pareja, pero también entre amigos, familiares o en el trabajo o la escuela. El acosador psicológico
actúa de acuerdo con sus intereses, y suele culpabilizar, incomodar y provoca miedo a su víctima.
Sufrir acoso psicológico es una de las peores experiencias que puede experimentar el ser humano,
y muchos estudios muestran que el acoso psicológico tiene efectos muy negativos para los
individuos: deterioro de la salud física y psicológica, ansiedad, problemas para dormir, falta de
concentración… En este artículo hablaremos de qué es el acoso psicológico y de cuáles son las
señales de alarma que lo caracterizan.
Pese a que asociamos el acoso al daño físico, existe una forma muy común y menos visible de
maltrato: el acoso psicológico, moral o emocional. El diccionario de la lengua española define este
fenómenos como “un trato vejatorio y descalificador hacia un individuo, con el objetivo de
desestabilizarlo psíquicamente”. Dicho de otro modo, lo que pretende el acosador psicológico es
dañar la dignidad e integridad moral de la víctima.
Pero lo que caracteriza al acoso psicológico es que no es una acción puntual, sino que los actos de
acoso se van repitiendo a lo largo del tiempo y de manera progresiva, lo que causa en la víctima
una gran impotencia, incertidumbre y una pérdida de autoestima y confianza en sí misma. En
casos extremos el acoso psicológico continuado puede terminar en suicidio.
Sus consecuencias
El acoso psicológico puede terminar causando serios problemas mentales para la víctima, porque
pese a ser silencioso, es devastador para la persona que lo sufre. La baja autoestima es un factor
clave en este tipo de fenómeno, porque además de convertirse en una consecuencia, también
puede ser una causa que provoque la víctima acabe en una situación de indefensión aprendida.
La persona víctima del acoso psicológico puede sufrir diferentes problemas como estrés, ansiedad,
depresión e incluso adicción a sustancias psicoactivas, y, en muchos casos, no es plenamente
consciente de que está siendo humillada.
Uno de los escenarios más frecuentes de este tipo de violencia o abuso son las relaciones íntimas
(como la pareja) pero puede darse en otras situaciones, por ejemplo, en la escuela (Bullying) o en
el trabajo (mobbing). Aunque la figura del acosador suele asociarse a los varones, los estudios
muestran que si se tienen en cuenta todas las formas de realizar este comportamieto dañino,
tanto hombres como mujeres se acosan mutuamente con tasas iguales. En el acoso psicológico
aparecen ofensas verbales, amenazas, intimidación y críticas constantes, así como tácticas más
sutiles como la intimidación, la vergüenza y la manipulación.
Pero, ¿cuáles son las señales del acoso psicológico? ¿y cuáles son sus características? Si estás
pasando por esta situación, a continuación puedes encontrar una lista de señales que podrían
indicar que estas sufriendo este tipo de maltrato:
Especialmente en el caso de la pareja, el acosador se centra en las cosas negativas e infravalora las
positivas. Sólo señala los defectos y te desprecia.
1. Te humilla públicamente
Una forma más o menos reciente de acoso psicológico es lo que se conoce como ciberacoso, que
surge con las irrupción de las nuevas tecnologías, y no es más que el acoso psicológico a través de
la red.
4. Te causa malestar
Estar cerca de esa persona te produce malestar o ansiedad, llegando incluso a evitarla. Este
comportamiento es un intento de evadir situaciones desagradables.
Muchas veces sus palabras no tienen fundamento, y el acosador te puede acusar por cosas de las
que no eres culpable. Por ejemplo, por el comportamiento de los hijos que se porta mal, al
culparte a ti.
Aunque no tiene por qué producirse violencia física en este tipo de acoso, si que es frecuente que
el acosador amenace con lastimar a la persona y a los seres queridos, por ejemplo, a la mascota,
familia, hijo…
7. Tu autoestima se resiente
La autoestima es lo primero que se resiente, pues el acosador, en algunos casos, pretende dañar
tu dignidad y tu persona de forma consciente. En la pareja, puede hacerte sentir como que no
vales nada.
8. Comportamiento confuso
En las relaciones cercanas, estas personas no siempre aparentan ser así (es decir, crueles y
desconsideradas) pues en ocasiones pueden ser incluso cariñosos. Estas conductas pueden
confundirte.
