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SEGUNDA EDlCIÓN
FILOSOFÍA
© Éditorial Gredos, Madrid, 1956, p ar a la versión castellan a.
Título origin al : Épist émologie, deuxieme édition revue et co n igée ,
Louvain, Éditions de l'Instit ut Supérieur de Philosophie, 1947.
Versión castellana de E DUARDO P OVEDA.
C01UO esperamos, y
dc relieve las tesis esenciales de la obra. Éstas no han sido
edición este tratado no
INTRODUCCIÓN A LA EPISTEMOLOGíA
son sentido
sm que
les por
tanto, en nada el curso de la
Sin no convendría
mer carece de
esencial desde el
transición desde el conocimiento
fico, consiguiendo situar al filósofo
en las condiciones para abordar los problemas epIs-
temológicos y procurando así a la un de
partida satisfactorio.
Dentro de esta perspectiva, las cuestiones a examinar pueden
agruparse alrededor de los temas siguientes. Después de haber
determinado el de la epistemología dentro de una filosofía
sistemática intentaremos agrupar algunas indicaciones sobre
el método o la marcha a en la elaboración de esta
ciencia (Ir). Estas sugerencias nos conducirán a exponer y dis-
cutir las convicciones del sentido de manera que se pueda
sacar de ellas el punto ele partida de la epistemología (HI). Una
visión general histórica sobre la evolución el el problema del co-
nocimiento finalizará la preparación del lector al estudio de la
epistemología (IV).
La episte:mología sistemática !5
ARTÍCULO PRIMERO
La del saber
ARTÍCULO n
general de la eJ¡istemología
EPISTEMOLOGíA - 3
34 Introducción
y Jnodos de
NI étodos de investigación
no se trata de sobre
las posibilidades que ofrece el método de la duda o la duda me-
tódica. Es el mismo uso de este método deberá revelar
su fecundidad.
ARTÍCULO nI
ridículo que se le SI es
cierto que tiene un cuerpo dotado de órganos para ver, para
para tocar, etc. Sin embargo, él no dice jamás soy
un cuerpo", sino tengo un cuerpo", lo que parece im-
plicar una distinción, 311 menos confusamente percibida, en-
tre el "yo" y el "cuerpo". Pero tampoco si el mismo "hom-
bre de la calle" cree en la existencia del alma dice soy
un alma", sino "yo tengo un alma". Parece, pues, que el
hombre se considera como un yo que "posee" un cuerpo y
un alma. Todo esto implica evidentemente que pretende
tener un cierto conociJ1úento de sí lnismo) de su naturaleza,
de sus capacidades, de sus tendencias, etc.; este conocimien-
to se extiende por la l1iel1wria a su pasado: guarda el re-
cuerdo de su propia historia, de una evolución a través de
la cual está convencido de haber continuado siendo él
mismo.
2. El "hombre de la calle" conoce muchas cosas además
de sí mismo. Por sus "cinco" sentidos está en relación con
el mundo exterior, constituido por una multitud de personas,
de animales, de plantas y de cosas inanimadas. Por sus sen-
tidos percibe todos estos seres, con sus propiedades caracte-
rísticas: sus formas, sus colores, sus movimientos, sus
su sonoridad, etc. En todo esto no se cree superior
a los animales, que al parecer están dotados del mismo gé-
nero de conocimiento más o menos desarrollado (frecuente-
mente todavía más desarrollado que en los hombres). Cier-
tos animales. tienen incluso un instinto notable, una destreza
maravillosa; algunos parecen pasablemente "inteligentes". Sin
aun con todo esto, los hombres 10 son todavía más
que los animales: la fecundidad de la inteligencia humana se
manifiesta en todos. los productos de la civilización: los edifi-
cios y las obras de arte, las máquinas, los libros, la vida ar-
EPISTEMOLOGÍA - 4
50 1ntroducción
etc. El "hombre de la calle" se cree
esto significa para él que es capaz de un cierto número
de cosas: leer, escribir, contar, resolver problemas, compren-
der un mecanismo; explicarse "por qué" hay un eclipse
de sol, "cómo" se forman las nubes, "cómo" se fabrica el
papel; investigar "por qué" el mundo existe, y así sucesiva-
mente. También el "hombre de la calle" cree conocer la "na-
turaleza" o las propiedades características de bastantes cosa's:
él puede discernir el hierro y el cobre, el mármol y el gra-
nito, la madera y el marfil, el haya y el roble, el gato y el
perro, el motor de un automóvil y el mecanismo del reloj, los
planetas y las estrellas, el trapecio y el cilindro, etc. Por otra
parte, posee diccionarios que le proporcionan la "definición"
de todas las palabras y de todas las cosas que estas palabras
significan.
3. El "hombre de la calle" sabe que su experiencia per-
sonal está muy limitada y admite, sin embargo, la existen-
cia de un montón de cosas que jamás ha percibido por sí
mismo. Se aprovecha, en primer lugar, de la experiencia
del otro: cree a los historiadores, a los geógrafos, a los as-
trónomos, a los físicos, que Je revelan la existencia de una
infinidad de objetos y de sucesos; incluso cree fácilmente
a las gentes que se atribuyen otras experiencias más o menos
banales: los hechiceros, los videntes, los médiums, los profe-
tas, los místicos. Él recurre también al razonW11iento para
convencerse de la existencia de ciertas cosas: admite que
ciertos vestigios geológicos demuestran la existencia de una
humanidad prehistórica; que la semejanza de las Jenguas pue-
de establecer el parentesco u origen común; que se puede
probar la existencia de Dios a partir del orden maravilloso
de la naturaleza; que un milagro manifiesta una intervención
divina.
Discusión de las pretensiones del sentido común 51
El "hombre de la calle" tiene . La expe-
riencia de la vida le ha enseñado a distinguir los hombres y
las cosas. Sabe discernir lo que es bueno y Io que es malo,
lo útil y lo nocivo, lo oportuno y 10 inoportuno, lo correcto y
lo incorrecto. Así, por ejemplo, suele condenar el capitalismo,
aprueba o rechaza el sufragio universal y el régimen democrá-
tico; se inclina hacia el libre intercambio y el desarme univer-
sal; piensa que el homicidio es un mal y que la compasión es
nna virtud; admite que el todo es más grande que la y
que 6 X 8 = siempre 48.
5. Sucede, a veces, que el "hombre de la calle" llega a
engafíarse y él tiene conciencia de ello. Ha creído en tal amistad
y ha sufrido una decepción. Ha esperado de tales gobernantes:
el orden y la paz y se ha equivocado. Ha confundido duran~
te mucho tiempo Oceanía con Australia. Su miopía Je ha ju~
gado algunas malas pasadas. A veces tiene sueños trágicos
y sueños encantadores, que se han evaporado todos después
ante la realidad banal. Su memoria no siempre le ha sido fiel,
y hasta se ha engañado a veces sobre la misma fecha de su
nacimiento. Sin embargo, estas experiencias no le han conver-
tido en un escéptico, solamente le han hecho más circuns-
pecto, menos seguro de sí mismo y menos categórico en sus'
afirmaciones.
En resumen, el "hombre de la calle" suscribiría fácilmente
"las fórmulas siguientes, que intentan expresar su epistemología¡
elemental:
l. El hombre es un sujeto cognoscente.-Existe de um
modo permanente, pero no siempre conoce (duerme, tiene
sus síncopes). Conoce con la ayuda de unos órganos senso-
riales, de una imaginación, de una memoria y de una inte-
ligencia.
2. Frente al su)eto hay objetos conocidos.-El sujeto cog-
52 Introducción
ARTÍCULO IV
RESUMEN HISTÓRICO
Primer periodo
EPISTEMOLOGÍA - 5
66 Introducción
Tercer periodo
palabras en el lenguaj e.
