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Proceso de constitucién del método psicoanalitico’ José Perrés - Universidad Auténoma Metropolitana Rector general, doctor José Luis Gézquez Mateos ‘Secretatio general; licenciade Edmundo Jacabo Motina indice , Prefocio a la tercera edicién Universidad Aut6noma Metropolitana-Xachimilco Reetors, doctora Patricia Elena Acoves Pastrana ‘Seeretato dela Unidad, doctor Emesio Soto Reyes Garmencia " Prefacio a la segunda edicién Division de Ciencias Sociales y Humanidades Director, doctor Guitofmo Vilasetor Garcia Prefacio Secretatio académico, leenciado Gerardo Zamora Feménder de Lare Comité editorial Prilogo de Doris Hajer y Martin Wolf Gerardo Avalos Tenorio Felipe Galvez Cancino / Edmundo Garcia Estéver {jefe de ppubicaciones) / Federico Maichon / Roberta Manero Ghito/ I Introduecién German Monroy Alvarado / Patricia Nett! Edicion: Salvador Gonzélez Vichis IL. Primer periodo: Método tradicional: tratamientos fisicos y tratamiento mo: 1886/1 ParacuS.Froudy W. Floss acomienes de a dad de 18907 86/1887 @) 8. Freud on 1922 TIE. Segundo periodo: Método de sugesti6: ‘Soqundsedidn conde ysumentade,marro de 1908 hipn6tica, 1887/1889 (18922) Terena edicién,corepida y umentade, rovienore de 1888 IV. Tercet periodo: Método hipnocatirtic: DR, © 1998, Universidad Auténoma Metropoftana 1889/1892 (1896) Unidad Xochimiteo Calzada del Hueso 1100 Col, Villa Quietud, Coyoacén Cuarto, periodo: Método catéetico, 18 (04360, Mexico DF. a 1898? ISBN 970-654.387-2 Imprese'y Woche Msskety oaniay naa Tr Wes VI. Quinto periods: Método de Ia asociac libre o método psicoanalftica (@ partir de 1898) Snoma Metropolitana actor José Luis Gézquez Mateos 1 ieeneiado Edmundo Jacobo Motina ‘Sbnoma Metropolitana-Xochimitco Patricia Elena Aceves Pastrana Indad, doctor Emesto Solo Reyes Garmendia cias Sociales y Humanidades mo Villasefor Garcia , ieenciado Gerardo Zamora Feméndez de Lara cno / Edmundo Garefs Estevez (jefe de ‘ederico Manchin / Roberto Manero Erte / Warado / Patricia Nettel ‘Gonzalez Vichis {fs coment 3 agg 1990/ ‘eae ¥ tiemare 1989 negisey sumentats, marzo de 1996 ‘olde y aumentags, noviembre de 1908 cersidad Autonoma Metropolitana 01100 ‘Coyoacan 2 1an Méxieo! Printed and made in Moxioo UL. Il. Iv. v, dice Profacio a la tercera edicibn Prefacio a Ja segunda edicién Prefacio Préloge de Doris Hajer y Martin Wolf Introduccién Primer periodo: Método tradicional: tratamientos fisicos y tratamiento moral, 1886/1887 (22) Segundo pesiodo: Método de sugestidn hipnética, 1887/1889 (:1892?) ‘Tercér periodo: Método hipnocatértico, 1889/1892 (218967) Custto periodo: Método catirtico, 1892 a 21898? Quinto petiodo: Método de ta asociacién bte 0 método psicoanalitico (@ partie de 1898) 13, 7 19 25 33 53 1 87 417 vu. Algunas conclusiones provisorias Apéndice: BI caso Emmy von N, un siglo después: una lectura episterol6gi Alguaas referencias bibliogriticas Apéndice: Sutilezas terminales: algunas consideraciones en torno al “autoanilisis problemas suscitados por Ia traduccién del téemino aleman Selbstanalyse: eautoandlisis, ey/o?, canilisis. propio? Bibliografia 133 141 177 209 A Dolores Ala siempre mi primera A la entrafiable comp a que equilibra, sost Los largos aft no han apag, A Melisa y Nadina, ; A Armando Saarez, prose onclusiones provisorias : El caso Emmy von N, lespués: una lectura epistemologica eferencias bibliogeaficas Sutilezas terminales: algunas ones en tomo al “autoanilisis” suscitados por la traduccién del leman Selbstanalyse: eautoanilisis, \dlisis propio? 133 1 47 209 A Dolores Pogo | Lalita A la psicoanalista, siempre mi primera interlocutora. A la entrafiable compafiera de ruta, la que equilibra, sostiene, facilita... Los largos afios, es exteafio, no han apagado la pasiéa A Melisa y Nadina, ya des seoritas. A Armando Sudrez, presente en nosotras. “Para la Ciencia no exinten “lon tener probabilidades de aleang Luminasas aquéllos que no rebuyes encaramarse por sus abra K. Marx (de wna carta de “weucontrar en la ciencia la ween el exfuergo de la bisqueda y de S. Feeud (de wna carta d “Para la Ciencia no existen carreteras. Sélo pueden tener probabilidades de aleangar sus cumbres Iuminosas agutllos que no rebuyen el esfuerzo de encaramarse por sus abruptos senderos.” K. Marx (de sma carta del 18/11/1872) “.uemconirar ex ba ciencia la satisfascion que afrecen ol esuereo de ta Wisqueda y tf insygnte del descubrimiento.” S. Freud (de wna carta del 9/1/1883) Prefaci: a la tercera edicion Las pros-sas son siempre peligeosas p: cenfron: 205 @ nuestro pobre yo, tan | ilusiones volitivas y conscientes, con nue: ideales, especialmente con nuestro ideal 4 € inalcazable. Tal vez sea por eso que incumplicias, 0 que muy a menudo sdlo lo, al modo en que lo hacen nuestros suei alucinatoria de deseos, Esta tercera edicién de la presente obc agotada, y que se edita nueve afios después por primera vez. Ia luz, tampoco puede cui mesa de reinsertar todo el presente libr obra mayor en preparacién, de anilisis ¢ la que fue provisoriamente extraida. Y, peor que ste ensayo ~inicialmente tan s6lo un ci texto- va creciendo en tama, con el agrey apartados, apéndices, pirrafos y notas, se < mis dificil pensar en una obra que deberia voluminosa como editorialmente impensat Es peobable entonces que el tinico cami no la reinserciSn prevista, sino Ia elaboracién tomo, complementatio, que realice la re molégica deseada en torno al métode psicoanaliticos, a partir del mapa histérico- este texto introductorio ha intentado tra qué hacer nuevas promesas. De todas maneras, esta edicién constitu, al Psicoanilisis, la disciplina en la que me fi creo, en su primer centenario de gestacién como he intentado conceptualizar su nacin precedentes, a partic precisamente de una le Togica de sus dimensiones tedrica e histéric La tentaci6n de reescribir todo el texte transcurridos hacen sentir ya un poco. ajen 13 Prefacio a la tercera edicién Las promesas son siempre peligrosas porque en ellas confrontamos @ nuestro pobre yo, tan limitado en sus ilusiones volitivas y conscientes, con nuestras instancias ideales, especialmente con nuestro ideal del yo, tan lejano ¢ inalcanzable. Tal vez sea por eso que suclen quedar incumplidas, 0 que muy a menudo slo logran concretarse al modo en que lo hacen nuestros suefios: realizacion alucinatoria de deseos ' Esta tercera edicién de la presente obra, hace tiempo agotada, y que se edita nueve afios después de haber visto por primera vez Ia luz, tampoco puede cumplir con la pro- mesa de reinsertar todo el presente libro dentro de la ‘obra mayor en preparacidn, de andlisis epistemol6gico, de Ja que fue provisoriamente extraida. Y, peor atin, 2 medida que este ensayo —inicialmente tan s6lo un capitulo de dicho texto— va creciendo en tamatio, con el agregado de nuevos apartados, apéndices, parrafos y notas, se vuelve cada vez mis dificil pensar en una obra que deberia ser entonces tan voluminosa como editorialmente impensable. Es probable entonces que el tinico camino posible sea, 0 la reinsercién prevista, sino la elaboracién de un segundo tomo, complementario, que realice la reflexién episte- molégica deseada en torno al método y la técnica psicoanaliticos, a partie del mapa hist6rico-descriptivo que este texto introductorio ha intentado trazac. Pero, para qué hacer nuevas promesas. De todas maneras, esta edicién constituye un homenaje al Psicoanilisis, la disciplina en la que me formé, en Ia que creo, en su primer centenario de gestacién (1898-1998), tal como he intentado conceptualizar su nacimiento en libros precedentes, a partic precisamente de una lectura epistemo- legica de sus dimensiones tedrica e histori La tentacién de reescribir todo el texto, que los aftos teanscusridos hacen sentié,ya un poco ajeno, loges apenas 13 compensarse con la actualizacién de los puntos necesarios, con el agregado de infinidad de nuevos parrafos, de notas aclaratorias, al igual que con la presentacién de toda una feftescante discusién tedrico-institucional en torno al concepto de “autoanilisis” freudiano |[Selbscanalyse]. Esto se gencré a partic de una insdlita e inesperada propuesta de taduccién de Doris Hajer, en su dominio del alemaa, su lenguamatemna, destacando que el tétmino connota ao s6lo la clisica acepcidn de autaandlisis, con la que ha sido traduelda en todos los idiomas, sino ambiguamente ia idea de andlisis de sé mismo, que puede set tanto dicho autoanilisis, como Ia de un andlisis propio 0 personal, EI nuevo disefio de portada, que juega con la dimensién, esencial de Ia temporalidad, con las resignificaciones per- manentes de nuestro pasado, cumple con el propésito ini- cial que tuve al publicat la obra por primera vez, irrealizable técnicamente en aquel momento: pensar el Psicoanilisis como siempre inagotable, inacabado, fuente de nuevas apor- taciones, descubsimientos, proceso de historizacién simbolizante, a partic de ta imagen difuminada de los vinculos trinsfero-contratransferenciales que nos han consti- tuido como analistas, siempre vivos en nosotros, en procesos de resignificacién temporal. Repetimos asi, inevitablemente, en nuestra formacién como psicoanalistas, en ese camino de “advenit” 0 “devenit” analistas, el largo andar de Freud, de descubrimiento, encuentco y “conquista” de su propio inconsciente. En sw caso, teniesdo como involuntario “psi- coanalista” a Withelm Fliess, credndose asi la condicién de posibilidad de ese “andlisis peopio”, sostenido a partir del vineulo transferencial. EI nuestro, en cambio, et de sus descendientes, toma inevitablemente otros derroteros por In existencia misma de ese “anidlisis original”, fundante, de esa primera conquista, de ese descubrimiento de Freud de su inconsciente, por haber podido crear, preducir, el con- cepto de inconsciente, por