, grammaticalized evidential marking, inalienable
possessive marking, switch-reference marking, inverse marking, obviative marking, “dummy”
verbs, syntactic asymmetries between matrix and subordinate clauses, grammaticalized
subjunctive marking, verb-second, clitic movement, any pragmatically neutral word order but SVO,
noun class or grammatical gender marking (analytic or affixal), or lexically contrastive or
morphosyntactic tone beyond a few isolated cases (subtract Saramaccan and there is none at all).”
(MacWhorter, 2001, p. 163)
14
quality of the data. This may be specially difficult to verify if there is a large amount of data

on a wide variety of languages or cultural practices, since any one researcher would be

unlikely to have in-depth knowledge about each” (2012, p. 94), pero también “Perhaps a

bigger danger is the possibility of spurious correlations. Large datasets with multiple

variables are likely to contain correlations between variables that have no direct casual

link” (2012, p.94).

En su opinión, se corre el riesgo de que un conjunto de datos lo suficiente amplio

pueda acabar por apoyar cualquier hipótesis, y por otra parte, señalan el hecho de que

una correlación no es prueba suficiente de causación, por lo que la capacidad explicativa

de los estudios de tipo nomotético es solamente débil. La Hipótesis del Nicho Lingüístico

que nos ocupa en esta revisión sirve de ejemplo: “As an example, Lupyan and Dale

(2010) suggest that the number of second language learners is a factor in the explanation

of the distribution of morphological complexity. Although it is generally true that ultimate

attainment in language acquisition is correlated with age of first exposure, the cause of this

is difference is contested. This makes it difficult to identify the causal factor driving the

relationship between second language learners and morphological complexity. For

instance, the linguistic output of a second language learner (and so the input to the next

generation) may be affected by social aspects: At the individual level, second language

learners may avoid constructions that they find difficult to avoid embarrassment (e.g.

Schachter, 1974). Output may also be affected by lack of motivation, low self-esteem or

anxiety (Krashen, 1982), which may differ in children and adults and may result from other

social factors.” (Roberts y Winters, 2012, p. 95)

Discusión

En las páginas precedentes se han descrito con cierto detalle las tres explicaciones

actuales más significativas sobre las correlaciones entre variables sociales y forma

15
lingüística. En la versión de Trudgill (2004), se achaca la variación y diversidad estructural

de las lenguas a los efectos de dos factores sociolingüísticos, el contacto inter-lingüístico

(por oposición al aislamiento) y el tamaño de la comunidad de habla. De acuerdo con

Wray y Grace (2005) las diferencias estructurales se explican por divergencias en el

contexto comunicativo en el que operan las lenguas. Estos contextos pueden ser

esotéricos (esto es, la comunicación se produce fundamentalmente dentro del grupo de

hablantes nativos) o exotéricos (la comunicación se establece también con foráneos,

hablantes no nativos). Por último, Lupyan y Dale (2010, 2011) explican las diferencias

sintácticas y morfológicas entre las distintas gramáticas por variaciones en el medio o

nicho lingüístico en el que estas lenguas se aprenden y se usan. De esta manera,

formulan la Hipótesis del Nicho Lingüístico, que viene a afirmar que los posibles nichos en

los que una lengua vive son de tipo esotérico o exotérico, es decir, están cerrados y en

ellos participa solamente la comunidad de habla nativa, o están abocados hacia fuera,

acogiendo a hablantes no nativos.

Independientemente de su nomenclatura, las consecuencias que dichas variables

sociolingüísticas tienen sobre la estructura del lenguaje coinciden a grosso modo en las

tres líneas de investigación. Los lenguajes afectados por la ‘esotericidad’ tienden a ser

más complejos (expresada esa complejidad en una mayor redundancia morfológica,

tendiendo a ser lenguajes fusionantes o aglutinantes, mostrando marcas de caso, una

elaborada flexión verbal, concordancias entre verbo y sustantivo, etc.) mientras que los

lenguajes afectados por la ‘exotericidad’ tienden a simplificarse morfológicamente.

Pero lo que en última instancia determina las características formales de una

lengua son las presiones de tipo psicolingüístico. Si la comunidad, por ser su tamaño

relativamente pequeño, compartir una gran porción de conocimiento o incluso carecer de

sistema educativo regulado, establece una comunicación preeminentemente interna o

cerrada, las tendencias psicolingüísticas innatas pueden preservarse. Ya que diversos

16
estudios apuntan a la conclusión de que los niños utilizan estructuras redundantes y

reiterativas en su aprendizaje y uso de la lengua materna, parece consecuente establecer

una relación entre este rasgo psicolingüístico y el hecho de que en las comunidades en

nichos o con comunicaciones esotéricas preserven estos patrones, especialmente si en

ellas no hay enseñanzas regladas o albabetización. Wray y Grace van aún más lejos en

sus conclusiones y especulan que, si los primeros lenguajes desarrollados por el ser

humano compartiesen rasgos con alguna de las lenguas actuales, sin duda lo harían con

lenguas de este tipo, debido a su especial situación socioeconómica (pequeñas

comunidades nómadas de cazadores recolectores). De este modo, la Hipótesis del Nicho

Lingüístico podría también tener un corolario evolutivo.

