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Cabe notar que desde esta perspectiva no hay ninguna circularidad en la explicaci�n
de Marx sobre la determinaci�n del valor, tal como han sostenido algunos de sus
cr�ticos en base a una lectura �circulacionista� del argumento desplegado en los
primeros cap�tulos de El Capital (Benetti; Cartelier, 1984; Cartelier, 1991). En
este sentido, la constituci�n de la �objetividad de valor� ocurre en el proceso
inmediato de producci�n y por tanto se presupone a la llegada de las mercanc�as al
proceso de cambio. Esto no implica considerar, al modo �naturalista� o
�ricardiano�, que todo trabajo privado individual es inmediatamente social y, por
ende, su producto mercanc�a, teniendo entonces su intercambiabilidad �garantizada�.
S�lo quiere decir que los trabajos privados est�n determinados como socialmente
�tiles o como socialmente in�tiles al momento de ejecutarse, aunque esta
acreditaci�n �como eslab�n de la divisi�n social del trabajo� se haya �urdido y
siga urdi�ndose a espaldas de los productores de mercanc�as� (Marx, 1999a, p. 129-
130). En el caso de gastarse de manera socialmente in�til, tales trabajos
individuales no eran parte del trabajo social ni sus productos portadores de valor
o mercanc�as ya al gastarse esa parte al�cuota de la fuerza de trabajo social en
esa forma concreta determinada. La circulaci�n s�lo va a poner de manifiesto, de
manera indirecta, el que cada trabajo privado y su producto portaba una u otra
condici�n, logrando cambiarse los que eran mercanc�as y vi�ndose imposibilitados de
hacerlo los que no lo eran4.