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RETOS DE LA

EDUCACIÓN
SUPERIOR EN
COLOMBIA
Alumna: YARITZA BARBOSA DOMINGUEZ (Grupo SM2)
En medio de las dispersas reflexiones y discusiones sobre el sistema de
educación superior en Colombia, pueden estarse imponiendo “agendas ocultas”.
Por eso, es preciso dejar explícitos los principales retos del sistema: mejorar la
calidad, ampliar la cobertura, avanzar en equidad social, gestionar eficazmente el
conocimiento, dar prevalencia a lo estatal y lo público en garantía del derecho a la
educación, hacer coherente el sistema, y desarrollar la autonomía y la
gobernabilidad. El primer gran reto es la calidad de la formación, la cual se mejora
con estrategias que abarquen desde el preescolar hasta los posdoctorados. Fallas
en la base de la pirámide indudablemente afectan toda la vida de las personas, su
desempeño cognitivo, laboral y social. La formación de profesores es otro aspecto
crucial en el sistema universitario, pero se observa que el crecimiento de la
cobertura se soporta principalmente en profesores con formación profesional y no
con magister y doctores, En el tema de calidad también hay que destacar que solo
30 de las 286 instituciones de educación superior del país (el 10%) tienen
acreditación de alta calidad. En cuanto a los programas académicos, el panorama
es más crítico, solo 798 de 10.253 cuentan con la certificación de la Comisión
Nacional de Acreditación (el 8%). Hoy, pese a que han pasado más de dos
décadas, los cambios en la educación superior han sido poco relevantes y este
sector atraviesa una crisis por cuenta de la falta de matriculados que parece no
tener tregua. La razón: las carreras tradicionales se quedaron relegadas frente a la
innovación que exige el entorno, la oferta académica no responde a las
necesidades de los jóvenes y los estudiantes desean una formación más flexible,
económica, que dure menos tiempo y que esté a la vanguardia.      

Los números no mienten. Según el más reciente informe del Sistema Nacional de
Información de la Educación Superior (Snies), en 2018 la matrícula total en las
universidades del país fue de 2’408.041 estudiantes, evidenciando una
disminución del 1,5 por ciento frente a 2017 (38.000 alumnos menos).

De acuerdo al Ministerio de Educación Nacional (MEN), la principal afectación se


concentra en el nivel de educación tecnológica, lo que explica una drástica
reducción del número de jóvenes atendidos por el Sena (36 mil menos). 

Esta desaceleración también se confirma con el bajo nivel de crecimiento de las


matrículas de las instituciones oficiales que, según el Ministerio, en 2017 aumentó
en 10.000 estudiantes, pero en 2018, este indicador llegó solo a 4.700 (53 por
ciento menos). El tercer gran reto es el de la equidad, la cual implica que se vayan
superando progresivamente las inequidades interregionales, el abandono estatal
de las fronteras y la inserción precaria de la población pobre e indigente,
normalmente excluida del sistema. La innovación es indispensable

La gestión del conocimiento colectivo y la cultura también deben ser uno de los
fines supremos del proceso de formación social. La investigación, el desarrollo, la
innovación tecnológica y social deben caracterizar el sistema; no se trata de que
todos hagan lo mismo, sino que se permitan los flujos de conocimiento
apropiados, las relaciones intensas entre las partes en sus diferentes niveles y
modalidades y la difusión y uso social de los resultados de la investigación. Sin
consolidar una capacidad propia para la innovación, las sociedades serán
eternamente dependientes y, si se descuidan, serán no viables autónomamente.
Por otro lado, el reto de mantener la prevalencia de lo Estatal y de lo Público debe
ser otra condición de sostenibilidad a largo plazo, lo cual implica que la
construcción de políticas y estrategias, así como su evaluación, monitoreo y
control de calidad sean monopolio del Estado, procesos soportados en
capacidades internas de él mismo. Una política digna en una Nación digna no se
puede hacer por outsourcing; tampoco se puede delegar en terceros privados la
garantía del aseguramiento de la calidad de la educación, uno de los asuntos más
complejos y multidimensionales de la vida. El último reto es el de la autonomía y la
gobernabilidad y aquí hay que recordar que la primera es multidimensional, que
nace en el dominio y generación del conocimiento relacionado con la investigación
y se soporta en la coexistencia deliberada de corrientes de pensamiento diversas
e incluso divergentes. Entre tanto, la gobernabilidad es la garantía y a la vez
prueba de que la autonomía es viable y conveniente. El gobierno universitario
debe ser hecho de lo mejor que surge del liderazgo académico, de la acumulación
de experiencias y del aprendizaje colectivo de los académicos. Esta instancia es la
dirección institucional y no puede ser concebida ni convertida, como lo pretenden
muchos, en la escuela de formación de líderes para los partidos políticos.

El logro de estos retos requiere liderazgo eficaz, visión compartida, la superación


de muchos modelos mentales hoy presentes en el mundo universitario, la primacía
de lo público, mucho trabajo en equipo y soporte estatal sostenido y basado en
capacidades propias.

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