El Pecado Sexual Hire A Alguien

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1 Ts 4.

1-8
Las normas sexuales eran muy bajas en el Imperio Romano y hoy en día en muchas sociedades no
son más altas. La tentación de practicar relaciones sexuales fuera del matrimonio siempre ha sido
poderosa. Ceder a ella puede tener resultados desastrosos. El pecado sexual siempre hiere a
alguien: individuos, familias, negocios, congregaciones.

No sólo tiene consecuencias físicas sino también espirituales. Las actividades y deseos sexuales
deben ser puestos bajo el control de Cristo. Dios creó el sexo para la procreación y el placer y
como una expresión de amor entre un esposo y su esposa. La experiencia sexual debe limitarse a
la relación matrimonial para evitar herirnos a nosotros mismos, dañar nuestra relación con Dios y
con otros.

Ser santificado o ser hecho santo es el proceso de vivir la vida cristiana. El Espíritu Santo opera en
nosotros conformándonos a la imagen de Cristo (Romanos 8.29).

Apocalipsis 2.18
¿Por qué es un pecado serio la inmoralidad sexual? Las relaciones sexuales fuera del matrimonio
siempre hieren a alguien. Hieren a Dios porque muestran que preferimos satisfacer nuestros
deseos a nuestro antojo en lugar de seguir las instrucciones de la Palabra de Dios, o satisfacer
nuestro deseo ahora en lugar de esperar su tiempo oportuno.

Hieren a otros porque violan el compromiso tan necesario para una relación. Nos hieren a
nosotros porque con frecuencia traen consigo enfermedades a nuestro cuerpo y afectan en forma
adversa nuestra personalidad. La inmoralidad sexual tiene un tremendo poder para destruir
familias, iglesias y comunidades porque destruye la integridad sobre la cual se basan esas
instituciones. Dios quiere protegernos y proteger a los demás; por lo tanto, no debemos participar
en la inmoralidad sexual, aunque nuestra cultura lo acepte.

Tito 3.3-8

Seguir una vida de placer y ceder ante cada deseo sensual nos lleva a la esclavitud. Muchos
piensan que la libertad consiste en hacer todo lo que deseen. Pero este camino lleva a la
adicción servil de gratificación sensual. La persona deja de ser libre si se deja dominar de lo
que su cuerpo le pide (2 Pedro 2.19). Cristo nos libera de los deseos y del control del
pecado. ¿Ha sido usted liberado?

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