78 I ntroducción'
26 F enomenismo: Cf. más arriba, pág. 66, nota 19; fid eísmo : ten-
dencia a subordinar indebidamente la razón a la fe. De un modo más
general, tendencia a confiarse a las ' inclinaclones ciegas de la naturaleza
en vez de buscar la verdad en la evidencia objetiva.
21 Positivismo: Doctrina que reduce todo conocimiento científico al
conocimiento de los hechos. E s una forma de empirismo.
80 Introducción
Conclusión
ANALíTICA O DESCRIPTIVA
ARTÍCULO PRIMERO
OBJETO y MÉTODO
ARTÍCULO TI
EPISTEMOLOGÍA - 7
98 Epistemología analítica
mI propIa "conciencia", afirmo que "una conciencia existe".
¿ Por qué este acto complejo? ¿ Por qué contentarnos con la
experiencia? ¿ Qué significa el término "existe" añadido a "una
conciencia"? Todas estas. cuestiones plantean" el problema de la
naturaleza del juicio. Ya llegaremos a, ello. Por el momento
nos basta registrar este hecho: la corrc1encia expresa sus ex-
periencias en juicios, en afirmaciones, Toda la epistemología ana-
lítica se reduce a una serie de afirmaciones que expresan la
experiencia que yo tengo de mi propia conciencia y de 10 que
la constituye.
- La conciencia comporta, finalmente, evidencia, es decir,
claridad, luz para ella misma. Hemos dicho que la concien-
cia es una realidad transparente a sí misma, que se aparece
a sí misma. Se impone, pues, a sí misma como un valor
que domina y constriñe, ineluctable, innegable. Esta claridad,
esencial' a la conciencia, penetra a la vez a la experiencia y
a la afirmación: afecta, en primer lugar, a la presencia inme-
diata e irrecusable que define la experiencia, y por el mismo
hecho se traspone en el juicio bajo la forma de necesidad de
consentir, de admitir, de reconocer, de someterse, en total, de
afirmar lo que se impone por evidencia. La evidencia es,
pues, la claridad con la que el ser se revela á si mismo en la
conC1 enCla.
3, Realidad.-" Conciencia" implica, con toda evidencia,
"realidad", Descartes 10 reconocía en su "cagito, ergo sum",
pero no supo explotar esta experiencia fundamental de la rea-
lidad. La experiencia de la "conciencia" implica la experiencia
del "ser", y ésta se expresa espontáneamente en la afir·inación:
"alguna cosa existe", "aliquid est". "Alguna cosa", "realidad",
"existente", son todos términos que expresan, desde luego con
matices que tal vez tengamos que precisar ulteriormente, la
misma experiencia primitiva, la experiencia más simple. la más
Realidad consciente 99
la más de todas: la del "ser" o de
lo "real" ".
Imposible sería explicar y. definir el obj eto de esta expe-
riencia. El ser es el dato más primitivo de todos; es, por
excelencia, el "primU'1n notum"; imposible analizarlo o redu-
cirlo a algo más elemental. El ser es, con todo rigor, se
notuyn", principio de conocimiento, y no conocido de ningún
modo por otra cosa. Nada es más claro, ni más simple, ni más
evidente que el ser, captado en la primerísima experiencia o en
el primer darse cuenta. He aquí por qué es una cuestión des-
provista de sentido el preguntar cuál es la "esencia" o la "na-
turaleza" del ser: "esencia" y "naturaleza" son ya "modos de
ser". La esencia del ser consiste en no tenerla, en superar, in-
cluyéndolas, todas las esencias. Es, por consiguiente, imposible
el construir, deducir, reducir o definir el ser a partir de otra
cosa distinta que no sea él mismo.
En fin, el ser se impone como un hecho misterioso, bru-
tal, con el mismo título que la misma conciencia. Yo cons-
tato que algo existe, del mismo modo que constato que una
conciencia existe; en cuanto a saber por qué algo existe,
me es imposible decirlo, al menos por ahora. Las evidencias
primeras del conocimiento humano son evidencias de hecho,'
sería desconocer nuestra condición humana el exigir de bue-
nas a primeras una evidencia de derecho, es decir, la eviden-
7 eL págs. 35-36.
Realidad consciente 103
sino una duración, una permanencia que domina en cierta me-
dida al deveniL
La supervivencia relativa del pasado en el presente es 10
que llamamos la "memoria", y los elementos del pasado, con-
servados de este modo en la conciencia, constituyen los "re-
cuerdos". Éstos pueden ser más O menos "claros" y "precisos" ;
las garantías que presentan suelen disminuir ordinariamente a
medida que los recuerdos se alejan de la conciencia actual. En
epistemología es el pasado inmediato de la conciencia el que
ofrece mayor interés: gracias a la continuidad del pasado in-
mediato y del presente, posee este último la duración y la con-
sistencia indispensables para que la reflexión y el análisis epis-
temológico sean posibles.
La identidad del yo se nos revela en la experiencia cons-
ciente como un hecho tan irrecusable como inexplicado: cuan c
do me levanto por la mañana no me es posible dejar de reducir
a la identidad de mi yo los "recuerdos" que quedan de mis
conocimientos anteriores, o sea de mi "pasado"; esta identidad
se me presenta como la condición de esa síntesis que hago
del pasado y del presente; pero, en sí misma, continúa siendo
un hecho inexplicado, un simple dato de experiencia Íntima.
Por otra parte, esta identidad no ha existido siempre, porque
yo mismo no existía hace cincuenta años; respecto al porvenir,
nada me garantiza, al menos por el momento, que esta identi-
dad se mantenga 8.
6. eomplejidad de la conciencia.-La conciencia se ofrece
al análisis con una complejidad y una riqueza inagotables. In-
cluso dejando a un lado el "pasado" o "memoria" y no con-
siderando más que la conciencia actual o presente; más aún,
ARTÍCULO nI
ARTÍCULO IV
PRESENCIA OBJETIVA
EP1STEMOLOGÍA - 8
14
maóón como la afirmación del sé
al menos una cosa, que lo que es, es"; e inmediatamente deduce
la necesaria del ser. Todo esto no es sin duda tan
inmediato. Lo que es sin duda primero es 1? experiencia de lo
real: "alguna cosa existe" 19.
ARTÍCULO V
ll> Cf. J. MARITAIN, DistingHer pour unir, págs. 137 a 158. Sin duda
lo que ha engañado a Maritain es su preocupación por poner en la
base de la crítica una necesidad de derecho mej or que una verdad de
hecho. Y esto es lo que, a nuestro juicio, es un error: nuestras primeras
evidencias son evidencias de hecho. Cf. más arriba, pág. 99.
Función o actividad ! 15'
('ue
1 se revela como una tendencia
un una necesidad que que satisfacer;
tendencia que imprime a la conciencia una una
orientación irreversible del "sujeto" hacia el es
decir, hacia aquello que es solamente contenido de cono en-
término de conocimiento. La experiencia de una "tenden o
•
26 eL págs. 114-115_
27 eL págs. 102-103_
Función o acti'lIidacl 121
-------------------------------
nencia que reconocimos en la conciencia desde los comienzos
de este análisis epistemológico le viene de la función
del yo y no de la presencia objetiva, dentro de la eua! la diver-
sidad y el devenir (o sea la diversidad sucesiva) dominan la
unidad y la permanencia.
Se ve así en qué sentido el conocimiento no se identifica
sin más con el ser o la realidad del yo consciente o del
sino que constituye un acto del sujeto.
4. El conocimiento es una actividad inmanente. El cono-
cimiento es actuación, realización del yo o del sujeto. Llamo
"actividad" al devenir, al movimiento por el que se realiza
esta actuación de un suj eto constituido y permanente; en otras
palabras, la evolución secundaria de un sujeto ya constituido
y permanente. Mi conocimiento es, pues, "actividad". Pero es
también actividad "inmanente", es decir, movimiento que se
realiza y se termina en mí; que procede de mí (de mi capa-
cidad, de mi tendencia, de mi potencia) y que se queda en
mí (me constituye, me realiza a mí mismo). Éste es un nuevo
carácter capital de mi conocimiento. Importa mucho precisar su
naturaleza.
