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Diseño, cuerpos y

heteronormatividad*

Griselda Flesler
Celeste Moretti
Valeria Durán
VISIONES SOBRE EL ROL SOCIAL DEL DISEÑO | 31

En este artículo nos proponemos dar cuenta de cómo a


partir del caso de las representaciones corporales –las pruebas
forenses en los juicios por travesticidio y transfemicidio–1, el
diseño puede tener un rol social que colabore en un acceso
a justicia más igualitario. Nos interesa interrogar los modos
de representación corporal del sistema judicial con el obje-
tivo de pensar alternativas posibles a un modelo excluyente
de la diversidad de la vida socioafectiva y sexual de las perso-
nas. Creemos que el diseño puede ser parte de un proceso de
readecuación de la mirada hacia otras figuraciones posibles.
Los aportes que desde el campo del diseño se han he-
cho a las representaciones de la figura humana provienen
mayoritariamente del área de la señalética y de los sistemas
de pictogramas. Si bien existen variaciones en su morfología,
estas responden generalmente a un esquema binario y hete-
ronormativo.2 Esta representación de las diferencias sexuales
transmite nociones hegemónicas sobre género y sexualidad.
Sin embargo, este discurso dominante nunca es absoluto.
Existen simultáneamente, representaciones corporales que
se apartan o subvierten de aquellas dominantes y son estas las
que nos interesa explorar desde una perspectiva de género.
El mundo está lleno de signos complejos y sutiles que
creemos nos brindan información. Sin embargo, «descifrar
*En este artículo se retoma la problemática analizada en «Representaciones cor-
porales en las pruebas forenses: un desafío del diseño», publicado en Diana Maffía,
Patricia Gómez, Aluminé Moreno y Celeste Moretti (comp), (2020). Intervenciones
feministas para la igualdad y la justicia. Buenos Aires: Editorial Jusbaires, pp. 98-113.
1. La figura de «travesticidio» fue reconocida por primera vez en la historia judi-
cial argentina en julio de 2018 cuando el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccio-
nal N° 4 condenó a Gabriel Marino, imputado por el asesinato de Amancay Diana
Sacayán, a pena de prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por odio
a la identidad de género y por haber mediado violencia de género.
2. Se trata del esquema que clasifica a las personas según dos géneros correspon-
dientes al sexo masculino o femenino y considera a la heterosexualidad como ne-
cesaria y como único modelo válido para el funcionamiento de la sociedad.
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los signos del mundo –advierte Roland Barthes– quiere decir


siempre luchar contra cierta inocencia de los objetos».3 Es de-
cir, supone desnaturalizar los sentidos, cuestionar su carác-
ter dado o natural para poner en relieve que todo sentido es
producto de la cultura.
De forma análoga a la semantización de los objetos que
surge desde su producción y consumo, las representaciones
gráficas del cuerpo humano se tornan significantes desde su
diseño, apropiación y uso. La heteronormatividad atraviesa
la construcción de estos sentidos y es por eso que la intro-
ducción de la perspectiva de género en el diseño de siluetas
y diagramas corporales busca visibilizar los implícitos de un
orden hegemónico y aportar nuevos significantes por fuera
de la normativa de género.

Aportes del feminismo a las representaciones gráficas del


cuerpo humano
Durante la década de 1980, principalmente en el mundo
anglosajón, los estudios feministas permean en las escuelas
de diseño y comienzan a señalarse las fisuras del modelo del
diseño funcionalista. Autoras como Sheila Levrant de Bret-
teville, Cheryl Buckley y Judith Attfield retoman las críticas
al modelo androcéntrico de la Modernidad, que radica en la
operación de universalizar lo masculino como representante
absoluto del género humano, y cuestionan la posibilidad de
un diseño neutral y universal.
En lo que respecta a las representaciones corporales,
un caso emblemático del modelo funcionalista es el sistema
ISOTYPE (International System of Typographic Picture Edu-
cation) desarrollado por el sociólogo Otto Neurath y el ilus-