El daño físico no se lleva a cabo hacia la persona, sino hacia otras entidades. Por ejemplo, el móvil,
al tirarlo y romperlo contra la pared.
En casos como el acoso escolar, se te aisla del grupo y se te hace sentir diferente delante de los
demás.
Cuando la forma de actuar tiene como objetivo dañar tu dignidad, también intenta que los demás
no te respeten. Por ejemplo, hablándoles mal de ti.
El acosador puede emplear el sarcasmo o las burlas para desmoralizarte o hacer que te sientas mal
consigo mismo.
El acoso psicológico no es algo que ocurra de la noche a la mañana, sino que sucede de manera
progresiva y prolongada en el tiempo. Es por eso que es tan perjudicial, pues el malestar se
cronifica.
15. Te chantajea
Quizás te interese: "El chantaje emocional: una poderosa forma de manipulación en la pareja"
Una forma muy habitual de acoso, y que puede tener unas características distintas y peculiares, es
el mobbing o acoso laboral, que puede venir desde los compañeros de trabajo o desde la empresa.
Estas son algunas de las señales que pueden aparecer cuando esta situación se manifiesta:
16. Te mandan tareas imposibles
En el trabajo, para desestabilizarte y hacerte sentir poco capacitado, pueden asignarte objetivos o
proyectos con plazos de entrega inalcanzables o desgastantes.
Pero no solo puede ser un problema los plazos, sino que pueden mandarte tareas que no encajan
con tus capacidades o que requieren gran cantidad de esfuerzo y trabajo para hacerte sentir como
un incompetente.
Sufres discriminación a nivel laboral respecto al resto de sus compañeros. Por ejemplo, pueden
hacer sentir mal a una mujer por un embarazo.
Te quitan responsabilidades para que te sientas poco útil y te aburras, lo que puede provocar
boreout.
Desde la empresa no valoran el buen trabajo, y de esta manera, no te sientas a gusto en tu espacio
profesional. Se te infravalora constantemente.
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1. No ceden el poder
Hay personas que son sarcásticas por naturaleza, usan el sarcasmo como un estilo de
comunicación, casi siempre con tono humorístico. Puedes detectarlas porque recurren al
sarcasmo en diferentes situaciones e incluso lo usan con ellas mismas. Su objetivo no es
menospreciar ni dañar a los demás.
“La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe” – Jacinto Benavente
También hay quienes usan el sarcasmo como un escudo, disfrazando de “broma” lo que no se
atreven a decir directamente. En esos casos el sarcasmo puede ser hiriente y bastante
desagradable. El motivo más usual por el que las personas recurren a este recurso es por un deseo
de sobresalir aplastando a los demás. En su base casi siempre se esconde un problema de
autoestima ya que, quien brilla con luz propia, no necesita apagar la luz de los demás.
El motivo más usual por el que las personas recurren al sarcasmo es por un deseo de sobresalir
aplastando a los demás.
Al final, esa fatiga mental les pasaba factura, por lo que tenían más dificultades para controlar sus
impulsos y gestionar sus emociones. Como resultado, eran más propensas a devolver el ataque
verbal ya que no tenían el autocontrol necesario para gestionar asertivamente su estado
emocional.
1. No ceden el poder
Quien te enfada te controla. Enfadarse o irritarse ante un comentario sarcástico significa que le
estamos dando el poder a nuestro interlocutor para controlar nuestras emociones y reacciones.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen un gran autoconocimiento, por lo que son
capaces de responder con autenticidad. Eso significa que se mantienen fieles a sus valores
independientemente de la situación.
Por ejemplo, si piensan que los demás merecen ser tratados con respeto, no harán una excepción
para atacar a alguien excusándose en el sarcasmo. Eligen lidiar con la situación desde una postura
respetuosa. Esa decisión les permite mantener su paz interior. No importa cuánto les tienten, no
se ponen al nivel de su interlocutor, transmitiendo con su comportamiento una gran lección de
vida.
“Nunca llegarás a destino si te paras a tirar piedras a cada perro que te ladre”, dijo Winston
Churchill. Las personas emocionalmente inteligentes son conscientes de ello, por lo que eligen qué
batallas vale la pena luchar.