A primera vista no hay una verdadera inmanencia en
mi conocimiento. el Acaso no lo hemos descrito como un
"movimiento", como una "tendencia" que va del sujeto al
objeto, del yo al no-yo? ¿ No es éste el tipo propio de la
acción "transitiva"? Pero si miramos más de cerca, nos
daremos cuenta de que hay "movimiento" y "tendencia" so-
lamente en la medida en que el conocimiento no está plena-
mente constituido, cuando hay curiosidad, deseo de conocer
más. Al contrario, en la medida en que el conocimiento está
constituido, hay "unión" del objeto y del sujeto, "posesión"
del objeto por el sujeto; Santo Tomás no duda en decir "uni-
dad" e "identidad" del cognoscente y de 10 conocido; el
122 analítica
ARTÍCULO VI
ESTRUCTURA DE LA CONCIENCIA
nemos aún la cuestión del valor del dato corporal como elemento
del conocimiento: tan sólo hemos expuesto una situación de he-
cho, sólo he dicho cómo se presenta en realidad el dato corporal
en mi conciencia.
2) Basta esta breve descripción, y especialmente nues-
tro rápido examen de las cuestiones planteadas por el papel
de los órganos s.ensoriales, para mostrar que el mundo de
los objetos corporales es singularmente comPlejo. Sin em-
bargo, no hace falta explorar todos sus rincones en episte-
mología, porque, para construir una teoría general del co-
nocimiento es suficiente el discernir los rasgos fundamentales
e indiscutibles .de mi conciencia, aquellos que escapan a
todas las sacudidas de la duda metódica, a todas las dificul-
tades que pudiera plantear el físico o el psicólogo. Estos
rasgos fundamentales podemos reducirlos a los siguientes:
el "polo objetivo" de mi conciencia está constituido por un
conjunto de "datos corporales" presentes al "sujeto", o sea
al "yo", por una serie de "órganos sensoriales" pertenecien-
tes al "propio cuerpo", al cual está vinculado el sujeto; estos
órganos son principalmente los de la "vista" y los del "tac-
to", cuya acción combinada permite al sujeto discernir con bas-
tante claridad su situación como un "yo inserto en un mundo
.corporal" .
La presencia de zonas oscuras dentro de mi conClenCla
en nada compromete a esta s.ituación perfectamente clara.
Al contrario, lejos de hacer cuestión de estos hechos de con-
ciencia, la física y la psicología empírica los presupone ma-
nifiestamente, y todas las "ilusiones" que estas ciencias de-
nuncian no hacen más que confirmarlos; poner en duda
estos hechos, como hechos de conciencia, es condenarse sin
ninguna razón a un escepticismo y a un agnosticismo defi-
nitivos en el conocimiento del mundo corporal. Una actitud
Estructura de la conciencia 135
no tiene nada que ver con un verdadero
crítico 33 o
La "presencia" del dato corporal en mi conciencia, esto
es, la "experiencia objetiva", no se reduce de ningún modo
a un simple contacto, a un choque entre dos cuerpos (el dato
y el órgano) o a una modificación cualquiera de1órgano sen-
sorial. "Presente" a la conciencia, "contenido" en la concien-
cia, revelan la evidencia de que el dato es el término inma-
nente de un acto del sujeto cognoscenteo El simple accidente
corporal se encuentra superado por un acto de conocimiento y
de conciencia o Este primer elemento de mi acto cognoscitivo
en su integridad, el elemento correlativo al "dato corporal"
que es su término objetivo, es a 10 que llamamos percepción
sensorial (sensación, aprehensión sensible). La percepción sen-
sorial es el acto cognoscitivo que se realiza con la ayuda de
un órgano corporal capaz de captar un dato corporal. Por sus
órganos sensoriales y en ellos, el sujeto cognoscente se encuen-
tra, como sujeto cognoscente, en el plano espacio-temporal pro-
piamente dicho; también en las percepciones es donde la "dis-
persión" y la "multiplicidad" del acto de conocer son máximos,
mientras que su "inmanencia" y su "unidad" son mínimas.
Tanto más es así cuanto que la multiplicidad de los órganos
sensO'ria1es diferenciados introduce en la conciencia una gran
diversidad de percepciones: no es difícil percibir que hay un
cierto paralelismO' entre la diversidad del dato obj etivo y la
diversidad de los órganos sensoriales; de notar, por ejemplo,
que loso "colores" y las "luces" son percibidos siempre por
los órganos visuales, los "olores" por Jos órganos olfativos, et-
cétera.
por la de una en la
de conocer con la de imágenes 36. La mIsma
La idea es de
ClOnes concretas características de todo
Este nuevo carácter esencial de la idea 'llene
su mismo carácter que acabamos de
analizar: si la idea fuera un contenido de conciencia con-
creto, determinado hic et mmc, no podría ser es
en una sene indefinida de objetos. La
consiste en aprehender en un dato
el valor de "ser" o de "realidad", sea un
de este un "modo de ser", una
"esencia"; en otras palabras, abstraer con-
siste en "aislar" en esta realidad presente a la ya
el valor fundamental (idea de ser), ya una forma particular
·Je este valor (idea La abstracción sensible) o abs-
tracción propiamente dicha, aisla un elenlento corporal de
los otros elementos corporales: es un empobrecimiento del dato;
la abstracción propiamente dicha también aísla, sin duda, una
determinación del contexto espacio-temporal en que se mani-
fiesta, pero no es sino para trasponerla desde el dominio de
los hechos particulares y fugaces, hasta el plano más íntimo
de la conciencia, confiriéndole así un modo de existencia in-
44 No será del todo inútil que recordemos hasta qué punto las crí-
ticas que Descartes, Leibniz u otros modernos dirigieron a los escolás-
ticos a propósito de la fórmula "nihil est in intellectu quod non prius fuerit
in sensu", revelan una ignorancia profunda del pensamiento aristotélic0.
Si por la palabra "abstraer" entendiéramos un modo grosero de "extraer",
sería verdad el que ningún concepto se puede abstraer de lo sensible.
Pero jamás un aristotélico supuso que las ideas "salieran" ya hechas de
la experiencia sensible, puesto que el aristotelismo proclama la trascen-
dencia de la inteligencia con respecto a los sentidos y ve en el entendi-
miento agente el principio activo e inmaterial de las ideas. Tampoco los
escolásticos tenían ninguna necesidad de explicar que al menos la inteli-
gencia misma no "sale" del sentido, ni que las ideas del alma y de
Dios no "pasan" previamente por los sentidos: nadie en el medioevo
pudo imaginar semej antes enormidades. Estas cosas eran tan elementales
para los escolásticos, que por suponerlas no temieron el emplear ciertas
metáforas audaces cuando expresaban la relación entre el obj eto sensible
y la especificación de las ideas. Tal vez sea esto lo que excuse las inter-
pretaciones pueriles de ciertos filósofos modernos. eL É. GILSON, Réalisme
thomiste ... , págs. 200 a 203.
E:;tructura de la conciencia 159
EPISTEMOLOGÍA - 1I
162 Epistemología analítica
-----'
49 ASÍ, pues, está fuera de lugar el hablar, como hace Kant, de los
"j uidos sintéticos" y más todavía de "j uidos sintéticos a priori", Los
juicios a los que Kant llama "sintéticos a posteriori" proceden también
ellos de un análisis del suj eto, pero el suj eto es aquí una realidad con-
i:reta en vez de ser un concepto abstracto como en los juicios "an;:dí-
ticos" en el sentido kantiano de la palabra: para poder afirmar que
"el gato duerme ", es preciso que hayamos descubierto antes que el
atributo "duerme" está contenido en el sujeto "gato", es decir, qlle
es preciso haber visto dormir al gato. En cuanto a 105 "juicios sinté-
ticos a priori", hay que condenar los precisamente porque pretenden no
tener ningún fundamento en el análisis del suj eto.
