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Polibio (210-127 a.

c,) había arribado a Roma como rehén de lujo tras la guerra del
ejército romano en el año 167. De procedencia griega nunca negó su origen, no obstante
se vio muy influido por las costumbres romanas en el marco de una coyuntura de
expansión magnánima donde progresivamente, Roma se iba convirtiendo en un gran
imperio.

La obra que nos ha llegado a nosotros Historias, es básicamente la historia de la


expansión romana y su finalidad, según Pelai Pages, se evidenciaba muy claramente, ya
que se detalla “Cómo, cuándo y por qué todas las partes conocidas del mundo conocido
han caído bajo la dominación romana.”1 En este sentido Polibio trataba de descubrir
cómo funcionaba y se mantenía unida una comunidad que en cincuenta y tres años
había logrado conquistar el mundo. Desde este punto de vista la gran expansión romana
había logrado unificar todo el mundo conocido bajo una misma dominación, y este era
el fundamento principal para denominar, a criterio de Polibio, a la historia de Roma,
como “Historia Universal”.

Otro de los aportes principales de Polibio fue sin lugar a dudas, el exhaustivo análisis de
las constituciones, su origen, estructuración y funcionamiento. Polibio se interesaba por
ellas, porque consideraba que a través del estudio de cada constitución, se podía
vislumbrar la historia de los pueblos, las causas y consecuencias de sus triunfos y
derrotas. De esta manera concluía que: “… en todo asunto y en la suerte o en la fortuna
adversa, debemos creer que la causa principal es la estructura de la constitución ya que
de ella brotan, como de una fuente no solo las ideas y las iniciativas en las empresas,
sino también su cumplimiento”2

Las constituciones no sólo tenían un carácter ilustrativo para el estudio de los pueblos,
sino que además, Polibio concebía a la evolución histórica, a través del modelo cíclico
de las formas de gobierno, teoría que preveía la consecutiva progresión de las tres
formas de gobierno con sus respectivas formas degeneradas.

Es así como en el libro VI de su Historia Universal Polibio analiza y detalla el


funcionamiento y la organización de la constitución romana, y nos habla de una

1
PAGÉS, Pelai: Introducción a la historia, Barcela: Ed. Barcanova, 1983, pág. 15.
2
POLIBIO: Historia Universal, Buenos Aires: Ed. Solar/Hachette, 1965, pág. 150.
constitución que difiere de las anteriores. Una constitución consecuente con el éxito y
predominio que alcanzó Roma con su república.

Podría decirse que la constitución que Polibio describe en Roma, es una constitución
mixta, donde cada una de las instituciones que la constituyen forman un todo
organizado y coherente: cada una de las partes tiene el poder de perjudicarse o ayudarse
mutuamente, y eso la transforma en un régimen equilibrado, y sin dudas, exitoso. En
este sentido Polibio escribe: “…el gobierno del a república estaba refundido en tres
cuerpos, y en todos tres tan balanceados y bien distribuidos los derechos, que ninguno,
aunque sea romano, podrá decir con certeza si el gobierno es aristocrático, democrático
o monárquico.”3

Esas tres clases de gobierno de las que nos habla el historiador, son el monárquico, el
aristocrático y el democrático. Pero no son las únicas, porque cada una de las anteriores,
tiene su respectiva desviación, que depende del rumbo que tome el sistema. Para el
historiador de Megalópolis estas desviaciones tiranía, oligarquía u olocracia o gobierno
del populacho son factores internos al sistema, algo así como el curso natural de los
mismos. Es justamente por esto, que él va a sostener que la mejor forma de gobierno
será la que se componga de los tres, tal como el que estableció primero Licurgo, en
Lacedemonia.

