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Derecho de Familia – Bolilla 7

RÉGIMEN PATRIMONIAL MATRIMONIAL

A partir de la celebración del matrimonio se producen, tanto entre los cónyuges como
entre éstos y terceros, un conjunto de relaciones patrimoniales que han dado lugar al
surgimiento y evolución de diversos marcos legales, los que suelen denominarse
“regímenes matrimoniales” o “regímenes patrimoniales del matrimonio”.
Vidal Taquini define al régimen patrimonial-matrimonial como “el conjunto de normas
jurídicas que regulan las relaciones patrimoniales entre los cónyuges y de éstos con los
terceros”.
Básicamente el régimen de bienes del matrimonio trata de la propiedad de los bienes de
los cónyuges, la forma como estos serán gestionados, la responsabilidad por deudas y la
regulación de la disolución.
Teóricamente, se podría prescindir de toda normativa específica, dejando las relaciones
patrimoniales entre cónyuges en el ámbito de la autonomía de sus voluntades; sin
embargo, el carácter del vínculo matrimonial, y la comunidad de vida y de intereses que
genera, ha justificado la existencia de alguna regulación específica, de variado alcance e
intensidad, incluso en los regímenes de mayor libertad contractual.
En efecto la existencia de un proyecto de vida en común, la responsabilidad frente a los
descendientes y el principio de solidaridad aún en el caso de separación de bienes, exige
una regulación jurídica que no puede proveer el derecho común.
Existen dos tipos de relaciones jurídicas que se derivan del régimen patrimonial del
matrimonio: a) las relaciones jurídicas patrimoniales entre los cónyuges, como ser todo lo
relativo a los contratos entre ellos o la administración y gestión de los bienes que se
adquieran durante la vida matrimonial; y b) las relaciones jurídicas patrimoniales de los
cónyuges frente a terceros, básicamente, las deudas que contraen y cómo ellas afectan o
inciden en la vida económica durante el matrimonio.
La evolución histórica y el derecho comparado nos muestran una variedad de regímenes
de bienes del matrimonio que pueden ser clasificados desde distintos puntos de vista.
a) Por su obligatoriedad
Si atendemos a su base normativa, los regímenes pueden ser imperativos (regidos por la
ley con carácter de orden público), convencionales (los cónyuges tienen la posibilidad de
elegir el régimen entre diversas alternativas legales, una de las cuales se aplica a falta de
opción), y libres (sin una normativa específica: quedarían sometidos al derecho común).
b) Por la posibilidad de su modificación
A su vez, la posibilidad de ser modificado durante el matrimonio permite calificar a un
régimen como mutable o inmutable.
c) Por la asignación y destino de la propiedad de los bienes
El criterio de clasificación más importante para la comprensión de los regímenes es el que
toma en cuenta la asignación y destino de la propiedad de los bienes, permitiendo
encuadrar a los siguientes tipos
- Régimen de absorción:
En este tipo de régimen, con la celebración del matrimonio, todo el patrimonio de
la mujer pasa a incorporarse al del marido, siendo éste el único propietario y
administrador. El marido dispone libremente de la totalidad de los bienes, y es el
único responsable de las deudas y las cargas de la familia. Disuelto el matrimonio,
la mujer solamente podría tener derechos como heredera a una parte de los
bienes, no derechos de socia.
Hallamos su origen en el derecho romano, en el denominado matrimonio cum
manu, y posteriormente lo encontramos en el common law, donde, al celebrarse el
matrimonio, se producía la atribución al marido del patrimonio de la esposa. La
progresiva desaparición de este régimen tuvo lugar en el siglo XIX, siendo
reemplazado por el de separación de bienes.

- Regímenes de reconocimiento parcial de derechos de la esposa


En el derecho germánico —como en el romano— existía una absorción de la
personalidad de la mujer por el marido durante el matrimonio. Sin embargo, a la
disolución, éste debía devolver los inmuebles (o su valor) y los bienes muebles (o
su valor) aportados por su mujer, quedándose con los frutos que ellos hubieran
producido durante el matrimonio. Este régimen tuvo diversas variantes: “unidad
de bienes” (el aporte de la esposa se convertía en un crédito a su favor al concluir
el matrimonio) y “unión de bienes” (la esposa conservaba la nuda propiedad de
sus bienes, entregados a la administración y usufructo del marido).