Los antiguos estaban mej or inspirados cuando distinguían entre los
juicios "en materia necesaria" y los juicios "en materia contingen-
te"; los que son "per se nota simpliciter" y los que son "per se nota
quoad nos". V éanse en lógica estas clasificaciones, 'Estas distinciones.
no nos dan la solución de los problemas planteados por Kant, pero per-
miten al menos el formularlos de un modo correcto y no enredarnos en
falsos problemas. Para la crítica de los "juicios sintéticos a priori" de
Kant, véase MERCIER, Criteriología, vol. II, págs. 60a 80 de la tra-
ducción española.
Estructura de la conciencia
60 del acto de no
51;¿ errores filosóficos y muchos falsos pro-
hlemas proceden de que se pierde de vista la unidad del acto
ele conocimiento, ya porque se yuxtaponen los elementos, ya
porque se les trata como actos complejos, ya porque se dejan)
en la sombra ciertos aspectos del acto "integra1. Por ejemplo?
el e711,piris111o olvida la actividad conceptual en de
la experiencia; al contrario, en la corriente idealista es la
experiencia la que queda sacrificada por reivindicar la auto-
nomía y la espontaneidad del "pensamiento" con relación
al "dato". Tratemos ahora, al terminar este análisis del acto
de conocimiento, de captar mejor la estructura y la unidad
de este acto. Esta estructura lleva consigo un doble aspectú
general: por un lado, una cierta multiplicidad de elementos
complementarios (percepción, imaginación, concepción, afirma-
ción); por otro lado, lleva un cierto progreso, un cierto
devenir en la realización del acto completo. En el plano de la
percepción es donde el acto participa más de la dispersión
espacio-temporal; en el juicio llega al máximo de unidad"
característica de la inmanencia espiritual. Pero esta uni-
dad no es perfecta jamás, puesto que continúa siendo un31
unidad de composición que se revela en la estructura deE
mlsmo sujeto: dualidad del objeto (dato objetivo, actual (!
ARTÍCULO VII
ARTÍCULO VIII
para
para determinar actitud o mi
conocidoso
Ahora bien: la naturaleza mIsma del acto de cono~
cer suscita graves objeciones contra esta finalidad espontá q
ARTÍCULO PRIMERO
OBJETO y MÉTODO
1 O. pág. 92.
2 Cf. pág. 178.
" I
Y meroao 85
en cuanto no conocido
también evidente que una
conocido y el obj eto no conocido no tiene
ningún sentido: no es posible comparar más que lo conocido
con 10 conocido. ¿ Recurriremos a un criterio indirecto de ver-
dad, a un medio indirecto de medir, de controlar el valor
objetivo del conocimiento? ¿ Es concebible un criterio se-
mejante? 5.
Vamos a mostrar que, en efecto, hay un valor absoluto
en mi conciencia y que este valor puede servir de norma
en las apreciaciones de los otros elementos de esta con-
CJencJa.
Lo mismo que hemos hecho en el análisis de la concien-
cia, formularemos en primer lugar las soluciones propuestas
en enunciados concisos y rigurosos, que tomarán aquí la forma
de "tesis". Estas tesis serán a continuación explicadas y jus-
tificadas por medio de "comentarios". N o se tratará de "de-
mostraciones" propiamente dichas, utilizando las operaciones
discursivas de la razón, puesto que estas operaciones no han
sido todavía criticadas. Todas las afirmaciones de la crítica son
juicios inmediatos que sólo necesitan que caigamos en la cuen-
ta de ellos, y los comentarios que daremos a continuación no
tendrán otro fin que el de ayudar al lector a tomarlos en con·
sideración 6.
ARTÍCULO n
un
"esto es blanco n. en 1111
situación muy clara: por presencia
hoja de papel, por ejemplo) en el campo ob1etivo de mi con-
ciencia; por otro, un acto, una reacción, una toma de posición
plenamente consciente del yo que la síntesis del "esto"
y del carácter de "blanco" que descubl0 en él. Brevemente-
toda la situación analizada puede resumirse en los siguientes
términos: un acto consciente que expresa un objeto presente a
la conCIenCIa.
Esta situación no deja ningún lugar a la duda, al menos
en tanto que no pretenda ir más allá de la simple aceptación.
¿ De qué podría dudar? ¿ De la presencia del "esto"? ¿ De
la presencia de mi acto? ¿ Del hecho de que mi acto sea la
expresión del "esto"? Nada de todo ello presenta la menor os-
curidad, ni la más pequeña ambigüedad. Todo pasa en la plena
luz de mi conciencia; de todo 10 que hago me doy perfecta
cnenta, veo claramente que mi síntesis se opera bajo la in-
fluencia del objeto presente, y que por este motivo tiene un
valor "objetivo": la afirmación expresa el objeto, es conforme
al objeto. Si yo dijera "esto no es blanco" o "esto es negro",
me daría cuenta en seguida de la no conformidad de mi acto
con el objeto conocido.
Para evitar toda falta de comprenSlOn explicitemos un poco
más el alcance exacto de esta tesis relativa al valor objetivo de
la afirmación. Cuando digo "esto es blanco", el sujeto de esta
afirmación es un contenido de mi conciencia actual y precisa-
mente de este contenido es de quien afirmo que es blanco: yo
no pretendo, pues, que sea blanco "en sí", si la expresión
"en sí" significa algo "independiente de mi conciencia"; es
blanco "para mí", es decir, como término objetivo de mi cono-
cimiento, tal como se me da en la conciencia. Pero, por otra
N orrna absoluta del conoe ¡miento 19
del en ml conCIenCIa
el que expreso el objeto; y hay también una
del objeto y del acto, puesto que el uno y el otro son conte-
nidos de mi conciencia. El juicio es "verdadero" si atribuye
al objeto un carácter que éste realmente posee, si expresa el
objeto tal como nos es dado. El juicio¡;;s "erróneo" o "no ver-
dadero" en el caso contrario.
La verdad se encuentra ya en cierto modo, incoativamente,
en la idea o concepto; más todavía, se encuentra
porque el concepto es necesariamente la representación de un
objeto de experiencia: un concepto que no representara nada,
sería una contradicción en los términos; el concepto es, pues,
verdadero siempre, es decir, conforme a la realidad que ex- j'
presa. Pero esta conformidad es algo todavía estático e inaper-
cibido.
Desde el punto en que esta conformidad se hace consciente,
se expresa en el j~¡ic·io, que es donde esencialmente se hace
dinámica o activa, porque implica una decisión, un tomar po-
sición en espíritu hacia la realidad: el espíritu Se conforma
activamente con el objeto conocido. El juicio es, en efecto, un
acto por el que el sujeto inteligente toma %na actitud ante el
objeto conocido; el sujeto, después de expresar en una idea
tal o cual nota que capta en el objeto presente a la concien-
cia, se dice a sí mismo lo que ha descubierto, afirmando que
la idea es realmente una nota del obj eto, es decir, que éste
posee realmente dicha nota 9. La verdad, pues, es por exce-
lencia una cualidad del juicio, puesto que es el j uieio quien
restituye la idea al obj eto, expresando así la conformidad del
:lO Los ejemplos concretos que damos están tomados de la vida co-
rriente: son simples ilustraciones, destinadas a entender mejor la doctrina
general sobre el error.