No tienen miedo a las confrontaciones, pero son lo suficientemente inteligentes como para saber
cuándo es mejor ahorrar energía e ignorar ciertos comentarios que solo tienen el objetivo de
enfadarles. Estas personas no sienten la necesidad de “ganar” o tener la última palabra y cuando
consideran que es necesario corregir, se comportan de manera asertiva, sin atacar a su
interlocutor.
2. Bromear. El sentido del humor es un arma excelente para salir de situaciones sociales
embarazosas, por lo que también se puede utilizar para lidiar con el sarcasmo. Si respondes con
sentido del humor, tu interlocutor se lo pensará dos veces antes de volver a realizar un comentario
sarcástico. Y de paso le demostrarás que tienes una autoestima a prueba de balas.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen un gran autoconocimiento, por lo que son
capaces de responder con autenticidad.
3. Señalar los motivos. Si alguien ha utilizado un comentario sarcástico delante de los demás para
quedar mejor, puedes limitarte a señalar su motivo, preferentemente en forma de pregunta. Por
ejemplo, puedes decirle: “¿Estás diciendo eso para intentar parecer más inteligente?”. Al
desenmascarar sus intenciones le dejas claro que no debe repetirlo.
4. Pedir aclaraciones. Si no puedes obviar el sarcasmo, una forma sencilla para lidiar con ese
comentario pasivo-agresivo consiste en pedir aclaraciones. Puedes preguntar: “¿Qué has querido
decir?”. Lo usual es que la persona se corrija y dé marcha atrás.
5. Dejar clara la posición. Puedes decir lo que piensas sin enfadarte, como por ejemplo: “Creo que
ha sido un comentario desafortunado”. De esta manera mantienes tu integridad y, a la vez, le
haces notar a tu interlocutor que no toleras ese tipo de comentarios.
¿QUÉ impulsa a un niño a hostigar a otro? Si usted ha sufrido alguna vez el acoso de alguien, tal
vez se sienta tentado a decir que no le importa el porqué de su conducta, pues no hay nada que la
justifique. Y probablemente esté en lo cierto. Sin embargo, existe una gran diferencia entre buscar
razones y buscar excusas. Las razones por las que un niño se convierte en un abusón no justifican
su mal comportamiento, pero quizá nos ayuden a comprenderlo. Y tal comprensión puede resultar
muy valiosa. ¿Por qué?
Un antiguo proverbio dice: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera” (Proverbios
19:11). A veces, la víctima de acoso deja que la cólera la ciegue y la llene de frustración e incluso
odio. Pero si es perspicaz y comprende por qué el agresor actúa de cierta manera, quizá logre
apaciguar la ira que siente. Eso, a su vez, le permitirá pensar con mayor claridad y buscar una
solución. Así pues, analicemos algunas de las causas de este inaceptable comportamiento.
En muchos casos, los años de formación del acosador han estado marcados por el mal ejemplo de
sus progenitores o por un absoluto abandono. Muchos de ellos han tenido padres fríos o
indiferentes, o padres que les han enseñado a valerse de la ira y la violencia para resolver los
problemas. Quienes se han criado en ese entorno familiar quizá no se percaten de que sus
agresiones físicas y verbales constituyen acoso. De hecho, es posible que hasta piensen que su
conducta es normal y aceptable.
Una joven de 16 años que había sido maltratada por su padrastro y sus compañeros de escuela
dice que empezó a intimidar a otras personas cuando llegó a la secundaria. Ella admite: “Estaba
tan enojada; buscaba peleas con todo el mundo. El dolor que sientes hace mella en ti. Y entonces
quieres que los demás también lo sientan”. Aunque la violencia física tal vez no sea muy común
entre las muchachas, sí lo es la ira que hay detrás de dicho comportamiento.*
Por desgracia, tales métodos muchas veces funcionan. Shelley Hymel, consejera adjunta de
Educación de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), quien ha estudiado durante veinte
años el comportamiento de los niños, señala: “Algunos chicos tratan de arreglárselas como sea
para obtener lo que buscan, y lamentablemente, la intimidación surte efecto. Consiguen lo que
desean: poder, prestigio y atención”.
Otro factor que contribuye a que el problema del acoso aumente es la falta de supervisión.