- Régimen de separación
Tuvo su origen en el derecho romano, en el matrimonio sine manu, se desarrolló
en los países del common law, y actualmente es reconocido en los derechos que
admiten la libertad de elección del régimen por parte de los esposos, en algunos
casos, con carácter opcional, y en otros, Cataluña, Grecia, Austria, como régimen
legal básico. En el régimen de separación existe independencia patrimonial entre
los cónyuges; el matrimonio no introduce modificaciones en comunes sobre ellos.
Cada uno conserva la propiedad de los bienes que poseía con anterioridad al
matrimonio y de los que adquiera posteriormente, los administra y tiene exclusiva
responsabilidad por las deudas contraídas, con excepción de las provenientes de
cargas del hogar y ciertos supuestos de responsabilidad común. El régimen de
separación de bienes puede ser original o derivado según que los cónyuges
comiencen sus relaciones patrimoniales bajo este sistema o que éste sustituya a
otro anterior.
Éste es el régimen por el cual los cónyuges pueden optar en nuestro país a partir
de la sanción del CCCN.

- Régimen de participación:
Puede calificarse como un régimen mixto, debido a que durante la vigencia del
matrimonio cada cónyuge tiene la libre administración y disposición de sus bienes,
como en el de separación, pero a su disolución y a fin de equiparar lo ganado, el
que obtuvo menos ganancias tiene un crédito contra el otro.
Se caracteriza por la independencia de los cónyuges en la administración y
disposición de los bienes que figuran a su nombre o han sido colocados bajo su
dirección, y por un reparto de las ganancias que queden al disolverse el régimen.
Es decir que a la disolución del régimen se procede a comparar el patrimonio que
cada uno de los cónyuges tenía al casarse, con aquél que poseen al finalizar el
matrimonio. La diferencia entre un patrimonio y el otro es lo que determina las
ganancias de ambos cónyuges, las cuales deberán ser igualadas.
Su origen se atribuye al derecho consuetudinario húngaro y fue adoptado
primeramente en los países escandinavos. Alemania, Grecia y Suiza lo previeron
como régimen legal, mientras que Francia y España lo legislaron como régimen
convencional.

- Régimen de comunidad
La característica principal del régimen de comunidad es la formación de una masa
de bienes que a su conclusión deberá dividirse entre los cónyuges o entre el
supérstite y los herederos del cónyuge fallecido. Los esposos tienen así una
expectativa común sobre los bienes adquiridos.
El régimen de comunidad no implica necesariamente que durante la vigencia del
matrimonio exista una copropiedad o un condominio sobre los bienes. La
extensión de la masa común, como ya veremos, determinará a su vez distintos
tipos de comunidad, pero en cada uno de ellos la titularidad sobre los bienes
durante su vigencia estará vinculada al régimen de administración y disposición.
Esta observación merece destacarse en particular con relación al régimen
argentino, donde el principio de administración separada (arts. 469 y 470, CCCN)
hace que la masa común no se forme efectivamente hasta el momento en que
culmina el régimen de comunidad, y es recién entonces cuando los cónyuges
actualizan sus expectativas comunes sobre los bienes que la componen.
Haciendo referencia a la extensión de la masa común, se reconocen distintos tipos
de comunidad:
 Universal: Abarca tanto los bienes que llevan los cónyuges al
matrimonio, como los que adquieran después, sin consideración de
su origen; existiendo correlativamente responsabilidad común por
las deudas que contraigan ambos.
 Restringida: A diferencia del tipo universal, en esta comunidad
existen bienes propios de cada cónyuge, como los llevados al
matrimonio y las adquisiciones gratuitas que realicen durante a
unión (pues por tal carácter no serán ganancias) y bienes comunes o
gananciales.
Puede ser comunidad restringida de muebles y ganancias en la que
son comunes los bienes muebles llevados al matrimonio, cualquiera
sea su origen, y las ganancias o adquisiciones que realice cualquiera
de los cónyuges durante la vigencia del matrimonio (en Francia fue
establecido por el Código de 1804 como régimen legal básico y
desde 1965 subsiste como opción convencional).
Puede ser comunidad restringida de ganancias donde la comunidad
está conformada por todas las ganancias o adquisiciones a título
oneroso que realicen los cónyuges durante el matrimonio.
Serán bienes propios de los cónyuges los que éstos lleven al
matrimonio (sean muebles o inmuebles) o los que adquieran luego
por herencia, legado o donación (título gratuito), por permuta con
otro bien propio, con el producido de la venta de un bien propio, o
por causa anterior al matrimonio.
La comunidad de ganancias es el régimen más difundido en el
derecho comparado, fue el elegido por Vélez Sarsfield como
régimen imperativo o forzoso y se mantiene como legal supletorio
en el CCCN.

