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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA MADRE Y MAESTRA

Campus Santo Domingo

Medioambiente y Competitividad - Administración Sostenible

ADM-233

TRABAJO DE OPINIÓN:

Impresiones - ¿Cómo vivir junto a la foresta y la fauna?

SUSTENTANTE(S):

Rafael Mota 2016-6397  

DOCENTE:

Prof. Guillermo Van der Linde

Lunes, 28 de septiembre, 2020


Septiembre-Diciembre /1 2020-2021
Santo Domingo, República Dominicana
“La forma en que nosotros, los humanos interactuamos con el medio ambiente y
respondemos a él ha cambiado en los últimos siglos” es lo que dice el blog de Eurosur, pero
¿es cierto esto? Claro, han cambiado las maneras de interactuar y a lo mejor el tipo de
interacción, pero en síntesis se trata de lo mismo. La naturaleza nos provee de algunos
recursos, y nosotros como especie, nos aprovechamos de esto. Sería bastante optimista
decir que la manera como interactúa el hombre con el medioambiente sigue igual.

Las grandes transformaciones en la rápida industrialización y urbanización han


continuado reforzando el famoso “sentido de separación” entre la sociedad y la naturaleza,
los mundos humanos y no humanos, la “superioridad” y la “inferioridad”, según el
pensamiento de muchos, entre ellos, filósofos y científicos. Podríamos incluso teorizar
lejos, y alegar que es precisamente esta sensación de separación lo que ha permitido a la
humanidad capitalizar los “frutos” de la ciencia y la economía, sin embargo, es también
esta sensación de desligue lo que respalda la disfunción y destrucción de nuestros sistemas
ecológicos.

La crisis ecológica es a su vez una crisis económica, que, a su vez, es una crisis
social. Parte de esta crisis se debe a que la sociedad y las industrias modernas tienden a
percibir La Tierra como un conjunto de recursos y naturalmente, la valoran como tal. ¿Qué
es lo que tiene que pasar para que pasemos a percibir La Tierra como un sistema vivo; ¿en
el que los humanos juegan un rol constructivo, en vez de uno destructivo?

Así como nuestra necesidad de transformar los negocios se está volviendo cada vez
más visible, (principalmente por asuntos en los cambios de las tecnologías, evidenciados en
los sucesos traídos por la pandemia) también lo es nuestra necesidad de transformar nuestro
compromiso con la naturaleza y nuestra respuesta a ella. Comprender nuestra relación con
la naturaleza puede ayudar a las empresas a transformarse, y los patrones y principios de la
naturaleza pueden proporcionar información sobre cuál es la mejor manera de preparar a las
empresas para un futuro impredecible.
Las empresas y los inversionistas conocen cada vez más importancia del capital
natural. Según Greenbiz, página que se dedica a emitir noticias de empresas y su relación
con el medioambiente, los inversionistas quieren invertir en negocios que se enfoquen en la
sostenibilidad y que cuiden del medioambiente. Los empresarios y los inversionistas están
iniciando comprender que al adoptar prácticas que mantienen los sistemas y recursos
naturales de los que dependen sus operaciones, es posible obtener mejores resultados a
largo plazo.

Para lograr un cambio significativo, debemos operar de una manera distinta.


Cambiar la forma en que hacemos negocios es esencial para abordar los desafíos de la
situación ambiental actual. El mercado, como tal, es la institución más poderosa del mundo,
y las empresas son la entidad más poderosa dentro de él mercado. Las empresas controlan
el mercado. Los negocios trascienden las fronteras nacionales y poseen recursos que
superan los de muchos estados. Las empresas son responsables de producir los edificios en
los que vivimos y trabajamos, los alimentos que comemos, la ropa que usamos, los
automóviles que conducimos, la energía que los impulsa y la próxima forma de movilidad
que los reemplazará. Esto no significa que solo las empresas puedan generar soluciones,
pero con su incomparable poder de ideación, producción y distribución, las empresas están
mejor posicionadas para traer el cambio que necesitamos a la escala que lo necesitamos. En
resumen, es seguro decir que las empresas pueden conseguir un cambio.
Sin embargo, no todo debemos dejárselo a las empresas. Todos los agentes
económicos deben verse involucrados en el cambio. Educar al mercado será esencial.
Programar la mente de los consumidores de modo que acepten y entiendan las alternativas
que no afectan de manera negativa al medioambiente es posiblemente el mayor reto, pero
del mismo modo, es el paso más importante, después de todo, las empresas deben
mantenerse sostenibles.

La educación jugará un rol determinante. Implementando modelos de educación y


desarrollo sostenible en las universidades, la creatividad y la capacidad de pensamiento
crítico de la juventud se puede mover el foco de la juventud a la creación e implementación
de alternativas sostenibles y soluciones eco-amigables a problemáticas económicas y
sociales actuales, que serán más factibles a largo plazo.

Las entidades gubernamentales deben verse involucradas de igual modo. De hecho,


es admirable lo que están haciendo algunas de las potencias europeas más grandes del
mundo al reducir los impuestos, o incluso llegando a exonerarlos, a la hora de adquirir un
carro eléctrico.

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