ser el Psicoanilisis una institu cién de nuestra cultura, producto y productora de imaginarios 14 sociales, todo lo que nos permite ahora transitar trazados de ese campo de siembra y cosecha. Mi especial agradecimiento a mis coles Doris Hajez y Martin Wolf, su esposo, no sélo a las posibilidades que me abrieron « cuestionar muchas falsas evidencias de nuestea fesional como analistas, sino también a la luc critica que los caracteriza, a su tigor meto la valiosa amistad que siempse me han brind ciéndome constantemente en nuestros inte encantador prdlogo que se agrega a esta edic redactado, es revelador de su humor y frescu Espero que este libro siga cumpliendo con fundamental de abrir preguntas, generar d eflexiones, de mantenernos vivos en la bis intecrogaci6n, en la investigacién del (y de mu ciente. México DE, 25 de oct 1 Ta actualizacién de los puntos necesarios, de infinidad de nuevos pirrafos, de notas gual que con la presentacién de toda una cusién teérico-institucional en torno al stoandlisis” freudiano [Selbstanabse]. Esto tis de una insélita € inesperada propuesta 2 Doris Hajer, en su dominio del aleman, aa, destacando que el término connota no zepcién de auoandlisis, con la que ha sido 08 los idiomas, sino ambiguamente Ta idea si mismo, que puede ser tanto dicho so Ta de un andisis propio 0 personal fio de portada, que juega con la dimensién. mpotalidad, con las cesignificaciones per- sstro pasado, cumple con el propésito ini ublicat la obra por primera vex, irtealizable aquel momento: pensar el Psicoanilisis agotable, inacabado, fuente de nuevas apor- brimientos, proceso de historizacién partir de Ia imagen difuminada de los >-conbratransfecenciales que nos han consti- tas, siempre vivos en nosotros, en procesos \ temporal. Repetimos asi, inevitablemente, acién como psicoanalistas, en ese camino evenir” analistas, el largo andar de Freud, de encuentro y “conquista” de su propio Su caso, tetliendo como involuntatio “psi- helm Fliess, cteandose asi la condici6n de se “anilisis propio”, sostenido a partir ferencial. FI nuestro, en cambio, el de sus oma inevitablemente ofros-derroteros por na de ese “andlisis original”, fundante, de quista, de ese descubrimienta de Freud *, por haber podido crear, producr, el con- iente, por ser ef Psicoanilisis una institu- iltara, producto y productora de imaginarios sociales, todo lo que nos permite ahora transitar los surcos ya trazados de ese campo de siembra y cosecha, Mi especial agradecimiento a mis colegas uruguayos Doris Hajer y Martin Wolf, su esposo, no responde tan sélo a las posibilidades que me abrieron de repensar y cuestionar muchas falsas evidencias de nuestra prictica pro fesional como analistas, sino también a la lucidez tedrica y critica que los caracteriza, a su rigor metodolégico y a la valiosa amistad que siempre me han brindado, enrique- ciéndome constantemente en nuestros intercambios. El encantador prélogo que s¢ agrega a esta edicién, por ellos redactado, ¢s revelador de su humor y frescura Espeto que este libro siga cumpliendo con su -propésito fundamental de abrir preguntas, generar discusiones y reflexiones, de mantenernos vivos en la busqueda, en la interrogacién, en Ia investigacin del (y de nuestro) incons- ciente. PB México DE, 25 de octubre de 1998 45 Presto a la segunda edicién Cor s sa lo mencioné en su momento, ; dics, ol presente texto no era mas que el capé=rlo de un libro mucho mis extenso, pes mins “2. Dicho libro consistia en una deta episi S6gica sobre el proceso de constitu: op. -ualitico. Vale decie, entonces, wn lib abar 0 que pretendia efectuae algunos ap sbiste: “sla freudiana, pastienda de las ep Frewd, © encamivasse hacia una manera pe cifica «- abordar y conceptualizar la episte coandis. in Sin =mbargo, muy a mi pesag, la redaccién més ambicioso atin no ha culminado. Mientrs agotado fa primera edicién de éste y por ello @ publicar Ja segunda. Fista ha sido ahora co pliada, habiéndosele agregado como Apéeds sobre ef fumoso caso Emmy von N,, analizado Pués, descle un abotdaje epistemologico. Como se sabe, Emmy!* constituye el pri detallado que Freud nos legara de una psicote fa. Tan temprana, tal ver, que nos cuesia mut fn ese tratamiento al Freud gue conocemos y ¢ ha ensefiado. Se presta por ello, como caso , Conjunto de consideraciones y reflexiones ter cas y metodolégicas. Pero también, como lo i 6 trabajo, a un estudio de caticter epistemo mente revelador de Ia forma en que enter dimensién de anilisis, {1s forma en qve conceptualize y diferencio af) © de Freud, Ia) epistemologi() frendiana()y las) eps Ge los) psicoanalisis, puede leerse en mi ensyo cpintemologias” (1987), df infra en Ia bibliograia ** No utilzatemos comillas al mencionat los nomi: cicntes de Freud pese a que ea todas sus publicaciones sendénimos pata nombraslos 17 Prefacio a la segunda edicién Como ya lo mencioné en su momento, en la primera edicién, el presente texto no era mas que et adelanto de vn capitulo de un libro mucho més extenso, pendiente de ter- minacién. Dicho libro consistia en una detallada reflexién epistemolégica sobre el proceso de constitucién del méto- do psicoanalitico. Vale decir, entonces, un libro mucho mis abarcativo que pretendia efectuar algunos aportes para una epistemolegia freudiana, partiendo de las epistemolegtas de Freud, para encaminarse hacia una manera personal y espe- cifica de abordar y conceptualizar la spistemolngla de psi- coandlisis.* Sin embargo, muy a mi pesar, la redaccién de aquel libro més ambicioso aiin no ha culminado. Mientras tanto se ha agotado la primera edicién de éste y por ello procederemos 4 publicar Ia segunda. Fsta ha sido ahora corcegida y am- pliada, habiéndosele agregado como Apéndice un ensayo sobre el famoso caso Fmmy von N,, analizado un siglo des- pués, desde un abordaje epistemoldgico, Como se sabe, Emmy* constituye.él primer historial detallado que Freud nos legara de una psicoterapia temp na, Tan temprana, tal vez, que nos cuesta mucho encontrar cen ese tratamiento al Freud que conocemos y que tanto nos ha ensefiado. Se presta por ello, como caso prints, a un conjunto de consideraciones y reflexiones te6ricas, téeni- cas y metodoligicas. Pero también, como lo intentamos en ese trabajo, a un estudio de caricter epistemoldgico, clara- mente. revelador de la forma en que entendemos esta dimensién de andlisis + La forma en que conceptuslizo y diferencio Ia(3)epistemologia(s) ‘de Freud, 1a) cpisteniologias) feeudiana(s) y 1x6) epistemotogia®) del (de los) psicoanilisis, puede leerse-en mi easayo “Freud y sus epistemologias” (1987), gr. infra en In bibliogralia, 4 No viilizaremos comillas ol mencioaar los aombees de los pa- cientes de Freud pese a que en todas sus publicicioues haya utlizado seudénimos para nombearlos a" En lo demas, y salvo por Jas correcciones de erratas 0 por algunos pequeiios agtegados aclaratorios, el libro man- tiene su estructura antesior, aguardando atin reinsertarse en el testo mis amplio det que fue eventualmente sustraido, Esperemos que esta nueva edicién siga cumpliendo con el cometido de despertar interés sobre un periodo esencial de la produccién freudiana que no siempre ha recibido la atencién merecida, Pn una palabra, que permita absicse a Ia imprescindible reflexién psicoanalitica que oi siquiera €l desesperanzado posmodernismo ha podido acallar. iP. México DE, abril de 1994 48 Prefacio Este ensayo, en su conjunto, constituye un ¢ ibro en proceso cuyo titulo provisorio es el método y la técnica det psicoandlisis: su na axticulaciones. Una lectura epistemolégica.” Dicho libro se inscribe dentro de una ext cién, de tiempo ilimitado, sobre la que estoy Ja UAM-X, que quedétregistrada con una den ambiciosa como dificilmente abarcable pat investigador: “La problemitica epistemologi: nélisis.” Ouos proyectos mis ungentes, dentro de la gaci6n en curso, han ido aplazanco ta termi libro, Sin embargo, el capitulo ceferido, ya termir cho tiempo, y tal vex por su coherencia intern: utilizado, bajo forma de forocopias y apuntes, ¢ nos de Ja UAM-x y del Circulo Psicoanalitico Pos esta cazén he decidido adelantar su publ coleccién Breviatios de Ia Investigacién, a pesa: mente cobrar su sentido mas pleno cuando se texto global del que ahora es extraido, constit s6lo en una indispensable parte inteoductoria En él se detalla, con gran minuciosidad, y ds pectiva histécico-critica el largo camino qu constitucién del método psicoanalitico y la Propuesto por Freud para el trabajo clinico. necesatiamente transitar por las teotizaciones c! éste en la prehistoria del psicoanilisis, ponicy en las transformaciones de la técnica utilizada | dor del psicoanilisis asi como en las razones de bios y mutaciones. Este capitulo, que veremos ahora como un mismo, constituye, desde nuestco punto de necesaria sobre la que podeia esbozarse lectus tivas de catdcter tédricas y epistemolégicas, al 19 4s, y salvo.por las correcciones de erratas 0 aqueiios agregados aclaratorios, el lil ctura anterior, aguardando ‘ain reinsertarse 3 amplio del que fue eventualmente sustraido. que esta nueva edicién siga cumpliendo con © despertar interés sobre un periodo esencial ién freudiana que no siempre ha recibido la scida. En una palabra, que petmita absirse dible reflexién psicoanalitica que ni siquiera ado posmodernismo ha podido acallar. }PR México DE, abril de 1994 Prefacio Este ensayo, en su conjunto, constituye un capitulo de un libro en proceso cuyo titulo provisorio es el siguiente: “EL método y Ia técnica del psicoandlisis: su nacimiento y sus articulaciones. Una lectura epistemolégica.” Dicho fibro se inscribe dentro de una extensa investiga- cién, de tiempo ilimitado, sobre la que estoy trabajando en Ia UAM-X, que quedé registrada con una denominacién tan ambiciosa como dificiimente