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17/3/2021 Geopolítica de la inmunización - El Dipló

EDICIÓN FEBRERO 2021 | N°260



EL ROL DE RUSIA Y CHINA EN LA NUEVA ETAPA DE LA PANDEMIA
Geopolítica de la inmunización
Por Mariano Turzi*
La urgencia por vacunar a la población mundial es una oportunidad geopolítica para las potencias
emergentes: Rusia utiliza la Sputnik V como una muestra de sus capacidades tecnológicas; China
despliega una activa diplomacia de la inmunización, en particular con los países que no acceden a las
vacunas de los grandes laboratorios occidentales.

A che soviético celebrando el uso pací co de la energía nuclear

A
demás de un tema sanitario, la pandemia global de Covid-19 es un asunto de naturaleza
económica y política. Las medidas de prevención y respuesta estuvieron atravesadas por
consideraciones de poder. Y lo mismo está ocurriendo con la posible salida. A principios
de 2021, al menos 73 vacunas para proteger a los humanos contra el síndrome
respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2) se encontraban en desarrollo,
según el rastreador de vacunas del equipo de epidemiólogos y expertos en salud de la Universidad McGill
de Canadá. Así como en 2020 se atravesó un “nacionalismo sanitario”, este año estamos ingresando a la
“geopolítica de la inmunización”.

¿Qué es la geopolítica? En esencia, la disciplina que analiza los desacuerdos entre los individuos o grupos
sobre la naturaleza de los territorios. Esos desacuerdos conducen a disputas de poder. Así, el control de las
entidades espaciales (territorios) es una forma de poder. Ese poder puede ser material, relacional o Privacidad - Condiciones

ideológico. En un mundo en el cual los movimientos de bienes e individuos se encuentran limitados por el
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coronavirus, las vacunas constituyen no solamente una barrera de protección contra un agente patógeno,
sino también una clave para la actividad económica transnacional y la circulación física, interna o
internacional. En su dimensión geopolítica, la vacuna (re)construye la pertenencia a un territorio
recon gurando el espacio con base en la salud. Actúa como un certi cado no sólo de salubridad sino de
pertenencia.

Mundo desarrollado

La carrera por desarrollar y distribuir una vacuna contra el coronavirus tiene motivaciones e impactos que
van mucho más allá de la medicina. Los principales contendientes en la disputa por la vacunación mundial
pueden ser agrupados siguiendo los alineamientos económicos y políticos que separan a los países
desarrollados y el mundo emergente.

Las vacunas del “Primer Mundo” son tres. La vacuna Moderna es producida por una empresa
estadounidense de biotecnología en Cambridge, Massachusetts. Fue aprobada para uso público en
Estados Unidos en diciembre y en la Unión Europea (UE) en enero. La UE ha ordenado 80 millones de dosis,
con la opción de comprar 80 millones adicionales, mientras que Estados Unidos se ha asegurado 200
millones de dosis, con la opción de comprar otras 300 millones. El Reino Unido, Japón, Suiza, Corea del Sur
y Canadá también han encargado dosis.

La vacuna BioNTech-P zer es coproducida entre Alemania y Estados Unidos y fue aprobada en la UE,
Estados Unidos, el Reino Unido, Arabia Saudita y al menos otros 19 países. Se produce en países miembros
de la UE. Coincidentemente con la estrategia de vacunación de la UE, la vacuna de BioNTech fue la primera
(y hasta hace poco la única) aprobada en conjunto por el bloque. La compañía agradeció este gesto
abriendo en febrero una nueva planta de fabricación en Marburg, Alemania, con capacidad para 250
millones de dosis adicionales en la primera mitad de este año y una capacidad de producción total de 750
millones de dosis al año.

La vacuna de Oxford-AstraZeneca es desarrollada por la farmacéutica sueco-británica en asociación con la


Universidad de Oxford. Fue aprobada para su uso en el Reino Unido, India y Argentina, donde se fabrica la
materia prima que se fracciona en México para su distribución en América Latina. Será producida con
“cadenas de suministro globales que involucran a más de 20 socios en más de 15 países”, según lo
informado por el vicepresidente senior de operaciones biológicas globales de AstraZeneca, Per Alfredsson.
Algunas dosis también serán producidas en India por el Serum Institute of India. Su precio es
sustantivamente menor al de las otras dos vacunas porque AstraZeneca aceptó no obtener bene cios
mientras dure la pandemia.

La economía política internacional de las vacunas en los países revela los contornos del sistema
productivo y político del que provienen. Existe un claro predominio del sector privado para dictar plazos y
modos de la investigación y el desarrollo. También se mani esta un sistema de coordinación y
concesiones mutuas entre gobiernos y corporaciones para jar las estructuras de distribución y establecer
las condiciones de comercialización. La geoeconomía de la vacuna en el mundo desarrollado mantiene el
principio rector del capitalismo global de libre mercado, principio que desde estos países ha emanado
históricamente y se ha impuesto sobre el resto del mundo.