Evolución histórica
El régimen de bienes del matrimonio puede estar regulado íntegramente en la ley en
forma obligatoria para los cónyuges, en cuyo caso lo denominamos “imperativo”. O, por el
contrario, dejar un espacio más o menos importante a la autonomía de la voluntad de las
partes, permitiendo que los contrayentes elijan el régimen que prefieren entre las
posibilidades propuestas por la ley, en cuyo caso se lo considera “convencional”.
Dichos conceptos admiten múltiples modalidades intermedias, un régimen básicamente
imperativo puede contemplar que algunos aspectos sean acordados por los esposos; y, a
su vez, en los regímenes convencionales frecuentemente encontramos disposiciones
obligatorias, o sea no sujetas a la voluntad de los cónyuges.
En la Argentina existía un régimen único e imperativo de comunidad restringida a partir de
lo dispuesto por el Código Civil de 1869, el cual fue aplicado durante casi un siglo y medio.
La imperatividad del régimen patrimonial matrimonial es una excepción en la legislación
mundial, ya que casi la totalidad de los países permiten la opción. Pocos son los países en
el mundo que mantengan en la actualidad el principio de la inmutabilidad, entre ellos se
encuentra Bolivia, Cuba y algún estado de México.
En la Argentina la mayoría de los doctrinarios del derecho civil se inclinan por admitir la
posibilidad de que los cónyuges puedan elegir el régimen patrimonial que más les
convenga.
Lo cierto es que la existencia de un solo código se justificaba en la sociedad del siglo
antepasado y en la primera mitad del siglo XX, cuando existía un solo modelo de familia,
impuesto de manera imperativa para que fuera adoptado por todos los ciudadanos. En
esa época en la cual el matrimonio se concebía sólo entre personas de diferente sexo,
donde no había divorcio vincular y la mujer, incapaz relativa, no trabajaba fuera del hogar
conyugal, se justificaba que se estableciera que todos los bienes adquiridos después del
matrimonio por cualquier causa que no tuviera título gratuito se presumiera que eran
bienes gananciales, como una forma de proteger a la mujer.
El Código Civil y Comercial de la Nación vino a crear un sistema patrimonial-matrimonial
ordenado, permitiendo la opción entre dos regímenes patrimoniales-matrimoniales
claramente tipificados con una pormenorizada regulación del régimen de comunidad
donde se da solución clara a los bienes que la componen, a la manera de gestionar los
bienes propios y gananciales y a la responsabilidad de cada cónyuge frente a sus
acreedores tanto durante la vigencia de la sociedad conyugal, como a su disolución.

Convenciones matrimoniales
Las convenciones matrimoniales son acuerdos entre los cónyuges sobre cuestiones
vinculadas a su régimen patrimonial matrimonial.
ARTICULO 446.-Objeto. Antes de la celebración del matrimonio los futuros cónyuges
pueden hacer convenciones que tengan únicamente los objetos siguientes:
a) la designación y avalúo de los bienes que cada uno lleva al matrimonio;
b) la enunciación de las deudas;
c) las donaciones que se hagan entre ellos;
d) la opción que hagan por alguno de los regímenes patrimoniales previstos en este
Código.
Las convenciones patrimoniales pueden conceptualizarse como el contrato que celebran
los cónyuges o futuros contrayentes, con el fin de regular cuestiones inherentes a sus
relaciones económicas. En virtud de ello, reconocen diversos objetos.
No son un instituto nuevo, el CC las admitía, aunque con un objeto muy reducido, las
donaciones que se efectuaban los esposos y el inventario de los bienes que cada uno
aportaba al matrimonio.
El CCCN mantiene como objeto la posibilidad de designar los bienes que cada uno de los
cónyuges aporta al matrimonio, y la posibilidad de que los futuros esposos se efectúen
donaciones condicionadas a la celebración del matrimonio válido.
Por último, se introduce como objeto de la convenciones la posibilidad de que los futuros
consortes enuncien las deudas que cada uno llevan al matrimonio.

ARTICULO 447.-Nulidad de otros acuerdos. Toda convención entre los futuros cónyuges
sobre cualquier otro objeto relativo a su patrimonio es de ningún valor.
Con posterioridad a celebradas las nupcias, las convenciones entre los esposos solo
podrán tener por objeto la modificación del régimen. Fuera de este contorno legalmente
establecido, los cónyuges no pueden realizar ninguna disposición relativa a los bienes. Si lo
hicieren, la ley establece que ellas serán de ningún valor.
ARTICULO 448.-Forma. Las convenciones matrimoniales deben ser hechas por escritura
pública antes de la celebración del matrimonio, y sólo producen efectos a partir de esa
celebración y en tanto el matrimonio no sea anulado. Pueden ser modificadas antes del
matrimonio, mediante un acto otorgado también por escritura pública. Para que la opción
del artículo 446 inciso d), produzca efectos respecto de terceros, debe anotarse
marginalmente en el acta de matrimonio.

