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Resumen. Agile es una herramienta muy eficaz para el desarrollo de productos, especialmente
ofertas impulsadas por software. Pero a medida que las empresas expanden su uso a nuevas
áreas (presupuestos, gestión del talento), la agilidad se utiliza con demasiada frecuencia como
excusa para evitar una planificación y preparación cuidadosas.
Agile puede parecer perfectamente adecuado para cuando una empresa está
desarrollando un producto o servicio que no existe y busca moverse
rápidamente. En estos casos, es difícil simplemente entrevistar a los clientes o verlos
en acción, porque no pueden responder a un producto hipotético.
El equipo se dice a sí mismo que cualquier información que obtengan sigue siendo
valiosa para algún producto innovador en el futuro. Pero ese futuro rara vez
llega. Con demasiada frecuencia, el proceso de los sprints de dos semanas se
convierte en la clave, y el equipo nunca tiene el tiempo y el espacio para dar un paso
atrás y obsesionarse con lo que se necesita para realmente deleitar a los clientes. Los
equipos piensan en trozos pequeños en función de los recursos que ya tienen; no
hay tiempo para el pensamiento cuidadoso que requieren los avances.
A los defensores ágiles les preocupa que un enfoque de trabajo hacia atrás les quite
la autoridad y la urgencia a los equipos para lanzar un nuevo código, obtener
comentarios de los clientes e iterar rápidamente. Pero la velocidad no lo es todo,
especialmente cuando se trata de productos innovadores. No confunda la escritura
de código con el progreso per se. Si trabaja al revés, puede lograr que un producto
exitoso se comercialice más rápido.
Fuente:
https://hbr.org/2021/04/have-we-taken-agile-too-far#