3. Barthes, R. (1992). «La semántica del objeto». En La aventura semiológica. Barce-


lona: Paidós, p. 224.
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trador Gerd Arntz en 1924. Su objetivo fue comunicar infor-


mación a través de un sencillo medio no verbal que presumía
ser de carácter universal. Este modo de representación de la
figura humana fue un modelo que se reprodujo en Occiden-
te de manera generalizada y es el que encontramos habitual-
mente en la señalética en el espacio público (semáforos, car-
teles de dirección de tránsito, señalización en el transporte),
como también es prevalente en el diseño de infografías. En
este modelo aparece la representación del género masculino
como modelo representativo de «la humanidad». En los casos
en los que se diseña una figura femenina, aparece una «mar-
ca» que generalmente se traduce en la adición de una falda a
la figura modelo.
En el año 2008, el sociólogo Pedro Bessa publicó un es-
tudio en el que sondeó más de cuarenta sistemas de señali-
zación de diversos países y concluyó que el género femenino
estaba no solo subrepresentado sino también fuertemente
estereotipado.4 Además, señaló una gran cantidad de casos
en los cuales lo masculino representaba la universalidad, es
decir, una falsa neutralidad. Esto es, lo neutro de los símbolos
diseñados para la señalización de espacios públicos enmas-
cara la universalización de lo masculino como representante
absoluto del género humano e invisibiliza la representación
de lo femenino. Según el autor, la figura femenina aparece
exclusivamente cuando lo que se quiere indicar responde a
tareas de cuidado (ceder el asiento a personas que llevan be-
bés, cruce de calles con escuelas cercanas, indicador de cam-
biador de pañales en baños públicos, etc.).
A partir de la década de 1990, los aportes del feminis-
mo posestructuralista postulan que si bien el concepto de fal-

4. Bessa, P. (2008). «Skittish skirts and scanty Silhouettes: The tribulations of Gen-
der in Modern Signage». En Visible Language, Vol. 42, No. 2, pp. 119-141.
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sa neutralidad fue fundamental para señalar la desigualdad e


invisibilización estructural respecto a varones y mujeres, se
trataba de un enfoque que seguía enmarcado en el binarismo
varón/mujer.

Deconstrucción del binarismo de género en el diseño


En el contexto del diseño actual, imbuido de un cre-
ciente interés en la perspectiva de género, creemos necesario
adoptar enfoques que sumen a la complejidad de las diversas
existencias y su impacto en las configuraciones y categorías
con las que proyectamos.
Eve Kosofsky Sedgwick (1990) critica el enfoque de al-
gunos feminismos focalizados en «las mujeres» ya que sos-
tiene que han contribuido a esencializar el modelo binario
varón/mujer y han fortalecido la exclusión de las experiencias
y existencias que están por fuera de este esquema.5 En otras
palabras, explica que los binarismos varón/mujer, masculino/
femenino y homosexual/heterosexual aparecen como oposi-
ciones insuficientes para caracterizar la producción contem-
poránea de identidades. Este enfoque permite la introducción
política de sujetos como las personas transgénero o travestis
que quedaban por fuera del discurso de algunos feminismos
focalizados en el sujeto «mujer» o «mujeres».
En el campo del diseño, esta perspectiva es abordada
recientemente por trabajos como el de Ece Canli que conside-
ra que «el diseño, como parte del sistema de representación
sexual y de performatividad de género todavía necesita ser
purgado de binarios heteronormativos y praxis dominantes
hechas por varones, que refuerzan la segregación de género

