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¡¡HOLA A TODOS/AS!!
En esta PRIMER CLASE pondremos en debate el status epistemológico de la
Pedagogía. Nos preguntamos ¿es la pedagogía una ciencia? ¿en qué tradición se
ampara el conocimiento pedagógico para reclamar su cientificidad? Y si fuera una
ciencia ¿qué tipo de ciencia sería? También cabe preguntarnos, ¿Es “una práctica”?
o ¿“un arte”? Y si fuera alguna de estas dos posibilidades, ¿qué consecuencias
acarrea? ¿serian por ello sus conocimientos menos válidos? ¿qué relaciones
tendría con otras disciplinas?
No intentamos dar por cerradas definitivamente estas preguntas, más bien nuestro
propósito se orienta a introducirlos a ustedes en estas problemáticas. Para ello
recurrimos a dos textos, uno producido por Alicia de Alba y otro por Juan Carlos
Geneyro. En ambos se aborda el tema desde perspectivas clásicas, mientras de Alba
indaga sobre las polémicas en torno a las tradiciones epistemológicas y nos propone
una reflexión en torno a las características de una ciencia de la educación, Geneyro
retoma los aportes que a la concepción sobre “la educación y la pedagogía” han
realizado dos autores imprescindibles: Durkheim y Dewey.
El objetivo de esta clase es introducir algunas notas para que ustedes puedan
realizar una mejor comprensión de ambos textos. En ningún modo esta clase, ni las
subsiguientes, suplen la lectura de los textos. Insisto, la clase tiene el propósito de
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Partimos de que lo que Alicia de Alba denomina como teorías del conocimiento del
objeto (pag 20); estas pueden analizarse según tres componentes y sus relaciones:
sujeto cognoscente, objeto cognoscible, y conocimiento propiamente dicho.
Sujeto, Objeto y Conocimiento constituyen una tríada, una unidad. Las posturas
subjetivistas y objetivistas pueden diferenciarse según el énfasis que se coloque ya en
el sujeto o bien en el objeto.
En las posturas subjetivistas el sujeto actúa sobre el objeto imponiéndole sus formas,
formas que no requieren para su existencia de la presencia del objeto. Dicho en forma
sencilla, la conciencia crea al objeto en el acto de conocer. Por caso, en el idealismo
extremo, la existencia del objeto es posterior y subordinada a la del sujeto
cognoscente.
Desde esta tradición se concibe una dualidad en el tratamiento de las ciencias,
existirían por un lado la Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del Espíritu (Dilthey,
1956), distinción que opera en el reconocimiento de las diferencias sustantivas de los
objetos del conocimiento, los fenómenos de la naturaleza y los fenómenos humanos.
Actualmente no nos referimos a Ciencias del Espíritu, sino a Ciencias Sociales, pero en
lo que hace al fundamento de esta posición dualista de la ciencia y del método nada
ha variado de manera relevante. Finalmente, dos modos de hacer concebir las ciencias
y también dos métodos: método experimental para las primeras y método
comprensivista para las segundas.
EL SUBJETIVISMO desde una perspectiva sociológica es retomado por Max Weber que
concebirá a la “acción social” como objeto de la sociología cualitativa proponiendo que
el trabajo del sociólogo reside en comprender el sentido de la acción. De este modo
realiza una sociología que se propone como una perspectiva teórica rival a la sociología
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en la definición que Emilio Durkheim realiza sobre el hecho social. Dirá Durkheim,
que el hecho social “ejerce sobre los individuos una coacción exterior” (Durkheim,
1982, pag 46). Lo que se juega en estas posiciones se circunscribe a la posibilidad de
explicar los fenómenos sociales según las acciones de los sujetos o los
comportamientos de las estructuras. No es menor el debate, mientras que la primera
supone teorías sociales que explican la sociedad como “constructo histórico cultural”
por efecto de las interrelaciones de los sujetos que las constituyen, en la segunda se
sostiene que las estructuras sociales producen efectos que determinan los
comportamiento de los sujetos.
