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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología


Universidad Nacional Experimental del Transporte “Dr. Federico Rivero Palacios”
Departamento de Química
Unidad Curricular Biología

Plantas Nucleares: Chernóbil

Profesora Zuleima Sanabria Estudiante:


Sara Araujo C.I.24.285.026

Caracas, 23 de junio de 2020.


Introducción
La cuidad que alojaría a trabajadores de una futura central nuclear se
empezó a construir en 1970, conocida como Prípyat. Ubicada en lo que antes era
una parte de la Unión Soviética, y en la actual Ucrania. La central nuclear en
Chernóbil se empezó a construir en 1972. El diseño escogido fueron reactores de
agua en ebullición moderados por grafito. Inició las actividades la central eléctrica
nuclear Vladímir Ilich Lenin en 1977.
El diseño del reactor es totalmente distinto a los reactores están en
operación en el mundo. Particularmente por la gran altura del edificio del reactor,
necesaria para equipar la grúa de recarga de combustible. El tipo de moderador,
de grafito, y la ausencia de una vasija del reactor lo distinguían totalmente del
resto. El funcionamiento a nivel de producción de electricidad es similar a los
reactores de agua en ebullición, donde se permite que el refrigerante hierva en el
circuito de reactor, y este pase directamente a la turbina. Entonces el vapor se
condensa y es devuelto al reactor. Al no disponer de edificio de contención, el
blindaje del reactor consiste en un escudo biológico superior e inferior para
proteger a las personas, mientras que los laterales del reactor estaban rodeados
de hormigón, arena y agua (Sánchez, 2007).
El 26 de abril de 1986, quedaba pendiente un test de seguridad, el cual
consistiría en dejar que la inercia de la turbina principal alimentara el generador
principal de la central para así alimentar las bombas principales y continuar
refrigerando el reactor. El objetivo era descubrir si en caso de fallo eléctrico, se
continuaría refrigerando el reactor mientras los generadores diésel iniciaban su
secuencia de arranque. Una vez obtenido el permiso para iniciar la bajada de
potencia hasta el nivel de la prueba, ésta cayó hasta, aproximadamente, 30
megavatios (MW) térmicos. Después de unas dos horas se consiguió estabilizar el
reactor a una potencia de 200 MW térmicos. Esta bajada de potencia hizo que
subiera aún más la concentración de Xenón y, para evitar que el reactor se
apagara se extrajeron barras de control más allá de lo permitido, dejando
introducidas sólo 8 de las 30 que se necesitaban. La temperatura del refrigerante
subió y empezó a hervir, produciéndose una explosión de vapor que rompería
varias tapas de tubos de presión del reactor. Esta rotura permitió la entrada de
oxígeno en el reactor, que reaccionaria con el gas hidrógeno producido por la
oxidación del combustible en presencia de vapor de agua, dando lugar a una
segunda explosión (Sánchez, 2007). Dejaría el reactor totalmente expuesto a la
atmósfera, con un incendio de grafito en su interior, cuyo inventario era de 2500
toneladas. Las emisiones del reactor a la atmósfera variarían durante 10 días,
siendo al principio principalmente yodo y gases nobles, para después expulsar
partículas sólidas a raíz de la combustión del grafito; cantidades de material
radiactivo, diferentes radioisótopos, unas 40 veces superior a la liberada por las
bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.