Muchas víctimas se sienten desamparadas, y lo triste es que en la mayoría de los casos esa es la
realidad. Debra Pepler, directora del LaMarsh Centre for Research on Violence and Conflict
Resolution —un centro de investigación sobre la violencia—, de la Universidad de York (Toronto,
Canadá), estudió el comportamiento de los alumnos en el patio de recreo de la escuela y observó
que los maestros solo descubrían y detenían el 4% de los casos de intimidación.
Sin embargo, la doctora Pepler opina que es de crucial importancia que alguien intervenga. Ella
señala: “Los niños son incapaces de resolver el problema porque es una cuestión de poder; cada
vez que uno de ellos se mete con otro, su poder se refuerza”.
Entonces, ¿por qué no se denuncian más casos de hostigamiento? Porque las víctimas están
convencidas de que si lo hacen, la situación se agravará. Por ello, hasta cierto punto, muchos
jóvenes han pasado sus años escolares en un constante estado de ansiedad e inseguridad. ¿Con
qué consecuencias?
Un informe de la National Association of School Psychologists de Estados Unidos señala que, por
temor al hostigamiento, en ese país faltan a la escuela diariamente más de ciento sesenta mil
estudiantes. Los jovencitos que sufren este tipo de acoso a menudo dejan de hablar de la escuela
o de una asignatura o actividad escolar en particular, e intentan perderse clases, llegar todos los
días tarde y hasta inventarse excusas para ni siquiera ir.
¿Cómo puede reconocerse a los niños que son víctimas de la intimidación de sus compañeros?
Pues bien, estos suelen volverse irritables y retraídos, ponerse de mal humor, sentirse frustrados y
parecer cansados. Además, a veces se comportan de forma agresiva en su casa, con sus amigos o
con otros muchachos de su edad. Los niños que presencian por casualidad el trato intimidatorio de
sus compañeros también sufren, pues el temor que les infunde dicha conducta disminuye su
capacidad de aprendizaje.
Pese a todo esto, la revista Pediatrics in Review señala: “Para las víctimas y para la sociedad, la
consecuencia más grave del acoso es la violencia que genera, la cual induce en ocasiones al
suicidio y al asesinato. El sentimiento de impotencia de los niños que sufren intimidación puede
ser tan profundo que algunos reaccionan atacando mortalmente al agresor o quitándose la vida”.
Las personas que son blanco de un acoso constante pueden perder la confianza en sí mismas e
incluso ver arruinada su carrera. También pueden padecer graves problemas de salud. Muchas
sufren dolores de cabeza, insomnio, ansiedad y depresión, y algunas llegan a presentar síntomas
de estrés postraumático. Mientras que las víctimas de agresiones físicas suelen recibir el apoyo
compasivo de otros, quienes son acosados psicológicamente tal vez no obtengan el mismo
respaldo, pues el daño no es tan obvio. En lugar de compadecerse de la víctima, sus familiares y
amigos tal vez se cansen de escuchar sus quejas.
Repercusiones en la familia
El acoso laboral también cuesta mucho dinero a los empresarios. En lo que respecta al acosador,
puede tratarse tanto de una mujer como de un hombre, de un jefe mordaz o de un compañero
maquinador. Su comportamiento se caracteriza por un afán de controlarlo todo, estar pendiente
de hasta el último detalle y humillar a su víctima —a menudo enfrente de otras personas— con
sus continuas críticas destructivas. Estos individuos casi nunca se dan cuenta de su descortesía ni
se disculpan por su conducta. Sus víctimas suelen ser trabajadores competentes y leales que gozan
de la simpatía del resto de los compañeros.
La eficacia de los empleados que sufren hostigamiento tiende a disminuir, y lo mismo sucede con
la productividad de los que presencian dicha conducta. Además, el acoso laboral socava la lealtad
y dedicación de los trabajadores a la empresa. De acuerdo con cierto informe, este tipo de abuso
le cuesta a la industria británica unos 3.000.000.000 de dólares al año, y se dice que ocasiona más
del treinta por ciento de los casos de enfermedad relacionados con el estrés.
Como hemos visto, el acoso es un problema mundial; de ahí que surja la siguiente pregunta: ¿hay
algo que pueda hacerse para ponerle freno y eliminarlo?