Está en la página 1de 32

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales

Aula libre- DIPLOMADO

PAZ, DESARROLLO TERRITORIAL Y DEMOCRACIA

NOTAS DE CLASE- NUEVE -


Este documento puntualizar y profundiza algunas ideas fuerzas de la exposición realizada
durante la XI sesión del DIPLOMADO en el que se tocó el tema: Una HISTORIA CRITICA DEL
EPL desarrollada por el profesor, analista e investigador ALVARO VILLARRAGA SARMIENTO

El Ejército Popular de Liberación (EPL):

DEL ALZAMIENTO CAMPESINO Y LA GUERRA CIVIL AL ACUERDO DE PAZ


Y LA CONSTITUYENTE

Álvaro Villarraga Sarmiento1

Presentación

El documento se corresponde con la exposición realizada por el autor en la Cátedra de


Memoria Histórica ¡Basta Ya!, la cual hizo referencia a la historia del movimiento guerrillero
EPL (Ejército Popular de Liberación)2. Hace referencia de manera resumida a su origen,
concepción ideológica, línea política y militar, principales formas de actuación y
transformaciones que asumió este proyecto insurgente, elementos vistos a partir de una
periodización general establecida. El EPL fue una de las principales guerrillas existentes en

1
Director de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica, fue fundador y presidente de
la Fundación Cultura Democrática y ha sido docente universitario. Ha realizado publicaciones sobre temas del
conflicto armado, la problemática humanitaria y los procesos de paz en Colombia.
2
Este texto busca responder a la exposición presentada en esta cátedra, por lo cual evita recurrir con a
demasiadas citas y referencias bibliográficas, pero muchos de los pasajes y afirmaciones hechas se sustentan
con mayor amplitud y fuentes en dos elaboraciones del autor: Para reconstruir los sueños, una historia del
EPL, FUCUDE-PROGRESAR, Alvaro Villarraga y Nelson Plazas, 1994. Así mismo en el texto EPL: guerra
irregular, pacto de paz y constituyente, FUCUDE-GMH, Alvaro Villarraga, en edición.
Colombia durante anteriores décadas, promovida y dirigida por el clandestino Partido
Comunista de Colombia (Marxista Leninista) (PCC ML).

La periodización establecida considera tres fases: La primera, entre mediados del 60 y la


década del 70 considera el surgimiento del PCC ML y del EPL y el inicio de una expresión
de guerra campesina regional promovida por destacamentos guerrilleros ligados a
comunidades rurales del sur de Córdoba, el norte de Antioquia y la zona de Urabá. La intensa
confrontación inicial entre el Ejército y esta guerrilla que llevó a la pérdida de la mayoría de
sus principales líderes, el debilitamiento y dispersión de sus nacientes estructuras. El
crecimiento paralelo de una importante red de militancia política y apoyo político y logístico
con el PCC ML, organización política conspirativa que consiguió notable influjo en los
fuertes movimientos campesinos, estudiantiles y sindicales registrados durante ese período.
Esta fase termina con la crisis y el fraccionamiento de este proyecto insurgente, tanto en la
estructura política clandestina como en la guerrillera, resultado del cuestionamiento interno
al fracaso de la consigna “generalizar la guerra popular” y dada la ausencia de propuestas
políticas del orden nacional adecuadas frente a las dinámicas coyunturas políticas y ante las
demandas de los movimientos sociales.

La segunda fase cubre la década de los 80, a inicio de la cual se produjo un viraje en la
ideología, la política y la línea militar el PCC ML que implicó el distanciamiento del
maoísmo, la búsqueda de interpretación de los cambios socioeconómicos y políticos
producidos en la realidad nacional y su incidencia en la revisión de la línea política y militar,
la priorización de la lucha política, el giro del énfasis en el influjo campesino al influjo en
sectores obreros urbanos y rurales así como la incursión en sectores sociales y poblacionales
diversos del ámbito popular y regional. Esta nueva posición condujo a este movimiento a
incursionar en la actuación legal con la creación de organizaciones políticas legales,
juveniles, de asesoría y pedagogía popular y medios de prensa y comunicación. Además, el
énfasis en la política no desestimuló el impulso de lucha armada, explicada a la vez de forma
ambigua como “forma principal o más elevada de la lucha política”. El EPL consolidó nuevos
frentes guerrilleros en distintas regiones –Sierra Nevada, Montes de María, Nudo de
Paramillo, Urabá, norte, occidente y suroeste de Antioquia, Valle de Aburrá, Eje Cafetero,
norte de Tolima, Putumayo, Catatumbo, Provincia de Ocaña y parte norte del Magdalena
Medio-. Consiguió elevación de su capacidad operativa y técnica y se proyectó
nacionalmente. En estas condiciones buscó superar la reconocida “marginalidad de su
presencia y de su lucha”, hecho evidenciado principalmente en el posicionamiento político
conseguido durante el pacto de tregua y cese al fuego bilateral que sostuvo con el Gobierno
Betancur entre 1984 y 1985, de forma que propuso y realzó una campaña nacional en
promoción de su propuesta de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, por vía de
plebiscito o referendo, como opción para conseguir la solución política del conflicto armado
con todas las guerrillas.

Sin embargo, rotas las treguas con el EPL, el M19 y las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia) se intensificaron las hostilidades entre el Estado y todas las
guerrillas y sobrevino el despliegue de grupos paramilitares que ocasionó sucesivas masacres
en zonas rurales y homicidios selectivos en todo el país, en lo que se denominó la “guerra
sucia”, con particular intensidad en los últimos años 80. En zonas de influencia política del
PCC ML y actuación del EPL se ocasionaron así centenares de víctimas entre campesinos,
trabajadores y activistas y dirigentes del partido político Frente Popular, señalados de ser
colaboradores de esta guerrilla. En consecuencia, esta organización insurgente llamó a
“generalizar la guerra civil”, lo cual intensificó la actividad guerrillera, que además tenía a
su favor la realización de acciones coordinadas o conjuntas durante esos años, a partir de la
conformación de la CNG (Coordinadora Nacional Guerrillera)3. No obstante, esta fase
termina con el giro de la alta violencia manifestada en el país con la irrupción del
narcoterrorismo, el auge guerrillero y la cruenta incursión paramilitar referidos, a una
particular dinámica política y social que buscó responder a la profunda crisis institucional y
de gobernabilidad registrada, la cual dio lugar a la convocatoria de la Asamblea Nacional
Constituyente de 1991. Precisamente al ser la insurgencia PCC ML-EPL la pionera de esta
propuesta, su posición fue la de disponerse a favor de tal opción, proponer al seno de la
CNGSB que se acogiera tal propuesta con sentido estratégico de resolver el conflicto armado
y, en consecuencia, declaró una tregua unilateral en 1989 y se dispuso para las
conversaciones de paz, junto con otros movimientos insurgentes.

En consecuencia, la tercera fase corresponde a lo sucedido en términos del diálogo, la


negociación, la firma de un acuerdo de paz definitivo Gobierno-EPL, durante el último año
del gobierno Barco y el primero del gobierno Gaviria, a partir de lo cual esta guerrilla
consiguió participar con constituyentes propios en la Asamblea Nacional Constituyente que
expidió la nueva Constitución Política de 1991. Considera también lo sucedido en los años
90 con el paso de la insurgencia a la actividad política y social en el ámbito legal. Significó
este período, un intenso debate político en la dirigencia, la militancia y los combatientes, que
consiguió sucesivas redefiniciones y rupturas con postulados ideológicos, políticos,
programáticos, militares, estratégicos y tácticos.

El proceso constituyente y la consiguiente reforma del régimen político e institucional fue


interpretado por este movimiento armado como un logro sustancial hacia la “apertura
democrática” y las posibilidades de conseguir en nuevas condiciones las exigencias políticas,
de soberanía, garantías y de derechos sociales enarboladas. De tal forma, se acogió el pacto
de paz por la gran mayoría de militantes del PCC ML y de combatientes del EPL, pero se
opuso una minoría que dio lugar a pequeñas disidencias armadas en varias regiones, lo que
derivó en ataques de tales grupos contra la población amnistiada del EPL en Urabá4 y en

3
En 1985 el ELN, el EPL, el M19, el FRF el PRT, el MIR PL y el MAQL conformaron la Coordinadora
Nacional Guerrillera. En 1987 las FARC, el ELN, el EPL, el M19, el PRT, el MIR PL y el MAQL
reconfiguraron la Coordinadora Nacional Guerrillera Simón Bolívar (CNGSB).
4
En Urabá tras buscar el control de territorios e influencia en anteriores zonas de presencia del EPL se
produjeron ataques sistemáticos por parte del grupo disidente del propio EPL como de las FARC, de manera
que tales agrupaciones lo hicieron de forma coordinada y afectaron numerosa población local y a ex
combatientes amnistiados del EPL. Las víctimas reaccionaron con denuncias y gestiones de exigencia de
respeto y garantías, las cuales no fueron atendidas por el Estado. En tal situación surgió se presentó una especia
de rearme con participación de ex guerrilleros del EPL acogidos al proceso de paz, denominado Comandos
Populares, el cual replicó con iguales métodos agresivos y degradados. Así se generalizaron choques entre estas
facciones armadas que principalmente ocasionaron varias decenas de víctimas fatales entre población civil,
entre ellas principalmente campesinos, trabajadores y pobladores, que incluyeron reconocidos líderes políticos
e integrantes de corporaciones públicas (de la Unión Patriótica y de Esperanza Paz y Libertad) y sociales (de
SINTRAINAGRO) en una guerra local altamente degradada, entre 1992 y 1996. La fuerza pública antes que
brindar protección al conjunto de la población y evitar lo ocurrido, posibilitó en tales circunstancias la expansión
menor grado en otras regiones. No obstante, la inserción a la vida política y social de este
movimiento insurgente se cumplió satisfactoriamente en el contexto nacional, dando lugar a
su participación en una amplia convergencia de la izquierda democrática que conformó en
los primeros años 90 la AD M19 (Alianza Democrática M19)5 y luego se proyectó en
movimientos políticos como el PDA (Polo Democrático Alternativo) y otras de sus
expresiones posteriores hasta el presente6.

El PCC ML, expresión de una nueva izquierda revolucionaria

En los años 60 surgieron en todo el mundo nuevos movimientos sociales y nuevas vertientes
políticas de izquierda, por lo regular radicales, en busca de nuevos paradigmas, en rechazo a
formas de discriminación y con demandas de autonomía, soberanía nacional y atención de
derechos. Hacemos referencia al influjo del movimiento estudiantil con especial dinamismo
en Francia y protagonismo en muchos países del mundo que enfrentó autoritarismos,
demandó derechos y produjo rupturas culturales progresistas. La irrupción del feminismo
con su demanda antidiscriminación en rechazo al patriarcalismo. El auge de los movimientos
de liberación nacional en África e Indochina que llevaron a la independencia frente al
colonialismo de numerosos países, en la gran mayoría de casos tras cruentas guerras que
enfrentaron a las potencias europeas que los sojuzgaban. La revolución cubana que derrocó
la dictadura militar, resistió a la invasión militar promovida desde EEUU y consiguió amplia
simpatía en América Latina y el Caribe. El rechazo a la agresión militar de EEUU en Vietnam
que derivó en un inmenso movimiento por la paz con epicentro en Europa y Norte América.
La lucha contra la segregación racial y por los derechos civiles de la población
afrodescendiente en EEUU. Además, en tal contexto, en tanto en América Latina y el Caribe
predominaban las dictaduras militares y una agresiva hegemonía de EEUU, surgieron
movimientos de resistencia que derivaron en guerrillas o alzamientos armados que en lo cual

del paramilitarismo, incluso de forma que parte significativa de los Comandos Populares y del propio grupo
disidente del EPL, terminaron vinculados al paramilitarismo, que desde Córdoba y Urabá organizó las ACCU
(Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá). Situación sucedida en razón de que los Comandos Populares había
solicitado cooperación en seguridad a la Brigada XVII del Ejército y la disidencia del EPL se había entregado
a la Brigada XI del Ejército
expresando disposición a reintegrarse ante las autoridades estatales. Ver: Para reconstruir los sueños, una
historia del EPL, Álvaro Villarraga y Nelson Plazas, FUCUDE, Progresar, Colcultura, Bogotá, 1994, páginas
484-490. Informe sobre los casos de la Unión Patriótica, Esperanza Paz y Libertad y pueblos indígenas,
presentado al Congreso de la República y a la Fiscalía General de la Nación, por solicitud de la Corte
Constitucional, Defensor del Pueblo, Jaime Córdoba Triviño, Bogotá, 1992.
5
En la creación de la AD M19 se unificaron en un solo proyecto político democrático de izquierda los
integrantes de las anteriores guerrillas M19 y EPL y del movimiento político y miliciano regional PRT (Partido
Revolucionario de los Trabajadores), a la vez una decena de organizaciones políticas como un sector de la UP
–Núcleos Bernardo Jaramillo-, el Socialismo Democrático, Colombia Unida, el Partido Socialdemócrata
Colombiano, el Frente Popular, el Frente Democrático, el Movimiento Inconformes, Unidad y Democracia y el
Partido Socialista Democrático, entre otros.
6
Entre quienes se mantienen activos en la política hasta la actualidad, la gran mayoría de los ex militantes del
PCC ML y ex combatientes del EPL hacen principalmente de las organizaciones políticas Polo Democrático
Alternativo, Alianza Verde, Progresistas y algunos especialmente en Antioquia del sector socialdemócrata del
Partido Liberal. Al igual que con las otras organizaciones insurgentes acogidas a pactos de paz en los 90, de
manera bastante excepcional algunos de sus dirigentes han hecho parte del proyecto del ex presidente Álvaro
Uribe representado hoy en el partido llamado Centro Democrático.
se relacionó con la irrupción de guerrillas en países como El Salvador, Guatemala, Nicaragua,
Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, entre otros.