En lo que respecta a las lenguas con nicho o comunicación exotérica, el efecto de

las presiones de tipo psicolingüístico, por lo demás constantes, queda paliado por la

fuerza de factores socioculturales. El relativamente extenso tamaño de las comunidades

de habla asociadas a ellas hacen imposible que sus miembros compartan información

sobre el mundo que les rodea de la misma medida en que lo hacen los grupos más

pequeños. Más aún, en ellas se aparecen con frecuencia subculturas que desarrollan

rasgos y hábitos lingüísticos propios, aún compartiendo la misma lengua materna. Estas

sociedades constan de un sistema educativo que instruye a los hablantes, haciéndoles

desarrollar habilidades metalingüísticas, y suelen haber experimentado un importante

proceso de industrialización, conllevando este una alta especialización de los

trabajadores, a través de la cual cada uno de ellos adquiere un léxico propio de su sector

laboral. Aparte de los ya mencionados, un último dato a tener en cuenta es la presencia

de extranjeros que aprenden o usan la lengua como segundo idioma. De la misma

manera que los niños parecen mostrar predilección por las gramáticas repetitivas, hay

indicadores (Birdsong y Molis, 2001) de que los adultos tienen dificultades para adquirir

idiomas morfológicamente complejos, prefiriendo estructuras simples y unívocas. Lo que

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todas estas condiciones favorecen es una simplificación de la forma lingüística que pasa

por el desarrollo de estrategias de composicionalidad e incrustación, y eliminación de la

redundancia morfosintáctica, a fin de generar enunciados claros, exentos de ambigüedad,

fácilmente comprensibles por un interlocutor cualquiera.

En mi particular visión del asunto la Hipótesis del Nicho Lingüístico en cualquiera

de las tres versiones arriba mencionadas está suficientemente sustentada en hallazgos

empíricos como para poder ser aceptada tentativamente hasta que nueva evidencia refute

(o continúe reforzando) sus conclusiones. Si bien el ensayo de Roberts y Winters (2012)

incluye un conjunto de críticas acertadas contra el enfoque metodológico de Lupyan y

Dale (2010, 2011), evidenciando la propensión de este tipo de estudios a la deducción de

resultados espurios y generalizaciones infundadas, en mi opinión los estudios de Wray y

Grace (2005) y los del grueso de los autores mencionados (Everett, 2005, Weihall, 2008,

Dittmar et al., 2008, Bergen, 2001, MacWhorter, 2001) apoyan la hipótesis con

explicaciones de tipo idiográfico o descriptivo. Si más bien adoptamos como premisa un

punto de vista falsacionista sobre la ciencia (Lakatos, 1978), aceptando que las hipótesis

no pueden probarse o refutarse en forma definitiva por medio de pruebas empíricas, y que

las preguntas de investigación no pueden corroborarse totalmente por una sola

investigación, sino a través de la competición entre modelos teóricos enfrentados a los

que se añade el apoyo de la experiencia, no veremos mayor inconveniente en aceptar

provisionalmente los resultados de estos estudios, que sin duda, y al menos por el

momento, ofrecen explicaciones coherentes y razonables a la cuestión de la influencia del

medio sobre la lengua.

18
Referencias

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20
ANEXO 1: RESULTADOS DE LA COMPARATIVA DE LUPYAN Y DALE (2010)

21
ANEXO 2: RESULTADOS DE LA SIMULACIÓN DE LUPYAN Y DALE (2011)

22
ANEXO 3: LA PRESERVACIÓN DE LA COMUNICACIÓN ESOTÉRICA EN

COMUNIDADES CERRADAS. WRAY Y GRACE (2005)

23
ANEXO 4: LA PRESERVACIÓN DE LA COMUNICACIÓN EXOTÉRICA EN

COMUNIDADES ABIERTAS. WRAY Y GRACE (2005)

24
ANEXO 5: LA COMUNICACION ES UN CONTINUO A MERCED DE PRESIONES

SOCIALES Y PSICOLINGÜÍSTICAS. WRAY Y GRACE (2005).

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