Está en la página 1de 1

Recuerdos de un país de universitarios

Llegué a estudiar Historia en la Universidad de Los Andes en Mérida en la década de los ochenta,
procedente del estado Falcón. Aun cuando el Viernes Negro marcaba una sombra aquellos días y
la palabra crisis era una constante, uno podía escuchar en las radios de la ciudad los comerciales
de tiendas y mueblerías que expresaban en sus promociones: “Con ofertas, descuentos y formas
de pago especiales para los profesores de la ULA”. Así que ya nada más por eso se suponían las
ventajas de ser docente universitario. La década anterior había sido la de expansión de la
universidad andina, con adquisición de múltiples bienes que la convertían en uno de los
propietarios más importantes de la región: inmuebles urbanos, haciendas, terrenos… La
Universidad de Los Andes estaba en todo, y no solo en Mérida sino también en Táchira, Trujillo y
Barinas. Desde la instauración de la estación en la Reserva Ambiental de Ticoporo-Socopó hasta la
hacienda de producción lechera “Judibana” en El Vigía. Mis profesores eran trabajadores que
cambiaban de automóvil casi anualmente, vivían en las mejores urbanizaciones de la ciudad y
podían disfrutar vacaciones en el extranjero. El país estaba feliz a pesar de Luis Herrera y de
Lusinchi, de RECADI y de Blanca Ibáñez.

También podría gustarte