abarcable para un solitario investigador: “La problemitica epistemolégica del psicoa- nilisis.” Otios proyectos mis urgentes, dentro de la misma investi gacién en curso, han ido aplazando la terminacién de ese Hbro. Sin embargo, el capitulo referido, ya terminado hace mu- cho tiempo, y tal vex por su coherencia interna, esti sicndo utilizado, bajo forma de fotocopias y apuntes, por mis alum- nos de la UAM-X y del Circulo Psicoanalitico Mexicano. Por esta razin he decidido adelantar su publicacién en esta ccolecci6n Breviacios de Ja Investigacigp, a pesar de que sola- mente cobrard su sentido mas pleno evando se reinstale en el texto global del que ahora es exteaido, constituyéndose tan sélo en una indispensable parte introductoria En él se detalla, con gran minuciosidad, y desde una pers pectiva histético-critica el largo camino que permitié la constitucién del método psicoanalitico y la del dispositive propuesto por Freud para et trabajo clinico. Ello conlleva necesariamente transitar por las teorizaciones efectuadas por éste en la prehistoria del psicoandlisis, poniendo el acento en las transformaciones de la técnica utilizada por el funda- dor del psicoanilisis ast como en las razonés de dichos cam- bios y mutaciones. Este capftulo, que veremos ahora como un ensayo en si mismo, constituye, dese nvestro punto de vista, la. base necesaria sobre la que podrin esbozarse lecturas interpreta. tivas de caricter tedrieas y epistemoldgicas, al contextualiza® 1” histéricamente dicho proceso a partir de wna pecspectiva elementos de dicho libro. Por ello, y pese a i bastante distinta a la utilizada de manera tradicional antes indicadas, este texto puede ser leido ais La misma supone entender la compleja interaccién entre quica se interese en seguir con mucho deteni los niveles teéticos, clinico-técnicos, histérico-coyunturales y plavwo hist6rico-descriptivo, los avatares de Fre el peoceso.intemo vivido por Freud, de descubsimiento de su duccién de conocimientos y en la progresiva ir propio .inconsciente; para poder dar cuenta de los complejos creacién de los diferentes métodos que le pe caminos que condujeron a la instauracién del método de Ia Ja compleja interaccién antes mencionada, + asociacién libre en el dispositive terapéutico, condicién coanillisis. de posibilidad pata el trabajo analitico, en lo que se sucle de- signar como “Ssituacién psicoanalitica” Las miiltiples citas incorporadas al texto apuntalan la in- tencién didactica con la que fue escrito, permitiendo seguir e1 México DE, detalle el proceso de modificacién metodol6gico-téenica se- guido por Freud entre 1886 y 1898, fecha en que —paca noso- eos puede delimitarse el nacimiento del psicoanilisis desde un abordaje epistemolgico. ese a nuestros intentos de separar este ensayo de los capi. tulos que lo anteceden y lo continian en el texto original, no hemos logrado incluir y sintetizar de una maneta satisfactoria el contenigo de dichos capitulos previos, ni climinar totalmente las referencias cruzadas a los posteriores. Pedimos pues discul- ppas a los lectores por los temas que puedan quedlar oscuros sin Ja presencia del extenso desartollo que xecibian originalmente (©. ej Ja delimitacién y diferenciacién de las nociones de “mé- todo”, “técnica”, “sitwacién psicoanalitica”, “dispositive”, “espacio analitico”, etc. ~de por si bastante ambiguas y polivalentes~ y el anilisis de sus complejas telaciones), asi como por las miltiples menciones al anilisis epistemolégico que, con postetioridad, seri retomado a partir de los temas aqui presentados. Es posible ver este ensayo comno tina directa continua cin de mi reciente libro: El nacimiento del psicoandlisis ~apuntes erltices para una delimitacién epistemoligica, cuya lectura previa puede esclarccer los objetivos que se persiguen. De todas formas 1a misma no resulta imprescindible ya que . en el presente ensayo ha sido ‘necesario retomar algunos 20 dicho proceso a partir de una perspectiva ta ala utilizada de manera tradicional. ‘upone entender Ja compleja interaccién entre icos, clinico-técnicos, histérico-coyunturales y sno vivido por Freud, de descubrimiento de su iente; para poder dar cuenta de los complejos ondujeron a la instauracién del método de la re en el dispositivo terupéutico, condicién paca el trabajo analitico, en lo que se suele de- situacién psicoanalitica” ss citas incorporadas al texto apuntalan la in sa.con la que fue escrito, permitiendo seguir en es0 de modificacién metodolégico-técnica sé- denice 1886 y 1898, fecha en que -para noso- Jimitarse el nacimiento del psicoandlisis desde >istemolégico, teos intentos de separar este ensayo de los capi- uteceden y Io continian en el texto original, no incliir y sintetizar de una manera satisfactoria dichos capitulos previos, ni climinar totalmente sruzadas 2 los posteriores. Pedimos pues discul- cs por los temas que puedan quedac oscuros sin Textenso desarrollo que recibian originilmente itacién y diferenciacién de las nociones de “mé- 2”, “situacién psicoanalitica”, “dispositive”, ftico”, etc. —de por si bastante ambiguas y <1 anilisis de sus complejas relaciones), asi como Jes menciones al anilisis epistemolégico que, Jad, ser retomado a partir de los temas aqui ver este ensayo como una directa continua eciente libro: Bl nacimiento del psicoandlisis cos para una delimitacién epistenilégica, cuya puede esclarecer los objetivos que se persiguen. aas la misma no resulta imprescindible ya que 2 ensayo ha sido necesario retomar algunos elementos de dicho libro. Por ello, y pese a las salvedades antes indicadas, este texto puede ser leido aisladamente por quien se interese en seguic con mucho detenimiento, en un plano hist6rico-descriptivo, los avatares de Freud en la pro- duccién de conocimientos y en Ia progresiva incorporacién- creacién de los diferentes métodos que le permitieron, ea Ta compleja interacciéa antes mencionada, fundar el psi- iP México DE, marzo de 1989 a Préloge Cuando apenas nos habiamos enterado de qu este libro, muestto estimado amigo José Pecré ba el inmenso honor de solicitarnos estas line: sent6 ya alli la primera dificultad bien hab ‘mos tenido que recurrir a la segunda del mi que hubimos de necesitar trabajar algiin det mos encontratlo en nuesteas respectivas bib: poco habia ejemplar alguno en los anaqueles desparcamados por toda la casa, no lo hallam versas totrecitas que brotan en forma desort alrededores de la computadora o junto a los sill luz. ‘Teatat de recordar a los tilkimos colegas a « pudigcamos haber prestado no fue dificil per ayud6 mucho porque caimos enseguida en la citculacién de nuestros ¢jemplares del escapado de las manos, ya nos.los habfan v suchas veces, y mis tarde desde hace un tiet limitbamos a temitir a todo solicitante a las Departamento de la Biblioteca y Documentac cultad de Psicologia de la Universidad de la T nalmente ahora nos resulta increible cme mismos —“poseedores” de varios ejemplares— sucedia tener que recuttir especialmente por manes lugares. Y¥ bien: el libro estaba por un lado agotado prestado hasta el propio ultimo cjemplar de 1 * Jets de la Ctince Prvsmalitce pesteneciente 4 lat cologia, Universidad de Ia Repiiblica Orieatal del Ust ‘Titlar del Arco de Prcanalvisadsceito a las mistss i 23 Prélogo Doris Hajer y Mactin Wolf* Cuando apenas nos habjamos enterado de que el autor de este libro, nuestro estimado amigo José Perrés, nos brinda- ba el inmenso honor de solicitarnos estas lineas, se nos pre- sentd ya alli la primera dificuttad para Hevarlas a cabo. Si bien habjamos Icido el libro en sus dos ediciones y habia- mos tenido que tecurtir a la segunda del mismo toda vez que hubimos de necesitar trabajar algiin detalle, no pudi- mos encontrarlo en nuestras cespectivas bibliotecas; tam- poco habia ejemplar alguno en los anaqueles que tenemos desparramados por toda la casa, no lo hallamos en esas di- versas torrecitas que brotan en forma desordenada en los alrededores de la computadora 0 junto a los sillones de mejor uz. ‘Teatar de cecordar a los iltimos colegas a quienes se los pudiéramos haber prestado no fue dificil pero eso no nos ayudé mucho porque caimos enseguida en la cuenta que la circulacin de nuestros ejemplares del libro se nos habia escapado de las, manos, ya nos los habjan vuelto a pedir muchas veces, y mis tarde desde hace un tiempo s6lo nos limitabamos a remitir a todo solicitante a las libresias © al Departamento de la Biblioteca y Documentacién de la Fa- cultad de Psicologia de la Universidad de la Republica. Fi- nalmente ahora nos resulta incteible cémo a nosotros mismos —"poseedores” de varios ejemplares~ también nos sucedia tener que recurrie especialmente por él a tales co- munes lugares. Y bien: e! libro estaba por un lado agotado y por el otro prestado hasta el propio iltimo ejemplar de reserva que.se * Jota de Ia Clirze Prcwanaltce pesteneciente 4 la Facultad’ de Pei- cologia, Universidadede la Repiblica Oriental del Uruguay; Profesor “Titular del Aros de Priésandliisadscrito a las misaas instancias 23 guarda exclusivamente para lectura de sala en Ia Facultad y que s6lo se concede por sclicitud especial ~con lista de especa a pesar de los numerosos ¢ incontsolables locales de fotoco- piado que pululan en las cercanias— para los fines de semana. En Montevideo es muy raro que suceda algo asi con un libro. Bueno, pensamos: de cualquier manera lo tenemos muy presente, nos pasamos mencionindolo y a0 en vano nos pasa lo que nos pasa, agravado ast incluso mucho antes que José fuera poco menos que coryminado a dictar cuatro con- ferencias y coordinar dos seminarios en el Area de Psicoa- ailisis de la Universidad de la Repblica, precisamente reclamado por toda esta linda gente que lee entre todas sus, producciones més que ninguna otea de ellas este Proceso de