Estas nuevas vertientes tuvieron como rasgo común la crítica a los partidos comunistas
“tradicionales”, los cuales aunque con frecuencia eran ilegalizados y perseguidos en sus
países mantenían por lo regular tácticas defensivas y demandas de retorno a regímenes de
garantías, pero desde tales vertientes fueron señalados de carecer de una estrategia de lucha
revolucionaria. En particular se asistió entonces a un rompimiento en el mismo movimiento
comunista internacional entre dos vertientes con impacto en todo el mundo: la dirigida por el
Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que planteaba una estrategia de emulación
pacífica política y económica con los EEUU y el mundo capitalista, y la encabezada por el
Partido Comunista de China (PCCh) y el Partido de los Trabajadores de Albania (PTA), que
llamaron a profundizar una estrategia de apoyo a las luchas revolucionarias y de liberación
nacional con epicentro en Asia, África y América Latina.

Así en Colombia en crítica frente al régimen excluyente del Frente Nacional que pactaron las
élites del Partido Liberal y el Partido Conservador, surgieron con fuerza nuevas
organizaciones de izquierda, especialmente conformadas por jóvenes e intelectuales, de
forma que además de la relación con los elementos internacionales referidos se agregaban
otras circunstancias internas como el impacto de la vertiente gaitanista, el influjo y la
experiencia del fuerte movimiento guerrillero de resistencia campesina ante el autoritarismo
gubernamental durante la década pasada, la corriente católica progresista inspirada en la
teología de la liberación y la fuerte dinámica de diversos movimientos sociales urbanos y
rurales. En estas circunstancias aparecen en los años 60 organizaciones políticas de izquierda
como la Juventud del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal), el Frente Unido liderado
por el padre Camilo Torres Restrepo, el MOEC (Movimiento Obrero Estudiantil
Campesino), el FUAR (Frente de Unidad de Acción Revolucionaria), el PRS (Partido de la
Revolución Socialista), ARCO (Acción Revolucionaria Colombiana) y las FAL-FUL
(Fuerzas Armadas Revolucionarias-Frente Unido de Liberación), entre otras. En tal contexto,
surge la guerrilla ELN (Ejército de Liberación Nacional) con expresa simpatía por las tesis
guevaristas y la revolución cubana, la cual se nutre de dirigentes estudiantiles, del padre
Camilo Torres y otros religiosos católicos, de dirigentes de la JMRL y del sector campesino
del Magdalena Medio y el sur de Bolívar que había luchado con las guerrillas liberales de
Rafael Rangel. A la vez, se presenta una escisión en el Partido Comunista de Colombia (PCC)
y en la Juventud Comunista (JUCO), de forma que una minoría de ese partido y una mayoría
de esa organización juvenil, confluyen con dirigentes de la JMRL, el MOEC, el PRS, ARCO
y las FAL-FUL, para fundar el PCC ML, el cual simultáneamente a su conformación
promovió la guerrilla del EPL especialmente entre Córdoba y Antioquia, la cual integró al
campesinado que habían luchado con las guerrillas liberales de Julio Guerra.

El principal dirigente del PCC ML Pedro Vásquez Rendón provenía precisamente del sur del
Tolima, de tener con otros dirigentes comunistas la responsabilidad de la conducción de la
experiencia guerrillera y de autodefensas campesinas orientada por el PCC, la cual dio origen
a las FARC7. Pero su posición fue de divergencia al no adoptarse allí una estrategia de

7
Pedro Vásquez Rendón fue integrante del Comité Ejecutivo Central del Comité Central del PCC. Estuvo en
la zona del sur del Tolima junto con otros cuadros nacionales comunistas encargados de la orientación del
reactivación guerrillera orientada a la toma del poder político, sino de autodefensas de
resistencia armada en demanda de una reforma agraria y de otorgamiento de garantías
políticas. Este nuevo partido de la izquierda revolucionaria aunque tenía fuerte simpatía y
nexos directos en su inicio con la revolución cubana8, pronto se alineó con la posición
maoísta, en un momento de fuerte impacto mundial de la llamada Gran Revolución Cultural
Proletaria en China, el cual se asoció a una profusa difusión propagandística y a la creación
de partidos y núcleos políticos de tal postura a nivel mundial. Pero así mismo surgió en el
país simultáneamente el MOIR (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario),
agrupación política maoísta, que adoptó la lucha política legal, electoral y por reformas
democráticas, cuyo núcleo fundador fue una fracción del MOEC que se opuso a la lucha
armada. A la vez, surgieron numerosos grupos maoístas regionales que cobrarían particular
presencia especialmente en los años 70.

La línea política del PCC ML caracterizaba la sociedad colombiana como


predominantemente capitalista, con rezagos feudales y dependiente de EEUU; señalaba a la
élite como “burgués terrateniente, aliada directa del imperialismo norteamericano”; proponía
un programa de revolución democrática, con reformas sociales, en perspectiva del
socialismo; llamaba a conformar una fuerza social revolucionaria a partir de la alianza
obrero-campesina y de alianzas más amplias en el ámbito popular y democrático con diversos
sectores sociales opuestos a la élite dominante. Pregonaba entonces una “revolución
patriótica, popular y antimperialista, en marcha al socialismo”. La estrategia definida era de
promover una guerra popular prolongada, desde las regiones campesinas hacia las ciudades,
a partir de dar prelación a la lucha armada pero articularla a otras formas de lucha social.
Proponía conformar con organizaciones revolucionarias aliadas un “Frente Patriótico de
Liberación” y preveía la pronta intervención militar norteamericana ante el avance
revolucionario en el país. Llamaba a alentar los movimientos sociales reivindicativos y
proponía un frente táctico contra el dominio político liberal-conservador del Frente Nacional,
pero bajo el concepto de “elevar las formas de lucha de las masas” e imbuir a las
organizaciones sociales del ámbito popular de un sentido conspirativo, para conseguir que la
guerra popular rural derivara en procesos insurreccionales urbanos9.

Despojo violento y resistencia campesina en el noroeste colombiano

Amplios territorios del norte y occidente de Antioquia, la región de Urabá y Córdoba fueron
lugar de asentamiento histórico de pueblos indígenas, en especial de los Emberá Katío y los
Zenú. A la violenta colonización europea siguieron las sucesivas colonizaciones internas que
rompieron selvas, talaron bosques, despojaron a los pueblos originarios de sus territorios y
afectaron su organización social y condiciones de vida. Sobrevinieron entonces intensos
conflictos sociales por la tierra entre colonos campesinos y terratenientes, con recurrente uso

movimiento de autodefensas campesinas que traía tenía importante experiencia de resistencia guerrillera desde
inicio de los años 50.
8
Entre los fundadores del PCC ML y del EPL, varios de ellos como Libardo Mora Toro, Francisco Caraballo
y David Borrás habían estado como integrantes de la Brigada Pro Liberación José Antonio Galán en Cuba, en
solidaridad con la resistencia cubana ante la agresión militar promovida desde EEUU y recibieron formación
militar, al igual que la recibió también la mayoría de los integrantes de tal brigada, la cual fue el núcleo fundador
del ELN.
9
Conclusiones del X Congreso del PCC ML, julio de 1965, documento edición clandestina, archivo FUCUDE.
de violencia. La guerra desatada por sucesivos gobiernos del Partido Conservador, con
participación de la Policía y grupos de civiles armados, entre los años 40 y 50, en esta como
en otras numerosas regiones del país favoreció a determinados terratenientes, comerciantes
y empresarios, ligados a directorios políticos, en medio de ataques a los campesinos,
causando masacres, desplazamientos y despojos masivos de tierras.

En los años 50 fueron desplazados colonos y campesinos liberales de Puerto Libertador, Alto
y Bajo Sinú, Montería y Canalete, registrando un alto número de víctimas; muchos
campesinos fueron detenidos, torturados y asesinados por operativos oficiales10. Al igual que
en el resto del país emergió entonces la resistencia campesina guerrillera liberal en el norte
de Antioquia y el sur de Córdoba, liderada por Julio Guerra, la cual acompañó con masas de
desplazados nuevas colonizaciones de tierra que llegaron hasta al Alto Sinú y al San Jorge,
afectando de nuevo territorios indígenas Emberá. Las guerrillas liberales en buen grado se
desmovilizaron con la amnistía concedida por el gobierno militar del general Rojas Pinilla y
ante el ofrecimiento de tierras y apoyo institucional, luego reiterado por el posterior gobierno
liberal de Alberto Lleras Camargo.

Pero las promesas oficiales no llegaron y se reprodujo el ciclo de desmonte y ventas


presionadas o usurpaciones violentas, a favor de los principales hacendados, por lo regular
ganaderos. Entonces, en el noroeste colombiano se consolidó en los años 60 un poder
terrateniente con extensas haciendas principalmente dedicadas a la ganadería. El desarrollo
agropecuario fue muy débil y la industria era casi inexistente, a excepción de la explotación
posterior del níquel en Cerromatoso.

“…increíble ingeniosidad con que los terratenientes lograron birlarle la tierra a los colonos,
a través de falsas cuentas, agregando ceros, vendiendo sarapas (raciones de comida),
aprovechando el hierro del ganado, robando escrituras, sobornando autoridades,
emborrachando, jugando a los gallos y a las cartas, amenazando con la violencia.
Emplearon además la compra de doncellas”11.

Los hacendados tenían grupos armados a su servicio que además de cumplir una función de
seguridad y autodefensa se caracterizaban por la arbitrariedad contra el campesinado y el
propósito deliberado de usurpar progresivamente sus tierras. En los años 60 se prolongó esta
violencia atizada por los terratenientes que contaban con apoyo frecuente de la fuerza pública
en los ataques ocasionados contra los campesinos en el occidente y sur de Córdoba, en parte
de Antioquia y la región de Urabá. Es tradición, hasta la actualidad, el que los hacendados se
jacten de haber conseguido con mucho esfuerzo “tierras que no eran de nadie”.

“…la violencia siguió su curso en la primera mitad de los años sesenta. Se llevó a cabo en
el Alto San Jorge (hoy municipios de Montelíbano, Puerto libertador y Uré) y asesinos a
sueldo del interior del país, al servicio de intereses particulares, sembraron el terror en la
zona. Se cometieron asesinatos, detenciones, violaciones, quemas de casas y destrucciones
de cultivos, al final algunos terratenientes que agenciaron la violencia se impusieron sobre

10
VILLARRAGA S., Álvaro y Nelson Plazas, Para reconstruir los sueños, una historia del EPL, Fundación
Progresar, Fundación Cultura Democrática, Colcultura, Bogotá, 1994, página 38.
11
FALS BORDA, Orlando, Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, 1975, página 35.
colonos poseedores de predios12. Los resultados fueron el afianzamiento del proceso de
concentración de la propiedad, el incremento de la tierra destinada a la ganadería extensiva,
en detrimento del arroz y del maíz y la emigración masiva13”14.

Ante los cambios en la tenencia de la tierra a favor de los terratenientes persistía la actitud de
resistencia campesina en el San Jorge, el Alto Sinú y en Canalete. En 1964 buena parte de
los principales hacendados y comerciantes, junto con la Policía, tras el objetivo de consolidar
su posicionamiento político, gremial y económico en la región, acusaron al Sindicato de
Trabajadores Agrícolas del San Jorge de ser supuestamente responsable de la muerte de un
hacendado, lo cual sirvió de pretexto para que toda la Junta Directiva y otros trabajadores
con liderazgo fueran encarcelados, lo que debilitó a esta organización e hizo fracasar sus
proyectos de promoción de una serie de colonias15. Además, la ya débil organización sindical
sucumbió ante la escisión que se presentó a su seno entre los núcleos del PCC y los del PCC
ML, expresión del cisma interno e internacional desatado entre tales vertientes16.

No obstante, campesinos, colonos e indígenas fueron acumulando tradición en la lucha por


la tierra en reacción al despojo y la alta concentración de la propiedad, pero también
promovieron nuevas colonizaciones en Urabá, el sur de Córdoba y el Bajo Cauca en los años
60, ante el reiterado incumplimiento gubernamental, la ausencia de apoyo estatal y el ciclo
de despojo violento referido: “…se generó una dinámica en la que los colonos tumbaban el
monte, adecuaban la tierra y posteriormente ganaderos y comerciantes se apropiaban de la
misma, en algunos casos por medio de la violencia. Una vez se cumplía el ciclo, éste se
repetía y así sucesivamente. En la primera mitad del siglo XX, este proceso se cumplió en
buena medida en el norte y el centro del departamento y hacia mediados del mismo (…) este
proceso se intensificó en el centro y paulatinamente, con los años, se fue trasladando hacia
el sur y más recientemente hacia las partes altas del Sinú y del San Jorge17”18.

Surge el EPL, levantamientos campesinos y Juntas Patrióticas Populares

Al llegar a la región del noroeste el PCC ML y organizar redes de militancia política, entornos
de simpatía social, organizaciones sociales y los primeros destacamentos del EPL, como
parte de una decisión estratégica nacional dirigida hacia varias regiones, supo captar la
simpatía de capas de campesinos y colonos con tradición de lucha agraria, de ex integrantes
de las guerrillas liberales y de dirigentes y sectores de los nuevos movimientos sindicales,
campesinos y estudiantiles que cobraron con particular vigor en esa época. Campesinos en
ésta y otras regiones perdieron las expectativas reivindicativas con el gobierno liberal,
12
Víctor Negrete, “Los desplazados por la violencia en Colombia: el caso de Córdoba”, 1994, páginas 16-17.
13
Ídem, página 17.
14
Dinámica de la violencia en el departamento de Córdoba, 1967-2008, Vicepresidencia de la República, antes
citado, página 53.
15
Proyectos de colonización en la región, entre ellos las colonias Centro América, El Caribe, Villa Matoso,
Puerto Unión, Loma Seca y Palma Amarga, otras ya habían desaparecido por desalojos, represión o ventas
forzadas y fraudulentas.
16
VILLARRAGA y Plazas, Para reconstruir los sueños, una historia del EPL, antes citado.
17
Orlando Fals Borda, Historia de la Cuestión Agraria en Colombia, 1975. Del mismo autor: Historia Doble
de la Costa, Bogotá, 1979-1986.
18
Dinámica de la Violencia en el departamento de Córdoba, 1967-2008, Vicepresidencia de la República, antes
citado, página 12.
inscrito en el nuevo régimen del Frente Nacional, por lo cual apoyaron inicialmente al MRL
que estuvo en la oposición, pero que posteriormente muchos de sus dirigentes, simpatizantes
y los ex líderes guerrilleros entraron a respaldar el surgimiento de las nuevas guerrillas
revolucionarias.