Constitución mixta, porque las instituciones cristalizan distintos poderes representativos


de cada una de las clases de gobierno: los Cónsules equiparables al poder real; el
Senado al poder aristocrático y el pueblo al democrático. Cada institución se
entremezcla, coopera, limita o favorece a las demás, haciendo de la república romana,
“la más perfecta de todas”.4

Es así como en la práctica vemos que el Cónsul necesita del pueblo y del Senado para
llevar a cabo sus designios, aunque sea la cabeza del ejército y salga en campaña: recibe
provisiones, víveres, vestido, sueldo, que por orden del Senado será enviado o no.
Además, en el Senado recae la voluntad de enviar sucesores al concluir el año de
mandato, o de continuarlos al mando. También el poder senatorial exagera o pondera

3
Polibio, op.cit., pág. 349
4
Idem, pág. 349
sus expediciones y las posibilita. Tampoco pueden celebrar el triunfo (ceremonia
romana donde se presenta al pueblo las victorias) si el Senado no consiente y no
sustenta los gastos. Por otra parte, el pueblo también está afectado a ellos, ya que puede
terminar la guerra, cerca o lejos de Roma: Puede anular o rectificar los pactos y
tratados, y al pueblo concierne el juicio de las acciones de los mandatarios al final de
su mandato.

El Senado por su parte, a pesar de tener tanta autoridad, debe atender y tener en
consideración al pueblo en el manejo de los asuntos públicos. No puede proceder en los
juicios graves, o castigar los delitos de Estado que merezcan muerte, sin la aprobación
del pueblo. También en el caso de una ley que hiera o coarte la autoridad del Senado, al
pueblo le toca la aprobación o desaprobación, sin olvidar, el magnífico poder que les da
intercessio. Si un tribuno se opone a las resoluciones del Senado, ni siquiera podrán
juntarse o congregarse los senadores. El cargo de los tribunos es ejecutar siempre la
voluntad del pueblo y tender principalmente a su gusto. Así, el Senado teme y respeta al
pueblo.

El pueblo también tiene su parte en el sistema de gobierno, es árbitro de los premios y


castigos, juzga e impone multas a quienes cometan delitos, y éstas – según Polibio-
recaen casi siempre en sobre los que obtienen los primeros cargos. El pueblo es también
quién distribuye los cargos entre quienes lo merecen, función importantísima ya que es
“la más bella recompensa que se puede conceder a la virtud en un gobierno.”5 Además,
el pueblo es dueño de aprobar o reprobar las leyes, y más aún, el pueblo es consultado
sobre la paz y sobre la guerra. No obstante, el pueblo está sujeto al Senado y necesita
contemporizar o con todo el colegio o con alguno de sus miembros. Construcción o
reparo de edificios públicos, impuestos sobre ríos, puertos, jardines, minas, tierras: todo
está a cargo del pueblo, pero de todo esto es árbitro el Senado. El Senado puede de
muchas formas hacer un gran perjuicio o favor a los que manejan las rentas públicas
-los tribunos-, porque toda inspección de esto pertenece a él. Y sobre todo del Senado,
sacan los jueces para los contratos tanto públicos como particulares importantes. Es así
como todo el pueblo por temor de tener que necesitar del Senado en algún momento, no
se atreve a oponerse a sus órdenes. También el pueblo se cuida de hacer oposición a los

5
Polibio, op.cit., pág. 350
cónsules ya que todos, en particular y en general, están sujetos en campaña a sus
preceptos.

En definitiva, vemos cómo la república romana está dividida en tres especies de


gobierno que se oponen unos a los otros o se auxilian mutuamente. También Polibio
explica que en el momento en que una de las partes pretende destacarse y sobreponerse
a las otras, “como ninguna es bastante por sí misma, y todas, pueden contrastar y
oponerse mutuamente a sus designios, tiene que humillar su altivez y soberbia. Y así
todas se mantienen en su estado, unas por hallar oposición a sus deseos, otras por temor
de ser oprimidas de las compañeras.”6