constituaién que nos to sacan de las manos ~literalmente- porque, segiin dicen, tiene Ia extraordinaria vietud de-organi- ‘at y dar cuerpo en forma excelente a un ciimulo de detalles que, esparcidos en diversas obras de Freud y de sus mis rigu- rosos lectores, necesitaron un dia de alguien que, justamente, como nuestto amigo, tuviera la amplitud y la profundidad necesarias para hilvanatnos al principal servicio de la praxis freudiana del método de tracamientot en tanto que procedi- miento de indagacién* productor de esas “inselecciones psicolb- eas" por las cuales disputan las sumerosisimas institaciones que, paradéjicamente, al mismo tiempo, dicen que ~en viltima instancia— aquéllas son cuestin de cada quien. Hacemos pues este prdlogo en nombre de una niultitudé naria y siempre eteciente comunidad de lectores de este li- bro, psicoanalistas, psicélogos y psiquiateas, docentes y/o cgresados de la Universidad de la Reptiblica Oriental del Uruguay, estudiantes de ésta en psicologia, ciencias socia- les, humanidades y medicina, a su vez. agradecidos pot la presencia del autor este mismo afio en nuestra casa Montevideo, 23 de septiembre de 1998 * Sigmond Freud: Dos anticulos de enciclopedia “Peicosnieis” y “Teoria de la libido” (1922), vol xis, p. 251 24 I. Introduccién Nuestra lectura epistemolégica del nacimie ndlisis supone una compleja interacci6n, int: y_complementariedad entre diversas dimensi: sis. Por ello la simple mencién desctiptiva « puede realizarse sin cor que se hallan i iderar al unisono los tsincadamente articulados ent Analizar la constitucién del método psicoa tro objetivo en este ensayo, presupone obvian 1 largo camino de transformaciones que fuerc tando el método y la técnica freudiana en la 5 psicoandlisis Para ello resulta imposible dejae de lado ¢ ceptual que posibilité ta aparicién de los difere tos metodolégicos de Freud, lugar desde do: acceder a la comprensi6n de los mismos. En psicoandlisis Ia dimensién metodolégit puede ser presentada ep forma separada de las sobre las que se sustenta; éstas fueron des: Freud de manera trabajosa y paulatina en un ! que atin esti lejos de tener un mero valor his Pos ese motivo nuestra ceflexiin epistemo ic articulando ambos niveles permanentemen ademas examinar los efectos: producidos por gistto de fundamental importancia: los avatar: de Freud y su movimiento interno que lo cor “autoandlisis” (para decirlo muy esquemitican sujeto psiquico), factor esencial y fundante pars to de esta nueva disciplina,! "He tendo ocasién de mencionze el Hamad “autos ‘de Freud, centrado en su teanserencia con Flies Spx efee cutiblemente psicoanaliicos. Sia embargo, si considers 10 psicoandliss (el andlisis original y findante’, postoea que siguiendo a O. Mannon’) emerge wm cémuulo de problemas ss caracteristicas su! zenris, por ejemplo Ja ausencia de 25 ‘amente para lectura de sala en la Facultad y cede por solicitud especial ~con lista de espera ‘mumerosos € incontrolables locales de fotoco- lan en las cercanias~ para los fines de semana. es muy raro que suceda algo asi con un libro. samos: de cualquier manera lo tenemos muy pasamos mencionindolo y no’en vano nos § pasa, agravado asf incluso mucho antes que > menos que conminado a dictar cuatro con- ordinar dos seminatios en el Area de Psicoa- Iniversidad de la Repiblica, precisamente toda esta linda gente que lee entre todas sus nis que ninguna otra de ellas este Proceso de nos lo sacan de las manos —literalmente— dicen, tiene la exttaotdinaria virtud de organi- ‘© en forma excelente aun cimulo de detalles en diversas obras de Freud y de sus més rigu- necesitaron un dia de alguien que, justamente, amigo, tuviera la amplitud y la profundidad hilvanarnos al principal servicio de ta praxis método de trasamiento® en tanto Que procedi- acién* productor de esas “inieleciones psicols- cuales disputan las numerosisimas instituciones mente, al mismo tiempo, dicen que ~en dltima las son cuestién de cada quien. aes este prdlogo en nombre de una multitudi- € creciente cormunidad de lectores de este li- istas, psicblogos y psiquiatras, docentes y/o la Universidad de la Republica Oriental del fiantes de ésta en psicologia, ciencias socia Jes y medicina, a su vez agradecidos por la autor este mismo aio en nuestra casa ‘Montevideo, 23 de septiembre de 1998 ‘end: Dos articulos de enciclopedia “Psica io (1922), vol. xvmt, p. 231. I. Introduccién Nuestra lectura epistemot6gica del nacimiento del psicoa nilisis supone una compleja interaccién, interdependencia y complementatiedad entre diversas dimensiones de and sis. Por ello la simple mencién descriptiva de un nivel no puede realizarse sin considerar al unisono los dems planos que se hallan intrincadamente articulados en él Analizar la constitucién del método psicoanalitico, nues- to objetivo en este ensayo, presupone obviamente recorres el largo camino de transformaciones que fueron experimen- tando et método y Ia técnica frendiana en la prehistoria del psicoanilisis. Para ello resulta imposible dejar de lado et marco con- ceptual que posibilité la aparicién de los diferentes momen- tos metodoligicos de Freud, lugar desde donde podemos acceder a la comprensién de los mismos. En psicoanilisis la dimension metodolégico-técica no puede ser presentada en forma separada de las teotizaciones sobre las que se sustenta; éstas fueron desarrolladas por Freud de manera trabajosa y paulatina en un largo proceso que atin esti lejos de tener un mero valor historico. Por ese motivo nuestra scflexi6n epistemolgica deberi ir articulando ambos niveles permanentemente, buscando adem#s examinar los efectos producidos por un tercer re- gistto de fundamental importancia: los avatares personales de Freud y st: movimiento interno que Jo condujeron a su “autoanilisis” (para decirlo muy esquematicamente, Freud- sujeto psiquico), factor esencial y fandante para el nacimien- to de esta nueva disciplina! * He tenido ocasiGa de mencion e lacaado “sutownilsis (Seta) de Freud, centrado en su teaneforeacs con Flees, Sis efsctoe fueron indie ‘cutibiemente pricomaiticos. Sin embargo, si lo conrideramos wa verdade- ro psicoanilisis(l‘andliss oviginaly fondant’, postura que hemos daptado siguiendo a O. Mannoni) emerge us edema de problems en selaciéat con sus caracteristcas sa generis, por ejemplo la ansencia de todo dispositive 25 ‘Todo ello se dio teniendo como teasfondo una dimen- sién hist6rico-social (vale decir, Freud-sujeto social), la que también necesitara de un minucioso andlisis concomitant Sélo la presentacién simultinea de, como minimo, estos niveles y sus complejas interacciones y complementariedades puede posibilitar el andlisis epistemoldgico al que preten- demos acribar. Por medio de él estudiaremos los pasajes entre los distintos momentos metodolégicos que ‘estamos proponiendo para dat cuenta de la constitucién del método psicoanalitico, Si é305 son los ambiciosos objetivos del futuro libro det que se adelanta ahora un capitulo, es preciso aclarar que los, del présente ensayo resultan mucho menos abarcativos y se hallan también mis delimitados. Como lo hemos esbozado en el prefacio, resefiaremos histéricamente dichos periodos apoyandonos de manera primordial en textos del propio Freud, en los que ahiondaremos y a los que nos referiremos en forma profusa, Pero si bien el ensayo tendra un caricter fundamentalmente histérico-descriptivo, no se rehuir’, por momentos, el planteamiento de algunos problemas de ca- ricter teérico-epistemoldgico ni se dejaré de abrir pregun- tas en esa diteccidn, que se intentarin abordar en su oportunidad Para cl anélisis de la transformacién de la técnica psicoanalitica hemos resuelto dividie esta historia en petio- dos, cada uno de los cuales estuvo centrado en determinado método. Como luego se podré apreciar, nuestra lectura di fiere en muchos aspectos de la utilizada tradicionalmente para dividir y analizar la prehistoria del psicoanilisis y de Jo que suele designarse en forma equivoca coms la “evolu- cién de la técnica freudiana”. analitco especifico, lo modalidad epistolar én. que e¢ reaixd, ta sitvaciéa ‘de Fess ignorante de su papel e incompetente? pats la funcidn que le toc esempedar, ete. Mochas son las encrucijadas ¥ los consecuencias de esa lecturn teéric, clinco-téenica y epistemolégfca. Fl andliss de este dificil tema requiere de exsayos especifcos que abordaremos proximamente ¥ sabido que Freud hablé a menudo Lo hizo bisicamente en sus obras tempranas p procediiiento catértico ¥, aiios después, tamk Para cesignar al procedimiento psicoanalitico leer en su obra miltiples ceferencias al “mén y al “método psicoanalitico”. : Hemos resuelto extender esta idea de “méto mo sentido utilizado por Freud, para refetirn’ Perigdos en que dividimos dicho proceso de de Ja técnica freudiana en los origenes del psic Cabe' aqui, en primer lugar, hacer una bi para referienos al término “método”. Son las dos grandes acepciones que, desde 12 fil hhan caracterizado a esta ‘nocién, Esquematiz ‘mo, y en aras de ser breves, serfan las siguien 4 Ea un sentido muy general: “Método” 1 nos dice Lalande, ala idea de una “diteccié regularmente seguida en una operacién del ¢ su parte Abbagnano ptefiere hablar de “toda uw orientacién de la investigacién” + 2) Ea un sentido mas especifico, método como un “Programa que regula anticipadam junto de operaciones a efectuatse, sefialando dimientos que deben evitarse, para alcanzar determinado”.S También podeia entenderse, ve }6sofo italiano antes mehcionado, como “una 1 nica de investigacién [J un procedimiento de ondenado, repetible y autocoreegible, que garar cién de resultados valides”$ * Desde Inego no es éste el nico sentido en que I nocién de “método” y de “método psicoanalitico” retomaremos en auestrae conclusiones YA. Lalande, Vecebulaire tecbnigns ot ciigne de 624. teadceign J.P. | 4N, Abbagnsno, Dissionario de floefi p. 802, > A. Lalande, bis SON, Abbagnano, sid € dio teniendo como teasfondo una dimen ‘ocial (vale decit, Freud-sujeto social), la que taré de un minucioso andlisis concomitante. entacién simultinea de, como minimo, estos omplejas interacciones y complementariedades ‘at el andlisis epistemolégico al que preten- Por medio de él estudiaremos los pasajes tos momentos metodol6y ara dar cuenta de Ia consttuciba del los ambiciosos objetivos del futuro libro del ahora un capitulo, es preciso aclarar que los tsayo resultan mucho menos abarcativos y se més delimitados. Como lo hemos esbozado resefiaremos histéricamente dichos periodos de manera primordial eri textos del propio {ue ahondaremos y a los que nos ceferiremos asa, Pero si bien el ensayo tendra un earécter snte hist6rico-descriptivo, no se eehuieé, por planteamiento de algunos problemas de ca- spistemoldgico ni se dejaré de abrir pregun- xeeciéa, que s¢ intentarin abordar en su 1s que estamos todo ilisis de ta transformacién de Ia técnica emos resuelto dividir esta historia en perio- de los cuales estuvo centrado en determinado luego se pox apreciar,-nuestra lectura di- as aspectos de Ia utilizada tradicionalmente analizar la prehistoria def psicoandlisis y de ssignarse en forma equivoca como la “evoht- aica Freudiana”. 