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Clase 4

En esta clase vamos a recorrer categorías teóricas de Talcott Parsons y de Schultz que
constituyen elementos organizadores de las posturas “estructural funcionalista” y del “capital
humano”. En los materiales de trabajo podemos detenernos en algunos puntos neurálgicos
muy fértiles para el análisis sociológico.

En la perspectiva funcionalista aparece una idea de sistemas posibles de ser enmarcados en


diversos encuadres de realización. Esta noción podemos verla en sus usos múltiples de
acuerdo a las incumbencias disciplinares de las ciencias sociales y las ciencias naturales.
Revisando sus significados podemos hallar sistemas educativos con lógicas de funcionamiento
estructuradoras de un orden social para distribuir roles diferenciados en los sus participantes.
Si nos detenemos en la cultura escolar, podemos apreciar las asignaciones de tareas,
actividades y designaciones que reciben los actores (preceptor, profesor, director, alumno)
encontramos una propuesta de reparto de obligaciones para hacer andar a la escuela como
sistema dependiente de todos los miembros de la comunidad educativa.

La medicina también plantea la existencia de sistemas energéticos para el movimiento del


cuerpo humano y es explicita en señalar la complementariedad de sistemas respiratorios,
digestivos, nerviosos, endocrinos para un funcionamiento armónico entre las partes. El
organismo es un sistema viviente que puede tener fallas en el sistema y en este caso se
requieren las intervenciones para reparar los piezas dañadas o reemplazarlas por otras que
resuelvan las funciones erráticas y del conjunto. Las críticas a las visiones de los sistemas
suelen dirigirse a su noción de autoreferencia, sus mecanismos autopoiéticos plegados sobre
si mismos que obligan a utilizar a las personas como piezas posibles de usar de acuerdo a su
correcto funcionamiento y en caso contrario es cambiada por otra pieza nueva.

Un asunto importante dentro del enfoque estructural funcionalista es la tensión latente que
generan los sistemas sociales en su devenir. La oposición orden conflicto, cada vez que se
desarrollan procesos de socialización capaces de atar a las normas, reglas universales y
convenciones sociales en común a cada uno de los integrantes de una sociedad. Este proceso
es clave para asegurarlos engranajes de funcionamiento de los distintas estructuras sociales.
La obtención del orden y la disciplina exige supeditar los intereses individuales y poner en
primer lugar los intereses del cuerpo colectivo. Esta elaboración existencial pone en tensión el
deseo y la obligación, confronta lo permitido y lo prohibido, activa la relación entre la libertad
y la represión. Es decir, por debajo del orden deja entrever el conflicto como un elemento
clave y productivo en el andar de los sistemas. Las escenas escolares del juego entre niños
expresan en sus encuentros cara a cara de sus participantes, distintos tipos de disputas y
negociaciones para elegir con quienes jugar, a que se juega, si se sabe jugar con otro, jugar con
el otro, jugar al lado del otro. Algo tan trivial a simple vista como los juegos de los niños en la
escuela primaria condensa y comprime las tensiones de orden y conflicto de los sistemas
sociales activando las interacciones sociales dejando entrever el curso que va tomando la
socialización dentro de la escuela.

En la perspectiva funcionalista, opera con una racionalidad instrumental de la acción, cada vez
que sus miembros expresan su solidaridad haciéndose cargo del rol social asignado dentro de
una red de relaciones sociales. Los sistemas poseen una estrategia de estratificación de los
individuos (individual, indivisible) remarcando la importancia de ser fiel a una causa o
responder en forma orgánica a una institución social a la cual se pertenece. Los individuos
ocupan lugar de acuerdo las capacidades demostradas, considerando un orden de méritos. En
la valoración de los recursos humanos, entran en juego el despliegue aptitudes personales
para adaptarse al entorno y la contracción al trabajo. En definitiva subraya los argumentos
meritocráticos y los refuerza con premios, incentivos, recompensas. Así se ensalza la creencia
en el ascenso la movilidad social, el progreso del más apto y más aplicado al esquema del
modelo

En diversos espacios de participación social las expresiones “cultura del trabajo”, “lo gane
rompiéndome el alarma” se corresponden con esta forma de ponderar el trayecto de vida de
las personas. En la carrera docente podemos ver como se hace patente la apuesta a cursos,
capacitaciones, actualizaciones, certificados, que constituyen antecedentes claves para
ascender o progresar en los objetivos de realización profesional personal del sujeto.

Con respecto a la noción de “capital humano” pone en debate la relación entre educación y
sistema productivo. En primer lugar por más obvio que resulte en necesario decir que en
diversos desarrollos de las ciencias sociales podemos identificar la existencia de distintos tipos
de capitales: “capital económico”, “capital cultural”, “capital simbólico”, “capital corporal y
motriz”. Con este muestreo podemos deducir que atendiendo a la circulación de los
individuos por distintos sistemas sociales hallamos el acopio de experiencias particulares
diferenciadas.

Al romper el sentido literal de la expresión capital que se restringe solamente a una cuestión
de rédito económico, obtención de ganancias o negocios empresariales. Podemos poner en
foco la idea del “inversión” en vez de “gasto”. La perspectiva de “inversión” ubica a las
propuestas educativas como “inversiones” promesa de futuro hacia el porvenir. Esto significa
que al organizar sistemas educativos para brindar trayectos de formación. Los individuos que
transitan las etapas del primario, secundario y terciario van a disponer de los capitales
adquiridos en sus periplos biográficos, van a formarse y van a devolver a la sociedad saberes
como personas calificadas para insertarse en el mundo del trabajo.

El esquema entonces nos hace reflexionar en torno a las implicancias de las palabras “ahorro”,
“derroche”, “consumo”, “inversión” porque va delineando posibilidades de aplicación de los
recursos materiales y simbólicos recogidos en la travesía formativa. Podemos ver
desplazamientos de los sentidos originarios de las palabras cuando aparecen otros usos de los
términos “consumo cultural”, “industria cultural” que integra en esa construcción lingüística la
base económica y social de las prácticas educativas.

En estas múltiples lecturas en necesario tener a mano el contexto de realización. Los capitales
humanos, sus variantes de capitales materiales (ropa, dinero, autos), culturales (idiomas,
títulos profesionales) están sujetos a reformulaciones de su valor en el campo social (inserción
en ámbitos del mercado de trabajo). La sociedad posee un carácter dinámico en el
funcionamiento de sus estructuras (crisis, desempleo, recesión económica, revoluciones
tecnológicas) y configura cuadros de situación inestables que desafían la capacidad de hacer
valer los capitales adquiridos en la hoja de vida de cada sujeto.

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