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Ir 3. La Gestión Social 9
1. La Planeación
Es la etapa del proceso administrativo, en donde un diseñador de proyecto, identifica con
su comunidad, los objetivos a lograr, define las prioridades, determina los medios a utilizar,
articulándolos a unas actividades que le posibiliten estratégicamente cumplir sus objetivos.
De esa forma realiza una correcta utilización y aplicación de los medios dispuestos, en el
logro del fin esperado con su propuesta (Londoño, 2009).
• Establecer las bases para un trabajo en común con todos los participantes vinculados
al proyecto.
• Poder comunicar a otros, con un lenguaje común y entendible, los objetivos que se
buscan.
A continuación, es encargo de este módulo que iniciamos, abordar todos estos conceptos que
implican los mencionados niveles y fases de la planeación, como los conceptos protagónicos
al trabajar sobre el diseño de proyectos de intervención psicosocial.
El diseñador de un proyecto, formula u organiza las ideas de una manera lógica; precisa
los objetivos que puede alcanzar con su acción y concreta las actividades específicas que
necesita realizar. Para ello se requiere:
El banco interamericano de Desarrollo- BID (1995), define que un proyecto es una empresa
que cuenta con recursos financieros, materiales y humanos y que está orientada a la
consecución de un determinado objetivo en un periodo de tiempo dado. A su vez, Ander-
egg (1996), lo define como el componente o unidad más pequeña que forma parte de un
programa, es un conjunto de actividades que se proponen realizar de una manera lógica
y articulada entre sí, con el fin de producir determinados bienes o servicios capaces de
satisfacer necesidades o resolver problemas.
En esta empresa que son hoy los proyectos, como acción pública, es necesario reconocer la
importancia y los aportes a este tema sobre el diseño de proyectos sociales, de la cooperación
internacional para el desarrollo. Desde esta modalidad los proyectos de cooperación
internacional, se deben caracterizar por su contribución en la construcción de condiciones
favorables que permitan a las poblaciones más vulnerables transformar sus vidas y alcanzar
el bienestar deseado, así como también, por una correcta accountability (rendición de
cuentas), término que en los últimos tiempos cobra mayor relevancia (Londoño, 2009).
El banco interamericano de Desarrollo (BID, 1995), propone que en esta empresa que son
los proyectos, como denomina la forma de abordar lo social, se pueden determinar dos tipos
de planeación:
• La Operativa: Este tipo de planeación se define por el esfuerzo del equipo ejecutor que
implementa un proyecto. Es más detallada, implica unas actividades y tiempos específicos
desde unos recursos reales. Este enfoque metodológico se caracteriza por ser finito, da
cuenta de la vida útil del proyecto y se refiere a la intervención como tal de problemas
específicos, a partir de una información precisa y exacta. Permite seleccionar, organizar e
implementar en forma integrada los objetivos, metas, actividades y recursos asignados a
los componentes de un proyecto, durante un período determinado.
Dentro de los proyectos sociales encontramos diversos enfoques, que son utilizados según
el perfil o tipo de financiación que una institución o agencia para el Desarrollo social plantee.
Dentro de los más conocidos veremos:
• Enfoque de marco lógico (1960´s): es una de las herramientas más usadas que utilizan
las instituciones de ámbito público, para diseñar y planificar sus proyectos o programas.
El BID en la actualidad está impulsando esta metodología, como forma de optimizar la
gestión social (Aldunate y Córdoba, 2011).
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El análisis de El análisis de
problemas alternativas
(1 y 2 nivel (3 y 4 identificación
diagnóstico) realista de la
intervención)
• ZOPP (1980´s): Planeación orientada a objetivos. Al igual que el EML, este es una matriz
aprobada por los organismos de cooperación internacional que se deriva de la primera.
Busca la participación de las comunidades (Fernández, 1989).
Ya reconociendo los niveles de la Planeación como eje central de nuestro tema, vamos a
retomar las fases de la planeación, que en nuestro caso, podemos denominar, las fases de
la intervención psicosocial.
Entonces recapitulemos, porque nos interesa aquí señalar que, la vida de un proyecto no
comienza con el momento en que se inicia su ejecución o implementación. Como ya dijimos,
un proyecto implica programación y coherencia, es decir: Planeación y Gestión.
En esta medida, hay fases del proceso que es lo que interesa continuar trabajando. Como
la fase diagnóstica (Unidad II), la de la formulación (Unidad III), que se abordarán de forma
detallada más adelante; y la fase de la gestión, que trataremos a continuación.
3. La Gestión Social
La Gestión y la Gerencia o coordinación de un proyecto son procesos complementarios a la
intervención como tal, que posibilitan la adecuada ejecución de una propuesta social.
Gestionar es la habilidad, diligencia y acción para llevar a cabo y hacer cumplir lo planeado.
La idea central de la gestión social es la administración de proyectos como procesos de
aprendizaje para transformar una idea, problema o necesidad en una oportunidad de
desarrollo, a través de un abanico de procesos y herramientas que no pueden limitarse al
diligenciamiento de formatos para la consecución de recursos financieros. La gestión de
proyectos por el contrario, es concebida, como un diálogo permanente entre los asociados
que hacen parte de un proyecto, para la obtención de resultados que lo potencien y hagan
posible el logro de lo propuesto (Londoño, 2009).