2, 1a modalidad epistolar en que se cealizé le situacioa + de su papel e “incompetent” para la Funcién que Je toed Muchas son las encrucijadae y Tat comsecwencias de ea ico-téeniea y epistemolégica. Hl ands de este diffi censayos especificos que abordaeemos provimemente Es inuy sabido que Freud hablé a memido de “método” Lo hizo basicaente en sus obras tempranas para referirse al procedimiento catirtico y, aflos después, también lo empled para designar al procedimiento psicoanalitico. Podemos asi leer en su obra miltiples referencias al “método catirtico” y al “método psicoanalitico” Hemos resuelio extender esta idea de “iétodo”, en el mis mo sentido utilizado por Freud? para refecimos a los den petiodos en que dividimos dicho proceso de teansformacién de la técnica freudiana en los origenes del psicoanilisis Cabe' aqui, en primer lugar, hacer una breve digresién para referitnos al término “método”. Son muy conocidas las dos grandes acepciones que, desde Ia filosofia griega, han caracterizado a esta nocién. Esquematizando al méxi- mo, y en aras de ser breves, serian las siguientes: 4) Ba un sentido muy general: “Método” remititia, como nos dice Lalande, ala idea de una “direccién definible y regularmente seguida en una operacién del espiritu”> Por su parte Abbagnano prefiere hablar de “toda investigacién u otientacién de Ie investigacion” + 0) En un entido mas especifico, método se entenderia como un “Programa que regula anticipadamente un con- junto de operaciones a efectuarse, seftalando ciertos proce dimientos que deben evitarse, paca aleanzar un resultado determinado”.s También podria entendesse, volviendo al fi- 16sofo italiano antes mencionado, como “una particular téc- nica de investigacién {..] un procedimiento de investigacién ordenado, repetible y autocorregible, que gatantiza la obten- cidn de resultados vilidos”.* » Desde Inego no. es dete el nico sentida en que Freud emples le nocién de “métodoy de “método psicosinal retomaremot en nestrse conclisiones. YA. Lalande, Vocabulaire technique ef enitigie de'la Pbiloepbie, 624. traduecién JP] “ON, Abbagaiao, Ditdonario de filesfio,p. 802, >A. Lalande, ibid ON, Abbagnano, ibid ico", lo que luego 27 ‘Como se puede apreciat, estas dos acepeiones del concepto de método estin articuladas entre si y tienen por base su signi- ficacién etimolégica: “Camino para Hegat a un resultado.” Sia metecnos ahora en sutilezas y matices de interpreta. cién (p. ej, si el método supone un a prion’ o es el resultado decantado de la experiencia, problema importante que retomatemos), podemos ver que, desde una perspectiva, Freud piensa el “método” como un camino de investigacion ©, para set mis precisos, como un verdadero procedimiento 0 dispositive que permite el acercamiento al objeto en estudio. Es en ¢sa acepcidn que utilizaremos la nocién de méto- do que -como deciamos- haremos extensiva a cada uno de los periodos en que dividimos Ia historia de la técnica freudiana en la prehistoria del psicoandlisis, Dentro de cada periodo metodolégico podremos men- cionar el uso de diversos procedimientos técnicos que es- tin clacamente supeditados al método utilizado (p. ¢}., Ia técnica de “concentracién”, 0 de utilizacién de la mano en la frente, son variantes, como veremos, que dependen netamente del método catitico). La divisién que proponemos y qué icemos explicando a continuacién es Ja siguiente:* 1) Método tradicional: tratamientos fisicos y teatamien- to moral: 1886/1887 (22) 2) Método de sugestién hipndtica: 1887/1889 (:18922) 3) Método hipnocatirtico: 1889/1892 (21896?) 4) Momento inicial: esbozo del método hipnocatittico: 1889 a 1890? 1 Método hipnocatittico propiamente dicho: :1891? 1892 (c18969) 4) Método. catértico: 1892/1898? Eat par yeas acct rots Py mente, ea nuestro libso Ef wand polmonabis’s op ts ast Como fen na ponencia posterios titulads “EI cero Eaumy von N.cien aioe después! una lectura epistemolégica", inclida en este volumnen, 28 } Método de asociacién libre 0 método 4 partic de 1898, aproximadamente, y rosidad creciente Estos cinco periodos no pueden, obviamente forma nitida, en Ia medida en que el proceso 1 ituye un verdadero continuum que, sin emba ne de ‘higico’, esperado’ o ‘natural’. De todas intentado sndicar fechas de iniciacin y de de cada pexindo, entendida esta tiltima tan s6 abandono de dicho método como exclusivo 5 fante, contiiando luego como método cor La fecha que anotamos a continuacién, ent corresponde al momento probable de cenva @ dicho método. Los signos de interrogacién + dudas que siguen abiertas en torno a la delimitac Pero anes de entrar a cada uno de estos pr cen necesarias algunas minimas puntualizacic légicas, (con dlaras implicaciones teéticas), 4) cocasién de cetomar al final del presente ensay Como se podri apreciar en lo que precede do la-utilizacin de los téminos ewwhcién 0 teferisnos a los avatares de la historia de la técn Bsto merece cietta explicacién ya que esos té muy difundidos y suelen ser muy usuales, | contrirselos ficilmente en cualquier libro de Bsicoanilisis en sus diferentes vertientes La palabra evoucén, en su acepcién mas ¢ ca idea de progreso, de avance, generalment decir: connota un punto de vista teleoldpico, se halla atin mis acentuado en el concepto de ‘e {con el que puede asociaese); éste ha caracte: cchas escuclas en las distintas ciencias sociales, lectuea muy simplista del modelo datwiniano, °* Noes dificil encontras en ol propio Frend, por aor clones evolucionists, as que impregnabin Su anc Cult de apreciar, estas dos acepciones del concepto articuladas entre si y tienen por base su signi- ica: “Camino para Hegar aun resultado.” ¥ ahora en sutilezas y matices de interpreta~ método supone un 2 priori o es el resultado la experiencia, problema impostante que podemos ver que, desde una perspectiva, “método” como un camino de investigacién precisos, como un verdadero procedimiento 0 permite et acercamiento al objeto en estudio. epcién que utilizaremos la nocién de méto- deciamos~ haremos extensiva a cada uno de n que dividimos la historia de la técni prehistoria del psicoandlisis. ada periodo metodol6gico podremos men ¢ diversos procedimientos técnicos que es- supeditados al método utilizado (p. e}., la centracién”, o de utilizacién de la mano en tes, como veremos, que dependen método catértico) que proponemos y que iremos explicando a + la siguiente:* radicional: (ratamientos fisicos y tratamien- 1886/1887 (22) e sugestin hipndtica: 1887/1889 (1892?) tipnocatirtico: 1889/1892 (:18962) 10 inicial: esboz0 del método hipnocatitico: 21890? y hipnocatactico propiamente dicho: 21891? (¢18962) avirtico: 1892/21898? +, Dinionaro eta etimalfyce, vol. 1, p. 309. gue ya hemos adelatado esta propuestay casi textual Tibco El nrimiente el pasondlisr ot, aah como sosteior Gilada “El aso Emi von Nv cea aos it epstemoldgies, ocho en este voloisen 4) Método de asociacién libre 0 método psicoanalitico: a partir de 1898, aproximadamente, y con una rigu rosidad creciente. Estos cinco periodos no pueden, obviamente, separarse en forma nitida, en la medida en que el proceso en juego cons. tituye un verdadero contineum que, sin embargo, poco tie- ne de ‘ogico”, ‘esperado’ o ‘natural. De todas formas hemos intentado indicar fechas de iniciacién y de ‘terminaci6n’ de cada period, entendida esta diltima tan s6lo como Ia de abandono de dicho método como exclusivo y/o preponde- rante, continuando luego como método complementario. La fecha que anotamos a continuacién, entee paréntesis, corresponde al momento probable de renuncia definitiva a dicho método. Los signos de interrogacién evidencian las dudas que siguen abiertas en toro a la delimitacién de fechas. Pero antes de entrar a cada uno de estos petiodos se ha- cen necesacias algunas minimas puntualizaciones termino- légicas (con claras implicaciones teéricas), que tendremos ‘ocasién de cetomar al final del presente ensayo, Como se podri apretiar en lo que precede hemos evita: do la utilizacion de los términos evolucén 0 desarrollo paca referirnos a los avatares de la historia de la técnica freudiana. Esto merece cierta explicacién ya que esos términos estin muy difundidos y suclen ser muy usuales, pudiendo en- contedrselos ficilmente en cualquier libro de historia del psicoandlisis en sus diferentes vertientes, La palabea evoludén, en su acepcién mas comin, impli- ca idea de progreso, de avance, genecalmente lineal. Vale