Ahora bien, si somos consecuentes con los postulados de la segunda posición entonces
debemos entender que la sociedad posee sus propias reglas de funcionamiento, y por
tanto para encontrar las explicaciones de los comportamientos de los sujetos
debemos analizar las estructuras que los determinan. Estas regularidades se
explican de forma inmanente, lo que equivale a sostener que su comportamiento es
ajeno a la voluntad de los sujetos. Veamos una cita de Emile Durkheim:
“Está lejos de existir entre individuo y sociedad este antagonismo
que tantos teóricos han admitido tan fácilmente. Al contrario,
existen en nosotros una cantidad de estados que expresan otra cosa
que a nosotros mismos, a saber, la sociedad; ellos son la sociedad
misma viviendo y actuando en nosotros. Sin duda, la sociedad nos
sobrepasa y nos desborda, pues es infinitamente más vasta que
nuestro ser individual, pero, al mimo tiempo ella nos penetra por
todas partes. Está fuera de nosotros y nos envuelve, pero también
está en nosotros, y por un aspecto de nuestra naturaleza nos
confundimos con ella. Así como nuestro organismo se nutre de
alimentos que toma de afuera, también nuestro organismo mental
se nutre de ideas, de sentimientos, de prácticas, que nos vienen de
la sociedad. De ella tenemos la parte más importante de nosotros
mismos.” (Durkheim 1973 pg 83. Cursivas nuestras).
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Qué podemos concluir? Primero, conocer lo social implica reconocer como propio e
inherente de ese ámbito la acción de individuos capaces de acción y lenguaje; luego
que en el despliegue de esas capacidades los individuos generan intersubjetivamente
una interpretación del mundo que orienta sus acciones y pensamientos. Finalmente,
le corresponde al investigador la comprensión de los significados del mundo social
sabiendo que estos refieren a preconstrucciones realizadas por el hombre común que
vive su vida cotidiana con otros semejantes.
Veamos ahora que entendemos por explicar. Se parte de reconocer a la “realidad
social” o “al mundo social” como independiente de la conciencia y la voluntad de los
individuos, se supone que en el mundo social existen regularidades, patrones de
comportamiento subyacentes a un “orden”. El concepto de “orden” no es casual,
proviene de la creencia adoptada por las ciencias naturales de que en la naturaleza hay
un orden que le es inmanente.
El interés por explicar debe conlleva la necesidad de formalizar protocolos de
intervención sobre la realidad capaces de neutralizar las subjetividades, de los “sujetos
de investigación (los objetos de la investigación)” pero también la del propio
investigador. La regularidad de los fenómenos y su independencia de los sujetos
permite suponer que es posible conocer cómo se produce esa regularidad, qué factores
se asocian para provocarla y de qué modo operan estos. La investigación a través de
encuestas es un buen ejemplo de investigación social basado en la perspectiva
objetivista. A través de este tipo de investigación nos proponemos “medir” la realidad
social. Para ello procedemos a distinguir “variables” que operan en relación a un
fenómeno dado; luego construimos un modelo en el que establecemos relaciones
hipotéticas entre las variables; finalmente construimos una serie de indicadores para
observar allí donde se produce el fenómeno a estudiar.
Las posiciones objetivista emulan a las ciencias de la naturaleza, asumen como posible
la “naturalización del mundo social”, lo implica que existe una relación de
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contigüidad espacial y sucesión temporal. Más sencillo, tiempo lineal y espacios planos
y en contacto entre sí. Por este supuesto podemos afirmar la uniformidad del mundo
social o lo qué es lo mismo la negación de las singularidades históricas y culturales
(punto de partida de Dilthey). Obsérvese como de este modo el mundo social se
homologa con la naturaleza, luego con la explicación se busca en última instancia
descubrir las leyes del funcionamiento social tal como el físico, por ejemplo,
procede con la naturaleza.