ARTICULO 449.-Modificación de régimen. Después de la celebración del matrimonio, el


régimen patrimonial puede modificarse por convención de los cónyuges. Esta convención
puede ser otorgada después de un año de aplicación del régimen patrimonial,
convencional o legal, mediante escritura pública. Para que el cambio de régimen produzca
efectos respecto de terceros, debe anotarse marginalmente en el acta de matrimonio.
Los acreedores anteriores al cambio de régimen que sufran perjuicios por tal motivo
pueden hacerlo declarar inoponible a ellos en el término de un año a contar desde que lo
conocieron.
ARTICULO 450.-Personas menores de edad. Las personas menores de edad autorizadas
judicialmente para casarse no pueden hacer donaciones en la convención matrimonial ni
ejercer la opción prevista en el artículo 446 inciso d).
Está prohibido optar por el régimen de separación de bienes en los matrimonios
celebrados por menores de edad.
ARTICULO 451.-Normas aplicables. Las donaciones hechas en las convenciones
matrimoniales se rigen por las disposiciones relativas al contrato de donación. Sólo tienen
efecto si el matrimonio se celebra.
ARTICULO 452.-Condición implícita. Las donaciones hechas por terceros a uno de los
novios, o a ambos, o por uno de los novios al otro, en consideración al matrimonio futuro,
llevan implícita la condición de que se celebre matrimonio válido.
ARTICULO 453.-Oferta de donación. La oferta de donación hecha por terceros a uno de los
novios, o a ambos queda sin efecto si el matrimonio no se contrae en el plazo de un año.
Se presume aceptada desde que el matrimonio se celebra, si antes no ha sido revocada.

Régimen primario imperativo


El régimen primario son las disposiciones que se aplican a toda convivencia matrimonial,
cualquiera sea el régimen de bienes, reglamentando, entre otros aspectos: la contribución
a las cargas del hogar; la responsabilidad de uno de los cónyuges por las deudas
contraídas por el otro, y la protección integral de la vivienda.
Estas normas son inderogables, de orden público, dado que comprometen intereses que
deben ser protegidos, más allá de lo que los cónyuges consideren.
ARTICULO 454.-Aplicación. Inderogabilidad. Las disposiciones de esta Sección se aplican,
cualquiera sea el régimen matrimonial, y excepto que se disponga otra cosa en las normas
referentes a un régimen específico.
Son inderogables por convención de los cónyuges, anterior o posterior al matrimonio,
excepto disposición expresa en contrario.
- Deber de contribución
ARTICULO 455.-Deber de contribución. Los cónyuges deben contribuir a su propio
sostenimiento, el del hogar y el de los hijos comunes, en proporción a sus recursos. Esta
obligación se extiende a las necesidades de los hijos menores de edad, con capacidad
restringida, o con discapacidad de uno de los cónyuges que conviven con ellos.
El cónyuge que no da cumplimiento a esta obligación puede ser demandado judicialmente
por el otro para que lo haga, debiéndose considerar que el trabajo en el hogar es
computable como contribución a las cargas.
Entonces, son tres los supuestos de deber de contribución de los cónyuges en proporción
a sus ingresos:

 “El sostenimiento recíproco de los cónyuges”: esta obligación se encuentra


fundada en el principio de solidaridad familiar.
 “El mantenimiento y sostenimiento del hogar”: este deber no se limita al
mantenimiento de la sede del hogar conyugal, sino que es un supuesto más
genérico que incluye además, los gastos de salud, gastos en servicios,
esparcimiento de la familia, conservación de los bienes necesarios para el
desarrollo familiar, etc.
 “El sostenimiento de los hijos comunes, que se extiende a los hijos de uno de los
cónyuges en caso de que sea persona menor de edad, con capacidad restringida,
discapacidad y siempre que conviva con los cónyuges”.
Este deber de contribución es equitativo, es decir, debe ser cumplido por los cónyuges en
proporción a sus recursos. Esto es por influencia de dos perspectivas constitucionales-
convencionales: el principio de igualdad entre cónyuges y el de no discriminación.
- Protección de la vivienda familiar
El CCyC introdujo varias modificaciones en este tema, por considerarlo un derecho
humano y que como tal, necesita una protección especial. Se deja de lado la figura del
“bien de familia” para crear la figura de la Vivienda, en el que se protege a la vivienda en
general y no solo mientras exista o involucre a un grupo familiar, sino también a la
persona sola que no formó ni integra una familia. Así, se regula un régimen de afectación
que entiende a la vivienda como un derecho humano y no como una unidad económica
que integra el patrimonio de una persona y que es, por lo tanto, prenda común de los
acreedores.
ARTICULO 456.-Actos que requieren asentimiento. Ninguno de los cónyuges puede, sin el
asentimiento del otro, disponer de los derechos sobre la vivienda familiar, ni de los
muebles indispensables de ésta, ni transportarlos fuera de ella. El que no ha dado su
asentimiento puede demandar la nulidad del acto o la restitución de los muebles dentro
del plazo de caducidad de seis meses de haberlo conocido, pero no más allá de seis meses
de la extinción del régimen matrimonial.
La vivienda familiar no puede ser ejecutada por deudas contraídas después de la
celebración del matrimonio, excepto que lo hayan sido por ambos cónyuges
conjuntamente o por uno de ellos con el asentimiento del otro.
Para la protección de la vivienda familiar, entonces, se prevén dos figuras:
1. El asentimiento conyugal
2. La inejecutabilidad de las deudas posteriores
ARTICULO 457.-Requisitos del asentimiento. En todos los casos en que se requiere el
asentimiento del cónyuge para el otorgamiento de un acto jurídico, aquél debe versar
sobre el acto en sí y sus elementos constitutivos.
No es válido el consentimiento general y anticipado.
ARTICULO 458.-Autorización judicial. Uno de los cónyuges puede ser autorizado
judicialmente a otorgar un acto que requiera el asentimiento del otro, si éste está ausente,
es persona incapaz, está transitoriamente impedido de expresar su voluntad, o si su
negativa no está justificada por el interés de la familia. El acto otorgado con autorización
judicial es oponible al cónyuge sin cuyo asentimiento se lo otorgó, pero de él no deriva
ninguna obligación personal a su cargo.

Mandato entre cónyuges


ARTICULO 459.-Mandato entre cónyuges. Uno de los cónyuges puede dar poder al otro
para representarlo en el ejercicio de las facultades que el régimen matrimonial le atribuye,
pero no para darse a sí mismo el asentimiento en los casos en que se aplica el artículo 456.
La facultad de revocar el poder no puede ser objeto de limitaciones.
Excepto convención en contrario, el apoderado no está obligado a rendir cuentas de los
frutos y rentas percibidos.
ARTICULO 460.-Ausencia o impedimento. Si uno de los cónyuges está ausente o impedido
transitoriamente de expresar su voluntad, el otro puede ser judicialmente autorizado para
representarlo, sea de modo general o para ciertos actos en particular, en el ejercicio de las
facultades resultantes del régimen matrimonial, en la extensión fijada por el juez.
A falta de mandato expreso o de autorización judicial, a los actos otorgados por uno en
representación del otro se les aplican las normas del mandato tácito o de la gestión de
negocios, según sea el caso.
Responsabilidad solidaria
ARTICULO 461.-Responsabilidad solidaria. Los cónyuges responden solidariamente por las
obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del
hogar o el sostenimiento y la educación de los hijos de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 455.
Fuera de esos casos, y excepto disposición en contrario del régimen matrimonial, ninguno
de los cónyuges responde por las obligaciones del otro.
Cuando el artículo establece “excepto disposición en contrario del régimen matrimonial”
se refiere al supuesto de responsabilidad frente a terceos previsto exclusivamente para el
régimen de comunidad de ganancias. En este sentido, el art. 467 en referencia solamente
al régimen de comunidad, establece que “por los gastos de conservación y reparación de
los bienes gananciales, responde también el cónyuge que no contrajo la deuda, pero sólo
con bienes gananciales”.

Resp x las deudas de los cónyuges frente a Código Civil y Comercial


terceros
Principio general Irresponsabilidad por las deudas que
contrae el otro cónyuge
1° excepción al principio general: Responsabilidad SOLIDARIA.
sostenimiento del hogar Aplicable a ambos regímenes (comunidad
y separación).
2° excepción: educación y mantenimiento Responsabilidad SOLIDARIA.
de los hijos Aplicable a ambos regímenes.
3° excepción: conservación de los bienes Responsabilidad solidaria y limitada.
gananciales Solo aplicable al régimen de comunidad en
las ganancias.
El que no contrajo la deuda solo responde
con los bienes gananciales.

Administración y disposición a título oneroso de cosas muebles


ARTICULO 462.-Cosas muebles no registrables. Los actos de administración y disposición a
título oneroso de cosas muebles no registrables cuya tenencia ejerce individualmente uno
de los cónyuges, celebrados por éste con terceros de buena fe, son válidos, excepto que se
trate de los muebles indispensables del hogar o de los objetos destinados al uso personal
del otro cónyuge o al ejercicio de su trabajo o profesión.
En tales casos, el otro cónyuge puede demandar la nulidad dentro del plazo de caducidad
de seis meses de haber conocido el acto y no más allá de seis meses de la extinción del
régimen matrimonial.
Los bienes muebles no registrables que integran la vivienda familiar, deben contar con el
correspondiente asentimiento conyugal, por lo que el art. 462 no es aplicable a ellos.