Polibio dice que Licurgo fue el primero en conocer los peligros de las distintas clases de
gobierno, por eso pudo concebir una república sin peligros. Es así como el historiador,
realiza un enaltecimiento a la retra de Licurgo, sosteniendo que él había llegado a
comprender las inevitables degradaciones de las formas de gobierno, llegando a la
conclusión de que ninguna de las formas de gobierno por sí solas, se encontraban
exentas de sus vicios internos. De todos modos para contrarrestar esta ley natural,
Polibio sostenía que Licurgo forjó sobre estas bases el gobierno de Lacedemonia no
simple ni uniforme, sino formado sobre lo peculiar y lo bueno que advertía en cada
gobierno, en el cual las autoridades se encontraban contrapesadas entre sí. En
consecuencia Polibio sostiene que “El miedo del pueblo que tenía una buena parte en el
gobierno, contenía la soberbia de los reyes. Al pueblo, para que no se atreviese contra el
decoro de los reyes, refrenaba el respeto del senado, cuerpo compuesto de gentes
escogidas y virtuosas que siempre se habían de poner de parte de la justicia… Con este
género de gobierno conservaron los lacedemonios su libertad por más tiempo que otro
pueblo de que tengamos noticia”7

A grandes rasgos el gobierno que caracterizó a Esparta, atribuido a la retra de Licurgo,


luego de las conquistas mesenias, describe un sistema político peculiar para la época. En
principio la monarquía nunca se abolió, más bien se trataba de una diarquía que recaía
sobre dos familias reales, asimismo, se encontraba el consejo de los 30 ancianos
gerousía que gobernaba la ciudad. Y como suceso principal los ciudadanos,

6
Polibio, op.cit., pág,353
7
Idem, pág. 348
espartiatas, podían tener voz política a través de la asamblea, apella, con derecho a
decidir sobre las problemáticas coetáneas que le presentaba el consejo. En la retra no se
hace alusión a los éforos, se puede entonces pensar que su incursión como magistrados
fue a posteriori. Las características de esta politeia, dejan entrever, la primera ciudad en
Grecia erguida sobre un estado de iguales. “Esa constitución representaba, en efecto el
primer derecho de voto hoplita (…) a partir de entonces Esparta fue famosa por la
inigualada disciplina y el valor de sus soldados hoplitas”8

En este sentido el equilibrio de fuerzas dentro del gobierno espartano, según Polibio,
representa el ejemplo más cercano a la república romana. La diarquía se puede
equiparar con el gobierno de los dos cónsules, la geurosia, con el Senado y la apella de
espartiatas con la participación en el gobierno del pueblo. No obstante Polibio resalta
algunas salvedades: la legislación de Licurgo solo era útil para gobernar su propio
estado y su libertad, de modo que, si los espartanos deseaban expandirse más allá del
Peloponeso, perdían en gran medida el control de la población local a la cual dominaban
y gracias a la cual poseían libertad tanto para el oficio de la política, como para
militarizarse desde jóvenes, consecuencia ineludible de la lógica del sistema de
dominación que necesitaba un constante control.

En cambio según Polibio, Roma después de su expansión por Italia conquistó el mundo,
y esto se debió a que los romanos comprendieron el mejor sistema de gobierno ya no
guiados por la razón, sino por los grandes combates y peligros que sufrieron, los cuales
les hicieron aprender lo que más les convenía.

Siguiendo con el análisis de las constituciones, cuando a Polibio le toca describir a la


constitución de Atenas, no ve con tan buenos ojos a la política llevada a cabo en dicha
polis. Sostiene que en ella nada ha sido hecho con moderación, y que sus progresos no
obedecen a la constitución del gobierno, sino al mérito de sus gobernantes. Sobre esta
cuestión Polibio plantea que las leyes y las costumbres son los dos fundamentos de todo
gobierno, en tanto que si existen leyes y costumbre justas, la misma realidad se reflejara
en el gobierno. En consecuencia, según el historiador, las costumbres de Atenas siempre
habían sido inconstantes, en virtud de ello, el gobierno se mostraba como una nave sin
piloto. El pueblo ateniense en este sentido, claro actor en el gobierno, representaba la
8
ANDERSON PERRY: Transiciones de la antigüedad al feudalismo, Barcelona: Siglo XXI, 2007 , p. 29.
precipitación y el encono, la fuerza y la violencia, donde todo se medía en la desmesura
de sus pasiones.

