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sensación de peligro, Eva, infatuada y halagada, había escuchado con algo más

que una curiosidad despreocupada los engañosos argumentos de la serpiente, y


creyó sus palabras. Esta era la oportunidad de Satanás. Cogió del fruto, y con un
aire de generosidad y un interés personal en su bienstar lo puso en las manos
vacilantes de Eva. “Ves” , le dijo el tentador, “no te hace daño tocarlo, tampoco
te dañará comerlo. ¡Pruébalo y verás cuán delicioso es!” Y al decir así, comió
nuevamente del fruto con evidente satisfacción.
“Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió” .
5. Adán es vencido. Habiendo desobedecido, Eva se convirtió en instrumento
de Satanás para causar la desobediencia de Adán. Con las manos llenas del fruto
prohibido, y con una excitación extraordinaria, buscó a Adán. Ella le dijo dónde
había estado y lo que había sucedido, y quiso llevarlo en seguida al árbol de la
ciencia del bien y del mal. Adán quedó sorprendido y alarmado. Le contestó que
aquel que la había persuadido a comer del fruto prohibido debía ser el enemigo
contra el cual se les había prevenido.
Eva le explicó que la serpiente había dicho que no moriría, y ella pensaba
que esto era verdad, puesto que desde que había comido del fruto, le parecía
“sentir una influencia deliciosa, vigorizante, que hacía palpitar cada facultad con
nueva vida, como la que, se imaginaba, inspiraba a los mensajeros celestiales” . Y
así volvió a instar a Adán a que probara el fruto.
Adán estaba muy perplejo. ¿Qué debía hacer? El sabía que Eva, tarde o
temprano tendría que morir. Su compañía había sido para él su mayor felicidad.
Le pareció que sin ella no podría vivir. Puesto que ella había de morir, él mori-
ría con ella. Cogió el fruto y lo comió. ¡El terrible hecho estaba consumado!
¿Cuáles serían las consecuencias?
Capítulo a recordar: Gén. 3—la caída del hombre.

V. LA SEPARACION DE LA FAMILIA DE DIOS

Texto: “Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros” . Isa.
59:2.
Referencias: Ed. 10, 11; Ex. 33:18-20; Gén. 2:17; 1 S. Juan 3:4; Rom. 6:23.

1. La tristeza en el cielo. Al difundirse las nuevas de la transgresión del


hombre, todas las arpas del cielo guardaron silencio. Chasqueados y tristes se
quitaron los ángeles sus coronas. Todo el cielo estaba agitado. ¡Cómo podía el
hombre mostrar una ingratitud tan grande en cambio de todas las ricas mercedes
que Dios le había provisto! Se celebró un concilio para decidir lo que se debía
hacer con la pareja transgresora. “Se encargó en seguida a santos ángeles que
guardasen el árbol de la vida” . Estos ángeles estaban rodeados de rayos lumino­
sos que parecían “una espada encendida que se revolvía a todos lados, para guar­
dar el camino del árbol de la vida” . Nunca más se permitió a Adán y a Eva que
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