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1. INTRODUCCIÓN 1
MÁSTER EN FILOSOFÍA - UNAV
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1. INTRODUCCIÓN 3
MÁSTER EN FILOSOFÍA - UNAV
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ÍNDICE
1. Introducción ---------------------------------------- 7
3. Construir -------------------------------------------- 67
3.1 La acción del hombre y el problema
del despotismo -------------------------------------- 68
3.2. El construir como erigir --------------------------- 86
3.3. Construcción de lugares en el espacio ---------- 94
1. INTRODUCCIÓN
ÍNDICE 5
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1. INTRODUCCIÓN 7
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D
os conceptos han atravesado la
historia de la filosofía: espacio y tiempo,
pero evidentemente el segundo se ha
desarrollado mucho más que el primero. “[…] el
problema del carácter espacial de la existencia humana,
o dicho con palabras más simples, el del espacio
concreto experimentado y vivido por el hombre, ha
estado relegado al último plano” (Bollnow, 1969, p.
21). Desde la antigüedad lo que aparece como
estructura básica de la conciencia es el flujo temporal,
la vida del alma y el tiempo. ¿Cómo puede ser que el
tiempo parece estar en todas partes y, por otra parte,
vinculado con el alma? (Fisica, IV, 10-14). Ya
Aristóteles había advertido la dificultad de tematizar el
tiempo. El tiempo parece ser ubicuo, parece más
objetivo que todos los objetos y, por otro lado, parece
tener una relación muy peculiar con el alma, es decir,
ser más subjetivo que todo lo subjetivo. El tiempo en
San Agustín es una suerte de distensión del alma, del
ánimo; se preguntaba: ¿qué tipo de presencia tiene lo
futuro y lo pasado? El análisis agustiniano del tiempo
fue fundamental para el enfoque fenomenológico.
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2.1.
HEIDEGGER: DE CAMINO A UNA IDEA
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M
artin Heidegger (1889-1976) es
considerado uno de los pensadores
más importantes en la filosofía del
siglo XX. Su obra estuvo orientada hacia el
descubrimiento del “sentido del ser” como un
replanteamiento de la pregunta metafísica. Su filosofía
permeó en campos como la estética, la arquitectura, la
antropología y la teoría literaria, sobre todo en la etapa
final de su vida. Luego de reflexionar sobre el ser en el
tiempo y como resultado, su obra más importante: Ser y
tiempo, de 1927, Heidegger se dedicó a estudiar el
desarrollo del ser en la filosofía. Lo estudió en la
historia de occidente y así se instaló entre la ontología y
la semiótica para pensar los tiempos del ser.
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En consecuencia de su adscripción al
nacionalismo, Heidegger estuvo vetado de la enseñanza
pública desde 1946, hasta 1951. El abandono del ser
que él mismo se había planteado reparar con su
programa desde Ser y tiempo le había llevado a un
abandono de sí mismo. Varios de sus allegados lo
confirman, estaba perdido en las sendas del
pensamiento que él mismo se había propuesto.
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Figura 5: Planta y secciones de la cabaña (Sharr, 2006)
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2.2.