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La madrugada del día en que ocurrió la explosión del reactor cuatro de la
central nuclear en Chernóbil, fue requerida la asistencia de personal de
emergencia en los que se encontraban bomberos para extinguir el fuego
resultante de la explosión, que dejó al reactor descubierto hacia la atmósfera. De
esta manera, los bomberos quedaron expuestos a altas dosis de radiación al
acudir al lugar; encontrada en todo lo que les rodeaba, humo producto del incendio
y los objetos que tocasen (rocas, grafito, concreto, etc.) por lo que sufrieron
progresivamente quemaduras térmicas en todo el cuerpo a raíz de lo que se
conoce como radiación ionizante. La cual es una forma de energía liberada por
átomos en forma de ondas electromagnéticas o partículas (OMS, 2016) que
causan la separación de electrones de átomos y moléculas. Dañan los tejidos de
muchas formas, dependiendo de factores como la dosis de radiación, el tiempo de
exposición, el tipo de radiación y la parte del cuerpo expuesta. Así, ésta atraviesa
el cuerpo, gran parte se disipa en forma de calor, y el resto interactúa con los
tejidos transfiriendo energía por ionización de sus átomos (Zafra y colaboradores,
2002).
De acuerdo a lo anterior, las quemaduras sólo fue el inicio de lo que ocurría
en el organismo de los bomberos que acudieron al accidente esa misma noche.
Estas personas fueron llevadas al hospital, donde naturalmente sus familiares
querían cuidar de ellos, pero era peligroso por la radiación que estos trabajadores
irradiaban a lo que estuvieran cerca. Sin embargo, muchos no eran conscientes de
esto. Y tal fue el caso de la esposa de uno de los bomberos, ésta tuvo contacto
con su compañero en el hospital y se encontraba embarazada. Pasados unos
meses, la mujer dio a luz, pero el bebé murió cuatro horas después de haber
nacido. Se conoce que fue a causa de una cirrosis y una enfermedad cardíaca
congénita atribuida por la radiación a la que la mujer estuvo expuesta.
Las consecuencias de la exposición a las radiaciones sobre el embrión o
feto están supeditadas a la etapa del embarazo en que ocurre esa exposición, así
como de la dosis absorbida. Son particularmente sensibles durante su temprano
desarrollo, entre las semanas dos y quince del embarazo. (Tomado de:
https://www.miem.gub.uy/proteccion-radiologica/embarazo-y-radiaciones).
Considerando la radiación procedente del padre del bebé, fuera de ser un
caso normal, las dosis debieron ir mucho más allá de una dosis “alta”, donde la
radiación haya producido daño al ADN en el bebé y no en la madre (la cual
permaneció viva, sin desarrollar efectos visibles posteriormente) ocasionando
muerte celular en el bebé, que afectó el desarrollo de los tejidos y órganos del
mismo ya que las células se encontraban multiplicándose de forma muy activa.
Los efectos debidos a la muerte celular tienen un umbral práctico por debajo del
cual el efecto no se observa. “Cuanto mayor sea la dosis sobre ese umbral, más
severo será el efecto. La leucemia, el cáncer y los efectos hereditarios potenciales

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se deben al daño no reparado o mal reparado, del ADN” (Comisión Internacional
de Protección Radiológica,1999).
Otra situación ocurrida con respecto al accidente, era el derretimiento del
núcleo. Si no se hubiese realizado la excavación de un túnel para instalar una losa
de hormigón en la piscina de supresión (diseñada para enfriar el reactor en caso
de emergencia,) con un sistema de refrigeración y, en el peor de los casos, el
núcleo llegaba a ésta sin ser vaciada, pudo producir una vaporización rápida del
agua que provocaría una explosión de vapor y propulsar más material radiactivo a
la atmósfera. Además, si la explosión llegaba a afectar las estructuras internas, la
radiación llegaría a las aguas subterráneas y contaminar el abastecimiento de
aguas de la región, propagándose ampliamente hacia aguas abiertas, producir
muerte animal y vegetal, e incalculables efectos de salud de las personas e
industrias que consumiesen tal recurso en esta y otras regiones.
Similarmente, ahora con respecto a la fauna de la zona, si no hubieran
sacrificado a los animales domésticos abandonados o salvajes, se arriesgaban a
esparcir más radiación por los campos y también no se hubiesen podido
cartografiar los niveles de radiación. Es decir, establecer las rutas por donde estos
animales transitaban al momento de ser sacrificados y trazar áreas de
concentración de radiación que permitiría a los científicos conocer el estado de la
zona sin tener que acercarse a ella posteriormente. Sin embargo, es conocido que
muchos animales escaparon y se reprodujeron, desarrollaron mutaciones y
enfermedades. Hoy se encuentran los descendientes de estos animales, los
cuales viven con niveles de radiación en ellos; por lo que aún se cartografía los
niveles de radiación, pero, sin sacrificar a los animales.
En el inicio se mencionó la radiación ionizante, que puede desplazar un
electrón de un átomo y alterar la estructura electrónica de la materia y por lo tanto
sus propiedades. En los tejidos vivos la ionización produce cambios químicos en
su estructura, dependiendo de su exposición pueden ser, daños directos al ADN o
indirectos por ionización del agua u otros átomos y moléculas que producen
radicales libres que actúan como intermediarios para causar daño al ADN. Esto
conlleva a cambios biológicos como transformaciones malignas (cáncer),
mutaciones, inhibición y muerte celular (alteración del desarrollo) (Real, S.F.). Así,
es acortado el tiempo de vida del individuo.
Por otra parte, es conocido que el Uranio (U) es muy utilizado como
combustible nuclear por la fisión del átomo, formando reacciones en cadena
liberadoras de energía en los reactores nucleares. Este genera partículas alfa que
salen despedidas del núcleo del uranio, al ser respiradas o ingeridas en alimentos
o agua este material radiactivo puede mezclarse con el contenido del estómago y
los intestinos, pasar a la corriente sanguínea, incorporarse a una molécula, y
finalmente depositarse en tejido como los huesos. Puede interrumpir el
funcionamiento de las células y estas al no lograr repararse, provocan daños en el
ADN que genere cáncer o mutaciones genéticas (Tomado de:
https://www.ecoportal.net/temas-