A modo de cierre, y buscando una variación con el texto de Alicia de
Alba, editado en 1990,
Sostenemos que en el debate actual sobre estas dos tradiciones las posturas se han
matizado y mucho. Ello ha obligado a reformular concepciones de “causa” o de “ley”
pero también a la de comprensión e interpretación. El reconocimiento de que el
“mundo social” es un “mundo humano” no niega la posibilidad de que haya
relaciones de estructura o de orden o sistemas de referencia discursiva. Una
buena síntesis puede expresarse de este modo:
“El mundo social, del que toda ciencia social se ocupa, es la construcción intersubjetiva
de agentes sociales conscientes, que actúan sin embargo, en el contexto de una
realidad social cuyas condiciones de estructuración se les presentan dadas (Schuster,
2002, pgs 27-28).
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comparte características con cualquier otro “hecho social” y por tanto puede estudiarse
científicamente y servir de objeto a una sola ciencia, la ciencia de la educación, por
otro lado distingue para la pedagogía otro tipo de reflexión mediante la cual se busca
ya no describir o explicar la realidad tal cual es sino construir un conjunto de
prescripciones para la acción que en realidad no constituyen un arte propiamente
dicho sino más bien “especulaciones de carácter mixto” que denominará “teorías
prácticas”, expresión magníficamente sintetizada en la pregunta que sigue: “¿qué es la
pedagogía sino la reflexión aplicada lo más metódicamente posible a las cosas de
la educación con el fin de regular el desarrollo?”
Observamos también que Geneyro nos presenta la producción de Dewey desde una
lectura en la que propone que esta queda encuadrada en una concepción de la
educación como ciencia pero al mismo tiempo implicada con supuestos éticos y
cognitivos singulares, (específicos) de un sistema político y económico. Entonces, la
ciencia, independientemente de que posé características que le son propias, “métodos
sistemáticos de investigación que, cuando se dirigen a estudiar una serie de hechos,
nos ponen en condiciones de comprenderlos menos azarosamente y con menos rutina”
(página 87), participa de los productos de una sociedad dada, ya que “la investigación
es un modo de actividad socialmente condicionada y que tiene consecuencias
culturales” (página 89). Hasta aquí no parece mayor la diferencia entre Durkheim y
Dewey, y de hecho más allá de sus matices particulares no la hay de manera agónica,
encontramos una diferencia respecto del abordaje que realizamos, mientras que para el
primero de nuestro autores reafirma el estudio de la educación como una ciencia
particular, LA PEDAGOGÍA, en Dewey esta delimitación del objeto de “la educación” se
realiza estrechamente vinculado a una Filosofía (ver páginas 95 y 96) que por lo demás
no se encuentra, en este autor, radicalmente diferenciada de la ciencia, entonces es
posible pensar en la educación como una “ciencia de la educación”.
BIBLIOGRAFIA OBLIGATORIA
DE ALBA, A. (coord.) (1990), Teoría y educación. En torno al carácter científico de la educación, CESU-
UNAM, México.
GENEYRO, J. (1990), “Pedagogía y/o ciencias de la educación: una polémica abierta y necesaria”, en:
De Alba, A. (coord.), Teoría y educación. En torno al carácter científico de la educación , CESU-UNAM,
México.
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Bibliografía citada:
Cullen, Carlos (2005) Crítica a las razones de educar, Buenos Aires, Paidos.
Descartes, René (1984) Discurso del Método., Madrid, SARPE.
Dilthey, Wilheim (1956) Introducción a las Ciencias del Espíritu, Madrid, Revista de
Occidente.
Durkheim, Emilie (1973) La educación moral, Buenos Aires, Schapire.
Durkheim, Emilie (1982) Las reglas del método sociológico, Madrid, Morata.
Habermas, Jurgen (1988) La lógica de las ciencias sociales, Madrid, Tecnos.
Horkheimer, Max (2000) Teoría tradicional y teoría crítica, Barcelona, Paidos.
Schuster, Federico (2002) Del empirismo al escenario postempirista, en Schuster,
Federico (compilador) Filosofía y métodos de las ciencias sociales, Buenos Aires,
Manantial.
Schutz, Alfred (1974) El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu.
Weber, Max (2001) Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu.
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