N arma absoluta del conocinz¡enfo
3, Necesidad,--Llamamos "necesario"
no ser, El valor del
de que afecta a toda afirmación verdadera: esta
afirmación se impone, no ser otra cosa que lo
que es, no es ni facultativa ni alterable a 'gusto del
Es en el j uido donde la necesidad aparece por
a mi condenda: el hecho 1111smo que el su-
jeto); nada hay que afirmar que el
necesario, que exista necesariamente; pero, dado que el he-
cho exista y que yo me dé cuenta de a
afirmar su existencia; me es negar esta existen-
cia, La necesidad de la afirmación está fundada, pues, en el
dato cuyo carácter dominante pone de manifiesto, Se trata
de una necesidad hipotétiw, al menos por ahora: si tal ob-
jeto me es dado, el juicio se impone, la aftrmación es ne-
cesaria,
La necesidad del juicio entraña su también
por lo menos hipotética. Puesto que mi afirmación reposa sobre
la naturaleza misma del con-
ciencia que fuese capaz de conocerlo tal como a mí me es
debería aceptar como verdadera mi afirmación: ésta posee, pues,
una univer~alidad subjetiva en el sentido de que se a
todos los suj etos eventuales 13,
4. Evidencia objetiva y certeza desde el
comienzo del análisis de la conciencia observamos que todo
conocimiento de la realidad implica "evidencia" ,
del ser que se impone a la conciencia y que se traduce
afirmación. conocin'tiento
inmediata de 10 conocido ante el cog-
noscente; la experiencia es la forma primitiva y primordial
del conocimiento; el conocimiento indirecto' o 111ediato su-
pone, por definición, un previo conocimiento directo. Esta-
blecidos así los términos, es evidente
de 10 real, porque el carácter de "realidad" es esencial a todo
obj eta de experiencia: una experiencia que no fuese expe-
riencia de 10 real sería experiencia de la nada. Todas mis
eX'periencias son, pues, experiencias de lo real, es decir, co-
nocimientos inmediatos de 10 real, conocimientos realizados
por la presencia de 10 conocido en el cognoscente, sin ningún
intermediario; todo "intermediario" imaginado para expli-
car mi conocimiento de lo real sería también reaL Por consi-
guiente, es imposible dudar de la experiencia o del conoci-
miento inmediato de lo reaL Esta experiencia tiene el mismo
valor, sean los que fueren los factores inconscientes que pu-
diesen condicionarlos, cualquiera que fuese el Grigen, la na-
turaleza profunda o el estatuto ontológico de 10 real presente
en mi conciencia: en efecto, lo que aquí subrayo es precisa-
mente el resultado c.onsciente de todas las condiciones que
determinan la existencia de esta realidad y su presencia en
mi conciencia. A esta experiencia de 10 real podemos llamar·-
la "intuición", es decir, aprehensión de la realidad individual
o concreta 16.
Insistamos un poco más sobre este hecho tan importante
de que lo real se nos da en una experiencia: constato que al-
guna cosa existe y que yo existo, aunque no comprenda
lo que
real a otro; en este sentido expresa el
determinación que se puede expresar y por tanto, en
la cúspide de la abstracción 22. Sin embargo, el de
vista de la significación explícita es incompleto y además
porque claramente ve nota "ser"
está disocia,da de las otras más que por un puro artificio de
la razón: en el dato se con todos los elementos
que constituyen este dato y con cada uno de ellos:
aisla nada, de nada hace abstracción; por consiguiente, en su
implícita la idea de ser expresa adecuadamente
la realidad concreta con todas sus diferencias y con todos sus
modos: desde este punto de vista, la idea de ser no es de
ningún modo el fruto de una abstracción, si por "abstrac-
ción" entendemos la consideración de un aspecto parcial de
10 concreto (separatim considerare); es la "representación",
la "conceptualiza ción" , la "trasposición conceptual" confusa,
pero adecuada, de lo concreto; expresa formal y actualmente
(y no de un modo virtual o potencial) todos los elementos de
10 real.
Estos dos caracteres esenciales de la idea de ser son 10 que
justifica aquello que comúnmente llamamos analogía : unidad
en la diversidad, unidad proporcional. Y me revelan al mis-
mo tiempo el papel esencial de esta idea dentro de mi activi-
dacL cognoscitiva. Aprehender un dato cualquiera como
como ser o como real) es descubrir en él un carácter, en virtud
del cual este dato no se opone a nada, no es totalmente extra-
ño a cualquier otro dato, sino que se encuentra emparentado
23 eL págs. 161-163.
24 Conviene anticipar aquí que sólo el conocimiento de sí-mismo
puede hacerse por identidad perfecta de suj eto y obj eto; todo conoci-
miento de un no-yo se hace necesariamente por "representación" puesto
([U e el no-yo no puede constituir el acto inmanente de esta concien-
ARTÍCULO In
Respecto a la de la
conviene recordar que el papel de los conceptos empíncos
es el mismo que el del concepto de ser: su objeto es tras-
poner los datos empíricos al plano de una inrnanencia su-
perior en la que mi conocimientO' posee una estabilidad y
una unidad mayor que en el plano de la experiencia. En
efecto, la experiencia está siempre comprometida dentro de
lo espacio-temporal) tanto percibido como vivido; incluso la
experiencia vivida es simple experiencia de una actividad
que, si bien en cierto modo trasciende a la materia, es no
obstante corporal y conaeta. El concepto constituye un nue-
vo modo de conocer libre de todas las condiciones indivi-
duales: por mi experiencia vivida capto los modos de ser
que en ella se han concretado, pero que tienen un v310r
para mi conciencia que supera infinitamente tal o cual rea-
lización, puesto que los vuelvo a encontrar en otras muchas
experiencias particulares. Brevemente, la conceptualización de
la experiencia pone de relieve los valores universales que se
encuentran realizados en ella, encontrando, por consiguiente, los
principios de orden y de unidad que corrigen la diversidad dt:
10 real.
Pero también aparecen aquí las diferencias capitales que exis-
ten entre el concepto de ser y los conceptos empíricos:
a) El concepto de ser sintetiza todo lo real; su universa-
lidad es trascendental. El concepto empírico, por 10 mismo que
representa un modo de ser particular, no puede tener sino una
univer salidad restringida: no hace sino sintetizar un grupo de
elementos, una categoría de datos 30.
que -dan lugar. ¿ Hasta qué punto pueden estos juicios superar la expe-
riencia? 'En esto consiste el problema de la inducción, o sea, de la
generalización de la experiencia. Pero este problema pertenece a la
lógica y a la crítica de las ciencias.
Crítiw de las modalidades del conoez·rnzento 223
de la naturaleza y del valor de este esfuerzo los
por los que expreso este conocimiento intelectual o con-
ceptual de los datos de mi experiencia vivida serán juicios ver-
necesarios, evidentes y ciert.Ds.
N o se trata aquí ya de una verdad adecuada, de una neceSI-
dad absoluta, de una evidencia que excluya toda posibilidad de
error o de duda, como era el caso en los juicios de existencia
formulados sobre lo real en cuanto tal, sino de una verdad in-
adecuada, de una necesidad hipotética y de una evidencia y una
certeza relativas.
VeTdad inadecttada, porque estos juicios no expresan ade-
cuadamente el objeto: cuando digo "yo estoy sufriendo", el pre-
dicado expresa el sujeto bajo un aspecto parcial.
Necesidad hipotética, porque el yo no es un valor abso-
luto, lo mismo que el ser; el yo es siempre un hecho, un
simple objeto de constatación; por consiguiente, los juicios
que sobre él formulemos no tendrán más que una necesidad
hipotética.
Evidencia y certeza relativas a las condiciones concretas
dentro de las cuales se realiza el juicio; aquÍ, en efecto, el error
es posible por razón de la complejidad del dato; la evidencia
objetiva y la certeza fundada serán poseídas en la medida en
que el juicio se realice en sus mejores condiciones (presencia
actual, claridad y simplicidad del dato; atención y prudencia
del sujeto), de manera que queden eliminadas las causas del
error.