decir: connota un punto de vista teleolégico, finalista, que se halla atin més acentuado en el concepto de ‘evolucionismo” (con cl que puede asociarse); éste ha caracterizado a mu- chas escuelas en las distintas ciencias sociales, y supone una ectuca muy simplista del modelo darwiniano.” Es notorio ° No es difel encontrar en el propio Freod, por momentos, concep. ones evelucionists, ls que impregraban su matco cultueal. Véase, por 29 que el ‘cvolucionismo? en antropologia, tan sélo por poner un ejemplo, de los diferentes autores que lo han representado histéricamente, no pudo desprenderse de un etnocentrismo y una lectura claramente finalista que se halla fuera de lu- gar para la comprensién del psicoanilisis en cualquiera de sus dimensiones de anilisis:(te6rica, clinico-técnica, epistemoldgica, etc.). Discutiremos luego, después de nues- to largo secortido, si el método y Ia técnica del psicoandli- sis pueden set entendidos en su proceso de constitucién ‘como un simple ‘desenvolvimiento’ lineal (etimologia de 12 palabra desarrolé). Vale decic, si tiene algiin sentido pensar el método psicoanalitico como ya ‘contenido’ en las for- mas de psicoterapia sugestiva o en el método hipnocatirtico, habiéndole bastado a Freud “descoger lo que estaba arrolla- do..”, como lo define la Real Academia. Si en cambio to- mamos el sentido figurado de la nocién de desarcollo alli propuesto, deberemos preguntarnos si lo que estaba en jue- go cra tan sélo “actecentas, dar ineremento a una cosa del orden fisico, intelectual o moral”, El mismo problema se-nos plagtea con la designacion de “etapas’ 0 de ‘petiodos’. No hemos logrado encontcar una acepcién que periita realmente dar cuenta de muesteo puinto de vista ya que los demés términos utilizados habitualmen- te como sinénimos (fase, estadio, etc.) también plantean dificultades muy semejantes. Es bien conocido el origen de la palabra efapa que en su acepcién mas antigua parece estar referida a cada uno de los lugares en que pernoctaba la tropa en marcha, De ahi luego quedé vincutada a la racién de comida que reci- bia la wopa en sus campaftas. Con posterioridad se genera- lizd, cn forma figurada, como la época o avance en el desarrollo de una accién o de una obta. Pero la dimensién teleolégica, en sus diversas acepcio- nes, aparece ain muy clara; el avance esté leido desde Ia cjemplo, mi article: “Freud: va inédito metapricolégica y su gontex- to” (1987), 30 meta aleanzada o a alcanzar, que se ha desarro por diferentes momentos, épocas © periodos. Las acepciones restantes, y a pesar de algun ‘atices diferenciales, ampoco resultan demasiad., or sus variadas connotaciones. Hemos optac de periodes, en una de sus definiciones m “Espacio de tiempo que inchuye toda la dur: cosa.” Sin embargo, considecimos que este té adecua cabalmente a nuestros propésitos y a1 1a del proceso de constitucién del método ps Nos deberemos conformar, por ahora, con ‘mas aclaraciones que, como antes mencionab cutirén en las conclusiones de nuestro ensayo Pasemos entonces a Ia reseiia y a la cont: historico-critica de estos métados y de su articulaciones, Estas, cada vex mas precisas, tuna parte con li teorla, y por la otra, con el creciente de Freud a su “saber inconsciente”, vés de su propio psicoanslis ‘onismo’ en antropologia, tan sélo por poner los diferentes autores que lo han representado ‘no pudo desprenderse de un etnocentrismo alacamente finalista que se halla fuera de Iu -nprensién del psicoanilisis cn cualquiera de nes de anilisis (tedrica, clinico-téenica, , etc.). Discutisemos luego, después de nues- tido, si el método y la técnica del psicoandli- entendidos en su proceso de constitucién le ‘desenvolvimiento’ lineal (etimologia de la 4), Vale decir, si tiene algin sentido pensar coanalitico como ya ‘contenido’ en las for rapia sugestiva 0 en el método hipnocatértico, tado a Freud “descoger lo que estaba arrolla- > define la Real Academia. Si en cambio to- ido Ggueado de la nocién de desarrollo alli ‘eremos preguntarnos si lo que estaba en jue- > “acrecentar, dar inceemento a una cosa del nitelectual 0 moral’ rroblema se nos plantea con Ia designacién de periodos’. No hemos logrado encontrar una vermita realmente dat cuenta de auesteo punto @ los demas términos utitizados habitualmen- rimos (fase, estadio, etc.) también plantean ‘uy semejantes. rocido ef origen de Ia palabra etapa que en su. antigua parece estar referida a cada uno en que pemnoctaba la tropa en marcha. De 16 vinculada-a la racién de comida que reci- 1 sus campafias. Con posterioridad se genera- a figurada, como. Ia época o avance en el tana accién o de una obra, nensiOn teleolégica, en sus diversas acepcio- win muy clara: ef avance esti leido descle Ia culo: “Fread: wn jnédito metapsicoligico y su contes- ‘meta alcanzada o a alcanzar, que se ha desarrollado pasando por diferentes momentos, épocas 0 petiodos, Las acepciones restantes, y 2 pesar de algunos importantes ‘matices diferencias tampoco resultan demasiado satisfactorias por sus variadas connotaciones. Hemos optado por hablar de periedes, en una de sus definiciones mas generales: “Bspacio de tiempo que incluye toda la duracion de una cosa.” Sin embatgo, consideramos que este término no se adecua cabalmente a nuestros propésitos y a nuestra lectu- a del proceso de constitucién det método psicoanalitico. Nos deberemos conformar, por ahora, con estas mint- mas aclaraciones que, como antes mencionabamos se dis- cutisn en las conclusiones de nuestro ensayo. Pasemos entonces a la resefia y a la contextualizacion hist6rico-critica de estos métodos y de sus complejas articulaciones. Estas, cada vez mas precisas, se darin por tuna parte con Ia teorla, y por la ota, con el acercamiento reciente de Freud a su “saber inconsciente”, logeado a tea- vés de su propio psicoanilisis, a1 Il. Primer periodo: Métoto tradicional: tratamientos fi: y tratamiento moral, 1886/1887 (2) EL 25 de abril de 1886, domingo de Pascua, se un peciédico vienés el siguicnte aviso: “BI D. Freud cacargado de cursos de neurologia en la | Viena, esté de vuclta tras uma estancia de seis m és y vive ahora en Rathhaussteasse 7..” Los datos son muy conocidos: Freud retornal ~efectuado geacias a una beca concedida por la ( de Viena~ que le habia permitido acceder a uno ‘08 mas importantes de Europa destinado a la a Ia formacién neurolégica: la Salpétriére. Alli h contacto con el “principe de la ciencia”, Chasco Escuela, quedando deslumbrado por la fascinam lidad del maesteo francés. Si Freud habia partido hacia Patis como net tornaba de alli como psicopatdlogo, habiéndose un giro decisivo en su carrera. Mucho se ha es este tema, y han sido sefialadas las detetminacion implicadas en ese deshimbramiento de Freud p: y en su posterior ambivatencia hacia él, lo que h: saria su reiteracién.** ‘Veamos entonces, en forma sucinta, cusles fur racteristicas del ambiente médico vienés en el intenté insertarse al poner sui consultorio e inickar privada. Nos bastaré para ello, en aras de ser bre dar una sola anéedota, tan’ grifica. como esclare« quedado relatada en una‘carta a Mattha, su novi trevista que le concediera en ese afio el catedritic ina de la Universidad de Viena, el doctor Noth 5/1884). Este reputado médico, autoridad en su " Recondenos, por ejemplo, ents ls Hees mis relent Ponts, Evel fe i le diver (Baie ae 33 Il. Primer periodo: Método tradicional: tratamientos fisicos y tratamiento moral, 1836/1887 (2?) El 25 de abril de 1886, domingo de Pascua, se publicd en un petiddico vienés el siguiente aviso: “El Ds. Sigmund Freud, encargado de cursos de neurologia en la Facultad de Viena, esta de vuelta tras una estancia de seis meses en Pa~ tis y vive ahora en Rathhaussteasse 7...” Los datos son muy conocidos: Freud retornaba del viaje ~efectuado gracias a una beca conceciida por la Universidad de Viena~ que le habia permitido acceder a uno de los cen- ‘tos més importantes de Eucopa destinado ala atencién y a la formacién neurolégica: la Salpéteigre. Alli habia hecho contacto con el “principe de la ciencia”, Charcot, y con su Escuela; quedando deslumbrado por la fascinante persona- lidad del maestro francés Si Freud habia partido hacia Patis como neusélogo se tornaba de alli como psicopatdlogo, habiéndose efectuado un giro decisivo en su carrera. Mucho se ha escrito sobre este tema, y han sido sefialadas las determinaciones edipicas implicadas en ese deslumbramiento de Freud por Charcot y en su posterior ambivatencia hacia él, lo que hace innece- saria su reiteracién.