RÉGIMEN DE COMUNIDAD
Existen tres ejes a abordar para estudiar el régimen de comunidad:
1. La calificación de los bienes, que apunta a determinar qué bienes integran la masa
que se va a repartir entre los esposos y cuáles permanecen al margen por
calificarse como propios;
2. La gestión, que define cuál de los cónyuges administra y dispone de los bienes
habidos durante el matrimonio;
3. El pasivo, donde hay que distinguir entre el régimen de deudas contraídas por los
cónyuges con terceros, y el régimen de contribución o de cargas, que tiene que ver
con las relaciones internas entre los cónyuges.
Calificación de bienes
Existen 4 masas de bienes: 1) los bienes propios de uno de los cónyuges, 2) los bienes
propios del otro, 3) los bienes gananciales adquiridos y administrados por uno, y 4) los
gananciales adquiridos y administrados por el otro. Respecto a los puntos 3 y 4, los
cónyuges tienen derecho en expectativa a llevarse la mitad de esos bienes.
La regla, en este sentido, es la calificación única, es decir que un bien puede ser propio o
ganancial, pero no ser en parte propio, y en parte ganancial.
- Bienes propios
Son bienes propios los que aporta cada cónyuge al matrimonio, y los recibidos con
posterioridad a la celebración del matrimonio por legado, herencia o donación y los
adquiridos con el producto de aquéllos.
La calificación del bien puede ser probada por cualquier medio. Además, el código permite
que en las convenciones matrimoniales se describan los bienes que se aportan al
matrimonio y por ende, son de carácter propio.
ARTICULO 464.-Bienes propios. Son bienes propios de cada uno de los cónyuges:
a) los bienes de los cuales los cónyuges tienen la propiedad, otro derecho real o la
posesión al tiempo de la iniciación de la comunidad;
b) los adquiridos durante la comunidad por herencia, legado o donación, aunque sea
conjuntamente por ambos, y excepto la recompensa debida a la comunidad por los cargos
soportados por ésta.
Los recibidos conjuntamente por herencia, legado o donación se reputan propios por
mitades, excepto que el testador o el donante hayan designado partes determinadas.
No son propios los bienes recibidos por donaciones remuneratorias, excepto que los
servicios que dieron lugar a ellas hubieran sido prestados antes de la iniciación de la
comunidad. En caso de que el valor de lo donado exceda de una equitativa remuneración
de los servicios recibidos, la comunidad debe recompensa al donatario por el exceso;
c) los adquiridos por permuta con otro bien propio, mediante la inversión de dinero propio,
o la reinversión del producto de la venta de bienes propios, sin perjuicio de la recompensa
debida a la comunidad si hay un saldo soportado por ésta.
Sin embargo, si el saldo es superior al valor del aporte propio, el nuevo bien es ganancial,
sin perjuicio de la recompensa debida al cónyuge propietario;
d) los créditos o indemnizaciones que subrogan en el patrimonio de uno de los cónyuges a
otro bien propio;
e) los productos de los bienes propios, con excepción de los de las canteras y minas;
f) las crías de los ganados propios que reemplazan en el plantel a los animales que faltan
por cualquier causa. Sin embargo, si se ha mejorado la calidad del ganado originario, las
crías son gananciales y la comunidad debe al cónyuge propietario recompensa por el valor
del ganado propio aportado;
g) los adquiridos durante la comunidad, aunque sea a título oneroso, si el derecho de
incorporarlos al patrimonio ya existía al tiempo de su iniciación;
h) los adquiridos en virtud de un acto anterior a la comunidad viciado de nulidad relativa,
confirmado durante ella;
i) los originariamente propios que vuelven al patrimonio del cónyuge por nulidad,
resolución, rescisión o revocación de un acto jurídico;
j) los incorporados por accesión a las cosas propias, sin perjuicio de la recompensa debida
a la comunidad por el valor de las mejoras o adquisiciones hechas con dinero de ella;
k) las partes indivisas adquiridas por cualquier título por el cónyuge que ya era propietario
de una parte indivisa de un bien al comenzar la comunidad, o que la adquirió durante ésta
en calidad de propia, así como los valores nuevos y otros acrecimientos de los valores
mobiliarios propios, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad en caso de
haberse invertido bienes de ésta para la adquisición;
l) la plena propiedad de bienes cuya nuda propiedad se adquirió antes del comienzo de la
comunidad, si el usufructo se extingue durante ella, así como la de los bienes gravados con
otros derechos reales que se extinguen durante la comunidad, sin perjuicio del derecho a
recompensa si para extinguir el usufructo o los otros derechos reales se emplean bienes
gananciales;
m) las ropas y los objetos de uso personal de uno de los cónyuges, sin perjuicio de la
recompensa debida a la comunidad si son de gran valor y se adquirieron con bienes de
ésta; y los necesarios para el ejercicio de su trabajo o profesión, sin perjuicio de la
recompensa debida a la comunidad si fueron adquiridos con bienes gananciales;
n) las indemnizaciones por consecuencias no patrimoniales y por daño físico causado a la
persona del cónyuge, excepto la del lucro cesante correspondiente a ingresos que habrían
sido gananciales;
ñ) el derecho a jubilación o pensión, y el derecho a alimentos, sin perjuicio del carácter
ganancial de las cuotas devengadas durante la comunidad y, en general, todos los
derechos inherentes a la persona;
o) la propiedad intelectual, artística o industrial, si la obra intelectual ha sido publicada o
interpretada por primera vez, la obra artística ha sido concluida, o el invento, la marca o el
diseño industrial han sido patentados o registrados antes del comienzo de la comunidad.
El derecho moral sobre la obra intelectual es siempre personal del autor.
- Bienes gananciales
Son bienes gananciales los adquiridos durante la vida en común a título oneroso, es decir,
por el esfuerzo de cualquiera de los cónyuges; como así también los adquiridos por la
fortuna o azar y las rentas y frutos de los bienes propios.
De esta forma, se reputan también como gananciales el mayor valor adquirido por un bien
ganancial, la indemnización por muerte en accidente de trabajo y las rentas vitalicias
establecidas con el producto de bienes gananciales.
ARTICULO 465.-Bienes gananciales. Son bienes gananciales:
a) los creados, adquiridos por título oneroso o comenzados a poseer durante la comunidad
por uno u otro de los cónyuges, o por ambos en conjunto, siempre que no estén incluidos
en la enunciación del artículo 464;
b) los adquiridos durante la comunidad por hechos de azar, como lotería, juego, apuestas,
o hallazgo de tesoro;
c) los frutos naturales, industriales o civiles de los bienes propios y gananciales,
devengados durante la comunidad;
d) los frutos civiles de la profesión, trabajo, comercio o industria de uno u otro cónyuge,
devengados durante la comunidad;
e) lo devengado durante la comunidad como consecuencia del derecho de usufructo de
carácter propio;
f) los bienes adquiridos después de la extinción de la comunidad por permuta con otro bien
ganancial, mediante la inversión de dinero ganancial, o la reinversión del producto de la
venta de bienes gananciales, sin perjuicio de la recompensa debida al cónyuge si hay un
saldo soportado por su patrimonio propio.
Sin embargo, si el saldo es superior al valor del aporte ganancial, el nuevo bien es propio,
sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad;
g) los créditos o indemnizaciones que subrogan a otro bien ganancial;
h) los productos de los bienes gananciales, y los de las canteras y minas propias, extraídos
durante la comunidad;
i) las crías de los ganados gananciales que reemplazan en el plantel a los animales que
faltan por cualquier causa y las crías de los ganados propios que excedan el plantel
original;
j) los adquiridos después de la extinción de la comunidad, si el derecho de incorporarlos al
patrimonio había sido adquirido a título oneroso durante ella;
k) los adquiridos por título oneroso durante la comunidad en virtud de un acto viciado de
nulidad relativa, confirmado después de la disolución de aquélla;
l) los originariamente gananciales que vuelven al patrimonio ganancial del cónyuge por
nulidad, resolución, rescisión o revocación de un acto jurídico;
m) los incorporados por accesión a las cosas gananciales, sin perjuicio de la recompensa
debida al cónyuge por el valor de las mejoras o adquisiciones hechas con sus bienes
propios;
n) las partes indivisas adquiridas por cualquier título por el cónyuge que ya era propietario
de una parte indivisa de carácter ganancial de un bien al extinguirse la comunidad, sin
perjuicio de la recompensa debida al cónyuge en caso de haberse invertido bienes propios
de éste para la adquisición;
ñ) la plena propiedad de bienes cuya nuda propiedad se adquirió a título oneroso durante
la comunidad, si el usufructo se consolida después de su extinción, así como la de los
bienes gravados con derechos reales que se extinguen después de aquélla, sin perjuicio del
derecho a recompensa si para extinguir el usufructo o los otros derechos reales se emplean
bienes propios.
No son gananciales las indemnizaciones percibidas por la muerte del otro cónyuge, incluso
las provenientes de un contrato de seguro, sin perjuicio, en este caso, de la recompensa
debida a la comunidad por las primas pagadas con dinero de ésta.
En cuanto a la prueba del carácter de los bienes, rige el principio de ganancialidad de todo
acto a título oneroso que acontece durante la vigencia del matrimonio que se rige por el
régimen de comunidad. Por lo que, quien alega lo contrario, debe probarlo.
Los bienes inmuebles, se prueban por la fecha de adquisición que figura en la escritura
pública o en el Reg de la Prop. Va a ser propio si dicha fecha es anterior a la celebración
del matrimonio, o posterior al mismo pero si se manifestó que el dinero con el que se
adquirió es de carácter propio de quien lo pretende.
Así, las manifestaciones contenidas en la escritura originan una presunción iuris tantum de
que el bien es propio del cónyuge adquirente, pero quien está interesado en desvirtuarlo
puede probar lo contrario.
En cuanto a los bienes muebles no registrables, al adquirirse por la simple tradición, es
prácticamente imposible probar fehacientemente el carácter de los mismos, o el origen de
los fondos con los que fueron adquiridos.
Respecto de terceros, si uno de los cónyuges adquiere un bien manifestando que lo hace
con fondos propios e indicando su origen, esa manifestación hace plena fe respecto de
terceros que más tarde contraten sobre la base de ese título.
ARTICULO 466.-Prueba del carácter propio o ganancial. Se presume, excepto prueba en
contrario, que son gananciales todos los bienes existentes al momento de la extinción de
la comunidad. Respecto de terceros, no es suficiente prueba del carácter propio la
confesión de los cónyuges.
Para que sea oponible a terceros el carácter propio de los bienes registrables adquiridos
durante la comunidad por inversión o reinversión de bienes propios, es necesario que en el
acto de adquisición se haga constar esa circunstancia, determinándose su origen, con la
conformidad del otro cónyuge. En caso de no podérsela obtener, o de negarla éste, el
adquirente puede requerir una declaración judicial del carácter propio del bien, de la que
se debe tomar nota marginal en el instrumento del cual resulta el título de adquisición. El
adquirente también puede pedir esa declaración judicial en caso de haberse omitido la
constancia en el acto de adquisición.
Bienes adquiridos durante la separación de hecho
ARTICULO 480.-Momento de la extinción. La anulación del matrimonio, el divorcio o la
separación de bienes producen la extinción de la comunidad con efecto retroactivo al día
de la notificación de la demanda o de la petición conjunta de los cónyuges.
Si la separación de hecho sin voluntad de unirse precedió a la anulación del matrimonio o
al divorcio, la sentencia tiene efectos retroactivos al día de esa separación.
Gestión de los bienes durante el matrimonio
El sistema adoptado por el Código Civil y Comercial es el de administración y disposición
separada, conforme el cual cada uno de los cónyuges tiene, en principio, la libre
disposición de los bienes de su titularidad por imperativo del principio de libertad e
igualdad entre ambos.
Este principio general tiene sus limitaciones, fundadas en el principio de solidaridad
familiar.
Las reglas de gestión y administración en el régimen de comunidad varían conforme al
origen de los bienes, en especial, teniendo en consideración su calificación y titularidad.