5. Kosofsky Sedgwick, E. ([1990]1998). Epistemología del armario. Barcelona: Edi-


ciones de la Tempestad.
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y la exclusión de seres queer».6 La autora señala que si bien


el aporte de enfoques como por ejemplo el de la Historia de
las mujeres fue fundamental en la crítica a las jerarquías de
los binarismos instalados por el Movimiento Moderno (dise-
ño sobre artesanía, masculino sobre femenino, público sobre
privado, función sobre forma) no denunciaron, sin embargo,
el binomio como tal. Es decir, todo lo que está por fuera de
esa tensión binaria parecería no existir y se establecen mar-
caciones de alteridad y jerarquías en aquellos diseños que es-
capan a esa norma. En este sentido, los diseños de las repre-
sentaciones corporales que no responden al sistema binario
y heteronormativo constituye un ejemplo de esta «amenaza».
Tal es el caso de la iconografía para baños: cuando se trata de
baños multigénero o sin distinción de género, son pocas las
representaciones de figuras humanas graficadas. La estrate-
gia utilizada es, en cambio, evitar representar cuerpos fuera
de la heteronorma y suelen aparecer propuestas donde, por
ejemplo, lo que se grafican son los sanitarios.7
Representaciones corporales en las pericias forenses
En la sociedad occidental contemporánea, las repre-
sentaciones corporales biomédicas predominan en los estu-
dios científicos. Pamela Geller (2009) encuentra que los li-
bros de medicina están cargados de cuerpos segmentados y

6. Canli, E. (2014). «Queering Design: A Theoretical View on Design vs. Gender


Performativity». En The Proceedings of UD14 Conference. 1º Encontro Ibérico de Dou-
toramentos em Design. Porto: Faculdade de Belas Artes da Universidade do Porto,
p.185. [Traducción propia].
7. Un caso excepcional es la señalética realizada por Ismael Menegolla del baño sin
distinción de género gestionado por la Unidad de Género en FADU-UBA. Flesler,
G. (2020). «Perspectiva de género en la gestión universitaria: un baño sin distin-
ción de género». En María Ledesma y María Laura Nieto (comp.). Diseño social.
Ensayos sobre Diseño social en la Argentina (2000-2018). Buenos Aires: Prometeo, pp.
137-139.
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estériles. La autora retoma a Laqueur, Geller y Martin y afir-


ma que un examen más detenido de las representaciones
biomédicas revela varios mensajes adicionales sobre sexo y
género. En primer lugar, desde Aristóteles y Galeno en ade-
lante, el cuerpo masculino ha sido el cuerpo estándar. En
segundo lugar, el sexo se considera dicotómico, inmutable
e intercambiable con el género. En tercer lugar, el discur-
so y la práctica de la ciencia médica moderna fragmentan
inevitablemente el cuerpo femenino priorizando sus partes
reproductivas, lo que implica que el cuerpo femenino ideal y
normal es reproductivo.
Como mencionamos anteriormente, nuestro interés se
enfoca en las representaciones corporales que se utilizan en
las pruebas forenses en los juicios por travesticidio y transfe-
micidio en la Argentina. En el caso del juicio por el asesinato
de Amancay Diana Sacayán,8 los diagramas utilizados por los
peritos forenses –uno de mujer y uno de varón– ponen en evi-
dencia la ausencia de representaciones que eludan el sistema
binario y que puedan, por tanto, contener multiplicidades
y diferencias. Tal como relatan Diana Maffía y Alba Rueda:
«durante las audiencias del juicio un perito localizó las heri-
das que presentaba el cuerpo de Diana en dos diagramas: uno
con el cuerpo de mujer y otro con uno de varón. Ninguno co-
rrespondía con el cuerpo real de la víctima».9 Es decir, si bien
fue nombrada en femenino, no fue representada con las ca-