® ‘Veamos entonces, en forma sucinta, cudles fueron las ca racteristicas del ambiente médico vienés ‘en el que Freud intenté insertarse al poner su consultorio e iniciar su prictica privada. Nos bastari para ello, en aras de ser breves, recor- daz Una sola anécdota, tan, grifica como esclarecedora. Ha quedado relatada en una carta a Martha, su novia, una en- trevista que le concediera en ese afio el catedtitico de medi- cina de la Universidad de Viena, et doctor Nothnagel (28/ 5/1884), liste reputado médico, autoridad en su momento, Se eran eee 33 busca ‘orientar’ al joven Freud y le sefiala las enormes difi- cultades del trabajo privado como neurélogo. Le-acepta la posibilidad de vivir de la electroterapia, pero su clientela de- penderd le dice~ de las derivaciones de los médicos de me- dicina general para tratamiento eléctrico, situacién nada facil. Por ello termina aconsejéndole emigrar al extranjero: Buenos Aires 0 Madrid, donde podsia recomendaelo. Este cjem- plo habla por si solo y nos exime de mayores comentatios. Pasemos ahora a revisar las respuestas técnicas ¢ inspru- mentales que podian ofrecerse en la época. Para ello debere- ‘mos referitnos brevemente a las condiciones en que se daba €l trabajo privado de un neurdlogo, asi como a las preocu- pacioncs tedricas del momento. Es decie, a la estructuracién del campo psicopatoldgico, especialmente en relacién con las neurosis Qué pacientes llegaban en esa época a la consulta privada de quien, como Freud, ofrecia sus servicios con esa imprecisa autodefinicién de “especialista en enfermedades nerviosas”?! En a medida en que Jos pacientes con graves trastornos psiquicos eran llevidos de manera directa a la consulta psi- quidtrica, el campo del neurdlogo quedaba bastante mis reducido, Obviamente acudian pacientes con trastor- nos neuroldgicos y, en especial, aquellos que podriamos englobar dentro del término de ‘neuréticos’ Pero equé se entendfa por ‘neurosis’ én esa época?, cou era Ia concepcién teérica y la delimitacién nosolégica que regulaba el abordaje y tratamiento de esos pacientes? Recordemos que en el campo de las neurosis las preocupa- ‘ciones cientificas habjan sufrido severas transformaciones a partir det siglo xvi y atin en el transcurso del siglo XIX. De Ia gran preocupacién por los “estados magnéticos”, y por ef més inquietante de ellos: el sonambulismo, abierta por Mesmier y sus discipulos, se habia pasado a jerarquizar otras problemiticas. En primer lugar las lamadas “‘personalidades Deoondinecién qoe, sin embargo, tenia toda su hstodia, pudiondo temoateete por lo meno? a J.C. Reil (1759-1813) : 34 miltiples”, culminando con los intentos de « de la patologia que mis se destacé a fines del histeria, Ia que parecia incluir y sintetizar toda tudes y preguntas anteriores. Se solfa diferenciar en ta época las “neutos histetia e hipocondria, de las “neurosis menore: minadas neuralgias, herederas de to que en el § recibia el simple nombre de ‘dolores’. La hipocondria fue perdiendo jerarquia 1880, llegando a diluirse como entidad nosolég visualizada tan slo como sintoma de ottas af justamente en 1880 que Beard, un médico noc postula la existencia de una nueva afeccion, ta tun papel protagénico en ta concepcién psicop la época. Nos referimos ala neurastenia que, validacién que le otongaron importantes y rc: guras de la neurologia y de la psiquiatria de la ellos el propio Charcot), obtavo una carta de imponiéndose como entidad nosolégica de pri tancia. AGn hoy, en un plano meramente de: xeconocidi pot el campo psiquidtrico y esta in dos grandes clasificaciones de Enfermedades tadas internacionalmente (Organizacién Mundi Jud y American Psychiatric Association), que al ‘c6digo” de comunicacién entre psiquiatrax Asi, cuando Freud inicia su peéctica privac sisterndtica, hacia fines de la década de 1880, Ix Psicopatolgica de la época, en relaci6n con las ne noce y diferencia dos grandes afecciones que e: campo: Ia histeria y la neurastenia. Se ageegan dades afecciones mal delimitadas y peor teoriz veces vistas como sintomas o sindromes, por eje: obsesiones, trastornos epilépticos y neurosis Recordlemos que en la primera edicién de * psigiiairia (1883), de tanta repercusién en la hi disciplina, Kraepelin todavia no otorgaba a las tar’ al joven Freud y le sefiala las enormes difi- 1 trabajo privado como neurdlogo. Le acepta la Je vivie de Ia electroterapia, pero su clientela de- dice— de las derivaciones de los médicos de me- ral para tratamiento eléctrico, situacién nada Uo termina aconse}indole emigrar al extcanjero’ 8 0 Madrid, donde podria recomenciaslo, Este ejers- ot si solo ¥ nos exime de mayores comentarios. ahora a fevisar las respnestas técnicas ¢ insteu- 1e podian oftecerse en la época. Pata ello debere- 4os brevemente a las condiciones en que se daba rivado de un neurdlogo, asi como a las preocu- Sricas del momento. Es decir, a la estructuracién, psicopatolégico, especialmente en relacién con, fentes Negaban en esa época a I consulta privada >mo Freud, offecia sus servicios con esa imprecisa 5a de “especialista en enfermedades nerviosas"”?” edida en que los pacientes con geaves trastornos an Hevados de manera directa a 1a consulta psi- el campo del neurdlogo quedaba bastante do. Obviamente acudian pacientes con trastor ogicos y, en especial, aquellos que podefamos antro del término de ‘nentéticos’. x6 se entendia por ‘neurosis’ en esa época?, ¢cual epcién teérica y la delimitacién nosoldgica que abordaje y tratamiento de esos pacientes? mos que en el campo de las neurosis las preocupa tifieas habjan suftide severas transformaciones a glo XVIII y atin en el transcurso del siglo XIX. preocupacién por los “estados magnéticos”, y inguictante de ellos: el sonambulismo, abierta por 1us discipulos, se habia pasado a jerarquizar otras cas. Bn primer lugar las lamadas “personalidades, inaciém que, sin embargo, tein toda su historia, pudiendo or lo menos a } C. Rell 1759-1813}. miltiples”, culminando con los intentos de comprensién de la patologia que mis se destacé a fines det siglo x1x: la histeria, la que parecia incluie y sintetizar todas las inquie- tudes y preguntas anteriores Se solia diferenciar en la época las “neurosis mayores”: histetia ¢ hipocondria, de las “neurosis menores”, las deno- minadas neuralgias, herederas de lo que en el siglo anterior recibia el simple nombre de ‘dolores La hipocondsia fue perdiendo jeracquia entre 1850 y 1880, Hegando a diluirse como entidad nosolégica, paca ser visualizada tan sélo como sintoma de otras afecciones. Es justamente en 1880 que Beard, tin médico norteamericano, postula la existencia de una nueva afeccién, Ia que tendeia un papel protagdnico en la concepcién psicopatolégica de a €poca. Nos referimos a la neurastenia que, mediante la validacién que le otorgaron importantes y reconocidas fi guras de la neurologia y de la psiquiatria de la époce (entre ‘ellos el propio Charcot), obtuvo una carta de ciudadania, imponiéndose como entidad nosoldgica de primera impor tancia, Atin hoy, en un plano meramente descriptivo, es reconocida por el campo psiquitrico y esti incluida en las, dos grandes clasificaciones de Enfermedades Mentiles acep- tadas internacionalmente (Organizacién Mundial de la Sa- lud y American Psychiatric Association), que conforman cl ‘cédigo” de comunicacién entce psiquiatas. Asi, cuando Freud inicia su prictica privada de manera sisteindtica, hacia fines de la década de 1880, Ia concepcién psicopatolégica de la época, en relacién con las neurosis, reco- noce y diferencia dos grandes afecciones que esteuctaran él campo: la histeria y la neurastenia. Se apregan a.estas enti dades afecciones mal delimitadas y peor teorizadas, muchas veces vistas como sintomas 0 sindromes, por ejemplo fobias, obsesiones, trastorrios epilépticos y neurosis traumaticas. Recordemos qué en la primera edicién de su Trasado de (psiguiatria (1883), de vanta repercusién en la historia de esa disciplina, Kraepelin. todavia no otorgaba a las neurosis un 35 apartado independiente, Se la encuentra en dos capitulos: al de los “estados crepusculares” (incluyendo entre otros, los “estados crepusculares epilépticos e histéricos”) y en los “estados de debilidad mental psiquica”. Apenas en su se- gunda edicién (1887) Kracpelin separé las neurosis en una nueva secciGn, Las definié en ese momento como “trastor- os nerviosos funcionales” y se preocupé por mencionar las alteraciones psiquicas que los acompaiian. Estos se dife- rencian en trastornos psiquicos: neucasténicos, histéxicos, epilépticos y coréicos. ‘Veamos ahora, luego de este preimbulo, cules eran las técnicas terapéuticas que pretendian dar sespuesta a estas problemdticas. Los tratamientos propuestos se dividian en dos geandes grupos; a saber: a) isicos 4) morales (en relacién con las dos grandes posturas existerites frente a la enfermedad mental). 4) Los primeros consistian en electsotesapia (fundamen- talmente faradizacién parcial y total, aunque también Ta apli- caciém de cortiente galvinica), distintas formas de hidroterapia y de detetminadas sustancias farmacoldgicas Tavo también much6 éxito en ese momento la “cura de reposo”, conocida también como “cura de Playfair", pro- puesta por otto neurdlogo norteamericano, Weir Mitchell. Esta combinaba casi todos estos abordajes técnicos y pres- ceibia como fundamental el aislamiento del paciente de su medio familiar (técnica que, como podtemos apreciar, co- tresponde al “tratamiento moral”) y su reposo absoluto. Froud tuvo a su cargo en 1887 la resefia de la traduccién alemana del libio de Weir Mitchell, aparecido en ese aio en Beslin. La obra levaba como titulo BY tratantienso de ier tas formas de neurastenia ¢-histeria El propio Beatd proponia para el tratamiento de la neu- rrstenia Io siguiente: ténicos fisicos y psiquicos del sistema nervioso, abarcando el ejercicio muscular, la “clectrizacién” general, asi como la administracién de fosforo, estticnina y arsénico (si. 36 43) Fen cuanto a los tratamientos morales tal ve tio hacer un poco de historia. Sauci (1969) ha « fases por las que atraves6 dicha forma de tes primera se remonta a Pinel, Esquirol y Reil, va ubicarnos temporalmente, a principios del s imtentaba retornar al alienado a los “caminos ¢ Para ello el psiquiatra, ubicado en un papel é toda su influencia personal desde un rol pate aaconsejar, premiat, reprochar, amanazat e incluso severicad. Se buscabva la emergencia de nuevas j as que se podrian anular los efectos negativos que dominaban a los enfecmos. La segunda fa diados del siglo XIX, suponia el abandono de “eatralidad’ antetior y adoptaba la utilizacién Premeditada de la influencia psiquica mis sv alienado. Habia que cambiar en los pacientes la mérbidas sustituyéndolas por disposiciones im esto debia hacerse lentamente, con gran perseve la accién constante del medio y de las personas ban al enfermo, Se trataba ahora de teflexio conjunta con el paciente, con quien se discutia intentaba convencer de sus cxrores, buscando c mientos y vilores ‘adecuados’. La tercera fase, ligeramente