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LA PREVISIÓN SOCIAL, EL DERECHO A UNA PENSIÓN POR VEJEZ, UN DERECHO HUMANO INCONDICIONAL

El derecho a gozar de determinada pensión o beneficio es reconocido por la propia ley debiendo llenar únicamente

determinados requisitos de procedencia, sin embargo debe considerarse que por tratarse de un derecho humano una

formalidad no puede prevalecer sobre el derecho a una pensión por vejez, en donde se ha cumplido todos los requisitos,

sin embargo muchas veces se da una negativa en la vía administrativa, que genera vulneración a la vida, la salud

integral, la integridad física, lo cual ha desarrollado, al sentar doctrina legal, la Corte de Constitucionalidad, que ha

considerado: “que la previsión social en Guatemala goza de protección constitucional como un derecho social mínimo. El

Estado es quien debe velar por el establecimiento de instituciones jurídicas y de previsión social que tiendan a garantizar

el derecho relacionado, porque es a través de tales instituciones que se materializa el otorgamiento de prestaciones de

todo orden, entre éstas, por jubilación, que corresponde gozar a aquellas personas que hayan cotizado o contribuido

durante la vigencia de su actividad laboral al sostenimiento de determinado sistema de previsión social sea público o

privado, con el objeto de que al llegar a determinada edad, en la que su potencial de trabajo se vea disminuido, puedan

tener una estabilidad económica que les permita el goce de sus derechos, para poder vivir con dignidad. La previsión

social de los adultos mayores es un tema de relevancia en un Estado Constitucional de Derecho, dado su carácter de

derecho social mínimo e instrumental, para que aquel grupo vulnerable de personas puedan gozar de salud, física,

mental y moral, sin perjuicio de tener acceso a otros derechos fundamentales tales como: alimentación, salud y

educación. El establecimiento de instituciones jurídicas y de previsión social que, en beneficio de los trabajadores,

otorguen pensiones de todo orden, específicamente por jubilación, encuentra razón de ser en que a través de ellas el

Estado puede cumplir con garantizar la protección de los derechos del grupo de personas referido, afirmando así la

primacía de la persona humana como sujeto y fin del orden social, lo que a su vez conlleva la prosecución por parte del

ente mencionado de uno de sus fines primordiales -el bien común-. Lo analizado anteriormente  permite establecer el

carácter de la previsión social y las obligaciones del Estado de Guatemala sobre esta materia.” De igual manera la Corte

de Constitucionalidad definió en qué consiste la previsión social, en donde indica que es menester traer a colación la

normativa reglamentaria interna del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que regula lo relativo a la cobertura que

dicha entidad brinda con relación al riesgo de vejez. “El Acuerdo 1124 de la Junta Directiva del Instituto Guatemalteco de

Seguridad Social, que contiene el Reglamento Sobre Protección Relativa a Invalidez, Vejez y Sobrevivencia, establece: a)

artículo 18.: “El derecho a percibir la pensión de Vejez comenzará desde la fecha en que el asegurado reúna las

condiciones establecidas para gozar de la misma, y termina por fallecimiento del pensionado. Si transcurre un año de la

fecha en que se originó el derecho sin que se solicite la pensión, se considerará diferido el disfrute del goce de la misma,
en las condiciones previstas en el Artículo 55 de este Reglamento.”; y b) artículo 55. “En los casos de pensionamiento

establecidos en este Reglamento, si transcurre un año de la fecha en que se produjo el riesgo o contingencia que origina

el derecho, sin que se solicite la pensión, se considerará diferido el inicio del goce de la misma para el asegurado y cada

uno de los beneficiarios, hasta la fecha en que se presente la respectiva solicitud, a partir de la cual se iniciará su

otorgamiento…”. Una correcta intelección de las normas transcritas, permite establecer que su contenido de ninguna

manera persigue extinguir el ejercicio de un derecho que, dada su naturaleza, es inherente al titular desde que reúna las

condiciones establecidas en la ley para gozar del beneficio correspondiente y que termina por fallecimiento del

pensionado. Dentro de ese contexto, se colige que las disposiciones relacionadas únicamente tienen incidencia en

cuanto a considerar diferido el inicio de la pensión respectiva hasta que el interesado presente su respectiva solicitud, en

caso no lo haya hecho en el plazo que la ley prevé para ese cometido, de donde se infiere que si en sede administrativa

no existe un plazo de prescripción para que el pensionado ejercite el derecho -pensión por vejez-, dado que es inherente

a su persona desde que se dan las condiciones requeridas en la ley y termina con su fallecimiento, tampoco resulta

razonable que en la jurisdicción privativa de trabajo y previsión social se pretenda desvirtuar o desvanecer la pretensión

de quien reclama ser acogido por el riesgo correspondiente, con fundamento en la extinción del derecho por no haber

accionado judicialmente en tiempo. Es meritorio señalar que el espíritu de las normas reglamentarias indicadas es

congruente con el de las constitucionales, que dotan a la previsión social como un derecho social mínimo y, por ende, con

carácter irrenunciable y tal como quedó apuntado el derecho a ser cubierto por el riesgo de vejez es inherente al

asegurado desde que reúna las condiciones establecidas en la ley y termina con el fallecimiento del pensionado, sin que

sea dable que el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social pretenda hacer valer la extinción del derecho ejercitado por

el actor relativo a ser acogido por el riesgo de vejez, cuando es la propia reglamentación del Instituto -analizada en

congruencia con las disposiciones del Texto Fundamental que versan sobre la previsión social-, la que permite establecer

que una vez acaecido el riesgo o contingencia, el transcurso del tiempo no libera a la entidad mencionada en cuanto al

otorgamiento de la pensión respectiva, ya que solamente puede considerarse diferido el inicio de la misma, en caso de

que el interesado no haya formulado la petición en el plazo previsto en la reglamentación citada para ese cometido,

situación que permite inferir que si en la sede aludida no existe un plazo de prescripción para que el particular ejercite el

derecho analizado, resulta razonable que esa misma condición se mantenga en la jurisdicción privativa de trabajo y

previsión social, de donde resulta que no es factible que el Instituto ahora postulante persiga desvirtuar o desvanecer la

pretensión del demandante, sustentado su postura en que se extinguió el derecho de aquél, por no haber presentado su

demanda ordinaria laboral en el término señalado en el artículo 52 ibídem.” 

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