A finales de los años 60 la concentración de tierras en esta región estaba ajustada, la


colonización se estancó y fue notorio el desplazamiento de campesinos sin tierra y sin
opciones productivas hacia los centros urbanos. Situación que coincidió con la llegada del
grupo de cuadros nacionales del PCC ML dedicado a desarrollar un intenso proselitismo
político a favor de su proyecto insurgente por Chigorodó, Saiza, Tierralta, Montelíbano,
Caucasia e Ituango. Así se tejió la red política y de apoyo social con participación principal
de campesinos pobres, peones de las haciendas, colonos, ex guerrilleros liberales, líderes
locales y sindicalistas, a la vez que se estableció una relación de entendimiento con los
indígenas19.

El PCC ML promovió juntas campesinas en las veredas, pero de forma que las orientó a
adoptar una posición de ruptura con las instituciones del Estado y apoyar los destacamentos
del EPL que surgieron en los municipios de Valencia, Tierralta, Montelíbano, Puerto
Libertador y Uré. De tal forma, el EPL creó las llamadas Juntas Patrióticas Populares en las
zonas del Alto Sinú, San Jorge y Bajo Cauca. Tales organizaciones fueron dirigidas a través
de líderes campesinos y de cuadros del PCC ML. Fueron concebidas como “formas
embrionarias de poder y gobierno popular”. Convocaron a confrontar a los hacendados y
ganaderos que se habían apropiado de la tierra de los campesinos y los colonos. Este llamado
dio lugar al asalto a las haciendas situadas en los Llanos del Tigre, entre el Alto Sinú y el
Alto San Jorge. La mezcla de guerrilleros y campesinos armados asaltó, entre finales de 1967
e inicio de 1968, las haciendas en la acción que llamaron los levantamientos campesinos, de
forma que en la mayoría de casos se enfrentaron con los grupos armados privados de las
haciendas, mataron a varios de sus propietarios, sus hombres de confianza e integrantes de
tales grupos armados e impusieron el reparto de sus tierras y bienes productivos, la
organización social local y el comercio en la región.

Para los campesinos tal acción respondía a sus expectativas de consecución de tierras, para
el proyecto insurgente era apenas un preámbulo local de la una “guerra popular prolongada”
llamaba a derrocar “a la oligarquía burguesa y terrateniente aliada del imperialismo
norteamericano”, de forma que se instalara en el país una “República Popular en marcha al
Socialismo”. Con las Juntas Patrióticas Populares se experimentó una forma de micro estado
hegemonizada por el PCC ML, a través de su Comité Regional y sus células, con actividad
formativa política, e incluso académica, dirigida hacia el conjunto de los pobladores,
acompañada de profusa propaganda revolucionaria y de la reglamentación del orden social.
Además de las fincas campesinas se destinaron en la región otras para el trabajo colectivo en
apoyo a las organizaciones conformadas20. Así las JPP se desempeñaron como autoridad local
19
VILLARRAGA y Plazas, Para reconstruir los sueños, una historia del EPL, antes citado.
20
En las fincas colectivas los campesinos cumplían ciertas jornadas de trabajo voluntario en principio pero que
el consenso y la presión existente lo hacía frecuente, a la vez que participaban en jornadas de trabajo militantes
y combatientes. Así mismo, sanciones aplicadas en el Partido, las Milicias Populares, el EPL y las Juntas
Patrióticas Populares incluían determinadas jornadas de trabajo. Los productos recolectados estaban a
disposición de las JPP (Juntas Patrióticas Populares) e incluían el almacenamiento de productos “para las
en asuntos como la aplicación de justicia, el tratamiento de conflictos como las disputas de
linderos, la realización de matrimonios y bautizos, la prohibición de la prostitución, la
regulación de precios y del mercado y la garantía en las formas de contratación.

Se abren las hostilidades militares entre el Estado y el EPL

El Presidente Carlos Lleras Restrepo intentó impedir el alzamiento con el envío a la zona de
la senadora liberal del MRL María Elena de Crovo, pero ante la referida desconfianza del
campesinado en el Estado y la pérdida de apoyo al MRL por haber renunciado a su capacidad
opositora y de solidaridad con las exigencias reivindicativas, su gestión no tuvo resultados.
Al sucederse los levantamientos campesinos ingresó el Ejército apoyado por los grupos de
“contraguerrillas”, conformados por los civiles contratados para la defensa de las haciendas.
Las hostilidades militares se desencadenaron a partir de dos campañas de cerco y
aniquilamiento y sucesivos operativos del Ejército en el Alto Sinú y el Alto San Jorge entre
1968 y 1971. El Ejército desplegó un contingente numeroso de efectivos en la región, bajo
la táctica de confrontar la guerrilla y despoblar la zona, por lo cual recurrió a graves atropellos
contra los campesinos, en especial contra las mujeres, los menores de edad y los adultos
mayores, puesto que la mayoría de los hombres adultos y los jóvenes se enrolaron en los
destacamentos del EPL.

Las tropas oficiales aunque sufrieron numerosas bajas en hostigamientos y combates


esporádicos con el EPL en distintos lugares, consiguieron debilitar y dispersar la fuerza
guerrillera, la cual se vio precisada a emprender una táctica de repliegue, de manera que
reapareció reconformando pequeñas unidades con nuevos reclutamientos por la periferia. Así
el EPL sufrió una derrota táctica pero maniobró hacia su recuperación en el mediano plazo,
ampliando su radio de acción hacia zonas de Urabá, Occidente y el Bajo Cauca antioqueños.
En tal situación, extendió su línea de búsqueda de apoyo de colonos, campesinos y jornaleros
hacia otros sectores incluidos campesinos medios y ricos, bajo el concepto de atacar solo a
los grandes hacendados y grandes propietarios. De tal forma, se prolongaron las hostilidades
que llevaban a confrontación con la fuerza pública y asalto a haciendas, empresas y negocios
comerciales importantes. También atacó de manera arbitraria a ciertos funcionarios estatales
y a reales o supuestos colaboradores de la fuerza pública. Los ataques a personas y bienes
civiles realizados por el EPL configuraron entonces violaciones al derecho humanitario21.

necesidades de la guerra”, lo cual no fue funcional ante el desarrollo de las hostilidades de guerra y por rigidez
en el control que llevó a que con frecuencia se deterioraran productos antes de ser consumidos.
21
Los estatutos del PCC ML y los del EPL y el código de “Normas Morales” que regía las conductas de los
combatientes no acogían como tal y de forma expresa el Derecho Internacional Humanitario, dirigido a la
protección del conjunto de la población civil, los combatientes puestos fuera de combate y los bienes civiles.
Establecían a la vez exigencias de “respeto” y posibilidades de “castigo”, acorde con una “ética revolucionaria”
guiada por un sentido clasista y definiciones genéricas que daban lugar a interpretaciones subjetivas. Tales
normas llamaban a “respetar, servir y amar al pueblo” y simultáneamente a practicar un “odio irreconciliable
para con los enemigos, sus agentes y los traidores a la revolución”. El pueblo y sus amigos se entendían en
términos de los sectores obreros, campesinos, populares y de clases intermedias así como todos quienes
acogieran la causa revolucionaria o adoptaron posiciones políticas progresistas. Los “enemigos” estaban
definidos en cuatro categorías: “1. El imperialismo norteamericano. 2. La burguesía, grandes propietarios
capitalistas. 3. Los latifundistas, grandes ganaderos. 4. Los agentes de los tres anteriores” “Normas Morales del
EPL”, edición mimeografiada clandestina, 1967, archivo FUCUDE.
Tras los cercos militares oficiales y los enfrentamientos la población de la región en buen
grado fue víctima de desplazamiento forzado y quienes permanecieron en el territorio se
dividieron entre quienes siguieron en apoyo a la guerrilla y quienes pasaron a apoyar al
Ejército. Los más afectos y cercanos al EPL se concentraron en los Llanos del Tigre. Las JPP
se redujeron a esta parte de la población campesina, comprometida políticamente con el
proyecto insurgente y dispuesta a afrontar el riesgo derivado de habitar la “parte interna” del
alzamiento y un contexto de hostilidades militares. Parte de los combatientes se desmoralizó,
en lo cual influyó bastante el ataque hecho por el Ejército contra sus familiares –amenazas,
torturas, violación de mujeres y desplazamientos forzados han trascendido en los testimonios
de los habitantes de la zona-, de forma que la comandancia autorizó en determinado momento
el retiro de quienes lo solicitaran.

El EPL reconoció que tras lo sucedido las condiciones no daban para continuar con los
levantamientos campesinos. Optó entonces por un periodo de recuperación en el curso de los
años 70 con guerrillas más móviles, en áreas más amplias y a la necesidad de llegar a nuevos
sectores de la población se sumó el que más allá de la “zona interna”, buena parte de la región
que respondió a las incursiones políticas y militares iniciales estaba casi despoblada. Tras la
ofensiva militar gubernamental el presidente Carlos Lleras lanzó el llamado Plan de
Desarrollo del Alto Sinú, con despliegue en los medios de prensa, sobre el que se anunció
que garantizaría promoción agropecuaria y ganadera, vías, puestos de salud y titulación de
tierras por el INCORA. Pero las acciones aplicadas fueron demasiado precarias, las propias
noticias de prensa dieron cuenta luego de que se trató de la entrega de cuadernos y lápices en
las escuelas, de algunas pequeñas plantas eléctricas en algunos poblados y la dotación de
algunos implementos para tres puestos de salud. Su ejecución fue entregada al Ejército, a
través de acciones cívico-militares en las que involucraron a las Juntas de Acción Comunal.

Además, el Ejército promovió simultáneamente la vinculación de pobladores locales y de


campesinos desplazados a las “Juntas de Defensa Civil”, grupos paramilitares que conformó
con dinámicas de entrenamiento militar y facilitación de armas, la cual involucró a menores
de edad. También inició un proyecto de repoblamiento y colonización con pobladores de su
confianza que agrupó en “campamentos", les dio así mismo adiestramiento militar y los
ubicó, a partir de Tierralta, en la periferia de la zona de conflicto armado. Por su parte, los
campesinos denunciaron que en tal situación los terratenientes buscaron restablecer su
dominio y estimular la represión contra ellos de la fuerza pública y de las “bandas armadas”
que de nuevo promovieron. Así mismo, se dieron casos frecuentes en los cuales el Ejército
en los partes oficiales reportaba bajas en combate de guerrilleros, pero los pobladores hacían
denuncias referidas a que las víctimas eran campesinos sometidos a ejecuciones
extrajudiciales. Las huelgas, marchas y actividades de la ANUC y otras organizaciones
fueron ilegalizadas y perseguidas, puestos presos muchos de sus dirigentes y señalados o
tratados bajo sospecha de colaborar o ser parte de la guerrilla. Se exigía a los campesinos
salvoconductos otorgados por los militares para transitar, con obligación de presentarse
periódicamente en las bases militares y se impuso un fuerte racionamiento de los alimentos.

Influencia del PCC ML en movimientos sociales, crisis y rupturas

El EPL tenía el respaldo de los activos núcleos de militantes que desplegaban profusamente
propaganda clandestina en distintas regiones y en la mayoría de las ciudades, alentados por
las circulares, los boletines regionales Liberación y el periódico nacional del PCC ML
Revolución, en ediciones mimeografiadas pero muy eficaces, que divulgaban el discurso e
información bajo un enfoque triunfalista que desconocía las vicisitudes de lo ocurrido. Así
se consolidó un mito con parte de la verdad que destacaba el heroísmo de los dirigentes caídos
en combate, los levantamientos campesinos y la simpatía en sectores populares con la
gestación del proyecto revolucionario, pero se ocultaba la derrota sufrida en la zona de
guerra, los marginamientos y la discusión entre los cuadros de dirección de distinto nivel que
fue dando lugar a serios cuestionamientos a la línea política y militar, a partir de la
experiencia obtenida. A las dificultades se sumaron las capturas por los organismos estatales
a mediados de los 70, entre Urabá, Córdoba, Antioquia y el Eje Cafetero, las regiones de más
influencia, de parte de la comandancia, cuadros importantes y varios destacados
combatientes22.

En particular el PCC ML en los 70 consolidó militancia numerosa en los dinámicos


movimientos campesinos de la Costa Caribe, en el fuerte movimiento estudiantil registrado
principalmente en universidades y colegios estatales en buena parte del país y sindicales de
las principales ciudades y centros de producción. Los regionales clandestinos del partido
realizaban ante todo labor política y buscaban incidir en los movimientos y organizaciones
sociales, a la vez que desarrollaban las referidas acciones propagandísticas, logística y apoyo
al frente de guerra rural. En su composición la gran mayoría de los cuadros y militantes del
PCC ML eran de procedencia estudiantil, por tanto jóvenes, a la vez que habían trabajadores,
obreros y campesinos, cuya participación tenía más peso en la Costa Caribe y las zonas
rurales de distintas regiones. La composición del EPL, por el contrario, era mayoritariamente
campesina en la zona de guerra y de núcleos principalmente estudiantiles en sus comandos
urbanos.