El nuevo poder de Rusia

El panorama de la geopolítica de la vacuna en el mundo emergente es distinto, y revela la diferencia de


criterio con el que estas potencias buscan recon gurar el orden mundial pos-pandémico. Rusia fue el
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primer país en aprobar una vacuna, en agosto de 2020, con la Sputnik V. Desde entonces, ha sido aprobada
por Bielorrusia, Argentina y Guinea. Fue desarrollada por el Centro Nacional de Epidemiología y
Microbiología de Gamaleya del Ministerio de Salud, en colaboración con el 48º Instituto Central de
Investigación del Ministerio de Defensa y el Instituto de Vectores del Rospotrebnadzor (Servicio Federal de
Vigilancia y Protección de los Derechos del Consumidor y el Bienestar Humano). Su desarrollo fue
nanciado por el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF), el fondo soberano de inversión del país.

Según lo informado por el RDIF, la vacuna será fabricada por sus empresas asociadas en India, China,
Brasil y Corea del Sur, entre otros países. Más de 50 países han solicitado acceso a más de 1.200 millones
de dosis. Para Rusia, no se trata de una cuestión de lucro, sino de prestigio. En los primeros meses de la
pandemia, Moscú ya había ayudado al sobrecargado sistema hospitalario de Italia despachando un
contingente de más de 100 soldados a Bergamo con equipo militar. Las cajas llevaban estampados
logotipos que decían “De Rusia con amor”, mientras que los medios estatales resaltaban el hecho de que
militares rusos hayan viajado “por el corazón de Europa a lo largo de las carreteras de la OTAN”.

Rusia trabajó hábilmente sobre las líneas de fractura existentes al interior de la UE, capitalizando esos
con ictos para ganar una ventaja geopolítica y promocionar la “superioridad” de su régimen ante la
inacción de Bruselas. El desarrollo farmacéutico se ofrece como ejemplo de una superioridad técnica que
se desprendería naturalmente de un modelo superior de gobierno. En este contexto, la vacuna es una
forma de demostrar que Rusia es capaz de desarrollar tecnologías complejas y situarse en la cima de la
elite cientí ca mundial, que ha recuperado la cumbre del poder global. Después de la desintegración de la
Unión Soviética, que durante décadas había buscado rivalizar con Occidente en ciencia y tecnología, Rusia
se encontró con una industria farmacéutica en crisis. El desarrollo de una vacuna potencia el orgullo
nacional al demostrar que no depende de los laboratorios occidentales internacionales para inmunizar a su
población. El nombre de la vacuna alude al deseo ruso de recuperar un status y poder simbólico como el
que obtuvo en los tiempos en que lideraba el programa espacial: Sputnik fue el nombre del primer satélite
del mundo, lanzado por la URSS en 1957, un logro que supuso un revés histórico para su entonces rival,
Estados Unidos. Lo mismo que se hizo durante la Guerra Fría con el ajedrecista Boris Spassky hoy se hace
con la vacuna Sputnik.

La vacuna rusa revela los contornos de una geopolítica y una geoeconomía de una naturaleza diferente a la
que busca extender e imponer el mundo avanzado. La Sputnik no fue el resultado de la construcción y
consolidación de cadenas de producción y suministro globales sino el producto de un programa de
sustitución de importaciones. La articulación entre sector privado y sector público es diferente en Rusia; el
modelo de capitalismo y el sistema de gobierno di eren del modelo liberal occidental tradicional. Por eso
promueve un mundo “policéntrico”, en el que pueda hacer valer su peso y proyectar una narrativa que
uni que internamente a su sociedad y refuerce su prestigio externo: cuando se evidenció que Rusia podría
producir internamente sólo 2 millones de dosis para nes de 2020, una cantidad muy por debajo de lo que
se necesita para proteger a sus 145 millones de habitantes, el presidente Vladimir Putin se manifestó “listo
para trabajar con nuestros socios extranjeros”, y con rmó un acuerdo con el grupo farmacéutico indio
Hetero para la producción de más de 100 millones de dosis.

India también desarrolló la vacuna Covaxin, del laboratorio Bharat Biotech International de India, aprobada
en el país el 3 de enero pasado. El primer ministro indio, Narendra Modi, cali có esta vacuna de “cambio de
juego”, a pesar de no haberse completado los ensayos adecuados o la revisión por pares. Con autorización
de emergencia, ya había 20 millones de dosis disponibles en uno de los países más afectados por la
pandemia: en efecto, al 20 de enero el observatorio de COVID de la Universidad Johns Hopkins situaba a Privacidad - Condiciones

India en el segundo puesto global de infectados (detrás de Estados Unidos) y tercero en número de
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India en el segundo puesto global de infectados (detrás de Estados Unidos) y tercero en número de
muertos (detrás de Estados Unidos y de Brasil).