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especiales/contaminacion/efectos_medicos_de_la_contaminacion_interna_por_ur
anio/

Conclusiones
Es observable todas las consecuencias del accidente, haciendo énfasis en
la respuesta biológica de los individuos expuestos directa o indirectamente a las
radiaciones emitidas por la explosión del reactor. El efecto inmediato de la misma
en el personal de rescate, causándole la muerte en pocos días. Una ciudad
desalojada con efectos de la radiación a largo plazo.
La contaminación con esta radiación ionizable esparcida en la atmósfera,
provocó daños celulares de personas, flora y fauna. Al generar dolencias y
enfermedades a largo plazo de las personas cercanas al reactor principalmente. Y
sin tener exactitud de los afectados realmente cuantificados. La radiación se
extendió para llegar a distintos lugares de Europa con posibilidades de generar
futuros efectos en la salud y el ambiente.
Tras el accidente de Chernóbil, se incrementaron las medidas de seguridad
de los reactores nucleares y se eliminaron aquellos con diseños claramente
inseguros. También se destacó la importancia de avanzar en el desarrollo de la
siguiente generación de reactores nucleares seguros, es decir, que no dependen
del buen funcionamiento de dispositivos externos como bombas o barras de
control para mantener estable la reacción en cadena en caso de accidente. Se
generaron muchos más estudios sobre la radiación y reactividad a raíz de lo
particular del incidente y la respuesta del ecosistema que ahora se ha desarrollado
en la cuidad de Chernóbil luego de poco más de tres décadas.

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Bibliografía
- Comisión Internacional de Protección Radiológica. 1999. Disponible en:
https://www.icrp.org/docs/P084_Spanish.pdf Acceso: 22 de junio de 2020.
- Efectos médicos de la contaminación interna por Uranio. 2007. Disponible
en: https://www.ecoportal.net/temas-
especiales/contaminacion/efectos_medicos_de_la_contaminacion_interna_
por_uranio/ Acceso: 23 de junio de 2020.
- Ministerio de Industria, Energía y Minería, Uruguay. Embarazo y
radiaciones. Disponible en: https://www.miem.gub.uy/proteccion-
radiologica/embarazo-y-radiaciones Acceso: 22 de junio de 2020.
- Organización Mundial de la Salud. Radiaciones ionizantes: efectos en la
salud y medidas de protección. Fact sheet: WHO. 2016. Disponible en:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ionizing-radiation-
health-effects-and-protective-measures Acceso: 22 de junio de 2020.
- Sánchez, C. (2007) El accidente de Chernóbil. Vivat Academia 82:1-32.
Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/5257/525753062002.pdf
- Zafra A, Cabrera A, Díaz M, Cámara M (2002) Efectos en la salud por el
desastre de Chernóbil. Quince años después. Anales Españoles de
Pediatría 56: 324-333.

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