4. Ya podemos terminar. El conocimiento trascendental,
pero confuso, de 10 real puede e:rplicitarse parcialmente en la
línea del conocimiento del yo, gracias a la experiencia vivida
o a la conciencia que tengo de mi actividad. Esta experiencia
puede traducirse en conceptos unívocos, expresiones parciales,
224 Epistemología crítica
tendría sentido el a
cia sensorial, ni de la realidad de los objetos percibidos ni de
la realidad de los perceptores. En está fue-
ra de toda duda que yo percibo luces, colores, figuras, mo-
vimiento local, sonidos, olores, resistencia, frío, calor, sa-
bores, pinchazos, etc.; estos objetos n9 son la "nada"; la
"nada" o 10 "irreal" no sería capaz de aparecérseme bajo la
forma de color o de sonido; por tanto, estos objetos tienen
una cierta "realidad", son contenidos reales de mi conciencia
real. También es cierto que percibimos estos objetos con la
ayuda de árganos corporales, que nos sirven de instrumen-
tos de conocer; ya hemos visto de qué modo los descubri-
mos, primero como objetos entre los objetos y luego como
instrumentos de percepción 31, Finalmente, sea la que fuere
la intimidad de relaciones entre el dato y el órgano percep-
tor, el, suj eto cognoscente establece siempre una distinció11
entre su acto y el objeto, entre la percepción y el término
percibido 32, La crítica no podría tener como fin el rechazar
estos datos inmediatos de la conciencia, tal como se presen-
tan: nadie podría hacerlo sinceramente y quien 10 hiciese a
pesar de todo, se com,prometería en un empeño inútil y sin
resultado,
El problema crítico que se plantea a propósito de mis per-
cepciones consIste en preguntar cuál es el modo de realidad pro-
pio de 10Sl objetos percibidos y de los órganos perceptores, y
cuáles son los vínculos existentes entre estas dos realidades.
Este problema implica varias cuestiones que podemos precisar
del siguiente modo:
a) ¿ Hasta qué punto podemos hablar, en epistemología, de
la "realidad en sí" del dato corporal?
no serán también de la
del m1smo modo que las imágenes son producto de la ima-
ginación?
El discernimiento entre el objeto percibido yel objeto Ima-
ginado no es un problema que corresponda a la crítica, sino
más bien a la descripción: 110 se tr3,ta aquí, al menos de un
modo directo, de determinar el valor de mi conocimiento, sino
·de saber cuál es su constitución. Rástenos, por tanto, remitir
al lector a 10 que dijimos sobre este tema en la epistemología
descriptiva 34. N os limitaremos aquí a recQrdar que, para una
conciencia atenta y reflexiva, no es dificil discernir entre el
dato sensorial y las imágenes, y que no es cosa que per-
tenezca a la epistemología al ocuparse expresamente de los es-
tados inferiores de conciencia. Observemos a continuación que;
contrariamente a lo que supone la objeción que más arriba
hemos evocado, las imágenes no se presentan a la conciencia
como "productos" de la imaginación, sino como "contenidos"
de la imaginación, "restos" de percepciones anteriores; la ac-
tividad de la imaginación se limita a combinar estos residuos
y a crear .de este modo nuevas imágenes complejas, pero este
trabajo es inconsciente; en el plano de la conciencia veo
surgir nuevas. "representaciones", evocadoras de situaciones
en las que jamás me he visto, y me doy cuenta, al me-
nos en dertos casos, de que oriento en cierto modo el flujo
de estas imágenes, fijando mi atención en una dirección ya ter-
minada.
La cuestión del discernimiento entre el dato de percepción
y las imágenes no interesa al crítico más que indirectamente,
para mostrar que el valor del conocimiento depende siempre
del grado de atención, de reflexión y de serenidad del sujeto
34 eL págs. 141-144.
Crítica de las modalidades del conocú'fziento 229
Pero todo esto no es sino el de las COll-
diciones del conocimiento: cuan-
do ellas faltan y, sobre cuando el sujeto se encuentra
en un estado de desequilibrio netamente morboso, todos los da-
tos inmediatos de la conciencia pueden igualmente ser falseados:
é;ltonces no será cuestión solamente de "confusiones entre real
percibido y real imaginado o representado", sino también
de "ausencias de la memoria", de "pérdida de la sensibi-
lidad" e incluso de "pérdida" o "desdoblamiento de la per-
sonalidad", Todo esto equivale a decir que la epistemología de
una conciencia humana es la ciencia de una realidad precaria
e inestable 35,
b) La reacción idealista contra el realismo tradicional ha
hecho objeto de sus críticas con bastante frecuencia a un rea-
lismo exagerado, según el cual es posible, por medio de mis
sensaciones, la captación inmediata de un mundo de sustancias
distintas de mí: contra semejante realismo, puede fácilmente
la crítica mostrar cuán grandes son las dificultades que tiene
que vencer la interpretación metafísica del dato corporal, cuán
difícil es resolver el problema de la individualidad en el mundo
luatedal y, por consiguiente, el discernimiento entre las sus-
tancias, Pero el realismo que nosotros proponemos tiene unas
pretensiones mucho más modestas y no se presta, por tanto, a
estas críticas,
EP¡STE~"OLOGÍA - 16
dad distinta de mí" e independiente de 1111 actividad cons-
ciente ¿ Son realmente y en
son?
Aquí se impone una respuesta que tenga en cuenta
todas las distinciones necesarias.
- Yo 110 tengo conciencia estas cuali-
dades por una acción cualquiera sobre el dato. En el de
la conciencia las cualidades me son "dadas", "se me imponen",
son "objetivas", 10 mismo que lo es la "realidad" del
o su "extensión espacial".
- ¿ No serán, sin embargo, producidas por "mí" de un
m.odo inconsciente? La respuesta que aquí se impone es la
que ya antes hemos fonnulado a propósito de la extensión
espacial; si las cualidades las ha producido un "yo" del
que no tengo conciencia, el objeto las posee verdaderamen-
te en el momento en que las conozco) y esto es lo único
que nos interesa en crítica, porque la hipótesis de la produc-
ción incons.ciente de estas cualidades es una hipótesis de
orden metafísico, imposible de confirmar o rechazar en episte-
mología.
- El único problema que la epistemología puede plantearse
a propósito de las cualidades sensibles es el de saber hasta qué
punto su "objetividad" puede estar comprometida por el hecho
de que las percibimos por medio de órganos sensoriales, instru-
mentos corporales de la conciencia. Pero aquí se impone dis-
tinguir nuevamente:
L'Ü Todas las determinaciones o cualidades por las que dis-
tingo los obj etos pertenecen virtualmente al dato obj etivo. En
efecto, si estas cualidades diferenciales no se debieran a la na-
turaleza del dato, cualquier objeto podría provocar la percep-
54 eL págs. 229-230.
CríNca de las modalidades del conocimiento 247
EPISTEMOLOGÍA - 17
258 crítica
Crítica de la memoria
a la del pa-
sado me conserva la l11nume-
hechas en todo el. curso de 1111 pasa-
do: gracias a ella me libro de tener que volver exammar
una multitud de cosas que ya he aprehendido de una vez para
siempre.
¿ valor tiene este conocimiento del como
garantías de objetividad nos presenta?