La gestión social para el desarrollo propone hoy proyectos construidos desde las comunidades
mismas. Los proyectos planificados con las mismas comunidades permiten incluir la
participación ciudadana y el reconocimiento de sus saberes populares como un componente
del proyecto. Las comunidades saben y tienen para decir, se trata de una construcción
participativa entre las instancias que conforman un Estado (Menike, 2000).
Por tanto las formas actuales de la intervención psicosocial tienen que definir sus objetivos
desde estas concepciones. En el panorama internacional se observa que organismos como
El PNUD, el Banco Mundial, la UNESCO, la OEA, El BID, están adoptando la participación
como estrategia de acción en sus discursos, proyectos y programas de intervención porque
ven en ella un elemento esencial del desarrollo humano (Informe Banco Interamericano del
Desarrollo – BID, 1999).
Hay una concepción de desarrollo que como interventores psicosociales nos interesa
fortalecer y, es aquella apuntalada en dimensiones humanistas, en donde el ser humano,
la persona como sujeto de derecho está en el centro de cualquier acción para el desarrollo,
porque propone el agenciamiento y empoderamiento de la gente. Se trata de una concepción
de desarrollo que promueve las capacidades y potencialidades de las personas y que busca
desde el empoderamiento comunitario fortalecer la convivencia y el bienestar de una
localidad, lo cual se logra en la medida que desde la intervención se logre reconocer el
valor y fuerza de las vivencias comunitarias, donde se posibiliten espacios en los que las
comunidades se reconozcan desde cómo viven, que piensan, cómo llegan a pensar así y la
manera en que conjuntamente construyen su realidad, su convivencia, para que optimicen y
movilicen recursos y dinamismos que propicien Desarrollo y movilicen y recreen la cultura.
El Desarrollo Humano promueve una transformación de tipo cultural, lo cual si bien aún es
incipiente, es obligatorio imaginarla como proyección, como gestión social, para que sea
posible. Es un cambio en las mentalidades, unas prácticas novedosas, algunos puentes y
una correlación de fuerzas que empiezan a destejer los enredados hilos de los conflictos
humanos. El estudio del Desarrollo Humano no tiene sentido sin una utopía igualitaria, sin
la aspiración de que es posible una sociedad más equitativa, con mejores estilos de vida y
relacionamiento (Reygadas, 2008).
En este sentido no puede obviarse que la intervención psicosocial adopta como postulado
básico implicar a las personas, grupos o comunidades participantes, desde el reconocimiento
de su propia agencia, en su proceso de Desarrollo, mediante una praxis política desde la
que se favorezca la participación activa de las personas o colectivos, contribuyendo a la
ampliación de las bases asociativas y su progresiva conformación como movimiento endógeno
y autónomo. Cuyo objetivo principal es el desarrollo social y humano, no el económico, con
un carácter más educativo, político, social que contribuyan al fortalecimiento de sus prácticas
de convivencia (Sen, 2004).
El desafío técnico y político consiste en descubrir y potenciar los círculos virtuosos que
ligan la eficiencia, la eficacia, la equidad y la dignidad a la hora de diseñar e implementar
proyectos, programas y/o políticas que promuevan el Desarrollo, de tal forma que logren
poner en evidencia desde las propuestas públicas, las verdaderas necesidades de las
comunidades, a partir del reconocimiento que en nuestros contextos regionales, exigen un
análisis o lecturas de contextos, que impliquen tener presentes los sistemas hegemónicos de
poder que en nuestros territorios históricamente han dejado como resultado la vulneración
de las comunidades.
Estas vulnerabilidades históricas de nuestros contextos tienen que ser evidenciadas desde
la gestión social para el desarrollo (Max-Neef, 1985), con la implementación de proyectos
de intervención psicosocial; pues, las vulneraciones se mantienen y siguen perpetuándose
justamente porque han existido como estructuras de poder y opresión, que es necesario
reconocer desde sus particulares formas de expresión social.
La acción social en nuestros contextos puede tener muchos detractores porque las
resistencias también son históricas y las maneras en que las comunidades han intentado
cambiar su historia y su condición de vulnerabilidad en muchas ocasiones resulta en
persecución y muerte de sus líderes y lideresas, este es un triste tema común de las luchas
de las comunidades indígenas, afro, de las mujeres, de los grupos LGBTI, las luchas de
clase, de campesinos y terratenientes, etc. en nuestro país. De ahí, que como interventores
psicosociales necesitamos ser conscientes de los alcances de un proyecto, pero también
entender que siempre es un aporte posible para generar reflexión y autocrítica a este sistema
que es necesario intervenir desde los ámbitos micro de las comunidades.
Conclusiones de la Unidad
• Este módulo tiene como invitado especial el concepto de planeación, denominado también
fase de formulación del proyecto o evaluación ex ante.
• De una adecuada planificación resulta una buena formulación que conllevará a una
pertinente implementación.