“Por primera vez en la historia del departamento un grupo de organizaciones de izquierda,


bajo el liderazgo del PCML y el apoyo de amplios sectores de la población, fueron
protagonistas de reivindicaciones sociales que cuestionaron las políticas y programas de los
gobiernos nacional y departamental”23.

Con la “Campaña de Bolchevización” adoptada a partir de 1971, se buscó mejorar la


composición obrera lo cual no solo significó fortalecer el nexo con los sindicatos y los
trabajadores sino la vinculación laboral en las fábricas y agroindustrias en calidad de obreros
de numerosos cuadros y militantes. Tal medida no sólo se asumió como estrategia de
influencia sino de “proletarización” en el sentido ideológico y político marxista, a partir de
estimar que se trataba de una condición material favorable para “fortalecer las posiciones
proletarias y superar las tendencias pequeño burguesas”.

22
Tras labores de inteligencia del Ejército fue captura inicialmente un combatiente indígena en Dabeiba, de
manera que tras ser sometido a torturas delató algunos lugares y militantes, lo cual permitió seguimientos y
nuevas y sucesivas capturas, en medio de nuevas torturas y actuaciones arbitrarias, que desembocaron en un
consejo de guerra colectivo contra una veintena de personas. Los hombres que eran la mayoría de los
condenados fueron llevados a la isla prisión Gorgona y las mujeres trasladadas a distintas cárceles.
23
NEGRETE B., Víctor, Situación de conflicto y pobreza en el Departamento de Córdoba y perspectivas de
paz, Acción contra el hambre, Agencia Catalana de Cooperación, Comisión Europea, Montería, noviembre de
2008, página 20.
Dada la particular influencia política conseguida por el PCC ML que implicaba y proclamaba
la presencia del EPL, el DAS en un informe al gobierno a inicio de esa década le planteó que
el EPL era la guerrilla de mayor porvenir, pues consideraba que era la que tenía mayor
simpatía entre los estudiantes y notorio reclutamiento e influencia entre los campesinos. Los
campesinos organizados en la ANÚC-Línea Sincelejo24 a partir de conformar Comités
Veredales y Municipales organizaron marchas, tomas de oficinas públicas, la ocupación de
terrenos de las haciendas y exigieron la compra de tierras por el INCORA, alentados por el
anuncio de reforma agraria del presidente Carlos Lleras que sólo respondió con medidas
discretas y lentas. Pero las posibilidades para el movimiento campesino se cerraron pronto
cuando el siguiente Gobierno de Misael Pastrana suscribió con los hacendados el Pacto de
Chicoral en 1973, que impidió cualquier intento de reforma agraria. Si bien hubo campesinos
que consiguieron tierras en parcelaciones y surgieron varias empresas comunitarias del
INCORA, la gran mayoría no las obtuvo, los proyectos emprendidos no tuvieron
sostenibilidad y predominó el tratamiento oficial represivo y violento contra los participantes
en las demandas reivindicativas.

“En Córdoba los grupos predominantes fueron el Partido Comunista Marxista Leninista
(PC ML) y el que integraban los directivos y líderes de las Asociaciones de Usuarios de
Montería, la departamental y el Comité Ejecutivo. A pesar de las diferencias, hubo cierto
respeto en los trabajos de cada uno (…) Fuera de las empresas comunitarias del INCORA
existió la experiencia que la Gran China, jurisdicción del municipio de Cereté, en tierras
ocupadas y ganadas por los campesinos (…) sus dirigentes aceptaron la constitución de una
empresa comunitaria. Por su intermedio utilizaban y exigían los servicios que debía prestar
el INCORA, se oponían a los altos intereses y a la prohibición de negociar sin autorización
previa de los funcionarios. Hacían parte del Comité de Parceleros, encargado de discutir
con el INCORA la problemática general de las empresas comunitarias. Y participaban
activamente en la Asociación Municipal de Usuarios Campesinos de Cereté, impulsando y
apoyando la lucha por la tierra”25.

Si bien el PCC ML promovió organizaciones de base y dinámicas sociales importantes su


acción conllevó elementos de militarización y riesgo para las organizaciones sociales y sus
participantes por el carácter conspirativo que introdujo y el las actividades de apoyo y
reclutamiento para el EPL. La consigna de hacer de las organizaciones sociales “correas de
transmisión” de la política y de “vincular las masas al combate”, llevó un sentido de
radicalización, intransigencia y apelación por principio a las vías de hecho y la confrontación
directa, lo que significaba exposición a la represión y al desgaste de los movimientos, con
frecuencia desestimando o ignorando el propósito reivindicativo requerido por el conjunto
de los afiliados. Si bien había solidaridad y compromiso con las luchas de los sectores
sociales del ámbito popular, la estrategia se orientaba a instrumentalizar “a favor de la lucha
revolucionaria y la intensificación de la lucha de clases”.

24
En el Segundo Congreso de la ANUC, realizado en Sincelejo entre el 20 y el 24 de julio de 1972, se produjo
un fraccionamiento entre la mayoría de delegados con fuerte presencia sobre todo en la Costa Atlántica y una
minoría con presencia en algunas partes del interior, las cuales fueron conocidas luego como ANUC-Línea
Sincelejo y ANUC-Línea Armenia.
25
NEGRETE B., Víctor, Lucha por la tierra y reforma agraria en Córdoba, Centro de Estudios Sociales y
Políticos, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Educación, Universidad del Sinú, Montería, agosto de
2007, páginas 73-83.
“…En general el maoísmo tuvo mayor arraigo en los campesinos que otros grupos de
izquierda, salvo las FARC y en algo el ELN. Aunque mantuvo alguna presencia sindical,
especialmente en el sector de “cuello blanco” –bancarios, maestros y en general
trabajadores estatales agrupados en FENASINTRAP (Federación Nacional Sindical de
Trabajadores Públicos)-, el segundo sector donde se destacó fue el estudiantil, en donde en
ocasiones fue la fuerza mayoritaria. En los años 70 establece lazos con pobladores urbanos
como vendedores ambulantes, invasores de terrenos y opositores a desalojos (…) Pero con
todos estos sectores tuvo una relación bastante instrumental, pues la tarea fundamental era
adelantar la guerra popular prolongada y no limitarse a las reformas…”26.

Fue característico que en todas las organizaciones sociales influenciadas adoptaban o en


ocasiones se imponía la consigna “¡Combatiendo Unidos Venceremos!”27, la cual aparecía
en periódicos, comunicados, volantes, carteles, pancartas, murales y se coreaba en las
manifestaciones, junto con consignas de “¡Honor y Gloria!” con alusión directa a los
nombres de los comandantes del EPL caídos en combate. Era frecuente el apoyo a labores
clandestinas y operativos milicianos o guerrilleros desde las organizaciones sociales y sus
integrantes, bajo la orientación de “apoyarse en las grandes masas para combatir”28.
Adicionalmente, se realizaban con propósito propagandístico “tomas de las asambleas” de
los sindicatos u otras organizaciones sociales por parte de comandos guerrilleros, lo cual
generaba problemas de seguridad y situaciones de riesgo a sus afiliados29.

“La estrategia de los principales actores armados, está ligada cada vez menos a los
problemas sociales y a las reivindicaciones de las poblaciones locales. Hace ya mucho
tiempo que los movimientos sociales autónomos se dislocaron o fueron instrumentalizados
por estos actores. Por el contrario, las estrategias de estos conducen a dar primacía a la
dimensión propiamente militar…”30.

A propósito de la preparación del segundo congreso del PCC ML31, desde los Comité
Regionales que tenían alta participación de cuadros y militantes vinculados con sectores
campesinos, estudiantiles y sindicales, se precipitó un debate que llevó a una crisis política y
militar al conjunto de la organización. Bajo el liderazgo de cuadros con formación intelectual
y la mayoría de quienes tenían alta incidencia en tales la movimientos sociales, cuestionaron
el carácter marginal de la guerra adelantada, reclamaron adoptar una línea de primacía para
la actuación política y propusieron redefiniciones programáticas, estratégicas y tácticas
también referidas a reconocer la legitimidad y compromiso con reivindicaciones y reformas

26
Mauricio Archila N., Una historia inconclusa, izquierdas políticas y sociales en Colombia, “El maoísmo en
Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo-leninismo”, CINEP, Colciencias, Programa por la Paz, Bogotá,
diciembre de 2009, páginas 194-195.
27
En directa alusión a la consigna más utilizada por el EPL: ¡Combatiendo Venceremos!
28
Todos los entrecomillados hacen parte de conceptos y expresiones claves de la “Línea de Masas” adoptada
por el PCC ML en sus documentos del X Congreso de 1965 y en los adoptados por los sucesivos plenos del CC
que constituían orientaciones de obligatorio cumplimiento.
29
VILLARRAGA Álvaro y Nelson Plazas, Para reconstruir los sueños, una historia del EPL, antes citado.
30
PECAÚT, Daniel, Guerra contra la sociedad, Espasa Hoy, Bogotá, mayo de 2001, página 11.
31
Denominado XI Congreso, dado que el PCC ML pretendía recoger la tradición histórica del PCC desde 1930
y la realización de sus congresos anteriores a la ruptura.
democráticas en el orden político y social. Uno de los aspectos cuestionados fue la relación
instrumental frente a las organizaciones sociales y los aspectos de militarización y
“guerrillerismo” impuestos en ellas. Incapaz de resolver la situación, el Comité Central
resolvió expulsar a los principales líderes de tales posturas, lo que conllevó al
fraccionamiento del PCC ML y del EPL, incluso en la zona de guerra, de forma que la
mayoría de los cuadros, militantes y combatientes se marginaron en búsqueda de desarrollar
tales opciones.

“…el PC-ML no solo se tardó 15 años en realizar su segundo congreso, sino que cualquier
inconformidad o cuestionamiento era tratado como una actividad traidora y
contrarrevolucionaria y por tanto había que extirparla de raíz…”32.
Esta situación dio lugar a partir de 1974 al consiguiente debilitamiento del PCC ML y a la
salida de su seno de tres agrupaciones distintas: la Tendencia MLN con impacto nacional y
la Línea Proletaria en el Eje Cafetero y Bogotá que expresaban las posiciones críticas y las
propuestas referidas. Estas agrupaciones tuvieron sus propias rupturas y reagrupamientos, de
manera que se ligaron con otras vertientes de orientación ML o socialista. Pervivió entre
otros grupos surgidos de ellos el PRT en Montes de María, procedente de la Tendencia MLM.
Pero a la vez, como expresión de una reacción radicalmente contraria, surgió en 1976 el
Comando PLA del EPL en Bogotá, con presencia más reducida en algunas otras ciudades, el
cual proclamó la generalización de la acción militar urbana, lo que derivó en atentados tipo
comando contra la Policía, sabotajes, actos con uso de terrorismo, propaganda armada y
“ajusticiamiento” de valiosos cuadros políticos del PCC ML por divergir de sus posiciones.

El PLA al seno de sindicatos y organizaciones comunitarias propagó el concepto del


“agotamiento de las vías de actuación legal” y reclutó para el paso inmediato a la acción
armada principalmente universitarios y estudiantes de colegios -parte de ellos menores de
edad-, quienes por inexperiencia y ante los métodos “aventureros” implementados eran
fácilmente capturados. Bajo torturas ejercidas por los organismos de seguridad estatal fueron
obligados a delatar otros militantes y personas relacionadas o conocidas que no lo eran,
siendo todas investigadas y dando lugar a numerosas capturas y a Consejos Verbales de
Guerra. Así, producto de la persecución oficial y de sus propios métodos, el PLA se
desintegró al inicio de los 80, aunque alcanzó a conformar un frente rural que incursionó
entre Meta, Caquetá, Huila y Tolima pero su comandancia asumió una actuación similar a la
de los frentes rurales del EPL, de manera que buena parte de sus combatientes se reintegraron
en 1982 a esta guerrilla.

Replanteamiento a favor de la política, tregua bilateral y despliegue del EPL

El PCC ML tras la experiencia del debate interno frustrado pero progresivamente consiente
de la validez de las críticas que se hicieron a su seno y de problemáticas que afectaban las
posibilidades de su proyecto revolucionario, realizó un segundo congreso en la
clandestinidad en 198033, imbuido de un sentido autocrítico, de rectificación y de

32
ARCHILA N., Mauricio, Una historia inconclusa, izquierdas políticas y sociales en Colombia, “El maoísmo
en Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo-leninismo”, CINEP, Colciencias, Programa por la Paz,
Bogotá, diciembre de 2009, página 202.
33
XI Congreso del PCC ML se realizó en una zona rural controlada por el EPL en Córdoba.
actualización de sus planteamientos. Sus conclusiones adoptaron un viraje de apertura
ideológica y política, definió como principal la lucha política –aunque con ambigüedad al
definir la lucha armada simultáneamente como “principal expresión de la lucha política”-,
rompió ideológicamente con el maoísmo, buscó aproximar sus caracterizaciones a la realidad
política y social colombiana, llamó a priorizar los escenarios urbanos, obreros y
agroindustriales y a desarrollar propuestas políticas tácticas. Asumió como rectificación el
propósito de superar “el dogmatismo, el vanguardismo, la estrechez política y el sectarismo
frente a los demás sectores políticos”. Hizo un balance crítico en materia militar y adoptó un
viraje al formular una estrategia de guerra popular y preparación de insurrecciones en lo local
y nacional, extender el EPL a zonas de mayor importancia estratégica, socioeconómico y
poblacional, consolidar retaguardias y avanzar en desarrollo operativo y técnico34.

