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Desarrollo
Horas de la madrugada un grupo de mujeres salen con cántaros de agua rumbo al
pozo. [6 mujeres] mientras caminan se van encontrando con unas que vienen del pozo
[2 grupos: uno de 3 y otro de 4]
Escena I
Sale la mujer uno y dos, y se encuentran en un punto a esperar a las otras 4. Mientras
esperan conversan.
Natalí: Shalom!
5 mujeres: Shalom Natalí.
Natalí: ¿Cómo están hoy?
Sarvia: bien gracias al Todopoderoso
Natalí: ¡Alabado sea su Nombre!
Abisag: vamos al pozo, hoy tengo que apurarme para tener todo listo para la reunión
de esta tarde; que bueno que Pedro pueda venir a compartir el mensaje con
nosotros…
Maaca: estoy muy contenta, desde que vino Jesús y nos enseñó tantas cosas sobre el
reino de Dios he estado deseosa de conocer más.
Abigail: dinos si necesitas nuestra ayuda Abisag, Maaca termina la tarta de higos hoy y
los panes que me encargaste ya están preparados. Rubén trajo el vino ayer temprano
también nosotros estamos listos.
Mientras van, les pasa el primer grupo de mujeres regresando del pozo
6 Mujeres: ¡Shalom!
2 Mujeres: ¡Shalom!
Natalí: Recuerden hoy llega Pedro y tenemos la reunión en la casa de Abisag.
2 mujeres: si Natalí, allí estaremos.
Siguen avanzando
Siguen avanzando.
Abigail: Jesús… recuerdo cuando llegaste corriendo del pozo y empezaste a hablarle a
todo el mundo, recuerdo como te veíamos con ese comportamiento extraño, yo creí
que te habías vuelto loca, que ya era el colmo de tu vida, que poco sabía yo que lo que
había en ti era felicidad…
Escena II
Natalí: ese fue un día oscuro para mí, como todos los anteriores, tenía que venir a este
pozo a buscar agua, pero no quería hacerlo; estaba cansada de mi vida y de las
decisiones que había tomado; todos en la ciudad me echaban esas miradas que me
dolían, por eso casi ni salía de casa; ustedes saben, que yo ni amigos tenía.
Mientras Natalí narra la historia, las mujeres van sacando el agua del pozo y
llenando sus cántaros.
Natalí: Salí como siempre, al medio día, con el sol calcinante sobre mi cabeza y
mientras caminaba hacia aquí, pensaba en cuando se acabaría mi miseria, venia
mirando al suelo, así que no me di cuenta cuando el grupo de hombres me pasó por el
lado; cuando venía llegando, levanté la vista y vi a ese hombre sentado justo ahí, al
lado donde estás tú Sarvia, me sorprendí mucho, porque a esa hora ustedes saben que
no hay nadie fuera por el calor que hace, y más me sorprendí al darme cuenta que era
judío, también me sentí aliviada porque, al menos sabía que no me conocía y que
mucho menos me hablaría.
Maaca: vaya sorpresa que te llevaste.
Aparece “Jesús” sentado junto al pozo. Las mujeres no lo ven pero para
Natalí es como si fuera real.
Natalí: ja.. ese es el colmo, pensé yo, este tiene que estar alucinando por el calor y el
sol
Natalí: aunque… debo admitir, que sus palabras hicieron eco en mí y generaron intriga.
Natalí: así que le digo: “pero si usted no tiene cántaro para sacar agua y este pozo es
muy profundo, ¿Cómo me vas a dar agua viva?”, A lo que El me respondió.
Jesús: cualquiera que bebe de esta agua vuelve a tener sed, pero el que bebe del agua
que Yo doy no tendrá sed jamás, porque esa agua se convertirá en una fuente que
emana para vida eterna.
Abisag: Alabado sea su Nombre.
Mujeres: Amén.
Natalí: Cuando Él me dijo eso, yo pensé: A este le ha afectado el sol. Pero despertó mi
interés, y pensando en todos los viajes que me ahorraría al venir aquí, le digo: “por
favor, dame de esa agua, para que no vuelva yo a tener sed nunca más”.
Natalí: y entonces fue cuando todo cambió, ese hombre me dijo algo que me dejó
helada y paralizada por unos instantes.
Jesús: Ve y llama a tu marido.
Natalí: comencé a sudar frio. ¿Cómo este hombre sabe todo sobre mí? Pensé en
desviar la conversación hacia puntos religiosos: “Señor creo que eres un profeta”, y
con esta idea en mente pensé en probarlo, así que le pregunté.
Natalí: nuestros padres adoraban en este monte, pero ustedes los judíos dicen que
solo en Jerusalén es que se debe adorar. Y entonces el, en su infinita sabiduría me
contesto
Jesús: Mujer, créeme, viene la hora en la que ni en Jerusalén ni en este monte…
Natalí: y con una dulzura, El aclaró mis dudas…
Jesús: ustedes adoran lo que no saben, porque la salvación viene de los judíos pero la
hora viene y ha llegado en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
Espíritu y en Verdad.
Natalí: y maravillada con esta verdad le dije: yo sé que el Mesías ha de venir y cuando
Él llegue nos va a explicar todo.
Abisag: ¡Entonces?!
Natalí: entonces… lo escuché decir las palabras más dulces que hubiera escuchado
alguien jamás.
Espacio de 2 segundos
Natalí: fue entonces, cuando comprendí, justo en ese momento, el Salvador del
mundo estaba aquí en este pozo, a la peor hora del día, estaba aquí sentado
esperando que yo llegara, yo… una de las peores pecadoras, una mujer que había
perdido el sentido en la vida, una mujer que todo el mundo criticaba, una mujer de
quien la sociedad pensaba lo peor y con razón, una mujer que pensaba lo peor de sí
misma, ¡a mí! A mí, me estaba esperando Jesús en el pozo. De repente me sentí
amada, entendí que mi vida tenía un propósito.
En eso llegó Pedro y los demás de la ciudad, pero Jesús seguía mirándome ¡a mí!, y en
su mirada de amor supe que El, que conocía mi corazón y mis más profundos anhelos y
mi suplica por el perdón, Él ya me había perdonado.
Entonces volví en mí y sin pensarlo, dejé el cántaro y salí corriendo a contarle a la
ciudad, no me importaba nada, ni el qué dirán, ni siquiera si me creerían, yo solo
quería que supieran que El Mesías había llegado. Mientras corría por un momento
pensé y ¿Cómo les voy a decir? ¡YA, SE! Les voy a contar todo lo que ha dicho.
Abisag: recuerdo cuando Simón me dijo voy al pozo. Yo lo seguí, la mejor decisión de
mi vida.
Maaca: ¡lo mismo hice yo!
Abigail: y cuando llegamos aquí ¡recibimos la salvación!
Ruth: Recuerdo cuando Juan me dijo, vamos a traer a Jesús para que se quede aquí en
nuestra casa. Que bendición fue para nuestra familia.
Ruth: Después de ese día ya no creíamos por lo que tú nos contaste si no porque lo
habíamos visto y oído.
Maaca: volvamos rápido, para tener todo listo, para cuando Pedro y los demás lleguen.
Abisag: vamos que me queda poco tiempo.
Ruth: ¡te vamos a ayudar!
Abisag: Gracias amigas.
AMADA Y ESCOGIDA