BACHELARD: LAS IMÁGENES DEL ESPACIO
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L
a vida pública de Heidegger dio un gran
reconocimiento a su obra. Su
ampliación de la fenomenología de
Husserl para completar la experiencia de sentido desde
lo antepredicativo llegó hasta el extremo de lo poético,
como el máximo acercamiento a la verdad a través de la
palabra. No obstante, estaba atravesado por el riguroso
academicismo de la universidad alemana, y cualquier
deriva que hayan alcanzado sus caminos del
pensamiento, en instancia última se dirigían a la
búsqueda de la verdad. Toda la polémica de ser una
figura pública exigía a Heidegger la producción de un
conocimiento que pudiera ser aceptado por la
comunidad académica. Rescatando su esnobismo, los
intentos de leer a Hölderlin y de incorporar conceptos
de Lao Tsé dentro de su complejo sistema, Heidegger
sigue una línea muy clásica de pensamiento. El mismo
Derrida analiza sus desarrollos sobre el habla y la
palabra, diciendo que no presenta tanta disrupción con
la tradición, pues:
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Figura 7: Otto Friedrich Bollnow (Tobias-bild, 1990)
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O
tto Friedrich Bollnow (1903-1991),
fue un brillante físico, filósofo y
profesor alemán de la escuela de
Tubinga, que nació poco más que una década después
que Heidegger. Sobre Bollnow hay poca
documentación biográfica disponible, incluso en su
idioma natal, el alemán, poco se ha escrito sobre su
vida y obra. Aunque su obra es inclasificable, se
evidencia una tendencia hacia la hermenéutica,
influenciado por Dilthey y por Gadamer. Es destacado
también por sus aportes a la pedagogía. A esta área
dedicó la mayor parte de su vida, estudiando sobre
teoría del conocimiento y educación. En sus primeras
obras se ve un claro seguimiento del pensamiento de
Heidegger. En la primavera de 1929, Heidegger fue
invitado como oponente a Ernst Cassirer a la “Semana
universitaria de Davos”. Este acontecimiento se
recuerda como semejante a los debates entre
Settembrini y Naphta, a saber, debates de la ilustración
contra el irracionalismo. “Pero había allí otra
reminiscencia, no en la profundidad del tiempo, sino en
el espacio de la imaginación” (Safranski, 2003, p. 222).
Con sus ideas nietzscheanas sobre los problemas de la
metafísica, Heidegger planteó una libertad del hombre
que no se tenga que fijar sobre la cultura, que lleve al
ser-ahí a su desnudez y a su arrojamiento originario.
Con esto quiere quitar la trascendencia que Cassirer le
atribuye a los símbolos en la cultura. Hay varios
testimonios que describen este encuentro como algo
extraordinario, entre ellos se dice que “la impresión de
este encuentro ‘quitaba el aliento’, recuerda O. F.
Bollnow, que estuvo allí como estudiante invitado por
Heidegger” (p. 224).
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3. CONSTRUIR 67
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omo antecedente al construir, está la
pregunta por la acción humana. El
construir en tanto es acción debe ser
pensado a la luz de lo que Heidegger consideró sobre la
acción. Al acercarnos a sus planteamientos sobre la
acción, quedamos inmediatamente remitidos a estudiar
su pregunta por la técnica, pues según él, “en todas
partes estamos encadenados a la técnica sin que nos
podamos librar de ella, tanto si la afirmamos
apasionadamente, como si la negamos” (2001c, p. 9).
Heidegger presenta un paralelismo entre la visión
clásica de técnica, en la que se entiende como algo
artesanal y se da un manejo adecuado de esta como
medio, y la visión moderna, en la que se pretende
dominar la técnica pues queremos controlar nuestra
acción para que esta sea productiva. Para ello, trata de
definir lo instrumental mismo. Hay una salvación para el
obrar del hombre y es la capacidad de desocultar la
verdad a través de su acción, y esto, en último extremo,
es lo que da sentido a la acción más allá de sus fines.
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El estar-delante y estar-a-punto
(ύποκείσθαι) caracterizan la presencia de
lo presente. Los cuatro modos de ser
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3.2.
EL CONSTRUIR COMO ERIGIR
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Figura 10: La fachada de la cabaña (Mellec-Macovicz, 1968)
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S
on muchas las relecturas e
interpretaciones que ha causado la corta
conferencia “Construir, habitar, pensar”.
En esta, Heidegger defenderá su genuina tesis que
afirma que “[…] construir no es solo medio y camino
para el habitar, construir es en sí mismo ya el habitar”
(Heidegger, 2001a, p. 108). Para argumentar esta
hipótesis, responderá a dos preguntas: ¿qué es el
habitar?, y, ¿en qué medida el construir pertenece al
habitar? Construir y habitar están ya relacionados
desde la antigua palabra alemana buan, esta significa
construir, pero también alberga nociones como habitar,
permanecer, y residir. Esta contemporaneidad de la
acción del construir con el habitar se encuentra en la
relación cercana del ser y el habitar. La manera de ser
de los hombres, es ser en la tierra. Ser es estar
ocupando un lugar. A través de la diversificación de las
palabras perdemos cada vez más este sentido originario
de la copertenencia entre ser-habitar. En nuestros
tiempos, “el habitar no es experienciado como el ser del
hombre […] El lenguaje le retira al hombre lo que
aquel, en su decir, tiene de simple y de grande” (p.