Gestión y administración de los bs La administración y Límite a la


durante el régimen de comunidad. disposición le administración.
corresponde:
Asentimiento del art.
Bienes propios Al cónyuge titular 456 respecto del hogar
conyugal y de los
Conforme la muebles indispensables
calificación del
bien Bienes gananciales Al cónyuge titular Límite del art. 456
Límite del art. 470

A ambos, con En caso de disenso, el que


Bienes adquiridos independencia de los % toma la iniciativa del acto
que c/u tenga respecto puede requerir que se lo
conjuntamente autorice judicialmente.
del valor del bien
Conforme la Art. 458
titularidad del Ante ausencia de
bien Bienes de origen A ambos cónyuges prueba, se reputa que
dudoso pertenecen a ambos
por mitades indivisas

Fraude entre cónyuges


ARTICULO 473.-Fraude. Son inoponibles al otro cónyuge los actos otorgados por uno de
ellos dentro de los límites de sus facultades, pero con el propósito de defraudarlo.
La acción de fraude es útil para impedir que uno de los cónyuges sustraiga de la masa
ganancial determinados bienes, disponiendo su enajenación, mediante un acto real o
aparente/simulado, o valiéndose de las nombras de sociedades e impidiendo, de ese
modo, que a la disolución de la comunidad, su consorte reciba la mitad de los gananciales.

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