No olvidemos la importancia del pueblo en el gobierno de Atenas clásica, cuyo demos


en su totalidad tuvo la posibilidad de acceder sin distinciones a las esferas de los asuntos
políticos a través del órgano central de la polis ateniense, que era La Asamblea. En
efecto la Ekklesia, era soberana y sus atribuciones teóricamente ilimitadas. Esta se
reunía cuatro veces por Pritanía fijados con antelación, se ocupaba de los intereses de
carácter públicos y podía erigirse como corte suprema de justicia: Un órgano clave de la
democracia ateniense que trabajaba conjuntamente con la ekklesia era la boule,
organismo representativo y moderador del demos, aparentemente soberbio y portador de
ambiciones. La boule o consejo, estaba constituido por quinientos miembros y poseía
notables funciones. Al igual que la ekklesia podía erigirse como tribunal de justicia y en
este sentido seguía de cerca el desempeño de los magistrados, quienes al retirarse (en el
caso de los arcontes) poseían el privilegio para formar parte del venerable tribunal
especializado, el Areópago que juzgaba los casos de homicidio e impiedad. Como
señalamos anteriormente, tanto la ekklesia como la boule podían alzarse como
tribunales, empero más allá de los mismos y del tribunal venerable del Areópago,
existía otro de diversa naturaleza, el helieo, tribunal popular, guardián de la constitución
y las leyes, abierto a todo politai mayor a treinta años.

Según Polibio el gobierno ateniense representaba, la viva voz de la desvirtuación de la


democracia, lo que él denomina, estado libre y popular, describiendo al mismo como la
dominación cabal del populacho, en palabras de Polibio “el peor de los estados”.

A nuestro entender, Polibio destaca el papel de contrapeso que pueden ejercer unas
formas de gobierno sobre otras y destaca el carácter dinámico de este juego de poderes,
como la clave del éxito de la republica romana. No obstante es menester despuntar la
siguiente cuestión: este sistema mixto de formas de poder posee una importa
aristocrática sobre las otras instancias, “Convengamos pues, en que todo el pueblo tiene
puesta su confianza en el Senado, y por temor de que con el tiempo necesite su amparo
no se atreve resistir ni oponerse a sus órdenes”9, ya que esta institución es indiscutible
centro de la vida política romana.
9
Polibio, op. cit., pág. 352
Ahora bien, Polibio fue un hombre que en su época logró vislumbrar los efectos
negativos del creciente imperialismo romano, y en este sentido la incipiente corrupción
de la clase dirigente. La nueva hegemonía universal y las enormes riquezas que afluían
a Roma dejaban entrever codicia, soberbia y crueldad.

A raíz del análisis desarrollado, estimamos que la obra de Polibio representa una
justificación clave de la realidad romana entre la república y el imperio y que, por lo
tanto, la teoría del orden natural de la degradación de los gobiernos obedecía a un
destino eminente e ineludible de concentración del poder: “Pues como acabo de decir,
esta república está fundada desde el principio y acrecentada según las leyes de la
naturaleza tan bien como otra, con todo sufrirá igualmente su trastorno natural.”10

En virtud de lo anterior, sostenemos que las lógicas de los sistemas gubernamentales


mutaban a consecuencia de una realidad material que solicitaba y privilegiaba el
cambio. Así como sucedió con el imperialismo romano, en Esparta la realidad se
modificó a partir de la anexión de los territorios de mesenia y laconia, sumados a la
dominación sobre los ilotas. Enclaves principales de la militarización espartana, del
acceso de los espartanos a la política mediante la apella, y su amplia libertad tras estar
excusados del trabajo en la tierra. Por otro lado, Atenas comportó una realidad dispar.
El demos ateniense en su totalidad pudo hacerse escuchar mediante la ekklesia, porque
gracias al imperialismo su techo económico se había incrementado, y gracias a los
esclavos se disponía de más tiempo para discutir acerca de problemáticas políticas. A su
vez, cuando estas realidades comenzaron a tambalearse, la democracia esplendorosa
Ateniense del siglo V, se evidenció como un fantasma cada vez más difícil de sostener.

10
Idem, pág. 348

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