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LA REFLEXIÓN SOBRE LA PROPIA PRÁCTICA1

PROF. MARÍA CARMEN QUERCIA

¿EN QUÉ CONSISTE “REFLEXIONAR SOBRE LA PROPIA PRÁCTICA”?


La reflexión sobre la propia práctica supone “ la capacidad de ir y venir de
los particular a lo general, de encontrar marcos de interpretación teóricos para
dar cuenta de una situación singular así como de identificar rápidamente
incidentes críticos o prácticos que permiten desarrollar o cuestionar una
hipótesis” (Perrenoud, 2006:110).

En este sentido, entendemos al proceso de reflexión como aquel que permite


darnos cuenta y dar cuenta de nuestras propias acciones y de la diversidad de
condicionantes que las determinan. Es la capacidad de volver la atención sobre
los propios actos, en un intento de comprensión histórica de los mismos. La
reflexión se constituye entonces en un puente entre la teoría y la práctica, entre
el pensamiento y la acción, entre los materiales curriculares, lo metodológico y
los problemas que nos plantea la realidad.

Jackson (1968) ha sido uno de los primeros estudiosos en intentar comprender


los pensamientos de los profesores, aportando conceptualmente la valiosa
distinción entre las fases preactiva, interactiva y postactiva de la enseñanza.
Dicha distinción permite, por un lado, diferenciar como momentos claves para
la reflexión las tareas preactivas y las postactivas, momentos en los que se
lleva a cabo una “conversación” sobre el propio trabajo (Schavelson, 1986)
diferida en el tiempo, lo que favorece la reflexión entendida como puente entre
la teoría y la práctica. Y por otro, comprender la complejidad de los momentos
interactivos, en los que la simultaneidad, imprevisibilidad e incertidumbre
determinan muchas de las decisiones que toma el docente.

Desde esta distinción, se percibe la importancia de trabajar sistemáticamente


en los momentos previos y posteriores a la práctica interactiva, ya que es allí
donde se pueden analizar reflexivamente lo que se hace en los momentos de
mayor incertidumbre; es allí donde se pueden articular reflexivamente la
teoría y la práctica.

1
Fuente: Sanjurjo, L., (2009), (coord.). Los dispositivos para la formación en las prácticas
profesionales. Homo Sapiens Ediciones. Rosario.
En consecuencia, reflexionar, como acto de considerar de nuevo y
detenidamente una cosa, se hace fundamental en una práctica en la que se ha
estado participando. Por ello, resulta necesario que se lleve a cabo una tarea
superadora del análisis superficial.

Es la necesidad de reflexión, de intervenciones deliberadas, contextualizadas y


fundamentadas en conocimientos teóricos lo que hace posible considerar las
prácticas docentes como prácticas profesionales.

¿CÓMO SE PUEDE REFLEXIONAR SOBRE LA PROPIA PRÁCTICA?


Si bien no hay un protocolo, un buen punto de partida consiste en preguntar-se
respecto de ella. No es necesario responder a cada interrogante que surja, sino
tratar de imaginar posibles respuestas en el marco del complejo entramado de
la enseñanza para contribuir a mejorar los aprendizajes de los estudiantes.

Conforme a lo que plantea Jackson, y solo a modo de ejemplo, podemos


pensar en las siguientes cuestiones:

Las actividades planificadas, ¿fueron acordes con los propósitos planteados?


¿Se entrelazan de modo tal que, cada una se constituye en un punto de apoyo
para la siguiente y ésta a su vez lo retoma y avanza en algún sentido sobre la
anterior?

¿Consideramos los procedimientos de los/las estudiantes que son diferentes a


los previstos? En este caso, ¿realizamos algún registro de cómo intervenimos
ante ellas?

¿Cómo intervenimos ante los errores que cometieron los/as chicos/as?


¿Interpelamos algunas de esas intervenciones para mejorarlas?

¿Alguna decisión didáctica generó obstáculos en los estudiantes? ¿Cuál? A


partir de ello, ¿cuáles son, concretamente, las modificaciones que
realizaríamos a la planificación realizada?

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