posteriot, corres Hamada “‘pedagogia psiquica”, centrada en tod: cas de persuasién. Habfa que ganar la confianz mo con actitudes que revelaran serenidad, seguridad. EI ‘deber ser’ se imponia al pacier papel de guia y consejero, en un émbito de ‘re imprescindible ‘humanitarismo’ Como se puede observar se tata de fases de método, el que se va tefinando y puliendo para cada vex mis en una técnica de manipulaciiy Ia pat que se va algjando del plano impositivs, Vale Ja pena citar en este punto a Sauri, en » que tendremos ocasiéin Ue setémar luego. Dice as: lependiente. Se 1a encuentra eri dos capitulos: stados crepusculares” (incluyendo entre ottos, crepusculares epilépticos e histéricos”) y en los debilidad mental psiquica”. Apenas en su se- sn (1887) Kraepelin separé las neurosis en una 1. Las defini6 en ese momento como “trastor- os funcionales” y se preocupé por mencionar 1es psiquicas que los acompafian, Estos se dife- rastomos psiquicos: neuraténicos,histéricos, thora, Inego de este predmbulo, cules eran las péuticas que pretendian dar respuesta a estas 1s. Los'tratamientos propuestos se dividian en ‘grupos; a saber: 4) fisicos 4) morales (en relacién srandes posturas existentes feente a la enfermedad ‘imeros consistian en electroterapia (fandamen- \dizacién parcial y total, aunque también Ta apli- cortiente galvanica), distintas formas de y de determinadas sustancias farmacol6gicas én mucho éxito en ese momento la “cura de nocida también como “cura de Playfair”, pro- stro ‘neurdlogo nosteamericano, Weir Mitchell. vaba casi todos estos abordajes Kcnicos y pres- fundamental el aislamiento del paciente de su jar (técnica que, como podremos apreciar, co- “teatamiento moral”) y Su teposo absoluto. ro a su cargo en 1887 la resefia de la traduccién libro de Weir Mitchell, aparecido en ese afio en bra Hevaba como titulo E/ tratamiento de cier ¢ nenrastenia bisteria. > Beard proponia para el tratamiento de Ia neu- iguiente: tGnicos fisicos y psiquicos del sistema arcando el ejercicio muscular, la “clectrizacién” como la administracién de fsforo, esteicnina y 4 4) Fn cuanto a los tratamientos morales tal vez sea necesa- tio hacer un poco de historia, Sauri (1969) ha destacado las fases por las que atravesé dicha forma de tratamiento. La ptimera se temonta a Pinel, Esquirol y Reil, vale decir, para ubicatnos temporalmente, a principios del siglo XIX. Se intentaba tetornar al alienado a los “caminos de la razén” Para ello el psiquiatra, ubicado en un papel ético, utilizaba toda su influencia personal desde un rol paternalista para aconsejat, premiat, reprochar, amenazar € incluso castigar con severidad. Se buscaba la emergencia de nuevas pasiones con fas que se pocirfan anular los efectos negativos de aquéllas que dominaban a los enfermos. La segunda fase, ya a me~ diados del siglo XIX, suponfa el abandono de la excesiva ‘teattalidad’ anterior y adoptaba Ia utilizacin voluntacia y ptemeditada de Ia influencia psiquica més sutil sobre el alienado. Habia que cambiar en los pacientes Tas tendencias mérbidas sustituyéndolas por disposiciones inversas. Todo esto debia hacerse Ientamente, con gran perseverancia y por la accién constante del medio y de las personas que rodea- ban al enfermo. Se trataba ahora de reflexionar en forma conjunta con el paciente, con quien’se discifia, a quien se intentaba convencer de sus errores, buscando crearle senti- mientos y valores ‘adecuados’. La tercera fase, ligeramente posterior, correspondié a la Hamada “pedagogia psiquica”, centrada en todas las técni- cas-de persvasion. Habia que panar la confianza del enfer- mo con actitudes que revelaran serenidad, firmeza y segutidad. El ‘deber set’ se imponia al paciente desde el papel de guia y consejero, cn un ambito de ‘respeto’ y un imptescindible ‘humanitarismo’, Como se puede observar se trata de fases de un mismo método, el que se va refinando y puliendo para convertirse cada vex mas en una técnica de manipulacién psicoligica, a ta par que sc va alejando del plano impositivo. ‘Vale la pena citar en este punto a Sauri, en un problema que tendremos ocasi6n de retomac huego. Dice asi: “Ordenada 37 a conquistar Ia confianza del enfermo, la terapéutica se cen- tra en la libertad y la Fraternidad: de aqui a ta sugestin no hhay sino un paso que muchos alienistas dieton, apoyindo- se en su aspecto y autoridad. Sin embargo, la diferencia en- tre ambos métodos terapéuticos [se refiere a persuasion y sugestion; agregado J. P] pese a sus semejanzas, es muy mar- cada pues media ta distancia que separa lo racional, modo propio de la terapéutica moral, persuasiva de fo creencial, donde la sugestidn, cuando no la omnipotencia, resulta ser de todos, el Fictor mas importante.”"* No en vano un disefpulo de la Escuela de Nancy, Dubois, reaccioné violentamente contra la terapia sugestiva por su ireacionalisino, por anular la voluntad del paciente, volvien- do a testaurar y profundizar el’ tratamiento moral en forma de psicoterapia moral. La misma reaccién racionalista se dio en Alemania con Ia figura de Ottomac Rosenbach, a partir de 1890. Por ello, autores como Léper Pifiero y Mo- tales Meseguer, hablan de la linea Rosenbach /Dubois ia que, como lo han mostrado Chertok y De Saussure, constituyé el antecedente girecto de formas actuales de psicoterapia racional (atilizadas, por ejemplo, en la ex URSS). No esta por demés destacar la ‘actualidad’ de toda esta historia, apa- rentemente tan lejana. Retornemos un momento a Kraepelin y a la segunda edi- cién de su Thitado de psigniatria (1887) donde sefiala la te- rapéutica de las neurosis: curas dietéticas y tratamiento Psiquico, este iiltimo entendido en el sentido de una “deli- cada y paciente, pero firme pedagogia”.™ Como podemos apreciar, pese a nacer el tratamiento mo- ral en las instituciones psiquidtricas de reclusién de los alienadlos, también sé extendid.a los pacientes neuréticos. Uno de los autores que ha trabajado extensi y profunda- mente el tema ha sido Robert Castel, brillante socidlogo 2 | Saori, Historie de las ideas poigiidirias, p. 154 » E, Kesepelin, ctado por Laper Piflero y Morales Mesegques, Nor- rosis_» pucoerapi, p. 360. 38 francés, cuyos ensayos, en este campo, son conv los de Foucault. Desartolla toda la problemitic miento moral en un excelente atticulo de 1970, setoma en multiples pasajes en un libro poster! Rescata Castel un texto de J. P. Falret de 185 tituye, segrin nos dice, la exposicién mas sister el “tratamiento moral”, Nos sera de utilidad | cién de un fragmento de ese texto. Dice Falret: las tivales se reparten y se cepartiran ain du tiempo a los médicos alienistas: la escucla so escuela psicologica, Los unos mantienen que, cura una enfermedad fisica, es absurdo intents otros medios que no sean el de los medicamen: medios morales pueden tener, todo lo mis, algin consuelo 0 como alivio pasajero. Los ottos, al c: viendo en Ia locura mas que una afeccién de! considetan eficaces los medios morales, anilog: se pueden emplear en el estado normal, para error o una pasion y ridiculizan ~como lo han } Leuret, por ejemplo— el absurdo que supone el purga o un emplasto para corregir un error det lugar de emplear contra ello el nico remedic eficaz: unas objeciones.”" Este pérrafo nos permite visualizar més claran ble vertiente terapéutica de métodos tradicionale recibid de su contexto cultural, los que adopts © No acompaitaremos, en este momento, a C valiosos andlisis sobre el sentido del tratamiento + forma de control social, en una verdadera “teers intecvencién”, como la denomina, destinada + una relacion de poder especifica entre el médica y para acuttdlizar y manipular la enfermedad me * R. Castel, “Et social en el siglo xix" ® R. Castel, BY onder pripuistrice JR Fale, ctado por R. Castek “BL tratamiento mora.” stamieato moral, Teeapéviiea met a confianza del enfecmo, ta terapéutica se cen- tad y la frateenidad: de aqui ala sugestién no vaso que muchos alienistas dieton, apoyando- cto y autoridad. Sin embargo, fa diferencia en- Gtodos terapéuticos [se refiere a persuasion y yado J. P] pese a sus semejanzas, es may mar- sdia la distancia que separa lo racional, modo tecapéutica moral, persuasiva de lo creencial, jn, cuando no la omnipotencia, resulta see ‘actor mis importante.” © un discipulo de la Escuela de Nancy, Dubois, Jentamente contra Ia terapia sugestiva por su >, por amular la voluntad del paciente, volvien- cy profundizar el tratamiento moral en forma ia moral. La misma reaccién cacionalista se ania con la figura de Ottomar Rosenbach, a 0. Por ello, autores como Lopez Piffero y Mo- ‘x, hablan de fa linea Rosenbach/Dubois la que, mostrado Chertok y De Saussure, constituy ‘e directo de formas actuales de psicoterapia izadas, por ejemplo, en la ex URSS), No esta stacar la ‘actualidad’ de toda esta historia, apa- an lejana bs un momento a Keaepelin y a la segunda edi- ‘rasado de priguiaerla (1881) donde sefiala Ta te- las neurosis: curas dietéticas y tratamiento » Gltimo entendido en el sentido de una “deli- te, pero firme pedagogia”.” lemos apreciar, pese a nacer el tratamiento’ mo- stituciones psiquidtricas de reclusién de fos nbién se extendid a los pacientes neutbticos. s autores que ha trabajado extensa y profunda- va ha sido Robert Castel, brillante sociglogo 4, Hisar de las ideas puiguistrcas, po 154, lin, citade por Lopes Piro y Morales Mesegdes, Now via, p 360. francés, cuyos ensayos, en este campo, son convergentes con, los de Foucault. Desarrolla toda la problemética del trata- miento moral en un excelente articulo de 1970," tema que retoma en milltiples pasajes en un libro posterion.'® Rescata Castel un texto de J. P. Falret de 1854 que cons- tituye, segin nos dice, la exposicién mis sistematica sobre el “

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