En términos del énfasis hacia la política inicialmente –en 1982- el PCC ML trasladó a la
actividad política legal a parte de sus cuadros y militantes con la creación de la Unión
Democrática Revolucionaria (UDR), organización política legal que adoptó un programa en
demanda de reformas democráticas que incluían las garantías electorales efectivas, con
perspectiva de participación. Sin embargo, este proyecto no prosperó al sospechar los
organismos de inteligencia estatales la procedencia de sus integrantes, lo que se tradujo en
riesgos de seguridad y persecución, que llevó a su pronta disolución. Con base en la
influencia estudiantil y juvenil conformó la Juventud Revolucionaria de Colombia (JRC), la
cual tuvo particular presencia en varias regiones y en particular en universidades estatales.
Luego –entre 1983 y 1985- en actitud que sorprendió a medios oficiales, políticos y de la
misma izquierda entró en diálogos de paz en respuesta al llamado del Gobierno Betancur,
suscribió conjuntamente con el Movimiento 19 de Abril (M19) una tregua bilateral con dicho
gobierno, estableció relaciones de entendimiento con las FARC luego de dos décadas de
tensión y mutuos calificativos sectarios, e hizo parte de la promoción y conformación de la
Coordinadora Nacional Guerrillera.

En desarrollo de la tregua pactada y del diálogo nacional y en las regiones habilitado, para
avanzar en consensos hacia reformas que dieran lugar a la construcción de la paz, propuso
como fórmula hacia la solución política con el conjunto de la insurgencia la convocatoria de
una Asamblea Nacional Constituyente, por vía plebiscitaria o de referendo, de manera que
allí se aprobara una reforma política integral en las instituciones, se restituyera la soberanía
popular, se reconocieran derechos y garantías, se aprobaran compromisos con las reformas
sociales y se posibilitara el tránsito de las guerrillas a partidos políticos, en un contexto de
auténtica “apertura democrática”. En consecuencia, desarrolló como su actividad central
durante esta tregua, 1984-1985, una “campaña política nacional por la Asamblea Nacional
Constituyente”, con importante convocatoria en ciudades y municipios, en particular donde
tenía presencia este movimiento insurgente35.

34
Conclusiones del XI Congreso Nacional del PCC ML, edición clandestina, 1980, archivo FUCUDE.
35
En hecho que extrañó en medios oficiales y de opinión, aunque las conversaciones y negociaciones previas
Gobierno-PCC ML EPL se realizaron en frentes guerrilleros de Córdoba y Antioquia, la firma de la tregua
bilateral en agosto de 1984, por solicitud del EPL se hizo en la ciudad de Medellín, en contraste con lo hecho
por las FARC y el M19 que la suscribieron en zonas rurales. Se produjo entonces en la Plaza Berrío de esta
ciudad una masiva concentración de militantes y simpatizantes, en medio de la cual estaba la delegación del
frente urbano del EPL y el comandante general Ernesto Rojas y el vocero nacional Oscar William Calvo.
Como es bastante conocido los militares, en cabeza del ministro de defensa que para la época
era un general activo de las Fuerza Militares, desacataron la orden gubernamental de tregua
con las guerrillas (FARC, EPL y M19), atacaron sus campamentos y a sus voceros, a la vez
que las élites políticas y económicas si bien inicialmente aprobaron la ley de amnistía y
demandaban el desarme guerrillero, se opusieron abiertamente a que se introdujeran las
reformas políticas y sociales pactadas, y de las cuales se conseguían fórmulas de consenso y
se construían proyectos de ley en las diez comisiones temáticas del Diálogo Nacional
acordado36. Estos hechos debilitaron de manera progresiva y acelerada las posibilidades del
proceso de paz, al punto que lo llevó al rompimiento, especialmente a partir de los ataques
ofensivos contra los campamentos guerrilleros en tregua y los ataques mortales contra los
voceros nacionales y regionales de las guerrillas en tregua cuando obraban sin armas y en
estado de indefensión en desarrollo de las gestiones convenidas de diálogo político37. Este
tipo de circunstancias llevaron al rompimiento de la tregua bilateral, inicialmente con el M19
y posteriormente con el EPL. Las FARC a pesar del hostigamiento sufrido y del progresivo
exterminio de los militantes de la UP, partido político creado para que dicha guerrilla
accediera a la vida política legal, se mantuvo en tregua hasta 1987.

No obstante el rompimiento de la tregua, el PCC ML y el EPL no abandonaron la propuesta


de convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente como fórmula para la solución
política con el conjunto de las guerrillas e insistieron incluso en que el gobierno restableciera
las condiciones para la tregua y se recuperara la aplicación de los compromisos pactados.
Esto a diferencia incluso del M19 que al momento adoptó por una táctica insurreccional.
Además, bajo tal concepción de mantener la inclinación hacia la lucha política sin desconocer
el despliegue guerrillero, promovió en 1985 el partido político legal Frente Popular que
adoptó un programa democrático de reformas, mantuvo la consigna a favor de la
convocatoria de una Constituyente y la solución política del conflicto armado y estableció
alianzas y coaliciones electorales con la UP y con otras vertientes de izquierda y progresistas
del Partido Liberal y de otros sectores38.

En materia militar en los años 80 el EPL extendió su presencia con mayor amplitud en zonas
de Córdoba, norte de Antioquia y Urabá y en otras: Occidente y Suroeste de Antioquia, Eje
Cafetero, Putumayo, Norte de Santander, Sierra Nevada de Santa Marta y norte del Tolima,
mediante el fortalecimiento o creación de frentes rurales y la conformación de Estados

Concluidas las intervenciones en la concentración pública los voceros escoltados por guerrilleros y
manifestantes se dirigieron a cumplir la cita con los delegados de la Comisión de Paz y demás acompañantes
del acto de firma del acuerdo, en las instalaciones del Museo de Antioquia.
36
Ramírez, Socorro y Alberto Restrepo, Actores en conflicto por la paz, el proceso de paz durante el gobierno
de Belisario Betancur, 1982-1986, Siglo XXI, CINEP, Bogotá, 1989.
37
En 1985 Antonio Navarro vocero nacional del M19 fue objeto de un atentado mortal en Cali y Oscar William
Calvo vocero nacional del EPL murió junto con otros dirigentes del PCC ML y del JRC víctimas de un atentado
similar en Bogotá. Las investigaciones judiciales sobre los responsables de estos hechos señalan estructuras del
Ejército Nacional, en el caso de Bogotá del Batallón Charry Solano de Inteligencia, adscrito a la XX Brigada.
38
En Frente Popular desplegó su actividad entre 1985 y 1990, obtuvo presencia significativa en varias regiones,
consiguió en medio de las alianzas referidas representación parlamentaria, acceso a varias asambleas
departamentales y a numerosos consejos municipales. Sin embargo, su actuación, al igual que otros proyectos
de izquierda, sufrió un alto nivel de ataques de la fuerza pública, los organismos de seguridad estatales y los
grupos paramilitares, con alto número de masacres y de militantes asesinados.
Mayores Regionales. Así mismo, conformó frentes urbanos con estructuras más pequeñas y
especializadas, de los cuales tuvo especial despliegue el de Medellín y el Valle de Aburrá.
Rotas las treguas con las guerrillas que las habían suscrito se intensificaron las hostilidades,
a la vez que se registró el surgimiento y despliegue de grupos paramilitares, los cuales a la
vez tenían particulares articulaciones tanto con la fuerza pública como con los carteles del
narcotráfico.

Entre 1986 y 1989 se presentó el más alto nivel operativo del EPL. Esta guerrilla consiguió
elevar su capacidad operativa especialmente en Urabá y Córdoba, consolidó fuerzas
especiales, ramas técnicas e implementó intercambios y acciones conjuntas con otras
guerrillas en distintas regiones. Su crecimiento si bien expresó incursión política y una
dinámica insurgencia sensible hacia sectores poblacionales y sociales del ámbito popular,
conllevó hechos violatorios del derecho humanitario como las tomas de rehenes, secuestros,
homicidios y ataques a bienes civiles dirigidos especialmente contra los grandes propietarios,
hacendados y ganaderos. A la vez, de nuevo su presencia evidenciada en regiones y ligada a
sectores sociales, sirvió de pretexto para señalamientos y ataques desde los grupos
paramilitares, que al final de los años 80 realizaron una cruenta incursión, particularmente
focalizada en zonas de tradicional presencia del EPL.

“Hasta el año de 1982, la guerrilla en Córdoba habitaba las tierras altas de las serranías
de San Jerónimo, Ayapel e igualmente la serranía del Abibe, límite natural entre Antioquia
y Córdoba. De esos lugares, abruptos y lejanos, hacían esporádicamente incursiones a las
haciendas próximas, pero jamás hicieron de ésta una táctica frecuente. (…) A partir de 1982,
la subversión se desbordó como una mancha maléfica por todo el territorio cordobés,
sembrando a su paso la muerte, y el terror y la desolación, apoyados por una población
campesina olvidada y empobrecida por el olvido del Estado (…) Asentados muchos de ellos
en parcelas totalmente improductivas, entregadas por el INCORA y con ánimo facilista.
Aislados en los tiempos de lluvia y en épocas de sequía”39.

Las “campañas de finanzas” exigidas por el Estado Mayor Central (EMC) del EPL que
imponían periódicas cuotas establecidas para cada estructura militar masificaron las
imposiciones económicas contra la población, la extendieron de los principales propietarios
a muchos sectores de ellos e incluso de personas sin propiedades y recursos significativos y
debilitaron sensiblemente el vínculo político con la población, la confianza y el carácter
voluntario de las colaboraciones de diverso tipo que podían brindar espontáneamente
diversos sectores.

“…Las llamadas “contribuciones voluntarias” a ganaderos, agricultores y empresarios en


general aumentaron en precio y número de contribuyentes. Ya no solo eran los ricos y
pudientes, a los medianos también “les tocó meterse la mano al dril”. Según la expresión
popular. Las otras modalidades de recaudo eran extorsión, robo, abigeo y secuestro. En
caso de rechazo u oposición eran víctimas de homicidios, ajusticiamiento, fusilamiento de

39
Germán Castro Caicedo, En Secreto: los paramilitares, Bogotá, Planeta, 1996, página 169.
reses o quema de fincas. Al narcotráfico le cobraban una especie de impuesto o participación
por carga enviada al exterior 40.

La “guerra sucia” del paramilitarismo, el EPL llama a la “guerra civil”

Aunque la situación de ocurrencia de graves y masivas violaciones a los derechos humanos


y al derecho humanitario se incrementó hasta adquirir profunda dimensión en los años 80,
existían presiones gubernamentales, políticas y militares que negaban tal situación, en medio
de la generalización de este tipo de hechos en distintas regiones, en condiciones
prácticamente de plena impunidad. Los grupos paramilitares MAS (Muerte a
Secuestradores), Los Tiznados y las ACMM (Autodefensas Campesinas del Magdalena
Medio) actuaban en zonas militarizadas, de forma que ocasionaron en pocos años varias
decenas de víctimas fatales y un masivo desplazamiento en el Magdalena Medio. El
Procurador General Carlos Jiménez Gómez entregó en 1982 un informe que reveló la
participación de personal militar y policial de niveles oficiales, suboficiales y bases en tales
grupos, lo que no mereció la respuesta estatal ni gubernamental correspondiente. Siendo muy
notorio el deterioro de los derechos humanos en el país en 1983 la OEA archivó
documentación recibida sobre 230 casos graves de violaciones, con la consideración de que
el gobierno colombiano entregaba “explicaciones satisfactorias”. En actitud distinta
Amnistía Internacional señaló en 1984, en su informe anual, que existían graves y frecuentes
violaciones a los derechos humanos en Colombia, ante lo cual el Procurador General declaró
que su informe era “serio, bien sustentado y verídico”. El mismo Procurador General advirtió
en 1985 sobre la expansión de las cuatro guerrillas existentes (FARC, EPL, ELN y M19) en
numerosos departamentos y consideró que existían “expresiones de insubordinación
popular”, las cuales calificó tanto de origen espontáneo como relacionado con el crecimiento
de las guerrillas41.

A pesar de que las FARC aún se mantenían en tregua en 1986 arreciaron los ataques
sistemáticos contra la Unión Patriótica (UP), en especial contra su dirigencia, representación
en corporaciones públicas a todo nivel y participación en las administraciones locales. Ese
año la Procuraduría General de la Nación (PGN) reveló que existían 620 personas víctimas
de desaparición forzada. Numerosas masacres se empezaron a implementar en zonas de
reconocida presencia guerrillera pero también de influencia de las organizaciones políticas
de izquierda, hecho acentuado a inicios de 1988, a raíz de la elección de los alcaldes por
primera vez mediante el voto popular. Así, el paramilitarismo –con responsabilidad estatal
por acción u omisión- desarrolló una persecución violenta contra los dirigentes y las
organizaciones sociales de los trabajadores, docentes, campesinos e indígenas y contra las
organizaciones políticas de izquierda como la UP y el Frente Popular. Informes de
organismos de derechos humanos internacionales e internos y las mismas investigaciones
oficiales posteriores establecieron la participación de paramilitares, narcotraficantes,
empresarios agrícolas, mercenarios extranjeros y militares, en la campaña de exterminio y
persecución desatada en estos años que se centró en el Magdalena Medio, Santander,

40
NEGRETE B., Víctor, Situación de conflicto y pobreza en el Departamento de Córdoba y perspectivas de
paz, Acción contra el hambre, Agencia Catalana de Cooperación, Comisión Europea, Montería, noviembre de
2008, página 21-22.
41
Los documentos del Procurador, 1982-1986, Carlos Jiménez Gómez, Editorial Retina, Bogotá, 1987.
Nordeste Antioqueño, Córdoba, Urabá, Meta, Cauca y una serie de atentados urbanos en
numerosas ciudades.