109). Para demostrar que el construir es propiamente
habitar, Heidegger distinguirá dos despliegues del
construir. En primer lugar, un construir como cuidar,
que deriva del latín colere y por el cual es habitual para
nosotros hablar de la cultura como algo que se
construye. En segundo lugar, un construir como erigir,
proveniente de latín œdificare. Este segundo modo
necesita del primero como base para poder ser
pensado, pues el construir como cuidar es propiamente
lo que hacemos los hombres en la tierra. “Podríamos
decir también que habitar es lo mismo que vivir. […] El
sitio del hombre no es el lugar que él ocupa. Es un lugar
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Figura 11: La cabaña en 1968 (Mellec-Macovicz, 1968)
3.3. CONSTRUCCIÓN DE
LUGARES EN EL ESPACIO
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ero Heidegger no solo quería impulsar
una reflexión sobre la acción humana
del tipo de construir. El apartado
anterior incluía una fuerte presencia de la concepción
de Heidegger sobre la técnica, y por ello desarrolla el
construir como la acción de erigir. Sin embargo, otra
fuerte pregunta heideggeriana se colaría en la cuestión
del construir, esta es, la pregunta por la cosa. ¿Qué es
una cosa construida? Con esta pregunta Heidegger
introducirá una distinción que ha hecho historia en su
pensamiento: la distinción entre espacio y lugar.
Heidegger tratará de explicar la especificidad de la
cosa construida. Una cosa construida es una cosa que
coliga, pone al espacio en vecindad recíproca para
otorgar una plaza. A eso que coliga lo llamamos lugar.
Si respondemos la pregunta inicial, diríamos entonces
que una cosa construida –por el erigir o por el cuidar,
pues no brota, sino que surge de la acción de los
mortales– es un lugar. Por otra parte:
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4.1.
EL HABITAR POÉTICO COMO
SOLUCIÓN A LA TÉCNICA MODERNA
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ara Heidegger básicamente construir es
habitar (Heidegger, 2001a, p. 127), es
decir, el simple hecho de comenzar a
construir nos hace de suyo estar habitando. Partiendo
de esta premisa podemos ver el alcance al que
Heidegger apunta con este concepto, pues si lo vemos
desde el hecho práctico de construir una casa, cuando
obtengamos el fin de la acción –a saber, la casa
terminada–, ya no estaríamos habitando en sentido
estricto según su planteamiento. Por nuestra condición
corporal, los hombres necesariamente siempre estamos
habitando, es decir, estamos ubicados de algún modo
en algún lugar de la tierra. Si Heidegger equipara
habitar con construir, esto implica poner el habitar
como una acción contemporánea a la existencia, por
tanto, la vida humana como una construcción. Esta
visión de la construcción ofrece una pregunta por la
acción humana, y a su vez escapa del fenómeno mismo
de construir un diseño planeado como un medio para la
obtención de un fin. Cuando actuamos en el mundo,
como lo explica Santo Tomás de Aquino en sus textos
sobre el fin último del hombre, nos orientamos, no solo
hacia un fin cuius al cual nos ordenamos como seres
creados, y como un fin intrínseco a nosotros mismos,
sino también hacia un fin quo, que realizamos en la
acción misma de vivir (Suma teológica, 1-2, q.1, a. 8, c).
En nuestra naturaleza humana está la posibilidad de
que produzcamos nuestro propio habitar. En la acción
la consecución del bien se presenta como un fin que se
hace en un continuo, al que todas las operaciones
constituyen, como una actualización que se realiza
constantemente por nuestra presencia en los lugares en
los que nos encontramos a cada momento. Este fin u
objeto del habitar se equipara al ejemplo aristotélico
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Figura 12: Sección de concha Nautilus (Nogaussiano, 2012)
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C
ontemporáneo a Heidegger, Bachelard,
en una obra posterior a los desarrollos
sobre el habitar heideggeriano aportaría
una visión mucho más optimista sobre este habitar del
hombre. Aunque, hasta ahora, no es documentable si
hubo relación alguna entre los dos filósofos, y no se
cuenta con noticia histórica de algún encuentro físico o
académico, es notable la gran variedad de coincidencias
que hay en sus ideas sobre el lugar y sobre la poesía.
