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Quisiera que antes de escuchar la Palabra, nos preguntemos si alguna vez hemos buscado y

orado a Dios por conveniencia; o si alguna vez le hemos dicho a Dios: Te amo y necesito
muchas cosas, pero por ahora estoy ocupado para glorificar tu nombre, para ir a la Iglesia, y
para obedecer tus mandamientos; o si hemos estado en ayuno y oración por una sanidad o
una necesidad, y después que Dios escuchó nuestra oración e hizo el milagro, te olvidaste
de Él.

Bueno, cada uno conoce su respuesta, ahora vamos a hablar del amor incondicional, este
concepto que el hombre, y aun muchos cristianos, ven como irreal, y que habla de nuestra
capacidad de comprender a Dios y al prójimo, en relación a sus actitudes, captando la idea
y poniéndola por obra, cuando aceptamos el discernimiento sobre dar sin esperar nada a
cambio.

El practicar diariamente ese amor incondicional nos beneficia en todo sentido, pero pide un
trabajo personal, el amar sin egoísmo, sin manipular, y disfrutando de la entrega sin
condiciones pues el amor incondicional libera.

Dar sin esperar nada a cambio nace del corazón de un cristiano que se ha convertido
verdaderamente, pues el amor y la mente de Cristo está en él; cuando se dice que el amor
verdadero es aquel que se da libremente, y no se espera recibir de la misma manera ya que
de esta manera estamos condicionando nuestro amor.

Leamos la Palabra de Dios en Mateo 9:9-13 “…Pasando Jesús de allí, vio a un hombre


llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y
se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que
muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con
Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué
come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los
sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que
significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino
a pecadores, al arrepentimiento…”
Conocemos el amor con condiciones, el amor humanos que dice que puedes tomarlo o
dejarlo, pero al llegar a Cristo debemos llenarnos del amor que Dios nos da sin condiciones,
diciéndonos: Te tomaré, y no voy a dejarte, Jesús lo dijo:

“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la
quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” Juan 10:17-18, “ciertamente,
apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el
bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” Romanos 5:7-8.

Muchas veces por circunstancias en nuestra vida, o por dificultades que enfrentamos,
ponemos en duda el amor de Dios hacia nosotros; lo cierto es que el amor de Dios es
incondicional y desea alcanzarnos a través de Jesucristo, y para eso Dios no ha puesto
condición.
Lamentablemente, somos nosotros los que muchas veces culpamos a Dios de las decisiones
tomadas, de los errores cometidos, e incluso de las malas acciones hechas en su nombre, y
esto sucede porque “la insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se
irrita su corazón” Proverbios 19:3.

Pero Dios es el mismo desde siempre, y su amor hacia el hombre es desde el principio, por
eso su palabra nos dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi
misericordia” Jeremías 31:3; y nada de lo existente, ni las circunstancias difíciles pueden
separarnos del amor que Dios tiene con nosotros.

Pablo decía: “35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?…. 37 Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del
amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 8:35, 37-39.

Llevamos más de dos mil años escuchando el evangelio y hablando del amor de Dios, pero
todavía no lo terminamos de creer, y aunque hablamos del amor de Dios realmente no
pensamos que Dios ama a los pecadores, y digo que no lo creemos, porque no somos
capaces de perdonar como el Señor lo hace, siendo que deberíamos tener la mente de
Cristo.

Seguimos confiando en una confesión mecánica y almática (un rato está bien y al rato no)
que no nos obliga a cambiar nada en nuestra vida, pero debemos entender que el pecado no
está en el acto, sino en la actitud que lleva al acto, por lo que el error del cristiano esta en
creer que con la confesión se borra el acto aunque no cambie para nada mi actitud; tenemos
que entender que el pecado es una actitud que nos hace daño a nosotros mismos y que para
superarlo necesitamos generar un cambio de actitud que nos lleve por el camino correcto de
Dios.

Seguimos haciendo un Dios a nuestra medida, queremos meter a Dios en nuestras veredas
mientras que Jesús nos está diciendo que somos nosotros los que tenemos que caminar por
los caminos de Dios; entendamos que el Padre no está para satisfacer nuestros deseos sino
para llevarnos a desear algo distinto y que nos llevará a la vida eterna.

Para Jesús, el pecado no es la simple trasgresión de la ley sino una actitud que nace de lo
profundo del hombre y lo esclaviza como fruto de la ignorancia, por eso el pecador no es
rechazado por Jesús, sino que lo toma como digno de compasión y necesitado de
enseñanzas para que deje de hacerse daño y pueda alcanzar su plenitud en Cristo, y muchas
veces nosotros nos olvidamos de la visión de Jesús.

Lo único que debe importarnos es que Dios tiene un amor incondicional con nosotros, y
todo lo demás es secundario, y esto es lo que dice Mateo de la recepción que nos hace Jesús
a todos aquellos que nos encontrábamos en condición de pecadores.
El ejemplo más claro del amor incondicional es el de Jesucristo, su sacrificio en la cruz
donde murió por toda la humanidad, por los judíos y no judíos, por lo pecadores y no
pecadores, por los santos y no santos, pues “la paga del pecado es muerte, más la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23.

Las circunstancias o las acciones de los demás no son capaces de separarnos del amor de
Cristo, somos nosotros mismos los que podemos agrandar la distancia, pero a pesar del
alejamiento Dios nos sigue amando, y nos sigue esperando, pues su amor no ha cambiado y
está esperando que volvamos “al primer amor” para actuar en nuestra vida, “recuerda, por
tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras” Apocalipsis 2:5.

El significado de condicional se aplica a una acción posible si se cumple un requisito,


mientras que el de amor incondicional de Dios se aplica a la persona que le sigue fielmente,
sin limitación o condición alguna; la Palabra habla de un joven que amaba a Dios pero
amaba más a las cosas materiales que a Jesús, y si bien Jesús sabía que cumplía sus
mandamientos, también sabía que le faltaba algo más, pues en el corazón del joven había
amor a las riquezas, Mateo 6:19-24. (joven rico)

Al joven rico no le fueron concedidas sus peticiones, quería seguir a Cristo y aunque se lo
pidió no le fue concedido y se fue muy triste porque la falta de un amor incondicional hacia
Dios trae consecuencias a tu alma, cuerpo y espíritu, perdiendo la oportunidad de estar en la
presencia de Dios, además de ser renovado y transformado.

Dios no tiene que hacer nada para sacarnos del pecado, somos nosotros los que tenemos
que cambiar y salir de la actitud pecaminosa pues sin ese cambio no hay perdón, pero con
el cambio Dios me perdona, y la confesión sincera es la muestra de este proceso interno.

La única condición para acercarse a Jesús es reconocerse pecador, pero una de las fallas de
nuestro cristianismo, es considerarnos buenos, o por lo menos mejores que los demás, y
aceptamos que Dios perdone nuestros pecados, pero decimos: ¿Cómo va a perdonar los de
los demás que son mucho más pecadores?

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