“En vísperas de las elecciones municipales y en plena campaña política unitaria Unión
Patriótica-Frente Popular, en Urabá y Córdoba, se desataron monstruosos hechos contra
la población que respaldaba al Frente Popular y en represalia por la actuación del EPL. El
4 de marzo de 1988 se produjo, en las fincas bananeras “Honduras” y “La Negra”, en el
corregimiento de Currulao, la masacre de más de veinte obreros del Frente Popular. El 3
de abril siguiente fueron fusiladas 28 personas en Mejor Esquina, corregimiento del
municipio de Buenavista, Córdoba. El 26 del mismo mes, entre Currulao y Turbo, otros 26
campesinos fueron desaparecidos, sus casas incendiadas, ellos torturados y sus cadáveres
arrojados mar adentro, en Punta Coquitos. En El Tomate, Córdoba, y en Pueblo Bello,
Urabá, fueron desaparecidos y asesinados más de sesenta personas”42.

En 1989 incursionó un operativo de la Brigada Móvil No 1 del Ejército Nacional en el Alto


San Jorge, sobre lo cual en difusión de lo informado en sus partes oficiales los medios de
comunicación y prensa afirmaron que se habían ocasionado numerosas bajas contra
guerrilleros del EPL. Sin embargo, con base en las denuncias presentadas por los habitantes
de la zona ante la Procuraduría y los testimonios recogidos a los ex combatientes allí
presentes, se pudo establecer que en los enfrentamientos sólo se registraban dos bajas en las
filas guerrilleras, tras la llegada de las tropas a un campamento central, pero que en el
operativo de incursión las tropas oficiales habían ocasionado numerosas víctimas en la
población civil.

“La degradación de las prácticas de la guerra favorece la guerra civil. Las atrocidades
realizadas por los actores armados, las masacres sistemáticas en el caso de los
paramilitares, la destrucción de pueblos, los asesinatos y los secuestros en el caso de las
guerrillas, inducen progresivamente, en el plano local sobre todo, pero no solamente allí, la
división de la sociedad y la difusión del clima de guerra. Poco importa que la población sea
arrastrada a su pesar: el resultado está allí, es decir, la población se encuentra inscrita en
las lógicas de la guerra”43.

En efecto, el clima de violencia sistemática y guerra con efectos generalizados en varias


regiones, atizaba las posiciones de confrontación bélica entre las partes. Ante la ola de
masacres cometidas contra la población obrera y campesina el PCC ML adoptó entonces, en
1888, la consigna de “oponer al fascismo la guerra civil”. De manera urgente cuadros
políticos de distinto nivel fueron trasladados a frentes guerrilleros tanto para protegerlos
como para dimensionar la respuesta militar ante lo sucedido. Los operativos guerrilleros se
dinamizaron y las milicias populares, rurales y urbanas, adscritas a los Comité Regionales
del partido, se fortalecieron en distintas regiones.

Interferencia insurgente en sectores sociales, expresiones de resistencia

42
VILLARRAGA S., Álvaro y Nelson Plazas, Para reconstruir los sueños, una historia del EPL, antes citado,
página 220.
43
PECAÚT, Daniel, Guerra contra la sociedad, Espasa Hoy, Bogotá, mayo de 2001, página 18.
El espiral de violencia afectó a sectores de la sociedad en distintas regiones y ciudades
impactadas por las consecuencias de la guerra y las expresiones de arbitrariedad que
comprometieron a diversos actores institucionales, irregulares y de los ámbitos político y
social. Históricamente la insurgencia se empeñó en construir relaciones de apoyo y de
estimular compromisos con su actuación principalmente entre sectores obreros, campesinos
y del ámbito popular rural y urbano. La actuación contrainsurgente institucional del Estado
y represiva de la fuerza pública ante la subversión que en buen grado se ligó con el
paramilitarismo contó con nexos y apoyo de sectores de las élites políticas tradicionales y
sociales –en especial de sectores de hacendados, ganaderos y empresarios-. Adicionalmente,
se agregó el alto impacto del narcotráfico que afectó e influyó en toda la sociedad y el Estado:
sus capos se ligaron a sectores de las élites, dimensionaron el paramilitarismo, incidieron de
manera determinante en la economía de guerra de buena parte de la insurgencia, impusieron
dinámicas de producción y comercialización que involucraron a sectores sociales como fue
el caso de los campesinos cultivadores y los obreros agrícolas recolectores –raspachines-,
fortaleciendo un entorno de ilegalidad y aportando sus propios ingredientes de criminalidad
y violencia.

En tal contexto la sociedad se encontró afectada por las dinámicas de violencia, a la vez que
sectores de ella se encontraban relacionadas de distintas formas con sus actores de diverso
tipo. Expresión de ello también fue la continuidad las expresiones de interferencia de las
guerrillas insurgentes frente a sectores sociales y poblacionales populares en ámbitos rurales
y urbanos.

“El EPL y las FARC se vincularon a las luchas sindicales de los obreros del banano, y luego
de impulsarlas, las subordinaron a sus objetivos militares y financieros. Algunos
empresarios, por su parte, luego de sufrir secuestros, asesinatos, extorsiones y sabotajes a
instalaciones productivas, decidieron crear grupos paramilitares y contratar acciones con
grupos de Puerto Boyacá. En esas operaciones hubo lazos de cooperación con
narcotraficantes y miembros de las Fuerzas Armadas, como lo indicaron los informes
respectivos del DAS sobre las masacres de Urabá”44.

Así también, entre otros casos regionales, tras el Paro Cívico Regional del Nororiente,
convocado por organizaciones sindicales y campesinas que logró una amplia movilización
con demandas reivindicativas en 1987, contó con reconocida intervención de la insurgencia
en su promoción, en especial del ELN y del EPL, hecho aprovechado por la fuerza pública
para señalar y reprimir a los manifestantes y por los grupos paramilitares para desatar ataques
contra sus dirigentes y participantes. Este tipo de situación se repitió con alto impacto en
Urabá y con consecuencias nacionales durante la realización del Paro Cívico Nacional,
realizado en octubre de 1988 tras convocatoria de las centrales sindicales. En esta ocasión el
EPL desató importantes acciones guerrilleras principalmente en esta región, simultáneas a la
protesta obrera y popular, de forma que interfirió directamente su autonomía y carácter cívico
y legal, lanzando consignas de convertir el paro en “huelga política nacional”.

44
Pacificar la Paz, lo que no se ha negociado en los acuerdos de paz, Comisión de Superación de la Violencia,
antes citado, página 136.
Este tipo de interferencias del EPL y de otras guerrillas en las organizaciones sociales y
sindicales obraron a favor del señalamiento gubernamental, de ser ellas aliadas a la
subversión y de justificar medidas represivas que llevaron a encarcelamientos, maltratos y
despidos contra numerosos dirigentes y activistas sindicales y populares. Situación que a la
vez se relacionó con el incremento de amenazas, atentados y homicidios cometidos contra
ellos por parte del paramilitarismo, con casos que involucraban también con frecuencia
responsabilidades gubernamentales y estatales. Es el caso, entre otros, de las víctimas
ocasionadas esos años contra integrantes del Comité Cívico Popular del Nororiente que había
liderado la movilización regional y había logrado conversaciones y acuerdos para soluciones
reivindicativas con el gobierno nacional. Sus integrantes fueron señalados, amenazados y
atacados por el paramilitarismo, de forma que se produjeron varias víctimas entre ellos. En
tales situaciones, ante los altos niveles de riesgo presentados se dieron casos frecuentes de
líderes y activistas sociales que militaban en el PCC ML o en el Frente Popular, que en el
primer caso eran trasladados o en el segundo llegaban a pedir ingreso a los frentes del EPL,
como medida de seguridad o de otorgarles refugio.

Además, ante el clima de violencia generalizada que afectó durante los últimos años 80 a
muchos sectores de la sociedad, se registraron expresiones de resistencia y demandas de
respeto a los derechos humanos desde las poblaciones y organizaciones afectadas. En Bogotá
y otras ciudades cobró fuerza un Movimiento por la Vida y empezaron a cobrar fuerza los
informes de los organismos intergubernamentales y las organizaciones internas de derechos
humanos, con las respectivas demandas y recomendaciones frente al Estado y los actores
irregulares. Entre tanto, en las zonas rurales de confrontación aparecieron las primeras
manifestaciones expresas de resistencia civil frente a la actuación de los actores armados –
estatales, paraestatales y contraestatales- que los afectaba- y de comunidades indígenas y
campesinas45.

En las regiones de presencia de los frentes del EPL ante las masacres, homicidios selectivos,
atentados y amenazas producidas por los grupos paramilitares que con frecuencia contaron
con participación y responsabilidad de entes estatales, los campesinos además de exigir
protección y seguridad legítima a los organismos oficiales, discutían con las estructuras
guerrilleras sobre los efectos negativos para su seguridad de su presencia y actuación en su
territorio, lo cual llevó a demandar en varios casos el que se alejaron de sus entornos. Al
llegar los guerrilleros pobladores de tales regiones afectadas les decían: “¡Váyase ligero que
esta gente nos dijo que si nos veían con ustedes nos mataban!”. De tal manera, comunidades
que antes habían tenido colaboración o al menos convivencia o tolerancia con los frentes
guerrilleros ahora les pedían salir de sus territorios para no ponernos en condición de alto
riesgo. Así lo percibieron integrantes del entonces Frente Oscar William Calvo del Eje
Cafetero: “…la gente reculaba con temor, apoyaba ahora a medias, o rehuía o estaba en
contra”. “Eso a uno lo desinflaba, tuvimos entonces que maniobrar y abrirnos porque ya no
se justificaba pelear ahí de nuevo”46. En un amplio territorio de Córdoba, en medio de

45
Entre ellas se destacaron como expresiones de autonomía ante los actores armados de diverso tipo y de
exigencia de respeto desde posiciones autónomas el Acuerdo de Vitoncó de las organizaciones indígenas del
Cauca de 1985 y la proclama de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare en 1989. Ver: Exigencia
humanitarias de la población civil, hacia compromisos y acuerdos humanitarios, FUCUDE, 2006.
46
Entrevista con ex Comisario Político, Frente Oscar William Calvo del EPL, Eje Cafetero.
hostilidades militares entre el Ejército y el EPL y la actuación paramilitar referida, los
campesinos optaron por levantar banderas blancas en cada una de sus casas y enviaron
mensajes de demanda de respeto a todos los actores armados.

Posición del EPL frente al narcotráfico

Puede hacerse referencia a posiciones y en algunos casos tipos de relaciones presentadas


entre el EPL y los actores del narcotráfico, a partir de cuatro momentos y circunstancias
históricas distintas:

1. Al inicio de los 80 con la inicial incursión del narcotráfico en las regiones donde tenía
presencia, su posición fue de oposición vertical, prohibió a los campesinos realizar cultivos
con tal propósito y llegó a realizar acciones de erradicación, bajo una actitud de abierto
rechazo a la mafia. En tal momento, en algunas zonas de presencia coincidente con el ELN
ambas guerrillas compartían esta postura.

2. A mediados de los 80, al extenderse la economía ilegal del narcotráfico y masificarse la


vinculación de campesinos cultivadores y la migración de obreros agrícolas en calidad de
raspachines y pulular sectores de intermediarios, comercio y servicios a su alrededor, en
medio de secuelas de descomposición social, deterioro ecológico y riesgos en seguridad para
los territorios y sus pobladores, su actitud fue de reconocer el fuerte impacto de distinto orden
de la economía ilegal y de sus actores, de forma que pasó a considerarlos como sector de
grandes propietarios, imponiéndoles extorsiones, realizando en algunos casos secuestros
extorsivos en su contra y en ocasiones consiguiendo de ellos compromiso de colaboración.
En razón de las regiones, circunstancias, momentos y de sus actitudes diferenciadas, se
sucedieron distintas situaciones que oscilaron desde la confrontación armada hasta el
entendimiento y expresa colaboración hacia la guerrilla. Como política entonces el PCC ML
y el EPL reconocieron la realidad social de los campesinos cultivadores y raspachines, a
quienes también les exigían colaboraciones económicas.

3. A finales de los 80 cuando los carteles del narcotráfico concentró alto poder y se ligó de
manera generalizada a la alianza contrainsurgente que tuvo como filo las masacres
paramilitares con participación de sectores de narcotraficantes, se registró una ruptura
violenta, de forma que fueron atacadas las bases sociales del EPL. Hubo entonces también
escenarios de confrontación del EPL con expresiones del narco-paramilitarismo.

4. En el contexto del proceso de paz Gobierno nacional-EPL, entre 1990 y 1991, el EPL entra
en cese del fuego y se cruzan mensajes con intermediarios y de forma directa que posibilitan
que sectores de narco-paramilitares, ganaderos y hacendados asociados, conversen con la
comandancia del EPL, de forma que se hizo público un compromiso de respeto al proceso de
paz y de compromiso de los paramilitares de que en reciprocidad con el pacto final de paz de
esta guerrilla se produciría la desmovilización paramilitar en la región de Córdoba y Urabá.
De tal forma, tras el pacto de paz y el desarme del EPL se produjo un desarme parcial ante
las autoridades y un repliegue del paramilitarismo hacia el norte de esta región, hecho
publicitado por medios gubernamentales como una desmovilización paramilitar efectiva.
En medio de estas circunstancias cambiantes se dieron situaciones que como se expone
afectaron con violencia a la población civil, en el contexto de confrontaciones entre ésta
guerrilla y narcotraficantes-paramilitares. A la vez que se registraron casos en los cuales
militantes o combatientes terminaron asociados a la economía del narcotráfico y a las
consiguientes redes mafiosas, aunque tal fenómeno no llevó a tal vinculación de cuadros
dirigentes ni comandantes de instancias nacionales. Así mismo, se llegaron a registrar casos
de personas integrantes o allegadas a las redes mafiosas que llegaron a colaborar con la causa
insurgente, en algunos casos hasta hacerse militantes47.