El conocimiento del pasado en cuanto es cie-
el conocimiento que tengo de la duración permanente y
sucesiva a la vez en la que me encuentro, ofrece las mismas
garantías de objetividad que la experiencia. En efecto, este
conocImIento general se reduce a una doble
la experiencia íntima, o sea la conciencia que tengo de la
unidad y permanencia del yo activo, y la experiencia, ob-
jetiva y subjetiva a la vez, que tengo d~ la sucesión de los
objetos y de la sucesión de mis actos. Por otra parte, se
trata aquí de datos inmediatos e irrecusables que no pueden
ponerse en duda: la conciencia del yo activo no es con toda
evidencia el conocimiento de una existencia "instantánea",
sino de una duración, de una ,permanencia, y no habría nada
capaz, fuera de la misma conciencia, de responder de este
hecho; la sucesión de mis actos no es menos evidente; final-
mente, el carácter sucesivo del dato corporal es un hecho que
no se explica de modo suficiente por el carácter sucesivo
de mis actos: si, en algunos casos, la evolución del dato
está motivada por un cambio subj etivo (cuando abro y cie-
rro sucesivamente los ojos, por ejemplo), en otros muchos
casos el suj eto consciente como tal no tiene nada qlle ver
en el devenir que percibe.
Por el contrario, el conocimiento especial o detallado del pa-
sado está sujeto a frecuentes ilusiones. La memoria frecuente-
Epistemología crítica
mente nos es infiel, mis recuerdos se difuminan y se transfol:"~"
man; se asocian con otros recuerdos y se confunden con ellos;
reciben la influencia de mis percepciones actuales, de mi actitud
de espera y de mis sentimientos. Aceptar sin ningún control los
datos de la memoria significaría exponernos a errar. Este con-
trol es posible cuando el hecho ha dejado "huellas seguras y au-
ténticas: yo creo, por ejemplo, acordarme del título de una obra,
pero para estar más seguro de la fidelidad de mi memoria, puedo
consultar la misma obra en mi biblioteca. La crítica detallada de
la memoria revela evidentemente la necesidad de la crítica espe-
cial a que antes nos hemos referido, porque esta crítica detallada
presupone la elaboración de las ciencias psicológicas, que, entre
otras cosas, estudian las condiciones del funcionamiento de la
memo na.
CAPÍTULO IV
CONCLUSIONES DE LA EPISTEMOLOGÍA
ARTÍCULO PRIMERO
EL REALISMO CRÍTICO
E?ISTEMOLOGÍA - 18
274 e oncl'Vísiones
también de todas las
"alguna cosa existe" Lo real constituye un 'valor
o no
sólo respecto a la conciencia que 10 aprehende (lo aprehendo
porque es y 110 es porque 10 aprehendo; cuando 10 aprehendo,
no lo "pongo"), sino también respecto a cualquiera. También
lo real es la norma suprema de mi cono,cimiento y el último
fundamento de su valor.
Una epistemología que conduce a tales. conclusiones sobre
el papel de 10 "real" en mi conciencia, tiene perfecto derecho
a llamarse realista. Ninguna otra expresión podría caracterizar
mejor esta doctrina que la de realismo.
Pero es necesario que precisemos el alcance exacto de este
realismo, so pena de engendrar o mantener algunos equívocos
lamentables. Porque el realismo que aquí profesamos comporta,
además de una actitud fundamentalmente realista, otras actitu-
des también realistas pero de un alcance más limitado, las
cuales tienen mucha importancia por sus consecuencias. Es, pues,
preciso definir con mucho cuidado estas diferentes actitudes mos-
trando a qué se oponen.
l. La afirmación fundamental del 1'ealismo es la afirma-
ción de 10 real. Ser realista equivale antes que nada a reco-
nocer que existe alguna cosa, que este hecho me es conocido!
que tiene una significación para mi pensamiento y que cons-
tituye un valor objetivo y dominante para espíritu. Bre-
bre la ya sobre
tiva.
Llamaremos realism.o o psicológico a la fi-
losófica del que reconoce la realidad de sus actividades conscien-
tes y la posibilidad de conocerlas científicamente. Esta forma
de realismo tiene muy pocos bus-
carlos en las escuelas materialista desde elmo-
mento en que estos sistemas rechazan la realidad de la
vida consciente; tal vez los encontraremos también entre los
partidarios del fenomenismo absoluto, que tratan de reducir el
yo a un "epifenómeno" desprovisto de valor propio. Claro es
que todos los pensadores que rechazan la afirmación realista
fundamental rechazan por lo mismo todas las formas particu-
lares de realismo.
4. El realismo cósmico o cosmológico. Esta última actitud
realista consiste en reconocer la realidad del cosmos o mun-
do corporal, objeto de mis percepciones sensibles. Este rea-
lismo concede un cierto valor obj etivo a la sensación y a
los conceptos empíricos que a ella se vinculan; profesa que la
conciencia humana capta en cierta medida el en sí del mundo
corporal y que puede tener de él un cierto conocimiento cien-
tífico.
El realismo cósmico supera evidentemente al empirismo
cósmico rudimentario, común sin duda a todos los filósofos:
nadie, a menos que sea un desequilibrado mental, afirmará que
los datos inmediatos de la experiencia sensible s.ean totalmente
inconsistentes o inexistentes. Pero para merecer el nombre de
"realista" es preciso reconocer un valor en sí a los objetos de
la experiencia sensible.
Dado que este valor sea admitido, el realismo cósmico es
compatible con todos los grados y matices que se quiera COll-
Realismo crítico 279
ceder al conocimiento de la realidad del mundo
su extensión y significado.
Si consideramos que los filosóficos
el la vida cuestión en
la discusión sobre el realismo cósmico, se tendrá que conce-
der que esta cuestión no tiene una importancia primordial: no
plantea en el fondo más que un solo problema: el de la po-
sibilidad de una cosmología o metafísica de la naturaleza;
ahora bien: las ciencias de la naturaleza y el conocimiento del
mundo material no pueden reivindicar más que un lugar se-
cundario dentro de las perspectivas de un verdadero huma-
nismo para el que la primacía corresponde a los valores
propiamente humanos. Pero, por otra parte, el realismo cós-
mico es sin duda una de las doctrinas características del to-
mismo, al mismo tiempo que una verdad cuyo desconocimien-
to falsearía gravemente la fisonomía de la conciencia hu-
mana.
La crítica que hemos hecho del conocimiento del mundo
'Corporal nos permite precisar los rasgos del realismo cósmico
de la siguiente manera. Este realismo es:
- empirista o dualista: la conciencia capta al mundo cor-
poral como un dato de experiencia, como un objeto distinto del
sujeto o función subjetiva; la experiencia objetiva es incluso
anterior a la conciencia propiamente dicha, esto es, al conoci-
miento del sujeto por el sujeto:
- intelectualista o espiritualista: la inteligencia, que es ac-
tividad y trascendencia respecto a la materia, reacciona ante este
dato, 10 aprehende y lo afirma como valor en sÍ, con la ayuda
de los conceptos y los juicios;
- inmediato o intuicionista: la intuición sensible pone en
relación al sujeto con el objeto real y la conciencia está
activamente presente en la percepción sensible; por 10 de-
280 eondusiones
la conciencia está en disposición de afirmar, como
objeto de evidencia inmediata, la presencia de una realidad (ex-
citante real), corporal (situada en el espacio y en el tiempo ),
capaz de producir en mí percepciones cualitativamente
ciadas,'
- moderado o crítico: este realismtl deja, sin embargo,
lugar a la "subj etividad" del conocimiento y a todas las im-
perfecciones que la subjetividad implica: relatividad de las
cualidades sensibles; posibles defectos de los órganos senso-
riales y del sistema nervioso; imperfección del conocimiento
conceptual; limitación de la experiencia (ésta alcanza sola-
mente los caracteres superficiales de una mínima parte del
mundo corporal y de mis actividades conscientes; con la ayuda
de estos datos reducidos es como se construye toda la ciencia
humana); el realismo cósmico, prolongando la crítica general
del conocimiento, exige una crítica detallada de las sensacio-
nes y de la imaginación (memoria, sueños, estados morbosos,
imaginación fabuladora, etc.), 10 mismo que de los concep-
tos empíricos y de las ciencias positivas; claro es que en todo
esto, una cíerta dosis de escepticismo, de agnosticísmo, de
idealismo y de pragmatismo, será la marca de un sentido crí-
tico despierto, hostil a todo dogmatismo y a todo realismo
ingenuo 6.