8. Amancay Diana Sacayán fue una activista travesti por los derechos humanos,
promotora de la Ley de Cupo Laboral Trans en la provincia de Buenos Aires, coor-
dinadora del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación y trabajadora del
área de diversidad del Institituto Nacional Contra la Discriminación la Xenofobia
y el Racismo INADI. Fue asesinada en octubre del 2015.
9. Maffía, D. y Rueda, A. (2019). «El concepto de travesticidio/transfemicidio y su
inscripción en el pedido de justicia por Diana Sacayán», en: Diana Maffía, Patricia
Laura Gómez y Aluminé Moreno (comps.) Miradas feministas sobre los derechos. Bue-
nos Aires: Editorial Jusbaires, p. 181.
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racterísticas propias de su cuerpo sobre las que se inscribían


las particularidades del crimen que era necesario demostrar.
Maffía y Rueda continúan:
… Pero no se trataba del cuerpo de una mujer, sino de una
travesti: alguien que tiene a la vez pene y mamas. Y entre
otras cosas debía determinarse si el odio y el ensañamien-
to con su cuerpo tenían que ver con su identidad (heridas
en sus pechos, en sus nalgas, en su abdomen). Esto muestra
el binarismo que subyace en los análisis forenses y que difi-
cultan nuestra comprensión de las violencias extremas que
afectan a travestis y mujeres trans.10
Tanto los diagramas como las siluetas son signos pro-
ducidos por personas y dirigidos a personas y, por eso, «sig-
nifican» excediendo la información que pretenden transmi-
tir. Entonces, más allá de las circunstancias que pudieron
contribuir a ilustrar respecto de su asesinato, ¿cómo leemos
las figuras utilizadas para representar a Diana Sacayán? Y,
desde el diseño, ¿cómo leemos que fuera representada por
dos diagramas para ser, de todos modos, representada de
un modo inacabado?

Reflexiones finales
Los cuerpos significan, hablan y son leídos. Volviendo
a Barthes, leemos continuamente modos de caminar, vesti-
mentas, gestos y posturas corporales. Pero también pueden
ser leídos los cuerpos sin vida. Ahora bien, qué pasa cuando
esos cuerpos que sufrieron una muerte violenta no son re-
presentados en la investigación forense del modo apropia-
do, es decir, de un modo que pueda dar cuenta de quién era
la víctima.

10. Ibídem, pp. 181-182.


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Hemos visto que el diseño está atravesado muchas ve-


ces por una perspectiva heteronormativa pero ahora bien, nos
preguntamos qué pasaría si el diseño pudiese contribuir en la
búsqueda y construcción de representaciones corporales que
no dejaran a ninguna persona afuera.11
Creemos que hay una discusión pendiente sobre los
modos de representación de los cuerpos en los procesos ju-
diciales y que el diseño puede contribuir a generar una pro-
puesta de representación inclusiva y sensible al registro de
violencias de un modo que resulte útil para el acceso a justi-
cia, tanto en el caso de la investigación como también en las
demandas por parte de los movimientos sociales.
Nos preguntamos entonces, ¿cuáles son los aportes –o
más bien, las limitaciones– que puede hacer a la investigación
una representación corporal que no sea acorde a la autoper-
cepción genérica y que, muy seguramente en los casos de tra-
vesticidios y transfemicidios, constituya uno de los factores
centrales en su asesinato? ¿Cuáles son los indicios que toma la
justicia para dar cuenta de la identidad de género de una víc-
tima? O dicho de otro modo, ¿cómo dar cuenta de una identi-
dad cuando la víctima ya no puede hacerlo?

11. En este sentido, destacamos como aporte los esquemas anatómicos asexuados
incluidos en el «Protocolo de Minnesota sobre la Investigación de Muertes Poten-
cialmente Ilícitas», que incluye la siguiente especificación: «Las personas transe-
xuales que se han sometido a una cirugía genital y las personas intersexuales que
presentan ciertas variaciones de los caracteres sexuales, a menudo tendrán unos
órganos genitales difíciles de clasificar como masculinos o femeninos. La medici-
na forense debe representar con precisión los cuerpos de las personas transexua-
les e intersexuales que no correspondan a los clásicos diagramas masculino y fe-
menino». ONU (2016). «Protocolo de Minnesota sobre la Investigación de Muertes
Potencialmente Ilícitas». Nueva York y Ginebra, p. 61.

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