También en las fases de colaboración, se reflejó cierta incidencia de la mafia en este


movimiento insurgente en varios aspectos como los contactos para negocios de armas en el
ámbito internacional, manejo económico y de recursos más laxo e impacto en algunos
comandantes y combatientes que sostenían relación con sus redes en términos de
aprovechamiento de recursos, condiciones de comodidad y otros beneficios. Pero en todo
caso, la economía del narcotráfico se tornó en forma importante del financiamiento de la
mayoría de las guerrillas, lo cual incidió directamente en sus posturas, relacionamientos, con
efectos de degradación política y moral y con estímulo a posibilidades de recursos, de
mejoramiento operativo y de posibilidades de expansión.

“…Técnica y financieramente los vínculos con el narcotráfico le proporcionaron un salto


adelante a la guerrilla, pero ideológica y políticamente le significaron muchos pasos atrás. Los
efectos del dinero fácil han sido a la larga corruptores y contraproducentes, a tal punto que en
algunas zonas llegó a generarse una cierta circularidad, solidaria o conflictiva, de actores
armados vinculados indistintamente a la guerrilla, a la delincuencia común o al
narcotráfico”48.

Crisis en la izquierda y el proyecto socialista, replanteamientos asociados a la paz

En 1989 cobran vigor esfuerzos desde la sociedad civil que demandan la paz y llaman a que
se logren pronto diálogos y negociaciones entre el gobierno y las guerrillas. Entre ellos la
Comisión de Notables conformada por varios ex presidentes, los gremios económicos y la
Iglesia Católica que prestó buenos oficios para el acercamiento y verificó que la mayoría de
las guerrillas estaba en disposición para un proceso de paz. La Comisión de Convivencia
Democrática que agrupó de manera plural a partidos políticos, gremios, centrales obreras,
organizaciones sociales y la Iglesia Católica, en búsqueda de consensos que incidieron ante
el gobierno Barco para que optara por una política de paz. En ese contexto, el EPL declaró
una tregua unilateral como gesto de entendimiento, la cual sin embargo fracasó, al darse un
fuerte operativo militar contra su principal campamento en el Alto San Jorge.

47
Entre tales casos es reconocido el de Margarita Escobar, familiar directa de Pablo Escobar, quien en calidad
de estudiante de sociología se hizo militante del PCC ML, desarrollando un reconocido compromiso
revolucionario. Ella, su esposo y otras personas allegadas a ellos fueron asesinadas entre finales de los 80 e
inicio de los 90, por el mismo narco-paramilitarismo, precisamente en represalia por tal tipo de compromiso
con la izquierda insurgente.
48
Sánchez G., Gonzalo, “De las armas a la política”, prólogo al libro Para Reconstruir los Sueños, una historia
del EPL, de Álvaro Villarraga y Nelson Plazas, antes citado, página 18.
La CNGSB no logró una negociación unificada ante el gobierno, pero en medio de
particulares circunstancias de generalización de disímiles violencias, la intensificación del
conflicto armado, los efectos de la “guerra sucia” referida y la movilización ciudadana en
demanda de una salida institucional a la profunda crisis de violencia y gobernabilidad
registradas, se abre una ola de procesos de paz. Inicialmente el M19 se apartó de la unidad
guerrillera y asumió conversaciones directas con el Gobierno nacional, las cuales arrojaron
la firma de un Pacto Político de paz. Luego, al cobrar fuerza una dinámica social
especialmente del movimiento estudiantil en demanda de la convocatoria de la Asamblea
Nacional Constituyente, el EPL entabló conversaciones de paz con el gobierno, a las cuales
concurrieron también los movimientos armados regionales PRT de Montes de María y
MAQL del Cauca, de composición indígena y sentido de autodefensa de éstas comunidades.

Al momento el PCC ML sufrió una nueva crisis ideológica y política, no ajena a lo ocurrido
simultáneamente en todas las organizaciones de izquierda, legales o insurgentes, en
Colombia y en el mundo. Se produjo entonces la disolución de la URSS y de la mayoría de
los Estados socialistas, fue derribado el muro de Berlín y con él se cuestionaron los
paradigmas que habían guiado al movimiento comunista y a los proyectos revolucionarios
de izquierda. Paralelamente, tras intensa discusión y búsqueda de actualización de sus tesis
políticas y militares, al seno del PCC ML y su EPL se dio un intenso debate que redundo a favor
de reformulaciones a fondo, con énfasis general en la democracia, la propuesta de conseguir una
apertura democrática en el régimen político y a favor de en demanda de adoptar planteamientos
y la búsqueda de la solución negociada al conflicto armado. Situación que produjo una fuerte
crisis interna.

Diálogo, negociación y Acuerdo de Paz Gobierno-EPL49

Antes de concluir su mandato el presidente Virgilio Barco suprimió la jefatura militar de


Urabá como señal para alentar el inicio de las conversaciones de paz con el EPL. En mayo
de 1990 se produjo el primer acuerdo bilateral Gobierno-EPL que puso el acento en la
Constituyente, los cambios políticos y sociales posibles en tal contexto y la disposición a
avanzar hacia el logro de un pacto de paz. En junio siguiente en una reunión de la mesa de
conversaciones en los Llanos del Tigre se esbozó la agenda, la metodología, la conformación
de comisiones y la disposición de las partes a desescalar el conflicto armado. Luego
continuaron las con nuevos acuerdos conseguidos en Pueblo Nuevo, Necoclí, Urabá.
Simultáneamente, en distintas regiones, se habían instalado diez campamentos de paz por
parte de los frentes rurales del EPL, en cierto grado como forma de presión al gobierno que
se resistía a su número y a su ubicación en numerosos lugares y departamentos, pero la
movilización guerrillera para instalarse se hacía como gesto de paz y con llamado a las
autoridades territoriales a alentar el proceso de paz en curso. Más allá de un enfrentamiento
en La Guajira y de una tensión militar en Putumayo, se consolidaron estas concentraciones
territoriales, a partir de un acuerdo de reglamentación establecido entre las partes y su
progresiva reducción en tanto se desarrollaran acuerdos hacia el pacto de paz.

49
Documentación detallada sobre este proceso de paz en: Acuerdos con el EPL, PRT, MAQL y CRS. Diálogos
con la CGSB. Biblioteca de la Paz, FUCUDE, Alvaro Villarraga (compilador y editor), Bogotá, 2009.
La mesa de diálogo siguió luego en Labores, Belmira, Antioquia con otro acuerdo parcial
que precisó el temario y el apoyo en subcomisiones temática para avanzar en la negociación
de paz. Tales subcomisiones se ocuparon de los temas de: Asamblea Nacional Constituyente,
Reforma Política, Planes de Desarrollo Regional, Garantías Políticas, Garantía Jurídicas,
Derechos Humanos y Superación de la Violencia, Programa de Reencuentro para
condiciones de inclusión en la vida civil, Plan de Seguridad, Veeduría Internacional e Interna
y Campamentos de Paz y asuntos logísticos. El diálogo y la negociación de paz implicaron
un alto esfuerzo de coordinación y acompañamiento a las estructuras guerrilleras ubicadas
en cada una de las regiones, una intensa discusión democrática en cada una de las instancias
del PCC ML y del EPL y un dinámico intercambio político y social con diversos sectores,
incluidas relaciones en el ámbito internacional.

Como se convino el proceso de paz tuvo un curso coordinado con las mesas de negociación
paralelas entre el gobierno y los movimientos regionales PRT y MAQL, pero no se estimó
viable unificar las negociaciones, tanto por la dimensión mayor del PCC ML y EPL como
movimiento de presencia nacional, más complejo en sus estructuras y con dinámica propia
de evolución y tratamiento, como por las propias dinámicas del PRT ligadas ante todo a su
relacionamiento político y miliciano con la base social campesina y popular en Montes de
María y el carácter de comando de autodefensa del MAQL en relación estrecha con los
cabildos indígenas especialmente del norte del Cauca. No obstante, en algunas comisiones y
eventos se actuaba de forma coordinada o unificada, como fue el caso de la Comisión para
la Asamblea Nacional Constituyente, que entre sus trabajos realizó un encuentro de
intercambio y discusión con delegaciones de los partidos políticos, en el Campamento del
EPL de Labores, Antioquia.

El gobierno Gaviria recibió por tanto el proceso de negociación con avances en su


procedimiento a través de las comisiones y subcomisiones temáticas y énfasis en la
promoción de la Constituyente, pero pronto se produjo tensión en la mesa debido a presiones
oficiales por la desmovilización militar. El EPL discutió que el tema no podía ser el inicio de
la discusión, sino resultado de los acuerdos sobre garantías políticas, realización y
participación en la constituyente y compromisos de acceso a la vida política legal. El
consiguiente empalme de gobierno se convirtió en un asunto bastante tenso para la dinámica
de las conversaciones. Se paralizaron las instancias de Consejería de Paz y el PNR, no estaba
clara la participación directa del ejecutivo y se produjo un enfriamiento debido al
incumplimiento gubernamental.

En efecto, al momento la dinámica política se aceleró con la preparación de la Constituyente,


circunstancia determinante para el proceso de paz. El PC ML y el EPL, aunque no tenían una
propuesta lo suficientemente elaborada de nueva Constitución Política, si tenían una
propuesta programática y contenido central que hacía énfasis en la restitución de la soberanía
popular y sus formas de democracia directa, la consagración sin limitaciones de los derechos
y garantías ciudadanas, la consagración de compromisos de reformas sociales, el énfasis en
la soberanía nacional, entre otras consideraciones. Además, coincidía con otros sectores en
las propuestas de hacer de ella un tratado de paz, restituir el Estado Social de Derecho,
consolidar institucionalmente una apertura democrática introduciendo cambios en los
poderes públicos, posibilitar la participación social, popular y ciudadana, garantizar la
pluralidad, pluriculturalidad y diversidad del país, reestructurar las fuerzas armadas y lograr
la aplicación de los convenios internacionales sobre derechos humanos y el derecho
humanitario.

Sin embargo, el desarrollo de la negociación de paz era difícil y tenía obstáculos de distinto
orden. El presidente y el ministro de Gobierno aparecían distantes de la dinámica y los
compromisos asumidos, y comisionado de paz y negociador gubernamental Antonio
Bejarano y su equipo asesor no resolvían asuntos sustanciales e incluso metodológicos y
logísticos. A la vez, en varias regiones había tensiones con la fuerza pública, y en Córdoba,
crecía la desconfianza y la oposición desde los ganaderos. El EPL anunció que de no ser
superadas distintas dificultades podría darse la reconsideración del avance de las
conversaciones y los acuerdos, a la vez que persistía en enviar mensajes a las FARC y al
ELN, con la posibilidad de concertar una sexta cumbre de la CNGSB, para buscar unificar el
proceso de paz con todas las expresiones insurgentes, en perspectiva del proceso
Constituyente en curso. Esta situación llegó a poner en alarma las posibilidades del proceso
de paz y causó una tensión militar muy fuerte entre las partes en el occidente de Antioquia.

Luego la tensión se logró zanjar tras la exigencia el EPL de tener la presencia en la mesa de
conversaciones del ministro de gobierno y contacto directo con el presidente. Las señales del
gobierno y la presencia de este ministro en las conversaciones permitieron introducir
rectificaciones en la conducción de las negociaciones y recuperar la iniciativa de
entendimiento y avance. El proceso de paz parecía inestable, pero la situación también
mejoró con la cumbre de los tres movimientos en negociación y la ambientación social,
política y en distintos niveles de las posibilidades de la convocatoria de la Constituyente. Se
habilitaron canales de reunión con los partidos políticos signatarios del acuerdo para la
Constituyente y el gobierno; lo cual reanimó los canales con el Ministerio de Gobierno y la
Consejería de Paz. A tono con las positivas expectativas en el proceso político,
progresivamente mejoró la disposición de los militantes y combatientes.

El fallo histórico de la Corte Suprema de Justicia en 1990 que posibilitó convocar una
auténtica Asamblea Nacional Constituyente influyó bastante en el ambiente favorable al
diálogo. Pero se mantuvo una situación contradictoria. El gobierno y las organizaciones
guerrilleras que se mantenían en hostilidades no cesaban los combates. Esta situación trajo
efectos negativos a las negociaciones con el EPL y los otros movimientos. Restó espacios a
las gestiones en pro de la paz y se los otorgó a la militarización. Sin embargo, a finales de
1990 se realizó el Congreso del PC ML en el campamento de Pueblo Nuevo, en Urabá, que
adoptó las definiciones que hicieron posible avanzar hacia un acuerdo definitivo de paz, con
base en la participación con delegados efectivos en la Asamblea Nacional Constituyente y la
perspectiva de culminación del trabajo de la comisión y las subcomisiones temáticas. Ello se
sintetizó en una consigna: “Colocar las armas del EPL a discreción de la Asamblea Nacional
Constituyente”.

“Esta trascendental decisión -se aclaró- demanda como contraprestación que todas las
fuerzas vivas del país logremos un acuerdo nacional con arreglo a los siguientes objetivos:
1. Promulgación de una nueva constitución democrática. 2. Planes alternativos e integrales
de desarrollo económico y social a nivel regional. 3. Cambios democráticos en las fuerzas
armadas, garantías políticas, respeto a los derechos humanos y libertad a los presos
políticos. 4. Solución democrática y global al problema del narcotráfico, incluyendo la
negativa a la extradición. 5. Defensa de la soberanía nacional. 6. Veeduría internacional
como garante del proceso de paz. Esta patriótica decisión requiere también la creación de
condiciones y la adopción de planes que comprometan a todo el país, para avanzar en la
reinserción de mandos y combatientes del EPL en la vida civil, en los terrenos económico,
político y social”.50

Se convino entonces la participación del ministro de gobierno, Julio César Sánchez, en


cabeza de la delegación oficial a la mesa y se posibilitaron las veedurías nacional e
internacional. A partir de allí se entró en la fase decisiva de consensos en las comisiones
bilaterales, en los preparativos para la inclusión de delegados oficiales a la Constituyente y a
la concreción de temas como las garantías políticas y jurídicas, incluyendo la libertad de los
presos del EPL como también la protección de los derechos humanos en las regiones
afectadas. Además, se entró a decidir lo relativo a los planes económicos, sociales y de
desarrollo y la participación en las regiones de presencia histórica del EPL. Logrado un pre-
acuerdo que fue ampliamente discutido en todas las estructuras partidarias y guerrilleras se
complementó y perfeccionó y se dio lugar al Acuerdo Final de Paz51. De allí se dio el paso a
las ceremonias de desarme y la desmovilización de los frentes guerrilleros, lo cual permitió
poner fin a 24 años de lucha guerrillera. Sus efectos inmediatos, entre otros aspectos
importantes, fueron el descenso marcado de la violencia y las violaciones a los derechos
humanos y al derecho humanitario sucedidas en todas las regiones de presencia de frentes
del EPL.