El principal adversario del realismo cósmico es el idealismo
en todas sus formas: todo idealismo alberga una desconfianza
profunda con respecto a la experiencia sensible, y quisiera po-
der librar al pensamiento de toda dependencia del dato objeti-
vo; declara a éste inconsistente (idealismo platónico), inaccesible
7 Un" realismo crítico" del tipo que hemos, definido aquí está libre
de todos 105 ataques que Gilson dirige contra esta fórmula. Cí. É. GILSON,
Réalisme thomiste ... , págs. 36 a 40; L. NOEL. Le "réalis1l1e critique" ei
le "bol! désaccord", en Revtle néoscolastique de philosophie, febrero 1940,
págs. 41-66.
s Ciertamente podríamos, sin grave inconveniente, en lugar de
describir primero todos los elementos de conocer antes de empezar sU
Realismo crítico 283
------------------------
del análi si" y de
crítica correspondiente debe ser el conoán-liento de lo real del
ser, o mejor, la afirmación del ser. En efecto:
- N o se puede SITIO de la del conocimiento
y, más precisamente, de la porque toda la realidad
para mí depende del conocimiemo cuya naturaleza y alcance es
10 que se trata de establecer. Yo 110 puedo hablar de realidad
sino en la medida en que la conozco: en esto podemos y debe-
mos aceptar el método del cartesiano, Y nada hay más
claro en la conciencia que la afirmación con la que se
y se expresa todo conocimiento,
- Pero es necesario partir también de la afirmación de
](1 real, porque ningún es más inmediato ni más fun-
damental que lo real: 10 real se impone y se justifica por sí
mismo, dándose en toda experiencia; nada presupone y nada
hay presupuesto en él; constituye un valor incondicionado,
~lbso]uto,
Problemas ulteriores
11 Cf. págs. 106-107, 112-113, 125, 130 (nota), 130-134, 166-167, 233-
234, 248 (nota 56).
EPISTEMOLOGÍA - 19
290 Conclusiones
n
LAS PRINCIPALES DESVIACIONES EPISTEMOLÓGICAS
3.Desviaciones debidas al
éste un error totalmente opuesto al anterior: sacri-
fica la experiencia en aras del Este error es el
rasgo común de todas las formas desde Platón
hasta Brunschvicg, bastante para justificar este apelativo único
del que nos servimos para designar a un, conjunto de sistemas
tan diferentes por otra parte: todos los idealistas tratan de
liberar el pensamiento de cualquier dependencia respecto al dato
empírico. Tomado en su conjunto, el idealismo es "más una
orientación que una doctrina"; es "la tendencia filosófica que
intenta reducir toda existencia al pensamiento, tomando la pa-
labra pensamiento en su sentido más amplio", mientras que el
realismo ontológico" admite una existencia independiente del pen-
samiento" 15.
El idealismo nació de una desconfianza excesiva ante Iaex-
periencia sensible (Platón, San Agustín en cierto modo y Des-
cartes). Esta desconfianza sedujo a un gran número de filó-
sofos a partir del siglo XIV: el descrédito de la física antigua
y el advenimiento de la ciencia moderna contribuyeron a su
desarrollo en muchos espíritus; los filósofos no supieron dis-
tinguir a tiempo en el realismo tradicional los valores perdu-
rables de los elementos caducos; y mientras que un buen nú-
mero de pensadores atraídos por el ideal de la nueva ciencia
se dejaban deslizar por la pendiente fácil del empirismo, otros
trataron de salvar la metafísica sacrificando lo sensible: se llega
entonces a la aparición del racionalismo, que hizo una brillante
carrera desde Descartes hasta W olff. El racionalismo es pa-
riente próximo del idealismo en la medida en que pretende
deducir todo conocimiento cierto de los principios evidentes a
'22 Se dice a veces que Kant concibe la abstracción como una síu-
EPISTEMOLOGÍA - 20
306 Conclusiones
dos
ras opuestas:
- o bien de la por el con-
fundamental de ser, y en este caso trataremos de dar
cuenta de la diversidad a partir de la unidad trascendental: este
es lo propio de la metafísica o ciencia de las condiciones
del ser como tal;
o bien partiendo de la diversidad del dato y de los con-
ceptos empíricos que la expresan, tratando de descubrir las
que, siendo cada vez más generales, reducirán esta diversidad
a una unidad cada vez mayor, más envolvente: en esto consiste
el estudio origen de la inmensa variedad de las ciencias
pDsitivas.
Veamos, por ejemplo, cómo el conocimiento del
desarrollarse en dos direcciones opuestas.
El conocimiento del yo y de mis actividades vividas o cons-
cientes puede desarrollarse, en primer lugar, en el
terreno de los y de la experiencia de
donde proceden: observación de la experiencia vivida, con-
y definición de estos conceptos, clasificación
empírica de los mismos, búsqueda de las leyes empíricas que
manifiesta la actividad consciente. Este esfuerzo de interpre-
tación de la experiencia psicológica es 10 que constituye el
objeto de la psicología positiva. Esfuerzo delicado y bastante
decepcionador, porque la observación interna no ofrece nin-
gún control y los datos de la experiencia vivida no se pres-
tan fácilmente a los métodos rigurosos e impersonales de una
ciencia del tipo de la física. Bajo este aspecto, como ya 10 he-
mos observado, la experiencia vivida es muy inferior a la expe-
rienda objetiva.
Sin embargo, podemos realizar un esfuerzo distinto. Yo
puedo considerar la experiencia vivida en su realidad
Conclusiones
Analítica.
Crítica.
Lógica.
EPISTEMOLOGíA - 21
Esta bibliografía selecta ofrece a los principiantes un programa de
lecturas para estimular su pensamiento y completar la sucinta
cién de nuestra obra. Se limita a los textos de Santo Tomás y a las
obras de inspiración tomista, ya que 'la primera úzicia.ción filosófica no
puede estar orientada eclécticamente. Por lo demás, el lector encontrará
en las obras citadas todos los datos precisos para ampliar su información
bibliográfica,
EPISTEMOLOGíA - 2,*
324
Agustín (San), 16, 21, 69-70, 73, De Coninck, A., 101, 168,
296. 201.
Alberto Magno, 79, 81. De Raeymaeker, L., 15.
Alejandro de Afrodisía, 71. Descartes, R., 46, 70, 81-83, 84,
Alejandro de Hales, 71. 86, 96, 98, 116, 122, 158, 167,
Anselmo (San), 70, 83. 280, 283, 296-300, 304.
Aristóteles, 21, 45-46, 65-73, 77. De V ries, J., 25, 29-30, 154,
116, 162, 172, 189, 306-7, 313. 300-3.
Averroes, 71. Dionisio (Seudo), 70.
A vicebrón, 7lo
Avicena, 71. Egidio Romano, 87.
Enrique Bate, 81.
Bacon, F., 79, 304. Enrique de Gante, 71.
Bergson, H., 295. Euclides, 16.
Berkeley, G., 80.
Boedo, 7lo Fichte, J., 86, 277, 297.
Boehme, 8I. Ficino, M., 81.
Bruno, G., 81. Filón, 70.
B¡'unschvicg, L., 31, 87, 277, 296.
Buenaventura (San), 16, 71. Gal:ileo, G., 79.
Gentile, G., 297.
Cathala, M.-R., 74. Gény, P., 25, 27-29, 245-7.
Cayetano, 87. Gilson, É., 10, 16, 23, 47, 113,
CondilIac, É., 80. 142, 158, 201, 282, 284, 300.
Copérnico, N., 79, SS. Godofredo de Fontaines, 87.
Grégoire, F., 97.
Charles, P., 86. Guillermo de Auvernia, 71.
Charron, P., 79. Guillermo de Ockam, 73, 77-9.
330 Jndice de nombres