No obstante, si no son todos, la gran mayoría de las
citas y referencias de Bachelard son de origen francés,
y muchísimo más de corte literario que las del alemán,
por lo que sus desarrollo tiene un matiz muy
diferenciado. En La poética del espacio, Bachelard hace
una fuerte crítica a las ideas heideggerianas de “ser-
arrojado”. El pasaje dice:
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4.3.
LA ESPACIALIDAD DE
LA VIDA HUMANA
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Figura 15: El interior nos rodea (Elaboración propia)
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ara entrar en las teorías de Bollnow,
tenemos mucho más clara y explícita su
procedencia. Además de haber sido
estudiante de Heidegger, en el libro que nos asalta en
este subcapítulo, tiene varias citas y referencias de La
poética del espacio de Bachelard, por lo que no nos
ocuparemos de explicitar la similitud en algunos los
pensamientos o nociones con lo que ya hemos tratado
en este trabajo. A su vez, nos ahorramos toda la
investigación historiográfica y podemos entrar
directamente a describir lo que es “la espacialidad de la
existencia humana” en la relación de hombre y espacio.
Aunque Bollnow no cuenta con gran resonancia
histórica, debemos a su trabajo una completa
investigación del espacio en la historia de la filosofía.
Su trabajo distingue tres abordajes del espacio, a estos
los llamará las formas de situación en el espacio. En primer
lugar, encontramos el espacio vivencial, referido al
espacio visto de manera objetiva, como las coordenadas
en las que es posible la realización de la vida del
hombre. En segundo lugar, el espacio intencional, o el
espacio visto desde la subjetividad, donde cada hombre
es el centro de su mundo. En tercer lugar, el espacio
propio, o el espacio que se tiene. Su libro empezará
desplegando el espacio existencial con la definición del
τόπος aristotélico, y nos llevará a través de la evolución
histórica de las nociones del espacio visto desde su
estructura y objetividad. Esta recopilación demuestra
que el espacio es el intermedio sin la cual no se hace
posible le existencia humana. A través de esta
aproximación, Bollnow prepara el terreno para el
desarrollo central de la relación entre el hombre y el
espacio, que para este es la casa. Pero lo que nos llama
especialmente la atención del desarrollo de Bollnow,
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E
n los caminos del pensar la ruta nunca
termina. Pensar es un “ir hacia”. Es por
esto que este capítulo final se presenta
más a manera de síntesis de lo dicho y de indicación de
las posibles derivas que han tomado estos
planteamientos en los pensamientos más actuales.
Decimos entonces que no pretendemos concluir algo,
sino poner las cotas de la ruta que hemos tomado y
hasta donde hemos llegado en esta investigación,
porque indudablemente la pregunta da mucho más de
sí que simplemente este Trabajo de Fin de Máster. No
podemos olvidar que partimos del espacio, una cuestión
que es permeable a la gran mayoría de las cosas que
podamos pensar. La pregunta por la forma espacial de
la existencia humana se pone con gran peso al lado de
la temporalidad. El primer Heidegger vio en la
ontología una trascendencia del tiempo. El problema
de la metafísica es que ha entendido al ser como
presencia, presencia de lo presente, y por ello no ha
podido llegar a una comprensión originaria. Esto es a
lo que Heidegger llama Dasein en Ser y tiempo.
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Fuentes primarias:
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Fuentes primarias:
Bachelard, G. (1975). La poética del espacio. México D.
F.: FCE.
BIBLIOGRAFÍA 201
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BIBLIOGRAFÍA 203
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Pardo, J. L. (1992). Las formas de la exterioridad.
Valencia: Pre-textos.
BIBLIOGRAFÍA 205
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BIBLIOGRAFÍA 207
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