El Acuerdo Final de Paz suscrito entre el Gobierno Gaviria y el EPL52 en su contenido


anunció la dejación definitiva de las armas el 1 de marzo de 1991 e inició el procedimiento.
El Gobierno concedió al grupo guerrilleros dos voceros con plenos derechos en la Asamblea
Nacional constituyente, facilitó la personería al EPL para desarrollar su proyecto político. Se
crearon Comités Operativos Regionales para difundir el proceso de paz con el EPL y
especialmente proyectos de reinserción cívica y productiva. Se constituyeron veedurías
nacional e internacional con el fin de verificar cumplimiento del acuerdo, la cual obró en el
acto de desarme en los campamentos y se contó con acompañamiento en la aplicación de lo
pactado por parte de la tutoría moral de la Iglesia Católica. El Gobierno concedió garantías
jurídicas de amnistía e indulto a los integrantes del grupo guerrillero. Se implementó un plan
de reinserción económica, social de los desmovilizados del EPL. Se definió un Plan de
Seguridad para brindar protección a ex combatientes. En materia de Derechos Humanos y

50
“Colombiano, apúntese a la paz”, Declaración Política del XIII Congreso del PC ML, noviembre de 1990,
Pueblo Nuevo, Necoclí, Urabá, archivo Fundación Cultura Democrática.
51
Suscrito entre el Gobierno Gaviria y el EPL con participación de las comandancias de todos los frentes del
DPL el 26 de febrero de 1991. El desarme y la desmovilización de los frentes del EPL fue ante comisiones de
la Asamblea Nacional Constituyente y una veeduría internacional de la Internacional Socialista, con
acompañamiento moral de la Iglesia Católica, el 1 de marzo de 1991.
52
Este nuevo acuerdo de paz fue firmado de manera protocolaria en el nivel nacional el 15 de febrero de 1991
en Santa Fé de Bogotá. Por el Gobierno Nacional: Humberto de la Calle Lombana (Ministro de Gobierno),
Jesús A. Bejarano (Consejero Presidencial), Carlos Eduardo Jaramillo (Asesor de la Consejería), Álvaro
Hernández (Asesor de la Consejería), Tomas Concha Sanz (Asesor de la Consejería), Gabriel Restrepo Forero
(Asesor de la Consejería), Gonzalo de Francisco Zambrano ( Asesor de la Consejería). Por el EPL: Jaime
Fajardo, Aníbal Palacio, Luis Fernando Pineda, Bernardo Gutiérrez, Jairo Morales, Marcos Jara. Testigos:
Monseñor Guillermo Vega (Conferencia Episcopal), Manuel Medina (Veedor del Partido Socialista Obrero
Español y la Internacio0nal Socialista).
Derecho Internacional Humanitario se comprometieron desarrollos constitucionales y
legales, un programa de atención a las víctimas y la conformación de una Comisión de
Superación de la Violencia encargada de realizar diagnósticos y formular recomendaciones.
Los Planes de Desarrollo Regional se especificaron regionalmente y se definió inversión
gubernamental y mecanismos de beneficio a las comunidades.

Aplicación del acuerdo, ausencia de garantías efectivas y la disidencia del EPL

El paso a la política y a la vida civil del M19, el EPL, el PRT y el MQL fue recibido con
amplia simpatía y masiva movilización ciudadana en cada una de las regiones. Este ambiente
de aceptación y respaldo a los pactos de paz se manifestó en el positivo respaldo electoral
conseguido por los proyectos políticos que implementaron estos sectores ex insurgentes. La
aplicación de los pactos de paz y del programa de paso de los ex combatientes a la legalidad
se dio en el contexto de la expedición de la nueva Constitución Política de 1991, el
mejoramiento en tal momento de situación en derechos humanos y el surgimiento de nuevos
proyectos políticos de la izquierda como la AD M19 –con participación también del EPL53 y
el PRT- y la ASI –promovida por el Movimiento Quintín Lame (MQL)-. Sin embargo,
también sobrevinieron los efectos de la prolongación e intensificación del conflicto armado
con las FARC y el ELN y la expansión del paramilitarismo que dio lugar a las ACCU y las
AUC (Autodefensas Unidas de Colombia).

Los acuerdos de paz se consolidaron en lo relativo a la contribución a la reforma política


democrática conseguida en términos dela destacada participación de los voceros del M19,
EPL, PRT y MAQL, a la vez integrantes de los proyectos partidistas de convergencia de
izquierda democrática y social referidos, en los trabajos de la Asamblea Nacional
Constituyente. Así mismo, tuvo éxito el acceso a la política también en lo relativo del acceso
de éstos sectores a corporaciones públicas a todo nivel, a gobiernos locales y regionales y a
diversas dinámicas de movimientos sociales, ONG e iniciativas ciudadanas de promoción de
la paz54. De manera general se cumplieron los compromisos con los pactos de paz, pero varios
de ellos se cumplieron parcialmente y varios no se cumplieron. Si bien obtuvieron registros
como partidos políticos, medidas de favorabilidad al momento y algunos espacios en medios
de comunicación, no existieron garantías para la actuación política y las dinámicas sociales
en la gran mayoría de las regiones de presencia histórica de estos movimientos, tras los
primeros años de positivo influjo de los procesos y de respaldo social y ciudadano,
progresivamente fueron copados por actores armados ilegales, guerrillas que se mantuvieron
activas o grupos paramilitares, siendo truncadas las posibilidades de la construcción de la paz
en tales territorios.

Compromisos oficiales de promoción de los proyectos políticos no se consiguieron por


rigidez y no reconocimiento de la autonomía que le asistía a los nuevos movimientos en la
vida legal por parte del gobierno. Los planes de desarrollo regional aunque con presupuestos
53
Entre marzo y agosto de 1991 el EPL salió a la vida política legal como partido Esperanza, Paz y Libertad,
pero a partir de esa fecha se integró a nivel nacional en el movimiento político Alianza Democrática M19, del
cual ya hacía parte el Frente Popular y el sector de los anteriores militantes de la Juventud Revolucionaria de
Colombia.
54
Un adiós a la guerra, memoria histórica de los procesos de paz en Colombia, Darío Villamizar, PLANETA,
1997.
no desestimables se limitaron a fortalecer la inversión en el programa de rehabilitación con
proyección social que aplicaron de forma consiguiente el PNR (Plan Nacional de
Rehabilitación) y la RSS (Red de Solidaridad Social). El programa de reintegración a la vida
civil aunque se cumplió fue lento, traumático, con errores de enfoque e inviabilidad en
muchas zonas, pero finalmente consiguió resultados importantes. La amnistía e indulto se
aplicó pero con lentitud y falta notable de coordinación entre la rama ejecutiva y la judicial,
lo que dificultó su aplicación. El gobierno negó el programa psicosocial, no quiso aplicar
como tal el programa a favor de las víctimas, ni acogió de forma integral y en su dimensión
las recomendaciones de la Comisión de Superación de la Violencia pactada con el EPL y el
MAQL55.

Pronto muchas de las personas ex combatientes acogidas a los pactos de paz resultaron
víctimas de violaciones a los derechos humanos, en el contexto de prolongación del conflicto
armado y existencia de formas de violencia generalizada en distintas regiones. En particular,
durante los años 90 un millar de ex combatientes amnistiados e indultados fueron objeto de
homicidios y desaparición forzada y otros márgenes mayores sufrieron amenazas, ataques y
desplazamientos forzados. Esta situación no obedeció a un solo tipo de persecución o ataque
con un único responsable, sino que respondió de fondo al incumplimiento de la
responsabilidad estatal y gubernamental para brinda las garantías requeridas, y en las
situaciones y casos particulares a presiones y ataques de agentes estatales, grupos
paramilitares y las propias guerrillas, en especial de las FARC56.

Una consecuencia negativa y de alto costo político contra el proceso de paz del EPL y sus
posibilidades lo constituyeron tres hechos de violencia que lo interfirieron: El primero, la
actuación altamente degradada de la disidencia armada del EPL que reaccionó en contra del
pacto de paz y de sus protagonistas en distintas regiones. No obstante estas situaciones que
lesionaron el alcance del proceso de paz con el EPL, casi la totalidad de los grupos de la
disidencia en otras regiones pronto desaparecieron, principalmente producto de su
descomposición delincuencial, o asediados por operativos de persecución oficial o por
ataques de las FARC en varios casos. El segundo, la violencia generalizada y de grave efecto
desatada en Urabá a partir de los ataques de la disidencia del EPL, a la cual se sumaron de
manera coordinada con ellos ataques de las FARC, de forma desde sectores de la población
afectada, incluida la presencia de población desmovilizada del EPL, surgió un grupo
rearmado llamado Comandos Populares, el cual aplicó igualmente ataques violatorios a los
derechos humanos contra sectores de la población estigmatizados como afectos a los grupos
atacantes. Y tercero, la forma paradójica y dramática como tanto parte de los integrantes de
los Comandos Populares –tras cooperar directamente con el Ejército en busca de seguridad-
y parte de los integrantes de la disidencia del EPL que actuó entre Urabá y Córdoba –luego
de entregarse al Ejército e ingresar al programa gubernamental de reinserción-, terminaron

55
La reinserción en Colombia, experiencias, políticas públicas y crisis humanitaria, Alvaro Villarraga (editor),
FUCUDE, 2006.
56
Se registran presuntas responsabilidades en su orden de las FARC, la disidencia del EPL, los grupos
paramilitares y los agentes del Estado. La problemática adquirió un nivel de volumen de víctimas y de gravedad
mayor en Urabá, no comparable con lo sucedido en otras regiones, en donde no fueron casos masivos y
sistemáticos sino más eventuales. Ver: Los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario en los
procesos de paz, FUCUDE-DGR, 2000.
vinculados a las AUC, de forma que se ligaron al paramilitarismo que socavó las propias
posibilidades de la construcción de la paz con el pacto de paz del EPL e impuso su proyecto,
responsable de la victimización masiva precisamente de la población que históricamente
había sido la base social más significativa del mismo EPL en Córdoba y Urabá.

A pesar de estas problemáticas, puede afirmarse que el proceso de paz con el EPL y el
conjunto de organizaciones insurgentes que pactaron la paz al inicio de los 90, tuvieron éxito
en el ámbito nacional en distintos aspectos, especialmente en lo referido a su contribución
histórica al cambio institucional democrático plasmado en la Constitución Política de 1991
y la aportación decisiva a las vertientes políticas de la izquierda democrática y a diversos
movimientos sociales y poblacionales, entre ellos los de derechos humanos, el movimiento
ciudadano y social por la paz surgido en el curso de esa década y el movimiento de
exigibilidad de derechos de las víctimas que cobró especial expresión a partir de las
siguientes décadas. Pero así mismo tuvieron limitaciones estratégicas, parcialidad en sus
resultados y precariedad en sus efectos de mediano plazo57.

Epílogo

Termina así la presentación del periplo histórico referido al surgimiento del proyecto
insurgente bajo la conducción estratégica del PCC ML y la actuación guerrillera del EPL.
Destaca sus transformaciones históricas que partieron de la irrupción guerrillera campesina
en el noroeste del país y el fracaso del intento de generalizar un levantamiento campesino
del orden nacional frente al Estado, que desencadenara un proceso revolucionario triunfante.
Registra la consiguiente inclinación de este proyecto insurgente hacia la política, su
reorientación hacia sectores de trabajadores agrarios y del ámbito popular en distintas
regiones. Su promoción de frentes guerrilleros en distintas regiones pero así mismo el
estímulo a dinámicas de lucha social y de la izquierda, en especial con la conformación del
Frente Popular. Reconoce que tal incidencia en movimientos sociales del ámbito popular se
constituyó en factor de militarización, riesgo y motivo de instrumentalización en busca de
beneficiar el propósito insurgente.

Refiere la tensión entre el liderazgo social, la militancia política y la actuación del Frente
Popular y la actuación militar del EPL, por cuanto tal situación llevó a la estigmatización y
el discurso justificador que acompañó la campaña de exterminio contra tales sectores por
parte del paramilitarismo, ocasionando centenares de víctimas. Explica los factores de
intensificación del conflicto armado y la grave crisis humanitaria generada tanto por la
“guerra sucia” del paramilitarismo y como por la propia actuación de la insurgencia, incluido
el EPL. Registra la coyuntura del llamado a generalizar una guerra civil que derivara en una
insurrección, pero a la vez el paso del proyecto insurgente a explorar las posibilidades de la
solución política. De tal forma, reconoce la dinámica del EPL en el proceso de paz, el haber
sido pionero de la idea y promotor de la Asamblea Nacional Constituyente, la cual
precisamente le posibilitó su transformación final en vertiente de la izquierda democrática y
factor de apoyo a movimientos sociales progresistas que han aflorado en las décadas
recientes.

57
Ídem.
Bogotá, DC., mayo de 2014.

También podría gustarte