Apuesta china

China, la potencia emergente –o emergida–, es la que marca el paso de cómo será el orden mundial
poscoronavirus. China aprobó “condicionalmente” la vacuna de Sinopharm (Grupo Farmacéutico Nacional
de China) y la vacuna de Sinovac. El proceso interno revela las características del régimen: capitalismo de
Estado, grupos corporativos nacionales apoyados, nanciados y direccionados por el gobierno, junto a
imperativos de seguridad que se imponen sobre las restricciones económicas y las lógicas comerciales.
Aunque Pekín ha quedado relativamente atrás en la aprobación formal, millones de ciudadanos (en su
mayoría trabajadores de la salud, del sector alimentario y comunitarios) ya han sido vacunados como parte
de un programa de emergencia.

El tiempo apremia. China se apresura a completar millones de inmunizaciones más antes de las
vacaciones del Año Nuevo Lunar de febrero. Este acontecimiento, conocido como chunyun, constituye la
migración humana más grande del mundo, con más de 400 millones de chinos viajando por todo el país
para ver a sus familias, que realizan un total de 3.000 millones de viajes durante un período de 40 días.

A nivel internacional, diplomáticos chinos prometen a países de Asia, África y América Latina acceso
preferencial a una vacuna china “a un precio justo y razonable”. La vacuna de Sinopharm fue aprobada por
los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Pakistán, en tanto la de Sinovac fue adquirida, entre otros, por
Singapur, Turquía, Brasil, Chile e Indonesia, que prepara una campaña de vacunación masiva.

China ha encontrado una oportunidad de posicionarse como líder en salud pública mundial ofreciendo una
vacuna como bien público mundial. Pekín –a diferencia de Washington– se ha unido a COVAX, la
asociación de vacunas que tiene como objetivo subsidiar el acceso a los países más pobres y garantizar
una distribución global equitativa. Sinopharm está realizando ensayos de tercera fase en Argentina,
Bahrein, Egipto, Jordania, Marruecos, Pakistán, Perú y Emiratos Árabes Unidos. Sinovac en Bangladesh,
Brasil, Chile, Indonesia, Turquía y Filipinas. Por último, la vacuna de CanSino se está testeando en México,
Pakistán , Rusia, Arabia Saudita y –pendiente de aprobación– en Chile. Los países que acogen los ensayos
celebraron acuerdos con China para comprar dosis.

La pandemia irrumpió en un contexto de deterioro de las relaciones de China con Estados Unidos, que
buscó un chivo expiatorio. Pero China reaccionó. En un intento por controlar la narrativa global sobre la
pandemia de modo de proteger su reputación nacional, Pekín ya ha ofrecido 1.000 millones de dólares en
préstamos a América Latina y el Caribe para el acceso a las vacunas, mientras que la rivalidad entre China
e India ha encontrado un nuevo punto focal en torno al suministro de vacunas en Bangladesh. En el
Sudeste Asiático ya existe preocupación por los costos estratégicos del acceso a una vacuna china,
instigados por comentaristas occidentales que advierten sobre el riesgo de situaciones de “dependencia”.
En Brasil, la diplomacia china de las vacunas ha enfrentado al presidente Jair Bolsonaro con el gobernador
de San Pablo, João Doria, que desea comprar 46 millones de dosis de la vacuna Sinovac.

En términos globales, China enmarcó su respuesta a la pandemia en la “Ruta de la Seda de la Salud”, a su


vez parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, la política pública que simboliza la forma de
conceptualizar el desarrollo y el poder de China en el siglo XXI. Como guía de acción externa, este proyecto
busca consolidar el espacio geopolítico y geoeconómico, globalizar las empresas chinas e internacionalizar
al yuan. A nivel de poder simbólico, el presidente Xi Jinping a rmó su voluntad de construir una “comunidad
de salud común para la humanidad”, un término equivalente al eslógan de la Franja y la Ruta, “comunidad Privacidad - Condiciones

de destino humano común” Si algunos ven en ello un mero fraseo semi-utópico sobre las buenas
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de destino humano común . Si algunos ven en ello un mero fraseo semi-utópico sobre las buenas
intenciones de Pekín hacia la comunidad internacional, otros lo consideran una cínica retórica
deliberadamente calculada para encubrir un proyecto de dominación global propio de una potencia que
pretende la supremacía global.

En el (des)orden mundial contemporáneo, en el que se superponen ascensos, descensos, competencias y


disputas de poder, lo pandémico se vuelve político, lo global se torna cada vez más geopolítico y las
vacunas se transforman en verdaderos vectores de poder.

* Profesor de Relaciones Internacionales en DEUSTO (España) UCEMA y AUSTRAL. Autor de Cómo


explican los superhéroes el mundo, Capital Intelectual, 2020.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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